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CAP1TULO 1
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50 1 I.A Ci ASE DOMINANTE EN LA ARGENTINA :MODERNA t."l. DESAllROU.0 AGROPECUARIO DE LA REGIÓN PAMPEANA 1 51
como para posibilitar la explotación ganadera de la pampa húmeda: al campo, los estancieros sin lanares vendían
debido a la pequeña demanda de mano de obra la falta de pobla- vacunos o campos para procurarlos. . . El cre-
ción no era gran obstáculo (aunque en ocasiones hubo que apelar cimiento de las exportaciones es fabuloso. En
a las boletas de conchabo para retener a los peones); la abundancia _1~59 habían salido del país 7.681 toneladas de
de. tierras y de ganado cimarrón suplía la escasez iniciaCcte- c3,iJ.TI~ lana, cantidad casi cinco veces superior a la de v-
les;--la movilidad propia del ganado, por último, evitaba que la au- una década atrás; sin embargo, en 1855 se expor-
serida de toda infraestructura de transportes y comunicaciones fue- taron 12.455 toneladas y tres años más tarde se
ra un impedimento para llegar a 1os mercados. llega a 18.950. Durante 1875 los embarques al-
El desarrollo de los saladergs hasta alcanzar. una aceptable so- canzaron a 90.720 toneladas ... Tan pasmoso au-
fisticación denotaba la áctitud alerta de sus dueños. Pero ella se mento provoca un profundo cambio en la
trasluce aún más en la rapidez con la que se producen cambios muy composición de las exportaciones que Jurado
pronunciados para acomodarse a las variaciones y nuevas oportuni- documenta con elocuencia: 'En el año de 1852 a
dades en el mercado externo. Así, por ejempfo, -ia· iritroducélon-de 1 1853 las ovejas nos daban ya productos para la
oVinos en la provincia de Buenos Aires durante la década de 1840 exportación equivalentes en su valor a la cuarta
implica una respuesta a las posibilidades de entrar en el mercado parte de lo que nos daban las vacas. Diez años
internacional de lanas. Dado que el mercado de cueros y tasajo después, de 1862 a 1863, dallan a la exportación
todavía estaba en auge y los saladeros en plena expansión, este vira- iguales valores las vacas que las ovejas y en otro
je sólo puede atribuirse a la mayor rentabilidad de la producción ~eríodo igual de tiempo, de 1872 a 1873, las ove-
lanera. Vale la pena observar algunos datos al respecto. En base a Jas nos producen ya un 50 a 60 por ciento más
los testimonios y análisis de la época, Giberti describe cómo que las vacas. Esto no quiere decir que las va-
cas hayan quedado estacionarias en los valores
". _. la caída de Rosas, con la normalización de que producían, porque de 1853 a 1863 aumenta.-
fas corrientes comerciales, permite al saladero ron esos valores en un 80 por ciento y de 1363
:recobrarse y facilita el gran desarrollo lanar ini- a 1873 en otro tanto, pero las ovejas aumentaron
cfa.do antes. De 1848 a 1851 -señala. Jurado en la primera década un setecientos por ciento
{1875)- las vacas alzadas valían al corte de do- Y. en la segunda un trescientos por ciento apro-
ce a catnrce pesos y dieciocho o veinte las man· x1mada~ientc'." (Giherti, 19"/4).
sas: desde 1854 repuntaron y dos años más tar-
ifo se pagaba doscientos pesos por vacas alzadas M~s allá de su exactitud, los datos citados permiten vislumbrar
y treinta pesos más si eran mansas. Este repun· ~a rapidez. con la que crecía la actividad ganadera, su magnitud e
te, pese a lo espectacular, queda oscurecido por importancia para la econ,;mía del país y, en particular la velocidad
olnJ progreso más sorprendente: el ovino ... con la que se reaccionaba frente a las oportunidade~ abiertas en
In::: ovejas, que en 1852 se cotizaban a dos pesos, el r:iercado internacional. Una respuesta, por lo demás, que no se
negaron en cinco años hasta 30 y 35 pesos ... Por COfüentaba con ser mc·:amen~e pasiva. Ya hacia fines de la década
lo~; años 1850-55 ---escribe I.emée (1894 )--- em- ~de ~~~~. como también scñaht Giberti (1974, pág. 162), se nota una
pezó a notarse que bahía en cada par!.ido del gran preocupación po:r las perspcelivas: "los vacunos debfan aumen-
nor le de la Provincia. de Buenos Aires unos cin- tar _el valor de_ su prod'.w~ión o desaparecer, ya que de otra forma no
i!o o seis estancieros exclusiva.mente dedicados red~tuaba un interés stmtlar ul de: los ovinos y acorde con la valori-
a la cría de ovejas y prnpietarios de fortunas con- - z~ción de los campos" De ahi surge la iniciativa de fomentar un
~iderables, aclq1úridas ;ü cabo de unos pocos ?e
k ~-1-~t~~~ de ~()ns~~yacit5~1 carne boviiia fresca y"_))~rªt~~cili.~j)er,
~ñüs de trabajo. . . El ejemplo de rápidas y rá- Il'.lt~er~ ahaste~er_ l?s av~dos mercados emope9s,. El interés por
ci!es fortunas magnetizó a Buenos Aires y pro· d:s~rrollar la ii:c1p1ente mdu::;tria frigorífica, sin embargo, no lle-
dujo un movimiento en favor del ovino, simifar, v~:i.n,i ~n una primer'.~ ~tupa ;;i, la recuperación de la ganadería }:¡, _
s~gún el mismo autor, a fa «fiebre del oro» cali- v1~a smo al f?~talec1mwdo cfo hi ovina. Porque en la década de
fon1iana; parte de la población portefüt emig;ró lH 70 caen vert1gmosameni f:~ los precios de la lana y se abre un nuevo
52 1 LA CLASE DOMINANl'E EN LA J\llGENTINA MODERNA EL DESARROU.O AGROPECUARIO DE LA REGIÓN PAMPEANA 1 53
cambio, parcial pero sin duda profundo, en el sistema productivo terreno hasta ser aceptada casi sin discusión, según la cual los
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pampeano: la cría de ovinos con menos lana pero más carne, la grandes terratenientes pampeanos habrían actuado con pautas eco-
"desmerinizadóri". Los frigoríficos; aún :i.D.capaces de- dar·
una--ade: nómicas precapitalistas, entorpeciendo la expansión agrícola en la
cmida sofüCióñ. ·a la exportación de carne vacuna, pueden encarar región y frenando, finalmente, el crecimiento global de la economía
el procesamiento de la ovina y, durante la década de 1880, se afian- dentro de un modelo de desarrollo capitalista. Creemos que esta
zan exportando varios millones de capones por año. La convenien- percepción es incorrecta y que, por el contrario, la explotación de la
cia para el productor resultaba obvia: los frigoríficos pagaban un región pampeana se rigió según las pautas de un mercado casi per-
50 por ciento más por las ovejas que las graserías y, por otro lado, fecto, en continuidad con su historia precedente. Con lo cual será
las nuevas razas pueden criarse también en campos no aptos para preciso explicar el bloqueo que luego se producirá en el desarrollo
los merinos. (Giberti, 1964, p. 171). No sorprende entonces que otra capitalista de la economía argentina, no por la infisión de elemen-
vez se produzca un rápido desplazamiento aunque, por razones de tos precapifalistas, sino en términos de una lógica interna de la
accesibilidad a los frigoríficos, no abarcara toda la regíón pampeana. organización capitalista específica instaurada en el país.
El predominio de la ganadería ovina en la pampa húmeda cul-
minarfa-arr1ediados-· de la ciécacia de iifüo, pero ya en ese entonces
·se había iñiciactoerunrmo-de-108-grari"des cambios que habría de 2. Mercado de tierras y mantenimiento de la
cristalizar la estructura productiva de la región, acarreando una
formidable disminución de los rebaños de ovejas en la zona: nos
concentración,de la propiedad. Rentabilidad de las
yreferirnos a la expansión de los bovinos refinados --combinados con actividades productivas, precio y renta de la tierra
<iJ 1·-~ ~-~pl~tac~~~~~-e_a_1_:~a---, pr~1Tlero- par~~:1_~-~-~t:>~:~ac~~~ -~~;~iey-~- La atribución de comportamientos precapitalistas a los terratenien-
co más tarde para su exportación a través de los fngonficos. Es
ftistamente- esfo-ültiirfo período -ei que ctebemosanaHzar con mayor tes pampeanos se vincula con la introducción y difusión de la agri-
cultura en la región. Porque desde esa época, aproximadamente
detalle, para lo cual convenía refrescar los hitos de una historia
durante el último tercio del siglo xrx, la evolución del agro pam-
conocida. Porque la evolución anterior deja, a nuestro parecer, una peano sigue un curso distinto al que ocurrió en países con zonas
moraleja muy clara: es riesgoso visualizar a los terratenientes pam-\ sirnilares, como el Canadá y los Estados Unidos, y que en cierta me-
peanas como ganaderos rutinarios e imbuidos de pautas tradicio- J dida servían como modelo. Las diferencias desconcertaron a los
nales y estrechas. Cada uno de los grandes virajes acontecidos en contemporáneos que no atiriaban a explicarse, satisfactoriamente,
el siglo XIX se produjo en lapsos meiiofes-·a-ÍÜs--de-unageÜer~cióñ por qué no se reproducía un ejemplo que estaban tratando de imitar,
y:-süsefectos sobre la forma y estructura de producción de las ex- por qué no podía llevarse exitosa y masivamente a la práctica una
plotaciones fue muy notable: se alteró el tamaño de, los predios, política de colonización agrícola. Por supuesto, no se tardó en tomar
variaron las necesidades de mano de--ofrra·asrccfrno-1a:s·1a.reas que conciencia de los poderosos intereses que influían sobre el traspaso
debía cumplir, cambiaron los re<iüei:Iiii.l.entos técnicos~ de la produc- a manos privadas de las tierras vírgenes en manos del Estado, pero
ción, hubo que reemplazar rodeos inmensos de vacuno_s.por-rebiiñüs ese mismo hecho quizás oscureció e hizo malinterpretar otro no
no-menos inmensos de ovejas y volver a cambiarlos otra vez. La menos importante: el mantenimiento de una alta concentración de
la propiedad.
magnitud de cada una de esas transformaciones y la velocidad con
la que se las llevó a cabo no sólo indican una actitud muy poco con- En efecto, el reparto de tierras hace al funcionamiento directo
servadora sin también una flexibilidad mucho más acorde con una del poder, mientras el manteniminto de una estructura de la pro-
piedad se vincula en primera instancia al funcionamiento de una
mentalidad comercial,_ volcada á perdbfr fas oporfüñ.idades de mer- economía. Habiéndose adoptado una organización ec;onómica capi-
caéfo-:-q_u.-e-·ía-cié -~n típico productor, iJ-reocüi)aCio-- añte-todoporfos talista, ambos fenómenos son hasta cierto punto independientes: si
problemas de producción. Todo confluye a caracterizarlos como em- el mercado de tierras no es muy imperfecto, una concentración ini-
presarios que tratan de obtener las mayores ganancias posibles en cial de la propiedad puede desaparecer o, inversamente, una distri-
el menor tiempo posible. bución inicialmente no concentrada puede derivar en una concentra··
Si ponemos tanto énfasis en este punto es porque desde fines ción de la propiedad de acuerdo con la mayor o menor rentabilidad
del siglo xrx comienza a esbozarse una imagen, que fue ganando de las actividades productivas que se desarrollen y sus requerimien-
54 j LA CLASE DO~ INANTE 1''.N U, ARGENTIN.\ MODERN.\
A corto plazo la posibilidad de utilizar (e incluso "sobreutili· tos especulativos muy notorios y extendidos. La expansión de la
zar") una capacidad de trabajo personal y familiar con bajo o nulo frontera agropecuaria, en especial luego de la Conquista del Desier-
1
costo de oportunidad coloca al chacarero en posición peculiar fren- !\, to y particularmente en la provincia de Buenos Aires, abrió una
te a la tierra. Para él no es lo mismo invertir en tierras o en cual- oportunidad excepcional para especular con tierras a un grupo so-
quier otra colocación que le rinda la tasa normal de ganancias: en cial que tenía indudable experiencia en la materia.
el caso de que dispusiera del capital necesario, la posibilidad de una Más aún, hay muchos datos e indicios acerca de comportamien-
utilización más intensa de un factor productivo disponible (su fuer- tos de ese tipo, por ejemplo a través de la,.s críticas que suscitaban
za de trabajo personal o familiar) implicaría una ventaja decisiva cuando se trataba de tierras fiscales.
respecto de cualquier otra inversión. Inversamente, esa ventaja po- "Las deficiencias en los métodos seguidos en la República para
dría traducirse en la posibilidad de ofrecer un precio mayor que el la enajenación de tierras (fiscales) vírgenes parecen radicar ... en
que resultara económicamente conveniente para cualc¡uier otro in- el hecho de venderlas a _lo__ lai:~o -~~_las líneas ferr. aviarias en proyec-
versor dispuesto a adquirir la tierra (o meramente a conservar su
/ 1Q___y en otros sitios, en lotes demasiado grandes para que ptiedán
propiedad) para efectuar una producción agrícola no como chaca- adquirirlos la mayor parte de los colonos de buena fe; como conse-
rero o "farrner" sino usando mano de obra asalariada. Porque, en cuencia estas grandes superficies caen en manos de especuladores,
síntesis, para el chacarero buena parte de su trabajo aparece como que las retienen hasta que su valor ha subido considerablemente a
beneficio o ingreso personal, mientras que para cualquier otro es causa de la inauguración en sus cercanías de lineas ferroviarias,
sólo un costo. sistemas de irrigación, almacenes, depósitos u otras ventajas se-
A largo plazo, siempre bajo el supuesto de que la producción mejantes" (Impresiones, 1911).
agrícola fuera la de mayor rentabilidad frente a otras alternativas,
también habría factores que deberían influir en favor de la compra GRAFICO 1
y no del arrendamiento. En efecto, a partir de cierto momento el Evolución del precio de la tierra con el avance de la frontera
crecimiento de la empresa agrícola debía acarrear la necesidad de
efectuar inversiones fijas cuyo plazo normal de amortización era Precio de la
manifiestamente mayor que los plazos habituales de arrendamien· tierra por Ha
tos que imperaban en la región pampeana.
Las ventajas económicas en favor de la compra y no del arren-
damiento por parte de los chacareros podían estar compensadas --r--
1
por las restricciones que se les planteaban desde el punto de vista 1
1
financiero por los obstáculos de acceso al mercado de capitales. 1
Obsérvese, sin embargo, que, cuanto mayor fuera la rentabilidad de 1
diferente a esas consecuencias teóricamente inobjetables. De acuer- tos agregados de precios y volumen físico de la producción ganadera.
do con lo estimado por la CEPAL, en la pampá húmeda y la semiári- Digamos, por último, que la existencia no despreciable de arrenda· { .
da existían -y existen- 23 rni.llones de hectáreas aptas para la mientas para ganadería en tierras agrícolas, corno puede áéélucii:se x
producción agrícola. En el quinquenio 1920/4 (primer período para , d.e loscerisüsctei9i4 y de 1937, confirma también que la rentabili-
el que en el mismo estudio se aportan datos) la agricultura ocupa- 1
dad de uno y otio--tlpo-de--producción no podía ser muy diferente.
ba casi 12 millones de hectáreas, es decir poco más del 50 % de las
tierras aptas (sin contar con la posibilidad de que se trabajasen
1
en agricultura algunas tierras no aptas). Esta cifra ---que corres- 3. El desarrollo de la agricultura y la ganadería
ponde a una época en que ya la frontera agropecuaria había lle-· I, bovina refinada. Cristalización de la organización
gado al limite de su expansión- crece hasta llegar a un máximo de i¡¡
( Pero la difusión de vacunos refinados exigía cambiar las condi- ríos, cultivando de su cuenta y riesgo considera-
bles extensiones de tierra con trigo y maíz, du-
fi' <!_~_n.:_~-~: p:_?d11.cción en el c~mpq. Era preciso sustituir los di.iio-s
rante dos o tres años consecutivos, para poder
pastos naturales y, en la medida de lo posible, formar praderas ar- Y-
tificiales con alfalfa. La_ tierra debía roturarse ·-y preparafse~--8.lgo sembrar enseguida la alfalfa sola, si no prefieren ,
no
'qüe liiipiica üfüi-étüi.ritiosa inversión que era· f:ádi 'Cíe- encarar. Es acompañarla con trigo y maíz."
"El sistema empleado en mi establecimiento di--¡
entonces cuando aparece la complementación entre la expansión de
la nueva ganadería con la agricultura a través de un mecanismo fiere fundamentalmente en cuanto a la forma del
rj')peculiar: el arrendamiento. La idea está expresada con meridiana procedimiento, siendo en cf fondo exactamente el if
- claridad eii-tiíiii'muy-córiocida carta de Benigno del Carril que fue mismo. Consiste sencillamente en lo siguiente: la
publicada en 1892 en los Anales de la Sociedad Rural: .!~!'ra. ~~- di~i~e previamente en potreros _alam- K /
bra<:J:<_>_s_!le 1.600 a_ 2~000 hectáreas, ~-_enS:eg:i,.id~L~~
" ... se trata de un ensayo en esa zona. . . (el nor- ·subdivide en. . . (otros) . . . de 200 hectáreas sin v
este de la provincia de Buenos Aires). . . que alanihrado Intermedió: Esto-s iotes se arrieñdari
acabo de realizar en mi establecimiento de Ro· a. cliii.c-~ii-efós it:ifüirios con elementos y reéufsos
jas, tendiente al mejoramiento de los campos de Ji!§i1!9§.li-razóri de $- 4 m/n. la hectárea por el
pastos duros o fuertes. . . El procedimiento que término de tres años, con la obligación de dejar
he adoptado ... (se aparta deliberadamente del) el terreno sembrado con alfalfa al finalizar el
... seguido por mis predecesores en la empre· contiato;--sfeñd.ó" d~ cuenia del establecimientó
sa ... (que) ... han sido los primeros en acome- prO¡)circionar la semilla de alfalfa. . . Se han sem~
ter la ardua empresa en gran escala a su riesgo brado, el presente año, en mi establecimiento de
y peligro; no siendo menos de 12.000 cuadras cua- Rojas, 1.000 cuadras de alfalfa. . . (a un costo to-
dradas las que actualmente poseen cultivadas en tal de).. . . $ 10.000 m/n. He aquí el capital inver-
conjunto. Soy el primero en reconocer que se tido ... costó por cuadra$ 10 m/n ... "
han hecho acreedores al mayor encomio de
parte de nuestro gremio rural, por la enseñanza Pocas veces pudo encontrarse una complementación tan con-
que nos han dado realizando tan trascendental veniente entre los intereses de las dos partes -en este caso propie·
mejora en sus respectivos campos, transformados tarios y arrendatarios- en un negocio.
hoy en espléndidas praderas alfalfadas. No de Para Tos arrendatarios significó disponer de tierras pagando·-j·
otra manera llegaremos a prepararl}OS convenien· <uria !-~P.:~~):1;_~~~iqüe füe-ai principio probablemente inferior a la qua
temente para resolver el problema, hasta hoy in- debenan Jiaoer pagado de acuerdo con los beneficios que obten-
soluble, de la exportación en grande escala de drían. Es decir que, de acuerdo con ur1a serie de indicios y estima-
nuestros ganados en pie, para Europa y el Bra- ciones, parecerían haber dispuesto de una prima de ganancias ex-
sil; si no contamos con prados naturales o artifi- traordinarias respecto de otras alternativas de mercado. Poco más]
ciales de reserva, que aseguren permanente1nen- _tarde _se introdt--ic~ría e-~ arrendamiento por mediería, que teiiéi!-fa-_ v'
te el engorde de las reses en todas las estacio- ptro tipo de v_entaJas mas claras al transformar la renta en un costo
nes del año. Sin embargo conviene estudiar esta _variable en vez de fijo. Eriseguida las anallzaremos, así como los efec··
tos inmediatos que produjo.
importante cuestión bajo el punto ele vista de la
economía del capital a emplearse con la gran re· A su vez, para ]._o~ _pr:opietarios, ~sminuían enormemente y
vec_ es llegarí~n a desapar-ecer Jos co~Q§. c!~~J~~-~-ir~v~2:~~921~~-reci.'!~ri
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forma para ponerlo al alcance del mayor núme·
ro posible de estancieros." .<:!_as para refrnar el ganado. A lo sumo podian llegar a aparecer co-
"El procedimiento seguido por mis distinguidos mo meros lucros cesaütes de una renta venal inferior a la teórica
predecesores no está, seguramente, al alcance de pero 'esto tenia un bajo costo de oportunidad cuando se compu~
todos sino de aquellos que dispongan de fuertes taban los beneficios futuros.
capitales y que quieran abordar valientemente la Los resultados de esta sorprendente combinación de intereses
empresa a costa de grandes sacrificios pecunia- fueron espectaculares. En tres lustros la agricultura se expandió y
66 1 LA CLASE DOMINANTE E!-r LA ARGENTINA MODt:RNA EL DESARROLLO AGROPECUARIO DE LA REGIÓN PAMPEANA 1 67
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..... .....o i la ganadería cambió, ambas a un ritmo vertiginoso con pocos pa-
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transformación de la ganadería y la velocidad con la que en esta
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1- 1 acumulación aumentó el valor de sus stocks (con su consiguiente
u contribución a la acumulación del capital). Si bien las. cifras de los
censos son a veces discutibles ---y fueron discutidas ya en la <'poca-
t; los coeficientes de participación y las tasas acumulativas de crecí-
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Esta dualidad social y económica contrastaba con la realidad grantes que llegaban al país con algo más que ilusiones y sus manos
imperante en regiones parecidas de otros países "jóvenes", corno los para cumplirlas.
Estados Unidos y el Canadá, donde la ocupación de tierras vírgenes Disponiendo entonces de su capacidad de trabajo, su problema,
y despobladas había dado nacimiento a una importante clase de pe- ~ como productor agrícola, se reducía a obtener en el plazo más corto
queños y medianos productores agrícolas, los "farmers". Como ya _t< ;eM.!J) posible la cantidad necesaria de capital y tierra que permitiera apro-
vimos, la tentativa de reproducir ese modelo en la Argentina había(-S 2 ' vechar dicha capacidad de trabajo para obtener los mayores ingre- _
fracasado en gran medida, y esto suscitó acerbas críticas. Desde muy sos. Y sería justamente en este punto, ia relación de precios y costos-¡
temprano se afirmó que la concentración de la propiedad. en la pam- de oportunídad de la tierra y el capital, donde se reflejarían las dife- .,
(Vpa hipotecaba el progreso futuro de la nación -lo que fue cierto- rencias a corto y a largo plazo entre el sistema de colonización y el j
Y frenaba poderosamente el rápido desarrollo de la región pampea- / de arrendamientos. ~
ria y del país en su conjunto -lo que es dudoso cuando verificamos En todos !<:>..~ si~-~E!rr_~l§__d.EU:!olonización adoptadoE_t a la corta o ~ ~L, Fi~
lá. gran velocidad con la que creció la producción agropecuaria y la larga, se asignaba a la tierra entregada a losQ:~-Cierl:<Y --¡f-e<r;;. ~
to-da la economía argentina en general entre 1890 y 1914-. Ante estaj precio. La ocupación de los campos constituía entonces una Jnver.. J{f; ~J<>l fh
última comprobación cabe preguntarse si la gran propiedad frenó o sión, un costo fij9__ g__u_e pqdía ct.is~ribu.ii:_~~ en__ya_r:!o::;__añ_os según .el ~,_,~r~
por el contrario aceleró una expansión que, a diferencia de lo que -creaifüotórgacfo para pagarla. Como tal competía con Jas inversio- zr~ !..,, ~
habitualmente se piensa, podría haber sido más lenta si se hubiese nes requeridas para proveerse de los animales de tiro, los arados y
seguido el modelo de colonización norteamericano. Para aclarar esta 1 el resto de instrumentos y equipos necesarios para cultivar la tierra,
idea es preciso examinar un poco más de cerca ciertas característi- ¡' así como con los fondos que debían disponerse para pagar la alimen-
cas de la empresa agrícola que surgió en la región pampean% , tación del agricultor y su familia y los eventuales salarios de algún
A semejanza de los "~_ei;_s" o de los colonos, la empre~ que 1 peón hasta tanto se cosechara y vendiera la producción. La opera-!
organizan los chacareros tiene como rasgo distintivo el papel pre- rí ción presentaba también ciertos riesgos, ya que el clima y las cala- "'
ponderante'qtiecabe' ai trabajo persoriai o,_!ri_~_s _p~~~isamente, fami- 'x' midades naturales (granizo, langosta, sequías o inundaciones) hacían
liar. En todos estos casoidá-utiliZaCionde--mano de obra asalariada¿;" incierta la magnitud de la producción cada año, sin contar con las
permanente es pequeña o nula: sólo adquiere importancia eñ- forma imprevisibles variaciones de precios. Por último, las parcelas asigna·
terríporária cuando se procede a la recolección o cosecha de los pro- das a los colonos tenían dimensiones determinadas y podían resultar
ductos. Esta iniportancia del trabajó- fámiliar· se explica porqüe-farifo demasiado grandes respecto de los instrumentos disponibles o --lo
el· ;~ar-mer" y el colono, como el chacarero, actúan en un mercado que llegaría a ser más frecuente- demasiado chicas para usar plena- 1--
en el que escasea la mano de obra (los territorios "vacíos") dentro I mente la fuerza de frafüijo personal o familiar disponible._, - ,., i ""\ 11:>1
de Ún mercado de trabajo en el que rigen salarios relativamente altos. /
-- Ei1esas condiciones parece razonable suponer que el chacarero,
En el curso de la década del noventa se fue imponiendo, paula ti- j-r~
namente, el régimen de arrendamientos por mediería que salvaba
r-,,
,(,'-:.·7
en tanto empresario, llegara a maximizar sus ingresos en la medida ,·1v 1 \ muchos de esos inconvenientes: el agricultor arrendatario se com-
en que optimizara la combinación de su trabajo familiar con una r.., 1 ·~ 111'._)) ~
1
t ~J¡ ·
prometía a entregar al propietario de la tierra un cierto_ J)_Orcentaj_e
cierta dotación de capital (básicamente maquinarias e instrumento~ ~)...~_-~1 )·,,.;_e,) - ~\(o(~·i'J (entre el 20 y 30 % ) de la producción obtenida, Lo :ÍÍnportante de
de trabajo) y la disponibilidad de tierras para explotar. La comb1- e¡<e'"o.).tf',,./
• f arm·1•mr, cap1•t a 1, . t•ierra ) J-'()-;oi
nación óptima de los t~~s factores ( t ~a b_aJo I· L \-..l
habría de estar en func10n de los precios y costos de oporturudad de , 3.\W..--- ,{-.'f~r 1_ /
cada uno de ellos respecto del producto esperado, así como de las \ e~\dJi~ i
" ·' _¡,
li'!.~;..
1 '
)
este sistema es que la tierra dejaba de ser un costo fijo de inversión
para transformarse en un costo variable de explotación de la emp!e- </
sa agrícola. Y como tal su costo de oportunidad era cero, dejando
t~C':o.1 de--cÓmp-etfr con la inversión en animales de tiro e instrwnentos de
tecnologías disponibles para combinarl_os. _ . . __;Y ~iJ !, Q.1-i. ~\\,n, labranza_ Incluso podían disminuir los requerimientos de capital
Obsérvese que, desde el punto de vista d~l tigncult_qr, ~lJ1~~b3.:JO _ ~ . le~ ·,:i<'t'~~....) variable, ya que el propietario a menudo aparecía como garante
--\?-r""vJ familiar E)~ _per?ibido más c~r:1º generador de 1ng~esos de. su_~!1;1Pr_esa '5) !'~ i.----- ~ \-{ci( frente a los almacenes de ramos generales que proveían a los agri-
e''~ ¿íque como cost9_ qe nroducc10n. En todo caso, este trabaJo sena eva- -j" cultores de alimentos, semillas, herramientas, etc., a crédito, cobran-
Ó,u0?f1' .iuado por su costo de oportunidad: dado que los salarios eran com· do sin embargo tasas de interés muy superiores a las bancarias.
!>'~'-v..~ parativamente altos, si el capital y la tie~ra disponible no supera1J?-n 1 (Ver Scobie o Huret). La financiación llegaba a ser casi completa :J
cjG¡
) un determinado mínimo, podía convenirle más emplearse como asa- ,. ¡ en el caso de las aparcerías, verdaderas sociedades comanditarias ,_,. - ·
fariado. Históricamente, por otra parte, fueron muy pocos lÜs iiurii-j\ i• en las que el agricultor aportaba sólo su fuerza de trabajo y el pro-
0> j f:.;;·~l;(t1~l~ ~L~~<e- \:>( ")lQ.. t 1(,'.'-'---r ~- --:> ~""'° t' <1-:P{ lci s htr'a,j \- e-:1-k"-dlb, "Oou_ Qj :
70 1 LA CLASE OOMINANLO: EN LA ARGENTINA MODERNA EL DESARROLUJ AGROPECUARIO DE LA REGIÓN PAMPEANA 1 71
--pietario todo el resto. Como contrapartida ~enta_p~ sustanci~- / había recorrido varios de los países "jóvenes", que en la época fasci-
· mente la parte de la producción con la que se quedaban los propie- naban al mundo:
1 tarios. Parece no obstante que este sistema, a diferencia de los arren-
-- damientos, no constituía un negocio demasiado brillante para unos "En ninguna parte, salvo en América. del Norte,
y otros y su importancia fue declinando con rapidez. en Australia y en Nueva Zelandia, se puede en·
r De todos modos el hecho más importante inducido por los arren- contrar tal facilidad de adaptación al progreso
1
. ::·~ 1 damientos habría sido, como dijimos~ el q1:e !l:l ~i~!!ll -~º ~P8.!e.~~~a del maquinismo moderno. No hay necesidad de
1 ~ ~ para el agricultor como un costo d~ ~f!YE!;"SI()n, dejando de competir convencer a los agricultores para llevarlos a cam-
Y, f
~ ~.ü..- con las inversiones en in.Strtijp):~!J.to~ ~qtJ.iP9$ ® trnP.f!.iO: El efecto biar sus arados, sus sembradoras o cosechado·
~ / ~ t'<j inmediato sería entonces la extenstvtdad de las explotaCiones a~ ras. Es cierto que las máquinas no cuestan ~ás
-::.~ k 1 Kit. colas: todo agricultor trataría de utilizar las tecnologías que permi- que en Chicago, pero los repuestos y las repára· t/'
tieran aprovechar al má.ximo su capacidad de trabajo personal o ciones, por carecerse de obreros industriales há·
familiar cultivando la mayor canti.dad posible de tierra. Si el precio biles, tienen un costo fantástico y a veces resulta
de los instrumentos y equipos no fuera muy elevado, imponiendo más ventajoso cambiar por una máquina nueva
una restricción por ese lado, y teniendo en cuenta que el ~~c:J5-tQ..._!;'i.e que tratar de aneglar la vieja. . . La cosecha se
~- opgrf;unidad de la tierra como inversión era i~~-P:=º!~~-- entonces , realiza en todos fados mediante cosechadoras me- ,,..-
7 fa cuestión sería extender el tamaño de las explotaciones hasta el t/ cánicas y trilladoras a vapor o a nafta. La trilla j
limite en que ya el agricultor o su familia no podrían llegar a culti- se contrata a empresas especiales, ya que los agri-
varla.. En rigor, el costo del equipamiento no parece haber consti- cultores carecen de trilladoras. I,os contratistas
tuido una restricción, ya que no habría sido demasiado elevado y, llegan con sus maquinarias y su personal y reali-
además, se habría reducido por obra de un fenómeno complementa- zan en algunos días la tarea. He asistido a una
tario. Nos referimos a la rápida difusión de ~~_qu,eñ~§_ y gie.<µ~ / cosecha en la provincia de Córdoba. En el medio
/empresas que fueron tomando a su cargo tareas temporarias como de una llanura inmensa, enteramente cubierta de
ia. cosecha y la trilla. Gracias a ellas el agricult9[ ¡:>Qgía, ~ubcontra· ./ espigas rubias. . . una locomotora humeaba con-
tar..; sü: realiza.ción, eón lo cual tampoco-riécésitaba adquirir los equi- tra el cielo puro cerca de una alta y ancha tri-
pos relativamente costosos que era necesario emplear, transforman- lladora rectangular. En un campo vecino una se-
do una vez más (como en el caso de la tierra) un costo de inversión gadora, o más bien una espigadora, empujada
fijo en un costo variable de explotación. Para los subcontratistas, por por ocho caballos, cortaba las espigas dejando
su parte, la multiplicación de explotaciones en las que podían tra- los tallos en pie. Una larga cinta sinfín une la se·
bajar, facilitada por los desfases en la época de recolección a lo gadora con un carro que marcha a su lado, tira.-
largo de la pampa h1ímeda, permitía funcionar con economías de do por cuatro caballos. Cuando se llena, otro vie·
escala y distribuir r1es¿os. La extensividad de las explotaciones cons- ne a reemplazado junto a la cosechadora, mien·
piraría así contra !a expansión de sistemas de colonizaeión que tras las espigas son llevadas a la trilladora. Una
entregaban a los agricultores la propiedad de parcelas limitadas de sola máquina cosecha así nueve hectáreas por
tierra, de tamaño ir¡forior al que podrían cultivar en las condicio- día." {Hurct, 1911, p. 153).
·¡
nes descritas. '
La combinación de todas estas circunstancias acarrearfa tam- Hemos insistido en annlizar las ventajas que ofrecía al agricul·
: bién, corno un seg1mdo efecto inmediato, la rápida y alta tecnifica- tor el sistema de arrendamiento "en mediería" por varias razones.
\ ~ci.ón de la producción agrícola cerealera en la- pampa árgentiria. De te todo porque habitualmente se hace hincapié en los obstáculos
1 acuerdo con los datos disponibles, ya en la primera década del siglo e ~pusieron poder.osos intereses a la difusiórL de políticas de colo·
· la tecnificación del agro pampeano era comparable con la que exis· . ' zac16n. Esto fue cierto pero, por sf solo, no alcanza a explicar la
.,'
tía en los países más avanzados, como los Estados Unidos o el ,.( expansió~~~ .!.9--? ·ª~"I-~!~Ql:ln::ti~flt9?. Y para ello es preciso entender las
Canad:i. (Ver estir:1adones de CEPAL, 1959). Este panorama no de- Kv-énfaJas- económicas relativas que, a corto plazo, este sistema ofre-
jaba de sorprenciff a viajeros tan avezados como Jules Huret, quien --~[~- ~I _e~~J;lresado ªgr~CC?_~~ El an-úlisis ·ae· esas ven"fajas·-·¡;¡mbién
además de recoger sus impresiones en la ciudad de Buenos Aires sirve para comprender las eausas de la extensividad y la veloz tec-
(•
72 1 LA CLJISE DOMINANTE EN LA ARGENTINA MODERNA
EL DESARROU.O AGROPECUARIO DE LA REGIÓN PAMPEANA 1 73 ,
gramo) los colonos argentinos ganarían 22.572 cias lógicas, pero no avalada por datos empíricos. Es preciso, 'sin
francos en tanto que los canadienses sólo gana- embargo, avanzar algo en este terreno por la misma importancia.
rían 8.621 francos. Para el lino el valor absoluto de la hipótesis.
del rendimiento por hectárea se calcula (en· Ar- Si tomamos algunas cifras conocidas, como las calculadas por
gentina) en 184,20 francos, mientras que el del CEPAL, nuestra suposición parece derrumbarse.
maíz es aún superior: 191,40 francos. Se ve que Si bien estas cifras corresponden a un periodo posterior al que
los beneficios obtenidos son alentadores." (Hu· estamos analizando, las diferencias entre los valores de producción
ret, 1911, p. 472). por hectárea son tan grandes que no pueden ser compensadas por
los más extremos cálculos de costos para una y otra actividad, ni
Aunque el cálculo de Huret es criticable y suscita dudas, las por la suposición de que los valores hubieran variado entre la épo-
diferencias son demasiado significativas y sugieren que el creci- ca para la que se calcularon estos datos y aquélla que nos interesa:'
miento relativamente más rápido de la agricultura argentina no fue
En rigor, toda vez que se compare en bloque la rentabilidad
obra del azar.
agrícola corÍ la rentabilidad ganadera por hectárea no puede llegar-
se a otro resultado. Pero lo que ocurre es que la comparación es
incorrecta: la ganadería bovina no era una actividad unitaria. v'
S. Reconsideración de la rentabilidad agrícola frente En 1939 Horacio V. Pereda publicó un conocido libro: La gana,.
a la ganadera. ¿Una ganadería o dos: cría derfa argentina es una sola, cuyo contenido desmentía al titulo.
e invernada? Pereda realiza un alegato contra las causas que habrían provocado
Agrícola 318,0 310,0 320,0 310,0 358,0 320,0 330,0 4 Suponiendo que al valor de la producción agrícola por hectárea se le
Ganadera 91,3 121,7 124,8 108,1 descontase mm renta de la tierra promedio del 20 % (lnietior a la pagada o
80,3 86,7 100,9 imputada normalmente), su monto absorberla ya una parte considerable del
-·--·-·--- ·---------··------ valor de la producción gunadera por hectárea. Si a esto se ag-regn. _simplemente
Fuente: CEPAL (1959, Tomo II). la imputación de intereses del capital en ganado por hectárea/ano, encontra-
ríamos que la suma ya no deju casi margen parn incluir aun costos directos
Ifasta aquI se trató simplemente de una hipótesis ele trabajo, muy bujos lle producción. Por añadidura, los datos de CEPAL estún calculados
a precios de UJ50, uño en el que la estructura da precios inten1os favorecía a
razonablemente flmdada en indicios indirectos o en sus consecuen- lu carne frente a los cer<;)u.les. ).. 1~
76 1 LA CU.SE DOMINANTE EN LA ARGENTINA MODERNA
EL DESARROLLO AGROPECUARIO DE LA REGIÓN PAMPEANA 1 77
querimientos muy estrictos: el abastecimiento regular de reses con / en el período final, sino que para una y otra fase se usaban frecuen:.
un peso óptimo que debían ser sacrificadas, procesadas, transpor- temente tierras diferentes. 'La cría podía hacerse en cam.pos no. apj
tadas y vendidas en el mercado europeo (especialmente el británico) tos para la agricultura, mientras la i~_y~:rnada, gracias a la mayor
en un plazo máximo de cuarenta dias. Para ello,)~jny~rnaqª' llegó a cantidad de kilos ganados por Ha/año, -pódl:a cgmpetir con la pro-
constituir una pieza vital de todo el proceso, ya que permitía evitar ducción de cereales en tierras agrícolas.5_ ¡ -
variaciones estacionales asegurando un abastecimiento regular de - Para -Comprobarlo hemos tratado--de estimar, de una manera
animales en las condiciones pedidas. No es extraño, entonces, que provisoria, los beneficios brutos promedio por hectárea que podrían
los frigorüicos terminaran por erigir a los invernadores en provee- haber dado varios productos agrícolas y la ganadería de invernada
dores privilegiados, a los que debían mantener y proteger para en el período que nos interesa.
asegurar su propio funcionamiento. Peter Smith (1968, p. 53), ana-
lizando el Censo Nacional Agropecuario de 1937, realizó varias esti-
maciones según las cuales, de los casi 25.000 ganaderos que posefan CUADRO V
más de 200 cabezas en todo el país, un poco más del 25 % podían 1
ser incluid_o_s __~_~tre los invernadore~. Tomando los datos-por-prO: Estimación provisoria del orden de beneficios brutos por hectárea
Virii:füiS;-erporcentaje alcanzaba un valor máximo en el territorio de en agricultura y ganadería de invernada
La Pampa (65 %), era sumamente alto en Córdoba (48,3 %) y, apa- (Promedios quinquenales en $ ctes.)
rentemente, más bajo en Buenos Aires (22,9 o/o). Sin embargo, la
j última cifra cambiaba considerablemente cuando se tomaba la pro- Agricultura Ganadería
porción de inv.ernadores entre los ganaderos: llegaba a ser casi el
L 38 % de los propietarios de 3.000 cabezas o más.
( Quinquenios Trigo Maíz Lino
de Invernada
Hip. A Hip. B
GRAFICO 11
Evolución del peso de un vacuno 1895/9 16,52 (-) (-) 1'1,29 20,74
1900/4 7,86 28,66 2,50 22,38 26,85
1905/9 19,24 22,97 34,26 27,98 33,02
Peso en Kg. - - - - - - - - - - - - - - - - ·- 1910/4 18,70 38,92 35,88 35,75 42,90
1915/9 50,09 58,91
Invernada -------
Fuente: Beneficios brutos agrícolas según cálculos propios a partir de
estimaciones de costos e ingresos por productos. Beneficios
Cría brutos de ganadería de invernada a partir de las diferencias
de precios entre novillos y terneros. (Sociedad Rural Argen.ti-
na, Anuario, 1928).
o 12 meses 24 meses 32 meses
Por el método empleado para efectuar la estimación, los resul-
Sin embargo, repetimos, el grado de especialización y el papel tados obtenidos solo deben tomarse como una primera tentativa que
relevante que la invernada adquiriría en la década de 1920 oscurecie- demuestra cómo los rangos de beneficios brutos de ambas activida-
ron sus antecedentes y el fenómeno que ahora nos interesa analizar. des son comparables. Aunque los datos que usamos para estimar los
Porque todo se vincula estrechamente con el problema de las beneficios brutos de la invernada parten meramente de la diferencia
rentabilidades comparativas entre agricultura y ganadería. En efecto, de precios entre terneros y novillos, de hecho estamos suponiendo
la evolución de un animal típicamente deilicado al consumo de car-
ne, el novillo, sigue aproximadamente una curva como la presenta- s Véanse las "Estadísticas económicas y agrarias" compiladas bajo la di·
da en el Gráfico 11. rección de Raúl Prebisch en Sociedad R,ural Argentina, Anuar·io (1928, p. ~28
y ss.). Datos consistentes con los mencionados pueden ser encontrados también
Lo importante no es sólo que la ganancia de peso del novillo en otras fuentes, pero en la citada se encuentra la descripción más clara que
(y por lo tanto el mayor valor obtenido) aumenta sustancialmente hemos encontrado sobre el régimen de producción de carne vacuna en la re-
gión pampeana. 1
')._ ·~
78 1 LA CL\SE DOMINA...,.TE Z!< U ARGENTINA MOOERNA EL DESlt.!UlOU.0 AGROPECUARIO DE I.Jl REGIÓN l'lt.Ml'Elt.NA 1 79
(en consonancia con el gráfico II) que los invernad.ores de la época-·/ para la producción agrícola y ganadera. Ceteris paribus las cur-
venderían los novillos en el momento en que la ganancia de peso l vas x e y se desplazarán de manera paralela según la8 variaciones
comenzaría a declin.i..r. Posteriormente, en el tiempo de su mayor J de precios de cada tipo de producto. Supondremos entonces que
esplendor, muchas veces los invernadores retendrían el ganado aun las curvas x e y representan los beneficios brutos obtenidos con los
cuando no estuviera ganando peso sino meramente conservándolo. precios históricos máximos dentro del período y las curvas x' e y'
Pero en esos años los frigoríficos otorgaban una prima de precios a los obtenidos con los precios históricos mínimos. ·
los invernadores, grac1as a la cual es muy posible que los márgenes
de beneficios obtenidos fueran muy superiores a los que sugiere el
cuadro V.6
"'
Q)
º·
o
....
o
...
damientos por menos de 10 $ por hectárea (o su equivalente en o
p.
porcentaje de producción agrícola para los arrendatarios por me-
diería) corresponderían a tierras de tipo C o de tipo B muy próxi-
mas a C; los arrendamientos ele 11 a 30$ por ha. estarían franca•
mente dentro de las tierras de tipo B, y los de más de 30 $por ha. se
encontrarían dentro de tierras de tipo A. Recordemos que, de acuer-
do a lo expuesto en el punto 2 de este capítulo, en las tierras A "i.ct
"'o
debería haberse producido un fraccionamiento de las propiedades, ....
"""'º
ya que en este tipo de campos convendría tanto a los agricultores
comprarlas como a los terratenientes venderlas. Efectivamente, es
lo que fue ocurriendo a lo largo del tiempo.7
quedan relacionadas entre si. Partiendo de este hecho puede tra· u. vi'~
<( z o ::J
e
zarse un esquema dn cómo habrían interactuado unas con otras.
a: o o
L.
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Obviamente las formas en que interactuaron variaron a través del
tiempo pero sin que eso alterase, en nuestra opinión, sus caracte-
ii
C!> o
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rísticas básicas. Pr:tra evitar confusiones nos limitaremos, por lo
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A¡;rü·:kcemos ül J ng. Lucio RBca el habernos llamado la atención sobre _J w ('()
este pu:ato. > ::> o E
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<( z:;E
84 1 LA CLASE DOMINANTE EN LA l\RGENTINI\ MODERNA EL DESAIU!OU.O AGROPECUl\RIO DE LA REGIÓN PAMPEAN/\ 1 85
, Con respecto a los _pre~i~s debe subrayarse que la estructura caso de que los precios de la carne aumentasen respecto de los
de la demand~ _fin~l establ.eCí:i una diferei;~ia e.ntre can:~s Y cerea- t/ de los cereales, aumentarían los beneficios brutos de los inverna-
[
... les. Loscereales .eran exportados en ~lti~i01a .. p_r?P?,rc~on, por lo dores y ello se reflejaría en un aumento de las rentas pagadas por
cual"los ·precios internos quedaban practi~amente fijados. en fun- la utilización de las tierras "B" en detrimento de los productores
ción de los internacionales y sus fluctuac10nes. En cambio, en el / agrícolas. Un aumento de los precios relativos de los cereales pro-
caso de la carne el grueso .de la_ d~rr~.::ii:ic:l~ __fi?~l era ~a_intern.a: aun vocaría un movimiento inverso.
después de ··haberse alcanzado una exportación m~1va, desd~ 1915 En suma, al competir por el uso de fas mismas tierras, las in-
la proporción de reses carneadas para el consumo mterno casi n~n- fluencias de los precios relativos internacionales de carnes y cerea-
ca fue inferior al 60 % del total de los vacunos faenados (Sm1th, les ocasionarían desplazamientos en su utilización por invernadores
1968, pág. 46). Por esta razón e~ mer~a~o interno influía enor-
[ o agricultores vía variaciones en el precio de la renta de la tierra.
memente en la fijación del precio recibido -por los criadores Y Sin embargo, lo relevante de estos movimientos residía en la
permitía la existencia de diferencias considerables .con el preci? posibilidad de que se produjeran rápidamente: ello permitía apro-
interno. Esta brecha facilitó, a su turno, la formación de m~ oh- ) v vechar con notable eficiencia los beneficios aportados por el mejo-
gopolio por parte de los frigoríficos Y.· .fin~lmente, u~ tratamiento ramiento de precios relativos de dos tipos de productos diferentes.
especial de éstos a sus proveedores pn:rileg~ados: los mvern~dores. Lo cual, desde el punto de vista teórico es un hecho obvio, pero de
De esta manera ellos quedaban más bien llgados a los prec10s ~x ningún modo evidente en una situación real.
tenios cuando vendían novillos a los frigorificos y a los precios Para que esto sucediera debían cumplirse /vanas condiciüñes-:'
internos cuando compraban novillitos a los criadores. CZluna era la disponibilidad de tierras, así como una cierta concentra- "
ción de la propiedad que facilitara los desplazamientos y que, a su
~
También conviene recordar ciertas diferencias en el us~_~_Jac- ~
tores de producción. La agricultura, frente a las dos ganaderías, vez, fuera consolidada por ellos (debido a que permitían maximizar
·requería muchomás mano de obra y esto era lo que en el fondo la renta de la tierra justamente por la posibilidad real de darle el
definía los rasgos básicos de la empresa "chacarera". A su vez, uso alternativo más rentable en cada momento). Otra condición,
la diferencia más relevante entre ganadería de cría y de inverna~a que recién aquí aparece en toda su dimensión, es que, para responder
residía en la composición del capital fijo y variable. En la de cr.ia a los desplazamientos de una actividad productiva a otra con dis-
-.
la proporción de capital fijo era mucho mayor si, dentro del nus- tintas funciones de producción y viceversa, las técnicas de produc-:¿)
mo se computa el stock de vacas y toros reproductores -pese a ción más convenientes serían aquéllas que empleasen el menor ca-
pital fijo posible.
qu~ ambos son a la vez instrumentos de producción y bienes po- Pero esta última exigencia es la que pondría de manifiesto, a
l
tenciales de consumo, lo que les da un rasgo bastante peculiar de
largo plazo, la cara negativa de un funcionamiento en apariencia tan
capital "semilfquido"-. En cambio, es claro que en la in~ernada
los novillos a engordar deben ser considerados corno capital va- @ eficiente a corto .P. lazo, ya. que ter.1dería a <!!:!sest~!Jlar
Ja. realizació,n ,/
riable. de inveI§ion~s.:l;Jjª-ª-~-~g!:~~:ajt:ura ..: En efecto, cuanto mayores fue-
ran esas inversiones y más grandes resultaran las amortizaciones
como costos fijos de producción, los agricultores quedarían cre-
cientemente expuestos a desplazamientos en su contra de los pre-
' 8. Competencia entre agricultura cerealera e cios relativos. Para los invernadores el problema no se presentaba,
invernada: efectos puesto que sus inversiones fijas eran muy pequeñas: la casi totaU.,
dad de sus gastos residia en la compra de novillos y el alquiler (o
Como acabamos de decir en los dos casos (cereales y novillos para uso) del campo, siendo también múlimos los requerimientos de
los frigoríficos), los precios recibidos por la producción estaban trabajo. Pero la presencia de esta actividad alternativa, sin embargo,
fundamentalmente ligados a los precios internacionales, ya que en -estaría induciendo a mantener una agricultura extensiva en la que v
ambos la mayor parte de esa producción se exportaba. Dado que el peso reíaüvo-dei facfi:Ír -tierra predominaría a.mpliamente sobre el
[ factor capital.
los costos internos para una y otra actividad estaban poco afecta-
dos por esos precios, puede considerarse que ~os beneficios brut?s
percibidos (ingresos totales menos costo~ va.nables ? amortizacio-
nes) dependerían de los niveles de prec10s mternac1onales. En el
36 1 LA CL-'\SE DOMINANn: EH LA ARGl!:NTINA MODERNA
EL DESARROU.O AGROPECUARIO DE LA REGIÓN PAMPEANA 1 87
otro lado, que es justamente entre los quinquenios 1905/9 y 1910/4 las tensiones generadas por problemas de producción y precios de
cuando se produce el mayor mejoramiento relativo de los precios ( la carne, acompañadas por una lluvia de quejas y protestas de los
de la carne respecto a los precios de los cereales. Sin alcanzar la J criadores que, sin duda, se encontraban en posición débil frente a
agudeza de la crisis maicera de 1911, la situación de los agricultores invernadores y frigoríficos (Smith, 1968, cap. IV). Los vericuetos
fue difícil durante toda la década de 1910, sin duda, lo que explica del conflicto y su evolución ponen de manifiesto también otro dato:
en alguna medida el nacimiento y expansión de la Federación Agra- cría e invernada eran dos actividades distintas pero ello no implica-
ria Argentina como entidad corporativa para defender sus inte- ba que quienes las desarrollaban fueran siempre dos grupos socia-
reses. les diferentes. Muchos invernadores, posiblemente la mayoría, tam-
t/Hacia 1920 los precios de la carne caen bruscamente y se inicia bién eran criadores, aunque ciertamente la inversa no ocurría: buena
un· desplazamiento inverso en la distribución de tierras a favor de parte de los criadores, probablemente la mayoría de ellos, no eran
la agricultura, movimiento que habría de culminar en el último invernadores. Y éste resultaba el grupo más perjudicado. No sólo
quinquenio de la década de 1930 (ver cuadro !). La fluctuación se estaban en posición subordinada sino que, además, tampoco podían
reflejaría ahora en diferencias entre los precios relativos de los ani- lograr una unidad corporativa para defender sus intereses debido a
males terminados (novillos) y los que corresponden preferentemen- la presencia de criadores-invernadores. Una moraleja se impone: no~~.
te al sector ganadero de cría (vacas y terneros). En efecto, entre bastaba con ser terrateniente para pertenecer a la clase dominante. ~,,
1895 y 1920 el precio de los novillos crece desde un indice 100 en El eje de la dominación pasaba también por otros mecanismos. r'
1895 hasta un indice 490 en 1919, en tanto que el de las vacas llega
hasta un índice 713 en 1920 y los terneros hasta un indice 1.002 en
el mismo año (cálculo basado en Anuario, 1928, p. 4). Pero este
mejoramiento relativo de precios de vacas y terneros respecto de 11. Debilitamiento de los conflictos y de las demandas
los novillos contrasta con la mayor pérdida que ocurre luego. Entre por políticas de regulación: uso combinado
1919 y 1923 el precio de los novillos cae un 53 %, en tanto el de y extensividad
las vacas cae un 65 % entre 1920 y 1923 y los terneros un 63 % entre
las mismas fechas. (ídem anterior). La forma en que se manifestaron los conflictos en .el agro pampea-
Es posible que la amplificación de ganancias o pérdidas en los no, la manera en que se organizaron y actuaron los intereses corpo-
precios de vacas y terneros respecto del de los novillos se debiera rativos, muestran una debilidad que contrasta con el trascendental
a que ambas actividades se insertaban en mercados diferentes, co- papel del sector dentro de la sociedad y la economía argentinas. Para
mo se mencionó más arriba.' Cuando mejoraron los precios relativos \ comprender mejor esta característica tan peculiar nos parece nece-
de la carne, la ganadería de invernada podía presionar ~obre la ofer- JI sario retroceder por un momento a las condiciones y funcionamien-
ta de novillitos (aumentando su demanda), al mismo tiempo que se . to del sistema productivo pampeano.
desplazaba hacia tierras que proveían mejores rendimientos (al po-J El gráfico III sugiere algunas razones adicionales para explicar
der competir con la agricultura), permitiendo mejorar sus márge- la extensividad en las explotaciones pampeanas, agrícolas o ganade·
nes de ganancias en kilos. El proceso inverso debía oéurrir al des- ras, siempre vinculadas a la competencia por su utilización en una
mejorar estos precios relativos. u otra actividad.
Los cambios en las relaciones de precios entre novillos, vacas Es preciso tener en cuenta que las decisiones de producción,
y terneros, al afectar de manera diferente las actividades de cría e tanto para la agricultura como para la invernada, se tomaban varios
invernada, se reflejaron en conflictos de trascendencia política. Has- meses antes de la comercialización del producto y, por consiguiente,
ta 1920 el campo pampeano había sido agitado por el tema de los siempre estaban sujetas a incertidumbre respecto del precio que se
arrendamientos agrícolas, sus aumentos y sus condiciones. La bo- percibiría finalmente. Esta incertidumbre era significativa para las
nanza de los precios de la carne hizo, incluso, que ni siquiera se decisiones en la medida en que, en las tierras de tipo B, la rentabi-
prestara atención a las diferencias entre cría e invernada; a eso se lidad de ambas actividades era semejante, y sus ventajas relativas
agregó que hasta ese momento las exportaciones de carnes enfria- dependían de fluctuaciones no muy grandes en los precios relativos.
das, que marcarían más profundamente la división, no eran dema· y'. [De allí que una fórmula para disminuir riesgos residiera en el uso
siado grandes y que su crecimiento se da justamente luego de la mixto de la tierra. A esta decisión contribuía también, como es
crisis ganadera. A partir de 1920 se asistirá, durante tres lustros, a , obvio, el intento de disminuir el efecto de los riesgos naturales a que
90 1 LA Cl.ASE DOMINANTE ;!N LA ARGENTINA MODERNA EI. DESA.llllOUD AGROPECUARIO DE LA llEGIÓN PAMPEANA 1 91
estaba sujeto de manera diferente cada tipo de actividad (seqtúa, nadas a regularizar el mercado. En esta materia, la actitud y la si-
granizo, plagas, enfermerlades, etc.). Dicho de otro modo: en térmi- tuación de los productores pampeanos contrasta con lo manifestado
nos prácticos es difícil suponer que la distribución entre uso agrí- por los productores de cultivos regionales especializados (azúcar,
cola y ganadero de las tierras B se efectuase exactamente en el pun- uva, yerba mate, algodón, etc.), así como también con la de produc-
to de intersección entre las curvas de beneficios brutos según los tores de carnes y cereales en otros países (Estados Unidos de Nor-
precios relativos vigentes. Parece más probable que todas las tie- teamérica, Canadá, Australia, etc.). Fueron significativas, al respec-
rras de este tipo se usasen simultáneamente para la actividad agrí- to, las dificultades que tuvieron los ganaderos criadores entre 1921
cola y la ganadera, con una proporción mayor de las primeras en el y 1923 para hacer aprobar una ley que garantizara precios mínimos
tramo próximo a las tierras A y de las segundas en el tramo próxi- a la carne y su estruendoso fracaso para hacerla aplicar (Smith,
mo a las tierras C. 1968, p. 100). Sólo la profundidad de la crisis de 1930 terminó por
Esta. estrategia para disminuir la incertidumbre habría acentua- forzar la necesidad de establecer algunos mecanismos parciales e
do las tendencias en favor de la extensividad en el uso de la tierra, incompletos para regular el mercado de productos agropecuarios
ya que desestimulaba fuertemente la realización de inversiones fijas pampeanos (fijación de precios sostén para cereales, construcción de
cuya utilización, pero no su amortización, se hacía aún más aleatoria. silos, creación de las Juntas de Granos y de Carnes, formación de la
Si tal era el comportamiento predominante en las tierras B, es Corporación Argentina de Productores de Carnes -CAP-, etc.).
posible suponer que sus consecuencias se extenderían a las tierras
A y C, tanto por razones económicas como, más indirectamente, por
ausencia de políticas regulatorias. 12. Conclusiones
Económicamente, porque el aumento de los beneficios empresa-
rios que podía acarrear nn uso más intenso de capital en inversio- Los argumentos que fuimos desarrollando nos llevan a concluir que
nes fijas implicaba un incremento de los costos unitarios -una dis- las relaciones entre la agricultura y la ganadería pampeanas a partir
mli.1ución de los beneficios por unidad del producto-. Para la acti- \ ele 1890 se articularon alrededor de una actividad específica: la ga-
vidad agrícola los beneficios unitarios promedio recibidos en las nadería de invernada. Su presencia, de hecho, habría impuesto-coñ-
tiéffras B (casi sin Lr1versiones fijas) tenderían a establecer un techo diCiónes específicas- én la organización y formas de producción de los
a las inversiones que pudieran efectuar los agricultores en las tie- otros dos sectores: la utilización predominante del factor tierra y el,.,
rras A. Adicionalmente, L:i.r::.to para los agricultores de las tierras A desestímulo a un empleo más intenso de capital (exteruüviciád); la ._,.
como para los ganaderos de las tierras e (predominantemente cria- Cónvéiiienclá. de- mantener- grandes-propiedades al frenar una mayor-
do¡-es), un aumento de sus inversiones fijas aumentaría su vulne- espééialiZaCion ai;rlcofa-que favoreciese su fracciónamientó; la-crit1& ,,/
rr,.bilidad frente a fluctuaciones de los precios pagados por sus pro- prfi,- dé-urudad seCtórial que estimulase presiones- corporativas a fiñ
d uctos. de regularizar- los mercados de productos agropecuarios; las tenden-'
Es en este pnnto d,111.:Ie aparecen efectos vinculados con las de- cias a adecuarse a las f111ctuaciones de precios y ofertas de cada tipo \
Jl'12-1J.das sociales par::i. est~Li.ilecer políticas de regulación. La posibili- de productos y aun a acentuarias; etc. En esta caracterización no fue
dad (_fa usos alternativo;:; ñt: las Licnas B se encuentra en la raíz de necesario apelar a motivaciones ajenas a una estricta racionalidad
una compet:mcia entre d•JS actividades productivas. Esa competen·· económica, por otra i1arte debidamente adaptada a las condiciones
cia, a su vez, irnpiicr1 e ir¡duce un mecanismo de adaptación econó- de producción y mercado de la época.
mka frente a Iluctuu.eícne.s de precios relativos. Y sus consecuen- ' Quizás más importante es que la actividad que condicionaba,
ci,!S LencL:;rnn a desi~st.imular la respuesta habitual y tradiciorui.l de directa o indirectamente, el comportamiento global del sector fuera,
1c;:; productore.;; agrope;;1rndos frente a la incertidumbre creada por como ya lo puntualizamos, mucho más de carácter comercial que
hs fluctuaciones de pn:dGs: la demanda de políticas gubernamenta- productivo. En la invernada lo determinante era el costo de oportu-¡ !/
1..:·s Jestinadas a regular el mercado. Parecería que, en la agricultura nidad de una colocación de capital a corto plazo sin que ella se
y ia ganadería pampeanas, la presencia de una amplia gama de pro- encadenara con un pro~eso productivo especifico de mayor alcance.
ductores instalados en las Lierras B hubiera quebrado la w1idad sec· I;
Éste era un rasgo casi tan antiguo como el tipo de actividad. La
tm ial qw:o exige una dernancla corporativa como aquélla. Esto qui- importancia que le atribuirnos justifica recapitular algunos datos
¡,;i s expliq1w él compm·t8.rnic;nto anómalo de~ sector agropecuario históricos. Hacia 18'70, dice Giberli,
parnpeanu ::;n cu:mto a p1 orno ver y obtener políticas públicas desti-
92 1 LA CLASE OOMINANTE EN LA ARGENTINA MODERNA EL DESARROLLO AGROPECUARIO DE LA REGIÓN PAMPEANA 1 93
"la capital bonaerense albergaba casi 200.000 ha- obliga a desprenderse de ellos por precio insig-
bitantes que consumían por año unas 250.000 re- nificante. Las ganancias del invernador son varia-
ses vacunas. Esa considerable demanda dio naci- bles, pero es un inmejorable empleo del capital
miento a la práctica de engordar los animales en que ha llegado a producir en muchos casos en un
campos próximos a la capital. . . Trayendo los buen año hasta 50 % . Las pérdidas de una inver-
animales directamente desde las estancias, éstos nada bien administrada son poco probables." (Gi·
llegaban muy cansados, por su poca mansedum- berti, 1974, p. 164).
bre Y los pésimos caminos. . . La carne del ani-
mal matado en tales condiciones de cansancio era Es notable comprobar cómo Pereda califica con términos pare-
lógicamente mala y dura ... El engorde y descan· 1,,1 cidos al invernador de la década de 1920:
so en campos próximos a los mataderos y bien
empastados habría de me,iorar, aunque no corre- " ... los frigoríficos, debido al monopolio que h~
gir del todo, esa situación. A partir de 1870 co- bían creado, a la evolución de la técnica del comer-
luan cierto vuelo esas invernadas, paralelamente cio de carnes, a las conveniencias de su política,
con la difusión del alambrado y el ferrocarril. han tenido una tendencia a inflar dentro de la
' Senillosa. . . (en 1873) . . . recomienda a los 'es- ganadería argentina el valor del intermediario in-
tancieros ricos' alambrar los campos de iiiverná- vernador y del negociante en ganado que está en
~-~;_ el autor cuenta cóiiio"'ººceréó üñ cÚarió" de condiciones de abrogarse una representación que
' legua con aguada permanente para echar anima- no tiene en toda la amplitud que la ejerce en
. i. les en marzo o abril y sacarlos a venta en julio o
detrimento del criador productor, que no ha ejer-
setiembre, época escasa de gorduras; calcula que cido toda la influencia que le corresponde pese
' el mejor precio obtenido por los animales amor- a que es un valor de mayor profundidad y perma-
tizaría el gasto de alambrados ( 160.000 pesos) en nencia dentro de la ganadería argentina ... " (Pe-
dos años. . . Los corrales de abasto bonaerense reda, 1939).
comienzan a registrar desde 1871 los vacunos ex-
traídos para invernada. Ese año salen 10.749 ani- Es posible que la continuidad del tipo de actividad invernada,
males, al siguiente el doble, en 1875 son 35.292 y junto con el papel central que le cupo en las relaciones productivas
llegan a 65.565 durante 1876 ... Aparentemente, no de la región pampeana y el enfoque comercial-financiero de su mo-
gozaron los invernadores de mucha simpatía en- do de operar, hayan quedado disimulados porque la invernada no
tre el gremio ganadero, que no los consideraba siempre se realizó necesariamente en los mismos lugares o por las
colegas. Los escritos de la época hablan casi sin mismas personas. Así se tiene la impresión de que el término "in-
excepciones de estancieros e invernadores como vernadores" se reserva implícitamente para quienes lo fueron en su
dos cosas bien distintas; nunca dicen estanciero última fase, adquiriendo contornos tan precisos en la década de
invernador o cualquier otro término seme,iante. 1920. Pero el fenómeno, a nuestro juicio, es más profundo, general
Un informe parlamentario del legislador Seguí,
producido en 1898, expresa con elocuencia tal
sentimiento: 'El invernador es un negociante es-
y significativo a lo l~rgo de toda la fonnidable expansión de la pro-
ducción pampeana. /Y lo que deseamos subrayar es cómo la evolu-
ci?n. del sec~or pr()d1;1ctivo dinámico que impulsó el desarrollo eco-
¡
peculador sobre la mejora del artículo: en todo - ~lSJ~.1.~~-~e l~. Ar~~ntma en su etap.a. más floreciente habría estado j
tiempo debe estar preparado para vender y com- ~1!-~E~~~-1:1.te influid~- por una actlVldad cuyo ejercicio se ligaba .
prar, y si dispone de buen capital, como éste se más al C_2me~~~()_)Lf~ finanzas que a la producción.. Quienes opera- '
mueve constantemente, aprovecha todas las cir- ban en la actividad de-foveriiada, les gustase o no, lo supiesen o no, ·
cunstancias, tocios los momentos, especialmente estaban estrechamente vinculados a lo que acontecía en el resto de
aquellos en que el estanciero se encuentra sin la economía argentina, al conjunto de las demás oportunidades que
campo, como dicrn por Ja seca, y la perspectiva se abrían en el país y el exterior para colocar capitales a corto
de la pérdida de los animales por el hambre lo plazo con los mayores rendimientos. Por supuesto, esto es algo que
~ ¡
auge, aunque sucedieran simultáneamente, casi siempre eran de de ellos un sector productivo, el funcionamiento del sistema depen-
desigual magnitud para cada uno de los sectores. dió fundamentalmente de un solo grupo social?
¿Qué hubiera ocurrido si cada uno de los dos sectores hubiese Como ya dijimos, nuestra intención aquí es comparar cómo pu-
estado controlado por dos actores sociales netamente distintos? do haber influido, en el desarrollo de una economía como la Argen-
En las condiciones descritas cada uno de estos dos grupos, tina, la presencia de diversos grupos sociales dominantes "sectoria-
comportándose racionalmente, habría tratado de disminuir los ries· lizados:· fre.n~e a la de :-11:'º solo "multisectorial". Por consiguiente, y
gos a los qnc estaba sometido el sector productivo que controlaba, para su:nphf1car al maxuno el razonamiento, consideraremos este
en esp~cial los del mercado (variación de precios). ya que los de actor social único como si hubiera controlado directamente ambos·
producción eran más difíciles de manejar. La razón es simple: si sectores productivos, aun cuando sepamos que en la práctica el me-
bien a mediano y largo plazo el total de ganancias obtenidas presu- canismo era mucho más sutil y complicado.
miblemente excedería las pérdidas ocasionadas por los riesgos, los Partiendo entonces de este supuesto, parece razonable pensar
empresarios de cada sector habrían esta.do .en Ill-.;JOres condiciones que el comportamiento racional del grupo social "multiseotorial",
en la medida en que lograran compensar pérdidas y ganancias a corto para procurar el crecimiento ampliado de sus empresas, puede lle-
plazo, asegurando una obtención regular de beneficios que garanti- gar a tener efectos considerablemente distintos que los que acaba-
zara 131 empleo estable de factores. mos de anotar en el caso de los actores sociales "sectoriales".
Ante todo, la compensación de los riesgos parciales de cada sec-
Obsérvese que, si los dos sectores hubieran estado muy vincu-
tor es susceptible de efectuarse sin apelar a la regulación de los mer-
lados entre sí (es decir, si uno proveyese de insumos al otro), posi-
cados correspondientes ni, a fortiori, recurriendo a la mediación
bleinente termiuarian estableciendo un acuerdo implícito entre ambos
política. Esta posibilidad, tanto más favorable que la que dispon-
para asegurar una mayor estabilidad de funcionamiento, acuerdo con
drfan actores "sectoriales", denota c.:órno se abren oportunidades dife-
seguridad menqs favorable al que fuera más dependiente del otro
rentes para un fenómeno de muc.:ho mayor alcance: la naturaleza
(supuesto que se estableciese, por ejemplo, un .oligopolio ,u oli.gop-
distinta que pueden llegar a asumir la evolución y el crec.:imiento de la
sonio ).4 Inclustl si ambos sectores no están demásiado ligados entre empresa. I
si pero, al mismo tiempo, los perjuicios eventuales derivados del
En efecto, la empresa no tiene por qué identific.:arse necesaria-
riesgo no fueraí1 'sirnultáneos, también podría llegarse a una com-
mente con la actividad productiva de cada sector sino que puede
pensación de riesgos mutuos (conveniente para ambos) aunque ya
estar constituida por Ja consolidación de ambas. Con lo cual no
no en la esfera de las relaciones económicas sino en la de las poli- importa tanto asegurar la estabilidad en el empleo de factores den-
ticas. En otras palabras, el comportamiento racional de cada uno
tro de cada sector si, en c.:ambio, las circunstanc.:ias permiten apro ..
de los dos ac.:tores sociales conduc.:iría a establecer a través del ám- vechar al máximo el auge parcial de cada uno de ellos, trasladando
bito político c.:iertos parámetros (por ejemplo, garantías de precios factores de uno a otro según se encontraran en fases de expansión
compe!lsadas por la recaudación de fondos mediante impuestos o o recesión. En otras palabras, en vez de estabilidad, lo más conve·
contribnciones especiales) que permitirían disminuir a corto plazo ni ente seria conseguir f lcxibilidad en el empleo de factores. Un com..
los riesgos de mercado para cada sector. La experiencia histórica portamiento racional orientado a obtenerla se vería reforzado si
tiende a consolidar estos argumentos. Al menos, en países con zo· como ocurrió en la Argentina de fines del siglo pasado y comienzo~
nas y tipos de producción parecidos a los de Argentina en la misma del ac.:tual, las fluctuaciones parciales ele la producción de cada
época (Estados Unidos, Canadá, Australia), resultaba bastante elo· tipo de..bienes de exp01tación se inscribian en una etapa de rápida
cueute que desde muy temprano se manifestara una serie de moví· expans10n para ambos. Entonces, ll1 posibilidad de, usufructuar a
mier¡.tos y dern~mdas dirigidos a obtener medidas de políticas públi- fondo Y ac.:elerar el auge de c.:ada tipo de producción conduciria a
cas para regular el mercado y amenguar sus riesgos ( Lipset, 196!3).
maximizar los beneficios a largo plazo de la empresa consolidada
¿Qué es lo que ocurrió desde el momento en que, en vez de exis· multisectorialmente.
tir dos acto1·es sociales netamente distintos controlando cada uno . .Pero ¿en qué circunstancias el benefic.:io y la velocidad de cre-
i
cumento de ambos sectores productivos pueden llegar a incremen-
g Históricamente, es lo que pasó entre 1895 y 1910. La nueva ganaderill tarse si se maximiza la flexibilidad productiva'?
preelsaba de la agricultura parn lograr su propio desarrollo y, de hecho, se
produjo un acuerdo Implícito de mutua convl!nil!ncia. Ver capítulo anterior, ¡mn- En to~<~ ~ocíedad no igcialitaria siempre se da, en primer lugar
• to 3. Y por defm1c1ón, un fac.:tor bastante genérico: la existencia de un
,1
Porque al enfatizarse la importancia de la intermediación Y el dine- más generales de fluctuaciones positivas o negativas. El problema
ro sobre el capital productivo se otorga de hecho un papel cer:tral a consistía en poder entrar como en poder salir velozmente de un sec-
las actividades específicas en las que dinero es el factor decisivo: el tor, .pero nunca en hacer una u otra cosa por completo. La cuestión
comercio y las finanzas. ' no carecía de sutilezas y no siempre todos acertaban.
Hasta aquí circunscribimos nuestro ejemplo a lo que podría ha- Lo fundamental, sin embargo, es que desde muy temprano la
ber ocurrido en el agro pampeano. Es claro, sin embargo, que_ su economía argentina se organizó en modo tal como para favorecer
alcance podría haber sido mucho más general, abarcan~o el conJ_un· esta manera de operar. Se trabajaba en condiciones de riesgo y se
to -o al menos la parte preponderante- de la econorrua argei:tma. terminaba por estimularlo: tanto l:)s auges como las crisis ofrecían
Ésta es nuestra segunda hipótesis central. Porque, en un pa1s en oportunidades para que un· gtupo reducido -cambiante según la
rápida expansión y modernización como Ja Argentina de la época, habilidad de quienes lo comporúan- caplara ganancias extraordi·
además de las actividades productivas básicas del agro pampeano, narias manejando una masa de capital inicialmente pequeña.
había una multitud de otras actividades respecto de las cuales po- Éste era un grupo social ávido por conseguir dinero en un país
día aplicarse el esquema que acabamos de esbozar. que, a su turno, estaba apremiado por obtenerlo. Como muchos
otros, Ferns (1966, p. 152) se sorprende porque en la Argentina la
clase dominante -que él supone rural- fuera una clase deudora, a
2. Rendimiento sectorial y movilidad del capital diferencia de otros paises en que normalmente es una clase acreedo-
ra. De acuerdo a lo planteado, el fenómeno que ocurría en este país no
resulta tan extravagante. Pero la cuestión de Ja obtención de fondos
El rtincion.amiento del esquema descrito se vincula al tema de la para operar con enfoques comerciales y financieros nos retrotrae
igualdad de las tasas de ganancias en u~a econ.on:ia en la que se una vez más al examen de las relaciones entre comercio, finanzas
produce un crecimiento vi,:iloz y despareJO de d1stmtos sectores y, y tierras.
por lo tanto, de su rentabilidad relativa. Dentro de los supuestos. de
un mercado con libre circulación de capitales, se acepta que existe
un lapso de ajuste para que lleguen a igualarse las tasas de ganan·
cías imperantes en actividades diferentes; hasta q~e ello suce~e, ~¡ 3. Comerciantes, f i11a11cistas y terratenientes
capital invertido en el sector o actividad comparativamente mas di- ... ~
námico percibe ganancias extraordinarias. No cabe duda de que una El esquema de funcionamiento que expusimos es meramente des·
repetición sistemática de este proceso debe tener efectos sobre la criplivo. No dice cuál pudo haber sido Ja secuencia de acontecimien-
movilidad del ca pi tal. tos que llabria llevado a imponerlo ni, en particular, por qué habría
A partir de la segunda mitad del siglo xrx aparecieron sucesiva- surgido un único grupo social dominante.
mente en Argentina una serie de actividades econór:ücas que s~ _ex- Se trata de un punto que estamos lejos ele haber dilucidado.
pandían con inusitada rapidez, al Licmpo que ex1st1~ .u_na ma.mf1es- De lodos modos, es claro que la anligua preeminencia de los comer-
ta escasez de capitales para promoverlas. La pos1b.1lldad de r:1?- ciantes en la vieja economía colonial constituyó un factor decisivo
vilízar ágilmente una parte ele los capitales dispornbles penmt1a para hacer primar un enfoque empresario peculiar y que las condi-
captar ganancias extraordina1 ias aun respecto ele 1.as. altas tasas c..:iones en que se dio posteriormente el desarrollo económico argen-
vigentes en el mercado. La técnica parece haber cons1sl1do <on leller tino harían prosperac Ya mencionamos cómo en la primera mitad
un pie puesto en el mayor número de colocaciones posible~, pero e.le ele! siglo x1x esos comerciantes se apropiaron de grandes extensio-
manera que no estuvieran muy "atadas"; es decir, prefcnblerncnte nes de campos en la región pampeana; !lay razones suficientes para
líquidos o en un estado ele semiliquiclez . A titulo de :j~mplo cabe suponer que en el último tercio del siglo x1x los comerciantes y
recorcLtr el ¡;a::;o ya citado del Banco e.le Lo1'clres y An'enca del Sur, financistas argentinos -especialmente del liloral- conlinuaban en
que seguía una política de esta naturaleza, fretitc al Banco l\1ercan· posición privilegiada para adueñarse lle am¡Jlias extensiones de tie··
lil, que no lo hizo y terminó por ser liquidado en UJ!l L Lo que, .suce· 1Tas, sobre Lodo luego ele la conquista del desierto en l!J7fl/9. (Ver
día es que el csc¡ucma de una rápida movilidad e.le las colocacwnes Oddone, l!JS·l y Carcano, l!J25). Esa expansión hacia el agro no
de capital para cap!.ar ganancias exlr•Wrdinarias no sólo funciónaba habría significado, por razones ya comentadas, que las actividades
en términos de crecimientos desparejos de actividades sino en Jos comerciales y financieras dejaran ele constituir el eje alrededor del
1Ü2 1 L\ CLASl!: DOM IN ANTI!: l':N LA "11CltNT1N A MO!lEllN A
''.
CLASE DOMINANTE, cdM:EllCTO T rtNANZAS 103
cual se con!onnnra la posición social y· eéonómlca dominante de In juicio, adquiere relevancia que en la Argentina la clase d~~an·
cla<;e. te, aunque 1;asi siempre propietaria de tierras, no tuviese eomo
Inversamente, y por las características de la organización eco- centro de actividad la producción agropecuaria sino el comercio y
nómica y social que se impuso en el país, tampoco resulta extraño las finanzas.
que quienes pudleron comenzar una fortuna como terratenientes se
introdujeran en actividades comerciales y financieras y llegaran a
centrar en ellas la articulación de sus intereses. Postulamos, én
cambio, que 16s terratenientes que permanecieron sólo como tales 4. La propiedad de la tierra: punto de apoyo para ,la
quedarían, de hecho, marginados como motor y gu[a de la futura hegemonía de una clase eminentemente c01hercial
evolución del país, independientemente de que su riqueza y prest!· y financiera
gio social hicieran considerarlos como arquetipos de la clase doml·
nante. En páginas anteriores esbozamos un esquema para mostrar cómo
La afirmación puede sonar demasiado categórica; sin embargo, p_odían preva~ecer enfoques comerciales y financieros en la órganlza-
muchos indicios sugieren que no es tan aventurada. Uno de ellos es c1ón ?rodtlct1va de la región pamppana. ConViene ahora precisar o
la débil posición en que se encontraron los terratenientes "puros" recapitular algunas circunstancias ~que hicieron materialmente po-
durante el conflicto con los lnvernadores en las décadas de 1920 y sible el funcionamiento de este esquema y, sobre todo, examinar
1930, tal como vimos en el capitulo anterior. Otra es la forma como algunos elementos que le dieron enorme magnitud y relevancia.
se autocalificaban los más conspicuos personajes del pals a com!en· Recorde~o~ en primer lugar que el ejercicio, parcial o predomi-
zos de siglo. Cuando se recorren las guias, anuarios y publicaciones nante, de act1v1dades empresariales no agropecuarias pór parte de
que contienen listas de gente importante de la época resulta bas- terratenientes pudo coexistir con la expansión de la producción
tante raro que se los identifique en primer lugar como estancieros. agropecuaria gracias a que el arrendamiento ofrecfa la posibilidad
Lo más habitual es que se enumere toda una serle de actividades de deslindar la propiedad de la tierra de su explotaclén directa.
que realizaban (las casas comerciales que habían fundado o mane- Ésta es una característica especifica del sector agrario en una eco-
jaban, los bancos, compañías de seguros y otras errlpresas que nomía capitalista, rasgo que raramente se presenta en otros secto-
dirlgfo.n) para mencionar recién después sus propiedades rurales o res productivos: la tierra no es un bien socialmente "producido"
su calidad de terratenientes. sino meramente "apropiado", hecho que suscitó numerosas reflexio-
Pero debajo de estos signos sugestivos existían, a nuestro juicio, n:s sobré el problema de la renta agraria.9 En la Argentina esta posi-
otras razones más de fondo. En efecto, admitimos una vez más bilidad genérica de ser "propietario-no productor" se vio reforzada
que la principal fuente de beneficios en la Argentina durante el pe· por un par de circunstancias.
rfodo que estudiamos derivaba de la existencia de ventajas compa· L.a primera fue proporcionada por las condiciones ecológicas
rativas en la producción agropecuaria que se reflejaban en una peculiares de la pampa húmeda. La fertilidad del suelo y la mode-
renta diferencial de Ja tierra a escala internacional (Laclau, 1969). ración del clima permitían y aún permiten producir una variada
Por consiguiente, la posibilidad de apropiarse de una porción consi- gama de productos tanto agrícolas como ganaderos. Debido a esto,
denlble de ,esa renta a través de la concentración de la propiedad el propietario no quedaba "atado" al arrendatario agricultor ya que,
territorial otorgaba una base estratégica para la formación de una si era necesario, podía prescindir de él y dedicar su campo a la
clase dominante en el pafs. No ohstante ello, y como siempre ocurre, ganadería, una actividad que demandaba muy poca mano de obra
el carácter dominante de una clase social no sólo depende de su ca- Y escasa dedicación empresaria. La existencia de alternativas de
pacidad para adueñarse de una porción sustancial de los exceden- expl?tación que no exlgian un esfuerzo personal apreciable en la
tes cf ea dos sino también del empleo que les da, reproduciendo gestión productiva multiplicaba el poder del terrateruente. Gracias
y, eventualmente, consolidando y ampliando su posición de privi- a ello podía negociar desde una posición de fuerza frente al arrenda-
legio. tario Y lo liberaba para emplear su tiempo y capacidad en otras acti-
Este segundo aspecto de la cuestión nos parece clave. El em- vidades.
pleo de una parte, al menos, de lo. riqueza apropiada con destino a
la inversión productiva estimula el crecimiento económico y favore· 9
Elt:ma do la ren!:u de la t!erni. es desarrollado por Marx en el tomo III
de El Captlal; una excelente sfntcsis de los aspectos que nos Interesan está en
ce la reproducción social del sistema capitalista. Por eso, a nuestro F11chmnn 0977, pp. 17 a 59).
.
104 1 Ll CUSE OOMlNAN"l'E EN Ll AllGENl!N.\ MOOERN.\ CLASE OOM!N.\N"l'E, COl\lEl\C!O Y FINANZAS 1 105
A su turno, la importancia de esas otras actividades, potencia- resultados provisorios que indican que los ingresos generados por
das por los recursos que se obtenían del agro, impulsaba a usar aún la producción cerealera fueron comparativamente pequeños hasta
más a fondo Ja posibilidad de deslindar la propiedad de la tierra fines del siglo pasado para crecer prodigiosamente en la primera
de su explotación directa. década del siglo actual. Es posible, entonces, que hasta alrededor de
La interacción de estos efectos tenia grandes consecuencias so- 1900 la expansión de la agricultura no haya contribuido demasiado
bre el credmiento del conjunto de la economía argentina y sobre la a la formación de capital generado por beneficios de explotación.
expansión del propio sector agropecuario. Lo cual demuestra la necesidad de estimar más cuidadosamente el
Desde el punto de vista de la economía en su conjunto, nuestro proceso de capitalización agrícola, analizando los posibles flujos de
¡i razonamiento se basa en el supuesto de que los excedentes genera- capital que eventualmente se establecieron con la actividad gana-
dos por la producción agropecuaria resultaban sensiblemente supe- dera y el resto de la economía. Dentro de este análisis cobra parti-
riores a los exigidos para asegurar su propio y rápido crecimiento. cular importancia Ja valorización de las tierras induqida por la ex·
Por consiguiente, la presencia de un grupo social que pudiera captar pansión agrícola y ganadera ya que, junto con el crecimientq de
una parte considerable de ese excedente y volcarlo para financiar su producción, constituyó el eje inicial para la captación de recursos
y promover la expansión de otras actividades económicas -justa- financieros.
mente a través de los canales comerciales y financieros que estaban En efecto, en torno de la tierra se formó un sistema de crédito
bajo· su control- habria permitido acelerar apreciablemente el ere· hipotecario que habría de constituir durante muchos años la piedra
cimiento global de la economía· argentina. En este proceso, prácti- angular del mercat~o financiero privado en el país. Básicamente, es-
camente corporizando en su seno un mercado casi perfecto de capi- te sistema permitirla aprovechar la valorización de las tierras trans-
tales, la clase dominante estaba en condiciones de obtener los ma- formándolas en una disponibilidad de dinero sin perder la propie-
yores beneficios y de fortalecer cac!a vez más su dominación -por dad. Esta posibilidad se usufrnctuó al máximo mecfüillte un meca-
su posición clave pura fomentar y aprovechar la expansión económi- nismo peculiar, el de las cédulas hipotecarias, por el cual se pudie-
ca del país-. ron canalizar considerables fondos extemos, facilitando una serie de
El papel excerJcionalmente activo y dinámico que así habría manejos que aun cien años cléspués no dejaron de ser habituales
desempeüado la clase dominante para acelerar el crecimiento y en Argentina.
. cambio de la economía y la transformación consiguiente de la socie- La relevancia y continuidad de este fenómeno justifican trans-
dad le otorgaría en ese momento el carácter de "portadora de la cribir in extenso la descripción proporcionada por Ferns:
historia", que expljca su hegemonía en el pensamiento P1arxista.
La importancia del punto nos condujo a iniciar una tarea empí- "En 1872 el Gobierno <le la provincia de Buenos
rica a fin de estimar la.s inversiones requeridas por el crecimiento Aires organizó el Banco Hipotecario Provincial.
del agro, los ingresos que generaba su explotación y la distribución Esle banco eslaba aulorizatlo para prestar dine-
de estos ingresos entre los diversos grupos sociales participantes. ro h;íst'a' la mitad del valor de la tierra ofrecida
Tal labor, que se ccmjuga con otra destinada a reconstruir las redes como fianza. El sistema de préstamos era bas-
de vinculaciones sociales y económicas a fin de vislumbrar los canales tante cumvlicado y aquí se impone alguna expli-
por los que fluían los capitales hacia y desde el sector agropecua· cación para comrirender de qué manera el llaneo
rio, fue ernpremlida para tratar de cubrir la falta de iniormación Hipotecario se convirtió en un canal a través del
al respecto.io Aunque aún está en curso, hemos obtenido algunos cual fluía capital extranjero a la economía argen-
tina.
10 No podemos dejar de señalar la significativa ausencia de iníormaciun El Banco Hipotecario no iirestaba directamente
sobre eslos temas. Si bien hay un acuerdo universal en que la Argéntina moder· dinero. Entregaba al prestatario cédulas. En es-
na se orlg\nó gracias al desarrollo de la producción agropecuaria, no e:d.slen
estudios en los que ;;e haya intentado estimar, siquiera apro:x:imadamenle, en tas cédulas se fijaba una tasa <le interés y los
cuánto contribuyó el agro pampeano a la formación global de capital hasta 1900 plazos de vencimiento comunes a la serie en que
(año en el que comleni.an las serles elaboradas por la CEPAL), ni, menos aún,
cuál fue la )Jartícipación de los dLstintos grupos sociales involucrados en ese la cédula se hallia emitido. La cantidad total de
procesp. La r<:con5trucción de las redes de relaciones entre actividades comer·
ciales, financieras, ag1opecuarias, lnduslriales y urbanas que eslán realizando
Juan Carlos Korol y ll-üríam Trumper, con el apoyo de un subsidio otorgado mulación en el momento en que ulcunzó su mayor magnitud dentro del pa!s.
' por CLACSO, suminlstr:i.ni dalos para indngar la /i.siologia del proceso de acu- [Este texto so presenta mtl.s ndclante. N. del E]
·12.:l.-
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J:Q6 1 LA CLASE DOMINANn; F.N U ARGF.NTINA MODERNA CLAS1t IXlMINANTJ!:, COMXRCIO T YINANZAS 1 107
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una serie y todos los plazos reCcrentcs a ella eran demasiado bien lo que ello significaba. y que los
de conocimiento público. La cédula representa- extranjeros no lo conocieran de modo suficiente.
ba una promesa del Banco Hipotecario de pagar Sin embargo, antes de 1875 no aparecieron eri.
los intereses y el capital establecidos en la cédu- el mercado inglés y no seria exacto caracterizar-
in. De mnnera que el banco era el deudor general las como un canal de la afluencia de capitale8
de los poseedores de cédulas. Y el banco era a su británicos a las actividades ganaderas y a la cons-
vez acreedor de las personas que daban en pren· trucción urbana en este primer periódo ... "
da su propiedad a cambio de las cédulas. El pres· " ... Desgraciadamente, la naturaleza. mfsrru..
tatario, después de lmber recibido las cédulas, las de la cédula como instrumento para tomar en
vendía en el mercado libre y lo que obtenía de , préstamo y prestar dinero no permite estimar
fa. venta representaba el monto del préstamo ob· · la cantidad prestada o Ja cantidad tomada en
tenido. El prestatario tenía la obligación de pagar préstamo (en el extranjero) y además hace di·
al banco el capital y los intereses establecidos fÍCiJ estab]e(',er CÓmO SC emp1 '!&rOJ1 eb. verdad
en su acuerdo con el banco, y podía pagarlos, ya los fondos. El dueño de una propiedad rural que
en dinero nacional, ya en cédulas; se emitieron obtenía cédulas con un valor dr.claradó de, diga,.
cédulas png-adcras en oro, pero representaban mos, 100.000 pesos papel y un interés del 8 %,
sólo una pequeña proporción del total. Las cédu· podía venderlas. . . en Londres a 75, en setiembre
las podían asegurarse con cualquier tipo de bie· de 1886, cuando el oro estaba a un cambio de
nes raíces y se podían obtener préstamos sobre sólo 10 %. Habría obtenido $ 67.500 ($ 100.000
propiedades de la ciudad o sobre campos. vendidos a 75 = $ 75.000 menos 10 % para pasar
Es fácil ver hasta qué punto este tipo de título a pesos oro = $ 67 .500 oro) o sea 13.500 libras
se prestaba al abuso, inciL'lba a fa especuladón y esterlinas, menos Jos honorarios de corretaje ...
promovía la inflación. Una vez que estuvo en cir- Menos de cinco años después, como resultado de ,,
culación un gran número de cédulas, las venta- la depreciación del peso papel, nuestro propietar
jas de un papel sujeto a la inf1ación 1fueron muy río habría vendido lana en libras esterlinas 1 11.n-:
grandes para las clases prestatarias y en la Ar- bría comprado 100.000 pesos papel por unas 6.io·o
gentina los intereses n1rales, es decir, los intere- libras o, mejor aún, podría bahe.r comprado cé-
ses prestatarios, eran todopoderosos dentro de dulas a 35 y ofrecerlas al Banco Hipote<",ario para
los círculos políticos. Los préstamos permitieron saldar su deuda."
a los prestatarios adqujrir más tierras para ofre- "De manera que alguien sufría una grave
cer como fianzas de más deudas. Las nuevas ad- pérdida, y no era por cierto el prestata.ri<i argen·
quisiciones de tierras hicieron subir los precios tino ... " ,
de éstas, y, a medida que el valor de las tierras "Es muy difícil calcular ern.nto ainero bri~
aumentaba, incrementaba automáticamente la nico afluyó a la. Argentina. por 'vía ele las cédulJl.S.
capacidad de los propietarios para adquirir nue- Má.s difícil aún es conjeturar qué p~·oporción de
vas
1
deudas. Probablemente nunca se inventó un ese dinero sirvió para iina.nciar In. producción
instnimento de especulación inflacionista más :igricola y ganadera. El secretario comercial de
eficaz que la cédula. Cuando se acercaba el mo- la Legación británica en Buenos Aires, Artbur
mento del vencimiento de los préstamos, los Herbert, rijó en Ja cirra de 28.625.745 el valor to-
prestatarios tenían las más poderosas razones pa· tal en libras de !ns cédulas emitidas por los
rn hacer bajar el precio de las cédulas, a fin de Bancos Hipotecarios de Ja Argenllna al terminar
poder adquirirlas a bajo precio y satisfacer con el año 1892. Salvo para indicar que esta inversión
ellas los pagos al banco. Lo curioso de estas cédu- era varias veces mayor que las necesarias, diga-
las es el hecho ele que fluyeron al exterior. Lo , mos, en plantas destinadas a elaborar carne, y,
más probable es que los argentinos conocieran por mucho, más pequeña que las inv~rsiones en
1
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1JQ 1 LA CLASE OOM!NANTI! F.N LA AílGF.NTtNA MODERNA CLASF. DOMINANI'F., COMF.ílCIO Y FINANZAS 1 111
b) por su evolución y características, la clase dominante llega- " ... Uno puede vislumbrar que esa gran cantidad
ría a poseer una gran unidad como tal. Dicho de otro modo, de proyectos, de demoliciones, de construcciones,
~la clase estaría muy poco fraccionada internamente, a dife- dr. ampliaciones, de cambios, agitari intereses
rencia de lo que hubiese ocurrido si distintos subgrupos se encontrados y ambiciones en pugna. (l'odo eso se
hubieran implantado y controlaran preferentemente activi- mueve, bulle, hierve, trepida, hormiguea y se de-.
dades económicas distintas (industriales, agrícolas, ganade- bate en los círculos, en las oficinas de negocios,
ras, etc.), circunstancia que habría sido susceptible de ge- en los bancos, en las administraciones. Súmele
nerar conflictos o contradicciones de Intereses entre esas además los negocios del Estado, mucho más eoq·
distintas fracciones que así habrían terminado por definirse; siclerables, y Jos negocios privados, infinitos, y
c) sería precisamente el control del comercio y las finanzas el comprenderá que nada es menos parecido a Ja
que, al abrir un conjunto de oportunidades y otorgar una actividad de una vie.ia ciudad europea, en Ja que
alta flexibilidad, le habría permitido Implantarse simultánea- tocio está organi7.ado de antemano, delimita.do,
mente en una amplia serle de actividades productivas y previsto, establecido, que esta actividad argenti:
especulativas (desde la producción agropecuaria hasta la in- na que sin cesar elabora, cica, imp'rovisa y reco-
dustrial, pasando por la provisión de servicios, la cooperadón mienza."
en la construcción de in1raestructura, la especulación urba- "Ahí está una elite de hombres, entre el Jockey
na y rural, etc.); Club y el C..1ub del Progreso, entre F1orida y la
d) Ja presencia y forma de actuar de la clase dominante llevó Plaza de Mayo, radiándose hacia f.oclos Jos cen·
a difundir, en todos los grupos propietarios, pautas de com· tros de la actividad nacional, como un Argos de
portamiento que estimulaban a los empresarios n diversifi· cien ojos y un Briareo de cien brazos. Esta elite
car sus activ!Cindes en distintos sectores económicos y n pro- tiene Jos ojos puestos sohrr las buenas ocasiones
ceder de manera flexible para ajustarlas entre s!. Recíproca- de compra y venta de tierras, los datos confidcn·
mente, al actuar de este modo, favorecían tendencias a pro· ciales de la Bolsa y los precios que le llegan. Ella
voear una alta concentración económica en rnanos de la cla·. conoce las grandes empresas que se van a crear,
1
se dominante, que constituía un núcleo reducido de ese con· las concesiones forestales que restan por ot.orgar,
junto. Jos proyc.ctos de construcciones de fáhricas, de
El conjunto de los grupos propietarios presentaría un grado molinos, los ingenios, las concesiones de ferroca-
relativamente bajo en dlferenclación Interna en términos de rriles, de puertos, los contratos proyectados para
comportamiento y de implantación multisectorial y, al mis· proveer maquinarias y herramientas, las grandes
mo tiempo, una fuerte estratificación en términos de rique- obras públicas a emprender."
za "y poder. Pero estas caracterfstlcns serían de índole estruc- "Esta elite sabe todo eso y cuenta con Jos inedios
tural, y no implicarían en absoluto que cada individuo per- más seguros - y a veces los más ocultos y torci-
maneciera establemente en un mismo estrato: por el contra- dos- para adelantarse a los competido;-es, bajo
rio, las mismas condiciones enunciadas habrían permitido el ojo vigilante del capitalismo inglés y del capi-
que se produjera cierta movilidad vertical y que ocurrieran talismo belga que han dejado :\irás al capitalis-
reemplazos y sustituciones dentro del vértice en el que se ' mo (rancés." (Huret, 1911, pp. 36, y ss.).
ubicaba la clase dominante.
Dejando de lado Jo expresivo de Ja cita, deseamos señalar que la
La enunciación abstracta y condicional ele la hipótesis despoja formulación de esta hipótesis nos llevó a iniciar --corno ya comen-
al fenómeno del carácter vivo y movedizo que tuvo. A fin de resca- táramos- w1 trabajo empírico destinado a reconstruir la red de
tar para el lector un pequciio Indicio ele cómo se manifestaba en Ja relaciones sociales y económicas que sustentaría a la clase dorrú·
época, vearnos la sensación que proc\ujo en un visitante extranjero nante. La tarea está en curso y por el momento sólo contarnos con
hacia 1910, Jules Huret, la actividad febril que reinaba en el país y resultados parcialf:S. Dentro de ellos nos han parecido interesantes
el papel que cabía a lo que acabamos de definir corno clase domi- ciertas his' Jria.s 'de ·ida que recogimos sintéticamente e incluimos
nante: a título de ejemplo en una sección aparte.
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108 1 LA CLASE DOMINANTE EN LA ARGENTINA ll.IODERNA CLAS!:: DOMINANTE, COMERCIO Y FINANZAS 1 109
ferrocarriles, esta cifra no tiene ninguna utilidad Finalmente, el crecimiento de la producción agropecuaria pam,
. práctica. El propio Herbert creía que en .1890 la peana proporcionó también otro medio indirecto pero considerable
cantidad (colocada en el mercado británico) era para obtener recursos financieros: los créditos comerciales otorga-
de 4.500.000 libras menos que la de aquel total. .. dos a los importadores de bienes para el agro. La formidable ex-
pero, a. pesar de esto, la cantidad de libras que pansión de las explotaciones agrícolas y ganaderas requería la pro-
entraba. en la Argentina por la venta. de cédulas visión de una variada gama de materiales en cantidades impresio-
en Londres excedía casi con seguridad la cifra nantes (alambres, chapas, utensilios diversos, herramientas y ma-
de Herbert, calculada sobre una cotización del quinarias de toda clase). Una de las razones por las que los fabrican-
oro a 400 ... " ( Ferns, 1966, pp. 370 y ss. y 420 tes y proveedores británicos tuvieron tanto éxito para. capturar el
y ss.)." mercado argentino residió en el crédito otorgado a los comerciantes
locales (que a menudo, pero no siempre, eran inglese~. 'Esta prác-
El mercado hipotecario fue indudablemente el más importante tica, que luego seguirían los alemanes y norteaméricanos en menor
pero no el único instrumento que el agro pampeano aportó para medida, tenia crucial importancia al proporcionar una apreciable
captar recursos financieros. El ganado también significó un recurso masa de capital de giro en una plaza tan necesitada de dinero cOng.')
para obtenerlos, aunque no dispongamos de datos para evaluar su la argentina (Huret, 1913, p. 458).
importancia. La posesión de vacunos implicaba disponer de un ca- En suma, tanto directa como indirectamente, el agra¡ ·pampeano
pital· "semilíquido", susceptible de ser realizado en cualquier mo- cumplió un papel fundamental para proveer una voluminosa canti-
mento en que se requirie~e dinero o, mejor aún, garantía indiscu- dad de dinero líquido a un país y a un grupo social que pocas
tible parít obtener préstamos bancarios personales. Al respecto, un décadas antes carecían casi por completo de este recurso. Ferns se
fenómeno que no siempre es percibido con la atención que merece pregunta qué es lo que se hizo con él, suponiendo que en parte
es la fuerte valorización del stock ganadero que, con altibajos, se había servido para financiar el desarrollo agropecuario y en parte se
produce desde mediados del siglo XIX. Porque la incorporación de habí!f destinado a consumo suntuario y ostentoso. Pero tant~ el
la Argentina al mercado mundia\ no sólo acarreó la valorización comportamiento altamente racional (racional, a veces, hasta el llmi·
de \a tierra (por obra de la renta diferencial a escala internacional) te de la inmoralidad) de quienes serían sus principales depositarios,
sino también de las ovejas y las vacas que pastaban en ella. En t!l como la multiplicación de actividades y negocios en una economía
cuadro III se señala que, de acuerdo a los datos censales, el valor que crecía vertiginosamente, no sugieren que el uso que· se le dio
del stock ganadero vacuno en la provincia de Buenos Aires creció fuera poco productivo sino 1m\s bien lo contrario. En todo caso, a
casi un trescientos por ciento entre 1895 y 1908 y volvió a crecer nuestro juicio, creó un poderoso punto de partida para quienes
en un 230 % entre 1908 y 1914. Del mismo modo que el aumento del podían utilizarlo con una actitud alerta, combinada con un enfoque
precio de la tierra, el del ganado contribuyó tanto al crecimiento comercial y financiero, proporcionando una base sólida a una clase
del capital local como a la disponibilidad de un mecanismo de fi- dominante organizada alrededor de esas actividades.
nanciamie.nto de grandes dimensiones.
· 11 Conviene, no obstante, tratar de hacerse una idea de lo que slgnl!ica esa 5. Caracterización de la clase dominante
, su,ma en términos actuales. Aun cuando la comparación es riesgosa, puede sos·
· tenerse que _hoy equivaldría a una entrada de capital en el orderi de magnitud
de varios nullones de dólares. Un tnont.o de 25 millones de libras era Igual a Los argumentos y razonamientos que fuimos desarrollando nos per-
125 millones de dólares. de hace cleó años, cifra que habrla que multlpllcar por miten proponer, como hipótesis alternativa a la idea de una burgue-
un !actor importante --Oigamos entre 7 y 9-- para llevarla a valores presentes.
Por otro lado se puede estimar la magnitud del Impacto sobre la economía sía u oligarquía terrateniente, la siguiente caracterización de la clase
de la Argentina de entonces pensando que su poblach.ln era unas siete veces dominante que se habría formado y consolidado en la Argentina
menor a la actual. Una manera alternativa de calcular la equlvalencla es con durante el último tercio del siglo XIX:
respecto al valor de las exportaciones. Según los datos aportados por el rrili;mo
Ferns, el valor promedio anual de lu.s exportaciones tolales de la Argentina
durante la década de 1880 fue de poco más de 15 millones de libras esterlinas a) Es la clase, si bien poseía buena parte de la tierra, actuaba
alcanzando tu1 pico máximo de 24,5 millones en 1889. La comparación con l~
exportaciones actuales nos da nuevamente un valor en el orden de lós varios en una variada gama de actividades y su principal base de
miles de millones de dólares, aun sin contar que el grado de apertura de la poder económico-social residía, sobre lodo, en el control del
eeonom!a argentlrui. de ent.onces era muy superior al de hoy·-, . comercio y las finanzas;
' ..
11~ 1 L\ CLASE, IJ(jMINANTE EN U. AltGENTINA MODEllNA· CU.SE OOMIN.\NTE, COMERCIO Y P!NANZAS 1 113
Desde w1 punto de vista más general vale la pena anotar cómo gional) de los grupos empresarios que se formaron en Argentina
algunas empresas, sociedades o aun nticleos de relaciones que he- --,.respecto de los que surgieran en los Estados Unidos- habría sido
mos observado y consideramos típicas de la clase dominante presen- lo que condujo simultáneamente a acelerar la concentración por un
tan, en su forma de ·estructurarse y funcionar, singulares parecidos l; lado Y a quitar base social a las demandas para frenarla por otro.
1
con los grandes "conglomerados" que emergieron en el mundo du-
1
rante las últimas décadas. Con magnitud mucho más pequeña, los •¡
1
grupos que se formaron y operaron en A.:gentina {Bunge y Born,
Tornquist, Devoto, Mihanovich, etc.) tuvieron comportamientos y
una implantación multisectorial semejante a la de estas enormes
compañías que hoy tienen influencia decisiva en los negocios mun·
diales.
Lo curioso, sin embargo, no es tanto la temprana aparición en
Argentina de este tipo de formaciones económicas, ya que responde
a una tendencia a la concentración ajustada a características gené-
ricas de una economia capitalista. Más bien la incógnita reside en la
au$encia de presioues o restricciones sociales y políticas que frena-
ran O· reta:l"daran estas tendencias en Argentina, tal como ocurrió en
otros países sujetos a una rápida expansión del capitalismo en la
misma época. Es claro que en el país no exist.ían, como en Francia,
Inglaterra o Alemania, antiguas estructuras sociales y económicas
que a menudo eutorpecieron los proceso_s de concentración. Pero
ta.mpoco en los Estados Unidos se presentaban esas barreras y, sin
embargo, surgieron importantes presiones sociales para que el go-
bierno interviniera controlando y restringiendo distintas formas de
..
concentración económica o, siquiera, sus efectos. En ese país, por
ejemplo, se llegó a la sanción de la ley de Comercio Interestadual
en 1887 y de la ley Sherman Antitrust en 1890; a los ~1,i\cios iniciados
contra grandes compañías a instancias del presidente Theodore
Roosevelt y a varias sentencias de la Suprema Corte de Justicia
\
-entre las que se destaca la dictada en 1911 ordenando la disolu-
ción de un gn1po de grandes sociedades entre las que se contaba la
Standard Oíl-; a las investigaciones emprendidas por el Congreso
sobre la concentración de la moneda y el crédilo en 1913, etc. (Ver
Galbraith, 1957, cap. 5 y Cochran, 1968, cap. IV).
Independientemente del éxito relativo que tuvieron esos inten-
tos en los Estados Unidos, su mera existencia y la importancia que
adquirieron en el ámbilo político y económico nacional, contrasta
con la ausencia de demandas sociales y políticas semejantes en la
Argentina donde, de acuerdo con las ideas que planteamos, se ha·
bría producido una concentración económica muy importante. A
nuestro juicio, las diferencias en la estruc:tura social que se canfor-
, mó en uno y otro país explican la presencia o ausencia de presiones
soc.iales y políticas contra la concentración económica. Más prccisa-
menle, la mayor unidad (o menor fraccioriamiento sectorial y re-
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