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CAPÍTULO II

MARCO TEÓRICO

Los accidentes escolares constituyen un motivo de preocupación creciente


a lo largo del mundo, tanto por el alto número de muertes, lesiones,
invalidez y por sobre todo la pérdida económica.

Nuestros niños y niñas conviven la gran mayoría de las horas del día en
los establecimientos escolares siendo este un grupo de riesgo propenso a
sufrir diferentes tipos de accidentes por variados motivos: una de ellas es
la hiperactividad propia de su edad, el gusto por desafiar las normas y
estar al límite de su integridad física por acciones de peligrosidad, ya sea
para autoafirmarse o probar ante sus semejantes su valentía, o la
curiosidad, que en ocasiones conlleva meterse de lleno en situaciones
peligrosas, poniendo en peligro su integridad personal y hasta su vida.

A menudo los niños no prevén las consecuencias de sus acciones, ello


ocasiona que su sentido del peligro sea distorsionado y estos asuman
riesgos innecesarios.

La OMS define accidente como un “suceso previsible” y es que los


accidentes en la mayor parte de los casos ocurren debido a factores que
podrían haber sido controlados con medidas de prevención, las cuales hay
que tener en cuenta y fomentarlas, pero una vez que ocurren, los Primeros
Auxilios aplicados con rapidez son determinantes para reducir las
consecuencias y en ocasiones salvar vidas. De vez en cuando las
personas se encuentran en situaciones en las que tienen que aplicarlos;
la mayoría de las veces son leves (heridas, contusiones, etc.).
Los accidentes infantiles son la primera causa de muerte en niños y niñas
y una de las diez primeras causas de muerte en los países en camino al
desarrollo. En todas las naciones la mayor causa de muerte son los
accidentes de tráfico, el cual representan el 41% de todas las muertes
infantiles por lesiones en las naciones industrializado. El resto de las
causas de mortalidad infantil más frecuentes son el ahogamiento, las
quemaduras en incendios, caídas de distinto nivel, envenenamiento y
lesiones intencionales. Si se respetasen todas las medidas de seguridad
y se educara forma consciente de las consecuencias que conllevan estas
acciones a los niños/as, se estima que se reduciría los riesgos en estos
infantes (UNICEF, 2015).

Durante la estadía de los estudiantes en los establecimientos


educacionales pueden ocurrir enfermedades y accidentes que les causen
problemas de salud de variadas índoles, 4 de cada 100 estudiantes sufre
algún percance en la salud física durante el año escolar. Un 55% de las
emergencias escolares se deben a caídas durante los recreos, las clases
de educación física o en las escaleras de los establecimientos, según
consignó un estudio realizado por la (UNICEF,2016)

Las manos, pies y cabeza son las partes del cuerpo de los estudiantes
mayormente afectados por estas eventualidades. Un 44% de estos
accidentes ocurre en educación básica, siendo los más pequeños quienes
están más expuestos, por lo tanto, los accidentes pueden ocurrir en
cualquier momento y lugar. En este contexto, es indispensable que los
funcionarios en las escuelas, liceos y colegios puedan tomar diversas
medidas antes de que llegue la atención médica a fin de estabilizar a la
persona que vive la situación de emergencia y prepararla para el
tratamiento y traslado oportuno.

En la Argentina, Según una encuesta publicada en el año 2016, por la


aseguradora Prome, que da cobertura a 1.200 colegios privados del país
trasandino, un 45% de los daños sufridos por alumnos se origina en los
recreos, un 30% en campos de deportes, un 8,2% en talleres, un 8% en
excursiones, un 5,2% en las aulas y un 3,6% en medios de transporte.
Respecto de las lesiones sufridas, un 39% corresponde a heridas
cortantes, un 26% a fracturas, un 10% a esguinces y luxaciones, un 9% a
heridas contusas, un 5,2% a traumatismos de cráneo y un 10,8% a otras,
sin indicar cuáles. De todas ellas, una de cada diez reviste gravedad. Los
accidentes más frecuentes son caídas por las escaleras, cortes con
vidrios, golpes con puntas afiladas (estantes o mesas), quemaduras por
electricidad (zapatillas usadas para computación y otros), lesiones en el
paladar y la garganta por correr con el chupetín en la boca e ingreso de
cuerpos extraños en los ojos, oídos y fosas nasales

En Chile, según la Onemi y la Superintendencia de Educación entregaron


orientaciones en materia de seguridad escolar.

Este último organismo, en el año 2017, se han recibido un total de 302


denuncias de accidentes escolares, cifra que implica un alza del 15,7% con
respecto a igual periodo del año pasado, cuando se registraron 261
denuncias.
La mayoría de estas (89,7%) obedece al incumplimiento de los protocolos
para enfrentar estas situaciones, es decir, falta de medidas de prevención y/o
traslado oportuno a un centro asistencial, falta de personal vigilante y de
atención, elementos básicos de primeros auxilios, falta de aviso a los padres,
desestimar gravedad del accidente y falta de salubridad e higiene.
El superintendente de Educación, Alexis Ramírez, afirmó que se está
trabajando con las escuelas en un concepto más integral de la
seguridad, "basado en la garantía de derechos y en la protección de
bienes jurídicos, en materia de integridad física, psicológica y moral de
los niños, niñas y adolescentes. Esto implica un espacio y un entorno
seguro, de buen clima escolar y libre de toda forma de agresión".
Fuente: Emol.com 2016

A la vez comento “Una escuela debe ir más allá: contar con una política
y una cultura del autocuidado, que promueva relaciones de respeto entre
los integrantes de la comunidad escolar, para evitar situaciones
complejas como accidentes”,

Es importante consignar que todos los establecimientos educaciones


del país, deben contar con un Reglamento Interno en el que se enuncien
un Plan integral de Seguridad Escolar y un protocolo de accidentes
personales, dejando expresado las medidas de prevención en dicho
rega,emto. manifestó. Fuente : Emol.com 2016

Según la Asociación Chilena de Seguridad (ACHS), en mayo del 2014, 180


mil escolares al año son víctimas de accidentes. De estos, 40% se produce
en los recreos y 30% en las clases de educación física.

Si bien los accidentes de trayecto sólo representan 3,5% del total, éstos son
los que producen y provocan lesiones de mayor gravedad a los menores.

Uno de los accidentes más comunes que sufren los menores en los
establecimientos escolares. Son los traumatismos encéfalo craneano, (TEC).
Aunque la mayoría suele ser menor y sólo requiere una evaluación médica
adecuada, es la causa más frecuente de mortalidad e invalidez de la infancia
y la adolescencia ya que la mayoría de las veces cuando ocurre este tipo de
accidentes, son por juegos brusco, y no estar vigilados por un adulto en el
momento. .

86% de los TEC en niños son leves, 8% moderado y 6% severo.

Otros traumatismos frecuentes entre escolares son los esguinces de los


dedos de las manos, los tobillos y rodillas. Torceduras y contusiones son
potencialmente serias, ya que pueden afectar el cartílago de crecimiento.

Cuando la lesión afecta las extremidades inferiores, el síntoma más


importante aparte del dolor, es la dificultad para realizar la marcha o cojear.
En las extremidades superiores, dificultad en el uso de la extremidad como
también pérdida de la movilidad. Además, podemos encontrar aumento de
volumen asociado a dolor a la palpación de la zona afectada. Cuando el niño
presenta algunos de los síntomas mencionados, es prudente llevarlo a la
Urgencia para que sea evaluado por un traumatólogo y administrar el
tratamiento
pertinente, que puede implicar inmovilización con yesos, botas, férulas, etc.
(Artículo publicado en la revista Vivir Más en Marzo de 2014)

BASES TEÓRICAS

Cualquier trabajo investigativo conforta un nivel académico y científico, ya

sea a través de debates o ideas que producen diferentes teorías o postulados que

de alguna forma se vincula con la investigación y como resultado alimentan el

estudio. Es por esto, que se muestra esta parte del capítulo, en el cual se realizan

análisis de las propuestas de diversos autores sobre el tema a tratar, lo que permite

contrastar la hipótesis con la objetividad, con el fin de lograr resultados semejantes

al deber ser en lo relacionado a la prevención de riesgos de accidentes en un

establecimiento educativo.
Violencia

En general, se puede llamar acto violento cuando, producto de una presión por

intereses aparece un conflicto, pero dependerá de las estrategias y procedimientos

para escapar de él, lo cual le dará la connotación de violento, ya que, si se utilizan

técnicas belicosas, no se actúa honestamente, si se aprovecha el poder con

prepotencia y de forma oportunista. Luchando no para terminar el conflicto, sino

para dañar al rival, se puede considerar como un acto de violencia. (Fernandez,

1999).

El concepto violencia nombra una conducta que deduce la utilización de

medios represivos para hacer daño y/o complacer los intereses del individuo mismo

(Ovejero, 1998; Trianes, 2000, citado en Estévez, 2005).

Por otra parte, el Bullying es considerada como violencia, conducta de

persecución física y/o psicológica que provoca un estudiante hacia otro, al que elige

como victima de repetidos ataques (Olweus, 1983)

Pese a ello, la violencia, en sus distintos indoles, constituye un fenómeno

complicado de manejar. La presencia de actos violentos no es privativa de ciertos

grupos sociales. En todos los establecimientos educativos existirá violencia, unos

con mayor y menor grado que otros. En todos los casos, siempre se apreciará el

abuso de poder de quienes pretender ser los mas fuertes, demostrando su

dominación sobre las víctimas. Ortega (1998) lo denomino como esquema de

dominio-sumisión o ley del más fuerte.


Teorías sobre el origen de la violencia

Para la prevención de riesgos de accidentes, es importante comprender y

conocer la conducta del ser humano, muchas son las teorías que aportan a entender

de mejor manera las conductas agresivas/violentas de las personas, se pueden

utilizar para tratar de comprender el comportamiento violento del estudiante en el

aula. Estas aproximaciones se agrupan en dos grandes líneas teóricas (Estévez,

2005)

1. Las teorías innatistas.

Describen que la conducta violenta es un factor orgánico proveniente de una

serie de impulsos internos del sujeto, fundamental para su proceso de adaptación.

Desde este punto de vista, se piensa que la agresión, posee una función positiva ya

que corresponde a una herramienta que poseen las personas para la supervivencia.

Desde este enfoque, los postulados más esenciales, resaltan la importancia

que tendría la genética y aspectos hereditarios en el desarrollo de la personalidad

violenta y agresiva. De esta forma, los actos agresivos, son por consecuencia de

síndromes patológicos orgánicos (por ejemplo, niveles altos de Testosterona y

noradrenalina) que posee el organismo del individuo. Durante la adolescencia y

pubertad, el desarrollo bioquímico y hormonal tiene un aumento importante


desencadenado por los procesos de madurez sexual, como resultado producirían

en el sujeto

Las semillas de la violencia se siembran en los primeros años de

vida, se cultivan y desarrollan durante la infancia y comienzan a dar

sus frutos malignos en la adolescencia. Esta simiente de nutren y

crecen estimuladas por los ingredientes crueles del medio ambiente

hasta llegar a formar parte inseparable el carácter del adulto. Los

seres humanos heredamos rasgos genéticos que influyen en nuestro

carácter. Pero nuestros complejos comportamientos, desde el sadismo

al altruismo, son el producto de un largo proceso evolutivo

condicionado por las fuerzas sociales y la cultura. (Rojas, 1998, p.15)

2. Teorías Ambientalistas.

Las teorías ambientales, describen la conducta violenta como el resultado de

la interacción de la persona con el ambiente que habita.

Respecto a lo anterior, Bandura (1976) planteo la Teoría del aprendizaje

social, en donde estima que el comportamiento violento es el resultado del

aprendizaje por imitación y observación de figuras importantes en sus vidas como

lo son los padres, amigos o famosos. La copia de una conducta agresiva va a

depender de si el modelo observado atribuye o no recompensas positivas de su

violencia: si llega a obtener beneficios aumentara la probabilidad de que el sujeto


imite dicho comportamiento agresivo, al contrario del modelo que es castigado por

su conducta disminuiría la probabilidad de imitación.

En resumen, destaca la interacción del comportamiento humano. Por tanto, la

violencia, seria el resultado de la relación de la personalidad del sujeto y el contexto

social en el que se encuentra inserto, influyéndose mutuamente.

En la explicación sobre la problemática sobre la conducta en escolares, se

estima fundamental el papel de los contextos escolar y familiar. Es por esto, que las

deficiencias en cualquiera de estas relaciones, serán de suma importancia que

aumentaran o disminuirán la probabilidad de que el escolar adquiera

comportamientos de carácter violentos. (Estévez, 2005).

En este sentido, se ha evidenciado que los padres de adolescentes agresivos

suelen tolerar y fomentar conductas agresivas, estos no los castigan y en muchos

casos los alaban (Fernandez, 1999). De igual manera, en el ámbito escolar, muchos

alumnos son elogiados e incentivados por sus compañeros a realizar actos de

violencia, ya sea hacia otros estudiantes como también a ellos mismos. De esta

manera adquieren respeto y popularidad. (Estévez, 2005)

Factores enlazados con la violencia en la adolescencia.

 Factores individuales.

Principalmente los factores individuales que tienen relación con la conducta

agresiva en la época de adolescencia, contemplan elementos genéticos, biológicos

y psicológicos.
Factores biológicos y genéticos: Hacen referencia a la influencia de la

información genética que transmiten los padres hacia el desarrollo de ciertas

particularidades de los hijos. A pesar de esto, hoy se entiende que esto no es

completo, sino que consiste en una relación constante entre lo genético y lo

ambiental.

Factores psicológicos:

Es el factor que mas se relaciona con la violencia en los estudiantes, tiene

relación con la poca empatía, la impulsividad, el mal humor y el positivismo a la

agresión. (Anderson y Bushman, 2002; Dykeman, Daehlin, Doyle y Flamer, 1996,

Farrintong, 1989; Miller y Eisenberg, 1988; Stormont, 2002, citados en Estévez,

2005).

 Factores familiares.

El núcleo familiar, es siempre la primera base de sociabilización del sujeto,

donde se forma la primera fuente de aprendizaje y desarrollo de habilidades que

luego las aplica y sigue desarrollando en un mundo cada vez mas grande, como en

la escuela, familia, vecinos, etc.

Hay muchos estudios que comprueban una interdependencia de los núcleos

familiares y sociales en el ajuste de la conducta de los jóvenes, debido a que las

relaciones familiares influyen tanto en el comportamiento, como también en las

competencias sociales de sus individuos.


Variables Familiares respecto a conductas violentas.

 Carencia afectiva, falta de apoyo, indiferencia por parte de los padres.

 Tolerancia de la conducta agresiva del hijo. Ignorándola, incentivándola

y justificándolas.

 Uso excesivo de malos tratos, castigos muy severos, modelo violento

dentro del núcleo familiar. Esto permite que el estudiante resuelva sus

conflictos a través de la violencia.

 Comunicación deficiente a nivel familiar.

 Problemas psicológicos de los padres

 Hostilidad hacia el hijo

 Falta de control en la conducta de los hijos

 Agresiones entre hermanos

 Nivel socio cultural.

El desarrollo de los estudiantes, estará muy influenciado por la existencia o

carencia de recurso que posee la familia, las oportunidades laborales y educativas

que se le presenten, las experiencias vividas con el grupo de iguales. (Maiquez, M.

2006).

Lo anterior, tiene relación con las características que poseen estas familias,

suelen ser intolerantes con la desobediencia de sus hijos, en comparación con las

familias de nivel sociocultural mayor. Una de las explicaciones de esto, es la edad

de estos padres que suelen ser jóvenes, muchos con bajo nivel educativo por tanto
mas ignorantes. Sus mayores preocupaciones es la supervivencia, es por esto que

están mas preocupados en estos temas y no en las necesidades del hijo. (Vila,

1998, citado en Estévez, 2005).

 Factores Escolares.

El sistema educativo juega un rol de suma importancia, ya que la escuela

puede desincentivar actitudes violentas, como también fomentarlos, al no hacerse

cargo de conflictos.

Sin embargo, si en un clima social donde existen normas ejemplares asumidas

por la multitud, en donde el docente tenga claro el rol de socializador y el estudiante

tenga la oportunidad de colaborar en la creación de normas y reglas, probablemente

el resultado sea la disminución de problemas de violencia, pero lamentablemente

no alcanzan a estar mutuamente excluidos, por que las fuentes de violencia son

bastantes.

Violencia en la escuela

La educación es un derecho fundamental para potenciar el pleno

desarrollo del ser humano. Junto a la posibilidad de transmitir y

construir conocimientos, la misma le permite a la persona no solo

perfilar su proyecto personal de vida, sino también contar con las

habilidades y capacidades para cristalizar este. (Benito, 2005).


Si bien, al inicio todo puede comenzar por un simple juego en cuestión de

segundos todo cambia y se transforma en un acto de violencia en cualquier

dimensión.

La violencia escolar no discrimina, ningún país está libre de estos hechos.

Estados Unidos lidera esta preocupante situación con casos extremos de violencia

como el caso “Matanza de Columbine” del 20 de abril de 1999, donde dos

adolescentes mataron a 13 personas y hirieron a otras 23 para luego suicidarse.

Uno de los hechos más recientes fue en abril del 2007 en la Universidad politécnica

de Virginia, donde un estudiante de origen asiático asesino a 33 personas.

En Sudamérica también tenemos un caso similar ocurrido en Argentina en

septiembre del 2004, en la localidad de Carmen de Patagones, la masacre fue

protagonizada por un estudiante de 15 años que ingreso armado a su escuela,

asesino a 3 de sus compañeros e hirió a otros 5. (LaNacion.cl, 22 de abril del 2007).

Estos casos, si bien son aislados, la realidad en nuestro país no está muy

alejada. La UNICEF (2005), realizo un estudio entre niños/as y jóvenes en un rango

de edad de 12 a 18 años, y revelo que un 31% de los consultados se sintieron

discriminados “a veces o siempre” en su escuela. El 85% del total de los

encuestados dice que ese sentir lo ocasionan sus mismos compañeros. Quienes

sufren con mayor frecuencia este tipo de situaciones son los estudiantes que
poseen defectos o diferencias físicas, apariencia indígena, los que poseen notas

bajas o son extranjeros.

Por otra parte, un 18% de la encuesta acusa haber sido maltratado, abusado

o amenazado por sus compañeros/as, a veces un 14% y frecuentemente un 2%.

Las razones más frecuentes por las que un compañero abusa o maltrata a otro es

por: ser más débil, molestoso, provocación o por ser diferente. (MINEDUC)

El estudiante que usa la violencia en su escuela está violando el reglamento

escolar y social que rigen la interacción en el centro educativo o aula con la

expresión de distintas conductas punitivas para los demás, que considera

agresiones relacionales, manifiestas, proactivas o reactivas. (Marín 1997, citado en

Estévez, 2005). La escuela nace y promete ser un sector de convivencia (Flores,

2003).

Por otra parte, en la escuela Fagan y Wilkinson, (1998) hicieron mención de al

menos cinco razones fundamentales por cual los estudiantes utilizan la violencia en

su escuela. (Estévez, 2005).

 Conseguir y mantener un estatus social elevado; algunos

líderes del grupo son precisamente aquellos adolecentes que

más destacan por sus conductas violentas.

 Obtener poder y dominación frente a otros compañeros.

 Ejercer de justicieros impartiendo sus propias leyes frentes

a las que ya existen y que consideran injustas.


 Desafiar a la autoridad y oponerse a los controles sociales

establecidos y que ellos interpretan como opresores.

 Experimentar conductas nuevas de riesgo, para lo que

seleccionan ambientes donde puedan ejercen

comportamientos agresivos.

…………………………………………

Seguridad / Seguridad Escolar

Se entiende por seguridad escolar a un conjunto de medidas, condiciones y


acciones dirigidas al progreso del cuidado personal y a la prevención de riesgos
como tal, llamando a que los asociados de la comunidad educativa logren realizar
el ejercicio completo de las obligaciones, derechos y libertades que les otorga y les
concede el ordenamiento jurídico interno y las normas internacionales.

En este sentido, el Ministerio de Educación publicó y distribuyo en el año


2013 a todos los establecimientos educativos subvencionados del país, la Política
de Seguridad Escolar y Parvularia cuya intención es “fomentar en nuestro país una
cultura de prevención de riesgos y autocuidado”.

Dicho lo anterior el anhelo del Ministerio de Educación es lograrlo a través


de dos dimensiones: mediante la gestión curricular y pedagógica; y la otra, desde
una labor institucional e intersectorial que cada entidad educativa pueda fomentar o
bien, concretar con entidades públicas o privadas para obtener la aplicación del Plan
Integral de Seguridad Escolar.

En cuanto a la Política de Seguridad Escolar y Parvularia, esta se


desenvuelve en torno a la Educación para el Desarrollo Sustentable, es decir
fortaleciendo actitudes, habilidades y conocimientos que posibiliten a los/as
estudiantes lograr una mayor responsabilidad a la hora de tomar resoluciones en el
presente y con visión de futuro, en temas como la igual de género, autocuidado,
convivencia y prevención de riesgos; entre otros.

En la Política antes señalada, se establecen aquellos criterios de


prevención de riesgos y autocuidado, ambos relacionados entre sí, pero con niveles
distintos de responsabilidades. Así, el cuidado personal o autocuidado decreta una
competencia que debe ser aprendida y entrenada por los adultos y ejecutada de
manera evolutiva por los/as estudiantes, en cuanto a su desarrollo biopsicosocial y
su autonomía. La prevención de riesgos compromete una responsabilidad que
pertenece, en primer lugar, a los adultos de la institución educativa.

Para N. Botta, (2010), la seguridad no existe, no es un ente, ni tampoco una


cosa, es solo una idea. Relata que la seguridad es una valoración que realizamos
de una situación en particular. Comenta que la seguridad está vinculada con lo que
estamos dispuestos a ganar y perder. En términos prácticos, dice que la seguridad
es una tarea que intenta disminuir los daños que producen los peligros, y además,
asegurar aquella condición. La seguridad para Botta, es mantener los peligros
dominados dentro de los indicadores humanos, técnicos y económicos equilibrados.
A modo de un mayor entendimiento el autor describe seguridad a través de las
siguientes tres definiciones.

 Definición 1) La seguridad es el conjunto de técnicas y

procedimientos que tienen como objetivo disminuir el riesgo o

eliminar los peligros que ayuden a producir accidentes.


 Definición 2) La seguridad es un conjunto de actividades y técnicas

cuyo objetivo es impedir la aparición de accidentes.

Accidentabilidad

Los accidentes en el periodo de infancia tienen una gran alteración en el


área económica y en el desarrollo social, ya que implica un considerable costo, tanto
de carácter asistencial, como en atención al número de años perdidos de
producción, sea por la fase de hospitalización como por invalidez temporal o
permanente que pueden causar.

Al respecto A. Chamarro, (2017), nos dice que un accidente es todo


acontecimiento eventual, involuntario o insólito, independientemente del nivel
gravedad, que conlleva un deterioro físico o psicológico, como resultado de una falta
de prevención o deficiencia de seguridad (Organización Mundial de la Salud). El
autor explica también, que los daños o accidentes sin intencionalidad alguna se
encuentran entre las diez principales causas de muerte en la mayoridad de los
países del sector occidental. Al respecto relata, que, en la Unión Europea, los
accidentes son la cuarta causa de defunción en el total de la población y la primera
en menores de 35 años. Por otra parte, Tras los accidentes, además del dilema que
implican los fallecimientos prematuros y las discapacidades. Chamarro, llama a
considerar tanto los importantes costes económicos procedente de la atención
sanitaria (tratamientos, hospitalarios, rehabilitación,) y de las indemnizaciones por
secuelas, como también los costes emocionales y sociales vinculados a cada
accidente. Asimismo si los perjudicados son menores, el daño comprende también,
además de la pérdida de asistencia escolar, las posibles ausencias laborales de los
padres.
A su vez, Blanes, Collado, L., & Gascón, (2014). Dice que las lesiones no
intencionales o accidentes componen la principal causa de defunción en el
poblamiento infantil español (1-14 años) con una tasa de mortalidad de 6,5 por
100.000 niñas/os. Dichos autores comentan, que, según datos de la Encuesta
Nacional de Salud de 2006 de España, y que la incidencia almacenada de lesiones
por accidentes en el año previo a la encuesta fue de 10,6% de las/os niños
entrevistadas/os, más habitual en niños (51,4%) que en niñas (48,6%). Los
accidentes se produjeron con mayor frecuencia en casa (29%), en la calle (23%) y
en la escuela (22%). Al respecto, afirman que pocos estudios han investigado la
perspectiva de las/os niñas/os sobre las lesiones accidentales que sufren. A su vez
declaran que el objetivo del estudio es explorar, describir y categorizar las
percepciones de las/os niñas/os sobre las lesiones accidentales y las explicaciones
de los accidentes que hayan podido experimentar. Ante la situación planteada, los
investigadores explican que los accidentes fue un tema emergente del análisis de
investigación.

Sin embargo, Gautier Vargas, M., & Martínez González, (2011), según su
estudio retrospectivo observacional realizado durante dos cursos escolares en
diversos colegios de Cantabria (Comunidad Autónoma Española), se observaron
que sufren accidentes y lesiones el 3,23% de los escolares. Comenta que los niños
se accidentan más que las niñas (un 10,8%) y además que el grupo de edad de
mayor accidentalidad comprenden desde los 11 hasta los 15 años; siendo las
lesiones más frecuentes las contusiones, 42,85% seguidas de los esguinces,
23,45%. Por otra parte, las causas son, en su mayor parte, golpes (42%) y llama la
atención que se producen en un 1% por agresiones de otros. Así también, es
llamativo que el lugar donde mayormente se generan los accidentes y lesiones sea
el gimnasio, lugar de actividad de asignatura curricular como educación física. Los
resultados obtenidos por los investigadores indican que la edad, el deporte y el
juego constituyen factores determinantes para la accidentalidad en el ámbito
escolar.
Accidentes en Clases

Para Albornoz, (2001), nos encontramos ante procesos legales y de


responsabilidad civil, añade que algunos jueces opinan que la educación física es
una actividad de riesgo por las circunstancias y características en si en cuanto a su
realización. Dicho autor añade que el riesgo de accidentes se reduciría un 90% si
se procediera a un análisis exhaustivo de las medidas mínimas de seguridad.

Por último, vamos a destaca los motivos fundamentales que favorecen el


incremento del número de accidentes deportivos.

Predilección por contenidos y de riesgos.

Preferencia por algunos deportes (colectivos, gimnasia artística, patinaje, etc.


en detrimento de actividades que conllevan menos riesgos (aerobic, expresión
corporal)

Aplicación de nuevos estilos de enseñanza menos directivos

En cuanto a le edad, según A. Chamarro, (2017). Las estadísticas dicen


que en la franja de edad que va desde los 5 hasta los 14 años se producen el 12%
del total de accidentes de nuestro país. Añade que no disponemos de datos fiables
que permitan discriminar el impacto de los accidentes escolares; que esta variable
no se considera en los registros de siniestralidad estatales. Aun así, La importancia
del volumen de accidentes en población infantil y adolescente nos obliga a
considerar la prevención de los daños no intencionados producidos en el entorno
escolar como uno de los pilares esenciales en las iniciativas de prevención comenta
Chamarro.

Complementando lo anterior Carmen Estrada y otros, (2008), aclaran que


los accidentes infantiles constituyen un grave problema de salud pública ya que son
la primera causa de muerte en niños y niñas de uno a catorce años. Además que
estas edades hay más muertes por lesiones que por la suma de todas las demás
enfermedades infantiles. Sin embargo, está demostrado que, si se tomaran las
medidas preventivas oportunas, la mayor parte de estos accidentes podrían
evitarse. Como síntesis todos los accidentes infantiles, el 15% ocurren en centros
escolares.

Como resultado, los accidentes son la primera causa de muerte en niños y


niñas mayores de 1 año de edad. La ignorancia del peligro, la curiosidad, el gran
impulso de autonomía y el alto grado de actividad son factores que explican el gran
número de accidentes en niños y niñas.

El tipo de accidentes varía según la edad:

• En menores de 1 año, los accidentes más frecuentes son las quemaduras y


los atragantamientos.

• En mayores de 1 año, en cambio, son los traumatismos y las intoxicaciones.

Las defunciones por causas externas significan un 38,0% de las muertes


totales de niños y niñas de edad entre 1 a 9 años, mientras que en la población
mayor de 10 años esta cifra baja a un 8,5% [5]. Entre 1 y 4 años las causas
específicas de muerte más frecuente son los accidentes del tránsito como peatón o
pasajero, quemaduras por líquidos calientes o fuego y descargas eléctricas
(enchufes), ahogamiento por inmersión, caídas e intoxicaciones. Entre 5 y 9 años
son importantes los accidentes de tránsito, traumatismos por caídas e inmersión.
Ministerio de Salud (2013).

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