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ASIGNATURA:
TERAPIA PSICODINÁMICA
TEMA: grupo2
METAS PSICOLÓGICAS DE LA INTERPRETACIÓN PSICODINÁMICA
FUNDAMENTAR COMO RECONOCER Y DIFERENCIAR
INTERPRETAIONES AL INICIO Y FINAL DE LA ENTREVISTA
ESTILOS INTERPRETATIVOS DE LOS DIFERENTES TIPOS DE
PACIENTES
CUANDO ANALIZAR Y QUE MOMENTOS INTERPRETAR EN LOS
DIFERENTES PACIENTES
DOCENTE:
RIOJAS VALLEJOS JANET
ALUMNA:
ARRIETA GUEVARA MELISSA ELIANA
CONTRERAS GABRIELLI MARIA XIMENA RENE
CUEVA MONSALVE FIORELA LISSET
GARCIA SILVA MARLYN ALINA
LINGÁN MASABEL CLARA GUADALUPE
CICLO: X
Metas psicológicas de la interpretación psicodinámica: Como reconocer y
diferenciar interpretaciones al inicio y final de la entrevista.
3. Ofrecimiento
Hay que ofrecer la interpretación en lugar de imponer.
Si introducimos la interpretación anunciando: “Me pregunto qué le parece la posibilidad de
que…”, es posible formularla de manera tal que el paciente ejerza cierto grado de
actividad con respecto a ella, exhortarlo a que así lo haga.
Se lo invita a considerar la idea, a aceptarla o rechazarla y, en términos ideales, a sopesar
su importancia y validez.
Una vez ofrecida la interpretación, esta pertenece al paciente, quien es libre de hacer con
ella lo que le plazca. No debe ser castigado si rechaza o ignora la interpretación, ni
recompensado por aceptarla y usarla.
Toda interpretación es formulada, hasta cierto punto, de modo tentativo o probable, o sea
como una hipótesis. No podemos estar seguros de que una interpretación sea válida, y no
hay motivos para ocultar nuestra incertidumbre.
Al respecto, podemos decir: “Creo probable que…” o “Me parece posible que…” o,
incluso, “No estoy muy seguro, pero me pregunto si no será factible que…”.
4. Utilidad
¿Resultará útil la interpretación que voy a hacer? O ¿Es necesaria mi intervención para
restablecer o facilitar la participación del paciente en la labor terapéutica?
La esencia del proceso terapéutica consiste, fundamentalmente, en que el paciente
exprese, examine y transmita los contenidos de su mente; que reflexione, se haga
preguntas, permita que entren en juego recuerdos y reminiscencias, enfoque su
experiencia de forma nueva, tome conciencia de sus afectos e impulsos que le mueven,
explore y examine su realidad interna (psicológica) y externa, y logre comprender. De ahí
que la función del terapeuta es iniciar, facilitar y mantener en marcha este proceso.
El fin que se persigue en la terapia es permitir que el paciente hable tan abierta y
libremente como pueda, y que experimente a sí mismo de manera tan plena y auténtica
como sea capaz; que el paciente adopte un papel activo, que alcance una comprensión
activa de los hechos, que ejerza y refuerce activamente su función analítica y su función
de síntesis, y por su intermedio pueda ejercer el debido control de sí mismo y de los
hechos y lograr cada vez más libertad. Todo lo anterior es la respuesta básica de por qué
el terapeuta debe hablar (cuándo, qué y cómo).
La elección de momento oportuno (cuándo) para intervenir depende, principalmente, de la
disposición del paciente para comprender y aprehender. Los elementos básicos que
deben tenerse en cuenta son su condición mental y afectiva, las características de su
transferencia y defensas.
Se puede dejar también que un paciente llega por sí mismo a una nueva comprensión, en
lugar de recibirla pasivamente del analista. Si lo logra, entonces el descubrimiento
resultará más significativo y más eficaz.
Es también preciso que el paciente quien realice la gran parte de la terapia. Se entiende
que usted le acompaña e interviene cuando sea necesario. No olvidemos que cada vez
que el terapeuta interviene no hace más que orientar el discurso del paciente en un
sentido determinado.
De otra parte, no hay que preocuparse demasiado por suministrar una interpretación
enteramente correcta. A nadie le gusta equivocarse, sin embargo existen evidencias que
aun interpretaciones equivocadas producen efectos positivos en el paciente. Estos efectos
se producen por la disminución de idealización inicial del analista y la comprensión
progresiva que el analista no es omnisciente y que va conociendo, comprendiendo y
construyendo las “verdades” del paciente, al mismo tiempo que el paciente.
6. A EVITAR
Anotaré en lo siguiente algunas actitudes para evitar en el terapeuta, aunque la lista
puede ser mucho más larga en la realidad de las situaciones del tratamiento.
Las conexiones
El tipo de interpretación favorito del terapeuta neófito es aquella que le permite establecer
conexiones:
“Creo que hay cierta relación entre el resentimiento que le provoca su esposa y el que le
provoca su madre”.
“Creo que lo que dice ahora tiene relación con lo que estaba diciendo al comienzo de la
sesión”.
Estas conexiones no explican las acciones y los sentimientos en cuestión, y además
habitualmente promueven la intelectualización.
La interpretación de la resistencia
4- Interpretar la resistencia.
a) ¿Qué fantasías o recuerdos ocasionan los afectos e impulsos en que se
sustenta la resistencia?
b) Perseguir la historia y los fines inconscientes de estos afectos, impulsos o
acontecimientos dentro y fuera del análisis, y en el pasado.
5- Interpretar el modo de resistencia.
a) Perseguir éste y otros modos de actividad semejantes dentro y fuera del análisis.
b) Trazar la historia y los fines inconscientes de esta actividad en el presente y el
pasado del paciente.
6- Translaboración o elaboración.
Repeticiones y elaboraciones de los pasos 4a y 4b, y 5a y 5b.
Importa comprender que sólo un pequeño fragmento de esta labor puede realizarse en
una sesión dada, no hay que traumatizar el paciente, no interpretar las resistencias
prematuramente. El paciente debe tener la oportunidad de sentir las resistencias, de
convencerse de su fuerza y su tenacidad.
Los pasos y el orden que siguen varían según la sesión o el paciente. Uno puede seguir
sólo el camino que parece más prometedor en la exploración en un momento dado. Hay
que estar siempre atento y dispuesto a cambiar de enfoque, o a seguir con él sí parece
adecuado.
Debe haber una alianza de trabajo presente o evocable antes de embarcarse en el
análisis profundo de la resistencia. Es condición sine qua non de la interpretación.
Finalmente, conviene comprender que por muy diestra y acertadamente que labore uno
con las resistencias, éstas retornarán. La resistencia se hallará, además, a cada paso, en
cada aspecto, en cada sesión del análisis, hasta que éste termine.
Es necesaria la translaboración para que una resistencia dada pierda su patogénesis. El
análisis de resistencias no es un rodeo sino una parte vital y necesaria de todo análisis.
ESTILO INTERPRETATIVO DE LOS DIFERENTES TIPOS DE PACIENTES
La tarea del terapeuta es aportarles una nueva experiencia de relación, pero decir que el
objetivo de la terapia es crear una nueva relación para la internalización es demasiado
simple, ya que esta estrategia tiene muchos obstáculos; el modo básico de existencia del
paciente es el de la no relación y el terapeuta pretende que se muestre en la dirección
contraria, por lo que esta estrategia encontrará una importante distancia emocional y
silencios importantes. La paciencia es clave porque el proceso de internalización es
lento.
El terapeuta debe aportar una actitud permisiva respecto del silencio, el cual debe verse
como algo más que una simple resistencia, dado que constituye una forma de
comunicación no verbal que da información esencial sobre el paciente.
La decisión de no interpretar puede ser la estrategia más terapéutica. Si el silencio es
interpretado como resistencia estos pacientes pueden sentirse responsables y
humillados por la incapacidad básica para comunicarse. Respetar su silencio puede ser
el único acercamiento terapéutico viable para construir una alianza terapéutica.
La tendencia natural, señalan los expertos, es cargar a los pacientes con las
expectativas de que deberían ser diferentes de cómo son. Específicamente, agregan, se
pretende que los pacientes "hablen y se relacionen con nosotros".
Sin embargo, esta expectativa implica que se le debe pedir al paciente que confronte con
lo doloroso de su evitación esquizoide, lo que conducirá, paradójicamente, a un mayor
aislamiento.
Estos pacientes pueden beneficiarse con una psicoterapia de grupo, puesto que ésta se
orienta a ayudar a los pacientes con la socialización, que es exactamente lo que les
falta. Pueden beneficiarse simplemente con la exposición regular a los otros.
A medida que empiezan a sentirse aceptados y se dan cuenta de que sus miedos no se
convierten en realidad, gradualmente llegan a sentirse más cómodos con la gente.
Los esquizotípicos tienden a beneficiarse con la terapia grupal tanto como los
esquizoides, pero los que tienen un comportamiento extraño o pensamiento psicótico
pueden llegar a ser los chivos expiatorios, simplemente porque son muy diferentes de
los demás miembros. Para la mayoría de los esquizoides la combinación de psicoterapia
individual y grupal es lo ideal, dado que el campo social que encuentran en el grupo
puede ser discutido y procesado con su psicoterapeuta individual.
Son pacientes que durante la entrevista clínica pueden llegar a colaborar
adecuadamente si se les consigue transmitir que se les acepta tal y como son. Por ello,
la mejor manera de abordar la entrevista al inicio por parte del terapeuta podría ser
intentando evitar preguntas íntimas demasiado específicas o temas complejos. El
terapeuta debería mostrar especialmente aceptación incondicional y empatía para
conseguir la motivación y la confianza del paciente y en consecuencia, una adecuada
relación terapéutica.
Los pacientes con este trastorno son difíciles, puesto que quieren un alivio inmediato a
su gran malestar, disforia, impulsividad, microepisodios psicóticos, relaciones inestables
y sentimientos de vacío. En general mejoran algo después de los 40 años, sobre todo
por disminución de su impulsividad. No obstante, se trata de un trastorno crónico y el
riesgo de suicido es alto.
En general hay, o ha habido, poco optimismo acerca del tratamiento psicoterápico del TP
límite. No obstante, algunos trabajos más recientes empiezan a desafiar en cierta
manera esta actitud. Es muy probable que estos pacientes abandonen, actúen en forma
autodestructiva y hagan demandas extrañas y excesivas a su terapeuta. Un problema
importante es la naturaleza de la alianza terapéutica, porque tienen mucha dificultad
para ver a su terapeuta como una figura útil que trabaja en colaboración con ellos hacia
objetivos mutuos.
Diversos estudios demuestran la utilidad de un abordaje psicodinámico en el tratamiento
del TP límite, tanto en índices clínicos como económicos, lo que produce un ahorro
significativo respecto del tratamiento estándar comunitario.
3) Modificación de las defensas, lo que significa que hay que intentar que el paciente
adopte otras más maduras.
-el terapeuta debe asumir que no es responsable si no puede impedir el suicidio, puesto
que nadie sabe cómo impedir que un suicida, si quiere, se suicide-; e historias de trauma
infantil: los pacientes con este TP se caracterizan por distorsionar los recuerdos de
manera negativa, los que resultan cargados de mucha fantasía.
No hay que esperar que la terapia resuelva todos los problemas. Pocos se recuperan
completamente. Con frecuencia los pacientes mejoran con el tiempo, pero tienen
dificultades, a veces considerables, en las relaciones íntimas y también en la relación
con sus hijos. Por lo tanto, la mejora va ligada al desarrollo de competencia profesional y
no tanto a la búsqueda de una intimidad interpersonal. Paris considera que los pacientes
con TP límite permanecerán vulnerables de por vida, especialmente en las fases más
difíciles del ciclo vital, y pueden necesitar asistencia esporádica o intermitente.
La terapia conductual dialéctica (de Linehan) es una mezcla de varios métodos, que
reúne elementos de terapia cognitiva, terapia conductista, psicoeducación y algunas
intervenciones de tipo psicodinámico. Este modelo conceptual se puede resumir de la
siguiente manera: el TP límite es una disfunción de la regulación emocional que se
produce como resultado de una tendencia genética más un "entorno invalidante" en el
que los padres fracasan en ayudar al niño a manejar la emoción. Por lo tanto, una meta
es ayudar al paciente a modular y manejar los afectos intensos; el paciente y el
terapeuta deben estar de acuerdo en las metas de la terapia; el trabajo del terapeuta es
"dialéctico", puesto que la patología del paciente es comprendida y aceptada, pero debe
cambiarla; el tratamiento tiene diferente jerarquía de prioridades: disminuir la conducta
suicida, las conductas que interfieran con la terapia, las que interfieran con la calidad de
vida y el incremento de las habilidades conductuales.
La terapia cognitivo analítica (de Ryle) es breve (16 a 20 sesiones, a veces más), muy
estructurada, cuyas bases teóricas tienen 2 fuentes, una de tipo psicodinámico y otra de
modelos más cognitivos. Las primeras 3 sesiones son exploratorias; en ellas se busca
identificar los objetivos basados en las quejas del paciente, los dilemas o dicotomías
falsas, las trampas principalmente en las relaciones interpersonales, y los miedos a las
consecuencias del cambio, que pueden estar relacionados con las experiencias
tempranas y que con frecuencia son racionalizados. Inmediatamente se pasa a efectuar
una reformulación, en la cual el paciente tiene una participación activa.
A partir de ese momento se trabaja sobre los mecanismos previamente identificados que
son causa de problemas en la vida; las reciprocidades y relaciones con los demás son a
menudo presentadas en forma de diagramas. Aunque no hay evidencia rotunda que
confirme la utilidad de esta terapia, existen trabajos que apuntan en esa dirección, con
resultados prometedores en el seguimiento a corto y largo plazo, siempre que la mayoría
de los pacientes no reúna los criterios diagnósticos del TP límite.
La comunicación durante la entrevista con estos pacientes resulta complicada ya que la
actitud que muestran en un momento determinado es de confianza y al siguiente todo lo
contrario. El terapeuta en estos casos debería evitar crear una relación de dependencia
teniendo en cuenta la ausencia del control privado del YO que presentan estos
pacientes, sin embargo, debería a la vez crear un clima de confianza adecuado en el que
dirigir y apoyar las contribuciones del paciente.
BIBLIOGRAFÍA:
TEORÍA Y TÉCNICA DE PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA
LINKOGRAFÍA:
http://www.psicoanalistaiyildiz.com/index.php/mis-libros/30-teoria-y-tecnica-de-
psicoterapia-psicoanalitica
http://openaccess.uoc.edu/webapps/o2/bitstream/10609/24026/6/lruizjTFC0613me
moria.pdf