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Un pigmento es cualquier molécula que produce color en las células animales, vegetales,
bacterias y hongos. Muchas estructuras biológicas, como la piel, los ojos y el pelo en
mamíferos contienen pigmentos —como la melanina— localizados en células
especializadas llamadas cromatóforos. En mamíferos, se denominan específicamente
Melanocitos. Si bien todos los cromatóforos contienen pigmentos, no todas las células
que presentan pigmentos son cromatóforos: el grupo hemo por ejemplo es responsable
del color rojo de la sangre y se encuentra en los eritrocitos. Esta denominación
diferencial está asociada al origen embrionario de cada tipo de célula. Dentro de los
cromatóforos, los pigmentos se localizan en vacuolas o vesículas. En los vegetales, los
pigmentos pueden localizarse en diferentes organelas denominadas plástidos. Estas
moléculas son capaces de absorber ciertas longitudes de onda y reflejar otras, de
acuerdo a su estructura química. Las longitudes que se reflejan son aquellas que los ojos
reciben y que el cerebro interpreta como “color”.
DERMIS
La dermis está constituida por tejido conjuntivo, conteniendo fibras de colágeno
de tipo I y fibras elásticas. Las células de la dermis incluyen fibroblastos,
macrófagos, mastocitos y adipocitos y en ella se encuentran vasos sanguíneos,
nervios, glándulas subcutáneas y folículos pilosos. Su grosor no se puede medir
exactamente porque no se diferencia claramente de la capa subcutánea pero es
delgada en los párpados (0.6 mm o menos) tiene unos 3 mm en las zonas de
más fricción que son las palma de las manos y las plantas de los pies, en donde
está la piel gruesa. Suele ser más delgada en la parte anterior del cuerpo que en
la posterior y más delgada en las mujeres que en los hombres.
4. ¿Qué estrategias fisiológicas presentan los reptiles para realizar una adecuada
termorregulación?
Los reptiles habitan una gran cantidad de hábitats, incluso se encuentran en ambientes
extremadamente variables como desiertos, cimas de montañas y grandes latitudes. En
respuesta a estos tipos de ambientes, los reptiles han desarrollado numerosas
adaptaciones morfo-fisiológicas y estrategias conductuales ante la gran variedad de
climas con alta heterogeneidad térmica y, por ende, han adoptado múltiples rutas de
intercambio de calor. Los principales mecanismos utilizados para la absorción y la
disipación calorífica de los reptiles son por tigmotermia, es decir, la absorción de calor
a través del sustrato (i.e., conducción), por heliotermia o absorción de calor por medio
del aire (i.e., convección) y directamente del sol (i.e., radiación), además de la
combinación de estos mecanismos (5). Si bien los reptiles no aviares regulan su Tc
principalmente por medio de la conducta, la regulación también implica procesos
fisiológicos complejos que involucran la detección del medio ambiente térmico y el
procesamiento de la información ambiental. Aquí el complejo pineal situado en la
cabeza, formado por el órgano pineal y el ojo parietal, tiene un papel importante en el
ritmo determorregulación de reptiles y actúa directamente en la sincronización de los
procesos fisiológicos y conductuales con respecto a las señales de luminosidad
ambiental. Posterior a la termorrecepción y al procesamiento, la Tc de ectotermos es
conductualmente controlada, sin embargo depende de múltiples variables ecológicas
(Fig 1).