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“RECURSOS RETORICOS: PERSONIFICACION”

Nombres del equipo:


Osiris Trujillo Ortega
Zury Sarahi Pérez Hernández
Karla Estefany Saldaña Flores
Junely Rodríguez Zepeda

Semestre: 1er Grupo: “D”


Profesora: Marcela Herrera.
Materia: Lógica.
Calificación:
El concepto de personificación describe el acto y la consecuencia de
personificar. Este verbo tiene múltiples usos: personificar puede ser
entendido como adjudicarle vitalidad o características propias del hombre
a animales, vegetales u objetos; llevar a cabo la representación de
un individuo, un sistema o acontecimiento; o imitar a una persona
determinada en el marco de una obra artística o escrito.

La personificación es la atribución de cualidades o actividades humanas a un


ser no humano, sea un objeto, un animal o una idea abstracta. También puede
ser la representación humana de un prototipo. La personificación es una figura
retórica que se usa tanto en la poesía como en la ficción.

Por ejemplo: “La Dama y el Vagabundo muestra la personificación de dos


perros que se enamoran y logran superar las diferencias de clase”, “Adolf
Hitler es la personificación del nazismo, un hombre que resume en su persona
todo el racismo y el odio de un pueblo enfermo”, “Benicio del Toro fue
felicitado por la personificación que realiza de Ernesto Che Guevara en las
películas de Steven Soderbergh”.
En la teoría literaria, la personificación, también conocida como prosopopeya
es una de las figuras retóricas más conocidas, que se encuentra dentro de la
ficción. Se trata de una clase de metáfora que consiste en caracterizar como
humanos a una cuestión no animada. De esta forma se le concede a una cosa
rasgos y particularidades que resultan propios del hombre, y lo inanimado
pasa a ser tratado como si tuviera vida.
De todas formas, es necesario aclarar que la personificación no sólo puede
alcanzar a las cosas físicas inanimadas, sino que también puede estar
vinculada a nociones abstractas: “La Muerte llegó al lugar y pronto le extendió
la mano al anciano. El viejo trató de huir pero ya no tenía fuerzas: fue
abrazado por la Muerte y arrastrado al Más Allá”, “Atenas, bella y ancestral,
sedujo al escritor y lo conquistó al presentarle un mundo milenario lleno de
bellezas. El novelista pronto se casó con la capital griega y ya no pudo
engañarla con ninguna otra metrópoli en sus obras”.
Muchos poetas se valen de este recurso para expresar sentimientos profundos
o crear ambientes poéticos inigualables. Algunos ejemplos aparecen en el
verso de P. del Castillo que dice “Las estrellas nos miraban/ mientras la ciudad
sonreía” o el de Pablo Neruda “La noche está estrellada,/ y tiritan, azules, los
astros, a lo lejos./ El viento de la noche gira en el cielo y canta.”

Los peligros de la literatura infantil


En la literatura para niños, este recurso
es muy utilizado. No solamente aparece
en numerosas fábulas y leyendas, sino
que también lo hace en la poesía escrita
para lectores de estas edades.
Es cierto que dicho recurso puede
ayudar mucho a comprender la realidad,
promoviendo la imaginación, el
razonamiento y la abstracción; sin
embargo en muchos casos también
tiene aspectos negativos, ya que el niño
puede desarrollar ideas
infundadas, temores inexactos y menos cercanía con su entorno.
Por ejemplo, en el cuento de “Caperucita Roja”, el lobo representa a un
abusador de menores, un extraño con objetivos nefastos o un adulto al que se
le debe temer. Sin embargo, a partir de esta lectura, es posible que muchos
niños entiendan que el peligro se encuentra en el bosque y de mano de un
ser de otra especie, cuando en realidad el verdadero monstruo está en su
mismo barrio o, inclusive, en su propio hogar. Es decir que la figura del lobo
como un animal al que se le debe tener miedo se aleja profundamente del
verdadero significado de la historia, desvirtuando el mensaje.
Posiblemente la razón por la que se utiliza tanto la personificación en los
cuentos para niños, sin explicaciones posteriores o guías, sea que se cree que
son demasiado jóvenes para entender las cosas, pero hay que tener presente
que la realidad tal y como es no tendrá metáforas para ellos, se mostrará dura
y dolorosa y es mejor que estén preparados para enfrentarla. Embellecer o
pintar la vida para que parezca menos cruel puede traerles más problemas y
desgracias que conocer de palmo a palmo el mundo y saber a qué atenerse,
en quien confiar y qué cosas no hacer.
Ejemplos:
En el Libro de buen amor, de Juan Ruiz, Arcipresente de Hita, encontramos en
el personaje Don Carnal la personificación del pecado y de la tentación, y en
Doña Cuaresma, el arrepentimiento y el periodo de Cuaresma del calendario
católico.

En la obra El burlador de Sevilla y convidado de piedra, de Tirso de Molina, el


personaje de Don Juan es la personificación del prototipo del seductor.

En La Celestina, Celestina es la personificación de la alcahueta y medianera de


relaciones amorosas.

En La Regenta, Leopoldo Alas, "Clarín", atribuye características humanas a una


ciudad:

"Vetusta, la muy noble y leal ciudad, corte en lejano siglo, hacía digestión del
cocido y de la olla podrida, y descansaba oyendo entre sueños el monótono y
familiar zumbido de la campana del coro, que retumbaba en lo alto de la esbelta
torre en la Santa basílica".

En "Vino, primero, pura", de Juan Ramón Jiménez, parece que el poeta


describe a una mujer, pero al final descubrimos que es la personificación de la
poesía:

"Vino, primero pura,


vestida de inocencia;
y la amé como un niño.
Luego se fue vistiendo
de no sé qué ropajes;
y la fui odiando sin saberlo.

Llegó a ser una reina


fastuosa de tesoros . . .
¡Qué iracundia de hiel y sin sentido!
Mas se fue desnudando
y yo le sonreía.
Se quedó con la túnica
de su inocencia antigua.
Creí de nuevo en ella.
Y se quitó la túnica
y apareció desnuda toda.
¡Oh pasión de mi vida, poesía
desnuda, mía para siempre!
En Industrias y andanzas de Alfanhuí, Rafael Sánchez Ferlosio personifica un
cerezo:

"Tiempo después se había casado este hombre con una mujer joven y muy
guapa y había cortado el cerezo para hacerle un silla (. . .) Pero el cerezo había
sido cortado en plena juventud y convertido en silla y encerrado en aquel interior
y estaba enfermo de hastío. El cerezo odiaba cuatro cosas de la casa . . . "

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