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fuerte, de buena calidad, necesitará mucha menos que una floja y ya rica en humedad. Depende,
además, del tipo de amasado: el «creciente», que se realiza previamente para facilitar la acción de la
levadura, necesita más agua. Debemos tener presente que cuanta más agua se usa mejor
fermentación se obtiene.
La temperatura Para obtener un buen pan es indispensable comprobar que la temperatura del agua
se encuentra entre los 30 y los 35 °C. La del agua, junto a la desarrollada durante el amasado,
determinará la temperatura de la pasta, que no podrá superar los 27 °C, tempe- ratura a la que se
alcanza la máxima eficacia de la fermentación. Temperaturas superiores a 37 °C o inferiores a
18 °C reducen la ac- ción de la levadura
La sal, además de intervenir en el color del pan, que tendrá una corteza dorada y una miga
blanca, hace más compacta la masa. Así pues, se tiene que añadir en la fase inicial del
trabajo porque lo faci- lita, pero cuidado porque la sal no tiene que entrar nunca en
contacto directo con la levadura. Normalmente, se utiliza en una proporción del 2 %, pero
la cantidad puede variar según las recetas: el pan dietético y los panes especiales contienen
normalmente una cantidad inferior. En las masas que contienen azúcar la cantidad es de
1,2 %. Una cantidad excesiva de sal puede ser el determinante del blo- queo de la
fermentación, comprometiendo el resultado.
las sustancias grasas tienden a reducir la acción de la levadura; en cambio, untar con un poco de
aceite la superficie de la masa en fermentación evita la posible formación de la cor- teza.