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GASTRONOMÍA

DOMINICANA
HISTORIA DEL SABOR CRIOLLO
GASTRONOMÍA
DOMINICANA
HISTORIA DEL SABOR CRIOLLO
COLECCIÓN CULTURAL CODETEL
VOLUMEN IX

GASTRONOMÍA
GASTRONOMÍA
DOMINICANA
HISTORIA DEL SABOR CRIOLLO DOMINICANA
HISTORIA DEL SABOR CRIOLLO

c2007
ISBN 978-99934-862-1-3

FOTOGRAFÍA
Julio González
La Dieta Aborigen Precolombina
Hjalmar Gómez
Itinerario Histórico de la Gastronomía Dominicana

DISEÑO Y PRODUCCIÓN
Lourdes Saleme y Asociados

IMPRESIÓN
Editora Corripio
Santo Domingo, República Dominicana
Diciembre 2007

Los juicios y evaluaciones expuestas en esta obra


son de exclusiva responsabilidad de sus autores. MARCIO VELOZ MAGGIOLO
Codetel no se hace responsable de ninguna apreciación
externada en este libro sobre el tema de referencia. HUGO TOLENTINO DIPP
CONTENIDO PRESENTACIÓN

La presentación de un libro es siempre un motivo de esperanza y regoci-


jo. De esperanza, porque constituye una nueva evidencia de que existe gen-
te dispuesta a trabajar en la búsqueda de respuestas a incógnitas que se han
arrastrado a lo largo del tiempo y a compartir con los demás el fruto de sus
pesquisas. De regocijo, porque contribuye al enriquecimiento del acervo
cultural y representa un paso de avance en beneficio del desenvolvimiento
de la colectividad.
El regocijo es en esta ocasión justificadamente mayor. Reposa en nuestras
manos la obra Gastronomía Dominicana. Historia del Sabor Criollo, fruto del
trabajo de dos reconocidos intelectuales: Marcio Veloz Maggiolo y Hugo To-
lentino Dipp, quienes hacen un nuevo y sustancioso aporte a la cultura y a
la gastronomía dominicana. Estamos ante un libro que cautiva y provoca,
tanto por su presentación como por su contenido.
A Brillat-Savarin, autor de la conocida obra Fisiología del Gusto o Medita-
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ciones de Gastronomía Trascendente, se le atribuye el mérito de haber acuña-
PRESENTACIÓN
do un famosísimo consejo: «Convidar a una persona es encargarse de su bie-
Página 13 nestar todo el tiempo que esté en nuestra casa». En esta oportunidad, Co-
LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA detel ha asumido esa responsabilidad con la certeza de que va a cumplirla
(APUNTES PARA UNA GASTRONOMÍA SILVESTRE) porque tiene para sus invitados un exquisito menú, cuyo plato principal, un
Marcio Veloz Maggiolo libro, ha sido cuidadosamente preparado por estos dos extraordinarios chefs,
dos reconocidos escritores dominicanos.
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Gastronomía Dominicana. Historia del Sabor Criollo, es una obra que tras-
ITINERARIO HISTÓRICO DE
ciende los linderos del recetario y se convierte en un viaje a través del tiem-
LA GASTRONOMÍA DOMINICANA
po, en el que recoge, sistematiza e interpreta historias, creaciones y tradicio-
Hugo Tolentino Dipp
nes relacionadas con el comer. Así pues, se constituye en un espléndido
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compendio de conocimientos y vivencias que contextualiza, salva de olvido
FUENTES DE LAS FOTOGRAFÍAS
y da a conocer los variados secretos relacionados con los platos dominica-
Página 355 nos. Todo ello confiere a la gastronomía la condición de expresión de la cul-
SOBRE LOS AUTORES tura. Así lo confirma el hecho de que organismos internacionales como la
PRESENTACIÓN PRESENTACIÓN
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UNESCO han incluido los sistemas culinarios en la categoría de «patrimonio en el tiempo, como lo evidencia la asimilación del aporte realizado por otros
cultural inmaterial». grupos de inmigrantes desde finales del siglo XIX y principios del siglo XX.
El ensayo de Veloz Maggiolo lleva por título La Dieta Aborigen Precolom- La construcción y el fortalecimiento de una visión propia, la de la iden-
bina (Apuntes para una Gastronomía Silvestre) y se focaliza en la estructura y tidad nacional, también encuentra sustento en Gastronomía Dominicana.
evolución de la dieta de los grupos aborígenes durante la etapa precolombi- Historia del Sabor Criollo. Nos referimos a muchas cosas, como son los pro-
na. Tolentino Dipp presenta un ensayo titulado Itinerario Histórico de la Gas- ductos –por su singularidad y excelencia–, las técnicas que de forma siste-
tronomía Dominicana en el que ofrece una visión panorámica de la trayecto- mática se emplean en su elaboración y la idiosincrasia cultural. «Dime lo
ria que ha seguido la gastronomía en la parte Este de la Isla desde el descu- que comes y te diré lo que eres», reza una expresión muy conocida. A tra-
brimiento hasta nuestros días. Estos dos textos van acompañados por una re- vés de la valoración de la comida, la gastronomía contribuye a la creación
copilación de recetas dominicanas realizada por Emil Vega y Paula Vega, in- de un vínculo que nos enorgullece y distingue como dominicanos, al tiem-
cluidas en el CD anexo, que cubre las bebidas, entradas, sopas, víveres y tu- po que nos provee un recurso para entrelazarnos al mundo circundante.
bérculos, arroces y granos, pescados y mariscos, carnes y aves, y postres. La costumbre y, ¿por qué negarlo?, la necesidad de comer, trascienden la
Veloz Maggiolo y Tolentino Dipp asumen la gastronomía desde una pers- estrecha frontera de la alimentación. Contribuyen a la formación y al forta-
pectiva dinámica, la de la historia. Se trata de una entidad que a través del lecimiento de la imagen nacional, confirmando la madurez de la cocina do-
tiempo se va construyendo, definiendo y desarrollando, bajo la influencia de minicana, dando legitimidad social a ciertos repertorios culinarios y poten-
circunstancias políticas, económicas y sociales que, de manera general, in- ciando cocinas regionales como parte del patrimonio cultural que se legará al
fluyen sobre la realidad y sobre la sociedad, a las que no son ajenas ni la co- mundo y a las nuevas generaciones. La República Dominicana ofrece una di-
cina ni la gastronomía. versidad de platos exquisitos en los que se evidencian de manera preponde-
La hipótesis central del ensayo de Veloz Maggiolo es que «el uso prehis- rante las influencias taínas, europeas y africanas en una combinación de sa-
tórico de los alimentos en las Antillas respondió a técnicas de superviven- bores rica en matices y condimentaciones. Posicionar adecuadamente la co-
cia que van desde el año cuatro mil antes de Cristo hasta la llegada de los mida dominicana en el mundo es agregar valor a la marca país.
españoles en 1492». En esa misma tesitura, Tolentino Dipp postula que los Esta obra abre una brecha en lo que se refiere al aprovechamiento del
hábitos alimenticios de la población se van definiendo y desarrollando co- proceso de globalización que vive la humanidad, en la medida en que refuer-
mo cocina criolla entre los siglos XVI y XIX cuando la parte Este de la isla za nuestra conciencia sobre la capacidad para buscar soluciones propias y
fue abandonada por España y hubo que hacer acopio de cuanto elemento buenas para la solución de necesidades presentes. Lo hemos hecho en el pa-
hubiera disponible para no morir de inanición. Correspondió a las cocine- sado y podemos hacerlo ahora.
ras esclavas negras preparar exquisitos platos para el amo blanco mediante Por lo general, el proceso de globalización ha sido percibido en una sola
la conjugación de elementos nativos con los de la cultura europea y la afri- dirección: la de algo que viene desde fuera y nos envuelve, nos arropa. Esa
cana. Evidentemente, este proceso siguió evolucionando y enriqueciéndose percepción, aunque correcta, es incompleta, pues existe otra posibilidad: la
PRESENTACIÓN PRESENTACIÓN
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de que algo producido por nosotros envuelva y arrope a los otros. En otras desarrollo de la creatividad, el ingenio y la visión de mundo. La gastrono-
palabras, aquellas cosas que sabemos hacer y que, además, hacemos bien mía como producto tiene capacidad para halar a otras actividades a conver-
pueden constituirse en nuestro aporte para los otros. Este trabajo contribu- tirse en generadoras de empleo como la agroindustria, los servicios de res-
ye al rescate y a la exhibición orgullosa de tradiciones culinarias del país –en taurantes, el turismo, las exportaciones, etc. y para fortalecer la identidad
un contexto caracterizado por la tendencia a la universalización de produc- nacional, bien que debemos proteger a capa y espada, pues nos puede pro-
tos y a la desaparición de la cocina hogareña– y a hacernos conscientes de yectar no solo como hacedores de lo cotidiano, sino también como forjado-
que esta es una oportunidad sumamente atractiva y promisoria en un mo- res del futuro. Sería maravilloso poder hablar de manos dominicanas, recur-
mento en que todo sueña con globalizarse. sos dominicanos, talento dominicano, elaborando productos bien hechos
Gastronomía Dominicana. Historia del Sabor Criollo, mueve a pensar sobre para el país y para el mundo.
el potencial de la gastronomía en el fortalecimiento de la oferta turística ac- Codetel presenta el noveno título de su Colección Cultural con la espe-
tual de la República Dominicana, sustentada fundamentalmente en la cali- ranza de que el mismo constituya una contribución al país en un área que
dez y hospitalidad de la gente, la belleza de las playas y la riqueza del patri- ha sido muy poco trabajada. Su contenido, las fotografías que acompañan
monio colonial. El buen comer constituye un atractivo turístico cuya inci- los textos y la magnífica edición que cada año esperan nuestros clientes y re-
dencia está exhaustivamente documentada. lacionados, auguran a esta nueva obra un sitial de honor en la bibliografía
El desarrollo de la gastronomía dominicana puede ser, finalmente, un es- dominicana.
tímulo para el fortalecimiento del sector agropecuario, en la medida en que Para América Móvil es un honor dar continuidad a este aporte a la cul-
tiene capacidad para incentivar la producción agrícola en general y para la tura dominicana que corrobora la filosofía de nuestra casa matriz y la trayec-
innovar lo que hoy se conoce como agricultura orgánica. El agro dominica- toria de nuestra empresa de apoyar el arte y la cultura en su compromiso con
no está llamado a especializarse en calidad, oportunidad de cosecha, sabo- un proyecto de esta naturaleza.
res, colores, olores, texturas, condición orgánica y otras diferencias que de- Esperamos, pues, que lo disfruten, que lo lean con fruición. Estamos segu-
mandan cada vez con mayor claridad los mercados. ros de que tendrán un buen provecho, pues, como sentencia el filólogo y es-
Las opciones que saltan a la vista incluyen la creación de una industria a critor chino Lin Yutang, «nuestras vidas no están en manos de los dioses, si-
partir de la comida dominicana; la promoción de nuevos talentos y de la co- no en manos de nuestros cocineros».
cina del futuro; la unión de amas de casa, restaurantes, emprendedores, gas-
trónomos, cocineros, mozos, ganaderos, pescadores, productores agrícolas, Oscar R. Peña
instituciones académicas, investigadores, como base y plataforma para la Presidente
competitividad en los mercados globales y el desarrollo de un marketing gas- Santo Domingo, República Dominicana
tronómico. Diciembre de 2007
Iniciativas de este tipo pueden estimular en la República Dominicana el
LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA
(APUNTES PARA UNA GASTRONOMÍA SILVESTRE)

MARCIO VELOZ MAGGIOLO


INTRODUCCIÓN

Página anterior: La intención de este trabajo no es otra que demostrar que el uso prehis- Babosa de tierra de la
Areito. especie «Caracolus»
tórico de los alimentos en las Antillas respondió a técnicas de superviven- muy apreciada por los
Indios amazónicos cia que van desde el año 4000 antes de Cristo, hasta la llegada de los espa- indios antillanos.
actuales, similares
en costumbres ñoles en 1492. Si hacemos el simple cálculo comprobaremos que ya en
a nuestros taínos.
1492, hacía casi cinco mil años que la isla de Santo Domingo y otros pun-
tos antillanos habían sido ocupados por grupos humanos con dietas diferen-
tes, modos de vida diversos, y maneras de entender las diferencias del me-
dio ambiente y la alimentación.
Los españoles que ocuparon las Antillas a partir del año 1492, llegaron
a hacer contacto con grupos agricultores más o menos recientes, así como
con antiguos habitantes que eran relictos o formas casi desaparecidas de
los primeros habitantes. En el occidente de la isla de Santo Domingo
hombres y mujeres sin conocimiento de la agricultura, desnudos y con len-
guas diferentes de las habladas por los agricultores que encontró Colón
dan fe de que todavía, al momento de la conquista española, los descen-
dientes de los pobladores iniciales, permanecían aislados y distanciados de
la sociedad agrícola y de los grupos llamados taínos. Las cartas del conquis-
tador de Cuba, Diego Velásquez, hablan igualmente de estas sociedades
LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA
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marginales, y Pedro Mártir de Anglería en sus Décadas de Orbe Novo, se


refiere a las lenguas diferenciadas de grupos recolectores que ayudaban con
la pesca y el intercambio a los agricultores del período de contacto en Cu-
ba, según fuentes de Colón y sus acompañantes. De modo que los sistemas
dietarios de los habitantes precolombinos de Las Antillas y de la isla de
Santo Domingo, se basan, por una parte, y en épocas tempranas iniciales
en la recolección y uso de los productos silvestres, la pesca y la cacería, y
en épocas agrícolas en la recolección, la caza, la pesca, y el desarrollo de
una variada agricultura.
Cuando se habla de siboneyes, y guanahatabeyes en las crónicas y en
la arqueología tradicional, sin dudas que los autores se refieren a socieda-
des pre-agrícolas tempranas, formas del pasado antillano que no eran co-
munes en el total de las islas al momento de la conquista. En este texto
Diversas pictografías
en vez de hablar de estas formas como elementos étnicos, nos referiremos precolombinas con
primero a estas sociedades iniciales por sus tecnologías y procedencias, en representación de
animales. Abajo a la
el entendido de que las mismas fueron las primeras en establecer un mo- izquierda tres hombres
delo de alimentación que en parte heredarían los grupos de taínos y otras llevan un animal
colgando de una vara.
sociedades agricultoras cuya alimentación estudiamos. Luego establecere-
mos las diferencias dietéticas que aparecen en las sociedades agricultoras,
mucho más tardías, algunas de las cuales son las que hacen contacto con
el europeo.
LA DIETA «GOURMET»

Para el indio, Vale decir que al estudiar la dieta arqueológica donde es posible hacerlo, Caracol de tierra del
parte de la dieta género «Polydontes»,
provenía de la no intentamos demostrar valores gastronómicos del tipo gourmet, aunque en dieta importante
naturaleza virgen algunos casos la parte gourmet de la dieta aborigen tardía, período taíno, entre los taínos.

pueda extraerse de las crónicas, como he señalado ya antes en mi ensayo ti-


tulado El gourmet precolombino, publicado en mi libro Antropología Portátil,
Banco Central de la República, 2001, donde hago referencia a dietas pocos
conocidas, como la de la ingestión de babosas de tierra cuyas conchas son
encontradas por millares en los yacimientos desde el mismo momento en
que llegan los primeros habitantes a la isla hacia el 4000 antes de Cristo,
hasta el arribo de los europeos.

BRILLANT- SAVARÍN, LA INVENCIÓN DE UN VOCABLO


El concepto de gastronomía tiene muchas aceptaciones desde que su
creador, Jean Anthelme Brillant-Savarin, (1755-1826), lo inventara y defi-
niera, dándole un sentido burgués. En su conocida obra titulada La fisiología
del gusto. (Phsiologie du goutou, meditations de gastronomie trascendent, 1825)
Brillant-Savarin, imitador de la prosa de Rosseau, y de la de autores como
Buffon, era en el fondo un enciclopedista y basó su «gastrosofía» en los sa-
LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA
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bores, llegando a afirmar que «el descubrimiento de un nuevo plato produ- nos más allá de poblados en los cuales la basura contiene los restos que los
ce mayor felicidad que el descubrimiento de una nueva estrella». En el caso arqueólogos manejamos.
de los habitantes precolombinos no tenemos información arqueológica del
sabor, aunque sí podemos considerar, que el mismo fuera un factor funda- LAS ANTIGUAS SOCIEDADES ANTILLANAS
mental de la dieta, dadas algunas informaciones de las crónicas españolas y Durante muchos años se afirmó que los taínos representaban la sociedad
francesas en las que se hace énfasis en productos de la cacería, la pesca y la precolombina de la isla de Santo Domingo y parte de las Antillas. Cuando
recolección, y de las bebidas. se hablaba de «la cultura taína», generalmente la persona no documentada,
La gastronomía, sin embargo, pese al contenido gourmet que pueda darle daba este nombre a todos los pobladores precolombinos, error que se extien-
sentido social, se define como la relación entre cultura y alimentación, aun- de hasta nuestros días. El etnólogo sueco Sven Loven, en su obra The Tai-
que predomine la visión epicúrea que en principio se le diera y aun se da a nian Culture, Goteburg, 1935, generalizó el término, creando una definición
la concepción gastronómica. La combinación de fórmulas y recetas, y el de- que luego fuera modificada debido a las investigaciones de campo hechas
sarrollo de un arte gustativo comprenden hoy la parte más exigente de este por la arqueología. Loven llamó «taínos» a todos los habitantes de las An-
arte. Al tratar de establecer una búsqueda arqueológica, como es el caso de tillas prehistóricas. Sabemos hoy que es un error pensar que los taínos que
una parte de este trabajo conjunto, es necesario que nos basemos en datos encontrara Colón en su primer viaje hayan sido los únicos habitantes de las
de consumo más que en aquellos que pudieran ser fórmulas digestivas. Está Antillas, y es fundamental entender que existieron poblaciones muy ante-
claro que muchas de las informaciones que pueden extraerse de los datos ar- riores y otras simultáneas a las de los taínos, como fueron las de los macori-
queológicos no alcanzan a definir platos ni formas sofisticadas, ni fórmulas jes y ciguayos, en las cuales la dieta presenta diferencias ya establecidas que
de preparación de alimentos, lo que sólo se puede colegir con ciertas com- responden a la diversidad cultural de los grupos.
paraciones entre crónicas y hallazgos arqueológicos, puesto que es a partir de Dos son las fuentes básicas para entender los usos y la alimentación de los
los documentos producidos por los llamados «cronistas de Indias» cuando se primeros pueblos antillanos: los restos alimenticios rescatados por la arqueo-
puede definir el uso y manejo de las fórmulas alimenticias pre -coloniales. logía, y aquellos restos de los cuales tenemos importantes datos contenidos
Es bajo esa óptica que intentamos el desarrollo de la parte precolombina de en las crónicas de los conquistadores y de los historiadores del período de
este ensayo. Nos referiremos casi exclusivamente a los hallazgos de restos contacto hispano-indígena tales como Gonzalo Fernández de Oviedo, Fray
alimenticios producto de las investigaciones arqueológicas, por lo que mu- Bartolomé de las Casas, Pedro Mártir de Anglería, el propio Cristóbal Co-
chas veces será necesario limitar el texto, puesto que el estudio documental lón y su hijo Hernando, el médico Diego Álvarez Chanca, y autores tardíos
no entra del todo en nuestro intento. como Gerolamo Benzoni, y López de Gómara, así como las informaciones
Para una mejor ilustración del lector es importante decir que en el ca- de cartas, memoriales e informes de todos aquellos que de un modo u otro
so de la arqueología antillana los residuarios o basureros arqueológicos se refirieron a vida de los pobladores que encontraran los españoles distri-
proveen la información dietaria que manejamos. Las sociedades recolecto- buidos en la geografía de la isla. Por la persistencia de elementos tradiciona-
ras y las posteriores sociedades aldeanas, la última de las cuales está repre- les en la vida dominicana, vale señalar que también existen posibles prue-
sentada por la cultura taína, no produjeron monumentos ni espacios urba- bas que sugieren alimentos que ni la crónica ni la arqueología han señalado.
LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA
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Algunos, por su uso, parecen pertenecer a un pasado del cual no tenemos LA RELACIÓN DE DIETAS Y ESTILOS ALFAREROS
evidencias claras. Se puede solamente sugerir o suponer su posible existen- Los arqueólogos también han definido la relación de estas dietas con es-
cia en el pasado. tilos alfareros, que acompañan materias primas, patrones de asentamiento
Las crónicas hablan de diferentes modelos de vida, y de formas culturales humano, y restos alimenticios en los yacimientos. Las pruebas de radiocar-
disímiles. No hablaban los pobladores antillanos del período de contacto bono o de Carbono 14, han ayudado notablemente la comprensión del uso
hispano-indígena una sola lengua o dialecto; las etnias fueron diferentes y de alimentos en diferentes momentos de las culturas prehispánicas.
algunas pueden ser identificadas arqueológicamente junto a restos de ali- Como hemos afirmado, durante mucho tiempo se afirmó y aún algunos
mentación, desechos de la vida cotidiana, como acontece con los macorijes, lo afirman debido a la falta de información, que los taínos habrían llega-
ya mencionados y evidentemente representados por las alfarerías llamadas do a la isla poco antes del llamado «descubrimiento» de América. Es lo
«meillacoides», y por los propios taínos, cuyas alfarerías están relacionadas que aprendimos en la escuela del siglo pasado, y es lo que, en ocasiones,
con estilos como el Boca Chica, llamado «chicoide», el primero llamado de se sigue considerando una verdad. Sin embargo, autores como quien fir-
ese modo por haber sido descubierto por vez primera en el sitio Meillac, del ma este texto, y como Elpidio Ortega, Renato Rímoli, Fernando Luna
vecino estado de Haití, y el segundo, en el área de Boca Chica, en el sur de Calderón y equipos del Museo del Hombre Dominicano, como el que la-
Vértebras de peces
la República Dominicana. óseos en forma de
boró en los años 70 del siglo pasado, confirmaron nuevas vertientes de la
collar. La carne del investigación en el Caribe y demostraron que la riqueza «faunística» re-
tiburón y la de otros
PERSISTENCIA DE ALGUNAS DIETAS peces mayores fue sulta parte de una información que antes no se tomaba en cuenta, por lo
Esto quiere decir que la búsqueda de las dietas de las culturas precolom- muy apreciada que los restos de fauna y flora vinieron a ser punto clave y tardío en la in-
por las sociedades
binas más allá del presente que se inaugura en 1492, se remite igualmente a precolombinas. terpretación de la vida indígena, dentro de la posibilidad de establecer un
muchas otras sociedades del pasado que no hicieron contacto con el espa- modelo de «arqueología social» que la historia tradicional negó o al que
ñol y que proveen notable información sobre alimentación y modos de vi- se le dio poca importancia. Vale decir, sin embargo, que entre los histo-
da, sociedades que el cronista no conoció, puesto que se desarrollaron mu- riadores dominicanos, sólo Roberto Cassá dio paso a los resultados ar-
cho antes de la llegada del europeo. En ocasiones el arqueólogo ha podido queológicos incorporándolos como datos documentales en varias de sus
seguir hallazgos de restos alimenticios, mediante análisis de ecosistemas, se- obras...
millas, raíces, restos de madera, polen preservado y elementos alimenticios LA DIETA COMO ELEMENTO CULTURAL
casi presentes en casi todas las culturas, como si fuesen un denominador co- Sobre la base de las investigaciones del período precolombino, conside-
mún que se inicia en el año 4000 antes de Cristo y sigue hasta más allá de ramos la dieta indígena como un importante elemento cultural, evidencián-
los siglos XV y XVI de nuestra era. Se pueden percibir restos alimenticios que dose que la gastronomía es, más que nada, una parte fundamental de la cul-
evidencian el uso durante milenios de fuentes similares, así como abando- tura y una expresión del conocimiento humano, porque en ella se encuen-
nos dietéticos, y rechazos en ciertas dietas de una cultura a la otra. Todo ello tran contenidos los modos de trabajo, las formas cíclicas de la agricultura y
coincide con posibles migraciones que comprueban que las islas fueron po- de la recolección, los gustos por ciertos alimentos y los rechazos de otros, y
bladas en diversos períodos. fundamentalmente los modelos productivos, que en el caso de la agricultu-
LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA
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ra, tardía en las Antillas, nos hablan de sistemas de cultivo diferentes y de cedentes de Centroamérica y el oriente de Venezuela, se habían acomo-
formas diversas de explotar el medio ambiente. dado a los ecosistemas antillanos, explotando, sin conocimientos agríco-
Las investigaciones basadas en elementos residuales apuntan hacia una lar- las, los nichos y zonas que eran cíclicamente importantes, porque conte-
ga historia del uso del medioambiente y de sus diferencias, así como del apro- nían vida aprovechable tanto desde el punto de vista vegetal como ani-
vechamiento del entorno proveedor de alimentos. La crónica habla, por ejem- mal. Las primeras dietas en la isla son las de los recolectores, cuyo modo
plo, de los grupos ciguayos del noreste de la isla Española y de los macorijes del de vida se basaba en el consumo cíclico y en la explotación de nichos
noroeste. Estos grupos forman parte, igualmente, de las sociedades llamadas ecológicos estables, usados en épocas en las que los mismos se enrique-
«de contacto», pero nada se dice de otros grupos como los llamados «saladoi- cían de manera natural. Su vida semi- nómada se percibe en los campa-
des», «barrancoides» u «ostionoides», también presentes en la isla de Santo mentos en los cuales dejaron restos de alimentación y evidencia del uso
Domingo y extinguidos o fusionados mucho antes de que la misma fuera visi- de fauna identificable.
tada por vez primera por los europeos el 5 de diciembre del año de 1492. La
dieta de estos grupos es previa a la de los taínos, herederos de muchas formas SOCIEDADES TEMPRANAS Y DIETA
culturales de esas sociedades anteriores que sólo la arqueología puede registrar. Las primeras sociedades en llegar a la isla y acomodarse en las zonas cos-
Cuello de tinaja con Guayo de piedra
rasgos animales. Vale decir que la dieta y los modelos dietarios de los taínos, últimos ha- teras, penetran la parte occidental de la misma, y cubren parte de la costa sur- volcánica decorado
Cultura taína. bitantes de la isla, provienen de una tradición milenaria. Las formas agrí- oriental de Haití y la costa sur de la parte dominicana que incluye la penín- por cabezas
opuestas de aves.
colas llegan a las Antillas hacia el siglo V antes de Cristo, pero ya desde sula de Barahona y sitios de la provincia de Azua, y Pedernales. Los estudios Se usaba para
el cuarto milenio antes de Cristo, grupos de aborígenes pre-agrícolas, pro- rallar la yuca.
de estos grupos humanos apuntan hacia un origen centroamericano. Los ar-
LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA
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tefactos y las dietas de sitios estudiados en la parte dominicana, sugieren que delo de ocupación para la cual el manglar es un importante almacén de ali-
estas sociedades, las que también incluyen el oriente cubano, provienen de mentos y proteínas. El mangle, árbol acuático de raíces aéreas que se desarro-
lugares como Belice, antigua Honduras Británica, donde sociedades con las lla generalmente en la desembocadura de grandes ríos tropicales y cuya exten-
mismas características aparecen ya desde el año 9000 antes de Cristo ocupan- sión es común a las características de salinidad de las zonas estuarinas, consti-
do zonas costeras y desarrollando una actividad pesquera y cazadora, en don- tuyó para estos grupos, llamados banwaroides –por haber sido estudiados por
de el uso de la canoa es fundamental. En el sitio de Monkey Point, Nicara- vez primera en Banwari-Trace, isla de Trinidad,– un elemento clave de la su-
gua, hacia el 6000 antes de Cristo, sociedades pescadoras dejaron montícu- pervivencia. Los banwaroides se aficionaron al consumo de raíces silvestres, la
los y acumulaciones de restos donde aparecen millones de conchas de todo pesca de alta mar, la cacería en los estuarios, y el uso de una dieta en la cual
tipo, restos de peces de alta mar como el tiburón, y de animales terrestres de los elementos vivos de los manglares constituyeron parte importante de su
origen selvático. Son formas de alimentación semejantes a las de Belice. El modelo alimenticio. En la isla de Trinidad el modelo usó como alimento mo-
tránsito hacia las Antillas ocurre hacia el 4000 antes de Cristo, llegando a nos, venados y animales selváticos que fueron parte de la fauna desde antes de
Cuba y Santo Domingo. Ese primer paso está constituido por sociedades que que Trinidad se desgajara como isla de la parte continental de Venezuela po-
conocían en principio la pesca de alta mar, y que el llegar a la isla de Santo siblemente hacia el 5000 antes de Cristo. Vale señalar que el mangle, princi-
Domingo se replegaron cada vez más hacia las costas, generando una dieta ri- palmente la especie Rizophora, es lo que puede denominarse un almacén ali-
ca en bivalvos marinos, ostras de arenas blandas, y peces litorales. Los ar- menticio vivo. En sus raíces se acumulan y crecen muy diversos tipos de os-
queólogos han denominado estos grupos con el nombre de barreroides, y las tiones, y crustáceos, pero igualmente las intrincadas raíces son un refugio de
fechas para el sur de Haití se centran hacia el 3700 antes de Cristo o antes peces pequeños y medianos, así como de los juveniles de peces grandes que ha-
según análisis de radicorbono. Sus instrumentos de supervivencia son arte- bitan el lugar y allí se protegen antes de arriesgarse a penetrar las aguas mari-
factos hechos de sílex, roca cristalina capaz de ser convertida en lascas por nas una vez alcanzada la condición adulta. Sobre las frondas del mangle ani-
golpeo, y materia prima importante para la creación de cuchillos, navajas, dan diversas aves, incluidas yaguasas, gallaretas, y aves de paso, como las pa-
piedras lascadas para cortar maderas, y fundamentalmente puntas bien elabo- lomas que conformaban allí nidos en un tráfico desde África, y las palomas lo-
radas y grandes, que sirvieron para la caza de iguanas, y posiblemente anima- cales, colúmbidas antillanas de varios tipos representadas en la fauna recogi-
les más grandes como el oso antillano, llamado Parocnus serus, o bien otro ti- da en los yacimientos antillanos. El manglar es un habitat húmedo, (me-
po de ejemplar como lo es el llamado Acratocnus, por la ciencia. dioambiente de humedal), sus fondos son fangosos, cenagosos, lo mismo que
La segunda gran migración temprana proviene de las costas de Venezuela, sus playas, lugar de reproducción de cangrejos de varias especies, fundamen-
y se trata de aborígenes igualmente desconocedores de la agricultura, con mé- talmente del cangrejo que los dominicanos llaman «paloma de cueva», (Car-
todos de recolectores y de pesca diferentes a los de los llamados barreroides an- disoma) así como de otras especies y de tortugas marinas de las cuales el llama-
teriores. Se trata de grupos que pasan de Venezuela a la isla de Trinidad, se do carey es la más abundante. Las cercanías de plantas de thalasia, yerba ma-
asientan allí hacia el siete mil antes de Cristo, y hacia el 3000 antes de Cris- rina, propicia la presencia del manatí antillano, cazado por los recolectores, y
to emigran hacia las Antillas. Su dominio de las zonas estuarinas, lugares de común a la desembocadura de ríos donde el alimento que los manglares gene-
aguas lénticas, y de los sitios donde existen manglares, nos hablan de otro mo- ran, es común. Por lo tanto, había notable diferencia dietética con los anti-
LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA
29

Margarita, denominados manicuaroides El nombre proviene de Manicuare,


lugar donde fueron estudiados por Irving Rouse y J.M. Cruxent (Venezuelan
Archaeology, Yale, 1975) Estos grupos tardíos, especializados en la pesca ma-
rina, poseen una dieta más pobre que los dos grupos anteriores, y parecen
haber pasado a Cuba sin hacer mucha escala en la isla de Santo Domingo,
donde sus evidencias son mínimas.
Los manicuaroides, fueron especialistas en la pesca y recolección marina
fueron comunes en la isla de Cuba, donde sus instrumentos básicamente ela-
borados en concha, y el uso del lambí como alimento básico, es una dieta
para tomar en cuenta. Los hallazgos de canoas en lugares cenagosos y de ob-
jetos de madera conservados por el agua y el lodo, justifican el uso de la gu-
bia de concha común en toda Cuba y casi ausente entre las culturas reco-
lectoras de la isla de Santo Domingo.
Ambiente de
manglar. Zona En el sitio de La Isleta, desembocadura del río Higuamo, provincia de San
importante de Pedro de Macorís, hubo evidencias de ocupaciones es este tipo y vale decir
recolección y pesca.
que a juzgar por la mezcla de artefactos y materiales, los habitantes de La Is-
leta habían perdido ya hacia el 1200 antes de Cristo sus características ins-
trumentales, y adoptado formas banwaroides de vida.
guos barreroides que ocupan la isla desde el 4000 antes de Cristo y los banwa- Otras migraciones como la de grupos recolectores que usaron mucho de
roides que arriban a ella hacia el 3000 antes de Cristo, o sea, mil años luego, y las plantas silvestres con nuevas características, ya que se asentaron en zo-
que eran adictos al manglar y a sus productos y estaban orientados hacia la tie- nas de cavernas con aguas freáticas y usaron de la recolección de palmáceas
rra y el mar como espacio de consecución de alimentos. y de la guáyiga (Zamia) intensivamente, constituyen una importante migra-
Los banwaroides aprovecharon la riqueza de la fauna alojada o dependiente ción que posee formas similares a la de los recolectores muy tempranos y ele-
de los manglares para una explotación intensiva de la cual tenemos evidencias mentos que acercan dichas migraciones al uso de objetos que aparecen lue-
alimenticias en los grandes «concheros» o acumulaciones de conchas que de- go en las culturas agrícolas.
jaron al borde de los ríos y en ciertos abrigos rocosos donde desarrollaron par- Estos grupos, llamados caimitoides, y ligados más que nada a la recolec-
te de su vida. Las especies de bivalvos de todo tipo sobrepasan el número de ción terrestre, constituyen hoy lo que los arqueólogos y antropólogos lla-
veinte tipos, concentrados en millones de conchas, entre las cuales sobresalen man un «horizonte cultural». Los primeros hallazgos realizados por noso-
los ostiones, que se producen arracimados en las raíces del mangle. tros en el sitio El Caimito, en la provincia de San Pedro de Macorís, y
Vale señalar la presencia hacia el 1500 0 2000 antes de Cristo de grupos luego en otros lugares como Honduras del Oeste, en la capital dominica-
ligados al oriente de Venezuela, como lo fueron los de la isla de Cubagua y na, lo mismo que en el lugar llamado Musié Pedro, provincia de La Alta-
LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA
30 31

gracia, abrieron un panorama nuevo en el gusto y en la dieta antillana. de la cultura por la dieta se aprecia en la errática visión que luego se aplica-
Son estos grupos llamados «caimitoides», los primeros en acrecentar el ra a grupos con canibalismo ritual, como los caribes, los cuales no fueron
consumo masivo de las babosas o caracoles de tierra como alimento bási- clasificados por sus elementos culturales como asentamientos, vasijas, y ex-
co, (Caracolus excelens y Polydontes sp.) y en dar consistencia de alimen- presiones cotidianas, sino sobre la idea de que se «alimentaban» de carne
to permanente a la guáyiga (Zamia debilis), como punto clave de su sus- humana. La cultura «caribe», caníbal, fue clasificada por su ingesta ritual y
tento, tema sobre el cual trataremos más tarde, cuando detalladamente no por sus expresiones artísticas o productivas, las cuales eran similares a las
hagamos un recuento del uso de los alimentos en cada fase de ocupación de los taínos en muchos aspectos. Sin embargo hoy es posible establecer que
hasta llegar a las sociedades agrícolas que siglos después culminaron con los llamados «caribes», fueron un desprendimiento tardío del tronco lingüís-
la presencia taína. tico arawak o arahuaco, como lo confirmaron los estudios del lingüista Dou-
Los grupos caimitoides fueron igualmente comunes en el oriente y centro glas Taylor, quien confirmó que más del 80 por ciento de los vocablos cari-
de Cuba, y representan una posible corriente migratoria procedente del nor- bes conocidos, eran comunes al viejo tronco arawak. En su desarrollo agrí-
te de Sudamérica, de residuos de grupos recolectores con conocimiento ru- cola, las culturas de los caribes, tenían características muy similares a la de
dimentario de la agricultura y la alfarería. Parecen rechazar la fauna de man- los ciguayos y la de los taínos, incluyendo aspectos rituales.
glar, la que por lo menos en la isla de Santo Domingo, luego de su uso in- Vale la digresión y pasamos nuevamente al estudio clasificatorio de las
tensivo por los banwaroides pasó a formar parte tardía de las ocupaciones primeras sociedades de la isla de Santo Domingo.
agrícolas ya siglos luego, cuando los primeros agricultores se ubican en la
costa sur de lo que es la República Dominicana. CLASIFICACIONES
Para hacer más comprensivo nuestro trabajo, puesto que nuestras páginas
CULTURA DEFINIDA POR EL POSIBLE ALIMENTO se basan más que nada en la arqueología, haremos una división entre los gru-
Aunque hagamos un desvío del tema, puesto que en esta caso hablaremos pos pre-agrícolas (4000 A.C. a 200 D.C.) y los posteriores agricultores llega-
de definiciones culturales por la ingesta, y haciendo paréntesis nos referimos dos igual que algunos grupos tempranos ya mencionados, de la zona noro-
a culturas agricultoras, es importante señalar, que la dieta aborigen y la con- riental de Venezuela. (500 A.C. a 1492)
centración de residuos de alimentación de un mismo tipo, llevaron a algu- Para esta parte de nuestro trabajo hemos señalado varias «culturas» se-
nos arqueólogos, como Froleich Rainey, de la Universidad de Yale, a clasifi- gún el tiempo y las formas de vida. Las más tempranas serían:
car culturas por el tipo de alimentación, como aconteció con los grupos pre- 1. La de los barreroides. Culturas costeras, más ligadas a la recolección de
taínos puertorriqueños que en muchos lugares del occidente de la isla cen- tierra, zonas litorales, y a la pequeña cacería, con uso tardío de los mangla-
traron su alimentación fundamentalmente en la captura de cangrejos o res como espacio recolectivo. (3500 A.C. a 200 D.C.)
«jueyes», los que dada su frecuencia, posiblemente cíclica, llevaron a Rai- 2. La de los banwaroides. Culturas costeras con uso de raíces como la za-
ney a llamar «crab culture» a las manifestaciones de los grupos que usaron mia desde el primer momento de su presencia en la isla, y aprovechamien-
de tal alimento en ocasiones como forma básica de sustento. La definición to alimenticio de toda la fauna de los manglares: peces, camarones, lisas,
caimanes, tortugas, hicoteas, peces de alta mar, todo tipo de bivalvo con
LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA
32

preferencia de los ostiones, y uso de caracoles de tierra o babosas en ocasio-


nes. (3000 A.C. a 200 D.C.)
3. La de los manicuaroides. Culturas centradas en la pesca, y posiblemen-
te en el intercambio de sus productos con otros pobladores. La información
señala que aparte de sus relaciones especializadas de tipo marinero, fueron
recolectores de babosas de tierra, y grandes consumidores de estos animales.
1800 A.C. a ...)
4. La de los caimitoides. Habitantes de zonas cársticas cercanas a las caver-
nas con agua freática... Su dieta incluye perro, iguanas, raíces, caracoles o
babosas de tierra, guáyiga en alto porcentaje, y cacería de jutías más inten-
sivamente que grupos anteriores. Fragmentos de vasijas han sido encontra-
dos en cantidades ínfimas, lo que sugiere el uso de las mismas como elemen-
tos para la cocción indirecta, a diferencia de la directa establecida por los
Pictografías indígenas
grupos anteriores. La dieta basada en la explotación de la fauna del mangle con fauna diversa.
es reducida, lo que lleva a pensar en un rechazo a las formas banwaroides y Cultura taína.

barreroides de vida.
Estas cuatro culturas, o formas culturales, las más tempranas conocidas,
en la isla de Santo Domingo, no explotan agrícolamente el medio. Es decir
que su dieta está conformada por una recolección muy acentuada, la pesca, mentos, en la importación de un stock ya establecido continentalmente y en
la cacería y fundamentalmente el uso de vegetales silvestres. Aunque los lla- el tipo de alimento.
mados caimitoides tienen alfarerías simples, las mismas tienden a ser total- La agricultura es un modelo de modificación del medio que se aleja del
mente utilitarias, nada rituales, y de seguro usadas en la cocción de alimen- proceso de recolección como fuente básica de subsistencia, porque los abo-
tos muy sencillos. Se discute si poseen formas agrícolas rudimentarias, ya rígenes en vez de apoyarse totalmente en los ciclos naturales, los aprove-
que para muchos la presencia de alfarería supone conocimientos agrícolas, chan combinando la producción controlada la que basan en la transforma-
lo que hoy está dudas... ción del entorno. Así es como los alimentos que entre los grupos iniciales
podrían considerarse fundamentales, pasan a ser complementarios durante
LAS DIETAS, SON DIFERENTES el posterior período agrícola que va desde el siglo V antes de Cristo hasta
Como comprobaremos más adelante, el régimen dietético de los prime- 1492, cuando predominan las sociedades aldeanas, estables y en su mayoría
ros pobladores, someramente descritos, será diferente al de los posteriores sedentarias. A partir del siglo V antes de Cristo, la agricultura es la princi-
agricultores que comenzarán a llegar a la isla de Santo Domingo a partir de pal forma productiva que desde la zona Orinoco-amazónica se extiende ha-
los siglos IV y V antes de Cristo. La diferencia radica en la producción de ali- cia el arco antillano como parte de un sistema de cultivo de raíces y de re-
LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA
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colección, basado en el uso fundamental del casabe producto de la manipu- rrancoides, cuyas migraciones proceden del sitio Barrancas, en el Orinoco,
lación económica de la yuca amarga (Manihot utilíssima) y de otros rubros asentándose también en la parte costera de Venezuela y las Guayanas, des-
como la yahutía, el lerén, el maíz, la guáyiga, los guáyaros, el mapuey, el ma- de donde inician su paso hacia las Antillas. Estas migraciones, al iniciar
ní, entre muchos otros frutos y alimentos cultivables que penetran el arco contactos en las Antillas Menores, generan culturas híbridas llamadas «sa-
antillano como parte del stock agrícola de los nuevos ocupantes. ladoides-barrancoides», y ya hacia el siglo III y IV después de Cristo, explo-
El modo de vida aldeano, igualmente, abunda en ciertos tipos de domes- tan la fauna isleña y de alta mar, casi con los mismos métodos de los anti-
ticación que ayudan a la dieta, tal como la del perro comestible y las jutías guos recolectores, para complemento de una rica producción agrícola, lo
de cierta especie, como habremos de señalar cuando tratemos los sitios con que posiblemente asegura contactos entre estos grupos agrícolas e intercam-
pruebas de domesticación como parte del consumo. bio con los viejos recolectores mencionados. En la isla de Vieques, Puerto
Rico, las culturas de Sorcé y La Hueca, trabajadas por el arqueólogo Luís
PRIMERAS OCUPACIONES AGRÍCOLAS Chanlatte e Ivonne Narganes, parecen ser más que un desprendimiento de
Las primeras ocupaciones de agricultores vienen desde la costa venezola- origen costero, un desprendimiento de culturas venezolanas andinas con
na y remontan las islas antillanas llegando a Puerto Rico en el siglo IV an- trazas culturales parecidas a las de los «saladoides-barrancoides». Con estas
Figura estilizada de un
tes de Cristo o quizás en el mismo siglo V antes de Cristo. Los estilos alfare- lagarto. Los lagartos culturas agrícolas se inicia una representación de la fauna en las vasijas de
ros apuntan hacia varias formas culturales, pero todas poseen una dieta ba- de varias especies barro, imágenes a veces propiciatorias que apuntan hacia la consecución de
fueron importantes.
sada en el casabe. La muestra de que esta es una dieta fundamental y desco- Cultura taína. la abundancia de algunos animales consumibles. Otra migración, importan-
nocida antes, es la presencia de burenes o budares donde se cuece el casabe, te para conocer los primeros usos de la fauna y los nichos ecológicos, es la
y el porcentaje de este tipo de instrumento, el que permite seguir el uso del del sitio El Barrio, en Punta Cana, en la isla de Santo Domingo, donde he-
pan indígena y establecer su popularidad, ascenso y descenso, si usamos es- mos fechado un asentamiento que hacia el siglo IV antes de Cristo parece
tadísticas apropiadas. Es muy posible que plantas como el caimito, la lecho- haber llegado desde Sudamérica con una visión nueva, y que aprovecha in-
sa, los hicacos, el caimoní, el ausubo y otras, formaran parte de un proceso tensivamente, al parecer, el uso de la zamia o guáyiga (Zamia debilis, planta
de migración desde la zona orinocense hasta la actual Venezuela llegando a endémica de la zona) como alimento, tal como mostraremos más adelante
las Antillas, como es el caso de árboles con frutos comestibles como la ana- cuando detallemos los residuos faunísticos y polínicos que van desde el 4000
cahuita. En sus estudios botánicos, Alain Lioger informa sobre guayabas lo- antes de Cristo hasta la llegada de los españoles. Vale, sin embargo apuntar
cales, endémicas. (La flora de La Española, Universidad Central del Este) desde ahora que la guáyiga fue utilizada por grupos recolectores desde antes
Existe en la crónica referencia a frutos todavía sin identificar, lo que hace del 2000 antes de Cristo y que al parecer los grupos agricultores de siglos
considerar que el uso silvestre de frutos no informados era mayor del que co- posteriores la utilizaron modificando el viejo patrón pre-agrícola al entrar
nocemos. Varios grupos de emigrantes con agricultura pueden ser conside- en contacto con estos grupos, y en algunos casos, fundirse con ellos o acep-
rados como ocupantes casi simultáneos del arco antillano. Los llamados sa- tar de ellos formas alimenticias. El estudio más importante sobre la fauna de
ladoides, procedentes del Orinoco medio y apostados ya hacia el año 1000 grupos agricultores es, sin dudas, el realizado por Edgar J. Maíz, para un sitio
antes de Cristo en la zona costera venezolana, lo mismo que los llamados ba- de la isla de Puerto Rico, y sobre el cual haremos luego el análisis.
LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA
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Una secuencia resumida de estas sociedades agrícolas puede ser quizás de Colón de que hablaban otro lenguaje, usaban de una alfarería relaciona-
concretada del siguiente modo: ble con el estilo Boca Chica...
1. La llegada de sociedades saladoides y barrancoides apreciables en las 8. La posible presencia desde el siglo IX o X de los grupos taínos, formación
Antillas Menores y parte de Puerto Rico, hacia el siglo IV o V antes de Cris- que se asienta en las experiencias de la culturas anteriores, como la «ostionoi-
to, y su arribo tardío a la isla de Santo Domingo, evidenciado por datos ob- de», y que parece tener influencias de un tardío desprendimiento de culturas
tenidos en La Caleta de Romana, hacia el siglo III de nuestra era... barrancoides venezolanas ligadas a la costa y de un proceso de hibridación cul-
2. La llegada a Punta Cana, extremo este de la isla de Santo Domingo, de tural generador de una línea de acción socioeconómica que hacia el siglo XIII
grupos diferentes a los saladoides-barrancoides, hacia el siglo IV antes de culmina en el cacicazgo, incluidos los grupos macorijes y ciguayos...
Cristo, casi simultáneamente con la llegada de los saladoides-barrancoides a Todas estas tendencias culturales, parecen depender de los mismos ele-
Puerto Rico y las Antillas Menores. Son las sociedades agrícolas más tem- mentos alimenticios básicos. El medio ambiente actúa de manera muy seve-
pranas para la isla de Santo Domingo... ra sobre ellas. Y se puede señalar que la última expresión, la taína, podría ser
3. El desarrollo local en Puerto Rico, y luego en la isla de Santo Domin- considerada la más adelantada. (Siglo VI a siglo XVI)
go de las culturas híbridas llamadas Cuevas y Ostiones, a partir del siglo VI
después de Cristo. LAS INFLUENCIAS
4. La posible migración de grupos tardíos generadores en la isla de Santo Las influencias del norte de Colombia, la asimilación de una agricultu-
Domingo de una nueva cultura, la Macorís, oriunda del valle del Cibao y de ra como la del llamado montículo agrícola proveniente de los grupos «os-
la zona de Cutupú, y extendida hacia Haití y Cuba, con alfarerías llamadas tionoides» de Puerto Rico, o tal vez de los grupos taironas colombianos,
«meillacoides» que se originan también en el valle del Cibao teniendo co- que lo usaron con intensidad, el mejor manejo del medioambiente asimi-
mo base aspectos de la anterior cultura Ostiones u «ostionoide», y muy po- lando la pesca y la caza a las dietas silvestres, y a veces abandonando cul-
siblemente de grupos agricultores que se habían asentado Punta Cana, des- tivos tradicionales para obtener beneficios de otros, como la zamia o guá-
de el siglo IV antes de Cristo. Vale señalar que estas alfarerías se relacionan yiga, parecen demostrar, conjuntamente con los restos dietarios y de po-
con grupos de lengua diferente de la llamada taína, dado el hecho de que es len, que entre los taínos hubo una formidable concepción de las variantes
en aquella zona ,costa norte cerca de Haití actual, donde Colón tiene nece- dietéticas y modelos de captación que como el uso del barbasco para en-
sidad de que Fray Román Pané salga en la búsqueda de la lengua general de venenar peces, de las nasas de gran tamaño, de las redes, y de los corrales
la isla, la más hablada, la taína... de pesca en la boca de arroyos y ríos, de la figa, del anzuelo y de otros re-
5. La posible migración de influencia caribe, ya tardía, hacia la costa no- cursos, acrecentaron el dominio de la fauna marina, con un sistema de na-
roriental de la isla de Santo Domingo, donde la presencia ciguaya, revela un vegación de alta mar que permitía la captura de animales de tamaño con-
tipo de lengua diferente de la taína, que era la considerada general de la is- siderable. Muy posiblemente la domesticación de ciertos animales, como
la. Esta migración debe ser posterior al siglo X de nuestra era, y es la única el perro, la hutía y aves de varios tipos, completaron una dieta local, ho-
de las de Santo Domingo, en la que es imposible determinar la relación en- gareña, de gran rendimiento.
tre alfarería y lengua, ya que los ciguayos, pese a la información del Diario Sin embargo, vale decir que en estas sociedades precapitalistas, el ciclo na-
LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA
39

dente de la selva venezolana viaja a las Antillas con todas sus características.
Es lo que el campesino actual llama «tumba», una supervivencia nefasta del
modelo taíno más atrasado. Los miembros del grupo tribal queman el territo-
rio donde harán su sembradío, siembran sobre las cenizas, explotan el sitio y
lo abandonan años después cuando la fertilidad desciende, repitiendo el pro-
ceso en una agricultura extendida, que en las Antillas se transformará, con el
uso del amontonamiento de tierra y el sembradío con abonos, en intensiva.
El abandono del territorio quemado y cultivado, sin embargo es relativo, pues
durante los años de explotación los aborígenes mantienen la costumbre ama-
zónica de sembrar frutales, los cuales siguen cosechando luego de haber aban-
donado el sitio. El ejemplo de los bosques de jagua, en Altamira, Puerto Pla-
ta, o de los bosques de higüero en el sur de Puerto Rico, podrían ser un ejem-
plo de supervivencia como la señalada.
Escena de
cacería con arco.
LA VIDA ALDEANA
En el caso de las sociedades agrícolas mencionadas, la vida aldeana tenía
otras características y la producción era controlada. La vida aldeana estaba
confirmada por el modelo clánico, en el cual la familia era fundamental, ex-
tural fue fundamental. La obtención de alimentos entre los primeros habi- tendida o nuclear. La descendencia en la sociedad tribal es una modalidad
tantes pre-agrícolas desde el 4000 antes de Cristo, era el producto de una ob- de aglutinamiento productivo. En las anteriores sociedades semi-sedenta-
servación y de un conocimiento profundo del ecosistema. La de los agricul- rias, recolectoras, no existe la organización clánica, ni tribal, y el modelo
tores fue más analítica y capaz de mantener la producción de sitios silvestres apunta hacia un tipo de grupo humano que los antropólogos llaman «socie-
protegiendo los mismos de su explotación total. Los lugares no eran explota- dad de bandas», porque no existe sentido de la matrilinealidad que caracte-
dos de modo intensivo sino que se permitía la regeneración de los mismos, y riza a las sociedades aldeanas, donde las herencias genéticas se perciben al
en el caso de los recolectores sin conocimiento agrícola, las bandas nómadas, través de la madre, y donde el uso del terreno, ya culturizado por su trans-
pequeñas, de no más de treinta personas, como es común en la Amazonía y formación productiva, es parte de la cultura y de la permanencia. De modo
en todo el globo incluyendo sociedades tribales actuales, no tenían capaci- que en las sociedades tribales aldeanas, si bien el medioambiente tenía sus
dad suficiente para agotar, por ejemplo, el manglar. En muchos casos, por la reglas de supervivencia naturales, el hombre reproducía alimentos por su
ausencia de una permanente forma de asentamiento, los lugares eran explo- cuenta, y la explotación recolectiva era morigerada por la producción agrí-
tados y abandonados para un retorno. La primera forma de producción de ali- cola, aunque no en todos los casos.
mentos de los grupos agricultores es el llamado «cultivo de roza», que proce- En el caso de los agricultores, la presión sobre el medioambiente fue con-
LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA
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trolada en parte por la producción local, en la que el conuco, desde el ini- como, por ejemplo, la de niños y fetos localizados como parte de un extra-
cio de las migraciones agrícolas, resultó ser en la mayoría de los asentamien- ño rito. Dentro de las vasijas se perciben restos de peces y de aves, lo que
tos humanos, un almacén vivo y natural de las comunidades. posiblemente indica que también alguna flora debió formar parte de las
ofrendas. (Marcio Veloz Maggiolo y Fernando Luna Calderón. El Higuamo
UNA DIETA ESPECIALIZADA antes de Cristo, inédito)
La dieta aborigen tenía, durante el período agrícola de la historia tempra- Entre los llamados «ostionoides», hacia el siglo IX hay evidencias en
na de la isla, sus características culturales inminentes. La mejor carne para cavernas del este de la isla, de enterramientos con huesos humanos pinta-
los caciques, y autoridades tribales, el casabe de pequeña y fina masa (xaba- dos de rojo, quemados y fragmentados adrede, que pudieran sugerir algún
xao), para los personajes importantes de la tribu. El almacenaje era una es- canibalismo ritual común, según lo sugiere Miguel Acosta Saignes, en su
pecialidad de los ayudantes del cacique, la repartición de los alimentos en fundamental obra Estudios sobre Etnología Antigua de Venezuela, cuando se-
caso de crisis era, modelo establecido por la autoridad cacical. Las bebidas ñala que más del 80 por ciento de las sociedades selváticas amazónicas
para fiestas y areitos, un modelo controlado. La producción de bebidas espi- practicaron algún tipo de canibalismo, con variantes que van desde el en-
ritosas de casabe fermentado y maíz también tratado del mismo modo, tenía docanibalismo, o sea, la ingestión de restos de familiares para obtener sus
Punta de proyectil de
ribetes rituales. la Cordillera Central. características, hasta el llamado «canibalismo ritual» que fue común a mu-
La especialización de la dieta, entre la cual debió haber cierta fauna ri- chos de los pueblos caribes, y a los axaguas o achaguas venezolanos, de ori-
tual, o dedicada al uso de importantes sectores de gobierno en el período ca- gen arawak o arahuaco, tronco del que también provenían las sociedades
cical, debió considerarse como elemento distintivo. En las sociedades taínas agrícolas antillanas.
del siglo XIII al XV, las ofrendas de vasijas con alimentos en el interior dan
cuenta de la importancia que la dieta tenía para los integrantes de la socie- OFRENDAS Y DIETAS SOCIALES
dad. Parte de los alimentos terrestres se transformaban en alimentos para el Las ofrendas eran muchas veces el resultado de la posición social de los
más allá. Frutas como la guayaba se consideraban rituales, al punto de que individuos. Y en algunos casos como, acontece en El Carril, en la provincia
se creía que en los guayabales vivían las opias, o espíritus de los desencarna- de Valverde, sociedades como las macorijes, ligadas a la alfarería llamada
dos, los que se alimentaban de la misma. «meillacoide», usaron perros como ofrenda en sus enterramientos hacia el
La fauna comestible y la ritual aparecen representadas en la estatuaria in- 930 de nuestra era, mientras que en el cementerio de La Unión, provincia
dígena, y en las vasijas, donde además, elementos de la fauna son represen- de Puerto Plata, los enterramientos poseían como ofrendas pesas de redes, y
tados evocando leyendas donde aparece la figura humana mezclada con for- abundantes caracoles de los llamados «burgaos» (Cittarium pica) con la casi
mas animales. total ausencia de vasijas como la única encontrada en sitio, de origen taíno,
evidencia de que se trataba de una cementerio o aldea de pescadores, a los
ENTERRAMIENTOS HUMANOS Y REPRESENTACIÓN cuales se les colocaba parte de la dieta común al sitio, ligada con cierto ins-
En el lugar denominado El Soco, provincia de San Pedro de Macorís, ha- trumento de producción como la pesa de red.
cia el siglo XIII de nuestra era, la sociedad cacical usó de ofrendas humanas, El hallazgo en Cabo San Rafael, provincia de La Altagracia, de un collar
LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA
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uso dietético y ritual en el caso de extracción de los colmillos, ya que no hay


otro tipo de pieza dental que no sean caninos.
En su trabajo titulado Nuevas citas para mamíferos precolombinos en La His-
paniola (Cuadernos del Cendia, UASD, Vol. CCLIX, No. 5) el paleozoológo do-
minicano Renato Rímoli, hizo la descripción de las características de 32 pie-
zas analizadas, ya que las demás están dispersas y cuidadas por coleccionis-
tas nacionales y museos y centros culturales, como la Colección de la Sala
de Arte de la Fundación García Arévalo, el Centro León de la ciudad de
Santiago y el Museo del Hombre Dominicano... En el collar citado, había,
además, piezas dentarias, colmillos, de la foca tropical llamada Monachus
tropicalis, y de un diente de ballena del género globicephala, sin embargo en
las piezas dentarias de la colección del Museo del Hombre Dominicano,
existen dientes de globicéfala pertenecientes al mismo collar, y que son, pa-
Escena de pesca.
Diorama del Museo del
recidos a los colmillos de perro.
Hombre Dominicano. La foca tropical, encontrada por vez primer por Colón y sus hombres en
islas adyacentes a la de Santo Domingo, fue exterminada en el siglo XIX, ya
que su última descripción, hecha por E. Gray, aparece en un dibujo de
Henry H. Elliot, del ejemplar conservado en el U.S. Nacional Museum, con
de cuatro mil cuentas de colmillos de perro, con algunas obtenidas de col- la ficha No. 13950. Ejemplares parecidos sobreviven en las costas mejicanas
millos de foca tropical y de cachalote o ballena, posiblemente ofrenda caci- y del pacífico peruano.
cal y ubicable en el siglo XV, o poco antes, permite suponer la crianza del
perro para fines dietéticos y para uso de su dentadura en una especie de in- LA REPRESENTACIÓN DE LA DIETA
dustria ritual., pero también de la esporádica cacería de focas tropicales En algunas de las cavernas dominicanas donde el aborigen del período
(Monachus tropicalis) y de ballenas de poco tamaño. (Globicephala sp.) Un agrícola dejó muestras gráficas de su entorno y de sus gustos por la fauna, es-
simple cálculo permite suponer que fueron sacrificados por lo menos mil tán representadas escenas que remiten a la importancia de su dieta. En las
animales para este trabajo, parte de cuyas cuentas están labradas con rostros cuevas de Borbón, provincia de Samaná, en las del Infierno, provincia de
antropomorfos. Cuatro mil cuentas decoradas revelan una suma de anima- Samaná, y las de los lugares del Parque Nacional del Este, como la de José
les que alcanza los mil. No sabemos si los mismos fueron sacrificados para María, pueden apreciarse pictografías referidas a la fauna y la flora que los
esos fines o si bien el usuario los fue colectando ya decorados como parte de grupos agrícolas, posiblemente taínos, consideraban fundamentales para su
una recolección, de un uso de estos elementos biológicos como cuentas in- vida común.
tercambiables. Otra posibilidad sería la de la crianza especializada para su En la Cueva del Infierno, Los Haitises, Samaná, la presencia de una fau-
LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA
44 45

na avícola podría referirse a la necesidad de atracción de fauna usada o que LOS ALIMENTOS RITUALES
se consideraba importante para el consumo. Las zancudas, comunes a mu- Los alimentos rituales son aquellos que pertenecen a una dieta especiali-
chos lugares antillanos, como el sitio excavado por Edgar Maíz en Hernán- zada, y que pueden ser parte de las ofrendas y del uso dietario para fines ce-
dez Colón, costa sur de Puerto Rico, parecen ser gráficamente expresado en remoniales. Cultura y dieta fueron elementos claves de la vida taína.
la caverna, donde peces como el tiburón están representados, y se percibe la Hemos referido estos datos como un avance de aquellos que desarrollare-
presencia de aves en busca de alimento. En las cuevas de Borbón, ricas en mos cuando entremos de lleno en las características culturales de cada gru-
información, la cópula de perros, ricamente lograda, habla de la importan- po. Lo que vale en esta primera aproximación es la conformación de la idea
cia de este animal como parte de la vida cotidiana, y el arqueólogo se pre- de que sólo a partir de la llegada de los grupos agrícolas existe una «rituali-
gunta si esta escena no está dedicada a la búsqueda de la reproducción de un zación» y una variación importante del sistema alimenticio de los grupos
animal cuya importancia dietaria y familiar era fundamental para el abori- precolombinos, pese a que en numerosas ocasiones, las fuentes de obtención
gen. En la cueva de José María, Parque Nacional del Este, la presencia de de alimentos coinciden cuando se trata de la explotación del ciclo ecológi-
plantas que formaron parte de la subsistencia indígena, esta representada co. El estudio conjunto de ciertas alfarerías taínas nos recuerdan la rituali-
por el maíz y la guáyiga. De la última se percibe no sólo la raíz profunda de zación de la fauna como un elemento del arte. Las características de esta ri-
Collar hecho de Vasija con rana,
la misma, sino el follaje, lo mismo que de la planta de maíz. Es común la va- colmillos de perro.
tualización es la conversión de elementos en objetos ceremoniales con re- uno de los dioses
riedad de aves acuáticas que son, en verdad, la repetición de un estilo pic- Cultura taína. presentación de la fusión del animal con el ser humano, proponiendo una taínos de las aguas.

tográfico en el cual se detalla con sentido artístico un ámbito común al con- especie de conversión del alimento o el animal mismo, en objeto sostene-
sumo. Algunos instrumentos como el cibucán para exprimir la masa de la dor de la cultura.
yuca y el guayo indígena hecho de madera y piedrecillas incrustadas, comu-
nes aun a la Amazonia actual, aparecen como una muestra de que parte del
acervo pictográfico tiene que con un arte parcialmente ritual y de otro mo-
do utilitario y orientado a tareas de producción de alimentos.
Estas simples muestras revelan que el cambio en el concepto dietario fue
fundamental entre los taínos. El primer registro de restos de perro como die-
ta aparece en el sitio El Caimito, hacia el 300 antes de Cristo, sociedad re-
colectora, y se trata de un molar sin perforación, producto de la dieta del si-
tio, en el que babosas de tierra, –caracoles terrestres– constituyen una fau-
na importante. Ya hemos dicho que los «camitoides», constituyen una cul-
tura recolectora fabricante de cerámica, cuyos estudios están siendo comple-
tados en el Oriente de Cuba, porque podrían resultar un horizonte cultural
antillano con contactos en el norte de Colombia, desde posiblemente el si-
glo IV ó V antes de Cristo.
LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA
46 47

DETALLES DE LA DIETA DE LA SOCIEDAD RECOLECTORA Como puede notarse, a su llegada desde el norte de Centroamérica, estos gru-
LOS «BARREROIDES». (4000 A.C. A II D.C.) pos se difundieron hacia el suroeste de la isla y no ocuparon sino tardíamen-
Al enumerar las sociedades recolectoras que inician su vida antillana en te las zonas de manglares, y se alimentaron de la pesca, la recolección de es-
el cuatro mil antes de Cristo, hemos hecho énfasis en algunas de sus carac- pecies marinas como el bivalvo llamado Arca (Arca sp.), y otras especies de
terísticas básicas. Vale la pena verlas ahora en detalle como dependientes de los arrecifes rocosos. Su dispersión fue común igualmente hacia el occidente
la fauna y de la flora, y de los ciclos naturales y no como creadoras de rique- de Cuba, donde el sitio Levisa alcanza los 3190 antes de Cristo.
zas dietarias por cuenta propia. Nuestro primer análisis dietario se basará en
resultados, no tan abundantes, de excavaciones arqueológicas llevadas a ca- LA TEMPRANA JUTÍA
bo en el país durante los años 70 al 90 del siglo pasado. La abundante presencia de jutías de la especie Isolobodon portorricensis,
constituyó en parte su dieta cárnica fundamental. Los sitios mencionados
GASTRONOMÍA DE LOS BARREROIDES son coherentes en cuanto al tipo de dieta. Los restos, machacados y que-
En primer lugar trataremos las dietas de los ocupantes tempranos ligados mados de este tipo de jutía, hablan de un asado rústico, en el cual la piel
a lo que hemos llamado anteriormente grupos de cultura barreroide. En sus parece haber sido quemada y separada luego de la carne dadas las muestras
orígenes centroamericanos estos grupos fueron cazadores de grandes anima- de fibras en algunas piezas según comunicación de Fernando Luna Calde-
les continentales, y en la medida en que se adaptaron a las costas de Belice, rón, (comunicación personal). Sin embargo en su análisis estadístico Re-
y tal vez a las de algunos puntos de Centroamérica no conocidos, fueron con- nato Rimoli, sugiere igualmente que algunos restos son en verdad ofrendas,
formando su vida con la creación de procesos cada vez más intensivos de re- como en el caso de Cueva Roja, donde está la mayoría de restos alimenti-
colección. Sin embargo, sus instrumentos están logrados para trabajo en ma- cios. La estadística llevada cabo por Renato Rímoli en este lugar obliga a
dera, fundamentalmente. Son viejas formas paleolíticas de navajas, puntas, pensar en que la cacería indiscriminada de jutías tenía igualmente fines ali-
raspadores y cuchillas, hechas en cristalino sílex. En su tesis doctoral sobre el menticios. (Veloz Marcio Maggiolo, Fernando Luna Calderón y Renato Rí-
sitio de Barrera-Mordán (Tennessee University), el doctor A. Gus Pantel, moli. Investigaciones Arqueológicas en la Provincia de Pedernales. UCE. 1979).
demuestra que los «barreroides» usaron en gran medida la madera para hacer Los centenares de huesos son restos de animales de todos los tamaños. En
sus viviendas, y posiblemente fueron importantes forjadores de cestería para la dieta del hombre de Pedernales no había realmente una selección de la
el traslado de alimentos. Algunos de los lugares más destacables en los que cacería de jutías en función de la edad y el tamaño de los animales, ya que
aparecen sus restos son Río Pedernales, Cueva Roja, y Jinagosa en la provin- juveniles y adultos conforman los restos alimenticios. El número mínimo
cia de Pedernales, así como en Barrera-Mordán, en la provincia de Azua; Ile fue de unos 101 animales concentrados en el abrigo rocoso, y tratados cul-
a Vache y la Bahía de Puerto Príncipe, en la República de Haití. Evidencias turalmente, o sea ingeridos, puesto que no existen evidencias de animales
aisladas están presentes en algunos puntos de la sierra de Neyba y la Cordi- completos, enterrados o bien colocados de manera que puedan ser conside-
llera Central, como también en la península de Barahona, donde los asenta- rados piezas ofertorias totales. En todo caso, y como lo sugiere Rímoli, los
mientos fueron estudiados por Elpidio Ortega y José G. Guerrero, en su obra fragmentos fueron colocados allí acompañando a los numerosos restos hu-
(Estudio de cuatro nuevos sitios paleoarcaicos en la isla de Santo Domingo, 1981). manos fragmentarios también que aparecieron en el abrigo rocoso. Muchos
LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA
49

grejos de tierra, del género Cardizoma Vale apuntar que acompañando a las
osamentas se recuperaron instrumentos cortantes, lo que hace suponer que en
el lugar se practicaran desollamientos ligados a la alimentación. La Cueva Ro-
ja, no presentaba un solo esqueleto humano en condiciones óptimas. Conju-
tamente con los «paquetes» de huesos consolidados se rescataron huesos lar-
gos abiertos longitudinalmente para posiblemente extraer el tuétano.

POSIBLE CANIBALISMO RITUAL


Los restos humanos tenían el mismo trato que los desechos alimenticios
lo que ha hecho suponer la presencia de cierto canibalismo ritual no confir-
mado. Vale, en estas condiciones, señalar que durante largo tiempo la nega-
tiva a que hubiese un canibalismo antillano ha sido un elemento muy liga-
do a la concepción de que los taínos, en el caso del período final de nuestra
La jutía, importante
roedor común en la historia antigua, no eran caníbales. Pero resulta interesante que en el caso
dieta precolombina. de las culturas recolectoras como la barreroide y la banwaroide, parece haber
Fragmentos de evidencias de cierto canibalismo, como lo atestiguan huesos humanos de
mandíbulas de
ambas desde el 2590 al 2050 antes de Cristo y en el sitio barreroide denomi-
jutías, un alimento
fundamental de las nado Cueva Roja, lo mismo que en el banwaroide llamado Hoyo de Toro,
culturas precolombinas.
de estos restos humanos se encontraron formando bloques consolidados, provincia de San Pedro de Macorís; teniendo el primero la presencia de
fragmentados y tratados como basura. En su estadística aparecen varias es- huesos largos cortados longitudinalmente para extraer el tuétano y el segun-
pecies de jutías ya extintas, incluyendo la llamada Isolobodon portorricensis, do un hueso con trazas de haber sido modificado por cortes de instrumentos
pero igualmente restos de las llamadas Hexolobodon phenax, y Heteropsomys para separar parte de la carne del mismo luego de su fragmentación. Para no-
voratus. La Plagiodontia aedium, la única que ha llegado hasta nosotros, apa- sotros, son las primeras muestras de posible canibalismo ritual entre grupos
rece igualmente como parte del dietario de Cueva Roja, en Río Pederna- pre-agrícolas. Hoy es casi confirmable desde muy temprano en las Antillas,
les, fechado hacia el 2590 antes de Cristo, lo que evidencia que muchas de la evidencia que Acosta Saignes señala como parte del canibalismo en casi
estas especies fueron cazadas y exterminadas por el hombre. De éstas, algu- todas las sociedades amazónicas. En su obra Estudios de Etnología Antigua de
nas como la Isolobodon portorricensis, endémica de la isla de Santo Domin- Venezuela, explica las posibles causas del canibalismo inicial como resulta-
go, a pesar de su nombre, pero común en varias de las Antillas, llegaron a do de crisis de alimentos que ritualizan el hecho para justificarlo. Se refiere
ser consumidas por el español. a los grupos agrícolas amazónicos, los cuales eran de una y otra manera ca-
Los huesos largos de aves marinas revelan que en este punto, cercano al níbales, pero no explica el hecho en grupos pre-agrícolas.
mar, las aves de este tipo fueron usadas como alimento, lo mismo que los can- Algunas semillas de origen incierto están representadas en el lugar de
LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA
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Cueva Roja, conservadas por la ceniza. La uva de playa, la llamada guanába- sos. Una elemento que revela el tipo de dieta altamente cárnica es la presen-
na cimarrona, la guásuma son identificables lo que sugiere que no hayan si- cia de caries dentales intersticiales, laterales y oclusivas, producto de las fi-
do traídas por los navegantes y que fueran ya presentes en la isla al momen- bras de alimento cárnico remanentes entre las dentaduras. Las evidencias de
to de la llegada de los recolectores. Extrañamente extrañamente, la ausencia carnes crudas, o mal cocidas, o cocidas a medias, mediante asados incomple-
de conchas es notable, lo mismo que la ausencia de caracoles de tierra o ba- tos, parecen ser un elemento clave para explicar el fenómeno, ya que en las
bosas, los que constituyeron para otros grupos recolectores un alimento fun- sociedades agricultoras se produce otro tipo de caries como es el desgaste
damental. Consideramos que Cueva Roja podría representar un lugar ritual. oclusal y lateral, vertical, de la corona de los dientes por masticación de grá-
El informe de Fernando Luna Calderón, contenido en Investigaciones Ar- nulos de arena contenidos en el casabe rallado o guayado en ralladores y gua-
queológicas en la Provincia de Pedernales, Universidad Central del Este, 1979, yos de piedra que desgastan la dentadura, a veces haciendo desaparecer la co-
mueve a pensar que el sitio de Cueva Roja fue un vertedero ritual. El lugar rona. No es este el caso de los barreroides.
es un abrigo rocoso de menos de un metro de altura y de una profundidad que No hay dudas de que esta deficiente y desequilibrada alimentación, las in-
no alcanza los dos metros y medio. Allí se aglutinaron restos fragmentarios fecciones y la indefensión sanitaria mermaron la población temprana «peder-
de más cien individuos incompletos. No había modo de hacer vida dentro nalense», puesto que las estadísticas son reveladoras de que la mortandad in-
Fragmentos de restos
del abrigo, y por lo tanto, todo cuanto se encontró allí, es producto de un alimenticios. Jutías.
fantil superaba el 35%, y que más del 10% de la población tenía crisis al lle-
traslado. Es, en el mejor sentido de la palabra, un residuario. El calcio natu- gar a la adolescencia, como apunta Luna Calderón en su análisis óseo. Parece
ral fusionó numerosos huesos ya partidos y colocados en montones, y en oca- que en la consecución de alimentos silvestres eran los adultos los encargados
siones, el rescate de huesos quemados que incluyen vértebras, podría hacer del trabajo más fuerte, puesto que son ellos los que presentan un mayor núme-
suponer que los cadáveres eran fragmentados y quemados fuera, para su colo- ro de traumatismos. La media de vida de esta población recolectora, en los res-
cación posterior en el lugar. Los análisis biológicos permiten señalar que a pe- tos de Cueva Roja analizados, no llegaba a los 25 años, aunque hay evidencias
sar de la dieta, los pobladores del lugar sufrieron de importantes patologías de algunos individuos con edades más allá de los cuarenta o cincuenta.
comunes a una alimentación desequilibrada, desarrollándose una anemia co- A nuestro juicio Cueva Roja, a diferencia de otros lugares de las culturas
mún. Las llamadas «líneas de Harris», con las que el hueso marca las fallas barreroides, no es un sitio típico de ocupación. Parece un lugar especializado
alimenticias del sujeto en ciertos momentos de su vida, son muy comunes, y para colocación de ofrendas o desechos constituidos por restos de alimentos,
pueden seguirse las fallas alimenticias, dietéticas, de estas poblaciones al tra- restos humanos quemados ritualmente, y artefactos relativos a la labor liga-
vés de su identificación microscópica. Los restos humanos, confundidos con da a este posible ritual, o la costumbre.
la posible dieta inicial, revelan infecciones, artritis, cambios osteo-degenera-
tivos, numerosas fracturas productos de la vida errante, pero también de hue- CAMBIO DE LUGAR, CAMBIO DE DIETA
sos débiles, mal alimentados. Esta alimentación cárnica, propiciaba grandes Pero no todos los residuarios barreroides se presentan con estas característi-
cantidades de proteína, pero posiblemente la ingestión de carbohidratos no cas. Si descendemos a las orillas del río Pedernales, cerca del poblado llama-
llegaba a lograr los balances dietéticos necesarios. Las defensas fueron bajas, do Mencía, veremos otra dieta barreroide, la relativa a los campamentos y si-
y las infecciones numerosas, al punto de que están presentes en muchos hue- tios de vivienda de estas sociedades. Siendo los mismos habitantes, el cambio
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en la dieta es el producto de un cambio de lugar. Este ocupante temprano de ros son reveladores de que la dieta marina, la cacería pequeña, y la dieta mí-
la isla usaba, como en otros casos de recolectores, de lugares diferentes según nima de productos vegetales se complementaron con la de los roedores o ju-
fuera la explotación del medio. Lo mismo pasa con el sitio llamado Puerto tías. La presencia de puntas de sílex lanceoladas, es común, y de tamaños di-
Alejandro, trabajado por José Guerrero y Elpidio Ortega y fechado hacia 1800 versos. La zona, rica en iguanas, debió proveer de estas a los lugareños, aun-
antes de Cristo. La dieta fundamental de las sociedades barreroides cercanas a que la evidencia de iguanas usadas como alimento tampoco es muy determi-
la costa estuvo basada en la recolección de bivalvos, y en especies como las nante. Vale señalar, sin embargo, que las puntas, bien trabajadas, pueden con-
llamadas Arca, ostras de arena, lo mismo que en el uso de los chitones y acant- siderarse instrumentos para la supervivencia, y que el mar debió ser importan-
hopleuras, conocidas como cucarachas de mar. Hay restos de cangrejo. La pes- te desde el punto de vista de la consecución de proteínas, ya que son las con-
ca debió ser abundante, pero no aparece bien representada en estos lugares, lo chas marinas el resto de alimentación que presenta mayores acumulaciones.
que sugiere que cada tipo de fauna corresponde a un campamento diferente, Para los investigadores el estudio de sitios de ocupación no permanente
a un sitio de ocupación pasajero, como acontece en otros lugares de culturas tiene el inconveniente de que las acumulaciones de residuos alimenticios
diferentes. La fauna en el sitio de Barrera-Mordán, en la provincia de Azua, son pocas, y difíciles. La tendencia es la de interpretar los instrumentos pro-
tiene gran relación con la recolección de un tipo de bivalvo llamado «arca», ductivos, y tratar de encontrar en ellos alguna respuesta a la vida de las co-
Restos de Parocnus Vasija taína con
llamado también «Oso
el cual era común en las playas arenosas del sur de la isla. munidades. Por tales razones las grandes puntas de sílex, son una respuesta cabeza y extremidades
de la cordillera». A diferencia del instrumental encontrado en Cueva Roja, en Río Pederna- al hecho desconocido o no comprobado, de la cacería de una fauna que co- de hicotea. La hicotea
Al parecer extinto fue dieta común en
antes de la llegada les se recuperaron pocos morteros de piedra para machacar raíces y semillas. mo la iguana, o los peces de buen tamaño, pudiese conformar una dieta no los grupos macorises.
de los taínos. De mismo modo se recuperaron dos colgantes de barro sin cocer. Los morte- encontrada en los sitios.
Su carne fue
aprovechada por los
grupos recolectores
hacia el 800
antes de Cristo.
LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA
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¿EL OSO CORDILLERANO, UNA DIETA tes, conservadas por el frío cordillerano, suponía que los animales hubiesen
DE LOS BARRERORIDES? sido colocados ya fragmentados, junto a otros restos, en el sitio.
En las Antillas, los osos prehistóricos, llamados «edentados», animales de La fecha de 850 antes de Cristo arrojada por parte de los restos facili-
gran tamaño, fueron una fauna hoy extinta que llegó a ser utilizada en algu- tados por el doctor Cassá, apuntaba a que estos animales, como aconte-
nos lugares, como en la isla de Cuba, donde llegaron a ser una dieta nada ció en la isla de Cuba, con edentados parecidos, fuesen parte de la dieta
abundante, pero real, para algunos grupos agrícolas. Existen pocas fechas pa- de los barreroides, puesto que las puntas de sílex sin contexto encontradas
ra este tipo de animal, alguno de los cuales, como el llamado Parocnus, al- en la Cordillera Central, por su tamaño, no sugerían su uso en pequeña
canzaría una estatura mayor a la del hombre y un peso superior a los 200 ki- cacería. Hacia el 850 antes de Cristo los barreroides habían penetrado, al
los, lo mismo que el Mesocnus. En la actualidad los estudios de este tipo de parecer las zonas cordilleranas, y compartían parte del territorio de la is-
animal para la isla de Santo Domingo revelan una insistente presencia, y la de Santo Domingo con los grupos también recolectores llamados ban-
existen nuevas clasificaciones que no es el momento de señalar, dado el ca- waroides, sobre los que haremos igualmente el comentario en su momen-
rácter especializado de los nuevos tipos y reclasificaciones hechas por R.D. to. Las grandes puntas alcanzan a veces los diez centímetros de largo, y
E. MacPhee, Jennifer L. Whitem y Charles A. Woods, quienes en su texto están trabajadas para ser engastadas con la finalidad de ser usadas como
Babosa o
New Megalonychid Sloths from Quaternary of Hispaniola, American Museum caracol de tierra. objetos arrojadizos, sin embargo, parecen tener una función múltiple se-
Novitates, 2000, se refieren por lo menos a 8 sitios en los cuales han sido gún las opiniones del arqueólogo A. Gus Pantel, o sea, que pudieran ha-
encontrados restos de estos edentados. ber sido utilizadas como cuchillos, navajas y raspadores en momentos en
La presencia de los «edentados» parece haber superado las barreras del tiem- que se considerase necesario ese uso. Es lo que se denomina artefacto
po en muchos lugares, puesto que sus restos han sido encontrados de manera multifuncional.
insistente. Las cavernas antillanas han sido lugares donde estas especies se han
recuperado. En un estudio titulado Tafonomía del Depósito Arqueológico Solapa LA DIETA DE LOS BANWAROIDES
del Megalocnus, en el Noroeste de Cuba, los autores cubanos Carlos Arredondo Las llamadas sociedades bawaroides fueron, a diferencia de las barreroides,
y Raúl Villavicencio, Revista de Biología, La Habana, 2004, señalan evidencias sociedades con un mayor desarrollo y mejor dominio de sus ámbitos y de los
cronológicas que parecen corroborar la idea de que estos animales fueron con- ciclos. Penetraron en el arco antillano casi mil años después de las primeras
sumidos por los recolectores cubanos de épocas tempranas. migraciones barreroides, las que muy pocas veces usaron del manglar como
Hacia comienzos de los años 70 del siglo pasado, el historiador Roberto punto de consecución de alimentos. Se puede decir que los recolectores ban-
Cassá detectó en el sitio de Chinguela, Constanza, Cordillera Central, res- waroides explotaron el manglar de manera intensiva, al punto de ubicar sus
tos fragmentarios de edentados pertenecientes a varios animales colocados campamentos en montículos artificiales dentro del mismo cuando hubo la
en un abrigo rocoso incapaz de contener un animal completo, debido al ta- necesidad de hacerlo. Sólo tardíamente comenzaron a mezclarse con las so-
maño del lugar o del abrigo. La posterior visita al lugar nos permitió estable- ciedades anteriores. Si los barreroides parecen heredar las experiencias de so-
cer la imposibilidad de que los animales de la especie Parocnus serus, hubie- ciedades centroamericanas tempranas, los banwaroides las heredan de socie-
sen estado allí por cuenta propia. La fragmentación de muchas de sus par- dades el oriente venezolano y de la isla de Trinidad. A diferencia de los pri-
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meros habitantes, no tenemos abundante información sobre la conforma- cios se orientan hacia el consumo masivo de crustáceos, donde el cangrejo
ción humana, sus enfermedades y sus problemas vitales, pero sí sobre su sis- llamado por los dominicanos «paloma de cueva», (Cardizoma) es abundan-
tema de ocupación del medio ambiente que habitaron, donde están claros te. Los restos carbonizados de la zamia, o guáyiga son reveladores del uso de
los ciclos recolectivos, y la amplia dieta que se presenta en sus sitios de ocu- la planta como alimento, y son, además, la más antigua presencia física de
pación. Sin embargo, restos humanos encontrados en el sitio de Banwari- la planta en la prehistoria dominicana. El hallazgo de hojas cubiertas de ce-
Trace, junto a una dieta rica en cacería, hablan de una sociedad mejor ali- niza hace suponer que la planta era asada. Sabemos que siglos después los
mentada que la de los barreroides. En su punto de origen los banwaroides ini- grupos agrícolas de la isla de Santo Domingo utilizaron este alimento trans-
ciales, ocuparon la isla de Trinidad desde antes de que la misma existiese co- formándolo, pero no tenemos la evidencia de que fuera de ese modo entre
mo tal, ya que el nivel del mar separó ese territorio del continente hacia el los recolectores.
6000 antes de Cristo, y los habitantes del mismo siguieron siendo excelen- La zona de manglares que se extendía desde las desembocaduras de los
tes cazadores con origen continental, ya que en la nueva isla conservó una ríos Ozama y Haina, en la prehistoria, resultaba ser, para estos grupos oriun-
fauna mediana, u superior en tamaño a la antillana. Por lo tanto las migra- dos de la costa venezolana una zona de fácil ocupación. Por lo tanto, desde
ciones hacia las Antillas, fenómeno que parece producirse desde el 2500 a su llegada a la isla, pasando por Puerto Rico y algunas de las antillas meno-
3000 antes de Cristo, estuvieron constituidas por gentes con un mayor do- res su lugar de asiento fueron los manglares, y su modelo de vida fue la re-
minio de la tecnología, entre las cuales los alimentos vegetales están eviden- colección de vegetales, y el uso del manglar como un almacén vivo.
ciados por manos de mortero, cónicas, cuadradas y de varios tipos, emplea- El lugar banwroide de mayor importancia, o mejor, el de información
das muy posiblemente para hacer papillas. más rica, es El Porvenir, en terrenos del central Cristóbal Colón, a tres ki-
Una lista de lugares ubicados en las cercanías de los manglares, y concen- lómetros al oeste de la desembocadcura del río Higuamo y a unos tres del
trados en gran parte en la costa este de la isla de Santo Domingo, permiten mar. La zona era abundante en fauna de los mangles, a juzgar por la gran
seguir el desarrollo social de estos grupos. Como en el caso anterior enume- cantidad –millones– de ostiones del genero Crassostrea. Se trata de un
raremos algunos, y haremos el resumen de sus dietas y modos de consumo de campamento revelador de que allí la gente elaboraba sus alimentos y vivía
la sociedad. Vale mencionar los sitios de Hoyo de Toro y El Porvenir, lo mis- entre las partes altas de sus propios desechos. Muchas especies de bivalvos
mo que La Piedra, todos en la provincia de San Pedro de Macorís típica- completaban una dieta de orden importante. Muchos de estos bivalvos
mente banwaroides. Lo mismo es importante referirse a la Cueva de Berna, tienen sólo nombre científico, por lo que resulta inútil en una obra de or-
en Boca de Yuma, provincia de la Altagracia, donde las evidencias banwao- den divulgativo referirse a los mismos. Algunos, como el llamado «nava-
rides pueden seguirse con la gran cantidad de fauna rescatada. ja», (Solen sp.) son más que abundantes. Vale decir que el manatí, el co-
Siguiendo las huellas de sus predecesores del oriente venezolano y de la codrilo americano, la ballena juvenil, la tortuga marina, y huesos de aves
isla de Trinidad, los grupos de tendencia banwaroide aprovecharon con enor- de muy diversos tipos están representados como parte de una fauna, que
me éxito su entorno. Son importantes consumidores de guáyiga, al parecer igualmente presenta restos de peces de alta mar como el tiburón, jureles y
asada para liberar las raíces de la llamada cycacina, principio venenoso que pargos. Los arqueólogos que trabajaron el lugar en los años 70, Manuel
pudiera desaparecer con el fuego. En la Cueva de Berna los restos alimenti- García Arévalo y Fernando Morbán Laucer, rescataron huesos humanos
LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA
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fragmentados y cortados longitudinalmente, para una posible extracción sp.) y las lisas formaron parte de esta dieta, (Mugil sp). mientras que el
de tuétano, lo que incita a pensar en un canibalismo ritual, que está pre- lambí (Strombus gigas) y el burgao (Cittarium pica) fueron una dieta co-
sente, de igual modo entre los barreroides. Muchos de esos huesos fueron mún.
antes o luego de hacer sido usados, pintados con ocre rojo o rojizo y aban- Pero para completar las actitudes dietarias de estos grupos hay que par-
donados en el basural como parte de los restos de alimentación, sin que tir de los hallazgos arqueológicos de los mismos en otras zonas que no son
pudiese encontrarse un solo esqueleto completo. El uso de morteros, ma- las del manglar. Sin dudas la dieta de los banwaroides era lograda median-
nos de morteros similares a las de Banwari-Trace, en la isla de Trinidad, es te cambios de lugar, aprovechando los ciclos naturales. Los hallazgos de
un elemento clave para entender que la dieta de los habitantes banwaroi- dieta están presentes en las zonas de ocupación donde pasaron en parte
des de El Porvenir, se basaba en un permanente uso de raíces, frutos varios. sus momentos de protección humana. La parte este de la isla, a partir de
El uso de caracoles de tierra (babosas, hoy llamadas escargot) es enorme, lo las zonas cársticas que determinan el ecosistema de cavernas y cursos de
que revela que aparte de la recolección del manglar, que incluía ostiones, agua subterránea, propiciaron a estos grupos espacios para la vida en co-
y variedades enormes de peces, también la recolección de tierra era funda- mún. En cuanto terminaba la temporada del manglar, o bien los momen-
mental. El sistema de aprovechamiento de los productos era, sin dudas, el tos de explotación del mismo, la explotación marina continuaba, y se
Imagen ideal del Garras pertenecientes
tipo de esqueleto asado de los mismos sobre un terreno cubierto de ramas muy finas entre las al «Parocnus» u acentuaba la pesca, que como vemos, alcanzaba los ámbitos de alta mar.
del «Parocnus» u cuales eran colocados los trozos, todos fragmentarios. Tortugas y jutías oso de la cordillera. Los instrumentos encontrados en los lugares de cavernas son los mismos
oso de la cordillera.
eran colocadas para la cocción sobre las ramazones y allí mismo consumi- que aparecen en los sitios vecinos al manglar. De modo que estos artefac-
das. Restos de peces grandes como las rayas (Aetobatidae), el jurel (Caranx tos eran colocados y dejados en resguardo en cada lugar, para evitar car-
gar con ellos.
La ocupación de El Porvenir, comienza con una fase temprana que ha
sido llamada Serrallés, y que tiene fecha de 2000 antes de Cristo, mien-
tras que la más tardía, El Porvenir como tal, se ubica hacia el 1000 antes
de Cristo.
El modelo sigue siendo el mismo para sitios como Hoyo de Toro, en la
misma provincia de San Pedro de Macorís, la entrada de la Cueva de Las
Maravillas, en el camino de San Pedro de Macorís a La Romana (entrada
actualmente destruida para hacer un paso de concreto a la cueva, desvir-
tuando su importancia arqueológica) y el sitio La Piedra, unos cinco kiló-
metros al oeste del río Soco. Hoyo de Toro posee fecha de 1960 Antes de
Cristo y la Piedra alrededor de 1800, o sea fechados muy parecidos.
La obtención de raíces, frutos, y el uso de los mismos, puede conside-
rarse un modelo novedoso en relación con los grupos anteriores, más
LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA
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tempranos, del occidente la isla. Pero la pesca de alta mar fue realmente residual», porque está tratado como basura, en relación otros enterramien-
una actividad que aportó recursos alimenticios de los llamados peces tos humanos. Los enterramientos residuales siguientes son los de un frag-
óseos y cartilaginosos. mento de hueso humano del esqueleto axial, y una tibia con huellas de des-
En la cueva de Berna, donde además se rescataron enterramientos huma- carnaduras. Estas muestras parecen coincidir con la vieja idea de enterra-
nos tempranos, la presencia de restos de pez loro (Sacaridae sp) es numero- mientos ligados al canibalismo ritual del que hemos hablado, concepto an-
sa. Pero también están presentes huesos de tortugas marinas, aves de varios tes muy discutido que parece ser aplicable a enterramientos residuales en los
tipos, cuyos huesos largos se relacionan con las que abundan en los mangla- cuales se evidencian huellas de tratamiento que permiten suponer un mane-
res, como son las gallaretas y zancudas de varios tipos. El consumo de igua- jo del cadáver para fines de este tipo.
nas (Cyclura sp), es permanente. Están presentes huesos de lagartos no iden- La media de vida de esta población es baja a juzgar por la posible edad de
tificados, y la presencia de la recolección terrestre de caracoles o babosas de los esqueletos que es de 18 años, 6 años y 2 años, lo que arroja una media de
tierra está presente desde el 1800 antes de Cristo. Estos «escargots» harán 12 años. Sin embargo la cantidad de huesos no permite hacer un mejor cál-
cada vez más abundantes en la dieta precolombina antillana, siendo, igual- culo, pero se entiende que las esperanzas de vida de estas sociedades, eran po-
mente, en el oriente de Cuba, alimento fundamental de grupos recolectores bres, razones que hemos explicado al comentar los restos humanos de Cueva
Punta de silex Punta de proyectil
con alfarería, como lo son igualmente y hacia la misma época (del 400 an- enmagada para rebajada para uso en la Roja. Solo un enterramiento aparece completo, y vale decir que los residua-
tes de Cristo en adelante) en los sitios llamados caimitoides, donde en el ca- muestra de uso. Año cacería y pesca 2000 les son de varias épocas, lo que sugiere que esta modalidad se practicó desde
2600 antes de Cristo. antes de Cristo.
so dominicano, los caracoles de tierra vienen a conformar una dieta funda- el 1890 antes de Cristo hasta el 1200 antes, o sea durante 700 años o más.
mental como veremos luego.
Los bivalvos del manglar y los crustáceos pequeños, como los maqueyes, LA DIETA DE LOS MANICUAROIDES
aparecen como residuo dietético. El llamado burgao (Cittarium pica), un ha- El grupo más tardío de los recolectores, constituido por pescadores y gen-
bitante del litoral rocoso aparece en ocasiones como más importante que los te absolutamente ligada al mar, es el de los llamados manicuaroides, oriundo
otros tipos de recolección. Hay cierta preferencia por los bivalvos de playas de Venezuela. Un solo sitio ha sido encontrado con sus típicas formas de usar
arenosas, como la ostra llamada Codakia orbicularis. la concha como instrumental. La alimentación de estos pescadores se tradu-
En lo relativo a la llamada Cueva de Berna, los cangrejos son una dieta ce en una recolección de conchas marinas y en la captura de cangrejos.
importante. Las muelas o quelas revelan que los mismos eran asados y desar- El lugar, ya destruido y ubicado en la desembocadura del rió Higuamo, no
mados, y que nunca fueron sancochados, sino colocados sobre el fuego de ra- se consideraba sino un sitio de acumulación de residuos.
mas secas. La concreción de las capas de ceniza, que alcanzan hasta más de
dos metros de profundidad, permiten suponer que lo mismo que en el sitio LA NUEVA DIETA PRODUCTO DE LAS HIBRIDACIONES
El Porvenir, el sistema de asados era sobre fuego directo. La explotación del medio ambiente de manera cada vez más intensa se
En cuanto a los cuatro enterramientos aparecidos en Cueva de Berna, debió, sin dudas, a una concepción creciente de la mezcla humana que per-
vuelve a presentarse el uso de fuego en la incineración parcial de huesos, en mitió el intercambio de instrumentos. Las palmáceas son importantes en la
un fragmento de cráneo que Luna Calderón designa como «enterramiento dieta del año 700 antes de Cristo y su uso se extiende hasta la llegada de los
LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA
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españoles en 1492. El corozo y muy posiblemente el palmito pasan a ser die- gar llamado Couri, en el norte del actual Haití, y en otros puntos de la cos-
ta permanente en muchos lugares en donde los instrumentos de banwaroides ta sureste, como son Sabaneta de Jundólio, donde el manatí y el carey son
y barreroides aparecen mezclados, revelando la aceptación de los grupos de importante parte de la dieta, y los caracoles de tierra continúan siendo po-
las tecnologías de los vecinos. pulares hacia el 245 antes de Cristo.
En el sitio Batey Negro, costa este de la Española, 650 antes de Cristo, la
riqueza instrumental se mezcla con nuevas modalidades de alimentación. La LOS RECOLECTORES EN EL VALLE DEL CIBAO
guásuma (Guázuma ulmifolia) parece ser una continuidad alimenticia, ya Hacia el año 125 después de Cristo estas sociedades habían penetrado ha-
que su fruto, quemado, parece haber sido usado como alimento en este lu- cia el valle del Cibao, y fueron estudiadas en sitio de Tavera, donde sin du-
gar. Batey Negro está situado en las cercanías del río Cumayasa, y entre las das el instrumental de burenes y metates de piedra, los guayos de granito, y
palmáceas de uso abundante están la palma real y el corozo. Las semillas de otras formas ligadas a la recolección de tierra, son, conjuntamente con ha-
corozo fragmentarias y las de palma hacen suponer que el corazón de estas chas y cuchillos para el corte de vegetales, una variante final de este tipo de
plantas era consumido asado. La presencia de restos de tortuga marina es co- ocupación híbrida, cuya representación está ligada a las tecnologías anterio-
mún. En Centroamérica palmáceas como el llamado «pejibaye», fueron ali- res. El uso de palmáceas revela que la dieta de este tipo continuó siendo fun-
Hojas o navajas
mento fundamental de los grupos indígenas desde la más temprana prehis- de la roca llamada damental. El lugar está ahora debajo de las aguas de la presa, y fue estudiado
toria. Acompaña estas palmáceas, la guáyiga. sílex. Objetos por M. Veloz Maggiolo y Elpidio Ortega, con los auspicios de la Universidad
cortantes.
El análisis de la dieta de Batey Negro participa de recolección intensiva Autónoma de Santo Domingo, y de su entonces rector Rafael Kasse Acta.
de caracoles de tierra, especies que antes no eran fundamentales y que aho- Navaja con
muesca para
ra se incrementan. Las papillas de raíces están sugeridas por guayos de pie- raspar madera EL CAMBIO CULTURAL
2000 antes de
dra cuyas formas pasarán muy luego a las sociedades agricultoras que llega- La diferencia entre sociedades con alfarería y aquellas que la desconocen
Cristo.
rán a la isla más de mil años luego. Las primeras pesas para redes hechas con se asienta en la alimentación misma. Las alfarerías permiten la cocción de
fragmentos de piedra con desgastes laterales explican la pesca de altar mar y alimentos en líquidos, la fermentación de alimentos líquidos, la conserva-
de marea baja como un mecanismo para la consecución más fácil de fauna ción de líquidos, el traslado de alimentos de un lugar a otro, el uso del fue-
marina, representada por peces de alta mar, dentro de los cuales la raya y el go de maneras diferentes, asado, hervido, ahumado, y con estas posibilida-
tiburón están presentes. La captación de lambíes, (Strombus gigas) adelanta des, una mejor posición en cuanto a la ocupación de los lugares. La alfare-
hacia la consecución de animales de la zona coralina cercana, en donde ría nos refiere a lugares de uso permanente o semi-permanente, puesto que
existen especies comestibles que no dejan rastro arqueológico, como son los el traslado de artefactos significa una labor ardua en el caso de sociedades
pulpos, calamares, langostas y gusanos marinos. Vasos y recipientes de con- de tipo alfarero. La alfarería, además, es parte de una tecnología en la que
cha del caracol llamado Cassis tuberosa, lo mismo que morteros y manos de el fuego y la materia prima, o sea el barro, deben ser usados con conoci-
mortero para machacar raíces y semillas, son signos claros de una culinaria miento de las formas que se deben utilizar o que se quieren utilizar. Muchas
más rica que las anteriores. sociedades alcanzaron el uso de la cerámica antes que el descubrimiento de
Esta tradición se extiende hacia otros puntos de la isla, incluyendo el lu- la agricultura.
LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA
65

CARACTERÍSTICAS DIETÉTICAS
Los aborígenes del período que se ha llamado caimitoide basaron su ali-
mentación en la guáyiga o zamia. Los restos de polen de este tipo revelan
que la planta fue un alimento fundamental. Un elemento claro en lo que a
dieta se refiere es el uso de las babosas caracoles de tierra, cuya presencia se
acreciente hasta ser alimento de gran importancia. La presencia de dientes
de perro en el sitio El Caimito plantea por vez primera el uso de este animal
doméstico como alimento esporádico. Los restos producto de los manglares
no son un alimento principal de los caimitoides. Tal dato es revelador de
que posiblemente estos pobladores, los que ocupan la costa sur y el oriente
de la isla de Cuba, proceden de culturas no ligadas al consumo de alimentos
tan comunes a las culturas banwaroides que desde hacía dos mil años pobla-
ban la zona. Un análisis de los restos de alimentación del lugar Musiépedro,
Este diorama del
Museo del Hombre permite señalar estadísticamente la presencia de polen de Zamia en altas
Dominicano cantidades. Las iguanas constituyeron aquí un importante elemento dietéti-
representa la
cacería del manatí co al comienzo de la ocupación, que puede ubicarse según pruebas de radio-
2000 años antes
carbono hacia el 360 antes de Cristo. La cacería de jutías crece hacia los fi-
de Cristo.
nales de la ocupación. Según el informe redactado por el paleo zoólogo Re-
LAS SOCIEDADES CAIMITOIDES nato Rímoli (Arqueología de Yuma, República Dominicana. Editora Taller
El sitio denominado El Caimito, posee todas las características de un lugar 1976), la pesca de alta mar fue constante, puesto que los peces óseos como
de recolectores, pero con alfarería. Ubicado al norte del poblado de Juandó- el jurel, el tiburón, y otros, son comunes a la dieta. En los momentos fina-
lio, provincia de San Pedro de Macorís, sus recursos dietarios son interesan- les los caimitoides de Musiépedro acrecientan la captura de aves. El rechazo
tes. Vale señalar que sus pobladores no eran cultivadores de yuca, puesto que del cangrejo denominado «paloma de cueva», o sea el Cardizoma tan co-
los arahuacos posteriores la usaron utilizando el burén para la confección del mún hasta nuestros días parece ser una constante en esta cultura, mientras
casabe. Los habitantes de El Caimito, no conocían el uso del burén, ni eran que las babosas de tierra (Polydontes y Caracolus) aparecen en cantidades
cultivadores de las plantas que usaron los agricultores de origen sudamerica- muy apreciables, tradición que se incrementará luego con los grupos agricul-
no. Para Betty J. Meggers y Clifford Evans, arqueólogos de Smithsonian Ins- tores y entre los taínos de siglos posteriores.
titution, El Caimito podría revelar una migración desde el norte de Colom- Sin dudas sitios como Musiépedro y El Caimito conforman lugares de
bia, donde grupos con cerámica y sin conocimiento de la yuca, supervivieron ocupación del tipo campamento. La gente de estos modelos culturales de-
como recolectores, lo mismo que los habitantes de Musié Pedro en la provin- pendieron mucho de la recolección terrestre, de la pesca y ubicaron estos
cia de La Altagracia y los de Honduras del Oeste, en el Distrito Nacional. campamentos en lugares donde había importantes recursos acuíferos subte-
LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA
66 67

rráneos. En el caso de El Caimito, los abrigos y cuevas pueden tener en sus bajo, es una dieta cuyo control está dado por la combinación de la recolección
partes más profundas venas acuíferas que justifican la necesidad de ubica- con el dominio de los suelos y del medioambiente. La dieta de una sociedad
ción en sus cercanías de estos habitantes. «aldeana», concentrada en un lugar firme y sin muchas variables de lugar, obli-
Un tercer sitio de este tipo es el lugar denominado Honduras del Oeste, ga a un uso máximo del terreno como forma económica. En el caso de los agri-
en los farallones de la actual avenida José Contreras. Muy posiblemente el cultores que proceden de Sudamérica, existe lo que se llama el stock alimenti-
lugar fue ocupado tempranamente por banwaroides, y reocupado siglos des- cio. A excepción de árboles como cierto tipo de jobo, (Spondias) y de las uvas
pués por los caimitoides hacia el siglo IV antes de Cristo. En Honduras la de- de playa (Coccoloba), la mayoría de las plantas alimenticias y frutales que uti-
pendencia del mar es importante. Iguanas y jutías, son parte de la dieta, pe- lizaron los indios encontrados por Colón en las Antillas, corresponden a una
ro hay un acercamiento a las llamadas «cuarachas de mar», las cuales son agricultura amazónica ya desarrollada. No sabemos si la planta llamada guáya-
habitantes de las zonas rocosas del litoral, como el «burgao», presa fácil pa- ro, (Rajania sp.) de la cual habla Fray Bartolomé de las Casas como raíz que sir-
ra los recolectores. El uso de la palma y el corozo –posiblemente el palmito– vió a los taínos para alimentarse en sus huidas hacia las montañas, era oriunda
está en los niveles más tempranos del sitio, que debió ser ocupado hacia el de la isla. Otras frutas como las pitahayas, el yagrumo, y la pereskia, última-
400 antes de Cristo. mente estudiada, pudieran haber sido endémicas, pero sin dudas, el stock ali-
Navajas de corte
Honduras del Oeste es un abrigo rocoso, y en el mismo aparecen manos hechas en sílex, menticio de los agricultores corresponde a una producción estable.
de mortero, morteros, cuentas de caracol, vestigios de sellos de barro, y una roca cristalina.

recolección importante de babosas de las ya mencionadas. Vale decir que el LA YUCA AMARGA
uso de lascas de piedra para raspar pueden sugerir el descortezamiento de raí- La primordial presencia de la yuca amarga se debe a su domesticación en
ces como la guáyiga y otras no identificadas, lo mismo que para descamar pe- el norte de Colombia hacia el 2000 antes de Cristo, donde los burenes o pla-
ces de alta mar, presentes allí. tijas de barro para confeccionar casabe se encuentran en sitios tempranos
Los caimitoides son importantes conocedores de las corrientes de alta mar, como los que trabajara el arqueólogo Carlos Angulo, como lo son Malambo
a juzgar por los restos de peces óseos. Pero sin dudas hasta el momento es- y Rotinet. Sobre los orígenes de este tubérculo hay varias teorías, pero pre-
tán mal representados aunque hay algunos sitios, como el nivel más tardío ferimos acogernos a la idea de Angulo de que la temprana presencia de bu-
de La Piedra, en la provincia de San Pedro de Macorís, reveladores de que renes en Rotinet, cerca de Barranquilla, con fecha de 2000 antes de Cristo,
fueron una ocupación ingente, e importante de la que no tenemos, desgra- supone ya una domesticación en el área del Caribe ribereño.
ciadamente restos humanos para un análisis de sus medias de vida y de sus La yuca pasa a los caños y ríos o afluentes del Orinoco al través de la
característica biológicas. navegación y del uso del sistema de cultivo llamado «cultivo de roza», ya
mencionado. Las sociedades aldeanas de la desembocadura del río Orinco
DETALLES DE LA DIETA AGRICULTORA ya conocen desde el año mil antes de Cristo el cultivo, que se dispersa por
A diferencia de los grupos recolectores estudiados antes, la dieta de los agri- toda la costa hasta llegar a los sitios de las Guyanas. Con el conuco, in-
cultores que hacia el siglo V antes de Cristo entran a las Antillas desde la cos- vento amazónico, entran en juego los frutales. Las sociedades crecen y se
ta oriental de Venezuela, tal y como lo hemos apuntado en el inicio de este tra- dividen, generando el mismo proceso de tala y quema del bosque, lo que
LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA
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permite la segmentación de los grupos cuyos linajes o relaciones se man- cuanto al uso de plantas ya conocidas. Pero el medio ambiente cambia, y
tienen a pesar de las segmentaciones. Harroy llama a estas sociedades seg- por lo tanto, en el caso isleño, el perfeccionamiento y las adaptaciones a
mentarias y de linaje. Por tales razones las dietas se repiten y pasan de gru- una dieta diferente, se consideran una modalidad que enriquece a las so-
po segmentado a grupo segmentado. La dieta, por tanto, es un elemento ciedades.
cultural que puede seguirse porque no está constituida únicamente por ali- Las plantas importadas, y las muchas raíces que son parte de la dieta in-
mentos recogidos dentro de un ciclo natural. La producción decide el mo- dígena parecen haber llegado a las islas en momentos diversos. Otras son
delo dietario, no el medio ambiente... La sociedad tribal, a diferencia de endémicas. Algunas plantas rituales, como la jagua (Genipa), y la bija, (Bi-
la llamada sociedad de bandas, que representan los recolectores anteriores, xa orellana), debieron ser de las primeras transportadas hacia las islas. Las
considera que la agricultura es parte de un proceso divino, en el cual dio- razones son claras: en el caso de la jagua, cuyo agradable fruto comestible
ses propicios hacen posible la abundancia de alimentación. Los alimentos es bien conocido, el uso se destinó igualmente a la pintura corporal, y en
fueron inventados gracias a los dioses, y por tale razones los mismos tienen el caso de la bija, por igual, aunque sabemos de su actual uso como colo-
representaciones importantes. Cada dios tiene encargos que hacen posible rante culinario y parte del sazón de algunos platos populares, el proceso
la supervivencia del grupo o de los grupos. La lluvia, los dioses o represen- del la decoración en telas y en el cuerpo del indígena, tuvo mucho que ver
taciones de tubérculos tanto en la alfarería como en la estatuaria, y lo mis- con ella. Condimentos como los ajíes, no están presentes en los análisis de
mo en pictografías y petroglifos, reflejan la necesidad de un arte ligado al polen, aunque ello no deba ser definitorio. Según la crónica era el sazón
tipo de producción. aborigen por excelencia. Los ajíes fueron importante condumio de los taí-
Cada grupo viaja con su stock, con sus semillas, con sus plantas rituales, nos, como se sabe.
como es el caso de la cohoba, planta alucinógena que todavía acompaña a las La sociedad agrícola antillana fue una sociedad en la que los tubérculos
sociedades amazónicas actuales. La alimentación se relaciona, de alguna ma- tuvieron una enorme importancia. A diferencia de las sociedades del valle
nera, con la modificación del ecosistema convirtiéndolo en producto y con de México, por ejemplo, o de parte de la zona andina, en las cuales frijoles
los resultados del mismo que ya culturalmente creado, se repite y repiten. y maíz alcanzaron a ser el motivo básico de una agricultura altamente orga-
Al llegar a las islas, ya en el siglo IV antes de Cristo, como acontece co- nizada, en las Antillas aparte de la yuca, el cultivo del aje o batata, así co-
mo los llamados saladoides, la transformación del ambiente, dado el semi-se- mo el de la yautía, el mapuey, el lerén o lirén, y otros, constituyeron impor-
dentarismo o sedentarismo, tiene que ver con los procesos dietarios. En las tante elemento de subsistencia. Para algunos autores las sociedades antilla-
etapas sociales pre-capitalistas, la necesidad alimentaria define con fuerza nas del período agrícola pueden ser consideradas como dependientes básicas
las migraciones, y además, estimula la ocupación de los lugares positivos so- de raíces. En ciertas clasificaciones algunos investigadores han dividido las
bre los que se asienta el grupo humano. sociedades amazónicas y antillanas como «sociedades de los tubérculos», y
Los análisis de polen permiten seguir la presencia de árboles y de gramí- las de las zonas altas, el valle de México y parte de Meso América, como
neas que nos hablan antes que los cronistas de cómo fue aprovechado y va- «sociedades el grano». Esta división rigurosamente dietaria, permite enten-
riado el lugar de asentamiento. der por qué la dieta es el más importante fenómeno cultural ligado a la sub-
Por tales razones, las dietas son parecidas, y el modelo es similar en sistencia. Somos lo que comemos.
LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA
70

EL MAÍZ: UN PROBLEMA HISTÓRICO


Entre los grupos aborígenes tardíos, como es el caso de los taínos, macori-
jes, y ciguayos, el maíz fue una gramínea de la cual se hizo un uso creciente...
Por lo menos cuatro especies son señaladas por la crónica, y al parecer es más
temprano en la isla de Santo Domingo que en la costa venezolana. La discu-
sión de si el maíz estaba en las Antillas procedente de Centroamérica, se abre
como un abanico importante, que obliga a repensar la característica ocupa-
ción de los llamados caimitoides, los cuales fueron siempre considerados como
recolectores con uso de alfarería. Pero si tuvieron cultivos esporádicos, aho-
ra se plantea el proceso como el de grupos proto-agrícolas, con la recolección
como su principal actividad de subsistencia. En la localidad de El Caimito,
hacia el 300 antes de Cristo, los habitantes del sitio consumían maíz. El con-
teo de polen en el lugar señala que un 6.1% del polen colectado, pertenece
El casabe, la yuca,
a plantas de maíz. En Honduras del Oeste, en la actual capital dominicana, el burén, y el
el maíz aparece representado en un 4.9%, y en ambos lugares aparece la gua- cibucán son parte
de este diorama
yaba como alimento. En el primero en un 10.9% y en el segundo en un donde las mujeres
10.2%. Sobre el sitio de Musiépedro no hay información de este tipo. preparan el
alimento.
En Cave Rose, Jamaica, aparecieron restos de una tusa de maíz primitivo,
de un grosor similar al del dedo índice de la mano que puede asimilarse el LA ZAMIA O GUÁYIGA
tipo de maíz Nan Tel, centroamericano. El material, ligado a la tradición os- Hasta hace muy poco tiempo no se dio gran importancia a la guáyiga co-
tionoide, podría ser considerado como del siglo VIII ó IX de nuestra era. Ello mo alimento fundamental de los grupos del este de la isla. El primero en ha-
plantea otro problema frente a la dinámica del maíz como alimento, pues el cer experimentos con las «raíces» de la guáyiga para intentar reconstruir los
Nal Tel no llegó a la costa venezolana, y si aparece en Jamaica hay que pen- asertos de Fray Bartolomé de las Casas de que este alimento fuera entre los
sar en otro tránsito. taínos de la zona más importante que la yuca, fue el biólogo dominicano Ra-
Según muestras de polen aparecen ya en plena época agrícola, las anonas, món Domínguez. Nosotros continuamos la investigación, iniciada hace más
o sea guanábana, anón y otros similares, y el propio ají hacia el año 1200 de de veinte años, y conjuntamente con Domínguez pudimos establecer algu-
nuestra era. En el sitio El Martel, ubicable en la parte más oriental de la is- nas informaciones básicas para entender la función de este alimento primor-
la, están presentes hacia 1400 el caimito, la guayaba, el tabaco, el corozo, las dial. Nos vemos constreñidos a volver a la crónica y la descripción que ha-
palmáceas , el yagrumo, la bija. En el sitio ostionoide de Juan Pedro, poblado ce el Padre Las Casas, porque es el único documento que sobre este proceso
circular trbajado cerca de las costas del río Higuamo, aparece la lechosa ha- existe en el período de contacto hispano-indígena. (Marcio Veloz Maggio-
cia el 900 de nuestra era. lo, Ramón Domínguez. Notas sobre la Zamia en la prehistoria del Caribe, re-
LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA
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vista Investigación para el Desarrollo, Universidad Autónoma de Santo Do- LA TRANSFORMACIÓN DE LA GUÁYIGA EN ALIMENTO
mingo, No. 1, 1994) Según Las Casas, la raíz de la guáyiga se rallaba o guayaba, dejando fer-
Vale recordar que en casi todas las ocupaciones de la costa este, desde mentar la masa, lo que –hoy sabemos actúa contra el veneno– y en cuanto
el 2000 antes de Cristo hasta la llegada del español, la presencia de po- la misma estaba «hirviente de gusanos» –hoy sabemos que son larvas de la
len de este tipo de planta está presente. Durante el período de la cultura mosca Hermetia Illucens, llamada Soldier Fly o Mosca Soldado– se hacían
taína, se encuentra en los sitios de El Soco y Martel, lo mismo que en el unas tortas amasando «gusanos» y masa, las que colocadas en un burén u
sitio «ostionoide» del siglo IX llamado Juanpedro, donde, como hemos di- otro objeto para cocción, producían el pan que comían en el este de la isla
cho, igualmente aparece el polen de lechosa ya para 800 a 900 de nues- los aborígenes. De modo que resultaba una especie de arepa rica en nutrien-
tra era. tes, puesto que las larvas eran la parte proteínica de este pan común a la re-
La guáyiga no pertenece al stock de la sociedad agricultora de la isla de gión donde la guáyiga era silvestre, o sea toda la costa sur a partir de Baní y
Santo Domingo, sino que es un producto natural de la zona cárstica, cali- toda la costa noreste y este de la isla.
za, de la parte este, donde se aprovechaba desde el período de los recolec- En 1979 la Dirección Nacional de Parques de San Juan de Puerto Rico
tores. Lo que es diferente entre recolectores y agricultores es el uso de la nos ayudó a detectar parte del contenido de este tipo de pan, resultando en
Espátula ritual
misma, y su procesamiento, que consistió en liberar la planta, o más bien taína hecha con una más de un 9% de proteínas, y en un alto contenido de carbohidratos, calcio,
sus raíces de la cicacyn o veneno mortal que posee, modelo que parece te- costilla de manatí. hierro, y otros elementos, lo que constituía un verdadero bolo alimenticio
Los manatíes
ner sus antecedentes en el del casabe, aunque el resultado fuese diferente. fueron la más superior al casabe.
En ambos casos, la guáyiga y la yuca amarga, despojadas de su veneno, voluminosa Entre los grupos taínos del río Soco, la guáyiga, según las estadísticas realiza-
cacería taína.
contribuyeron a la dieta del indio de manera fundamental. No hay eviden- das a partir de la secuencia del burén para detectar el uso de la yuca, predomi-
cias de que la guáyiga fuera utilizada por los indios de las demás antillas na como alimento luego del años del año 1200 después de Cristo, disminuyen-
del modo en lo fuera por los taínos. En Puerto Rico fuentes como la del do la estadística del burén debido a que para hacer pan de guáyiga no es tan ne-
padre Fray Iñigo Abad y Lasierra, contribuyen a pensar que la guáyiga cesario tal instrumental, que aunque no desaparece, revela que poco a poco la
(marunguey en Puerto Rico) pudo haber sido usada por los indios de la is- yuca fue cada vez menos importante en aquella parte de isla. Hemos señalado
la pero no hay crónica que respalde esta posibilidad. Sin embargo el sacer- como en función de un alimento salvaje convertido en elemento nutricio, po-
dote describe el uso de la misma en el siglo XVIII con la misma forma de siblemente cambia el curso de la sociedad en el sitio. Si disminuye el cultivo de
transformación que era común durante el siglo XVI. (Iñigo Abad y La Sie- yuca, debido a la presencia silvestre y fácil de la recolección de la guayiga, la
rra, Historia Geográfica y Civil de la isla de San Juan, 1886. Reimpresión población del lugar concentra, como parece denostarlo el rico yacimiento, su
Universidad de Puerto Rico, 1979). El científico francés Renato de Gros- fuerza de trabajo en la recolección del manglar junto al que se ubica. La guáyi-
sourdy, en su obra El Médico Botánico Criollo, apunta del mismo modo el ga, porque no necesita de cuido y es un recurso seguro, libera una fuerza de tra-
uso del pan de guáyiga hecho de harina de masa ya fermentada y seca, en bajo que convierte a los habitantes del sitio en parte de una sociedad que pue-
la isla de Puerto Rico. de, explotando el manglar, arribar a un intercambio de los productos del man-
glar antes descritos, incluso por casabe de otras comunidades. Aun retornando
LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA
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al ciclo recolectivo que permite el uso de la guáyiga, la sociedad de El Soco do ser anterior a los taínos, y que posiblemente los llamados «meillacoides»
mantiene sus caracterizas culturales y sus alfarerías y objetos son de los más de- arqueológicamente, y macorijes etnológicamente, usaron del alimento. En
sarrollados estéticamente, porque el cambio hacia el uso de la planta silvestre dos puntos como Cutupú, y Río Joba, en las localidades de Río Verde, La
no ha atentado contra la organización social. Por lo tanto, y en este caso, el Vega y Gaspar Hernández, sucesivamente, está presente el polen de guáyiga
cambio de la dieta pudo haber sido positivo para el desarrollo de la sociedad. en menor cantidad que en los sitios del este de la isla, lo que asegura que la
Fernando Luna Calderón (manuscrito en nuestro poder) asegura que los modalidad del uso ha sido un proceso más temprano, y posiblemente obra
habitantes de El Soco tenían una media de vida superior a la de otros gru- de los agricultores ostioniodes, los que procedentes de la isla de Puerto Rico
pos pre colombinos y atribuye este hecho al consumo de un alimento que poseían ya una agricultura avanzada con presencia de montículos agrícolas
como el bolo de guáyiga poseía nutrientes en gran cantidad. Su aserto se ba- en el sur de la isla, y muy cerca de la ciudad de Ponce, en el sitio de Collo-
sa en el hallazgo de más de setenta y cinco esqueletos y restos humanos de res. La fecha podría ser el siglo VII de nuestra era.
las culturas «ostioniodes», y de la taína. Al parecer los llamados «ostionoi-
des» conocieron el proceso de transformación de la guáyiga. BENEFICIOS DEL MONTÍCULO AGRÍCOLA
Los grupos «meillacoides» mejor conocidos como macorijes, aun los de tie-
Vasija en forma Las iguanas,
de hombre-ave. LA GUÁYIGA ENTRE LOS GRUPOS MACORIJES rra adentro ubicables en Hatillo Palma, en Las Aguas y Batey Gualterio, al dieta preferida de
Muestra la fusión En estudios realizados en La Vega Real, donde aparecen con certidumbre norte del río Yaque, en la provincia de Montecristi, así como los del sitio de- los caciques.
mitológica en Reproducción de su
las artes tainas. las primeras ocupaciones macorijes de la isla, hacia el 770 después de Cris- nominado El Carril, provincia de Valverde, hacia el 930 de nuestra era, utili- hábitat natural.
to, la presencia de la zamia revela que el uso como alimento procesado pu- zaron el montículo agrícola que fue también para los taínos un modelo pro-
LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA
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ductivo importante. Los macorijes eran en verdad poseedores de un amplio es- hecho de que taínos y macorijes fueran etnias diferentes, posiblemente es re-
pectro de recolección y pesca. Los análisis de sus sitios tienen poco que envi- velador de que en algunos casos también ciertas dietas fuesen diferentes.
diar a la cultura taína, que alcanzaran los españoles al momento del contacto. Las evidencias arqueológicas en lugares como Hatillo Palma y sus alre-
En la dieta macorís desde el 800 a 850 después de Cristo, se ha detecta- dedores, el Batey Gualterio y Las Aguas, y otros lugares de la llamada Línea
do la presencia de conchas marinas en el valle del Cibao y en las zonas al- Noroeste, son concluyentes por la presencia como alimento de las hicoteas
tas como sucede en Sabaneta de Yásica. Las especies marinas recolectadas de origen fluvial. (Psedumys palustre).
no provienen del manglar, y en casos como la fase llamada Río Joba, en Río La yuca, es sin dudas, el tubérculo principal. En el caso de El Carril, la
Verde, la recolección marina es tan importante que la de las babosas o cara- ingesta de perro está presente en una fecha que se acerca del 930 de nuestra
coles de tierra, tan comunes en el este de la isla. Algunos restos de fauna del era, y allí es donde está la mayor evidencia de la monticulación agrícola que
mangle hablan de explotación a mucha distancia de los lugares de vivienda. igualmente usaron los taínos para la siembra y el cultivo.
El contacto de las habitantes del valle del Cibao con zonas de captación de
recursos marinos, habla o sugiere una relación de comercio o bien de grupos DE DIETAS POCO CONOCIDAS
que viajaban al litoral en busca de sustento. Vale la pena informar sobre la presencia, poco conocida, del bledo o bleo
Polydontes, Espátula ritual
La recolección de babosas terrestres fue un complemento, pero nunca un babosa de tierra. de madera. en la dieta taína. Polen de bledo ha sido encontrado formando parte de la die-
alimento tan fundamental como en la costa este. Sin embargo este hábito ta taína en varios sitios del la región este del país. Es la planta conocida como
recolector crece al final de las fases de Río Verde. amaranto, común a las culturas del valle de México. Entre algunas poblacio-
Como hemos apuntado antes la pesca fue un punto clave de la cultura nes mayas y aztecas el amaranto fue un importante alimento cuyas inflorescen-
macorís. Se podría decir que fue la más estable de las actividades. Peces de cias son aprovechadas para hacer panes, dulces y sus tallos, salcochados, son
alta mar y numerosas pesas para redes y hechas de cantos rodados lascados comunes en algunas zonas de Perú. En nuestras visitas al este, hemos encon-
para atar las cuerdas, concuerdan en la posibilidad de que hubiese una larga trado verdaderos bosques de bledo y amaranto en la llamada Punta de Baya-
cadena de intercambios dietarios, del mar hacia la costa, o que especialistas hibe, donde todavía hay una importante vegetación silvestre de esta planta.
en navegación de alta mar fuesen parte de grupos capaces de suplir la comi- La cultura taína, el momento de la conquista, cubría todo el territorio de
da marina de las zonas de ocupación. Fue común el uso como dieta de las di- la isla, con bolsones y zonas en la que a veces convivían los taínos y otros
versas especies de jutías, entre las cuales vale citar la Plagiodontia, única es- grupos. Una integración importante se producía, por ejemplo, en el sitio
pecie sobreviviente, y la isolobodon. Bois Neuf, trabajo por José G. Guerrero y otros investigadores. Pero igual-
mente, a pocos kilómetros de la desembocadura del Río Bajabonico, grupos
LA HICOTEA COMO TABÚ Y COMO ALIMENTO macorijes y taínos compartían el mismo territorio, en un posible proceso de
Pese a que el Padre Las Casas al referirse a la hicotea nos da la información fusión. En investigaciones realizadas en Perenal, Elpidio Ortega, Fernando
de que los indios consideraban que la misma producía bubas, la afirmación pa- Luna Calderón y quien firma este trabajo, encontramos cerámicas «meilla-
rece carecer de sentido cuando se trata de los grupos macorijes. Muy posible- coides» y «chicoides», es decir macorijes y taínas en los mismos estratos.
mente la relación más intensa del fraile se produjo con los grupos taínos. El Habrá de recordarse que en la zona había indígenas, los llamados «nihu-
LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA
78 79

rici», que dominaban la lengua macorís y la taina, y que sirvieron al cura Plagiodontia aedium, única especie superviviente hoy día, pudo haber sido
fray Ramón Pané cuando fue enviado por Cristóbal Colón para la consecu- criada en lugares dedicados a ello. La especie, uno de los principales alimen-
ción de información sobre la «lengua general» de la isla, la que se hablaba tos de la cultura taína en aquel lugar, sólo presenta restos de animales adul-
en Magua, cacicazgo de Guarionex. tos, lo que evidencia una selección que está lejos de ser parte del sistema de
El manatí, los peces de alta mar tales como el tiburón, la recolección es- caza, puesto que en otros lugares tanto los juveniles y los adultos eran igual-
pecializada, la explotación agrícola de diversos tipos, y la posible domestica- mente consumidos. La idea de la jutía domesticable parece ser apoyada por
ción de algunos animales son puntos clave para una permanente captación los estudios hechos en la isla de Cuba por Juan Pose Quincoso, Ricardo San-
proteínica. pedro u Miriam Celaya González, (Contribución al estudio de roedores en la
Si se pueden sugerir los más importantes alimentos para la cultura taína época prehispánica... Estudios Arqueológicos, 1989). Los autores trabajaron
habría que hablar de la yuca, propiciadora del casabe, la guáyiga alimento con jutías domesticadas de la especie cubana viviente Capromys pilorides, lla-
del sureste de la isla, los caracoles de tierra o babosas, comunes a la más an- mada jutía conga, comparando mediante métodos científicos el desarrollo
tigua prehistoria de la isla, y dieta creciente hasta el momento mismo de la óseo de las especies salvajes de las actuales domesticadas, estableciendo la di-
conquista según los datos arqueológicos, las hutías o hutías, las iguanas ferencia entre la mismas, llegando a la conclusión de que la especie salvaje
Majador taíno con
Otros elementos claves de la dieta fueron completados con la cacería, la pes- efigie de perro tiene un peso corporal menor y menores medidas que la criada en cautiverio,
ca de río, alta mar, y arrecife; igualmente por la recolección en zonas man- mudo. El perro se lo que permite revisar los restos de huesos arqueológicos y reconstruyendo ta-
usó como alimento
gueras, por el cultivo de raíces intensivo incluso en zonas cársticas donde se entre los aborígenes, maño y peso, establecer la domesticación en base a la muestra.
aprovechaban los huecos de la roca para los sembradíos, el sistema de riego y también como La especie llamada aquí Curía, conocida como conejillo de indias, y de
ofrenda ritual.
restringido, como en suroeste de la isla, la caza marina de manatíes y tortu- nombre científico Cavia porcellus, es un roedor de fácil reproducción y pa-
gas, la cacería intensiva de jutías, y el consumo de aves. rece haber llegado por vías de grupos agrícolas a las Antillas como parte del
El uso de nasas, corrales de pesca, redes y barbasco fueron un buen ele- stock alimenticio. Si se desea saber como actualmente se comen en Perú,
mento que contribuyó a la consecución del carbohidrato que acompañó a donde la crianza es industrial, habría que señalar dos usos: el de la barbacoa
las recolecciones de cierta fauna. La evidencia de restos de curí o curío, en o asado, y el del salado de la carne para su conservación. Del mismo modo
algunos lugares como las cavernas de Samaná, Cueva del Infierno, sugiere debieron tratarse jutías y curíos en la dieta del taíno.
la domesticación de este animal. La posible crianza de iguanas, de fácil re- La domesticación del llamado perro mudo, está ampliamente informada,
producción, no debe descartarse. A este conjunto alimenticio habría que y se sabe por las crónicas que el mismo fue dieta de los españoles en las ham-
agregar la domesticación, tan discutida. brunas que al principio de la conquista asolaron las villas. Pero la presencia
de huesos de perro tratados como basura y quemados en varios lugares de la
LA POSIBLE DOMESTICACIÓN isla de Santo Domingo, hablan de su uso como alimento indígena en oca-
En trabajos realizados en el sitio de Punta Garza, los análisis de fauna lle- siones desde el siglo IV antes de Cristo hasta la llegada del conquistador.
vados a cabo por el paleo zoólogo dominicano Renato Rímoli, sugieren que Aunque en el caso de los grupos de Punta Garza la selección de adultos
el género de jutías denominado Isolobodon portorricensis, más pequeña que la es o parece ser clara, vale pena señalar que las crónicas hablan del uso del
LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA
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fuego y los perros para la cacería, sistema que pudiera haber sido implanta- domesticación de animales por los taínos, aunque sí la manera de cazarlos
do por los españoles, por cuanto el perro que perseguía las jutías pudiera ha- en las lagunas usando de una calabaza en la cabeza caminando en los fondos
ber sido integrado a la cacería, tan parecida a la persecución de la liebre en bajos con solo la calabaza fuera, para llegar al animal y tirándolo por las pa-
Europa. La crónica se refiere a que los indios quemaban la sabana y perse- tas, ahogarlo. Existe existe un dato preciso en cuanto a los palmípedos, y es
guían las jutías con gozques o perros locales. Dejamos a buen juicio del lec- el que trae en su Carta al Cabildo de Sevilla del médico de la armada de Co-
tor la afirmación. lón durante el segundo viaje, Diego Álvarez Chanca, quien, señala la pre-
Basados en los estudios hechos por Edgar Maíz con la ayuda de personal sencia de ánades en las casas de los indígenas de La Española. Su crónica es
de Smithsonian Institution, (El sitio de Hernández Colón, tesis de grado de clara. Los caimanes fueron consumidos como carne privilegiada. Los lagar-
Maestría, Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, 2002) tos grandes a los que se refiere son en realidad los cocodrilos, puesto que di-
tenemos noticias de la temprana asimilación de la fauna avícola a la vida de ce que los hay de «la gordura de un becerro», de los cuales, según él, hacían
los agricultores antillanos desde el siglo V o VI después de Cristo. Las aves festín los indígenas. En su relación Chanca da cuenta de la fauna que en-
están representadas de manera permanente, principalmente las palomas y cuentra a su llegada a Monte Cristi, aunque no de manera tan elocuente que
las tórtolas, lo que hace pensar al arqueólogo en el uso de sitios o criaderos, podamos tener con precisión la identificación de la misma.
La llamada «Boa de La tortuga
La Española» sus ya que la mayoría de especies consumidas son adultas. En más de un 80% de Un dato importante, con el que coinciden los indios de las Antillas y marina o carey fue
restos aparecen en la dieta indígena cárnica del sitio estudiado por Maíz, las aves constituyen de la isla de Santo Domingo en cuanto a la ingesta, es el que Chanca se- un gran alimento
algunos residuarios precolombino.
en Cuba. Era el principal alimento. Los ánades y diversos tipos de patos también sugieren ñala cuando dice: «comen cuantas culebras, e lagartos é arañas é gusanos
un preciado se hallan por el suelo». Ciertamente en la actual Amazonia la ingesta de
crianza. Hasta el momento la crónica no recogió con claridad los datos de
alimento indígena.
LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA LA DIETA ABORIGEN PRECOLOMBINA
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arañas, lagartos, gusanos, y serpientes es común. De modo que la presen- néndez Amor, de la Cátedra de Micropaloentología de la Universidad de
cia en algunos lugares de restos de la especie de lagartija denominada ano- Madrid la certeza de que «la presencia de los elementos nutritivos citados,
lis, corrobora la crónica. análogos en las dos muestras, no es un hecho casual, sino una incorporación
premeditada de los fabricantes de las bolas analizadas». (Informe de la Dra.
LA POSIBLE GEOFAGIA TAÍNA. UNA «DIETA» SIN FUTURO Josefa Menéndez Amor, 1969)
Se llama «geofagia» al acto de comer tierra. Al parecer en momentos La misma opinión expresó el Doctor Jesús Galván, del Departamento de
de crisis los taínos recurrieron al uso de la misma para llenar sus estóma- Biología Vegetal del Consejo Superior de Investigaciones Científica. (Mar-
gos. El dato proviene de bolas de tierra, huecas, analizadas en España por cio Veloz Maggiolo, Arqueología Prehistórica de Santo Domingo. McGraw-
quien escribe este texto, siguiendo el rastro de las descripciones hechas Hill, Singapure, 1972)
por varios cronistas para la América colonial, como Alejandro von Hum- El uso de estas bolas, debió ser similar al de los grupos del Orinoco, aun-
boldt, Fray Joseph Gumilla, P. Crevaux, Cabeza de Vaca, y el padre Ramón que las crónicas no lo informan, dado el hecho de que en ocasiones la pre-
Bueno, para grupos indígenas del área del rió Orinoco y de parte de la sencia europea rompería con muchas tradiciones y costumbres ancestrales.
Amazonia otros lugares. A no ser por la descripción de Las Casas sobre el uso de la guáyiga, por ejem-
Perfil en cerámica
El 14 de enero de 1967 los arqueólogos dominicanos Luis Chalatte Baik de la higuaca o plo, hoy no tendríamos ninguna información sobre el uso indígena de la
cotorra, común en misma, el proceso de preparación y la zona en la que fue alimento y dieta
y Fernando Morbán Laucer , al hacer excavaciones en una caverna cercana
la dieta antillana.
al sitio de Los Paredones, obtuvieron a unos 50 centímetros de profundidad, fundamental.
ciertas bolas de barro sin cocer. Este hallazgo nos puso en la pista de la po-
sibilidad de geofagia en la isla de Santo Domingo. Las crónicas de Venezue- CONCLUSIONES
la describían bolas similares usadas como ingesta para calmar el hambre en Las diversas dietas prehistóricas recogidas como parte de la información
épocas de crecidas de los ríos. Humboldt señala que el acto de comer tierra arqueológica se completan con trabajos puntuales como el libro de Bernar-
no era alimentarse de tierra, porque las bolas, amasadas con huevos, carne y do Vega titulado Las Frutas de los Taínos, Fundación Cultural Dominicana,
otros elementos, eran solo una especie de ayuda para una dieta de crisis. El 1998, y con obras como Palabras Indígenas, de Emiliano Tejera, certera en
padre Joseph Gumilla, en su obra El Orinoco Ilustrado y Defendido, había de- describir cada fruto, y tipo de cultivo. Las crónicas citadas al comienzo de
tallado el hecho de que en ciertas épocas del año, los otomacos del Orino- este trabajo son un punto clave para entender los alimentos a partir de la
co ingerían bolas amasadas con manteca y tierra en descomposición pasadas conquista. Nosotros hemos ido a la fuente arqueológica, como punto de par-
por el fuego para endurecerlas En 1848 P. Crevaux, viajero francés describe tida para el mejor entendimiento de otras, como las escritas, y las supervi-
el fenómeno para los indios guamo y los rucuyu. Llevadas a España por no- vencias actuales, a partir de donde es posible, realmente, completar un es-
sotros las encontradas por los arqueólogos mencionados, se estableció que tudio gastronómico, que como se ve, en parte se enraíza en la más antigua
ambas tenían restos de grasa, huevas de peces, dientes de lagartijas peque- historia antillana.
ñas y además, impresión de una semilla pequeña. Las bolas fueron fabrica-
das cargando su contenido de proteínas, lo que dio a la doctora Josefa Me-
ITINERARIO HISTÓRICO DE LA GASTRONOMÍA DOMINICANA

HUGO TOLENTINO DIPP


El arte de la cocina, el de preparar los platos,
dotarlos de un toque o un aroma especial
y hacerlos tan agradables a la vista como al paladar,
suele ser descuidado por los antropólogos
con demasiada frecuencia.
Roger Bastide. El Prójimo y el Extraño

He encontrado que lo mejor y más agradable


es comer y beber, y disfrutar del fruto de tanto trabajar
en este mundo durante la corta vida que Dios nos da,
pues eso es lo que nos ha tocado.
Eclesiastés 5

El placer de la mesa es para todas las edades,


para todas las condiciones, para todos los países
y para todos los días; puede asociarse a todos los placeres,
y se queda el último para consolarnos de la pérdida de los otros.
Brillat Savarín. Fisiología del Gusto o
Meditaciones de Gastronomía Trascendente
INTRODUCCIÓN

Hospitalario, el Placentera encomienda la de emprender el itinerario histórico de la gas-


caldero de hierro,
ofrece generosamente tronomía dominicana. Zigzagante el rumbo. Incógnitas las acechanzas. Frá-
sus aromas criollos. giles las armaduras para el lance ineludible.
Sin embargo, la aventura estimula la osadía.
No quiere esto decir que no existan trabajos apreciables, estudios focali-
zados en las distintas influencias que en nuestro recetario han tenido las et-
nias entrelazadas en el desarrollo histórico dominicano. Se pueden apreciar
asimismo algunos artículos monográficos en torno a manjares que como el
sancocho, el chivo guisado o las habichuelas con dulce han llegado a en-
cumbrarse como paradigmas del sortilegio culinario nacional. Esos escritos
son por demás útiles, no sólo por las informaciones que contienen, sino por-
que llevan al convencimiento de la necesidad de contar con una visión de
conjunto acerca del proceso que caracteriza la evolución de nuestros hábi-
tos alimenticios. Esa consideración explica el propósito de emprender un
largo peregrinaje a través de la historia de nuestro país, sendero ineludible
para acercarnos a ese objetivo.
Cinco siglos de circunstancias y sucesos sociales fueron integrando, trans-
formando y definiendo los elementos básicos de la mesa criolla. Ahora bien,
no llegan a tanto nuestras posibilidades como para pretender hacer de este
ITINERARIO HISTÓRICO DE LA GASTRONOMÍA DOMINICANA ITINERARIO HISTÓRICO DE LA GASTRONOMÍA DOMINICANA
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trabajo una historia exhaustiva de la alimentación en Santo Domingo en Ahora bien, tenemos dicho y repetido que la gastronomía de los pueblos
cada uno de los momentos relevantes de ese amplio transcurso. Hemos tra- es un producto de su cultura. Y al expresarlo, recordamos que no es extraño
tado de encontrar los caminos que desde el fondo de la colonia hasta el día oír entre dominicanos algunas abominaciones dirigidas contra la tradición
de hoy orientan la andadura. culinaria nacional por considerarla proveniente de un pueblo que no ha al-
No podemos dejar de reconocer que el tiempo dado para lograr ese intento canzado altos niveles de desarrollo. No vamos a abundar en los razonamien-
ha sido presuroso, urgencia que de seguro ha conspirado contra un resultado de tos que se pueden oponer a quienes por tener un concepto muy particular y
mayor valía. De todos modos, no ha sido ambición nuestra, de ninguna mane- generalmente eurocéntrico de lo que es la cultura, la confunden con el de-
ra, agotar el tema. Nos hemos conformado con hacer algunas apuntaciones sarrollo histórico o económico.
acerca de la creación de esa excelente gastronomía que es la dominicana. Tiene razón Pedro Delgado Malagón cuando en su artículo Meditación so-
Puesto que ya hemos mencionado la palabra gastronomía creemos que es bre la buena mesa, escribe: «La gran cocina no pertenece imperiosamente a
prudente una somera disquisición en torno a los significados que pueden los privilegiados. Las clases ricas, las naciones ricas, no siempre son las que
atribuirse a este concepto. Siendo como lo es una expresión de la cultura ge- mejor comen». Y a seguidas cita este autor a Octavio Paz: «La cocina nor-
neral de las sociedades, su génesis y su constante desarrollo tienen explica- teamericana tradicional es una cocina sin misterios: alimentos simples, nu-
ción en múltiples factores. tritivos y poco condimentados... El placer es una noción (sensación) ausen-
Además de la naturaleza y su complejidad climática, en esto del comer es- te de la cocina yanqui tradicional».
tán involucradas determinadas tecnologías y ciencias como la historia, la Siguiendo el hilo de esa argumentación debemos recordar aquello de Vol-
antropología, la etnología, la arqueología, la economía, la sociología, la se- taire sobre la gastronomía en Inglaterra: «...mil religiones y una sola salsa».
xología, las creencias religiosas, las supersticiones, las concepciones artísti- Y rememorar igualmente el viejo dicho alusivo a las torturas del Averno:
cas y las científicas. Llega a tanto el estudio y la especulación sobre la no- «En el infierno los cocineros son ingleses».
ción gastronomía que en los últimos tiempos ha sido objeto de interpreta- La creación cultural de un pueblo no es un todo compacto y parejo, pue-
ciones funcionalistas, estructuralistas, desarrollistas a partir de la teoría de de muy bien ser grandilocuente en una de sus expresiones y pedestre y chato
las representaciones sociales y el psicoanálisis. en otras de ellas. Son especiales circunstancias, específicas y múltiples en la
Desde las simples propuestas que quieren circunscribir su definición en- trama de las manifestaciones del ser individual y comunitario, las que pueden
cerrándola en una suerte de monopolio de la buena cocina, o de la afición favorecer y optimizar determinadas vertientes de ese quehacer histórico.
por ésta, el concepto se aloja de manera ambiciosa en la integridad omnis- La llamada decadencia española del siglo XVII se manifestó en el desa-
ciente de la creatividad humana hasta no dejar casi ninguna ciencia ajena a rrollo institucional y económico, pero desde las entrañas de esa situación
sus virtudes polivalentes. emergieron Velásquez, Rivera, Zurbarán, Murillo, El Greco, Cervantes,
Sin embargo, a decir verdad, todo ese razonar en la búsqueda de sus ver- Quevedo, Lope de Vega, Calderón, Góngora, Baltasar Gracián, Fray Luis
daderas y plurales esencias se resume en el borbotear de la marmita, en esa de León, entre otros tantos genios. La elaboración cultural no se produce
síntesis que producen esos alquimistas llamados cocineros o cocineras, crea- al ritmo de un solo compás, son variables sus cadencias y sus resultados, son
dores del más grande lenitivo para el alcance de la paz social. una gran sinfonía con sus tonos mayores y menores. Para comprender los
ITINERARIO HISTÓRICO DE LA GASTRONOMÍA DOMINICANA
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tudio profundo, casi filosófico de la necesidad y del placer de comer. Etimo-


lógicamente puede descomponerse en las raíces griegas gáster, que como he-
mos dicho equivale a estómago, y sophia, que significa ciencia».
Seguir el rastro de nuestra gastronomía nos obliga a reflexionar sobre los
problemas del hambre y las diferentes formas de alimentación de los distin-
tos niveles económicos y sociales que han escalonado y estructurado la so-
ciedad de Santo Domingo.
La dieta de los dominicanos tiene sus apetencias recurrentes, sus lugares
comunes, sus cotidianos ritornelos gastronómicos. Y ha sido en torno a esos
patrocinios que se ha ido creando todo el amplio recetario de la cocina crio-
lla dominicana.
Existe, pues, un fondo gastronómico común, definidor y exponente de
la peculiaridad de nuestra tradición culinaria. Esto no significa que todos
Anuncio infalible del
chicharrón crujiente. los dominicanos se alimentan siempre de la misma manera, sino que en to-
dos los niveles de clases perviven unos gustos, unos hábitos y unas técni-
cas culinarias muy semejantes frente a una vastísima pluralidad de platos.
Es decir, recetas que, con más o menos variantes, abarcan toda la geogra-
fía nacional.
buenos o mediocres o malos hábitos culinarios de un pueblo es obligatorio Por otra parte, son a todas luces comprobables las especialidades gastronó-
dirigir la mirada hacia el pasado en la búsqueda de las causas que otorgan micas regionales, aunque tienden a ser de muy generalizada frecuentación,
una u otra calificación. dada la correlación económica entre todas las zonas del país y la proximidad
Es preciso, pues, ponderar los fenómenos que han incidido en la evolu- que de unas a otras han creado las comunicaciones expeditas. En el transcur-
ción de la isla de Santo Domingo para conocer las razones que explican la so de este trabajo trataremos de ofrecer específicos ejemplos ilustrativos de
gestación y el alumbramiento de la cultura gastronómica criolla dominica- esas particularidades regionales prevalecientes en nuestro país.
na. Cuando Brillat Savarín decidió escribir un libro sobre cocina no se con- Sentadas las premisas de la concepción que encauzará estas páginas, nos
formó con hacer un recetario común y corriente, sino que comprendiendo permitiremos resumir el ordenamiento temático que guiará nuestros pasos
lo que el tema involucraba en requerimientos, lo presentó bajo el título de en el descubrimiento del transcurrir de la gastronomía dominicana en el
Fisiología del Gusto o Meditaciones de Gastronomía Trascendente. tiempo señalado.
A los dominicanos no nos ha faltado nuestro Brillat Savarín, lo tenemos Con perdón del pleonasmo, hemos de comenzar por el comienzo, que no
en Julio Vega Batlle, quien subtitula su obra Anadel como La Novela de la es otro que el estudio de la documentación que nos informa acerca del en-
Gastrosofía El término fue escogido «...para expresar la idea de ciencia, es- cuentro e intercambio cultural entre el indígena y el español. Es decir, obli-
ITINERARIO HISTÓRICO DE LA GASTRONOMÍA DOMINICANA ITINERARIO HISTÓRICO DE LA GASTRONOMÍA DOMINICANA
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gado introito, inapelable articulación inaugural que sitúa sus inicios a partir más importantes aportes materiales, pero serían las cocineras de origen afri-
de 1492, cuando Cristóbal Colón descubrió la isla a la que pondría el nom- cano o criollo, oficiantes del ritual gastronómico, con las posibilidades a su
bre de Española. Y ya luego, poco tiempo después, vendrá a agregarse la pre- alcance, su imaginación y las urgencias del apetito comunitario, las que
sencia de los africanos. Al compás del tiempo iremos subrayando los apor- irían armonizando todo un hábito alimentario.
tes y la actividad de esas tres etnias, así como el prontuario gastronómico Años después, la aparición de la cocina francesa en la colonia de Saint
que las relaciones entre ellas irán elaborando tanto en la vida colonial co- Domingue hizo limitadas y subyacentes prestaciones a la de su vecina colo-
mo más tarde en el devenir republicano. A esto se enhebrarán otras influen- nia española. Serían los cimarrones de ambas sociedades los que en sus rela-
cias que, si bien menores, no dejarán de formar parte del ñudo articulado de ciones mutuas harían contribuciones más sensibles al recetario criollo.
la cocina criolla dominicana. El abandono en que España dejó su colonia a partir de la segunda mitad
En la gastronomía existen leyes cuyo conocimiento ofrece la posibilidad del siglo XVI obligó a sus habitantes, digámoslo así, a sancocharse en su pro-
de deducir certeras conclusiones. Determinados productos alimenticios pia salsa, valiéndose de lo que tenían y de lo que podía aparecer para sobre-
combinados con específicas circunstancias históricas y conocidos niveles vivir. Fue en esas circunstancias que la imaginación tuvo que darse alas pa-
culturales de una sociedad, permiten inferir las razones que explican la apa- ra recrear, transformar e inventar los fundamentos de nuestra cocina criolla.
rición de un singular recetario y de unas particulares técnicas culinarias. En En ese desamparo los criollos de todas las estirpes se vieron emplazados a de-
fin, que si bien no es tarea nuestra la de ofrecer recetas, sí lo es la explica- sembrollar su destino en un esfuerzo por comprender su definitiva pertenen-
ción de los medios que nos pueden servir para la identificación de los he- cia a la tierra nueva. A esa soledad debemos los dominicanos características
chos y coyunturas históricas capaces de propiciar la creación de un trascen- propias de nuestra vida material y sicológica. Allí, en ese olvido, el diálogo
dente linaje culinario de la cocinera con el caldero hospitalario fue ameno y sustancioso, apetito-
El período colonial abarcó de 1492 a 1821, vale decir, trescientos veinti- so por demás en virtud de la altilocuencia del conversatorio.
nueve años, en los que contradictorios intereses internos y externos provo- La ocupación del territorio dominicano por Haití durante 22 años alen-
caron la creación de toda una formación social inédita y de una inusitada tó ciertas influencias africanas recibidas desde la época colonial e hizo algu-
proyección cultural nos aportes de su cocina creol, en los que perviven inmanencias de la gas-
En el último cuarto del siglo XVI, holandeses, ingleses y franceses llega- tronomía francesa.
ron a las costas de Santo Domingo a mercadear clandestinamente sus pro- La independencia de 1844 oficializó en términos nacionales lo alcanzado
ductos nacionales por cueros y otras mercancías. El contrabando adquirió hasta entonces como sinopsis cultural. A pesar de la difusa soberanía, la co-
una frecuencia y una importancia tal que todavía hoy día es posible identi- cina criolla encontró progenie: la dominicana. Y a partir de ese momento,
ficar algunas huellas culinarias de aquel tráfico así como precisos rasgos físi- se ampliaron las relaciones internacionales promoviendo algún intercambio
cos en la humanidad variopinta de los dominicanos. de conocimientos, incluyendo en ellos los relacionados con el campo de la
Pero es categórico subrayar que desde el inicio de la colonia hasta su fin, gastronomía.
los mayores influjos en la creación de la cocina criolla lo fueron los españo- Una de las virtudes del dominicano, que puede ser herencia del cosmo-
les y los africanos. De estos dos, los primeros, por razones obvias, harían los politismo circunstancial y aguerrido a que lo obligó el contrabando y las fre-
ITINERARIO HISTÓRICO DE LA GASTRONOMÍA DOMINICANA
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cuentes mudanzas de nacionalidad, es su temperamento acogedor, generoso,


presto siempre a abrir los brazos y a amadrigar al extranjero. Este rumboso
talante se expresa reiteradamente siempre y cuando no se trate de lesionar
los atributos de su soberanía nacional. Es un hecho que la historia comprue-
ba que en lo que toca a la gastronomía los dominicanos han recibido siem-
pre con manifiesta curiosidad las enseñanzas foráneas.
El mundo del siglo XX avanzó vertiginosamente en materia de relaciones
comerciales y de contactos humanos internacionales. Culminaron en él y se
multiplicaron de manera sorprendente los grandes logros y transformaciones
de la Revolución Industrial. A través del turismo, de las emigraciones, de la
radio, el cine, la televisión, el fax, el correo electrónico, hábitos recetas y
técnicas culinarias de todos los países y culturas del planeta se hicieron ac-
cesibles y fáciles de conocer.
Cocina del campo,
Como efecto de esas circunstancias experimentadas por la sociedad domi- ámbito propicio para
nicana, a su tradición gastronómica se sumarían, desde fines del siglo XIX y la alquimia culinaria.

en buena parte del siglo XX, varias inmigraciones. Trabajadores de las peque-
ñas Antillas con sus familias, vendrían al país reclamados por los ingenios
azucareros. Algunos platos de su dieta cotidiana arraigaron en nuestro país.
Árabes, chinos, españoles, italianos y de otras nacionalidades, poseedores
de una gran riqueza gastronómica, arribaron por esos mismos años, enrique-
ciendo el recetario nacional y la capacidad gustativa del paladar dominicano.
Dejamos constancia de nuestro agradecimiento a quienes nos prestaron
ayuda en la dificultosa labor de identificación de fuentes bibliográficas pro-
vechosas para la elaboración de este trabajo. Son ellos Margarita Alfonseca,
mi hija Micaela Tolentino de Ortiz, Bernardo Vega Boyrie, Carlos Ortiz Pe-
droso y Manuel García Arévalo.
A Enrique de Castro Goico, Eduardo León Asensio y Camilo Lluberes
Henríquez, presentes en el recuerdo fraternal, por su bonhomía y su amor
por lo dominicano, dedicamos estas páginas.
LOS ORÍGENES: ENCUENTROS
Y DESENCUENTROS GASTRONÓMICOS

El casabe, desde En su Historia de las Indias, Bartolomé de las Casas escribe lo siguiente:
el indio hasta el
dominicano de hoy, «Así que, miércoles, a 5 días de diciembre descubrió el Almirante la isla de
manjar inalterable. Haití a la cual puso después como luego parecerá la Española». Bautizándo-
la con ese nombre quiso Cristóbal Colón rendir homenaje a España y, en
particular, a la reina Isabel, principal auspiciadora de lo que algunos han lla-
mado la gran aventura americana. Esa aventura daría inicio, en toda Amé-
rica, a la creación de una original dimensión del ser humano y a una valio-
sa contribución a la cultura universal. Sujetos principalísimos de ese nove-
doso episodio histórico lo serían los habitantes de la que fue ayer la Españo-
la y hoy, tras avatares y luminosos triunfos, República Dominicana.
En la cultura que desde entonces y hasta ahora se ha venido creando y
recreando la gastronomía constituye unas de sus manifestaciones más so-
bresalientes, en razón de la pluralidad de sus componentes étnicos y de las
implicaciones de fenómenos sociales que han intervenido en su desarrollo
histórico.
Desde los primeros días del descubrimiento los hábitos culinarios de los
indios comenzaron a ser percibidos por los españoles, pero fue el Almirante
mismo quien más pudo apreciarlos dada su jerarquía y su nivel de conoci-
ITINERARIO HISTÓRICO DE LA GASTRONOMÍA DOMINICANA ITINERARIO HISTÓRICO DE LA GASTRONOMÍA DOMINICANA
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mientos. De ello y de la opinión que le merecieron los cultivos, los alimen- sa como hermosas campiñas, y parece toda labrada, o grande parte della, y
tos elaborados, los frutos y demás productos comestibles de la tierra y el mar parecían las sementeras como trigo en el mes de mayo en la campiña de
antillano, fue dejando testimonio en sus sucesivos escritos, sobre todo en sus Córdoba» Sin conocerlos todavía, lo que de seguro contemplaba el Almi-
diarios, a partir del 3 de agosto de 1492, fecha en que desplegó velas hacia rante eran cultivos de yuca. El trigo no existía en América, sería en el se-
América desde la barra de Saltes. gundo viaje del Almirante cuando llegaría a la Española.
Aunque obsesionado con la idea de encontrar oro, el Almirante no deja Más adelante, el 7 de diciembre, presto a desembarcar, anotaba: «...saltó
de observar, día tras día, las costumbres de los indios de la Española y entre una lisa como las de España propia en la barca... los marineros pescaron y
éstas la manera como se sustentaban. La curiosidad del descubridor, no sólo mataron otras y lenguados y otros peces como los de Castilla». Y el 11 de di-
se debía a las exigencias de su profesión de marino, sino también a criterios ciembre precisa: «Pescaron (se refiere a los marineros) muchos pescados co-
prácticos, pues entendía que entre aquellas gentes tendría que convivir y le mo los de Castilla, albures, salmones, pijotas, gallos, pámpanos, lisas, corvi-
era entonces necesario conocer lo que podían ofrecerle para poder sobrevi- nas, camarones, y vieron sardinas...».
vir y tratar de enriquecerse. Muy pronto se percató el Almirante de que en Desde los primeros días del descubrimiento los peces del litoral fueron in-
esta isla, en la tierra y en el mar, en su flora y en su fauna, había una gene- corporados a la dieta de los colonizadores. Para identificarlos les llamaron,
rosa variedad de especies. con acierto o equivocadamente, según el parecido con los que existían en
El indio de la Española había alcanzado un nivel de desarrollo que lo si- los mares europeos. Por otra parte, no pocas especies marinas conservarían
tuaba en el neolítico superior; sedentario ya desde hacía tiempo y, por ende, los nombres de la lengua taína, tales como carite, dajao, lambí, carey, hico-
conocedor de ciertas técnicas que le permitían procurarse alimentos me- tea, tiburón, guatapaná, menjúa, jaiba, cojinúa, y tantos otros más. Con esa
diante el cultivo de la tierra, la pesca y la recolección de frutos del mar. dualidad en sus apelativos llegarían a la mesa colonial y permanecerían has-
En el primer diario del Almirante, así como en otros escritos, encontra- ta el día de hoy en la dominicana.
remos los relatos de los primeros contactos de los españoles con una natura- La primera experiencia gastronómica de los descubridores en la futura Es-
leza que muy pronto sería la suya. pañola tendría lugar en el noroeste de la isla el día 13 de diciembre de 1492.
El porvenir inmediato de la acción colonizadora obligará a los descubri- Deseoso de saber qué cosas de provecho se encontrarían en la isla, Colón es-
dores a mantenerse prevaliéndose de los conocimientos y hábitos alimen- cogió nueve de sus hombres y los envió, guiados por un indio, a penetrar tie-
ticios de los aborígenes. De allí que nos resulte importante el inventario de rra adentro. Relata el Almirante que una vez convencidos de que los espa-
todo aquello que a partir de su llegada a esta isla sería parte de su sustento ñoles venían en son de paz los aborígenes «...iban todos a sus casas, y cada
cotidiano. Desde los primeros momentos los españoles adoptarían las téc- uno les traía de lo que tenía de comer, que es pan de niames, que son unas
nicas de cultivo de determinados productos y las formas en que los indios raíces como rábanos grandes que nacen, que siembran y nacen y plantan en
los consumían a fin de no perecer en un medio todavía desconocido. todas sus tierras, y es su vida; y hacen dellas pan y cuecen y asan y tienen sa-
Ya el 6 de diciembre de 1492, desde la cubierta de la Santa María, el Al- bor propio de castañas. Dábanle pan y pescado de lo que tenían».
mirante describía la forma en que se cultivaban los campos de la Española: Es bien sabido que los «niames» no existían en la isla y que el empleo de
«Aquella isla grande parecía altísima tierra, no cerrada con montes, sino ra- esta palabra se debió a la semejanza que Colón encontró entre los «niames»
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(ñame) y la yuca, ya que no pocas navegaciones le habían llevado hasta la


Guinea, al río del Oro y la fortaleza de San Jorge de los Mina, al servicio de
tratantes de esclavos portugueses, donde conoció el tubérculo. Más tarde
desde África, vendría el ñame a Santo Domingo. Sin saberlo, el Almirante
y sus acompañantes habían comido casabe y yuca hervida, esta última les su-
po a castañas.
El domingo 16 de diciembre, el Almirante hace mención de la batata en
estos términos: «Toda esta isla y la de la Tortuga son todas labradas como la
campiña de Córdoba. Tienen sembrado en ellas ajes que son unos ramillos
que plantan, y al pié de ellos nacen unas raíces como zanahorias, que sirven
por pan, y rallan y amasan y hacen pan dellas, y después tornan a plantar el
mismo ramillo en otra parte y torna a dar cuatro o cinco de aquellas raíces,
que son muy sabrosas, propio gusto de castañas». Esta vez se trata de la ba-
Peces de ríos y lagunas. Víveres, desde la
tata que, como la yuca, la cultivaban los indios y de la que españoles y lue- yuca original al
go los africanos se valdrían de distintas maneras. Pero es bueno aclarar que plátano calurosamente
adoptado.
no es conocido que los indios hicieran pan de la batata y es entonces lógi-
co pensar que lo ofrecido fue el tubérculo hervido y casabe, creyendo los es-
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pañoles que el pan que comían se hacía de aquella. Pan de batata sería in- El 22 de diciembre volvieron los indios a ofrecer a los españoles «...especial-
vento de la cocina criolla, manjar que todavía hoy propaga su dulzor. mente de su pan y pescado». «...y escribe el Almirante en su diario algo que ha
Estaba el Almirante almorzando en su barco cuando se acercó a él, acom- quedado en el misterio: «...echaban un grano en una escudilla de agua y bé-
pañado de algunos indios, el cacique de las cercanías del Puerto de Paz. Es- benla, y decían los indios que consigo traía el Almirante que era sanísima».
ta visita sería ocasión para que compartiera su almuerzo, dando de comer al Un día después de la pérdida de la Santa María, el 26 de diciembre, el ca-
jefe indio y a sus acompañantes alimentos de la dieta española, en particu- cique Guacanagarix invitó al descubridor a un almuerzo. Por la variedad de
lar de aquellos que eran indispensables para las largas navegaciones. El su- los manjares bien puede ser considerado como la primera comida importan-
ceso aconteció el 18 de diciembre y cuenta el navegante: «El, así como en- te ofrecida a un europeo por un jefe aborigen de América. Consigna el dia-
tró en la nao, halló que estaba comiendo á la mesa debajo del castillo de po- rio colombino a este respecto: « El Rey comió en la carabela con el Almiran-
pa, y él a buen andar se vino a sentar a par de mí, y no me quiso dar lugar te, y después salió con él en tierra, donde hizo al Almirante mucha honra, y
que yo me saliese a él ni me levantase de la mesa, salvo que yo comiese. Yo le dio colación de dos o tres maneras de ajes, y con camarones y caza, y otras
pensé quel tenía a bien de comer nuestras viandas: mandé luego traerle co- viandas quellos tenían, y de su pan, que llamaban cazavi...».
sas quel comiese». Y continúa: «...de las viandas que yo le puse delante to- En verdad que aquello fue comida brindada por todo lo alto, puesto que
maba de cada una tanto como se toma para hacer la salva, y después luego a los ajes, que en este caso pudieron no sólo ser batatas sino también yautías
lo demás enviábalo a los suyos, y comían della, y así, hizo en el beber, que y yucas, se agregaron camarones y aves y «otras viandas quellos tenían». El
solamente llegaba á la boca y después así lo daba a los otros...». menú de Guacanagarix es digno de ser recordado como lo serán otros que
No cabe duda que entre los comestibles que el Almirante brindó a los in- más adelante encontrarán espacio en estas páginas, dedicados también por
dios debían encontrarse algunos de estos: galleta de navegación, bizcocho, caciques indios a altos funcionarios de la colonia.
miel y tocino, y quién sabe si algunos garbanzos o lentejas o queso de An- Como veremos más tarde el casabe sería durante tres siglos el pan común
dalucía. El hecho es que por esta vez y excepcionalmente, los indios proba- de la colonia española. En los inicios del descubrimiento este alimento llega-
ron algunos alimentos españoles. ría a sustituir la galleta de navegación y el bizcocho, ya que en él no se alo-
La generosidad de los aborígenes hacia los recién llegados se manifestaba so- jaba el gorgojo y se mantenía incorruptible por muy largo tiempo.
bre todo ofreciéndoles de su comida. El 21 de diciembre les dieron «...pan, que El almuerzo se prolongó buen rato y tras haber sido presentado el Almi-
hacen de niames, a quellos llaman ajes ques muy blanco y bueno...». El mismo rante a los servidores del cacique «...Trujeron ciertas yerbas, con que se fre-
día refiriéndose a las mujeres subraya que eran«...ellas las primeras que venían gó mucho las manos: creyó el Almirante que lo hacía para ablandarles, y
a dar gracias al cielo y traer cuanto tenían, en especial cosas de comer, pan de diéronle agua manos». El Almirante quedó sorprendido ante el sofisticado
ajes y gonza avellanada, y de cinco o seis maneras frutas, de las cuales mandó detalle y de seguro su asombro desdobló cuando, junto a las yerbas aromáti-
curar el Almirante para traer a los Reyes». No tenemos noticias de cuales de cas y para terminar el aseo, le trajeron un aguamanil, en este caso segura-
las frutas ofrecidas por los indios pudieron llegar a España curadas, pero pudie- mente de cerámica, en cuyo hueco el cacique virtió el agua para lavar las
ron ser varias ya que el procedimiento para preservarlas era rutinario a partir de manos de su huésped.
la herencia que dejaran en España siete siglos de civilización Al -Andaluz. Se podría pensar que además de su deseo de indagar las posibilidades de
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obtener oro, el descubridor le había tomado gusto a la cocina taína, ya que


a pocos días de ese almuerzo, el 30 de diciembre, salió «...á comer á tierra, a
aqueste que se llamaba Guacanagarí...».
El poeta Juan de Castellanos no podía ignorar la suerte que le había to-
cado a los aborígenes de la Española por el trato infligido por los coloniza-
dores, pero no pudo menos que reconocer su obsequiosidad en el poema Ele-
gía a Varones Ilustres de Indias, escrito en 1589. En labios de los indios po-
ne el bardo estos versos de bienvenida:
«Si son gentes de buenos pensamientos / A bien es recebilos, si son gratas, /
Si vienen fatigados y hambrientos, / Darémosle comidas bien baratas; / Daré-
mosle de nuestros alimentos / Guamas, auyamas, yucas y batatas, / Darémosle
cazabis y maíces / Con otros panes hechos de raíces. / Darémosle jutía con ajíes,
/ Darémosles pescados de los ríos, / Darémosle de gruesos manatíes; / Las ollas
Maíz, novedad de la
y los platos no vacíos; / También guariquinayes y coríes, / De que tenemos lle- isla para el descubridor.
nos los buhíos, / Y curaremos bien a los que enferman, / Colgándoles hamacas,
en que duerman.
Antes de volver a España, el miércoles 22 de enero, Colón dejó en la Es-
pañola 39 hombres en el llamado Fuerte de la Navidad, construido mayor-
mente con el salvamento de la Santa María, con propósito bien explícito: mientos y la muerte de todos ellos. En el diario de su segundo viaje el Almi-
«Todas las mercaderías que los Reyes mandaron comprar para los rescates, que rante relata que los indios le expresaron sus quejas porque los del Fuerte de la
eran muchos, para que las trocasen y rescatasen por oro...». Y para su mante- Navidad se apropiaron de sus mujeres: «...uno tenía tres mujeres, otro cua-
nimiento «...déjoles también pan bizcocho para un año y vino...». E igual- tro...». Concluye su opinión pensando que los indios dieron muerte a los es-
mente les entregó «...simientes para sembrar...». Ya antes, el 31 de diciembre, pañoles, porque «...creemos quel mal que les vino fue de zelos...».
había expresado Colón su deseo de «Traer ganados y otras cosas...» desde Es- En fecha posterior y en un encuentro con los aborígenes de la costa nor-
paña. Junto a la construcción del Fuerte de la Navidad, decisión que hacía de te de la isla, siempre obsequioso de baratijas en su insistente búsqueda de
esta isla el centro de los descubrimientos, la entrega de semillas, fue el primer oro, les ofreció «bizcocho y miel». Esa miel había sido traída desde España,
intento de reproducir alimentos de España en la Española y, por consiguien- pero es oportuno anotar que en carta que el Almirante escribiera el 4 de
te, el hecho inaugural de la agricultura europea en el Nuevo Mundo. marzo de 1493 a Luís de Santángel, Escribano de Ración de los Reyes Cató-
Desgraciadamente, los hombres que permanecieron en la isla no dedicaron licos, dice de la Española: «... en ella hay primores a maravilla, e hay cam-
su tiempo a sembrar sino más bien a obligar a los indios a que les buscasen oro pañas grandísimas e hay miel...».
y a tomarles sus mujeres por la fuerza, exigencias que provocaron enfrenta- Pero volvamos a la conclusión del primer viaje. El 9 de enero de 1493, ya
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en preparativos para el regreso a España, en las playas de Monte Cristi, los Entre otras razones, los acontecimientos del Fuerte de la Navidad, deci-
marinos pescaron varias tortugas, las que comieron tal cual lo hacían los in- dieron que el Almirante navegara más hacia el Norte y fundara, en una lla-
dios. Dice el Almirante que dichos animales venían a esas playas «a desovar nura con buen puerto, la Villa de la Isabela, nombre atribuido al primer
en tierra». Es muy posible que los españoles aprovecharan el momento pa- asentamiento colonial en América para hacer honor a la reina de España.
ra degustar lo que ha venido a ser para buena parte de los gastrónomos do- Toda aquella expedición fue organizada con la finalidad de crear una ba-
minicanos y de otros pueblos de América una exquisitez que a sus virtudes se que sirviera para el intercambio, la búsqueda y la explotación de riquezas,
gustativas se les atribuye también el esperanzador atributo de contribuir a la entre las que tenía prioridad el oro. Dice Bartolomé de las Casas en su His-
exaltación de los ardores hormonales. toria de las Indias, que en las naves llegaron a la Española peones, hidalgos,
Cuatro días después «...envió la barca a tierra en una hermosa playa para gente trabajadora del campo para trabajar, arar y cavar, oficiales, caballeros
que tomasen de los ajes para comer...». Difícil resulta saber lo que en este y artesanos ...y otras personas principales y algunos de la casa real». Los más
caso eran ajes, pues siendo batatas en sentido estricto, el Almirante hacía de los viajeros eran asalariados de una empresa creada para allegar benefi-
con este nombre mención genérica de tubérculos como la yuca, la yautía, el cios a los Reyes de España, a algunos altos funcionaros y al Almirante, y te-
mapuey y la propia batata. nía como objetivo primordial trocar con los indios baratijas por oro y explo-
Yautía blanca, amarilla,
El 25 de enero de 1493, de regreso a España, los marineros de la nave de coco, tiene el paladar tar las minas que de ese metal encontraren.
Colón pescaron «una tonina y un grandísimo tiburón, y dizque lo habían amplia escogencia. La decisión de hacer de la Española un asiento permanente obligó al Al-
bien menester porque no tenían ya de comer sino pan y vino y ajes de la in- mirante y a los demás organizadores de este segundo viaje a proveer la expe-
dia». Lo cierto y verdadero es que por una u otra razón, desde muy tempra- dición de los mantenimientos necesarios y a traer de España animales y se-
no, los productos de la dieta indígena comenzarían a formar parte de los há- millas a fin de que fueran reproducidos en la isla y aseguraran el sustento de
bitos alimenticios de los colonizadores. los colonizadores. Para ese propósito además de pan, bizcocho, tocino, lente-
La noticia del descubrimiento dada por Colón a los Reyes y a importan- jas, garbanzos, trigo, harina, aceite, vinagre, quesos, sal, a la Española llega-
tes figuras de la Corte despertó enormes expectativas y gran curiosidad en ron semillas de hortalizas, de verduras, de granos, gallinas, cerdos, caballos,
España, como en todo el resto de Europa. La aparición de un nuevo mundo ganado vacuno, implementos de trabajo y, lógicamente, campesinos para las
causó maravillamiento, sobre todo por las perspectivas económicas que se labores agrícolas y personal especializado en el ramo de la minería.
deducían del relato hecho por el Almirante a los monarcas y a la cohorte A lo largo de esta exposición y a medida que las crónicas y documentos lo
que le acompañaba. La estrechez de recursos económicos de la Monarquía vayan evidenciando, podremos ir tomando notas de la naturaleza y la varie-
no impidió que se ordenaran los preparativos para un segundo viaje, esta vez dad de la alimentación de los colonos. Aunque en su primer viaje el Almiran-
con unas 1200 personas, entre ellas gentes de armas, hijosdalgos ávidos de te se enteró de algunas peculiaridades de la comida de los aborígenes, la idea
fortuna, labradores, obreros, exploradores de minas. Desde el puerto de Cá- predominante entre todos los que llegaron a la Española en este segundo via-
diz el Almirante reinició el rumbo el 25 de septiembre de 1493 y dos meses je era la de continuar alimentándose con los productos de su dieta tradicional.
después, el 25 de noviembre, 17 barcos que integraban la expedición fon- La mayor parte de los inmigrantes eran andaluces y extremeños, gentes
deaban sus anclas frente a Monte Cristi, en la Española. poseedoras de una tradición culinaria identificable a partir de la llegada a Es-
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paña de las legiones romanas y más tarde definida ampliamente tras la im- En su obra Viajes de Cristóbal Colón Martín Fernández de Navarrete in-
plantación de la gastronomía árabe durante siete siglos en casi toda España. cluye una carta que escribiera el doctor Diego Álvarez Chanca en el mes de
Desde la Córdoba Califal esta influencia se extendería por todo Al-Andaluz enero de 1494, dirigida a los miembros del Cabildo de Sevilla. El doctor
hasta dejar su impronta en la generalidad de la geografía peninsular. Chanca, designado por los Reyes Católicos como Físico de la Armada y Es-
Con sólo mencionar los limones, naranjas, alcachofas, berenjenas, arroz, cribano en las Indias, narra en dicha misiva las experiencias que vivió en el
caña de azúcar, nueces, pimientas, aceite de oliva, hierbabuena, azafrán, oré- segundo viaje del Almirante y lo que observó en el paisaje de la Española.
gano, judías verdes, lentejas, almendra, fideos, garbanzos como legados de la Refiriéndose a los animales de la isla dice el doctor Chanca: «En ella ni en
cocina árabe a la española resulta suficiente para ilustrar su influjo. A todo las otras nunca se ha visto animal de cuatro pies, salvo de algunos perros de
esto habría que agregar un sinnúmero de otros alimentos así como técnicas todos los colores, como en nuestra patria: la hechura, como unos gosques
para la preparación de incontables manjares. Junto a lo árabe y a la dinámi- grandes; (gozques eran en España los perros pequeños H.T.D.) de animales
ca cultural de la creación de la cocina española se sumarían los ascendien- salvajes no hay ». Chanca nombraba de este modo los perros mudos existen-
tes mozárabe, mudéjar, cristiano y judío. tes en la Española, que eran comidos por los indios y al que los españoles lle-
Cocinas de tierra y mar la andaluza y la extremeña, irían imprimiendo su garían a tomarle apetitosa afición.
huella en la isla recién descubierta de forma indeleble, adaptándose a una Expresa a seguidas el Escribano de Indias: «Otrosí, hay un animal de color
realidad que las harían partícipes de una original creación gastronómica. de conejo é de su pelo, el grandor de un conejo nuevo, el rabo largo, los pies
Será en el transcurso de la vida colonial y ante el influjo de ciertos acon- e manos como de ratón; suben por los árboles; muchos los han comido; di-
tecimientos como iremos precisando los hechos que determinaron las espe- cen que es muy bueno de comer; hay culebras muchas, no grandes; lagartos,
cificidades de la cocina del siglo XVI en la isla. Algunas de esas influencias se aunque no muchos, porque los indios hacen tanta fiesta de ellos como haría-
perpetuarán siglos tras siglos con sus características primigenias, pero la ma- mos allá con faisanes; son del tamaño de los de allá, salvo que en la hechura
yoría de ellas sería objeto de reinterpretación y reelaboración por las circuns- son diferentes, aunque en una isleta pequeña que está junto con un puerto
tancias que impondría la nueva realidad histórica. Lo primero a señalar es que llaman Monte Cristo, donde estuvimos muchos días, vieron muchos días
que la contribución de indios y españoles a su propio mantenimiento estaría un lagarto muy grande, que decían sería de gordura de un becerro...». Ano-
supeditada a la naturaleza de las relaciones sociales de producción que se es- taba el escribano la existencia de estos animales: la hutía, el quemí, el mo-
tablecerían en la colonia. En cuanto a la adaptación de los paladares a los huy, el cori y el perro mudo, los cuales servían para la alimentación de los in-
gustos de una y otra comunidad, las circunstancias darán la respuesta. dios y luego de los españoles. Aludía también a la iguana, de la que más ade-
Instalada la colonia, primero en la Isabela y luego en la ciudad de San- lante daremos noticias acerca de su consumo por los colonizadores.
to Domingo, a los ojos de los españoles no escaparon las bondades natura- Para este tiempo la carestía de los alimentos traídos desde España comen-
les de la isla. Aunque la documentación no es pródiga en el detalle del con- zaba a ser mortificante. Hablando de la generosidad de los indios escribía el
tenido de cada plato indígena, contamos sin embargo con la descripción de doctor Chanca: «...todos vienen cargados de ages, que son como nabos, muy
los productos que constituían la base de la alimentación de los aborígenes excelente manjar, de los cuales facemos acá muchas maneras de manjares en
de la Española. cualquier manera; es tanto cordial manjar que nos tiene a todos muy conso-
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lados, porque de verdad la vida que se trajo por la mar ha sido la más estre-
cha que nunca hombre pasaron...». La cita es además reveladora de que con
los ages, vale decir, con la batata, ya los cocineros españoles se dieron a fan-
tasear haciendo acopio de su sabiduría culinaria.
Continúa Chanca: «Hay en esta tierra singular pescado mas sano quel de
España. Verdad sea que la tierra no consiente que se guarde de un día para
otro porque es caliente e humida...». Esta frase es explicación suficiente pa-
ra comprender el por qué el consumo de pescado fue siempre muy poco en
la isla. Sería siglos más tarde, gracias a los sistemas de refrigeración cuando
esto cambiaría.
Fernández Navarrete considera que esta carta fue escrita a fines de enero
de 1494, fecha en que los españoles, instalados en la Isabela, hacían algunos
cultivos. Dice Chanca al respecto: «Han sembrado hortaliza, la cual es cier-
La bija, para acicalar
to que crece más en ocho días que en España en veinte». y levantar el gusto.
Describiendo la yuca, la batata, el ají y otros comestibles cuenta el escri-
bano: «El mantenimiento suyo es por hecho de raíces de una yerba que es
entre árbol é yerba, é el aje de que ya tengo dicho que es como nabos, que
es muy buen mantenimiento; tienen por especia por lo adobar, una especia
que se llama agí (axi o ají) con la cual comen también el pescado, como aves
cuando las pueden haber, que hay infinitas de muchas maneras. Tienen
otrosí unos granos como avellanas, muy buenas de comer. Comen cuantas
culebras e lagartos e arañas e cuantos gusanos se hallan por el suelo; ansí me
parece es mayor su bestialidad que de ninguna bestia del mundo».
Del ají en la isla había dos picantes y uno dulce, el que llamamos gusto-
so. Anota el escribano que sazonaban el pescado y las aves con esa especia.
Ni los españoles ni los dominicanos la utilizarían de manera frecuente para
aliñar los peces; sin embargo, no está demás recordar que en algunos lugares
ribereños al mar se condimenta con ají el delicioso «peje con coco». (pes-
cado con coco) y, además, muy a menudo se le pone a los mariscos. En la
gastronomía criolla el ají tiene preferencia habitual en platos específicos,
como el mondongo (tripas) las patas de cerdo y de de vaca, el pipián (guiso
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hecho mayormente con las vísceras del chivo o del cerdo) No es difícil ad- tando ya tan extraño a los occidentales el comer gusanos, hormigas y coco-
vertir en casas de familia o en restaurantes un preparado de este ardoroso y drilos. Igual les sucede a otros habitantes del planeta frente a las sofisticadas
estimulante fruto. Lo del pescado y el ají nos lleva a pensar en el aguají, que ancas de rana, las cuales, pasadas en harina y salteadas con ajo y perejil y en
al decir de Emiliano Tejera en su obra Indigenismos, es el nombre de un pez. buen aceite de oliva son apreciadas como yantar exquisito. Quién sabe si los
Aunque existe disidencia en torno al origen del vocablo, no pocos afirman, dominicanos, no sólo como reivindicación de nuestros ancestrales influen-
entre ellos el autor de este trabajo, que es de origen indo antillano ya que cias culinarias sino también como expresión de curiosidad gastronómica, se-
no pocos argumentos etimológicos apoyan ese criterio. remos capaces de despojarnos de aversiones y rechazos melindrosos, para
Volviendo al texto de Chanca y a su comprobación de que sazonaban el adentramos en la renovadora aventura del saboreamiento de esos animali-
pescado con ají, no es osado pensar que entre los caldos que los indios de la tos, que al decir del doctor Chanca, los aborígenes de la Española hacían
Española acostumbraban hacer con ajes y con yuca y esa especia uno de ellos tanta fiesta de ellos como los españoles con los faisanes.
lo fuera el aguají, posiblemente acompañado del pescado del mismo nom- Tal y como acabamos de ver, desde los primeros inicios del descubrimien-
bre. Y es que ya luego, con la llegada de las musáceas, el aguají vino a ser un to, salvo alguna excepción ya citada, el español fue bastante curioso y abier-
caldo hecho a base de ajo, con plátano verde asado, cilantro, agua, vinagre, to frente a las costumbres alimenticias de los indios de la Española. Si bien
aceite, malagueta. A esta receta algunas sacerdotisas de la pasión de Lúculo es cierto que en los primeros años de la colonización y a pesar de ciertos re-
agregan puerros. pudios se encontraron forzados a comer casi todos los alimentos de la dieta
Los granos como de avellanas de que habla Chanca imaginamos que pu- indígena, la verdad es que su paladar se adaptó de tal forma que no tardó en
dieran ser el maní (cacahuate) o el lerén, de los que hablaremos más ade- degustar muchos de ellos con expresiva fruición.
lante. La mención de las avellanas hecha por Chanca nos sugiere que lo Se puede argumentar con toda propiedad que la transculturación gas-
que el Almirante llamó «gonza avellanada» podría ser, efectivamente, el tronómica en América comenzó a producirse desde los indios hacia los es-
maní o el lerén. Consultados los diccionarios de la Lengua Española y el pañoles. Sería en los años por venir cuando se originaría todo un proceso
Crítico Etimológico de la Lengua Castellana, de J. Corominas, en ninguno de de deculturación y aculturación de gran parte de las originalidades histó-
los dos aparece la palabra gonza, siendo «avellanado» la que nos ha permi- ricas de las etnias presentes como consecuencia de las relaciones de traba-
tido la suposición. jo predominantes en la colonia y de los medios existentes para la subsis-
Frente al gusto de los indios por las culebras, lagartos, arañas, gusanos, la tencia. Esos mismos factores darían nacimiento a una nueva formación
reacción de Chanca fue puramente cultural, en razón de que no estaba en- cultural, dentro de la cual la gastronomía sería una de sus manifestaciones
tre los hábitos europeos comer ese tipo de alimentos, más bien se les repu- relevantes.
diaba. A pesar de eso, debió recordar que en España se comían caracoles de Los productos alimenticios heredados de los indígenas y de los españoles,
tierra, los que los franceses llaman scargots, así como anguilas y sapos, éstos con sus influencias árabe, judía, portuguesa, andaluza, extremeña y de otras
últimos, al igual que los caracoles, muy apreciados por los indios. regiones de España, formarían parte de alimentación de la isla, aunque la
Hoy día, el mundo tiende a derribar fronteras, los intercambios cultura- mayoría sería adaptada a las condiciones de la realidad colonial. Las judías,
les favorecen la adopción de costumbres de unos y otros pueblos, no resul- nuestras habichuelas, serían en su estructura biológica iguales en América
ITINERARIO HISTÓRICO DE LA GASTRONOMÍA DOMINICANA
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que en España, pero su forma de ser elaboradas y consumidas dependería de


las distintas influencias étnicas presentes, de las posibilidades existentes pa-
ra su utilización y de los hábitos que se irían creando.
¿Qué nos dicen las noticias acerca de los productos españoles que llegaron
a esta isla en la década de 1493 al 1503? De los que trajo el Almirante en su
segundo viaje ya hemos hablado. Pero lo importante es comprender que mu-
chos de los que llegarían posteriormente experimentarían transformaciones
hasta hacerlos objetos de un quehacer culinario diferente al de España.
Con el andar del tiempo iremos conociendo cuales productos alimenti-
cios precisaban los españoles de la colonia y, aunque parezca paradójico, las
consecuencias que la carencia de ellos tendrían en Santo Domingo. La co-
rrespondencia dirigida a la Corte por los funcionarios nos será una fuente
indispensable para poder identificarlos.
Batatas, eran los
«ajes», a los que muy Ya instalado en la Isabela y en pleno delirio provocado por su sed de oro,
pronto se aficionaron Colón escribió un Memorial dirigido a los Reyes Católicos en fecha 30 de
los descubridores.
enero de 1494, en el que hacía un extenso relato en torno este segundo via-
je. El mensajero utilizado para hacer llegar el documento lo fue Antonio To-
rres, designado por el Almirante como Alcalde de la Isabela.
Tras mucho argumentar acerca de su deseo de enviarles oro, el Almiran-
te expresa a los reyes la importancia de que a los españoles no les falten
mantenimientos, haciendo hincapié en la urgencia que de ellos había en ese
momento. Decía: «La conservación de la sanidad, después de Dios, está que
esta gente sea proveída de los mantenimientos que en España acostumbra-
ba, porque dellos, ni de otros que viniesen de nuevo, sus Altezas se podían
servir si no están sanos, y esta provisión ha de durar hasta que se haya fecho
cimiento de lo que acá se sembrare e plantare, digo de trigos y cebadas, e vi-
ñas, de lo cual para este año se ha hecho poco, porque no se pudo de antes
tomar asiento, y luego que se tomó adolescieron aquellos poquitos labrado-
res que acá estaban, los cuales, aunque estovieran sanos, tenían tan pocas
bestias y tan magras y flacas, que poco es lo que pudieran hacer; con todo,
alguna cosa han sembrado, más para probar la tierra, que parece muy mara-
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villosa, para que de allí se pueda esperar remedio alguno en nuestras necesi- bién se envíe alguna cantidad razonable, porque el camino es largo y cada
dades. Somos bien ciertos, como la obra lo muestra; que en esta tierra así el día no se puede proveer, é asimismo algunas canales, digo tocinos, y otra
trigo como el vino nacerá muy bien; pero hace de esperar el fruto, el cual si cecina que sea mejor que la que habemos traído este camino. De carneros
tal será como muestra la presteza del nacer del trigo y de algunos poquitos vivos, y aún antes corderos y cordericas, más hembras que machos, y algu-
de sarmientos que se pusieron es cierto que non fará mengua el Andalucía nos becerros y becerras pequeños son menester que cada vez vengan en
ni Secilia aquí, ni en las cañas de azúcar, según unas poquitas que se pusie- cualquier carabela que acá enviare, y algunos asnas y asnos, y yeguas para
ron han prendido...». trabajo y simiente...».
La referencia al trigo es tanto más interesante cuanto que no será la pri- La cecina de España, que era la carne de vacuno salada, ahumada y curada
mera vez que se mencionará su siembra y su germinación. Más tarde Barto- tanto en secadores hechos a propósito como al sol, se seguiría enviando desde
lomé de Las Casas hará también mención de este cereal, esperanzado en la España hasta fines de siglo XVI, pero a partir de entonces, con la multiplicación
posibilidad de poderlo propagar de forma importante. Los sarmientos, es de- del ganado en la isla, los pobladores procedieron ellos mismos a elaborar el pro-
cir, las cepas de la vid, se reprodujeron con facilidad, aunque nunca fueron ducto. Como veremos más tarde, sería también oficio de bucaneros esto de
sembradas en cantidad apreciable. Hoy día, en Neyba, en el Sur del país, ahumar la carne a fin de preservarla para beneficio propio y para comerciar con
desde hace ya muchos años se produce un mosto bastante agradable y, a ni- ella. Por su forma de preparación el tocino soportaba en buen estado la larga
vel experimental, se ha logrado un vino grueso, de buen cuerpo, que podría travesía así como bastante tiempo almacenado. El que llegaba de España era
tener porvenir si se mejoran los procedimientos. particularmente bueno, de parentela de Huelva, famoso hasta nuestros días.
De la caña de azúcar ya hablaremos, puesto que la gramínea sería de una Más adelante, en el mismo Memorial, Colón pedía que se cargaran dos
importancia tal como para ser el cultivo más importante durante casi cin- carabelas de vino y de trigo, y de las otras cosas «...pasas, azúcar, almendras,
cuenta años del siglo XVI y luego continuar con altibajos hasta fines del si- miel e arroz, que debiera venir en gran cantidad...». Productos estos que evi-
glo XIX, momento éste que recobrará un fuerte impulso hasta llegar a impo- dencian claramente su procedencia del Sur de España. Pasas y almendras así
nerse definitivamente en el siglo XX. como turrones perdurarán en esta isla hasta llegar a ser imprescindibles en
Las reiteradas menciones que desde su primer viaje hace el Almirante la mesa de Navidad de muchos dominicanos.
del vino, nos llevan a pensar que era gran aficionado a los caldos de Baco. En cuanto al arroz, originario del Extremo Oriente tan dueño del paladar
Culpaba Colón a los fabricantes de toneles que no habían previsto que el nacional dominicano, es bueno subrayar que desde 1493 estuvo presente en
vaivén de los barcos hacía que buena parte se perdiera en la travesía de Es- la colonia, a la espera de quien a corto plazo sería su compañera insepara-
paña a la isla. Explica en este sentido: «...a causa de haberse derramado ble: la habichuela roja, traída a la isla desde Centroamérica en el siglo XVI.
mucho vino en este camino del que la flota traía, y esto, según dicen los A España llegaría la planta del arroz a través de los árabes. Nos dice Massi-
más, a culpa de la mala obra que los toneleros ficieron en Sevilla, la ma- mo Montanari en su libro El mundo en la cocina, que «en Al Andalus se
yor mengua que agora tenemos aquí, o esperamos por esto tener, es de vi- adoptó velozmente, dado que ya aparece citado a mediados del siglo X en el
nos». Sobre otros mantenimientos decía el descubridor que aunque toda- Calendario de Córdoba», cultivándose en el Bajo Guadalquivir, en Valen-
vía contaban con «...bizcocho como trigo con todo es necesario que tam- cia y en Mallorca.
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Preocupado el Almirante por la idea de que los reyes pudieran pensar que la
empresa colonizadora no aportaba los beneficios prometidos y consciente de
que el oro de las arenas de los ríos de la Española requería un trabajo que los
colonizadores no estaban dispuestos a hacer, comenzó a proponer la venta de
indios en Europa a título de esclavos a fin de compensar los gastos que iba oca-
sionando la colonización. El Almirante hablaba con cruel simpleza, conside-
rando que para obtener el vino, el arroz, el trigo, las pasas, las almendras, el azú-
car y otros alimentos era preciso hacer contacto con los comerciantes europeos
a fin de que «...cuales cosas se les podrían pagar en esclavos de estos caníbales».
Las intenciones del descubridor contrastaban con la generosa actitud de los in-
dios ofreciendo de manera desinteresada cuanto tenían. Desgraciadamente, la
propuesta de Colón no tardó en hacerse realidad, ya que sin ninguna tardanza
se comenzaría a vender indios de la España en Europa y, un poco más tarde, se
El arroz, tan dueño
implantaría la encomienda y la esclavitud, instituciones que en los hechos fue- del paladar dominicano.
ron semejantes, si bien disímiles en el eufemismo legal. Tan iguales fueron que
muy a corto plazo los indios serían totalmente diezmados.
A fin de dar respuesta a los reclamos del Almirante los Reyes Católicos
ordenaron el aparejamiento de cuatro naves cargadas de todo cuanto el Al-
mirante había solicitado. Las provisiones enviadas desde España fueron las de higo, pescado salado de todas suertes, treinta cahíces de jabas (habas) e
que de ahora en adelante tipificarían la naturaleza de los alimentos que ser- garbanzos, trescientos e sesenta quintales de bizcocho, ganados, cuatro bece-
virán de base, junto a los producidos en la colonia, a los comienzos de la for- rros e dos becerras, cien cabezas de ganado menudo, doscientas gallinas, cien
mación de la cocina criolla. puercos, los ochenta puercas y veinte puercos, conejos vivos, lo que parecie-
El 5 de mayo de 1495 los Reyes dieron instrucciones para la elaboración re que debe ir. Para menudencias azúcar é almendras é arroz, es menester lle-
de un Memorial «...de las cosas que son menester proveer luego para despa- var cuatro toneles o pipas de sarmientos con su tierra (cepas de vides); arroz
cho de cuatro carabelas que vayan para las Indias». El documento deja cons- é mijo para sembrar, algunos carneros e vacas..». Y agregaba: «Diez o doce la-
tancia de las mercaderías enviadas a la Española. En cuanto a los alimentos bradores; hortelanos que vendan lo que hubiere de las huertas al precio que
decía: «Primeramente ciento ochenta cahíces de trigo (el cahíz era una me- les fuera puesto; pescadores para pescar, é algunos barcos para pescadores...».
dida de capacidad que en Castilla equivalía a 666 libras H.T.D.); cincuenta Como hemos dicho antes, en los años por venir los envíos de la Corona
cahíces de cebada, sesenta toneles de vino, el cual ha de ir en jarras, porque como los de los particulares repetirían estos mismos alimentos. Podría provo-
en toneles dizque se pierde, diez toneles de vinagre, seis toneles de aceite, el car extrañeza su poca variedad, pero lo cierto es que los Reyes pensaban que
cual ha de ir en jarras; seiscientos é cincuenta tocinos, cincuenta quintales siendo labradores la mayoría de los pobladores lo lógico era que trabajaran en
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el campo produciendo hortalizas y arroz y mijo (que sepamos este último Almirante: «...por eso daréis lugar que se vengan acá todos los otros que hay
nunca se cultivó en la Española, H.T.D.) y que se dedicaran a la crianza de de más de las dichas quinientas personas...». Quedaba en claro que los mo-
animales. Por otra parte, no eran muy diferentes a éstos los productos básicos narcas estaban enterados de las dificultades que creaba tener que alimentar
de la alimentación del común en España. Esas directivas serían mayormente a todos los que moraban en la isla, aunque lo que verdaderamente les preo-
olvidadas. En este momento la fiebre del oro dislocó a los inmigrantes hasta cupaba era el pobre resultado económico obtenido y el desorden imperante
el punto de hacer de la colonia un verdadero pandemonio de pasiones, ya que entre los españoles. La Ordenanza sólo fue obedecida por los de mayor ni-
lo producido apenas alcanzaba para el sostenimiento de muy pocos. vel social, no por los «desorejados», como llamaría Las Casas a los revolto-
Desbordando los objetivos que habían determinado la creación de la co- sos del común, puesto que éstos, a falta de pago en su condición de asalaria-
lonia, las ambiciones humanas y los condicionamientos y exigencias de la dos, olvidaron sus compromisos y se dedicaron a obligar a los indios a lavar
naturaleza darían paso a una historia que quebraría en mil pedazos el orde- las arenas de los rios para obtener el oro y para que les dieran de comer.
namiento de la sociedad indígena. Los Reyes tenían la creencia de que gran Frente a tantas ambiciones personales, no resultaba posible dar cumpli-
parte de los alimentos enviados a la colonia estaban destinados a ser distri- miento a las Capitulaciones de Santa Fe, sobre todo cuando era el propio
buidos de manera gratuita a sus empleados, partiendo de la idea que debían Almirante el que más exteriorizaba las suyas, queriendo atribuirse el mono-
se pagados por la empresa creada mediante las Capitulaciones de Santa Fe, polio absoluto de la administración de la colonia.
es decir, por ellos mismos, por Colón, sus familiares y algunos funcionarios. La alimentación de los españoles constituyó un verdadero rompecabezas
Sin embargo, las circunstancias se presentaron totalmente adversas a ese para el Almirante, tanto más cuanto que no pocos de los mantenimientos
proyecto. La cacería humana emprendida por el Almirante a fin de someter llegaban desde la metrópoli completamente corrompidos. Las quejas ex-
a los indios para ser vendidos en Europa como esclavos hizo irreconciliables puestas en el Memorial que entregara Colón a Antonio Torres con destino
las relaciones entre las dos comunidades. a los Reyes se repetirían incesantemente en documentos posteriores.
Además, comprobando que todo lo prometido por Colón era pura fanta- Dice Las Casas en su Apologética Historia Sumaria que: «Toda la gente que
sía, el grueso de los inmigrantes no tardó en expresar su disgusto y su rebel- en toda esta isla entonces estaba descontenta, en especial la que estaba en
día. El problema de la falta de comida agravó la situación. El propio Padre la Isabela, y toda la más por fuerza, por las hambres y enfermedades que pa-
Bernardo Boil, monje catalán de la Orden de San Jerónimo, designado Vi- decían, y uno no se juraba otro juramento sino «así Dios me lleve a Casti-
cario Apostólico por el Papa con la anuencia de los Reyes Católicos, deci- lla...»: Y agrega el dominico: «...no tenían otra cosa que comer sino la ra-
dió retornar a España porque, entre otros agravios, Colón había reducido de ción que les daban de la alhóndiga del Rey, que era una escudilla de trigo
forma drástica a él y a sus criados las raciones alimenticias. que lo habían de moler en una atahona de mano (y muchos lo comían co-
Disgustados los Reyes Católicos por el equivocado rumbo que tomaba el cido) y una tajada de tocino rancioso o de queso podrido, y no se cuantas
negocio llegaron a la conclusión de que 500 personas eran suficientes para habas o garbanzos, vino, como si no lo hubiera en el mundo; y con esto, co-
impulsar el desarrollo de la empresa colonial. Decían los Reyes en una Or- mo habían venido a sueldo de los reyes, y tenía en ello parte el Almirante,
denanza de 1595: «...porque nos parece que allá está mucha gente que gana mandábalos trabajar, hambrientos y flacos y algunos enfermos...».
sueldo en mucho trabaxo del llevar los mantenimientos...». Y ordenaban al A tanto llegó el hambre en algunos que, desesperados por aplacarla, ter-
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minaron por vencer remilgos. Sobre esto cuenta Las Casas refiriéndose a las ner mantenimientos, y para salvar las vidas se vinieron a estas islas para se
culebras: «Y yo he visto comerlas a españoles, con hambre, a principios que socorrer, allende de sentirlos por intolerables, terribles, feroces, crueles y de
comenzaron a destruir las gentes, vecinos y moradores desta isla, y comer de toda razón ajenos». Y continúa el apóstol de los indios: «...ya habían expe-
la cola donde tienen las culebras y sierpes la ponzoña y no recibir mal algu- rimentado (los indios) que los cristianos eran tan grandes comedores, que
no». Casi demás está decir que en no pocos pueblos estos animales son co- sólo habían venido de sus tierras a comer, y que ninguno era para cavar y
mida corriente y hasta manjar muy estimable. Y para ser verdaderos, debe- trabajar por sus manos en la tierra...».
mos reconocer que hoy día, uno que otro dominicano, urgido por la misma Esto del hambre no fue poca cosa, sino una verdadera catástrofe tanto
necesidad que justificaba a los españoles del siglo XV o por una curiosidad para los españoles como para los indios. Expresa Fernández de Oviedo que
sin escrúpulos se los zampa tranquilamente. como respuesta al tratamiento que los conquistadores dieron a los aborí-
Para acallar el hambre muchos inmigrantes se instalaron en comunidades genes desde los primeros momentos de su estadía en la Española «...acor-
indígenas valiéndose de artimañas, de promesas de protección o metidos en daron todos los indios de aquella provincia (se refiere a la Isabela. H.T.D.)
amoríos con las indias hijas de caciques. Muy temprano en la colonia las ju- de no sembrar en el tiempo que lo debían hacer, e como no tuvieron maíz,
tías, iguanas, perro mudo, quemí, mohuy, corí, lagartija y culebra tuvieron que comiéranse la yuca que son a maneras de pan, y el principal mantenimien-
El lerén fue comestible Ñames, originarios
originario de Santo acelerar su agilidad a fin de poder escapar a la voracidad de los neófitos helio- to que acá hay, los cristianos comiéronse sus bastimentos e aquellos aca- de África en Samaná
Domingo. Al conocerlo, gábalos. Casabe y frutos y tubérculos fueron también objeto de su avidez. bados, queriéndose ayudar de los de la tierra, que los indios acostumbra- han encontrado su
el español lo cultivó mejor clima.
de manera importante, Escribe Las Casas que a los indios les parecía que ese español, el deshore- ban, no los tenían para sí ni para ellos. Y desta manera se caían los hom-
sobre todo en jado, «...no había nacido sino para comer, y que en su tierra no debían te- bres muertos de hambre, en aquella cibdad los cristianos; y en la fortaleza
el siglo XVII.
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que es dicha de Sancto Tomás, do estaba el comendador mosén Pedro ñoles en la isla, la mayor parte había muerto o había regresado a España de-
Margarite, también por la misma necesidad se le murió la mitad de la gen- salentada y desengañada por una realidad que contradecía las esperanzas de
te, e por toda la tierra estaban los indios muertos a cada parte». Subraya alcanzar riqueza con sólo extender la mano. A partir de 1493 los que sobre-
Fernández de Oviedo que la actitud de los indios había sido tomada a fin vivieron tuvieron que mantenerse con los alimentos de los indios. Es indu-
de que los españoles se «...fuesen huyendo por falta de bastimento o que dable que esto contribuiría a preservar en la colonia parte de la tradición cu-
se muriesen si quedasen». linaria indígena; que si no fue más se debió a la violenta desarticulación de
Y a seguidas el cronista reafirma con acento trágico-cómico: «En este su cultura y a su rápida desaparición física.
tiempo de tanta necesidad se comieron los cristianos cuantos perros gozques A mediados del 1496 la isla Española era gobernada por Bartolomé Colón
había en esta isla, los cuales eran mudos, que no ladraban, e comiéronse por encontrase su hermano Cristóbal en España tratando de acallar las opinio-
también los que de España habían traído (perros) e comiéronse todas las hu- nes que no pocos de sus adversarios comunicaban a los Reyes Católicos. Con
tías, que pudieron haber, e todos los quemís, e otros animales que llaman actitud guerrera, el Adelandato recorría la isla sometiendo los indios a como
mohuy, y todos los otros que llaman coris, que son como gazapos o conejos diera lugar, las más de las veces a sangre y fuego, imponiendo y exigiendo los
pequeños». Y continuaba Fernández de Oviedo: «no solamente dieron fin a tributos que estaban obligados a pagar en casabe, algodón y otros frutos de la
estos cinco géneros de animales de cuatro pies...». sino que «...se dieron a tierra. A su llegada al cacicazgo de Jaragua en la región occidental de la isla, fue
comer unas sierpes que llaman ivana (iguana)...». «Ni perdonaron lagartos, recibido por el cacique Bohechío y su hermana Anacaona, a quien Las Casas
lagartijas, ni culebras...». Y termina expresando: «Así que, por vivir, a nin- describe como «...muy notable mujer, muy prudente, muy graciosa y palancia-
guna bestia o animal de cuantos he dicho perdonaban; porque cuantos po- na en sus hablas, y artes, y meneos, y amicísima de los cristianos; fue también
dían haber, iban al fuego, e cocidos o asados no faltaba a su necesidad ape- reina de la Maguana, porque fue mujer del rey Caonabo...».
tito para comer estas cosas tan temerosas a la vista». Tras cumplir con la entrega de los tributos el cacique Bohechío ofreció al
Que muchos españoles abandonaran a Colón no se debió exclusivamente Adelantado un espectáculo que mostraba las facultades marciales de sus súb-
al deseo de escapar de la tiranía impuesta por el Almirante en la administra- ditos. Punto seguido fue agasajado con lo que debemos considerar como un
ción de la colonia y al hambre, sino también, a la ambición, desenfrenados verdadero festín, el cual superaría en mucho el que le fuera ofrecido a su her-
queriendo hacerse ricos rápidamente con el oro existente en las arenas de la mano por el cacique Guacanagarix. Muy probablemente el banquete fue
Española. El Almirante era también presa del mismo desvarío y para alcan- preparado bajo la dirección de Anacaona, en razón de que había sido ella
zar esos fines sometió a los indios a un trabajo inhumano que, además, del oro quien persuadió a su hermano de la conveniencia de mostrar amistad y obe-
le producía los alimentos. Al decir de Las Casas, ante esta situación no po- diencia a los españoles.
cos pueblos serían abandonados por los aborígenes, quienes «...fueron a reco- Del acontecimiento dan fe algunos escribanos de Indias, pero es el relato
gerse a los montes donde hay ciertas y buenas raíces, que se llaman guayabos, de Pedro Mártir de Anglería en sus Décadas del Nuevo Mundo, el más mere-
buenas de comer, y nascen sin sembrarlas, y con la caza de las hutías o cone- cedor de ser reproducido por lo ilustrativo del mismo. Expresa el cronista:
jos de que estaban los montes y los llanos llenos...». «...además de los impuestos de rigor, habían traído, a fin de captarse la be-
Ya para fines de 1496 apenas quedaban un poco más de trescientos espa- nevolencia de los nuestros, grandes cantidades de las dos clases de pan de
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que usan, a saber: el de raíces y el de trigo (Indudablemente que uno de ellos


no era de trigo, debía ser de yuca, de guáyiga o de maíz. H.T.D.)» y asimis-
mo, hutías, es decir, conejos isleños, y pescados que habían asado, a fin de
evitar que se pudriesen o corrompiesen; también traían de esas serpientes,
manjar exquisito entre ellos, a las que llamaban iguanas, y que ya hemos des-
crito con anterioridad. Tardíamente supieron los nuestros que estos anima-
les se crían en la isla, y hasta entonces no se habían atrevido a probarlos,
pues su fealdad no sólo les producía horror, sino náuseas. El Adelantado, in-
ducido por el gracejo de la hermana del cacique, se decidió a probar un bo-
cado; pero así que el sabor de aquella carne comenzó a acariciar su paladar
y garganta, parecía pedirla a boca llena, y no a mordisquillos ni sólo untán-
dose los labios; todos, convertidos en glotones a ejemplo suyo, no hablaban
ya de otra cosa sino de la delicadeza de las serpientes, afirmando que tal
Ají: tres variedades Tomates y ajíes llegados
encontraron los manjar es más exquisito que lo son entre nosotros el pavo, (se refiere al pa- a Santo Domingo desde
españoles en la isla: dos vo real, pues el pavo guajalote no había llegado a la isla desde América Cen- Tierra Firme.
picantes y uno gustoso.
tral. H.T.D.) el faisán y la perdiz».
Ofrece el cronista la receta que nos descubre la forma en que los indios
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cocinaban las iguanas: «...Pero si no se las prepara de un modo determina- prueba testimonial de la influencia de las técnicas españolas para guisar los
do pierden el sabor, como sucede en los pavos y faisanes cuando se les asa alimentos indios, el Alcalde nos dice: «Y con todo su mal parecer, digo que
sin manteca en asadores. Abriéndolas desde el gaznate hasta la ingle, lava- es muy buena vianda cocida o asada, e hanla de cocer e guisar de la misma
das y mondadas con esmero, y colocadas después en círculo, a modo de ser- manera que una gallina; y con sus especias e un pedazo de tocino y una ber-
piente que durmiese enroscada, dentro de una olla con capacidad sólo para za, no hay más que pedir en este caso para los que conocen este manjar». Y
su cuerpo, la rocían con un poco de agua con pimienta de la isla, (ají) com- agrega: «El hígado destos animales, cocido, es buen manjar, e es negro e es-
prímenla luego y la ponen sobre un fuego suave de cierta leña olorosa que peso e sano e de buena digestión...».
no produce ningún humo. Del abdomen así destilado se hace un jugo, como En cuanto a los huevos de la iguana es evidente que el escribano, gastró-
dicen nectáreo, y cuentan que no hay género de viandas comparable a los nomo curioso, adoptó la receta indígena: «Y como experimentado, quiero
huevos de las mismas serpientes, que se digieren por sí solos y fácilmente. avisar a quien esto leyere en estas partes (si indios faltaren, como faltan),
Así cocidas y frescas son delicadísimas; y conservadas durante algunos días de la manera e arte que han de tener para guisar los huevos de la iguana,
sabrosísimas». Lo de la serpiente debieron ser iguanas y es indudable que porque hallarán por verdad, que queriendo hacer una tortilla de los huevos,
quien le contó al cronista el suceso debió haber sido uno de los felices par- o freírlos como dicen estrellados, no se podrá hacer con aceite ni manteca,
ticipantes de aquella cuchipanda. porque nunca se cuajarán; más echando agua en lugar de aceite, se cuajan
El cronista Fernández de Oviedo, designado Alcalde de la fortaleza de e guisan».
Santo Domingo en 1535, escribe todo un capítulo de su Historia General y El apetito por la iguana ha permanecido en el paladar de muchos domini-
Natural de las Indias, dedicado a la iguana. Afirma el cronista que ya para esa canos y, hasta hoy día, como en la época de los indios y de los españoles, tie-
fecha, desaparecida la comunidad indígena, los habitantes de Santo Domin- ne dos causas fundamentales que lo agüijonean: la necesidad en unos y el epi-
go la comían de manera frecuente y que por considerarla perteneciente a las cureismo en otros. Es tradición que los primeros lo hacen de manera vergon-
especies marinas «...usan de él comiendo este animal en los días que no son zante, puesto que no pocas veces algunos habitantes del Sur del país se niegan
de carne, así como viernes é sábado, e la cuaresma, e otros días prohibidos a admitir que las comen. Los segundos, al igual que Fernández de Oviedo, ha-
por la Iglesia». biéndole tomado el gusto al exótico manjar, se regodean ante el placer que les
Las explicaciones del escribano acerca de las virtudes gastronómicas de la produce el paladeo del animal «tan feo e espantable», como lo definiera el
iguana evidencian su personal aprecio por el exótico platillo: «Este animal, cronista, muy a pesar de la veda permanente que prohíbe su captura.
tal cual he dicho, e tan feo e espantable, es muy buen manjar, e mejor que Para 1499 las relaciones entre españoles del bando del Almirante y algu-
los conejos de España». Y continúa: «Como los cristianos se mostraron a co- nos funcionarios de la colonia se habían complicado seriamente. Los enemi-
mer estos animales, eran entre ellos muy estimados, e al presente lo son, e gos aunaron sus quejas ante los Reyes y apenas siete años y unos meses tras
no los desechan ni dejan de dar dineros por ello». el descubrimiento, el promotor y autor principal de la hazaña fue a dar con
Fernández de Oviedo no se conformó con lo dicho, sino que se explayó sus huesos en la cárcel. En el fondo de todo esto lo que realmente fermen-
con deleite sobre su forma de cocinarlo y lo hizo hasta el límite de ofrecer taba eran las ambiciones de unos y otros. Las de Colón eran exorbitantes,
substanciosas recetas para un exitoso condumio con carne de iguana. En una pero no menores que las de aquellos que habiendo llegado a la isla como
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simples asalariados aspiraban a más, sobre todo a poseer indios a fin de po- gen para adaptarse a las creencias religiosas de la cristiandad. La cacería de in-
derlos explotar en la saca del oro. Pero en todas esas apetencias despunta- dios para estos fines abarcó todo el territorio isleño. Cuando Ovando decidió
ban las de los Reyes, decididos a no cumplir con las Capitulaciones de San- dirigirse al interior de la isla con el fin de subyugarlos, el cacicazgo de Jaragua
ta Fe y ambicionando una mayor participación en las riquezas que ofrecía estaba gobernado por Anacaona, pues tras la muerte de Bohechío, había here-
aquel prometedor nuevo mundo. Contra el Almirante se sumaban los ban- dado los poderes de este. Con la experiencia del banquete que se le había ofre-
queros y los comerciantes de Sevilla, deslumbrados frente a las esperanzado- cido a Bartolomé Colón y ante la inminente llegada de Ovando, Anacaona de-
ras oportunidades que se abrían a sus negocios y por el brillo del oro que lle- cidió recibirle con idéntico homenaje. Dice las Casas que al Comendador se le
gaba desde la colonia. El sucesor y futuro carcelero del Almirante llegaría a dio de comer «...la caza de la tierra y del pescado de la mar, que legua y media
la isla el 23 de agosto de 1500. Francisco de Bobadilla, Comendador de la o dos de allí distaba, y pan caçabi (esto era lo que ellos alcanzaban), y de todas
Orden de Calatraba, enviado a la Española como Juez Pesquisidor con la en- las otras cosas que tenían y podían...». No tardó Ovando en reciprocar con ges-
comienda de investigar los manejos en la gestión del Almirante, concluyó to trágico la generosidad de la renombrada cacica.
sus investigaciones poniéndole grilletes y enviándolo a España. Como parte del trabajo obligatorio los indios debían cultivar la tierra pa-
El nuevo gobernante profundizó la encomienda haciendo nuevos repar- ra provecho de sus amos. En no pocos relatos de cronistas, y de funcionarios
timientos de indios. Preocupado por el problema del mantenimiento, Boba- de la colonia, se describe el trato de que eran objeto, subrayando que entre
dilla creó encomiendas para el trabajo agrícola y la crianza de animales, con las crueldades de encomenderos y esclavistas se destacaba la de mantenerlos
lo cual la situación de los españoles mejoró sensiblemente. hambrientos. El padre Las Casas describió la dieta de los indios en las minas
A Bobadilla le sucedería un personaje de armas tomar, Nicolás de Ovan- de oro en éstos términos: «...la comida que para sufrir tantos y tales trabajo
do, Comendador de Lares, designado por los Reyes Católicos como Gober- les daban, era pan caçabi, el cual, puesto que con harta carne y otras cosas
nador de la Española a mediados del 1501, y a quien los Reyes dieron unas se puedan pasar bien los hombres, pero sin carne o pescado y manjar otro
instrucciones en las que un falso paternalismo no podía ocultar el mandato que le acompañe tiene poca sustancia».
de someter al indio al trabajo obligatorio. Continúa Las Casas diciendo que era hábito del encomendero matar un
Ovando llegó a la Española el 15 de abril de 1502, bien dispuesto a hacer puerco todas las semanas «...y repartía entre los indios a cada uno una taja-
de ella una empresa productiva y a imponer un orden administrativo efi- dilla, que sería como una nuez, y con aquella, gastándola toda empringando
ciente. El Comendador vino acompañado por 2500 hombres, entre los que el caçabi, y con sopear en el caldo, se pasaban...». Y ya luego el cronista des-
se contaban algunos miembros de la pequeña nobleza, caballeros, artesanos cribe una escena aberrante: «...y es verdad, que estando el minero comien-
y funcionarios administrativos. A no dudar, la calidad humana de los recién do, estaban los indios debajo de la mesa, como suelen estar los perros y los
llegados, en términos de estatus social y en educación, superaba en mucho gatos, para en cayéndose el hueso, arrebatallo, el cual chupan primero, y,
a la de sus antecesores. después de bien chupado, entre dos piedras lo majaban, y lo de que dél po-
Comprendiendo que el lavado de oro precisaba de mucho trabajo y de gran dían gozar, con el caçabi lo comían...».
cantidad de indios para ser beneficioso, Ovando decidió constituirse en el cam- Si bien la cita anterior sólo menciona a los indios que trabajaban en la ex-
peón de la Justa Guerra, embozado en la mentira de la incapacidad del abori- tracción del oro es preciso puntualizar que los que laboraban en las estancias
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cultivando los productos de la tierra no tuvieron un mejor tratamiento. Dice


el padre Las Casas refiriéndose a éstos: «...los de las estancias, que cavaban y
tenían otros grandes trabajos, en su vida mujeres ni hombres nunca supieron,
después de entregados a los españoles qué cosa fuese carne, más del caçabi y
otras raíces». Se podría pensar que generalmente sólo los dedicados a labores
domésticas, sobre todo en la cocina, tenían acceso a otros alimentos.
El famoso sermón pronunciado el cuarto domingo de Adviento de 1511 por
el dominico Fray Antón de Montesino denunciando la situación en que enco-
menderos y esclavistas tenían a los indios, no dejó de aludir a la indigencia en
que vivían: «Cómo los tenéis tan opresos y fatigados, sin dalles de comer...».
El nivel de desarrollo de la sociedad aborigen de la Española nos permite
calcular la existencia en ella de unos 600 mil habitantes. Ahora bien, ya pa-
ra la década de 1510 al 1520 se puede considerar que las instituciones indí-
Mamón, primo
genas habían desaparecido totalmente. Para llegar a esta conclusión basta del anón o chirimoya.
con pensar que el censo hecho por Rodrigo de Alburquerque en 1514 para
proceder a una redistribución total de las encomiendas, ofreció la cifra de
25.303 indios. Y para 1548, dice Fernández de Oviedo que «...no se cree que
hay al presente en este año de mill e quinientos y cuarenta e ocho, quinien-
tos personas entre chicas e grandes, que sean naturales e de la progenie o es-
tirpe de aquellos primeros».
Junto a las persecuciones, las guerras, los malos tratamientos, las epide-
mias, la falta de alimento fue también causa importantísima del exterminio
de los indios de la Española. Las recomendaciones hechas en 1512 por la
Junta de Burgos, de que se les alimentara de mejor manera dándoles pan,
ajes, ají y carne nunca fueron escuchadas por el gobernador Ovando y por
los encomenderos y esclavistas. No valieron las defensas de los indios he-
chas por un sector esclarecido de la monarquía y de la iglesia para evitar que
los indios sucumbieran por el trabajo que se les obligó a realizar.
La carencia de alimentos y las hambrunas de los primeros años dejan co-
mo evidencia certera que la dieta de los españoles en la isla estuvo basada
esencialmente, en los hábitos alimenticios de la comunidad indígena.
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Podemos decir que con todo y el desarrollo material que la colonia experi- a cabalidad. Los 300 ó 360 supervivientes de los 1200 que acompañaron a
mentó a partir de 1502 tras la generalización de la encomienda y la esclavi- Colón en su segundo viaje representaron el núcleo primario de la influen-
tud, no pocos de los comestibles y recetas de los indios se mantuvieron pre- cia española en la creación cultural de la colonia. No poco les debió a és-
sentes en la mesa de los habitantes de la Española. La yuca, el maíz, la batata, tos, en experiencia y enseñanzas el contingente de 2500 pobladores llega-
el mapuey, el maní; frutas como el mamey, la jagua, la guanábana, el anón, el dos con Ovando. Y esto así, porque en los nueve años transcurridos entre
jobo, la lechosa, el caimito, la guayaba, la piña, el hicaco y otras permanecie- 1493 y 1502 habían podido sobrevivir al peligro de las enfermedades, las
ron invariables en la alimentación colonial de estos años y quedarían como durezas del clima tropical y las necesidades alimenticias. Y aunque de los
herencia definitiva a través de los siglos formando parte del sustrato llamado 2500 compañeros de Ovando apenas quedaba con vida la mitad, fueron los
a definir la personalidad gastronómica de los habitantes de la isla. conocimientos de los supervivientes del segundo viaje, lo que les permitió
Los panes de yuca, de maíz, de guáyiga, la arepa, la catibía, el guanimo, y adaptarse al medio y sumar los productos alimenticios de los aborígenes a
otras derivaciones del recetario de la ingesta indígena se incorporaron de su dieta tradicional.
manera persistente no sólo a la dieta colonial sino que permanecerían en la En tiempos de Ovando se multiplicó la extracción del oro de forma ex-
cotidianidad de la alimentación criolla dominicana. El pan de guáyiga, por traordinaria y se produjo un aumento sensible de la población española en
lo trabajoso de su elaboración, se ha ido olvidando, pero hay quienes lo pre- la colonia. la cual estaba radicada tanto en la ciudad de Santo Domingo,
paran todavía. Por ejemplo, en Guayacanes, sección de San Pedro de Ma- como en las nuevas villas fundadas por el activo Gobernador. El cultivo de
corís, lo hacen agregándole coco rallado. la tierra experimentó un cambio apreciable y un importante crecimiento
Técnicas para el cultivo agrícola y para la pesca y modos de preparar y co- del ganado vacuno, caprino, porcino, ovejuno, así como de las aves traí-
cer los alimentos formarían asimismo parte importante de la manutención das a la isla desde el segundo viaje. De América del Sur vendrían alimen-
de aquel período sino también más tarde del republicano. El mabí, bebida tos como la papa y ciertos tipos de frijoles. De México llegaría el tomate y
hecha a partir de la planta conocida como behuco indio, es también perdu- semillas de ajíes dulces.
rable herencia taína. Una vez más serán los cronistas, funcionarios y viajeros los que nos ha-
El casabe se continúa elaborando de la misma manera como se hacía en blarán de los productos y fórmulas culinarias en los años venideros. Resulta
tiempos de los indios. Sin embargo, todos los casabes no son iguales. Los comprensible que el poblador español tuviera preferencias por los alimentos
producidos actualmente en Villa Mella, en Monción, en Puerto Plata, para de su tierra, los cuales, cuando los pudo tener a mano, precederían en su me-
sólo mencionar los más famosos, son disímiles no sólo en la forma sino has- sa a los indígenas. Pero no todos los comestibles venidos de España eran ca-
ta en el gusto ofrecen sutilezas diferenciadoras. Entre dos tortas de tamaño paces de soportar el largo trayecto ultramarino y resistir a las condiciones
pequeño y mediano se hacen actualmente unos emparedados rellenos de climáticas de la colonia.
pasta de maní, el mambá, y otros rellenos de dulce de guayaba. Viene a ser Fernández de Oviedo quien en su historia citada nos ofrece-
Orientada la colonia de acuerdo a los intereses de la Corona, el Gobier- rá más amplios detalles acerca de los hábitos que en materia dietética se fue-
no presidido por Nicolás de Ovando puso todo su empeño en el logro de ron creando en la isla a partir de las posibilidades que ofrecían la naturale-
sustanciosos beneficios. Para desgracia de los indios el propósito se cumplió za, el desarrollo económico de la colonia y el gusto de sus pobladores. A tra-
ITINERARIO HISTÓRICO DE LA GASTRONOMÍA DOMINICANA
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vés de este cronista podremos conocer procedimientos y técnicas para sazo-


nar y cocer los alimentos provenientes de España y los propios de la natura-
leza tropical de Santo Domingo.
La información de Fernández de Oviedo acerca del maíz es buen ejemplo
de esto. Habiéndolo encontrado en la isla por primera vez en América, nos
dice el cronista que los españoles mejoraron su forma de sembrarlo y su pro-
ductividad en razón de que «...aran la tierra...»: y «...por otros aparejos mejo-
res, que usan en la agricultura...». Y en cuanto a su consumo, narra que los
cristianos han dado mucha mejoría a este pan «...cociéndolo en horno a la
manera de España, e es más sabroso e más lindo en la vista». Y agrega el Al-
calde de la Fortaleza de Santo Domingo: «E hácese asaz buen bizcocho dello,
para navegar con ello no muy largo tiempo». Frente a esta cita que nos dice
que los indios consumían el maíz «...en grano o, estando tierno sin tostar, cua-
La jagua, dice La piña, (ananás) se le
Bartolomé de las si seyendo leche...», Carl Ortwin Sauer, en su libro Descubrimiento y domina- llamó así porque a los
Casas que las indias ción española en el Caribe señala que si bien el maíz no era un alimento funda- españoles se les pareció
la frotaban en su a la fruta del pino.
piel porque les mental de los isleños, «...sí era en cierta medida utilizado para hacer pan...».
apretaba las carnes. Y a seguidas cita a Pedro Mártir de Anglería expresando que el cronista ini-
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cia su descripción del maíz diciendo que «...hacen pan de un cierto grano» y a la mañana, de ahí la necesidad de seguirles el rastro a través de la historia.
señala que: «...el grano era por dentro blanco como la nieve». Es el mismo La documentación que hemos encontrado muestra que fueron siendo elabo-
Mártir de Anglería quien en sus Décadas, deja bien sentado el hecho de que rados de acuerdo a las posibilidades que ofrecieron las circunstancias. Hace-
los indios fabricaban pan con maíz. Dice el escribano: «...tienen dos clases de mos provecho de esto último para subrayar que no siempre resultará posible
alimentos sin el cual los demás manjares poco valen: uno de cereales (se re- situar en un momento preciso la creación de una determinada comida.
fiere al maíz. H.T.D.) y otra de raíces; el primero se coge dos veces, en el año Entre los platos que hemos mencionado más arriba se encuentra el gua-
y, en ocasiones es tres. No es raro verles recolectar doscientos y más heminos nimo. La palabra misma nos habla de su procedencia taína, pero es necesa-
(medida agraria. H.T.D.) del grano que llaman maíz. El pan de raíces es me- rio hacer algunas precisiones. El guanimo es consumido con frecuencia en
jor...». Es obvio que Mártir de Anglería prefería el casabe al pan de maíz. algunos lugares de la región del Cibao y pensamos que bien pudo haber si-
En la Apologética, Las Casas también nos habla del maíz expresando que do el pan de maíz de los indios de Santo Domingo. Sin descartar las coinci-
comerlo crudo o asado, o en forma de potaje con agua «...es muy sabroso...». dencias, veamos lo que nos dice Oviedo de una receta que los indios del
Y en su Historia de las Indias el dominico ofrece esta corta receta indígena: Continente Americano elaboraban con una técnica muy parecida a la em-
«...hacían del (maíz) cierto potaje, molido y con agua...». Origen de seguro pleada actualmente en nuestro país para hacer este alimento: «En Tierra Fir-
de la receta del maíz caqueado y, posiblemente, de sus derivaciones de «maíz me tienen los indios otro uso de ese pan (El cronista llamaba pan a la ma-
pelado», «chenchén», «maíz con leche». zorca. H.T.D.) y decirlo he aquí, pero no tractar muchas veces ni repetir una
Entre los españoles del siglo XVI el maíz nunca gozó de gran favor, aun- misma cosa; y es de questa manera: las indias, en especial, lo muelen en una
que dado lo económico, fácil y pródigo que resultaba su cultivo les fue de piedra de dos o tres palmos o más o menos...echando agua... e así se hace una
gran utilidad par darlo de comer a los esclavos africanos en las futuras plan- manera de pasta o masa, de la cual toman un bollo de un jeme (quiere de-
taciones azucareras. Así lo hace constar Oviedo cuando expresa que el maíz cir que toman un puñado. H.T.D.), el grueso como dos o tres dedos. Y en-
era «...gran mantenimiento y también lo dan a los negros e indios esclavos vuélvenle en una hoja de la misma caña del maíz, u otra semejante, y cué-
de que los cristianos se sirven». cenlo, y disque está cocido sacando de la olla o caldera en que se coció en
Sin embargo, andando el tiempo, los criollos de Santo Domingo, blancos, agua y dejando enfriar un algo, y no del todo».
negros, mulatos y sus descendientes, dieron continuidad a la siembra del Otro de los alimentos de la dieta de los indios de Santo Domingo que des-
maíz, a fin de servirse de él para la elaboración de no pocos platos que ven- de los inicios mismos de la colonización sedujo el paladar español fue la ba-
drían a formar parte de la cocina criolla. Mencionar algunos de ellos nos tata. Son los ajes de que ya hemos hablado, tubérculo que se cultivaba en
muestra la capacidad creadora que caracterizaría a los cocineros partiendo «...haciendas y heredamientos», pero sobre todo, en aquella unidad territo-
de un solo producto: Maíz salcochado, asado, arepa, pan de maíz, arepitas, rial productiva que los indios llamaban conuco, la cual ha perdurado en la
empanadas, maíz pelado con leche, guanimo, pastelón de maíz tierno, buche tradición agrícola dominicana aunque sin la significación social comunita-
de perico, majarete. Es decir, el maíz se instaló, firme y plural en el deleite ria que tuvo entre los aborígenes.
gastronómico de los dominicanos. La batata fue un tubérculo rápidamente adoptado por el paladar de los es-
Es necesario aclarar que todos estos alimentos no aparecieron de la noche pañoles. Fernández de Oviedo valoró los ajes con criterio entusiasta al decir
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que eran «...muy buenos, e asados tienen algo mejor sabor, y de la una e de
la otra manera tienen sabor de castañas muy buenas, y es gentil fruta para los
cristianos; porque, como no la comen por principal y ordinario manjar, sino
de cuando en cuando, sabe mejor». A esto agregó el cronista la frase siguien-
te: «Asados e con vino, son buenos de noche, sobre mesa; e en la olla son
buenos». La experiencia del cronista al afirmar que los ajes eran buenos «so-
bre mesa» lleva a pensar que se tomaban asados como postres. Lo de acom-
pañarlo con vino hace de Oviedo un sibarita, puesto que todos sabemos que
lo del vino con el postre, sobre todo el vino dulce de la región de Sauternes,
en Francia, o el Oporto, de Portugal, o los caldos dulces españoles, es combi-
nación dionisíaca. Mártir de Anglería viene a ratificar la identidad de los ajes
cuando los describe como raíces «...del tamaño y forma de nuestros nabos...»,
«...de sabor dulce, semejantes a las castañas todavía tiernas...».
En Santo Domingo,
desde el inicio de En su descripción de los ajes, Las Casas los consideraba como buenos de
la colonización, los «...comer crudas y asadas y cocidas...». Pero el dominico no se detuvo en es-
cítricos se cultivaron
abundantemente. ta simple frase sino que nos encaminó por senderos gastronómicos que po-
nen al descubierto los secretos de manjares indígenas incorporados ya al gus-
to de la generalidad de los habitantes de la colonia y más tarde a la cocina
dominicana. Expresa el dominico que por ser la batata de delicada natura-
leza, para su cocción. «...hanlas de poner ocho o diez días al sol, rociadas pri-
mero y aún lavadas con una escudilla de salmuera, más agua que sal, y cu-
biertas por encima de rara yerba porque no les dé de todo el sol, lo cual he-
cho, las que se quieren comer asadas, metidas en el rescoldo del fuego hasta
que ellas estén tiernas, salen enmeladas como si las sacasen de un bote de
conserva». Lo que Las Casas nos ofrece en esta cita viene a ser la tradicio-
nal batata asada, que en la cocina de la isla y a través del tiempo se cuece
arrimándola al fuego, entre la ceniza y la pequeña brasa adormecida. Ahora
bien, lo que del procedimiento indígena no perduró fue lo de ponerlas algu-
nos días al sol, rociadas con una salmuera y cubiertas de unas hojas que el
propio Las Casas identifica como las propias de la batata o de la vid. Nos pa-
rece que el procedimiento recetario de los indios debiera ganar adeptos
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puesto que no dudamos que al seguir sus pasos se pueda obtener una batata tivan, e aún al presente algunos de los españoles en sus labranzas de esta Is-
asada con más realzada embocadura. la Española, i es hierba o planta que se extiende i echa ramas, como se dijo
El cronista ofrece otra receta más, de origen indígena también, incor- de los ages e de las patatas, e debaxo de la tierra echa su fructo que es blan-
porada a la alimentación colonial como batata sancochada: «Y si las co e del tamaño de dátiles gruesos (e algo mayores e menores) e tienen una
quieren cocidas hinchan unas ollas de ellas y echan dentro una escudilla cáscara mui delgada e cada fructo destos pende o está asido a un vergueta
de agua, no para cocellas, sino porque la olla, estando seca en el princi- delgada, de que está colgado de la rama: e aquella vena que le tiene al lirén
pio no se quiebre, y cubren la olla con hojas de la planta dellas, o de vi- es no más gruesa que un alfiler común o delgado. Estos lirenes cuecen los in-
des o de otras hojas buenas, para que no salga vaho fuera y cociendo así dios e cuando es tiempo desta fructa hai mucho por las plazas que las sacan
una, o dos, o tres horas o lo que menester fuere, porque no han menester a vender, assi cocidos los lirenes; e quítanle aquella cortezuela de encima
mucho tiempo, embébese aquella agua y sale otra tanta miel o almíbar y que es mui delgada e más blanda que una cáscara de una castaña e queda de
todas ellas enmeladas como si fuesen una conserva, pero harto más sabro- dentro el lirén blanco y es de buen sabor. No e visto en España ni en otra
sa..». Frente a todas estas precisiones nos vienen a la memoria los varia- parte, fructa de sabor a que compare estos lirenes».
dos dulces de batatas que el arte de la repostería criolla ha ido creando a Avanzado el siglo XVI, en 1580, Juan López de Velasco en su Geografía de
través de los tiempos. la Isla Española, incluida en el primer tomo de las Relaciones Históricas de
A propósito de esto último debemos hacer mención de la paulatina intro- Emilio Rodríguez Demorizi, menciona los lerenes entre los productos co-
ducción que se ha venido haciendo en nuestro país de la celebración del día mestibles de la isla. Y setenta años después, en 1650, Luis Jerónimo de Al-
de Acción de Gracias (Thanskgiving) instituído en los Estados Unidos de cocer en la Relación Sumaria del Estado presente de la Isla Española, incluida
Norteamérica desde el 1621 por los peregrinos del Mayflower. El almuerzo en el mismo libro, da testimonio del consumo de «...lerenes y otras legum-
donde se dan las gracias a Dios tiene como platos principales pavo hornea- bres...». «...se coje lo que basta para los moradores desta ysla...». Es de seña-
do y una suerte de pastelón de batata americana. En nuestro país, donde la lar el hecho de que el memorialista da a entender, como lo hizo explícita-
celebración va tomando espacio en ciertos niveles sociales, es la batata crio- mente Pedro Mártir, que los lerenes eran consumidos entonces durante to-
lla la que sirve a los comensales para conmemorar la ocasión. do el año, cosa que de ser así obligaba a sembrarlos escalonadamente en el
Otro de los productos que los españoles apreciaron desde sus inicios lo fue tiempo. Hoy día sólo se ven en época de Navidad, cuando en realidad su
el lerén. Las primeras noticias acerca de su existencia las dió Pedro Mártir, gusto y el aprecio de que gozan deberían acreditarle para una más asidua pre-
quien dejó sentado que no sólo fue alimento de los indios sino también de sencia en la mesa dominicana, tanto más cuanto que los lerenes se prestan
los españoles. Las Casas da también testimonio de su origen, pero es Fernán- a una variedad de recetas, pues además de salcochados se pueden degustar
dez de Oviedo quien ofrece una información más precisa: «Había en esta is- salteados en mantequilla, en puré y asados, esto último lo hacían los aborí-
la y ponían los vecinos naturales della otras raíces tan gruesas y redondas co- genes de Santo Domingo.
mo una chicas pelotas que llamaban lerenes...». Y especifica: «...sabrosas de Cultivado por los indios y muy pronto adoptado por los españoles lo fue
comer cocidas y asadas...». el maní, del cual tanto Las Casas como Fernández de Oviedo garantizan que
Y agrega: «Liren es una fructa que nasce en una planta que los indios cul- fue en la isla de Santo Domingo donde por primera vez apareció en Améri-
ITINERARIO HISTÓRICO DE LA GASTRONOMÍA DOMINICANA
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ca. Dice Las Casas que «Otra fructa tenían (los indios) que sembraban y se
criaba o hacía debajo de la tierra...». Y a seguidas: «...llamábase maní, la úl-
tima sílaba aguda, y era tan sabrosa que ni avellanas ni nueces, ni otra fruc-
ta seca de las de Castilla, por sabrosa que fuere, se le podía comparar. Y por-
que siempre se comían della mucha por su buen sabor...». El paladar de Fer-
nández de Oviedo no mostró gran entusiasmo por el gusto del maní, pero
dejó constancia de que era apreciado, aunque subrayando, con indudable
prejuicio, que quienes la comían eran «...algunos hombres bajos, o mucha-
chos, y esclavos, o gentes que no perdonan su gusto a cosa alguna».
En un artículo escrito en la revista Gastroteca, dirigida por Emil Vega, que
de paso sea dicho es magnífica publicación dominicana de temas gastronó-
micos, hemos escrito lo siguiente acerca de los divergentes juicios de Las Ca-
sas y Fernández de Oviedo: «No hay duda de que a través de los siglos el pa-
Maní (cacahuate),
ladar de Las Casas ha venido siendo plebiscitariamente justificado por la alimento de los taínos,
atención que la humanidad le ha prestado a la sapidez de una de las legumi- hoy universal.

nosas más cultivadas y consumidas en nuestro planeta: el maní de los taínos».


Este maní, universalmente conocido como cacahuate, nunca dejó de produ-
cirse en Santo Domingo, alcanzando su apogeo con la creación, en los años
cuarenta del siglo XX, de una industria aceitera basada en esta leguminosa y a nas era goloso con lo que él mismo describe como «...ratones chequitos-
la cual se debe que los dominicanos, desde tan temprano como entonces, pre- ...muy sabrosa y muy buena carne...». Al parecer estos ratones chiquitos
fieran el aceite vegetal a la grasa animal. Del maní ha sido tradición la fabrica- eran una variedad de jutía. Explica Fernández de Oviedo: «...gozques do-
ción de dulces, existiendo una gran variedad de ellos de consumo frecuente. mésticos se hallaron en aquesta isla Española (y en todas las otras islas que
Aunque ya hemos mencionado los cuadrúpedos encontrados por los Es- están en este golfo poblados de cristianos), los cuales criaban los indios en
pañoles en la isla, volvamos de nuevo a los cronistas. Las jutías fueron vis- sus casas». Continúa el relato del Alcalde describiendo la variedad en el co-
tas y comidas por los españoles como conejos pequeños. Para Las Casas los lor de estos perros y señalando que eran «...mudos, e aunque los apaleasen
quemíes eran los más duros de comer: Sin embargo, los mohuí y los curíes ni los matasen, no sabían ladrar».
eran considerados por el dominico «...muy sanos y delicadísimos...»: Luego Narra el Alcalde al respecto: «Los españoles que vinieron con el Almiran-
de hablar de los perros mudos, también comestibles, anota de las iguanas: te primero, en el segundo viaje que hicieron a esta isla, se comieron todos es-
«Dicen los españoles que no hay más sabroso manjar, pero yo digo que les tos perros, porque se morían de hambre e no tenían que comer; pero manjar
haga buen provecho, porque nunca la he podido ni asado comer. Cómenla es para no desecharle los que le tienen en costumbre». Narra entonces su pro-
en viernes por pescado». Así como el cronista era desganado con las igua- pia experiencia: «Y a la verdad, de aquel que yo comí, fueron dos o tres boca-
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dos, e no pensando que era perro. E llegué donde ciertos amigos comían de de tocino o jamón y quien sabe si ajos, cebollas, aceitunas o alcaparras, ele-
uno muy gordo e muy bien asado e lavado e con ages, e no me supo mal...». mentos de la gastronomía española y fórmula inalterable con la que los do-
Viéndole los amigos comer el animal «...con buen gusto e aliento:...». le ex- minicanos guisan este animal cuando lo cuecen en una clandestinidad im-
presaron que debían llevarse algunos a España. El escribano confiesa la repug- punemente tolerada y de resultados culinarios metafóricos.
nancia que le sobrecogió al saber que era de la naturaleza de los perros, pero Las hicoteas «...o menores Tortugas...» como las llama el escribano, eran
muy pronto se recuperó de la aversión e hizo este comentario: «...me supo comunes en la dieta colonial «...cada día se venden por esas calles e plazas
bien, e que quisiera que me avisasen más tarde». Continúa el cronista en su de esta ciudad de Santo Domingo, e son sano manjar». La receta para la hi-
relato con esta frase: «El caso es que todos los españoles que lo han probado, cotea, seguramente no difería de aquella del carey, puesto que todavía hoy
loan este manjar e dicen que les parece no menos bien cabritos». son casi idénticas las formas de aderezar una y otra.
Cuando Fernández de Oviedo explica que el perro se comía «asado e lar- Al igual que los indios, los españoles consumían el tiburón y lo hacían en
deado e con ajos...». lo que quiere decir es que si bien los indios lo cocían al forma de guiso. Las Casas expresa que se comían «...como cazón, bien har-
fuego en sus barbacoas y en sus guisos, los españoles le agregaron el lardo y to y cubierto de ajos...». Preferían el cazón por ser más tierno y porque, ade-
el ajo, siendo el primero la parte que contiene más grasa del tocino. más, se suponía que por su tamaño todavía no había saboreado carne huma-
De los animales mencionados más arriba sólo se encuentran muy de tiem- na. Fernández de Oviedo viene a coincidir con el Obispo de Chiapas cuan-
po en tiempo y muy raramente los curíes y las jutías. De las tortugas del mar, do expresa que el cocimiento se hacía con ajos, aunque su descripción de có-
las hicoteas, el manatí nos hablan los cronistas dejando en claro que tras la mo lo preparaban los marinos es más amplia: «Muerto el tiburón, hácenle
desaparición de los indios estos animales continuaron siendo comida apete- lonjas e tasajos delgados, e pónenlos a enjuagar por las cuerdas de las jarcias
cible por los habitantes de Santo Domingo. de la nave por dos o tres días e más, colgados al aire. Y después se los comen
Relata el Alcalde que cuando mataban las tortugas se comían los huevos cocidos o asados e con aquella salsa común de los ajos...». Esta salsa «común
«...son muy buenos...». decía el Alcalde y agregaba: «Son redondos e todo de los ajos», bien podría ser al aioli, que es la mayonesa hecha a base de ese
son yema, sin clara ni cáscara, e tamaños como nueces los mayores...» El es- bulbo. Por su parte, el Alcalde escribe que también lo comían fresco «... e
cribano se refería a los huevos todavía no cuajados y encontrados en el vien- yo lo he comido de la una y de la otra manera; pero los pequeños, que lla-
tre del animal, ya que es bien sabido que cuando estos desovan, sus yemas man haquetas, son mejores». En el tomo primero de su diccionario «Indige-
vienen envueltas en sus claras y luego en sus cascarones protectores. En lo nismos», Emilio Tejera consigna la palabra haqueta, expresando: «Probable-
que toca a la carne de tortuga expone el Alcalde: «...he comido muchas ve- mente Jaqueta, nombre de los tiburones pequeños». Sin embargo, ésta últi-
ces, y es cosa tan común e notoria, que no hay acá cosa más experimentada ma palabra, jaqueta, no aparece en dicha obra como palabra indígena. En
ni más continuamente vista. Son muy buen manjar e sano, e no tan enojo- los mataburros de la lengua española que hemos consultado, ni en los eti-
so al gusto como los otros pescados...». Aunque el Alcalde no nos deja es- mológicos, hemos encontrado esta palabra referida al tiburón, sino como si-
crita la forma de cocinar el carey, no es desacierto pensar que los indios, tal nónimo de chaqueta. Estamos inclinados a pensar que es palabra taína, aun-
y como lo hacían con otros productos del mar, lo preparaban con ajes y hier- que posiblemente deformada. No siendo plato habitual de la mesa domini-
bas, receta a la que seguramente los colonos agregaron aceite y algún trozo cana no pocos lo comen actualmente, cualquiera que sea su tamaño, por
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considerar que no es tanto lo que los escuálidos consumen de nuestra ana-


tomía como para suponer que el que se pesca ha disfrutado de ese privilegio.
Del manatí nos hablan casi todos los cronistas, aunque quien se explaya
sobre él en una bellísima leyenda es Mártir de Anglería, aunque sin tocar a
sus propiedades alimenticias. Las Casas, en un escueto párrafo, resume esas
virtudes: «No es pescado de escama, sino de cuero como el de las toninas o
atunes, o como de ballenas; el que comiese delante quien no supiese qué era,
en Viernes Santo, creería que comía propia carne, porque así lo parece; es
muy más sabroso y más precioso que ternera, mayormente los que se toman
pequeños, echados en adobo como suele comer la ternera». En esto de «ado-
bo» Las Casas quería decir que la manera como se cocinaba en Santo Domin-
go en este siglo XVI era guisándolo con yerbas, cebollas, ajos, alguna especia
y ya luego aceite o grasa de cerdo y una que otra loncha de jamón o tocino.
Peces y camarones
del mar isleño. Pero fue Fernández de Oviedo quien mayores detalles ofreció sobre la
utilización del manatí en la cocina colonial de inicios y mediados del siglo
XVI. Comienza su descripción sin dejar dudas acerca de su asombro frente
al animal marino y, sobre todo, parcializado de manera definitiva con la te-
ITINERARIO HISTÓRICO DE LA GASTRONOMÍA DOMINICANA ITINERARIO HISTÓRICO DE LA GASTRONOMÍA DOMINICANA
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sis de que el manatí es un pez: «Manatí es un pescado de lo más notable e Desde siempre el manatí ha sido festín de pescadores y de quienes apre-
no oídos de cuantos yo he leído o visto». Y en cuanto a sus bondades culi- cian su carne. Dada la veda permanente que de este animal existe a nivel
narias agrega: «Creo yo que es uno de los buenos pescados del mundo y el mundial es muy ocasional su pesca, pero cuando sucede, es consumido en
que más paresce carne; y en tanta manera parese vaca, viéndole cortado, forma de guiso con las sazones que ofrezcan las circunstancias y acompaña-
que quien no le hubiera visto entero o no lo supiere, mirando una pieza do de arroz o de plátanos, yucas u otros víveres. Hemos tenido la oportuni-
cortada dél, no sabrá determinarse si es vaca o ternera; y de hecho lo ten- dad de verlo cocinar en una pequeña aldea de pescadores en el noroeste del
drá por carne, y se engañarán en esto todos los hombres del mundo, porque país y, verdad sea dicha, razón tenía Fernández de Oviedo en cuanto a su ex-
asimesmo el sabor es más de carne que de pescado estando fresco. La ceci- celencia. El detalle de los huevos fritos en la grasa del manatí es prueba pal-
na e tasajos deste pescado es muy singular e se tiene mucho sin se dañar ni maria de que el Alcalde pertenecía a una categoría de comensal que sobre-
corromper. Yo lo he llevado desde aquesta cibdad de Santo Domingo de la pasaba grandemente al engullidor pedestre, puesto que en él se manifestaba
isla Española hasta la cibdad de Ávila en España, el año mill e quinientos una curiosidad gastronómica renacentista, un prurito persistente por la bús-
e treinta e un años estando allí la Emperatriz, nuestra señora. Y en Castilla queda de nuevas experiencias en el placer de la mesa.
paresce esta cocina que es de la muy buena de Inglaterra cuanto a la vista; Y es que la polifagia gastronómica de Fernández de Oviedo se aventura-
pero cocida, paresce que come hombre muy buen atún o mejor sabor que ba en atrevimientos vanguardistas realmente sorprendentes. Por ejemplo,
de atún es el que tiene». sin falso pudor, con indudable desafío frente al juicio ajeno que prejuzga, na-
Cuando el escritor menciona el año de 1531 como el de su viaje a Es- rra su experiencia con un animal que todavía despierta repugnancia en mu-
paña llevando consigo la cecina de manatí nos está dando a entender que chas personas: «Yo había determinado no hablar en este libro en los sapos
escribía estos juicios con posterioridad a esa fecha. Hecho que esto nos ni en las ranas, e queríalos poner con otros géneros de animales; pero pues
permite comprobar que todavía en ese momento el manatí era plato asi- me paresce que ya el manjar de las ranas no se desprecia en España, y ha lle-
duo en la dieta colonial, llegando incluso su carne a ser elaborada en for- gado hasta la tabla de nuestro gran César, no es razón de que tal título no le
ma de cecina, que es lo mismo que decir salada, seca y hecha tiras Pero su sirva a este animal para que yo le coloque e ponga tras tan excelente pesca-
reiterado epicureismo no se limita a la mención de la receta antes citada, do como es el manatí e los otros de quien he hablado».
sino que se recreó en deleites todavía más rebuscados: «Y la cola del, de la Y en la búsqueda de refrendarios que les sirvieran de cómplices, con indu-
cintura para que he dicho adelante, toda ella hácenla pedazos e tiénenla dable osadía, acude al propio Carlos V: «...Yo oí decir en la cibdad de Victo-
cuatro o cinco días más al sol (la cual paresce como nervio toda ella), e ria, año de mill e quinientos veinte e cuatro, un viernes, comiendo con el di-
desque está enjuta, quémanla en una sartén, o mejor diciendo, fríenla e sa- cho gran chanciller el excelente señor don Fernando de Aragón, duque de
can della mucha manteca, en la cual cuasi todo se convierte, quedando Calabria, e trayendo a su mesa un plato de ranas guisadas que había enviado
poca cibera o cosa que desechar de ella. Y esta manteca es la mejor que se la semana antes otro plato dellas al Emperador, y que le había dicho que le
sabe para guisar huevos fritos porque aunque sea de días nunca tiene ran- habían sabido muy bien...». Y acentúa el Alcalde: «Y muchos años antes las
cio ni mal sabor...». Es probable que esta receta, con alguna variante co- comí yo en Mantua, e Roma y Nápoles e otras partes de Italia; y públicamen-
mo la del sartén, provenga de la cocina indígena. te las venden en las plazas, como manjar sano y de buena digestión e gusto».
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Sobre los sapos de Santo Domingo nos informa: «De aquestas ranas hay zas, jureles, bermejuelas, mojarras guabinas, palometas, biajacas, sábalos, ró-
muchas en esta isla Española y en todas las otras partes destas Indias; pero balos, pargos, corvinas, cornudas, pulpos, cazones, sardinas, agujas, lengua-
no las comen en esta isla, porque no lo han acostumbrado». Es obvio que se dos, salmonetes, almejas. Y añadía: «...mariscos de muchas maneras: langos-
refería al desprecio que mostraban los colonos por el sapo, contrarios a los tas, cangrejos, jaibas, camarones; rayas muchas, y en algunas partes muy
indios, que no afectaban tantos remilgos frente a la generosidad de la natu- grandes; anguilas, morenas, muchos e muy grandes tiburones, tortugas muy
raleza y que, como hemos visto, se satisfacían también con culebras, lagarti- grandes e otras pequeñas que los indios llaman hicoteas, muchas doradas
jas, arañas a fin de colmar sus necesidades alimenticias. En buena parte del (éste es uno de los buenos pescados de la mar), pescados voladores mu-
mundo las ancas de ranas se consideran verdaderas delicadezas. No pocos chos...». Explica el cronista que el método empleado por los «cristianos» pa-
restaurantes, especializados en la preparación de este plato, existen en gran ra atraparlos consistía en la utilización de las cañas de pescar con anzuelos.
número de países. En el mismo Santo Domingo, en esta ciudad donde el Al- El cura Las Casas nos habla de la riqueza de la fauna de los ríos y, sobre
calde paladeaba con disfrute los «macos» criollos, los llamados «penpen» o todo, del aprovechamiento que de ella hacían los españoles: «Todos estos
«toros», hay un establecimiento en la zona colonial que las ofrece como es- ríos y todos los desta isla están de pescados plenísimos, y por la mayor par-
pecialidad de la casa. Lo habitual es comer de las ranas las ancas, es decir, te de los pescados dellos son lizas de las de Castilla, pero muy mejores y más
Frutos del mar. Sazonados, les espera
las extremidades traseras, que son las que tienen más carne, pero lugares hay gruesas y sabrosas y en tamaño mayores...». A propósito de las lizas debe- el aceite hirviendo para
en nuestro planeta donde las comen enteras. mos decir que desde lo más temprano de la colonia hasta el día de hoy los hacerlos fritura.

En su recuento acerca de los peces del mar y de los ríos que servían de ali- habitantes de la isla han venido utilizando, tal y como lo hacían los indios,
mento a los habitantes de la colonia, Fernández de Oviedo menciona las li- los corrales en los ríos y lagunas no sólo para atrapar las lizas sino también
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los róbalos y otros peces que en las aguas medianeras entre el río y el mar,
en la rías, abundan.
Las Casas continúa su narración sobre los peces de ríos mencionando a los
dajaos, guabinas, biajacas, langostinos y al mencionar estos últimos, agrega
con toda razón: «...que son camarones muy grandes, muy buenos de comer...».
Y tras hablar de las hicoteas se expansiona en una descripción que manifiesta
que él, por gusto propio, se interesaba en las recetas suculentas: «Hay en los
arroyos también unos cangrejos que sus cuevas tienen dentro del agua, que los
indios llamaban xaibas (jaibas). Estos cangrejos o xaibas tienen dentro, en el
vaso o caparacho, ciertos huevos y cierto caldo que parece cosa guisada con
azafrán y especias, y así tiene el color el sabor de especias, mayormente cuan-
do están llenas, que es con la luna nueva, porque entonces hanse de comer
asadas, porque cocidas irse bía el caldo y no serían tan buenas».
Cangrejos, aliñados
Todavía hoy los pescadores de jaibas se dedican a buscarlas en luna nue- con coco son manjar
va. El caldo al cual se refiere Las Casas, es todo el líquido que tienen las jai- de sibaritas.

bas dentro de su caparazón, que a no pocos les repugna porque consideran


que contiene cierto depósito deleznable, pero que muchos, sin miramientos,
sorben con gran gozo, al igual que lo hacen muchos amantes de los erizos.
Nos dice el Cronista que prefería las jaibas asadas porque cocidas de otro
modo se perdía su caldo. Sin dejar de tomar en cuenta esa opinión debemos
expresar que entre los dominicanos que aprecian las jaibas no existe la cos-
tumbre de asarlas; pero son bien apreciadas en el guiso criollo con ajos, hier-
bas, ajíes, tomates, alcaparrado y especias varias. Ciertos galameros criollos
de vocación epicúrea se regalan complementando el mejunje anterior con
un poco de leche de coco, fórmula ésta que permite que las jaibas adquieran
entonces sabores de delirio. Hemos conocido en la Provincia del Seibo per-
sonas que con estos crustáceos y con esta receta nos han encumbrado a esos
niveles de regocijo paladial.
En lo que toca a las aves de la isla, desde los inicios de la colonización sir-
vieron de alimento a los españoles. Las Casas y Pedro Mártir nos han deja-
do algunas someras descripciones y podemos estar casi seguros de que a las
ITINERARIO HISTÓRICO DE LA GASTRONOMÍA DOMINICANA
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sirvieron para asear la indumentaria española, por demás copiosa y sobre to-
do, sometida a la sudorosa faena conquistadora bajo el riguroso clima.
A pesar de que los cronistas nos hablan de las hierbas en ciertos coci-
mientos comestibles y bebidas indígenas no las mencionan por su nombre.
Duda no cabe del consumo de hierbas por los indios, puesto que decía Las
Casas que sometidos a los duros trabajos de las minas «...todo el día sin des-
cansar, y comiendo sólo hierbas y raíces asadas y cocidas...».
En la cocina criolla, es corriente hacer uso de algunos herbajes endémi-
cos de Santo Domingo, pero es en la farmacopea popular donde tienen una
mayor preferencia y donde algunos expresan genuina eficacia. Debemos, sin
embargo, subrayar que el bledo, gracias a la influencia y a las enseñanzas ali-
mentarias de la inmigración árabe, salteado en buen aceite de oliva, un po-
co de ajo y espolvoreado con un poco de malagueta, ha encontrado en mu-
Perejil, cilantro,
puerro, traídas las chos dominicanos fieles entusiastas de su originalidad gustativa. De la salvia
semillas de España podemos decir que existe una variedad ampliamente utilizada así como de
se multiplicaron en
Santo Domingo. la especie de menta llamada toronjil.
A las hierbas de la isla vendrían a sumarse las introducidas por los espa-
ñoles. Casi siempre cuando los cronistas hablan de algunas legumbres y fru-
palomas y tórtolas y patos que mencionan se pueden sumar las yaguasas, ga- tas como las lechugas, las cebollas, las berenjenas, el nabo, la remolacha, las
llaretas y otras aves más de la fauna originaria de Santo Domingo. judías, las acelgas, el apio, los pepinos, las coles, el perejil, el cilantro, la
Tanto Fernández de Oviedo como Las Casas y Mártir de Anglería nos hierbabuena, el romero, el orégano.
ofrecen reseñas de las hierbas encontradas en la isla. Es lógico suponer que Mártir de Anglería nos informa cómo en Santo Domingo fueron «...mul-
entre las mencionadas varias de ellas tuvieran utilidad en la cocina indígena tiplicándose allí las verduras y hortalizas llevadas por los frailes, como me-
y que, probablemente, los nuevos inmigrantes los adoptaran con idéntico fin lones, calabazas, cohombros, rábanos, zanahorias y espinacas». Desde los
y hasta para aliñar determinados platos con su aprovechamiento. Nombra el inicios del descubrimiento las frutas existentes en la isla formaron parte de
escribano chicoria, verdolaga, albahaca, poleo, poleo montesino, bledos, sal- los hábitos alimenticios de los descubridores. Ya en páginas anteriores he-
via, cilantro. Observa Las Casas que: «Cuanto a las yerbas, son inmensas las mos mencionado buena parte de ellas, pero nos parece interesante dejar tes-
que hay en esta isla y de especies diversas, y creo que de gran virtud medici- timonio de la opinión que algunas les merecieron a cronistas y a otros cu-
nales...». Y a continuación relata cómo los indios se valían de algunas de ellas riosos de nuestra flora en la época de la colonia.
para curar ciertos males, para su aseo y «para lavar ropa». Debemos pensar Entre 1514 y 1516, fechas en las que Pedro Mártir escribió la Segunda y
que estas últimas, más que a las escasas vestimentas de los indios, de seguro la Tercera de sus Décadas, los habitantes de Santo Domingo tenían particu-
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lar y continuo aprecio por las frutas de la isla. A tenor de las noticias que re- terísticas de algunos árboles de Santo Domingo narra Fernández de Ovie-
cibía en España de boca de conocedores de la colonia, comenta el cronista do: «Otro es el mamey que produce un fruto del tamaño de la naranja, cu-
que la jagua era «...comestible y de buen sabor...». Tanto Oviedo como Las yo sabor en nada cede al del más rico melón». Y al ponderar la belleza del
Casas nos hablan de la lechosa, cuyo nombre indígena es papaya, y nos des- árbol repite el cronista: «...La fructa de este árbol es la mejor que hay en
criben el anón (llamado también chirimoya por los dominicanos), la guaná- esta isla Española». E insiste el Alcalde: «...una carnosidad de color leo-
bana, la guayaba, el caimito, dando testimonio de que eran bien estimadas nada, o cuasi, que pende en amarillo, e sabe a melocotón o duraznos, o es
por los españoles. Frutos como el caimito, le merecieron a Oviedo esta opi- de mejor sabor...». Las Casas se suma a esta opinión acerca del mamey y
nión «...sanas e de buena digestión, y en estas plazas de Santo Domingo se expresa: «...en olor y sabor es fructa de reyes...». Y agrega: «...el olor y sa-
vende harta della en tiempo que la hay». Es decir, el consumo de esas frutas bor dellos cierto es tal que ninguna fructa se le iguala de todas cuantas ha-
era habitual y ya tenían en la ciudad demanda y mercado. De Europa sólo bemos e comemos en Castilla».
llegaban frutas secas, de allí que las frescas sólo pudieran ser las que llama- De la piña nos ofrece una elocuente descripción: «El invictísimo rey Fer-
mos criollas o las que como las sandías, los melones y los cítricos habían si- nando confiesa haber comido otro fruto, procedente de las mismas tierras,
do sembrados en la isla. escamoso, parecido por su aspecto, forma y color a la piña del pino, pero de
Guanábana, fruto de
Al paso del tiempo, sobre todo a partir de los siglos XIX y XX, muchas de los taínos, con cuya blandura igual a la del melón y superior en sabor a cualquier otro fruto de
las frutas endémicas comenzarían a hacerse raras en la mesa dominicana, so- pulpa se hace el huerta, pues no se trata de un árbol, sino de una hierba semejante al cardo
delicioso refresco
bre todo en las ciudades. Varios factores fueron culpables de esto: la siembra llamado champola. o al acanto. El propio rey le concede la palma». Y agrega: «Los que las han
de ciertos cultivos que exigen pleno sol y, por ende, la tala de árboles fruta- gustado frescas en su suelo nativo ponderan con admiración su delicadeza».
les, la emigración del campesino a la ciudad abandonando sus predios y su En la Española se le llamó piña a este fruto porque su forma y color, como
producción agrícola, la desaparición de las estancias y conucos que bordea- dice el cronista, se parecía «a la piña del pino» Es obvio que antes de cono-
ban los centros urbanos y lo poco que se pagaba por ellas, cosa ésta que ha- cer el nombre indígena de la piña, que es ananás, los españoles conocieron
cía que no interesara venderlas. Para obtener jobos, ciruelas, mameyes, el fruto, bautizándolo tal y como se ha continuado llamando en Santo Do-
anón, hicacos, caimito, guayaba, guanábana, había que ir al campo o tener- mingo y otras partes del mundo.
las sembradas en el patio hogareño o procurarlas por encargo. En estos últi- Se admira el Cronista una y otra vez de la apariencia de la planta y del
mos años no pocas han reaparecido en los mercados, tal vez porque ya todo fruto y añade que existen diversas variedades en cuanto a su sabor: «Gustar-
tiene precio rentable y porque son menos costosas que las extranjeras y por- la es cosa tan apetitosa e suave, que faltan palabras, en este caso, para dar al
que el intercambio cultural con otros pueblos, mediante viajes y medios de propio su loor en esto; porque ninguna de las otras fructas que he nombra-
comunicación, las han ido valorando y convenciendo al paladar dominica- do, no se pueden con muchos quilates comparar a esta». Anota el Alcalde
no de que la mayoría son tan sabrosas o más que peras y manzanas. que la piña ya era cultivada por los españoles y que precisaba de diez a doce
Ahora bien, la documentación obtenida en obras e informes y cartas meses para poder ser cosechada. De la piña escribió Las Casas: «...fruta en
de funcionarios españoles nos explica que en todo el siglo XVI las favori- olor y sabor admirable». Girolamo Benzoni, en su obra «Historia del Nuevo
tas de los españoles lo fueron el mamey y la piña. Describiendo las carac- Mundo, escrita a mitad del siglo XVI, nos dice de este fruto: «...a mi como a
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muchos otros, me ha sucedido que, estando enfermo, no podía comer nada


sin esta fructa, la cual en mi opinión, es una de las más apetitosas que hay
en el mundo. Quitando la piel, todo el resto es pulpa. Generalmente tiene
sabor dulce, con una punta de agrio». Y acerca de la guanábana expone: «su
fruto es como un corazón, tiene la piel verde y delgada, con una especie de
escama de pescado, y por dentro es blanco».
Cuando los cronistas escribían esas páginas acerca de los productos co-
mestibles de la flora y la fauna, los indios habían desaparecido como comu-
nidad. A mitad del siglo XVI, como lo comprobaba el mismo Fernández de
Oviedo, apenas quedaban unos quinientos. Tras su extinción dejaban un va-
lioso legado alimenticio. Los españoles se aprovecharían de él manteniendo
la autenticidad de las recetas aborígenes o enriqueciendo sus técnicas y sus
fórmulas para hacer del comer un hábito cada vez más placentero. De esto
Lechosa (papaya),
se encargarían la cocinera, el cocinero o la ama de casa, partiendo de las po- ligera, refrescante,
sibilidades a su alcance y, sobre todo, de su sabiduría, imaginación y de las digestiva. Fruto
endémico de
exigencias del paladar de los habitantes de la colonia. Santo Domingo.
A esos alimentos de la dieta indígena se sumaron los que desde 1493 y
1502 llegaron en los buques de Colón y luego con el Gobernador Ovando
así como de otras partes de América. Buen número de éstos últimos se adap-
taron tempranamente en la colonia. Será la historia escrita por cronistas,
funcionarios coloniales, vecinos y viajeros la que tendrá que orientarnos en
el conocimiento de la forma en que los habitantes de Santo Domingo los
irían utilizando para ir creando, junto a la herencia taína, una transcultura-
da producción culinaria.
EL GRAN MEJUNJE

La rotundidad Fue durante el gobierno de Ovando que la explotación del indio en el la-
criolla: la bandera
nacional. Arroz, vado del oro de las arenas auríferas resultó verdaderamente provechosa no
habichuela y carne sólo para los particulares sino personalmente para los reyes y para muchos
guisada. Ya en el
siglo XVI era plato funcionarios de la colonia. En el lapso que abarca de1502 a 1509 la ciudad
del común.
de Santo Domingo adquirió el perfil de lo que hoy se conoce como zona co-
lonial. Y a fin de ampliar las posibilidades económicas y tener un control
efectivo de la isla, Ovando fundó 14 villas, distribuidas de manera estraté-
gica, aprovechando las experiencias ecológicas de las poblaciones indígenas.
Tras la partida de Ovando llegaría a Santo Domingo en calidad de Gober-
nador, Segundo Almirante y Virrey de Indias, Diego Colón, hijo del descubri-
dor, quien había obtenido el cargo por diligencias de su suegro, Hernando de
Toledo, Comendador Mayor de León y hermano de Fadrique de Toledo, Du-
que de Alba, ligados ambos a Fernando el Católico por lazos familiares. De to-
dos modos, y muy a pesar de los esfuerzos desplegados para heredar los favores
que los reyes habían concedido a su padre, el Virrey se aposentó en Santo Do-
mingo bajo unas condiciones que delataban la decisión de la Monarquía de
no concederle porcentajes excesivos de las riquezas de América. Para velar por
ello la reina Juana designó a Miguel de Pasamonte como Tesorero Real.
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En los gobiernos de Bobadilla, Ovando y Diego Colón la colonia experi- de manera indirecta, ya que las importaciones de esa colonia vecina eran las
mentó estabilidad administrativa y bonanza económica, cosas estas que hi- mismas que llegaban a todas las islas pobladas por españoles. La mayoría de los
cieron que la metrópoli mantuviera una continua comunicación con la co- barcos que en las primeras décadas del siglo XVI venían de España a la isla to-
lonia. Los productos alimenticios españoles afluirían de manera más o me- caban puerto en Santo Domingo y luego pasaban a Puerto Rico.
nos puntuales. En ese sentido lo que se importaba de España era, principal- Escribe Tanodi que: «Como los principales puertos a los cuales se dirigían
mente, aceite, tocino, aceitunas, nueces, frutos secos, trigo, harina, garban- en la segunda década del siglo XVI, fueron los de la isla Española, en ellos se
zos, lentejas, algunos embutidos, vino, arroz, y otros productos que no se abrían los registros que llevaban los maestres o escribanos de los navíos. Al-
producían en Santo Domingo. En la colonia se cosechaban algunas frutas y gunos navíos continuaban el viaje o volvían a España, vía Puerto Rico, lle-
legumbres y hierbas traídas de España. El ganado, de varias razas, comenza- vando las mercaderías que no descargaron en Santo Domingo». Siendo es-
ba a multiplicarse rápidamente. Ya en las primeras décadas del siglo XVI es- to así, es lógico pensar que lo que se descargaba en Puerto Rico era lo mis-
cribía Las Casas «...los ganados vacunos son aquí en grosura, grandeza y se- mo que se habían llevado a Santo Domigo. En general, lo principal era es-
bo excesivos...». to: sal, aceite, pescados en salmuera, (sardinas, lisas, caballas) aceitunas,
A fin de tener una idea clara de lo que podían ser las necesidades alimen- ajos, ajonjolí, alcaparras, almendras, arroz, atún, azafrán, bizcochos, cebo-
ticias de la colonia hay que precisar que para esta época, contando el puña- llas, cebollines, habas, harina, jamón, jengibre, lentejas, longaniza, membri-
do de indios que había sobrevivido, los españoles y los esclavos negros, su- llo, pasas, pescado salado, quesos, rosquetes, rosquillas, semillas, tasajo, to-
maba unos 30.000 habitantes. A muy corto plazo este número sufriría cam- cino, vinagre, vino, pimienta, nueces, miel, cilantro seco, lentejas, garban-
bios enormes, provocados por el atractivo que suscitaba en muchos de sus zos, higos secos.
habitantes las sonadas riquezas de Tierra Firme, sobre todo las de México y Esto demuestra que no era tanto lo que llegaba de España como sustento,
Perú. Por el momento, y en razón de la prosperidad que los negocios de la puesto que con los alimentos que encontraron los españoles en la isla y con
esclavitud, los ingenios y trapiches azucareros creaban, la capital de la colo- los animales, frutas, legumbres y granos traídos de España y producidas en la
nia era el centro urbano más importante de América, en el que recalaban colonia, no se precisaba de gran cosa para satisfacer las exigencias de una die-
comerciantes y aventureros de toda laya llegados de España. ta equilibrada. Lo realmente indispensable para los españoles fue siempre el
Alimentar a todos estos habitantes requería no sólo producir interna- vino y la harina. En páginas posteriores podremos ver que los documentos
mente sino mantener una importación sostenida de productos de la metró- históricos coincidirán con el inventario tomado de las páginas de Tanodi.
poli. Comerciantes vinculados a la Casa de Contratación, institución que En su Apologética, Las Casas, hablando de la alimentación de los cerdos
monopolizaba todos los intercambios comerciales con América, se encarga- con el fruto de la palma real deja testimonio de lo bien que se reproducían:
ban de traer a la isla los mantenimientos necesarios y de exportar los obte- «...los puercos comen mucho y engordan mucho con ella». La costumbre de
nidos en ella. alimentarlos del mismo modo ha continuado hasta nuestros días, incluso a
Frente a la carencia de datos específicos sobre ese intercambio comercial aquellas razas de reciente importación y a las que también se les da alimen-
con Santo Domingo, ha sido la obra de Aurelio Tanodi Documentos de la Real tos preparados.
Audiencia de Puerto Rico, la que en ese sentido nos ha prestado alguna ayuda No fue poca la extrañeza que causó a Pedro Mártir enterarse de que de los
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cerdos había en la isla «... multitud increíble, proviniendo de los pocos que
de aquí se llevaron y les dan opíparo banquete.»
Como algo curioso haremos el relato de Las Casas acerca del primer ban-
quete con carne de cerdo celebrado en América. Describiendo las minas de
oro de Santo Domingo cuenta el dominico que en una de ellas se encontró
«...un monstruoso grano, nunca otro en el universo ni visto ni oído, a lo que
cree, ni tan grande ni tan hermoso, dignísima joya para estar en la recáma-
ra real de Castilla perpetuamente». Agrega el cronista: «Tenía tres palmos
en redondo y cuatro dedos en alto; pesaba 36 libras de oro...» Y testimonia:
«Yo lo vide y, cierto, era cosa digna de ser vista. El día que se halló se cortó
y comió en él un lechón de puerco no muy chico». Este relato lo hemos co-
piado de la Apologética Historia Sumaria, pero en su Historia de las Indias,
cuenta el sacerdote que ese grano de oro fue encontrado por una aborigen y
Pepino, de España Granos al granel, de
a América. Hoy día que al llegar el dueño de la mina y verlo «...hicieron fiesta, asando un le- América Central y
se encuentran chón o cochino, lo cortaron y comieron de él, loándose que comieron en de España.
distintas especies.
plato de oro muy fino, que nunca otro tal lo tuvo algún rey».
De seguro que la vanagloria de los comensales no era menor que la que
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experimentó el alma del cerdo sacrificado, porque de haber nacido en una gran cantidad de animales en la ciudad y otro tanto en el campo. Seiscien-
pocilga vino a morir en cuna de oro. Como el sentimiento humanitario de tos vecinos venían a ser unas 3000 personas, promediando 5 en cada uno
Las Casas no perdonaba injusticias, debemos consignar en este episodio la de ellos. Estos vecinos tenían gentes a su servicio, sirvientes, cocineros y
reacción final que creó en el sacerdote el famoso banquete: «Pero, sin peca- otros. A esto se han de sumar los esclavos, a los cuales, en la época, que era
do, podemos presumir que a la triste india que lo descubrió, por hallazgo no momento de bonanza, se les daba algo de carne. Es decir que carne no fal-
se le dieron de grana ni de seda faldrillas, y ¡ojalá! le hallan dado un solo bo- taba en la ciudad de Santo Domingo y mucho menos en el campo. Sin em-
cado del cochino». bargo, no toda estaba destinada a la alimentación, mucha de ella se perdía
Tal vez nada nos describe mejor las especies del ganado traído a la isla que porque lo que más interesaba a los dueños de ganado era despojarlo del cue-
lo expresado por Fernández de Oviedo algunos años más tarde, cuando ya la ro y extraerle el sebo para ser exportados a España. Esta práctica era ya pre-
población de Santo Domingo había mermado considerablemente: «...En es- monición de lo que sería en el porvenir inmediato el mayor negocio de la
ta Cibdad de Santo Domingo no llega a seiscientos vecinos al presente que isla: el contrabando de pieles y sebo con negociantes franceses, ingleses y
es el año de mill e quinientos e cuarenta y ocho en que estamos, e ya tuvo holandeses.
más vecindad; pero nunca estuvo tan edificada. Y como quier que es poca En toda la segunda mitad del siglo XVI el ganado, sobre todo el vacuno,
Chinola. Fruto asiático.
población, se matan cada día cuarenta novillas e vacas en la carnescería, se había reproducido de manera sorprendente. El escribano nos dice que en
que se pesan, e con la carne del rastro, llegan a cincuenta reses un día con los campos aledaños a la ciudad de Santo Domingo había personas que po-
otro, y vale el arrelde a dos maravedíes; que es cada arrelde dos libras de a seían «...veinte e veinte e cinco mil cabezas de aqueste ganado, y de aquí pa-
diez y seis onzas. Mátanse e cómense en esta cibdad treinta e treinta e cin- ra abajo, de quince a doce e diez mil...». A esto había que agregar «El gana-
co carneros cada un día, e vale el arrelde a diez e seis miravedíes. Mátanse e do que se ha hecho salvaje». y los ganados pertenecientes a «...otras hacien-
pésanse, al mismo prescio, cada un día, veinte terneras. Mátanse e pésanse das y enredamientos del campo de los vecinos de la cibdad e de todas las vi-
cada día diez e doce puercos, e vale el arrelde a veinte maravedíes. Así que, llas e poblaciones desta isla...». Fernández de Oviedo insistía en el tema, ha-
son, por todos, ciento e diez e siete cabezas destos cuatro géneros o forma de ciendo énfasis en la cantidad de animales existentes y en la identidad de
ganados, o pocos menos; e aún a veces más de lo ques dicho. Lo cual canti- ciertos hacendados propietarios de ellos. Por ejemplo: «Público es que la
dad no hay pueblo en España, por grande que sea, en que tanto ganado se viuda mujer que fue de Diego Solano, tiene diez e ocho o veinte mill cabe-
pese. Y como en otras partes la historia lo recuerda, es mucha cantidad la zas deste ganado; y el obispo de Venezuela, déan desta Santa Iglesia de San-
que del ganado vacuno se mata e alancea en el campo, e se deja perder la to Domingo, tiene veinte e cinco mill cabezas, o más..»
carne, por salvar los cueros para los llevar a España, e por aprovecharse del En razón de que los cerdos, como hemos visto, se habían propagado enor-
sebo». Decía Benzoni sobre este asunto que «Cualquiera puede, con tal que memente, los cimarrones, por su agresividad, llegaron a ser un peligro para
entregue la piel al dueño, matar cuantas reses necesite para su uso». los trabajadores de los campos de caña. Además de esto, la cantidad de pe-
Párrafos éstos sin desperdicios para dejar sentado que el hambre entre rros salvajes que los cerdos atraían redoblaba el problema de la seguridad de
habitantes libres de la Española ya era cosa de otro tiempo, pero también todos los labradores.
para comprender las razones que llevaban a los dueños del ganado a matar Explica el cronista, que por estas razones se frenó un poco su crianza,
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mejor acá prueban son las pequeñas de Guinea e de Cabo Verde...». Resulta
explicable que esas variedades africanas, traídas desde España, se acomoda-
ran rápidamente al clima tropical y cuya descendencia todavía corretea por
los campos dominicanos con su mirada alerta y de cabriola en cabriola.
Las Casas también escribió acerca de la abundancia del ganado, manifes-
tando que en la isla había vecinos «...que pasan de quinientos, que tienen a
diez y a veinte y a treinta y a cincuenta y a sesenta mil vacas, tan grandes
que son mayores que búfanos; ovejas no tienen números, y cabras muchas,
y sobre todas las carnes, la infinidad de los puercos y la carne dellos no se
iguala gallinas ni capones con ella». De España llegaron también conejos,
«...blancos e prietos...» reseña Oviedo.
De las aves el cronista menciona las gallinas y los gallos «...De los nues-
tros de España...» y anota su buen desarrollo y reproducción, alabando de
Carne, tocino, tasajo,
en el noroeste de chivo paso a los «...muchos e muy hermosos capones...», que vienen a ser los que
y en el este de res. corrientemente los dominicanos llamamos manilos, castrados o no. «Hanse
traído muchas palomas duendas...», que son las más apropiadas para ser do-
mesticadas y «...pavos de los de Castilla... y ansares, y gansos, y ánades». Los
pavos a los que se refería el cronista eran los pajuiles, que en Santo Domin-
aunque no por esto dejaron de reproducirse de manera salvaje para pla- go se reproducir en gran número en los montes del Sur. En cuanto a los ána-
cer de los monteros, ya existentes en gran número en la colonia, gozado- des eran patos de gran tamaño.
res de aquel cerdo ibérico, probablemente de Jabugo, de Cartagena, Entre las plantas tendría una importancia decisiva la caña de azúcar, in-
Campillo o Cumbres Mayores, cuyos jamones son mundialmente famo- troducida muy temprano en la isla y destinada en materia culinaria, por su
sos. Sobre este alimento no podemos dejar de recordar lo que gozosa- polivalencia, a prosperar de manera definitiva en la alimentación de la isla.
mente y con maestría escribió Camilo José Cela: «Del jamón se goza no Fue traída a Santo Domingo en el segundo viaje del Almirante, habiéndo-
sólo oliéndolo, y gustándolo, sino también mirándolo y mascándolo. No se adquirido en las Canarias, donde ya para esa época se producía azúcar en
debe pincharse con la navaja-y menos con el tenedor o el mondadientes ingenios y trapiches. Dice Colón en el Memorial que entregó a Jerónimo de
y la herramienta más apropiada para llevárselo a la boca son los dedos, Torres en fecha 30 de enero de 1494 que «... Las cañas de azúcar, según unas
que para algo los había hecho Dios. El jamón de Jabugo es negro, delei- poquitas que se pusieron, han prendido...». Y así fue, la tierra le fue propi-
toso, glorioso y singular...». cia a la gramínea, puesto que ya a partir de 1505 se tienen noticias de la pro-
En cuanto a otros animales revela el cronista que «...Cabras se han traído ducción de azúcar con trapiches.
de España y de las de Cabo Verde e algunos hatos hay deste ganado, e las que Frente a la imposibilidad de continuar con la extracción del oro por la
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falta de mano de obra indígena y por lo antieconómico que resultaba em- Al resultado cultural de la relación entre indios y españoles se sumaría
plear al esclavo africano en esta labor, se dio comienzo a la explotación de desde muy temprano una nueva influencia, una etnia llamada a jugar un pa-
la caña en gran escala para la exportación de azúcar hacia la metrópoli. pel estelar en todo el devenir de la creación de la identidad dominicana. Si
El alza de los precios de este producto en Europa, las ventajas que ofrecía la bien algunos indios fueron empleados en las labores de la producción del
naturaleza de Santo Domingo para el cultivo de la planta y para la operación azúcar, sería la mano de obra africana la destinada a esa faena. Con la pre-
de un ingenio o un trapiche y la necesidad de que la isla tuviera un medio eco- sencia de esos trabajadores la historia de Santo Domingo recibiría otro apor-
nómico capaz de sustituir al oro, movieron las voluntades de la monarquía es- te en la forja de su compendio cultural y, por ende, en la integración de nue-
pañola y de los comerciantes extranjeros, sobre todo de aquellos que estaban vos elementos en la conformación de su particularidad gastronómica
vinculados a la trata de esclavos, hacia la creación de ingenios y trapiches. El año 1501 marca la presencia de los primeros africanos en Santo Do-
Acerca de lo favorable que resultaba la naturaleza de la isla para el culti- mingo, aunque no pocas conjeturas consideran acertado pensar que en el se-
vo de la caña de azúcar escribía el Alcalde: «...la tierra e fertilidad della, y gundo viaje del Almirante vinieron algunos en calidad de esclavos domés-
el aparejo grande de las aguas e la dispusición de los muy grandes boscajes ticos. A éstos y a los que llegarían más tarde, en 1502, con Nicolás de Ovan-
de leña para tan grandes y continuos fuegos, sean tan a propósito como son do, se les llamaban ladinos, es decir, aculturados en el ámbito de los patro-
para tales haciendas». Y continuaba el cronista: «Pues aquesto del azúcar es nes sociales de España, pueblo latino.
una de las más ricas granjerías que en alguna provincia o reino del mundo Pero sería a partir de 1505, por decisión de Fernando el Católico, cuan-
pueda haber y en aquesta isla hay tanta e tan buena...». Y ya luego informa do la Casa de Contratación de Sevilla enviaría a Santo Domingo 17 escla-
acerca de la importancia y el emplazamiento de «...veinte ingenios podero- vos procedentes de Guinea. Y tras esta remesa, con el fin de utilizarlos en el
sos, molientes e corrientes, e cuatro trapiches de caballos». lavado del oro y luego en los ingenios y trapiches, los arribos de esclavos
Esto acontecía por los años de la década 1520-1530 y explica Oviedo que africanos seguirían hasta el punto de llegar a formar el grupo étnico más am-
existía «...dispusición para edificar otros muchos...» Y en efecto, en 1520 plio de la sociedad colonial.
Frai Luís de Figueroa, de la Orden de los Jerónimos, escribía: «...están pues- Resulta por demás difícil conocer de manera exacta el número de escla-
to por obra de se hacer cuarenta ingenios mas y mas...». Naturalmente, en vos existentes en esta isla en las primeras cinco décadas del siglo XVI, tan
este número ya estaban comprendidos los citados por Oviedo, pero es obvio tortuoso y enredado devino el negocio de la trata. Los negociantes extran-
que en aquel momento el negocio presentaba perspectivas promisorias. jeros, sobre todo genoveses, que adquirían licencias reales las renegociaban
Las Casas señala la multiplicación de las factorías de azúcar y enfatiza frecuentemente en la misma Europa. De esta manera, sin los controles de la
el hecho de que las facilidades crediticias que obtuvieron algunos colonos Casa de Contratación, no se podía saber cuantos de los esclavos autorizados
permitieron su desarrollo: «...Por este camino y deste principio se ofrecie- eran realmente traídos o cuantos de los que llegaban permanecían en la is-
ron algunos vecinos a hacer trapiches que muelen las cañas con caballos, la o eran llevados a otros lugares de América.
y otros, que tenían y se hallaban con más grueso caudal, pusiéronse a ha- En la obra Santo Domingo en los escritos de Juan Bautista Muñoz, su autor,
cer ingenios poderosos de agua, que muelen más cañas y sacan más azúcar Roberto Marte, transcribe una carta del Gobernador López Cerrato de fecha
que tres trapiches...». 15 de julio de 1546 en la que éste informa: «Oigo quejarse de que se sacan ne-
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gros para tierra firme i no hay en eso razón de queja. Aquí viven muchos de
comprar negros boçales, los instruían y venden luego». En la década de 1530
a 1540 eran tantos los esclavos negros que Oviedo llegó a escribir que Santo
Domingo le parecía «...una nueva Guinea...»
La mayor expansión de los ingenios se sitúa entre 1540 a 1550, lapso en
el que existieron unas 30 a 40 fábricas de azúcar, entre ingenios y trapiches.
Cifras éstas que vienen a ser aceptables si se piensa que para el Licenciado
Juan de Echagoian que vivió en Santo Domingo entre 1557 y 1564 en cali-
dad de Oidor de la Real Audiencia, para esos años existían todavía «...más
de treinta ingenios de azúcar y algunos de ellos son trapiches, que no mue-
len la rueda con agua, sino con caballo». Observó Echagoian en su Relación
de la Isla Española, que sumados los esclavos de los ingenios, estancias y los
que trabajaban en la ciudad en servicios domésticos y otros quehaceres
La caña de azúcar,
tanta historia de «...serán por todos veinte mil negros...». Otros autores calculan para esta
sudor y dulzor. fecha una cifra cercana a 30.000 y en ella 10.000 mujeres. De este número
los había de distintas regiones del Continente Africano.
Tal y como les sucedió a las mujeres indias, una parte de las esclavas africa-
nas sería utilizado en labores domésticas al servicio de los amos. Desde ese mo-
mento comenzó la negra a ser la encargada de aprender a elaborar los platos
de la cocina india y de la española, así como a introducir los de su propia tra-
dición si las posibilidades lo permitían. A partir de esa posición ella sería no
sólo la depositaria de técnicas y sazones de esas tres cocinas, sino, sobre todo,
la gran papisa del imaginario gastronómico destinado a la creación, a la evo-
lución y a la síntesis de los platos que constituirían la cocina criolla. En la agri-
cultura, la pesca, la caza, la crianza de animales la mujer africana participó
también de manera directa.
A propósito de su papel en la alimentación, Celsa Albert Batista escribe
en su libro Mujer y Esclavitud: «La mujer va a reconocer en América una se-
rie de alimentos que le son familiares, unos de origen africano y otros asiá-
ticos. Estos últimos, traídos a través de Africa, debido a que los mismos for-
maban parte de la dieta africana. De ahí la notable influencia africana tan-
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to en la dieta alimenticia como en la forma de hacer y usar los alimentos, dieran cargar con otra cosa que no fueran semillas. La gallina de Guinea, el
como puede constatarse en las Antillas y Tierra Firme americana, donde, el plátano, el ñame, la malagueta y otros productos llegaron por otras manos,
nombre del alimento y la forma de hacerlo varía, en algunos, al elaborar el generalmente desde las Canarias, por los inmigrantes de esas islas, sobre to-
plato alimenticio; pero los ingredientes son los mismos. Esta dinámica cul- do en el siglo XVII. Algo que es preciso recordar es que en los barcos negre-
tural donde la mujer de origen africano juega un papel fundamental, va a ser ros se hacía acopio de alimentos africanos para darles de comer a los escla-
transmitida como herencia a la mujer negra criolla y a la mulata». vos durante la travesía y es posible que también de esa manera llegaran al-
La presencia Africana en Santo Domingo se expresaría en una doble di- gunos otros comestibles.
mensión: a través de las manifestaciones de su cultura original y como par- Sucedió también que no pocos productos que formaban parte de la dieta
te integral de una sociedad que iba elaborando en un pedregoso y contradic- africana, como el plátano, se encontraban en Santo Domingo antes de la lle-
torio camino su singular destino. Ahora bien, no pasaría mucho tiempo pa- gada de los esclavos y otros, como el maíz, la batata, la yuca, los granos secos,
ra que el africano y el español, inmersos en un novedoso marco social, fue- legumbres, hortalizas, carnes, pescados, por tener semejanzas con algunos del
ran obligados por las circunstancias a dejar de lado gran parte de su tradi- África, se prestaban a técnicas y fórmulas culinarias de ese Continente.
ción, involucrados como estaban en un original proceso histórico. Con todo y esos aportes, el gran protagonismo de los africanos en esta
Expresa Moreno Fraginals en su trabajo Aportes Culturales y Decultura- materia no les vendrá de sus productos ni del recetario original que pudie-
ción: «...muy poco del arte culinario africano pasa a América. Sin embargo, ron traer en el recuerdo, sino de su capacidad creadora a partir de las posi-
en las zonas de influencia de las plantaciones azucareras se desarrolló un bilidades existentes en el medio colonial. En su lucha por sobrevivir, en las
gusto por el dulce, que creó, en las áreas urbanas, una variedad de platos condiciones impuestas por la esclavitud, deculturados, transculturados, for-
con base azucarera». Y agrega: «El gusto excesivo por el dulce corrió para- maban parte importantísima en la aculturación de la identidad que se crea-
lelo al también excesivo gusto por la sal. Esta fue obra resultante del traba- ba en la colonia. La influencia de la cocina africana existe entre nosotros,
jo en las plantaciones. Laborando todo el día al sol, o en las altas tempera- pero es mayor, infinitamente mayor la contribución que hizo esta etnia co-
turas de la casa de calderas, los esclavos eliminaban todas las sales por la mo parte del proceso creador de la cocina de Santo Domingo. Y fue la coci-
piel, con la sudoración, y requirieron un suplemento diario del cloruro de nera criolla, mayormente de origen africano, quien tuvo el encargo de re-
sodio». La cita tiene sus verdades, pero es necesario precisarlas en lo que conciliar y conjugar los distintos paladares, multiplicando sabores, arries-
toca al arte culinario. Los africanos que llegaron a Santo Domingo eran gando especias, en actitud oficiante de alquimia, magia, arte, ciencia, a fin
gentes de tradición oral, es decir, con costumbres enraizadas en su memo- de lograr el fiat lux de la gastronomía criolla.
ria, las cuales no podían ser borradas de la noche a la mañana. Como he- Ahora bien, en esa colonia de ingenios, hatos, estancias y de casas de ve-
mos dicho, las esclavas negras no tardaron en llegar a la isla con el recuer- cinos, no todas las mesas eran servidas con igualdad. El amo, el comercian-
do y la experiencia de sus hábitos alimenticios. De sus productos comesti- te, el funcionario, podían alimentarse con todo o casi todo lo que había dis-
bles se puede decir que en el envoltorio clandestino sólo pudieron llegar a ponible. El esclavo dependía de lo que le daba el amo, que de manera irre-
la isla el maní Congo, granos de guandules, de funde, porque en las condi- gular podía ser tasajo, miel de purga, guarapo, plátano, tubérculos, casabe y
ciones en que eran instalados en los buques negreros no era posible que pu- de vez en vez alguna otra carne.
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La rebeldía del esclavo africano se manifestaría desde muy temprano en la


isla. En 1522, en un ingenio propiedad de Diego Colón, tuvo lugar la prime-
ra de las tantas que se sucederían en toda la historia colonial. Dice Carlos Es-
teban Deive en su obra Los Guerrilleros Negros de Santo Domingo, que el cima-
rronaje no fue sólo uno, sino que hubo un cimarronaje simple, de abandono
momentáneo, en el que la carencia alimenticia jugó un papel determinado,
pero de ninguna manera se puede comparar con el «gran cimarronaje», que es
aquel en que «...bandas de esclavos, generalmente comandadas por un jefe, se
fugan con el objeto de refugiarse en lugares retirados, inextricables embarazo-
sos y poco accesibles para los perseguidores. En ellos construyen poblados,
siembran, procrean hijos y se protegen militarmente erigiendo un sistema de
vigilancia y defensa contra las cuadrillas y tropas enviadas para capturarlos».
El esclavo decidió liberarse con el fin de evitar los maltratos de la escla-
Maní congo, llegó del La uva, las cepas de
África como dice vitud y de tener la posibilidad de hacer su vida a voluntad. Rompiendo la esta planta llegaron
su apellido, y encontró relación esclavista podía recrear y reafirmar algunos aspectos de su cultura. de España en 1493,
en América un primo en el segundo viaje
hermano: el maní En cuanto a su alimentación, el cimarrón produjo y comió lo que en la co- del Almirante.
taíno, el cacahuate lonia se producía y se comía, pero, sin lugar a duda, de mejor manera que
hoy universal.
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los esclavos de los ingenios y trapiches. Hablando de la prosperidad de los productores, sobre todo en Sierra Leona, de variedades de habichuelas y ha-
ingenios y refiriéndose a la alimentación de los esclavos dice Oviedo: «Y bas. En Guinea el ñame y el plátano formaban parte importante de la dieta
de las mieles y sobras que del azúcar acá se pierden e se dan a los negros e cotidiana. En muchos sitios de África la palabra ñame es sinónimo del ver-
trabajadores...». De esas sobras, de lo que quedaba adherido a las resfriade- bo comer y en no pocos lugares de habla inglesa, la onomatopeya yam yam
ras y a los tachos de azúcar heredamos los dominicanos la raspadura, que significa deseo de comer. Además de la malagueta, poseían asimismo ciertos
durante siglos serviría a gran parte de la población para endulzar el café y tipos de pimienta y especias picantes.
el chocolate campesinos. Esto del hambre de los esclavos lo comprueba Entre las formas de cocinar el plátano verde en África una era la de hacer
Echagoian en sus Relaciones: «El mantenimiento de estos negros de estan- frituras, y es muy posible que ahí radique el antecedente de los tostones crio-
cias y ingenios, y los que están en la ciudad trabajando, y sirviendo a sus llos. En muchas etnias africanas de este fruto se hacía y se hace un puré mez-
amos...es comer casabi...». Y agrega el Oidor aludiendo a ciertos ingenios: clado con grasa y hierbas, fórmula de seguro ancestral del mangú, palabra que
«...No solamente son muy maltratados en el cuerpo, como es con el mucho utilizó el africano que vino a Santo Domingo para darle nombre a ese man-
trabajo que tienen, que no duermen de noche, y asimismo no comen, y en jar. Con la banana muy madura elaboraban dulces, cosa ésta que también nos
muchos ingenios no les dan casabi, si no es vaca y algunos plátanos, y an- lleva a recordar los plátanos al caldero de la cocina criolla dominicana.
Producto del trapiche:
dan en cueros los más». Lo de comer vaca se explica por la gran cantidad la raspadura. Mofongo y mondongo tienen casta etimológica africana, aunque estamos
de animales que se habían reproducido en la isla. inclinados a pensar que son platos de la cocina criolla, si bien pueden tener
Explicando lo que a su juicio provocaba la huída del esclavo, el Gober- un fuerte contenido de esa herencia. Era parte del recetario de sus pueblos
nador López Cerrato, expresó lo siguiente en carta que escribiera el Empe- de origen africano envolver los alimentos en hojas y sancocharlos. Se podría
rador Carlos V en fecha 12 de septiembre de 1544: «He observado que a nin- pensar en los pasteles de hojas hechos actualmente de plátanos y de yuca,
guno que trata bien sus esclavos se le va ninguno». muy frecuentes en la mesa dominicana en tiempos navideños. El hecho de
En los manieles de cimarrones se cultivaba la yuca, el plátano, la batata, que este plato fuera característico de la Provincia de San Cristóbal, donde
se criaban aves de corral y se obtenía la carne mediante la cacería de cerdos había gran concentración de negros esclavos, refuerza la idea de que su ori-
y la matanza del ganado salvaje. gen es una reinterpretación de recetas de esa cocina. Durante siglos el fun-
A propósito de los cerdos y del ganado vacuno debemos recordar que los de y el maní Congo fueron exclusividades agrícola de esa misma región.
africanos, contrariamente a los indios, conocían los grandes cuadrúpedos y Al decir de J. Pablo Morales Payán, J. Richard Ortiz, Julio Cicero y Fran-
los sabían cazar y, por consiguiente, tenían costumbre de adobarlos y de co- cisco Taveras en un acucioso y bien documentado trabajo titulado Digitaria
cinarlos de forma variada, entre otras asándolos en un emparrado parecido exilis as a Crop in The Dominican Republic, el funde fue introducido en la is-
a la barbacoa indígena. De allí que no le pudiera causar extrañeza encontrar la en el siglo XV. La semilla de esta gramínia es pequeñita y existen de ella
las vacas, los cerdos, las cabras, los ovejos, pues en sus respectivas regiones varios tipos. El que llegó a Santo Domingo es el de color blanco. Hace más
existían animales de la misma naturaleza o de la misma especie con los que de medio siglo se consumía bastante en la capital dominicana en forma de
elaboraba distintos platos. dulce preparado con agua, leche, a veces leche de coco, azúcar, canela y
Por otra parte, los africanos conocían el aceite vegetal, el arroz, y eran acompañado de ciruelas en almíbar, pero actualmente es difícil obtenerlo,
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muy a pesar que desde el África misma llegó hasta la isla la fama de sus vir-
tudes afrodisíacas. Fue tanto así, que bajo instrucciones de Trujillo, quien
era oriundo de San Cristóbal, se hizo un brebaje para la venta a nivel mun-
dial, el «Pega Palo», siendo uno de sus componentes principales ese produc-
to. En África el funde está considerado una comida delicada y postinera.
Refiere Jessica B. Harris en su libro The África Cookbook, Tastes of a Con-
tinent que a partir de la técnica de las tres rocas para hacer un fuego, los afri-
canos hervían alimentos, algunos envueltos en hojas de plátanos, opinión
que refuerza lo de los pasteles en hojas. Freían en aceite, asaban la carne y
tubérculos valiéndose de las cenizas calientes. Además, como utensilio de la
técnica culinaria hay que mencionar el pilón, del cual dice Marcio Veloz
Maggiolo en su estudio «La Herencia Africana en la Cultura Dominicana
Actual», que en nuestro país, al igual que en África: «En las zonas rurales es
La gallina africana, de
la Guinea. Hoy día hay de tamaño bastante apreciable y el trabajo en él suele efectuarse, como en
más de una variedad. diversas zonas en África, fuera de la casa. Quienes manejan el pilón, tanto
aquí como en dichas zonas son las mujeres».
Debemos agregar que el guandul guisado o mezclado con arroz (moro) po-
siblemente sean platos de la cocina de los esclavos alzados. Existe una rece-
ta del guandul mezclado con arroz y alguna que otra carne, auyama, verdu-
ras, ajos, cebollas, y agrio de naranja llamado chambre. Es plato hecho con
lo que quedaba, fue comida de pobre, de esclavo en sus inicios.
El cimarronaje comenzó a partir de la década situada entre 1520 y 1530
y llegó a contar con unos 3000 rebeldes, cifra que venía a ser, más o menos,
el diez por ciento de la totalidad de los esclavos existentes en Santo Do-
mingo y la mitad de los 6000 españoles habitantes de la isla. Cuando los ci-
marrones abandonaron los manieles, la cocinera que formaba parte del gru-
po rebelde algo nuevo le comunicó en materia gastronómica a la esclava
del ingenio, de la estancia o de la casa de familia, la cual, a su vez, segura-
mente le reciprocó con sus experiencias adquiridas en la cocina del ama.
Sin embargo, queremos insistir en la idea de que si bien perduran influen-
cias inconfundibles de las distintas etnias coincidentes en Santo Domingo,
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la cocina criolla dominicana es más que una suma de ellas, es una creación romper o desollar, e dentro es todo una médula que paresce un tuétano de
original, hazaña que surge de la intimidad de circunstancias y contingencias vaca» Y prosigue: «Esta es muy buena fructa... hácense en el sabor, cuan-
privativas de la sociedad colonial y de la vida republicana. do están curados, muy semejantes a los higos pasos, y aún mejores». Y ya
Para llegar a América tuvo el plátano que esperar siglos hasta agotar el re- luego, revela el sibarita: «En el horno asados, sobre una reja u otra cosa
corrido que desde Asia lo llevó al África Oriental, al África Occidental, a las semejante, son muy buena e sabrosa fructa, e paresce un género sobre sí,
Canarias y de ahí, por fin, en 1561, a Santo Domingo, en el curioso equipaje como lo es, de una conserva melosa, e de muy buen cordial y suave gus-
del cura Tomás Berlanga, de la Orden de los Predicadores. Nos dice Felipe to. Asimesmo, cociéndolos en la olla con carne, es muy buen manjar; pe-
Fernández Armesto en su libro Historia de la Comida que la tradición «botáni- ro no ha de estar el plátano mucho duro para lo cocer con la carne, ni
ca griega romana remonta sus orígenes a la India. Teofrasto creía que los sa- muy maduro, ni se ha de echar sino cuando esté la carne cuasi cocida, e
bios se reunían a la sombra del platanero para comer sus frutos. En lo que hoy desollado».
denominamos Alta Edad Media ya se cultivaban variedades que se podían Lo más interesante del relato no es que muestra que ya para mediados del
adaptar a casi todos los climas tropicales y subtropicales; crecían en China siglo XVI el plátano se consumía asado sino su cocimiento en «la olla con
Meridional y en muchas regiones africanas, de costa a costa. Incluso se culti- carne», lo cual podría ser el presagio del sancocho.
vaban como planta de jardín en la España musulmana, aunque los conquista- El cronista tenía verdadera afición por la cocina, puesto que los detalles
dores cristianos no siguieron cultivándolas. Con esta excepción, los primeros acerca de ciertas reglas apropiadas para la cocción del plátano descubren en
cultivadores europeos de plátano fueron los colonos de las islas Canarias». él a alguien que se asomaba muy de cerca al fogón. Recordaremos que ya an-
Más tarde se traerían a la isla otras variedades de musáceas. Cuenta Már- tes, en sus relatos sobre ranas e iguanas nos había participado originales re-
tir de Anglería del guineo: «crece repentinamente, y una vez adulto produ- cetas de su inquisidor apetito.
ce de su seno pocos racimos. Cada uno de éstos procrea treinta fructos y a Refiriéndose al guineo agrega el escribano: «Comidos crudos, después que
veces poco más...». Y continúa: «...su pulpa tiene blandura y sabor de la maduran es muy gentil fructa, y no es menester comer con ella pan ni otra
manteca fresca. La primera vez que se prueba no agrada, pero a los acostum- cosa, y es de excelente sabor, e sana e de gentil digestión: que nunca he oí-
brados les sabe muy bien»... El rulo y los diferentes guineos pequeños fueron do decir que hiciese mal a ninguno». E insistía el cronista: «...en las hereda-
llegando sucesivamente unos tras otro. En 1629 Antonio Vásquez de Espi- des que en esta isla tienen los vecinos, hoy mucho número incontable des-
nosa en su Compendio y Descripción de las Indias Occidentales, publicado por tos plátanos, porque son muy provechosos e se gastan cuantos hay, con la
Emilio Rodríguez Demorizi en el primer volumen de las Relaciones Geográfi- gente, e aún es muy buena renta para sus dueños».
cas de Santo Domingo, escribía acerca de las frutas existentes en las isla: En casi todos los relatos del siglo XVI escritos por funcionarios dando
...plátanos de diferentes suertes que es muy socorrida en todos tiempos y ne- cuenta del estado de la isla el plátano, junto al casabe, es mencionado co-
cesidades por averla todo el año...». mo mantenimiento fundamental de sus habitantes.
Pero volvamos a Fernández de Oviedo, quien, una vez más, ofrece una El 9 de septiembre de 1544 llegaron a Santo Domingo unos cincuenta
descripción interesante acerca de cómo los españoles comían el plátano: frailes dominicos con el fin de incrementar, en toda América, la presen-
«Tiene esta fructa una corteza no muy gruesa, pero correosa y fácil de cia y la influencia de la Orden a la que pertenecían. En un amplio escri-
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to acerca de su viaje y sus primeras experiencias refieren lo siguiente:


«...plátanos son una fruta larga comúnmente de un palmo, algunos meno-
res, otros mayores, son casi como la muñeca de gordos...». Aunque al
principio de su estadía no les resultó agradable, no tardaron en tomarle
gusto. Y así lo escribieron: «Es una muy gentil fruta cruda azada y en ca-
suela y guisada y como quiera». La opinión de los dominicos nos hace
pensar que los crudos que probaron eran guineos y que para este tiempo
los plátanos asados en cazuela o sancochados o en una sopa o guisados
eran platos corrientes en la isla.
En el mismo texto hablan de haber comido guayabas y batatas. De éstas
últimas expresan: «...Unas son blancas, otras coloradas, coménse asadas y
cocidas, tienen el sabor en nada diferentes a castañas asadas y cocidas, así
nos supieron bien; el casabi es el pan común de la tierra...». Mencionan, asi-
Pastel de hojas, masa
mismo, el ají, el cual lo comieron acompañado de casabe. de plátano con relleno
Cuentan que gracias a una negra horra, vale decir, liberta, pudieron sa- de carne. Delicadeza
de la mesa navideña
ciar al hambre, puesto que poco caso les hicieron las autoridades conocien- dominicana.
do las críticas que desde el padre Las Casas, Montesino y otros venían ha-
ciendo los de la Orden de Santo Domingo a los encomenderos y esclavistas.
Junto a la liberta, una dama rica de la colonia, María de Arana, viuda de Juan de Echagoian, oidor de la Audiencia de Santo Domingo, en el año
Diego Solano, colaboró también en el sustento de los religiosos. De esta ex- 1568 envió una «Relación de la Isla Española» a Felipe II, en la que haría
periencia, dejaron interesantes noticias acerca de algunos de los productos este juicio de valor sobre el gusto del plátano: «...como carne de mermela-
de la alimentación regular de los habitantes de la colonia y de la dadivosi- da...». Y ya luego explica: «Es mantenimiento principal de aquella tierra;
dad de la negra: «...no paraba de día ni de noche, ya venía cargada de casa- son más de doscientos mil árboles de estos los que están en la dicha ciudad,
bi, ó ya de pescado y de plátanos y de todo lo que podía...». ingenios y estancias». La enumeración de esa siembra la hacía Echagoian re-
Por otra parte, la viuda Arana les envió «...pan y vino; aunque al presente firiéndose solamente a Santo Domingo, sus ingenios de azúcar y sus estan-
era caro; pero enviónos veinticinco arrobas juntas y terneras y cabritas, carne- cias, cosa que autoriza a pensar que en toda la isla el cultivo del plátano era
ros, casabis, pescado, y ya nos enviaba la comida guisada y por guisar...». Y agre- para esta época muy importante.
gan: «Aquella viuda de Solano en especial nos envió 17 novillas en cecina, tres La relación de Echagoian no se limitó a hablarnos del consumo del plá-
terneras, seis carneros, treinta gallinas, cuatro quesos...». De la visita que les hi- tano sino que fue más allá, adentrándose en los problemas que para la ali-
zo María de Toledo en la Capilla del Rosario dicen «...nos dio la Señora Virrey- mentación general de la colonia había creado la matanza indiscriminada de
na muy bien de comer de muchos y buenos pescados como el día pasado...». animales vacunos. En la ciudad de Santo Domingo y en los pueblos de los
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alrededores de los ingenios era donde más se sentía la escasez, en razón de En la lista de productos mencionados por López de Velasco aparece el co-
que una vez que se sacrificaban los animales para aprovechar los cueros y co. Si a los cocos les agregamos la presencia, ya comprobada, de guandules
venderlos de contrabando, la carne se dejaba perder. Otros aspectos vincu- y de los peces de que nos habla el Cosmógrafo López de Velasco, es lógico
lados a la dieta de los habitantes de Santo Domingo también llamaron la que acuda al pensamiento el moro de guandules con coco y el «peje con co-
atención de Echagoian, subrayando sobre todo el consumo de carne de cer- co» de los samanenses y de otros pueblos de la isla. Alusión que no nos de-
do, de ovejas y de chivos. En cuanto a las aves, hizo mención de la mucha be escapar es la que hace del lerén como uno de los tubérculos de consumo
crianza de palomas y gallinas. habitual en el siglo XVI.
Juan López de Velasco, designado Cosmógrafo y Cronista de Indias en En las Relaciones Geográficas de Santo Domingo, bajo el título De la Is-
1571, escribió una Geografía de Indias e incluyó en ella una parte relativa a la de Santo Domingo, el historiador Emilio Rodríguez Demorizi recoge un tra-
Santo Domingo. En lo concerniente a los productos que formaban parte de bajo de Fray Juan González de Mendoza, publicado en Madrid en 1586, en
la dieta de sus pobladores menciona plátanos, cocos, guayabas, mameyes, pi- el que se encuentran algunas noticias relativas a los productos comestibles
ñas, batatas, lerenes, ñames, auyamas, ajíes, maíz, yuca, frijoles, melones, le- de esta isla. Tras hablar del azúcar y el jengibre, narra: «...ay muchos puer-
chugas, rábanos, pepinos, berenjenas, naranjos, limones, vacas, puercos, cos, cuya carne es tan fina, y tan sabrosa como el carnero de España, y vale
ovejas, chivos, palomas, patos, gallinas, gallinas de Guinea, cangrejos. De todo por muy poco precio, y cómprase un novillo por ocho reales, y las de-
los animales marinos López de Velasco habla de los que comió: «...guabina, más cosas de la tierra a este respecto, aunque las mercadurías de España va-
dajaos, lechambre, sábalo, cazón, icoteas, pargas, lureles, viejas, meros, do- len caras». La comparación entre el gusto del puerco y del carnero no es
rados, macabis, sardineta, salmonete, lenguado, rodaballo, morena, pulpo, muy feliz, pero, al parecer, González de Mendoza era un apasionado del cor-
manatí, tortuga, carey, raya, cangrejo, burgaos, ostión, jaiba, caracol...», Y dero y al recordar el deleite que le produjo el cerdo de Santo Domingo no
agrega el geógrafo: «...y otros muchos. tuvo más salida para el halago que asimilarlo a su carne favorita. Los apun-
Esta descripción es sumamente interesante por cuanto contiene un con- tes del fraile continuaban hablando del pan común, «...se llama caza-
junto de alimentos que constituyen una magnífica síntesis de los productos be...aunque no es tan bueno como la arina de trigo, pueden pasar con el...».
indígenas, españoles y africanos existentes en la isla. Lo importante del re- En el registro hecho hasta ahora de los alimentos de la cocina indígena y
lato es que a partir de ellos, y de otros ya mencionados, se puede conocer y española hemos podido ver cómo los ofrecimientos de la naturaleza tropical,
deducir toda una serie de recetas representativas de la evolución de la coci- las relaciones sociales de producción, la prosperidad, la decadencia econó-
na criolla .Por ejemplo, la reiterada mención de los frijoles y del arroz, uni- mica y las preferencias del paladar se fueron encargando de seleccionar de
do a la abundancia de plátanos y carne en los campos, nos está diciendo que la despensa isleña aquellos que constituirían la base del recetario criollo. La
el alimento nacional por excelencia, «la bandera», o existía ya o no estaba sociedad colonial, exceptuando a algunos dueños de minas, comerciantes y
lejos de aparecer en la mesa del siglo XVI. Y es que sólo de manera excep- propietarios de ingenios, vivió en la pobreza. De allí que la mayoría de los
cional se puede fijar la fecha precisa de la creación de un determinado pla- españoles abandonara la isla y se marchara, seducida por el resplandor de los
to, sobre todo cuando no contamos con la documentación capaz de ilustrar- metales preciosos de México y Perú. Para los finales del siglo XVI el español
nos con absoluta precisión. que no emigró fue porque no tenía los medios para hacerlo o porque era fun-
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cionario o había procreado familia, a lo mejor mestiza, o estaba atado a la


colonia por alguna otra razón, sobre todo la de haber nacido en ella.
En ese momento la mayor parte de los ingenios había desaparecido, los
que quedaban producían muy poca azúcar, endeudados sus dueños o muy
conscientes de la imposibilidad de exportar el producto por la falta de bar-
cos que lo transportaran a España. Otras razones de esa decadencia fueron
la escasez y la carestía de esclavos, la caída de los precios del azúcar en el
mercado europeo y el favor de que gozaba en la Casa de Contratación de Se-
villa el azúcar fabricado en Canarias y en otras partes de la metrópoli.
Ahora bien, las constantes quejas dirigidas a la Corona por funcionarios,
sacerdotes, comerciantes y viajeros acerca del perecimiento de la isla eran
ciertas en cuanto a la pobreza de sus pobladores, pero no en lo que concier-
ne a la alimentación, porque de hambre sólo padecían, en sentido general,
Plátanos cortados para Plátanos al caldero.
el inicio del proceso de los esclavos de las plantaciones. La mayor parte de las lamentaciones tenían
freir los tostones. como objetivo tratar de lograr la libertad de comercio a fin de desligar la is-
la del monopolio de la Casa de Contratación y poder encontrarle mercado
a productos como el azúcar, el sebo, y los cueros del ganado vacuno. De ha-
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ber logrado esto, la historia de la isla hubiese sido otra, difícil de saber si más da. A las costas del Norte y noroeste vinieron los barcos de esas naciones a
o menos traumática. trocar de contrabando sus productos por las pieles de vacas, por el sebo, el
En 1545 ya eran raros los barcos que llegaban desde España. Un grupo de jengibre, la madera. A los habitantes de la isla no sólo les resultaba cómodo
vecinos integrantes de la justicia y las milicias, escribía al Emperador expre- comerciar en las costas cercanas a sus haciendas, sino recibir como ganan-
sándole: «De España ya apenas vienen navíos sino de año en año; por don- cia el doble de lo que les pagaban los negociantes vinculados a la Casa de
de la pipa de harina y mala nos venden a 40 castellanos, la de vino a 50». Contratación las raras veces que atracaba un barco en el puerto de Santo
En los años sucesivos el problema seguiría agravándose hasta proyectarse Domingo, el único autorizado a exportar mercancías a España.
más allá de dos siglos. En 1544, los Oficiales Alvaro Cavallero, Alonso de La Corona tenía urgentes necesidades de oro y otras riquezas no existen-
Peña y Juan Junco escribieron una carta al Rey con estas reflexiones: «Por tes en Santo Domingo. Esa realidad hizo de esta isla una colonia práctica-
razón de venir naos en flota, ha más de año y medio que no han venido a mente inútil y costosa. A la nostalgia de algunos por el valor que tuvo la is-
esta isla sino 4 naos en esta flota. Si no fuera por unas Caravelas de Cana- la como primera capital del Nuevo Mundo y centro patrocinador de gran-
rias que han traído vino y harinas, pereciéramos, suplicamos se de licencia des proezas en América, se oponían los implacables intereses mercuriales. El
general para venir naos sueltas con mantenimientos, sea de Canarias o de deseo de la Corona de mantener la isla bajo su soberanía se debía a razones
otros puertos de esos Reinos». estratégicas, sobre todo frente a la actividad de sus vecinos europeos burlan-
El problema del transporte de los productos de la isla hacia España hacía do su mare clausum y sus pretendidos derechos de propietaria exclusiva de
tiempo que venía socavando la economía azucarera así como la de exporta- toda América.
ción de pieles. Muy ocupada estaba la Corona en la búsqueda de metales Al contrabando había que buscarle cura y con todo y lo complicado que
preciosos para su ejército, su burocracia y sobre todo, para comprar las mer- era esto, España encontró el remedio. Desgraciadamente, el que decidió
cancías que por no contar con una industria manufacturera importante de- aplicar en Santo Domingo fue peor que la enfermedad.
bía adquirir en los países europeos que como Holanda y Francia desarrolla- Para frenar el intenso contrabando que desde más de 40 años se llevaba
ban un capitalismo cuya producción sobrepasaba su demanda interna. a cabo por las costas de las regiones del norte, del noroeste y parte del sur de
Lo que España adquiría en esos países para suplir sus carencias y satisfa- la isla, el Rey español decidió dar cumplimiento a las Cédulas Reales de
cer las necesidades de su vasto mundo colonial nunca fue suficiente y, por 1603, mediante las cuales se había decidido despoblar los lugares y poblados
esa razón, los alimentos llegaban a América con un precio exorbitante. De ligados al contrabando a fin de descontinuar con esa práctica. La decisión
todos modos, sería casi nada o en muchos años nada, lo que Santo Domin- de la Corona no era ni más ni menos que arremeter contra los molinos de
go recibiría de su metrópoli. viento de la historia.
Por las fisuras de esa desarticulación se colaría entonces el contrabando, En razón de que la mayoría de los habitantes de Santo Domingo favorecía
particularmente en el Caribe español y especialmente en Santo Domingo, el contrabando y el comercio libre, el gobernador Antonio Osorio tuvo que
tierra descuidada y, paradójicamente, tierra prometida para el comercio ejecutar las órdenes reales de manera brutal con la ayuda de soldados de Puer-
francés, portugués, ingles y, sobre todo para aquella nación que ostentaba el to Rico. Como consecuencias del desalojo de los habitantes y de su concentra-
galardón de ser la primera en el desarrollo del capitalismo europeo: Holan- ción en sitios apartados de sus propiedades, se perdieron infinidad de cultivos
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ricano? Difícil resultaba el problema para España, doloroso para los habitan-
tes de Santo Domingo.
Blancos, negros, mulatos, todos los lugareños de las regiones despobladas
se opusieron a esa medida, muchos de ellos con las armas en las manos. An-
tes que obedecer al rey se sobrepusieron sus intereses, su arraigo a una tie-
rra, a una descendencia y a unos hábitos que nada tenía que ver con las con-
veniencias del Estado español. Para la mayoría de los habitantes de la isla,
la fidelidad a España era ya sólo una excusa necesaria par defenderse de ma-
les mayores, porque para entonces, en este siglo XVII, había germinado en
ellos un profundo sentido de pertenencia propia.
En la obra La Española: Anotaciones Históricas, 1600-1650 Juan Gil Ber-
mejo calcula que la población de Santo Domingo para el año 1606 rondaba
los 16.000 habitantes, entre ellos unos 10.959 esclavos y el resto libres. Ni
Guineos, bananas
pintonas, al parecer en el llamado censo de Osorio publicado por Emilio Rodríguez Demorizi en el
proceso de devota segundo tomo de las Relaciones Históricas de Santo Domingo, ni ningún otro
maduración.
documento, nos hablan de los mestizos o de los mulatos existentes en ese
momento en la isla. Gil Bermejo nos dice que entre esos 16.000 habitantes
la tercera parte estaba integrada por «hombres libres» es decir 5334, de los
agrícolas. De unas 100.000 reses mansas que pastaban en aquellos campos sólo cuales más de la mitad avecindados en la capital. La suma de los libres con
pudieron ser trasladadas unas 8000, muriendo muchas de estas en la mudanza. los 10.959 esclavos nos da 16.293, que si bien es cercana a los 16.000 calcu-
Desde el punto de vista ecológico las despoblaciones provocaron un gran lados por este autor, ignora sin embargo a los mestizos de indios y españoles
desequilibrio en toda la isla, reduciendo su geografía total a una tercera parte, y de éstos y negros.
trastocando la vida familiar y social existente en esas regiones y profundizan- A pesar de las despoblaciones y de las prohibiciones de habitar los luga-
do la miseria. Un vasto territorio, la mayor parte de la isla, quedó pues, aban- res devastados, buena cantidad de sus pobladores retornó a ellos para tratar
donado a merced de aventureros y de las ambiciones de los Estados deseosos de rehacer sus vidas con el ganado que allí había quedado en estado salvaje
y necesitados de poseer tierras donde producir materias primas tropicales. y para renovar sus conucos destruidos. No pocos negros, esclavos y libres y
Pero aquí cabe preguntarse ¿Podía España establecer puertos libres en mulatos harían lo mismo.
Santo Domingo o en cualquier parte de América frente al desarrollo capita- Las consecuencias inmediatas de aquel despropósito fueron la escasez de
lista de naciones como Holanda, Francia e Inglaterra? ¿Acaso esa medida no carne, de sal, de víveres y de casabe. Es decir, una segunda vez el hambre hi-
hubiese significado poner todo el comercio del Caribe en manos extranjeras zo su aparición en algunos lugares de la colonia, sobre todo en la ciudad de
y, subsecuentemente, correr el riesgo de perder poderío en el imperio ame- Santo Domingo. Quienes más padecieron esta situación fueron los esclavos,
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alimentados de tal manera que cientos de ellos fueron víctimas de graves in-
toxicaciones. Al decir del regidor Rodrigo de los Olivos, la capital necesita-
ba unas 100 reses diarias para su alimentación y apenas se consumía algo de
cecina de algunos toros viejos y muy poco cerdo y ovejo.
Lo irónico de la situación fue que las despoblaciones acrecentaron la in-
diferencia. El abandono sería mayor, puesto que apenas uno o dos barcos por
año vendrían desde España a la isla y a veces transcurrían hasta tres sin que
ninguno anclara en sus puertos. La soledad en que vivirían sus habitantes
haría del Santo Domingo de inicios del siglo XVIII una sociedad de definido
perfil criollo, vocacionada a esbozar de más en más las características del ser
dominicano. Siendo la gastronomía una de sus expresiones culturales, el su-
mario de los productos, técnicas y gustos alimenticios de indios, españoles y
africanos profundizaría su proceso identificario de cocina criolla.
Racimo de El coco, tan generoso,
cocos «indios». En este siglo XVII se concentrarían los gustos mayores de esa culinaria. y tan presto a servir
Gastronomía identificable, auténtica, pero a su vez abierta, propensa a en- de aliño en múltiples
platos criollos.
riquecerse integrando novedades multinacionales a su acervo y asimilándo-
las hasta convertirlas igualmente en lugares comunes del comer criollo. La
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inmutabilidad de la pobreza durante todo este siglo XVII no podía detener la tes, nos permite comprender cómo la cocina dominicana fue evolucionan-
síntesis, todo lo contrario, la realidad obligó a enfatizar aún más el enhebra- do y ampliando su ambicioso recetario.
miento racial y social de Santo Domingo. Por paradójico que pudiera pare- En los Autos y Testimonios tocantes a las cosas del estado de la Isla Españo-
cer, la estrechez contribuyó a aguzar la imaginación y el sentido creador de la, hechos por don Antonio Osorio, documento publicado por Rodríguez
la ama de casa y, sobre todo, de la cocinera de los siglos por venir. La desa- Demorizi en el segundo tomo de Relaciones Históricas, de Santo Domingo,
tención de España en que viviría la isla obligó a sus habitantes a indagar to- aparece un recuento de las poblaciones de la isla, incluyendo la ciudad de
das las posibilidades que ofrecían los productos alimenticios existentes; el Santo Domingo. El escribano del documento, Gaspar de Azpichueta, daba
desafío incitaba a la creación. testimonio de que «...en esta dicha ysla ay las ciudades, villas y lugares si-
La primacía del azúcar había terminado. Tanto la siembra del jengibre co- guientes: Pueblos de la Isla Epañola: La ciudad de Santo Domingo; la ciu-
mo la crianza de animales le sobrepasarían en importancia. Sería el hato, pa- dad de la Vega; la ciudad de San Antonio de Monte Plata; la villa de Hi-
radójica comunidad territorial donde primaba un dueño, el hatero, personaje güey; la villa de Azua; la ciudad de Santiago; la ciudad de San Joan Baptis-
llamado a identificar las características predominantes de las relaciones socia- ta de Vayaguana; la villa de Cotuí; la villa del Zeibo; la villa de Boya». El
les del sistema colonial de Santo Domingo. Con sus formales distancias, con testimonio inicia un censo de los ingenios que quedaban desde Santo Do-
Auyama.
sus prejuicios, el cambio drástico de la economía coadyuvó a la creación de ni- mingo hasta Azua, contando unos 12. Al referirse de manera particular a
veles de reconciliación humana y cultural en muchos aspectos. Mientras el in- Santo Domingo señala la existencia de 89 hatos de vacas y sus estancias de
genio establecía fronteras prácticamente infranqueables entre amo y esclavo, cabras, de ovejas; 35 de jengibre y «...casabe, maíz y otras cosas». De pláta-
el hato y el cultivo agrícola favorecían el avecindamiento y el mestizaje. nos, batatas, yautías ñames, habichuelas, guandules, frutas y verduras había
Al paso de la primera década tras la despoblación el hambre había prác- 122 estancias. A seguidas se citan 2 criaderos de cerdos. De Santiago se
ticamente desaparecido. Las noticias históricas dan fe de esto. Con muy po- mencionan 27 hatos de vacas, 3 de ovejas, 2 de cerdos y 95 de «...casave,
cas excepciones, las circunstancias económicas forzaron a una nivelación maíz y tavaco». En la Vega eran 11 los hatos de vacas, mientras las estancias
del contenido dietético del conjunto de la sociedad. Yuca, casabe, plátano, de casave, maíz y otras legumbres llegaban a 15. En San Juan Bautista de Ba-
guineo, arroz, frijoles, guandules, carne de vaca, carne de cerdo, gallinas, yaguana los hatos de vacas sumaban 16, los de casabe y otras legumbres 25.
guineas, maíz, azúcar, cabras, ovejas, legumbres, hortalizas, frutos, aves, pes- San Antonio de Monte Plata tenía 12 hatos de vaca, 37 de casabe, maíz «...
cados, yuca, plátano, ñame, yautía, batata, emplazaron la capacidad de crea- y otras siembras...». Boyá contaba con 16 estancias de casabe y de «...otras
ción del cocinar isleño. Una que otra vez, muy de tiempo en tiempo, llega- cosas...». El Seybo tenía 2 hatos de vaca, y dos de casabe y otros cultivos. La
rían productos extranjeros como la harina, el aceite, los pescados salados. villa de Azua 12 hatos de vaca y 6 de casabe y otros productos. Cotuí poseía
Pero a falta de éstos había con qué idear la heterodoxia gastronómica a que 6 hatos de vacas. Y Monte Plata aparece con 15 hatos de vacas.
obligaba la situación de desamparo. Casabe, casabe, pan del país. Esa luna alimentaria llevará al poeta Meso
En este siglo y en los siguientes no será gran cosa lo que encontraremos Mónica a escribir esta coplilla:
como documentación acerca de la forma en que se cocían los alimentos, pe- No es ningún asunto grave / en el que os vengo a ocupar / pues sólo vengo a
ro la reiterada mención de ellos, unida a las circunstancias sociales existen- buscar / una torta de casabe. / En lo posible no cabe / el que de tí yo me valga; /
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seguidas de las despoblaciones, pero fue algo coyuntural, de un momento,


aunque no pocas veces el tema sería argumento de funcionarios para obte-
ner un mejor tratamiento económico por parte del gobierno metropolitano.
Es verdad que no había harina para pan y para hostias y es cierto que la ma-
yoría de los habitantes de la ciudad de Santo Domingo escucharía misa de
noche a fin de no mostrar el mal estado de sus vestidos, pero el asunto tenía
su explicación. La harina debía llegar de España y, además, cuando aparecía
como un milagro, era cara y pocos los que tenían dinero para comprarla. En
cuanto a los vestidos, por lo mismo de no llegar barco de España las telas só-
lo se podían obtener mediante el contrabando y aún así escaseaban.
Las lamentaciones por falta de dinero no cesaron, justificadas algunas de
ellas, porque si a las monjas de los conventos y a los curas ni el gobierno es-
pañol ni la iglesia local les suplían alimentos, se les creaban dificultades. Pe-
El ajo, árabe,
romano, español, ro esto era excepcional, porque no dudaron unos y otros en enviar a la ca-
andaluz, dominicano. lle a sus esclavas para obtener el dinero con qué comprar los productos co-
Largo el viaje para
llegar a la mesa criolla. mestibles. En cuanto a los curas, en la obra de J. Marino Incháustegui acer-
ca de las Reales Cédulas y Correspondencia de Gobernadores, en el tomo II, se
encuentra una carta del Arzobispo de Santo Domingo, que demuestra que
y para que con bien salga, / si tu amistad me remedia, / dame una torta, media, había algunos que sabían apañárselas para tener qué comer: «...en el monas-
/ que yo no busco una carga. terio de San Francisco está por cabeza fray Alonso de las Casas que fue por
Como hemos podido comprobar el censo de Osorio nos ofrece un testi- Comisario general y agora se ha elegido por provincial el cual ha estado y
monio importante acerca de determinadas fuentes de la dieta básica, las cua- está asimismo muy informado de desonesto y que ha tenido demasiada co-
les, junto a los productos antes mencionados, integrarían las materias primas municación con las monjas de Sta. Clara de su orden entrando muchas ve-
esenciales de la cocina del siglo XVII. ces en el monasterio y quedándose a comer y tener la siesta en el con otros
Con todo y el indudable valor que tiene la enumeración de Azpichueta frayles los cuales han hecho muchas desonestidades...».
hay que recordar que algunos blancos, negros y mulatos libres, no obedecie- Las monjas de Santa Clara siempre han tenido muy buena fama en su de-
ron las órdenes de Osorio y permanecieron o retornaron a los lugares despo- sempeño en el arte coquinario. En el libro Secretos culinarios de las hermanas
blados a fin de preservar lo que les pudo quedar y rehacer sus vidas en ellos. clarisas, cocina Monacal, coordinado por Javier de Sagastizábal, se consignan
Es decir, no transcurrió mucho tiempo para que la producción de bienes ali- recetas como las de berenjena con tomate, albóndigas, arroz con leche, bu-
menticios se activara y pudiera satisfacer las necesidades primarias de sus ñuelos, que a no dudar eran elaboradas por dichas religiosas al tiempo que
más o menos 20.000 habitantes. Hambre, como hemos señalado, la hubo a transferían a sus cocineras criollas su saber gastrológico.

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