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HESICASMO 2019

Los silenciosos extáticos.

Los primeros y más destacados en el silencio son quienes resultan ser los más
místicos, los más extáticos entre los padres; comenzando por san Arsenio. Y
Abba Titoes se distinguía, precisamente, por estas dos cosas: la rapidez en el
arrobamiento y el cuidado de la lengua.

Toda vez que se mantenía en oración, si no bajaba rápidamente los brazos su


espíritu era llevado a lo alto. Y cuando sucedía que los hermanos rezaban con
él, con toda prontitud bajaba los brazos para impedir que su espíritu fuera
elevado y se quedara así [en las alturas] [31].

¡Y sucedía así porque guardaba su corazón con todo cuidado!

Cierta vez se le preguntó: “¿Cómo he de guardar mi corazón?”. Y él respondió:


“¿Cómo podemos cuidar del corazón cuando tenemos abiertos nuestra lengua y
nuestro estómago?” [32].

Dominar la boca, seguía diciendo, es la verdadera “partida hacia el extranjero


[xeneteía]” [33].

Aun con todo esto, ni en Escete ni en Nitria encontramos el mayor rigor sobre
este punto; la discreción no pierde nunca sus derechos. El propio Poemén, a
quien hemos visto recomendar tanto la taciturnidad, ha dicho: “Todo lo que
rebase la mesura proviene del demonio”. Y sobre el tema de la palabra en
particular, dice: “Quien habla a causa de Dios, hace bien; y quien se calla
debido a Dios, también” [34].

Los sirios, héroes de la Philoteos Historia de Teodoreto, dan cierta impresión de


practicar la ascesis por la ascesis misma; como san Acepsimas, quien guarda un
silencio absoluto [35]; o Salamanes, quien hace lo mismo [36]. Este fenómeno se
hallará incluso mucho más tarde en la historia de personas que vivieron con
santidad. A una de ellas la menciono ahora: la vida más extraordinaria que
conozco es la de san Sabas el Joven, quien murió en 1349 y quien era un
hesicasta de la más reciente escuela. Sabas mantuvo un silencio total durante

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veinticinco años de peregrinaciones, a pesar de los malos tratos que esta locura
le producía [37].

Además de todo esto, como algo más elevado en lo que respecta a la “huida de
los hombres” y para mayor derecho, los hesicastas invocaron también a la
autoridad de san Basilio en relación al silencio. Dentro de sus Reglas Menores,
nos encontramos con seis cuestiones concretas sobre el tema del control de la
lengua, que pareciera ser difícil de conquistar, de ejercitar y de conservar. La
primera de ellas sorprende a nuestro espíritu crítico y hace temblar al alma
aprehensiva: “¿Cuáles son las palabras que deben ser consideradas inútiles?”
Respuesta:

En general, toda palabra es inútil cuando no sirve de nada al objetivo que uno
se ha propuesto en el servicio a Dios. Ese tipo de palabras es tan peligroso -aun
cuando lo dicho fuera bueno en sí mismo- que a menos que ellas estén
relacionadas con la edificación en la fe, su bondad no es capaz de justificar a
quien las ha proferido. Siendo todavía que afligirán al Espíritu Santo debido a
que tal discurso no ha contribuido en nada a la edificación de la fe.

Luego de citar a Ef. 4:29, san Basilio agrega: “No es necesario señalar cuán
grande es el crimen de afligir al Espíritu Santo” [38]. Después, hace un repaso
de los diferentes pecados de la lengua: temas injuriosos, detracciones,
difamaciones contra un hermano, difamaciones contra un superior y palabras
insolentes que se pronuncian sin malas intenciones [39]. Todo es diagnosticado
sin indulgencia y condenado sin piedad. Semejante severidad sin duda inspiró
a más de uno a ver que lo más seguro era no hablar en lo absoluto. De hecho,
las Reglas Menores establecen esta cuestión con claridad: “De si se tiene que
guardar el silencio en todas las cosas” [40].

Las Reglas Mayores proceden de forma menos negativa en su elogio al silencio


[41], pues hacen que podamos gobernar nuestra lengua, nos enseñan a usar
sabiamente la palabra, nos hacen olvidar lo que aprendimos antes -en nuestros
tratos con las personas del mundo- y nos hacen hallar el reposo (¡todo lo que
conviene por completo al hesicasta!).

De esta manera, a menos que se esté comprometido en una situación agobiante


o que implique el cuidado que se le concede al alma; a menos que exista la
necesidad indispensable de alguna obra de las manos o la obligación de atender
alguna demanda de este tipo, es necesario mantener el silencio. Salvo que se lo
vaya a interrumpir con el canto de los salmos [42].

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Lo que muestra aún más la importancia que san Basilio le concedió al silencio,
es su minucioso cuidado al reglamentar el uso de la palabra, pues:

Está reservada a quienes se les ha confiado el cuidado del buen orden, de la


disciplina y de la conducta de la casa. Todos los demás deben guardar silencio.
Pero incluso a aquellos a quienes las obligaciones de su cargo les conceden el
derecho de hablar, han de hacer uso de este derecho con grandes precauciones.
De cualquier modo, en los momentos en que la comunidad salmodia no se ha
de proferir dentro de la casa ninguna palabra extraña al oficio [43].

Y en las conversaciones que sean precisas, el tono de voz debe estar regulado
según “las necesidades de quienes escuchan” [44].

Con todas estas consideraciones pareciera que siempre se estuviese rodeando a


la expresión de Santiago: “Aquel que no peca de palabra es un hombre perfecto
y, por lo tanto, capaz de controlar todo su cuerpo” [45]. Pero, ¿quién se
atrevería a decirse perfecto o decir que se ha hecho libre de todo pecado de la
lengua? La simplicidad de san Pambo se atreve: “Por la gracia de Dios, desde el
día de mi renuncia [al mundo] jamás me he arrepentido de una palabra que
haya dicho” [46]. Las confesiones de este tipo las encontramos también de
manera esporádica dentro de la Vitae Patrum, ya sea sobre este tema o sobre
otros. ¡Pero a qué precio parecieran haber adquirido sus logros espirituales
estas venerables personas! Antes de responder a una pregunta, Abba Pambo
hacía esperar cuatro días a quienes habían venido de lejos para hacerle
consultas. Y cuando éstos llegaban ya al límite de su paciencia y decidían
retirarse, los compañeros del santo los retenían diciéndoles: “No estén afligidos,
que Dios los recompensará. Esta es la costumbre del anciano: jamás se apresura
en hablar, espera a que Dios le conceda la certeza”. Finalmente, Pambo escribía
su respuesta sobre la arena [47]. Este hombre mezquino de palabras hablaba
continuamente con Dios y suponía que todos los monjes hacían lo mismo [48].

En él se verifica la ley que hemos constatado en relación a san Arsenio: el


silencioso se convierte en extático; el extático es silencioso. Y es silencioso por
propia voluntad, extático a pesar suyo:

Durante tres años se dedicó a pedirle a Dios: "¡No me glorifiques sobre la


tierra!". Pero Dios lo glorificó a tal punto que nadie podía ver su rostro a causa
de la resplandeciente gloria que irradiaba [49].

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Y un poco más adelante se nos vuelve a decir:

El rostro de Pambo brillaba como un relámpago. Al igual que el rostro de


Moisés, volvió a tener la imagen resplandeciente que tuvo Adán antes de la
caída. Pambo tenía la majestad de un rey sobre su trono [50].

Y este párrafo termina haciendo referencia a otros dos padres: Silvanos y Sisoes,
quienes “tenían la misma conducta”.

Sisoes, quien no se atrevía a confesar que nunca había pecado con la lengua (cf.
lo dicho más arriba) debido a que se vigilaba a sí mismo con una severa
perspicacia, sostiene que su “huida de los hombres” (diez meses seguidos sin
ver a nadie; n. 7) y su amor por el silencio le habían valido su unión con Dios; lo
cual le hacía olvidarse de comer mientras su alma se sentía satisfecha [51]. Era
un hombre tan humilde, que hacia el final de su vida consideraba que aún no
había ni siquiera comenzado [52]; y estaba tan familiarizado con Dios, que hacía
milagros sin saberlo [53]. Incluso se atrevió a hacer el siguiente pedido al Señor
por el alma de un discípulo: “Dios, lo quieras o no lo quieras, yo no te dejaré
tranquilo hasta que lo hayas curado” [54]. En suma, era “el cáliz elegido del
desierto”, según el título que el propio Señor le dio mientras lo llamaba al cielo
durante un último éxtasis [55].

Silvanos, otro extático [56], siempre se cubría con una amplia capucha hasta la
altura de los ojos a fin de no ver a nadie -ni siquiera en el desierto- que pudiese
interrumpir su contemplación interior [57]. Era, además, un hombre con una
sólida reputación de prudencia [58] y quien sabía que lo más agradable del
mundo era dar una lección de sentido común a un falso místico mesaliano [59].

Sócrates el Escolástico, en su Historia Eclesiástica, nos cuenta una memorable


historia:

Pambo, hombre sin estudios, se fue a buscar a alguno que le enseñara un salmo.
Pero apenas aprendió el primer versículo del salmo 38 (39), se dijo: “Vigilaré
mis senderos para no pecar con mi lengua”; y ya no quiso escuchar el segundo.
Y decía: “Tengo suficiente con este solo versículo para ver si puedo llevarlo a la
práctica”. Pasaron seis meses sin que aquel que le enseñara lo volviese a ver; y
cuando finalmente pudo expresarle su reproche, Pambo le dijo: “Es que aún no
he aprendido de manera práctica el primer versículo del salmo”. Vivió así

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durante muchos años, hasta que alguien a quien conocía le preguntó si ya se


sabía su versículo. Y él le dijo: “Es completamente justo que en diecinueve
largos años haya aprendido a ponerlo en práctica” [60].

Es probable que este Pambo sea el mismo señalado más arriba, a pesar de la
aparente contradicción entre sus dichos. Como sea, tales dichos acuerdan en su
amor por el silencio. Junto a él lo hacen también todos los amantes de Dios,
según hayan degustado lo dulce que es el Señor.

............

31. Alf. Titoes, n. 1; cf. n. 6.

32. Alf. Titoes, n. 3.

33. Ibíd., n. 2.

34. Ibíd., n. 129 y 147.

35. Phil. Hist. XV.

36. Ibíd. XIX.

37. Vie por Ph. Kokkinos, Papadopoulos-Kerameus, Hierosolym. Stachyologia V,


pp. 190-359.

38. Reg. Brev. 23, PG 31, 1197 D y ss.

39. Ibíd. 24-28.

40. Ibíd. 208.

41. Reg. Fus. tr. 13.

42. Loc. cit.

43. Reg. Brev. 173; Hom. Ps. 28, 9, PG 29, 373 D y ss.

44. Reg. Brev. 151.

45. Sant. 3:2.

46. Alf. Pambo, n. 5.

47. Ibíd. n. 2.

48. Ibíd. n. 7.

49. Ibíd. n. 1.

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50. Ibíd. n. 2.

51. Alf. Sisoes, n. 4.

52. Ibíd. n. 14.

53. Ibíd. n. 18.

54. Ibíd. n. 12.

55. Ibíd. n. 14.

56. Alf. Silvanos, n. 2-3.

57. Ibíd. n. 4.

58. Ibíd. n. 6.

59. Ibíd. n. 5.

60. Hist. Eccl. IV, c. 23. Ed. Hussey, t. II, Oxford 1853, p. 521.

| La dialéctica de la oración. |

Los monjes tienen por vocación el realizar mucho mejor que los demás la
oración continua o perpetua; un esencial problema práctico muy debatido entre
los cristianos de los primeros siglos. [Para los hesicastas,] la dialéctica de la
oración es su amor por el silencio.

Si bien ellos no tuvieron maestros que les enseñasen, sí tuvieron a todos los
santos anteriores; como san Ignacio de Antioquía, por ejemplo, para quien nada
grande podía hacerse sino se hacía en el silencio: en aquel silencio en el que
Dios obró sus “impresionantes misterios” en el alma de María y en la vida de
Jesucristo [10]. Se trata del silencio del fiel que “posee la palabra de Jesús y
puede, por lo tanto, comprender su silencio para llegar a ser perfecto; para
lograr que sus palabras sean hechos auténticos y que su silencio se los haga
comprender” [11].

¡Desgraciado el religioso que no considera la ley del silencio como una regla a
observar! Los padres del desierto, hombres de oración, tuvieron al respecto la
misma reacción espontánea del ser que no se deja arrebatar el elemento en el
que vive y del que se alimenta. “Un pez fuera del agua”, denominaba san
Antonio al solitario fuera de su celda. El silencio es la celda portátil que el
hombre de oración no abandona cuando, por necesidad o por caridad, tiene que

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dejar su celda visible: “Si eres un hombre de silencio, en cualquier lugar en el


que te encuentres hallarás el reposo” [12].

A fin de cuentas, el silencio que se preserva cuando se presenta la ocasión de


hablar es una “huida de los hombres” más auténtica que el simple
distanciamiento en el espacio [13]. “Huyan de esto”, dice otro anciano mientras
se mete el dedo en la boca [14]. Se trata, además, de una muestra de coraje que
siempre se renueva y que se ve reforzada según el grado de indiscreción de las
personas molestas: “La primera vez, huye; la segunda vez, vuelve a huir; y la
tercera vez haz uso de una filosa espada” [15].

Abba Juan Colobos había logrado un grandioso fervor de espíritu. Y alguien


con quien se encontró comenzó a alabarlo por su obra. Pero él se entregó a sus
trabajos habituales y se mantenía en su silencio. La otra persona le dirigió por
segunda vez la palabra, pero Juan continuó con su silencio. Y a la tercera vez le
dijo al visitante: “Desde que entraste aquí has alejado a Dios de mí” [16].

Incluso estando ante la muerte es mejor permanecer callado:

Abba Moisés le preguntó a Abba Zacarías, quien estaba a punto de morir:


“¿Qué es lo que ves?”. Zacarías le respondió: “¿No es mejor callar, padre?”.
Moisés dijo: “Es cierto, hijo mío, guarda silencio” [17].

Ese hermoso silencio le abrió a Zacarías las puertas del cielo. Y Abba Or jamás
hablaba si no había necesidad de hacerlo [18]. Tal es así, que le aconsejó a su
discípulo Pablo: “Pon mucha atención para jamás traer una palabra extraña a
esta celda” [19].

Es bueno tener el deseo de hacerle el bien al prójimo mediante un par de


palabras de edificación, pero, ¿cuántas veces no es esto sino un pretexto o una
ilusión? El obispo Teófilo de Alejandría, a quien ya hemos visto despedido por
san Arsenio, también escuchó un día la opinión de Abba Pambo respecto al
silencio: “Dirígele una palabra al papa [éste era el calificativo de entonces para
los patriarcas de Alejandría] para su provecho espiritual”. Y el anciano
respondió: “Si él no se beneficia de mi silencio, tampoco obtendrá beneficio
alguno de mis palabras” [20].

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Existen también las conversaciones piadosas; y bien entendidas, no es


conveniente proscribirlas por completo de antemano. ¡Por lo menos todavía no!
Veamos a dos habitantes de Escete que navegaban sobre el Nilo yendo a visitar
a san Antonio. Luego se les une un anciano desconocido. ¿Qué hacer en una
balsa si no hay motivación alguna?

Los hermanos se entretenían hablando sobre los apotegmas de los padres [¡un
tema más que recomendable como pasatiempo para los monjes!], sobre pasajes
de la sagrada escritura y sobre aspectos de su trabajo manual. Pero el anciano
permanecía en silencio […] Al llegar a lo de san Antonio, éste les dijo a los
hermanos: “Han tenido una buena compañía junto a este anciano”. Y luego al
anciano: “Has encontrado buenos hermanos para llegar hasta aquí, Abba”. El
anciano dijo: “En cuanto a ser buenos, lo son; pero su corral no tiene puerta.
Cualquiera que lo desee puede entrar al establo y llevarse al asno”. Y esto lo
dijo porque aquellos hablaban sobre todo lo que se les venía a la lengua [21].

El silencio realmente se presenta como una panacea: “Ante cualquier problema


que te sobrevenga, la victoria sobre ella consiste en callar” [22]. Pero, ¿a veces
no es preciso hablar para agradar al prójimo? ¡Si le hace tanto bien! “¡Más vale
callarse!”, dice Abba Pambo; y Abba Poemén ha apoyado su veredicto [23].

Los más expuestos a hablar de más eran quienes iban al mercado –por ejemplo
a Alejandría- para vender los productos manufacturados en el desierto. ¿Acaso
no es necesario regatear entre los orientales? Sin embargo, Abba Agatón y Abba
Amón:

[…] cuando se dedicaban a vender algún utensilio, les era suficiente decir el
precio una sola vez; luego recibían lo que se les daba sin decir ninguna palabra,
con total tranquilidad. Y también a la inversa, cuando querían comprar algo,
pagaban en silencio el precio que se les exigía, tomaban el objeto adquirido y se
marchaban sin decir ninguna palabra [24].

¡Abba Agatón no actuaba de esa manera a causa de una taciturnidad congénita!


Durante tres años había llevado una piedra en su boca, pero no como
Demóstenes y para convertirse en orador, sino “para aprender a callarse” [25].

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Todos los demás ascetas sabían, gracias a la asidua lectura de los sagrados
libros, cuán difícil y cuán importante es dominar la lengua. Ella es esa inquietum
malum, esa universitas iniquitatis [26]. Abba Sisoes logró un buen progreso a lo
largo de treinta años y lo confiesa de forma sencilla: “Ya no rezo a Dios a causa
del pecado”. Sin embargo, todos los días repetía esta invocación: “Señor Jesús,
protégeme de mi lengua”. Y reconoce que “hasta ahora, sigo cayendo todos los
días a causa de ella y por eso cometo pecados” [27].

Cuando se ha combatido durante mucho tiempo para el logro de una virtud,


luego se la considera más que a la propia vida:

Un hermano le preguntó a Abba Sisoes: “Si en nuestro viaje de camino nuestro


guía se desencaminara, ¿sería necesario que se lo dijésemos?”. Y el anciano dijo:
“No”. El hermano continuó: “¿Pero así no nos estaríamos dejando extraviar por
él?”. Y el anciano dijo: “¿Y qué? ¿Acaso tomarás un palo para pegarle? Sé de
unos hermanos que iban de camino por la noche y su guía se confundió de
dirección. Los hermanos eran doce, y todos sabían que aquel se había
confundido de camino, pero se hicieron violencia para no decírselo | y no
romper el silencio nocturno [¡tiempo en que se observaba esta ley monástica con
todo su rigor!] |. Cuando amaneció, el guía se dio cuenta de su error y les dijo:
“Perdónenme, pero me confundí”. Ellos le dijeron: “Lo sabíamos, pero no te
dijimos nada”. El guía se sintió admirado y dijo [¡palabras memorables!]: “¡Los
hermanos prefieren la muerte antes que hablar!”. Y alabó a Dios por aquello. Y
la distancia que se habían alejado del camino era de unos 19 kms.” [28].

¿Historia o apología? Como sea, se trata de una doctrina fuertemente inculcada.


He aquí, ahora, una prohibición que pasará a muchas reglas monásticas,
llegando incluso hasta nuestros días: “Si ves espectáculos o escuchas historias
[murmullos que corren], no se los cuentes a tu vecino” [29]. Otra característica
que será común en las hagiografías es la de jamás perder el tiempo fuera de la
celda; algo que se remonta a Abba Sisoes el Tebano:

Cuando terminaba el oficio, se dirigía rápidamente a su celda. Y algunos


decían: “Tiene al diablo en su cuerpo” [está endemoniado]. Pero en realidad él
hacía la obra de Dios [30].

............

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10. Gr. mystēria kraugēs, Ef. 19,1.

11. Ef. 15, 1-2. (Cf. Le lettere di Ignazio, Ed. Presenza, Roma 1966).

12. Alf. Poemén, n. 8. Evergetinos, II, c. 47, p. 144.

13. Cf. Alf. Titoes, n. 2.

14. Verba seniorum IV, n. 27. PL 73, 868 C.

15. Alf. Poemén, n. 140.

16. Alf. Juan Colobos, n. 32.

17. Alf. Zacarías, n. 5.

18. Alf. Or, n. 2.

19. Ibíd.

20. Alf. Teófilo, n. 2.

21. Alf. Antonio, n. 18.

22. Alf. Poemén, n. 37.

23. Alf. Poemén, n. 47.

24. Alf. Agatón, n. 16.

25. Ibíd., n. 15.

26. Sant. 3:6. La lengua es esa “maldad inquieta”; ese “universo de iniquidad”.

27. Alf. Sisoes, n. 5.

28. Alf. Sisoes, n. 30.

29. Alf. Poemén, n. 139.

30. Alf. Sisoes, n. 37; cf. I. Hausherr, Vie de Syméon le Nouveau Théologien,
Orientalia Christiana XII (1928), 28.

II. Tace (calla).

| La filosofía del silencio. |

Si ya hemos observado la primera ley de la vida hesicasta: huir de los hombres,


¿qué puede significar esta segunda ley? En primer lugar, la huida jamás se

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puede lograr de manera plena, incluso si así se lo deseara. Aunque después de


san Arsenio, no es eso lo que quieren los hesicastas. Pero aun estando lejos de
todo ser humano -en el desierto o en la celda- es necesario completar esa
soledad o intensificarla mediante el silencio interior. Pues conversar con
interlocutores invisibles o con los propios pensamientos puede ser peor que la
palabrería externa.

En este sentido, todo empieza con una primera e inocente sugerencia o


insinuación (prosbolé), que da lugar a un diálogo divisor [a nivel mental] que
conduce luego al consentimiento culpable. San Poemén dice:

Hay quienes parecen callados, pero en su corazón condenan a los demás; tales
personas hablan sin cesar. Otros, por el contrario, hablan desde el amanecer a la
noche; pero se mantienen en silencio, pues nunca dicen nada que no tenga una
utilidad espiritual [1].

Otros fragmentos semejantes fueron pronunciados para terminar con las


interpretaciones demasiado formalistas, ya que en todo lugar hay espíritus
fanáticos del literalismo. Ya hemos visto una reacción similar de sensatez a
propósito de la tan aconsejada perseverancia dentro de la celda:

Un anciano dijo: “Puede que un hombre se siente dentro de su celda durante


cien años y jamás aprenda la manera necesaria de estar en la celda mientras se
está sentado” [2].

Pero la excepción no invalida la regla. Y el tema presente es huir de los hombres


para morar en el desierto, para persistir en la celda y para observar el silencio;
que es exterior al principio y luego interior. Esto último constituye la hesiquía
propiamente dicha.

En la antigüedad, fue sobre todo Pitágoras quien pudo comprender mejor el


alto valor del silencio. Todo el mundo sabía la manera en que formaba a sus
discípulos: después de haberlos examinados y probado durante largo tiempo,
los sometía durante tres años al mortificante ejercicio de considerarlos
insignificantes. Tras esa etapa, a los que quedaban les prescribía un silencio de
cinco años, pues “consideraba que el control más difícil que cualquier otro era
el control de la lengua” [3]. Y el tipo de vida pitagórico gozó de vasta
reputación incluso entre los cristianos. San Gregorio de Nacianzo se refiere a

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ella como “la muy célebre filosofía del silencio, que tenía por objetivo el
aprender a moderar las palabras a través del ejercicio de permanecer callado”
[4]. Y es para aprender a hablar que san Gregorio el Teólogo con frecuencia se
imponía largos periodos de silencio absoluto; cierta vez se pasó toda una
cuaresma sin decir una sola palabra [5].

Las personas se sienten tan ansiosas por hablar, “que se la pasan todo el tiempo
hablando o escuchando sobre cosas nuevas” [Hch. 17:21], y por eso detestan o
no entienden el elogio a la taciturnitas [a la taciturnidad]. Así lo testifica el
tratado de Plutarco: De Garrulitate. Y tenemos conocimiento, entre muchas otras
cosas, de que una de las máximas de los Apotegmas de los Padres pronunciada
por san Arsenio: “Con frecuencia me he arrepentido de haber hablado, pero
nunca de haber callado” [6], se remonta a los tiempos de Simónides (467 a.C.)
[7]. San Arsenio, según lo sabemos por los apotegmas (n.5-6), poseía un
conocimiento poco común sobre las culturas griega y romana; y se servía de su
erudición para beneficio de su vida hesicasta, aunque tenía siempre en mayor
estima “el alfabeto de los rústicos” hermanos coptos.

¿Dónde es que aquellos coptos aprendieron su sabiduría y, en particular, su


amor por el silencio? San Arsenio sostiene que se debe a sus propios esfuerzos
[8]. Nada enseña a callar como la vida de oración. Esto vale tanto para el
silencio como para la soledad: nadie ama estar solo sino para disfrutar de una
compañía deseable; nadie se entrega al silencio sino para gozar de un coloquio
interior. Pues para el monje, el objetivo de todos sus esfuerzos es lograr “que el
espíritu se vea siempre absorto en las cosas de Dios”: Ut in divinis rebus ac Deo
mens emper inhaeret; pues, “todo lo que apunte a otro sentido, por grande que
sea, es solo secundario; es incluso bajo o totalmente perjudicial” [9].

............

1. Alf (= Apophthegmata Patrum, serie alfabética; Cotelier, Eccl. Graecae


Monumenta, T.I., pp. 338-712, PG 65, 71-440) Poemén, n.27.

2. Evergetinos I, p. 151, c. 2.

3. Giamblico, De vita Pythagorica XVII, 72, Nauce p. 51 y ss.

4. Or. contra Julianum, PG 35, 637 A.

5. PG 37, 1307 y ss.

6. Alf. Arsenio, n.400; cf. PO XVI, 380.

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7. Plutarco, De Garrulitate, n. XXIII fine.

8. Loc. cit. n.5.

9. Casiano, Col. I, 8. Trad. lit.: “Que la mente siempre esté adherida a Dios y a
las cosas divinas”.

| Siendo extraño y peregrino: la xeniteía. |

¡Pero todavía hay más! La más difícil y más gloriosa de las acciones ascéticas es,
según san Nilo, la xeniteía. Es decir, la vida de extranjero a la que ha sido
condenado o a la que se ha condenado el propio individuo que se aleja para
vivirla; haciéndose así único en su especie, en su raza, en su lengua, dentro de
un país que no es el suyo. Tal como sucede entre los ascetas que tienen como
objetivo supremo la contemplación…

El primero de los más insignes combates es la xeniteía, que consiste en emigrar


solo y despojado, al igual que un atleta, lejos de la patria, de la raza y de los
bienes […] [74].

Abba Ammonas, sin embargo, considera más preferible que el solitario “se
siente en su celda, que coma un poco todos los días y que siempre tenga en su
corazón las palabras del publicano” [75]. Pero Ammonas no contradice a san
Nilo, simplemente cree que la xeniteía puede practicarse dentro de la celda sin
los inconvenientes que aquella conlleva; como degenerar fácilmente en un
girovaguismo [76].

Aunque la permanencia dentro de la celda tampoco debe convertirse en un


apego irrestricto, pues uno se queda en ella para huir de los hombres y así
poder atender a la oración pura. A veces es necesario abandonar la celda debido
a la caridad o para escapar a un peligro de orden espiritual:

No te quedes en un lugar en donde veas que los demás tienen envidia de ti. Si
lo haces, no harás ningún progreso [77].

Abba Agatón y sus discípulos pasaron mucho tiempo construyendo un kellíon,


y al terminarlo fueron a habitarlo. Pero durante la primera semana, Abba
Agatón vio algo que no le resultó edificante y por eso le dijo a sus discípulos:

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"Levántense, vámonos de aquí". Entonces éstos delicadamente le objetaron que


así se los tendría por inconstantes, pero Agatón se obstinó en partir [78].

¡No se nos dice qué es ese “algo” no edificante! Pareciera que se trata de algo
oculto a nosotros. Y la misma vaga expresión también se halla en otro lugar:

Abba Ammoes obtuvo una provisión de cincuenta artabas de trigo [unos 100-
150 kg.] y las había expuesto al sol. Pero antes de que estuvieran bien secos, vio
en cierto lugar algo nada edificante y por eso le dijo a sus jóvenes: “Vámonos de
aquí” [79].

De cualquier manera, estos apotegmas nos sirven para evaluar en su justa


medida la recomendación de no abandonar la celda; tanto el hecho de evitar
dejarla por curiosidad, por acedia o por temor al sufrimiento [80], como
también el evitar permanecer en ella a causa del espíritu de propiedad | y de
apego |.

En oriente, el tema de la estabilidad del monje comprende diversos aspectos


[81]. Desde el punto vista espiritual, se ve dominada por la búsqueda de la
hesiquía (y el análisis psíquico, por cierto, con frecuencia revelaba lo que los
ancianos denominaban: akēdía). Uno de los capítulos más largos de la Synagogé,
de Pablo Evergetinos, tiene como encabezado lo siguiente:

No es necesario cambiar pronto de residencia o abandonar la morada [moné] en


la que se ha prometido a Dios tender a la perfección; pues ni siquiera los padres
se alejaron fácilmente de sus celdas, en donde encontraban una utilidad
espiritual poco común [82].

En tal capítulo hay anécdotas y sentencias extraídas de diversos libros


autoritativos para los monjes, como la Historia Lausíaca, el Vitae Patrum, la vida
de san Eutimio, la vida de santa Sinclética, la vida de santa Teodora; y también
de las obras de san Efrén (a quien dedica siete largas columnas), de san
Máximo, del Gerontikón y otra vez de san Efrén.

Citemos aquí solamente un “capítulo” de san Máximo:

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En momentos de tentación no abandones tu monasterio y soporta


valientemente el oleaje de los pensamientos, sobre todo los de la tristeza y de la
acedia [83].

Esta cita es del s. VII, pero la misma ya había sido escrita de manera literal en el
s. IV por Evagrio Póntico; si bien hay una palabra diferente: en lugar de
“monasterio” Evagrio había escrito “celda” [84]. La doctrina, por lo tanto,
permanece siendo la misma, tanto para cenobitas como para eremitas.

El propio san Basilio, tan poco favorable al eremitismo y a su vocabulario (y


quien dijo que el hombre no es un zóon monastikón, sino un ser hēmeren kaí
koinōnikón [85]), quizás a pesar suyo haya contribuido a mantener aquella
obsesión por la soledad a través de su sexto tema, titulado: “A fin de vivir
según las reglas de la exacta piedad, es necesario alejarse de la conversación con
los hombres” [86].| Sin lugar a dudas, la posterior demanda habla bastante mal
del biós apidiastikós, de la vida en compañía; pero, ¿acaso existe una gran
diferencia entre idiazéin y apidiázein, entre estar solo y estar acompañado? Pues,
cuando realmente estamos dedicados a una sola cosa, tan pronto como nos
entregamos a ella fácilmente nos hacemos sordos a cuanto pudiera seguir [y a lo
que hay a nuestro alrededor].|

De cualquier manera, una cosa es cierta: si es que lo intentó, san Basilio no


consiguió suprimir ni tampoco moderar demasiado la aspiración por la
soledad. Y eso por el simple hecho de que ella era necesaria para la quietud al
igual –si se nos permite decirlo- que el aire es necesario para la respiración, o tal
como el alimento es necesario para la nutrición.

............

74. Nilo, Tract. ad Eulog., c. 2, PG 79, 1096; cf. Von Campenhausen, Die asketische
Heimatlosighkeit, Tübingen, 1930.

75. Alf. Ammonas, n. 4.

76. Alf. Poemén, n. 18.

77. Ibíd.

78. Alf. Agatón, n. 6.


79. Ammoes, n. 5.

15
HESICASMO 2019

80. Cf. Ammonas, n. 5.

81. Cf. el artículo de P. Herman, La “stabilitas loci” nel Monachismo bizantino, OCP
XXI (1955), pp. 115-142.

82. I c. 40, ed. di Constantinopoli 1861, pp. 137-148; 145.

83. Máximo el Confesor, De charitate I, 52.

84. Practikós I, 19, PG 40, 1225.

85. Reg. Fus. Tract. III, PG 31, 917 A. La expresión significa que el hombre no es
un animal solitario (zóon monastikón), sino un ser refrenado/civilizado y
comunitario (hēmeren kaí koinōnikón).

86. Trad. de G. Hermant.

| Realismo y autenticidad. |

Los más hermosos pretextos que alejan de la soledad no son sino ilusiones. Dice
Evagrio:

Alabo la generosa voluntad de la casta diaconisa Severa, pero no acepto su


emprendimiento. No sé qué provecho pueda encontrar en ese largo y penoso
peregrinaje. Por el contrario, puedo demostrar -por medio del Señor- cuánto
habrán de perder ella y sus acompañantes. Confío a tu santidad el impedir que
quienes han abandonado el mundo salgan de viaje sin ninguna necesidad […]
[49].

Y por último, he aquí la resolución de Evagrio según sus propias palabras:

¿Qué es lo que estoy haciendo o qué es lo que siento? Pretendo vivir en soledad
y no relacionarme con los hombres, pues no es posible ver a Dios si no
expulsamos por completo de nuestra inteligencia a las pasiones e imágenes de
este mundo, el cual está lleno de escándalos y de trampas. Rezo para verme
librado de todo aquello. Me sorprende que quieras forzarme a abandonar mi
celda y a caer en las olas del mar [50].

16
HESICASMO 2019

A pesar de la diferencia de estilo, su pensamiento coincide de manera exacta


con el de Arsenio: “No puedo estar al mismo tiempo con Dios y con los
hombres”.

Estos eremitas son muy realistas y muy sinceros. Tanto unos como otros, a
fuerza de querer vivir con Dios a cualquier precio y sin ilusiones, venden o
abandonan todo lo que tienen para adquirir la perla más preciosa: el reino de
Dios, que no se le concede sino a la pureza perfecta.

Hay un hombre a quien Evagrio debió conocer, aunque difícilmente se le


asemeje en cuanto a su espíritu [51]. Se trata de Ammonas, a quien san Teodoro
el Estudita llamó “el Pneumatóforo” [52] y quien fue discípulo de san Antonio,
por lo que representa lo mejor de la tradición monástica. Es imprescindible que
leamos -llegados aquí y en atención a nuestro contexto- al menos su primera
carta sobre la hesiquía, es decir, sobre la soledad.

Ustedes también lo saben, mis queridos hermanos, que después de la


transgresión el alma no puede conocer a Dios según debe si antes no se aparta
de los hombres y de toda distracción. Es así que podrá ver, entonces, la guerra
de quienes luchan contra ella. Y si triunfa ante el asalto que le sobrevendrá a su
debido tiempo, el Espíritu de Dios habitará en ella desde ese momento, y toda
pena que tuviera se convertirá en gozo y alegría. En tales combates, el alma se
verá herida por las tristezas y por la acedia [akēdía], y aún por muchas otras
cargas diversas. Pero que no se aflija, pues ellos no prevalecerán sobre ella
mientras viva en soledad [hēsykhía]. Es por esto que nuestros santos padres
vivían retirados y en los desiertos: Elías, Juan el Bautista y muchos otros más.

De hecho, no han de imaginar que fue mientras vivían en medio de los


hombres, mezclados con ellos, que los justos efectuaron con éxito [katórthōsa,
término estoico] la justicia. No fue así, sino después de una larga práctica de la
soledad y cuando la fuerza divina hizo morada en ellos; fue solo entonces que
Dios los envió en medio de los hombres, ya estando en posesión de las virtudes,
para edificar a éstos y curarlos de sus enfermedades. Es para esta función que
uno es arrastrado a la soledad y luego enviado a los hombres; pero Dios lo
envía solo después de que han sido curadas todas sus enfermedades. Es
imposible que Dios envíe entre los hombres y para su edificación a un alma que
es débil; y quienes así lo hacen antes de haber alcanzado la perfección, van
según su propia voluntad y no según la voluntad de Dios. Es por eso que él nos
dice: “Yo no los he enviado; corren por sí mismos” [Jr. 23:21]. Y esta es la razón
por la que ellos no son capaces de sustentarse a sí mismos ni de edificar a otra

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HESICASMO 2019

alma. Los que son enviados por Dios no desean abandonar la soledad, pues
saben que es gracias a ella que han adquirido la virtud divina; pero para no
desobedecer al Creador van [a trabajar] por la edificación de los hombres.

Vean que les he hecho conocer el poder de la soledad; ella le es agradable a


Dios. Por lo tanto, ahora que saben de la eficacia y del valor de la soledad,
podrán llegar a ella.

La mayoría de los monjes no la alcanzan debido a que permanecen junto a los


hombres; es por eso que no poseen la fuerza necesaria para subyugar todas sus
voluntades. No quieren dominarse a sí mismos de forma tal que puedan huir de
la distracción [y del intercambio] junto a los hombres, y así es que se ven
demorados y sujetados unos a otros. A causa de esto no pueden conocer la
suavidad de Dios, no han sido juzgados dignos de que su poder habite en ellos
ni tampoco de recibir la cualidad divina. La razón por la que el poder de Dios
no habita en ellos, es porque todavía se ven atados a las cosas de este mundo:
van y vienen según las pasiones de su alma, según los prejuicios humanos y las
voluntades del hombre viejo […] [53].

Este Ammonas exalta la vida solitaria por medio de argumentos que los demás
emplean más bien para demostrar la necesidad de la vida en común: ¡la soledad
puede derrotar toda voluntad personal! Para obtener este mismo resultado, los
Apotegmas de los Padres elogian la entrega del discípulo a un anciano, ¡sobre todo
si es alguien malhumorado! Pero los hay quienes recomiendan rotundamente la
vida cenobítica. Sin duda, se tiene que comprender la soledad de Ammonas
como una vida eremítica relativa, que no excluye sino que más bien supone lo
contrario: la sujeción a un padre espiritual. De cualquier manera, Ammonas
elogia a la soledad bajo todos los tonos posibles: “¡Sin ella es imposible llegar a
la diákrisis!” [54]; | que es el tan mencionado e imprescindible “discernimiento
espiritual”. |

He aquí, ahora, una genealogía de las virtudes que los hesicastas aceptaron con
entusiasmo:

Primero, la soledad; la soledad engendra la ascesis y las lágrimas; las lágrimas


engendran el temor; el temor engendra la humildad y el don de la previsión; la
previsión engendra la caridad; y la caridad libra al alma de la enfermedad y la
hace impasible. Es entonces, luego de todo esto, que el hombre comprende que
no está lejos de Dios. Por lo tanto, quien desee llegar a los honores de toda
virtud no se preocupará por ningún hombre, a fin de no juzgarlo, y se
preparará para su propia muerte. Y cada vez que ore reflexionará sobre aquello

18
HESICASMO 2019

que lo separa de Dios y lo suprimirá, rechazará este mundo y así la bondad de


Dios le concederá rápidamente todas las virtudes […] [55].

Estamos aquí ante una corriente de espiritualidad diferente a la de Evagrio. La


genealogía de las virtudes no coincide del todo con la expuesta en la carta a
Anatolio [56]. Por otra parte, Ammonas ignora por completo la sabia
construcción del sistema evagriano; y tampoco conoce el vocabulario ascético y
místico tomado como préstamo de los filósofos. Pero a partir de premisas
bastante diferentes, estos representantes de dos escuelas distintas llegan a la
misma conclusión: la soledad es necesaria para hallar “el lugar de Dios”, para
lograr la contemplación de la Santa Trinidad, para alcanzar la contemplación de
la oración-teología (como sostiene Evagrio), para la posesión de Dios, del
Espíritu o del “carisma diorático”, según Ammonas, quien prueba tener una
firme convicción sobre este punto a la vez que una tradición en común con los
ascetas del s. IV. Estos se expresaron de continuo a través de una frase de
Ammonas:

Huyan de los inútiles encuentros con los hombres y abracen la soledad


[monósin], pues el trato con nuestro prójimo es dañino y destruye el estado de
sosiego [57].

La máxima “huye de los hombres” se encuentra más de una vez en la Vitae


Patrum. Pero, ¿debiera esto sorprendernos? Esta máxima no es sino una glosa
del título de monakhos - monje. Nos conviene, ahora, detenernos más sobre este
punto. Y escuchemos otra vez a san Antonio:

Aquel que se ha establecido en el desierto, el hesicasta, se ha librado ya de tres


guerras: la del oído, la de la palabra y la de la vista. No le queda sino una sola:
la guerra del corazón [58].

San Nilo insiste en que es necesario abrazar la monósis (un término más fuerte
para señalar a la soledad), “que es la madre de la filosofía”. La filosofía, para
Nilo, es la perfecta vida monástica. Y al igual que Ammonas, reitera que no es
necesario abandonar el aislamiento antes de haber adquirido la teleía éxys, la
perfección estable. Él mismo (a menos que se trate de Evagrio), y siempre con el
espíritu de Ammonas, recomienda adherirse a la “principal de todas las tareas:
la hesiquía, la cual nos muestra la contemplación de las virtudes por estar
dotada de múltiples ojos” (!)[59].

19
HESICASMO 2019

En épocas que desconocemos pero que son bastante antiguas (probablemente


anteriores al siglo XII), aparece un tal Abba Filemón, a quien luego volveremos
a mencionar, quien era “un imitador perfectamente fiel de san Arsenio” y por
ende amigo de la hesiquía (philēsykhos). Y predicaba lo siguiente:

Sin una soledad perfecta es imposible complacer a Dios; según la enseñanza


filosófica de nuestro santo padre Moisés: la soledad engendra a la ascesis.

Esto es algo que sigue textualmente la genealogía de las virtudes establecida


por Ammonas. Todo este “logos bastante útil al tema de Abba Filemón” no es
sino un panegírico a la hesiquía, y es necesario entender a ésta como una
soledad casi absoluta: ēremitiké katástasis [60].

............

49. Carta 7.

50. Carta 13.

51. Cf. Antirrético, Acedia 16.

52. Oficio del santo, 21 de enero y semana antes de la quincuagésima; cf. Nau,
en PO XI, p. 393, n. 1. [En el actual calendario litúrgico ortodoxo figura el 26 de
enero].

53. Ammonas, successeur de St. Antoine, textes syriaques et grecs, ed. F. Nau, PO XI,
p. 432 (130)-434 (132).

54. L. c. p. 480.

55. L. c. p. 480 ss.

56. PG 40, 1221 B C.

57. Sobre ēremitiké katástasis (Ammonas, éd. F. Nau p. 485), esta expresión bien
podría designar el necesario estado para la “contemplación de la Santa
Trinidad”. El vocablo katástasis posee una gran importancia en Evagrio, se trata
de la “inefable paz” que caracteriza, precisamente, a la gnosis de la Santísima
Trinidad. Cent. I, 56.

58. Ecclesiae Graecae Monumenta I, p. 343.

59. Tractatus ad Eulogium, 18, PG 79, 1117 A.

20
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60. Philocalie, Atenas 1893, I, pp. 347-354.

| La “huida” y la celda. |

En los siglos posteriores, no serán tanto los diversos medios de exhortaciones


(ya había suficientes en los escritos más venerables) sino las hagiografías las que
predicarán el amor a la soledad a través de los ejemplos que registren. Será así
en todos los países de la cristiandad. Y con mucha frecuencia tal amor parecerá
ser indomable, pues la soledad se verá poblada a través de la atracción que
ejerce el eremita; y éste, transformado en “padre de monjes” aunque no lo
quiera, tendrá que huir de nuevo. Tal es el caso de san Neófito el Recluso, en el
s. XIII, quien incluso sobrepasó a los antiguos modelos y no admitió la
compañía de ningún discípulo.

Es verdad que las fugas sucesivas se debían al deseo de escapar del demonio de
la vanagloria, pero ya que la vanagloria proviene de los hombres (vani vanam –
lo vano proviene de lo vano), huir de aquella equivale a huir de éstos; salvo
para los salói [tontos o imbéciles], quienes creen escapar mientras cometen cierto
tipo de locuras. Quizás esto explique uno de los fenómenos más curiosos de la
hagiografía oriental: personas santas que recorrían el mundo en busca de la
soledad. Citemos solamente algunos nombres de santos que se han distinguido
por esa búsqueda de la hesiquía a través de fugas reiteradas: san Joanicio,
contemporáneo de san Teodoro Estudita y quien a causa de éste tuvo que
combatir contra sus pares cenobitas por la atracción que sentía hacia la vida
eremítica [61]. Fue por eso que cambió de monasterio una docena de veces,
pues “como ciervo alterado, tenía sed de la deificante hesiquía” [62]. Y también
están san Lucas el Joven, san Miguel Maleinos, san Nicéforo de Mileto, san
Melesio el Joven y muchos otros más [63].

Y no olvidemos de ninguna manera a los sirios, cuyo biógrafo fue Teodoreto y


quienes fueron un verdadero ejemplo de soledad, con maneras sobre todo
rudas para defenderse. Fueron también los autores de la genial invención de la
modalidad estilita, al principio blasfemada en nombre de la discreción por
quienes se consideraban guardianes de las formas tradicionales; siendo que la
modalidad estilita es en definitiva una “huida de los hombres”. En Siria, los
anacoretas y los predicadores del anacoretismo no faltaron en ninguna época.
En el s. XV, por ejemplo, estará presente Macsoud de Tour Abdin, de quien se
ha publicado recientemente su Exhortación a la vida solitaria: “A través del trato

21
HESICASMO 2019

con los hombres se desgarra la gloriosa vestimenta de la soledad que nos une a
Dios […]” [64]. Su editor no ha notado el hecho que Macsoud se expresa
exactamente igual que el anciano Ammonas; a veces con sus mismas palabras.
Y en nuestros días se encuentra un hombre santo del que se habla mucho en
Próximo Oriente: el eremita Charbel Makhluf; | el “profeta del silencio”.
Beatificado el 06 de diciembre de 1965, dos días antes del término del Concilio
Vaticano II; y canonizado el 09 de octubre de 1977 [65] |

Pero no a todo el mundo le gusta vivir sobre una columna, ni tampoco todos
tienen los medios suficientes para construirse una. Y cuando los lugares
propicios a la vida eremítica se hacen cada vez más raros, para huir de los
hombres no queda más remedio que encerrarse en la propia habitación; si es
que se tiene una. Esto fue así no solo en los cenobios sino también en las
colonias de eremitas y en las laúras.

Los elogios a la celda han sido cantados bajo todas las tonalidades posibles. He
aquí el leitmotiv de todas esas variaciones: “Permanece sentado en tu celda; ella
te enseñará de todo”. ¿A quién pertenece esta histórica frase? Las personas lo
han repetido tanto, que no sabemos a quién atribuirle el honor de su invención.
Este breve “dicho” ha sido tan citado –para todo tipo de referencias- que
incluso pareciera haberse convertido en un texto sagrado (y ciertamente lo es
debido a su sacrosanta tradición), precediendo en muchos casos los versículos
de la sagrada escritura. Es así como sucede en el Método de oración hesicasta, del
s. XIV [66]; y también en una obra siríaca del s. XVII, de Isaac de Nínive [67].
Remontándonos todavía más lo encontramos también en Abba Moisés, uno de
los más ilustres padres [68]; y mucho mejor en Macario el Grande [69], quien lo
repite con entusiasmo como si fuese una panacea:

Abba Isaías le dijo a Abba Macario: “Dime una palabra”. Y el anciano le dijo:
“Huye de los hombres”. Abba Isaías le dijo: “¿Qué es eso de huir de los
hombres?”. El anciano les respondió: “Siéntate en tu celda y llora por tus
pecados”.

Y lo mismo le dijo a Abba Aio: ‘Huye de los hombres, siéntate en tu celda, llora
por tus pecados, no te goces en el palabrerío de las personas y así serás
salvado’” [70]. Pero, ¿ya san Antonio no había puesto en circulación una
sentencia mucho más atractiva para inculcar esa misma doctrina?

22
HESICASMO 2019

Los peces que se demoran (khronízontes) sobre la tierra seca, mueren. Lo mismo
sucede con los monjes que pierden el tiempo fuera de su celda o que se la pasan
con las personas del siglo: pierden el vigor necesario (tónos) para la hesiquía.
Es necesario que el pez regrese rápidamente al mar, y que nosotros lo hagamos
a nuestra celda. Si no lo hacemos, entretenidos con lo de afuera olvidaremos el
cuidado de lo de adentro [71].

En otro apotegma, el pensamiento anterior se ve matizado hasta cierto punto


contra la pretendida superioridad del cenobitismo [72]. Algunos han supuesto
que fue ideado en su totalidad por un notable del eremitismo. Lo vamos a citar
a continuación, pues el solo hecho de haber sido seleccionado para figurar
dentro del Bustan al-roohban y el haber sido leído por varias generaciones de
monjes, lo hace digno de consideración:

Cierto hermano que estaba sentado en el desierto de la Tebaida tuvo un día este
pensamiento: “¿Qué haces permaneciendo aquí sin provecho alguno?
Levántate, ve a un cenobio y obtendrás provecho”. Y se levantó, fue a ver a
Abba Pafnucio y le expuso su pensamiento. El anciano le dijo: “Anda, siéntate
en tu celda y reza por la mañana, reza por la tarde y reza por la noche. Y
cuando tengas hambre, come; cuando tengas sed, bebe; y cuando tengas sueño,
duerme. Pero quédate en el desierto y no sigas la sugerencia de tu
pensamiento”. Y él se fue hacia Abba Juan, y le expresó las palabras de Abba
Pafnucio; y Abba Juan le dijo: “No hace falta que reces tanto, simplemente
siéntate en tu celda”. Y él se fue entonces hacia Abba Arsenio y le contó todo lo
sucedido. El anciano [suprema autoridad en lo que respecta a la espiritualidad
hesicasta] le dijo: “Atiende lo que te han dicho los padres. Yo no tengo nada
más para decirte”. Y el hermano se marchó completamente convencido [73].

En verdad, ¿acaso la persistencia dentro de la celda no tendrá la misma eficacia


incluso dentro del cenobio?

............

61. Cf. Teod. Estud., Petite Catéchèse, XXXVIII, ed. Auvray, p. 141.

62. Cf. Vita S. Ioannicii, Acta SS. Nov. II, pp. 332-383; en especial p. 340 B, 341 B.

63. Cf. Dictionn. de Spirit., vol. I, cc. 1634-1646.

64. B. V. van Heimond o.p., en Le Muséon, LIX, 1946, pp. 356-365.

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65. Véase: S. Garofalo, Il profumo del Libano, B. Charbel Maklouf, ed. Ancora,
Milano 1966.

66. Orientalia Christiana IX (1927), n. 36, p. 165.

67. De perfectione religiosa, ed. P. Bedjan, p. 130.

68. Alf. Moisés, n. 6.


69. Ibíd.; Macario, n. 27.

70. Ibíd. n. 41.

71. Alf. Antonio, n. 10.

72. Alf. Pafnucio, n. 5.

73. Alf. Pafnucio, n.5. El título de esta obra significa: el paraíso/jardín de los
padres; sin traducción al español.

El lema que logró poblar el desierto. |

Aun con todo esto, no fueron estos personajes bíblicos quienes más estimularon
la obsesión por el desierto. Quizás, precisamente, por ser demasiados
grandiosos; su vocación fue única. Para los monjes, el verdadero padre será san
Antonio; y para los hesicastas en particular, será san Arsenio [31]. Este fue un
hombre como cualquier otro, quizás incluso menos apto para la soledad que los
demás, porque… Será mejor leer lo que nos dicen de él los Apotegmas de los
Padres del Desierto:

Abba Arsenio, estando aun en el palacio imperial, rezaba a Dios en estos


términos: “Señor, llévame a una vida en que halle mi salvación”. Y vino una
voz que le dijo: “Arsenio, huye de los hombres y serás salvo”. Luego, ya
convertido en anacoreta, hizo la misma oración en su vida de eremita; y
percibió una voz que le decía: “Arsenio, huye, calla y reposa (hēsykháze), pues
éstas son las raíces de la impecabilidad” [8].

Estas dos sucintas sentencias, venidas del cielo, han hecho más para poblar los
desiertos que la vida de santos como Pablo, Onofre y demás apasionados por la
soledad. Ellas tienen todo lo que es necesario, todo lo que se pudiera desear
como leitmotiv; es un verdadero lema de club: “Huye de los hombres y serás
salvado”. He aquí lo que habría de impresionar a los cristianos. “Huye, calla y
reposa en la hesiquía; estas son las raíces de la impecabilidad”; he aquí el
estímulo de los novicios de las laúras y lo que les producirá vértigo a los

24
HESICASMO 2019

cenobitas de todas las épocas. De momento, examinaremos solo la primera de


estas recomendaciones: “Huye de los hombres”; se trata de un “huye” simple,
del huir de los hombres y de las cosas.

Antes que nada, ¿cómo lo comprendió el propio san Arsenio? En términos


materiales, lo hizo con excesivo rigor; si bien se fue al interior de una colonia de
eremitas. Nunca fue un Onofre o un Marcos el Ateniense. Pero en la vecindad
de sus hermanos eremitas, defendió su soledad de manera indómita. Y lo hizo
también contra una dama de rango senatorial que había realizado el largo viaje
de Roma a Escete para verlo y escucharlo; la hizo caer enferma a fuerza de
rechazar su indiscreción [33]. Lo mismo hacía también contra todo visitante
cuya alma no estuviese a su cargo, como la del arzobispo que se le acercó
acompañado de un arkhón [arconte, noble] para implorarle el favor de unas
palabras. Tras un momento de silencio, Arsenio le respondió: “Y si les digo una,
¿la observarán?”; los dos visitantes se comprometieron a guardarla. Entonces el
anciano les dijo: “No se acerquen a ningún lugar en donde hayan escuchado
que se encuentra Arsenio” [34].

Se nos asegura que su celda estaba a casi 60 kms. (¿pero de dónde?); que no la
abandonaba tan fácilmente y que los demás lo ayudaban en aquello que lo
hubiese forzado a alejarse de su ermita [35]. No se dejaba persuadir tan
fácilmente para escribir una carta; y cuando iba a la iglesia se sentaba tras una
columna, de tal manera que nadie viera su rostro ni tampoco él pudiera fijarse
en el de alguno [36].

Pero lo que ahora nos importa saber es la razón de su intransigencia. Y el santo


nos lo dice con perfecta simplicidad:

Abba Marcos le dijo a Abba Arsenio: “¿Por qué huyes de nosotros?”. Y el


anciano respondió: “Dios sabe que yo los amo, pero yo no puedo estar con Dios
y con los hombres. Las miles y miríadas de lo alto tienen una sola voluntad,
mientras que los hombres tienen múltiples voluntades. No puedo, por lo tanto,
dejar a Dios e irme con los hombres” [37].

A pesar de ser un tanto misteriosa, la respuesta basta para aclarar nuestras


dudas. Por consiguiente, podemos creerle a Arsenio cuando apela a Dios para
garantizar la realidad de su afecto fraternal. Sus observadores han notado en
sus tratos una caridad exquisita, al igual que sucede con sus muchas pruebas de

25
HESICASMO 2019

dirección espiritual. Veamos simplemente dos pequeñas acciones. Cuando


escucha decir que los frutos están maduros, pide que se los acerquen y disfruta
ligeramente de todos ellos dando gracias a Dios. Esta es la ley del desierto,
deliciosa ley en la que se dan cita todas las virtudes: lo que se puede hacer sin
pecado, se puede hacer una o más veces, de tal manera que jamás se pueda
alardear de no haberlo hecho nunca. Esto es humildad, es devoción, es amor a
Dios y es caridad fraterna.

Cierta vez Arsenio le dijo a su discípulo: “Cuando hayas terminado con tus
hojas de palmera [con las cuales hacían esteras, paneras, canastos, etc.], vienes a
comer conmigo; pero si tienes huéspedes comerás con ellos”. Abba Alejandro
trabajaba de manera pausada y metódica, y cuando llegó la hora de comer
todavía tenía ramas, por lo que se quedó a terminarlas para obedecer al
anciano. Abba Arsenio, viendo que no venía, tomó a solas su comida pensando
que su discípulo tendría algún huésped. Bien entrada la tarde, Alejandro
terminó su trabajo y se retiró. Y el anciano le dijo: “¿Tuviste huéspedes?”; “No”,
repuso Alejandro. “¿Y entonces por qué no viniste a comer?”, preguntó
Arsenio. “Me dijiste que viniera cuando terminara con mis hojas de palmera, y
yo te obedecí. No vine antes porque tenía que venir al terminar”, fue la
respuesta. El anciano admiró esa precisión y le dijo: “Apresúrate a comer… que
sino pronto podrías enfermar” [38].

Por lo tanto, si bien se rehusaba a admitir en su presencia a los curiosos y


lenguaraces, ¿no era acaso más caritativo que otros en su propia rigidez? “Abba
Arsenio no consentía tan fácilmente el encontrarse con otra persona. Abba
Teodoro, por el contrario, sí se reunía con las personas; pero era como una
espada” [39]. Su obstinación por preservar la soledad nos parece el mejor medio
y el más caritativo para salvaguardar lo más precioso que existe: la unión con
Dios. Y si tal caridad le pareciese a alguno demasiado negativa, que aguarde un
poco: san Basilio será el intérprete y corrector de las ideas de san Arsenio.

............

31. Véase : Vie de Syméon le Nouveau Théologien, n. 25, 15; 55, 5.

32. Alf., n.28.

33. Alf. n. 28.

34. Alf. Arsenio n. 7; cf. 8, 25, 37.

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35. Ibíd. 21-32 fin.

36. Ibíd. 42.

37. Ibíd. 13.

38. Alf. Arsenio, n.24.

39. Ibíd. 31.

Fe en la caridad. |

Los cristianos que eran monjes, los verdaderos cristianos que deseaban serlo, de
ninguna manera podrían haber amado la soledad en sí misma. Todo su
catequismo, su evangelio, su Nuevo Testamento y su Iglesia misma le hablaban
de la koinonía: de la unión, la unidad y la comunión. Podemos asumir, a priori,
que si los hombres formados en un medio como el mencionado optaban por la
soledad, es porque veían en la soledad –sino para todos al menos para ellos
mismos- un excelente medio para alcanzar una mayor unión con Dios, y por
ende con la comunidad de la caridad: con Dios y con los hijos de Dios.

Evagrio Póntico escribe: “Es un monje quien está separado de todos y unidos a
todos” [18]. Y no pensemos que este sea uno de esos sutiles aforismos
largamente cincelados por un amateur de las paradojas. Nuestros antepasados
tuvieron mejor desarrollado que nosotros el sentido de unidad vital dentro de
la caridad. Dice Orígenes: “A través de la contemplación los santos están unidos
a Dios, entre sí y con los demás” [19]. Y señalemos ahora el animado comentario
que hizo de esta verdad uno de los más clásicos autores espirituales del oriente,
el monje san Doroteo:

Cuanto más unido está un hombre a su prójimo, tanto más unido está a Dios.
Les pido ahora que me escuchen, pues les concederé una analogía que he
aprendido de nuestros padres.

Supongamos que sobre la tierra tienen bien trazada una figura de forma circular
y que en medio de ella hay un centro, ya que el centro o punto es con toda
propiedad el medio del círculo. Por favor, escuchen bien lo que les digo.
Consideren que ese círculo es el mundo, y que el medio del círculo es Dios. Y
las líneas que comienzan desde el círculo y van derecho al centro son los
caminos y formas de vida de los hombres. Por lo tanto, cuanto más desean los
santos acercarse a Dios, más hacia el interior de las líneas se dirigen, más cerca
de Dios están y más cerca entre ellos mismos; según la proporción de su avance.

27
HESICASMO 2019

En la medida en que se aproximan más a Dios, se aproximan más entre ellos; en


la medida en que se aproximan entre sí, se aproximan más a Dios. Y sucede lo
mismo con su alejamiento, pues es seguro que en la medida en que más se
alejan, más se apartan de Dios y entre sí; en la medida en que se alejan entre
ellos mismos, más se alejan de Dios.

Esta es la naturaleza de la caridad, pues según nos alejemos y no amemos a


Dios, así también nos alejaremos de nuestro prójimo. Y por el contrario, si
realmente deseamos amar a Dios, en la medida en que nos aproximemos a él
por medio de la caridad, también nos uniremos a nuestro prójimo por la
caridad. Debido a su gracia, Dios nos quiere hacer dignos de escuchar lo que
nos es provechoso, y dignos también de poner en práctica aquello. Pues cuanto
más atentos seamos y veamos de poner en obras lo que hayamos oído de bien,
tanto más nos iluminará y enseñará nuestro Dios sobre su buena y santa
voluntad. A él sea la gloria, amén [20].

Estas líneas eran necesarias para prevenir al lector de una falsa perspectiva.
Quienquiera que lea lo que sigue en relación a la “huida de los hombres”, debe
verla a la luz de aquella fe en la caridad que hace de toda la comunidad
cristiana un solo cuerpo lleno de vida. Todo progreso en la santidad realizada
por un solo miembro beneficia a la totalidad, todo ascenso hacia Dios establece
un nuevo contacto entre él y la humanidad; todo oasis de espiritualidad hace
que el desierto de este mundo sea menos indómito e inhabitable.

Nuestros eremitas, monjes y hesicastas, saben de esto y lo evalúan a su manera,


aun cuando pareciera que aman intencionalmente a la soledad como un bien en
sí. En realidad, no la aman más que para realizar “la obra de Dios” (el primero
en utilizar esta expresión en el desierto fue san Antonio). Y creen que esta obra
de Dios –al igual que todas las demás- tiene por único principio la caridad, el
establecimiento del reino del Dios-caridad.

Y ellos saben a quién reclamar como aliado: al propio Señor, quien no tenía
ninguna necesidad de “huir de los hombres” para encontrar a Dios, pero
durante su vida pública tenía la costumbre de retirarse a los lugares desiertos
para rezar [Lc. 5:16]. Además, pasa la noche in oratione Dei; secessit in montem
solus orare - en oración a Dios; se retiró al monte para orar a solas [cf. Mt. 14:23].
Si bien esta soledad no excluía siempre la presencia de sus discípulos: Et factum
est cum solus esset orans, erant cum illo et discipuli – Y sucedió que mientras oraba
solo, estaban con él sus discípulos [Lc. 9:18].

28
HESICASMO 2019

Este ejemplo supremo siempre será más que suficiente para refutar cualquier
teoría que reduzca la oración a un ejercicio de comunidad. Aunque no es válida
para apoyar a la anacoresis como género de vida. De hecho, los antepasados
que comúnmente evocan los panegiristas de la anacoresis son Elías y Juan el
Bautista. Elías es el regente del celibato similar al de los ángeles (es el arkhégos
de los isángelos agamía); y es debido a esta gracia que fue elevado al cielo en un
carro de fuego [21]. “La vida similar a la de los ángeles”, es en su conjunto tanto
simple como compleja, es la vida de quienes portan el hábito angélico. Pero si
éstos se asemejan a los ángeles es sobre todo porque “el monje se hace igual a
los ángeles a través de la auténtica oración” [22]; pues al igual que los ángeles,
“aspira a ver el rostro del Padre que está en los cielos” [23]. Esta es la razón por
la que busca los mejores medios para desprenderse de la materia, para “ir como
inmaterial hacia el Inmaterial” [24]. Y de entre tales medios, “el Carmelo de
Elías y el desierto del Bautista” [25] tienen un valor excelso, pues “entre los
nacidos de mujer no hay nadie más grande que Juan el Bautista” [Mt. 11:11].
“Consideren ustedes, monjes, su dignidad: es Juan quien ha iniciado su
institución; él es monje, pues al nacer se fue al desierto” [26]. Juan “vino con el
poder y el espíritu de Elías, porque también éste era eremita” [27].

Esta ascendencia, que san Jerónimo se adjudica al escribir sobre la vida de san
Pablo de Tebas, ha servido para ilustrar al eremitismo y al monaquismo como
tales mucho más que todas las otras glorias. Y tanto san Basilio como Gregorio
Nacianceno, a pesar de sus diferentes opiniones sobre el grado de soledad que
es necesario, comparten una amistosa devoción hacia Elías y Juan el Bautista
[28]. Casiano ha traído del oriente la misma idea [29]. Y los autores de la vida de
san Pacomio tienen la misma certeza: san Antonio es el imitador del gran Elías,
de Eliseo y de san Juan Bautista [30].

...........

18. De oratione, 124.

19. I Prov. XVI, PG 17, 196 D.

20. La Doctrine Spirituelle de Sainct Dorothé Abbé du pays de Palestine, traducción al


francés por Paul du Mont, Douysien, Douai, 1957, VI, fin.

21. Nilo, Epist. I, 181, PG 79, 152 C. La expresión arkhégos isángelos agamía,
significa más directamente: “El líder principal de los célibes/solitarios que son
como ángeles”
22. Evagrio, De oratione, 113.

29
HESICASMO 2019

23. Ibíd. 114.

24. Ibíd. 66.

25. Gregorio Nacianceno, Oratio post red. ex fuga, n. 1, PG 35, 828 A.

26. Crisóstomo, Hom. de Ioanne Bapt. Cf. Idem in Marcum hom. I.

27. Teofilacto, In Luc., c. I, PG 123, 700 A.

28. Epist. ad Chilonem, PG 32, 357 A ss.

29. Collationes 18, c.6. | CSEL 13, p. 152. Recordemos que es sobre las playas de
fenicia, a los pies del Monte Carmelo, que ya Pitágoras había llevado una vida
solitaria: emónaze (Giamblico, De vita Pythagorica III, 24, ed. Nauck, p. 14).

30.Vita Prima, n.2, Halkin p.2.

I. Fuge (huye).

| El filósofo, ¿el primer eremita?|

La vida eremítica no ha sido inventada por los cristianos. Sus orígenes


posiblemente se confundan con los comienzos mismos de la filosofía. ¿Cómo
poder reflexionar profundamente en medio de causas de distracción, en
presencia de personas que para evadir su soledad interior no encuentran otro
recurso más que la evasión a través del parloteo?

Respecto a los orígenes de la filosofía, es conocida la célebre controversia de la


época helénica sobre este tema. ¿Fueron los primeros filósofos los egipcios, los
caldeos, los persas o los indios? [3]. Los estudiosos modernos encuentran
exagerada la modestia griega que caracterizó su época temprana, pues fue la
propia Grecia quien se adjudicó su filosofía. Entre los demás pueblos de la
antigüedad, tan solo la India tuvo la suya; en el justo sentido de la palabra. Y
fue a partir de la India, tras la conquista de Alejandro, que los más seguros
conocimientos llegaron a los griegos. Desde entonces se hablaba mucho de los
gimnosofistas, y se les admiraba tanto que el viejo Licurgo, quien también fue
digno de admiración en el s. IX, acabó haciéndose pasar por discípulo de
aquellos [4]. Estos sabios nudistas huían de la compañía de los hombres. Los
cristianos también los conocieron en sus viajes; y vale la pena notar la primera
reacción de uno de ellos, de Tertuliano: “Nosotros [los cristianos], no somos
brahmanas ni tampoco gimnosofistas indios, hombres de los bosques y exiliados
de la vida” [5].

30
HESICASMO 2019

Cualesquiera sean sus lejanos orígenes, los griegos indudablemente fueron los
primeros –quizás por haber sido una raza filosófica- en comprender la
necesidad de la soledad. Según Platón, los pocos hombres que pueden
comprender bien que la pólis [la sociedad] es una jungla en donde no hay
ninguna esperanza de ser útil en cosa alguna, son quienes se entregan a la
quietud y se ocupan en sus propios asuntos, “tal como en tiempos de tormenta
uno se refugia tras un muro [6] […] Y uno se vuelve, entonces, hacia la ciudad
interior que lleva dentro de sí” [7]. Estas son “palabras admirables y profundas;
la palabra última (si es que existe una), amarga y resignada, de la grandiosa
sabiduría platónica” [8]. Más adelante hablaremos de los estoicos a propósito
del hesicasmo. Y será digno de notar la renovación del pitagorismo acaecida en
el siglo anterior a la aparición del cristianismo, ya que tal doctrina trataba de
poner en práctica lo que previamente había establecido el gran Pitágoras sobre
la disciplina del silencio. Serán suficientes, además, unas pocas palabras de
Filón, quien también se vio tentado por el neopitagorismo.

El tratado De vita contemplativa, que en otro momento se le disputara a Filón,


ahora le es generalmente concedida. Como sea, se puede asegurar que esta obra
posteriormente fue muy apreciada por los monjes. Según nos describe en su
obra, los antiguos therapeutés vivían en los monastéria, es decir, en celdas o
cabañas distanciadas entre sí y conformando una especia de colonia de
eremitas: “Ellos pasan el tiempo entre sus jardines/huertos o en lugares
solitarios, buscando siempre la soledad” [9]. | La versión armenia de este pasaje
sugiere lo siguiente para el término: ēremía = “en búsqueda de la tranquilidad”.
No existe una tranquilidad asegurada sino en la soledad.|

Pero Filón no se limita a hacer un elogio de la vida solitaria de los terapeutas.


La propia sabiduría divina, sostiene, “es amiga del desierto (philēremos) [10]; y el
logos divino es solitario (monótikos)” [11]. Y lo son también quienes desean
entregarse a la contemplación, quienes buscan una vida en la soledad (ēremía) y
a escondidas (skótos) [12]. Como ejemplo, cita a los Setenta, a los traductores de
la Biblia, quienes buscaron la tranquilidad (enhēsykhásai) de la soledad
(enēremésai) [13]. Muchos de los términos empleados por Filón para expresar sus
pensamientos pasarán luego a formar parte del vocabulario del monaquismo.

“Tal parece, la educación y la filosofía requieren de mucha soledad y de retiro”,


observa el divino Crisóstomo [14]. Y podríamos reunir muchas máximas de este
tipo. La mayoría de las veces expresan una verdad de sentido común, pues
recomiendan la soledad; aunque también expresan la verdad de la experiencia,

31
HESICASMO 2019

al insistir más en el recogimiento interior que en el aislamiento externo. A su


tiempo veremos en qué medida el uno depende del otro. Sin embargo, sería
imperdonable terminar este párrafo sin recordarles a los monjes la famosa
proposición final de las Enéadas:

Esta es la vida de los dioses y de los hombres divinos: el desprendimiento de


todo, de las cosas de aquí abajo; el inaccesible acceso a los placeres de las cosas
presentes, la solitaria fuga hacia el Único [15].

Y la vida de Plotino está allí para ayudarnos a hacer una exégesis de estas
palabras.

En todos estos textos, la huida de los hombres tiene por objetivo el bien de la
inteligencia, de la instrucción o de la contemplación. Por lo tanto, no tiene
sentido buscar ejemplos de solitarios que pudiesen haber practicado la
anacoresis por sí misma. Aunque Plutarco menciona a un solitario que vivía a
orillas del Mar Rojo:

[...] quien se reunía con los hombres una vez al año, y pasaba el resto de su
tiempo en compañía de nómadas ninfas y de demonios, según dice. Más aún,
era el más hermoso de los hombres que el narrador hubiera visto e incluso era
inmune a todas las enfermedades gracias al consumo mensual de las semillas
de una hierba farmacéutica [16].

Aunque Plutarco nos advierte que se trata de un “bárbaro”. ¿Habría sido un


griego capaz de algo semejante? Mucho más tarde, Luciano de Samosata nos
hace saber de un hierogrammateús [hierográmata] admirablemente sabio, de
nombre Páncrates y que había vivido durante 23 años en un espacio
subterráneo [17]. Y en tiempos más próximos a nosotros tenemos a Robinson
Crusoe, en la imaginación de Daniel de Foë y de sus innumerables lectores
juveniles.

............

3. Uberwerg I, p. 26.

4. Plutarco, Licurgo, 4,8.

5. Apol. 42,1.

6. Resp. VI, 496 d.

7. Resp. IX, 591 c. [592 b].

32
HESICASMO 2019

8. H.I. Marrou, Histoire de l’Education dans l’Antiqueté, París 1948, cap. VI, p. 120.

9. De vita contemplativa, 2.20; Conybeare, p. 53.

10. Quis rer. Div. H., 26, vol. I, 490.

11. Ibíd. 48, I, 506.

12. De migr. Abr. 34; I, 466.

13. Vita Moisis, II, 6; II, 140.

14. Dionis Prusaensis, Quae exstant omnia, Ed. J. De Arnim II, p. 261.

15. Plotino, Enéadas, VI.

16. De defectus Or. 21.

17. Philopseudes 34.

B. Elogios a la soledad por los cristianos.

| La soledad.|

Existen varios grados en la soledad.

Uno está solo cuando en el espacio que suele frecuentar no corre el riesgo de
encontrarse con algún otro ser humano. Se trata de la “fuga de los hombres” en
sentido material. Arseni, fuge hominis – Arsenio, huye de los hombres [1].

Y uno también está solo cuando lleva mucho tiempo sin entablar conversación
verbal con otra persona. Esta es la soledad del silencio: Arseni, tace – Arsenio,
¡calla! [2].

Y por último, uno está solo en tanto el espíritu no tenga ningún interlocutor ni
ninguna compañía profunda en su intimidad. Esta es la soledad del corazón:
Arseni, quiesce (gr. hēsykháze) – Arsenio, reposa/permanece tranquilo, quieto.

33
HESICASMO 2019

En términos materiales, la soledad más auténtica es la primera: la fuga de la


sociedad humana. A nivel moral, la soledad más profunda es la tercera, la del
corazón. Y el silencio está entre aquellos dos extremos: es forzado si se está en
un aislamiento, y es difícil de mantener en presencia de los demás. Puede ser
también material, por el solo hecho de no pronunciar palabras; o puede ser
interior, cuando a pesar de la conversación externa el corazón permanece en su
soledad, ya sea ésta forzada o voluntaria.

Veamos, entonces, lo que han pensado los cristianos -y sobre todo los monjes-
acerca de estos tres puntos: la fuga de los hombres, el silencio y la soledad
interior.

| A continuación veremos de expresar selecciones de cuanto se ha dicho sobre


la relación existente entre estos tres aspectos de la vida espiritual: el grado en
que la soledad y el silencio son necesarios, en términos materiales, para la
hesiquía interior. Las ideas sobre esta relación se irán clarificando de manera
gradual a través de la reflexión teológica y por medio de la experiencia. Por eso
escucharemos también a algunos teólogos y hagiógrafos.

Para proceder con claridad y sencillez, expondremos de manera sucesiva:

a. el elogio a la soledad, bajo su triple forma;


b. el elogio a la vida en común, que nos alerta sobre el peligro del aislamiento;
c. la reconciliación de estas dos tendencias. |

............

1. Alf. Arsenio, n. 1.

2. Ibíd. n. 2.

Nota: Lamentablemente, el autor sólo pudo realizar el primer paso; su obra


quedó inconclusa.

La oración continua.|

34
HESICASMO 2019

He aquí Casiano, en quien hablan los héroes de la primera generación de la


anacoresis. Dos de sus capítulos nos serán suficientes (el quinto y sexto de las
Collationes X). ¡Cuán necesario es desprenderse de toda imagen durante la
oración! Es necesario seguir el ejemplo de Jesucristo y retirarse a una elevada
montaña para orar a Dios en lo secreto:

[…] Solamente pueden contemplar su divinidad, con ojos puros, quienes se


elevan por encima de todas las obras y de todos los pensamientos bajos y
terrestres; quienes se retiran y suben con él a esta elevada montaña de la
soledad. Allí, Jesucristo aleja a las almas del tumulto de las pasiones, las aparta
de la mezcla de todos los vicios y las sitúa en una fe viva; él las hace subir a la
más alta cima de las virtudes, en donde les muestra la gloria y el esplendor de
su rostro a aquellos que tienen los ojos del corazón suficientemente puros para
la contemplación.

Y no es que Jesús no se deje ver por quienes viven en las aldeas y ciudades, es
decir, por quienes están ocupados en la vida activa y en las acciones de caridad;
sino que no lo hace con aquella gloria y radiante majestad con la que se muestra
a quienes pueden subir a la montaña de las virtudes, tal como lo hicieron Pedro,
Santiago y Juan. Es de esta manera que en otros tiempos se apareció a Moisés
[Éx. 3:2] y habló a Elías desde lo profundo de la soledad [1 Reyes, 19:3 ss.].

Jesucristo ha querido confirmarnos esto con su ejemplo y nos ha trazado en su


persona el modelo de pureza perfecta. Pues él, fuente inagotable de toda
santidad, no tenía ninguna necesidad –como nosotros- del retiro y de la soledad
para adquirirla; y siendo la pureza misma, no podía recibir la mínima alteración
por parte de la multitud y del contagio con los hombres. Por el contrario, él
purifica y santifica -cuando le place- todo lo que hay de impuro y de contagioso
entre los hombres. Y sin embargo se retira a la soledad de la montaña para rezar
[Mt. 14:23].

Por medio de ese retiro, quiso que aprendamos a separarnos de las


perturbaciones y de la confusión del mundo, de tal manera que pudiésemos
ofrecer a Dios nuestras perfectas oraciones y los afectos puros de nuestro
corazón. Y así, aunque estemos en esta carne mortal, de algún modo podemos
corresponder a esa magnífica beatitud que se promete a los santos en el otro
mundo y considerar a Dios como el todo en todas las cosas [1 Cor. 15:28] [3].

¿En qué consiste la oración perfecta y qué se debe hacer para que sea continua?

35
HESICASMO 2019

Cuando sea así, la oración que el Señor le dirigió a su Padre a favor de sus
discípulos se verá completamente realizada: “Te pido, Padre mío, que el amor
con que me has amado esté en ellos y que ellos sean en nosotros. Que ellos sean
uno; como vos, Padre mío, estás en mí y yo estoy en vos, que también ellos sean
uno con nosotros". Esta oración del Salvador -que no puede quedar sin efecto-
será verificada en nosotros cuando aquel amor perfecto con el que Dios nos
amó primero sea derramado en lo profundo de nuestros corazones y así
podamos amarlo a él como él nos ama.

Cuando aquello suceda, todo lo que amemos, deseemos, busquemos,


anhelemos, pensemos, veamos, digamos y esperemos no será sino solo Dios;
pues la unidad del Padre y del Hijo, y la del Hijo con el Padre se derramará en
nuestros espíritus y corazones. Es decir, el amor que tenemos por él será
continuo e inquebrantable, tal como el amor de él hacia nosotros es totalmente
puro y eterno. Y así, permaneciendo siempre unidos a él, todas nuestras
esperanzas, pensamientos y palabras tenderán hacia él y estarán en él; y
entonces habremos llegado a aquel estado sublime que el propio Salvador
anhelara en su oración por nosotros, en aquella que dice: “Que ellos sean uno
tal como nosotros somos uno. Yo estoy en ellos y tú estás en mí, de tal manera
que también ellos puedan ser consumados en la unidad. Padre mío, deseo que
aquellos que me has dado estén conmigo dondequiera que yo esté” [cf. Jn.
17:21-26].

Es este el objetivo al que debe dirigirse el solitario, hacia donde debe dirigir
toda la fuerza de su espíritu: a hacerse merecedor, dentro de este cuerpo mortal,
de la imagen de la felicidad eterna; y a comenzar a degustar, dentro de este
vaso tierra y arcilla, de todas las primicias; como si fuera un depósito de la
gloria y vida divina que espera alcanzar en el cielo. Es este el fin de toda
perfección: que el alma se desprenda a diario de todo lo que es la carne y de lo
terrestre, y que se eleve sin cesar cada vez más hacia las realidades espirituales;
de tal manera que todas sus obras, todos sus pensamientos y todos los
movimientos de su corazón se conviertan en una sola y continua oración [4].

............

3. Les Conférences de Cassien, traducidos al francés por De Saligny, doctor en


teología. X Conf., cap. V, Lyon 1682, p. 405 ff.

4. Les Conférences de Cassien… Conf. X, cap. VI.

En español, las Collationes se traducen indistintamente como Conferencias o


Colaciones; y según he observado, tienen a los cap. V-VI señalados aquí como los
cap. VI-VII.

36
HESICASMO 2019

III. Un dilema: entre soledad y caridad fraterna.

| Aun cuando la ambigüedad de esta expresión es más bien superficial, como


todo lo que se relaciona con las palabras, | surge ahora un grave problema.
Aunque no precisamente para los hesicastas, sino para los cristianos en general;
en especial para quienes deben enseñar los caminos de la perfección. “La vida
ascética tiene un solo objetivo: la salvación del alma”, dice san Basilio. Y la
salvación del alma consiste en la caridad, según un principio primordial que
jamás ha sido puesto en duda -a nivel teórico- desde que san Ireneo lo opuso de
forma victoriosa al intelectualismo de los falsos gnósticos. Desde entonces, la
única sabiduría y el único deber [de todo cristiano] es conocer y abrazar el
género de vida que conduce con mayor certeza a la más alta caridad. ¿Por qué
buscar, entonces, con tanta insistencia a la quietud?

Pero, ¿qué es la caridad? Esta fundamental cuestión de la moral cristiana, que


fue resuelta teóricamente por la respuesta de nuestro Señor Jesucristo: “Amarás
a Dios con toda tu alma, con toda tu inteligencia, con todo tu corazón y con
todas tus fuerzas, y al prójimo como a ti mismo”, nunca deja de producir -en
todo tiempo y en todo lugar- nuevos problemas respecto a su aplicación.
¿Cómo adecuar el amor a Dios con el amor al prójimo? Si la medida para amar
a Dios es amarlo sin medida, como dice Orígenes, ¿no habría que entregarse a la
búsqueda directa de tal amor en todo instante de la vida? Y todo lo que no es
un esfuerzo directo hacia ese amor, es decir, todo aquello que no es oración,
¿acaso no es, ipso facto, pura vanidad y pura pérdida? Así lo afirman sin vacilar
los autores queridos por los hesicastas, como Nicetas Stéthatos [1], quien se
apoyó en venerables autoridades, como san Epifanio [2].

Pero, ¿qué queda, entonces, para la práctica de las obras de caridad fraterna? ¿Y
cómo podemos estar seguros que nuestros sentimientos con relación al prójimo,
e incluso nuestra entrega, son parte de una auténtica caridad? Pues, ¿acaso
desde hace tiempo no sigue viva en nosotros la philautía [filaucía], ese virus que
infecta la fuente misma de nuestra afectividad, según la inagotable enseñanza
de san Máximo el Confesor? ¿Y por dónde habría que empezar para realizar en
nosotros la purificación perfecta, sin la cual no existe la caridad pura hacia Dios
y hacia el prójimo? ¿A qué acciones han de prestarle mayor importancia
nuestros esfuerzos? ¿A la extirpación del amor propio (una tarea negativa que
puede resultar decepcionante), a la actividad de servicio a los demás (una tarea
positiva sujeta a la ilusión) o al estudio que posibilite en nosotros el desarrollo

37
HESICASMO 2019

de un amor deliberado y consciente hacia Dios a través de una intensa


dedicación a la oración?

A este problema primordial, los hesicastas –con razón o sin ella- lo consideran
resuelto; sino para todos los cristianos al menos para ellos. Es precisamente su
certeza sobre este punto lo que constituye su vocación de hesicastas. Ellos no
son parte de la Iglesia jerárquica. En principio, no son obispos ni sacerdotes ni
tampoco clérigos, al igual que no lo son los monjes en general (quienes no
admiten a los clérigos debido a las precauciones que todavía señala la Regla de
san Benito; siendo la principal de ellas la renuncia a todo privilegio). Y tampoco
se enredan en ministerios apostólicos, ni mucho menos se entregan como
profesión a la hospitalidad o al cuidado de los enfermos o de los pobres. Para
ellos será suficiente el ejercer tales formas de caridad cuando se presente la
ocasión. Su caridad interior no les impide, y hasta puede que les ordene,
retirarse a los lugares en donde tales ocasiones sean raras.

El problema con el que se enfrenta el hesicasmo no es de orden doctrinal sino


de orden psicológico y experimental. Una vez que se distingue el objetivo -su
objetivo-, y una vez que se admite que para lograr ese objetivo se impone cierto
grado de soledad –al menos de forma intermitente- que asegure la quietud
interior sin la cual no es posible la unión con Dios, ¿cuál es la medida de tal
soledad? No se trata del mínimo exigido a todo cristiano ni tampoco del
máximo que jamás ha existido; se trata más bien de lo óptimo, es decir, de lo más
eficaz para alcanzar el ideal anhelado, lejos de ilusiones.

Si nosotros, personas del siglo XX, queremos estar preparados para emitir un
juicio justo sobre el fenómeno histórico del hesicasmo, es necesario que
comencemos este trayecto situando con toda claridad, delante de nuestros ojos,
su objetivo espiritual tal y como nos lo presentan sus adeptos mejor entendidos.
Y advirtamos que, si después de haber repasado estas descripciones venimos a
creer o seguimos creyendo que el objeto de su ambición –que para ellos era
valioso-, y que incluso todos sus sacrificios y todos esfuerzos, no merecen
nuestra humana simpatía ni nuestra cristiana admiración, lo mejor será no leer
lo sigue en este trabajo.

............

1. Cf. Alf. Epifanio, n.3, PG 65, 164 B.


2. Centuria II, 77, PG 120, 937 AB; cf. Gregorio el Sinaíta, De quietudine et duobus

38
HESICASMO 2019

modis orationis 11, PG 150, 1324 D.

II. Una diferenciación: soledad y paz interior. | anacoresis y hesiquía. |

Esta diferenciación resulta clara a partir de lo ya señalado y bien se la podría


haber establecido a priori. Existen dos clases de reposo, dos tipos de paz, dos
hēsykhías: una exterior y otra interior; una en las cosas y otra en el hombre; una
en el silencio de las fuerzas de la naturaleza y otra en el silencio de las
facultades del alma.

Estas dos hesiquías no necesariamente van a la par. Hay quien se ve agitado


interiormente aun cuando no hay nada que se mueva a su alrededor; y está
quien mantiene la tranquila posesión de sí mismo mientras el mundo pareciera
estar colapsando. Esta es la pretensión de los estoicos; y es un hecho reconocido
en la vida de algunos santos.

Sin duda, lo más importante aquí es la tranquilidad del alma: Non turbetur cor
vestrum, nos dice Cristo [1]. Los hesicastas más fieles a su soledad lo sabían muy
bien. Y sabían también sobre cuánto influye “lo de afuera” sobre “lo de
adentro”, si bien no se dedicaron mucho a [elaborar] una psicología sistemática;
los veremos, además, alejarse de la moral demasiada metafísica de los estoicos.
Como contrapartida, practicaron bastante el psicoanálisis, buscando en las
profundidades de su alma aquellas pasiones que reconocían como ocultas. Los
hesicastas tenían principios de discernimiento que les permitían descomponer
un determinado complejo psíquico hasta [la identificación de] sus elementos, de
tal manera que pudieran señalar la causa verdadera o probable de cada uno de
ellos; causas que pudieron haber estado en Dios, en los buenos o malos
espíritus, en las percepciones sensoriales presentes o surgidas de las arcas de la
memoria, en la múltiple afectividad subjetiva, o en las ideas y deseos de orden
mental.

| Sin duda, será necesario exponer con más detalle las leyes de esta discreción o
discernimiento: diákrisis. Por el momento, baste decir que la distinción entre lo
externo y lo interno -esenciales para toda doctrina ética y afirmadas
solemnemente, aunque con diferentes significados, por los estoicos y por el
evangelio-, no les era desconocido ni siquiera a los ascetas menos eruditos.|

39
HESICASMO 2019

Aun con esta distinción entre la hesiquía-anacorética y la hesiquía-psíquica, se


requerirá de tiempo para su clara afirmación e imposición de manera práctica.

De hecho, al parecer en no pocos autores la soledad y la tranquilidad se


confunden como si –en definitiva- no hubiese ninguna esperanza de quietud en
una sociedad de hombres ruidosos e indiscretos, precisamente porque éstos no
poseen la hesiquía interior. La pobreza del alma de estos hombres los lleva a
picotear de todo en busca de alivio, de distracción, de entretenimiento o de
evasión; tal como la necesidad de alimento lleva a los polluelos y gallinas a
rasguñar y rebuscar incansablemente, salvo en los intervalos en los que
cacarean o duermen.

Es frecuente que las palabras anakhóresis [retirada] y hēsykhía hayan sido


consideradas sinónimas; algo que sucede incluso en nuestros días, cuando
conocemos muy bien la diferencia entre ambas: ¡ellas son distintas, sí, pero
también están íntimamente relacionadas!

Abba Moisés le dijo a Abba Macario de Escete [una región clásica del
anacoretismo moderado]: “Yo deseo la hēsykhásai, estar en la quietud, pero los
hermanos no me lo permiten”. Abba Macario le dijo: “Veo que eres
naturalmente sensible y que no eres capaz de alejar a un hermano [inoportuno].
Si quieres la hesiquía ve al desierto, a lo más profundo; ve a Petra y lograrás el
reposo”. Así lo hizo y consiguió la paz [2].

Se entiende: quien no tiene paz, quien enfrenta distracciones, tiene que reforzar
su dosis de soledad. Según algunos de los que escucharon a san Arsenio, para
éste los hesicastas son los monjes que evitan el encuentro con todo tipo de
personas [3].

| Los trovadores del desierto manifestarán continuamente una tendencia a


volver a aquella sinonimia. Después de todo, sabían bien a quién recurrir. En
Orígenes, hēsykhía equivale a ēremía o descanso [4]. San Gregorio Nacianceno no
se cansará de repetir su amor "por el bien que es la hesiquía y la anacoresis" [5].
Para san Gregorio de Nisa la hesiquía es similar a la estadía de Moisés en el
desierto [6]. Y Ammonas no es de distinto parecer; e igualmente lo es Teodoreto
cuando habla del "amor por la hesiquía" de san Simeón el Viejo [7]. Incluso
Dionisio la resalta: la huida de san José hacia Egipto es, para él, la anacoresis;
claro que en sentido material, si bien poco antes de esto sostiene que los ángeles

40
HESICASMO 2019

les llevaron la buena nueva a los pastores debido a que éstos se habían
purificado mediante la anacoresis-hesiquía; ¡y utiliza un solo artículo para los
dos términos! [8].

La persistencia de esta equivalencia puede explicarse de dos maneras: ya sea


por la identificación de la quietud con la soledad; ya sea por el desgaste del
término anakhóresis. Justiniano, precisamente, consagra este segundo sentido en
sus Novelles, en donde divide a los monjes en cenobitas y hesicastas/anacoretas
[9]. Desde entonces, los dos términos ya no se tienen que aceptar según su
significado más radical; a menos que el contexto lo requiera.

Incluso la vida de las palabras está en movimiento, y su preciso matiz no se


revela sino a través de un estudio cuidadoso del medio ambiente en el que
viven. Así, en el Pseudo-Efrén, el hesicasta es un recluso, mientras que el
eremita es un solitario no-recluso.|

............

1. Trad.: “Que no se agite tu corazón”; Jn. 14:1.

2. Alf. Macario, n. 22.

3. Alf. Arsenio, n. 44.

4. In Jer. Hom. 20, 8.

5. PG 35, 413.

6. Vita Mosis, PG 44, 425. La vita di Mosè, Ed. Paoline, Alba.

7. PG 82, 1357-64.

8. La Jerarquía Celeste, IV. Cf. Le Opere, Cedam, Padova, 1956.

9. Novelles V, c. III.

Nota: he dejado algunas de las pocas referencias a obras en italiano que figuran
en la ed. del 78.

Soledad y vida contemplativa según el hesicasmo.

41
HESICASMO 2019

por Irénée Hausherr, S.I.

A. El hesicasmo.

I. Una definición: hēsikhía.

II. Una diferenciación: soledad y paz interior |anacoresis y hesiquía.|

III. Un dilema: soledad y caridad fraterna.


B. Elogios a la soledad por los cristianos.

I. Fuge (huye).

II. Tace (calla).

III. Quiesce (reposa).

IV. Attende (atiende).

...

Prefacio.

En la presente obra, el autor nos lleva a recorrer la vida y enseñanzas de los


padres del desierto con toda su crudeza y elevación espiritual.

Este recorrido se inicia en el s. IV y atraviesa las desoladas regiones de Egipto,


del Asia Menor y llega hasta el occidente de la Edad Media. Muchos de quienes
lean este texto de seguro se verán desconcertados por estos primeros y casi
ignotos seguidores del evangelio; otros tantos se detendrán a reflexionar acerca
de las profundas raíces de la fe cristiana; y aún otros hallarán aquí un valioso
estímulo para adentrarse con mayor confianza al seguimiento de Cristo.

42
HESICASMO 2019

El rasgo más característico de todos estos pioneros de la hēsikhía fue su intensa e


inextinguible sed de Dios. Fue un deseo tan puro e intransigente, que los llevó a
concepciones y formas de vida que resultaron demasiado extremas para
cualquier observador externo. Fue así en aquel tiempo y lo sigue siendo aún
más en la actualidad, en una era en donde la fuerza e intrepidez espiritual se
ven bastante debilitadas –y hasta casi extintas- en la mayoría de nosotros.

¿Será que todavía existen quienes sean capaces de percibir y verse fascinados
por las realidades divinas de una manera tan absoluta e inamovible?... Quizás, a
través de las líneas que ahora siguen, alguno pueda percibir al menos el calor
que todavía irradia la hoguera interior de aquellos apasionados por el desierto,
"enloquecidos" por el amor a Dios.

V.S.

A. El hesicasmo.

I. Una definición: hēsykhía.

El término hesicasmo, en lengua bizantina, designa un sistema de espiritualidad


que tiene como principio la excelencia –y de hecho, la necesidad- de la ἡσυχíα =
hēsykhía; es decir, de la tranquilidad, del silencio, de la quietud.| La etimología
es incierta. Tal vez se relaciona con estái: estar sentado. Para los redactores de la
Vitae Patrum, este verbo y sus sinónimos significan, por cierto, llevar una vida
de hesicasta. |

Existen múltiples géneros de quietud: desde la ausencia de guerras hasta la


suspensión de las facultades dentro del reposo místico; pasando por la inercia y
la pereza, por el silencio de las cosas y de las personas, y por el apaciguamiento
del espíritu y del corazón. Mientras hayan seres humanos –conjuntos o
agrupaciones de seres humanos- existirán también diversas variedades de
quietud; todas ellas susceptibles de ser llamadas hēsykhía.

43
HESICASMO 2019

De entre todas las acepciones que hay podemos citar algunos ejemplos
provenientes de autores profanos. Veremos, no obstante, que aun cuando se
trate del silencio de las cosas el mismo siempre es observado en relación al
hombre. Y es que si no apelásemos al antropocentrismo helénico, si no hubiese
alguien que la perciba y que la disfrute, ¿sería adecuado hablar de la “paz de las
cosas”? Si esto fuera posible sería más conveniente hablar de la inmovilidad de
las cosas o de la ordenación de sus movimientos, y reservar la designación de
paz a la impresión que aquella inmovilidad u ordenación produce en el hombre.
Este es, de hecho, el uso que hacen los griegos del término hēsykhía. Ellos la
emplean en relación al hombre y a sus facultades, en relación a toda la vida o a
parte de ella, y en relación a la tranquilidad que sigue a la cesación de la guerra.
Se posee a la hesiquía, se lleva una vida de hesiquía o se pasa por un momento
de hesiquía. Se trata, en suma, de una especie de seguridad contra las causas de
agitación, como lo son las diversas ocupaciones, los levantamientos de los
ciudadanos y las rivalidades entre Estados. Y ya que el individuo está hecho a
imagen de la sociedad política –o viceversa-, existe también una hesiquía
psíquica, que resulta de un ordenamiento jerárquico de las facultades; es decir,
cuando se establece y se mantiene tal ordenamiento. Platón sostiene que las
personas nobles siempre se ven dispuestas a llevar una vida de quietud:
hēsykhon bion.

| Los autores sagrados no tenían motivo alguno para cambiar este vocabulario.
En la Septuaginta, la palabra hēsykhía y sus derivados conservan el significado
que tenían en el lenguaje común de entonces, sobre todo el de paz exterior: la
ausencia de guerras entre Estados y de levantamientos civiles. Eran estos
hechos los que liberaban a los ciudadanos de la angustia y los que les concedían
seguridad.

Pero esta sensación de seguridad no depende sólo de las situaciones externas.


Por medio de la fe en Dios, ella puede sostenerse estando incluso frente a la
amenaza de una guerra. Es lo que sucedió cuando Rezín, rey de Siria, salió en
contra de Jerusalén para atacarla, cuando "el corazón del rey y el corazón de su
pueblo se estremecieron, tal como se agitan los árboles del bosque con el
viento". Yahvé, entonces, le ordenó a Isaías que dijera: "Quédate tranquilo, no
temas [...]" (cf. Is 7:2-4).

La mejor garantía de tranquilidad interior es el temor de Dios, es la sumisión a


su voluntad, es la sabiduría: "Quien me escucha vivirá tranquilo y libre del
temor al mal" (Prov. 1:33). El texto griego evidencia el aspecto negativo que la

44
HESICASMO 2019

hesiquía posee en sí, pues ésta excluye del alma los sentimientos dolorosos y
establece la quietud interior sobre la certeza de estar a salvo del peligro.|

Es posible, también, protegerse deliberadamente contra el mal [o contra


cualquier peligro] rehusándose a realizar todo aquello que se considere como
tal; es decir, absteniéndose de realizar cualquier actividad, en particular por
medio de la palabra (de donde surge el hecho de guardar silencio) y del
movimiento (de donde proviene el hecho de permanecer quieto). Tanto aquella
como éste son abstenciones frecuentes que se ajustan bien dentro del hesicasmo.

| En el Nuevo Testamento, la palabra hēsykhía es rara y es característica de


Lucas [1] y de Pablo [2]; apareciendo sólo una vez en Pedro (1 Pe. 3:4). Su
significado apunta, sobre todo, al estar tranquilo, al hecho de observar el
descanso sabático, al hecho de dejar a los demás en paz. En Hch. 11:18 leemos:
"Al oírlo, se tranquilizaron y comenzaron a glorificar a Dios [...]"; es decir,
dejaron de objetar a Pedro por el bautismo otorgado a Cornelio. Pero, ¿no
podría este texto, con un poco de buena voluntad, resultarle también agradable
a los hesicastas? Probablemente lo haría mucho más, y sin ninguna inclinación
complaciente, el texto de 1 Tes. 4:10-12:

Y les exhortamos, hermanos [...] a honrar el hecho de vivir tranquilos


(philotimeísthai hēsykházein), a ocuparse de sus actividades personales y a
trabajar con las propias manos según la manera en que les hemos ordenado; a
fin de que lleven una vida decente frente a los extraños y no tengan necesidad
de nadie.

También 2 Tes. 3:12 nos ofrece la oportunidad de aplicar al hesicasmo la


recomendación que Pablo le dirige a los cristianos sobre el "trabajar con
tranquilidad" (metá hēsykhías ergazómenoi), lo que claramente hicieron los
hesicastas después de san Arsenio. No vamos a decir, por supuesto, que el
hesicasmo nació de estos textos. Este preámbulo sólo tiene por objeto establecer
el significado del término en aquellos documentos antiguos, tanto sagrados
como profanos, de tal manera que el uso del vocabulario hesicasta halle una
justificación en la sagrada escritura.

El término hēsykhía domina por completo este vocabulario; pero también hay
otros términos más o menos sinónimos que encontraremos en el camino. Aquí
será suficiente con que pongamos de relieve algunos de los más comunes.
Citemos ya al verbo kathézesthai (sentarse) junto con el de ēremon (cf. 1 Tim. 2:2,
“llevar una vida tranquila y apacible”); se trata de la tranquilidad de un alma
especialmente libre de perturbaciones interiores y libre de las causas de

45
HESICASMO 2019

agitación externa [3].

En cuanto al vocabulario de origen filosófico, las palabras como apátheia,


ataraxía y demás, no se encuentran casi nunca en los escritos de los padres [del
desierto]. Si bien lo hacen posteriormente, no implicarán una importancia
esencial en el sistema de espiritualidad hesicasta. Incluso el término apátheia,
adoptada por Evagrio, faltará en los auténticos escritores hesicastas y nunca
tendrá la primacía sobre el término evangélico de amerimnía; y esto sin tener en
cuenta que el contenido de este vocabulario filosófico se ve notablemente
alterado cuando pasa al lenguaje cristiano.|

El término hēsykhía designa a la totalidad de la vida eremítica cristiana: desde la


huida de los hombres –a nivel exterior- a la profunda mística de la “eliminación
de los pensamientos”. Esta expresión resume bien la doctrina profesada por los
hesicastas, cuyo nombre mismo expresa que no consideraban posible el logro
de la quietud interior sin el amor por la soledad y sin la práctica del silencio. Tal
quietud es, a un mismo tiempo, condición y resultado de la unión con Dios a
través de la oración. Y subrayemos, sin demora, que esta quietud no es una
meta similar a la apátheia del estoicismo o a la ataraxía del epicureísmo. Se trata
más bien, como todo dentro del cristianismo, de un medio –quizás del medio
por excelencia o de un medio excelente- para llegar a la meta, que es la unión
con Dios o la oración perpetua. Para decirlo con Casiano: Donec omnis volutatio
cordis una et jugis efficiatur oratio [4]; o sino: Ad perpetuam Dei memoriam
possidendam [5].

Esta es la razón por la que, posteriormente, en la medida en que se crea poder


lograr o conservar aquella unión y oración estando en medio de las causas de
perturbaciones, la anacoresis irá perdiendo su importancia.

.............

1. Lc. 14:4 y 23:56; Hch. 11:18 y 21:14.

2. 1 Tes. 4:11; 2 Tes. 3:12; tres veces en 1 Tim.

3. Cf. Alf. (= Apophthegmata Patrum, serie alfabética), Sisoés, n. 26.

4. Collationes X, 7. Trad. de la cita: "Mientras toda la voluntad del corazón hace


una e incesante a la oración".

5. Ibíd. X. Trad.: "Hasta poseer el recuerdo eterno de Dios".

Nota: el capítulo IV de la edición del 78 se titula Nēpsis: la vigilancia; pero he

46
HESICASMO 2019

optado por seguir la denominación en latín de los capítulos anteriores y según


la máxima: attende tibi ipsi, que se verá hacia el final.

Soledad y vita contemplativa según el hesicasmo.

Irénée Hausherr, S.I. († 1978), además de teólogo fue filólogo, especialista en


patrística, en espiritualidad del oriente cristiano y director del Instituto
Pontifical de Estudios Orientales, en Roma. Su valiosa tarea en este centro fue
continuada luego por el sacerdote checo, Tomáš Špidlík, S.I. († 2010).

Hausherr nos ha legado numerosas obras y artículos de vasta erudición, con los
cuales favoreció principalmente a que occidente pudiera descubrir y conocer
más sobre la doctrina y práctica del hesicasmo. Sin embargo, buena parte de su
producción todavía no se halla disponible en español.

Uno de sus importantes trabajos cursó el siguiente recorrido antes de llegar a


nuestra lengua de manera incompleta:

· 1956 – L’Hésychasme, Étude de Spiritualité. Orientalia Christiana Periodica, t. II,


Pontificium Institutum Orientalium Studiorum (PIOS), Roma.

· 1966 – Hésychasme et Prière. Orientalia Christiana Analecta, 176. PIOS, Roma.


Reelaboración de la edición anterior.

· 1978 – Solitudine e vita contemplativa. Secondo l’esicasmo. Monasterio S. María


Madre della Chiesa e di S. Benedetto, Italia. Traducción al italiano basada en la
edición del 66, con un sucinto prefacio.

· 1980 – Solitude et Vie Contemplative d’après l’Hésychasme. Col. Spiritualité


Orientale et Vie Monastique, n. 3. Abadía Notre-Dame de Bellefontaine,
Francia. Edición basada en la del 66, sin prefacio alguno, “con algunas notas de
erudición que han sido abreviadas”, con la exceptuación de muchos parágrafos
e incluso con la total ausencia del capítulo cuarto, que trata sobre la nēpsis
(vigilancia); todo lo cual sí forma parte de la edición del 78.

· 1991 – Soledad y vida contemplativa. Espiritualidad monástica, n. 3. Monasterio


Sta. María La Real de las Huelgas, España. Basada en la edición del 80, con las
limitaciones de la misma respecto de la publicación del 78 y con dos breves
fragmentos introductorios sobre la definición de hesicasmo (extraídos
del Diccionario de las Religiones de F. König, 1964; y del Dictionnaire de Spiritualité,
según la exposición de P. Adnè). Esta obra en español contiene demasiadas

47
HESICASMO 2019

imprecisiones en su traducción, limitando así el correcto y más pleno


aprovechamiento del contenido original de la obra.

Siendo que no he encontrado ninguna otra edición posterior en nuestro idioma


que haya sido debidamente revisada y corregida, me he permitido una
traducción más atenta basándome en las ediciones del 78 y del 80. Me he
dedicado, también, a la inserción y ordenamiento de las notas a pie de página,
de los parágrafos faltantes (que aparecerán entre barras verticales) y de todo el
capítulo cuarto; además de la traducción de las citas en latín y griego para su
oportuna asimilación, así como la aclaración de algunos términos en tales
idiomas.

De aquí en más, iré publicando las entradas con una abreviatura y número
correlativos; para la rápida ubicación de los temas, he aquí el índice: SVCH -
Índice.

Espero que este clásico texto sobre el hesicasmo resulte en un mayor beneficio
para toda persona en general y para todo cristiano en particular; y muy
especialmente para todo aquel que haya sido llamado a habitar en los dominios
del silencio y la soledad.

Abba Pafnucio y los monjes del Alto Egipto.

El siguiente texto proviene de la traducción realizada por Tim Vivian en


Histories of the Monks of Upper Egypt & the Life of Onnophrius (1993). Vivan basa
su traducción en los textos coptos publicados por E.A. Wallis Budge entre 1914
y 1915, más específicamente en: Histories of the Monks of the Upper Egyptian
Desert by Paphnutius, vol. V, pt. 1, pp. 432-495. A partir de ellos, y para suplir
sus varias lagunas y mejorar la traducción, Vivian se vale no solo del
manuscrito hallado en la British Library: Oriental 7029, sino también en
fragmentos de la historia hallados en otros manuscritos de la misma biblioteca:
Oriental 7558 (89, 93 y 159).

Los sucesos que a continuación se narran tuvieron lugar a fines del s. IV en la


zona del Alto Egipto, en el extremo sur de esta región, en los alrededores de
Asuán y la Isla de Filae.

48
HESICASMO 2019

...

Pafnucio visita a Pseleusio y a los hermanos [1]

1. / […][2] y el servicio [3] que te hemos confiado a ti. ¡Bienaventurados


nosotros! Nuestra tierra se ha hecho digna de tus benditos pasos. El salmista
David ha dicho con toda razón: ¡Cuán amables son tus moradas! [Sal. 83:1]; y
también: Bienaventurados son a causa de sus padres. Es el Señor quien [habla], pues
[…] con gran [¿temor?] y alegría [4]. Y recuerdo lo que el Señor ha dicho en el
evangelio: Cuando entren a una casa, digan primero: ‘Que la paz esté en esta casa’. Si
allí hay hijos de la paz, que la paz de ustedes se pose sobre ella; si no, que la paz [regrese]
a ustedes [Mt. 10:12-13]. Cuando vi que ellos eran hijos de la paz, dejé que mi
paz se posara sobre ellos, según la palabra del maestro de todos nosotros: Cristo
Jesús, nuestro Señor.

2. Luego, cuando llegó el momento celebramos la eucaristía [5]. Se preparó una


mesa para nosotros y oramos. Y comimos [y bebimos…] / comimos con estos
santos de Dios, tal como lo hizo el siervo de Abraham, quien alegremente fue
[admitido] y todos sus deseos se vieron satisfechos [Gn. 24.33, 54]. Y [también]
glorifiqué a Dios porque no dejó que […] a aquel que lo busca. Tal como está
escrito: Aquel que […] a las personas, realiza la adoración a Dios [6]. Luego de
encender las lámparas, completamos nuestra oración, rezando y hablando
[sobre] la palabra de Dios y sobre las sagradas enseñanzas.

3. Luego pude hablar con el venerable anciano, Abba Pseleusio, sobre cierto
maestro, un buen hermano con quien < él> [7] había vivido: Abba Zebulón. Se
trataba de un hombre de cuya compañía podías beneficiarte, y nosotros nos
beneficiamos grandemente de él. Y el anciano me dijo: ‘Yo mismo he obtenido
beneficios de él de esta manera: me he visto favorecido por su humildad y su
silencio. Él se rehusaba a [resolver] mediante palabras cualquier tema, fuese
cual fuese. Sin importar si la persona que hablaba con él carecía de importancia
o si era alguien grandioso, él siempre respondía: [No lo] sé’.

La historia de Abba Pseleusio.

4. Y le dije: ‘¿Cómo [es que puedes hablar] de esta manera [y] / actuar de esta
forma?’. Y el anciano [me] respondió: Escúchame y te lo diré [a ti]. Cuando era
joven, Pseleusio tomó una esposa y logró progresar mucho en todos sus

49
HESICASMO 2019

trabajos. Era alguien célibe desde su infancia y rehuía a todo intercambio con
las mujeres, pues tenía temor de lo que está escrito: Quien mira a una mujer
deseándola, ya ha cometido adulterio con ella en su corazón [Mt. 5:28; Stg. 1:15]. Él se
encontraba caminando con toda humildad y tuvo la siguiente visión. Mientras
pensaba, vio a un glorioso hombre parado delante de él que le dijo: ‘Nadie puede
servir a dos señores, pues amará a uno y odiará al otro [Mt. 6:24; Lc. 16:13]. Y esta es
exactamente tu situación, Pseleusio, hermano mío. Pones empeño en las buenas
obras, tal como lo ha escrito el apóstol: Aquel que es un soldado no se enreda en
[asuntos civiles, pues su objetivo es satisfacer] / a aquel que lo ha alistado. Y todavía
más, si uno compite como atleta, no recibe la corona a menos que compita según las
reglas [2 Tim. 2:4-5]. Tú serás victorioso tanto en la derecha como en la
izquierda’. Y súbitamente aquel que estaba hablando con él desapareció y no lo
vio más.

5. Cerca de él vivía un anciano conocedor de las escrituras. Pseleusio con


frecuencia acudía a él y aprendía sobre los pasajes de la escritura leídos en la
iglesia (era alguien que amaba mucho a los pobres). Más aun, con frecuencia
Pseleusio le revelaba sus pensamientos y aquel satisfacía su corazón con las
sagradas escrituras. Cuando amaneció, fue hacia el anciano y le contó la visión
que había tenido, y le preguntó sobre lo que podía significar. El anciano le dijo:
‘Abandona todo lo que tienes, toma tu cruz, sigue a tu Señor y deja que los muertos
entierren a sus muertos […] [Cf. Mt. 8:22] / vano. ¿Acaso no has escuchado lo que
el Señor dice en los evangelios?: Todo aquel que pone sus manos en el arado y luego
se vuelve no alcanza el reino de los cielos [Cf. Lc. 9:62]. Ahora bien, esta frase: se
vuelve, significa la atención a este mundo frívolo y a sus preocupaciones
terrenales, algo que no reconocemos [8]. Ahora, mi querido hermano, debido a
que tu conocimiento y tu visita me son de beneficio, no quisiera que te vayas y
me dejes. Sin embargo, quisiera que acudas al llamado al que has sido llamado.
Levántate y ve hacia los hermanos, ellos te revestirán con el hábito del monje y
te dirán lo que es apropiado que realices’.

Pseleusio se encuentra con Juan.

6. Y fue así como Pseleusio partió, según le había dicho el anciano. Se fue hacia
los hermanos, a un lugar llamado [… y se encontró con un monje cuyo] nombre
[era Juan…] / y muy educado. Su rostro era bastante pálido [9] y todo su
cuerpo lo era aún más debido a su ascetismo. Tal como está escrito: Las alas de
una paloma palidecen como plata, y el contorno de su cuello es verdoso como el oro [Sal.
68:13]. Y él habla de esta manera porque cuando el anciano levantaba sus
brazos, éstos eran como las alas de una paloma, según lo describe la escritura.
El anciano se asemejaba al brillo de la plata debido a la pureza de sus oraciones;

50
HESICASMO 2019

y al pálido verde del oro debido a su palidez por el ascetismo. Tal como está
escrito: Bienaventurados los puros de corazón, porque son ellos quienes verán a Dios
[Mt. 5:8]. Era alguien que se esforzaba en el sufrimiento. Con frecuencia pasaba
la noche en vigilia y solía comer plantas silvestres como Juan el Bautista, de
quien se dice: [Su alimento eran langostas] y miel silvestre […] [Mt. 3:4] / a causa
de la pureza de su corazón y de la pureza de su cuerpo.

Pseleusio cuenta la historia de Juan.

7. El venerable Abba Pseleusio dijo que Juan con frecuencia percibía numerosas
revelaciones y que toda palabra que profiriese se hacía realidad. Tenía visiones
como Daniel, el vidente. Abba Pseleusio también dijo: Entonces, cuando llegué
a él, a Juan -de quien he hablado y de quien digo estas cosas-, me recibió con
gran hospitalidad. No vi nada en su morada, excepto tres porciones de pan. Y
estaban ahí solo para los extraños que pasaran por allí, aunque no se diría que:
‘El anciano no come pan’.

8. Luego de haber estado con él por un momento, le supliqué que me revistiera


con el hábito monástico [… y me enseñe] / las reglas monásticas. Y me dijo: ‘Mi
hermano Pseleusio, está escrito: Tus palabras, Señor, son más dulces a mi paladar
que la miel sobre mi boca [Sal. 119:103]. Puesto que me has preguntado sobre las
enseñanzas, hijo mío, muestra propiedad ante los forasteros y sé condimentado
con la sal; tal como el Señor les dice a sus apóstoles en el evangelio: Ustedes son
la sal de la tierra [Mt. 5:13]. Sé amable y sincero en tu corazón, como dice nuestro
Señor: Miren que los envío como ovejas en medio de lobos. Por eso, sean sabios como
serpientes e inofensivos como palomas [Mt. 10:16]. Les dice como ovejas, pues debido
a la falta de cuidado de éstas, él no confiaba lo suficiente en las ovejas para
hacerlas caminar en […] sus corazones, debido a las seducciones de los
demonios […] / destrucción, ni a entregarnos a la comida, la bebida y el placer,
pues nuestro adversario, el demonio, camina poniendo trampas a las personas,
rugiendo como un león y buscando devorar nuestras almas’ [Cf. 1 P. 5:8].

9. Mientras estuve algunos días con él, me [dijo] estas palabras y otras similares.
Le supliqué que me llevase a un lugar para mí, y me trajo hasta aquí. Y se
quedó conmigo [10] algunos días, hasta haberme enseñado a valerme por mí
mismo en el desierto, dándome algunos preceptos e instrucciones para resistir
los pensamientos de los demonios y para poder sostener el duro combate contra
ellos.

51
HESICASMO 2019

10. Me dejó solo y estuve así hasta que vino mi hermano Zebulón. Entonces él
me dijo: ‘Te suplico, padre mío, Pseleusio, ya que existe […]’ / El anciano [Juan]
respondió y me dijo: ‘Puesto que lo has pedido te lo diré y no me guardaré nada
ante ti. Más aún, el Espíritu Santo te revelará las cosas que te están ocultas
estando frente a mí’. Y le dije: ‘Por favor, padre mío, no pases por alto a tu
siervo’. Y me respondió diciéndome: ‘Puesto que lo has pedido, te lo diré’.

La historia de cómo Juan se encontró con dos eremitas.

11. Abba Juan dijo: Cierta vez me adentré bastante en el desierto. Después de
viajar durante casi dos días, encontré unas pocas palmeras y dátiles en un
pequeño valle; había una fuente de agua y algunas plantas que la rodeaban. Me
senté junto a la fuente para descansar un poco, agotado por mi travesía, y me
dije: ‘Me pregunto si habrá algún hermano por aquí’. Y mientras estaba
pensando esto, levanté la vista y vi [dos] hombres [… yo] [los llamé…] /
palmeras, y me trajeron un poco de agua para beber. Quise quedarme con ellos
allí, pero recordé a mi hermano Zebulón. No podía permanecer sin él, como lo
dice el apóstol: Aun cuando se me abrió una gran puerta [por el Señor], mi espíritu no
podía descansar estando <sin> mi hermano Tito. [2 Cor. 2:12-13] Y también se dice:
Fui yo quien plantó, fue Apolo quien regó y fue Dios quien concedió el crecimiento [1
Cor. 3:6]. Y les dije: ‘¿Cómo es que han llegado a este lugar y qué es lo que
encuentran para comer? ¿Cuáles son sus nombres y de dónde provienen?
¿Cómo hacen para participar de la eucaristía mientras están aquí?’.

La historia de los dos eremitas.

12. Y ellos dijeron: Somos ciudadanos de Asuán, en donde estuvimos viviendo


desde que nacimos. Es más, ya entonces éramos amigos: íbamos juntos a la
iglesia a la mañana y al atardecer, y escuchábamos la lectura de las sagradas
escrituras; y la lectura del evangelio que dice: Quien ama a su padre o a su madre
más que a mí / no es digno de mí [Mt. 10:37]. Y también: El que no toma su cruz y me
sigue no es digno de mí [Mt. 10:38].

13. Cuando escuchamos esas palabras de vida de labios de nuestro Señor y


salvador, Jesucristo, quien ama a la humanidad; y cuando escuchamos otras
palabras similares a esas [11], como: Quien ama [su] vida la perderá; y quien
[pierda] su vida por mí la encontrará [Cf. Jn. 12:25; Mt. 10:39] Y también: Si una
persona gana el mundo pero pierde su vida, [¿de qué le serviría?]; ¿qué daría una
persona a cambio de su vida? [Mt. 16:26]; en ese entonces nuestros corazones se

52
HESICASMO 2019

correspondieron, pues la palabra de Dios nos resultaba más dulce que la miel
en su panal. Y entonces acordamos abandonar algún día la ciudad. Y esperamos
algunos días, mientras pensábamos: ‘Quizás los demonios están tentándonos’.
Pero al darnos cuenta de la buena intención que nos animaba a no relegar
nuestro plan, distribuimos nuestras abundantes pertenencias entre los
necesitados y adquirimos una pequeña balsa. Y llegamos a una comunidad
monástica [12], a un lugar llamado ‘el ángulo’.

14. En ese lugar fuimos capaces de vivir junto a los venerables hermanos debido
a que, por la gracia de Dios, era un tiempo de gran plenitud. Conocimos a un
anciano de nombre Zaqueo, quien había envejecido viviendo como anacoreta.
Era un gran asceta. Y había otros dos hermanos que vivían cerca de él, que eran
sus discípulos. El nombre de uno de ellos era Serapamón, y el nombre del otro
era Mateo. Los dos eran muy avanzados como atletas espirituales, agradecían a
Dios y obedecían al anciano, Abba Zaqueo, en todo lo que les decía.

Las prácticas acéticas de Serapamón y Mateo.

15. [Ahora bien], Serapamón atendía una práctica de caridad que consistía en lo
siguiente: toda vez que una persona venía a comprarle alguna artesanía, él
primero reunía a los hermanos y les decía: ‘Aquel que tenga alguna artesanía
lista, tráigamela [y yo le] pagaré lo que cueste’. Entonces él […] la artesanía y
con mucho afán […] la artesanía […] / se acercaba a él, y él lo sabía, pues se la
quitaba a la fuerza y le daba la suya. Es más, le gustaba más perder que ganar, y
la vergüenza más que el honor. Y mantuvo esta práctica de caridad hasta el día
de su perfección.

16. Y también Mateo atendía esta práctica ascética [13]. Nunca se le pudo
persuadir de decir algo sobre la escritura. Si alguien le preguntaba respecto a
alguna lección sobre la misma, él le respondía de esta manera: ‘Perdóname,
pero no lo entiendo’; lo decía aún cuando era muy versado y había sido
instruido en los textos de las sagradas escrituras [14]. Y de esa manera se fue a
su descanso, el décimo quinto día de paope [15].

Las prácticas ascéticas de Abba Zaqueo.

17. Y respecto al anciano de quien ya hemos hablado, esto es, de Abba Zaqueo,
fue él quien nos enseñó cómo vivir en el [desierto] y fue él quien nos revistió
con [el] hábito monástico. El anciano también nos habló de las virtudes [16] [de]

53
HESICASMO 2019

los santos del desierto, quienes celosamente buscaban no ver a nadie. Fue él
quien [nos dio las reglas] para llevar una estricta práctica ascética […] y nos dio
un mandato, diciendo: ‘¡Cuiden sus almas!’ […] / Él era muy adelantado en
una muy estricta forma de vida [17] a pesar de su avanzada edad. Toda su vida
había sido célibe, rehuía a todo intercambio con las mujeres y a toda
conversación.

Abba Zaqueo interpreta las sagradas escrituras.

18. Abba Zaqueo gustaba más de las lágrimas que de las risas, y no paraba de
llorar durante el día o en la noche. Por eso le dijimos: ‘Padre mío, ¿por qué
lloras de esta manera?’

19. Él entonces dijo: ‘Es bueno que uno realice todos sus actos de renuncia, y
que no deje de realizarlos durante el día o en la noche, mientras llora por sus
pecados. Tal como está escrito: Bienaventurados los que se lamentan, porque ellos
serán consolados [Mt. 5:4]. Si aceptas este pasaje con el corazón hallarás alivio
para tus sufrimientos. Pues es correcto que todas las personas mantengan
delante de sí estas tres / cosas; es decir, su separación del cuerpo, atentos a
nuestra sentencia en el grandioso y temible día del juicio. Porque de seguro han
escuchado del admirable Moisés, sobre cómo mantuvo sus dos brazos
levantados y pudo superar a Amalek; y sobre cómo, cuando los bajó, dejó que
Amalek derrotara a / [los israelitas] y los dominara. Pues las sagradas
escrituras dicen que Aarón levantaba el brazo derecho de Moisés, y que Hur lo
hacía con la izquierda [Éx. 17:11-13]. Y de esa manera, por su acto coordinado y
conjunto, elevando los brazos de Moisés, Amalek fue derrotado. Las sagradas
escrituras dicen también: Y Aarón levantó sus brazos hasta el atardecer [Éx.
17:12]; es decir, se mantuvo así durante todo el día.

20. De igual manera sucede con la humanidad. Toda persona que eleve sus
brazos bajo la forma de la cruz de Cristo derrota a todos sus enemigos; tal como
lo hizo Moisés, quien derrotó a Amalek levantando sus brazos. En cuanto a
Aarón, la escritura lo asemeja al lugar descanso que está en el cielo, al regocijo
que se halla en la Jerusalén celestial y al trono y los atuendos que serán
entregados a los santos. Tal como está escrito: Me has quitado el sayal y me has
revestido de alegría [Sal. 30:11]. Y también: <Él> será digno de ser compañero de los
primogénitos, cuyos nombres están escritos en el cielo y en el / paraíso del este. Ni el ojo
ha visto ni el oído ha escuchado, ni tampoco ha alcanzado al corazón del hombre, lo que
Dios ha preparado para aquellos que lo aman [Cf. Hb. 12:22-23; I Cor. 2:9; Is. 64:4].

54
HESICASMO 2019

21. A Hur, por otro lado, la escritura lo asemeja a los juicios, al gusano que
nunca duerme y al torrente de lágrimas, al rechinar de dientes y a las tinieblas
del exterior, al abismo insondable y al río de fuego que fluye temiblemente [Cf.
Mt. 8:12; Mc. 9:48]. Por eso, cuando uno recuerda estas cosas en su corazón toda
vez que se dedica a rezar, su petición avanza hacia el trono de Dios; y todo lo
que le pide a Dios le será concedido. Tal como está escrito: La petición [de] la
persona justa tiene un gran poder y efecto [Stg. 5:16] y logra derrotar al furtivo
Amalek y a su poder.

22. Y lo segundo por lo que uno reza es por el gozo y por el llanto. Por el gozo,
debido al llanto que acompaña al recuerdo del lugar de descanso en el cielo; por
el llanto, debido al recuerdo de los castigos en el infierno [copto: Amente] /
[Hermanos míos, hijos míos,] es bueno que [todas] las personas pongan delante
de sí el recuerdo de estas dos cosas: del gozo y del sufrimiento. De esta manera,
luego que hayamos sufrido un poco en esta vida, podremos descansar’.

Abba Zaqueo instruye a los dos eremitas.

23. Y luego de haber escuchado estas cosas del venerable anciano, Abba
Zaqueo, nos llenamos [de] alegría y le dijimos: ‘Muéstranos tu misericordia y
llévanos a vivir en donde tú sabes que seremos salvados’. Y de esa manera nos
dio pan y dos libros. Y viajó con <nosotros> [18] hasta traernos a este lugar. Él
permaneció con nosotros unos días hasta que aprendimos cómo vivir en el
desierto. Nos dio órdenes y reglas estrictas sobre las vigilias nocturnas y sobre
un responsable acto en el comer y el beber. Nos enseñó sobre la manera en que
los demonios tientan a las personas bajo diversos disfraces. Tal como está
escrito por el apóstol: Nuestra lucha no es contra la carne y la sangre sino contra los
principados, contra los poderes, contra / los espíritus del mal debajo de los cielos [Ef.
6:12], pues en la noche los demonios luchan desnudos entre sí. Y nos dio unas
reglas respecto a ciertos hermanos; si se acercaban a nosotros tendríamos que
pelear contra ellos.

La muerte de Abba Zaqueo.

24. Y de esa manera nos dejó, y se fue a su descanso el décimo primer día de
thoth [19]. Y hemos permanecido aquí desde entonces, venerable padre. Nuestro
alimento han sido los dátiles de estas palmeras, y vamos al monasterio [29] para
participar de la eucaristía con los hermanos en sabbath y en el día del Señor. Y
ya te hemos contado sobre nuestro retiro del mundo. De tu parte, haznos el

55
HESICASMO 2019

favor de rezar por nosotros, venerable padre nuestro.

La muerte de los dos eremitas: Aniano y Pablo.

25. Luego los dejé y me fui a vivir en mi propia morada. El nombre de uno de
ellos era Aniano, y el nombre del otro era Pablo. A los pocos días escuchamos
de un hermano que los visitaba con frecuencia. Y cuando le preguntamos sobre
ellos, nos dijo que ambos se habían ido a su descanso. Aniano en el vigésimo
día de paope, y Pablo en el tercero [21]. Cuando nuestro hermano Banufiel supo
de esto, fue a buscar sus cuerpos y los enterró en un lugar próximo a él.

...

1. La división de los párrafos y los títulos de las secciones son obra de Tim
Vivian, aunque en parte los he modificado ligeramente. Y he agregado,
además, algunas aclaraciones a sus notas a pie de página.

2. La primera o dos primeras páginas se han perdido.

3. Del griego: diakonía: servir, ministrar, atender un deber.

4. El texto copto de esta oración es muy incierto.

5. Del griego: synaxis: reunirse, juntarse, conformar una asamblea. En el


contexto copto la palabra hace referencia, principalmente, al oficio divino
realizado por una comunidad de monjes; al igual que a la regla de oración
individual seguida por los solitarios.

6. Esta parte es incierta, al igual que la escritura que cita.

7. Original: tú.

8. La cita de Lucas dice “mira hacia atrás”, pero el texto copto indica “se
vuelve/ regresa”.

9. Literalmente: verde; nótese el contexto.

10. El original dice: con nosotros.

11. El original dice: ésta - él.

12. En el original: oros, montaña, colina; pues las comunidades monásticas


solían erigirse al pie de las montañas.

13. Del griego: politeia, ciudadanía, deberes y derechos de un ciudadano. Aquí


refiere a la forma de vida religiosa, a la práctica ascética.

14. Hay un juego de palabras en copto: versado se dice sah; y textos es shai.

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15. Según el calendario copto, se corresponde con el 22 de junio.

16. Del griego: areté, virtudes, talentos, excelencia.

17. Del griego: politeia.

18. Original: ellos.

19. Se corresponde al 21 de septiembre.

20. Del griego: oro, montaña.

21. Se corresponde con el 13 de octubre.

...

La clara comprensión del pecado ha sido reemplazada por una cultura


terapéutica y por el “hombre psicológico”.

por Anne Hendershoftt, Ph.D.

26 de enero del 2014

Durante su primera homilía, dada el 14 de marzo del año pasado, el Papa


Francisco advirtió a los fieles que “aquel que no reza al Señor, le reza al diablo”.
E insistió diciendo que: “Cuando no profesamos a Jesucristo, profesamos la
mundanalidad del mal, una mundanalidad demoníaca”. Desde aquel día, con
frecuencia ha estado hablando de alguien a quien ha llamado “el príncipe de
este mundo” y el “padre de la mentira”. Además, en su libro Sobre el cielo y la
tierra (2013), el entonces cardenal Jorge María Bergoglio dedicó todo un capítulo
a hablar: Sobre el Demonio, advirtiendo que los frutos de Satanás son “la
destrucción, el odio y la calumnia”.

Para muchos católicos, en especial para los de la era posterior al Vaticano II, el
hablar en voz alta sobre el mal, el pecado y Satanás es algo que quizás nunca
hayan experimentado; ni siquiera dentro de la Iglesia. Puede que algunos
tengan que recurrir a internet –o al diccionario- para poder hallar una
definición de calumnia. Pareciera que, luego de una prolongada brecha
temporal, el mal y el pecado están siendo “redescubiertos” por algunas
personas.

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Hace ya más de sesenta años, T.S. Eliot escribió sobre el sentido de alienación
que tiene lugar cuando los reguladores sociales comienzan a dividirse y la
autoridad de control moral de la sociedad deja de ser efectiva. Eliot pudo notar
que el “sentido del pecado” estaba comenzando a desaparecer. En su obra: The
Cocktail Party, una joven y atribulada protagonista visita a su psiquiatra y le
confiesa que se siente “pecadora” a causa de su relación con un hombre casado.
Pero no se siente afligida por lo ilícito de la relación sino más bien por una
extraña sensación de pecado. Elliot escribe que el “tener esa sensación de
pecado le parece anormal” a la mujer; nunca antes había notado que su
conducta podría ser vista bajo ese término. Ella creía que se había convertido en
“malvada”.

Mientras escribía en la década de los 50, Eliot sabía que el lenguaje del pecado
estaba decayendo; aunque la mayoría de nosotros pensaría que en ese entonces
el concepto de pecado todavía era fuerte. Sin embargo, al mirar hacia atrás, se
nota que para muchos el concepto de pecado estaba comenzando a ser
reemplazado por una emergente cultura terapéutica. Y dentro de esa creciente
cultura de “liberación”, las personas ya no se veían a sí mismas como pecadoras
cuando bebían demasiado, cuando consumían drogas o cuando se entregaban a
conductas violentas o abusivas. Antes bien, tales acciones se veían cada vez más
como indicadores de que tales individuos estaban siendo víctimas de una
enfermedad sobre la que tenían poco o ningún control.

Siendo promocionada por la comunidad psicológica y popularizada por


profesionales como Carl Rogers, la mentalidad terapéutica comenzó a filtrarse
en la Iglesia a medida que los psicólogos empezaron a asesorar a las diócesis
católicas para que se dedicasen a implantar la cultura terapéutica dentro de la
Iglesia misma. Es así que se instruyó a los seminaristas para que no hiciesen
juicios sobre los demás y, en vez de eso, utilizasen un lenguaje que versase
sobre la enfermedad y sobre la terapia. El suicidio ya no era un pecado que
privaba a la víctima de un sepelio cristiano sino la simple evidencia de una
enfermedad. El abuso del alcohol y de las drogas ya no eran imperfecciones en
el carácter o el resultado de las propias elecciones, sino la simple evidencia de
una reserva de genes defectuosos que “forzaban” a la víctima hacia la
enfermedad del abuso de sustancias.

Y los sociólogos -quienes comprenden mucho mejor que la mayoría la manera


en que las conductas desviadas son definidas y redefinidas- comenzaron a
prestar atención a este cambio cultural. El sociólogo Philip Rief, experto en el
pensamiento de Freud, en su ahora clásico libro: The Triumph of the Therapeutic,

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ya había advertido que el “hombre psicológico” estaba comenzando a


reemplazar al “hombre cristiano” como una tipología dominante en nuestra
sociedad. A diferencia de la cristiandad tradicional, que efectúa exigencia
morales sobre sus creyentes, el mundo secular del “hombre psicológico rechaza
tanto la idea de pecado como la necesidad de salvación”. Fue así que el hablar
acerca de una “sensación de pecado”, de una “ocasión de pecado” o del pecado
en sí, ya no estaba permitido.

Quizás esta es la razón por la que resulta extraño experimentar este


reavivamiento del lenguaje del pecado cuando el Papa Francisco habla, en
verdad, de pecados “reales” y no solo de los metafóricos. Al hablar sobre
pecados específicos (como la calumnia) que aprendimos hace mucho pero
habíamos olvidado, el Papa ha dado inicio al proceso de separación -y aun de
mucho más- de la cultura terapéutica y de la Iglesia. Y al recordarnos el tema
del pecado, nos recuerda también que existe el mal, el verdadero mal, en este
mundo y en nuestras vidas; y el mismo existe junto a una entidad real llamada
Satanás, quien es su verdadera fuente.

De hecho, las referencias del Papa Francisco a la figura de Satanás son muy
notables; y más aún considerando que pocas figuras públicas se animan a
hablar abiertamente de este ser. Pues dondequiera que alguno se atreva a
hablar abiertamente sobre Satanás, las personas “ilustradas” se escandalizan. El
juez de la Corte Suprema de Justicia, Antonin Scalia, pudo notar eso el pasado
mes de octubre, cuando fue entrevistado por una escéptica periodista del New
York Magazine. El juez Scalia respondió a una pregunta sobre su herencia de
forma tan imprevista que sorprendió a la entrevistadora. Además de sostener
que “nunca he sido custodio de mi legado”, dijo que: “Cuando esté muerto y
me haya ido, seré maravillosamente feliz o terriblemente infeliz”.

La reportera del New York Magazine resultó incrédula y le preguntó: “¿Usted


cree en el cielo y el infierno?”. Y Scalia respondió: “Por supuesto que sí”; la
reportera, por su parte, dijo no creer en aquello.

Pero el juez Scalia sorprendió aun más a la reportera al inclinarse y decirle en


voz baja: “Incluso creo en el demonio… Sí, él es una persona real. ¡Hey, vamos!,
esta la doctrina católica estándar. Todo católico cree en esto”. Pero ella
difícilmente podía creer en todo aquello y respondió: “¿Todo católico cree en
esto? Allá afuera hay una amplia variedad de católicos”.

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Lamentablemente, lo que dijo es verdad. Pues existe una gran cantidad de


católicos a los que nunca se les ha enseñado que el demonio es “real”.
Simplemente les resulta inconcebible. Pero el pasado mes de octubre, cuando el
Papa Francisco realizó una misa en la capilla de la Casa de Santa Marta y les
señaló a los fieles: “Siempre tenemos que estar en guardia frente a la mentira,
frente a la seducción del mal”, se refirió al verdadero mal que es presentado por
un verdadero demonio. Para el Papa Francisco “hay una batalla; y una batalla
en donde la salvación está en juego, la eterna salvación”. Y dijo también que:
“La presencia del demonio está ya en la primera página de la Biblia; y la Biblia
también finaliza con la presencia del demonio, con la victoria de Dios sobre el
demonio”.

Son muchos los católicos que parecieran haber olvidado todo esto, y tenemos
que estar agradecidos al Papa Francisco por habérnoslo recordado. Aunque
puede que algunos de nosotros ni siquiera sepan lo que hay en la primera
página de la Biblia debido a que no la han leído. Pero muchos de nuestros
hermanas y hermanos nunca lo han olvidado. Tal como Russell Moore,
presidente de la Ethics and Religion Liberty Commission de la Southern Baptist
Covention, recientemente escribió en las primeras páginas de First Things: “Los
evangelistas son personas que se ven impulsadas por un relato […] La
centralidad del evangelio exige cierta forma de compromiso público. El
evangelio, después de todo, es el anuncio de la redención de los pecadores por
parte de Dios, realizada a través de la vida, muerte, resurrección y eterno
reinado de Jesucristo”.

Los católicos necesitan volver a aprender este lenguaje. Y el Papa Francisco,


continuando con la obra de Juan Pablo II y de Benedicto XVI, nos enseña a
regresar a la Biblia y a ver, tal como nos lo recuerda Russell, que “el universo
está configurado alrededor del evangelio de Jesucristo, y el hecho de perder
nuestro vivo sentido de un telos último nos conduce a una teleología
insostenible”. Probablemente todos nosotros necesitemos recordar que Satanás
es una persona real.

Los escritores religiosos con frecuencia se han referido a Satanás como un


“genio del mal” debido a su habilidad para ocultarse y para tentarnos de
formas sutiles. C.S. Lewis nos ofrece una convincente descripción de la manera
en que el “padre de toda mentira” astutamente intenta convencernos de
alejarnos de Dios. En sus satíricas Screwtapes Letters [Las cartas de Screwtape],
Lewis crea un demonio mayor llamado Screwtape que se dedica a instruir a
Wormwood, su joven protégé, acerca de la mejor manera de capturar al alma y

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HESICASMO 2019

así conducirla al infierno. Cuando Wormwood busca tentar a su objetivo para


que haga alguna maldad grandiosa en pro de un gran beneficio, Screwtape le
aconseja al joven demonio -a quien estaba entrenando- que no es necesario
tratar que el objetivo cometa “grandes pecados”. Más bien, como lo dice en la
Carta XII, “el camino más seguro al infierno es aquel que es gradual, es la
delicada pendiente, es el suavizado camino en donde no hay cambios súbitos y
el que no tiene hitos ni señales”.

El Papa Francisco está advirtiéndonos acerca de aquellas delicadas pendientes


sin ninguna señal. Nos previene acerca de las “pequeñas” tentaciones: del logro
codicioso, del olvido del pobre, de los peligros de la murmuración y del orgullo.
Aunque han sido pocos meses, en muchas ocasiones Francisco se ha dedicado a
hablar acerca de las tentaciones de Satanás y acerca de la realidad del mal. Pero
eso no es suficiente. Los católicos necesitan comenzar a creer que el mal es real
y que está activo. En su Carta VII, Screwtape le dice a su joven protégé que lo
más efectivo que podría hacer para llevar a las almas al infierno es hacerles
creer que Satanás no existe: “El hecho que los ‘demonios’ sean principalmente
figuras cómicas en la imaginación moderna te será de mucha ayuda. Si en la
mente del individuo empezase a surgir alguna leve sospecha de tu existencia,
sugeríle la imagen de algo en pantimedias rojas; y persuadílo para que vea que
si no puede creer en aquello, tampoco puede creer en vos”.

El Papa Francisco se ha rehusado a que esta mentira continúe; y ésta es la razón


por la que él es muy importante para nuestra Iglesia.

...

Anne Hendershott es catedrática de Sociología en la Franciscan University of


Steubenville, Ohio. Es autora de The Politics of Deviance (2004), una obra que
obtuvo buena recepción y comentarios en la academia. Es también coautora
de Renewal: How a New Generation of Priests and Bishops are Revitalizing the
Catholic Church (de próxima aparición, Encounter Books).
...
Fuente: www.catholicworldreport.com

III. Quiesce (reposa).| La hesiquía. |

61
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| El corazón en silencio, el corazón en paz. |

La soledad y el silencio no hacen de una persona un hesicasta, pues


simplemente puede que se trate de alguien original o de un salvaje, de un
filósofo o de un egoísta. La búsqueda de la tranquilidad mediante el aislamiento
es algo que practicamos a toda hora, lo hacemos debido a nuestra necesidad de
descanso o para reflexionar sobre nuestros intereses.

El hesicasta, en sentido cristiano (el único sentido histórico de la palabra),


practica la soledad y el silencio por amor a la oración, a la unión con Dios, a la
perfección espiritual. Sin embargo, en su práctica existe un enemigo más
temible que la comunidad de lenguaraces y la disipación que ellos procuran: la
disipación interior de un corazón que se ve tironeado de un lado a otro debido a
sus apegos y afectos, debido a la presencia de interlocutores invisibles en su
interior. Tal como lo dirá un día –y de manera oportuna- un gran defensor de la
espiritualidad hesicasta, Nicodemo el Hagiorita: todos tenemos en nosotros un
discurso interior con el que “razonamos y componemos diversas obras, con el
que juzgamos para nuestros adentros y con el que leemos libros completos en
silencio y sin que la boca hable” [74].

¡Pero no todo el mundo ocupa su “discurso interior” en componer sus obras! La


mayoría de las personas, sino todas, la mayor parte del tiempo se dedican a
razonar y desvariar silenciosamente, según el grado de su afectividad: Trahit
sua quemque voluptas - Amor tuus pondus tuum [75]. Las auténticas compañías son
aquellas que llevamos con nosotros dondequiera que vayamos; tal como el
devoto de la Imitación de Cristo lleva siempre consigo a su consolador Jesús [76].
Esta es una ley psicológica elemental que el propio Señor ha dejado fuertemente
expresado en su santo evangelio: “Ahí donde está tu tesoro, es ahí donde está tu
corazón” [Mt. 6:21]. Es desde el corazón que surgen todos los pensamientos,
tanto buenos como malos, según la calidad del “tesoro”, del sustrato, de la
fuente o de la raíz. Precisamente, la primera revolución evangélica en relación
al judaísmo (algo que los padres han repetido con frecuencia) es una total
interiorización. Nada tiene valor sino solo el interior: Dios quiere la adoración
en espíritu y en verdad [Jn. 4:24]; limpien primero el interior del vaso y así
también quedará limpio el exterior [Mt. 23:26]; no es lo que entra en el hombre
lo que lo ensucia, sino lo que sale de su corazón [Mt. 15:11].

Lo que los cristianos deben tratar de realizar es la reforma interior, la paz del
corazón. Y los hesicastas son cristianos que van tras este objetivo bajo

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condiciones que consideran más que favorables: la soledad y el silencio. Es por


esto que el término hēsykhía se emplea frecuentemente como sinónimo de vida
solitaria. Pero para hablar con toda propiedad, el término hace referencia más
bien a un estado del alma antes que a una condición exterior. Tal estado del
alma recibe también otro nombre, quizás más oportuno o más evangélico:
amerimnía, ausencia de toda preocupación, despreocupación, indiferencia. |
Pero antes de detenernos sobre este concepto, es importante observar una vez
más que el término mucho más frecuente es hēsykhía, que señala a todo el
complejo de la vida eremítica: desde la “huida de los hombres” puramente
externa, hasta la mística “eliminación de los pensamientos” (apóthesis noēmáton).

Esta palabra, por lo tanto, es una expresión de la doctrina profesada por los
hesicastas. Su nombre mismo proclama que no consideran posible, sin el amor a
la soledad y sin la práctica del silencio, esa quietud interior que es al mismo
tiempo condición y resultado de su unión con Dios a través la oración. Ahora,
precisamente, tenemos que estudiar la hesiquía según el sentido del lema
concedido a san Arsenio; es decir, en tanto consecuencia de la fuga y del
silencio, en tanto su coronación.

La palabra amerimnía, como sustantivo, no aparece en el Nuevo Testamento;


pero el adjetivo amérimnos se halla en dos ocasiones: en Mt. 28:14 son los judíos
quienes lo emplean al prometerle a los soldados que habían custodiado la
tumba de Cristo: “Nosotros los convenceremos de tal manera que ustedes no
tengan de qué preocuparse (amérimnous)”. San Pablo (1 Cor. 7:32), con el fin de
explicar la razón por la que ha expresado que la virginidad es preferible al
matrimonio, dice: “Me gustaría que estuvieran libres de toda preocupación”,
sin molestias, sin problemas; lo cual no es posible en el matrimonio.

Un poeta de la comedia medieval, Posidipo, ha expresado esta idea en un verso


que encontró, sin lugar a dudas, la aprobación del público: “¿Es usted casado?
Entonces, no estará libre de preocupaciones (amérimnos)” [77]. Y otro poeta,
Paladas, hace hincapié en que esta ley no tiene excepciones y la aplica al propio
Zeus: “El propio Júpiter no puede escapar a las preocupaciones (amérimnos) que
le da su Juno en el trono de oro” [78].|

Sin importar cuál sea la palabra, la idea de despreocupación es muy evangélica,


pues hay también preocupaciones que son dignas de alabanza; como la
preocupación (mérimnia) por las cosas de Dios (1 Cor. 7:32-34) y la solicitud de
los miembros entre sí (1 Cor. 12:25). La primera es una manifestación de la
caridad por Dios; la segunda, testimonio de la caridad por el prójimo. Adversus
huiusmodi non est lex – Contra esto no hay ninguna ley [Gál. 5:23]. Es
precisamente para dar lugar a este tipo de solicitudes en nuestros corazones que
el Nuevo Testamento nos impone la eliminación de otras preocupaciones que sí

63
HESICASMO 2019

son censurables: la mérimnia; o más precisamente, en plural: kaí aí mérimnai toú


aiōnos [Mt. 4:19], aquellas preocupaciones que no sobrepasan la esfera de los
intereses temporales. Las cuales son llamadas también “preocupaciones por la
vida presente / preocupaciones en relación al alma”; es decir, preocupaciones
por la vida, la salud, el cuerpo, la vestimenta, los alimentos, etc. La propia
multiplicidad de estas preocupaciones evidencia su futilidad, su inutilidad, su
nocividad.

Merimnás kaí thoribázē perí pollá, le dice el Señor a Marta: “Te dispersas en
muchas preocupaciones y luego te ves perturbada. Pero solo una de ellas es
necesaria; es, precisamente, la que tu agitación te arrebata: la quietud, la
hesiquía, la contemplación de tu hermana María” [cf. Lc. 10:41-42]. Esta es la
razón por la que la advertencia de no preocuparnos demasiado constituye un
elemento esencial de la moral cristiana. Ella nos sitúa de inmediato en la fe en
Dios todopoderoso, sin el cual nada puede suceder; y nos señala directamente
nuestro deber de adorar a un solo Dios y de servirle solo a él. Pero no se trata
solo y principalmente de una advertencia, sino más bien de una imposibilidad
psíquica: “Nadie puede servir a dos señores” [Mt. 6:24]. Aun cuando se lo
intente (¡y ya muchos lo han intentado!) y se pueda lograrlo de manera ilusoria
durante algún tiempo, tarde o temprano será evidente que en el fondo jamás se
ha amado a Dios según la única medida en que éste ha de ser amado
sinceramente: con un amor sin medida. Es así como lo ha dicho, mucho antes
que san Bernardo, Orígenes: “He aquí ese orden y esa medida. Cuando se trata
de amar a Dios, no existe ninguna medida ni método alguno, sino solo el
entregarle todo lo que se tiene” [79]. Esta no es sino una traducción del gran
mandamiento de amar a Dios con toda el alma, con toda la inteligencia, con
todo el corazón y con todas las fuerzas [Cf. Mt. 22:37]. Y el servicio a Dios -
demostración externa del amor interno- exige la misma totalidad interna bajo
pena de convertirse en una mentira. Es decir, en algo indigno de Dios, pues lo
ofende; e indigno del hombre, pues lo degrada.

............

74. Nicodemo el Hagiorita, Enchiridion, cap. 10, ed. 1801, p. 157.

75. Trad.: “Cada quien arrastra sus placeres” – “Donde está tu amor, está tu
dignidad (lit. peso)”.

76. Imitación de Cristo, L. III, 16, 2.

77. Anthologia palatina IX, 359, 5.

78. Ibíd. 165, 5.

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79. Comm. in Cant, III, Baihrens VIII, p. 186, 1. 26 y ss. (Cf. Ed. Ital., Città Nuova,
Roma 1976).

La amerimnía liberadora. |

El hesicasmo auténtico nace de la comprensión de la totalidad. No se trata de


un quietismo precisamente porque es la búsqueda de la quietud, de la única
quietud que es posible y que no es sino la paz de Cristo, la paz de Dios que
exulta en lo profundo del corazón. En su condición negativa, se trata de la
concentración de todas las fuerzas internas para dirigirlas a un solo objetivo: el
amor y el servicio a Dios. Se hace necesario, entonces, la eliminación de las
múltiples preocupaciones que roen las raíces de la vitalidad espiritual a fin de
situar en el alma una sola preocupación: la obtención -por medio de la
unificación interior- de la salvación, de la salud total en la que el hombre se
goza para honra y mayor gloria de su Creador.

No es a causa de una espiritualidad egoísta que los padres del desierto se


entregaron por completo al deseo de la salvación. Lo hicieron así debido a un
profundo conocimiento de tal salvación, pues vieron que en ésta lograrían
fundirse en una sola plenitud de vida denominada caridad: en la beatificante
voluntad de Dios y en la voluntad humana beatificada por su unión a él. Sí, los
anacoretas aspiraron a la perfección como al deseo último, pero no por eso
dejaron de rendirle homenaje a Dios ni de apreciar la posibilidad del hombre de
alcanzar aquella beatitud divina; y hasta la realización misma de tal
posibilidad in gloriae gratiae suae, in qua gratificavit nos in dilecto suo– en la gloria
de su gracia, en la que nos gratificó en su amado [Ef. 1:6].

Antes de leer afirmaciones sobre la despreocupación (amerimnía), conviene que


nos deshagamos de las perjudiciales suposiciones de egoísmo. La amerimnía es
todo lo contrario al egoísmo, pues dedica toda su vida terrena a lograr que Dios
sea todo en todas las cosas. Ella significa participar de la forma más generosa
posible, después del martirio, de la grandiosa obra del Dios–caridad.

En el lenguaje cristiano, la palabra amerimnía –sobre todo después de san Juan


Clímaco- señala prácticamente una sola virtud, si bien podría haber mantenido
la ambivalencia que tiene dentro del Nuevo Testamento. Para indicar aquella
“despreocupación” condenada con respecto a lo que debiera constituir el objeto

65
HESICASMO 2019

de nuestra gran preocupación: la salvación, los griegos poseían una vasta


cantidad de expresiones. Y la principal entre ellas bien podría significar
exactamente lo mismo que amerimnía; se trata del término: akēdía, que
literalmente significa “despreocupación-indiferencia”. Pero este término, que es
desconocido en el Nuevo Testamento, resulta ser también –por lo menos
después del Antirrético de Evagrio- el nombre de uno de los ocho pensamientos
malvados: “el demonio del mediodía”, el taedium cordis [tedio del corazón] de
Casiano. No se trata de una negligencia consentida de las cosas de Dios, sino de
la tentación a consentir los deseos de negligencia que se posean.

Sin embargo, también encontramos a la amerimnía con un sentido


desafortunado, como en la vida de santa Sinclética: “Las almas que se han
entregado a Dios jamás deben estar despreocupadas (amerimnein), pues el
enemigo las toma principalmente a ellas” [80]. Y existe también una
despreocupación mesaliana, contra la que muchos ortodoxos espirituales se han
sublevado. Sus adherentes tienen dos características que los hace fácilmente
reconocibles:

a) En todo momento se rehúsan al trabajo manual bajo pretexto de que el Señor


ha dicho: “No trabajen por el alimento que perece” [Jn. 6:27]. ¡Lo cual les da a
los “perfectos” el derecho de vivir a costa de los imperfectos que trabajan para
vivir!

b) Creen haber recibido “el gran carisma” y con él la impecabilidad, lo que no


es sino la despreocupación surgida de una falsa seguridad; | a la cual llamaban,
más bien, aspháleia |. San Efrén habla de esta despreocupación de mala calidad,
| que es más bien una negligencia |:

Muchos de quienes estaban del lado bueno y eran inspirados por el espíritu de
vida, han caído ahora en la ignorancia de considerar que han alcanzado la
perfección. Y así, se han despreocupado; y han sufrido luego los ataques y
emboscadas de los espíritus malignos [81].

Totalmente diferente es la buena despreocupación que el mismo autor (¿Efrén o


Macario?) menciona con una determinada frase: la despreocupación de las
cosas terrestres [82]. Dada esta definición nominal, veamos lo que nuestros
autores nos enseñan al respecto. Clemente de Alejandría nos habla de ciertos
usos antiguos que consisten en coronar a los muertos, y aprovecha la ocasión

66
HESICASMO 2019

para decirnos que tales coronas simbolizan la ausencia de preocupaciones, el


estar libre de toda perturbación [83]. Su texto merece resaltarse, pues nos
concede desde ya el distintivo de aquel estado del alma: se logra a base de
mortificación. Bien dice Clemente de Alejandría que la filosofía es –según la
antigua definición de Platón- una práctica de los muertos; es decir, un
entretenimiento de la inteligencia a fin de vivir como si se estuviese separado
del cuerpo, en guardia contra sus exigencias, liberado de la tiranía de las
pasiones.

La filosofía debe adquirir y conservar la amerimnía a fuerza de la circunspección


y de la atención, para permanecer así infalible e impecable en todo [84].

La amerimnía no será resultado de la impecabilidad, según sostienen los


mesalianos; es más bien la impecabilidad la que postula una amerimnía
adquirida a través de muchos esfuerzos.

| ¡Pero los padres del desierto probablemente no conocieran la teoría de


Clemente! Su amerimnía provenía directamente del evangelio; si hubiesen leído
el Stromata, habrían dispuesto de un vocabulario diferente, de aquel que habla
sobre la apátheia. Pero en vez de eso lo ignoran casi por completo, con la
excepción del círculo evagriano. E ignoraban aún más los antiguos sistemas
cuyo ideales o panaceas eran la ataraxía, la galēne y la épokhē [imperturbabilidad,
calma y cesación]. Clemente de Alejandría simplemente muestra que no fueron
sólo los monjes quienes descubrieron primeramente la doctrina de la amerimnía
del evangelio. |

Aun sin tener el comentario de Orígenes sobre los primeros capítulos de san
Mateo, sabemos lo que pensaba sobre el tema que nos ocupa. Orígenes pudo
hallar una expresión genial para caracterizar el espíritu cristiano: tó amérimnon
tes sophías pneúma – el despreocupado espíritu de sabiduría:

Ustedes son, según el apóstol, el campo cultivado por Dios, el edificio


construido por él [I Cor. 3:9], el campo de buena tierra y la edificación sobre la
roca. Es decir, mientras sean campo de Dios no se inquieten por el maligno, ni
por la tribulación ni por la persecución que les sobrevenga a causa de la
Palabra; ni tampoco se preocupen por las cosas de este siglo, ni por los engaños
de la riqueza ni por los placeres de la vida. Por el contrario, menospreciando
todo aquello, obtengamos de la sabiduría el espíritu de despreocupación,

67
HESICASMO 2019

corramos presurosos a la riqueza que no decepciona, apresurémonos hacia lo


que llamo los placeres del paraíso de las delicias [Gén. 3:23] [85].

Los comentarios que tenemos sobre el capítulo 6 de san Mateo son bastante
tardíos como para haber influenciado a los primeros monjes. Citemos, sin
embargo, a san Juan Crisóstomo, quien demuestra la posibilidad de esta
despreocupación:

El Señor no nos ha dicho: “Vean los pájaros que vuelan” […], sino que
los mismos se alimentan sin tener preocupaciones […] No nos ha dicho que no
es necesario sembrar, sino que no es necesario preocuparse; no nos ha dicho que
no se ha de trabajar, sino que no se ha de descuidar el alma y dejarla afligirse
por las preocupaciones.

Todo esto va dirigido directamente contra los mesalianos [86].

El gran teórico de la amerimnía es san Juan Clímaco, quien les ha concedido a los
hesicastas el importante favor de hallar una fórmula breve, portátil, que
pudiese reemplazar a todos los libros y discursos. | Conviene citarla en griego:
Ergon hēsykhíans amerimnía proegouméne panton ton pragmaton, eúlogon kaí álogon
[87] |. Y la misma será repetida de manera fiel hasta por los últimos herederos
de la espiritualidad bizantina. ¿Qué fue lo que dijo? “La gran ocupación de los
hesicastas es poseer a priori una perfecta despreocupación por todas las cosas
humanas, por muy razonables que éstas parezcan” [88]. Es importante, sobre
todo, analizar las dos palabras: eúlogos y álogos.

Las ocupaciones desprovistas de sentido (áloga), que no tienen ninguna razón


de ser, son aquellas que constituyen los pecados, aquellas que conducen hacia
ellos o las que desde un principio son espiritualmente inútiles. Y todo cristiano
debe evitarlas. Las ocupaciones razonables (eúloga), por el contrario, se nos
presentan justificadas por buenas razones (como el cuidado del cuerpo, por
ejemplo) o como necesarias según la ley natural (como la solicitud por los
pobres o por el prójimo). Pero a todas ellas el monje debe alejarlas de sí, pues,
como dice el Clímaco:

[…] quien les abra la puerta se avergonzará también, con toda seguridad, de las
demás. Un simple cabello puede dificultar por completo la visión, y una

68
HESICASMO 2019

mínima inquietud puede desvanecer la hesiquía. Pues [y esta es una famosa


sentencia] la hesiquía es la eliminación de los pensamientos y el rechazo de las
preocupaciones razonables [89].

¿De qué serviría, en efecto, ser un hesicasta si fuese suficiente la exclusión de las
preocupaciones perjudiciales? En cuanto a la eliminación de los pensamientos
(apóthesis noēmáton), no hay más que una sola mención de ella, tomada por san
Juan Clímaco de san Nilo o quizás de Evagrio. Y tal mención denota toda una
espiritualidad. Para Evagrio [90], es la oración la calificada como supresión de
pensamientos; para Clímaco, es la hesiquía. Bien podría ser que el sinaíta, al
citar el texto de memoria, no se diese cuenta en ese momento de la
transposición que estaba efectuando; y más aún si estaba habituado, como lo
estaban todos sus pares, a ligar ambos conceptos: el de oración y el de hesiquía.
Esta última no existe sino por la primera; y no existe sino en/para la primera.

Quien tiene por bien abrazar la hesiquía, ya no se preocupa ni siquiera por su


propio cuerpo. Pues aquel que le ha prometido [cuidarlo] es incapaz de
mentirle. Quien desee situar en presencia de Dios una inteligencia pura y se
deje perturbar por las preocupaciones, se asemeja al hombre que tenía los pies
firmemente encadenados y aun así pretendía correr [91].

El Clímaco es terminante respecto a que la verdadera hesiquía es algo raro, tal


como la oración perfecta o como la perfecta libertad interior. Regresaremos
sobre este punto cuando hablemos de la oración hesicasta. Un scholion
[comentario] sobre este pasaje plantea una cuestión eterna, que no es necesario
responder: “De hecho, cuando no se posee la amerimnía, ¿cómo es posible
dedicarse a la oración o a la atención del corazón?” [92].

..........

80. N. 108, Cotelier, Eccl. Gr. Mon., vol. I, p. 278.

81. Ed. Rom., vol. III, p. 323 F.

82. Ibíd. p. 304 A; dentro del tratado: De perfectione hominis, que sin duda es del
Pseudo-Macario. Cf. vol. I, p. 172 E.

83. Pedagogo II, cap. 8, Stählin I, p. 201, 28.

84. Stromata II, cap. XX, Stählin II, p. 178.

69
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85. Exhortatio ad martyrium XLIX. Koetschau I, p. 46, 12 y ss.

86. In Mt. Hom. 21, n. 31, PG 57, 296 y ss.; cf. también con la Hom. 22.

87. Grad. 27, PG. 88, 1109 B.

88. Princeps quietae solitudinis est, ut solitudinis cultor omnibus curis quae
negotia praecedunt, sive illa rationis sint, sive non sint vacet. PG. 88, 1110 B.
Trad.: “Es príncipe de la quieta soledad; y como cultor de la soledad, todo
cuidado en sus ocupaciones anteriores, tengan ellas sentido o no, carecen de
utilidad”.

89. Loc. cit. 1109 D.

90. De oratione, cap. 70.

91. Se trata de otro recuerdo de De oratione, cap. 70: “No se puede correr estando
atado. No es posible que la inteligencia, estando atada a las pasiones, vea el
lugar de la oración espiritual. Pues ella estará siendo tironeada de aquí para allá
por los efectos del pensamiento apasionado, sin poder mantenerse firme”.

92. PG 88, 1120 D, schol. 16.

| El peligro del puerto. |

Sin embargo, Juan Clímaco abordó esta pregunta [la del último párrafo
anterior] en su Gradus II, en donde habla: “Sobre la ausencia de apegos
apasionados o sobre la ausencia de la tristeza” [93]. | Aprospátheia no es lo
mismo que apátheia. El primero niega el afecto hacia alguna cosa o persona en
particular; es un concepto relacionado con el individuo. El segundo, considera
al alma en sí misma, da cuenta de que en ella ya no hay ningún pathos, ninguna
enfermedad moral, ninguna marca ni reflexión inmediata que esté fuera del
dominio de la razón; se trata de un concepto absoluto y universal |.

Existen una gran cantidad de objetos y multitud de personas por los cuales no
tenemos ningún sentimiento natural (aprospatheís), pero esto no demuestra que
hayamos hecho algo mínimo para avanzar hacia la impasibilidad. Pues nuestra
frialdad hacia la mayoría de los individuos proviene sencillamente del hecho de
que todas nuestras fuerzas afectivas están concentradas en un pequeño grupo
de personas; o sobre una sola: nuestro propio yo. El estoico puede que trate de
extinguir en sí la fuente misma de la afectividad, pues para él ésta es contraria a
la razón o a la naturaleza universal. Pero el cristiano no busca sino invertir el
sentido del movimiento afectivo, apartándolo de la vanidad creada para
dirigirlo por completo hacia el Creador.

70
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Aquel que tiene por bien comenzar a amar a Dios, aquel que tiene por bien el
dedicarse a hallar el reino por venir, aquel que tiene por bien padecer a causa
de sus faltas del pasado, aquel que tiene por bien aceptar con seriedad los
pensamientos sobre el castigo y juicio eternos, aquel que tiene por bien aceptar
el temor de su propia muerte, aquel es alguien que ya no ama más, ni se
preocupa más ni se impacienta por nada más: ni por el dinero ni por las
posesiones materiales, ni por sus padres ni por la gloria de esta vida, ni por sus
amigos ni por sus hermanos. Toda relación, todo interés por estas cosas las ha
alejado de sí y las rechaza; más aún su propia carne. A todas estas cosas las ha
descartado y está desprovisto de toda preocupación, de tal manera que puede
avanzar alegremente tras los pasos de Cristo. Y lo hace teniendo sus ojos
siempre elevados al cielo, en donde espera lo seguro, según lo dijo un santo:
“Mi alma está adherida a ti” [Sal. 62:9]; y según también otro autor memorable:
“Señor, no me he cansado de seguirte, no deseo parar ni un día ni tampoco
quiero el descanso del hombre” [94].

Es una gran vergüenza el que luego de haber abandonado todas estas cosas
para aceptar una vocación que nos viene del Señor y no de hombre alguno,
vayamos a atender aquello que no nos será de ninguna ayuda en el momento
de mayor necesidad; es decir, a la hora de nuestra muerte. Esto es lo que el
Señor ha denominado el volverse para atrás, y quien lo hace no es apto para el
reino de los cielos [Lc. 9:62]. El Señor conoce la facilidad con que damos pasos
en falso al principio, y sabe muy bien que rápidamente regresaríamos al mundo
si viviésemos -o simplemente nos encontrásemos- con las personas que
pertenecen a éste. Por eso le dijo a quien le pidió permiso para enterrar a sus
muertos: “Deja que los muertos entierren a sus muertos” [Mt. 8:22].

El signo del apego enfermizo [a una persona u objeto] es la tristeza que genera,
ya sea tarde o temprano (sobre todo temprano).

Quien rechaza al mundo ya ha escapado a la tristeza. Y quien, por el contrario,


conserva el apego a algo visible, todavía no ha escapado de la tristeza. ¿Cómo
podría evitar entristecerse al verse privado de lo que ama? Es preciso que
siempre efectuemos una fuerte vigilancia [nēpsis], principalmente en todas
aquellas situaciones en las que nos conviene estar atentos. En el mundo hemos
visto a más de uno que, debido a sus ocupaciones, preocupaciones,
distracciones y labores materiales, podía esquivar la locura de los cuerpos [la
pasión sensual/sexual]. Pero cuando con toda amerimnía vinieron a la vida
solitaria, lamentablemente se vieron mancillados por los movimientos carnales.
¡Tengamos cuidado de que, luego de comprometernos en avanzar por el

71
HESICASMO 2019

camino estrecho y penoso, no nos extraviemos y sigamos por la ruta ancha y


espaciosa! [95].

¡No nos hagamos ilusiones! ¡En la anacoresis misma existe una falsa seguridad!
La verdadera anacoresis no se obtiene sino a través de un triple
renunciamiento: el primero, en relación a las cosas y las personas, incluidos los
parientes; el segundo, en relación a la propia voluntad; y “el tercero, en relación
a la vanagloria que sigue a la obediencia” […] ‘¡Salgan de entre ellos, apártense!
¡No toquen la corrupción de este mundo!’, dice el Señor” [Is. 52:11] [96].

Para persuadir a su lector, Juan Clímaco encuentra un argumento bastante


curioso que sería oportuno transcribir, ya que también es parte de la
mentalidad hesicasta:

¿Qué individuo de entre las personas del mundo alguna vez ha realizado
milagros? ¿Quién ha resucitado muertos? ¿Quién ha arrojado demonios? Nadie.
Todas estas maravillas son premios reservados a los monjes; el mundo no
puede recibirlos. Pues si pudiera, ¿qué sentido tendría la ascesis o la
anacoresis?.

Claro que, de un pasaje de este tipo, no se tiene porqué concluir que la causa
esencial por la que un eremita se sitúa en la soledad es su deseo de ser un
taumaturgo. Más adelante escribe Clímaco:

Sin profecías, sin iluminación, sin señales maravillosas y sin milagros, son
muchas las personas que han alcanzado la salvación. Pero sin humildad y sin la
huida de toda vanagloria, nadie entrará en la cámara nupcial [97].

La humildad protege a los taumaturgos. La mención de los milagros reservada


a los monjes y negada para las personas del mundo simplemente confirma –
mediante el testimonio de Dios- la superioridad del eremitismo; que ya en otros
lugares quedó firmemente establecida.

Lo que sigue es todavía más importante y nos devuelve directamente a nuestro


tema:

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Cuando luego de que hayamos renunciado al mundo, los demonios intenten


sofocar nuestro corazón con la memoria de nuestros padres y hermanos,
tenemos que armarnos con la oración e inflamarnos con pensamientos sobre el
fuego eterno, para así extinguir con tales recuerdos la ignición intempestiva de
nuestro corazón. Si alguno cree haber logrado la disposición de
despreocupación respecto a cualquier objeto, y sin embargo la privación del
mismo le produce tristeza, entonces tal persona se equivoca por completo. ¡Hay
jóvenes que, todavía animados por el amor físico y por la buena estima,
pretenden dedicarse a la disciplina eremítica! Si es así, que se ejerciten [desde el
principio] en la sobriedad y en la oración, que aprendan a abstenerse de toda
comodidad y de todo mal, pues no sea que su final venga a ser peor que sus
comienzos [cf. Mt. 12:45]. El puerto concede tanto la salvación como peligros;
los navegantes espirituales lo saben bien. Y es un espectáculo lamentable ver
que marineros que habían escapado a tempestades en alta mar naufragan
estando en puerto [98].

Estas consideraciones demuestran que de los tres puntos del programa revelado
a san Arsenio, y que se fuera transmitiendo a todas las generaciones de
hesicastas, el último es el más difícil. Y lo es tal como la moral del Nuevo
Testamento es más difícil que la del Antiguo (según san Juan Crisóstomo); tal
como es más difícil ser monje a nivel interno: en el espíritu y en el corazón, que
serlo a nivel externo: según las observancias (al decir de Evagrio); pues el tercer
grado de toda vida espiritual exige una plenitud de mortificación al que los dos
grados precedentes tan solo nos preparan. La separación de las cosas y de las
personas es menos costosa que la eliminación de los recuerdos agradables o
penosos, que el hacer que dejen de existir. La hesiquía, en sentido exacto de la
palabra, es un suceso totalmente interior, es la guerra invisible; o más bien, es el
resultado de la victoria conseguida en una guerra contra todas las fuerzas de la
perturbación, de la agitación, de las pasiones. | Y es también la amerimnía; y la
apátheia, según el lenguaje evagriano |.

...........

93. PG 88, 653-657.

94. Cf. Jer. 17:16, ¿sentido? Ver ed. de los Setenta.

95. Es otro recuerdo de Evagrio: Cent. I, 78-79, Supl. 52, Frankenberg, p. 117, c.
465, aunque transpuesto a la contemplación de la hesiquía.

96. Col. 657 A.


97. Grad. 25, Col. 1000 B.

73
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98. Loc. cit., col. 657.

IV. Attende (atiende).

Historia de una palabra.

El medio para alcanzar el éxito en esta lucha interior tiene también un nombre
clásico entre las hesicastas: nēpsis. Convendría ahora transcribir esta palabra
griega y el adjetivo nēptikos porque, como se mostrará en el análisis que
realizaremos, expresa un concepto y una realidad psíquica bastante precisos. De
esta manera, además, una palabra en otro idioma –que fuera extraña a las ideas
hesicastas- podrá traducirla sin traicionar a la verdad histórica.

El término nēpsis posee una historia previa, un recorrido inicial antes de


encontrar entre los ascetas orientales la fase más gloriosa de su trayectoria. El
verbo neutro nēpsein señala el estado de sobriedad en oposición a methyein, que
indica un estado de ebriedad. A partir de este primer sentido material, la
palabra logró alcanzar sin dificultad un sentido más elevado para expresar el
estado de una inteligencia que está en control de sí misma, que es sabia y es
discreta; todo lo contrario a aquella clase de intoxicación mental que, por la
razón que sea, despoja al espíritu de su equilibrio: la manía.

El término tiene, precisamente, este significado en el famoso consejo de


Epicarno: Náphe kai mémnas apistein – Vigila y recuerda desconfiar; aquí la nēpsis
aparece como la disposición próxima al ejercicio de una crítica sana. Y según
Filón, la disposición para aquel ejercicio mental por excelencia que es la
contemplación, se llama bios nēphōn: la vida sobria; especialmente en el sentido
de sobriedad mental [1]. La ebriedad, por el contrario, simboliza a la ignorancia;
es decir, a la imposibilidad de poder contemplar. Una forma de expresión
idéntica se encuentra con frecuencia entre los libros herméticos [2]; tal como en
la Pístis Sophía, en relación con la luz (phōs) del espíritu (pneūma) [3]. Y muy
acertadamente ha dicho Hans Lewy que la nēpsis es “die Disposition zur
Gnosis” - la disposición hacia la gnosis [4].

Sin embargo, no es demasiado seguro que los padres se hayan dicho népticos;
es decir, que hayan enseñado la nēpsis según la hemos conocido por los autores

74
HESICASMO 2019

heterodoxos (excepto por Filón, quien siempre hallará entre los monjes eruditos
algunos lectores, como Nicetas Stéthatos o Nicodemo el Hagiorita). De
cualquier manera, no tenían necesidad de hacerlo para poder entrar en esta
línea de pensamiento, ya que el Nuevo Testamento -por no hablar del Antiguo-
utiliza con mucha frecuencia esta metáfora; y la Liturgia de las Horas les haría
repetir todas las semanas el texto de san Pedro: “Sobrii estote [nēpsate] et
vigilate, quia adversarius vester diabolus tamquam leo rugiens cirquit” (1 Pe.
5:8); frase que describe con precisión la función de la nēpsis en la “guerra
invisible”.

Hay otros pasajes que sitúan a la nēpsis en relación a la contemplación, al menos


desde una determinada exégesis espiritual: “¡Regresen a ustedes mismos
(eknēpsate), como corresponde, y no pequen! Pues hay algunos que demuestran
no conocer a Dios [...]” (1 Cor. 15:34). Y otra vez:

Todos ustedes son hijos de la luz e hijos del día; nosotros no somos de la noche
ni de las tinieblas. Por lo tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y
seamos sobrios [grēgorōmen kai nēphōmen]. Pues los que duermen, de noche
duermen; y los que se embriagan de noche se embriagan. Nosotros, sin
embargo, que somos del día, seamos sobrios [nēphōmen] […] (1 Tes. 5:5-7).

En estos versículos se observa ya, y de manera clara, la afinidad de unos


conceptos que aparecerán de forma conjunta entre los escritores ascéticos: la
nēpsis, la vigilia y la atención del espíritu. Entre los padres a menudo se hallan
entremezclados como sinónimos, tal como lo veremos en seguida. He aquí unos
ejemplos: el patriarca de la vida monástica, san Antonio, se resistió a los asaltos
de los demonios a través de la grēgorsis (de la atención del alma alerta) y de la
nēpsis [5]. El gran fundador de los hesicastas, san Arsenio, dijo que la nēpsis es
necesaria para todo hombre; a menos que éste quiera fatigarse en la pérdida
absoluta [6]. El fundador de cenobitismo, san Pacomio, sostuvo que: “Un
corazón que posee la nēpsis es similar a una puerta de bronce; está a salvo de los
ladrones” [7]; y en otro lugar la sitúa en relación a la oración (nēpsis eykhon) [8].

En la Vitae Patrum hay un breve tratado de 58 apartados titulado: De eo quod


oportet sobrie vivere [9]; y en griego: perí toy deín aei nēphein [10]. Sabemos que
esta Vitae Patrum es la traducción de una de las más antiguas redacciones de los
apotegmas de los padres; lo cual nos indica, mediante la sola presencia de este
capítulo, que ya en los primeros tiempos la doctrina de la nēpsis había tomado
forma entre los anacoretas. Y lo más notable es que a este tratado lo sigue

75
HESICASMO 2019

inmediatamente otro bajo el título: De eo quod sine intermissione et sobrie debet


orari | otí deí adiáleiptos kaí en nēpsei proseykhesthai [11].

Sobre este punto, el Pseudo-Macario canta al unísono de los más ortodoxos toda
vez que repite la misma antífona (lo que hace con mucha frecuencia) [12],
empleándola también como sinónima de “atención” [13]. Y el propósito de tal
disposición, según él, es logismois nēphoysin prosēkhein to Kyrio: que el espíritu se
una a Dios a través de la sobriedad del pensamiento.

Con no menos frecuencia hallamos a la nēpsis en el Parénesis de san Efrén [14].


Quienquiera que haya sido el verdadero autor de tales exhortaciones, el nombre
de san Efrén le concede a la doctrina de la sobrietas [sobriedad] una nueva
autoridad; tal como lo hace el nombre de Isaías [15] y como lo hará más tarde el
de san Doroteo [16]. En todos ellos constatamos siempre la misma relación entre
la nēpsis y la atención, entre la dedicación y el sentido común; y siempre
aparecen opuestas a la adiaphōría, a la indiferencia, a la falsa amerimnía [18].

Veamos la siguiente expresión: nēphein perí ton skopón [19]; es decir: custodiar la
clara visión del objetivo a fin de no resultar confundidos en la selección de los
medios. Para san Barsanufio, la nēpsis es un carisma: to khárisma tes nēpseos [20],
tal como lo son -por otra parte- todas las virtudes.

Estos venerables nombres, y aun otros más que podríamos agregar, nos
permiten e incluso nos obligan a considerar la doctrina de la nēpsis como un
tema esencial de la espiritualidad oriental. Resta ahora intentar comprenderla
en sí misma y subrayar el lugar que ocupa en el hesicasmo.

..........

1. De la vida contemplativa, 74.

2. Cf. R. Reitzenstaein, Piomandres 241; Corpus Herm. I, 27; VIII, 1 y ss.

3. Cf. Pístis Sophía, ed. K. Schmidt, p. 51:16; 35:55; 60:16; 114:5-8; 136:24-31;
139:12, etc. Cf. el índice.

4. Nēphalios Methé, p. 93, nota 3.

5. Vita Antonii, 9.

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6. Alf. Arsenio, 33.

7. Vita I, 18, Halkin, p. 11, 26.

8. Ibíd., n. 16, p. 10, 30; cf. también 69, p. 47; 72, p. 49.

9. Libro V, 1,11; PL 73, 941 A - 943 B; cf. 853 A.

10. Ibíd., c. 853 A.

11. Loc. cit. 1. XII, PL 65, 473, 476, 485, 488.

12. V.g. Hom. 4,2; PG 65, 473, 476, 485, 488.

13. V.g. c. 512 y ss.

14. Ed. Rom., vol. II, v.g. 2, p. 75 A y ss.

15. V.g. logos 25, n. 19, p. 172. Ed. Augustinos.

16. V.g. XII, n. 6. No 17.

18. XII, 7.

19. XVI, 1, c. 1793 C.

20. Carta 264, ed. Venezia, 1816, p. 147.

Definición - elogio.

Para captar la riqueza y complejidad de la nēpsis será mejor que leamos las
“definiciones” que le concede uno de los autores más amables de la Filocalia: el
sinaíta Hesiquio; quien no debe confundirse con el exegeta Hesiquio de
Jerusalén. Este autor procede de manera similar al Clímaco, cuya obra conoce, si
bien centra su interés sobre todo en las virtudes interiores, todas las cuales están
incluidas en la nēpsis; o por lo menos están relacionados con ella en ciertos
aspectos. Toda la doctrina de Hesiquio gira en torno a esta piedra angular:

La nēpsis es un método espiritual que, por la gracia de Dios, libera totalmente al


hombre de los pensamientos, de las palabras pasionales y de las malas acciones,
pues persevera y procede con alegría. Más aun, ella progresa y logra obtener -
en la medida de lo posible- la gnosis de Dios, del Incomprensible, así como la
revelación de los misterios divinos y escondidos. Dispone, además, a la
observancia de todos los mandamientos de Dios, sean del Antiguo o del Nuevo
Testamento, y finalmente concede todo los bienes del siglo futuro.

77
HESICASMO 2019

La nēpsis, hablando con toda propiedad, es aquella pureza del corazón que, a
causa de su grandeza y su belleza, o más bien por culpa de nuestra negligencia,
ha llegado a ser muy rara entre los monjes. Ella es la pureza del corazón que
Cristo beatifica cuando dice: “Bienaventurados los puros de corazón, porque
ellos verán a Dios” [Mt. 5:8].

Y mucho mayor es su valor, que se obtiene sólo a un alto precio; cuando


permanece en un hombre, se convierte en su guía para la vida recta que es
agradable a Dios. Y es, así mismo, el ascenso hacia la theōría, pues enseña el
recto ejercicio de las tres partes del alma y la custodia de los sentidos; y todos
los días hace que en el alma crezcan cada vez más las cuatro virtudes cardinales
[21].

Hesiquio no carece de erudición alguna; cada uno de los beneficios que concede
a la nēpsis se corresponde con alguna enseñanza clásica de la espiritualidad
bizantina: la purificación de los pensamientos, cuyo mecanismo ha preocupado
tanto a Evagrio, a Nilo y a otros psicólogos; la gnosis de Dios y más tarde la
contemplación, tan buscada por los dos Gregorios, el de Nisa y el de Nacianzo;
el “ascenso a la theōría”, expresión que pertenece a Orígenes [22] y que ha sido
repetida por Gregorio el Teólogo [23], aunque en aquel el sujeto de la frase fue
la práxis y no la nēpsis (¡es una transposición!); “la observancia de todos los
mandamientos de Dios”, uno de los nombres de la práxis en Evagrio, pero
Hesiquio la convierte en sinónima de la nēpsis; la pureza del corazón, tan
inculcada en el evangelio, es -debido a la promesa que implica- apreciada por
todos los místicos; el trimerés tes psykhēs es común en la antropología bizantina;
y las cuatro virtudes cardinales, es decir, la totalidad de las virtudes necesarias
para llegar a la verdadera oración [24]. No le falta nada.

Quienes vienen ahora intensifican tal elogio a la nēpsis a la vez que la analizan.
Ella consiste en vigilar no tanto la conciencia moral con el fin de descubrir la
culpa consentida, sino más bien aquella preconciencia moral que nosotros
denominamos conciencia psicológica. Pero incluso aquí, Hesiquio se mueve
sobre el terreno de una enseñanza tradicional.

...........

21. Hesychius, Cent. I, 1, Philocalia I, p. 82 c. 1, PG 93, 1480 D.

22. In Luc., hom. I, Rauer, p. 9 y ss.

23. Orígenes, I contra Jul., n. 113, PG 35, 649 B y ss.

24. Evagrio, De oratione, c. I, PG 70, 1168.

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El centinela insomne.

Marcos el Eremita ha distinguido -como refutación a los mesalianos- diferentes


momentos de la tentación: está la prosbolē, la insinuación inocente, que lo es
hasta el consentimiento culpable; y más allá se encuentra la pasión propiamente
dicha, que es un habitus; y todavía más allá está la esclavitud (aikhmalōsía), un
hábito que se ha convertido en segunda naturaleza. Muchos otros autores han
adaptado y perfeccionado este sistema que se basa en un profundo
psicoanálisis; lo hizo especialmente san Juan Clímaco, de quien depende
Hesiquio.

La prosbolē, por lo tanto, abre “la entrada del corazón, incluso a la monologistós
émphasis, a la pura y simple imagen o representación de algo malvado que
desagrada a Dios” [25]. Es decir, lo que “los padres llamaron prosbolē es la
insinuación [...] que se ve seguida de reflexiones [logismoi] que dialogan
emocionalmente con ella".

Juan Clímaco [26] sostiene al respecto que:

La prosbolē ha sido definida por los santos padres como una simple palabra o
imagen, relacionada con un objeto, que recientemente se ha introducido en el
alma. Por eso llamamos syndyasmós: acercamiento o unión [27], al hecho de
conversar, lleno de pasión o sin ella, con el objeto insinuado [28].

Y el Clímaco continúa:

Ellos llaman consentimiento [sygkatáthesis], a la aceptación complaciente del


objeto presente por parte del alma; y esclavitud [aikhmalosía], al impulso
violento e involuntario [akoysion] del corazón hacia el objeto manifiesto; incluso
a la larga convivencia con éste. Todo esto implica la destrucción del excelente
estado en el que previamente nos hallábamos.

Y así definieron a la palē, a la lucha: se trata una potencia equivalente a la del


adversario y que, libremente [ejercida], concede la victoria o hace sufrir la
derrota. Y nos enseñan que la pasión propiamente dicha es la que se incumba
durante mucho tiempo en el alma, y la que se lleva como una especie de hábito

79
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través de la costumbre adquirida en relación a tal objeto, al cual el alma se


acerca con un movimiento espontáneo [29].

El Clímaco finalmente pone la nota moral en cada una de estas tres etapas de la
tentación. Para nuestro propósito, será suficiente notar que la primera etapa (la
simple insinuación) no es todavía pecado (anamártaton); y que la segunda no se
ve privada del todo... Este es un punto definitivamente aceptado desde Marcos
el Eremita en adelante [30]; y los ascetas griegos no se cansarán de repetirlo [31].

La nēpsis, método de guerra espiritual, tiene la función de guiar a la defensa; y


su cualificación más especial es la de vigilar sobre los imprevistos: mantener el
espíritu alerta para golpear al adversario desde su primer intento de
aproximación. Es por esto que la nēpsis se denomina: atención pura, custodia
del corazón o del espíritu.

Es éste un lugar común en la espiritualidad oriental. Se ha repetido con


insistencia, en todos los tonos posibles, la necesidad de interrogar a todo
pensamiento (prosēkhein eayto) que se haga presente [32]; hay que preguntarles:
¿Eres de nuestro grupo o del grupo adversario? [33]. Es necesario aplastar la
cabeza de la serpiente [34], porque si no, como dice san Gregorio de Nisa: por
ahí, por donde la serpiente sea capaz de pasar la cabeza, nadie podrá evitar que
pase todo su cuerpo [35]. Es necesario destruir a los hijos de Babilonia
aplastándolos contra la piedra antes de que crezcan y se hagan fuertes [36].
Siempre aparece la misma idea bajo una variedad de imágenes: ¡Principiis obsta!
- ¡Resiste desde el principio!

Esta idea domina toda la estrategia moral del territorio bizantino, al punto tal
que ningún libro ascético podrá omitirla a causa de la fidelidad a la tradición
[37]; y mucho menos las varias antologías [38]. Pero este principio estratégico
supone una atención siempre alerta, sin distracciones, sin negligencia. Prosekhē,
rembasmós y lēthē [prestar atención, divagar y olvidar], son otros conceptos
esenciales en estrecha relación con la nēpsis. En lo que respecta a la atención, los
hesicastas fueron capaces de fundar tal exigencia sobre las más grandes
autoridades filosóficas y teológicas.

Epicteto tiene un capítulo entero sobre la perí prosekhē, y contiene una severidad
difícilmente superable [39]:

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Cuando reduzcas por un instante tu atención, no te engañes con poder


reanudarla según tu parecer; por el contrario, ten por cierto que el error de hoy
inevitablemente habrá de empeorar en el mañana. En primer lugar, es así como
se desarrolla el más temible de todos los hábitos: el de no prestar atención;
luego viene el hábito de postergar la atención [...].

Y si algunos sostienen que tal atención continua ha de convertirse en una


tensión insoportable, Epicteto responde empleando precisamente este término y
de forma perfecta: tetásthai ten psykhēn – hay que mantener el alma tensa; lo cual
indica un estado adquirido y duradero.

Pero no es necesario recurrir a los estoicos. He aquí san Basilio, el gran


moralista de oriente, quien tiene todo un sermón sobre esta expresión; la misma
que en la santa escritura aparece más de una vez, tanto en plural (“Cuídense -
prosekhō”, Luc. 12:1), como en singular (Dt. 15:9). Este es, precisamente, el pasaje
que Basilio toma como texto, el mismo que Hesiquio cita al comienzo de su
primera Centuria y que pareciera referirse a la homilía basiliana [40].

Basilio establece, antes que nada, que el pecado del pensamiento se comete más
fácilmente que el pecado de la acción; por lo tanto, se hace necesario una mayor
vigilancia del propio interior. Y si los animales hacen por instinto aquello que
les es necesario para defender la integridad de su ser, el hombre tiene que
hacerlo libremente, voluntariamente, a través de la atención. Ahora bien, esta
atención es doble: está la visión del cuerpo, que no puede comprender la
totalidad del ser -ni tampoco la del propio cuerpo- debido a que el ojo no ve por
sí mismo; y está la visión “periscópica” de la inteligencia (pantakhóthen seaytón
periskópei).

Se exige que la atención del espíritu sea continua y universal, porque siempre y
en todas partes el demonio no cesa de tender sus insidias. Es necesario estar
atentos a nosotros mismos; es decir, prestar atención a nuestra alma e
inteligencia, pues el cuerpo no somos nosotros sino que es nuestro; y los objetos
no son nuestros sino que están a nuestro alrededor. Por lo tanto, es necesario
que el alma se mantenga vigilante. El attende tibi ipsi [Pon atención sobre ti
mismo] resuena como estribillo a lo largo de toda esta larga homilía. “No
bastaría un día entero si quisiera exponer todo el alcance de este precepto:
‘Estén atentos de ustedes mismos, sean sobrios’ [nēphálios]” [41].

...........

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25. C. 2, PG 93, 1481 B.

26. Gradus 15, PG 88, 896 D (Cf. ed. Ital. Scala Paradisi, 2 vol., SEI, Torino, 1941).

27. Esta fase es simplemente llamada: synomlía | dialogo, intercambio |; v.


Máximo el Confesor, Alia cap., n. 232, PG 90, 1457 A.

28. Cf. PG 28, 1397 D y ss.

29. Ibíd. C. 896 D y ss.

30. De Leg. Spir. 140-142, PG 65, 921 D y ss.; c. De baptismo, I, c. 1013-1021.

31. Pseudo-Atanasio, PG 28, 1397 D; Nicodemo el Hagiorita, san Máximo el


Confesor, etc.; cf. san Agustín, De serm. Dei in monte, PL 34, 124 y ss.

32. Basilio, Homilia in illud: Attende tibi ipsi, PG 31, 197 C – 218 B.

33. Evagrio, Antirrético, Orgueil 17.

34. Historia Monach. VIII, 14; Nilo, Discurso ascético, 39.

35. In Orat. Dom. IV, PG 44, 1172 A s.

36. Hesiquío, I, 27 y ss. PG 93, 1488 D.

37. Doroteo, Doctrina XI, 3-4, PG 88, 1737 CD.

38. Antíoco, Pandectes, Logos 81.

39. Arriano, Diatribas, 1. IV, c. 12.

40. Hesiquio, I, 2.

41. No. 5, PG 31, c. 208 B.

El attende tibi ipsi.

San Basilio, quien no sólo predicó a los monjes sino a “todos aquellos que
colaboran con el evangelio de Cristo”, no limita el papel de la atención a la
vigilancia sobre las insinuaciones peligrosas. Fueron otros, sin duda bajo su
ejemplo, los que escribieron las letanías del prosekhē seautoi de manera mucho
más acorde con las costumbres de los hesicastas; lo hicieron especialmente san
Efrén (o algún otro bajo su nombre) y Abba Isaías. Aunque resultaría extraño,
incluso sobre este punto, que no fueran los grandes ascetas quienes provocaran
el movimiento.

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Cierto día, san Antonio recibió del cielo la advertencia de no escrutar el juicio
de Dios: “Antónie, prósekhē seautoi | Antonio, pon atención sobre ti mismo” [42].
Estas simples palabras, escritas en la primera página de los apotegmas y que
todos los monjes se sabrían de memoria, tuvo una importante influencia en los
largos discursos de san Basilio y de otros predicadores.

De san Arsenio sabemos –gracias a la Vita S. Euthymii- que tenía como ideal la
atención de sí mismo [43]. Eutimio escuchaba con agrado cuando los monjes
venidos de Egipto hablaban sobre las extraordinarias acciones de los antiguos y
magníficos preceptores. Y él se esforzaba por imitar su hesiquía: su silencio y
demás actividades; kaí to prosektikón autou pantakhy kaí nēphálion: su habitual
atención a sí mismos y su nēpsis. La Vita S. Euthymii, de Cirilo de Escitópolis
[44], sugiere que los apotegmas ya se habían extendido en Palestina. Eutimio
estaba tratando de revivir la to eauói prosēkhein, la atención a uno mismo de
Arsenio, quien a menudo se repetía: “Arsenio, ¿con qué propósito has
abandonado el mundo?” [45].

En cuanto a san Efrén, tiene una homilía bastante larga -con un prólogo y doce
capítulos- sobre este tema: “De la atención a uno mismo”. El capítulo II es una
parábola: dos viajeros iban de camino a una ciudad a través de un precioso
bosque. Uno de ellos va derecho por su sendero y llega a la meta; el otro se
detiene a disfrutar de la belleza de la naturaleza y cae en las garras de una
bestia. Después viene una larga explicación demasiado superflua; y luego de
otros largos capítulos más, por fin, en el cap. 6, aparece el texto de san Pedro
sobre el demonio que va por ahí como león rugiente buscando a quien devorar
[46]. “Ustedes tienen mucha necesidad de nēpsis; ustedes están en la fosa [de los
atletas, to skamma] y no lo tienen que tomar a la ligera”. Y más adelante dice:
nēphe kálos, “Estar alertas es de sabios. Recuerda que eres un comerciante; no
pierdas la perla preciosa” [47].

El autor de todo este pasaje supone que el demonio tenía por colaboradores
habituales a los monjes poco fervorosos:

Pon atención sobre ti mismo, por temor a que la serpiente te enseñe a imitar a
quienes venden como baratija su propia salvación. Pon atención sobre ti mismo,
de tal manera que no salga de tu corazón ninguna palabra malvada [48].

[…] Estemos atentos de nosotros mismos, porque tenemos enemigos malvados


y crueles. Los santos padres lo sabían [...] y por eso nunca fueron negligentes ni

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se dejaron distraer; ponían mucha atención al cuidado de sí mismos y con igual


atención vigilante eran agradables a Dios y de edificación para los hombres. Así
sucedió con san Antonio, según nos cuenta san Atanasio.

Finalmente, el extracto termina y es seguido por otro: “No se ha de reír ni


distraerse, sino llorar y hacer luto por uno mismo” [49]. Y no puede ser de san
Efrén, pues se dirige a los cenobitas. Pero la doctrina es digna, con mayor razón,
de los eremitas y hesicastas; sin duda, los más avanzados en la nēpsis y la
atención.

Abba Isaías les escribió un “rosario” sobre el attende tibi ipsi. Se trata de 15
párrafos que se ofrecen como temas de meditación:

1) el ejemplo de Cristo, a quien debemos imitar soportando -a causa de su


amor- las injurias y orando por quienes nos ofenden;

2) el infierno, a fin de estar dispuestos a evitar toda falta, incluso aquellas


ligeras;

3) la necesidad de considerarnos el último de los cristianos;

4) el castigo eterno;

5) la muerte y resurrección de Cristo, para recordarnos que tenemos que vivir


para él;

6) el deber de aceptar toda voluntad de Dios;

7) el no hacer ni decir nada sobre cosa alguna hasta que se haya examinado el
objeto mismo y se haya escrutado la intención;

8) el domino de sí, para asegurarse -mediante la oración- que el mismo preceda


a toda palabra y toda acción, de tal manera que se hable sólo cuando nosotros
mismos y nuestro interlocutor nos hallemos en un “estado de dulzura”;

9) esperar diariamente todo tipo de tentaciones y de pruebas;

10) el no hacer nunca la propia voluntad;

11) tener siempre, ante la presencia de Dios, sentimientos de gratitud y de


humildad;

12) no recibir nada de nadie sin la certeza de que Dios lo ha enviado;

13) esforzarse en la “custodia del silencio”, pues es Dios quien nos concede la
fuerza para llevar a cabo la batalla de la ascesis;

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14) “Si tienes necesidad de hablar, primero evalúa si es realmente necesario y de


mayor provecho el hablar que el callar. Si es éste el caso, abre la boca con
temblor y temor de Dios, y di tus palabras respetuosa y cortésmente,
manteniendo siempre la vista baja. De igual manera, cuando te encuentres con
alguien habla poco, tan solo por caridad, y vuelve con toda prisa al silencio. Si
eres interrogado, escucha solo lo indispensable y no digas nada de más”;

15) por último, “custodia estrictamente todos tus sentidos” [50].

............

42. Alf. Antonio, n. 2.

43. Vita s. Euthymii, LIX, Cotelier, II, p. 249 A.

44. Schwartz, p. 34.

45. Cf. Alf. Arsenio, n. 40.

46. Ed. Rom., vol. III, p. 230-254; p. 237 F.

47. Cap. 8, p. 243 F.

48. Cap 9, p. 245 A. F.

49. Cap. 10, p. 249 D; p. 254; 258 C.

50. Isaías, ed. Bellefontaine.

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