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La primera parte de la lectura de esta semana corresponde a los capítulos del 40 al 42 del
libro Teología Básica de Charles C. Ryrie. En el primero de ellos, el autor habla acerca de Cristo
sino también de su eternidad, es decir, que ha existido siempre y ha estado en actividad junto con
parte del plan eterno de Dios, tanto que estaba predicha por los profetas veterotestamentarios con
detalles realmente asombrosos acerca de su vida en la tierra, como el nacimiento virginal o sus
padecimientos en la cruz (Is 7:14; Is 53). La encarnación tuvo varios propósitos importantes:
revelarnos a Dios; darnos un ejemplo de vida santa; proveer un sacrificio efectivo por el pecado;
cumplir el pacto davídico; destruir las obras del diablo; darnos un Sumo Sacerdote compasivo y
encarnado es Dios, por cuanto se revela como eterno, omnipresente omnisciente y omnipotente,
además de hacer cosas que sólo Dios puede hacer, como perdonar pecados, dar vida, vencer la
muerte y juzgar a toda persona. Pero también es humano, por cuanto tuvo cuerpo físico, alma
humana, y toda clase de características propias del hombre. La Biblia revela, y la tradición
cristiana lo ha entendido así, que la persona de Cristo encarnado puede ser descrita como
completa Deidad y perfecta humanidad, unidas sin mezcla, cambio, división, ni separación.
La segunda parte de la lectura corresponde a los capítulos 32 y 33 del libro Teología
Cristo para dar forma a toda nuestra teología, pues se trata nada menos que del centro de ella. Un
punto de partida importante es cómo relacionar la fe y la historia, es decir, ¿creemos que Cristo
es una construcción teológica de sus seguidores, o que es una persona en la historia que hizo,
dijo, y fue todo aquello que sus seguidores le atribuyeron? La teología liberal desestima la
veracidad de los relatos evangélicos, y en el caso de teólogos como Bultmann, Barth y Brunner,
lo importante es el kerygma. Para otros como Pannemberg, la idea es que la búsqueda del “Jesús
histórico”, lleve a corroborar su deidad. Sin embargo, Erickson propone que el equilibrio
perfecto está en partir desde la fe para analizar los datos históricos: “el Cristo kerigmático como
controversias teológicas en la historia. Hay quienes han resuelto la “tensión” entre humanidad y
deidad, negando esta última. Tal es el caso de los ebionitas (Jesús era sencillamente un hombre
que recibió el “Cristo” en el bautismo y lo abandonó antes de su muerte), y los arrianos (Jesús es
una especie de semidios, no Dios). Pero también en tiempos más recientes apareció la
denominada “cristología funcional”, doctrina según la cual lo importante no es quién era Jesús en
términos ontológicos, sino lo que hizo, que, de acuerdo con quienes defienden esta posición, es
el énfasis de la Escritura. Sin embargo, esto no parece ser cierto, por el contrario, el Nuevo
Testamento refleja conceptos ontológicos acerca de Jesús, de modo que cualquier cristología que
se precie, debe destacarlos. Lo que sí es indudable, es que la Biblia de que Jesús es mucho más