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1. Agilizar y transparentar los procesos penales.

Se deberá adoptar un sistema de justicia penal


plenamente acusatorio, con juicios orales y procesos simplificados. Gracias a ello, por ejemplo, la
etapa de investigación de los delitos será mucho más ágil y deberá ser mucho más profesional.

El juicio se desarrollará plenamente en audiencias orales y públicas, ante la presencia obligatoria


de un juez, que también obligadamente presenciará el desahogo de las pruebas y los alegatos.

2. Los ciudadanos gozarán de un sistema eficaz y transparente de protección de sus derechos,


tanto del inculpado, como de las víctimas u ofendidos.

La reforma pretende dejar atrás el sistema en el que el indiciado prácticamente se consideraba


culpable hasta que se demostrara lo contrario; se adoptará el principio elemental de presunción
de inocencia.

Además se establecen nuevas medidas en favor de los derechos de las víctimas, sobresaliendo el
carácter de “parte” dentro del proceso penal con los derechos que conlleva, asimismo la de recibir
asesoría jurídica, de coadyuvar con el Ministerio Público e incluso intervenir en el juicio, recibir
atención médica y psicológica cuando sea necesaria, fortalecer los instrumentos para la reparación
del daño, o bien mantener en secreto su identidad y sus datos personales en aquellos casos en los
que su seguridad así lo requiera.

3. Establecer medios alternativos de solución de controversias. Eso permitirá que el Estado centre
sus capacidades en la investigación y persecución de los delitos, más que en la solución de
conflictos entre las partes.

4. Sentar las bases para crear una defensoría pública más eficiente y profesional, con lo que
podremos terminar con historias en las que muchas personas iban a la cárcel por no disponer de
los recursos para pagar un abogado, y con ello tener acceso a la defensa adecuada.

Las reformas del sistema de justicia penal son –junto con las recientes reformas de varios artículos
constitucionales en materia de derechos humanos y en materia de amparo–, de la mayor
trascendencia e implican enormes retos. Representan una de las modificaciones de mayor
profundidad que se han suscitado en nuestro país.
Los cambios son de tal magnitud que propiciarán la modificación de prácticamente la totalidad de
los ordenamientos jurídicos vinculados con la prevención del delito, la investigación, la
procuración de justicia, la impartición de justicia y la ejecución de penas en México.

Sin embargo, los cambios no sólo implican la adecuación y armonización del marco jurídico
secundario para implementar el sistema, sino que requiere de un largo proceso de formación, que
incluya la capacitación de todos los actores involucrados –servidores públicos y profesionales del
área del derecho–, así como de consolidar una nueva cultura que genere la confianza de la
sociedad.

Si bien ésta no se consigue mágicamente, se requiere de una escrupulosa implementación, así


como detonar cambios institucionales profundos donde los ciudadanos tienen un papel central.

Las reformas serán eficaces en la medida que haya ciudadanía; es decir, requerimos de
organizaciones sociales serias que vigilen y acompañen el proceso de implementación.

Se trata de un reto extraordinario, pero también de una oportunidad para fortalecer el Estado de
derecho y sentar las bases de la convivencia social en el siglo XXI. La reforma, en tanto, implica
modificar un status quo: provoca también resistencia de quien cree que sus intereses son
afectados.

http://www.revistafolios.mx/dossier/la-reforma-penal-en-mexico-desde-el-enfoque-de-su-
implementecion
https://www.centrocarbonell.mx/taller-de-audiencia-inicial/

Fundamento
Sujeto
Funciones jurídico de su
procesal
intervención

Intervenciones en
el caso en
Sujeto procesal
cuestión
participante en la
(fundamenta
audiencia
jurídicamente
cada una)

dra. Leonor cortes

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