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El programa de Los usos de la argumentación de Toulmin

Lilian Bermejo Luque

La reemergencia del interés en la argumentación

Contexto de las sociedades democráticas postotalitarias. La filosofía en un “segundo giro


linguistico”, caracterizado por concepciones pragmatistas y expresivistas, a diferencia del primer
giro caracterizado por una concepción esencialista y referencialista del lenguaje. Toulmin busca
en este sentido en el lenguaje natural y en sus usos reales la fuente para el estudio normativo
de la argumentación cotidiana.
Los usos de la argumentación. Distanciamiento del modelo epistemológico tradicional.
En lugar de cuestionar el concepto de racionalidad derivado de él, Toulmin se centra en el
concepto de justificación que caracteriza el modelo. La incapacidad de ese modelo para dar
cuenta de la normatividad que subyace en la argumentación cotidiana se debe a una concepción
equivocada de lo que es la justificación.
En la introducción, Toulmin denuncia un tratamiento escaso e inadecuado de la
argumentación cotidiana por parte de la filosofía, y es consciente de estar un ámbito de reflexión
teórica y un campo de investigación que pertenece a la empresa filosófica general. En un
prefacio posterior lamentaba el tener mayor recepción en el ámbito de la argumentación de tipo
practico, que en el ámbito de las consecuencias filosóficas de la argumentación.
Objetivos del trabajo: Dar cuenta de la naturaleza filosófica de la propia teoría de la
argumentación, tanto por lo que respecta a su origen como por lo que tiene que ver con sus
implicaciones y referencias inmediatas. Intentar mostrar el modo en que esas tesis pueden
configurar una propuesta concreta dentro de la teoría de la argumentación, es decir, un modelo
normativo para los argumentos.

La crítica a la lógica formal

Formado en Cambridge y Oxford e influido por la obra del segundo Wittgenstein y la


“filosofía del lenguaje ordinario”, Toulmin encuentra apoyo fundamental en el enfoque
pragmatista para el punto de partida de la crítica de la concepción tradicional de la justificación.
Según la cual la normatividad argumentativa dependería de la existencia de estructuras formales
que determinarían de manera necesaria la fuerza justificatoria de los argumentos.
Toulmin es un exponente del enfoque lógico dentro de la teoría de la argumentación. La
razón es la centralidad de su modelo de argumento: entiendo estos como el producto de actos
argumentativos, en lugar de ocuparse de la actividad de argumentar como procedimiento o
como proceso. Igualmente es muy influyente hoy en retóricos, estudiosos de la comunicación y
de la composición discursiva, en argumentación legal, etc.
Es en la lógica donde debemos buscar un modelo normativo para la argumentación,
Toulmin intenta recuperar la lógica como herramienta para la evaluación de argumentos en
lenguaje natural. La lógica no debe ocuparse ni de describir el buen razonamiento ni de producir
reglas para garantizarlo sino de la “tarea retrospectiva” de decidir sobre el valor de los
argumentos y, con ello, sobre su capacidad de conferir justificación a las afirmaciones que
apoyamos con ellos.

¿Hasta qué punto puede una ciencia formal ocuparse de “la sensatez de las
afirmaciones que hacemos –de la solidez de las razones que producimos para
apoyarlas, de la firmeza de los respaldos que proveemos para ellas– o por cambiar
de metáfora, del tipo de caso que presentamos en defensa de nuestras
afirmaciones?
La lógica ha experimentado un desarrollo sustancial debido a su presentación como
teoría de la inferencia formal, pero esta orientación vendría a amparar una mala caracterización
de la estructura lógica del discurso argumentativo, la cual habría impedido el desarrollo de un
marco teórico adecuado para dar cuenta de sus condiciones normativas características.
Desviación de la propuesta inicial de Aristóteles por querer hacer de la lógica una ciencia
demostrativa. El interés de la evaluación práctica de los argumentos se reemplazó por el
desarrollo de una ciencia dedicada al estudio de una clase especial de objetos llamados
‘relaciones lógicas’. Se asumió que la lógica era una ciencia formal cuyo fin era determinar
relaciones formales de implicación y contradicción entre proposiciones.

La crítica de la epistemología tradicional

El concepto de justificación y sus consecuencias respecto de temas tradicionales de la


epistemología, como la racionalidad de las inferencias no deductivas y la crítica del escepticismo
y del relativismo.
Las explicaciones filosóficas de lo que queremos decir cuando aducimos que ‘ésa es una
mala razón’ o que ‘tal opinión carece de justificación’ son defectuosas. Profunda divergencia
entre filosofía y sentido común. Según Toulmin, “mientras Hume sigue implacablemente las
conclusiones a las que – como filosofo – sus doctrinas lógicas lo conducen, al mismo tiempo
muestra con gran perspicacia y honestidad la esquizofrenia involucrada en intentar reconciliar
estas conclusiones filosóficas con la práctica de la vida cotidiana”. Toulmin intenta proponer una
cura para el filósofo.
Al criticar la concepción formal de la lógica, lo que busca Toulmin es elucidar hasta qué
punto los criterios formales para establecer conclusividad, demostración, necesidad, certeza,
validez, o incluso justificación resultan adecuados realmente. Después planteará en qué medida
esta disciplina dedicada a la evaluación lógica de la argumentación real puede aspirar a
convertirse en una ciencia. Toulmin da una respuesta negativa, siendo su alternativa una
concepción de la lógica como ‘jurisprudencia generalizada’.

Probabilidad: el enfoque referencialista

En lugar de ofrecer un análisis del concepto de probabilidad, Toulmin busca dar cuentas
de las “funciones prácticas de los términos ‘probablemente’, ‘probable’, y ‘probabilidad’ en la
formulación y critica de los argumentos”. Toulmin intenta establecer una continuidad entre los
términos modales aléticos, como posible o necesario, y los términos probabilísticos, por su
similitud en las expresiones cotidianas.

La explicación expresivista de los términos probabilísticos

Fundamentos lógicos de la probabilidad, Carnap no muestra interés en dar cuenta del


significado ordinario de términos como ‘probable’, al que rechaza como ‘precientífico’. Dos
nociones de probabilidad de Carnap: una equiparable al grado de apoyo que un conjunto de
evidencia aporta para sostener una hipótesis, otra que vendría a corresponderse con la
frecuencia relativa de un suceso entre otros.
Ambas concepciones de la probabilidad fallan a la hora de dar cuenta del uso cotidiano
de los términos probabilísticos. Las relaciones de apoyo están en el mismo barco que las
frecuencias. Cuando decimos que la probabilidad de h es tal y tal, no nos estaríamos refiriendo
ni a la evidencia de que disponemos ni a la frecuencia relativa del hecho descripto por h. lo que
haríamos sería más bien considerar que tal evidencia o tal frecuencia relativa nos permiten
“contar con que h” en tal y tal grado, o decir que h es aceptable en tal y tal grado.
Según Toulmin, deberíamos rechazar el hablar de probabilidades en términos de grados
de confirmación o de apoyo, porque el grado de confirmación o de apoyo de una afirmación
depende de la relación entre la evidencia aducida para presentar esa afirmación y la afirmación
misma, mientras que el grado de probabilidad de una afirmación sería una propiedad de esa
afirmación. Para él, es igualmente adecuado entender los enunciados de probabilidad en
términos de apoyo evidencial o en términos de frecuencias relativas, siendo estas distintos tipos
de razones, a cualquiera de las cuales se puede apelar adecuadamente, en los contextos y
circunstancias apropiados.
Análisis a lo Austin sobre uso de expresiones como “S es probablemente P”. Decir que S
es probable en cierto grado es decir que, de acuerdo con los estándares practicables en un
campo o ámbito, S merece ser considerado o aceptado en cierta medida. El significado de los
términos probabilísticos consistiría, pues, en calificar nuestras afirmaciones, en el sentido de los
compromisos que contraemos con ellas.
El uso de los términos probabilísticos, al igual que el resto de los calificadores, está
regulado por los estándares aplicables dentro del ámbito o campo al cual pertenece la
afirmación que calificamos mediante ellos.

Verdad y probabilidad

Los términos probabilísticos son como los términos modales, pero también como el
operador de verdad: ser verdadero, posible, necesario o probable no es una propiedad del
mundo sino, a lo sumo, una propiedad de nuestras representaciones sobre el mundo. Sin
embargo, el ser probable es una propiedad objetiva de nuestras afirmaciones, que no dependen
de nuestras creencias. Decir que probablemente llueva es señalar un hecho objetivo del mundo,
de cierto modo, a saber, señalando que dado el estado actual de cosas, la lluvia no es
descartable. Si estuviera completamente despejado, “probablemente va a llover” sería,
simplemente, una afirmación incorrecta, fuesen cuales fueran las creencias del hablante sobre
el tiempo.
Puede suceder, por supuesto, que lo que consideremos evidencia a favor de cierta
calificación de nuestra afirmación resulte no ser tal. Esto significa que las afirmaciones
probabilísticas son objetivas: nuestras estimaciones son perfectibles mediante información
adicional. De acuerdo con Toulmin, decir que P es probablemente S sólo tiene sentido en
ausencia de evidencia en contra: por ejemplo, en ausencia de evidencia de que P es, de hecho
S. En este sentido, no habría contraposición entre los términos probabilísticos y el operador de
verdad: es el mundo siendo como es lo que determina el tipo de calificador que corresponde a
cierta proposición, por más que nuestro uso de los calificadores haya de remitirse siempre a la
evidencia disponible, pues es sobre la base de ella que determinamos si tal uso es correcto o no.

El modelo de argumento de Toulmin

Según Toulmin, los argumentos surgen normalmente como intentos de responder al


cuestionamiento de nuestras afirmaciones. Un argumento sería un intento de establecer una
afirmación a través de una razón. La afirmación [claim] que intentamos establecer y las razones
[data, ground] que aducimos para apoyar esa afirmación son, pues, dos elementos principales
que podemos distinguir en un argumento. Un tercer elemento lo constituiría la garantía. Los
garantes de los argumentos son los vínculos por medio de los cuales ciertas afirmaciones se
convierten en razones en tanto y en cuanto se tornan pertinentes para apoyar nuestras
conclusiones; son las licencias de nuestras inferencias.
El concepto de garante es clave en el modelo de argumento de Toulmin. Mediante este
concepto, aborda su caracterización de la inferencia “sustantiva”, la cual está en el centro de la
crítica de la lógica formal y del ideal deductivista de justificación.
Toulmin define a los garantes como reglas, principios, licencias para inferir, o
cualesquiera “enunciados generales, hipotéticos, los cuales pueden actuar como puentes, y
autorizan el tipo de paso al cual nuestro argumento particular nos compromete”. El garante de
un argumento puede hacerse explícito como el condicional cuyo antecedente es la razón y cuyo
consecuente es la afirmación del argumento. Como regla: “Datos tales como D nos autorizan a
extraer conclusiones o a hacer afirmaciones tales como C”
En cualquier caso, los garantes no son ningún tipo de premisa, sino la forma explícita del
paso inferencial involucrado al derivar una conclusión-afirmación a partir de una razón. Por ello,
cuando se utilizan en un argumento, siempre se apela a ellos de manera implícita.
Los garantes deben distinguirse de otro elemento, a saber, el respaldo. Los respaldos
son “otras garantías” que permanecen “detrás de nuestros garantes” para mostrar su
legitimidad. Los respaldos son la forma en que el hablante da respuesta a un cuestionamiento
sobre la aceptabilidad de las garantías. Son afirmaciones categóricas, y no son elementos
necesarios.
Para clarificar la distinción entre garantes y respaldos, Toulmin muestra en qué sentido
el concepto tradicional de “premisa mayor” resulta ambiguo.

Premisa menor: Petersen es sueco


Premisa mayor: Ningún sueco es católico
Conclusión: Petersen no es católico

Si entendemos la premisa mayor como una afirmación categórica, la información de que ningún
sueco es católico constituiría un respaldo para nuestra inferencia. También podemos entender
que la premisa mayor es el garante que autoriza esta inferencia, es decir la regla que establece
que si alguien es sueco, entonces podemos concluir que no es católico.
El viejo problema de si debemos interpretar las proposiciones universales como
afirmaciones existenciales implícitas o como reglas generales es consecuencia de no reparar en
la distinción entre garantías y respaldos, y que puede solucionarse si tenemos en cuenta que,
algunas veces, la proposición general debería entenderse como un enunciado-regla que no
presupone la existencia de ningún objeto, mientras que en otras ocasiones debe entenderse
como la afirmación de un hecho general.
Un quinto elemento del modelo de Toulmin es el calificador modal, definido como “una
referencia explícita al grado de fuerza que nuestras razones confieren a nuestra afirmación en
virtud de nuestro garante”
Finalmente, los refutadores son “circunstancias en las cuales la autoridad general del
garante habría de dejarse a un lado”.

RAZÓN o DATOS (MODALIZADOR) AFIRMACIÓN

puesto que a menos que


GARANTE REFUTADOR

porque
RESPALDO

El concepto de campo de un argumento

Toulmin se interesa en los argumentos en tanto mecanismos justificatorios, no en la


argumentación como mecanismo persuasivo o deliberativo. Presta atención a la asunción de
que se trata del acto lingüístico de apoyar nuestras afirmaciones mediante razones. Para
Toulmin, la función primaria de los argumentos es la justificación, las otras funciones son
secundarias y parasitarias del uso primario justificatorio.
Al mismo tiempo, rechaza la idea de que la justificación sea, en general, una cuestión de
reglas acontextuales, como las de un sistema formal. La justificación es, en buena medida, una
cuestión que depende del campo en el que desarrollemos nuestras conjeturas.
Se duce de dos argumentos que pertenecen al mismo campo cuando los campos y las
conclusiones en cada uno de ellos son, respectivamente, del mismo tipo lógico. Según este “tipo
lógico”, los argumentos pueden diferir enormemente según el campo al que pertenezcan y el
tipo de evidencia que se requiera para determinar que sus conclusiones son correctas. Por
ejemplo, la justificación de una predicción meteorológica implicaría un tipo de argumento muy
distinto del de un juicio moral, tanto por lo que respecta al tipo de evidencia que se requiere en
uno y otro caso como por lo que respecta al tipo de pertinencia sobre el caso que tiene cada
uno de esos tipos de evidencia.
Las preguntas cruciales son: ¿hasta qué punto es el mismo tipo de actividad,
independientemente del campo del que se trate? ¿hasta qué punto la evaluación de los
argumentos debería apelar a uno y el mismo conjunto de estándares para todos los distintos
tipos de caso?
Mediante argumentos podemos apoyar tipos de afirmaciones muy distintas:
predicciones, valoraciones, juicios prácticos, etc., y sobre las más variadas materias. Sin
embargo, Toulmin considera que la propiedad “estar justificado” ha de ser, hasta cierto punto,
el mismo tipo de propiedad cuando se predica de una creencia o afirmación perteneciente a un
campo o a otro. De este modo llega a la conclusión de que hay dos tipos de condiciones para
determinar hasta qué punto un argumento es capaz de proveer justificación para una afirmación
o creencia: hay estándares dependientes de campo y estándares invariantes respecto de
campos.

Fuerza y criterios

Parte del significado del “no se puede” [cannot] en tanto expresión con cierta carga
modal. Todos los usos de este término están regidos por un patrón común: “Siendo P como es,
debes desestimar cualquier cosa que involucre Q: hacerlo de otro modo sería R e invitaría a S”.
Distingue dos aspectos del significado de los calificadores: la fuerza y los criterios de uso.
La fuerza de un calificador se relaciona con las implicaciones prácticas de su uso y es invariante
de campo, por ejemplo, siempre que decimos que algo es “posible” estamos significando
pragmáticamente que cabe considerarlo.
Asimismo, los criterios de uso de los calificadores son “las razones por referencia a las
cuales decidimos en cualquier contexto que el uso de un término modal particular es
apropiado”.
La fuerza de establecer que “a es imposible” seria descartar a como una opción. Esta
fuerza sería la misma, cualquiera que fuese el campo. Justificar es establecer cuál es la fuerza
con la que podemos avanzar una proposición. En este sentido, justificar una afirmación, esto es,
establecer el calificador que corresponde a esa afirmación, es hacer el mismo tipo de cosa, sea
cual fuera el campo. Por otra parte, los criterios que determinan el uso de un calificador serian
dependientes del campo al que pertenece la afirmación.

El modelo jurisprudencial de argumento

Al considerar la forma en que evaluamos los argumentos, Toulmin distingue entre dos
modelos alternativos: el geométrico y el jurisprudencial. Según el modelo geométrico, la bondad
de un argumento depende de si dicho argumento puede ser caracterizado bajo cierta forma
particular. Según el modelo jurisprudencial, el tener una forma apropiada es solo una cuestión
preliminar y la bondad argumental es más bien una cuestión del tipo de razones que tenemos
para apoyar una afirmación.
El modelo jurisprudencial es más que una analogía, las reglas lógicas comparten con las
jurídicas un mismo estatus normativo: no son generalizaciones sino estándares por medio de los
cuales valoramos ciertos objetos – argumentos y acciones respectivamente. Estos estándares
no remiten a principios sino a las condiciones constitutivas de los actos n los que sobrevienen
los argumentos, en tanto representaciones de inferencias – es decir, los actos de aducir razones
para una conclusión y los de razonar a partir de una evidencia. Al contrario que la concepción
tradicional de la lógica como teoría normativa de la inferencia, la teoría de la inferencia de
Toulmin vendría a ser una empresa descriptiva respecto del propio concepto de inferencia, el
cual es en sí mismo normativo. Al concebir la lógica como una teoría de la inferencia en lugar de
como una teoría normativa de la inferencia, obtenemos una explicación de corte naturalista del
origen y la naturaleza de la necesidad lógica.

¿Lógica informal como teoría normativa de la argumentación?

Cuando argumentamos no sólo afirmamos las razones que tenemos para nuestra
conclusión, sino que también afirmamos esta conclusión. El significado de los términos
probabilísticos y modales consiste en calificar nuestras afirmaciones con cierta fuerza de
acuerdo con ciertos criterios.
En la medida en que tanto las razones como los garantes son afirmaciones, también
están calificados. Evaluar un argumento seria determinar si el calificador que el hablante ha
utilizado para presentar su conclusión es el adecuado, dadas las razones presentadas para ella y
los calificadores que corresponden a esas razones a sus garantes.
Desde esta perspectiva, el modelo de Toulmin sería un modelo para la evaluación de los
argumentos, entendidos como objetos con propiedades semánticas, esto es, como el contenido
de ciertos procesos comunicativos: los argumentos serían las representaciones de las inferencias
que hacemos al aducir razones para nuestras afirmaciones.
Dos errores: identificar argumentos y argumentación. También sería un error equiparar
un modelo para la evaluación semántica con una propuesta normativa para la argumentación
tout court. La evaluación semántica de la argumentación no es suficiente para determinar qué
afirmaciones están justificadas: después de todo, “justificar” es cierto tipo de actividad
comunicativa, de manera que las consideraciones pragmáticas que representan los
condicionamientos dialécticos y retóricos de los argumentos también resultan indispensables
para determinar qué cuenta como “buena argumentación”.
A pesar de que, tal como Toulmin la concibe, la normatividad lógica estaría basada en
las condiciones pragmáticas de los actos en los que las inferencias sobrevienen, la normatividad
argumentativa habría de incluir las condiciones pragmáticas de la justificación, a saber, aquellas
que determinan el éxito de un acto argumentativo como un actor de mostrar que cierta
afirmación es correcta. Después de todo, el propio Toulmin simpatiza con la idea de que los
hechos no justifican nada, puesto que no son razones: después de todo, como hemos visto,
Toulmin entiende que p cuenta como una razón para q en tanto exista un garante disponible
que autorice el paso desde p a q. En este sentido, la normatividad argumentativa no consiste
tan solo en determinar el calificador que corresponde a una proposición sino también en
determinar el modo en que las proposiciones involucradas en un argumento han sido dispuestas
en el acto mismo de argumentar.

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