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DE UNA EDUCACION COMUNITARIA A UNA EDUCACION DE CASTA

Prof. César GUZMAN


Facultad de Ciencias de la Educación Universidad de Carabobo

Antes de entrar en el análisis de la forma que caracterizaba a la educación que se practicaba en el


seno de las comunidades indígenas, detengámonos en el señalamientos de los rasgos más
sobresalientes de su cultura, de aquellas ubicadas en el territorio de Venezuela, antes de que
entraran en contacto con los colonizadores llegados de Europa.
Las comunidades indígenas constituyeron vivencias que forman parte de las raíces de nuestro
ancestro genético; en el territorio de Venezuela, como en el toda la América, hubo culturas
milenarias que lucharon por su adaptación al medio ambiente. Veamos cómo Mario Sanoja e
Iraida Vargas clasifican "Las Formaciones de Aborígenes y los Modos de Producción".

1.- Formación de Cazadores y recolectores del 14.000 al 1.000 a.c.


2.- Formación Agricultura del 1.000 a.c. al 1.500 d.c.
a) Modo de Producción Tropical del 1.000 a.c. al 1.500 d.c.
b) Modo de Producción Teocrático del 200 al 900 d.c. - 1.500 d.c.
3.- Formación Indo-Hispánica
del 1.500 d.c. al .1700 d.c. (c.f.)
Las comunidades indígenas que habitaban el territorio de Venezuela presentaban un desarrollo
desigual; entre ellas se distinguían: recolectores, o sea, una población de agricultura incipiente,
así como aldeas de agricultura de regadío, es decir, algunas basaban su economía en la caza, la
recolección, la pesca; actividades que iban desde la más simple y primitiva a otras con algún
nivel de especialización, que formaban poblaciones con el empleo de cultivos de plantas;
comunidades con agricultura de azada; poblaciones que habían alcanzado el dominio de la
agricultura de riego y el sistema de cultivo intensivo. Eran actividades económicas que se
correspondían con distintas formas de organización social, es decir, los recolectores primitivos
eran pequeños grupos dispersos, con poca organicidad y escasa. forma de mando especializada,
con el predominio de los viejos en el marco de una familia extendida. En las comunidades de
actividades agrícolas medias y superiores, se distinguían los clanes como forma de organización
social, en algunos casos muy desarrollados, como ocurría con los pueblos de origen arawaka, en
los que se distinguían ciertos estratos que no llegaron a disminuir el predominio de la
comunidad.

(c.f.) Mario Sanoja, traída Vargas. "Antiguas Formaciones y Modos de Producción Venezolanos". Monte Avila Editores. Caracas. 1979,
p-28.

Las comunidades indígenas venezolanas, tanto aquellas de economía de recolección como las
agrícolas, se encontraban en estado de desarrollo social. En ellas la dirección del grupo era
ejercida por una representación supervisada por la colectividad, que elige los jefes de paz o de
guerra y señala a los más competentes para dirigir las operaciones económicas. Las actividades
mágico religiosas constituían un medio efectivo para el ejercicio de la representación colectiva.
La jefatura era ejercida por el Cacique, que era electo por la comunidad; las ancianas también
participaban de esa elección. Las atribuciones del Cacique eran las siguientes: representar a la
tribu ante otras tribus y ante los blancos; asumir el mando en el combate; dirigir las operaciones
de caza y pesca; ordenar el traslado de la tribu según la conveniencia; ejercer funciones
judiciales con el voto consultivo de los ancianos; las mujeres eran igualmente consultadas ante
las decisiones de asuntos graves.
Las tribus tenían maestros diestros en el arte de la magia, que eran llamados piaches,
reverenciados y venerados como dioses. A los diez o doce años escogen entre los muchachos,
aquellos que destinarían como piaches; ellos debían recibir un entrenamiento muy rígido por
espacio de dos años y, al finalizar, recibían el testimonio de sus maestros, los piaches, de que
domina la ciencia. A las mujeres se les enseñaba a ser buenas esposas, desde la más temprana
edad.
Las comunidades indígenas que tenían la agricultura como actividad económica fundamental,
dado el escaso desarrollo de los instrumentos de producción empleados, se veían obligados al
cultivo comunitario de las tierras por medio del trabajo colectivo usufructuado por toda la
comunidad. La propiedad era común, la tierra pertenecía a toda la nación y se extendía hasta
donde se encontraba la resistencia de otra comunidad; no tenían un claro concepto de la
propiedad, de la forma como la tenemos hoy día, llegando al desconocimiento de los linderos, y
así era entre los Waikas, Banivas y Piaroas. Entre los Caribes se registró la existencia de los
conucos familiares dedicados al cultivo de un árbol llamado Ha¡, del cual sacaban toda clase de
útiles; cada uno cercaba su parte con una cuerda hecha de algodón, que se colocaba a la altura de
la cintura y se consideraba un sacrilegio el que alguien la saltara o traspasara.
Entre los Cumanagotos el trabajo comunitario en las faenas agrícolas era una costumbre bien
arraigada. Los Capitanes Otomacos al amanecer fijaban las tareas de los integrantes del clan, de
los que iban a pescar, a traer tortugas, o matar jabalíes, según la estación y la variedad del
tiempo; otros irían a la labor del campo. Cada Capitán dirigía un trabajo realizado por toda la
comunidad, entre la que se repartía la producción alcanzada.
Las comunidades indígenas de la región andina también practicaban la agricultura como
actividad principal; cada jefe de familia tenía una labranza o conuco que cuidaba con la ayuda de
su mujer y de sus hijos, pero la práctica del deshierbe era una actividad realizada colectivamente,
así como la recolección del maíz.
En la actividad económica de las comunidades indígenas venezolanas, la cooperación aparece
como la primera división natural del trabajo. Los hombres se dedicaban a la caza, pesca y al
cultivo de la tierra; las mujeres se ocupaban de hacer ollas de barro fino, platos, escudillas,
pimpinas, así como a tejer muy delicadamente canastos, esteras, mantas, talegos o sacos, del
cáñamo que sacaban del moriche.
Los Guaraunos destinaban a las mujeres a las tareas domésticas, y a los hombres a la caza y la
pesca. En el Alto Orinoco, los hombres realizaban las actividades agrícolas, la caza y la pesca,
reservando para las mujeres la fábrica del casabe, la elaboración de vasijas de barro, el tejido de
las hamacas y los chinchorros en los que dormían, así como las fajas con las que se cubrían el
sexo. Estas actividades se extendían a las comunidades indígenas del Oriente del país.
Las comunidades indígenas de Venezuela se caracterizaban por el empleo generalizado del
trabajo colectivo y la distribución comunitaria de los bienes de consumo producidos. Era una
actividad que les permitía la satisfacción de sus necesidades fundamentales, sin producir
acumulación ni riqueza, con ausencia de todo tipo de privilegios de unos con respecto a los otros.
Las prácticas curativas las realizaban con el uso de las plantas que les proporcionaba una rica
flora, la cual hacía las veces de una farmacia en estado natural: se aliviaban con la zábila cuando
sufrían obstrucciones, apostemas, golpes, dolores, cólicos, quemaduras. En el campo de los
conocimientos curativos, los piaches o curanderos demostraron saber el uso de las yerbas crudas
y cocidas para curar enfermedades; también conocían la práctica de masajes con ungüentos
elaborados de la grasa extraída de varios animales; sabían la técnica para producir el vómito, del
purgante, y la sangría. Para curar la fiebre empleaban el baño de agua fría, o cubriendo con
arcilla mojada a los enfermos.
En el campo de la artesanía habían avanzado en el dominio del trabajo en oro, metal con el cual
construían sus ídolos y sus joyas; elaboraban instrumentos musicales, algunos de ellos fabricados
de caracoles, otros de madera y del cuero de los animales. Desde entonces se conocen las flautas,
los botutos y los tambores.
Trabajaban la cerámica con bastante dominio de su arte; así lo han podido demostrar los estudios
arqueológicos de las sociedades precolombinas que habitaban el territorio de Venezuela. Las
huellas dejadas en grandes rocas y cuevas, dan fuerza a tal afirmación, hechos que nos ponen en
evidencia una cultura amplia, extensa y permanente, que va a ser empleada en garantizar la
supervivencia del grupo y en la satisfacción de las necesidades espirituales del individuo.
Ya en las comunidades indígenas se conocía el principio de la herencia y se establecía que el hijo
menor de la principal mujer, era el legítimo heredero de los padres; y si el menor moría antes de
heredar, le correspondía al siguiente. Entre los Guajiros, el hijo no era el heredero del padre sino
el sobrino, hijo de una hermana, para tener la seguridad del parentesco camal. Entre los
Cumanagotos, Caribes y Guaraunos, los hermanos heredaban a la mujer del hermano muerto.
En la Venezuela primitiva no se había desarrollado la familia monogámica como institución; en
su lugar existía la costumbre de los matrimonios por grupos. El parentesco se establecía por línea
materna. En algunas tribus se mantenía la costumbre de permitir el matrimonio entre padres e
hijas. En los Maquiritares se ha constatado la unión matrimonial de una mujer con varios
hombres. En algunas tribus se acostumbraba que cuando se iba a cazar una moza virgen; la
hacían dormir primero con el piache para que fuera dichosa en su vida de casada.

LA EDUCACION EN LAS COMUNIDADES INDÍGENAS

En las comunidades primitivas los mitos constituían la base de toda explicación, abarcando con
ellos todos los actos de la vida, lo cual daba origen a un profundo respeto por la tradición y por
aquellos que la conocían mejor y podían transmitirla, siendo generalmente los ancianos en
quienes caía tal responsabilidad. Por tanto, las creencias encubrían la totalidad de la cultura
material. Era muy importante para la comunidad el que todos sus miembros estuvieran
suficientemente preparados, lo que lograban por medio de sus mitos, que re actualizaban con sus
ritos como forma institucionalizada de reproducción de la cultura.
De esta forma va naciendo la necesidad de la educación como proceso de asimilación y de
reelaboración de la cultura; es así como nos encontramos con prácticas educativas que difieren
de una comunidad indígena a otra, en atención al grado de cohesión de su cultura, del modo de
organización económico-social alcanzado, de sus tradiciones y costumbres consolidadas. Hechos
que concurrían para darle forma y contenido a una determinada práctica educativa, que se
concretaba en el seno de cada comunidad y entre las que se pueden distinguir: inconscientes y
conscientes, espontáneas y normalizadas, ocasionales y con lapsos definidos. En algunos casos
se llegaba a una educación integral que tenía por finalidad la sociabilización, culturización y
personalización, en perfecto equilibrio con las aspiraciones individuales y colectivas.
La educación básica de las comunidades indígenas, como proceso específicamente educativo, era
proporcionada a toda la comunidad, ya que no se concebía el que uno solo de sus integrantes
careciera de la formación necesaria en el dominio de las normas que servían de fundamento a las
creencias y al comportamiento del grupo. Es una educación que se distingue por ser una
actividad práctica, integradora a las destrezas manuales, que los preparaba en la ejecución de
distintos oficios conjuntamente con la formación ética, sustentadas ambas en una visión cósmica
del universo. En ella se forman los niños y los jóvenes de la tribu, actuando como agentes
educativos la familia y la comunidad, en un proceso de formación que iba desde el nacimiento
hasta la adolescencia. En ese momento, por medio de los ritos de iniciación se formalizaba su
integración a la vida social.
La metodología educativa fundamental era la participación directa en las actividades de la vida
cotidiana, envueltas por concepciones de tipo religiosas, de donde se puede decir que la
enseñanza en las comunidades indígenas era para la vida, por medio de la vida, presenciando las
actividades. Los adultos asumían conscientemente su tarea educativa, superando con ello los
procesos de aprendizaje dictados por una imitación espontánea por parte de los niños, quienes
eran colocados en situación de aprendizaje con la aplicación intencional de sesiones de
transmisión de conocimientos, de consejos y de mitos.
Un verdadero mecanismo de escolaridad se encargaba de una formación socializadora, lo que
implicaba el dominio de la tradición sobre los aspectos económicos, sociales y religiosos. Se
transforma de esta manera en una educación para la vida, por medio del aprendizaje de las tareas
fundamentales, necesarias para la subsistencia de las costumbres, los ritos y la vida social, que
tiene como fundamento el mundo espiritual que le da sentido a todo lo que existe.
Se puede apreciar con suficiente claridad la existencia de los elementos que conforman el acto
educativo firme y complejo, entre otros: contenidos de la enseñanza, fines educativos,
intencionalidad docente y discípulos; criterios de selección y de evaluación, el empleo de
técnicas específicas para lograr la instrucción, especialización de los educandos por medio del
acto de enseñanza. Es una práctica social existente, separada de otras actividades, lo que le
confiere autenticidad al acto educativo, que se va a distinguir por ser social vital y comunitaria,
integradora y permanente.
La educación es social, porque toda la comunidad participa de la formación de las nuevas
generaciones haciendo la veces de una verdadera comunidad educativa, donde todos participan
de los mismos contenidos educativos sin ningún tipo de discriminación. Su finalidad era
fundamentalmente socializadora y asumida por todo el colectivo.
Es vital y comunitaria, por el hecho de que los contenidos y los recursos de la enseñanza son
tomados directamente de la vida misma, del medio ambiente y de la cotidianidad existencial, de
la experiencia vital, ya que la didáctica dominante es la de aprender, observando a los que saben
el quehacer y los ritos colectivos.
Se consideraba integradora y permanente, porque todo el acervo cultural adquirido por medio de
la práctica era acompañado de la comprensión de su intención .y de su sentido, en el marco de
una visión cósmica de la realidad que acompaña a una formación personalizada, de identidad con
la comunidad, como producto de la presión social. Es permanente, por el hecho de que todo
indígena adquiría en sus primeros años de edad una educación básica, pero durante toda su vida
participaba de un continuo aprendizaje, por medio del cual iba perfeccionando sus experiencias
individuales y colectivas dentro del mundo de sus creencias.
Como quiera que no existían clases sociales antagónicas, junto a una incipiente división del
trabajo que se iniciaba, se conformaba un ambiente que facilitaba la participación de todos
libremente, desde la más temprana edad, en la producción. En ese contacto cósmico en su lucha
por dominar los secretos de la naturaleza, se generaba el pronto aprendizaje de los niños; cada
uno aprendía, según sus aptitudes, en contacto directo con las actividades desplegadas por la
comunidad, siendo el único requisito indispensable para el éxito, la posesión de una consistente
fortaleza física.
Entre algunos caciques famosos de los aborígenes del territorio de Venezuela, tenemos:
Tamanaco, del Valle de Caracas; Maracay, jefe de los Araguas; Paramaconi, en las Costas de
Coro; Guaicaipuro y Sorocaima, en la región de Barlovento; Tiuna, de los Valles de Caracas; y
Marachí, en la Sierra Nevada de Mérida.
Como lo describe Antonio Reyes en su obra "CACIQUES ABORIGENES VENEZOLANOS":

"Más, un día, inesperadamente, el hombre blanco hizo su aparición. La vernácula estampa quedó
rota de pronto. El canto de TIBISAY se apagó en su tristeza. El tamborín de guerra tuvo acentos
marciales. la nieve fue manchada por la sangre vernácula (...) y los gritos de guerra vertieron en
palabras la innata rebeldía (...). En el épico canto se distinguían altivas las siguientes sentencias:
-Corre veloz el viento; corre veloz el agua; corre veloz la piedra que cae de la montaña. Corred
guerreros, corred prontos; volad en contra del terrible invasor; corred ligeros como el viento,
como el agua, como la piedra que cae de las cimas de todas las alturas. Fuerte ese¡ árbol que
soporta la agresión de todas las tormentas, fuerte es la roca que resiste el frío; fuerte es también
la nieve de los páramos nuestros que nunca se doblegan ni ante el mismo sol. Pelead, guerreros;
pelead sin desmayo y sin fatiga; mostraos decididos como los árboles, como las rocas, como las
nieves de las montañas. Corred, guerreros; sed temerarios hasta detener en el más divino de los
impulsos las audacias del terrible enemigo. Guerrero en estas tribus, no olvidéis nunca que éste
es el canto de los guerreros de MUCUJUN-". (c.f.)
De esta forma se desarrolla una prolongada contienda bélica, donde el clarín castellano apaga la
guarura india, en la que la superioridad técnica que aportaban las armas de fuego, las armaduras
y el caballo, desconocidos por los indios, aparecen como decisivos para el colonizador.

LA EDUCACION COLONIAL

El sistema de relaciones económico-social de los colonizadores españoles, dará como resultado


la eliminación del modo de producción comunal primitivo que existía en las comunidades
indígenas. De esta manera se crean las condiciones que darán origen a un nuevo modo de
producción basado en el monopolio de las condiciones naturales de producción, como lo eran la
tierra y el agua que a partir de este momento se transforman en propiedad privada. -
El surgimiento de la propiedad privada significó una revolución en la vida social de la
comunidades indígenas, ya que serán integradas a la estructura de una sociedad dividida en
clases sociales. De esta forma pasan de las comunidades a la época moderna, al conectarse con la
formación del mercado mundial único, del naciente capitalismo.
El comercio de indios será una de las primeras actividades económicas de los colonizadores. El
30 de octubre de 1503 la Reina Isabel La Católica ordenaba en favor de la esclavitud y comercio
de los indígenas en el Territorio venezolano, en Real Cédula que decía:

"Doy licencia y facultad a todos y cualquier persona (...) para que puedan traer y traigan a estos
reinos y señoríos y a otras cualquier partes y lugares do quisieren y por bien tuvieren,
pagándonos la parte que de éstos nos pertenezca, y para que los puedan vender y aprovecharse de
ellos, sin que por ello caigan ni incurran en pena alguna" (1).

(c.f.) Antonio Reyes. "Caciques Aborígenes Venezolanos". Imprenta Nacional, Caracas, 1953,p.34.
Junto con la trata de indígenas se abre paso la trata de negros como práctica de los mercaderes y
gobernantes europeos, con el beneplácito de la Iglesia Católica, tal como lo evidencia la Bula
emitida por el Papa Nicolás V en favor de Alfonso V de Portugal, donde se autorizaba someter a
la esclavitud perpetua a los sarracenos y paganos. Los nuevos descubrimientos geográficos
hicieron posible el tráfico de negros esclavos, una de las actividades más significativas de la
acumulación primitiva del capital.
El universo libre donde se producía el aprendizaje de las comunidades indígenas que habitaban el
territorio de Venezuela, va a ser súbitamente interrumpido por la acción colonizadora de los
conquistadores españoles.
Para un análisis explicativo de muchos de los vicios presentes en nuestra educación, debemos
considerarla base colonial sobre la cual se levantó nuestra nacionalidad. Desde el descubrimiento
del territorio venezolano por Cristóbal Colón, en el año de 1498, cuando en su tercer viaje al
Nuevo Mundo descubre las bocas del Orinoco y el Golfo de Paria. Podemos decir que con este
acto se va a suscitar el proceso de colonización del territorio venezolano, donde la naturaleza
bárbara con que se distinguieron los colonizadores les otorgaba licencia para legitimar la
dominación, el despojo, la esclavitud y, hasta para destruir los pueblos nativos quienes se veían
impedidos a defender su territorio, su patria, sus tradiciones, sus costumbres y sus dioses. Al
respecto, afirmaba HUMBOLDT: "La desesperación con que se defendían los indios Caribes
contribuyó a su renombre de ferocidad" (Humboldt, Voyage aux Regiones Equinoxiales du
Nouveu Continente, T. IX, pp. 40 a 44, París 1816).
El historiador venezolano José Gil Fortoul, al caracterizar el proceso de transculturización
ejercida ponlos colonizadores españoles sobre la Cultura Indígena, brutalmente destruida,
produciendo con ello su desintegración social y cultural, afirmaba lo siguiente:

"La cultura española empezó a echar raíces en el suelo conquistado cuando, destruida la
civilización indígena, donde la hubo, y desaparecidas o domadas las "naciones" más belicosas,
pudo otra gente, que no la turba aventurera de la conquista, pedir a la tierra los medios de
subsistencia que no daba ya el oro de los templos saqueados como en el Perú, el oro de los indios
engañados o vencidos, como en las regiones de Venezuela" (1).

(1) Federico Brito Figueroa: "Estructura Económica de' la Venezuela Colonial". Universidad Central de Venezuela. Caracas.
1963, p-61.

Dado que el colonialismo no es solamente expansión por medio de la dominación económica y


política, sino que también es etnocentrismo cultural expresado en forma de imposición de su
forma de conciencia al mismo tiempo que de una forma de gestión, es así como la educación
aparece como una actividad fundamental de los colonizadores, sufriendo transformaciones
sustanciales con respecto al aprendizaje que se producía en las comunidades indígenas, tanto en
su forma como en sus contenidos, así como por los métodos pedagógicos empleados.
La educación colonial y su posterior desarrollo no se podrá comprender sin el conocimiento del
régimen político, económico y social que impusieron los colonizadores españoles, como forma
de dominación a las naciones americanas, donde los intereses religiosos, la organización jurídica,
la actividad política y cultural, y en general la actividad educativa, estará determinada por los
intereses económicos del poderío español.
La identidad católica de España la transfiere por medio de sus proyectos políticos de expansión
colonial a los territorios de América, presentando la dualidad de ser al mismo tiempo un proyecto
político y un proyecto religioso, donde la Iglesia Católica va a jugar una doble función que se
expresará, por un lado, en la legitimación de la conquista, y por el otro lado, en la configuración
cultural de los colonizados, valiéndose para ello, como instrumento fundamental, de la
educación, donde sus contenidos no son otra cosa que un medio de justificación de la
colonización.
La educación colonial se encontraba regimentada por el Real Patronato Eclesiástico, dando como
resultado una instrucción mística, en vista de que sus contenidos y orientaciones dependían de la
Iglesia Católica. Es de esta manera que tiene su origen una educación orientada a la formación de
una conciencia sumisa, incondicional y obediente a los mandatos del centro de dominación
colonial originalmente ubicado en España.

(1) José Gil Fortoul. "Historia Constitucional de Venezuela". (Quinta edición). Tomo I. Ediciones sales. Caracas. 1964. p. 42.

Dentro de estas-prácticas educativas de la colonia podemos distinguir la formación de una


estructura rudimentaria que comprendía tres niveles:

Escuela de Primeras Letras


Preceptorado de Gramática y Latín
Estudios Universitarios

Uno de los rasgos que caracterizaba a dichos niveles era su falta de articulación y de coherencia
lógica entre ellos.
El proceso de Conquista y de Colonización fue creando estamentos sociales: Los blancos
peninsulares, blancos criollos, los indios, los negros y los pardos, éstos últimos producto de la
mezcla de cualquiera de los anteriores grupos étnicos. Los frailes se ocupaban de la educación de
los indios y pardos, a los que se les enseñaba a ser buenos vasallos del Rey, buenos cristianos y
buenos productores, propósitos que determinaban los contenidos y la orientación de la
educación; por su intermedio, los factores sociales de la colonización encontraron un poderoso
instrumento de dominación, la cual adoptaba una práctica domesticante, sojuzgante,
caracterizada por la tradición y el dogmatismo.
Socialmente, la educación colonial se va a distinguir como una educación de casta,
discriminatoria, elitesca, según la índole de la pertenencia social, étnica y sexual de la persona.
Los pardos, indios y negros, no tenían acceso a la enseñanza por ser considerados de linaje
inferior. En consecuencia, no existía en el contexto social y político de la colonia lo que hoy día
se denomina instrucción popular, ya que la educación va a tener como finalidad la consolidación
de un pequeño grupo de privilegiados de la fortuna o de la raza, para que ejerciera el poder sobre
el resto del pueblo, desheredado y explotado, que permanecía marginado de toda preocupación
cultural.
Podemos afirmar que en las más remotas fechas de la colonia, se encuentran los primeros
vestigios de la exigencia de una educación popular, de modo que pusiera fin a los privilegios de
casta, tal como aparecía estatuido por los ordenamientos legales de la época. El Ayuntamiento de
Caracas, en el año 1768, sostenía: "La gente de color no debía instruirse"; ante tales prácticas
discriminatorias del Ayuntamiento de Caracas, su población protestó ante el Rey de España en el
año de 1796. Igualmente, en los estatutos del Seminario de Mérida se establecía "el derecho de
recibir a los niños para proporcionarles enseñanza elemental, excepción hecha de los mulatos y
demás castas de gente inferior". Queda bien claro que en la educación se refleja la cultura
española de la época, fiel exponente de una sociedad expansionista colonizadora, donde los
conquistadores y sus descendientes vivían parasitariamente del trabajo esclavo y semiesclavo
que realizaban en las minas y en las tierras de labranza, los negros, indios y pardos.
En el contexto de una sociedad de clases, con la presencia de una marcada división del trabajo, la
enseñanza universitaria se orientará a la reproducción cultural de la elite del poder, a la que le
correspondía garantizar las funciones del poder político al servicio de la Corona, por medio de
los valores infundidos de obediencia al Rey y respeto y sumisión al Capitán General que lo
representaba en la colonia. La cita de Frank Bonilla en su libro "Fracaso de las Elites", recoge
una declaración del Consejo de la Universidad de Caracas, del año 1811, que lo pone claramente
en evidencia:

"La autoridad de los reyes se deriva del cielo: las personas de los reyes, aún siendo tiranos, son
inviolables, y aunque su voluntad no ha de confundirse siempre con la del mismo Dios, debe
siempre respetársele y obedecérsele: La inquisición es un tribunal legítimo y necesario: no queda
otro recurso contra la corrupción general que la intolerancia político-religiosa (1).
El texto nos proporciona una clara demostración del ajuste existente entre el poder político y
religioso, en la orientación que se le daba a la educación colonial, reflejo de la unidad
económica, política y religiosa del Estado español con la Iglesia Católica, fundamentada en las
más oscurantistas corrientes del pensamiento feudal, que valoraba más la fatuidad del linaje o el
conocimiento abstracto que el menester del trabajo manual, el cual rechazaba por considerarlo
avergonzante.
Desde su llegada al territorio americano, los españoles utilizaron a la educación como un
instrumento de legitimación de su autoridad sobre el resto de la población, para captarlos y
transculturizarlos; actividad que con el tiempo se va restringiendo hasta transformarse en un
privilegio casi exclusivo de los blancos peninsulares, dando como resultado un estado
generalizado de analfabetismo, incultura y atraso en el resto de la población. Dentro de los daños
causados por la crueldad colonial debemos destacar la destrucción junto con la cultura indígena,
de las lenguas nativas, al incorporar el español como idioma oficial de la colonización.
Los Reyes de España no se preocuparon por difundir la educación en sus colonias americanas; se
manifestaba por el contrario un interés en su restricción, porque se sostenía el criterio de que el
saber era contrario a la sumisión de los súbditos. Es por esa razón que el Estado Docente de la
Colonia va ser más una organización para contener antes que para proporcionar y extender la
cultura, actividad que se encontraba regimentada por la autoridad eclesiástica, la cual actuaba por
delegación del Estado y según sus Leyes, en franco testimonio de negación de la naturaleza
democrática de la educación.
La educación colonial demostraba una apatía general con respecto a la escuela pública, ubicada
en cualquier casucha poco atractiva como consecuencia del escaso o ningún arreglo interior, con
maestros de escasa preparación pedagógica y miserablemente pagados, abandonada a su suerte,
ya que no existía un claro concepto de educación popular.

(1) Frank Bonilla. "El Fracaso de las Elites". Universidad Central de Venezuela- CENDES. Caracas, 1972. p. 56.
La leyenda de lo desconocido.

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