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Prólogo Bottero en KRAMER, S.

“La Historia empieza en Sumer”

La verdadera historia de Sumer empieza en la época siguiente, llamada protodinástica, entre los
años 2700 y 2300, poco más o menos. Se verá en la presente obra (véase sobre todo el capítulo V, pero
también los capítulos III, IV y VI) cómo los textos, ya más abundantes e inteligibles, nos permiten
reconstruir ciertas porciones de ella. Es ésta la época en que se desarrolla plenamente la civilización
sumeria iniciada unos siglos antes. Sumer se encuentra distribuida en pequeños Estados urbanos,
porciones, en realidad, de territorio rural, agrupados, cada uno de ellos, alrededor de una ciudad-capital.
La ciudad, rodeada de murallas y fortificada, está centrada en el Palacio, residencia del monarca
terrestre que la gobierna, y también en el Templo, morada del personaje divino cuya representación
ostenta el rey. Templo y Palacio, construidos en obra de ladrillo con un sentido cada vez más perfecto de
la arquitectura y del urbanismo, yacen al pie de la «atalaya» de las ciudades sumerias, el ziggurat 4, torre
piramidal con pisos, que unía el mundo divino al de los hombres. Una administración civil y religiosa,
cada vez más compleja, pulula por el barrio oficial de cada ciudad y responde a una organización y a
una especialización cada vez más detalladas de la vida pública y de la privada. Alrededor del Palacio y
del Templo, que también sirven de universidad y de cuartel, se agrupan las casas de los ciudadanos, las
tiendas de los obreros, los almacenes, los depósitos, los graneros.
Estos siglos están henchidos (véase especialmente el capítulo V) de las luchas y rivalidades de
estas ciudades-Estado, que aspiran a la hegemonía, tan pronto conquistadoras como conquistadas. Al
final de este período, el país de Sumer por entero, agrupado alrededor del venerable centro religioso de
Uruk, acaba por hallarse sujeto al poder de un monarca único, Lugalzaggisi, ex gobernador de la ciudad
de Umma.

Los sumerios y el pensamiento


Maestros del pensamiento del mundo del Próximo Oriente antiguo, los sumerios elaboraron,
bajo una forma imaginativa, mitológica y todavía irracional, toda una «metafísica» del universo (véase
especialmente el importantísimo capítulo XII de esta obra), y esa ideología formó e impregnó el
pensamiento de los «Clásicos», nuestros padres.

KRAMER
La escuela sumeria
P.22-23
en la segunda mitad de este tercer milenio cuando el sistema escolar sumerio se desarrolló, progresando
mucho. Se han descubierto decenas de millares de tablillas de arcilla que datan de este período, y es casi
seguro que todavía quedan centenares de millares de ellas enterradas, esperando las excavaciones
venideras. La mayor parte de estas tabletas son del tipo «administrativo» y nos permiten seguir, una tras
otra, todas las fases de la vida económica sumeria. Por ellas sabemos que el número de escribas que
practicaban su profesión durante este mismo período alcanzaba a varios millares. Había escribas
subalternos y escribas de alta categoría; escribas adscritos al servicio del rey y escribas al servicio de los
templos; escribas especializados en tal categoría particular de la actividad burocrática; escribas, en fin,
que podían ascender mucho de categoría, hasta llegar a ser altos dignatarios del Gobierno.
Al principio, la escuela sumeria daba una enseñanza «profesional», es decir, se destinaba a la formación
de escribas, necesarios a la administración pública y a las empresas mercantiles, principalmente en
vistas a su empleo en el Templo y en el Palacio. Éste fue siempre su objetivo principal. Pero al crecer y
desarrollarse, a consecuencia sobre todo de la ampliación de sus programas de estudio, la escuela
sumeria se transformó, poco a poco, en el
centro de la cultura y del saber sumerios. En su recinto se formaban eruditos y hombres de ciencia,
instruidos en todas las formas del saber corrientes en aquella época, tanto de índole teológica como
botánica, zoológica, mineralógica, geográfica, matemática, gramatical o lingüística, y que hacían
progresar luego esta clase de conocimientos.
La escuela sumeria era, en fin, el centro de lo que podría calificarse como dé creación literaria.
No solamente se copiaban, recopiaban y estudiaban allí las obras del pasado, sino que se componían
obras nuevas.
Si bien es verdad que los alumnos diplomados de las escuelas sumerias llegaban a ser empleados
como escribas del Templo o del Palacio, o se ponían al servicio de los ricos y poderosos del país, había
otros que consagraban su vida a la enseñanza y al estudio. Igual que nuestros modernos profesores de
universidad, muchos de estos sabios antiguos se ganaban la vida gracias a su salario como profesores, y
consagraban sus ocios a la investigación y a los trabajos escritos.

Ejemplo de una lección sobre un niño que no quería ir a la escuela


p.30-31
El padre empieza por interrogar a su hijo:
—¿Adónde has ido?
—A ninguna parte.
—Si es verdad que no has ido a ninguna parte, ¿por qué te quedas aquí como un golfo sin hacer
nada? Anda, vete a la escuela, preséntate al «padre de la escuela», recita tu lección; abre tu mochila,
graba tu tablilla y deja que tu «hermano mayor» caligrafíe tu tablilla nueva. Cuando hayas terminado tu
tarea y se la hayas enseñado a tu vigilante, vuelve acá, sin rezagarte por la calle. ¿Has entendido bien lo
que te he dicho?
—Sí. Si quieres te lo repetiré.
—Pues ya puedes repetírmelo.
—Te lo voy a repetir.
—Di
—Ya te lo diré.
—Pues dilo ya.
—Tú me has dicho que fuera a la escuela, que recitase mi lección, que abriese la mochila y que
grabase mi tablilla mientras mi «hermano mayor» me grababa otra. Que cuando hubiese terminado mi
tarea volviese para acá después de haberme presentado al vigilante. He aquí lo que tú me has dicho.
El padre sigue con un largo monólogo: «Sé hombre, caramba. No pierdas el tiempo en el jardín
público ni vagabundees por las calles. Cuando vayas por la calle no mires a tu alrededor. Sé sumiso y da
muestras a tu monitor de que le temes. Si le das muestras de estar aterrorizado estará contento de ti.»
(Siguen unas 15 líneas destruidas.)
«¿Crees que llegarás al éxito, tú que te arrastras por los jardines públicos? Piensa en las
generaciones de antaño, frecuenta la escuela y sacarás un gran provecho. Piensa en las generaciones de
antaño, hijo mío, infórmate de ellas.»
«...perverso que tengo bajo mi vigilancia..., no sería hombre si no vigilase a mi propio hijo... He
interrogado a mis parientes y amigos, he comparado los individuos, pero no he hallado a ninguno que
sea como tú.»
«Lo que voy a decirte transforma al loco en sabio, paraliza la serpiente a modo de hechizo y te
evitará que des fe a las palabras falsas.»
«Puesto que mi corazón ha quedado henchido de lasitud por culpa tuya, yo me he apartado de ti
y no me he precavido contra tus temores y tus murmuraciones. A causa de tus clamores, sí, a causa de
tus clamores, he montado en cólera contra ti, sí, he montado en cólera contra ti. Como tú no quieres
poner a prueba tus cualidades de hombre, mi corazón ha sido transportado como por un viento furioso.
Tus recriminaciones me han dejado acabado; tú me has conducido al umbral de la muerte.»
«En mi vida no te he ordenado que llevaras cañas al juncal. En toda tu vida no has tocado
siquiera las brazadas de juncos que los adolescentes y los niños transportan. Jamás te he dicho: "Sigue
mis caravanas." Nunca te he hecho trabajar ni arar mi campo. Nunca te he constreñido a realizar trabajos
manuales. Jamás te he dicho: "Ve a trabajar para mantenerme." Otros muchachos como tú mantienen a
sus padres con su trabajo. Si tú hablases a tus camaradas y les hicieses caso, les imitarías. Ellos rinden
10 gur (12 celemines) de cebada cada uno; hasta los pequeños proporcionan 10 gur cada uno a su padre.
Multiplican la cebada para su padre, le abastecen de cebada, de aceite y de lana. No obstante, tú sólo
eres un hombre cuando quieres llevar la contra, pero comparado con ellos no tienes nada de hombre.
Evidentemente, tú no trabajas como ellos...; ellos son hijos de padres que hacen trabajar a sus hijos, pero
yo... no te hice trabajar como ellos.»
«Obstinado contra quien estoy encolerizado... ¿qué hombre hay que pueda estar encolerizado
contra su propio hijo?... He hablado con mis parientes y amigos y he descubierto algo que hasta ahora
no había notado. Que las palabras que voy a pronunciar despierten tu temor y tu vigilancia. De tu
condiscípulo, de tu compañero de trabajo... tú no haces el menor caso; ¿por qué no lo tomas como
ejemplo? Toma ejemplo de tu hermano mayor. De todos los oficios humanos que existen en la tierra y
cuyos nombres ha nombrado Enlil,7 no hay ninguna profesión más difícil que el arte del escriba. Ya que
si no existiese la canción (la poesía)..., parecida a la orilla del mar, a la orilla de los lejanos canales,
corazón de la canción lejana... tú no prestarías oídos a mis consejos y yo no te repetiría la sabiduría de
mi padre. Conforme a las prescripciones de Enlil. el hijo debe suceder a su padre en su oficio.»
«Y yo, noche y día, me estoy torturando a causa de ti. Noche y día tú derrochas el tiempo en
placeres. Tú has amontonado grandes riquezas, te has extendido lejos, te has vuelto gordo, grande,
ancho, poderoso y orgulloso. Pero los tuyos esperan a que la adversidad te coja por su cuenta y entonces
se alegrarán porque tú te olvidas de cultivar las cualidades humanas.»
(Aquí sigue un oscuro pasaje de 41 líneas, consistente, al parecer, en proverbios y en antiguos
dichos, y el texto termina con las bendiciones del padre):
El que te amonesta desea que Nanna, tu dios, te tenga bajo su custodia.
El que te acusa desea que Nanna, tu dios, te tenga bajo su custodia.
Que tu dios te sea favorable.
Que tus cualidades de hombre se exalten.
Que seas tú el primero de los sabios de la ciudad.
Que tus conciudadanos pronuncien tu nombre en las alturas.
Que tu dios te llame con un nombre de elección.
Que tu dios Nanna te sea favorable.
Que la diosa Ningal te sea propicia.
Sin embargo, y aunque ellos se resistan

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