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SINTAXIS HISTÓRICA

DE LA LENGUA ESPAÑOLA
Tercera parte: Adverbios, preposiciones y conjunciones.
Relaciones interoracionales

volumen 1

Directora
Concepción Company Company

universidad nacional autónoma de méxico


fondo de cultura económica
Primera edición, 2014

Company Company, Concepción


Sintaxis histórica de la lengua española. Tercera parte:
Adverbios, prepisiciones y conjunciones. Relaciones in-
teroracionales. Volumen 1 / dirección de Concepción
Company Company.— México: FCE, UNAM, 2014.
XXXII, 23 x 17 cm — (Colec. Lengua y Estudios Liter-
arios)

1. Español — Historia 2. Lingüística histórica I. Ser. III t.

LC PC4746 Dewey 465 C238s

Distribución mundial

La publicación de esta obra ha sido posible gracias al


financiamiento otorgado por la Dirección General de
Asuntos del Personal Académico de la unam, a través del
proyecto IN-400612 “Medievalia: Sintaxis histórica de la
lengua española”, y corresponde al número 40 de Publi-
caciones de Medievalia.

D. R. © 2014, Universidad Nacional Autónoma de


México
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titular de los derechos

Impreso en México • Printed in Mexico


Índice general

Volumen 1

Advertencia editorial IX
Introducción, por Concepción Company Company XI

Parte I. Planteamiento teórico


Capítulo 1. Adverbios, preposiciones y conjunciones. Caracterización,
relaciones y problemas de delimitación categorial, por Rosa
María Espinosa Elorza 3

Parte II. Adverbios


Capítulo 2. Adverbios demostrativos de lugar, por Concepción Com-
pany Company y Rosa María Espinosa Elorza 127
Capítulo 3. Adverbios de lugar. La construcción sustantivo + adverbio
locativo, por Alejandro Velázquez Elizalde 245
Capítulo 4. Adverbios de tiempo. Demostrativos, comparativos y modo-
temporales, por Elena Azofra Sierra 313
Capítulo 5. Adverbios tempoaspecutales: aún, luego, todavía y ya, por
Elsie Magaña Juárez 411
Capítulo 6. Adverbios en -mente, por Concepción Company Company 457
Capítulo 7. Adjetivos adverbiales, por Martin Hummel 613
Capítulo 8. Adverbios y locuciones adverbiales de manera, por Javier
Rodríguez Molina 733
Capítulo 9. Adverbios de cantidad, foco, polaridad y modalidad, por
Rosa María Espinosa Elorza 939
Capítulo 10. Locuciones adverbiales con a y base léxica en -as, por Rosa
María Ortiz Ciscomani 1117

Índice de contenidos volumen 1

Volumen 2

Parte III. Preposiciones


Capítulo 11. La preposición a, por Concepción Company Company y
Rodrigo Flores Dávila 1195
Capítulo 12. Las preposiciones de, des y desde, por Concepción Company
Company y Zazil Sobrevilla Moreno 1341
Capítulo 13. Las preposiciones por, pora y para, por Rena Torres Ca-
coullos Joseph Bauman 1479
Capítulo 14. Las preposiciones con y sin, por Angelita Martínez 1565
Capítulo 15. Las preposiciones en y entre, por Axel Hernández Díaz 1629
Capítulo 16. Las preposiciones contra, hacia y hasta, por Marcial Morera
Pérez
Capítulo 17. Otras preposiciones locativas y construcciones afines, por
Álvaro S. Octavio de Toledo y Huerta 1837
Capítulo 18. Preposiciones, conjunciones y adverbios derivados de par-
ticipios, por Cristina Sánchez López 2055

Parte IV. Relaciones interoracionales: yuxtaposición,


coordinación y subordinación
Capítulo 19. Oraciones yuxtapuestas, por Dorien Nieuwenhuijsen
Capítulo 20. Coordinación y subordinación. Panorama general, rela-
ciones diacrónicas básicas y nexos, por Rosa María Espinosa
Elorza 2229
Capítulo 21. Coordinación copulativa e(t) / y y disyuntiva o, por Mar
Garachana Camarero 2335
Capítulo 22. Oraciones adversativas, por Silvia Iglesias Recuero 2519
Capítulo 23. Reestructuración general del sistema de subordinación
latino. Las completivas de objeto directo, por Laura Espi-
noza Gutiérrez 2671
Capítulo 24. La conjunción que. La complejización del sistema de subor-
dinación, por Francisco Javier Herrero Ruiz de Loizaga 2789

Índice de contenidos volumen 2

Volumen 3

Capítulo 25. Oraciones subordinadas sustantivas de objeto directo, por


Georgina Barraza Carbajal 2971
Capítulo 26. Oraciones subordinadas sustantivas enunciativas. Sujeto,
predicado nominal y régimen prepositivo, por Sergio Bogard 3107
Capítulo 27. Oraciones subordinadas sustantivas interrogativas, por
José Luis Girón Alconchel 3251
Capítulo 28. Oraciones causales, por Manuel Pérez-Saldanya 3449
Capítulo 29. Oraciones finales, por Rosaura Silva Ceceña 3613
Capítulo 30. Oraciones concesivas, por Manuel Pérez-Saldanya y Vicent
Salvador 3699
Capítulo 31. Oraciones comparativas, por Antonio Freire Llamas 3843
Capítulo 32.  Oraciones condicionales, por Rafael Cano Aguilar 3907
Capítulo 33. Oraciones consecutivas, por Claudia Parodi Lewin 4095
Capítulo 34. Oraciones temporales, por Rolf Eberenz 4171

Índices
Corpus base en orden cronológico LXIII
Corpus base en orden alfabético LXXXVII
Índice de autores y obras citados CXI
Índice de conceptos, materias y términos CLXXI
Índice de contenidos de los tres volúmenes CCIX
Capítulo 2

ADVERBIOS DEMOSTRATIVOS DE LUGAR

Índice

2.1. Introducción. Identificación de la clase,


caracterización y objetivos 129
2.2. El corpus 141
2.3. Breve estado de la cuestión 142
2.3.1. Aspectos sincrónicos 143
2.3.2. Aspectos diacrónicos 144
2.4. Antecedentes latinos 145
2.5. Los adverbios demostrativos de lugar
en las lenguas romances 153
2.6. Problemas básicos de los adverbios
demostrativos de lugar 159
2.6.1. Etimologías: complejidad y posible influencia de otros
romances 159
2.6.1.1. Deícticos y anafóricos 159
2.6.1.1.1. Serie en -í: ý, allí 159
2.6.1.1.2. Serie en -á: acá, allá, acullá 162
2.6.1.1.3. Serie en -én: aquén, allén 165
2.6.1.2. Anafóricos: ý y ende 167
2.6.2. La especial complejidad de aquí y de ahí 170
2.7. El sistema de adverbios demostrativos de lugar. 178
La evidencia de la frecuencia de empleo 178
2.7.1. La aparente especialización dialectal de España
y América: -í vs. -á 187
2.8. La desaparición del adverbio ý. Su morfologización
en haber 190
2.9. Sintaxis de los adverbios demostrativos de lugar 199
2.9.1. Combinatoria sintáctica de los adverbios demostrativos 200
2.9.1.1. Concurrencia con preposiciones 201
2.9.2. Alcance: categoría modificada 204
2.9.3. Repetición de adverbios demostrativos 205
2.9.4. Copresencia de adjetivos demostrativos 207
2.9.5. Verbos concurrentes con adverbios demostrativos de lugar 209
2.10. Semántica de los adverbios demostrativos de lugar 211
2.10.1. Usos fóricos y usos deícticos 211
2.10.2. Tipo de locación y conceptualización de la locación referida 214
2.11. Diacronía general 218
2.11.1. Un camino de gramaticalización “inesperado” 218
2.11.2. Pragmaticalización de algunos adverbios demostrativos:
acá, allá, ahí 221

[127]
2.12. Conclusiones 230
2.13. Corpus bibliográfico 232
2.13.1. Corpus base 232
2.13.2. Corpus adicional 233
2.14. Referencias bibliográficas 233

[128]
Capítulo 2

ADVERBIOS DEMOSTRATIVOS DE LUGAR

Concepción Company Company


Universidad Nacional Autónoma de México
Rosa María Espinosa Elorza
Universidad de Valladolid

2.1. Introducción.
Identificación de la clase, caracterización y objetivos

Las formas aquí, ahí, allí, acá, allá y acullá son los únicos adverbios de la
lengua española que constituyen una clase cerrada dentro de la multiforme,
compleja y huidiza clase de palabra adverbio. Los cinco primeros (1a-e) gozan
de plena vitalidad en todo el ámbito panhispánico, si bien existen entre ellos
notables diferencias de frecuencia y de especialización dialectal, mientras que
el último (1f) es una forma en franco retroceso, aunque, en realidad, nunca fue
verdaderamente productiva en el español, ya que tuvo siempre una escasísima,
casi nula, frecuencia de uso.

(1) El jueves presentamos su biografía aquí en Barcelona [El País, 20-


a.
06-2003, España, crea]
Hablamos aquí de un hombre que arrancó suspiros y aplausos [Cla-
rín, 17-10-2000, Argentina, crea]
b. Esto le indicará a Access que es ahí donde están guardadas las
combinaciones de teclas [José María Delgado, Manual avanzado de
Microsoft Office 2000, 2000, España, crea]
Quienes viven ahí son en su mayoría familias numerosas [El Mer-
curio, 14-06-2003, Chile, crea]
c. las sondas Vikingo no encontrarían allí rastros de vida [Excélsior,
01-10-2001, México, crea]
don Ubaldo podrá quedarse allí siempre [Álvaro Pombo, Una ventana
al norte, 2004, España, crea]
d. Hemos de estar preparados cuando surjan acá y allá resistencias
al cambio [Socorro Entrena, Animar a desanimados, 2001, España,
crea]

[129]
2.1 adverbios demostrativos de lugar

Venga, venga por acá, yo le explicaré [Huber Matos, Cómo llegó la


noche, 2002, Cuba, crea]
e. Ella nació en el hospital Lomas Verdes, del IMSS, allá por Satélite
[Excélsior, 19-09-2000, México, crea]
Los hombres más altos levantan la cara para hablarle. Cuando la han
levantado bastante, ven allá una cabeza más bien pequeña [Roberto
Fernández Retamar, Fervor de la Argentina, 1955-1974, Cuba, crea]
f. tomó formas elegantes allá, se hizo grotesca acullá [Joaquín Verda-
guer, El arte de fumar en pipa, 1980, España, crea]
tropezándose acullá con sirenas [Guillermo Bonfil Batalla, Simbiosis
de culturas, 1993, México, crea]

El grupo adverbial aquí, allí, ahí, acá, allá, acullá se conoce en las gramáticas
con diversas denominaciones: adverbios demostrativos, adverbios demostrativos
locativos, adverbios pronominales, adverbios deícticos, adverbios deícticos es-
paciales. Nosotros hemos optado por adverbios demostrativos de lugar porque
en su significado establecen correlatos directos con los pronombres-adjetivos
demostrativos, este, ese, aquel, y porque, esencialmente, refieren al espacio
o locación: aquí / acá ‘en este lugar’, ahí ‘en ese lugar’, allí / allá ‘en aquel lugar’,
sea una locación per se, las más de las veces, sea locación metaforizada en tiem-
po: aquí / acá ‘en este momento’, sea en una progresión temporal en el discurso:
de ahí que ‘por lo anteriormente dicho’ ‘a partir de lo anteriormente dicho’. El
señalamiento deíctico paralelo que hacen estos adverbios y los pronombres de-
mostrativos surge una y otra vez en la lengua española, como se aprecia en (2).

(2) a. Escoge cualquier otro. Mira, éste de aquí promete [Carlos Ruiz
Zafón, La sombra del viento, 2001, España, crea]
b. Le pregunté a Consu cuál era la habitación de Laverde, y ella la
señaló frunciendo los labios e indicando con la cabeza como un potro
incómodo, “esa de allá”, dijo [Ruido de las cosas al caer, 74]

Además de las formas ejemplificadas en (1), existió en el español antiguo


otro adverbio, ý —graficado también i, hi, hy, hij—,1 ejemplificado en (3), que
pertenecía a la misma clase cerrada de adverbios demostrativos de lugar que las
seis formas anteriores, pero que perdió tempranamente su estatus de palabra
léxica plena de adverbio, ya que a lo largo de los siglos xiii y xiv adquirió estatus
morfológico y se integró en el presente de indicativo del verbo existencial haber:
hay. La morfologización de ý > -y parece estar cumplida totalmente en la segunda
1
Existe una amplia discusión en la bibliografía especializada sobre el carácter tónico o átono
de este adverbio (véase infra §§2.3.1, 2.8). En el texto lo representaremos como ý para una
más fácil identificación; en los ejemplos, como es lógico, nos atenemos a la edición empleada.

130
introducción 2.1

mitad del siglo xiv, si bien quedan residuos de ý como adverbio pleno hasta
bien entrado el siglo xvi, que convive al lado del morfema -y (véase infra §2.8).

(3) a. paso por un camino que es ý en tierra de Çesaria çerca del pie de
una sierra do Sant Basilio fazie vida [Anónimo, Traducción de las
Cantigas de santa María, ca. 1284, corde]
b. Ego Munno Roizi do la eredad que eh en Bariolo & en Ribiella; & en
sancte Fagund & en Barrio quanto heo i, en mont & en font [Anónimo,
Carta de donación, 1196, corde]
c. ni el seynnor de la casa cerquana será leixado de fazer hy alguna
obra por la quoal aqueilla finiestra sea tornada oscura [Anónimo,
Vidal Mayor, ca. 1250, corde]
d. Otrosi me enbiaron dezir que ha hi algunos de uos que fazedes ayu-
da et que prestades armas a los escolares peleadores que son hi en
uuestra villa [Anónimo, Carta de Alfonso X el Sabio, 1252, corde]
otrossi roguamos a don Gonçal Yuannes alcalde de Toledo que sean
testimonjos desta carta & pongan hij sus seellos [dle, 1274, 286.389]

Existen en el español actual dos adverbios demostrativos más: aquende y


allende (4a), de vieja data, formados a partir de los antiguos adverbios aquén y
allén más la preposición de encabezadora de la frase preposicional (fp) siguiente:
aquén de > aquende y allén de > allende. Son también adverbios demostrativos
de lugar pero compuestos, aunque vamos a ver que la mayoría de los seis ad-
verbios demostrativos de (1) ya eran en sí mismos formas compuestas a partir
de preposiciones y de adverbios preexistentes, si bien se reconocen como formas
adverbiales simples en la sincronía actual (véase infra §§2.4-2.6). Todavía se
conservan, tanto en el español americano como en el peninsular, usos prepositivos
de aquende y, sobre todo, de allende (4b). Asimismo, ambos adverbios presentan
usos nominales, como muestran los ejemplos de (4c), en que el adverbio ocupa
la posición de núcleo de la frase nominal (fn) y esta está encabezada por un
determinante.

(4) a. de cuanta información haya logrado reunir la policía en torno a los


desmanes de los delincuentes de aquende [Félix Grande, Fábula,
1991, España, crea]
Hice y acontecí, aquende y allende [Homero Aridjis, Él y ella: jinetes
blancos, 1989, México, crea]
Y cuando el punk y la new wave resoplaron allende, aquí también las
calles recibieron sus palpitaciones [José Andrés Rojo, Hotel Madrid,
1988, Bolivia, crea]

131
2.1 adverbios demostrativos de lugar

b. Baryshnikov se vinculó a grandes conjuntos de los países aquende


la cortina de hierro [Félix Grande, Fábula, 1991, España, crea]
El deporte de allende los Andes pareciera tener la marca registrada
[La Época, 11-09-1997, Chile, crea]
Las fulías también vinieron de allende el océano [Daniel Piquet, La
cultura afrovenezolana, 1982, Venezuela, crea]
c. E Isabel vio todo esto suceder... ensimismada en este aquende [El
Tiempo, 14-01-1975, Colombia, crea]
Pero la vía elegida determina el destino en el allende [Francisco
Díez de Velasco, Hombres, ritos, dioses, 1995, España, crea]

Los adverbios aquí, ahí, allí, acá, allá y acullá se suelen dividir internamente
en dos series, acorde con su terminación morfológica: la terminada en -í: aquí,
ahí, allí, y la terminada en -á: acá, allá, acullá. De hecho, la terminación es la
base para su identificación y reconocimiento tradicional en muchos trabajos:
serie en -í y serie en -á. El reparto dialectal de cada una está, al parecer, bastante
acotado: la serie en í se emplea, sobre todo, en el español peninsular, la serie en
á, se emplea, sobre todo, en el español americano, pero los seis adverbios, como
muestran los ejemplos de (1) arriba, tienen uso en todo el ámbito hispánico
a uno y otro lado del Atlántico (véase infra §2.7.1).
El hecho de que existan tres miembros de la serie en -í y tres de la serie en
-á produce la impresión estructural de que los adverbios demostrativos de lugar
constituyen en el español actual una clase adverbial equilibrada con dos series
en oposición y un paradigma de tres formas en cada una de las series. Nada más
lejos de que esa impresión sea acertada. Es, desde hace mucho tiempo, desde su
propia formación posiblemente, un sistema paradigmáticamente desequilibrado,
porque acullá, como ya dijimos, nunca fue productivo, de manera que, en pers-
pectiva sincrónica, la oposición es dos a dos: aquí ~ acá y allí ~ allá, por lo cual
el adverbio ahí queda paradigmáticamente mal integrado y aislado. La mala
integración paradigmática produjo que ahí haya sido el adverbio demostrativo
con mayor dinamismo diacrónico y haya experimentado el mayor número de
cambios, desde el nivel fonético hasta el pragmático (véase infra §2.11), además
de ser, probablemente, el más complejo en cuanto a etimología y datación (véase
infra §2.6.2). Además, frente a los otros adverbios de la serie en -í y frente a allá,
ahí siempre tuvo un empleo mucho menor (véase infra §2.7).
Desde el punto de vista sintáctico, suelen usarse solos, que es, por mucho, el
empleo más común a lo largo de toda la historia del español, como se ve en la
gran mayoría de ejemplos de este capítulo, aunque admiten cierta, limitada,
combinatoria sintáctica, tanto en las formas que los modifican, como en las que
los seleccionan como término. 1) Pueden ir precedidos de una preposición (5a); las

132
introducción 2.1

preposiciones que concurren con adverbios demostrativos están muy restringidas,


a, hasta, hacia, para, de, desde, por, y pocas más, ya que, al menos en la mayoría
de dialectos del español, sólo pueden entrar aquellas preposiciones que significan
‘origen’, ‘meta’ o ‘vía / trayecto’, en consonancia con la semántica de los adverbios
locativos. Sin embargo, en algunas variedades de español americano, andino y
caribeño, al parecer en registro popular, pueden construirse con la preposición en
(5b), preposición que ayuda a poner de relieve el carácter estático de la locación
referida por el adverbio. 2) Pueden ir modificados por cuantificadores y algunos
intensificdores (5c), pero con muchas restricciones, si bien la serie en -á es bastante
más flexible que la de -í para admitir cuantificación; particularmente flexible
es el adverbio allá. 3) Pueden ser modificados por la forma mismo (5d), que va
siempre pospuesta y aporta un matiz de precisión e intensificación del significado
del adverbio; la construcción adverbio demostrativo + mismo es mucho más fre-
cuente con la serie en -í que con la serie en -á. 4) Pueden ser modificados por otros
adverbios (5e), los focales justo, exactamente, precisamente, justamente. 5) Pueden
admitir una fn en aposición, casi siempre encabezada por posesivo (5f), uso más
frecuente con la serie en -í que con la de -á. 6) Pueden ser seguidos de algunos
adverbios locativos direccionales, (a)dentro, (a)fuera, lejos (5g). Y, finalmente, 7)
pueden funcionar como antecedente de una oración de relativo (5h). A su vez,
estos adverbios pueden ser término de preposición en una construcción de comple-
mento adnominal, con valor deíctico siempre en estos casos (5i) (véase infra §2.9).

(5) El sendero desciende desde allí hasta el fondo del Infierno [Boletín
a.
de Ardillas, 11-2000, España, crea]
y la posición del presidente del Gobierno es aún peor porque no ha
abierto la boca, porque por aquí ha pasado un jefe de Estado extran-
jero que ha insultado a un Gobierno de España y nadie le ha dicho
nada [La Razón, 01-12-2004, España, crea]
En las cercanías se encontraba otro peñón de más fácil acceso, y hacia
allá se dirigió [Juan Miralles, Hernán Cortés, 2001, México, crea]
b. Estamos porque la vida en allí nos ha puesto y por eso buscamos
[Martínez Salguero, Combate, Bolivia, apud rae-asale 2009:§17.8l]
c. y cualquier gobierno debe procurar que su déficit no sobrepase el
3% y que la deuda pública no vaya más allá del 60% con respecto al
Producto Interno Bruto [El Salvador Hoy, 24-10-2000, El Salvador,
crea]
Llegó todo acá, se sentía único [habla espontánea, México]
‘haciéndose el importante’
Los postres no te salen muy allá que digamos [habla espontánea,
España y México]

133
2.1 adverbios demostrativos de lugar

d.
que Pemex sea un ciudadano que si genera riqueza en un municipio
o en un estado, ahí mismo deje parte de esa riqueza [Programa de
radio Fox contigo, 16-08-2000, México, crea]
e. Aquí, precisamente aquí, es donde tiene su base esa opinión uná-
nime [El País, 31-08-1977, España, crea]
f. —¿Cómo vas? —Pues aquí tu amiga sufriendo, intentando acabar
este monstruo [habla espontánea, México]
g. Es curioso, allá afuera yo era un hombre honesto [Julio Cabrera,
Cine, 1999, España, crea]
h. Allí donde saber y verdad no pueden unirse va a hacer falta, nece-
sariamente, una ciencia conjetural [Ajayu, 2000, Bolivia, crea]
i. porque seres humanos, los de acá y los de allá, viven bajo la misma
tiranía [Ángel Augier, Prosa varia, 1982, Cuba, crea]
el que está del lado de acá de la pantalla [El País, 20-10-1997,
España, crea]

Posiblemente por constituir una clase adverbial cerrada, los adverbios demos-
trativos de lugar tienen un comportamiento peculiar en cuanto que se sustraen
a las posibilidades léxicas y morfológicas de otros adverbios. Por ejemplo, nunca
tienen correlatos en adverbios en -mente, frente a, por ejemplo, sólo o lejos: sólo
~ solamente, lejos ~ lejanamente, pero *allámente; tampoco tienen correlatos
en adjetivos adverbiales, frente a, por ejemplo, obvio ~ obviamente, y tampoco
admiten la -s adverbial analógica que suelen tomar otros adverbios: quizá ~
quizás, cerca ~ cercas, pero *aquís, *allís.
El empleo mayoritario de estos adverbios es con su forma base simple, como
muestran los ejemplos anteriores, pero algunos de ellos admiten derivación
diminutiva, allacito, ahicito, aquicito, usados con frecuencia en fórmulas casi
fijas: más allacito, ahicito nomás. La derivación diminutiva de los adverbios
demostrativos es un caracterizador dialectal del español americano, en algunas
de sus variedades, ya que sólo es conocida en América. Resulta particularmente
productiva en registros orales populares y subestándares de esos dialectos, aso-
ciada muchas veces a hablantes de español cuya lengua materna es una lengua
amerindia; sin embargo, también se documentan en la literatura, como dejan
ver los ejemplos de (6), pero siempre en situaciones narrativas caracterizadas
por su elevada coloquialidad y siempre en reproducción de diálogos.

(6) a. ¿Quién va a estar esperando un manuscrito con urgencia? ¿Urgencia


pa qué? No seái ridículo con tus huevás de manuscritos, ya, vamos,
mira que más allacito hay un bar... [José Donoso, Casa de campo,
1978, Chile, crea]

134
introducción 2.1

b. Qué ampulosa mentira. Puro ruido, puritito desmadre, caray. Una


pirámide aquí, una catedral allá, un monumento a la revolución más
allacito [María Luisa Puga, La forma del silencio, 1987, México,
crea]
c. pibe que te me haces agua a la boca, aguamanil aguarda,... ¡ahijuna el
mozo!, que se ahogue ahora ahicito nomás o que reviente ahorcado
[Luisa Futoransky, De pe a pa (o de Pekín a París), 1986, Argentina,
crea]

Los adverbios demostrativos de lugar pueden tener usos deícticos y usos


fóricos, como se aprecia en (7) y (8), respectivamente (véase infra §2.10.1). En
el primer caso (7), la interpretación del adverbio, su significado y referencia,
viene dada o se actualiza, como es propio de las formas deícticas, en el acto de
habla mismo. En el segundo caso, (8), el adverbio retoma la referencia de una
entidad, que puede haber sido introducida previamente en el texto, uso anafó-
rico (8a), o que va a ser presentada inmediatamente después en el texto, uso
catafórico (8b). En este último caso, el adverbio mantiene, de hecho, un doble
papel: sigue operando como deíctico pero debilitado en su capacidad deíctica
porque su interpretación no viene totalmente dada por el acto de habla per se
sino que está apoyada, acotada o especificada, en la fp que sigue, aquí en Es-
paña, acá en México, o en la oración de relativo que sigue, aquí donde yo vivo,
y que funcionan (fp y oración relativa) como una aposición especificativa. El
conjunto de adverbio  + construción pospuesta correferente produce un efecto
de reduplicación referencial, que va de menor a mayor especificidad locativa,
mediante el adverbio y la frase / oración, respectivamente. En el ejemplo (8) se
resalta en negritas el antecedente o el consecuente del adverbio demostrativo.

(7) Ven, siéntate aquí conmigo [Chavela Vargas, Y si quieres saber de


mi pasado, 2002, México, crea]
—¿Qué llevan ahí? —preguntó al teniente [Manuel Leguineche, El
camino más corto, 1995, España, crea]
Walimai ha estado allí muchas veces con su mujer [Isabel Allende,
La ciudad de las bestias, 2002, Chile, crea]
No creo que haya muchas diferencias entre estos jugadores que tengo
acá y los que hubiéramos podido llamar del exterior [Los Tiempos,
13-11-2000, Bolivia, crea]
(8) a. Y paso por el taller y me encuentro ahí a El Ulalume, el jefe de
máquinas [Héctor Aguilar Camín, Morir en el Golfo, 1986, México,
crea]

135
2.1 adverbios demostrativos de lugar

Sale Indalecio al corredor del piso alto y ahí la ve [Álvaro Pombo,


Una ventana al norte, 2004, España, crea]
En su niñez, la ciudad terminaba en el Hotel El Embajador;
a partir de allí todo eran fincas, sembríos [Mario Vargas Llosa, La
fiesta del chivo, 2000, Perú, crea]
b. ¿Conoció a José Almoina, allá en México? [Mario Vargas Llosa, La
fiesta del chivo, 2000, Perú, crea]
Y al fondo, ahí, ante mi vista, Julio Cortázar [Gonzalo Celorio,
Ensayo de contraconquista, 2001, México, crea]
Hay una bala dispuesta porque yo la puse ahí, en la recámara
[Arturo Pérez-Reverte, La reina del sur, 2002, España, crea]

El antiguo ý no siempre fue anáfora y no siempre ha de relacionarse con ibi,


dado que existen, documentados, usos deícticos, especialmente en textos nota-
riales gallego-portugueses, leoneses y castellanos, con hic en la redacción en
latín y con ý en la redacción en romance, en contextos en que suelen aparecer fn
encabezadas por demostrativos relacionados con la primera persona (este, esta),
como la que aparece resaltada en negritas en (9). La presencia del demostrativo
refuerza la idea de que este adverbio ý podía tener valor deíctico.

(9) presente foy & escriuj esta carta... & fiz y meu sinal [Documento de
La Coruña, 1281, apud Azevedo 1997:47]

En cuanto a su significado referencial, los adverbios demostrativos de lugar


pueden señalar un ámbito espacial acotado y específico, al que denominaremos
en este capítulo locación específica, como en (10a), o un ámbito mayor, incluso
impreciso o vago, al que denominaremos locación amplia, como en (10b). La
conceptualización de la locación no tiene que ver, como es lógico, con el tamaño
real de la locación en cuestión, sino con el modo de conceptualizarla y codificarla
en el acto de la enunciación. La locación referida mediante estos adverbios puede
ser concreta o abstracta (véase infra §2.10.2).

(10) a. Otra nación de gran demanda de residencia es España. Pero allí sí


están creciendo [Revista Semana, 06-11-2000, Colombia, crea]
Quedaron plasmadas las imágenes, nada de misterio, nada de latente,
ahí mismo en la pequeña pantalla de mi cámara se visualizaba
solamente una memoria [Trama, 01-04-2004, Ecuador, crea]
todo esto dentro de un ámbito con grandes elementos culturales,
ahí contenidos, que prestan una gran noción de... [Trama, 03-01-2002,
Ecuador, crea]

136
introducción 2.1

b. A alguien que nos hubiese preguntado si nos amábamos, le hubiéra-


mos dicho: “Anda, vete por ahí, qué cosas más raras se te ocurren”
[Antonio Gala, Los invitados al jardín, 2002, España, crea]
la pobreza siempre estará ahí para recordarnos que no se es feliz
[Diario del Sur, 30-04-2004, Colombia, crea]
En cada valor está inmersa una idea y los jóvenes lo demuestran
al preocuparse por el destino del país... Pero ellos están llamados
a preocuparse por el futuro, de lo contrario se quedarán sin futuro.
Nuestra herencia está ahí, para que se la tomen [Hoy Dominical,
25-05-2003, Ecuador, crea]

En cuanto al significado locativo que denotan, los adverbios demostrativos


de lugar del español, carentes del contexto adecuado, podrían ser caracterizados
como no marcados o indiferentes para un tipo de locación específica, porque por
sí solos señalan simple locación, y son los verbos con los que se construyen los
que aportan el valor espacial específico, sea ubicación, sea vía / trayecto, sea
origen, sea dirección. Es decir, se trata de un significado de construcción, verbo
+ adverbio: ‘está aquí’, ‘está allí’, ‘está allá’; ‘viene aquí’, ‘va allí’, etc. Dado que
adquieren un significado especializado en construcción, el empleo con prepo-
siciones contribuye a poner de relieve, a perfilar, cuál de esos significados ha
adquirido el adverbio en un determinado contexto.
Los adverbios demostrativos de lugar refieren, por lo regular, al espacio, a unas
coordenadas espaciales concretas o abstractas, como todos los ejemplos hasta
aquí expuestos, pero también pueden referir a un tiempo (11), sea específico sea
vago, aquí ‘ahora’ (11a), ahí ‘después’ ‘luego’ ‘relativamente próximo al ahora’
(11b), allá ‘en tiempos lejanos / remotos’ (11c). La codificación del tiempo con
estos adverbios obedece a un camino usual, bien conocido, del cambio lingüístico
por el cual el tiempo puede ser codificado mediante formas locativas, vía una
asociación metafórica consistente en que se invierte o se requiere tiempo cuando
el individuo se mueve en el espacio. Se trata de la conocida metáfora tiempo es
espacio (Lakoff y Johnson 1980:cap. 21). Resaltamos en negritas la construcción
completa para mostrar el significado temporal.

Si no cumplimos de aquí al 2005 con la meta..., estoy disponible


(11) a.
para que otra persona ocupe esta función [La Tercera, 23-04-2003,
Chile, crea]
b. Por ahí del jueves te puedo entregar el trabajo [Habla espontánea,
México]
c. Allá en tiempos de la Revolución las cosas eran muy distintas
a como ahora [Entrevista TV, México]

137
2.1 adverbios demostrativos de lugar

Diacrónicamente, los adverbios demostrativos de lugar se caracterizan, como


vamos a ver, por tener en español diacronías léxicamente condicionadas, esto es,
no se puede hablar de una evolución de los adverbios demostrativos como una
clase, sino que cada ítem léxico muestra, en buena medida, un devenir histórico
propio, que mucho tiene que ver con sus respectivas etimologías, con el periodo
de entrada, creación o recreación en la lengua española, con su muy diferente
integración paradigmática y con su muy diferente productividad a lo largo de
la historia. Considerados en conjunto, muestran el proceso diacrónico esperado,
con una excepción que, en perspectiva tipológica, puede ser calificada de “lla-
mativa” o “sorprendente”: algunos se movieron del ámbito anafórico al ámbito
deíctico: foricidad > deixis, contraviniendo el camino diacrónico que, al parecer,
es más usual para este tipo de adverbios en las lenguas del mundo, según el
cual estas formas debilitan su deixis originaria y adquieren significados y usos
más vinculados al contexto y al discurso (Diessel 1999:93-95; Hopper 1991:31)
(véase infra §§2.6.2, 2.11).
Una característica diacrónica de algunos de los adverbios demostrativos,
particularmente ahí, acá y allá y, en menor medida, allí, es que, en determi-
nados contextos y situaciones comunicativas, debilitan o pierden su deixis y,
en algunos casos, se discursivizan (12) y se pragmaticalizan (13), al punto de
que algunos han perdido casi por completo su carácter adverbial demostrativo
deíctico y, con los apoyos sintagmáticos adecuados, están muy próximos a co-
nectores, de allí que..., de ahí que..., e incluso a adverbios modales, sentirse muy
acá. En casos como (12) y (13), el adverbio, junto con los constituyentes con los
que forma construcción, han adquirido el estatus de colocación ya que es el
sintagma adverbial en conjunto y no cada una de las partes integrantes de la
construcción el que aporta la función y el significado (Torres y Walker 2011).
Además, en el caso de ahí, es interesante hacer notar que el cambio semántico
de debilitamiento deíctico va de la mano de modificaciones suprasegmentales,
ya que en muchas variedades dialectales se ha vuelto un adverbio grave, [ái],
e incluso monosilábico átono [á0]: vete por áhi ‘quítate de mi vista’ (España), áhi
la llevas ‘sigue adelante’ (México).2 En perspectiva diacrónica todos estos casos
discursivo-pragmáticos tienen su origen en los contextos que hemos caracterizado
como locación amplia (véase infra §2.11).

(12) Esta sigue en manos del grupo que comanda el PPT. De allí que las
fricciones entre los grupos y... [El Universal, 27-12-2004, Venezuela,
crea]

2
Para no transcribir fonéticamente las oraciones completas, hemos acentuado, conscientes
de la anomalía, la a de este adverbio para resaltar su carácter fonético grave.

138
introducción 2.1

Los hombres se imaginan querer lo que no pueden querer, porque no


están en sus cabales; son seres nacidos para equivocarse. Es de allí
de donde se saborea el valor de la experiencia [Enrique Serrano,
De parte de dios, 2000, Colombia, crea]
(13) La policía hizo... cuanto pudo. ¿No lo crees así? Allá tú..., hijo, allá
tú. Yo sólo... te lo digo por tu bien [Eduardo Mendoza, La verdad
sobre el caso Savolta, 1975, España, crea]
—¿Continúa la saga de los Gutiérrez Caba? —Continúa de cierta
manera. Mi hijo es ayudante de dirección de cine. —O sea que seguís.
—Pues mira, por ahí por ahí, pero no es intérprete [Entrevista TV,
02-1991, España, crea]
‘más o menos’
desde peladitos hasta pípirisnais que se bajaban de sus carrazos;
algunos muy acá, con chofer y toda la cosa [Jenny E. Hayen, Por la
calle de los anhelos, México, 1993, crea]
‘sintiéndose muy importantes’
Ahi se ven [habla espontánea, México]
‘adiós’
Ahi la llevas [habla espontánea, México]
‘ánimo, no te desalientes’

Algunos adverbios se han lexicalizado en determinadas colocaciones, como


el más allá ‘el mundo de ultratumba’, el aquí y el ahora ‘el momento actual’, ‘el
momento que nos toca vivir’.
En español antiguo existían otros dos adverbios con uso exclusivamente
anafórico (14): ý (14a), procedente del latín ibi, y end(e) (14b), procedente del
latín inde, este último con un significado de origen que se podía remarcar con
la preposición de: de ende, con la que se fundió, como muestran las variantes
dend(e) y dent (García-Miguel 2006:§14.7.1). De ellos sólo pervive ende en la
construcción fija por ende, con significado anafórico discursivo (14c). El anafórico
ý, como ya dijimos, se conservará unido a la tercera persona del verbo haber y
dará como resultado hay (véase infra §2.8).

(14) a. Otrosi me enbiaron dezir que ha hi algunos de uos que fazedes ayuda
[Anónimo, Carta de Alfonso X el Sabio, 1252, corde]
b. fuera saccado ende puerco & oueja & cabra & las otras semeiables
[Anónimo, Fuero de Soria, ca. 1196, corde]
c. Et los alcalldes non consientan que se destoruen los pleytos por bozes
njn por bueltas, & por ende mande a aquellos que estidieren antellos

139
2.1 adverbios demostrativos de lugar

que njnguno non razone, si non aquellos cuyo fuere el pleyto o sus
bozeros [Anónimo, Fuero de Soria, ca. 1196, corde]
Así que su Majestad es rey y señor de estas islas y tierra firme, por
virtud de la dicha donación. Por ende, como mejor puedo, vos ruego
y requiero que entendáis bien esto que os he dicho [Yolanda Arenales,
Desde el Arauco, 1992, España, crea]

Los objetivos de este capítulo son tres: a) realizar un análisis diacrónico, sintác-
tico y semántico, de los adverbios demostrativos de lugar de la lengua española,
aportando para ello datos cuantitativos de frecuencias relativas de uso extraídas
de corpus, cuando estas aportan información de interés; b) ubicar tipológicamen-
te estos adverbios en un panorama general de lenguas romances, tanto para
examinar las semejanzas y diferencias del español con sus lenguas hermanas,
como, sobre todo, vía la comparación, para lograr una mejor comprensión de la
compleja etimología y datación de estas formas adverbiales de la lengua española,
y c) examinar brevemente algunos cambios particulares que atañen a estos ítems
léxicos, tales como la morfologización de ý o la pragmatización de ahí.
Este capítulo, además de la presente introducción, está organizado en once
apartados generales. En §2.2 especificamos el corpus base del análisis y mos-
tramos las frecuencias generales relativas de empleo de los ítems léxicos que
integran la clase de los adverbios demostrativos. El apartado 2.3 es un breve
estado de la cuestión, en el que exponemos los aspectos, sincrónicos y diacróni-
cos, que, a nuestro modo de ver, han constituido los problemas centrales en el
análisis de estos adverbios. En §2.4 examinamos los adverbios demostrativos
latinos, para ver cuáles de estos ítems del español son herencia de la lengua
madre y cuáles son creación romance. El apartado 2.5 es un examen de los ad-
verbios demostrativos de lugar en otras lenguas romances. En §2.6 abordamos
el problema nodal, y polémico, de la etimología y primeras dataciones de estas
formas adverbiales. En §2.7 mostramos el sistema de los adverbios demostra-
tivos de lugar en su uso cuantitativo frecuencial real y revisamos la aparente
especialización dialectal, peninsular y americana, de, respectivamente, las series
en -í y en -á. El apartado 2.8 está dedicado a analizar el empleo medieval del
anafórico ý y los contextos que propiciaron su morfologización en la forma verbal
hay. En §2.9 y §2.10 analizamos, respectivamente, la sintaxis y la semántica
de los adverbios demostrativos de lugar, centrados ya en las cinco formas que
han pervivido con productividad hasta el español actual. El apartado 2.11
resume la diacronía general de la clase, con especial atención a la adquisición de
valores deícticos y a la pragmatización de algunos de estos adverbios. Cierran
unas conclusiones en §2.12.

140
el corpus 2.2

2.2. El corpus

El análisis está basado en dos corpus: uno base y uno adicional. Sobre el primero
hemos realizado algunos análisis cualitativos y cuantitativos, y el segundo nos
ha servido para completar muchos aspectos del análisis que no estaban suficien-
temente representados en el corpus base, sobre todo, para obtener información
cuantitativa general, así como información detallada de estas formas en estados
tempranos de la lengua y en otras lenguas romances, y para poder analizar con
mayor precisión los cambios experimentados por algunos adverbios demostra-
tivos, tales como la morfologización de ý o la pragmatización de ahí, acá o allá.
El corpus base fue realizado con un control diacrónico, diatópico, textual y
cuantitativo. Está constituido por diez textos en prosa correspondientes a la se-
gunda mitad de tres siglos: xiii, xvi y xix.3 El corpus inicia en la segunda mitad
del siglo xiii, porque sólo a partir del periodo alfonsí contamos con producción
textual suficiente y diversa temáticamente; por ello, la selección de todas las
obras corresponde a la segunda mitad de cada siglo.
Los textos analizados son: siglo xiii, Calila e Dimna, la General estoria de
Alfonso X, en la Primera parte, y los Documentos lingüísticos de España de
Menéndez Pidal (1919/1966) correspondientes a la segunda mitad de esta
centuria. Siglo xvi: el anónimo Lazarillo de Tormes, en la edición de Amberes,
la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España de Bernal Díaz del
Castillo y los Documentos lingüísticos de la Nueva España de Company (1994)
correspondientes a la segunda mitad de esta centuria. Siglo xix: la novela es-
pañola Pepita Jiménez de Juan Valera, la mexicana Los bandidos de Río Frío
de Manuel Payno, las crónicas y artículos periodísticos del mexicano Manuel
Gutiérrez Nájera Crónicas y artículos sobre teatro, y los documentos legales
españoles recogidos por Fernando Díaz-Plaja (1983) en Historia de España en
sus documentos: siglo xix.
El corpus está integrado por textos producidos en la zona castellano-leonesa en
el primer corte cronológico y por textos castellanos y mexicanos en proporciones
similares a partir del segundo corte, siglo xvi, ello con el fin de controlar dife-
rencias dialectales que pudieran surgir, dignas de ser analizadas o comentadas.
Con el fin de obtener cierta comparabilidad cuantitativa entre las diferentes
etapas, el muestreo está realizado sobre un universo base de 64 000 palabras
por texto, que es aproximadamente el total de palabras contenidas en el Calila
e Dimna; sobre este texto fueron escogidas por muestreo al azar 64 000 palabras
para cada uno de los textos que conforman el corpus; cuando el texto no alcan-

3
Los datos cuantitativos del corpus base para los siglos xiii, xvi y xix y dos zonas del análisis
cualitativo, están tomados, en parte, del estudio de García y Colomé (2012).

141
2.3 adverbios demostrativos de lugar

zaba este universo de palabras, como es el caso de Pepita Jiménez, fue fichado
en su totalidad.
El corpus contiene únicamente textos en prosa, que pueden ser adscritos
a diversos géneros textuales: prosa historiográfica, prosa cronística, prosa
sapiencial, documentos legales, novela y ensayo periodístico. La diversidad
textual y dialectal permite garantizar, en alguna medida, que los resultados del
análisis constituyan generalizaciones sobre el comportamiento de los adverbios
demostrativos de lugar en la lengua española y no en unas obras específicas.
El total de fichas que integra el corpus base es de 992 adverbios demostra-
tivos, repartidos de la siguiente forma: 475 del siglo xiii, 340 del xvi y 177 del
xix. Las cifras son ya, en sí mismas, bastante informativas de dos hechos: uno,
que el mayor número de adverbios demostrativos en el siglo xiii se debe a que la
forma ý todavía era un adverbio demostrativo pleno y productivo en esta época,
pero que en los dos cortes cronológicos siguientes ya había desaparecido de la
clase de adverbios demostrativos; sin embargo la presencia de ý en el siglo xiii
tampoco es la causa de una diferencia cuantitativa tan grande entre este primer
siglo y los siguientes; dos, que los adverbios decrecen en frecuencia a través de
los siglos, al menos en los textos escritos, puesto que el universo de palabras
fichado es similar en cada periodo.
Nos hemos valido además, a manera de corpus adicional, de algunas obras
de latín clásico, a partir del corpus electrónico Corpus Scriptorum Latinorum
(csl), de los corpus electrónicos de la Real Academia Española Corpus Diacró-
nico del Español (corde) y Corpus de Referencia del Español Actual (crea),
de algunos textos en prosa de los siglos xiv y xv para analizar la pérdida de ý
como adverbio pleno y su progresiva integración morfológica en hay, así como
de ejemplos de habla espontánea. Los casos que a partir de aquí carecen de
referencia final entre corchetes, los menos, corresponden a ejemplos de habla
espontánea y a adverbios elicitados a partir de nuestra propia competencia de
hablantes nativas del español.
Para los textos del corpus base y adicional, así como para las ediciones críticas
empleadas, véase el corpus bibliográfico final en §2.13.

2.3. Breve estado de la cuestión

Todas las gramáticas así como un número importante de estudios monográficos


han abordado estos adverbios, más en perspectiva sincrónica del español actual
que en perspectiva diacrónica. Se observan en la bibliografía especializada tres
aspectos recurrentes en los estudios sincrónicos y seis en los trabajos diacrónicos.

142
aspectos sincrónicos 2.3.1

2.3.1. Aspectos sincrónicos

Los aspectos sincrónicos recurrentes en la bibliografía consultada son, básica-


mente, tres: a) la denominación; b) el privilegio del significado deíctico y cómo
este se establece, y c) las propiedades sintácticas que tienen. En este orden los
examinaremos.
a) Denominación. Como ya dijimos en la introducción de este capítulo, estos
adverbios reciben distintas denominaciones, que reflejan distintos énfasis en
su caracterización. La mayoría los llama adverbios demostrativos, a veces con
indicación del adjetivo locativo, a veces sin ella (Alonso y Henríquez Ureña
1938/1941:II.§210; Alvar y Pottier 1983:329; Bello 1874/1978:§254; Benezech
1975:60; Hottenroth 1982:133; Lamíquiz 1967:164-166; rae 1931:§169; rae-
asale 2009:§17.8). Esta denominación indica que estos autores privilegian las
semejanzas de estos adverbios con los adjetivos-pronombres demostrativos.
Otros estudiosos los denominan adverbios pronominales, con lo cual ponen
énfasis en el paralelismo de estas formas con otros pronombres y la indicación
de persona que realizan por su aproximación o distancia al punto de origen, el
‘yo’: aquí / acá ‘yo’, ahí ‘tú’, allí / allá ‘ni yo ni tú’ (Alcina y Blecua 1975:§4.9.3;
Cano 1988:169). Los adverbios pronominales se oponen a los adverbios léxicos
(Alcina y Blecua 1975:§4.9.1; Kovacci 1999:§11.1.1; Seco 1930/1954:§81), y
dentro de los primeros se hallan los interrogativos, relativos, demostrativos
e indefinidos. Eguren (1999:§14.1) combina las dos etiquetas anteriores y los
denomina “adverbios demostrativos o pronominales locativos”. Otros autores se
decantan por llamarlos adverbios deícticos, etiqueta que sugiere que para esos
estudiosos lo más importante es que el significado de estas formas depende en
gran medida de las coordenadas espacio temporales en que se realiza el acto de
habla (Carbonero 1979:70-75; Meilán 1998).
b) Privilegio del significado deíctico. Todos los estudios señalan que los ad-
verbios demostrativos pueden tener significado deíctico y anafórico, que en este
capítulo hemos ampliado al concepto de ‘fórico’. Sin embargo, comparadas las
secciones y número de páginas dedicadas a uno y otro significado, el desequi-
librio es tal, que deja ver el privilegio del significado deíctico de estas formas
por encima del anafórico. Los adverbios demostrativos de lugar, como señala
García-Miguel (2006:§14.7.1), “identifican un lugar con referencia al espacio de
la enunciación y sus participantes”, por ello son deícticos. El punto de partida
de una gran mayoría de trabajos es mostrar cómo se establece la deixis, cuál
es el punto cero ‘yo-aquí-ahora’ de las coordenadas de la enunciación y de qué
tipos de contexto dependen estos adverbios para aparecer en el discurso (Carbo-
nero 1979:11-13; Cifuentes 1989:89, 177-181; Eguren 1999:§14.2; Ehlich 1982;
Greenberg 1985:274; rae-asale 2009:§17.1h; Vicente 1994:33, 48-49, 64-65,

143
2.3 adverbios demostrativos de lugar

entre otros). Todos estos trabajos hacen mención del carácter deíctico de estos
adverbios, al tiempo que analizan sus empleos fóricos.
El privilegio de que goza el análisis del significado deíctico está basado, sin
duda, en la centralidad del espacio como parámetro cognitivo (Cifuentes 1989:cap.
1; Kaplan 1991; varios de los trabajos reunidos en Jarvella y Klein eds. 1982;
Levinson 1996) y no tanto en la evidencia diacrónica que aportan los textos
sobre la evolución de estos elementos en español, ya que siempre fue mayor su
uso anafórico —como es lógico por tratarse de textos escritos—, además de que
alguno se desplazó, como ya dijimos, de anáfora hacia deixis. Bien es cierto que
las evidencias en la lingüística histórica están condicionadas por los corpus y
que la lengua escrita puede opacar hechos de la lengua oral.
c) Propiedades sintácticas. Todas las gramáticas y la mayoría de trabajos
señalan la combinatoria sintáctica de estos adverbios, ya anticipada en la
introducción de este capítulo: su capacidad de ser modificados por algunos
adverbios en -mente y por algunos adjetivos adverbiales, sus limitaciones para
tomar cuantificadores, su combinatoria con mismo, su capacidad, como cualquier
adverbio, para funcionar como una predicación plena: —¿Dónde vives? —Aquí,
su capacidad de tomar aposiciones o su capacidad para tomar una oración de
relativo, especificativa o explicativa (García-Miguel 2006:§14.7; Pérez Saldanya
y Rigau 2011; rae-asale 2009:§17.8, entre otros).

2.3.2. Aspectos diacrónicos

Los aspectos diacrónicos discutidos en la bibliografía son bastante más polémicos


que los sincrónicos. Los listamos pero no los examinaremos en este inciso porque
lo haremos con cierto detenimiento más adelante (véase infra §§2.4-2.6, 2.7 y 2.8).
Los problemas básicos son los siguientes: a) la etimología, compleja para todos
los ítems, pero particularmente polémica para ý, aquí, ahí y acullá; sin duda,
la etimología es el problema de estos adverbios; b) si son herencia de formas
adverbiales latinas o bien tienen un origen romance; y cuáles son las diferencias
en este punto entre los diversos ítems que integran la clase; c) las fechas de
entrada o datación a la lengua española; d) la tonicidad o no de ý; e) si constitu-
yen un sistema binario o ternario; f) el cambio realizado por el iberorromance
occidental para crear un sistema ternario.
Remitimos, de manera general ahora, para varios de estos problemas, a Aze-
vedo (1986/1997:864-866), Badia (1947), Baños (coord. 2009), Bassols (1956),
Corominas (1980-1991:s.vv. los diferentes adverbios), Cuervo (1886-1994:s.vv. los
diferentes adverbios), Douvier (1978), Fernández González (1985:424), García y
Colomé (2012), Gazdaru (1950), Hermida (2004:163-164), Lausberg (1962/1966;

144
antecedentes latinos 2.4

1963/1965), Martín Criado (1993), Meyer-Lübke (1890-1906/1974:III.531-533),


Moll (1952:202-203), Nilsson (1984), Pérez Saldanya (2012), Pérez Saldanya y
Rigau (2011; en prensa), Sánchez Lancis (1990), Schmidely (1975), Sedano (1999),
Terrado (1990a, 1990b), Wanner (2001) y Zamora (1960/1974:199, 275, 283-285).

2.4. Antecedentes latinos

Como se indica en el capítulo 1 de esta Sintaxis histórica (§1.3.3), los adverbios


pueden originarse a partir de sintagmas adjetivales, nominales, verbales y
pronominales (Pinkster 1972:67; Tarriño 2009:355). En concreto, los adverbios
demostrativos de lugar latinos son fruto de la gramaticalización de sintagmas
circunstanciales locativos no prepositivos con un núcleo pronominal demos-
trativo, en principio con función argumental (Tarriño 2009:361). Se trata de
una “fosilización” de temas pronominales “con el consiguiente aislamiento del
paradigma a que originariamente pertenecían” (Bassols 1956:I.178).
Distinguiremos dos tipos: deícticos, con una marca -c, cuyo origen está en el
sufijo deíctico -ce, y anafóricos. Eran más los adverbios demostrativos deícticos
que los anafóricos, y en los dos subsistemas se distinguían adverbios con signi-
ficado de movimiento y adverbios carentes de él.
a) Deícticos. En latín había doce adverbios demostrativos deícticos, que tam-
bién presentaban usos anafóricos. Los relacionados con la primera persona, el
emisor, eran cuatro: hic ‘en este (lugar)’, ‘aquí’, sin movimiento (ubicación); y
huc (antiguo hoc) ‘a este lugar’ (dirección), hac ‘por aquí’ (vía) e hinc ‘desde aquí’
(origen), con movimiento (15a). Los relacionados con la segunda, el receptor, eran
asimismo cuatro: istic ‘ahí (donde estás tú)’, sin movimiento; e istuc ‘ahí’, istac
‘por ahí’ e istinc ‘de ahí’, con movimiento (15b). Y los relacionados con la tercera,
en una zona alejada del emisor y del receptor, también eran cuatro: illic ‘allí’,
sin movimiento; e illuc ‘allí’, illac ‘por allí’ e illinc ‘de allí’, con movimiento (15c).

(15) a. quo in loco? Hic in aedibus ubi tu habitas [Plauto, Amphitruo, csl]
‘¿en qué lugar? Aquí, en la casa donde vives’
jam huc adveniet miles [Plauto, Bacchides, csl]
‘ya llega aquí el soldado’
hac atque illac perfluo [Terencio, Eunuchus, csl]
‘reboso por aquí y por allá’ = ‘no guardo los secretos’
atque is repente abiit a me hinc ante lucem [Plauto, Mostellaria,
csl]
‘y de repente se fue de aquí antes de que amaneciera’
b. Quid istic agitis? [Plauto, Mostellaria, csl]

145
2.4 adverbios demostrativos de lugar

‘¿qué hacéis ahí?’


concedite istuc [Plauto, Asinaria, csl]
‘retiraos hacia ahí’
exi istac per hortum [Plauto, Epídico, csl]
‘sal por ahí a través del huerto’
qui istinc veniunt [Cicerón, Epistulae ad familiares, csl]
‘los que vienen de ahí’
c. sive illic sive alibi libebit [Plauto, Menaechmi, csl]
‘o allí o en otro lugar hará una ofrenda a los dioses’
cum illuc ventum est, ire illinc lubet [Aulo Gelio, Noctes Atticae,
csl]
‘cuando llega allí, le gusta irse de allí’ = ‘en cuanto llega le gusta
marcharse’
nunc ego me illac altera per posticum [Plauto, Mostellaria, csl]
‘ahora me iré por allí, por la puerta trasera’

b) Anafóricos. Los adverbios demostrativos latinos solamente anafóricos eran


cuatro. Ibi, que procedía de la raíz pronominal de is + el sufijo de dativo -bi, como
el de los pronombres tibi o sibi —de hecho, era un sufijo de dativo locativo—, y
tenía el significado de ‘aquí’, ‘allí’, sin movimiento (16a); y eo ‘allí’, ea ‘por allí’,
ablativos de is, e inde ‘de allí’, procedente de i-m, locativo de is, + de, también el
caso locativo del pronombre cuya raíz es da (Lewis y Short 1879/1980:s.v. inde),
con movimiento (16b). En los ejemplos resaltamos en negritas los nominales a
los que estos adverbios hacen referencia.

(16) a. in eo flumine pons erat. Ibi praesidium ponit [César, De bello civili,
csl]
‘el puente estaba en ese río. Allí coloca la guarnición’
b. qua re incumbamus... ad illa praeclara studia et eo, unde discedere
non oportuit, revertamur [Cicerón, Epistulae ad Atticum, csl]
‘por ello inclinémonos hacia esas nobles aficiones y volvamos allí, de
donde no hubiéramos debido desviarnos’
Gallisque ad visenda loca praemissis, postquam comperit transitum
ea non esse... [Tito Livio, Ab Urbe condita, csl]
‘y enviados por delante los galos a inspeccionar los lugares, tras
descubrir que no había paso por allí...’
ut in provinciam exirent, atque inde in Italiam contenderent [César,
De bello Gallico, csl]
‘que se fueran a la provincia, y de allí se dirigieran a Italia’

146
antecedentes latinos 2.4

Resulta palpable la relación formal y semántica de estos adverbios con los


adjetivos y pronombres demostrativos del latín clásico, como se puede observar
en el esquema 1 abajo.

Esquema 1
Adjetivos, pronombres y adverbios demostrativos en latín clásico

Adjetivos y Adverbios de Adverbios de Adverbios Adverbios de


pronombres ubicación dirección de vía origen

hic ‘este’ hic ‘aquí’ huc ‘hacia aquí’ hac ‘por aquí’ hinc ‘de aquí’ Deícticos y
iste ‘ese’ istic ‘ahí’ istuc ‘ahí’ istac ‘por ahí’ istinc ‘de ahí’ anafóricos
ille ‘aquel’ illic ‘allí’ illuc ‘hacia allí’ illac ‘por allí’ illinc ‘de allí’

is ‘este’, ibi ‘aquí’ eo ‘allí’ ea ‘por ahí’, inde ‘de ahí’, Sólo
  ‘aquel’ ‘allí’ ‘por allí’   ‘de allí’ anafóricos

En el sistema de adjetivos y pronombres se produjo un problema de homo-


fonía entre el demostrativo hic ‘este’ y el adverbio hic ‘aquí’, que llevó a la total
indistinción entre las dos formas. El problema fue solucionado con el uso de
iste ‘ese’ para la primera persona del demostrativo, como prueba su resultado
en español: este. A su vez, el identificador ipse pasa a sustituir a iste, de donde
se obtiene ese en español. Por su parte, ille va a presentar otras funciones —el
artículo y el pronombre personal de 3ª singular, entre otras—, por lo que, como
demostrativo, hubo de hipercaracterizarse con la ayuda de un adverbio deíctico:
ecce, eccum o *acce (descartamos atque), según distintas opiniones recogidas por
González Ollé (1977), y, muy posiblemente, habida cuenta del algunos resultados
romances, con *accu, como en *accu ille > aquel. El anafórico is, a causa de pro-
blemas de homofonía y de vaguedad semántica, ya que no marcaba ni distancia
ni persona, desapareció sin dejar rastro en español (García Fajardo 2009:§5.1).
En cuanto a los adverbios, si tomamos como referencia los resultados en
español (17), de los deícticos latinos quedaron, por un lado, hic, hac, h nc y, por
otro, illic, illac, ill nc, étimos de aquí, acá, aquén (17a) y de allí, allá, allén (17b),
respectivamente, lo que nos hace pensar que el latín que se habló en la zona
que luego se llamó Castilla ya utilizaba un sistema binario. Los tres primeros
formaron compuestos con el adverbio deíctico clásico ecce —tardío eccum, vul-
gar *accu, *acce4 (Elcock 1960:91-93; Hamlin, Ricketts y Hathaway 1967:31)—:

4
En occitano, por ejemplo, también se utilizaron, junto a ecce, que sufrió aféresis, las variantes
populares *accu y *acce, como se observa en los adjetivos (e)cce iste > cist, *accu iste > aquest,

147
2.4 adverbios demostrativos de lugar

ecce hic, ecce hac, ecce hinc (18), y los tres restantes quizá se emplearon, como
se afirma tradicionalmente, en complementos con la preposición ad: *ad illic,
*ad illac, *ad illinc —no hemos documentado ejemplos en latín clásico—, como
hizo la fp ad huc, origen del adverbio adhuc, aun en castellano, para manifestar
más claramente el significado de dirección o límite: ‘hasta aquí’ > ‘hasta ahora’ >
‘incluso’ (19) (→ Capítulo 5). Nótese que illic, illac e illinc no señalaban direc-
ción, sino ubicación, vía y origen, respectivamente, pero pasaron a denotarla
gracias a su empleo en el contexto adecuado, esto es, con verbos de significado
direccional (→ Capítulo 11).5

que lo oyan quantos aqui son [Cid, 2032]


(17) a.
¿Do sodes, caboso? ¡Venid aca, Minaya! [Cid, 1804]
Et la parte de los Godos que finco aquen con el rey Philimer [Alfonso
X, Estoria de Espanna, ca. 1270, corde]
b. Alli piensan de aguijar, alli sueltan las riendas [Cid, 10]
alla vaya Álbar Álbarez e Albar Salvadorez, sin falla [Cid, 443]
& fueronse a unos desiertos que auie allen de la Ribera del Nilo
[Alfonso X, General estoria. Cuarta parte, ca. 1280, corde]
(18) Neque dicent ecce hic aut ecce illic ecce enim regnum Dei intra vos
est [San Jerónimo, Vulgata, csl]

*acce iste > aicest; (e)cce ille > cel, *accu ille > aquel, *acce ille > aicels; (e)cce hoc > so, *accu
hoc > aco, *acce hoc > aisso (Hamlin, Ricketts y Hathaway 1967:31-32).
5
Cabría pensar que la a- de allí y de allá no procede de la preposición ad, sino que tiene
su origen en una analogía con los adverbios aquí, acá, aquén y con los adjetivos-pronombres
demostrativos aqueste, aquese, aquel. Incluso podría pensarse en el paso illac > *ellá, con
asimilación de la vocal átona inicial a la tónica, y en el paso illic > *ellí, con una evolución
analógica de la primera vocal, pero, desafortunadamente, no hay pruebas de esa etapa evolutiva
que, de existir, podría haberse considerado intermedia. Si dejamos aparte los casos del Cantar
de mio Cid, los primeros ejemplos de allí, que veremos en el cuerpo del texto en (21), nos llevan
a la Vida de santa María Egipciaca (ca. 1215) y a las obras del Mester de Clerecía (algunas
de Berceo y el Libro de Alexandre), de mediados del siglo xiii, y a la Traslación del Psalterio,
fechada entre ca. 1240 y 1272, de Herman el Alemán o Hermann de Carintia, intelectual
que pasó por la corte de Alfonso X, trabajó en la Escuela de Traductores de Toledo, estuvo
relacionado con el Estudio Palentino y fue obispo de Astorga entre 1266 y 1271 (Valdeón
2003:15, 80, 169; Hernández 1995); en esta traducción del Psalterio no faltan términos tan
marcadamente occitanos, como fascas / fasquas (→ Capítulo 9). Asimismo, los primeros casos
de allá, que veremos en (26), también se encuentran en la Vida de santa María Egipciaca, en
las obras del Mester de Clerecía (algunas de Berceo, el Libro de Apolonio, el Poema de Fernán
González y el Libro de Alexandre) y el poema Roncesvalles (anterior a 1250), que presenta
rasgos navarros —recuérdese la estrecha relación de Navarra con la cultura occitana (Lleal
1990:281)—. En una investigación más profunda sobre la cronología de las variantes del
occitano y su distribución geográfica, que sobrepasa los límites de este capítulo, no habría que
descartar, entre otras opciones, la importancia que pudiera tener la forma con a-, alai ‘allá’,
para esclarecer problemas todavía pendientes de etimología y forma de algunos de los adverbios
demostrativos de lugar en castellano.

148
antecedentes latinos 2.4

‘No dirán “aquí está” ni “allí está” porque el reino de Dios está dentro
de vosotros’
quomodo illac hoc uocor, quia sum; et ecce hac aliud nomen [San
Agustín, De Trinitate, apud Giola 2008:56]
‘como por allá soy llamado esto, porque lo soy; y acá (tengo) otro
nombre’
Et ecce hinc radix alta Christianae humilitatis [Enrico a Sancto
Ignatio, Ethica amoris, I.676b]
‘y de aquí (sale) la profunda raíz de la humildad cristiana’
(19) et erat adhuc impudens [Cicerón, Epistulae ad familiares, csl]
‘y era incluso desvergonzado’
e aun las ferraduras quitargelas mandava [Cid, 1553]

A juzgar por los resultados de las formas empleadas en castellano medieval,


podríamos aproximarnos al sistema del latín hablado que pudo llegar a Casti-
lla (esquema 2 abajo). Sin embargo, como comprobaremos más adelante, otras
lenguas peninsulares muestran más variedad, lo que nos obliga a pensar que
el sistema de ese latín hablado que llegó a la península ibérica era mucho más
complejo.

Esquema 2
Adverbios demostrativos de lugar en latín vulgar
y resultados en castellano medieval

Ubicación Dirección Vía Origen

hic > i, y Deícticos y


*accu hic > aquí *accu hac > acá *accu hinc > aquén anafóricos
*ad illic > allí *ad illac > allá *ad illinc > allén

ibi > i, y inde > ende Sólo anafóricos

El resultado del deíctico y anafórico hic, sin refuerzo resulta especialmente


problemático, ya que coincide formalmente con el de ibi, que era solamente ana-
fórico. Esta es una de las causas del intento de diferenciación del primero y del
triunfo de su variante reforzada *accu hic > aquí, que veremos infra en §2.6.2,
muy posiblemente importada de otra u otras lenguas romances, el occitano o el
catalán, en las que este adverbio, en un principio, se relaciona con el lugar del
receptor (‘ahí’) y después con el lugar del emisor (‘aquí’) (Pérez Saldanya 2012).

149
2.4 adverbios demostrativos de lugar

Se producen llamativos cambios semánticos. Aquí y allí, adverbios que origi-


nariamente indicaban ubicación, soy / estoy aquí; es / está allí, pasan a mostrar
significados de movimiento sin la necesaria presencia de una preposición en los
contextos de dirección6 y ayudados de las preposiciones correspondientes para
marcar el trayecto o el origen (Pérez Saldanya y Rigau 2011:469 n. 19; Pérez
Saldanya y Rigau en prensa): viene (a) aquí, va (a) allí, para indicar ‘dirección’;
voy por aquí, va por allí, para indicar ‘vía’ o ‘trayecto’; sale de aquí, viene de allí,
para indicar ‘origen’. Acá y allá, adverbios que derivan de los que se utilizaban
para marcar el significado de vía, siguen empleándose para este cometido en el
romance de Castilla gracias a la preposición por: se acerca por acá, va por allá,
pero también adquieren, en contextos específicos, el significado de ubicación:
vive acá, vive allá; el de dirección, especialmente cuando se quiere marcar la
progresión: ven (a)7 / hacia / para acá; vete (a) / hacia / para allá; y el de ori-
gen: sale de acá, viene de allá. Para marcar origen, las expresiones de aquí, de
allí, de acá y de allá compiten con las formas —siempre minoritarias— aquén
‘de aquí’ y allén ‘de allí’, muy pronto fundidas con la preposición del sintagma
siguiente, aquen de > aquende y allen de > allende.
Como se aprecia en el esquema 3 abajo, a Castilla llega un sistema latino
vulgar binario integrado por formas relacionadas con las personas primera y
tercera, que sigue evolucionando, ya que tanto la serie en -í, que eran adverbios
de ubicación originariamente, como la serie en -á, que eran adverbios de vía ori-
ginariamente, presentan los cuatro empleos gracias a la ausencia o a la presencia
de las correspondientes preposiciones. También aquende y allende pierden en
determinados contextos su significado de origen y pasan a denotar ubicación, es /
está aquende / allende, dirección, (a)8 aquende / allende, y vía, por aquende /

6
Dejamos la a entre paréntesis porque, si bien no es necesaria esta preposición ante aquí
y allí, se utiliza hasta la fecha en la lengua hablada y desde antiguo en obras en las que no
se cuida excesivamente el estilo: “y esto es de tardar muncho de allí a aquí” (Fray Bartolomé
de las Casas, Historia de las Indias, ca. 1527-1561, España, corde); “Cuando a allí llega...
no se puede vadear” (Fray Bartolomé de las Casas, Apologética historia sumaria, 1527-1550,
España, corde).
7
Tampoco es necesaria la preposición a ante acá y allá, pero se documenta desde textos
medievales muy tempranos, tanto en contextos de significado locativo como en extensiones
metafóricas de sentido temporal, como se aprecia en el primer ejemplo de esta nota, señal de
que esta “innecesaria” a debía estar presente y viva en la lengua desde tiempo atrás: “desde’el
tiempo del Diluuio a acá” (Abraham de Toledo, Moamín, 1250, corde); “porque ay de aquí
donde él agora está a allá más de .800. leguas” (Anónimo, Relación del tercer viaje de Colón,
1498, España, corde).
8
Aunque tampoco es necesaria su presencia, también se documentan usos de la preposición
a ante aquende y allende: “quando pasaron a aquende el mar” (Anónimo, Crónica de 1344,
1344, corde); “E que los moros de la cibdad que quisiesen yr a allende los mandase passar
seguramente” (Diego de Valera, Crónica de los Reyes Católicos, 1487-1488, España, corde).

150
antecedentes latinos 2.4

allende. Los adverbios que sólo tenían, en principio, usos anafóricos: y, ende,
serán analizados infra en §2.6.1.2.

Esquema 3
Adverbios demostrativos de lugar en español medieval

Ubicación Dirección Vía Origen

aquí / acá (a) aquí / acá (por) aquí / acá (de) aquí / acá
/aquen(de) /aquen(de) /aquen(de) /aquen(de)
Deícticos y
anafóricos
allí / allá (a) allí / allá (por) allí / allá (de) allí / allá
/allen(de) /allen(de) /allen(de) /allen(de)

La presencia de aqu- en aquí y en aquende y la de ac- en acá nos lleva de nuevo


a revisar la forma de los pronombres y adjetivos demostrativos, especialmente
la de aquel, aunque también deben ser tenidos en cuenta los antiguos aqueste y
aquese. La hipercaracterización de estos con un adverbio deíctico es clara desde
el latín arcaico: ecce iste, ecce ille en Plauto, pero “la fase final, probablemente
no anterior al fin del período del latín vulgar, es la fusión de las dos partes en
una sola palabra” (Grandgent 1928/1980:70).
El mayor problema consiste en comprobar si el adverbio deíctico reforzador
elegido fue ecce u otro. Ecce parece haber tenido más arraigo en francés, lengua
en la que se produce aféresis: ecce illos > ces, átono, y ceus > ceux, tónico; ecce illui
> celui, ecce illam > celle y ecce illas > celles; ecce istam > cette. Otra posibilidad
es eccum, procedente para unos estudiosos de ecce hum < hunc, y para otros
de ecce eum, adverbio que “habiendo sido olvidado su origen, se usó en el latín
vulgar tardío como sinónimo de ecce” (Grandgent 1928/1980:36). Sin embargo,
para las variantes del español y de otras lenguas románicas habría que pensar
en *accu, con una a- que suele relacionarse con atque o ac (*atque eccum o *ac
eccum), para aquel, aqueste y aquese < accu ille, accu iste y accu ipse, respectiva-
mente (Bourciez 1910:294; Ernout 1914/1953:79; Harris 1978:83-84; Lamíquiz
1988:15), e incluso en *[ákkwe] (Alonso 1943:41-429). Es decir, tendríamos varias
posibilidades con distinto éxito en las diferentes partes de la Romania: *ecceste,
*acceste, *ceste, *eccueste, *accueste, *cueste; *éccelle, *accelle, *celle, *eccúele,
*accuele, *cuelle (Grandgent 1928/1980:71).
Descartada por falta de pruebas documentales la hipótesis del influjo de
atque o de ac, creemos que la a- de *acce puede ser fruto de un proceso de disi-
milación, fenómeno bien atestiguado no solamente en latín vulgar (Lausberg
1963/1965:288) en los pronombres y adjetivos demostrativos, extendido analógi-

151
2.4 adverbios demostrativos de lugar

camente después a los adverbios de esta familia, sino también en romance pri-
mitivo, como en lat. aeramen ‘bronce’ > cat. aram o en lat. ilicina ‘encina’ > cat.
alzina (Moll 1952:93) y en palabras de todo tipo en distintas épocas y zonas de
España como ancina ‘encina’, anganyo ‘engaño’ o avangelios ‘evangelios’ (Pascual
2009:187, 194-195). Si se parte de eccu, tendríamos en latín eccu-iste, eccu-ipse
y eccu-ille. Una primera fase de su evolución daría los resultados [ekwéste],
[ekwése] y [ekwéle], respectivamente, y después [ekéste], [ekése] y [ekéle], con
pérdida de la labiovelar, por lo que sería fácil pensar que o bien se opta por
eliminar la vocal inicial —recuérdese la aféresis en italiano: questo, questa,
codesto, quello, quella, o en francés: ce, cet, cette, ces— o bien por disimilar una
de las tres vocales iguales en la misma palabra; en este caso, la primera, e- >
a-: aqueste, aquese, aquel, como ocurrió también en casos de concurrencia en un
mismo término de tres vocales iguales de la otra serie vocálica, la velar, como
en formosu > hermoso.
Podría pensarse que la a- tiene que ver con el uso en complementos de dirección
de la preposición a, que acaba fundiéndose con el demostrativo, *[a ekél] > [akél],
pero serían contextos demasiado específicos. En nuestra opinión, si no es una
evolución desde ecce, con una extrañísima disimilación de la vocal tónica, sería
más razonable explicar *acce a partir del empleo del adverbio ad en composi-
ción: *adce > *acce. Es un hecho sobradamente conocido que, en compuestos, por
simple fonética sintáctica, el adverbio ad presenta la variante ac ante palabras
que comienzan por c-: ac-cedere ‘aproximarse’, ac-clamare ‘gritar a’, ac-crescere
‘crecer’, ‘añadirse por incremento’, etc. El occitano sirve para probar no sólo un
posible *acce, sino también un posible *accu, tanto por la presencia de la vocal
a- en los resultados, *acce hic > aici y *accu hoc > aquo, como por la vocalización
de la consonante velar de la coda de la primera sílaba: *acce hic > aici, al igual
que ocurrió en el sustantivo acqua > aiga ‘agua’. Asimismo, el rumano prefiere
*acce en los adjetivos demostrativos acest, acel < *acce iste, *acce ille, y *accu
en el adverbio aici ‘aquí’ < *accu hic.
Refuerza nuestra hipótesis de un étimo *acce —y también *accu en otros ca-
sos—, el hecho de que *acce podría haber formado parte del étimo del adverbio
de modo en algunas lenguas románicas: *acce sic > ant. prov. aissi; fr. ainsí; cat.
així. Sin embargo, el italiano cosí remite a eccu(m) sic.
Los resultados con a- relacionados con la primera persona, aquí, acá,
aquen(de), se ven favorecidos por la existencia de a-, de otro origen, en los de
tercera persona, allí, allá, allen(de), formados a partir de *ad illic, *ad illac y *ad
illinc. La presión para una mejor integración paradigmática, usual en muchos
cambios lingüísticos, ha unificado un sistema que seguirá sufriendo cambios,
pero esta vez de otro tipo: la distribución de usos de la serie en -í y de la serie

152
los adverbios demostrativos de lugar en las lenguas romances 2.5

en -á, y la práctica desaparición de aquende y allende en el paso de la lengua


medieval a la clásica.
Fuera de los compuestos que acabamos de mencionar, ecce, eccum o accu, un
“presentador típico de la lengua hablada” (Koch y Oesterreicher 1990/2007:161),
puede seguir vivo durante un periodo más o menos largo de tiempo, como demues-
tra el francés antiguo ez < ecce, el italiano ecco < eccum, el castellano he, ahé, afé <
árabe vulgar hê, culto hâ, el catalán vet ací —con la forma antigua del imperativo
del verbo veure— o el francés voilà ‘he ahí’ / ‘allí’, conocido desde el siglo xv (<
vois là en el siglo xiii). La expresión castellana afé o ahé, también con una a- no
etimológica, quizá analógica con los adverbios demostrativos de lugar que nos
ocupan en este capítulo, se empleaba en principio ante pronombre, sustantivo
o adverbio de lugar y luego sólo en el último caso, prácticamente desusado en el
español clásico, como indica Juan de Valdés en El diálogo de la lengua: “ahé, que
quiere dezir ecce, ya no se usa, no sé por qué lo avemos dexado, especialmente
no teniendo otro que sinifique lo que él” (apud Corominas 1980-1991:s.v. he),
aunque todavía se dice he aquí en todo el ámbito de la lengua española.
El problema fundamental para demostrar fehacientemente el origen y la
extensión de las distintas variantes radica, sobre todo, en dos aspectos: a) que
no disponemos de un número suficiente de textos en latín vulgar que permita
ordenarlas, y b) que para el romance sólo podemos manejar testimonios de lengua
escrita, muchos de ellos copiados con posterioridad. En este capítulo, siempre
que nos sea posible, intentaremos obviar estas dificultades y analizaremos los
ejemplos teniendo en cuenta, en la medida de lo posible, la procedencia del autor,
el lugar de edición o los influjos culturales en las distintas épocas, especialmente
el del occitano y el del gallego-portugués.

2.5. Los adverbios demostrativos de lugar en las lenguas romances

Tomando como base la bibliografía especializada, mostraremos de manera gráfica


las variantes empleadas en algunas lenguas romances (Azevedo 1986/1997:864-
866; Fernández González 1985:424; Hermida 2004:163-164; Meyer-Lübke 1890-
1906/1974:III.531-533; Moll 1952:202-203; Pérez Saldanya y Rigau 2011; Sedano 1999
y Zamora 1960/1974:199, 275, 283-285), como se recoge en el esquema 4 abajo.
El italiano muestra dos sistemas binarios, como se ve en el esquema 5 abajo: uno
en -í, qui, lì, y otro en -a, qua, là, pero en la lengua literaria se documenta también
uno ternario, igualmente con dos series: qui, costí, lì y qua, costá, là.
Los adverbios istic, istuc, istac e istinc, salvo ejemplos aislados en aragonés:
*ad istic > astí ‘ahí’ (Zamora 1960/1974:275), no han dejado rastro alguno en
la Romania.

153
2.5 adverbios demostrativos de lugar

Esquema 4
Adverbios demostrativos de lugar en las lenguas romances

Ubicación Dirección Vía Origen

ecce / *acce / ecce / *accu / eccu /*accu / ecce / *accu / Deícticos y


*accu hic > *acce huc *acce hac > *acce h nc > anafóricos
it. qui port., gall. y it. qua cast. aquén
tosc. chi ast. acó cast. acá port. aquém
rum. aici arag. çó port. cá cat. aquèn(s), acèns
oc. aici oc. aiça ça, çai
fr. iqui, ici, ci fr. ça
cast. ý, aquí cat. çà
cat. ací, aquí
port. aquí,
eiquí, aiquí

eccu istic > istuc eccu istac > istinc


it. costí it. costá
tosc. costì
*ad istic >
arag. astí

*ad illic > *ad illuc > *ad illac > *ad ill nc >
it. lì, lici port. y gall. aló it. là cast. allén
tosc. alì oc. alai, lai, la port. além
cast. allí fr. lai, là cat. allèn(s)
cat. allí cat. lla, allà
port. alí, elí, allí cast. allá
ast. aší port. alá, lá
*accu illuc > *accu illac >
rum. acoló it. colà
port y gall. acolá
cast. acullá

ibi > eo ea inde > Sólo


it. ivi, vi, i it. ne anafóricos
sardo bi prov. en(t), ne
arag. bi, i fr. en(t)
fr. iv, y, i cat. en, ne, n’, ‘n
oc. (h)i cast. ende
cat. hi port. ende
cast. ý, i, a(h)í
port. y, aí,
a(h)í, ehí

154
los adverbios demostrativos de lugar en las lenguas romances 2.5

Nótese la diferencia entre la pronunciación [kwí] del qui italiano y [kí] del
toscano para el adverbio relacionado con la cercanía, además de la presencia de
a- en la variante toscana alì, que no aparece en la italiana lì, pero que permite
defender la hipótesis de una posible aféresis de a- en italiano, tanto si hubiera
existido *ad illic como si a- tuviera otra procedencia. En cuanto a illac, tuvo dos
resultados: illac > là y *eccu illac > colà.

Esquemas 5
Adverbios demostrativos de lugar en italiano

Ubicación Dirección Vía Origen

*eccu hic > qui huc *eccu hac > qua h nc


tosc. chi

*eccu istic > costí istuc *eccu istac > costá istinc
tosc. costì

illic > lì, lici illuc illac > là ill nc


*ad illic > tosc. alì *eccu illac > colà

El rumano, esquema 6 abajo, presenta un sistema binario muy simple, con


una forma en la serie -í, aici ‘aquí’, cuya vocal inicial confirma la teoría del re-
fuerzo con *acce, y otra forma en la serie -ó, acolo, desde *accu illuc, que pierde
el significado de dirección originario y pasa a significar ‘allí’ (Ciovanescu 1958:s.
vv. acolo, aici). Para expresar la dirección se emplean posteriormente încoace ‘a
este lugar’ e încolo ‘a aquel lugar’ (Sedano 1999:440).

Esquema 6
Adverbios demostrativos de lugar en rumano

Ubicación Dirección Vía Origen

ecce / *acce hic > huc hac h nc


aici,ici, ai

istic istuc istac istinc

illic *accu illuc > acolo illac ill nc

155
2.5 adverbios demostrativos de lugar

Frente al rumano, lengua que simplifica al máximo el sistema de adverbios


demostrativos de lugar, el gallego-portugués es la lengua romance que ofrece el
sistema binario más complejo, como deja ver el esquema 7 abajo, ya que, aunque
no se usan en todas las zonas dialectales de esta lengua, ofrece resultados de
las cuatro series: en -í, en -ó, en -á y en -én. La forma aí ‘ahí’ es tardía y, como
en el caso del español, puede ser un contagio de otra lengua romance o una
forma activada desde otra lengua romance, como ya avanzamos e intentaremos
demostrar más adelante.

Esquema 7
Adverbios demostrativos de lugar en gallego-portugués

Ubicación Dirección Vía Origen

*accu hic > *accu huc > *accu hac > *accu h nc >
aqui, eiqui, aiqui acó cá aquén

istic istuc istac istinc

*ad illic > alí, *ad illuc > *ad illac > là, *ad ill nc >
elí aló alá além
*accu illac >
acolá

Coexisten en el portugués y en el gallego actual dos sistemas distintos, uno


binario: port. cá y lá; gall. acá y alá en unas zonas y acó y aló en otras, para
indicar una localización o una dirección vaga, y otro ternario: port. aqui, aí, ali;
gall. aquí, eiquí, aiquí / ahí, ehí / alí, elí, para indicar una localización o dirección
más determinada. Alem de > alende —también graficado alem como alen, alê,
aalê, aalem— se documenta en gallego-portugués desde el siglo xiii y desaparece
en el xv, pero acolá todavía permanece vigente. En gallego actual, las formas de
la serie en -á, preferidas en Pontevedra y Orense, y en -ó, más usadas en el norte
de La Coruña y de Lugo, suelen sustituirse por las de la serie en -í (Azevedo
1986/1997:864-866; Hermida 2004:163-164).
En otras zonas romances de la península ibérica se hallan todavía ejemplos
de adverbios de la serie en -ó: alló y allú en leonés, acó en asturiano y ço en
aragonés (Zamora 1960/1974:199, 275, 283-285). El asturiano moderno dispone
de todos los sistemas que brindaba el latín, con cuatro peculiaridades dignas de
mención: la serie en -í presenta e- como vocal inicial: equí, ehí, ellí; la serie en -á
consta de tres elementos: acá, allá y acullá; la serie en -ó es paralela a esta: acó,

156
los adverbios demostrativos de lugar en las lenguas romances 2.5

alló y aculló; y la serie en -én ha integrado el anafórico ende con el significado de


‘ahí’ (aquende, ende y alluende) (Academia de la Llingua Asturiana 2001:152).
El occitano, esquema 8 abajo, tiene un sistema binario con una serie en á- de
dos miembros, aiça, ça y alai, la, y una serie en -í con un solo elemento, aici.
Esta lengua utiliza aquí, pero como anafórico con el significado de ‘ahí’, por lo
que su etimología no tiene que ver con el adverbio latino hic. En efecto, como
intentaremos demostrar más adelante, el anafórico ý, procedente de ibi, ofrece dos
evoluciones: *accu ibi > aquí ‘ahí’ y ‘allí’ en occitano —‘ahí’ y ‘aquí’ en catalán—, y
*ad ibi > aí ‘ahí’, adverbio anafórico documentado en obras escritas en castellano
medieval que tienen una marcada influencia occitana. Lo más llamativo, como
deja ver el esquema 8 abajo, es que las variantes occitanas ofrecen numerosos
casos con a-, lo que refuerza más la hipótesis de la existencia de *acce en la
lengua latina hablada en algunas zonas de la Romania.

Esquema 8
Adverbios demostrativos de lugar en occitano

Ubicación Dirección Vía Origen

*acce hic > aici huc *acce hac > aiça, çai, ça h nc

istic istuc istac istinc

illic illuc *ad illac > alai, lai, la ill nc

El francés, esquema 9 abajo, también tuvo una serie en -á de dos elementos:


ça, que expresaba movimiento, y là, que podía expresarlo o no. La forma ça per-
dió su significado originario y restringió su uso hasta quedar limitado al estilo
directo, normalmente en posposición a otro elemento: Or ça!, qui ça?, quand ça?,
pourquoi ça? —de qui ça, por etimología popular, se obtiene el adverbio quiçá en
castellano (Espejo y Espinosa 2012:754)—. La serie en í- sólo posee un elemento:
ici, ci. Con el tiempo el francés ha tendido a un sistema trimembre: ici, là y là-bas.
El catalán, esquema 10 abajo, presenta tres series: en -í, en -á y en -èn, con
un problema evolutivo: el anafórico aquí puede significar ‘ahí’ y ‘aquí’. Como en
occitano, el anafórico aquí pasó a utilizarse en los mismos contextos que la forma
deíctica de primera persona ací. La serie en -èn formó un sistema ternario: acèn,
aquèn, allèn, fruto de la analogía con ací, aquí, allí, a veces con la -s adverbial:
acens, aquens, allens (Pérez Saldanya y Rigau en prensa).
Finalmente, el español, esquema 11 abajo, utiliza un sistema binario en el
siglo xiii, con tres series: en -í, en á y en -én. El anafórico ahí, muy posiblemente

157
2.5 adverbios demostrativos de lugar

importado desde el occitano-catalán, fue adquiriendo valores deícticos y llegó a


formar en el siglo xv, más tarde que en catalán, el sistema ternario aquí, ahí,
allí; paradigma ternario, al menos en el sistema abstracto, sin tomar en consi-
deración el uso real en los textos y en la oralidad (véase infra §2.7).

Esquema 9
Adverbios demostrativos de lugar en francés

Ubicación Dirección Vía Origen

*ecce hic > ici, ci huc *ecce hac > ça h nc

istic istuc istac istinc

illic illuc *ad illac > là ill nc

Esquema 10
Adverbios demostrativos de lugar en catalán

Ubicación Dirección Vía Origen

ecce / *acce hic > ací huc ecce/*acce hac > ça ecce / *acce h nc > acèn(s)
*eccu / *accu hinc > aquèn

istic istuc istac istinc

*ad illic > allí illuc *ad illac > lla *ad ill nc > allèn(s)

Esquema 11
Adverbios demostrativos de lugar en español medieval

Ubicación Dirección Vía Origen

hic > ý huc


*accu hic > aquí *accu hac > acá *accu h nc > aquén

istic istuc istac istinc

*ad illic > allí illuc *ad illac > allá *ad ill nc > allén

158
deícticos y anafóricos 2.6.1.1

Aunque el refuerzo más antiguo es el clásico ecce, que prefirió el francés, el


italiano se decantó por *eccu; el occitano parece evolucionar sus adverbios desde
*acce; el rumano y el catalán muestran variantes surgidas desde ecce o *acce,
con algún caso de *accu, y el gallego-portugués y el español desde *accu.
Una vez presentados los paradigmas de varias lenguas romances, cuyo cono-
cimiento creemos necesario para seguir profundizando en aspectos primordiales
de la historia de los adverbios demostrativos de lugar, nos centraremos en el
estudio de las distintas variantes del castellano, incidiendo sobre su origen y
teniendo en cuenta los posibles influjos de otras lenguas.

2.6. Problemas básicos de los adverbios demostrativos de lugar

2.6.1. Etimologías: complejidad y posible influencia de otros romances

Comenzaremos este apartado analizando aquellos adverbios de lugar que mues-


tran comportamientos deícticos y anafóricos, distribuidos por series: en -í, en
-á y en -én, y estudiaremos, en segundo lugar, aquellos que solamente actúan
como anafóricos: los herederos de los latinos ibi e inde. Se percatará el lector
de que no incluimos en §2.6.1.1.1 las formas aquí y ahí, que, a primera vista,
sería lo esperado, porque en este apartado sólo serán analizados los herederos
directos de los latinos hic e illic —aunque mencionemos de paso aquellos—, al
igual que en §2.6.1.1.2 están los herederos de hac e illac y en §2.6.1.1.3 los de
hinc e illinc. Es decir, en estos tres apartados sólo tratamos las formas heredadas
directamente de los sistemas binarios de estas tres series latinas. En §2.6.2 nos
centraremos en aquí y ahí.

2.6.1.1. Deícticos y anafóricos

2.6.1.1.1. Serie en -í: ý, allí

El adverbio latino hic sigue utilizándose en la documentación medieval de la


península ibérica escrita en latín (20a) y da como resultado hi, hy, ý, adverbio
deíctico en textos notariales (20b) y en textos literarios tempranos (20c) de
la Edad Media, como demuestra la concurrencia en los ejemplos de tiempos
en presente y del adjetivo-pronombre demostrativo este-esta, que resaltamos en
cursivas. En el latín de este tipo de documentos, ibi es siempre anafórico, mientras
que hic “suele hacer referencia al lugar en que se está o al documento mismo”
(Martín Criado 1993:773).

159
2.6 adverbios demostrativos de lugar

Sanzo Ferrario hic roboro [Anónimo, Documento de exención y dota-


(20) a.
ción, 929, corde]
in uilla que uozitant Ualdespino, hic in Autero [Anónimo, Documento
de Sahagún, 1074, apud Martín Criado 1999:48]
Qui hic fuerunt presentes [Anónimo, Documento de Santa María de
Otero de las Dueñas, 1158, apud Fernández Flórez y Herrero de la
Fuente 2005:94]
b. E porque este mio donadío sea firme e estable pora sienpre, mando hí
poner en este preuilegio el mío seello de plomo [Anónimo, Privilegio
dado por el rey don Alfonso a Sevilla, 1253, corde]
e nós el conviento del monasterio de Oña otorgamos esta carta, e por
que sea más firme que ningunu non aya poder nunqua de venir contra
est nuestro fecho mandamos ý poner nuestros sellos [Anónimo, Carta
de don Miguel, abad de Oña, 1237, corde]
c. Todos son pagados de las vistas quantos que y son [Cid, 2119]

Los primeros testimonios de aquí (21), dejando fuera el Cantar de mio Cid,9
se encuentran en el Auto de los Reyes Magos y en la Fazienda de ultramar (21a),
obras en las que no faltan rasgos occitanos. La fecha y el tipo de textos10 podrían
hacernos sospechar que aquí se tomó de otra lengua románica, el occitano, posi-
bilidad que sugerimos, con la correspondiente evidencia, infra en §2.6.2. Sea cual
sea su origen, esta forma solucionó los problemas de homofonía que mostraba
el adverbio ý (hi ~ hy) con la conjunción copulativa y, procedente del latín et, y
con el adverbio anafórico procedente de ibi (Espinosa 2008:1254-1255; Malkiel
1964:667; Wright 1982/1989:43). Desde el siglo xiii aquí se documenta ya con
significado temporal (21b).

(21) a. Pus andad i buscad / i a el adorad / i por aquí tornad [Anónimo, Auto
de los Reyes Magos, ca. 1180, corde]
Mios fijos son, quem dio Dios aquí [Almerich, La fazienda de ultramar,
ca. 1200, corde]

9
El Cantar para este problema puede oscurecer los hechos reales de lengua dado que, como
se sabe, se conserva en un codex unicus con una datación aceptada muy posterior, del siglo xiv.
10
Aunque el texto del Auto de los Reyes Magos es de base castellana, no han pasado
desapercibidos los rasgos occitanos que contiene (Ariza 2009:52; Lapesa 1942/1981:200, 1954;
Solà-Solé 1975). En lo que se refiere a la Fazienda de ultramar, se maneja una hipótesis muy
general: la de que pudo haber existido anteriormente un texto latino, lemosín o gascón (Lapesa
1942/1981:233), o una más concreta, que llevaría a un romanceamiento ultrapirenaico, occitano,
del que se hace la traducción al castellano, cuya copia, muy próxima a la fecha del original, se
data en 1220 (Martínez 2002-2004:613).

160
deícticos y anafóricos 2.6.1.1

b. e todo quanto gano depuse e lo que ganara daqui adelante que todo...
[Anónimo, Documento del monasterio de las Huelgas, 1233, apud
Martín Criado 1993:588]

Istic ‘ahí’ no dio resultado en castellano, pero se mantiene en aragonés: astí


‘ahí’. La forma que ocupará el vacío intermedio entre el lugar del emisor y el de
lejanía respecto del emisor y del receptor en el nuevo sistema ternario, ahí, tam-
bién es compleja, especialmente en cuanto a su origen se refiere, ya que podría
haber surgido independientemente en más de una lengua iberorromance en un
periodo tardío o podría ser fruto del contagio por parte de otra lengua romance,
como posiblemente le pasó a aquí, pero, en el caso de ahí, las escasas pruebas
disponibles nos llevan a terreno ultrapirenaico.11 Asimismo, en un principio a(h)í
se emplea solamente con valor anafórico y a partir del siglo xv con deíctico, por
lo que dejamos el análisis de su historia y empleos para el siguiente apartado
(véase infra §2.6.2).
Allí, según la hipótesis más repetida, procedería de *ad illic (Corominas 1980-
1991:s.v. allí; Sánchez Lancis 1990) o bien esa a- sería fruto de una disimilación
vocálica (*ellí > allí) o de una analogía con otros adverbios demostrativos o con
los adjetivos-pronombres demostrativos que comienzan por a-. Presenta tanto
el sentido originario de ubicación (22a) como los de dirección (22b), vía (22c) y
origen (22d) con la ayuda de las correspondientes preposiciones. Es una forma-
ción muy temprana, ya que se pueden rastrear algunos testimonios a principios
del siglo xii, como indica el ejemplo de (22a). Los primeros casos no pertenecen
a sintagmas que indican dirección, por lo que la evolución con una a- romance,
propuesta en algún trabajo (Alvar y Pottier 1983:332), carece, en nuestra opinión,
de sustento. Tardíamente, en el siglo xv, muestra empleos temporales (22e).

et dono vobis quod alli detis et comparetis ubi potueritis [Anónimo,


(22) a.
Fuero del Burgo nuevo de Alquézar, 1114, corde]
Allí piensan de aguijar, allí sueltan las riendas [Cid, 10]
b. mio Çid el de Bivar fasta alli llegó en alcanzo [Cid, 1728]
c. Por do cuida el rey que ayunta los averes, por allí los pierde [Anónimo,
Bocados de oro, ca. 1250, corde]
d. Desd’alli se torno el que en buen ora nasco [Cid, 1730]
e. e que de por la entrada de la dicha confradia media libra de çera o
las valias..., e de ally adelante que non sea mas tenido de pagar en la
dicha confradia [Anónimo, Documento del monasterio de Silos, 1439,
apud Martín Criado 1993:576]
11
Jensen (1986:261, 319) solamente aporta casos de i en occitano medieval: “aquera meitad
que els i avian” ‘aquella mitad que tenían ahí / allí’; “tres nochs i jairem nut” ‘tres noches
dormiremos ahí / allí desnudos’.

161
2.6 adverbios demostrativos de lugar

2.6.1.1.2. Serie en -á: acá, allá, acullá

La serie en -á, frente a la acabada en -í, suele relacionarse con la denotación


de áreas no bien delimitadas, más que con la de espacios puntuales concretos,
pero esta distinción no siempre es palpable en castellano. Acá, procedente de
*accu hac, es un compuesto con hac ‘por aquí’ y se halla en textos del siglo xi
(Corominas 1980-1991:s.v. aquí; Sánchez Láncis 1990:52-56), como el documento
notarial de Santa María del Puerto que incluimos en (23). Nótese que desde
sus primeras documentaciones ha perdido el significado de vía y, con ayuda de
preposiciones, ha pasado a significar ubicación (24a), dirección (24b) y origen
(24c). Asimismo, hemos de señalar que, con el significado de dirección, denota
desde el siglo xiii un uso temporal ‘ahora’ (25), muy frecuente en la lengua me-
dieval. Resaltamos en cursivas en (25) las formas concurrentes que apoyan el
significado temporal de acá.

(23) sid salbum et libertum de aca [Anónimo, Cartulario de Santa María


del Puerto, 1086, corde]
(24) a. mis fijas e mi mugier que las tengo aca [Cid, 1638]
b. los de Borriana luego vengan aca [Cid, 1110]
et de Marmellar ad aca [Anónimo, Documento de la catedral de
Burgos, 1173, apud Martín Criado 1993:560]
c. en tiempo que el rey don Ferrando passó los puertos e de ante e depués
de acá del monte de Aguilar en ayuso fata’l camino que... [Anónimo,
Pesquisa realizada en demanda del concejo de Aguilar, 1257, corde]
(25) & dize que nunca lo dieron, nin en tiempo de la reyna domna Beren-
guella nin después aca [Anónimo, Documento de Carrizo, 1252-1284,
apud Martín González 1999:138]
Desde el tiempo del rey don Alfonsso mio uisauuelo a acá [Anónimo,
Documento de Sahagún, 1255, apud Martín González 1999:138]

Allá se origina en *ad illac, siendo illac el adverbio que señala trayecto o
vía ‘por allá’. Corominas (1980-1991:s.v. allá) lo documenta por primera vez en
el Cid y afirma que “se ha diferenciado siempre de allí por referirse a un lugar
más amplio... o localizado más vagamente. También se nota que la relación de
movimiento a o hacia un lugar se expresa normalmente con allá y raras veces
con allí”, pero este adverbio también perdió muy pronto su significado originario
y adoptó el de ubicación (26a), dirección (26b) y origen (26c).

(26) a. fizo enviar por la tienda que dexara alla [Cid, 624]
b. las moncluras del yelmo todas gelas cortava, / alla levo el almofar,
fata la cofia llegava [Cid, 3652-3653]

162
deícticos y anafóricos 2.6.1.1

c. pues que se tornó de allá... començós a tornar a sus costumbres


malas [Alfonso X, General estoria. Primera parte, ca. 1275, corde]

Acullá podría remitir a *accu illac, compuesto de illac, expresión de la vía


o trayecto en latín, como acabamos de ver a propósito de allá. La etimología
*accu illac podría relacionarse con la del italiano colà ‘en aquel lugar’, de *eccu
illac, según Cortelazzo y Cortelazzo (1999:s.v. colà), pero colà se documenta
tardíamente, en el siglo xiv en alguna obra de Dante, por lo que creemos que
colà se habrá originado en la expresión italiana romance ecco là. Dadas las
fechas tardías de la presencia de colà en italiano, descartamos la hipótesis de
italianismo para el español acullá.
La Real Academia Española en su Diccionario de la lengua española (2001:s.v.
acullá) sigue recogiendo el término acullá con el significado de ‘a la parte
opuesta de quien habla’ y consigna que se usa “en contraposición a adverbios
demostrativos de cercanía, como aquí o acá, y menos frecuentemente a los de
lejanía, como allí o allá, de los que puede ser un intensivo”. Sin embargo, no
es un término muy utilizado (véase infra §2.7), ni existe en castellano desde
los orígenes. En efecto, el rastreo que hemos llevado a cabo a través del corde
pone de manifiesto que también en castellano es un adverbio tardío, ya que no
se registran casos hasta finales del siglo xiii, como se muestra en el cuadro 1
abajo. También Corominas (1980-1991:s.v. allá) lo señala como adverbio tardío
y menciona ejemplos de principios del siglo xiv como: ¿Coydades por aventura
que aquelles que achola estan, en aquella aaz, que vos veñan acorrer acá?, de
la Crónica troyana en gallego, y ¿veo yo acullá estar Esmeré combatiéndose a
pie?, de Otas de Roma, texto leonés.

Cuadro 1
Acullá desde el siglo xiii en textos castellanos

xiii 8
xiv 5
xv 32
xvi 297
xvii 168
xviii 24
xix 144
xx 57

163
2.6 adverbios demostrativos de lugar

Meyer-Lübke (1890-1906/1974:I.306, III.532) hace hincapié en un fenómeno


aparentemente sin precedentes que manifiesta acullá: el paso de o a u en español,
habida cuenta de la existencia de colà en italiano, acolá en gallego y portugués,
o (a)colea en válaco (Cuervo 1886-1994:s.v. acullá), y cita otras voces donde se ha
producido el cambio: mullir, bullir, buñuelo, trujal, cogujado, lucillo o aborujar,
pero, a nuestro modo de ver, cada una de ellas se explica por un motivo diferente.
Puede que la voz acullá se tomara en castellano desde el gallego-portugués
(Corominas 1980-1991:s.v. allá; Sánchez Lancis 1990), lengua en la que habría
testimonios anteriores a los recogidos por Corominas, ya que hallamos ocho casos
de acullá hacia 1275 en la General estoria. Primera parte, no con el significado
originario de vía, sino con los de ubicación y dirección (27). Si se trata de un
término que presta el gallego-portugués al castellano, el problema fonético no es
tal, ya que resulta fácilmente demostrable que la o de acolá se pronuncia más
cerrada en sílaba átona: [akulá]. En gallego la relajación de las vocales átonas
es “mayor que en castellano, aunque menor que en portugués” y esto “determina
confusiones que producen desde los orígenes del idioma formas alternantes”
(Carballo 1976:110-111).

(27) e tod esto assi fue acullá e aquí [Alfonso X, General estoria. Primera
parte, ca. 1275, corde]
mas que las echassen acullá [Alfonso X, General estoria. Primera
parte, ca. 1275, corde]

Alvar y Pottier (1983:332-333) marcan un límite a la vida de este adverbio


cuando comentan que “en tiempos de Correas las cosas ya no estaban muy claras
y ello lo llevó a escribir: «En esta frase son vagos aca y aculla: dize que estuvo
aca i aculla, i que anduvo por aca i aculla» (Arte, p. 340)”, y que su uso decae en
el siglo xviii, aunque haya testimonios actuales: “la voz se perpetuó en cierto
tipo de literatura, en frases fosilizadas o en hablas dialectales (de Santander
y Asturias)”.
En estos sistemas de adverbios de lugar es normal la tendencia al paralelismo,
por lo que no extraña la creación de acullí (28) en el siglo xix, según el modelo
allá-allí, con efecto humorístico.

(28) Aqui habla como catequista, alli como Guardian, acullí como Obispo
[Fray Francisco Alvarado, Cartas críticas del Filósofo Rancio, 1811-
1813, corde]
ni yo estaba aquí, ni allí, ni acullí [Bartolomé José Gallardo, Zapatazo
a zapatilla y a su falso buscapié, 1851, corde]

164
deícticos y anafóricos 2.6.1.1

2.6.1.1.3. Serie en -én: aquén, allén

Aquén se forma desde *accu hinc, siendo hinc el adverbio latino que significaba ‘de
aquí’. Los primeros testimonios se datan en el siglo xiii (29a). Su uso habitual con
un complemento encabezado por la preposición de (29b) produce su fusión
con esta: aquen de > aquende (29c) (Corominas 1980-1991:s.v. aquí; Terrado
1990b:58); en opinión de Sánchez Lancis (1990:161), aquende sería el resultado
de un reanálisis por resegmentación. Como el proceso de cambio en la formación
de palabras es recurrente (→ Capítulo 1), el adverbio aquende vuelve a emplearse
seguido de una frase preposicional encabezada por la preposición de (29d), que
puede elidirse, prueba sin duda de que el adverbio se reanalizó como preposición
desde el siglo xi, tal como se observa en el ejemplo más antiguo (29e), en el que la
a que sigue al adverbio es el artículo femenino. Desde muy pronto se refuerza su
significado originario de procedencia / origen en el compuesto con la preposición
de (29f). Sin embargo, en gallego-portugués “la aglutinación no se ha producido
y sigue diciéndose aquêm ‘do lado de cá’” (Corominas 1980-1991:s.v. aquí).

(29) a. Et la parte de los Godos que finco aquen con el rey Philimer [Alfonso
X, Estoria de España, ca. 1270, corde]
b. a aquen de las alpas que es entre las españas & galljzia [Anónimo,
Crónica de 1344, 1344, corde]
c. ni alende de Taio nin aquende [Anónimo, Fuero de Plasencia, ca.
1300, corde]
d. pixota fresca en Castilla quinse dineros alfonsis, aquende de Duero
vna quarta de mr [Anónimo, Ordenamiento, 1268, corde]
e. et alia menea aquende a nostra casa [Anónimo, Documento de Sa-
hagún, 1057, apud Martín González 1999:61]
f. Ante lo compraredes qe d’aqend vos vayades [Berceo, Milagros,
1246-1252, corde]

El comentario de Gonzalo Correas en su Arte de la lengua española castellana


(1625/1954:342) es particularmente iluminador del doble estatus categorial
de esta forma, y de su par allende, como adverbio y como preposición, ya que,
señala el autor, ambos podían estar seguidos de preposición o carecer de ella (el
resaltado en cursivas y negritas es nuestro): “aquende de la puente, allende del
rrio, ó sin de: aquende el mar, allende el mar”. Este doble empleo está presente
durante prácticamente toda la diacronía del español y persiste hasta la fecha,
como indican los ejemplos de (4) arriba, en la introducción (véase supra §2.1).
Algunos autores, aun reconociendo la fusión de aquén con la preposición de
de la frase preposicional siguiente, insisten en que en la formación de aquende

165
2.6 adverbios demostrativos de lugar

“también pudo haber influencia de ende, como apuntó Correas: de este ende
salieron aquende, allende” (Alvar y Pottier 1983:331-332). A nuestro parecer, y
con base en los datos del corde, es una interpretación carente de fundamento,
aunque casi natural; se trata de una etimología popular de la que han sido
víctimas numerosos autores, desde Menéndez Pidal (1904/1940:§128), pasando
por Hanssen (1913/1945:§623) o García de Diego (1951/1981:393) hasta Cuevas
(2008:83-84), quien, a pesar de manejar la propuesta de Corominas (1980-
1991:s.v. aquí) y de las pruebas textuales, afirma: “nos parece más razonable
suponer una etimología del siguiente tipo: aquende < hinc inde, allende < illinc /
illic inde. Sólo la presencia del adverbio ende en el compuesto justifica la necesidad
de un elemento que constituye el origen / límite de los espacios que señalan
allende y aquende”. Para este investigador, aquende se generaliza entre los siglos
xiii y xv, centuria esta última en la que precisamente retrocede, justo cuando
parece incrementarse el empleo de allende.
Allén (30a) se pudo originar en *ad illinc o directamente desde illinc ‘de allí’  >
*ellén, con una disimilación de la vocal átona inicial o con una a- analógica con la
de otros adverbios y pronombres-adjetivos demostrativos que comienzan por esta
vocal. Al igual que aquén, se funde con la preposición de que encabeza la frase
preposicional que lo sigue: allén de > allende (30b). El nuevo adverbio también
puede utilizarse seguido de un complemento con de (30c). Cuando el complejo
allende de se interpreta como forma encabezadora del sintagma, allende se rea-
naliza como preposición y, en consecuencia, se elide de. Existe documentación
temprana de este reanálisis, ya en el siglo xiii (30d). Allen(de) pierde pronto
en castellano el significado etimológico de origen y este puede hacerse expreso
mediante la preposición de, de allen(de) (30e).

(30) a. passó allén la sierra a agosto coger [Gonzalo de Berceo, Vida de santo
Domingo, ca. 1236, corde]
b. & fueronse a unos desiertos que auie allen de la Ribera del Nilo
[Alfonso X, General estoria. Cuarta parte, ca. 1280, corde]
altera fazola allende, in sulco don Guterre [Anónimo, Documento
del monasterio de Las Huelgas, 1230, apud Martín Criado 1993:571]
c. & enuio allende de los montes por los prelados que fuessen a Roma
[Anónimo, Gran conquista de ultramar, 1293, corde]
d. Otrosi nenguno non aduga su pastor depues que passare el ganado
allende Taio fata su uenida [Anónimo, Fuero de Usagre, 1242-1275,
corde]
e. Et mando a las de Sant Estevan de allende la puente çinco mora-
betinos pora pitançia [Anónimo, Carta de donación, 1285, corde]

166
anafóricos ý y ende 2.6.1.2

Allende aumenta sus usos, especialmente en el siglo xv, porque se utiliza


con otro cometido: el de adverbio aditivo ‘más allá de’ > ‘además’ (31a), y porque
también adquirió función prepositiva con este nuevo significado, gramaticali-
zación que sufrió como consecuencia del reanálisis previo del complejo allende
de como preposición (31b), que tuvo como consecuencia la pérdida de de (31c)
(Espinosa 1995:591-593, 2010:101).

(31) a. y, allende desto, le de el castigo que mereciere [Infante Don Fernando,


Carta al cardenal de Valencia, 1407, corde]
b. Otros verbos allende del acusativo demandan genitivo [Nebrija,
Gramática castellana, 1492, apud Quilis 1980:219]
c. con doscientos de cavallo, allende la gente de la çibdad [Enrique IV, 64]

2.6.1.2. Anafóricos: ý y ende

El adverbio anafórido ibi suele utilizarse en latín clásico con un significado eti-
mológico espacial sin movimiento, pero en el bajo latín reemplazó al adverbio de
dirección eo (Ernout y Meillet 1951:s.v. ibi). En su evolución, pudo haber tenido
una forma *iue antes de dar el resultado medieval ý, con las variantes gráficas
i, hi, hy, hij ya mencionadas (Menéndez Pidal 1904/1940:§128).
Es opinión generalizada que ibi e hic se confundieron en iberorromance
(Corominas 1980-1991:s.v. y) y de ello podría haber pruebas en la documentación
notarial medieval (32), pero recordemos que hic era un adverbio que, además de
deíctico, era anafórico y, en casos de confusión, tanto hic como ibi reaccionaron
y dieron lugar a nuevas expresiones.

coram testes qui ibi adfuerunt [Anónimo, Documento de Sahagún,


(32)
1092, apud Martín González 1999:135]
qui hic fuerunt presentes [Anónimo, Colección documental del mo-
nasterio de Santa María de Otero de las Dueñas, 1158, II.94]

De ibi se conservan distintas variantes en los romances peninsulares: yve en


la Crónica general de España, del navarro García de Eugui, fechada a finales del
siglo xiv; vi y be en zonas de Aragón; e y en la mayoría de los casos (Corominas
1980-1991:s.v. y; Nagore 1986:103-105). Subsiste como tal en la documentación
latina tardomedieval, como se aprecia en (33a). Existen reflejos de ibi desde los
orígenes (33b), pervive durante la Edad Media y todavía encontramos algún
ejemplo en La Celestina (33c). Tiene desde sus primeras documentaciones un
claro valor fórico, como se muestra en (33a-c) mediante el resaltado en negritas

167
2.6 adverbios demostrativos de lugar

del referente. Junto a este uso, desde muy temprano se emplea junto al verbo
haber ya (casi) gramaticalizado (34a), sin referencia anafórica a un lugar pre-
viamente mencionado (Badia 1947:228; Douvier 1978:49-50; Hernández Díaz
2006:§12.6.6; Sánchez Lancis 1990, entre otros), y buena prueba de ello es que
la forma verbal ay se emplea junto al adverbio ý (34b) (véase infra §2.8). Res-
pecto a las causas de la pérdida de este adverbio, además de los problemas de
homonimia con el resultado de hic y con la conjunción copulativa procedente
de et, se han apuntado otras razones: de tipo fonético, como la confusión átono /
tónico; de tipo semántico, como su indefinición de sentido; y de tipo morfológico,
como la lucha con los adverbios allí o allá y posteriormente con ahí.

(33) a. in loco predicto Uilla que uocitant Famete. Uendimus ibi ad


vos uno solare [Anónimo, Documento de Sahagún, 1075, apud Martín
Criado 1999:49]
b. en San Pero de Cardeña í nos cante el gallo [Cid, 209]
c. Entrando Calisto en una huerta empós de un falcón suyo, falló y a
Melibea [Fernando de Rojas, La Celestina, ca. 1499-1502, corde]
(34) a. non a i nada, si uno d’elos non il da sua voz [Anónimo, Fuero de Avilés,
1155, corde]
b. Dan al sennor de infurçion cient maravedis e non ay y otros derechos
[Anónimo, Documento del monasterio de Las Huelgas, 1352, apud
Martín Criado 1993:786]

Al olvidarse el significado etimológico, comienza a utilizarse con la preposición


de: de í (35a), o con la preposición des, con la que se funde: desí (35b), y puede
utilizarse con los significados de ubicación, dirección y vía con las preposiciones
correspondientes (35c).

(35) a. vinieron cavalleros de ý, de la villa [Anónimo, Documento de confir-


mación de una concesión, 1276, corde]
b. fasta Alcalá llegó la seña de Minaya; / e desí arriba tornáronse con
la ganançia [Cid, 478]
c. do elle dixiere, y sea el mojón [Cid, 1912]
los cristianos finados pora ý los llevaron [Anónimo, Poema de Fernán
González, ca. 1250, corde]
por ó ellos andan, que andes tú por ý [Alfonso X, General estoria.
Tercera parte, ca. 1280, corde]

Prueba de su fiel mantenimiento como adverbio anafórico es el hecho de que


allí puede desempeñar las mismas funciones que ý, pero este no se encuentra
nunca en correlación con el adverbio relativo de lugar (d)o, función exclusiva de

168
anafóricos ý y ende 2.6.1.2

allí, como muestra el Libro de la montería: Et deuen tomar tiento alli do enten-
dieren los monteros que (los canes) dexaren (el venado) (apud Douvier 1978:35).
Ende procede del latino inde, mantiene el significado etimológico de origen y
siempre fue tanto tónico como locativo (Badia 1947:85-86). Presenta las variantes
ende, end, ent, en y ne (36a). Desaparece en castellano a partir del siglo xv, casi a
la vez que ý, pero se conserva “en asturiano (con sentido locativo) y en aragonés
(con un uso muy parecido al del catalán)” (Zamora 1960/1974:284-285), si bien
sufre un notable desgaste en estas dos lenguas por el intento de nivelación que
impone el español. Las variantes románicas en, ne o ‘n, como no’n viengo ‘no vengo
de allí’, han sufrido asimilación: nd > nn > n (Badia 1947:33; Moll 1952:202).
En documentación notarial latina medieval se atestigua el simple inde (36a),
pero ya en el propio latín, inde reforzaba el significado de origen con las prepo-
siciones de o ex: de inde, ex inde (Badia 1947:35). En castellano, con de, y así de
ende > dende (36b), documentado con mucha frecuencia con apócope del núcleo
silábico y con o sin ensordecimiento del margen consonántico oclusivo, dend  ~
dent (36c) muy pronto entra en contextos de sentido temporal (36d). Dende
desbanca a ende en el último cuarto del siglo xiii (Martín Criado 1993:671),
pero ende sigue vivo en la expresión por ende, totalmente lexicalizada hoy (37a),
habitualmente con el significado de ‘por ello’, y así conformada desde el más
temprano español medieval (37b).

(36) a. de parte occidentale divergente aquas inter Laco Nigro et Pinzon et


inde terminus de Mortarias [Anónimo, Documento de Sahagún, 937,
apud Martín González 1999:52]
b. et deue cerrar aqueilla abertura que fizo... que la agoa non salga
dende, en manera que pueda fazer daynno [Anónimo, Vidal Mayor,
ca. 1250, corde]
c. ninguno non sea osado de sacar lo dend por fuerça [Anónimo, Vidal
Mayor, ca. 1250, corde]
Dent pora Valençia adeliñechos van [Cid, 2884]
d. e dende adelante que ffinquen... [Anónimo, Documento de Sahagún,
1298, apud Martín González, 1999:138]
(37) a. resultará que, la apariencia, desaparece, y que, por ende, también
las actividades privadas significativas, caen en la condena de la regla
general [Luis Martínez Calcerrada, Independencia del poder judicial,
1970, España, corde]
b. mostrando los miraculos, por en avemos que fablar [Cid, 344]
Por ent, la abbadesa e el consiento, quando uieron [Anónimo, Do-
cumento del monasterio de Las Huelgas, 1210, apud Martín Criado
1993:675]

169
2.6 adverbios demostrativos de lugar

Solamente tres lenguas románicas conservan adverbios anafóricos puros:


el catalán: hy y en (y las variantes contextuales ne, n’ y ‘n); el francés: y y en;
y el italiano: vi, ci y ne (Sedano 1999:436). En español, tanto ý como ende se
sustituyeron por la serie trimembre aquí, ahí, allí o por la bimembre acá, allá
con el auxilio de distintas preposiciones para marcar los diferentes significados.
El sistema final en nuestra lengua ha quedado simplificado al máximo, ya que
consta de una serie de formas que pueden presentar los dos comportamientos:
el deíctico y el anafórico (véase esquema 3 arriba).

2.6.2. La especial complejidad de aquí y de ahí

Llegados a este punto y vistos los problemas de homofonía entre las formas
originadas en hic y en ibi, además de las peculiares evoluciones en occitano y en
catalán, hemos de centrarnos en las formas aquí y a(h)í, porque, como ya dijimos,
estos dos adverbios tienen una especial complejidad etimológica y de datación.
Desde el Cantar de mio Cid aparecen ejemplos de aquí con valor deíctico
(38a) y con valor fórico: catafórico (38b) y anafórico (38c). Esta obra literaria,
que ha llegado a través de una copia muy posterior, nos pone sobre la pista del
uso tardío de aquí en castellano, dato que confirman plenamente los documen-
tos notariales originales, en los que este adverbio no se utiliza con regularidad
hasta finales del siglo xiii (38d).

(38) a. que lo oyan todos quantos aqui son [Cid, 2032b]


assí lo fago yo que aquí estó [Cid, 2854]
b. Quedas sed, mesnadas, aquí en este lugar [Cid, 702]
c. Ellos con los otros vinieron a la cort, / aquí está con mio Cid el obispo
don Jerónimo [Cid, 2511-2512]
d. que aquí estodieran en este monasterio [Anónimo, Documento de
Sahagún, 1291, apud Martín González 1999:55]

No hay testimonios de a quí en los romances peninsulares, por lo que plan-


teamos un latín hablado *accu hic, coincidiendo con Alvar y Pottier (1983:331),
pero no con su explicación de la a-, ya que para estos autores, aquí “procede de
la partícula eccum, convertida en *accu, por influjo probable de a- direccional
(< ad), y del adverbio hic”. En nuestra opinión, aquí, aparte del significado de
ubicación, aparece en contextos que indican tres significados más: dirección, vía y
origen, con ayuda de las correspondientes preposiciones, como se aprecia en (39).

(39) nin cual uino aquí por huesped [gei, 1.221]

170
la especial complejidad de aquí y de ahí 2.6.2

por aquí nos troxieron nuestros graves pecados [Anónimo, Libro de



Alexandre, 1240-1250, corde]
daqui las prendo por mis manos don Elvira e doña Sol [Cid, 2097]

Corominas (1980-1991:s.v. aquí) hace notar que el italiano qui, el portugués


aquí y el castellano aquí no significan lo mismo que el catalán aquí ‘ahí’, el occi-
tano aquí ‘ahí, allí’, o el gallego eiquí, variante “que predomina hoy en el leonés
maragato” con los sentidos de ‘aquí’ y de ‘allí’.
En occitano se llegó al sistema aici ‘aquí’, aqui ‘ahí’ y la, lai ‘allí’; el Dicciona-
rio panoccitano (aa. vv. en línea:s.v. aqui) hace equivaler aqui a los adverbios
franceses là e ici, en ese orden. Por su parte, el catalán medieval tiene ací ‘aquí’,
aquí ‘ahí’ y allí; el Diccionari de la llengua catalana del Institut d’Estudis Ca-
talans (en línea:s.v. aquí) incluye las siguientes acepciones de aquí: 1. ‘en ese
lugar’ y 2. equivalente a ací ‘en este lugar’. A la luz de estos datos, la pregunta
inmediata obligada para el español es: ¿qué origen tendrá este adverbio? Esta
pregunta nos lleva a otra: ¿cuál es el origen de ahí? Veamos.
En occitano y catalán es posible que el adverbio anafórico y, procedente del
latín ibi, comenzara a adquirir empleos deícticos. El occitano optó por la forma
reforzada aqu-í, como los adverbios reforzados con *accu (esquema 12 abajo), y
el catalán, en aquellos dialectos donde no hay un demostrativo específico asocia-
do al receptor o a la proximidad mediata, optó también por esta misma forma,
aquí, en principio con el significado de ‘ahí’ y luego con el de ‘aquí’ (esquema 13
abajo). El esquema 12 abajo debe leerse de la siguiente manera: en occitano, el
latino ibi > y pasó a significar ‘allí’ y ‘aquí’, ocupando primero la casilla de la 3ª
persona y luego la de la 1ª; las flechas indican el desplazamiento de significado
del occitano y. El esquema 13 abajo para catalán, muestra que en esta lengua
los significados del latino ibi > y son ‘ahí’ y luego ‘aquí’.

Esquema 12
Evolución del anafórico procedente del latín ibi en occitano

Deícticos y anafóricos Anafórico


aqu-í ‘aquí’

aqu-í ‘allí’

171
2.6 adverbios demostrativos de lugar

Esquema 13
Evolución del anafórico procedente del latín ibi en catalán

Deícticos y anafóricos Anafórico


aqu-í ‘aquí’

aqu-í ‘ahí’

Aunque pudiera parecer una hipótesis arriesgada, sería posible postular que
aquí podría ser occitanismo en una etapa temprana, con el cambio semántico ‘ahí’ >
‘aquí’ cumplido, aunque siga manteniendo los dos significados. Esta hipótesis
se sustenta no sólo en la forma: los varios problemas fonético-morfológicos ya
examinados, sino también en la datación: las no tempranas, o “tardías”, fechas
de aparición en los textos iberorromances. Veamos. En occitano se obtuvo el
sentido de ‘proximidad al emisor’, ‘aquí’, desde el de media distancia, ‘ahí’, en
contextos favorables al cambio, como se observa en diversas obras tempranas:
a finales del siglo xii en un texto de Bertran de Born, Mon chan fanis ab dol et
ab maltraire, en cuyos versos 68 y 69 se puede leer: e Flandres de Gan / d’aquí
a Guizan (Paden 1998:201); en el Roman de Flamenca, del siglo xiii, en versos
como el 2948: Per aquí mos amix vengues, que traduce Covarsí (2010:193) como
Venid aquí a mis brazos, bello amigo; en cartas provenzales antiguas: el casal
d’aiqui meteis detrás lo castell, que Jensen (1986:139) recoge de Brunel (1962)
y traduce como and the farm-house right here behind the manor; y en algún
ejemplo que ofrece Guilhem Anelier, trovador del Languedoc, en el poema épico
La guerra de Navarra, que ha llegado a través de un manuscrito de finales
del siglo xiii, obra de la que existe una edición trilingüe —occitano, castellano
y vasco— (Berthe, Ciérbide, Kintana y Santano 1995:223): Ladoncs diss l’un
a l’autre: “—Aquí fa mal estar”, verso 68, traducido como entonces se dijeron
unos a otros: “No podemos permanecer aquí”. Poco después, en una traducción
catalana del Evangelio según san Juan, anterior a 1310, volvemos a encontrar
aquí con el mismo significado que en el texto castellano (Riiho y Eerikäinen
1993:168): E d’aquí avanti, vós lo conexerets e veurets aquell, correspondiente
a e daqui adelantel connoçredes, e uiestes le.
Ahí presenta muchos más problemas. Podría pensarse que es una creación
propia del castellano y del gallego-portugués, lenguas que formaron un sistema
paralelo al de los pronombres y adjetivos demostrativos aqueste, aquese, aquel,

172
la especial complejidad de aquí y de ahí 2.6.2

y así se pasaría de un sistema de adverbios demostrativos de dos elementos,


aquí y allí, a un sistema de tres: aquí, ahí y allí. Sin embargo, por un lado, este
sistema no se consolida hasta el siglo xv y, por otro, los primeros testimonios
de ahí en textos castellanos, todos con valor anafórico, parecen apuntar en otra
dirección.12 Como señalamos en páginas precedentes, la Vida de santa María
Egipciaca es una traducción de un texto galo con claros rasgos aragoneses y los
del Mester de Clerecía están influidos por el occitano y han llegado a nosotros
en copias posteriores. Por ejemplo, el Libro de Apolonio, de limpia impronta
aragonesa, del que mencionamos un ejemplo en (40a), se conserva en una copia
del siglo xiv. Pascual (2010:38-41) analiza la cuestión de las copias llevadas a
cabo en el siglo xiv, o con posterioridad a este, de una serie de obras medievales,
entre ellas las dos que acabamos de mencionar, y observa “una aversión al adv.
ý en el siglo xiv y la preferencia por el novedoso ahí” (las cursivas del adjetivo
son nuestras), de donde se puede deducir que, como no hay casos fidedignos de
a(h)í en el castellano del siglo xiii, y que gracias a los corpus “ya no se admite
de entrada que ahí llevaba ya una vida normal en el siglo xiii”, no es posible
sostener el influjo del sistema trimembre de los adjetivos-pronombres demos-
trativos ni es posible hablar de una continuación del uso de este adverbio desde
época preliteraria. Obsérvese cómo ahí ha alcanzado el empleo deíctico bastante
más tarde, en el siglo xv (40b).
Una posible pista sobre el lugar en el que pudo originarse ahí —hipótesis
algo provisional por ahora, a falta de más pruebas documentales antiguas— se
halla en dos fragmentos del catalán de la zona pirenaica fechados en el siglo
xii: Ahí ilex tras-ne.i. libre que vene .lx. sol (Primers textos, 68) y Ahí ilex les
conamines que ssolien laurar (Primers textos, 69),13 ambos de la obra Greuges
dels homes de Sant Pere de Graudescales, unos agravios feudales localizados en
el Solsonès, en La Vall d’Ora. Es un hecho sobradamente conocido que la mayoría
de los textos escritos en catalán antiguo fue redactada en la zona de los Piri-
neos (Rabella 2011:724-725), pero este dato no es suficiente para ahondar en el
origen y en la difusión de esta variante del adverbio demostrativo de lugar que
marca la media distancia. De mayor peso, incluso, nos parece que, a principios
del siglo xiv, se utilice con llamativa frecuencia aí ‘ahí’ en una obra escrita en
castellano pero atribuida al mallorquín Ferrand Martínez, el Libro del caballero
Zifar (1300-1305), donde “hay bastantes catalanismos o limosinismos” (González

12
Pérez Saldanya y Rigau (2011:470-471) defienden el uso de ahí como castellanismo en
catalán, con un uso esporádico en los siglos xvi y xvii en esta lengua para marcar media
distancia.
13
Manuel Pérez Saldanya (comunicación personal) nos ha proporcionado esta valiosa
información. Los ejemplos están extraídos del Corpus Informatizat del Català Antic (cica).

173
2.6 adverbios demostrativos de lugar

Muela 1977:287), como el adverbio çertas, el diminutivo -et(a), sustantivos como


bejaire ‘semblante, apariencia’, etc.
Respecto a la a-, buena parte de los ejemplos de mediados del siglo xiii muestra
este adverbio con verbos del tipo venir y tornar, de donde se podría colegir una
posible fusión de la preposición a con el adverbio en complementos de dirección:
venir / tornar a í > aí, forma que luego se habría utilizado con el significado de
‘ubicación’ (mantener / morar ahí) y de ’trayecto’ (ir por ahí). De todas formas,
no hay que descartar la explicación por analogía: si se va integrando paulatina-
mente en un sistema con dos formas con a-, aquí y allí, es posible que la fuerza
paradigmática contribuyera al cambio.

(40) a. en Alesandria era venida, ahí mantenié aquesta vida [Anónimo,


Santa María Egipciaca, ca. 1215, corde]
Con esto Antinágora fuese para su posada... / Quantos ahí vinie-
ron & a ella entraron, / todos se conuertieron, todos por tal pasaron
[Anónimo, Libro de Apolonio, ca. 1240, corde]
b. ¿Quién anda ahí? [Fernando de Rojas, La Celestina, ca. 1499-1502,
corde]

En perspectiva teórica y tipológica, suelen dar problemas los adverbios rela-


cionados con la segunda persona, con el lugar del receptor (Nilsson 1984:236).
En algunas lenguas pueden confundirse los adverbios de primera y segunda
persona, como hizo el catalán, mientras que en otras es normal que lo hagan
los de segunda y tercera, como ocurrió en occitano. La distinción entre ací
‘aquí’ y aquí ‘ahí’ es aparentemente perfecta en el catalán medieval, pero en la
lengua moderna se ha difuminado hasta confundirse los conceptos de ‘aquí’ y
de ‘ahí’ en una sola forma, que en unos dialectos es ací y en otros es aquí (Moll
1952:202-203).14
Lo contrario —y esperado— fue lo que ocurrió en italiano, lengua que poseía
dos adverbios anafóricos a partir de los latinos ibi e inde (esquema 14 abajo), (i)vi
para expresar ubicación y dirección, y ne para expresar origen, respectivamente.
Sin embargo, ivi, que sólo deja rastro en la lengua literaria, se vio desbancado por
ci, en principio con el significado de ‘proximidad’ sin movimiento, frente a (i)vi
‘lejanía’, y luego con el de movimiento, como en essi ci vengono ‘vienen acá’ y
otro más abstracto, como en ci penso ‘pienso en esto’ (Lausberg 1962/1966:201).
14
Manuel Pérez Saldanya (comunicación personal) nos señala que la diacronía es algo más
compleja de la indicada en la gramática catalana de Moll (1952), ya que los dos conceptos
se confunden en aquí en los dialectos que han perdido la forma ací. En valenciano, donde se
mantiene ací, no se confunden, ya que aquí ha sido reemplazado por el castellanismo ahí, de
manera que el sistema del valenciano es: ací / ahí / allí (o allà), frente al catalán general con
sólo dos grados: aquí / allí (o allà).

174
la especial complejidad de aquí y de ahí 2.6.2

El origen de ci ha de buscarse en la forma deíctica y anafórica latina hic, que,


reforzada con ecce, *eccu hic, dio qui ‘aquí’, y reforzada con ecce, *ecce hic, dio
ci, forma que logró integrarse en el grupo de los adverbios anafóricos. Veamos
el proceso en el esquema 14 abajo; puede verse en él que en italiano la forma
procedente de ibi es el adverbio anafórico para los deícticos de 1ª y 2ª personas,
mientras que el de inde sólo sirve para tercera.

Esquema 14
La evolución de ci en italiano: deixis-anáfora > anáfora

Deícticos y anafóricos Sólo anafóricos

hic *eccu hic > qui


*ecce hic > ci →→ →→→ ci

istic (i)vi < ibi


illic ne < inde

Dado el resultado italiano ci [ í], quizá no sería descabellado pensar en una


fase previa [kí], sin palatalización de la consonante velar, de la que se formaría
[a-kí] en varias lenguas romances, e incluso cabría la posibilidad *acce hic, que
daría lugar directamente a aquí, primero en occitano y luego en otras lenguas
de su entorno.
En el siglo xiii, el adverbio catalán aquí comienza a adquirir valores deícti-
cos en determinados contextos, por lo que de un sistema binario se pasa a un
sistema ternario: ací, aquí, allí, como se muestra en la esquema 15 abajo. Pérez
Saldanya (2012) menciona dos tipos de causas para esos primeros indicios de
deixis ternaria del siglo xiii y para la abundancia de ejemplos en el xiv: la pre-
sión paradigmática y los factores contextuales.

Esquema 15
Adverbios del catalán en el siglo xiii

Deícticos Anafóricos

ací
aquí

allí hi

175
2.6 adverbios demostrativos de lugar

El proceso de adquisición de una forma adverbial con referencia a una segun-


da persona tarda más en castellano y en portugués (véase el sistema del siglo
xiii en el esquema 16 abajo), lenguas en las que hasta el siglo xiv no se hallan
casos de ahí con valor anafórico (Martín Criado 1993:787), como se muestra en
el esquema 17 abajo, y no adquiere el valor deíctico ni llega a formar parte de
un sistema ternario (aquí, ahí, allí, deícticos y anafóricos) hasta el siglo xv, con
la consiguiente pérdida del anafórico ý, como vemos en la esquema 18 abajo.
Creemos que es razón suficiente para defender una formación general románica
con éxito antes en occitano y una difusión posterior a través de determinadas
tradiciones discursivas.

Esquema 16
Adverbios del castellano y del portugués antiguo

Deícticos y anafóricos Anafóricos


cast. y port. aquí
cast. y port. i, y
cast. allí, port. alí

Esquema 17
Adverbios del español del siglo xiv

Deícticos Anafóricos
aquí
ahí
allí ý

Esquema 18
Adverbios del español del siglo xv

Deícticos Anafóricos
aquí
ahí
ahí
allí (ý)

176
la especial complejidad de aquí y de ahí 2.6.2

Además de las dificultades que supone rastrear el origen de los castellanos


aquí y ahí, este segundo adverbio —y en alguna medida también aquí en occita-
no— plantea otro problema en su diacronía, a saber, que se documenta primero
como anafórico y despúes como deíctico (véase infra §2.10.1), por lo que parece
contravenir la evolución más común, ya señalada, de las lenguas naturales de
deixis > anáfora. En defensa de la hipótesis del paso anáfora > deixis en ahí
—y también en aquí en occitano— puede añadirse la evidencia del asturiano,
lengua en la que ende, procedente del latín inde, adverbio anafórico, también
desarrolló empleos deícticos que todavía siguen vigentes. En el Informe sobre
la llingua asturiana (1995/2002) se reconoce el uso de ende con el significado
de ‘ahí’: la xente ta per ende ‘la gente está por ahí’.
Para el valenciano, variante del catalán, ay (moderno ahí), Badia (1947:91)
afirmaba que “sin duda alguna se trata de composición con la preposición a”,
pero esto no sucedió en castellano, a pesar de la opinión de Corominas (1980-
1991:s.v. ahí) de que “la adición de a- es romance y este elemento, carente de
valor significativo, sólo sirvió para ampliar el cuerpo del vocablo”, ni tampoco
en latín, ya que no hemos documentado ningún ejemplo con ad ibi; de hecho,
tampoco sucede en catalán general, donde el anafórico hi nunca se usa, ni usó,
precedido de preposición. La asociación con la preposición a posiblemente se
deba a que con frecuencia se emplea en sintagmas que indican dirección, como
se aprecia en los ejemplos anafóricos de (41).

E levaron el su cuerpo a Alexandria... E acercaron-se aý muchos


(41)
sabios [Anónimo, Bocados de oro, ca. 1250, corde]
Venién aý de Castro unas buenas conpañas [Anónimo, Poema de
Fernán González, ca. 1250, corde]

A finales del siglo xv —y Nebrija es testigo en su Gramática (1492/1989:209),


“Las significaciones de los adverbios son diversas: de lugar, como aquí, aí, allí”—,
el español cuenta con un sistema ternario como el de los adjetivos y pronom-
bres demostrativos este, ese, aquel. En general, como hemos podido apreciar, las
lenguas tienden a pasar de un sistema ternario a otro binario con pérdida de
elementos relacionados con la segunda persona, el lugar del receptor. No obstante,
como sucedió en castellano, se puede volver al ternario con el paso del tiempo.
Esas formas ya no son las mismas, dado que, desde el punto de vista semántico,
algunos adverbios de ubicación pueden ofrecer significados de movimiento, o
algunos de movimiento pueden manifestar comportamientos propios de los de
ubicación en los contextos adecuados, y —lo que resulta más llamativo— algunos
elementos anafóricos se convierten en deícticos.

177
2.7 adverbios demostrativos de lugar

2.7. El sistema de adverbios demostrativos de lugar.


La evidencia de la frecuencia de empleo

Los adverbios demostrativos del español, analizados en el apartado precedente


en sus relaciones paradigmáticas, en su significado y en su funcionamiento en
el sistema abstracto, adquieren una nueva dimensión cuando se examinan a la
luz de sus frecuencias relativas de empleo en los textos, ya que la frecuencia de
uso puede esclarecer varios de los aspectos problemáticos antes señalados, puede
mostrar con precisión cuáles son los adverbios que tomaron verdadera carta de
naturaleza en la lengua española y puede informarnos de cuáles son los más
estables y cuáles han tenido cambios diacrónicos y dialectales importantes. Ese
es el objetivo de este apartado: analizar el sistema de adverbios demostrativos
de lugar tomando como base su empleo real en los textos.
Es un hecho ampliamente señalado que la frecuencia de uso incide en el diseño
de las gramáticas, esto es, que la frecuencia es un síntoma de cómo se cons-
truye la gramática (Bybee 2010:33-37, 105 ss.; Company 2005a; Du Bois 1985;
Haiman 1994, y varios de los trabajos reunidos en Bybee y Hopper eds. 2001).
La frecuencia puede predecir, en principio, la estabilidad o inestabilidad diacró-
nica de una forma o construcción, puede mostrar con precisión las posibilidades
gramaticales de esta y puede dar indicios de sus capacidades para operar o no en
niveles extraoracionales. Es sabido que existe una relación inversamente propor-
cional entre frecuencia de empleo y peso del contexto y del significado pragmá-
tico, ya que, a mayor frecuencia, la forma se libera o emancipa de los contextos
originarios, por ello se generaliza y aparece en muchos y diversos contextos, por
lo que será la forma convencional y obligatoria en una comunidad determinada
y, dada su generalización, suele ser poco apta para explotación pragmática.
Por el contrario, a menor frecuencia, mayor peso pragmático, porque la forma
tendrá mayores posibilidades de ser empleada en contextos particulares y de
ser explotada por los hablantes para fines discursivos y pragmáticos. En otras
palabras, las estructuras muy frecuentes no se prestan con facilidad a explotación
pragmática, o estilística, que es siempre altamente dependiente de contextos
discursivos específicos, y, en contrapartida, las formas o estructuras muy poco
frecuentes son ideales para explotación pragmática (Company 2005b). Los ad-
verbios demostrativos de lugar muestran cabalmente esta dinámica.
Para examinar el comportamiento diacrónico frecuencial de los adverbios
demostrativos de lugar en los textos, hicimos una búsqueda en el corde de los
siete adverbios demostrativos de lugar, ý, aquí, ahí, allí, acá, allá y acullá, en
tres cortes cronológicos, los mismos que corresponden al corpus base, siglos xiii,
xvi y xix, en la segunda mitad de cada siglo, con un intervalo de 300 años: 1250-
1299, 1550-1599 y 1850-1899. Para el siglo xix, como es lógico, ya no buscamos

178
sistema de adverbios demostrativos de lugar. frecuencia de empleo 2.7

el adverbio ý. La búsqueda fue realizada en cualquiera de las posibles grafías


de estos adverbios, considerando en todas ellas la presencia o la ausencia de
tilde, y discriminamos, con base en una lectura rápida de las concordancias, los
casos de homografías de los adverbios ahí, allá e ý con otras formas; por ejemplo,
ay ~ ai, ‘ahí’ y ‘hay’; alla ‘allá’, ‘haya’, ‘halla’ o ‘a la’ (preposición y artículo); y,
conjunción copulativa y adverbio de lugar. Para el siglo xxi, hicimos una bús-
queda en el crea de los seis adverbios vigentes en el español actual, aquí, ahí,
allí, acá, allá y acullá, en los años 2000-2001 en cuatro países, España, México,
Argentina y Uruguay. La razón de buscar en estos cuatro países tiene la finalidad
de observar diferencias dialectales entre España, el país en el que se origina la
lengua española y corresponde al español del continente europeo, y América,
en dos puntos dialectales: México, el país hispanohablante situado más al norte
del continente americano, y Argentina y Uruguay, los dos situados más al sur,
además de que estos dos países conforman una zona dialectal común, español
rioplatense,15 con mínimas diferencias lingüísticas entre los dos.
El cuadro 2 abajo muestra el sistema de adverbios demostrativos en cuatro
siglos, con el total de documentaciones que arrojan los dos corpus electrónicos
arriba mencionados para esos cuatro periodos. Dado que cada siglo constituye
un cien por ciento en sí mismo, no afectan, para el análisis de este cuadro, las
diferencias de números de documentos existentes entre periodos y países en
esos dos corpus electrónicos. Cuando sea necesario, comentaremos la relación
entre ocurrencias y número de documentos, ya que también hicimos ese control.

Cuadro 2
Frecuencias de uso de adverbios demostrativos de lugar en los textos

Ý Aquí Ahí Allí Acá Allá Acullá Total

xiii 25% 28% < 1% 40% 3% 3% < 1% 14550


xvi < 1% 32% 3% 48% 8% 9% < 1% 78778
xix 42% 7% 34% 4% 12% < 1% 47998
xxi 34% 21% 26% 2% 17% < 1% 10300

El cuadro revela varios hechos interesantes sobre el comportamiento de los


adverbios demostrativos de lugar en el uso real. 1. Que el adverbio más usado
en promedio a lo largo de toda la historia del español ha sido allí y, de hecho,
es el que siempre arroja mayor empleo en un menor número de documentos
15
Como se sabe, el español rioplatense en Argentina corresponde sólo a Buenos Aires, tanto
provincia como Capital Federal; los datos de Argentina que expondremos representan este
dialecto ya que casi la totalidad de documentos del crea procede de esta zona geográfica en
aquel país.

179
2.7 adverbios demostrativos de lugar

tanto en el corde como en el crea, lo cual significa que es el adverbio con la


menor dispersión documental y por tanto que tiene la proporción de uso por
documento más alta. Por ejemplo, en el siglo xiii, allí arroja 5 787 casos en 127
documentos, mientras que aquí tiene 3 601 ocurrencias en 366 documentos, esto
es, aquí tiene menos casos en más documentos, independientemente de cuál sea
el universo de palabras de cada uno de los documentos; igualmente en el siglo
xvi, allí arroja 38 044 casos en 1 158 documentos, pero aquí tiene 25 104 casos en
1 510 documentos, de nuevo, bastantes menos casos que allí en más documentos.
Las proporciones se mantienen similares para otros siglos. Lo anterior se debe,
en nuestra opinión, a dos hechos: por una parte, a que los textos del corde, y
en menor medida del crea, propician allí porque son básicamente narrativos
y el narrador se sitúa en la distancia por lo general, de manera que allí es la
forma ideal para expresar esa distancia, y, por otra, a que este adverbio puede
funcionar como fórico mucho mejor que aquí, que es, esencialmente deíctico, y
la lengua escrita contiene un mucho mayor número de expresiones fóricas, pues
deja aflorar la oralidad con dificultad, dificultad que se incrementa cuando se
trata de manifestar actos de habla deícticos.
2. Que los ejes del sistema de adverbios demostrativos son aquí y allí. De
hecho, a partir de los datos del cuadro 1 arriba, se ve que ellos dos juntos cubren
en promedio 75% del total de los usos de los siglos xiii al xix, mientras que el
25% restante está repartido entre las otras cinco / cuatro formas con equilibrios
distintos según las épocas. El cuadro 3 abajo presenta aquí y allí en oposición al
resto de adverbios y hace evidente que el español, al menos en el uso, en la lengua
escrita recogida en el corde, ha sido siempre un sistema binario y no ternario.
Es más, el sistema de adverbios demostrativos de lugar no sólo es básicamente
binario en el uso real de la lengua, sino que reforzó esa dualidad en la diacronía,
ya que aumentó de manera considerable al comparar el siglo xiii con el xvi, 68% >
80%, para luego disminuir ligeramente en el xix, aunque la comparación del
primero con el último corte cronológicos confirma el afianzamiento del sistema
binario en uso: 68% > 76%. Por lo tanto, la lengua española creó un sistema
ternario en el sistema, como vimos en el apartado anterior (supra §2.6), pero en
su uso real se ha comportado siempre como binario.

Cuadro 3
Aquí + allí vs. resto de adverbios demostrativos de lugar: xiii-xix

Aquí + Allí Resto


xiii 68% 32%
xvi 80% 20%
xix 76% 24%

180
sistema de adverbios demostrativos de lugar. frecuencia de empleo 2.7

3. Que la serie en -í ha sido muchísimo más empleada que la serie en -á en


todas las épocas y países (véase infra §2.7.1). De hecho, en promedio, grosso
modo, aquella cuadruplica a esta en los cuatro siglos considerados en el cuadro
2 arriba: serie en -í, 84% (128 030/151 626), serie en -á 16% (23 596/151 626),
pero estos datos distorsionan hasta cierto punto la oposición de las dos series
porque incluyen el adverbio ý, que casi ha desaparecido en el siglo xvi. Si elimi-
namos las algo más de 3600 ocurrencias de este adverbio, las proporciones no se
alteran casi nada; es decir, que incluso eliminando ý —que, en realidad, no
pertenece propiamente en funcionamieto a la serie de -í porque tuvo siempre
un comportamiento aparte (véase supra §§2.6.1.1.1, 2.6.1.2, infra §2.8)—, se
mantiene con mínima variación la frecuencia relativa de empleo de una y otra
serie: 81% de -í (123 606 casos) vs. 19% de -á. En suma, la serie en -í ha sido la
básica en todos los tiempos para codificar relaciones espacio temporales deícticas
mediante estas formas adverbiales.
4. Que la muy baja frecuencia inicial de ahí, un escaso 0.26%, es síntoma
de que ahí entró mucho más tardíamente al castellano que los otros adverbios
de la serie en -í. Si no fue un cambio común a varias lenguas vecinas, activado
quizá desde otra lengua romance, en una especie de convergencia comunicativa
(Otheguy 1995), de lo que no tenemos pruebas fehacientes, podríamos pensar que
es un caso de difusión de una forma utilizada en una lengua hablada en alguna
zona, no castellana, de los Pirineos, como ya dijimos supra en §2.6.2, pero han
de buscarse nuevas evidencias. Es decir, su escasísima frecuencia de empleo en
el siglo xiii —cuando ya los otros adverbios en -í gozaban de plena vitalidad—
sugiere con bastante fuerza que ahí no es una forma castellana genuina. En
efecto, el cuadro 2 arriba muestra que hace irrupción en los textos del corde
con una tímida presencia en el total de adverbios demostrativos de lugar en el
siglo xiii y va aumentando paulatinamente en el tiempo: siglo xiii, menos de
1% > xvi 3% > xix 7%, pero siempre con escasa frecuencia en el conjunto de la
serie en -í, hasta llegar a una presencia muy importante, 21%, en el siglo xxi
en los documentos contenidos en el crea.
La continuada escasa frecuencia de ahí así como su “brusco” aumento en el
español actual son, en nuestra opinión, indicativos de cinco hechos dignos de
ser comentados: a) que ahí no entró “para” generar un sistema ternario, más
equilibrado y en paralelo respecto del sistema de adjetivos-pronombres demos-
trativos, como se ha dicho en la bibliografía, o si entró, como en efecto ocurrió,
no hizo mella en el uso real de la lengua, no en la escrita, al menos; b) que la
incorporación de ahí al sistema no equilibra el debilitamiento y pérdida de ý
como adverbio pleno, como también se ha dicho en la bibliografía; c) que el brusco
incremento de uso en el siglo xxi se puede deber, como creemos, no a un aumento
en la lengua actual sino al hecho de que el crea incorpora muchos documentos

181
2.7 adverbios demostrativos de lugar

orales y a que la literatura de este siglo recrea y reproduce la oralidad mucho


más fielmente que en etapas precedentes, de manera que es posible que ahí
hubiera gozado de plena productividad en la lengua hablada desde centurias
antes, casi desde su entrada al español, cosa que nunca sabremos y que, por otra
parte, no parece muy probable; de hecho, en los textos que están más próximos
a la oralidad, a la cercanía comunicativa, como son los documentos de archivo
y cartas novohispanas de los dlne, analizados en el corpus base, tampoco es
frecuente ahí: 4% en el conjunto de adverbios demostrativos de lugar en el siglo
xvi en esa colección documental; d) que la gramática y, sobre todo, sus dinámicas
de cambio tienen, cosa sabida, una gran dependencia del soporte textual de ma-
nifestación, de los géneros literarios vigentes en las distintas épocas, así como de
las modas literarias y de los temas tratados en esas obras; y e) que las fuertes
diferencias en la frecuencia de empleo entre los diferentes adverbios demostra-
tivos de lugar, debidas en buena parte, como creemos, a que la lengua escrita
no propicia expresiones deícticas, lleva a plantearse la compleja relación entre
escritura y oralidad, sobre todo el problema de las diferencias y semejanzas que
ambos registros debían tener en periodos antiguos de la lengua (→ Capítulo 6)
(→ Capítulo 7) (→ Capítulo 21), problema este que excede por completo los
alcances de este capítulo.16
La inserción de ahí permitió, sin duda, crear un paradigma ternario en el
sistema e integrar mejor las similitudes semánticas entre estos adverbios y sus
correlatos demostrativos adjetivo-pronominales. Pero, sobre todo, a nuestro pare-
cer, posibilitó tener en el español un adverbio de referencia muy amplia, vaga, e
incluso imprecisa, ni próxima ni distante al ‘yo’, una suerte de adverbio comodín,
un adverbio demostrativo general, que puede acercarse al ‘yo’ y distanciarse de
él, referir al ‘tú’ y no referirlo, y que, en consecuencia, es muy útil para que el
hablante mantenga en la imprecisión que él desea la entidad, espacio o tiempo
referidos mediante ahí. Prueba de ello es que el adverbio ahí construye una gama
de contextos espacio temporales muy amplia, tanto fóricos como deícticos, por lo
regular de referencia locativa o temporal general y muy poco precisa, como se
aprecia en (42a), mientras que son mucho menos comunes los empleos de ahí
como los de (42b), con referencia específica y/o dirigida claramente al receptor.
Y prueba de esta cómoda e imprecisa vaguedad referencial es que el adverbio
ahí selecciona en no pocas ocasiones la preposición por, en frases casi hechas
(42c), con la cual más que indicar una vía o ruta precisa, se indica un trayecto,
espacial o temporal, vagamente delimitado porque el hablante no sabe con

16
Cf., entre otros, los trabajos de Biber (1995), Bustos (1993), Cano (2003), Company (2008,
2012), Koch y Oesterreicher (1990/2007:cap. 1), López Serena (2007), y los trabajos reunidos
en Oesterreicher, Stoll y Wesch (eds.) (1998), en Jacob y Kabatek (eds.) (2001) y en Kabatek
(ed.) (2008).

182
sistema de adverbios demostrativos de lugar. frecuencia de empleo 2.7

precisión el referente denotado o, casi siempre, porque no está interesado en


realizar precisión o delimitación alguna.

(42) a. —¿Dónde pongo esto? —Por ahí, donde puedas


‘en cualquier parte, no me interesa especificar’
—Vete por ahi
‘cualquier lugar (donde yo no te vea)’
y cuando Ulises pidió prepa en Acapulco, escuela de derecho en Chil-
pancingo, doctorado en la Unam, y postgrado en Southern California,
pues se lo dieron porque Ulises López siempre tenía algo que le hacía
falta a alguien: éste era su secreto y de ahí pal real [Carlos Fuentes,
Cristóbal Nonato, 1987, México, crea]
‘desde cualquier momento de la sucesión de los hechos en adelante’
durante más de cincuenta años hemos estado revelando nuestra
existencia a quienquiera que ande por ahí [Daniel Altschuler, Hijos
de las estrellas, 2002, Uruguay, crea]
b. arrimóse a un árbol que estava en medio de la çibdat, et començó
de catar a los que pasavan por aí [Calila, 327]
Quiero que venga a hablarme de mi padre, a contarme todo lo que
sepa... le prometo que no va a perder la venida. Así que usted dirá,
señor Yamara. Si tiene papel y lápiz ahí, ya mismo le explico cómo
se llega [Ruido de las cosas al caer, 88]
—Aquí sobre la mesa hay un cepillo y un tubo de pasta dental. ¿No
es suyo, acaso? —Ustedes lo dejaron ahí [Huber Matos, Cómo llegó
la noche, 2002, Cuba, crea]
c. Este muchacho era blanco, alto,  por ahí de  unos 30 a 32 años
[Semana, 01-10-1996, Colombia, crea]
Si alguien nos hubiera dicho que íbamos a ser campeones del mundo,
pues no nos lo hubiéramos creído, y por ahí se ha conseguido
[Entrevista TV española, 09-01-2014]

5. El cuadro 2 arriba da cuenta también de la corta vida que tuvo la forma ý


como adverbio pleno: de 25% en la segunda mitad del siglo xiii cae a casi cero en
el siglo xvi. La homofonía con la conjunción copulativa y, ya comentada (véase
supra §2.6.1.2), su pérdida de peso fonológico, más la temprana concurrencia con
el verbo haber en contextos locativos (véase infra §2.8) fueron desencadenantes de
su desaparición y temprana morfologización en hay. Todavía se encuentra algún
ejemplo aislado en la segunda mitad del siglo xvi, en la década de 1560, ninguno
después. El corde registra ocho casos en este periodo, pero lo más llamativo es
que todos, excepto uno (43), son dudosos porque no tienen uso anafórico, como

183
2.7 adverbios demostrativos de lugar

correspondería al valor etimológico de este adverbio (véase supra §2.6.1.2),


sino que muestran valor deíctico, cercano a ‘ahí’ o ‘aquí’; seis de esos ejemplos
entran en secuencia con formas verbales en imperativo, acabadas en -a, por lo
que bien podrían ser resultado de una fusión por fonética sintáctica del verbo y
el adverbio ahí, con final e inicio de vocal a: toma ý, anda ý, está ý.17 Dos casos
aparecen en documentos notariales, cuya factura conservadora y arcaizante es
bien conocida, y el resto de ejemplos pertenece a los Pasos de Lope de Rueda,
autor que podría haber echado mano de este adverbio, en contextos dudosos, que
era ya una antigualla desde la primera mitad del siglo xvi, para quizá repre-
sentar personajes rústicos y llegar mejor a sus espectadores-oyentes. Creemos
que (43) es la última documentación de ý como adverbio pleno en el español.18

(43) esta presente carta que me obligo de dar e pagar a vós, Mateo Magno,
vezino de la dicha civdad qu’está ý presente..., ocho ducados [Anónimo,
Carta de donación, 1566, España, corde]

6. El cuadro 2 arriba nos informa de algunos datos de interés respecto de la


serie en -á. Primero, que allá es la más usada en todos los periodos, seguramente
porque está paradigmáticamente bien integrada y equilibrada con su par allí, el
adverbio demostrativo de mayor empleo en el español, y además porque, en cierta
manera, allá y allí se atraen en cuanto que los dos expresan lejanía, aunque
cada uno ponga de relieve un modo distinto de conceptualizar la espacialidad.
Segundo, que allá aumentó de manera paulatina pero sostenida su empleo:
xiii 3% > xvi 9% > xix 12% > xxi 17%. Tercero, que acullá ha sido siempre un
residuo, un fósil, desde su nacimiento en castellano, con frecuencias menores de
1% en el conjunto de los adverbios demostrativos de lugar, bajísima frecuencia
que nos confirma que, en efecto, parece ser una forma “ajena” al castellano, un
préstamo, como hemos propuesto, que nunca se adaptó por completo a la lengua
española, pero también nos indica que los seres humanos no requerimos de un
adverbio de lugar de distancia máxima para denotar espacios y tiempos tan
lejanos y remotos del ‘yo’. Su “rareza” hace posible las recreaciones jocosas del

17
Incluso este “último” caso parecería también dudoso, ya que podría ser interpretado como
un caso de fusión por fonética sintáctica: “qu’está [a]ý”. De hecho, en dos casos de ý, que no
han sido tomados en cuenta para los conteos del cuadro 1 arriba, el editor de las Comedias de
Lorenzo Sepúlveda (1563-1565, España) repone [a]ý.
18
Se registra algún caso en el corde en siglos posteriores, pero todos corresponden a
reproducciones de textos medievales incluidos en obras de historiadores. Todos estos contextos
dudosos y las dificultades de interpretación permiten acotar algo más las fechas de la pérdida
del adverbio anafórico ý; debió producirse, en nuestra opinión, a finales del siglo xv o, quizá,
en las dos o tres primeras décadas del siglo xvi, quedando algunas conservaciones residuales
en documentación jurídica y notarial.

184
sistema de adverbios demostrativos de lugar. frecuencia de empleo 2.7

tipo acullí documentadas en el siglo xix, como vimos en los ejemplos de (28)
arriba, que otorgan paralelismo a esta “rara” forma adverbial. Por último, el
cuadro 2 arriba nos informa que acá siempre ha sido de muy escaso empleo en
el conjunto de adverbios demostrativos, aunque tiene un repunte no desdeñable
en el siglo xvi: siglo xiii 3% > xvi 8% > xix 4% > xxi 2%.
Detengámonos unas líneas en acá porque su uso es particularmente intere-
sante para observar la dependencia de la gramática respecto del uso, en general,
y respecto de los géneros textuales, en particular. Acá, al igual que su par aquí,
es un adverbio de empleo esencialmente deíctico en los textos. En el siglo xvi el
corde incorpora crónicas de Indias, libros de viajes, teatro y epistolarios que pro-
pician más la deixis y que permiten que el narrador-hablante-escritor codifique
con este adverbio las coordenadas espacio temporales en que él se encuentra, por
ello, el incremento de acá. Los datos proporcionados por el corpus base para el
siglo xvi son reveladores porque confirman el incremento de acá en el siglo xvi,
pero arrojan una frecuencia de empleo mucho mayor que el corde para este siglo,
aunque similar al corde para los cortes cronológicos precedente y subsecuente:
siglo xiii 2% > xvi 19% > xix 3%. El llamativo incremento a 19% en el siglo xvi
(64 ocurrencias de 390) tiene como protagonista las cartas de emigrantes a Indias
que forman parte de la colección Documentos lingüísticos de la Nueva España.
El corpus base no contiene una documentación equiparable en los otros perio-
dos. Los viajeros al continente americano emplean con relativa abundancia el
adverbio acá (44) para describir su nueva situación, el nuevo mundo al que han
arribado y hacerles llegar a sus familiares o a las autoridades los sentimientos,
los usos y las nuevas costumbres desde unas nuevas coordenadas espaciales a
las que han de adaptarse. En resumen, acá aflora casi exclusivamente en ciertos
géneros textuales, aquellos que permiten que el hablante se sitúe en el espacio
nuevo que acaba de conocer y narre la experiencia de ese espacio al otro; un
espacio que se estima muy amplio, a partir de los contenidos de las cartas, y
que aparece referido constantemente con un adverbio, acá, el cual no expresa en
esos textos proximidad inmediata propiamente, sino una cierto carácter espacial
genérico, esto es, acá es, sin más, ‘el nuevo lugar donde estoy’. El género epistolar
es particularmente idóneo para ello; por lo tanto, acá es una forma ligada a la
oralidad y a las cartas en el siglo xvi.

(44) Seria gran piedad que pues que Dios a multiplicado aca muchos
cavallos, que mandase vuestra magestad que los trujesen en recua
[dlne, 1550, 24.130]
Y todabia tengo esperança de bellos aca en esta tierra antes que
Dios me lleve desta vida [dlne, 1572, 40.171]

185
2.7 adverbios demostrativos de lugar

En la flota del año de 75 y 76, recebi su carta y de todos nuestros


hermanos. Y por ellas entendí que todos tienen salud, gloria a Dios,
la qual se la dé tan conplida como yo se la deseo. De aca tenemos
salud, gloria sea Nuestro Señor [dlne, 1578, 69.219]

7. Finalmente, el cuadro 2 arriba no confirma del todo el hecho ampliamente


señalado en la bibliografía de que la serie en -í denota locación precisa y la serie
en -á locación amplia (Carbonero 1979:73-76; Hottenroth 1982:135; Miyoshi
1999:360-361; Nilsson 1984:222-225; Sánchez Lancis 1992:385-386; Schmidely
1975:247; Terrado 1990a:54, entre muchos otros) y que esa conceptualización
del espacio tiene un paralelismo con la distinción entre “complementos de
orientación y complementos de ubicación”, y, a partir de tal distinción, la serie
en -á denotaría, preferentemente, locación orientada o dinámica y la serie en
-í locación en reposo, aunque ambas series pueden referir locación dinámica y
locación estática (rae-asale 2009:§17.8fg). La frecuencia mucho mayor de la
serie en -í en el cuadro 2 arriba es indicativa de que esta es el paradigma no
marcado para todo tipo de locación en todos los tiempos en el español, porque
no sería pensable la especialización que señalan las gramáticas y estudios con
tal desequilibrio numérico a favor de una sola serie. Con todo, el corpus base
muestra una cierta asociación, que no es estadísticamente significativa, de ad-
verbios en -í con verbos de estado o carentes de dinamismo direccional (45a) y
de adverbios en -á con verbos de movimiento (45b).

(45) a.
no nos osamos enbarcar junto al pueblo donde avíamos desenbarca-
do por el gran número de indios que allí estaban aguardándonos
[Bernal, 14.29]
Permaneceré, pues, aquí el tiempo que él quiera [Pepita, 168]
b. Y si a b. m. no se le haze de mal, me enbie aca a un hemano mjo
[dlne, 1578, 70.220]
Lejos de dejar de ir a casa de Pepita, voy más temprano todas las
noches. Se diría que los demonios me agarran de los pies y me llevan
allá sin que yo quiera [Pepita, 254]

En suma, en el sistema, los adverbios demostrativos de lugar se sustentan,


como ha sido ampliamente señalado, sobre tres ejes. a) La conceptualización
que el hablante hace de él mismo y de lo que lo rodea, sea que conceptualice el
‘yo’ en relación con el ‘tú’ y en relación con el ‘otro’ —que es no yo y no tú—, en
cuyo caso la lengua establece un sistema ternario de adverbios demostrativos
de lugar, sea que conceptualice el ‘yo’ en oposición a todo lo demás, en cuyo caso
surge un sistema binario. b) Las coordenadas espacio temporales en que se sitúa

186
aparente especialización dialectal de españa y américa 2.7.1

el hablante para hacer tal conceptualización: distancia o tiempo próximos, o bien


distancia o tiempo no próximos. c) El modo de conceptualizar esas coordenadas
espacio temporales: de manera dinámica-direccional o de manera estática-reposo,
en un espacio-tiempo preciso y acotado o en un espacio-tiempo impreciso y vago.
Sin embargo, en el uso real de la lengua, hemos visto que los hablantes-escri-
tores tienen unas preferencias muy definidas para activar solamente algunos de
los ángulos de esos tres ejes. La lengua española ha preferido siempre un sistema
binario; se ha decantado siempre por formas en -í para expresar el espacio y
el tiempo, sea en reposo sea en movimiento; ha especializado un adverbio del
paradigma ternario, ahí, para denotar foricidad o deixis general, casi cualquier
espacio, tiempo o entidad que no sea próxima al ‘yo’; y ha establecido preferen-
cias en el uso de determinados adverbios con determinados géneros textuales.
En definitiva, sin duda, sistema y uso se complementan y es importante llevar
a cabo un análisis que atienda a ambos porque otorga una mejor comprensión
de los hechos de lengua, tanto sincrónicos como diacrónicos.

2.7.1. La aparente especialización dialectal de España y América: -í vs. -á

Las gramáticas de referencia y estudios monográficos señalan que la serie en -í se


especializa para denotar espacios y tiempos delimitados, concretos, circunscritos
y precisos, concebidos como puntos, como los ejemplos de (46a), mientras que la
serie en -á lo hace para espacios y tiempos amplios, vagos, imprecisos y mal o
poco acotados, concebidos como área o zona, como en (46b), (Carbonero 1979:88;
Cuervo 1886-1994:s.vv. acá, allá; Nilsson 1984:222; rae-asale 2009:§17.8f; Sa-
cks 1954:263-265; Sedano 2000:927 ss.), lo cual tiene un correlato sintáctico en
el hecho, que ya señalamos, de que la serie en -á es más flexible para aceptar
cuantificación y gradación porque los espacios amplios se prestan mejor que los
precisos a ser cuantificados y graduados.

(46) a.
Et tú eres noble et de buena parte, et yo he menester tu amor et
aquí estaré a tu puerta, que non comeré nin beveré fasta que me
otorgues tu amor [Calila, 207]
Et en esse seteno día quedo otrossí de toda la obra que acabara.
E esto es, segund diz Beda en la glosa, que de alli adelante que non
fizo Dios creatura ninguna de nuevo [gei, 1.7]
pusolas junto a sus pies, y tornose a poner en el pulpito con cara
alegre, y arrojar desde alli de diez en diez, y de veynte en veynte de
sus bullas [lt, 72]

187
2.7 adverbios demostrativos de lugar

b. El carpintero es ido a tal lugar, et tardará allá muchos días [Calila,


241]
yo por estar solo no estoy proueydo, antes he comido estos dias por
alla fuera [lt, 42]
Y ansi mesmo muchos se van por graves enfermedades que aca co-
bran, que en estas tierras no se pueden curar [dlne, 1569, 36.162]

Esta distinción, que sólo funciona en parte en los datos del corpus base
(véase infra §2.10.2), puede ponerse en relación, a nuestro modo de ver, con la
iconicidad y el simbolismo fonético que incide en algunas zonas de la gramática:
dado que el fonema /a/ del español es la vocal baja central, en cuya articulación
queda libre un amplio espacio fónico en la cavidad bucal, es posible asociar la
serie adverbial demostrativa acabada en esta vocal con una locación amplia; por
el contrario, dado que la /i/ es un fonema vocálico anterior alto, el articulador
lengua está casi pegado al paladar anterior, el espacio para la articulación de
esta vocal es mucho más pequeño, de ahí que se pueda asociar la serie en -i
a un espacio pequeño o un punto.
Esta misma distinción es la que ha operado para que las gramáticas y estudios
especializados establezcan una diferencia dialectal entre España y América en
el empleo de los adverbios demostrativos de lugar, discriminación realizada en
términos de tendencia más que de una isoglosa absoluta: España emplea mucho
más la serie en -í frente a América que emplea más la serie en -á (Allen 1963:105;
Alvar y Pottier 1983:331-332; Kany 1945/1969:319; rae-asale 2009:§17.8cd;
Sedano 2000). Es decir, los hablantes españoles tenderían a conceptualizar el
espacio y el tiempo de manera más acotada, los hablantes hispanoamericanos
suelen conceptualizarlo como coordenadas menos precisas o más amplias.19
Ya vimos en el cuadro 2 (supra §2.7) que la serie en -í multiplica con creces
a la serie en -á en todos los periodos y países, por lo cual, es obvio que América
emplea también mucho más -í que -á. Examinemos ahora con detalle los datos
arrojados por el crea para la búsqueda que hicimos para 2000-2001 en cuatro
países, Argentina, España, México y Uruguay, en todos los géneros textuales.
De nuevo, las diferencias en número de documentos no deben incidir en el
resultado, porque el español de España está considerado como un 100% en sí
mismo e, igualmente, los tres países americanos están considerados en conjunto,
para efectos de frecuencias, como un 100%. Con todo, no debe ser pasado por

19
Sería motivo de una investigación lingüística, en diálogo con la psicología cognitiva,
examinar si el mayor espacio geográfico abarcado por Hispanoamérica frente al más restringido
de la península ibérica motiva, icónicamente, que los hablantes americanos conceptualicen el
espacio en términos más amplios y de ahí el mayor uso de adverbios demostrativos de lugar
en -á en el español de ese continente.

188
aparente especialización dialectal de españa y américa 2.7.1

alto que España tiene más documentos subidos en este corpus electrónico que
los que suman los tres países americanos juntos: 1 219 documentos frente a
1 150, respectivamente, no obstante que España tiene 40 millones de hispano-
hablantes y los tres países americanos suman 155 millones. Pudiera ser que
este desequilibrio documental y de número de hablantes pudiera incidir en los
resultados, pero aún así consideramos que la información arrojada por el crea
es muy significativa. Los resultados generales de España frente a América
aparecen en el cuadro 4 abajo.

Cuadro 4
Diferencias España vs. América en adverbios demostrativos

Serie -í Serie -á

España 87% (5778/6902) 13% (1124/6902)


América 75% (2555/3398) 25% (843/3398)

Los datos cuantitativos del cuadro 4 arriba indican que en los cuatros países,
como ya vimos, la serie en -í es la privilegiada en el uso real de la lengua porque
quintuplica o cuadruplica a la serie en -á, lo cual informa, una vez más, que
hablar español es un hecho integral común a 500 millones de hablantes. Pero
el cuadro también muestra que América dobla a España en el empleo de adver-
bios de la serie -á: 25% vs. 13%, respectivamente. Este mayor empleo empieza
a tomar carta de naturaleza en los textos desde las primeras décadas del siglo
xvi (García y Colomé 2012), por lo cual pareciera ser un americanismo llevado
a América como rasgo dialectal de algunos hablantes peninsulares emigrantes
a Indias, procedentes en su mayoría de Extremadura y Andalucía, acrecentado
en ese continente con el paso del tiempo y aminorado en España también con
el paso del tiempo.
El sentimiento lingüístico de muchos hablantes hispanoamericanos nativos es
que cuanto más se baja en el continente americano más se emplean las formas
en -á, y ciertamente, muchos hispanohablantes americanos tienen conciencia
de que el mayor empleo de los adverbios acá y allá, sobre todo el primero, es un
rasgo identitario del español de América, pero sobre todo es un caracterizador
del Cono Sur, muy al sur. Los resultados del cuadro 5 abajo parecen confirmar
este sentimiento lingüístico. El cuadro 5 sólo toma en cuenta los tres países
americanos pero une Argentina y Uruguay porque, como ya dijimos, constituyen
una sola zona dialectal, español rioplatense. De nuevo, para efectos del análisis
cuantitativo, México constituye un 100% y Argentina con Uruguay un 100%.

189
2.8 adverbios demostrativos de lugar

Cuadro 5
Diferencias México vs. Río de la Plata en adverbios demostrativos

Serie -í Serie -á

México 90% (2583/2872) 10% (289/2872)


Río de la Plata 75% (1658/2212) 25% (554/2212)

El cuadro 5 arriba nos informa de lo ya sabido, que la serie -í es muy superior


en empleo a la serie en -á, pero que, efectivamente, cuanto más al sur se habla
español en el continente americano, más se emplean los adverbios en -á. Los
hispanohablantes rioplatenses usan muchísimo más que los mexicanos los ad-
verbios acá y allá, ya que el español del Río de la Plata arroja dos veces y media
más adverbios en -á que el español de México: 25% vs. 10%, respectivamente.

2.8. La desaparición del adverbio ý. Su morfologización en haber

El cambio categorial experimentado por el adverbio ý, por el cual se convirtió


en un formativo de palabra, el morfema ligado -y, morfema del presente de
indicativo del verbo haber, hay, ha sido un tema privilegiado en la bibliografía
sobre gramática histórica del español. Privilegiado, porque plantea numerosos
problemas a la vez que es un ejemplo paradigmático de cómo procede la dinámica
de los procesos de cambio para crear formas gramaticales.
En cuanto a los problemas, son varios los que esta forma suscita. El primero es
cuál es su estatus categorial cuando aparece escrita como palabra independiente
en los textos. Para unos autores es un “morfema objetivo” o elemento dependiente
del verbo (Meilán 2007:421-426), porque carece de la movilidad posicional de los
restantes adverbios demostrativos y porque tiene una muy elevada adyacencia
a los verbos con que concurre; para otros es un clítico (Badia 1947:274; Wanner
2001), para otros es elemento obligatorio de un sintagma verbal (García 1989;
Sánchez Lancis 1992), y para la mayoría es un adverbio, peculiar, eso sí, por sus
numerosas restricciones de empleo (Company 2003, 2012; García 1989, 1991;
Hernández Díaz 2006:§12.6.6; Lapesa 1942/1981:494, entre muchos otros). El
estatus categorial de ý está estrechamente relacionado con un segundo proble-
ma, a saber, si era una forma tónica o átona: para unos autores es átono (Badia
1947:25-26, 91; Corominas 1980-1991:s.v. ahí), para otros, puede ser átono o
tónico según el contexto de aparición y las formas adyacentes (Meilán 2007:421
ss.; Sánchez Lancis 1992; Wanner 2001).

190
desaparición del adverbio ý. su morfologización en haber 2.8

Cualquiera que fuera su grado de tonicidad y su estatus, el corpus base, que


—recordemos— está constituido para el siglo xiii por Calila, dle, ambos en una
lectura exhaustiva, y por gei, en una lectura de 64000 palabras por muestreo al
azar, revela dos constantes en el comportamiento de ý, y ambas apuntan a que
este adverbio no era totalmente palabra plena porque carecía de la movilidad y
de la capacidad sintagmática propias de una palabra plena. a) Es casi categórica
la adyacencia de esta forma al verbo, pues en 97% de las ocurrencias, ý aparece
inmediatamente antepuesto o pospuesto al verbo, es decir, no era una palabra
libre o autónoma, o mejor, tenía una autonomía muy debilitada, si bien mostraba
cierta movilidad posicional puesto que podía preceder al verbo o posponerse a él;
cuando no guarda adyacencia, la forma interpuesta entre ý y el verbo es o bien
el adverbio non o bien un pronombre átono, es decir, dos tipos de formas muy
integradas a la conjugación del verbo. b) Aparece casi siempre solo, 93% de los
casos, sin entrar en construcción con ninguna de las otras formas con las que
los otros adverbios demostrativos de lugar pueden hacer sintagmas, esto es, no
se documenta con el adjetivo mismo, ni con otros adverbios, y sólo en contadas
ocasiones, 7% de los casos, toma preposiciones: pasarón por ý unos mercaderes
(Calila, 158), lo cual indica que ý tenía un significado básico y estable de loca-
ción estática o ubicación, pero también indica que carece de la flexibilidad de
los otros adverbios demostrativos de lugar para construirse con preposiciones
y menos para construirse con nominales u otros adverbios, si bien es verdad
que los adverbios demostrativos de lugar suelen aparecer solos en un altísimo
porcentaje de usos (véase infra §2.9.1).
Un tercer problema es cuál era su relación con los otros adverbios demos-
trativos vigentes en el siglo xiii. Para Coello (2002:67) ý sería el “elemento no
marcado” de dos oposiciones, aquí ~ allí, que significan esencialmente locación
estática, y acá ~ allá, que significan esencialmente locación dinámica, ya que
podía denotar tanto locación estática como dinámica. El carácter no marcado de ý
es, en nuestra opinión, muy cuestionable, porque siempre tuvo escasa frecuencia,
comparado con aquí o allí, y sobre todo por sus múltiples restricciones sintácti-
cas. Si hubiera sido un adverbio no marcado, lo esperado es que apareciera en
muchos y diversos contextos y que tuviera una elevada frecuencia, y ninguno
de los dos aspectos se cumple en las obras medievales del siglo xiii y aún menos
en las del xiv. Para nosotros (véase supra §2.5), ý es un adverbio, esencialmente
fórico pero también, muy ocasionalmente, deíctico, porque confluyen en él dos
étimos, hic e ibi, que tiene un significado básico de ubicación, y, por ello, hace
paradigma con los otros dos adverbios con este significado, aquí y allí, y se opone
a acá y allá, que suelen aparecer en contextos que denotan vía o trayecto, y a
aquén y allén, que denotan origen. En el uso, como ya dijimos, siempre estuvo
alejado del funcionamiento de los otros adverbios.

191
2.8 adverbios demostrativos de lugar

No obstante, los varios problemas que presenta esta forma adverbial, el


cambio ý > -y es un ejemplo paradigmático de gramaticalización, entendida
como el proceso mediante el cual una forma léxica, en contextos pragmáticos y
morfosintácticos específicos, asume una función gramatical o bien una forma
ya gramatical, en contextos específicos, asume una función aún más gramatical
(Company 2012; Heine, Claudi y Hünnemeyer 1991:cap. 1; Hopper y Traugott
1993/2003:cap. 3, entre muchos otros). En otras palabras, una gramaticalización
pone de relieve cómo surge la construcción de gramática a partir de ítems léxicos
o, de otra manera, cómo los ítems léxicos se ponen al servicio de la gramática.
Cuando el ítem léxico en cuestión adquiere estatus plenamente morfológico, como
fue el caso de ý, el proceso suele denominarse morfologización (García 1991),
aunque se emplea también el término general de gramaticalización. En lo que
resta de este apartado nos centraremos en este proceso sufrido por el adverbio ý.
El adverbio ý en el español medieval, hasta bien avanzado el siglo xv, entraba
en concurrencia con diversos tipos de verbos, en cualquier tiempo y modo de
estos (47) y, aunque casi siempre adyacente al verbo, como muestran los ejemplos
de (47), podía aparecer antepuesto o pospuesto a este, como se ve también en
(47), señal de que funcionaba como palabra, aunque con ciertas restricciones
en cuanto a movilidad posicional. Funcionó mayoritariamente, como ya hemos
dicho, como adverbio fórico, siempre anafórico, como se ve en los ejemplos de (47),
pero podía tener usos deícticos. Resaltamos en cursivas el nominal al que hace
referencia el adverbio ý. En el corpus base, ý es anafórico en 99% de los casos,
de un total de 190 ocurrencias de este adverbio en el primer corte cronológico
del corpus, siglo xiii (véase infra §2.10.1).

(47) Si algún omne es rogado que sea testimunia de algún escripto, non
meta ý su sennal por ninguna manera [Anónimo, Fuero juzgo, ca.
1250-1260, corde]
E quando la uio, marauillos ella e todos los que ý estauan [Alfonso
X, General estoria, Segunda parte, ca. 1280, corde]
Parescieron el concejo de los christianos de Coreylla et me fizieron
entender que muchos pobladores verrian hy a morar si la pecha...
[Anónimo, Exención de un impuesto, 1284, corde]
Qualicumque que... et en la uilla fuere,... et ponga sus uozeros, et los
alcaldes denles II fieles con que se uaya encerrar. Et hi diga en qual
casa... [Anónimo, Fuero de Usagre, 1242-1275, corde]

Con mucha frecuencia el adverbio ý entraba en construcción con el verbo haber


(48), tanto en contextos que propician una lectura posesiva de este verbo como
en contextos de interpretación existencial, al principio en cualquier tiempo y

192
desaparición del adverbio ý. su morfologización en haber 2.8

modo de haber, como se aprecia en (48a), y posteriormente sólo con el presente


de indicativo de este verbo (48b). Paulatinamente, la forma ý acaba especiali-
zándose con el presente de haber y siempre en posicion pospuesta (48c). Es decir,
el adverbio ý se especializó, proceso conocido como “tomar dirección el cambio”.

(48) a. & faga fazer enmienda de la casa que quemó & del danno que ý ouo
de la buena de aquel que la quemó [Anónimo, Fuero juzgo, ca. 1250-
1260, corde]
E por esto era muy mal quisto de todas las gentes, mas no osauan
yr contra el por que non auie y qui los defender [Alfonso X, General
estoria, Segunda parte, 1275, corde]
seyendo la tierra de suso sana & entera que nunqua ouiera y poblança
ninguna [Alfonso X, General estoria, Segunda parte, 1275, corde]
e despoiaronle el palio e echaronle en el pozo. E este pozo era bazio
e no y auia agua [Almerich, Fazienda de ultramar, ca. 1200, corde]
b. nin aquel escripto non deue ualer, pues que alguna testimonia ý non
ha que uala [Anónimo, Fuero juzgo, 1250-1260, corde]
Otras yslas y a menores, que son de la pertenencia de europa [Alfonso
X, Estoria de España, ca. 1275, corde]
c. Et aun hay otra ssignifficança que ha en ssí el alua [Alfonso X, Se-
tenario, ca. 1252-1270, corde]
En termino d’Allielet ha x rahales, et hay casas sanas et derribadas
[Anónimo, Repartimiento de Murcia, 1257-1271, corde]

En sus orígenes, por tanto, la forma ý funciona como un tipo peculiar de pala-
bra plena, un adverbio locativo anafórico y adyacente al verbo; tenía movilidad
posicional y, en consecuencia, podía aparecer antepuesto o pospuesto a haber,
como muestran los ejemplos de (48bc) arriba, lo cual es muestra de que el adverbio
no era parte integral del verbo, sino una palabra locativa independiente. Podía,
asimismo, aparecer no sólo con presente de indicativo, sino con otros tiempos
verbales, como ejemplifica (48a) arriba. Con el transcurso del tiempo, el adver-
bio locativo pierde la limitada libertad distribucional originaria, se cohesiona
con la base verbal y se reanaliza como afijo del verbo: palabra > morfema, es
ya un afijo integrado a una base verbal de carácter único: sólo en presente de
indicativo, la forma, por tanto, se ha degradado, se ha decategorizado, pasando
de sintaxis > morfología y de forma libre > forma ligada. Se opaca, asimismo,
su valor locativo, de ahí que pueda aparecer en la oración otro adverbio demos-
trativo de lugar, allá, allí, aquí, etc., como se ve en (49). El hecho de que hay
pueda concurrir con otros adverbios demostrativos de lugar es la prueba de que
el antes adverbio demostrativo de lugar ý está totalmente morfologizado y no

193
2.8 adverbios demostrativos de lugar

existen rastros ya de significado locativo alguno. Se produjo también un cam-


bio de nivel de análisis de la construcción toda: verbo + adverbio > palabra, es
decir, la frase verbal originaria experimentó univerbación. Por tanto, la forma
hay perdió la composicionalidad que tenía en el español medieval y se comporta
como una forma simple.20

(49) porque alla ay mucha abundancia y aca falta curar [dlne, 1525, 1.3]
y que saldrán para Carrion á ver una monja que hay allí tenida por
santa [Luis Cabrera de Córdoba, Relación de las cosas sucedidas en
la corte de España, 1599-1614, España, corde]
Hánle visitado los señores y caballeros, que aquí hay, y los presi-
dentes [Luis Cabrera de Córdoba, Relación de las cosas sucedidas en
la corte de España, 1599-1614, España, corde]

La afijación de un morfema locativo es, sin duda, evidencia del alto grado
de espacialidad que entrañan las construcciones existenciales en español, y, en
general, en las lenguas del mundo, ya que, al ser la existencia una predicación
sumamente abstracta, se requiere concretarla o precisarla en unas coordenadas
espaciales específicas, de ahí la congruencia de la integración de adverbios de-
mostrativos de lugar en estas expresiones (Hernández Díaz 2007): ý en español,
de manera idéntica en francés y catalán: fr. il-y-a, cat. hi ha, aunque estas dos
lenguas mantienen la partícula locativa, y, hi, en los otros tiempos verbales: il
y avait, hi havia; ci en italiano, ci sono, etc. La incorporación de un adverbio
locativo para la expresión de una predicación existencial es una muestra de la
metáfora la actividad es espacio, porque en él, lógicamente, se vive, se existe, y se
realizan todas las actividades, concretas y abstractas, requeridas para la vida.21
20
Es bastante complicado determinar el estatus morfológico de -y en la forma hay en el
español actual. No es morfema, porque no conmuta con nada y no tiene significado, posiblemente
ni gramatical, sino que parece ser un simple índice de que la forma hay es presente del
existencial haber. Si atendemos al sistema, sería un morfema porque conmuta con Ø, dado que
existe la fórmula jurídica “su pregunta no ha lugar”, todavía vigente en el español actual, pero
si atendemos al uso, esa aparición de ha como verbo pleno es un hapax en todo el sistema de la
lengua española, por lo cual no parece muy razonable establecer el estatus gramatical de una
forma con base en la conmutación con un residuo único. Lo consideraremos forma ligada afijo,
a falta de una más afinada categorización. En español medieval sí era morfema ligado porque
alternaba con Ø, dada la convivencia de ha ~ hay por varias centurias. Una vez desaparecido ha
del uso real, surge el problema de asignación categorial. Pérez Saldanya (comunicación personal)
nos sugiere que -y podría ser caracterizado en el español actual como un segmento integrado en
la raíz verbal, concretamente en uno de los alomorfos de la raíz; este estatus es, a nuestro modo
de ver, interesante porque supondría un paso más en el proceso de gramaticalización: palabra
plena (ha ý) > morfema ligado (hay, en contraste con ha) > segmento final de la raíz verbal.
21
Metáfora manifestada en muchas otras zonas del español; por ejemplo, para citar sólo un
conocido caso, el sustantivo orchestra que refería a un espacio, el lugar donde danzaba el coro
en el teatro griego, dio lugar al sustantivo dinámico orquesta, y al verbo de actividad orquestar.

194
desaparición del adverbio ý. su morfologización en haber 2.8

La morfologización de ý esta estrechamente ligada a algunos cambios ex-


perimentados por el verbo haber, en particular a la pérdida de su significado
posesivo originario y a la adquisición, vía ciertos contextos, de su actual signifi-
cado existencial (Hernández Díaz 2006:§12.6), con un subsecuente reanálisis de
haber existencial transitivo como un verbo intransitivo inacusativo, reanálisis
manifestado en la concordancia de haber con su nominal, han habido problemas,
habían problemas, concordancia que no se puede manifestar en hay porque el
afijo -y crea un límite morfológico que impide que la concordancia se produzca
(Hernández Díaz 2007). Para la expresión de la existencialidad mediante el verbo
haber, el español medieval, hasta bien entrado el siglo xiv, tenía dos estrategias
en el presente de indicativo: con la forma etimológica, la forma verbal ha sola
(50), que fue la general o más frecuente hasta bien entrada la segunda mitad
del siglo xiv, y con ha más el adverbio ý, como muestran todos los ejemplos de
(48) arriba. La expresión de la existencialidad con ý, hay, es una construcción
innovadora que paulatinamente invadió y terminó por desbancar a la forma
existencial conservadora ha.

(50) Ca en las cosas en que tan gran mal ha, que se non pueden cobrar si
se fazen [Don Juan Manuel, El conde Lucanor, 1325-1335, corde]
Ca tantos somos nos e tanto poder avemos, que non ha oy rrey en
el mundo que nos osase fazer un pesar [Anónimo, Historia troyana,
1270, corde]

La construcción innovadora hay, con sus formativos escritos juntos o separados


por más de dos centurias, se documenta inicialmente en cierto tipo de contextos
que son particularmente favorables para que aparezca el adverbio locativo ý. El
cambio inició en contextos muy marcados de alta expresividad, como dejan ver
los ejemplos (51ab) abajo. En ellos una entidad con características especiales, un
objeto directo contable, valorado positivamente, altamente localizable y sobresa-
liente, un galápago mi amigo en (51a), un lago muy grande en (51b), se sitúa en
una locación que es relevante y valorada como positiva para que se lleve a cabo
lo expresado en el evento, un lugar apartado e muy viçioso (51a), la montaña
do yo moro (51b). Hay en estos contextos innovadores una elevada redundancia
locativa, ya que además del adverbio ý, suelen concurrir en la misma oración,
o en un contexto muy próximo, otros complementos circunstanciales de lugar
que sitúan y precisan la acción, en cursivas en los ejemplos de (51), o el objeto
directo mismo es léxicamente locativo, como un lago muy grande en (51b), al
mismo tiempo que el objeto directo y el evento todo en esos contextos innovadores
suele ser valorado positivamente: lago grande, lugar vicioso, galápago amigo.
La forma innovadora con -y surge, por tanto, en contextos que son altamente

195
2.8 adverbios demostrativos de lugar

afines al significado locativo de ý, aquellos que eran específicos y con locaciones


discursivamente bien valoradas. El ejemplo de (51a) contiene un par mínimo
que muestra bien la motivación inicial: con un objeto directo genérico, peçes e
agua, se emplea el verbo existencial conservador etimológico, ha, mientras que
con un objeto contable y prominente, un galápago mi amigo, aparece la forma
verbal existencial innovadora, con la partícula locativa ya integrada, hay.22

(51) a. E yo se de un lugar apartado e muy viçioso do ha peçes e agua, e


ay un galápago mi amigo [Calila, 156]
b. En la montaña do yo moro ay un lago muy grande [Caballero del
Cisne, apud García 1991]

La forma innovadora hay tiene ventajas respecto de la forma conservadora ha,


ya que aquella enfoca la entidad subcategorizada más que lo hace el puro existen-
cial sin incorporación de la partícula locativa. La forma existencial etimológica
ha queda poco a poco reservada para ciertos contextos: aquellas predicaciones
existenciales de carácter genérico y muchas veces negativo, ubicadas con mucha
frecuencia en una locación también genérica y vaga, en el mundo, en las batallas
(52), y la construcción toda adquiere prácticamente carácter de fórmula, señal
de su carácter ya fosilizado: non ha omne que, como muestran los ejemplos de
(52). Estos contextos reacios a la forma innovadora hay fueron poco a poco des-
bancados por ella desde inicios del siglo xv, aproximadamente, aunque, como es
usual en la evolución de la lengua, formas innovadoras y conservadoras suelen
coexistir por décadas, a veces, por siglos unas al lado de las otras.

Ca cierto sed que non ha omne en el mundo que muy luengamente


(52)
pueda encubrir las obras que tiene en la voluntad [Don Juan Manuel,
El conde Lucanor, 1325-1335, corde]
E non ha omne que non sepa como en las batallas suelen pelear
los fonderos [Fray Alonso de San Cristóbal, Libro de Vegecio de la
caballería, 1454-1500, corde]

La forma innovadora invadió paulatinamente los contextos que le eran propios


a la forma conservadora, como se aprecia en (53a), donde una entidad no contable,
22
Es posible que la morfologización de ý en hay pudiera haberse visto incentivada por su
empleo más frecuente en textos de impronta aragonesa o catalana, como los ya mencionados, ya
que el catalán, junto con el occitano, tiene el adverbio hi incorporado, totalmente morfologizado,
en el verbo existencial haver —y en otros verbos—, al punto de que en las gramáticas sincrónicas
del catalán actual, el existencial defectivo haver se identifica como haver-hi e hi se considera un
“clític inherent” (Todolí 2002:1374); en consecuencia, la morfologización deriva en obligatoriedad
de uso y en un mucho mayor empleo de este clítico adverbial en esa lengua.

196
desaparición del adverbio ý. su morfologización en haber 2.8

el mesmo desasosiego, en una locación metafórica, no específica, entre los natu-


rales, se construye ya con el existencial ay. Como ya hemos dicho, típicamente
en los procesos de gramaticalización, la forma innovadora, hay, avanza progre-
sivamente a contextos que le son cada vez menos favorables, se libera de sus
antiguas restricciones distribucionales, en este caso, se libera de la concurrencia
con circunstanciales locativos y se libera de expresar explícitamente la ubicación
espacial del evento. Progresivamente, por lo tanto, se generaliza hay, se vuelve
la forma obligatoria, convencional y única para expresar la existencialidad en
español en presente de indicativo con el verbo haber, y puede prescindir inluso de
coordenadas espaciales, como en (53b), aunque siempre es posible sobreentender
una coordenada temporal vaga, como podría ser en la vida en (53b).

(53) a. El mesmo desasosiego ay entre los naturales [dlne, 1532, 13.200]


b. Hay tiempo para todo (en la vida)

El cambio ha + ý > hay es un ejemplo de gramaticalización de construcción:


verbo + adverbio, vehiculada a través de contextos específicos en los inicios del
cambio (Company 2012; Traugott 2003, 2008). Como es usual en muchos cambios
sintáctico-semánticos, puede darse persistencia o estratificación en la lengua, ya
que la forma etimológica ha ha persistido por siglos, si bien con un uso residual,
en la fórmula del lenguaje jurídico que llega hasta el español de nuestros días:
no ha lugar a su pregunta, que convive con la fórmula su pregunta no ha lugar,
que aún conserva el significado posesivo etimológico de haber.
El reanálisis adverbio > morfema que dio lugar a la forma innovadora hay
siguió una jerarquía de contextos, ya que el cambio, como se sabe, no es abrupto
sino gradual y va avanzando paulatinamente desde contextos favorables a la
forma innovadora, como los de (51) hacia contextos cada vez menos favorables,
como los de (52) y (53). La jerarquía de contextos que hizo posible la actualización
del reanálisis aparece resumida en el esquema 19 abajo, adaptado del análisis
de García (1991) y reelaborado a partir de nuestra propia experiencia con los
datos y corpus de español medieval. El esquema detalla que los contextos de
la izquierda son los propicios y los primeros donde se documenta hay, los de la
derecha son más reacios y posteriores. El esquema debe leerse de la siguiente
manera: si un contexto dado tiene las propiedades de ser locativo, el objeto
directo es referencial e individuado, relevante al evento, el evento todo discursi-
vamente positivo, y en oración principal o independiente, las probabilidades de
que aparezca ha-y serán mayores que si contiene las propiedades de la derecha.
Por limitaciones de representación, debemos poner en vertical los contextos, lo
cual no significa que, necesariamente, por ejemplo, los contextos locativos hayan
sido motivadores del cambio antes que los individuados ni estos previos a los

197
2.8 adverbios demostrativos de lugar

discursivamente positivos, aunque hemos organizado las filas del esquema en


el orden sugerido por los contextos y datos analizados.

Esquema 19
Actualización del reanálisis fv ha + ý > hay

Contextos favorables Contextos reacios

Altamente locativo → No locativo


od individuado → od no individuado
Evento relevante → Evento no relevante
Evento positivo → Evento negativo
od referencial → od no referencial
Oración princ./indep. → Oración subordinada

En cuanto a la época y fecha de la desaparición de ý como adverbio, los datos


proporcionados por el corde, para una búsqueda de ý, que es la graficación más
común de este adverbio en los textos, arroja la siguiente información: la espe-
cialización de ý con haber se empieza a observar ya en el siglo xiii, si bien sigue
apareciendo como adverbio pleno a lo largo del siglo xiv y en gran parte del xv
con otros verbos. Prueba de la persistencia de la forma conservadora ya señalada,
en este caso, el adverbio ý. En el periodo 1250-1299 el corde da 2 222 casos de
ý en 72 documentos, para la primera mitad del siglo xv la vitalidad de ý se ha
reducido a casi la tercera parte, ya que arroja 920 casos en 47 documentos, de
los cuales 627 ocurrencias se producen en las primeras dos décadas, entre 1400-
1420, pero hay que tomar en cuenta que el corde, siguiendo la edición de Orduna
(1994), asigna la Crónica de Pedro I de Pero López de Ayala al año 1400, la cual
concentra más de 400 casos de ý. Pero si datamos esta Crónica para finales del
siglo xiv, ca. 1370-1380, como es más común, hay que suponer que la vitalidad
de ý para las primeras dos décadas del siglo xv está ya sumamente debilitada.
Para las últimas dos décadas del siglo xv, 1480-1499, el corde ya sólo contiene
79 casos de ý en 16 documentos. Además de esta información cuantitativa, el
corde nos informa que desde finales del siglo xiv el adverbio ý aparece sobre
todo en documentos notariales, cuya factura conservadora y formulaica ha sido
muchas veces señalada, y aparece muy concentrado en algunas oraciones ya
hechas, que tienen estatus de formula jurídica: paresçio ý presente fulano de
tal; los que ý quisieren; estando ý presente, y algunas pocas más. En resumen,
si consideramos que la lengua escrita es, por lo regular, un soporte textual re-
tardador en el reflejo de las innovaciones lingüísticas y que, por lo regular, es

198
sintaxis de los adverbios demostrativos de lugar 2.9

muy poco transparente respecto de la oralidad, creemos que el adverbio ý deja


de ser productivo en la lengua española a lo largo de la segunda mitad del siglo
xiv y para la segunda mitad del siglo xv es un fósil en el sistema de adverbios
demostrativos de lugar.
Hay algunas causas no estrictamente sintácticas que coadyuvaron a la des-
aparición del adverbio ý. En primer lugar, la homofonía, ya señalada, de este
adverbio con la conjunción copulativa y (→ Capítulo 21). Hay, además, una crono-
logía bastante coincidente, ya que los datos que proporcionan algunos estudiosos
para la generalización de esta conjunción, inicios del siglo xvi, coinciden grosso
modo con la desaparición total de este adverbio demostrativo (Cano 1988:250;
Lapesa 1942/1981:280; Menéndez Pidal 1904/1940:§§128-130). De hecho,
la existencia del adverbio ý bien pudo haber retrasado la generalización de la
conjunción y en la lengua escrita. En segundo lugar, el hecho de que tanto el
verbo haber en tercera persona de singular del presente de indicativo, ha, como
el adverbio locativo ý sean monosilábicos debió favorecer la morfologización de
ý en -y. Ambas causas apoyan el hecho bien estudiado de que en los procesos
de cambio sintáctico, que van siempre de la mano de los de cambio semántico,
lo usual es la interacción de niveles de lengua mientras que lo raro es que los
cambios incidan sobre uno solo de los niveles; es decir, no existe autonomía de
niveles de análisis en el cambio sintáctico-semántico.

2.9. Sintaxis de los adverbios demostrativos de lugar

Este apartado de sintaxis, así como el siguiente (§2.10) de semántica, están ba-
sados en los datos del corpus base y, en lo fundamental, en el análisis realizado
por García y Colomé (2012), pero con modificaciones al análisis cuantitativo y
cualitativo llevado a cabo por esta autora. Prescindimos de acullá por su bajísi-
ma, casi nula, aparición en el corpus base (dos casos, uno en el siglo xiii y uno
en el xvi), por lo que el análisis será realizado a partir de aquí sobre 990 casos
de adverbios demostrativos de lugar.
Analizamos ahora, en §2.9, la combinatoria sintáctica de estos adverbios, su
alcance, la copresencia cercana de dos adverbios demostrativos de lugar haciendo
referencia al mismo referente, la frecuencia con que aparecen frases nominales
encabezadas por demostrativos en un contexto próximo y los correlatos de perso-
na que estas establecen con los adverbios demostrativos de lugar, y, finalmente,
cuáles son los verbos concurrentes con estos adverbios.

199
2.9 adverbios demostrativos de lugar

2.9.1. Combinatoria sintáctica de los adverbios demostrativos

Los adverbios demostrativos de lugar, tanto en sus usos fóricos como deícticos,
se emplean mayoritariamente solos, sin construirse con alguna otra forma,
87% en promedio en los tres cortes cronológicos del corpus, y en sólo 13% de los
casos aparecen construidos con alguna forma, porcentajes realizados sobre un
total de 990 ocurrencias del corpus y con mínimas variaciones cuantitativas
entre los tres siglos que forman el corpus base. En (54) se ejemplifican usos de
adverbios solos y en (55) usos con combinatoria sintáctica. En este último caso
es casi siempre una preposición (55a), menos frecuentemente una fp en aposi-
ción (55b), menos frecuentemente aún una oración relativa especificativa (55c),
y, aún más ocasionalmente, una frase adverbial, casi siempre constituida sólo
por el adverbio, aquí afuera (55d). El corpus base no contiene fn en aposición,
del tipo aquí su admirador de siempre, que son posibles en la lengua española,
aunque restringidas a sustantivos humanos poseídos, y tampoco contiene la
construcción adverbio demostrativo de lugar + mismo, aquí mismo, acá mis-
mo, también posibles en el español (véase supra §2.1 e infra §2.10.2). Estos
porcentajes indican que la combinatoria sintáctica de estos adverbios es muy
reducida, que no necesitan complementación interna y que entablan una débil
o casi nula relacionalidad sintagmática, si bien su capacidad en el sistema en
abstracto parece ser mayor que en su uso real en los textos, tal como pudimos
comprobar en la caracterización sintáctica general realizada en la introducción
de este capítulo (véase supra §2.1).

(54) a. con todo aquesto non le mengua ý de aver algunas yervas de que se
ayude et se aproveche [Calila, 105]
b. malo esta de ver, que la desdicha de esta biuienda lo haze, como ves
es lobrega triste, obscura, mientras aqui estuuieremos hemos de
padecer [lt, 52]
et aquel cauallo touo lo aqui fasta yer sabado que lo embio con don
Manuel [dle, 1272, 368.487]
c. y si todavja usan entre clerjgos las yeguas, como solja quando yo ay
estava, [dlne, 1583, 76.233]
d. Cómo entramos en Çenpoal, que en aquella sazón era muy buena
poblazón, y lo que allí pasamos [Bernal, 110.8]
pudo venir a México y se dirigió a una famosa casa de empeño; allí,
después de una hora de disputa y de haber desarmado la espada y
pesado la plata, sacó cuarenta pesos líquidos [Bandidos, 1.124]
e. Mas vayamos a un lugar que yo sé do ay muchas truchas et començe-
mos ý, et desí vengamos acá et abarrerlas emos [Calila, 144]

200
concurrencia con preposiciones 2.9.1.1

f. él no hay ciencia que no comprenda,... ni esfera encumbrada del


mundo intelectual a donde no suba. Allá se remonta en alas de su
genio, y a mí... [Pepita, 286]
Esto era el sueño de Helena Leroux... y allá estaban cuarenta mil
pesos aguardándola en las cajas de un banquero de París [Nájera,
10.54]
(55) a. Dizen que un león estava en un valle çerca del camino,... Et pasaron
por ý unos mercadores [Calila, 158]
Dizen que un buen omne religioso, cuya boz oía Dios, estava un día en
ribera de un río, et pasó por ý un milano et levava una rata [Calila,
244]
No vengas, pues, por aquí hasta que yo te diga [Historia, 1868, 314]
Y yo, por saver la verdad, roge al tenjente del allcalde mayor de aquj
que se dize Pedro Borges, que... [dlne, 1555, 27.138]
b. Morando Abraham alli en Cananea, uino en aquella tierra grand
fambre & crescie cada dia [gei, 1.211]
me hiziesse tanta charjdad que me truxesse aquj al monesterio al
dicho don Joan Xancol [dlne, 1555, 27.138]
c. Et si yo esto oviera sabido, traxiera comigo mi coraçón, ca lo dexé
allá do estava [Calila, 258]
Et esta escriptura quela escriua este nuestro ffijo en la casa de Cala-
traua o en el monesterio sobredicho, a lly o ffuere el padron [dle,
1295, 356.471]
porque los mexicanos nos ivan siempre picando con grandes bozes y
gritos y silvos, y dezían: «Allá ireís donde no quede ninguno de
vosotros a vida». [Bernal, 357.2]
d. Et asentéme allí çerca de la puerta de la cibdat [Calila, 330]
Y allí delante dellos, porque avía buenos prados, mando Cortés que
corriesen y escaramuçeasen [Bernal, 118.22]

2.9.1.1. Concurrencia con preposiciones

La combinatoria sintáctica más frecuente por mucho, aunque limitada como


hemos dicho, es con preposiciones. Los adverbios demostrativos de lugar por sí
solos indican únicamente espacio. Las preposiciones ayudan a especificar el tipo
de locación denotada: ‘origen’, ‘trayecto’ —al que hemos denominado también ‘vía’
y ‘ruta’—, y ‘meta’, ejemplificados en (56a), (56b) y (56c), respectivamente. Puede
verse en estos ejemplos, y en los de (57) abajo, que la construcción toda adquiere

201
2.9 adverbios demostrativos de lugar

el significado de locación dinámica gracias a la concurrencia de la preposición.


Los resultados cuantitativos aparecen en el cuadro 6 abajo.

(56) a. Yo quiero ir a tal aldea alexos de aquí a labrar con un rico omne
[Calila, 241]
b. No se oye un viva, ni un muera, no hay turbas, ni escándalos, ni
insultos por las calles. Ayer anduve por ahí en coche, en la berlina
[Historia, 1868, 316]
c. y que no pretendemos otra cosa sino sólo el bien de sus ánjmas. Y
esto an vjsto asta aquj en todos los rreligiosos [dlne, 1550, 24.129]

Cuadro 6
Adverbios demostrativos de lugar con preposición

Sin preposición Con preposición

xiii 81% (383/474) 19% (92/474)


xvi 75% (253/339) 25% (85/339)
xix 76% (134/177) 24% (43/177)

El cuadro 6 arriba confirma que los adverbios tienen una muy baja combi-
natoria sintáctica, ya que, en promedio, en 77% de los casos, ocurren sin pre-
posición, es decir, en tres cuartas partes del corpus los adverbios expresan el
espacio-tiempo sin ayuda de una preposición. El cuadro, sin embargo, también
muestra un incremento interesante de usos prepositivos entre los siglos xiii y
xvi, 19% > 25%, y deja ver que a partir de ese siglo se estabilizan las frecuen-
cias prepositivas y no prepositivas. Considerados los usos prepositivos como un
todo, se observa en el corpus que en el siglo xiii los adverbios aquí y allí son las
formas que en más ocasiones se hallan antecedidas por una preposición, 69% y
68%, respectivamente, de usos prepositivos en ese siglo. En el xvi sobresale el
caso de ahí con 63% de ocurrencias con una preposición, seguido por allá con
27%. En el xix destaca acá con 60% de ocurrencias, seguido por aquí con 33%.
La diferencia por serie es significativa, ya que la serie en -í es más flexible
que la serie en -á para admitir preposición, particularmente en el siglo xiii, ya
que los adverbios de aquella serie concurren en los tres textos analizados para
este periodo con preposición en 20% de los casos del total de adverbios en -í,
mientras que los de la serie en -á sólo lo hacen en 2% de los casos. Es decir, la
preposición es requerida en mayor número de ocasiones para aportar direccio-
nalidad, origen o trayecto en la serie en -í. A partir del siglo xvi las diferencias
se nivelan bastante, aunque se mantienen las preferencias de la serie en -í por
concurrir con preposición: 25% vs. 19% en -á.

202
concurrencia con preposiciones 2.9.1.1

Las preposiciones documentadas en el corpus base son cinco: de, desde, hasta,
para y por, ejemplificadas en (57). En los dos primeros cortes cronológicos la
preposición con mayor número de registros es de (57a), pero disminuye su fre-
cuencia casi a la mitad en el tercero: 71% > 66% > 39%. Sobresale el porcentaje
de desde (57b) en el siglo xvi. La preposición por (57c) disminuye su frecuencia
del xiii al xvi, pero la eleva considerablemente en el xix: 16% > 10% > 43%. Las
preposiciones que señalan la meta o el límite de un movimiento, para (57d) y
hasta (57e), se utilizan en pocos casos en los tres siglos. De y por concurren con
las dos series de adverbios; desde sólo antecede a adverbios en -í en el corpus;
por es la preposición de mayor empleo con ambas series; hasta y para sólo con-
curren con adverbios en -í, aunque está bien atestiguado en el corpus adicional
el empleo de estas dos preposiciones, así como desde, con formas en -á (57f). Al
respecto, Sedano (2000) constata que en español actual americano para y hacia
seleccionan mayoritariamente formas en -á, porque aquellas, en opinión de la
autora, se avienen bien con el significado de locación amplia o imprecisa de esta
serie, de manera que las preposiciones aportan cierta indeterminación espacial
al movimiento directivo progresivo referido por la construcción con preposición
más adverbio. Esta selección de para con formas en -á parece ser también la más
frecuente en el español peninsular actual; en esta variedad son más frecuentes
expresiones como vete un poco más para allá, que vete un poco más para allí,
que incluso suena extraña a algunos hablantes peninsulares. Al respecto la rae-
asale (2009:§17.8g) señala: “Es poco habitual utilizar aquí o allí, a diferencia de
acá o allá, con la preposición para”. En cambio, el español peninsular, a diferen-
cia del americano, no hace un uso extensivo de la serie en -á con la preposición
hacia, sino que esta selecciona preferentemente la serie en -í: se fue hacia allí.

(57) a. Yo quiero ir a tal aldea alexos de aquí a labrar con un rico omne
[Calila, 241]
Y si binierdes, escribime luego de la Villa Rica con el primero que de
alla biniere [dlne, 1574, 43.176]
b. con mucho acato se las enbiamos a dar y entregar con nuestros
enbaxadores a Castilla y desde allí a Flandes [Bernal, 6.11]
Cansado, desalentado, enfermo, volvió a España. Desde allá escribía
preguntando por la tumba de Pilar [Nájera, 14.83]
c. Dizen que un león estava en un valle çerca del camino... Et pasaron
por ý unos mercadores [Calila, 158]
Mujeres y chiquillos, por aquí y por allá, volvían de coger verbena,
ramos de romero u otras plantas [Pepita, 321]
d. Et puso en su coraçón de mudar su fenbra et su nido para allí [Calila,
338]

203
2.9 adverbios demostrativos de lugar

La capa del infeliz cesante barrió el suelo de aquí para allí, y aún
tuvieron las ordenanzas que ponerle el sombrero [Historia, 1888, 413]
e. Yo procuraré escrebir. Y si hasta aquj no le embiado a b. m. dineros,
es que compré una recua y unas casas [dlne, 1578, 70.220]
dando lugar a que las autoridades locales tomaran precauciones
para la conservación del orden y evitar coacciones... Hasta aquí la
relación del periódico indicado [Historia, 1873, 355]
f. Voy para Las Acacias, le dije, si sabe dónde es, lo llevo hasta allá
[Ruido de las cosas al caer, 98]

2.9.2. Alcance: categoría modificada

Los adverbios demostrativos de lugar pueden modificar a un verbo (58a), uso


absolutamente mayoritario en el corpus, 95% en promedio, o pueden modificar
a un sustantivo (58b), vía la preposición de en una construcción de complemento
adnominal. Es decir, los adverbios demostrativos por sí mismos no modifican
sustantivos, ni ninguna otra categoría léxica excepto el verbo. Pueden, eso sí, con
relativa frecuencia, construir sintagmas por sí solos carentes de una categoría
próxima a la que modificar (58c), pero no se documentan en el corpus base, usos
absolutos oracionales, del tipo —¿Dónde vives? — Ahí, perfectamente posibles
en el español, quizá porque el corpus está basado en lengua escrita, y esos usos
son propios de la oralidad.

(58) a. Y los cojos y los mancos enbian aqui a sus hijos [dlne, 1578, 71.222]
y el lunes sin falta, antes de las doce, estaré aquí con el doctor
[Bandidos, 38]
b. e deseado yr en persona a besar los pies a vuestra magestad y dar
quenta de las cosas de aca, como quien tiene tanta spiriencia dellas
[dlne, 1578, 73.225]
El pueblo, como ya te he dicho, está juiciosísimo, pero cierta gentecilla
de levita trata de soliviantarlo... La junta de aquí no tiene gran
energía [Historia, 1868, 314]
c. ¡Qué aplausos cuando Peón salió a la escena! Allá, en la sala, un gran
chaleco blanco: don Nicolás Azcárate [Nájera, 9.50]
dando lugar a que las autoridades locales tomaran precauciones para
la conservación del orden y evitar coacciones sobre los individuos
dispuestos a seguir trabajando. Hasta aquí la relación del periódico
indicado [Historia, 1873, 355]

204
repetición de adverbios demostrativos 2.9.3

Cuantitativamente, el corpus muestra que en los tres siglos la gran mayoría


de los adverbios funciona como complementos del verbo, porcentaje que decrece
ligeramente siglo con siglo: 98% > 95% > 92%. Además, en los siglos xiii y xix
ningún adverbio de la serie -á funciona como modificador de un sustantivo, y
sí lo hacen en el xvi, 10%, la casa de acá. En suma, los adverbios demostrati-
vos de lugar tienen alcance muy restringido y funcionan principalmente como
modificadores del verbo.

2.9.3. Repetición de adverbios demostrativos

Con cierta frecuencia en el corpus aparecen dos o más adverbios demostrati-


vos de lugar muy próximos, ejemplos (59) y (60), ya sea en la misma oración
o en oraciones distintas, casi siempre en secuencia inmediata, referidos a un
mismo antecedente, que ha sido nombrado una o varias veces en el contexto
inmediato anterior. Hemos denominado a estas secuencias adverbios repetidos.
Puede repetirse el mismo adverbio (59), o puede ser un adverbio diferente (60).
En (59) se observa que los pares de adverbios, allá (59a), allí (59b) o ý (59cd),
comparten el mismo referente locativo: lugar, fuent, piélago, cartas. En (60)
puede interpretarse que los dos distintos adverbios refieren al mismo lugar, o
en algunos casos cabría la interpretacion de que el primer adverbio funciona
como antecedente del que sigue, como en (60a), donde allá, correferente con el
piélago, parece constituirse a su vez en el antecedente de allí, o también pudiera
interpretarse este ejemplo como que ambos adverbios refieren a la misma frase
prepositiva.23 Cuando el adverbio es el mismo, las formas más frecuentes son allí
e ý, seguido de allá, lo cual nunca sucede con acá, adverbio que cuando convive
con un adverbio demostrativo de lugar siempre lo hace con otro diferente de sí
mismo. En casos de cambio de adverbio, las alternacias más recurrentes son de
allí a ý y viceversa, y de allá a ý y viceversa. Resaltamos en cursivas el locativo
antecedente de los adverbios repetidos.

23
La repetición de adverbios no es el mismo fenómeno que las frases adverbiales con
concurrencia en un mismo sintagma de dos adverbios que están, de alguna manera,
sintácticamente encadenados, del tipo: “no soy ni de aquí ni de allá”, “me traen todo el día de
aquí para allá”; son estas expresiones idiomáticas en las que el adverbio ha debilitado e incluso
perdido autonomía sintáctica. Algunos adverbios son más susceptibles que otros para entrar
en estas expresiones, y aún más lo son los de la serie en -á. Acá, allá y ahí forman parte de
expresiones idiomáticas más a menudo que aquí y allí (Nilsson 1984:233-234; Sacks 1954:263-
265; Sedano 2000:931-932). La selección preferente de adverbios demostrativos en -á en estas
expresiones casi fijas puede deberse a que tienen rasgos inherentes de direccionalidad y de
vaga delimitación, los cuales favorecerían estas construcciones idiomáticas que no indican ni
direccionalidad ni espacio preciso.

205
2.9 adverbios demostrativos de lugar

(59) a. Yo te enseñaré un lugar muy viçioso et muy apartado do nunca andovo


omne;... Dixo el asno: —Pues vayamos allá, que si por ál yo non lo
fiziese sinon por la cobdiçia del tu amor, esto me faría allá ir contigo
[Calila, 260]
b. E cuandol querién matar que le levavan, e bañávanle antes en una
fuent a que llamavan la fuent de los obispos, e somurgujáuanle allí
e alli le afogavan [gei, 2.18]
c. Dizen que çerca de la ribera de la mar avía un piélago donde entra-
van muchos ríos,... et non llegava ý omne del mundo. Et nasçió ý un
cañaveral [Calila 337]
d. por la gracia de Dios obispo de Siguença, que fiziesse poner enestas
cartas su seello, & fizo lo hy poner; & nos el cabildo & nos don Pero
Ffelizes pusiemos hy los nuestros [dle, 1254, 257.345]
(60) a. Et vete tú al piélago, et si es tan viçioso et tal commo tú dizes, irme
he yo allá, et faré yo mi nido allí [Calila, 341]
b. Dizen que unos omnes cavaron en el monte una lobera para los
vestiblos, et cayeron en ella un ximio et un texón et... una culebra et
un omne... Et acaesçió que pasó por aí un religioso, et vídolos yazer
allí, et dixo [Calila, 318]
c. Cuenta otrossi la estoria que avié en Egipto en el Nilo, un logar de
lago muy grand que era fecho como redoma,... e que auie ý muchas
cocadrizes, e nunca se osava omne acostar allá, ca los matauan ellas
luego a todos quantos allá ivan [gei, 2.20]
d. E pues que passó el tiempo del duelo iva él... a un logar que dizién
por nombre Tampnas a los omnes que trasquilavan allí las sus ovejas
que andavan ý a pacer. E Tamar sopo esto d’antes cómo avié Judas
de ir allí [Alfonso X, General estoria. Primera parte, ca. 1275, corde]

La repetición de adverbios demostrativos de lugar parece ser un rasgo carac-


terizador de la prosa del siglo xiii, como se ve en los ejemplos anteriores, todos
pertenecientes a este periodo. Pareciera que en las obras de ese siglo, al menos
en las analizadas en el corpus, es necesario reforzar al lector o recordar al oyente
de qué referente se está hablando. Y también esas repeticiones parecen indicar
que el reparto conceptual del espacio, desde la perspectiva del narrador, debe ser
codificado en fases o espacios secuenciados. No debe ser pasado por alto en este
punto que, como es sabido, gran parte de la literatura medieval está creada para
ser leída en voz alta, y este rasgo se aplica también, y aún más, posiblemente,
a los documentos jurídicos. Tales repeticiones bien podrían estar relacionadas
con la oralidad porque esta requiere más redundancia referencial, locativa en

206
copresencia de adjetivos demostrativos 2.9.4

el caso que nos ocupa. Se documenta algún caso aislado en el siglo xvi (61), y
para el siglo xix no existen en el corpus adverbios repetidos.

(61) llegamos a una fuente qu’estava en una ladera; y allí estavan unas
como çercas y manparos de tienpos viejos. Y dixeron nuestros amigos
los tascaltecas que allí partían términos entre los mexicanos y ellos
[Bernal, 361.13]

2.9.4. Copresencia de adjetivos demostrativos

En el corpus, con alguna cierta frecuencia, aparece en un contexto próximo, a


veces inmediato como parte de la misma frase adverbial, una frase nominal
encabezada por un demostrativo (62), en cualquiera de sus personas, este, ese o
aquel, lo cual corrobora la relación señalada en todas las gramáticas y estudios,
y aquí ya analizada, de que estos adverbios son demostrativos porque tienen
correlatos en el paradigma de adjetivos-pronombres demostrativos, ya que
establecen una relación casi simétrica entre ý / aquí / acá / ahí y este para la
primera persona (62a), ahí / alli y ese para la segunda (62b), y ahí / allí / allá
y aquel para la tercera (62c). El adjetivo demostrativo puede aparecer en usos
deícticos, como en el primer ejemplo de (62a), pero se hace presente, sobre todo,
como es lógico, en usos fóricos (todos los demás ejemplos de 62), en cuyo caso,
la frase nominal que contiene el demostrativo puede constituir el antecedente
o el consecuente correferente con el adverbio.

(62) a. Díxole el maslo: —Ponlos aquí en este nuestro lugar, ca el agua et


la yerva son çerca [Calila, 164]
Martin Ortiz escriuano dAlfaro mando scriuir esta carta & fezo y sso
signo [dle, 1283, 129.167]
Señora hermana, el que la presente lleva es un besino desta çiudad.
Es muj honrrado y dexa su muger y sus hijos aca [dlne, 1572, 40.171]
b. E Adam e Eva tiráronse d’este acuerdo entendiendo que serié locura,
e fincaron en esse logar en val de Ebrón, e labraron e lazraron, e allí
visquieron [gei, 1.11]
Y no ay otro rremedio despues del de Nuestro Señor, sino el dese
Rreal Consejo, en cuyas manos sus magestades lo an dexado porque
de aý se provea y rremedie [dlne, 1554, 25.133]
c. Nós non ovimos sabor de aquel lugar sinon porque es apartado de las
aves. Et si tú fazes aí parte al çarapico, temo que vernán aí muchas
aves otras, et avrán aí parte conusco [Calila, 342]

207
2.9 adverbios demostrativos de lugar

Y como en aquel tienpo no hera descubierto el Pirú, ni se decubrió


de aí a veinte años [Bernal, 22.12]
Creo que en aquellas tierras no tuvo Muñocito muy buen éxito. Ya
no era el Muñocito que nosotros aplaudíamos con muchísima justicia,
ni era allá el Muñocito a quien acá siempre quisimos [Nájera, 14.83]

El cuadro 7 abajo muestra los casos en que un adverbio demostrativo apa-


rece con un correferente demostrativo. El cuadro está construido con sólo los
usos fóricos (véase infra §2.10.1) y no hace distinción de la persona del adjetivo
demostrativo. Puede verse en el cuadro que son mayoría los casos de adverbios
demostrativos de lugar que carecen de correlato expreso de un demostrativo,
84% en promedio considerados los tres cortes cronológicos. Sin embargo, el
cuadro muestra también que en el español de los siglos xiii y xvi era relati-
vamente frecuente la copresencia de frases con adjetivos demostrativos, 20%
en promedio, mientras que en el siglo xix hay una caída brusca, 22% > 5%, de
demostrativos copresentes y correferentes con los adverbios. Ello indica que los
adverbios demostrativos en este último siglo, en el uso al menos y en las obras
analizadas, parecen haberse liberado de su integración paradigmática con
demostrativos, y también sugiere que en los textos más tempranos el adverbio
demostrativo requería con cierta mayor frecuencia que hoy en día la copresen-
cia de un adjetivo demostrativo para situar la referencia en unas coordenadas
espacio temporales más precisas. Sin duda, los modos de narrar en el siglo xix
y los géneros textuales del español contemporáneo pueden haber incidido en la
desvinculación que refleja el cuadro 7.

Cuadro 7
Adverbios demostrativos con copresencia de adjetivos demostrativos

Sin demostrativo Con demostrativo

xiii 82% (269/330) 18% (61/330)


xvi 75% (111/142) 22% (31/142)
xix 95% (71/75) 5% (4/75)

Los adverbios que más frecuentemente concurren con demostrativos son allí
e ý. El primero entra en correlación con ese y menos con aquel, y es el adverbio
más frecuente con demostrativo considerados en conjunto los siglos xiii y xvi.
Por su parte, el adverbio ý es el más frecuente en el siglo xiii, ya que él solo se
lleva la tercera parte de todas las correlaciones con demostrativos en ese pe-
riodo; se correlaciona con este y con aquel. Sigue en frecuencia aquí que tiene

208
verbos concurrentes con adverbios demostrativos de lugar 2.9.5

una frecuencia moderada y siempre se relaciona, como es esperado, con este.


Los correlatos de ahí con demostrativos son ocasionales, cinco casos en total,
pero es el más flexible para aceptar cualquiera de los tres demostrativos, este,
ese y aquel, como correferentes. Aún más ocasional es la convivencia de allá con
demostrativos, y lo hace con ese y con aquel. El adverbio acá sólo se correlaciona,
como es lógico, con este pero es un caso peculiar porque esas correlaciones, no
pocas, están todas concentradas en las cartas de emigrantes a Indias del siglo
xvi contenidas en los dlne.

2.9.5. Verbos concurrentes con adverbios demostrativos de lugar

Los adverbios demostrativos de lugar pueden funcionar en su oración como


complementos de lugar o de tiempo, tanto seleccionados por el verbo, es decir,
argumentales: que pusiese aí su amigo (Calila, 111), como no seleccionados
por el verbo o no argumentales: te digo en confianza aquí, de ti para mí, que...
(Historia, 1888, 412). En este apartado haremos un análisis de los verbos por
clases semánticas. Han sido agrupados en cinco clases: estado (estado, posesión,
existencia, psicológicos) (63a); actividad (actividades, dicendi, creación sin objeto
directo definido, consumo sin objeto directo definido) (63b); acción (acciones,
causativos, creación con objeto directo definido, consumo con objeto directo de-
finido) (63c); movimiento (movimiento físico, movimiento abstracto, posturales,
transferencia; en todos hay traslación) (63d); y otros (63e), en los que hemos
incluido los verbos incoativos (comenzar, empezar, iniciar, etc.), y algunos otros
como percepción intelectual, agrupados bajo otros por su muy baja frecuencia,
pero, hasta cierto punto, comunes en la historiografía cronística y en los textos
sapienciales, en fórmulas de inicio o fin del relato, del tipo aquí se comiença la
estoria...; aquí se acaba el capítulo de..., etcétera.

—Más avemos ganado que pensávamos. Et estovieron aí una ora


(63) a.
[Calila, 110]
—Aquí no tengo dinero —contestó—; pero me parece que sobra con
mi palabra [Pepita, 368]
b. Et armó el caçador su red et esparzió ý trigo et echóse en çelada
[Calila, 203]
yo por estar solo no estoy proueydo, antes he comido estos dias por
alla fuera, mas agora hazerlo hemos de otra manera [lt, 42]
V. lo mande remediar de alla, que harto lo vozeo aca [dlne, 1555,
26.137]

209
2.9 adverbios demostrativos de lugar

Si en estas piezas hay arte, más lo hay todavía en los sitios de coches.
Allí se oyen chistes más originales [Teatro, 24.128]
c. Et vete tú al piélago, et si es tan viçioso et tal commo tú dizes, irme
he yo allá, et faré yo mi nido allí [Calila, 341]
Yo le suplicaré que si alguna cosa ubieren menester y si quixeren
benir, que se lo dé, porque yo le pagaré acá todo lo que en ello se
enteresare [dlne, 1572, 40.171]
d. en aquel cu y adoratorio,... hezimos una iglesia... y van agora allí
en romería y a tener novenas muchos vezinos y señoras de México
[Bernal, 356.1]
No vengas, pues, por aquí hasta que yo te diga [Historia, 1868, 314]
por que, si su marido viniese asoras, que pusiese aí su amigo et lo
çerrase dentro [Calila, 111]
aca señor nos lo traen [lt, 54]
Y si a b. m. no se le haze de mal, me enbie aca a un hemano mjo
[dlne, 1578, 70.220]
e. porque muchos de los que aca estavan entendiendo en esta obra
apostolica han falleçido de poco tiempo a esta parte [dlne, 1564,
31.150]
Mas vayamos a un lugar que yo sé do ay muchas truchas et començe-
mos ý, et desí vengamos acá et abarrerlas emos [Calila, 144]

En el cuadro 8 abajo aparecen los resultados. Hemos considerado tanto los


verbos conjugados como los infinitivos; cuando el adverbio aparece dentro de una
frase nominal y aquellos usos independientes carentes de un verbo modificado
han quedado fuera del análisis, de ahí que el cuadro este construido sobre los
siguientes totales parciales: 463 casos en el siglo xiii, 318 en el xvi y 162 en el xix.

Cuadro 8
Tipos de verbos concurrentes con adverbios demostrativos

Estado Actividad Acción Movimiento Otros

xiii 30%  
9% 30% 29% 2%
xvi 31% 12% 26% 27% 4%
xix 38% 18% 18% 21% 5%

El cuadro 8 arriba muestra que los adverbios demostrativos de lugar se cons-


truyen con cualquier clase de verbo, pero preferentemente con tres clases: estado,
acción y movimiento, repartidos casi por igual en una tercera parte promedio

210
usos fóricos y usos deícticos 2.10.1

cada una. Si se compara la información de los tres periodos, se aprecian algunas


dinámicas diacrónicas de interés. Suben ligeramente los verbos de estado: 30% >
31% > 38%. Esto se explica, en parte, porque en las oraciones existenciales, que
se hallan dentro de los estados, los locativos no son marginales, sino que se com-
portan, como ya vimos, como elementos centrales y básicos; esto es, los adverbios
demostrativos de lugar son argumentos de la oración y no oblicuos en las oraciones
existenciales y estas requieren de manera casi obligada la copresencia de adver-
bios demostrativos de lugar o de complementos espacio temporales (Hernández
Díaz 2006:§12.6.4). Los verbos de actividad también aumentan progresivamente
hasta duplicar su presencia en los textos del siglo xix respecto del xiii: 9% > 12% >
18%. Por el contrario, los verbos de movimiento disminuyen: 29% > 27% > 21%.
En cuanto a las preferencias por serie, los resultados cuantitativos son signifi-
cativos: la serie en -í aparece siempre en mayor número de ocasiones con verbos
de estado y se afianza diacrónicamente con esta clase de verbos: siglo xiii 31% >
xvi 31% > xix 41%. Por su parte, la mayoría de los adverbios en -á se documenta
con verbos de movimiento, aunque su porcentaje disminuye considerablemente
en cada corte cronológico: 74% > 36% > 31%. La serie en -í disminuye diacró-
nicamente tanto con verbos de acción como con verbos de movimiento: 24% >
24% > 18% y 32% > 28% > 17%, respectivamente, es decir, la serie en -í no es
muy afín a significar locaciones dinámicas. La serie en -á muestra incremento o
decremento brusco, comparados el primero y segundo corte cronológicos, y luego
se estabiliza; con verbos de estado su diacronía es: 12% > 28% > 25%; con las
acciones es: 14% > 21% > 25%. En suma, los adverbios demostrativos de lugar
del corpus muestran, aunque sólo parcialmente, lo tantas veces señalado en la
bibliografía especializada: mayor número de verbos de estado con la serie en -í,
mayor número de verbos de movimiento con la serie en -á. Los contextos seña-
lados como muy propicios para cada una de las series (Nilsson 1984:222-224;
Schmidely 1975:247), como son los imperativos de movimiento y transferencia
para acá: vente para acá; dame acá la carpeta, yo resuelvo el problema, o los
temporales correlativos para aquí, de aquí a cien años se habrán acabado las
reservas de petróleo; de aquí en adelante hablaremos de otro tema, aunque muy
escasos en el corpus, cumplen con lo señalado en la bibliografía.

2.10. Semántica de los adverbios demostrativos de lugar

2.10.1. Usos fóricos y usos deícticos

Como ya hemos señalado a lo largo de este capítulo, los adverbios demostrativos


de lugar pueden tener usos deícticos (64a) y usos fóricos (64b). Están usados

211
2.10 adverbios demostrativos de lugar

como deícticos aquellos adverbios cuya significación se halla en virtud de los


entornos que rodean cada acto de habla y que no definen ni describen a priori
un determinado tipo de realidades. Por ello no poseen un significado constante,
pues dirigen su señalación hacia la situación, hacia la realidad extralingüísti-
ca. Cuando los adverbios están usados como anáforas, el texto, escrito u oral,
se convierte en el espacio en el que se realiza el señalamiento que caracteriza
cualquiera de las formas de la deixis en el espacio; esto es, el texto construye
las coordenadas espacio temporales, y en esas coordenadas textuales se realiza
el señalamiento fórico, de manera que lo que está más lejos en la linealidad del
discurso suele ser allí / allá y lo que está más cerca, aquí / acá; el fórico ahí se
mueve cómodamente, por lo regular, en un rango de amplia indefinitud, como
ya comentamos y han señalado otros autores (Carbonero 1979:16-18; Cifuentes
1989:87; rae-asale 2009:§17.1h; Sánchez Lancis 1990; Stechow 1982:79).

(64) a. Sed vós aquí, et dexadme con el león [Calila, 159]


Aquí se acaba el capítulo de las pesquisa de Digna [Calila, 201]
Y no piense v. m. que escrjvo ésta por despedjda, que por ventura aca
o allá nos avremos de ver antes de mill años [dlne, 1583, 76.233]
Moço parate alli, y veras como hazemos esta cama para que la sepas
hazer de aqui adelante [lt, 42]
Hasta aquí la nota del señor Deán, escrita con desemfado íntimo,
como para él solo [Pepita, 360]
Seguimos esperando aquí con impaciencia a Prim y a Serrano [His-
toria, 1868, 314]
b. Et mandó a Digna tornar a la cárçel, et fuéronse ese día. Et avía ý
una bestia que l’ dezían Iauzana [Calila, 196]
Avemos por ley todos los ximios que, quando alguno sale de su posada,
que dexe ý su coraçón [Calila, 258]
Cómo entramos en Çenpoal, que en aquella sazón era muy buena
poblazón, y lo que allí pasamos [Bernal, 110.8]
después de enviar tres batallones a Cataluña, de dejar en Cartagena
la guarnición más precisa para conservar allí el orden y ponerla a
cubierto de un golpe de mano [Historia, 1874, 361]

El cuadro 9 abajo muestra el reparto de usos deícticos y fóricos consideradas


las dos series de manera conjunta. El cuadro deja ver que en el uso, con excep-
ción del siglo xiii, estos adverbios tienen un empleo bastante equilibrado de
valores fóricos y deícticos, aunque hay preferencia por estos últimos. El empleo
mucho mayor de adverbios fóricos en el siglo xiii, 70%, se debe a la existencia
de ý en este periodo, adverbio que, como ya dijimos, era esencialmente fórico,

212
usos fóricos y usos deícticos 2.10.1

específicamente, anafórico. En ese siglo los adverbios encargados de codificar


la deixis son, fundamentalmente, aquí y acá. Pero lo más llamativo del cuadro
es, sin duda, que con posterioridad al siglo xiii aumentan casi al doble los usos
deícticos, para luego mantenerse de manera bastante estable: 30% > 57% > 58%.
Es decir, se produjo un cambio foricidad > deixis, que como ya señalábamos en
la introducción, contraviene las propuestas tipológicas y diacrónicas de que
este tipo de formas se mueve en sentido inverso, a saber, debilitan la deixis y
adquieren empleos fóricos —como fue el caso del demostrativo latino ille, para
crear el artículo—.

Cuadro 9
Empleos de los adverbios demostrativos de lugar: deixis / foricidad

Deícticos Fóricos

xiii 30% (141/474) 70% (333/474)


xvi 57% (193/339) 43% (146/339)
xix 58% (102/177) 42% (75/177)

Considerados los dos empleos por serie, se refuerza la diacronía foricidad >
deixis reflejada en el cuadro 9 arriba. Las dos series, con excepción de ý, tenían
más usos deícticos en el siglo xiii y las dos se movieron hacia foricidad, unos
adverbios más que otros, y algunos casi nada, como es el caso de aquí, que fun-
ciona en todas las épocas mayoritariamente como deíctico y refuerza su deixis.
En los siglos xvi y xix la situación está muy equilibrada para los adverbios de
ambas series. La diacronía de cada serie en cuanto al incremento de foricidad
fue la siguiente: serie en -í, 30% > 53% > 59%; serie en -á, 28% > 66% > 53%.
El debilitamiento de la foricidad y refuerzo de usos deícticos estuvo protago-
nizado por ciertos adverbios más que por otros: básicamente estuvo a cargo de
ahí y allí, y en menor medida de allá. El cuadro 10 abajo presenta la diacronía
por adverbio considerando sólo los casos de deixis, para mostrar con mayor ni-
tidez las respectivas diacronías. No incluimos ý porque tenía, como ya dijimos,
un empleo casi categórico como anáfora. Se observa en el cuadro que todos los
adverbios en general, con la excepción de acá, incrementaron la frecuencia de
empleos deícticos, algunos en el paso del siglo xiii al xvi y otros en el paso de
este al xix. Se observa también en el cuadro que el incremento mayor de deixis
tuvo lugar en el paso del siglo xiii al xvi. Y, finalmente, se observa, que el ad-
verbio que más aumentó su deixis —mejor dicho, la adquirió— fue ahí, ya que
al parecer nació como fórico y se movió hacia deíctico, lo cual explicaría, en gran
parte, junto con su significado general poco preciso, la acelerada adquisición de

213
2.10 adverbios demostrativos de lugar

valores pragmáticos que esta forma ha experimentado en la historia del español


(véase infra §2.11.1). Allí y allá también se movieron de manera contundente
hacia deixis, 23% > 39% y 14% > 53%, respectivamente, en el paso del siglo xiii
al xvi, aunque en el caso de allí el corpus del xix no deja ver los frecuentes usos
deícticos que este adverbio mantiene hasta el español actual. Una vez más, el
género textual debe estar incidiendo en el comportamiento diacrónico del corpus.

Cuadro 10
Empleos deícticos de los adverbios demostrativos de lugar

aquí ahí allí acá allá

xiii 73% 23% 100% 14%


xvi 72% 63% 39% 75% 53%
xix 84% 58% 7% 80% 46%

2.10.2. Tipo de locación y conceptualización de la locación referida

Los adverbios demostrativos en el corpus suelen hacer referencia, la gran mayoría


de las veces, a tres tipos de locación: a) zonas geográficas propiamente, tales como
pueblos, ciudades, países o lugares menos amplios: España, Cananea, el río, la
montaña, (65a); b) locaciones relacionadas con la vida cotidiana, la casa, la puerta,
la sala, la oficina, (65b), y c) locaciones relacionadas con el texto: este libro, la
carta, la estoria (65c). En contadas ocasiones señalan locaciones abstractas, el
cielo, el alma, la mente, como en (66). Es decir, estos adverbios refieren funda-
mentalmente a lugares concretos, aprehensibles por los sentidos, ya conocidos
o que van a ser introducidos inmediatamente en el texto, y en muy pocos casos
refieren a entidades abstractas. El género textual y los temas desarrollados en las
diferentes obras condicionan indudablemente los tipos de locación. Resaltamos
en cursivas la locación a que hacen referencia estos adverbios.

(65) a. Cómo bolvimos a nuestra Villa Rica de la Vera Cruz, y lo que allí
pasó [Bernal, 128.9]
b. —Sabes, Casilda —le contestó Evaristo—, que debe estar en el jacal
de junto, allí lo dejé yo escondido entre el zacate [Bandidos, 1.123]
c. por que esta carta sea mas firme mandamos poner en ella nuestros
seellos colgados, & pusieron hy los nonbres por escripto los que non
auian seellos [dle, 1258, 345.461]

214
usos fóricos y usos deícticos 2.10.1

(66) Sí, la imagen profana de esa mujer saldrá defintivamente y para


siempre de mi alma. Yo haré un azote durísimo de mis oraciones y
penitencias, y con él la arrojaré de allí [Pepita, 266]
Mientras Pepita discurría así allá en su mente, y resolvía con tanto
tino sus negocios del alma, don Luis... [Pepita, 350]

Pueden referir locaciones reducidas, esto es, un lugar puntual del texto, un
tiempo o momento puntual del día, un libro, una carta, un hecho, un árbol, el
lugar donde están situados el hablante o el oyente, un cuarto, un puesto del
mercado (67a), y pueden referir locaciones más amplias, como una casa, una
iglesia, una sala de conciertos, una ciudad, un pueblo o un país (67b). El corpus
muestra que en general, en los tres siglos estudiados, los adverbios suelen referir
locaciones amplias y mucho menos locaciones muy puntuales.

(67) a. Aquí se acaba el capítulo de la pesquisa de Digna [Calila, 201]


escriuj esta carta & pus y mjo signo en testimojio desta cosa [dle,
1270, 62.94]
E querido traer esto aquí a la memoria para que vean los curiosos
letores, y aun los saçerdotes, que agora... [Bernal, 123.24]
b. Cansado, desalentado, enfermo, volvió a España. Desde allá escri-
bía preguntando por la tumba de Pilar como por una persona viva
[Nájera, 14.83]
Todas las noches salgo de su casa diciendo: “esta será la última noche
que vuelva aquí”, y vuelvo a la noche siguiente [Pepita, 255]

También se observa en el corpus que los adverbios en -í señalan en mayor nú-


mero de casos una locación precisa o específica que los adverbios en -á, los cuales
suelen referir con más frecuencia locaciones amplias, vagas o poco específicas,
como se observa en (68a) y (68b), respectivamente. Como ya hemos dicho, y ha
sido señalado en numerosas ocasiones (Pérez Saldanya y Rigau 2011; Terrado
1990b, entre otros), la denotación de la locación no depende de circunstancias
objetivas, no tiene que ver con la extensión geográfica real referida, sino con
cómo es conceptualizada por el narrador o hablante. Sedano (2000:927-929) se
refiere a esta distinción en términos de espacio delimitado / espacio no delimita-
do, y los resultados que encuentra, con base en cuestionarios, es que es posible
establecer una asociación entre delimitación y adverbios en -í vs. ausencia de
delimitación y adverbios en -á.

(68) a. Et armó el caçador su red et esparzió ý trigo et echóse en çelada


[Calila, 203]

215
2.10 adverbios demostrativos de lugar

pusolas junto a sus pies, y tornose a poner en el pulpito con cara


alegre, y arrojar desde alli de diez en diez, y de veynte en veynte de
sus bullas [lt, 72]
las arañas comenzaban su tarea para reparar los desperfectos...
cuando remontaban rápidamente hasta su nido y allí, meneando
sus ojillos salientes... [Bandidos, 1.111]
b. aquel faraón tebeo que regnava en Egipto en aquella sazón que
Abraham allá entró avié nombre Caduf [gei, 1.213]
que si hubiera venjdo desde que os enbjé a rogar me lo mandases,
ya estubieramos, con ayuda de Dios, allá en España [dlne, 1567,
32.152]
otras cosas que a Cortés acaesçieron en Castilla en el tienpo qu’estuvo
en la corte, y fue que trunfava con mucha alegría; y según dixeron
personas que vinieron de allá, qu’estavan en su conpañía [Bernal,
729.2]

En general, los adverbios en -í, que tenían inicialmente el valor de localización,


mantienen la idea de concreción espacial asociada típicamente a los locativos,
por ello se suelen relacionar en la bibliografía con espacios que se conceptuali-
zan como puntos —independientemente de la extensión real que tengan—. Los
adverbios en -á, en cambio, que tenían inicialmente el valor de vía o ruta se
suelen asociar a espacios que se conceptualizan más como áreas o zonas (Pérez
Saldanya y Rigau 2011). Según estos autores, la posibilidad de establecer tres
distinciones deícticas se aviene mejor con los adverbios que se conceptualizan
como puntos; los adverbios en -á, por el contrario, sólo presentan un elemento
que indica proximidad, acá, y otro que indica lejanía (allá). En consecuencia,
como indican Pérez Saldanya y Rigau (2011), los adverbios en -í admiten el
adjetivo focalizador mismo, que refuerza la deixis puntual, mientras que los en
-á suelen rechazarla. En este punto, cabe hacer notar que en la mayoría de va-
riedades del español americano son perfectas las expresiones del tipo hazlo acá
mismo; voy para allá mismo en este momento, lo cual puediera interpretarse
como que mismo se asociaba originalmente a las formas en -í y amplió con pos-
terioridad su esfera de empleo. En el corpus base de este capítulo, los adverbios
demostrativos nunca se encuentran antecedidos por el adjetivo mismo, pero es
esta una construcción que se comenta de manera recurrente en la bibliografía
en asociación con la serie en -í.
La distancia existente entre la locación referida por el adverbio y la posición
del hablante en el momento de la enunciación es otro ángulo de análisis de la
conceptualización de la locación. Se suele distinguir entre una distancia próxi-
ma (69a) y una no próxima (69b), y en algunos casos la repetición de adverbios

216
usos fóricos y usos deícticos 2.10.1

demostrativos de lugar en secuencia codifica el juego de próximo / no próximo,


como en (69c). Como en los anteriores ángulos de análisis sobre conceptualización
de la locación, es el hablante el que establece subjetiva y valorativamente la
medida de la distancia (rae-asale 2009:§17.2o). Las fronteras de las regiones
de proximidad son vagas y parecen variar de un contexto a otro. Parece, sin
embargo, que existe cierto acuerdo intersubjetivo relacionado con lo que debe
ser considerado ‘cerca’ de un objeto y con lo que se estima ‘no cerca’ (Hottenroth
1982:138-140).

(69) a. Pues el que este libro leyere sepa la manera en que fue conpuesto,
et quál fue la entençión de los filósofos et de los entendidos en sus
enxenplos de las cosas que son aí dichas; ca aquel que esto non sopiere
non sabrá qué será su fin en este libro [Calila, 91]
Y dexallo e aquí y diré lo que más pasamos [Bernal, 362.17]
Y todabia tengo esperança de bellos aca en esta tierra antes que Dios
me lleve desta vida [dlne, 1572, 40.171]
b. Mas vayamos a un lugar que yo sé do ay muchas truchas et començe-
mos ý, et desí vengamos acá et abarrerlas emos [Calila, 144]
Como estuuimos en Salamanca algunos dias, paresciendole a mi amo
que no era la ganancia a su contento, determino yrse de alli [lt, 6]
c. Mas no para aquí, señora, la rapacidad y desbordamiento de los mi-
nistros responsables; llevan aún más allá la vanalidad y la ambición
[Historia, 1854, 262]
Hemos de estar preparados cuando surjan acá y allá resistencias al
cambio [Socorro Entrena, Animar a desanimados, 2001, España, crea]

Los datos del corpus indican que el hablante o narrador por lo regular crea
el escenario, el evento o la predicación que contiene adverbios demostrativos
de lugar más en términos de distancia próxima que de distancia no próxima,
lo cual es lo esperado porque son formas deícticas cuya distancia se “mide” o se
conceptualiza a partir del ‘yo’. Asimismo, una lectura amplia de los contextos
donde aparecen adverbios demostrativos de lugar confirma que uno de los ras-
gos primordiales involucrado en estos adverbios es la distancia que el hablante
establece en relación con él mismo: ‘cerca del hablante’ vs. ‘lejos de él mismo’.
Esto es, el sistema de adverbios demostrativos del español está en gran medida
estructurado por el grado de distancia —geográfica, temporal, visual, mental,
psicológica— que el hablante o narrador establece respecto de su entorno y, en
menor medida, respecto del interlocutor. Las referencias de proximidad / no
proximidad constituyen la base para una variedad de extensiones metafóricas
a otros dominios.

217
2.11 adverbios demostrativos de lugar

2.11. Diacronía general

Son muchos los cambios que experimentó el complejo sistema de adverbios de-
mostrativos de lugar del latín clásico, que estaba integrado por doce elementos
deíctico-anafóricos y cuatro solamente anafóricos repartidos en cuatro series,
si lo comparamos con el sistema del latín vulgar, con una serie menos, con mo-
dificaciones formales, *accu- o *ad-, y con la mitad de los adverbios anafóricos.
En el siglo xiii se producen innovaciones en el español peninsular: la forma-
ción de los adverbios aquende y allende, a partir de aquén de y allén de, respec-
tivamente, y su temprana gramaticalización como preposiciones. Asimismo, el
sistema se incrementa con la forma novedosa ahí, presente en textos literarios
de la primera mitad de ese siglo, posiblemente obra de los copistas del xiv
o posteriores; con aquí, adverbio hallado en algún documento de principios del
siglo xiii, si bien no se utiliza con cierta frecuencia hasta finales de la centuria;
y con acullá, que data de la segunda mitad del siglo xiii. En el xiv se produce la
plena morfologización de ý en la forma verbal existencial hay, pero ý deja rastro
como adverbio pleno hasta el xvi. En el siglo xv desaparece ende, aunque todavía
sigue vivo en asturiano y en aragonés. Desde entonces, como atestigua Nebrija
en su Gramática (1492/1989:209), disponemos de un sistema trimembre, que
es el que más se ha utilizado a ambos lados del Atlático: aquí, ahí, allí, si bien
—recordemos— el empleo de ahí siempre ha sido muy escaso.
Por su especial relevancia, en los dos apartados siguientes nos detendremos
en dos procesos evolutivos particulares: 1. un tipo de gramaticalización “ines-
perado”, posible teóricamente pero al que los especialistas han prestado escasa
atención: el paso anáfora > deixis, y 2. la pragmaticalización o pragmatización
de los adverbios acá, allá y ahí, que pierden el significado de locación específica,
pasan a mostrar una deixis vaga e incluso pueden llegar a perderla.

2.11.1. Un camino de gramaticalización “inesperado”

En páginas precedentes (véase §2.6.2) se abordó el problema de la especial com-


plejidad de los adverbios españoles aquí y ahí y se mostraron los cambios que
sufrieron a uno y otro lado de los Pirineos, respectivamente las dos variantes
del adverbio procedente del latín ibi: aqu-í (‘ahí’ > ‘aquí’) y a-í ‘ahí’, ambas con
empleos originariamente anafóricos.
Es un hecho sobradamente conocido que la distinción deixis / anáfora no se
puede hacer en términos absolutos y menos cuando los demostrativos se usan
como estrategias para referirse a entidades mencionadas en el discurso previo,
especialmente cuando el referente no se encuentra explícito en el texto, razón

218
un camino de gramaticalización “inesperado” 2.11.1

por la cual es necesario formular otra distinción mas efectiva: acto de habla /
discurso. De este modo, la creencia tan extendida de que la deixis es conceptual
y cronológicamente anterior a la anáfora podría carecer de fundamento (Pieroni
2010:423-425, 478-479).
¿Qué contextos son los más favorables para que se produzca la evolución aná-
fora > deixis? Resulta iluminador el tratamiento que proporciona la bibliografía
del llamado empleo de reconocimiento (recognitional use) (Diessel 1999:105;
Himmelmann 1996:230) de adjetivos demostrativos que sólo se utilizan como
adnominales, que no tienen un referente en el discurso previo y que permiten
activar un conocimiento anterior compartido por los interlocutores, como se
puede observar en el siguiente ejemplo: anoche no pude dormir. Ese perro me
despertó, en el que el adjetivo demostrativo ese indica que el sustantivo al que
acompaña contiene una información que le resulta familiar al oyente debido
a una experiencia previa compartida con el hablante. El oyente debe conocer cierta
información, que se encuentra desactivada pero pragmáticamente presupuesta,
aunque no se haya mencionado antes.
Si aplicamos esta propuesta a los adverbios demostrativos de lugar anafóricos
que no hacen referencia a elementos del discurso, sino que indican que el oyente
es capaz de identificar el referente basándose en un conocimiento compartido
previo, podemos suponer que alguno de esos adverbios demostrativos puede con-
siderarse candidato idóneo para convertirse en deíctico discursivo, cuya misión es
hacer referencia a proposiciones (Halliday y Hasan 1976:57-76). De acuerdo con la
idea de la inferencia que invita al oyente (invited inference), la gramaticalización
comienza cuando un elemento empleado en un contexto determinado da lugar
a una inferencia de este tipo, esto es, da lugar a que el hablante-oyente realice
una implicatura conversacional motivada por el uso de la forma en cuestión
en contextos particulares; en otras palabras, una proposición cuyo significado
depende del contexto genera ciertas inferencias que terminan por convenciona-
lizarse (Nicolle 2011:402, 411; Traugott 1999, 2002). Habría, pues, cuatro fases
evolutivas: a) en la primera, cuanta más información encierre el locativo ana-
fórico, más fácil le resultará al oyente identificar el referente (Lyons 1977:648)
y cuanto menor sea la distancia anafórica, mayor será el grado de accesibilidad
(Ariel 2002:35-40; Lichtenberk 1996:382), de donde se deduce que habría un
continuum de anaforicidad en este tipo de adverbios —unos serían más anafó-
ricos que otros, dependiendo del adverbio de que se trate y de la distancia que
medie entre él y el referente en el enunciado—. Esta fase de elevada información
fórica y alta accesibilidad se confirma en el corpus por el hecho de que en el
siglo xiii, pero no después, algunos adverbios demostrativos de lugar aparecen,
con frecuencia, repetidos en un contexto muy próximo, y, con menor frecuencia,
los adverbios aparecen asociados a adjetivos demostrativos que introducen el

219
2.11 adverbios demostrativos de lugar

nominal referente y este está, por lo regular, en la oración inmediata antes


del adverbio demostrativo de lugar. b) En una segunda fase se puede debilitar
o anular el referente ya sea porque está más distante ya sea porque se puede
prescindir de él. Este debilitamiento propicia la adquisicón de valores deícticos.
c) En la tercera fase el adverbio debilita e incluso anula aún más su referencia
porque simplemente remite a una proposición o evento. d) En la cuarta fase el
adverbio adquiere valor deíctico, porque, al carecer de un anclaje referencial
textual posible, se ancla al acto de habla mismo. El único adverbio demostrativo
de lugar que cumple todas estas condiciones y ha recorrido todas las fases es ahí.
De manera esquemática, este adverbio habría pasado por las siguientes etapas
evolutivas: 1. Anafórico: ...en Madrid..., ahí... > 2. Debilitamiento / ausencia de
referente:..., ahí... > 3. Anafórico reconocedor: [proposición previa carente de
referente posible pero con información compartida] —Ahí ‘a eso’ quería yo lle-
gar (deíctico discursivo) > 4. Ahí está / Está ahí (deíctico). Los datos del corde
confirman estas cuatro fases, como muestran los ejemplos de los siglos xv y xvi
en (70a-d) extraídos de este corpus. Las cuatro etapas coexisten hasta la fecha.

(70) a.
e fallaron en el camino un saco lleno de trigo que cayera de una bestia.
E dixo el justo al pecador: —“Toma de ahí”. E echaron amos mano
del saco [Anónimo, Libro de los gatos, ca. 1400, corde]
b. Pues en aquellos tales te habías de avezar y de probar, de cuantas
veces me lo has visto hacer. Si no, ahí te estarás toda tu vida, hecha
bestia sin oficio ni renta [Fernando de Rojas, La Celestina, ca. 1499-
1502, España, corde]
c. Pluguiese a Dios que así me aconteciese, que yo daría por bien em-
pleado mi trabajo. Ahí me paresce que hubo para un traidor dos
alevosos [Juan Arce de Otárola, Coloquios de Palatino y Pinciano,
ca. 1550, España, corde]
d. —Ahí está mi tía, con quien podrás pasar esse puerto como açor con
gavilán [Feliciano de Silva, Segunda Celestina, 1534, España, corde]
—¡Hola! ¿Está ahí algún paje? [Anónimo, Diálogos de John Minsheu,
1599, España, corde]

Otro contexto propicio sería aquel en el que se utiliza como catafórico: ahí en
Madrid está el museo del Prado. Con la elisión del consecuente, en Madrid, el
adverbio carece de anclaje para ser interpretado como fórico y pasa a sentirse
como deíctico. Ya hay ejemplos catafóricos de ahí en el siglo xv (71).

(71) ahunque agora el dicho mi thesorero me ha mostrado una letra de ahí,


de Roma, en que le scriuen quel dicho arcobispo trabajaua e insistia

220
pragmaticalización de algunos adverbios demostrativos: acá, allá, ahí 2.11.2

mucho en obtener nuevos drechos en el dicho priorato [Anónimo, Don


Fernando a Garcilasso de la Vega, 1497, corde]

Obsérvese que, tanto en el uso anafórico como en el catafórico, ahí aparece


en primera posición y el referente ha dejado de ser específico. Si el paso deixis >
anáfora implica la formación de palabras más gramaticales —recuérdese la
evolución del demostrativo al artículo—, el camino contrario, anáfora > deixis,
permite que un adverbio anafórico como ahí se haya cargado de contenido,
haya asumido el típico papel de un deíctico, que es el de situar entidades en
el universo del discurso, y haya aumentado su autonomía y fuerza fónica. El
cambio anáfora > deixis experimentado por ahí no recae exclusivamente en la
forma adverbial, sino en la forma + sus contextos de aparición, ya que estos son
los que hacen posible la inferencia que invita al hablante-oyente a recargar el
adverbio ahí con un nuevo valor, el deíctico, de manera que aparece en nuevas
distribuciones. En suma, ahí experimentó un proceso, común a numerosos cam-
bios sintáctico-semánticos, por el cual los hablantes-oyentes cargan las formas
con nuevos significados inferidos del contexto, y, en consecuencia, la gramática
se enriquece con nuevas formas, una vez que estas pueden prescindir de los
contextos motivadores que originaron el cambio.

2.11.2. Pragmaticalización de algunos adverbios demostrativos: acá, allá, ahí

Entendemos la pragmaticalización como un tipo particular de gramaticalización


por el cual las formas gramaticales, a través de determinados contextos, adquie-
ren valores pragmáticos y más subjetivos, cuyo significado viene asignado por las
valoraciones que el hablante realiza sobre una forma o construcción dada (Brinton
2007:63; D’Hont y Defour 2012:169); algunos de los adverbios demostrativos de
lugar se pragmaticalizaron. Dependiendo de la subjetividad del emisor, de la
situación comunicativa y de los conocimientos compartidos por el hablante y por
su interlocutor en contextos en los que se producen inferencias conversacionales,
se pueden producir pragmaticalizaciones (Company 2006; Traugott 1989, 1995a,
1995b, 2003; Traugott y Dasher 2002, entre otros). Nos centraremos en dos gru-
pos de evoluciones experimentadas por construcciones de las que forman parte
algunos adverbios demostrativos de lugar. Estos se emplean primeramente con
una deixis precisa, en una segunda etapa la convierten en vaga y, al final, pueden
llegar a analizarse como casos de no deixis e incluso perderse. Como punto de
partida hay que recordar que estos adverbios, como elementos deícticos que son,
incorporan referencias a la situación comunicativamente relevante, sobre todo

221
2.11 adverbios demostrativos de lugar

la que tiene que ver con el hablante; es decir, los deícticos incluyen información
pragmática en su estructura semántica (Diewald 2011:458).
Antes de llegar a pragmaticalizarse, algunas expresiones sufren un proceso
de gramaticalización de tipo metafórico, por el cual se pasa del ámbito de lo
concreto al ámbito de lo abstracto, como se verá a continuación en el inciso a),
y el segundo proceso es fruto de otra clase de gramaticalización con elipsis de
determinados elementos de la construcción, como constatan los ejemplos del
inciso b) más abajo. Veamos.
a) Existen cambios en los que se parte de la señalización de un lugar concreto
(deixis precisa) y se pasa a la de un lugar abstracto (deixis imprecisa), como les
ocurrió a muy acá y muy allá, para cuyo análisis hemos de tomar como base la
metáfora espacial los estados son lugares —states are locations (bounded regions
in space), según Lakoff y Johnson (1980:14-19, 1999:180)—, que, combinada
con las metáforas orientacionales lo malo es cerca y lo bueno es lejos, da origen
a dos nuevas metáforas: los estados negativos son lugares cercanos, como en la
expresión del español mexicano Juan se siente muy acá ‘Juan se muestra en
una posición superior respecto a los demás’, ‘en actitud arrogante’, y los estados
positivos son lugares lejanos, como muy allá ‘muy bien’, siempre atenuada con
negación, en la expresión del español general no me encuentro muy allá ‘no
me encuentro muy bien’. Es decir, entendemos los estados como posiciones en
el espacio y, debido a las estrechas relaciones existentes entre el espacio, el
movimiento, la cantidad y el modo, concebimos una mayor distancia como una
cantidad más elevada, lo que siempre se percibe o conceptualiza como algo po-
sitivo (Santos y Espinosa 1996:100-103).
Se sostiene en el capítulo 9 de esta obra, concretamente en §9.3.2, que en las
expresiones de grado es crucial el esquema de imagen de la escala, entendiendo
por esquemas de imagen (image schemata) las estructuras abstractas definidas
como complejos de propiedades que organizan nuestra experiencia y comprensión
y manifiestan una pauta repetida que emerge de nuestros movimientos en el
espacio y de nuestra experiencia con la manipulación de objetos, de las interac-
ciones perceptivas y del hecho de vivir en una determinada sociedad (Johnson
1987:cap. 4). Cuando decimos que una entidad presenta una propiedad graduable,
“identificamos dentro de la escala de grado el punto en el que dicha entidad se
sitúa: a ese punto podemos denominarlo valor real. Los dos puntos en la escala
(el valor real y el valor estándar) determinan un intervalo. Las expresiones de
grado cuantitativas miden dicho intervalo, es decir, miden la distancia entre
el valor estándar y el valor de referencia” (Sánchez López 2006:21). Existen
cuantificadores precisos, que marcan un punto concreto de la escala, como nada,
medio o harto, indicadores del punto más bajo, del punto medio y del punto
más alto de una escala vertical, respectivamente, y cuantificadores imprecisos,

222
pragmaticalización de algunos adverbios demostrativos: acá, allá, ahí 2.11.2

que no especifican un punto, sino una zona, como es el caso de muy acá y muy
allá, expresiones que pueden entenderse en una dimensión vertical o en una
dimensión horizontal. En el concepto de escala en una dimensión vertical opera
la metáfora más es arriba / menos es abajo (Lakoff y Johnson 1980:52): cuanto
mayor sea el desplazamiento hacia arriba en la escala, mayor será la cantidad,
el grado o la intensidad, de manera que lo positivo es arriba / lo negativo es
abajo. En el concepto de escala en una dimensión horizontal, opera la metáfora
más es lejos / menos es cerca; a mayor distancia, mayor cantidad y grado, luego
lo positivo es lejos / lo negativo es cerca. En el esquema 20 siguiente marcamos
la ubicación relativa de estas expresiones en una escala horizontal.

Esquema 20
Ubicación escalar de adverbios de lugar que expresan grado

– +
... ... ... muy acá... ... ... ... ... muy allá... ...

Como acabamos de señalar, la extensión en el espacio se relaciona con la


cantidad y con la valoración, por lo que a muy acá se le da una valoración ne-
gativa y a muy allá una valoración positiva. Recuérdese que también sucede
lo contrario, ya que, en ciertos contextos, algunos adverbios de valoración se
utilizan como cuantificadores: mal equivale a poco y bien a mucho: en senda
de oro mal segura ‘poco segura’ (Quevedo, Poesías, 1597-1645, corde), un cubo de
agua bien caliente ‘muy caliente’ (Lucanor, 227).
El Diccionario académico (rae 2001:s.v. allá) recoge muy allá con el significado
de ‘muy bien’ y especifica que se usa con negación: no estar muy allá, no andar
muy allá (72a), expresiones muy coloquiales y bastante modernas, ya que no
las hallamos documentadas hasta los años noventa del pasado siglo. Asimismo,
disponemos en español general de la expresión ni muy allá ni muy acá ‘ni mucho
ni poco’, ‘ni bien ni mal’, con función de adjetivo junto a un sustantivo ‘ni buena ni
mala’ (72b), incluso con repetición de los adverbios (72c). Resulta llamativo
el uso que hace el español de México de muy acá (72d), con dos significados:
uno marcado negativamente, como en Juan llegó muy acá ‘poco humilde’, y
otro marcado positivamente, como en hoy vienes muy acá ‘muy (com)puesta’,
‘muy elegante’. Ambos ejemplos resultan semánticamente ambiguos, ya que,
dependiendo de quién interprete la escena, el primero puede recibir una
valoración positiva (‘muy seguro de sí mismo’) y el segundo una valoración
negativa (‘exagerada’, ‘vestida de manera poco habitual’). Es lo que también le
pasa a mal: mal segura en el ejemplo de Quevedo, mencionado arriba, significa

223
2.11 adverbios demostrativos de lugar

‘poco segura’ y mal bicho, referido a una persona, significa en español peninsular
‘muy bicho’, y de ahí ‘mala persona’.

(72) a. Sí, los Ford Fiesta no han salido muy allá, la verdad [Oral, 10-08-
1991, España, crea]
me da que no va a durar mucho, porque según las postales de mi
tío, como que no se lo está pasando muy allá que digamos allí, ¿sa-
bes? [Oral, Mójate, 09-10-1995, España, crea]
ella quería un reconocimiento general porque no se encontraba muy
allá, le dolía un dedo [Época, 10-02-1997, España, crea]
—Yo, regular. Me parece que ninguna cosa la hago muy allá [Carmen
Martín Gaite, Fragmentos de interior, 1976, España, crea]
b. y conocí a una chica, una mujer hecha y derecha con la cual empe-
zamos una amistad ni muy acá ni muy allá, sino compañeros de
trabajo [Descubriendo, 100]
c. Hombre, mi Teología, ya sabe, como la de todos. Ni muy allá, allá,
ni muy acá, acá. En fin, las cuatro verdades, los diez mandamientos
y algo sobre los misterios divinos [Miguel Murillo Gómez, Dogma de
fe, 1986, España, crea] 
d. Porque Pepe jamás se dejó sorprender por el dogmatismo de los más
acelerados, aunque motivos todos los tenemos, ¿no?  ¡Y de sobra!
muchas veces nos mareaban gacho, pero él siempre muy acá: “Quí-
tenle un huevo a su licuado maixtros, irrumpan en el desacelere, el
desescale...” [Enrique Espinosa, Jesús el bisabuelo y otros relatos,
1995, México, crea]
Venían tipejos que ¡uy!, desde peladitos hasta pípirisnais que se
bajaban de sus carrazos;  algunos  muy acá, con chofer y toda la
cosa... aunque lo duden. Más adornados que un arbolito navideño, y
exageraban sus ademanes a propósito [Jenny E. Hayen, Por la calle
de los anhelos, 1993, México, crea]

En otros contextos ahí y allá, repetidos, han adquirido el significado de


‘aproximadamente’: ahí, ahí y allá, allá. Si antes hemos pasado de la proximi-
dad o la lejanía al grado elativo, ahora vamos a comprobar que se da también
el paso metafórico desde la proximidad o la lejanía física a la focalización de
aproximación, otro ejemplo de evolución desde el ámbito de lo concreto al de lo
abstracto (→ Capítulo 9). Así, tendríamos, en el caso de ahí, ahí, la metáfora
similitud es proximidad y, en el de allá, allá, la metáfora similitud es lejanía.
Para esta concepción hemos de tener en cuenta un punto al que o bien podemos

224
pragmaticalización de algunos adverbios demostrativos: acá, allá, ahí 2.11.2

acercarnos sin pasarlo —expresión con ahí— o bien podemos sobrepasarlo


—expresión con allá—.
El Diccionario académico (rae 2001:s.v. allá) sólo recoge allá, allá, que se
usa “en frases elípticas para indicar que dos o más cosas que se comparan son
aproximadamente iguales”. Resulta muy coloquial, razón por la cual no hemos
podido documentar ni ahí, ahí ni allá, allá ni en el corde ni en el crea. Los
únicos ejemplos que aportamos están tomados de la red (73).

(73) Supongo que Orzowei y las series de los 80’s estarían ahí ahí en
la pole de cosas que tenía en la cabeza [popcorn-cine-musica.blogs.
fotogramas.es/tag/clave]
En cuanto a Literatura, creo que la caza ha dado más de si que el
boxeo. En el cine gana el box por K.O., las largas esperas no pueden
competir con la rapidez e inmediatez de los asaltos. En cuanto a
controversia estarán allá allá, aunque estos días... [www.ciao.es/
Escenas_Opinion_1181472]

De los tres tipos de adverbios aproximativos existentes, neutros, defectivos y


excesivos, los neutros se utilizan para expresar estados que alcanzan una zona
no determinada que puede abarcar tanto la parte inmediatamente inferior como
la parte inmediatamente superior de la meta; los defectivos, para “estados no
alcanzados pero cercanos”; y los excesivos, para “estados alcanzados y sobrepa-
sados pero cercanos” (García-Medall 1993:160; González Rodríguez 2009:253).
Ahí, ahí pertenecería al grupo de los defectivos, ya que indica cercanía pero sin
llegar a la meta prevista, y allá, allá al de los excesivos, dado que la sobrepasa.
Desde el punto de vista semántico, en el grupo de expresiones de aproxima-
ción algunas tienen que ver con el espacio: en latín, prope ‘cerca’, circa, circiter
‘alrededor’; en español, (a)cerca, alrededor; otras con la cantidad: en latín, paene
‘por poco’, tantum ‘tan poco’; en español, por poco, poco más o poco menos, y
otras con la cualidad: en latín, fere ‘con fuerza’, aegre ‘de manera penosa’, vix
‘con esfuerzo’; en español, abés, apenas, adur. Ahí, ahí y allá, allá, obviamente,
tienen que ver con el espacio.
En el esquema 21 siguiente se señala la meta con la línea horizontal, cuya
superación por muy poco se codifica mediante las expresiones adverbiales excesi-
vas y su casi superación, también por muy poco, con las expresiones adverbiales
defectivas. La flecha de la izquierda indica que no se especifica si se supera o
no la meta, pero que se está cerca de ese punto, significado que manifiestan
las expresiones aproximativas neutras del tipo céntimo arriba, céntimo abajo o
céntimo más, céntimo menos, y quizá la que podría formarse con adverbios de
lugar: *céntimo allá, céntimo acá.

225
2.11 adverbios demostrativos de lugar

Esquema 21
Expresiones aproximativas con adverbios de lugar en español

excesivos
allá, allá
neutros
*x allá, x acá defectivos
ahí, ahí

b) El segundo tipo de cambio no tiene que ver con la metáfora, sino con la
elipsis, gramaticalización que tiene otras repercusiones, como observaremos en
varios ejemplos con ahí: ¡vete por ahí!, ¡ahí te dejo!, ¡ahí te quedas!, ¡ahí te ves!, y
en uno con allá: ¡allá tú!, ¡allá ustedes! Analicemos algunas de estas expresiones.
Vete por ahí. En origen, en esta expresión hay un verbo de movimiento y un
sintagma prepositivo que indica trayecto no determinado con un adverbio de
lugar deíctico, acompañado de una serie de circunstanciales de tiempo (74a)
o de modo / finalidad (74b), que marcamos en cursivas en los ejemplos. En los
contextos pertinentes, la construcción se despoja de estos circunstanciales (74c)
y llega a equivaler a cállate o a déjame en paz (74d), cambio que no sólo tiene
consecuencias semánticas, sino también fónicas: el adverbio, como ya señalamos,
pasa a grave y se pronuncia [ái] e incluso se vuelve monosilábico [á0]. De nuevo,
la deixis se ha ido debilitando hasta llegar a perderse.

(74) a. Toma tu capa y vete por ahí un rato, hasta que hierva aquella ira
[Fray Alonso Cabrera, Consideraciones sobre los Evangelios de los
domingos, ca. 1598, España, corde]
b. Llamaba a Felipe, y echando mano al bolsillo, le daba un par de
cuartos, diciéndole: “Toma, hombre, vete por ahí de paseo y com-
pra alguna golosina” [Benito Pérez Galdós, El doctor Centeno, 1883,
España, corde]
c. Oye, pues: horada la tierra hacia la parte de atrás de la cabaña, y
vete por ahí. Camina toda la noche; haz de modo que tus huellas
no se puedan seguir fácilmente [Juan León Mera, Cumandá o un
drama entre salvajes, 1879, Ecuador, corde]
d. A alguien que nos hubiese preguntado si nos amábamos, le hubiéra-
mos dicho: “Anda, vete por ahí, qué cosas más raras se te ocurren”
[Antonio Gala, Los invitados al jardín, 2002, España, crea]

226
pragmaticalización de algunos adverbios demostrativos: acá, allá, ahí 2.11.2

Ahí te dejo. Esta y otras fórmulas de despedida se forman a partir de expre-


siones con un objeto directo (75a) o con un complemento sociativo o de compañía
(75b), casos en los que está implícito el adjetivo solo / sola. La elipsis de estos
sintagmas ocasiona la pérdida del significado originario de toda la construcción
(75c), e incluso se puede llegar a elidir el adverbio: ¡ahí te dejo! > ¡te dejo! (75d).

(75) a.
—Mira, Tula, yo me muero y me muero sin remedio. Ahí te dejo mis
hijos, los pedazos de mi corazón, y ahí te dejo a Ramiro, que es
como otro hijo [Miguel de Unamuno, La tía Tula, 1921, corde]
b. Toma... Y ahí te dejo con el abuelo... [Jacinto Benavente, El nie-
tecito, 1910, España, corde]
—Quítate de delante, mojigata; ahí te dejo con tus santos [Ramón
Sarabia, ¿Cómo se educan los hijos?, 1945, España, corde]
c. —¡Jorge! —dijo el marqués al Capitán Veneno, penetrando en la alcoba
con aire de despedida. —¡Ahí te dejo! [Pedro Antonio de Alarcón, El
capitán veneno, 1881, España, corde]
d. —Te dejo, voy arriba un rato [José Manuel Caballero Bonald, Dos
días de setiembre, 1962, España, corde]

El adjetivo solo aparece explícito con más frecuencia en la expresión ahí te


quedas (solo) con... (76a), que no evoluciona tanto como la anterior, ya que lle-
gamos a ¡ahí te quedas! (76b), y no a *¡te quedas!

(76) a.
conque ajústame tú estas cuentas que tengo que dar a Dios, por tu
mediación mesma de lo mucho que le debo y de lo poco y mal que
le he pagado... y ahí te quedas, viejo y solo, hasta que te llegue la
tuya [José María de Pereda, Peñas arriba, 1895, España, corde]
Cuando eres mayor, todo es distinto. Tu mujer se va a trabajar, tus
hijos al colegio. Y ahí te quedas tú solo, con tu gripe, viendo
a María Teresa Campos [aa. vv, El club de la Comedia, 2001, España,
crea]
—Pues ahí te quedas, con tu realidad caprichosa; ya me tienes
aburrida. Voime [Ramón Pérez de Ayala, Tigre Juan, 1926, España,
corde]
—Pues ahí te quedas con tu Menéndez Pidal del alma. Podéis
iros todos al infierno [Max Aub, La calle de Valverde, 1961, España,
corde]
b. Mi mujer te contará. Ahí te quedas, pues, charlen ustedes [Mariano
José de Larra, Traducción de Partir a tiempo, de Scribe, 1835, España,
corde]

227
2.11 adverbios demostrativos de lugar

A lo cual, Zambombo contestó vistiéndose vertiginosamente, mar-


chándose a la calle, dando un portazo al salir y vociferando: —¡Ahí te
quedas! ¡Que te diviertas! [Enrique Jardiel Poncela, Amor se escribe
sin hache, 1929-1933, España, corde]

Con estos antecedentes podemos abordar el estudio de la expresión utilizada


en México ¡ahi te ves!, ¡ahi se ven!, con el significado de ‘adiós’, y con pronuncia-
cion grave siempre. Para la Academia Mexicana de la Lengua, en su Diccionario
de mexicanismos (2010:s.v. ahí), es una expresión popular / coloquial que “se
emplea como fórmula para despedirse de una persona: ya me voy, ahí te ves”.
No hemos documentado ahí te ves solo, ahí te ves sola, pero puede suponerse la
existencia de este tipo de contexto previo a través del único ejemplo hallado en
los corpus electrónicos (77a), aunque no es una expresión de despedida, como sí
lo es la del español mexicano (77b).

(77) a. ¡Lloro por tu destino, Traductor, que ata tus ojos a las palabras,...! ¿Por
qué Atenea, de ojos de lechuza, brindarnos quiso el luminoso conoci-
miento? ¡Ahí te ves, infortunado, intentando, como Tántalo, alcanzar la
fútil... [José Carlos Somoza, La caverna de las ideas, 2000, Cuba, crea]
b. Me voy. ¡Ahí se ven! [Habla espontánea, México]

Distinto es el caso de ¡nos vemos!, surgido a partir del uso de ahí nos vemos con
sintagmas que especifican un lugar (78a), un tiempo (78b) o ambas circunstan-
cias. En el mismo siglo, el xx, estos sintagmas se eliden y se obtiene la expresión
de despedida ¡nos vemos!, ya sin el adverbio demostrativo de lugar ahí (78c).

(78) a. cuando el nuevo Majestic se inauguró y la memoria de muchas gentes


se volvió flaca, el nombre sólo era para señalar un punto de reunión
en aquel lado de la Alameda. Ahí nos vemos, frente a Las Mil
Vírgenes, decía uno como si nada hubiera pasado [Arturo Azuela,
La casa de las mil vírgenes, 1983, México, crea]
b. —Ah sí, bueno, ya me voy. Ahí nos vemos. Michael, mira. Te veo el
lunes. Mira, hombre, eres buen doctor. Pero hay que caminar más
tranquilo. Bueno, ya los dejo [Alejandro Morales, La verdad sin voz,
1979, Estados Unidos, crea]
c. Nos vemos en una próxima ocasión. Nos vemos, Pepe. Un abrazo
[Oral, Radio, Madrid, 25-10-1991, España, crea]

Como se ha podido comprobar, una secuencia de palabras se ha convertido


en una unidad que, suficientemente repetida, se ha automatizado, ha perdido

228
pragmaticalización de algunos adverbios demostrativos: acá, allá, ahí 2.11.2

transparencia semántica, ha incrementado su autonomía, ha reducido su forma


y ha acabado alternando con otras expresiones equivalentes (Bybee 2003:603),
en este caso ¡adiós! o similares. El adverbio demostrativo de lugar ahí perdió
su significado referencial y, en algunos casos, desapareció del resultado final.
La expresión ¡allá tú! también es un caso de evolución en el que está involu-
crada la elipsis, pero sufre un proceso diferente. El Diccionario académico (rae
2001:s.v. allá) consigna el adverbio allá en “fórmulas como allá te las compongas,
allá se las haya, allá tú, allá él, allá cada cual, etc., para manifestar desdén
o despreocupación respecto a los problemas ajenos”. Estos mismos ejemplos
sirven para trazar su historia, en la que es clara la elipsis del verbo (79a), haber,
empleado desde principios del siglo xvii, arreglar, desde el siglo xix, y apañar,
componer o entender, desde el siglo xx, centuria en la que se omiten tanto el
verbo como los pronombres personales átonos te y las, por lo que quedan sola-
mente allá y el pronombre tónico de segunda persona, tú, que, curiosamente,
raras veces aparece expreso con anterioridad (79b): allá te las hayas / arregles /
apañes / compongas / entiendas (tú) > allá tú.

(79) a. No te me hagas bueno; que el que ha de mostrar su bondad, cuánto


mejor sea, tanto con más buen ánimo ha de conocer las cosas justas,
y, pues tú no las conoces, cogido te tengo. Allá te las hayas; que
ya llueve sobre mojado [Gregorio González, El guitón Onofre, 1604,
España, corde]
No quiero nada contigo —le dijo—. Tú en tu casa y yo en la mía... Ni
soy hipocritona ni tampoco me gusta acusar. Allá te las arregles.
Abur [Benito Pérez Galdós, Tormento, 1884, España, corde]
Te llevo a tren hasta la mitad del puerto, luego me relevará ese
compañero, y finalmente allá te las apañes tú con los peces gordos
[Javier García Sánchez, El Alpe d’Huez, 1994, España, crea]
Como tengo antigüedad percibiré los dieciocho meses de subsidio; des-
pués, allá te las compongas [Antonio Buero Vallejo, Caimán, 1981,
España, crea]
y luego después cuando hace falta allá te las entiendas [Álvaro
Pombo, El héroe de las Mansardas de Mansard, 1983, España, crea]
b. No te digo nada, pero yo no veo a maître Saurin por ninguna par-
te, allá tú, hijo. Espero que no te irás a poner ahora a jugar a la
petanca, porque tú eres capaz de todo [Ángel Vázquez, La vida perra
de Juanita Narboni, 1976, España, crea]

En la evolución de estas construcciones intervino de forma determinante


la subjetividad del hablante y se produjo una reacción en el oyente. Como el

229
2.12 adverbios demostrativos de lugar

cambio tuvo lugar en contextos donde los interlocutores compartían una serie
de conocimientos previos, se pudieron producir las correspondientes inferencias
conversacionales con un éxito tal que llegaron a convencionalizarse muy pronto
y aumentaron notablemente su frecuencia de uso en registros orales coloquiales
en un lapso muy corto. La subjetivización, además de ser un cambio semántico-
pragmático, constituye en sí mismo un cambio sintáctico específico cuyas
consecuencias extremas llevan a la pérdida de capacidad sintáctica (Company
2006). En efecto, los adverbios ahí, acá y allá, como consecuencia del proceso de
pragmaticalización, perdieron capacidades sintácticas, y algunos se despojaron
casi por completo de su sintaxis originaria, al punto de que varias expresiones
se fijaron en fórmulas con un alto grado de lexicalización, motivo por el cual la
construcción subjetiva toda, adverbio + forma acompañante, es la que debe ser
consignada en los diccionarios como una unidad.

2.12. Conclusiones

El análisis de la historia y del comportamiento de los adverbios demostrativos


de lugar que hemos llevado a cabo en este capítulo ha confirmado que, a pesar
de que pudiera parecerlo, no forman un sistema equilibrado ni trimembre, ya
que, entre otras razones, el adverbio ahí es tardío, ha sufrido más cambios que
los demás elementos de su serie y no se ha integrado completamente en ella.
Frente a la opinión generalizada de que la serie en -í sirve para expresar una
locación específica y la serie en -á una locación amplia, los textos han demostrado
que no siempre es así; más bien, la primera suele emplearse para denotar una
localización sin movimiento y la segunda para denotar una locación dinámica.
Asimismo, la serie en -í se relaciona más con España que con América, pero se
documenta a ambos lados del Atlántico y en todas las épocas. No obstante, el
español rioplatense presenta más adverbios de la serie en -á que el español de
México y ambos dialectos americanos doblan al español de España en usos en -á.
Si en cuanto al significado de estos adverbios todos los países de habla hispana
reflejan los mismos cambios semánticos —por ejemplo, el paso metafórico del
lugar al tiempo: aquí ‘ahora’, ahí ‘luego’ y allá ‘en tiempos lejanos’—, en cuanto
a la forma, el español americano manifiesta un uso más innovador, ya que los
utiliza en diminutivo: allacito, ahicito, aquicito, etcétera.
Respecto a su historia, partimos del latín clásico, lengua que contaba con doce
adverbios deíctico-anafóricos —tres de ellos para expresar la ubicación, tres para
la dirección, tres para la vía y tres para el origen— más cuatro sólo anafóricos
—uno para la ubicación, otro para la dirección, otro para la vía y otro para el
origen—. El latín hablado, a juzgar por los resultados romances, simplificó este

230
conclusiones 2.12

sistema y comenzó a utilizar algunos de esos adverbios en composición con el


refuerzo deíctico ecce, como prueban los resultados de algunas lenguas romances,
o con *acce, preferido por otras, como se observa en *accu hic, *accu hac, *accu
hinc, y otros, debido a sus usos en sintagmas direccionales, en composición con
*ad: *ad illic, *ad illac, *ad illinc. De los anafóricos, sólo quedaron dos: ibi e inde.
Así, el español de los orígenes presenta un sistema con los siguientes elementos,
repartidos en tres series: ý, allí, acá, allá, aquen(de), allen(de), sin olvidar los
anafóricos ý y ende.
Tras revisar los sistemas de adverbios demostrativos de lugar en italiano,
rumano, gallego-portugués, occitano, francés, catalán y español, hemos podido
justificar la compleja historia de aquí y de ahí, dos adverbios que o bien son
evoluciones que sufrieron varias lenguas romances de forma independiente
o bien, por sus primeras documentaciones y por las características de los primeros
textos en los que aparecen, pueden ser fruto del influjo de una lengua ultrapi-
renaica, el occitano, en el primer caso, o del catalán pirenaico, en el segundo. A
pesar de que lo habitual es el paso deixis > anáfora, ahí muestra el contrario,
anáfora > deixis, evolución que no ha de resultar extraña, ya que también afectó
al otro adverbio anafórico, inde, aunque de forma más restringida: en asturiano,
por ende ‘por ahí’.
El cambio morfológico más llamativo es el de la gramaticalización de la cons-
trucción formada por el presente del verbo haber en tercera persona del presente
de indicativo y el adverbio ý, (h)a ý > hay. Esta expresión de la existencialidad
es una innovación que surgió en contextos específicos y con sintagmas cincuns-
tanciales de los que se va desprendiendo hasta llegar a la morfologización de ý >
-y en la segunda mitad del siglo xiv.
En el ámbito gramatical hay que reseñar la temprana adquisición por parte de
los adverbios aquen(de) y allen(de) de la función prepositiva: aquende / allende los
mares, con la pérdida correspondiente de la preposición de (aquende / allende
de los mares). Formas ya gramaticales que se han convertido en más gramati-
cales. Cuando decae la frecuencia de aquende en el siglo xv, allende incrementa
la suya, ya que no sólo mantiene sus usos como adverbio y preposición locativos,
sino que sufre un cambio semántico: del lugar a la adición, y así allende comienza
a emplearse como adverbio focalizador aditivo con el significado de ‘además’.
En lo que a la pragmaticalización se refiere, algunas colocaciones de las que
forman parte ciertos adverbios demostrativos de lugar se han subjetivizado en
los últimos tiempos: unas con una gramaticalización previa de tipo metafórico,
como muy acá y muy allá, expresiones elativas; o ahí, ahí y allá allá, expresio-
nes aproximativas; y otras con una gramaticalización también previa en la que
resulta crucial la elipsis de determinados elementos de la construcción completa:

231
2.13 adverbios demostrativos de lugar

¡Vete por ahí!, expresión de rechazo; ¡ahí te ves!, ¡(ahí) te dejo!, ¡ahí te quedas!,
¡(ahí) nos vemos!, expresiones de despedida; o ¡allá tú!, expresión de desdén.
Este capítulo ha corroborado que, como afirmó Levinson (1996:356), el espacio
es una dimensión cognitiva básica de los seres humanos. Pensamos de modo
espacial: partimos de nociones relacionadas con el lugar para expresar otras más
elaboradas, como las de tiempo, y otras mucho más abstractas, como las de modo.
Utilizamos las expresiones deícticas espaciales dentro del acto comunicativo, pero
también tomamos el texto como espacio, lo que, como hemos intentado acreditar,
ha tenido significativas repercusiones en la evolución lingüística.

2.13. Corpus bibliográfico

2.13.1. Corpus base

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