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10 Abr 2019 - 5:24 PM

Por: Columnista invitado


El galeón San José: una obsesión que nos
costará una fortuna
Por: Juan Guillermo Martín, PhD.*
Con la sentencia del Tribunal Superior de Barranquilla de ordenar las medidas
cautelares de secuestro sobre el tesoro del Galeón San José, se levanta un nuevo
debate y aparecen nuevos protagonistas en este proyecto de saqueo que tiene
poderosos intereses detrás, tanto nacionales como internacionales. No en vano el
nobel de la Paz se hizo cargo de promover, desde el inicio de su gobierno, una
ley a medida del San José (la Ley 1675 de 2013), buscando posicionar a sus
socios en el supuesto rescate.
Ya es claro que no hubo nunca un mapa del tesoro y que el hombre de la barba
blanca, Roger Dooley, tuvo acceso a las coordenadas mientras trabajó para otra
empresa de cazatesoros, la IOTA Partners, filial de la Sea Search Armada.
También sabemos que, gracias a la acuciosa investigación de Francisco Muñoz,
veedor nacional del patrimonio cultural sumergido de Colombia, Dooley estuvo
incluido en la lista Clinton. Muy pronto veremos cómo lo sacan del negocio por
la puerta de atrás, para no despertar sospechas.

Las demandas al proceso presentadas por el exmagistrado César Duarte le


impidieron al gobierno Santos adjudicar la licitación de la APP a la empresa de
cazatesoros Maritime Archaeology Consultants Switzerland AG (MAC de aquí
en adelante). Una empresa recientemente constituida, sin ningún tipo de
experiencia en este tema, salvo el dinero y los contactos para contratar los
servicios que bien pudo el Estado colombiano contratar sin intermediarios.
Admito públicamente que me convocaron para redactar el Decreto 1698 de 2014,
que reglamenta la Ley 1675. Una trampa que me puso el director del Instituto
Colombiano de Antropología e Historia -ICANH-, Ernesto Montenegro, para
comprometerme en este tema. Lo que este personaje nunca ha dicho es que el
documento que yo presenté, y por el que me pagaron el equivalente a mil
quinientos dólares, nunca fue usado. Con mi propuesta habría resultado
imposible que un cazatesoros como Dooley hubiese podido trabajar en Colombia.
Exigencia de permisos de trabajo, áreas de exploración muy limitadas,
homologación de títulos de todos los involucrados y participación obligatoria de
colegas colombianos habrían impedido el saqueo del patrimonio subacuático del
país.

Al iniciar el gobierno Duque se presentó la inmensa oportunidad de rectificar el


rumbo. El tema se puso en manos de la vicepresidenta de la República, Marta
Lucía Ramírez. Su posición ha sido contundente: el San José es patrimonio
cultural, indivisible y no será vendido ni subastado. Sin duda alguna el
pronunciamiento que queríamos oír aquellos que nos dedicamos a la docencia y a
la investigación científica, aunque a la fecha aún no ha sido declarado
oficialmente área arqueológica protegida.

Pero las esperanzas pronto se desvanecieron. Su interlocución con la academia no


pasó de una corta reunión de la que no queda ni un acta oficial. Incluso el
gobierno Duque mantiene a la pieza clave de Santos en el proyecto, Ernesto
Montenegro, el funcionario que diseñó la Ley 1675 de 2013 y ha figurado como
co-investigador del proyecto San José. Lo hemos visto muy contento en los
videos oficiales, celebrando con champaña en compañía de los cazatesoros de
MAC y justificando sin descanso la comercialización de contextos arqueológicos,
incluso minutos después de que la vicepresidenta dijo todo lo contrario en el
mismo escenario. Típica audacia de quien se sabe intocable.
En estos días nos sorprende la nueva noticia, de parte del periodista Jesús García
Calero, del diario ABC de España, en donde demuestra la participación del
profesor de arqueología Carlos Rómulo Del Cairo en la fase de exploración del
San José, por módicos 48.000 dólares. En entrevista con este personaje, García
Calero revela sus “razones”: se “sacrificaba” para que nada se vendiera. Un
“sacrificio” al que se negaron otros colegas, estos sí de reconocida reputación e
intachable ética.
En el evento inaugural del posgrado diseñado por Del Cairo, programa
académico que en un principio aparecía alineado con la legislación colombiana y
luego prefirió usar un disfraz e inclinarse hacia la Convención de UNESCO de
2001, la vicepresidenta se hace presente y reitera su posición pero hace énfasis en
un detalle que no resulta menor: que se están evaluando opciones para adelantar
el proyecto con MAC sin vender una sola pieza, buscando evitar una demanda al
Estado. Es decir, ahora los contribuyentes pagaremos una cifra astronómica por
este proyecto, adelantada por burdos cazatesoros y “académicos” que se
justifican con una supuesta experiencia que nadie conoce, poniendo en riesgo un
contexto arqueológico único. Lo más sensato sería que el San José se quedara en
las profundidades del mar, hasta que contemos con los recursos, instalaciones y
personal idóneo para adelantarlo.

El gobierno Duque tampoco ha tenido voluntad para modificar o derogar la Ley


1675 de 2013, paso fundamental y contundente para salvaguardar el patrimonio
subacuático de la Nación. Incluso ha respaldado el nuevo posgrado en patrimonio
cultural sumergido, dirigido por Del Cairo, en donde el director del ICANH
también es docente, con numerosas becas para diversos profesionales, la mayoría
de la Armada Nacional. En Colombia, las becas del Estado se asignan a
programas académicos acreditados y con trayectoria, pero en este caso especial,
la fortuna los ha acompañado.
El futuro del San José es más incierto que nunca, con un gobierno que desestima
las recomendaciones de expertos y se alinea con “académicos”, nacionales e
internacionales, que son capaces de cambiar sus principios, si alguna vez los
tuvieron, por 48.000 dólares. Pronto sabremos cuánto más. Prepárense porque
son varios “arqueólogos” como Dooley, Montenegro, Del Cairo y sus amigos los
que esperan ansiosos. Esto nos costará una fortuna que saldrá de los bolsillos de
todos los colombianos, así como el reconocimiento y la dignidad científica
acumulada hasta ahora.

* Arqueólogo y profesor universitario.


https://www.elespectador.com/opinion/el-galeon-san-jose-una-obsesion-que-nos-costara-
una-fortuna-columna-
849840?fbclid=IwAR2OZdo8ySVpGZtOeNm4WJsjIGOuoQrRyMygZ59Q5_5TG_EHVO
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