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Y será a partir de estas dos propuestas que busco exponer como es que Foucault
proporciona la posibilidad de ver el relato de la Historia Universal como un dispositivo
discursivo que moldea la subjetividad, y con ello, tomar la propuesta de Arendt y buscar un
método – por llamarlo de una forma- para la dislocación de aquel concepto y sus
implicaciones relacionadas a la destrucción de la creación de una identidad y así acceder a la
multiplicidad de narraciones que el ámbito de la política tanto necesita para poder volver a
traer la dignidad que el pensamiento marxista ya le había arrebatado.
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Así, Foucault en su artículo titulado El sujeto y el poder, el autor narra que su obra
se centra en crear historias de los diferentes tipos de subjetivación del ser humano. Menciona
que hay tres modos de objetivación que transforman a los seres humanos en sujetos y son:
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sujeto a partir de estas propuestas filosofías, se encuentra colocado como “el gran
desconocido de la historia, que ha desconcertado a la filosofía de la historia en la Época
Moderna, no sólo surge cuando uno considera la historia como un todo y descubre que su
protagonista, la humanidad, es una abstracción que nunca puede llegar a ser un agente activo”
(Arendt 2005, 213). Esta misma abstracción ha desconcertado al ámbito político ya que el
agente activo no existe, es decir, el agente activo que hace la historia no es posible señalarlo
como el héroe de las narraciones, y mucho menos como su autor, sino que es un simple actor
que termina siendo parte de un espíritu histórico mayor, el cual tiene un significado único y
está determinado a ir hacia un fin establecido. “La filosofía trato de pensar nuevamente la
política, la transformó en historia, y cuando quiso representar a los seres humanos en una
historia universal, diluyó la pluralidad en un único individuo: la Humanidad (Birulés 2007,
163).
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El historiador, al mirar hacia atrás en el proceso histórico, esta tan habituado a
descubrir un significado ≪objetivo≫ e independiente de los propósitos y de la
conciencia de los actores, que tiene la tendencia a olvidar lo que realmente
ocurrió, en su intento por discernir algún curso objetivo (Arendt 1995, 71).
Y es a raíz de esta concepción que el historiador pone a trabajar, una concepción que se
basa en un ideal, un ideal que Foucault podría totalmente en duda, afirmando que “el ideal
no tiene origen, también fue inventado, fabricado, producido por una serie de pequeños
mecanismos” (Foucault 1978, 21). Y en este sentido podemos decir que el ideal es un
dispositivo que a su vez, modifica la concepción de Historia Universal, elemento que también
consideramos dispositivo.
1.- Se trata de un conjunto heterogéneo que incluye virtualmente cada cosa, sea
discursiva o no. El dispositivo, tomado en sí mismo, es la red que se tiende entre
estos elementos.
2.- El dispositivo siempre tiene una función estratégica concreta, que siempre está
inscrita en una relación de poder.
3.- El dispositivo resulta del cruzamiento de relaciones de poder y de saber
(Agamben 2011, 250).
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vencedores, y se va transformando la historia, dándole el sentido que se busca para su
beneficio, dejando en las cenizas del olvido las historias de los vencedores, formando todo
un discurso estratégico para la formación de subjetividades específicas. Un ejemplo simple
es como se nos muestra la historia de nuestro país, se nos muestra a los grandes héroes de la
historia mexicana, héroes que al indagar en esas historias que han buscado esconder, resulta
que su heroísmo radica en la ficción creada a su alrededor. Pero es a través de estos relatos
que sus acciones se nos muestran como ejemplos a seguir de un ídolo creado.
Si bien, el autor francés hace un llamado a una nueva forma de producir la historia, en
donde el sujeto no sea el individuo ya establecido del marxismo, sino que se va formando
cada tanto. Y para esto, la propuesta en tanto pluralidad como ontología de Arendt es un buen
ejemplo para mostrar como bajo su pensamiento, este sujeto es cambiante y se rodea de lo
múltiple y no está limitado a lo uno.
Y a pesar de que muchos teóricos consideran a Arendt como una autora centrada en el
fenómeno de lo político, me animo a decir que la alemana era una teórica de la pluralidad.
Ya que sin este elemento, su teoría no tiene sustento. La política como acción en la esfera
pública no tiene sentido sin este elemento que posibilita la multiplicidad en dicho espacio de
aparición.
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Para la autora la característica ontológica de pluralidad sólo se puede dar a través del
fenómeno de la natalidad, el cual consiste en la llegada de un ser humano completamente
diferente, insertando la novedad en el espacio político. Es el nacimiento el primer momento
político ya que es el momento en que te presentas- aunque involuntariamente- ante el espacio
público de aparición. El fenómeno del nacimiento inaugura a posibilidad de una nueva
historia, tanto del hombre que acaba de nacer, como de los que lo rodean, ya que es un agente
totalmente nuevo y distinto a lo que se había visto antes de su llegada, es ello, “el nacer es
cargar con la imprevisibilidad propia del tiempo humano” (Birulés 2007, 166).
Con esto, Arendt apuesta por una metodología que instaure la pluralidad, la cual la lleva
a afirmar el papel de la narración y la actividad del narrador-storytelling- como guías en el
camino de la comprensión. Y es a partir de la incorporación de los relatos que damos cuenta
de la irreductible pluralidad de los seres humanos, de tal manera que en cada historia se nos
revela una voz propia. Ella propone, un cambio de paradigma en la historiografía. La alemana
aboga por darle mayor énfasis a la utilización de relatos (preferentemente biográficos, pero
también otros tipos de narrativa como los incidentes históricos, las obras literarios).
La autora tiene en cuenta que las historias no son cosas pertenecientes al ámbito de la
fabricación, describiéndolas como diferentes por sí mismas, ya que en tanto que son parte de
la actividad política, el fundamento de la pluralidad aparece como un elemento diferencial,
colocando cada historia con su particularidad, la cual limita el intento por unificarlas en un
sólo sentido. A pesar de que de acuerdo a nuestra concepción general de Historia – la cual se
basa en el concepto de proceso y progreso- el hombre es el único ser que tiene la capacidad
de relatar historias sobre sí mismo y necesariamente es imposible que se puedan presentar
repeticiones.
Bajo estos parámetros, es claro que la política y la historia han de partir de algo tan
inestable como el carácter diferencial de la humanidad, de admitir lo contingente y la
fragilidad de los asuntos humanos, así se tiene en cuenta y se comprende por qué una
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comunidad política siempre se presenta como imperfecta, incompleta y siempre cambiante.
El desacuerdo es el elemento que permanece en cualquier conjunto de seres humanos.
A partir de estas dos propuestas, busque mostrar cómo es que el relato de la Historia
Universal, que ha fungido como una narración empapada por las relaciones de poder que el
dominante impone, imponiendo a la vez una verdad a través de la misma historia. Esta verdad
ha moldeado las subjetividades de tal manera que gracias a las reflexiones tanto de Arendt
como de Foucault dan pie a una crítica y con ello a la reflexión tanto del pasado como del
presente.
Conclusión
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Como resumen quiero afirmar que tanto la propuesta de Arendt como la de Foucault
dan pie a reflexionar sobre el relato de la Historia Universal, colocándola como un dispositivo
de control y que considero tiene las características que plantea Agamben, ya que su función
estratégica concreta sujeta a una relación de poder está claramente establecida y manifiesta
en los sujetos que están sometidos a ella.
Es por ello que la propuesta foucaultiana insta a acercarnos a la situación de nuestro
presente y con ello vislumbrar modos de resistencia que actúen como catalizadores que
permitan poner en evidencia las relaciones de poder y de verificación que se dan en el relato
de la imposición del relato de Historia Universal.
Estos catalizadores bien podrían ser las narraciones que la autora alemana propone,
ya que dan la posibilidad de que la pluralidad propia del hombre se vea expresada ante el
insistente domino de la Historia, un dominio que a su vez acarrea ideas como lo son las de
progreso y finalidad del tiempo. Y que no sólo se dé la posibilidad de la historias, sino que a
través de ellas se dé un rompimiento con la supuesta verdad que se encuentra en la Historia.
Bibliografía