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Es más fácil entender al cambio climático como un mal público global o como la pérdida de
bienestar por el calentamiento de la atmósfera, debido a la concentración, sin precedentes en
la historia humana, de gases de efecto invernadero.
El informe concluye que el planeta se ha calentado en promedio unos 0,74°C (entre 0,56°C y
0,92°C) solo en este período, aunque el problema se ha profundizado a partir de la era
industrial (1750), principalmente por el elevado consumo de combustibles fósiles.
Esto se debe al efecto del deshielo de los glaciares y los casquetes de hielo polares por el
aumento de la temperatura. Los datos satelitales obtenidos desde 1978 indican que la
extensión anual de los hielos marinos árticos ha disminuido, en promedio, un 2,7% (entre un
2,1% y un 3,3%) por decenio
Por otra parte, el cambio climático ha influido en los patrones de precipitación, lo que se ha
traducido en escasez de agua y sequías en ciertas áreas e inundaciones en otras
El impacto del cambio climático en los ecosistemas y las economías ya son significativos y se
incrementarán durante este siglo, y serán mucho más graves en los países en desarrollo, en los
pequeños Estados insulares y en las comunidades socialmente menos protegidas. Lo anterior
explica la urgencia política por llegar a un acuerdo multilateral de carácter global y vinculante,
especialmente a partir de 2007, tanto por el proceso de renegociación del Protocolo de Kyoto
como por el informe del IPCC.
Las metas de mitigación global buscan estabilizar las emisiones totales en niveles compatibles
con un aumento no mayor de 2°C.
En suma, el cambio climático para América Latina y el Caribe puede convertirse o bien en una
nueva restricción al crecimiento económico, o bien, si se aborda de manera oportuna e
integrada, en una oportunidad para la renovación y mejora de las infraestructuras, el avance
de los procesos productivos, la creación de modos de transporte más eficientes y con menores
emisiones, y la promoción del cambio paulatino hacia un patrón de desarrollo con menor
contenido de carbono.
El océano absorbe alrededor del 90% del exceso de energía que recibe el planeta, lo que
permitió, entre 1971 y 2010, reducir el ritmo de calentamiento de la superficie terrestre
Las concentraciones de CO2 han aumentado de 280 partes por millón (ppm) en la era
preindustrial a alrededor de 396 ppm en 2013 (Tans y Keeling, 2014