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Cine e historia

Carlos Andres Rivera Santana

En la actualidad es inapropiado para muchos otorgar legitimidad histórica a recursos


audiovisuales como el cine. La historia escrita ha ocupado un lugar dominante dentro de la
narrativa histórica por muchos siglos, pretender que se acepte o no al cine como documento
histórico no sería la discusión adecuada. Es necesario encontrar los mecanismos para que el
cine contribuya a enriquecer problemas históricos, negar el potencial implícito construido en
el lenguaje cinematográfico, sería tan extremo como pretender que una película histórica si
bien refleja hechos ubicados en un contexto espaciotemporal especifico, se le permita
utilizarse de manera arbitraria como apuesta didáctica. Ya sea que el profesor quiera acercar
a sus estudiantes a la reflexión histórica de una manera no convencional por medio del cine,
o que un entusiasta pretenda hacer cine y plasmar la objetividad tan codiciada en el oficio del
historiador en su creación, surgen inconvenientes de un lado u otro, a saber, temporales,
metodológicos, conceptuales, etc.

El tiempo es tal vez uno de los factores que más representa problemas a los directores a la
hora de hacer cine histórico. Si bien abundan en la actualidad apuestas por adaptar obras
literarias al cine, no es un secreto que uno de los aspectos más criticados por especialistas del
medio, es la imposibilidad de hacer un ejercicio decente de síntesis en el transcurso de
comprimir páginas en segundos. Detalles como la descripción de lugares, personajes,
escenarios en adaptaciones de textos históricos pueden llegar a omitirse en el producto
audiovisual. La metodología que emplean los directores es diversa. Existen corrientes
cinematográficas como el d`art, que aposto por un público más especializado y que fue
pionero en elementos artísticos, históricos, literarios y de los que se emplean en la actualidad
en el cine histórico. También existen recursos de orden narrativo como la analepsis o
flashback que consiste en alterar la percepción que tiene el espectador del tiempo, conectando
momentos distintos y trasladando la acción del hilo de la película al pasado o futuro sin un
criterio definitorio. Esta herramienta metodológica supone una representación distorsionada
del tiempo histórico que se quiere mostrar, una forma diferente de entender la secuencia
unidireccional que se entiende por paso del tiempo. En cuanto al contenido de una película
de corte histórico, algunas sutilezas artísticas e intenciones del director llegan a
considerárseles que entorpecen la integridad histórica que tiene como objetivo la película.

Por otro lado, el profesor que opta por premura de tiempo acudir a proyectar una película en
vez de sugerir un libro para su lectura, debe hacerlo de forma coherente y precisa ver una
película no garantiza que la monotonía del desarrollo de la clase sea superada, ni que los
contenidos previstos a problematizar sean abordados. La tendencia de los profesores por
utilizar el cine como medio alternativo para enseñar historia ha llegado a ser tan frecuente
que se ha rayado en el límite de hacer que el estudiante aborrezca las películas ya que se dota
al cine del mismo impacto rutinario del texto escolar. Una de las causas que esto ocurra, es
la intensidad con la que los maestros inundan los espacios académicos con cine. El cine deja
de ser la alternativa para convertirse en el recurso principal. Aún más sino se tiene un criterio
claro de la intención y la pertenencia de la película que se va a utilizar, se puede caer en
modificaciones del eje conductor de la clase. Ejercicios previos y posteriores suelen ser una
manera práctica de enriquecer el ejercicio didáctico de la película. Otros aspectos como los
tiempos de duración de las películas, (cortos, documentales, largometrajes), contextos
espaciotemporales, (América precolombina, revolución francesa, antigüedad griega), pueden
servir como soportes dinamizadores para el maestro.

La intención como lo señale al principio no es la de catalogar o no al cine como documento


histórico, sino es señalar la importancia que tiene para la academia el vínculo entre historia
y cine, y los posibles escenarios donde se podría desarrollar un correcto aprovechamiento del
mismo.

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