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LA MONARQUÍA EN AMÉRICA
FERNANDO VII
Y LOS NUEVOS ESTADOS
DEL AUTOR:
EN PRENSA :
La Santa Alianza.
1823
CARLOS A. VILLANUEVA
DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
LA MONARQUÍA EN AMERICA
FERNANDO VII
y los \ • •': •
NUEVOS ESTADOS
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C. A. V.
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FERNANDO VII
Y LOS NUEVOS ESTADOS
PRIMERA PARTE
MORILLO
DIPLOMACIA VENEZOLANA
(1) Ibidem.
(2) Véase todo el historial en la Vida del Oran Mariscal de
Ayacucho, por el Dr. Villanueva.
(3) Db. Villanueva. — Obi: cit, 97.
16 FERNANDO VII Y LOS NUEVOS ESTADOS
MISIÓN REVENGA-ECHEVERRÍA
(1) Esto revela bien á las claras que Bolívar se prestaba á nego
ciar la constitución de una monarquía, y en la ocasión no hace sino
invitar á Buenos Aires á conversar sobre el particular. En esto
era consecuente con su recomendación de gobierno aristocrático
hecha al congreso de Angostura en 1819.
(2) Se refiere á los expatriados de Buenos Aires por conspiración
contra Pueyrredón. La carta de éste á Bolívar, que se contesta,
parece haber pedido que no los dejara regresar al Plata.
52 FERNANDO VII Y LOS NUEVOS ESTADOS
"
SEGUNDA PARTE
ITURBIDE
LAS REGENCIAS
EL PLAN DE IGUALA
EL PROYECTO
\
ITURBIDE 77
(1) Ibidem.
80 FERNANDO VII Y LOS NUEVOS ESTADOS
(l)PringleM. SS.
IV
(1) Ibidem.
(2) Ibidem. Montmorency-Laval al barón de Pasquier. Madrid:
22 de junio de 1821.
(3) Ibidem. Montmoroncy-Laval al barón de Pasquier. Madrid :
18 de junio de 1821.
(4) Ibidem. Loe. cit.
(5) Ibidem.
94 FERNANDO VII Y LOS NUEVOS ESTADOS
(1) Ibidem.
ITURBIDE 97
EL TRATADO DE CÓRDOBA
O'DONOJU
LA EMANCIPACIÓN
"X
o'donoju 125
y probar que todavía no está reducida á abandonar
todos sus derechos sobre América. Se dice que no hay
anarquía entre los insurrectos por el hecho de haber
constituido gobiernos. Pero, señores, si estos gobier
nos no dejan de sucederse unos tras otros, como sucede
en Buenos Aires, ¿no demuestra un estado de anar-
quíal Este estado es el mismo en todas las otras pro
vincias insurrectas, y por lo tanto, el remedio que ha
de llevárseles, no puede resolverse con una deter
minación inmediata, sino después de maduro exa
men. La mayoría de la comisión está muy lejos de
creer que la independencia sea el mejor medio para
asegurar la felicidad de América. En cuanto al carác
ter con que han de ser revestidos los comisionados, es
cosa que demanda reflexión, y mucho más seria
mente si se atiende que en América, más que en toda
otra parte, se es muy sensible á los títulos y á las dis
tinciones aparentes.
El presidente cerró la discusión. La oposición
pidió que se votase primeramente la cuestión de
envío de los comisionados, dejando para después
del voto la consideración de límites de sus poderes.
Votada esta propuesta, fué rechazada. En seguida
se mandó votar el conjunto de la opinión de la
comisión, siendo adoptada por unanimidad.
Dejóse para el siguiente día 13 la discusión de las
proposiciones adicionales al informe de la comisión.
La primera que se discutió fué la del diputado
Guillermo Oliver, cuando dijo que al dictamen de
la comisión debía añadirse : que debe entenderse sin
perjuicio alguno de la responsabilidad en que en este
asunto hayan incurrido personas, sean las que fuereny
126 FERNANDO VII Y LOS NUEVOS ESTADOS
política francesa
(1) Ibidem.
o'donoju 138
« ¿No será que el rey cuente, con razón, en una
« mayor docilidad de parte de esta gente, que en la
« que pueda encontrar en una clase más elevada,
« cuyo celo por los verdaderos intereses del monarca
« prevalecerían siempre sobre los de una disposi-
« ción servil para halagar sus inclinaciones ó sus
« vanas esperanzas?
« El rey no ha transigido con ninguna de las
« nuevas ideas, aun de aquellas más inocentes y
« razonables. Soporta las consecuencias; pero no
« adopta el principio. No ha comprendido jamás
« suficientemente el mecanismo de un gobierno
« constitucional para poderle acordar otras conce-
« siones que aquellas arrancadas por la necesidad.
« Su repugnancia para servirse de los recursos que
« en él pudiera encontrar, no encontraría mejor
« comparación que en la antipatía de la virtud para
« transigir con el vicio, aun cuando esto tuviera por
« causa un fin digno de aplauso. Yo puedo garanti-
« zar esta disposición característica y afirmar, al
« mismo tiempo, que en ella se encuentra, tanto en
« el pasado como para el porvenir, la clave de su con-
« ducta.
« Un ministerio no es para él sino un yugo one-
« roso que soporta por el más ó menos tiempo que
« puede, y al que sólo considera como un estor-
« bo. Casi nunca se le puede hablar de nada que
« contraríe esta disposición natural sin despertar
« en él prevenciones ó disgustarle más ó me
tí nos. »
Para fines de abril se conocía en Madrid el acta
del congreso de Wáshington reconociendo la inde
134 FERNANDO VII Y LOS NUEVOS ESTADOS
pendencia de los nuevos Estados americanos (1).
La correspondencia de la embajada de Francia, que
informa este capítulo, nada nos dice de la impresión
que tamaña cosa produjera en la capital española.
Pero este silencio podría demostrarnos que la noti
cia, visto el estado anárquico en que se vivía allí
por aquellos días, no conmovió á la gente, quien la
recibiera con la misma indiferencia que los desas
tres de las armas reales en Colombia, Perú, y
México. ÍjU
Poco nos queda ya por decir sobre los asuntos
americanos en sus relaciones con Madrid en este
año de 22; pero, mientras vemos lo ocurrido en
Wáshington y asistimos al congreso de Vero-
na, donde va á tratarse de la intervención
armada solicitada por Fernando VII y también de
la cuestión de las colonias de América, bueno es ver
ahora algunas otras piezas diplomáticas francesas
que complementan la narración que hemos venido
siguiendo.
El vizconde de Montmorency-Laval decía en
9 de mayo (2) al conde de La Garde lo siguiente :
« Usted debe tener conocimiento del mensaje
« del presidente de los Estados Unidos presentado
« al Congreso el día 8 de marzo último, por el que
« le invita á reconocer la independencia de las colo-
« nias insurreccionadas de la América del Sur. Yo
« no dudo que este acto haya producido en Madrid
(1) Ibidcm.
o'donoju 137
« España, tenemos el derecho de hacernos oir mejor
« de esta nación, cuando le pedimos, en nombre de
« su propio interés, que tome rápidamente un par
« tido para conservar al menos cuanto pueda sal-
« varse.
« El envío de un infante á México mantendría
« muy probablemente á este país en el sistema
« monárquico, tan útil á perpetuar y que aseguraría
« inmensas ventajas á la metrópoli.
« Si por desgracia las otras colonias españolas no
« quisieren tratar sino sobre el pie de la independen-
« cia, se podrían obtener todavía para España algu-
« ñas preferencias y ventajas que le serían de grande
« utilidad. Una mediación amistosa facilitaría todos.
« los arreglos posibles, pudiendo nosotros encar
« gamos de ella. Yo sé de buena tinta que el
« señor Zea (1) dijo aquí que las colonias la acepta
« rían con placer. Yo dejo estos diferentes puntos á
« la meditación y solicitud de usted, y usted podrá
ee proponer lo que juzgue conveniente de acuerda
ee con las facilidades que pueda ofrecerle el señor
« Martínez de la Rosa en las conversaciones confi
« denciales que tenga con él.»
Veamos ahora la correspondencia del conde de la
Garde. Con fecha de 20 de mayo (2) decía al viz
conde de Montmorency-Laval :
« Á mi regreso de Aranjuez he hablado con el
« señor Martínez de la Rosa, quien me informa que
"V
o'donoju 14 1
es menos cierto que un levantamiento general,
seguido de pertinaces luchas, debe ligarse á inte
reses de mayor peso experimentados por la gente,
que el que pudieran imponer algunas ideas abstractas.
« Cuando un gobierno llega á no ser más que un
simple explotador de tribus, y hace palpable su
incapacidad para acordar la menor protección, este
gobierno cesa en el mantenimiento de su obedien
cia sobre los pueblos que gobierna, por haber cesado
de cumplir con su deber. Los españoles se consuelan
de la pérdida de las Américas con la creencia, que
es en ellos una convicción, de que ellas no pueden
privarse de los socorros de Europa. Esto puede ser
verdad, pero, es cosa incontestable, que estos soco
rros no los pueden recibir de España. Deseos de recí
proca venganza han emponzoñado aún más el odio
de los dos pueblos; y los americanos, por una larga
experiencia, han comprendido que ninguna conce
sión compensará el estéril y enmohecido yugo de
la metrópoli.
« Á esta hora deben haber salido de México cua
tro diputados, quienes traen encargo de pedir un
soberano de la dinastía española. Si no se les con
cede, solicitarán un príncipe francés, y si tampoco
se les acuerda éste en París se dirigirán á otras Cor
tes europeas, hasta que encuentren uno cualquiera
para gobernarlos (1).
« No me parece que la inerte terquedad de
España se preste espontáneamente á aprovechar
aitiona; to these he did not pay the least attent ion, in consequence
of his publick employment, but quitting the Spaniah Service at the
conclusion of the War, he on account of some family disputes went
to America (a) when the provinces of SantaFé andCaracca renewed
their addresses to him, and he laid the whole before Generala Was
hington, Knox and Hamilton, who promised hime very assiatance
and gave him assurance of raising troops in the province of
New England, provided he could persuade Great Britain to aaaist
with her navy.
CONGRESO DE VERONA
POLÍTICA DE FRANCIA
WELLINGTON
LOS ALIADOS
(1) Ibidem.
CONGRESO DE VERONA 195
(1) Ibidem.
CONGRESO DE VERONA 197
CUBA
CANNING
ADAMS
LA DOCTRINA DE MONROE
1821
SEXTA PARTE
BOLÍVAR
SUCRE
(1) Véanse todos los detalles en el Dr. Villanueva, obr, cit., 269.
BOLÍVAR 231
AYACUCHO
FIN
ÍNDICE
PRIMERA. FABTH
MORILLO
SEGUNDA PARTB
ITUBBIDB
TERCERA PARTE
O'DONOJÜ
CUARTA PARTE
CONGRESO DE VERONA
QUINTA PARTE
CUBA
SEXTA PARTE
BOLÍVAR
OCT 1 3 1Q20
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