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FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD

ESCUELA:
PROFESONAL DE PSICOLOGIA

CURSO:
TEORIAS DE LA PERSONALIDAD

TEMA:
DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD

ALUMNO:
YERALDIN QUISPE ALVITES

DOCENTE:
LIC. MENDOZA LUYO MAX A.

CICLO:
II - B

SEMESTRE:
2019 – I
DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD
Soy introvertido o extrovertido, estable o inestable, sensible o insensible, intuitivo o

racional. Todas estas estas categorías reflejan aspectos de personalidad que son muy

utilizados en psicología.

La personalidad que tengamos va a marcar como vemos el mundo y reaccionamos a él.

Pero las características personales que nos son propias no siempre han estado ahí de la

misma forma, sino que hemos ido pasando por diferentes etapas del desarrollo de la

personalidad hasta llegar a ser como somos, desde la infancia hasta nuestra situación

actual e incluso hasta nuestro futuro deceso.

Definición De Personalidad

La personalidad se define como un patrón de comportamiento, pensamiento y emoción

relativamente estable en el tiempo y a través de las diferentes situaciones que

vivimos. Dicho patrón explica cómo percibimos la realidad, los juicios que nos hacemos

de ella o la manera con el que interactuamos con el medio, siendo en parte heredada y en

parte adquirida y posteriormente moldeada mediante la experiencia vital.

Debido a que nace en gran parte del conjunto de experiencias que vivimos a lo largo de

nuestra vida se considera que la personalidad como tal no está plena configurada hasta la

edad adulta, habiendo un largo proceso de desarrollo hasta que llega a estabilizarse (si

bien puede sufrir variaciones posteriores, no son frecuentes ni tienden a ser marcadas).

Evolución a través de las diferentes etapas vitales

Para establecer una cronología de las etapas del desarrollo de la personalidad resulta

interesante partir de la clasificación de las principales etapas vitales.

Partiendo de ellas como referencia, veamos de qué manera se va desarrollando la

estructura psicológica de los seres humanos.


1. Los primeros momentos

En el momento en que un bebé nace no podemos considerar que tenga una personalidad

marcada, ya que el nuevo individuo no ha tenido experiencias concretas que le hagan ser,

pensar o actuar de una manera determinada. Sin embargo, sí que es cierto que según pasan

los días vamos viendo cómo el niño o niña tiene una tendencia a comportarse de una

manera determinada: por ejemplo podemos observar si llora mucho o poco, cómo se

alimenta o si responde al tacto con miedo o curiosidad.

Estas primeras características forman parte de lo que se viene a llamar temperamento, el

cual forma parte de la constitución innata de la persona y que posteriormente puede ser

moldeado mediante el aprendizaje. El temperamento tiene base biológica y proviene

principalmente de la herencia genética de nuestros antepasados. Siendo un componente

vinculado principalmente a la afectividad, se trata de un componente primigenio que va

a actuar como base para la construcción de la personalidad.

2. Infancia

Según el sujeto va creciendo, va desarrollando poco a poco diferentes capacidades

cognitivas y físicas que le van a permitir captar la realidad, empezar a intentar entender

cómo funciona el mundo y cómo el propio ser puede influir y participar en el.

Esta etapa se caracteriza por la adquisición de valores, creencias y normas provenientes

del exterior, de una manera inicialmente imitativa y con pocos tintes críticos. La

personalidad empieza a formarse según las características del temperamento van siendo

confrontadas a la realidad, adquiriendo patrones de comportamiento y maneras de ver

mundo y formándose el carácter.

En esta etapa la autoestima tiende a ser inicialmente elevada debido al elevado nivel de

atención que se suele prodigar al menor en el entorno familiar. Sin embargo en el


momento de la entrada al mundo escolar tiende a disminuir, debido a que se deja atrás el

entorno familiar para entrar en uno desconocido en el que confluyen numerosos puntos

de vista.

3. Pubertad y adolescencia

La adolescencia, el punto en que pasamos de ser niños a ser adultos, es una etapa clave

en la formación de la personalidad. Se trata de una etapa vital compleja en que el

organismo se encuentra en proceso de cambio, al tiempo que se aumentan las expectativas

respecto al comportamiento del individuo y este empieza a experimentar diferentes

aspectos y realidades.

Se trata de un momento vital caracterizado por la necesidad de diferenciarse, siendo

frecuente que aparezca una ruptura o separación respecto a los adultos al cargo y un

cuestionamiento continuo de todo lo que hasta entonces se le ha inculcado.

Se aumenta el número de entornos en los que la persona participa, así como el número de

personas con las que interactúa, propiciando junto a los cambios hormonales y el aumento

en la capacidad de abstracción propia de la maduración cognitiva hará que experimente

diferentes roles que le enseñaran que le gusta y que se espera de él o ella. Se da

una potenciación de la búsqueda de vinculación social y aparecen las primeras relaciones.

El adolescente busca una identidad propia a la vez que un sentimiento de pertenencia al

entorno social, intentando insertarse como parte de la comunidad y del mundo.

En esta etapa la autoestima tiende a variar producto de las inseguridades y los

descubrimientos propios de la adolescencia, A través de la experimentación el

adolescente va a ir probando diferentes maneras de ver la vida, quedándose e

introyectando algunos aspectos y variando otros. Se busca una identidad propia, búsqueda

que con el tiempo cristaliza en una personalidad diferenciada.


4. Adultez

Se considera que es a partir de la adolescencia cuando podemos hablar de personalidad

propiamente dicha, habiéndose forjado ya un patrón relativamente estable de conducta,

emoción y pensamiento.

Esta personalidad aún va a variar a lo largo de la vida, pero a grandes rasgos la estructura

va a ser semejante salvo que suceda algún acontecimiento muy relevante para el sujeto

que le empuje a realizar cambios en su manera de visualizar el mundo.

En relación a otras etapas vitales, la autoestima tiende a subir y en general

el autoconcepto del adulto tiende a intentar acercar su yo real con el ideal, por lo que la

timidez disminuye, en caso de haber sido elevada anteriormente. Como consecuencia,

deja de tener tanta importancia lo que los demás opinen de uno mismo, y pueden llevarse

a cabo actividades que en etapas anteriores darían vergüenza.

5. Ancianidad

Si bien en general la personalidad sigue siendo estable la llegada a la vejez supone la

progresiva vivencia de situaciones como la pérdida de habilidades, actividad laboral y

seres queridos, cosa que puede afectar en gran medida a nuestra forma de relacionarnos

con el mundo. Se registra una tendencia a la disminución de la extraversión y la

autoestima.

Dos viejas teorías sobre el desarrollo de la personalidad

Los elementos escritos anteriormente reflejan una tendencia general a lo largo de las

etapas vitales. Sin embargo, son múltiples los autores que han establecido teorías sobre

cómo se desarrolla la personalidad. Dos de las más conocidas, aunque también

desfasadas, son la teoría del desarrollo psicosexual de Freud y la teoría del desarrollo
psicosocial de Erikson, estableciendo cada uno diferentes etapas del desarrollo de la

personalidad.

Hay que tener en cuenta en todo caso que estas propuestas del desarrollo de la

personalidad se fundamentan en un paradigma de meta-psicología que ha sido muy

criticado por su carácter especulativo e imposible de poner a prueba, por lo cual hoy en

día no se consideran científicamente válidos, a pesar de que históricamente han tenido

una gran influencia.

Desarrollo psicosexual de Freud

Para el padre fundador del psicoanálisis, la personalidad del ser humano se va

configurando a lo largo de la vida a través de diversas etapas del desarrollo de la

personalidad. La personalidad está estructurada en un ello o parte pulsional, un superyó

que censura dichos deseos a partir de la moral y un yo que media entre dichos aspectos.

Con la líbido como energía psíquica fundamental, la teoría de Freud considera que

nacemos únicamente con nuestra parte pulsional, naciendo con el tiempo el yo y el

superyó según vamos introyectando las normas sociales. Los constantes conflictos

pulsionales hacen que el organismo emplee mecanismos de defensa con el fin de reducir

la tensión que éstos producen, unos mecanismos que se emplean a menudo y que permiten

explicar rasgos y facetas de personalidad.

Para Freud, pasamos por una serie de etapas en las que situamos nuestras fuentes de

placer y frustración en diferentes zonas corporales, expresando la líbido a partir de ellas.

Dichas etapas se van superando progresivamente, si bien pueden haber regresiones o

estancamientos que produzcan fijaciones en determinados comportamientos y modos de

ver el mundo y las relaciones personales.

1. Etapa oral
Durante el primer año de vida el ser humano está inmerso en la conocida como etapa oral,

en que utilizamos la boca para explorar el mundo y obtener gratificación de él. Nos

nutrimos, mordemos y probamos diferentes objetos a través de ella. Así pues, la boca

ejerce el rol que más adelante tendrán las manos, y eso para Freud condiciona el desarrollo

psicosexual en esta etapa de la vida.

2. Etapa anal

Después de la etapa oral y hasta alrededor de los tres años de edad, el núcleo de interés

psicosexual pasa a ser el ano, al empezar a controlar los esfínteres y suponer ello un

elemento de placer al poder gestionar qué mantiene dentro de sí y qué expulsa. El niño

puede defecar, cosa que permite reducir su tensión interna, o retener las heces

voluntariamente.

3. Etapa fálica

Entre los tres y seis años de edad el individuo suele entrar en la fase o etapa fálica. Es en

esta etapa en la que empieza a haber un interés hacia lo sexual, centrando la atención en

la genitalidad y apareciendo el complejo de Edipo, los celos y el arrepentimiento.

4. Etapa de latencia

A partir de los siete años y hasta la adolescencia podemos encontrar que la expresión de

la energía sexual no encuentra un correlato físico a través del cual expresarse, debido en

gran parte a la influencia de lo social y moral. Aparece el pudor y se reducen los impulsos

sexuales.

5. Etapa genital

Propia de la pubertad y la adolescencia, esta etapa se acompaña de los cambios físicos,

psíquicos y emocionales propios de tal momento vital. La líbido empieza a expresarse a


través de la genitalidad, apareciendo de forma intensa el deseo de vinculación y apego y

teniendo las suficientes capacidades para llevar a cabo la expresión de la sexualidad de

forma tanto simbólica como física.

 Artículo relacionado: "Las 5 etapas del desarrollo psicosexual de Sigmund Freud"

Desarrollo psicosocial de Erikson

Otro destacado autor y uno de los pioneros en proponer que la personalidad se desarrolla

desde el nacimiento hasta la muerte fue Erik Erikson, quien consideraba que el desarrollo

de la configuración psíquica y de la personalidad se derivan de la naturaleza social del ser

humanoo, dicho de otro modo a la interacción social.

Para este autor, cada etapa vital supone una serie de conflictos y problemas a los que el

individuo ha de hacer frente hasta conseguir superarlas, creciendo y fortaleciéndose su yo

según se van superando y forjando la forma de ver, pensar y actuar en el mundo de cada

sujeto.

Las diferentes etapas del desarrollo de la personalidad para Erikson son las siguientes.

1. Confianza básica vs Desconfianza

La primera de las crisis que el ser humano debe afrontar a lo largo de la vida aparece en

el mismo momento del nacimiento, siendo la base desde la que se va a configurar el resto

de la estructura psíquica. Según esta teoría, dura hasta aproximadamente los dieciocho

meses de edad. Durante esta etapa el individuo debe decidir si es capaz de confiar o no

en los estímulos y personas provenientes del exterior o en los efectos que tiene la propia

actuación sobre el mundo.


Es decir, si puede sentirse cómodo en presencia, por ejemplo, de sus progenitores y

familiares. Superar esta etapa correctamente implicará que se es capaz de encontrar un

equilibrio entre confianza y desconfianza en el que prime la confianza, lo que permitirá

establecer relaciones seguras con otras personas a la vez que confía en sí mismo.

Así pues, en esta etapa de desarrollo de Erikson, como en las siguientes, el objetivo es

llegar a un punto de equilibrio o de ajuste en el que la autonomía encaje bien con la vida

social que se lleva, sin perjudicar ni ser perjudicado.

2. Autonomía vs Vergüenza/Duda

A partir de la superación de la anterior etapa y hasta los tres años de edad el individuo va

ir poco a poco desarrollando su cuerpo y su mente, aprendiendo a controlar y gestionar

su cuerpo y su conducta a partir tanto de la maduración y la práctica como de las

informaciones que le llegan por parte de sus progenitores, que le enseñan que puede y

que no puede hacer.

Con el tiempo, estas circunstancias se van a ir interiorizando, y el niño irá haciendo

pruebas conductuales para comprobar los efectos y consecuencias, desarrollando poco a

poco su autonomía. Buscan guiarse por sus propias ideas. Sin embargo también necesitan

límites, existiendo la duda de qué pueden o no hacer El objetivo de esta crisis es conseguir

un autocontrol y autogestión de la propia conducta de manera que actuemos de forma

adaptativa.

3. Iniciativa vs Culpa

En el periodo de tiempo comprendido entre los tres y cinco años de edad el niño empieza

a desarrollar una mayor actividad de forma autónoma. Su nivel de actividad les impulsa

a generar nuevas conductas y formas de relacionarse con el mundo, apareciendo la

iniciativa.
Sin embargo, la retroalimentación de dicha iniciativa puede generar sentimientos de culpa

en el menor, si las consecuencias de experimentar son adversas. Es necesario un equilibrio

que nos permita ver nuestra responsabilidad en nuestros actos a la vez que podamos ser

libres.

4. Laboriosidad vs Inferioridad

A partir de los siete años de edad y hasta la adolescencia, los niños siguen madurando

cognitivamente y aprendiendo cómo funciona la realidad. Necesita actuar, hacer cosas,

experimentar. Si no consigue llevarlas a cabo, pueden aparecer sentimientos de

inferioridad y frustración. El resultado de esta etapa del desarrollo de la personalidad pasa

por obtener la sensación de competencia. Se trata de ser capaz de actuar de forma

equilibrada, sin rendirse al mínimo obstáculo, pero sin hacerse expectativas

inalcanzables.

5. Exploración de la Identidad vs Difusión de la Identidad

Propia de la adolescencia, es una de las crisis más conocidas por la mayoría de la gente.

En esta etapa el principal problema del individuo es encontrar su identidad, descubrir

quién es y qué quiere. Para ello tienden a explorar nuevas opciones y separarse de lo que

hasta entonces han conocido. Pero la gran cantidad de variables implicadas o una

coartación de la exploración puede generar que la identidad no se desarrolle libremente,

produciendo múltiples problemas de personalidad.

6. Intimidad vs Aislamiento

A partir de los veinte y hasta los cuarenta el principal conflicto que debe afrontar el ser

humano en el desarrollo de su personalidad es la búsqueda de relaciones personales y de

una forma apropiada y comprometida de vincularse. Se busca la capacidad de que en las

interrelaciones puedan darse sensaciones de seguridad y confianza.


7. Generatividad vs Estancamiento

Desde los cuarenta y hasta aproximadamente los sesenta años de edad, la persona tiende

a dedicarse a la protección de los suyos y a la búsqueda y mantenimiento de un futuro

para las próximas generaciones.

En esta etapa el principal conflicto se basa en la idea de sentirse útil y productivo,

sintiendo que sus esfuerzos tienen sentido. Sin embargo es necesario tener en cuenta que

se ha de buscar un equilibrio entre actividad y quietud, o se corre el riesgo de o bien no

conseguir llegar a todo o bien no conseguir producir o sentirse de utilidad.

8. Integridad del Yo vs Desesperación

La última de las crisis vitales se da en la vejez. Al llegar el momento en que la

productividad se reduce o deja de existir, el sujeto pasa a valorar si su existencia ha tenido

un sentido. Aceptar la vida que hemos vivido y verla como válida es lo fundamental de

esta etapa, que culmina en el momento de la muerte.

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