«La cosa más hermosa que podemos experimentar es el
sentido de lo misterioso. Es la emoción fundamental del verdadero arte y el origen de la verdadera ciencia. Quien no lo conoce, quien ya no puede maravillarse, quien ya no es capaz de sentir asombro, puede decirse que está muerto, que es un cirio apagado.»(Albert Einstein) El sentido del asombro, de hecho, se ha perdido para muchos de nosotros. Lo teníamos cuando éramos niños, y entonces lo comprendíamos todo mucho mejor que ahora, en que estamos hipnotizados por los falsos dioses del progreso material. Hasta cierto punto esto es necesario en una sociedad civilizada, y mucha gente estima que es el único objetivo de la vida que pueda considerarse práctico. Hay muchos, sin embargo, que aceptan los retos de la vida como una actividad necesaria e incluso estimulante, sin creer que éste sea todo el propósito de la existencia; en este caso los numerosos misterios se convienen en una fuente de inspiración. Un misterio suele definirse como algo oculto o inexplicable, pero la palabra tiene un significado mas profundo e insospechado, pues deriva de una raíz griega que significa “cerrar los ojos”. DE AQUÍ SE DEDUCE LA CHOCANTE CONCLUSIÓN DE QUE LA VERDAD ESTÁ OCULTA ÚNICAMENTE PORQUE NO QUEREMOS MIRARLA. Pasamos por la vida con nuestras mentes firmemente cerradas ante cualquier cosa que no comprendamos inmediatamente. Sin embargo, en la intimidad de nuestro corazón, sabemos que en el Universo hay inteligencias incomparablemente superiores al intelecto de la vida diaria. Hacia éstas debemos volvernos para encontrar las claves de los misterios. Se dice, en verdad, que tenemos derecho a exigirlas. Pero hemos de aprender el modo de hacer la demanda; y este modo empieza por el acto de volver al sentido del asombro. el asombro es un impulso profundo que interiormente poseemos, mediante el cual nuestra “presencia” se hace participe de la “gran trama universal”, en la cual tenemos nuestro lugar. Esa sensación interior que me da la certeza de que mi naturaleza más profunda “clama en el desierto” la llegada de su “Mesías”. vv