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Ejemplos de desastres naturales

Impactos de meteoros. Poco usuales, por suerte, consisten en la caída de objetos


masivos provenientes del espacio, cuyos impactos contra la superficie terrestre
acarrearían la suspensión de grandes nubes de materia en la atmósfera y otros
fenómenos destructivos conducentes a la extinción masiva. Una de las teorías más
aceptadas sobre la extinción de los dinosaurios (y del 75% de la vida sobre la tierra)
hace 65 millones de años, acusa al impacto de un meteorito en Yucatán, México.

Aludes o avalanchas, caracterizadas por el desplazamiento brusco de grandes


cantidades de materia, ladera abajo en una montaña. Dicha materia puede ser nieve,
hielo, piedras, lodo, polvo, árboles o una mezcla de ello. Uno de los aludes más
mortíferos de la historia tuvo lugar el 20 de septiembre de 2002 en Rusia, cuando el
deshielo de un glaciar arrasó el pueblo de Ninji Karmadon, en Osetia del Norte,
matando a 127 personas.

Huracanes, Ciclones o Tifones, son sistemas cíclicos de vientos tormentosos que


se forman en el océano y pueden girar a más de 110 kilómetros por hora,
transportando enormes nubes lluviosas y sometiendo todo a su paso a la fuerza de sus
vientos. El ciclón tropical más destructivo del siglo XX fue el Huracán Sandy, que en
2005 afectó a las Islas Bahamas y al sur de la costa estadounidense, dejando una
estela de destrucción e inundaciones a su paso que mató al menos a 1833 personas.
Grandes incendios. Ya sea producida por la mano del hombre o como resultado de
otros accidentes y explosiones, la acción incontrolable del fuego en ámbitos naturales
o urbanos suele ser de las más desastrosas posibles. La ciudad de Londres, por
ejemplo, sufrió en 1666 un gigantesco incendio que duró tres días completos y
destruyó el centro de la ciudad medieval, dejando a 80.000 personas sin hogar.

Terremotos y temblores. Producto de los movimientos propios de la corteza


terrestre, suelen ser inesperados y devastadores, sobre todo porque pueden provocar
erupciones volcánicas o tsunamis una vez que han terminado. En 2010 tuvo lugar en
Haití un terremoto de 7,0 en la escala de Richter, cuyos efectos en la ya empobrecida
nación, junto al tsunami posterior, acabaron con la vida de más de 300.000 personas.

Contaminación radiactiva, por esparcimiento de sustancias inestables


atómicamente, cuya principal condición es la de emitir partículas tóxicas al ambiente,
causando daños inmediatos, enfermedades y perjuicios a largo plazo en todas las
formas de vida circundantes. Es célebre el accidente en el reactor nuclear de
Chernóbil, en la antigua Unión Soviética, el más grave de los accidentes nucleares de
la historia. Como consecuencia, 600.000 personas recibieron dosis letales de radiación,
5 millones vivieron en zonas contaminadas y 400.000 en zonas hoy en día
inhabitables.

Inundaciones, usualmente producto de períodos extensos de lluvia en suelos poco


absorbentes (como el deforestado), son acumulaciones de agua en volúmenes
incontrolables, sumergiendo sembradíos, poblados y disparando otros tipos de
desastres fluviales. La gran inundación sufrida en Argentina por la población de
Pergamino, en la provincia de Buenos Aires en abril de 1995, obligó a evacuar más de
13.000 personas.

Tornados, como los vividos a menudo en la zona sur de los EE.UU, son producto de
la colisión de dos masas de aire de distintas temperaturas, formadas a partir de una
tormenta y que pueden girar una en torno a la otra a grandes velocidades, arrasando
con todo a su paso. El más veloz de la historia (más de 500kmph) se registró en
Moore, Oklahoma, en 1999.
Pandemias, o brotes de agentes microbióticos altamente infecciosos que escapan a
todo tipo de cuarentena o control, pueden diezmar poblaciones enteras si no existe el
apoyo científico apropiado. Tal fue el caso de la epidemia de Ébola en el occidente del
continente africano entre 2014 y 2016, cuyo saldo oficial es de 11.323 muertes.

Las erupciones volcánicas, en las cuales el material químico encontrado por debajo
de la corteza terrestre halla grietas o fisuras por las cuales escapar, arrojando gases,
cenizas e incluso lava hirviente alrededor. Ha habido trágicas erupciones volcánicas en
la historia, como la del Vesubio, volcán que en el año 79 d.C. sepultó por completo a
la antigua ciudad romana de Pompeya, en la actual bahía de Nápoles.

Placas Tectónicas de Guatemala


Las Placas Tectónicas de Guatemala es un término que se refiere a las capas
sólidas de piedra y de otros metales que pasan por debajo del territorio
guatemalteco, cuyo grosor es de aproximadamente 100 kilómetros de ancho y que
se movilizan a una velocidad de varios centímetros por año, de forma
independiente (Piedra Santa, 2011).
En los puntos donde se unen dos o más placas existe gran actividad volcánica
sísmica. En el planeta hay siete placas principales y 12 secundarias (Piedra Santa,
2011). Una falla es una rotura o fractura de la corteza terrestre, a lo largo de los
cuales los terrenos experimentan un desplazamiento vertical u horizontal. Este
desplazamiento se denomina: rechazo de falla. Hay cuatro tipos principales de
fallas: vertical, paralela, directa e inversa (Quillet, 1968). En Guatemala, las cuatro
fallas más importantes son: falla del Motagua, falla de Jalpatagua, falla de Chixoy-
Polochic y falla de Jocotán-Chamelecón (Piedra Santa, 2011).
Guatemala es considerado como un país “altamente sísmico” por la Coordinadora
Nacional para la Reducción de Desastres -Conred-, pero su último terremoto de
relevancia fue en 1976.
Los volcanes, al igual que los terremotos y la formación de montañas entre otras
manifestaciones, tienen su origen en los cambios que ocurren al interior del
planeta Tierra, debido a la forma en la cual esta libera calor. Para entender este
proceso se debe conocer un poco sobre la estructura interna de La Tierra (Instituto
Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología, s. f.).
Por sus propiedades físicas, densidad y comportamiento elástico, La Tierra se
divide en: corteza, manto y núcleo. Las propiedades físicas del material -densidad
y constantes elásticas- a diferentes profundidades es posible medirlas,
indirectamente, por medio del estudio de la propagación de las ondas sísmicas
producidas por los terremotos (Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología,
Meteorología e Hidrología, s. f.).
La corteza es la parte exterior de roca. Su espesor varía de 20 a 80 kilómetros en
los continentes, y unos seis kilómetros en los océanos. La zona que separa a la
corteza del manto se conoce como discontinuidad de Mohorovic(Instituto Nacional
de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología, s. f.).
El manto tiene un espesor de aproximadamente 2900 kilómetros el 45 por ciento
del radio terrestre. Su composición química es muy parecida a la de la corteza,
pero por las condiciones de presión y temperatura, el material es más denso y
tiene un comportamiento plástico. El manto se divide en manto superior e inferior.
Una segunda discontinuidad denominada de Gutenberg separa el manto del
núcleo (Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología,
s. f.).
El núcleo tiene un radio de 3400 kilómetros aproximadamente, un poco más del 50
por ciento del radio terrestre. Su composición química es de hierro y niquel. La
temperatura a esta profundidad se estima entre 3000°C a 4000° C. Por su estado
físico el núcleo se divide en: núcleo externo, líquido, responsable del campo
magnético terrestre, y núcleo interno en estado sólido (Instituto Nacional de
Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología, s. f.).
El calor interno de La Tierra es el motor de los cambios que observamos en la
corteza, en la escala de tiempo geológico. Este calor tiene su origen en los
mecanismos que formaron el planeta y en el decaimiento natural de isótopos
radiactivos (de uranio -U-, torio -Th- y potasio -K-). La forma por la cual se
transmite el calor dentro de las diferentes partes del planeta Tierra es por
convección. Es decir, existen flujos o corrientes de material caliente que al ser
menos denso sube para luego descender al enfriarse. Esto es similar a lo que
ocurre en la atmósfera con el movimiento de masas de aire caliente y frío, o lo que
observamos cuando calentamos un líquido (Instituto Nacional de Sismología,
Vulcanología, Meteorología e Hidrología, s. f.).
El modelo que explica el intercambio de calor entre el manto y la corteza se
denomina Tectónica de Placas. Este propone que los primeros 100 kilómetros de
la superficie terrestre se comportan como un material rígido, quebradizo y poco
denso denominado litósfera, que incluye a la corteza y una pequeña parte del
manto superior. La litósfera descansa sobre una capa de material más denso y
fluido denominado astenósfera (Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología,
Meteorología e Hidrología, s. f.).
La litósfera no es una capa continua. Está fragmentada en varios bloques o placas
que se mueven con velocidades del orden de varios cm por año. El movimiento
relativo entre placas produce roces, choques y deformaciones en los bordes o
límites de las placas. Es principalmente allí donde se producen los terremotos y se
forman los volcanes y las montañas (Instituto Nacional de Sismología,
Vulcanología, Meteorología e Hidrología, s. f.).
La dirección del movimiento relativo y la composición de las placas, oceánicas o
continentales dependiendo del tipo de corteza, determinan las características del
límite o contacto entre las mismas, que son de tres tipos fundamentales:
divergentes o generación de corteza, convergente o destrucción de corteza y
transcurrente o conservación de corteza. La situación tectónica para
Centroamérica está definida por la interacción de tres placas: Norteamérica,
Caribe y Cocos. El tipo de contacto o límite entre ellas es de tipo convergente
entre las placas de Cocos y Caribe, y tipo transcurrente entre las placas de
Norteamérica y Caribe (Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología,
Meteorología e Hidrología, s. f.)

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