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¿Cómo era África antes de la llegada de los europeos?

El continente estaba constituido por entidades diversas, algunas con un alto nivel de desarrollo.
No había fronteras definidas, el nomadismo, los intensos movimientos de población, la existencia
de importantes rutas comerciales y la consiguiente mezcla entre grupos, eran componentes
importantes. En general las fronteras políticas no coincidían con las étnicas. Entre los imperios
anteriores a la colonización resaltaban los de África Occidental: Ghana, Mali, Kanem-Bornou y
Zimbabwe. El contacto y la penetración del Islam a partir del año 1000, aproximadamente, tuvo
fuerte arraigo en la zona oriental y occidental de África. La trama de relaciones sociopolítica era
muy diversa: desde reinos con monarquías centralizadas altamente desarrollados hasta bandas
simples con instituciones económicas rudimentarias. La mayoría de los pueblos africanos vivían en
sociedades que se encontraban en algún punto en el continuum entre esos dos extremos. Todas
ellas compartían formas organizativas basadas en los vínculos de linaje tanto ya sea patrilineales o
matrilineales. La mayoría dependían de la agricultura y los intercambios, la urbanización era
limitada.
La incorporación de África al mercado mundial y su dominación por las potencias europeas
atravesó dos etapas. La que va del siglo XV al XIX, en que prevaleció el comercio de esclavos,
seguida por la penetración económica y territorial de Francia y Gran Bretaña en la primera mitad
del siglo XIX. En segundo lugar, el período de acelerada colonización a partir de la conferencia de
Berlín en 1885.
Los europeos llegaron a las costas africanas en el siglo XV buscando el camino hacia las especies.
En principio se instalaron en ellas para abastecer sus barcos, pero en poco tiempo encontraron un
negocio altamente rentable: el comercio de oro, marfil y especialmente de hombres. Debido al
derrumbe de las poblaciones indígenas americanas, total en las Antillas y parcial en el continente
americano, trasladaron hacia ellas a los esclavos africanos.
Los portugueses comenzaron el tráfico trasatlántico de hombres en la costa occidental de África a
mediados del siglo XV. Inmediatamente se sumaron España, Francia, Holanda y Dinamarca. Los
ingleses que llegaron más tarde acabaron detentando el liderazgo en el comercio negrero en
relación con la explotación de azúcar en las Antillas y como proveedor de otros estados.
Los futuros esclavos eran capturados generalmente por otros africanos y transportados a la costa
occidental africana donde los entregaban a las compañías de comercio para ser almacenados en
las factorías construidas por las mismas. Este incremento en el comercio de hombres y mujeres
fue acompañado por una ideología racista que negó a los negros la condición de seres humanos.
En África del sur la Compañía Holandesa de la Indias Orientales, en su afán de contar con una
sólida parada para el aprovisionamiento de las flotas que iban hacia Asia, decidió fundar una
colonia. Los primeros colonos holandeses llegaron a Ciudad del Cabo en 1652 para dedicarse a la
producción agrícola y ganadera. Rápidamente se lanzaron a la conquista de nuevas tierras
expulsando de ellas a la población autóctona. Esta emigración creó las bases de una sociedad de
granjeros y ganaderos de carácter autónomo, los llamados boers o afrikaners, a pesar de la fuerte
resistencia de los pueblos locales, especialmente de los zulúes.
Después de la derrota de Napoleón, en el Congreso de Viena de 1815, la colonia pasó a manos de
Gran Bretaña quien impuso la abolición de la esclavitud. Esto, sumado a la primacía política de los
británicos y a la imposición de su lengua como la oficial, cargó de tensiones la relación anglo-boer.
Los afrikaners emigraron hacia el norte para fundar las repúblicas autónomas de Orange y
Transvaal mientras Gran Bretaña mantuvo su predominio en las colonias de Natal y El Cabo. Los
descubrimientos de yacimientos de diamantes en 1867 y de oro en la década de 1880 condujeron
al enfrentamiento entre ingleses y boers.

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