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Si me lo
preguntan, lo ignoro. Lo mismo me sucede con la literatura, qué es la literatura, si no me lo
preguntan conozco íntimamente su ser, si me lo preguntan, ignora la respuesta adecuada.
Por eso, antes de precisar los vínculos y conexiones con algo así como la literatura y el
concepto de libertad y su especificidad mediática; todos ellos tópicos de por sí complejos,
creo que es necesario (y ello quedará para la discusión posterior) responder preguntas
esenciales respecto de aquello que nos convoca: la literatura. Mi propuesta, muy
pretenciosa quizás, tiene su anclaje en un abordaje de tipo ontológico (esto es, acceder al
ser de la cosa, a su identidad, etc), esto es responder, o al menos avizorar una respuesta
tentativa, a la pregunta qué es la literatura o A qué nos referimos cuando hablamos de
literatura? Muy probablemente un texto científico no califique para ser etiquetado como
texto literario. Por lo tanto es necesario precisar al menos el lugar, los límites y alcances de
la literatura. Eso como primera tarea a responder en conjunto.
En segundo lugar, quisiera proponer algunas perspectivas críticas en torno a las relaciones
entre literatura y filosofía que, desde luego, están vinculadas con nuestra pregunta rectora,
y que ofrecen algunas respuestas a la interrogante que aquí se quiere se menciona.
Ya desde los griegos se viene generando una disputa entre los límites que le conciernen
tanto a la literatura, la poesía y la filosofía. Bástenos recordar que para platón los poetas
debían ser expulsados de la polis, pues su quehacer dependía de las musas y no de una
construcción razonada. El poeta en este sentido estaría preso de una divinidad que lo
compromete con la locura y no con un pensamiento autónomo. Sin embargo, Parménides,
filósofo que prefigura a platón vuelca su pensamiento en la forma de un poema. Lo cierto
es que esta problemática dialéctica se ha extendido desde los griegos a nuestros días,
pasando por diferentes y dinámicas etapas. Me interesa en este sentido, y siguiendo la
corriente de pensamiento que es parte de mi trabajo, un encuadre de tipo ontológico y
hermenéutico que precise los márgenes y alcances de la literatura en su relación con la
filosofía. Esta última se ha preocupado siempre por lo literario, señalando algunas rutas y
enclaves que echan luz sobre los múltiples modos en que se manifiesta la literatura.
Aquí presentaré tres esquemas entre la relación literatura-filosofía, y que pueden servirnos
de guía para una ulterior discusión.
Esquema didáctico: en este esquema interpretativo, la filosofía señala que la literatura no
es más que una ilustración de ciertos pensamientos. Es, por tanto, a la filosofía a quien le
concierne determinar qué tipos de pensamientos están insertos en el campo literario. Ej.
Crimen y castigo, según este enfoque, sería la manifestación de una disputa fundamental
en el hombre respecto de qué es el bien y qué el mal (ética). Precisamente el protagonista
se debate entre este dinamismo culposo luego de cometer su crimen. En este esquema,
dice un filósofo francés (Philippe Sabot) se pierde la especificidad formal de los textos
literarios. Ahora bien, cuál es la especificidad formal del texto literario???
Ahora bien, es interesante destacar a otro gran pensador de nuestro tiempo Michel
Foucault, quien realiza una lectura interesantísima de la literatura. Propone a grandes
rasgos que la literatura es un aparato ideológico que produce subjetivaciones. Dice: “la
literatura ha incidido en la constitución de la subjetividad moderna, pues la literatura como
medio de comunicación produce efectos de poder en la conformación y modificación del
campo informativo de los hablantes de una lengua”. Esto quiere decir que la literatura o la
obra literaria moldea el pensamiento y los modos de relacionarse de una persona frente a
determinada realidad. Esto puede entenderse desde un punto de vista negativo y positivo.
En lo negativo, podríamos mencionar la desafortunada y patética lectura que realizó Hitler
de Nietzsche y sus desastrosos efectos o los consejos “seudo-terapéuticos” que genera, en
masa, la lectura de pilar sordo, subsumiendo al individuo a una aparente positividad. El
emblemático caso del Werther de Goethe que suscitó una ola de suicidios entre la juventud
de la época, por el contenido romántico de la obra. (las desventuras amorosas del joven
Werther).