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Literatura Grecolatina
Equipo de Cátedra
Natalia Ruiz de los Llanos
Carolina Rieszer
Milagro Rubio
“Las costumbres hacen las leyes, las mujeres hacen las costumbres; las
mujeres, pues, hacen las leyes.”
Montesquieu
Escritor y político francés.
“(…) Frente al desaparecido, en tanto esté como tal, es una incógnita el
desaparecido. Si el hombre apareciera, bueno, tendrá un tratamiento X y
si la desaparición se convierte en certeza de su fallecimiento, tendrá un
tratamiento Z. Pero mientras sea desaparecido, no se puede tener ningún
tratamiento especial, es una incógnita, es u desaparecido, no tiene
entidad, no está, ni vivo ni muerto, está desaparecido (…)”
Jorge R. Videla
Los ríos más profundos son siempre los más silenciosos[3]
Antígona de Sófocles es el relato de una joven que sufre la muerte luego de haber desobedecido
las órdenes del tirano Creonte (su tío), de no dar sepultura a su hermano Polinices. Ella cumple el
deber sagrado del sepelio y la piedad que le dicta el amor a su hermano. Al respecto apela a la
ley de los dioses, leyes no escritas que por existir “desde siempre” están por encima de los
hombres.
En esta obra asistimos al dilema insuperable entre la razón individual y la fuerza de las leyes.
Debemos de tener en cuenta que, como nos dice Ana Iriarte, la tragedia nace en un momento de
transición, que va desde el régimen tiránico a la “democracia”. Y será por ello que el género
adaptará una actitud crítica frente a estos cambios y mantendrá la añoranza de una tradición.
Sófocles logró no sólo poner en tela de juicio al tirano, que de algún modo oscila entre el
comportamiento bestial y el deber político, sino también a que otros tipos de oposiciones se
amplíen y se profundicen, como lo son: las confrontaciones entre hombres y mujeres; estado e
individuo; ancianidad y juventud; vida y muerte y humanidad y divinidad. La presencia de estos
enfrentamientos, es un motivo más para considerar a esta obra, desde nuestro punto de vista,
dueña de una verdad universal, cuyo trasfondo cobra importancia al momento de ser utilizada
como centro y eje de inspiración.
“Creonte: si, encima, l os de mi edad vamos a tener que aprender a pensar según
el natural de jóvenes de la edad de éste.
Hemón: no, en lo que no sea justo. Pero, s i es cierto que soy joven, también lo
es que conviene mas en las obras fijarse que en la edad.
Creonte: valiente obra, honrar a los transgresores del orden!
Hemón: en todo caso, nunca dije que se debiera honrar a los malvados.
Creonte: ¿ah no? ¿Acaso no es de maldad que está ella enferma?
Hemón: no es eso lo que dicen sus compatriotas tebanos.
Creonte: pero, ¿ es que me van a decir los ciudadanos lo que he de mandar?
Hemón: ¿no ves que hablas como un joven inexperto?
Creonte: ¿He de gobernar esta tierra según otros o según mi parecer?
Hemón: no puede, una ciudad, ser solamente de un hombre.
Creonte: la ciudad, pues, ¿no ha de ser de quien la manda?
Hemón: a ti, lo que te iría bien es gobernar, tú solo, una tierra desierta.
Creonte: (al coro.) está claro: se pone del lado de la mujer.
Hemón: si, si tú eres mujer, pues por ti miro.
Creonte: ¡ay, miserable, y que oses procesar a tu padre!
Hemón: porque no puedo dar por justos tus errores.
Creonte: ¿es, pues, un error que obre de acuerdo con mi mando?
Hemón: si, porque lo injurias, pisoteando el honor debido a los dioses.
Creonte: ¡infame, y detrás de una mujer!” (Sófocles (2006): 38-39[ 4])
Cuando nos trasladamos a la AF, vemos como desde su título encontramos la parodia al
desarrollar un mito que mantiene vigente su valor simbólico en el presente y en donde la
referencia al hipotexto se torna compleja.
Para estructurar su recreación del mito, recurre a procedimientos de escisión y concisión que
imponen al hipotexto una reducción que mantiene sólo la trama y el soporte. Es decir, Gambaro
reducirá a prácticamente un tercio la extensión del hipertexto, lo estructurará en un solo acto,
eliminará personajes, situaciones y parlamentos. Pero mantiene los principales núcleos del
conflicto, la discusión entre las hermanas, la presencia de Antígona ante Creonte, el “entierro” de
Polinice, el lamento de Antígona y la peripecia final de Creonte. Aunque también ampliará
secuencias al incluir en ella a Antinoo, quien con rasgos porteños y tono burlón y petulante,
representa el discurso del poder a un sector de la sociedad complaciente, que desea mantener el
status quo imperante. Los personajes de Sófocles se han reducido y el Coro desaparece,
Antígona, el Corifeo y Antinoo son los únicos personajes presenciales. Ismena y Hemón
aparecen solo a través del recuerdo de Antígona, mientras Creonte es representado por un
armazón (carcasa) y cuya voz asumirá el Corifeo cuando se introduce en ella.
Así la recreación de Gambaro se aproxima bastante a lo G. Genette caracteriza como una
literatura de “segundo grado”, donde el hipertexto no asume la forma de un comentario respecto
al hipotexto, sino que se constituye en una literatura que “se escribe leyendo” . En palabras de
Griselda Gambaro, “arma una nueva Antígona fuera del tiempo para que paradójicamente nos
cuente su historia en su tiempo y el nuestro”
Suponemos que la ausencia más llamativa es la del coro, que como sabemos es el centro del
género en la tragedia griega clásica y al menos en Antígona y Edipo Rey, de Sófocles representa
la voz de la polis y es portavoz del pensamiento del autor. Pero G. gambaro prescinde del coro y
lo reemplaza por el Corifeo, quien muy lejos de representar una perspectiva critica, es la voz del
dictador y personifica su ideología y las ideas que genera la dictadura en quienes le sirven con
obsecuencia.
Gambaro reconstruye la historia de Antígona sin omisiones significativas, pero los personajes
comentarán los acontecimientos del hipotexto como si fuera su propio pasado. Así el Corifeo y
Antinoo, tomarán café y hablarán con un ceñido acento porteño. En este espacio propio de la
cotidianidad bonaerense, emergerá Antígona y planteará el fratricidio y el entierro de su
hermano:
Vemos también que desde el inicio se plantea el asesinato y la desaparición de personas durante
la dictadura:
“Corifeo: ¿Quién es esa? ¿Ofelia? (Ríen. Antígona los mira) ¡Mozo! ¡Otro
café!
Antígona (canta): “Se miro y se fue, señora,
Se miró y se fue;
El césped cubre su cuerpo
Hay una piedra a sus pies. “
Corifeo: Debería, pero no hay. ¿Ves césped? ¿Ves piedra? ¿Ves tumba?
Antinoo: Nada” (Pp: 197)
“Corifeo: (…) Que sea abandonada en esa tumba. Si ella desea morir allí, que
muera. Quedaremos puros de su muerte y ella no tendrá contacto con los vivos.
Antinoo: ¡Qué sabiduría! Está y no está, la matamos y no la matamos” (Pp:
211)
La pugna individuo versus poder se refleja en otro contexto. Antígona representa la lucha eterna
en contra del poder imperante, la rebelión en contra de la opresión, oponiendo la ley del amor y
de la divinidad contraria a la ley impuesta por el hombre:
Podemos reconocer entre los dichos de los personajes de Gambaro algunas de las más conocidas
frases de Sófocles, las cuales son puestas en boca del Corifeo y de Antinoo, readecuándolas al
gesto paródico. Por ejemplo: “Quien desafíe a Creonte morirá, ese será el salario”, “Las
mujeres no luchan contra los hombres”, “La ciudad pertenece a quien la gobierna”.
Gambaro hace eco de estos parlamentos dándoles un sesgo que evoca los ideologemas del
oficialismo, las justificaciones y los eufemismos que circulaban en los medios de comunicación
de aquella época:
Los personajes evidencian una actitud servil que calla y oculta, que justifica el crimen y la
injusticia. Se hacen cómplices de la tiranía, junto al dictador, la parodia fustiga la actitud de un
estamento social complaciente, mientras que Creonte se dibuja como el perfecto dictador que “A
pesar de su terrible dolor, goza de perfecta felicidad. ¡Como nosotros!” (Pp: 216)
La figura de la Iglesia también se hace presente con el personaje de Tiresias, este representará
“la raza de sacerdotes que aman el dinero” (Pp: 214) . Según Antígona, el sacerdote es muy
“hábil para ser amigo del poder en su cúspide y separarse cuando este declina” (Pp: 214). Por
ello es que Tiresias interviene ante Creonte para lograr el perdón de Antígona. Pero el tirano, que
accederá a los pedidos del sacerdote, no perdona por temor a los dioses, sino por perder el apoyo
de la iglesia que, aunque ciega, siempre “¡Arregla todo!”
Por su parte la Antígona de Sófocles aunque aparezca criticada por José Vara como un
personaje: “con una inteligencia mediana y una envidia exacerbada”; y que sabemos que con
esta mujer, lo único que el autor intentaba es hacer validar el antiguo régimen por sobre lo
“moderno”, no podemos dejar de ver a Antígona como la representación del valor, que sin
importar las consecuencias, privilegia lo que quiere y siente como correcto, y no aquello que
quieren o esperan que haga.
Estas y otras serán las cuestiones que retomará G. Gambaro para representar a madres y abuelas
de Plaza de Mayo. Antígona no sólo habla por sí misma, a través de ella habla Hemón y aquellos
que sin temor enfrentaron a la censura y a la muerte: “Antígona: ¡Cadáveres! ¡Cadáveres! ¡Piso
muertos! ¡Me rodean los muertos! Me acarician… Me abrazan…Me piden… ¿Qué? “(Pp:
200)
El grito de los desaparecidos se hace carne en su cuerpo, su cuerpo será el cuerpo de los que ya
no están: “Antígona: (…) ¡Los vivos son la sepultura de los muertos! ¡Esto no lo sabe
Creonte! ¡Ni su ley!” (Pp: 202)Y a pesar de que, “Corifeo: (…) cuando se ultraja el poder. Y
se transgreden los limites, hija mía, siempre se paga en moneda de sangre” (Pp: 212-213)
Antígona seguirá allí tratando de “siempre” enterrar a Polinice. “Aunque nazca mil veces y el
muera mil veces” (Pp: 217).
Bibliografía
Arán, Pampa (coord.): Nuevo Diccionario de la Teoría de Mijaíl Bajtín. Córdoba: Ferreira.
2006
Finley, M. I: Los Griegos en la Antigüedad. Barcelona: Lidor. 1994.
Vara, José “Sófocles” en Juliá, Victoria (Ed.): La Tragedia Griega. Buenos Aires: La isla de la
luna.
[1] M . Bajtin rechaza la concepción de un "yo" individualista y privado; el "yo" es esencialmente social. Cada
individuo se constituye como un colectivo de numerosos "yoes" que ha asimilado a lo largo de su vida, algunos de
los cuales provienen del pasado; estos "yoes" se encuentran en los lenguajes, las "voces" habladas por otros y que
pertenecen a fuentes distintas (ciencia, arte, religión, clase, etc.). Estas "voces" no son sólo palabras sino un conjunto
interrelacionado de creencias y normas denominado "ideología". Nunca estaremos por fuera de la ideología porque
hablamos con nuestra ideología -nuestra colección de lenguajes, de palabras cargadas con valores. Por lo tanto, es el
sujeto social quien produce un texto que es, justamente, el espacio de cruce entre los sistemas ideológicos y el
sistema lingüístico. El análisis de la lengua en su totalidad concreta y viviente conduce al análisis translingüístico, en
otras palabras, a la polifonía, al conjunto de las "voces"; no al simplemente lingüístico que ofrece una perspectiva
monológica y abstracta. Aparecen de esta manera las relaciones lógicas que son necesarias para las relaciones
dialógicas, que es el discurso de dos voces, así como las relaciones de significación objetiva como los enunciados y
las posiciones de los diferentes sujetos
[2] Se toma el sentido de “hipotexto” e “hipertexto” del teórico Gérard Genette. En donde la hipotextualidad estaría
dentro de la categoría más general de la intertextualidad e inversamente a la hipertextualidad, "toda relación que
une un texto A a un texto posterior B en el que se inserta de un modo que no es el comentario".
[3]Quintus Curtius Rufus. (Siglo I o II-?) Historiador latino.
Subrayado mio.
[4]