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RESUMEN
CAPITULO 4
ACTITUDES
Pág. 130-140
INTEGRANTES:
NOMBRE # DE CUENTA
Según la relación entre actitud y comportamiento las actitudes por décadas habían
sido uno de los conceptos centrales del campo en cómo se formaban las actitudes
y como podían ser cambiadas. En sentido común las actitudes constituyen un
importante determinante de la conducta. A finales de los sesenta, muchos estudios
parecían apuntar a una conclusión muy diferente: el vínculo entre actitudes y
conducta era en realidad muy débil. Por tanto, conocer la actitud para predecir su
conducta explicita. Probablemente en muchas ocasiones habrás experimentado
una diferencia entre tus propias actitudes y tu conducta.
LaPiere (1934) interpretó sus resultados indicando que a menudo existe una gran
distancia entre las actitudes y la conducta entre lo que la gente dice y lo que
realmente hace. Este estudio clásico y hallazgos relacionados reportados en las
décadas siguientes condujeron a algunos psicólogos sociales (por ejemplo,Wicker,
1969) a concluir que este campo había malgastado su tiempo estudiando las
actitudes, ya que no influyen de manera importante en el comportamiento ¿Era esto
cierto? Absolutamente ¡no! Investigaciones más sofisticadas pronto indicaron que
bajo ciertas condiciones las actitudes influyen de hecho sobre el comportamiento.
La tarea clave entonces fue determinar cuáles eran estas condiciones cuándo y
cómo las actitudes moldean las acciones explícitas. Como un ejemplo de
investigación moderna sobre este tema, consideremos el estudio de Armitage y
Conner (2000), relativo al rol de la ambivalencia actitudinal en la relación actitud-
conducta.
Reconociendo la importancia de la ambivalencia de las actitudes en la relación
actitud-conducta, Armitage y Conner (2000) intentaron determinar si, como bien
podíamos esperar, las actitudes ambivalentes son predictoras más débiles de la
conducta que las que no son ambivalentes En pocas palabras, los desconcertantes
resultados reportados por LaPiere (1934) fueron sustituidos más tarde por una
investigación más sofisticada. Bajo ciertas condiciones, por ejemplo, cuando no son
ambivalentes— las actitudes de hecho predicen la conducta. Ahora revisaremos con
más detalle cuáles son estas condiciones (es decir, otros factores que determinan
la influencia de las actitudes sobre el comportamiento y en qué medida lo hacen).
Pero el punto principal de nuestra expresión debe quedar claro: los psicólogos
sociales han hecho un gran progreso en relación a la meta de comprender el vínculo
entre actitudes y conducta; esto, a su vez, es uno de los temas centrales para
comprender las actitudes y su rol en nuestras vidas.
Orígenes de las Actitudes. Uno de tales factores tiene que ver con cómo las
actitudes son formadas en el primer momento. Importantes evidencias indican que
las actitudes formadas a través de la experiencia directa a menudo ejercen mayores
efectos en la conducta que las formadas indirectamente.
Fuerza de la Actitud. Otro factor —claramente uno de los más importantes—
implica lo que se conoce como la fuerza de las actitudes. Cuanto más fuerte sean
las actitudes, mayor será su impacto en la conducta.
Parece que las actitudes afectan nuestra conducta a través de al menos dos
mecanismos y que estos operan bajo condiciones diferentes. Cuando tenemos
tiempo para pensar cuidadosa y razonadamente, podemos valorar todas las
alternativas y decidir de manera intencionada cómo actuar. Sin embargo, bajo las
condiciones frenéticas de la vida cotidiana, no disponemos de tiempo para pensar
de manera intencionada sopesando las alternativas; en tales casos, nuestras
actitudes parecen moldear espontáneamente nuestras percepciones de varios
eventos y, por tanto, nuestras reacciones conductuales inmediatas a ellas.