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Introito – El planteo
Por cierto, entre gentes sofisticadas como los judíos cultos de Alejandría de
tiempos de Filón (20 AEV-54 EV), es casi inevitable que surgieran grupos
antinómicos que se independizaran de la Torá. En teología, el antinomianismo
es una corriente inspirada en la idea de que los miembros de un grupo
religioso no están obligados a obedecer las leyes éticas o morales establecidas
por la autoridad religiosa. Considerando las características de la Revelación
que protagoniza Yahvé y la normativa genocida que nos impone, no
sorprendería que hubiera habido judíos antinómicos en círculos ilustrados.
Extremando la apuesta:
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1. Si el Pentateuco presenta las características que he documentado, una
rebelión contra Yahvé necesariamente debió gestarse dentro del
judaísmo mismo. En la medida en que sus miembros siguieran creyendo
que la Torá es palabra revelada, esta rebelión debió postular que Yahvé
es el perverso creador de nuestro mundo material, y que más allá de este
Demiurgo hay un Alto Dios que no parece muy interesado en los
asuntos terrenales. Puesta en sus términos mínimos, esta es la solución
gnóstica al problema de la iniquidad bíblica. Si mi exégesis bíblica es
por lo menos verosímil, una rebelión de esas características debió surgir
del judaísmo, porque la suya es la cultura bíblica histórica más antigua.
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Acápite 1 – Porqué el origen judío del gnosticismo ha sido cuestionado
Los nuestros son argumentos a los que raramente apelan los estudiosos del
gnosticismo, incluso los muchos que hoy suponen que surgió del judaísmo,
porque la mayor parte de ellos profesan diversas confesiones judeocristianas.
Su lectura de la Biblia está condicionada por la premisa extra-bíblica de que
Yahvé es bueno. No pueden decir que el Dios de la Biblia es perverso sin
romper con su propia comunidad. Mal podrían entonces sostener que el
surgimiento del gnosticismo en el seno del pueblo de Israel era inevitable,
arguyendo que muchos llegarían a mi conclusión de que el Dios bíblico es
malvado.
Otro hecho que conspira contra un consenso sobre el origen judío del
gnosticismo es que los heresiólogos de la Iglesia de los primeros siglos
continuamente condenaron a sectarios a los que consideraban ‘gnósticos
cristianos’. No ocurre lo mismo en el judaísmo, donde la discusión y condena
es mucho más escasa y menos explícita. Esta diferencia dio pie a que casi
siempre se hablara del gnosticismo como una desviación del cristianismo, no
del judaísmo.43
Además, según explica Alan F. Segal, los rabinos talmúdicos que fueron
contemporáneos de los heresiólogos cristianos aplicaban una táctica diferente
para combatir el “error”. No lo refutaban a la manera de un ensayista sino que
aludían a él en el contexto de una polémica entre sabios. De esta manera
evitaban hacerle propaganda. Reproducir los argumentos heréticos para
demostrar su error puede ser un bumerang: equivale a “abrir la boca para
Satán”, como hubieran dicho ellos. Por lo tanto, no existe desde el judaísmo
un registro pormenorizado de la herejía gnóstica, como se produjo desde el
cristianismo.44
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activos entre 120 y 140 EV. 45 Cuenta la tradición que sostuvieron un debate
técnico acerca de métodos exegéticos. Posteriormente, el redactor del Talmud
lo presentó en términos que permitían desacreditar una herejía. Según el
talmudista, Ismael criticó el método de Akiba arguyendo que si se lo usa con
precisión conduce a la afirmación herética de que el cielo y la tierra son en sí
mismas divinidades. Esta creencia, que según parece existió, habría sido uno
de los orígenes de las herejías sobre dos o más potencias divinas.46
Ninguno de los dos suscribía este error. Ismael simplemente lo usó para
mostrar el presunto defecto del método de Akiba. Pero con este rodeo, el
redactor del Talmud introdujo la herejía a consideración del lector, sin
discutirla en sus propios términos y siempre suponiéndola equivocada. Fue
una manera de señalar el error sin difundir sus fundamentos supuestamente
falaces; una táctica radicalmente diferente de la de los heresiólogos cristianos.
Debido a esta forma indirecta de discutirla, la herejía se puso menos de
manifiesto en el judaísmo, casi como si no hubiera existido.47
Hay otros motivos, de menor peso, por los que siguió siendo contenciosa la
cuestión de si la herejía gnóstica fue de origen judío. Algunos afirman que no
puede haber un gnosticismo judío porque mal puede un judío reducir el Dios
de la Torá al papel de deidad menor, para colmo maligna: esa persona no sería
judía. Es verdad, pero lo mismo puede decirse de un cristiano. El Dios del
cristianismo es el mismo del judaísmo y además el Nuevo Testamento remite
permanentemente al Antiguo. Es para este tipo de desviación que se acuñó el
vocablo ‘hereje’.
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escrito consideramos que el hecho de que algún nazi haya denunciado las
perversiones del Antiguo Testamento no debe invalidar la investigación sobre
el tema.
Por otra parte, el uso de la malicia de Yahvé por parte de cristianos antijudíos
sólo fue posible desde el desconocimiento de que:
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Acápite 2 – El mandeísmo
Hasta hace poco se creyó que el mandeísmo habría surgido entre los siglos II y
III EV, en tierras cercanas a su hábitat actual. Pero con el descubrimiento y
traducción de fuentes mandeas originales, el panorama se modificó
sustancialmente. En 1953, Lady Ethel Stefana Drower publicó Haran
Gawaita, un texto que narra el éxodo de los mandeos de Palestina a la
Mesopotamia en el siglo I EV50. A partir de entonces, ella y los demás
estudiosos principales del mandeísmo, Rudolf Macuch51 y Kurt Rudolph,52
llegaron a la conclusión de que los orígenes del mandeísmo son pre-cristianos
y están en Palestina. Aunque la cuestión siguió siendo contenciosa, pronto
otros eruditos les siguieron, entre ellos Hans-Martin Schenke,53 Giles
Quispel54 y Walter Schmitals.55 Finalmente, con documentos disponibles a
partir del descubrimiento del Mar Muerto, Otto Huth hiló más fino,
sustanciando la teoría de que tanto los primeros mandeos como (San) Juan el
Bautista habrían sido judíos esenios.56
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su origen está en la Entidad suprema a la que eventualmente regresa. Como al
adoptar este mito ya habían desechado la Torá, no necesitaban postular un
Demiurgo malvado para justificar a Yahvé.
Todavía no hay consenso, pero la evidencia apunta cada vez más a un vínculo
entre los mandeos y la secta herética judía de los nasorenos, recordada por
(San) Epifanio de Salamis. Estuvo activa por lo menos desde el año 100 AEV
hasta la rebelión de Bar Kochba de 132 EV. Los hallazgos convergen con la
tradición, ya que ‘nasorenos’ fue un nombre alternativo de los mandeos desde
tiempos inmemoriales.
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Acápite 3 – Dositeo, Simón el Mago y Menandro: el gnosticismo
samaritano
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Acápite 4 – Las pistas talmúdicas
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cielo. Muchos autores de literatura rabínica creían que Dios sólo puede ser el
autor del Bien, de donde es fácil saltar a la herejía de que hay otra deidad
responsable del Mal.
Heinrich Hirsch Graetz, uno de los pioneros del tema, se detuvo especialmente
en el pasaje sobre el viaje de nuestros cuatro rabinos, considerándolo un
verdadero paradigma de las posibilidades abiertas a sectarios judíos de
inspiración helenística.67 Y Segal no sólo documentó discusiones célebres
como las que se adjudican a Akiba e Ismael, que giran en torno de alguna de
las versiones de la herejía de las dos o más potencias celestiales. También
identificó algún antiguo Tárgum68 donde el Génesis no comienza con el
habitual “En el principio creó Dios...”, sino con un giro original: “Por
Sabiduría creó Dios el cielo y la tierra”.69
Por otra parte, Segal advierte que las herejías judías cercanas al gnosticismo
surgieron de versículos de la Escritura que se prestan a interpretaciones
heterodoxas incompatibles con una fe monoteísta que supone que Dios es la
fuente de toda bondad y justicia. Estos hallazgos convergen con mi hipótesis
de que el gnosticismo debió surgir del judaísmo, porque fueron los judíos
quienes durante un mayor número de siglos estuvieron expuestos a lo que dice
la Biblia. El discreto tratamiento talmúdico de la cuestión de la herejía casi
siempre gira en torno de versículos que aquellos rabinos identificaron como
“peligrosos”, similares a los que sometimos a escrutinio en la parte exegética
de este libro.
No obstante, es necesario observar que no todas las herejías sobre dos o más
potencias celestiales plantean la idea de que una de ellas es perversa,
condición necesaria para llegar al gnosticismo. El antinomismo está presente
en un segmento minoritario de las interpretaciones heréticas de las dos
potencias en el cielo. Pero el paso es muy corto, y los debates talmúdicos
permiten entrever la existencia de minim antinómicos.
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También debemos tomar el recaudo de señalar que los rabinos del Talmud no
siempre apuntaban sus ataques a minim judíos. A veces el blanco de sus
críticas eran gnósticos ajenos al judaísmo, y en otras ocasiones eran cristianos.
No obstante, como apunta Birger Pearson, parece claro que un porcentaje
sustancial del debate rabínico estuvo dirigido contra sus propios herejes.71
En su libro, Segal presenta una tabla que sintetiza sus hallazgos sobre los
esfuerzos rabínicos en torno de los versículos peligrosos. Incluye también los
pasajes no conflictivos de la Biblia a que acudieron estos religiosos, en su
intento de demostrar el error de las interpretaciones heterodoxas. En estas
páginas la reproducimos en forma simplificada.
De similar propósito es la midrás que afirma que el mundo nació con una beta
(en referencia a la primera letra de la Torá) y no con un aleph, porque en
hebreo beta connota bendición y aleph sugiere una maldición: no vaya a ser
que los herejes encuentren justificación para la blasfemia de que el mundo fue
creado con el soez lenguaje de las profanaciones (Gen. Rab. 1.10).73
Pearson concluye:
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Por su parte, Segal señala que los debates registrados por los redactores del
Talmud parecen haberse originado en Palestina. Pearson concurre. Incluso
existen pruebas, documentadas por Manuel Joël, de que los rabinos palestinos
del primer siglo conocían el diagrama ofita y combatían a minim judíos
adictos a esa herejía.76 Cuando el centro de la vida judía se trasladó a
Babilonia, el desafío planteado por estas creencias parece haberse diluido.
Según Segal, a los minim se los apartó con varios métodos complementarios:
Una vez que los rabinos consiguieron que las oraciones fueran
apropiadamente monoteístas, herejes y rabinos se separaron por
consentimiento mutuo. Los minim siguieron proliferando en Palestina, pero ya
apartados de la comunidad judía.77
87
polarización de la comunidad judía acerca del status del principal ángel
de Dios.”78
88
Segmentos bíblicos “peligrosos”
(según A.F. Segal, ob.cit., pp. 148-149)
Aher y Metatron
Daniel 7:9 s.
Éxodo 24:1 s.
Quizás: Ps. 37:25 . (LXX 36:25)
Ps. 104:31 (LXX 103:31)
Ex. 23:21
Génesis 1:1
Génesis 4: 1
Génesis 21:20
Deuteronomio 32:39
Números 15:30
Deuteronomio 22:6
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Segmentos bíblicos “peligrosos” (2)
(según A.F. Segal, ob.cit., pp. 148-149)
Génesis 1:26
Génesis 11:7
Génesis 35:7
Deuteronomio 4:7
2 Samuel 7:23
Daniel 7:9
Génesis 1:1
Génesis 1:26
Josh 22:22
Ps. 50:1 (LXX 49: 1)
Josh. 24:19
Dt. 4:7
Génesis 1:1
Génesis 1:1
Génesis 2:4
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Acápite 5 – Filón de Alejandría y la secta de los maghariyya
Por otra parte, los hallazgos de la Geniza de El Cairo (1896) y del Mar Muerto
(1947)82 permitieron corroborar a través de fuentes antiguas las crónicas judías
caraítas del Medioevo,83 escritas en arábigo, acerca de los magarianos.
Siguiendo a John C. Reeves:
91
“La información sobre los magarianos proviene de cuatro autores
medievales, al-Qirqisani, al-Biruni, al-Shahrastani y Judah Hadassi. A
su vez, éstos se basaron en dos fuentes anteriores, en gran medida
perdidas: Da'ud ben Marwan al-Muqammis, un exégeta del siglo IX que
flirteó con el cristianismo antes de regresar al judaismo, y el teólogo
musulmán Abu `Isa al-Warraq, un supuesto ‘hereje’ (zindiq)
ocasionalmente acusado de simpatías maniqueas. La descripción que
brinda el exegeta caraíta Ya'akov Qirqisani sobre los magarianos o
maghariyya, quizá la más completa, los ubica en tiempos pre-cristianos,
entre las figuras de Zadok (un judío opuesto a los fariseos, autor de
tratados legales) y Jesús.”
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Según la hipótesis de Friedländer, algunas herejías presuntamente cristianas
(como los ofitas, caínitas, setianos y melquizedequianos) provendrían de estos
herejes judíos.87 La afirmación del investigador decimonónico está basada en
los contenidos atribuidos a estas sectas y también en los alegatos de
heresiólogos. Un ejemplo es el de (San) Filastrio, obispo de Brescia, cuya obra
de los alrededores del año 383, Diversarum hereseon liber, menciona a los
ofitas, cainitas y setianos como sectas judías que florecieron antes del
cristianismo. Lamentablemente, los textos de estos grupos no han sobrevivido.
93
Finalmente, cuando en sus Preguntas y Respuestas acerca del Génesis, el
alejandrino afirma que “Dios no alberga dudas ni envidia”, parece estar
refutando en forma directa un texto gnóstico reencontrado en 1945, El
Testimonio de la Verdad, en que se adscriben precisamente estas cualidades al
Demiurgo.93 Todos estos elementos apuntan a la existencia de gnósticos
judíos.
Por otra parte, la evidencia sugiere que, más allá de las inclinaciones
filosóficas de círculos diaspóricos como el de Alejandría, en Palestina una
tendencia a la revuelta teológica debió haber sido potenciada por la decepción
provocada por el hecho de que el Mesías no llegara, a pesar de los siglos de
dominación sufrida en manos de diversos imperios. Pearson señala que:
“El judaísmo es una religión que se toma la historia en serio y que tiene
una marcada tendencia al mesianismo. Como tal, es un ámbito natural
para el surgimiento de una actitud de revuelta en circunstancias críticas.
Hay mucho a favor de la conjetura de que el gnosticismo antiguo se
haya desarrollado en parte en el contexto de un mesianismo
decepcionado, o mejor dicho en un mesianismo transformado (...). En el
período antiguo, un mesianismo transmutado de este tipo se entiende
mejor en el territorio nacional, en Palestina misma, que en la
Diáspora.”95
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Por otra parte, los descubrimientos arqueológicos más recientes también
parecen confirmar que la herejía gnóstica estaba instalada entre algunos
núcleos judíos de Alejandría y Palestina antes del advenimiento del
cristianismo. La metodología empleada por los expertos consiste en identificar
tradiciones judías en los textos gnósticos. Pearson dedica el capítulo 3 de su
libro a la temática de “Tradiciones Hagádicas Judías en El Testimonio de la
Verdad de Nag Hammadi”. Allí encuentra lecciones gnósticas típicamente
midrásicas a las que regresaremos más adelante.
Además, según Platón el Demiurgo no era el Dios Supremo: había otro por
encima de él. Esta idea platónica prevalece en todo el gnosticismo y es
probable que los primeros en esbozarla en un contexto de reinterpretación
bíblica fueran algunos judíos cultos, que cargaban con una Revelación cuyo
protagonista era claramente malvado a la vez que limitado. ¡Platón tiene
razón!, habrán pensado estos buenos herejes. Un Dios Altísimo por encima de
Yahvé debe necesariamente existir.
95
Montando el platonismo tardío sobre la Biblia todo se tornaba teológicamente
admisible.97 La Escritura sería forzosamente reinterpretada por las gentes más
audaces e ilustradas. Bastaba agregarle al libreto platónico la idea de que el
Demiurgo es perverso como Yahvé, y que su nacimiento fuera el producto de
un pecado contra el Altísimo perpetrado por la Sabiduría, un espíritu superior
que es en sí mismo una emanación de aquel Dios que está más allá de dios.
Hasta el piadoso Filón consideraba a Sofía una dynamis o potencia divina. Los
minim simplemente tomaron esta doctrina y la reformularon de manera más
audaz y herética.98
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Acápite 6 – Sofía: los orígenes judíos del principal mito gnóstico
- Sofía es personal.
- Sofía está íntimamente unida a Dios, siendo su aliento, emanación,
reflejo e imagen (Sab vii:25-26). Es la primera de sus creaturas (Prov
viii:22). Es su compañera (Prov viii:30).
- Sofía habita en las nubes (Ecli xxiv:4; LXX Bar iii:29).
- Sofía fue por lo menos un instrumento en la creación del mundo (Prov
iii:19, viii:27-30, etc.).
- Sofía comunica su sabiduría y revelación a los hombres (Sab).
- Sofía desciende al mundo de los hombres (I Hénoc xlii:2; LXX Bar
iii:37).
- Sofía asciende de regreso a su morada celestial (I Hénoc xlii:2).
- Sofía está vinculada a una estructura cósmica de siete dimensiones
(Prov ix:I).
- Sofía se identifica con la vida (Prov viii:35; LXX Bar ix:14, etc.) y es
ella misma un árbol de la vida (Prov iii:18; cf. I Enoch xxxii:3-6).101
97
Es por estas y otras evidencias que MacRae concluye:
Con la incorporación de Sofía, sublime emanación del Dios que está más allá
de dios, los gnósticos creyeron haber resuelto el problema de la Creación sin
negar los contenidos del Libro del Génesis. Sólo había que completarlo. Por
otra parte, el propio Platón había enseñado que el hombre posee una chispa
proveniente del Altísimo y que por eso es redimible. Comprendiendo que la
Serpiente es buena, no mala, porque al alentarnos a conocer sobre el Bien y el
Mal nos comunicó con la Incorruptibilidad, surgieron las sectas ofitas que
según los heresiólogos tuvieron origen judío. Veneraban a ese noble pero
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vilipendiado animal que nos acercó a Sofía: un áspid que quizás fuera
emanación del mismísimo Altísimo.
Esta es una simplificación de la más común de las versiones del mito gnóstico.
La Biblia de los judíos de Alejandría, que posteriormente se convertiría en el
Antiguo Testamento del catolicismo bajo el nombre de Septuaginta o Biblia
de los Setenta, no llega hasta este extremo, pero en dos de sus libros incorpora
a Sofía de una manera personificada, típicamente estoica, casi como si fuera
una diosa: Sabiduría104 y Eclesiástico.
Para Filón estas serían alegorías poéticas o filosóficas sin ribetes heréticos,
pero para todos aquellos que, preocupados por la iniquidad de Yahvé,
buscaran reinterpretar el Génesis, era el principio de una audaz aventura
teológica. Ciertamente, la personificación de Sofía que allí encontramos es
muy similar a la de las escrituras gnósticas recuperadas arqueológicamente en
Nag Hammadi. Por ejemplo, el Rey Salomón nos dice en el Libro de la
Sabiduría:
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A su vez, en Eclesiástico105 nos encontramos con que Sofía es incorporada al
mito etnocéntrico propio de la Biblia judeocristiana:
100
Como el rocío en una tierra sedienta.
Este texto judío (parte del canon de la Iglesia Ortodoxa Etíope que
inesperadamente apareció en hebreo entre los Rollos del Mar Muerto) es una
descripción poética y tristemente patética de la desesperada situación de Sofía.
El texto podría intercalarse en una escritura gnóstica sin desentonar, en alusión
al desastre cósmico producido cuando engendró al Demiurgo.
Según Turner este texto perdido y reencontrado pasó por tres etapas y
enmiendas: la primera construcción tiene impronta del judaísmo helenístico, la
segunda sumó elementos barbelitas109 y la tercera le incorporó materiales del
cristianismo joanneo. 110
101
Este análisis nos conduce directamente al de James M. Robinson, en la
introducción general a su compilación de la biblioteca gnóstica de Nag
Hammadi. Según él, son los textos setianos de esa colección los que atestiguan
un gnosticismo pre-cristiano:
Por otra parte, el descubrimiento de los Rollos del Mar Muerto converge con
estas conclusiones porque documentó la pluralidad teológica de los judaísmos
del primer siglo. Siguiendo a Robinson:
102
El tema parece bastante claro. La evidencia documental apunta en la misma
dirección que el sentido común. Nuestra hipótesis no ha sido falseada por la
prueba a la que fue sometida. Aunque los modelos persa y neoplatónico no
hubieran estado al alcance de la mente, algo parecido al gnosticismo tenía que
surgir por generación espontánea en el contexto del judaísmo. Dado el
problema bíblico de la iniquidad de Yahvé y el hecho sorprendente de que éste
no sea omnipotente, algunos hombres libres y honestos tenían que concluir,
entre otras cosas, que hay un Dios más allá de Dios y que la Serpiente es
buena. Este emergente del sentido común no es ni más ni menos que la
solución gnóstica al problema enunciado. Es la única solución posible para
quienes sigan creyendo que el Pentateuco es palabra revelada.
Sin duda que hubo innumerables judíos, tanto en Palestina como en Alejandría
y más allá, que sacaron estas conclusiones y se convirtieron en minim antes
del advenimiento del cristianismo.
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