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La transmisión

La transmisión del VIH requiere contacto con líquidos corporales que


contengan células infectadas o plasma. El VIH puede estar presente en
cualquier líquido o exudado que contenga plasma o linfocitos, de modo
específico sangre, semen, secreciones vaginales, leche materna, saliva o
exudados de heridas. El virus no se transmite por contacto casual, ni incluso
por el contacto íntimo no sexual. El medio de transmisión más común es la
transferencia directa de líquidos corporales al compartir agujas
contaminadas o durante las relaciones sexuales.

Patogenia

Dos retrovirus íntimamente relacionados, el VIH-1 y el VIH-2, han


sido identificados como causantes del SIDA en distintas regiones
geográficas.

Síntomas y signos

Después de la infección y durante un período prolongado (más de


varios meses), existe un estado portador con anticuerpos negativos. En esa
época, el virus se reproduce con rapidez hasta que el sistema inmune
comienza a reaccionar.

Entre 1 y 4 sem después de la infección, algunos pacientes


desarrollan un síndrome retrovírico agudo o infección primaria por VIH,
con fiebre, malestar general, exantema, artralgias y linfadenopatía
generalizada, que suele durar de 3 a 14 d, seguido entre algunos días y 3
meses después por seroconversión con aparición de anticuerpos contra el
VIH.

El síndrome retrovírico agudo se diagnostica erróneamente con


frecuencia como una enfermedad respiratoria alta febril ("gripe") o como
mononucleosis. Esas manifestaciones agudas desaparecen más adelante
(aunque las adenopatías suelen persistir) y los pacientes se convierten en
portadores asintomáticos del VIH con anticuerpos positivos. Algunas de
estas personas desarrollan síntomas y signos leves remitentes que no
cumplen la definición de SIDA (p. ej., muguet, zóster, diarrea, astenia,
fiebre). La leucopenia es común y pueden existir también anemia y
trombocitopenia por mecanismo inmune.
Diagnóstico de laboratorio

La detección de anticuerpos contra el VIH es sensible y específica en


la mayoría de las fases de la infección. Las pruebas rápidas (10 min) en
suero, los sistemas de recogida a domicilio y las pruebas para anticuerpos
contra el VIH en las secreciones orales y la orina, son útiles en algunas
situaciones, pero requieren confirmación mediante pruebas estándar en
suero. La detección de ARN del VIH en sangre proporciona un diagnóstico
sensible y específico de infección por VIH en fases muy tempranas, cuando
quizá no sean detectables todavía los anticuerpos contra el virus.

Entre las pruebas para la detección de anticuerpos contra el VIH se


incluye el ELISA, que permite demostrar anticuerpos contra proteínas del
virus. El ELISA es muy sensible y específico, pero produce algunos
resultados falsos positivos. Cuando es positivo, el ELISA se debe repetir en
la misma muestra. Si es positivo por segunda vez, se debe realizar una
prueba más específica, por ejemplo el Western blot, un procedimiento
inmunoelectroforético para la identificación de anticuerpos contra
proteínas víricas específicas separadas en función de sus pesos moleculares.

Prevención de la transmisión del VIH

Se están perfeccionando múltiples estrategias para inducir inmunidad


protectora en personas no infectadas por el VIH. Entre los posibles
inmunógenos se incluyen virus muertos completos y vivos atenuados,
proteínas y péptidos del VIH obtenidos con técnicas de ingeniería genética
(p. ej., de la envoltura del virus) y otros virus modificados genéticamente
para que expresen proteínas del VIH. Estos trabajos se ven dificultados por
la falta de un marcador medible de inmunidad protectora, como los
anticuerpos neutralizantes inducidos por la vacuna contra la poliomielitis, o
de un modelo animal conveniente. A pesar de todo, se siguen produciendo
vacunas para someterlas a pruebas de seguridad e inmunogenicidad.

El contacto sexual con un portador del VIH sigue siendo la causa más
común de transmisión. La educación para evitar prácticas sexuales
inseguras, mediante disminución del número y la frecuencia de contactos
sexuales, evitación de las prácticas de alto riesgo (p. ej., el coito anal) y uso
de protección de barrera, como los preservativos, representa el aspecto
clave de la intervención. El empleo correcto y continuo de preservativos
disminuye el riesgo de transmisión del VIH.
El efecto de los fármacos antirretrovíricos sobre la transmisión es
incierto, pero probablemente positivo. Con independencia de que presenten
síntomas o reciban tratamiento, los portadores de VIH deben recibir
consejo regular para evitar las prácticas sexuales inseguras con personas no
infectadas.

Tratamiento

Los métodos actuales para medir con rapidez los efectos de los
fármacos sobre el nivel de VIH en sangre (es decir, la supresión de los
niveles plasmáticos de ARN del VIH), y un mejor conocimiento de la rápida
producción de virus, incluso durante las fases de inactividad clínica, han
cambiado las estrategias empleadas.

Ahora suelen utilizarse combinaciones de fármacos, en general


dirigidos contra dos enzimas (transcriptasa inversa y proteasa) del VIH, y
se desaconseja el empleo de fármacos aislados.

El tratamiento con dos a cuatro fármacos puede detener con rapidez


la multiplicación del virus, conservar la función inmunitaria y disminuir la
probabilidad de aparición de mutantes víricos resistentes a los fármacos. La
duración de la respuesta a diversas combinaciones de fármacos depende de
su éxito para conseguir la supresión completa de la replicación del virus, lo
que suele requerir un cumplimiento regular por parte del paciente del
tratamiento con tres fármacos potentes.

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