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CREDO TOLTECA

“Ka sa sen teotl itoka Ketsalkoatl.

Atle kineki. San koatl san papalotl

Inankimakaske inishpan ankimiktiske”.

“Sólo hay una Deidad,

Serpiente Emplumada es su nombre.

Nada pide. Sólo serpientes y mariposas,

eso le ofreceréis y le sacrificaréis”.

El Rosario tolteca
El Rosario tolteca

Por Frank Díaz

La tradición de recitar frases o palabras sagradas con la ayuda de un rosario está difundida entre las principales
religiones del mundo. Probablemente, los inventores de este implemento fueron los hindúes. Desde tiempos
inmemoriales, aparece en la India el collar sagrado, llamado Japamalam, “rueda de invocaciones”, en relación con
Brahma, el dios creador. El rosario hindú se compone de 108 cuentas rematadas por un cono que representa la
montaña donde, según el mito, ocurrió la creación del ser humano. También existen variantes de 27 y 54 cuentas.

Los budistas transformaron el rosario hindú en el atributo de Avalokiteshvara, el Buda de la compasión. Los
misioneros de esta fe lo llevaron a China, Japón y la Europa oriental, donde fue conocido y adoptado por los griegos
y romanos, primero, y más tarde por los musulmanes.

El rosario musulmán tiene 99 cuentas que representan los nombres externos de Dios; se omite el nombre número
100, porque es oculto. Los turcos suelen dividir esta cantidad en tres bloques dedicados a los tres aspectos de la
Deidad: “el alabado”, “el glorioso” y “el grande”.

Se ignora qué origen tiene el rosario cristiano pero, probablemente, fue tomado de los romanos. Hay evidencia de
que ya era empleado en el siglo VIII después de Cristo por los devotos iletrados, para ayudarse a recordar los
salmos de la Biblia. A fines del siglo XII, el monje católico Pedro el Ermitaño enarboló el rosario en su lucha contra
los cristianos albigenses, quienes se oponían al poder de Roma. Poco después, Domingo de Guzmán, fundador de
la orden de los dominicos, reconoció el potencial meditativo de las letanías del rosario musulmán e instituyó el Santo
Rosario cristiano, afirmando que la propia Virgen María se lo había enseñado. En su versión más común, este
rosario se compone de 50 cuentas organizadas en grupos de 10, pero también los hay de 150. Su nombre es
metafórico, pues los rezos son comparados con guirnaldas de rosas ofrecidas a la Virgen.

El rosario tolteca
Los antiguos mexicanos también conocieron el rosario y lo usaron en forma similar a los demás pueblos, según
atestiguaron los cronistas europeos. Por ejemplo, el padre Francisco Hernández asegura: “Ellos usaban en sus
rezos unas cuentas como las nuestras, que llamaban Tzoactli, lo cual quiere decir en su lengua pobrecillo.”
(Antigüedades de los indios)

El nombre Tsoaktli significa literalmente semilla arrugada, pues las cuentas por lo general se confeccionaban con
este material (aunque también había rosarios de materiales nobles, como el jade y el oro). Otro nombre que le daban
era Tlakopatli, canutillos. Al acto de repasar las cuentas le decían Soso, repetición.

El rosario era un símbolo distintivo de los monjes toltecas, según podemos ver en diversos códices y monumentos.
Un texto sagrado maya afirma que se relacionaba con la iniciación de los monjes en los misterios sagrados: “Así es
el len guaje de los misterios: le dice (el maestro al aprendiz): Hijo mío, si eres un hombre verdadero, busca las
cuentecillas verdes con que oras. Las cuentas que así le pide son las piedras del collar precioso.” (Chilam Balam de
Chumayel, Lenguaje de Zuyua)

La importancia que le daban los mesoamericanos a este objeto era tal, que incluso podía representar a la persona
en las ceremonias, según observó el padre Sahagún: “(Ellos usaban) unas cuentas de palo que llamaban Tlacopatli.
(Cuando el joven novicio abandonaba el monasterio) le quitaban las cuentas y las dejaban en el monasterio, porque
decían que el espíritu del muchacho estaba unido a las cuentas, y el mismo espíritu hacía los servicios de penitencia
por él.” (Historia General III)

Los monjes de Anawak solían transportar sus rosarios en unas bolsas llamadas Shikipilli, donde también llevaban
motas de algodón, espinas y otros implementos rituales. Es posible que las bolsas sirvieran para introducir la mano y
pasar las cuentas mientras iban de camino.

Su estructura y forma de uso

El rosario tolteca se fabricaba con cualquier semilla o piedra semipreciosa que tuviera un tamaño apropiado para
pasar entre los dedos, es decir, ni muy grande ni muy chica. Las cuentas formaban grupos alternos de 9 y 13 (los
números clave del calendario mesoamericano), tal como vemos en la imagen de un vaso maya, donde el dios
anciano Creador del Universo se asoma por el caracol que le sirve de casa y cuenta los ciclos de tiempo. Había
rosarios cortos y largos, pero sus cuentas siempre eran múltiplos de 9 y 13. Con frecuencia, las cuentas estaban
coronadas por una mayor, que servía de punto de partida y conclusión.

Una vez fabricado el collar, se dedicaba en un rito de consagración, sahumándolo con copal y rociándolo con Teoatl,
“agua sagrada”. También, era costumbre que los practicantes le prometieran algún voto, como, por ejemplo, dejar de
comer carne durante una veintena. Un modo muy bonito de consagrar los collares, era sometiéndolos a un baño
ritual de temascal.

Se podía practicar tanto con la mano izquierda como con la derecha, ya fuera con el collar en la mano o
directamente colgado del cuello. La mano se colocaba entre el vientre y la garganta, nunca por debajo del ombligo.
Las cuentas se suspendían sobre el dedo medio y se halaban con el pulgar, tal como vemos en esta imagen. Los
dedos medio y anular se contraían, en tanto el índice y el meñique quedaban algo estirados, formando un gesto de
gran importancia simbólica, pues significa que el meditante ha quedado reducido a nada, controlando su cuerpo,
mente, ego e inclinaciones animales, a fin de fundirse con la divinidad.

Las cuentas se rotaban en una sola dirección, de forma ininterrumpida. Se podía hacer una rotación o muchas, pero
siempre en números enteros, es decir, no era correcto dejar el rosario a la mitad.

El ejercicio se realizaba en una postura meditativa, ya fuese sentado o de pie, con la espalda recta, en un estado de
profunda concentración, aplicando toda la atención, tanto al acto de pasar las cuentas como de pronunciar las
oraciones.

Se podían recitar oraciones completas, frases, palabras e incluso sonidos aislados, ya fuese en voz alta, baja, o de
manera mental. En el caso de recitarse palabras con un significado, el devoto debía meditar en este, “saboreándolo”,
por decirlo así, hasta captar su esencia espiritual.

Propósitos de la práctica

El rosario tolteca servía para cuatro propósitos principales: como recurso mnemotécnico, para propiciar la
meditación, como ofrenda ritual y como canal psicológico. Veamos cada uno de estos:

1. El uso mnemotécnico se basaba en el hecho de que las cuentas ayudan a fijar en la memoria las expresiones o
rezos. Esto era importante en el México antiguo, porque, con frecuencia, la literatura sagrada no se escribía, sino
que había que memorizarla.

2. Para entender el uso meditativo del rosario, hay que practicar la meditación. Este es un ejercicio de desarrollo de
la conciencia que comienza con una postura correcta y una respiración calmada. Luego, concentramos la mente, ya
sea visualizando una imagen, escuchando música o pronunciando frases. El rosario puede ser de gran ayuda en
este punto, porque combina la verbalización con los sentidos del tacto y el ritmo, contribuyendo a que la mente no se
disperse. Una vez que estamos concentrados, hay que suspender el rosario y permanecer en silencio mental.

3. La práctica del rosario como ofrenda tenía que ver con las creencias de los anahuacas, según los cuales, el
mundo fue producto del sacrificio de la Serpiente Emplumada. Un modo de devolverle toda la atención que nos ha
prestado, consistía en memorizar sus nombres y atributos con la ayuda del collar. Este sentido quedó recogido en
una imagen de una estela maya, donde vemos que, de la mano del practicante, sale la vírgula de la palabra
orientada hacia arriba, lo cual significa “oración de gracias”.

4. Por último, esta práctica tenía un sentido psicológico, pues servía para anclar los buenos deseos y estados de
conciencia, y para canalizar las tensiones.

Después de una gran cantidad de letanías, se establecía un fuerte vínculo afectivo y energético entre el devoto y su
rosario, que se transformaba, de ese modo, en un “objeto de poder”, es decir, algo capaz de convocar un elevado
estado de atención. En adelante, de solo tocarlo, la mente entraba en un estado de concentración y silencio.

Su simbolismo

El rosario tolteca se componía de dos partes que podemos llamar Nagual o “interna” y Tonal o “externa”. El lado
nagual era el Mekatl, hilo. Simbolizaba lo continuo, lo invisible, la esencia, el alma o, mejor dicho, el potencial de
realización que todos poseemos. Filosóficamente, representaba la unidad subyacente a todas las cosas, cuyo
nombre era Senteotl, unidad divina. Por lo tanto, al pasar el rosario, el practicante usaba el hilo como guía para
reunificar su limitada experiencia humana con el ilimitado océano de la Conciencia Cósmica.

El lado tonal eran las cuentas. Representaban lo discontinuo, la apariencia, lo que se puede contar y manipular, es
decir, la forma humana. También estaban simbolizadas por Senteotl, pues otra traducción de este nombre es divina
semilla. Naturalmente, las semillas aludían al poder germinador o creador de la Serpiente Emplumada. Repasar el
collar era un acto equivalente a sembrar, a producir vida; por ello, en el arte mesoamericano se mezclan las
imágenes del practicante y el sembrador.

Pero el simbolismo era más profundo pues, en nawatl, el concepto de brotar o reverdecer se dice Shoshou’ki,
término que también significa libertad. De manera que, al repasar las cuentas, el devoto proyectaba hacia lo alto su
intento de ser libre, que es el fin de la práctica tolteca.

Otro aspecto a considerar, es que la secuencia de las cuentas sugiere un proceso gradual, evolutivo, lo cual se
confirma por el nombre nawatl de la cuenta, Shiwitl, que también significa ciclo. Por ello, las cuentas se distribuían
en grupos de 9 y 13, números que representaban diversos ciclos calendáricos de gran importancia.

La práctica de los 9 y 13 Señores

El rosario tolteca se podía usar de diversas maneras, según quedó registrado en los documentos. Las principales
eran las siguientes:

1. La práctica matutina.

La forma más común de saludar a la Divinidad al levantarse en la mañana o al acostarse en la noche, era repasando
los 9 y 13 nombres o atributos divinos. Aparece descrita en los siguiente textos mayas: “Nueve dioses, trece dioses,
así voy contando alternativamente, así voy repasando mis cuentas.” (Chilam Balam de Tuzik) “Yo invoco a los nueve
divinos y a los trece divinos, en ese orden. Así es como cuento y repaso mis cuentecillas’.” (Chilam Balam de
Chumayel, Lenguaje de Zuyua)

Los Yowakteku’tli, nueve señores de la noche, eran los aspectos de la Serpiente Emplumada encargados de
propiciar el crecimiento de los cuerpos. Se les invocaba para propiciar buena salud, prosperidad material, y positivas
relaciones familiares y sociales. La idea no era pedirle estos beneficios a la Deidad, sino concentrarse en ellos,
incorporando su estado de conciencia mediante el uso de la voluntad. Los nombres de estos Señores eran:

•Shiu’teku’tli, señor del fuego


•Itstli, cuchillo de obsidiana
•Piltsinteku’tli, niño señor
•Senteotl, divina unidad
•Miktlanteku’tli, señor de los muertos
•Chalchiu’teku’tli, señor precioso
•Tlasolteotl, divina inmundicia
•Tepeyollotl, corazón de la montaña
•Tlalok, sobre la tierra
Por otra parte, al repasar las cuentas dedicadas a los Tonalteku’tli, trece señores del día, el devoto se predisponía
para el despliegue de la conciencia y el manejo de los estados no ordinarios de conciencia, tales como el sueño, la
meditación y la muerte. Los nombres de estos Señores eran:

•Shiu’teku’tli, señor del fuego


•Tlalteku’tli, señor de la tierra
•Chalchiu’teku’tli, señor de los jades
•Tonatiu’, sol
•Tlasolteotl, divina inmundicia
•Miktlanteku’tli, señor de los muertos
•Shochipilli, príncipe de las flores
•Tlalok, sobre la tierra
•Ketsalkoatl, serpiente emplumada
•Teskatlipoka, humo del espejo
•Yowalteku’tli, señor de la noche
•Tlawiskalpanteku’tli, señor de la aurora
•Sitlalinikue, falda de estrellas
2. La práctica del Tonalpowalli.

Otra forma de usar el rosario, consistía en ajustar los rezos a los ciclos del año sagrado mesoamericano, llamado
Tonalpowalli, cuenta de los tonales. Quedó descrita en el siguiente texto maya: “Le pregunta (el sacerdote al
aprendiz): ¿Cuánto tiempo oras? (El aprendiz) deberá responder: Padre: yo oro en el primer día (de la veintena) y
también en el décimo. Le pregunta de nuevo: ¿En qué otros días alzas tu oración? Oh, padre: elevo mi oración en el
noveno día (de la trecena) y también en el decimotercero.” (Chilam Balam de Chumayel, Lenguaje de Zuyua)

La razón de usar estos días en particular, dentro de los ciclos calendáricos de la veintena y la trecena, era que se
consideraban auspiciosos para comulgar con los poderes del cielo y de la tierra.

3. La práctica progresiva.

Esta técnica también estaba relacionada con el Tonalpowalli o año sagrado. Consistía en ir aumentando el número
de rezos a medida que pasaban los días de la novena y la trecena. He aquí su descripción: “Oh padre: yo hago un
solo rezo el primer día, y conforme rezo cada día, voy añadiendo (una) a mis oraciones, hasta el noveno y el
decimotercer día.” (Chilam Balam de Tuzik)

Tales progresiones paralelas de 9 y 13 días se empataban a los 117 días, una duración que, no por casualidad, es el
número de días que los mesoamericanos le atribuían al año sinódico del planeta Mercurio, quien era el “mensajero”
celeste e intercesor ante la Serpiente Emplumada.

4. La recitación del año.

Otra forma de disponer el rosario, que también tiene un origen calendárico, consiste en repasar 17 trecenas
intercaladas con 16 novenas, a fin de completar la duración del año civil (365 días). Según se colige de diversas
descripciones de los cronistas, para contar el número de invocaciones, los antiguos colocaban un puñado de granos
de maíz e iban quitando uno por cada novena y cada trecena que rezaban.
NEPOHUALTZINTZIN: KIPOTL DIALECTICA DEL
PENSAMIENTO

El KIPOTL o Rosario Tolteca fue conocido y usado en forma similar a todas las grandes
religiones del mundo: India, China, Japón, Turco-Árabe y los Cristianos occidentales,
según vieron los cronistas europeos, Francisco Hernández dice: “Ellos, usaban en rezos
(plegarias) unas Cuentas (KIPOTL) como las nuestras, que llaman TZOACTLI, lo cual
quiere decir en su lengua; pobrecillo”. Antigüedades de los Indios.

TZOACTLI significa literalmente; “semilla arrugada”, pues las altas Cuentas (KIPOTL)
por lo general se confeccionaban con este material (aunque los Rosarios Toltecas se hacia
de; Jade y Oro). Otro nombre que se le daba era TLACOPATLI, canutillos. Al acto de la
repetición con apoyo del Rosario de Cuentas le decían; ZOZO; Repite.

El KIPOTL o Rosario Tolteca era uno de sus distintivos, según podemos apreciar en
códices y monumentos arqueológicos. En uno de los textos Mayas mas difundidos que se
relaciona con la Iniciación en los Misterios Sagrados dice: “Así es el lenguaje de los
misterios (el Maestro al aprendiz): Hijo mío, si eres un Hombre Verdadero, busca las
Cuentecillas Verdes con que oras. Las Cuentas que así le pide son las piedrecillas del
Collar Precioso”. CHILAM BALAM de CHUMAYEL, Lenguaje de ZUYUA.
La importancia que se le dio al KIPOTL o Rosario Tolteca, era tal que incluso podía
representar a la persona en las ceremonias, según observo el Padre Sahagún: “Ellos
(usaban) unas Cuentas de palo que llamaban TLACOPATLI. (Cuando un aprendiz
abandona el Colegio Calmeca) le quitaban las Cuentas y las dejaban en el Colegio, porque
decían que el espíritu del muchazo estaba unido a las Cuentas, y el mismo espíritu hacia
los servicios de penitencia por él”. Historia General III.

El Tolteca, solía llevar su KIPOTL o Rosario en una bolsa llamada CHIQUIPILLI, donde
también llevaba motas de algodón, espinas y otros implementos rituales. Es posible que las
bolsas sirvieran para introducir la mano y pasar las Cuentas mientras iban en camino.

NEPOHUALTZINTZIN: Su Estructura y Forma de Uso

El KIPOTL o Rosario Tolteca eran Cuentas Hiladas en grupos de 9 y 13 (los números


calendaricos Mesoamericanos), tal como vemos en la imagen de un Vaso Maya, donde
el “dios anciano” Creador del Universo se asoma por el caracol que le sirve de casa
y Cuenta los Ciclos del Tiempo. Había Rosarios cortos y largos, pero sus Cuentas siempre
eran múltiplos de 9 y 13. Con frecuencia, las Cuentas estaban coronadas por una mayor, que
servia de punto de partida y conclusión.

Una vez fabricado el collar, se dedicaba en una consagración, azumándolo con copal y
rociándolo con TEOATL, Agua Sagrada. También, era costumbre que los practicantes le
prometían algún voto por ejemplo, dejar de comer carne durante una veintena. Era una
tradición consagrar los KIPOTL o Rosarios, eran sometidos a un baño de temascal.

Se podía practicar con la mano izquierda como con la derecha, ya fuera con el collar en la
mano o directamente colgado del cuello. La mano se colocaba entre el vientre y la
garganta, nunca por debajo del ombligo. Las Cuentas se suspendían sobre el dedo medio y
se jalaban con el pulgar, tal como vemos en la imagen. Los dedos medio y anular se
contraían, en tanto el índice y el meñique quedaban algo estirados, formado un gesto de
gran importancia simbólica, pues significa que el meditante ha quedado reducido a nada,
controlando su cuerpo, mente, ego e inclinaciones animales, afín de fundirse con la
Divinidad.

Las Cuentas se rotaban en una sola dirección, de forma interrumpida. Se podía hacer una
rotación o muchas, pero siempre en números enteros, es decir, no era correcto dejar
el KIPOTL o Rosario a la mitad.

El ejercicio se realizaba en una postura meditativa, ya fuese sentado o de pie, con la espalda
recta, en un estado de profunda concentración, aplicando toda la atención, tanto al acto de
pasar lasCuentas como de pronunciar las oraciones. Se podían recitar oraciones completas,
frases, palabras e incluso sonidos aislados, ya fuese en voz alta, baja o de manera mental.
En el caso de recitarse palabras con un significado, el devoto debía meditar en
este; “saboreándolo”, por decirlo así, hasta captar Su Esencia Espiritual.

NEPOHUALTIZINTZIN: Propósito de la Práctica

El KIPOTL o Rosario Tolteca, servia para 4 propósitos principales: como recurso


Mnemotécnico, para propiciar la meditación, como ofrenda ritual y como canal psicológico.
Veamos cada uno de estos:

1. El uso Mnemotécnico, se basa en el hecho de que las Cuentas ayudan a fijar en la


memoria las expresiones, rezos y la métrica (tiempo o cadencia). Esto era muy útil, como
recurso en el aprendizaje de la Literatura Sagrada, la cual no era escrita, sino que había
hecha para ser memorizada.

2. Para entender el Uso Meditativo del Rosario, hay que practicar la meditación. Este es
un ejercicio de desarrollo de la conciencia que comienza con una postura correcta y una
repetición calmada. Luego, concentramos la mente, ya sea visualizando una imagen,
escuchando música o realizando una repetición. El KIPOTL o Rosario pueden ser de gran
ayuda en este punto, porque combina el verbo o palabra, el tiempo y la métrica,
contribuyendo a que la mente sea disciplinada. Una vez que estamos concentrados, hay que
suspender el Rosario y permanecer en Contemplación.
3. La practica del KIPOTL o Rosario Tolteca como ofrenda, tenia que ver con la
creencia de los Hombres Verdaderos, la cual, el universo fue producto del trabajo
concertado de la SerpienteEmplumada. Un modo equitativo de devolverle toda la
atención que nos ha dado, consiste en cerebrizar los nombres, en los cuales están sus
atributos con la ayuda del KIPOTL o Rosario. Este sentido quedo recogido en una imagen
de una Estela Maya, donde vemos que, de la mano del practicante, sale una vírgula de la
palabra orientada hacia arriba, lo cual significa: “Gracias ¡OH Dios!”.

4. Por ultimo, esta practica tenia un sentido psicológico, pues servia para dirigir el
pensamiento en una solo dirección y esto madura la conciencia como se esperaba de la
Atención Concentrada.

Después de una gran cantidad de repetición, se va estableciendo un fuerte propósito


dirigido entre el practicante y el YO SUPERIOR. El propósito del Rosario o KIPOTL, poco
a poco será superado e innecesario.
NEPOHUALTZINTZIN: Su Simbolismo

El KIPOTL o Rosario Tolteca se componía de 2 partes que llamaremos; Nagual ó


“interno” y Tonal ó “externo”. El lado Nagual era el MEKATL, el hilo. Simboliza lo
continuo, lo invisible, la esencia, el alma o, mejor dicho, el potencial de realización que
todos poseemos. Filosóficamente, representaba la Unidad Subyacente a todas las cosas,
cuyo nombre era Zenteotl; Unidad Divina. Por lo tanto, al pasar el KIPOTL o Rosario
Tolteca, el practicante usaba el MEKATL, el hilo como guía para reunificar su limitada
experiencia humana con el ilimitado océano de la ConcienciaCósmica.

El lado Tonal eran las Cuentas. Que representaban lo discontinuo (fractal), la apariencia, lo
que se puede contar y manipular, es decir, la forma humana. También estaban
simbolizadas por Zenteotl, pues otra traducción de este nombre es Divina Semilla.
Naturalmente las semillas aludían al poder germinar o creador de la
Serpiente Emplumada. Repasar el collar era un acto equivalente a sembrar, a producir vida;
por ello, en el arte Mesoamericano se mezclaban las imágenes.

Pero el simbolismo era mas profundo pues, el Nahuatl, el concepto


de brotar o reverdecer se dice XOXOUKI, termino que también significa libertad. De
manera que, al repasar las Cuentas, el devoto proyectaba hacia lo alto en un intento de
ser libre, que es el fin de la Practica Tolteca.

Otro aspecto a considerar, es que la secuencia de las Cuentas, sugieren un proceso gradual,
evolutivo, lo cual se confirma por le nombre Nahuatl de la Cuenta: XIHUITL, que
también significa ciclo. Por ello, las Cuentas se distribuían en grupos de: 7, 9, 13, 20 y 28,
números que representan Ciclos Calendaricos de gran importancia. Los cuales se
encuentran íntimamente relacionados con la Unidad-Hombre, en cada unos de sus órganos
y sistemas. Como ejemplo: 13 articulaciones superiores, 9 agujeros; 7 en cabeza y 2
inferiores, 20 dedos y ortejos, 4 extremidades, 5 unidades de corazón; 2 aurículas, 2
ventrículos y 1 especial, 2 hemisferios cerebrales y 208 huesos en general: 4 veces 52, solo
por ejemplificar, ya que mas adelante habremos de conocer la Unidad-Hombre.

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