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Voces:
ABANDONO DE ACTIVIDAD ~ CESE EN EL CARGO ~ FUNDAMENTO DEL ACTO
ADMINISTRATIVO ~ LICENCIA POR ENFERMEDAD ~ NULIDAD ~ RECTOR UNIVERSITARIO ~
RESOLUCION ADMINISTRATIVA ~ UNIVERSIDAD ~ UNIVERSIDAD NACIONAL
Tribunal: Cámara Federal de Apelaciones de La Plata, sala II(CFedLaPlata)(SalaII)
Fecha: 22/08/2013
Partes: Ritta, Mónica Nora c. Universidad Nacional de Lomas de Zamora s/ amparo
Publicado en: La Ley Online;
Cita Online: AR/JUR/69729/2013
Hechos:
Quien desempeñara el cargo de Vice rectora de una universidad nacional promovió acción de amparo con el
objeto de impugnar y en consecuencia declarar la nulidad de la resolución del Honorable Consejo Académico
por las cual se dispuso dejar sin efecto su designación en el cargo. La reclamante necesitó una licencia por
razones de salud y durante su transcurso se dictó la decisión que pretende se deje sin efectos. El juez de primera
instancia rechazó la demanda. Venido a conocimiento de la Cámara, el tribunal revocó la sentencia.

Sumarios:
1 . La decisión del Consejo Académico que dispuso el cese en el cargo de quien se desempeñaba como vice
rectora de una universidad nacional durante una licencia por razones de salud, invocando el abandono de tareas,
es nula, pues no expresó con certeza las razones de hecho y de derecho que llevaron a dictar el acto, con lo cual
estimo que no existe el presupuesto de la motivación, que resulta indispensable para poder apreciar si se ha
satisfecho la finalidad prevista en la norma que otorga facultades al órgano para dictar el acto en cuestión.
Jurisprudencia Relacionada(*)
Corte Suprema
en “Carabus de Martínez, Olga N. c. Universidad Nacional de Catamarca”, 14/05/2002 — Fallos: 325:999, LLNOA 2003—
sostuvo que los pronunciamientos de la universidad en el orden interno, disciplinario, administrativo
y docente, no pueden, en principio, ser revisados por juez alguno sin invadir atribuciones propias de
sus autoridades, y ello es así mientras se respeten en sustancia los derechos y garantías establecidas
en la Constitución Nacional y no constituyan un proceder manifiestamente arbitrario.
(*) Información a la época del fallo

Texto Completo:
2ª Instancia. — La Plata, 22 de agosto de 2013.
El juez Álvarez dijo:
I. La decisión apelada.
El juez de primera instancia rechazó la demanda interpuesta por Mónica Nora Ritta contra la Universidad
Nacional de Lomas de Zamora - Facultad de Ciencias Agrarias e impuso las costas a la actora vencida.
Para así decidir, entendió que la amparista no logró probar que la universidad demandada haya asumido una
conducta arbitraria o discriminatoria hacia su persona, habiendo actuado dentro de las facultades previstas por el
Estatuto Universitario que habilita a su Consejo Académico a nombrar las autoridades de las facultades y a
removerlos en los casos en que se configuren las causales que autorizan la separación.
II. El recurso interpuesto.
Contra la sentencia de grado la parte actora interpuso recurso de apelación con simultánea expresión de
agravios a fs. 146/151 vta.
Los agravios traídos son resumidos por la parte actora en los siguientes puntos: a) el tiempo para dictar
sentencia; b) normativa aplicable. Sentencia que se contradice con sus propias afirmaciones; c) el error de creer
que la autonomía universitaria permite la arbitrariedad sin control y d) imposición de las costas.
III. Antecedentes del caso.
1. Cabe señalar, que la señora Mónica Nora Ritta promovió acción de amparo contra la Universidad
Nacional de Lomas de Zamora con el objeto de impugnar y en consecuencia declarar la nulidad de la
Resolución n° CAA/105 del Honorable Consejo Académico de fecha 20 de julio de 2012, por la cual se dispuso
dejar sin efecto su designación como Vicedecana de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad

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Nacional de Lomas de Zamora. Asimismo, solicitó la nulidad de la Resolución CAA n°110/2012 por afectar su
cargo como Profesora Asociada en la asignatura Química Orgánica y Biológica de la mencionada facultad.
En su escrito de inicio la actora manifestó que posee el título de Doctora en Ciencias Químicas, que ocupa el
cargo de investigadora independiente del CONICET y que es profesora de Química Orgánica y Biológica.
Asimismo, señala que el 20 de agosto de 2010 fue designada Vicedecana mediante Resolución CAA
n°004/2010 y que tuvo a su cargo las Secretarías de Investigación y Postgrado. Según sostiene, a partir del mes
de septiembre de 2011 comenzó a sufrir actos de desconsideración por parte del señor Decano sin justificación
alguna y como consecuencia de ello fue separada de su cargo de la Secretaría de Investigación y posteriormente
de la de Investigación.
Por otra parte, agrega que debió solicitar licencia por razones de salud y que durante su transcurso, el
Consejo Académico dictó la Resolución CAA n°105/2012 que dejó sin efecto la resolución por la que fue
designada Vicedecana. Considera que dicha resolución viola los artículos 7 inc. 5, 38, 45, 46 y 47 del
Reglamento de funcionamiento del Consejo Superior y los artículos 59, 64, 65,68 y 73 del Estatuto de la
Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
En síntesis, argumenta que el acto administrativo impugnado carece de los requisitos esenciales para su
validez y es por ello que solicita la nulidad de la mencionada resolución y consecuentemente la continuidad en
su cargo como Vicedecana.
2. A fs. 113/120 y vta., el apoderado de la Universidad Nacional
de Lomas de Zamora presentó el informe del artículo 8 de la Ley 16986.
Luego de efectuar una negativa de los hechos, explica que de las constancias obrantes en la Facultad de
Ciencias Agrarias surge que la Sra. Ritta fue designada en el cargo de Vicedecana de esa unidad académica el
día 20 de agosto de 2010 a través de la Resolución n° 004/2010. Por otra parte y mediante Resolución
n°276/2011 también fue designada a cargo de la Secretaría de Investigación a partir del 1° de enero 2012.
Asimismo, el apoderado manifiesta que debido a una reestructuración de la Facultad, se resolvió desafectar a la
actora de dicha Secretaría a partir del 1° de enero de 2012, con lo cual sostiene que nunca llegó a ocupar el
cargo en el que oportunamente había sido designada.
Informa las licencias de las que hizo uso la Sra. Ritta y señala que ninguna de las certificaciones médicas
presentadas por ésta fueron emitidas por instituciones públicas ni verificadas por Salud Pública. Indica que en
razón de los problemas de salud y dadas las necesidades operativas de la facultad se dictó la Resolución ahora
impugnada, mediante la cual se dejó sin efecto, a partir del 1° de agosto de 2012, la designación como
Vicedecana.
Relata a su entender, que el cargo de Vicedecano es de índole político y por lo tanto al no tener permanencia
no posee la estabilidad que dicha circunstancia le confiere. En conclusión estima que se ha configurado el
abandono del cargo por parte de la accionante, lo que necesariamente motivó que el mismo Decano que la
propusiera solicitara al Consejo Académico su remoción.
Por último, informa que habiendo advertido que la Resolución objeto de impugnación carecía de ciertos
requisitos, el Honorable Consejo Académico de la Facultad de Ciencias Agrarias saneo dicho acto
administrativo y dictó la Resolución CAA n° 121/2012 de fecha 5 de septiembre de 2012. A través de ella se
dejó sin efecto la designación de Vicedecana de la Sra. Ritta por abandono de tareas, tal como lo requiere el art.
59 del Estatuto Universitario de la UNLZ. Asimismo, y en relación a la impugnada Resolución n° 110/2012,
también se dejó sin efecto (en razón de que se cometió un error de tipeo, designándola en la materia Fisiología
Animal) y se dictó la Resolución 122/2012 en la que se asignó una ampliación a dedicación exclusiva en la
asignatura Química Orgánica y Biológica.
Por todo ello, entiende que el reclamo de la amparista devino en abstracto al subsanarse los defectos
formales de los actos administrativos anteriores.
IV. Consideración de los agravios.
Ante todo, la doctrina de la Corte Suprema de Justicia de la Nación establece que los pronunciamientos de la
Universidad en el orden interno, disciplinario, administrativo y docente no pueden, en principio, ser revisados
judicialmente sin invadir atribuciones propias de sus autoridades, pero ello es así mientras se respeten en
sustancia los derechos y garantías establecidas en la Constitución Nacional y no constituyan un proceder
manifiestamente arbitrario (Fallos: 307:l06; 323:620; 325:999, entre otros).

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Esta afirmación se sustenta en las cláusulas constitucionales que encomiendan a los poderes políticos del
Estado proveer lo conducente al progreso de la educación, dictando planes de instrucción general y universitaria
y les acuerdan facultades para hacerlos cumplir. Se exceptúan aquellos supuestos en que se haya utilizado tales
prerrogativas en un modo manifiestamente arbitrario, irrazonable o violatorio de las garantías constitucionales
(Fallos 177:169; 235:337; 239:13; 240:440; 246:269; 251:276; 267:450; 291:459; 302:1.503; 307:2.106;
312:1.986; 314:1234; 315:724; 317:40; 325:1676; y más recientemente en autos: D. 550. XXXVI., 16/11/04 -
“Dr. Caiella interpone rec. directo art. 32 ley 24.521 c/ resolución del H. Cons. Sup. de la U.N.L.P.”; Y. 32.
XXXVII., 29/6/04 - “Yusem, Luciana Estela c/ Universidad Nacional de Rosario”; P. 2708. XXXVIII., 29/6/04
- “Piaggi, Ana Isabel c/ Universidad de Buenos Aires (UBA) Resolución 3582/2000”).
En ese sentido María Angélica Gelli, al analizar el art. 75 inc. 19 de la Constitución Nacional, indicó “...La
Autonomía implica la competencia de las universidades nacionales para darse sus estatutos de estructura,
organización y funcionamiento y, a la vez la capacidad para autogobernarse de acuerdo a los criterios propios,
eligiendo a sus autoridades y profesores, fijando el régimen disciplinario sin interferencia alguna de los Poderes
Legislativo o Ejecutivo...” “... cabe al Poder Judicial efectuar el control jurisdiccional de los problemas jurídicos
institucionales que se puedan suscitar en el ámbito universitario...En suma, puede afirmarse que la autonomía
universitaria no convierte a estas instituciones en un poder soberano dentro del Estado. La finalidad de aquélla
consiste en independizar y desvincular a las universidades de la injerencia del Poder Ejecutivo, pero quedan
sujetas a la reglamentación del Poder legislativo, dentro de los límites que la Constitución Nacional le impone al
congreso, y sometidas al eventual control jurisdiccional...” (GELLI, María Angélica, Constitución de la Nación
Argentina. Comentada y Concordada. Buenos Aires, La Ley, 2003, pp. 582/583).
En virtud de ello, y en relación con la autonomía universitaria, el control judicial de los actos
administrativos procede en el caso de que surja arbitrariedad en el actuar de las autoridades universitarias,
lesionándose derechos y garantías de raigambre constitucional. Resta, por tanto, examinar si el caso traído a este
Tribunal constituye uno de los supuestos en los cuales se admite la revisión judicial del acto administrativo
impugnado.
En ese orden de ideas, se puede definir la arbitrariedad como el acto contrario a la razón, producto de la
mera voluntad o capricho del funcionario.
El concepto de "arbitrariedad" (tal como lo define el Diccionario de la Real Academia) corresponde al de
"acto o proceder contrario a la justicia, la razón o las leyes, dictado sólo por la voluntad o capricho.
Entonces, en tal sentido, resulta evidente que la discrecionalidad no puede confundirse con la arbitrariedad.
Afirmar que el poder discrecional implica dictar un acto arbitrario, es circunscribirse a tan sólo una de las
acepciones del término lingüístico consistente en la facultad de elegir una solución con preferencia a otra.
En suma, el concepto de arbitrariedad es amplio y comprende lo injusto, irrazonable e ilegal, fundado en la
sola voluntad del funcionario, siendo uno de los límites sustantivos de la discrecionalidad.
El tema de la razonabilidad aparece conectado a la búsqueda de la razón suficiente de la conducta estatal.
"Esa razón puede ser de esencia, cuando la conducta se funda en una norma jurídica, de existencia, cuando el
fundamento es el mero hecho de que el comportamiento jurídico se da; y de verdad cuando tiene fundamentos
de justicia “ (conf. Juan Francisco Linares "Razonabilidad de las leyes", 2ª ed. act., Astrea, Buenos Aires, 1970).
Como es sabido, la motivación —en cuanto expresión de las razones y fines que llevan a la Administración
a emitir el acto administrativo— (que además debe consignar los antecedentes de hecho y de derecho)
constituye un requisito de forma esencial para la validez del acto administrativo en la medida que traduce su
justificación racional al plano exterior.
En las decisiones o elementos discrecionales de los actos que dicta la Administración, la obligatoriedad de la
motivación obedece a dos razones fundamentales. La primera, permite deslindar la discrecionalidad de la
arbitrariedad, ya que al no haber motivación el acto administrativo aparece, en el mundo jurídico, "como un
producto de la sola y exclusiva voluntad del órgano que lo dicta, lo que resulta incompatible con el Estado de
Derecho”. La segunda razón, tiene que ver con la tutela judicial efectiva y, más precisamente, con la garantía de
la defensa (art. 18 CN), pues si el acto no se encuentra motivado, el particular se halla impedido de ejercer las
facultades que integran el llamado debido proceso adjetivo (derecho a ser oído, a ofrecer y producir pruebas y a
una decisión fundada).
En tal sentido, la Administración se encuentra obligada, bajo sanción de nulidad absoluta, a proporcionar las
razones por las cuales optó por una decisión entre dos o más posibles. En rigor, la motivación de las decisiones
discrecionales es una garantía que hace al cumplimiento de los fines de interés público, que persigue la
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Administración y que deben exteriorizarse al momento de emitirse el acto administrativo. Así, el juez deberá
examinar las causas del acto administrativo, sus antecedentes de hecho y de derecho.
Esto se conoce como la técnica del "control mínimo" (aparte del control sobre los elementos reglados como
la competencia y la forma) y se acepta así que el poder discrecional de la Administración puede ser objeto de
revisión jurisdiccional, si los motivos de hecho y de derecho en que se funda el acto administrativo son exactos
y si el fin perseguido es legal. Tal conclusión obedece a que debe darse la relación imprescindible entre los
motivos de hecho y la decisión de la administración, relación que no se da cuando, por ejemplo, más allá de la
exactitud de la plataforma fáctica de la decisión, la ponderación de aquella es manifiestamente errónea.
Fuera de sus contornos conceptuales, la prohibición de arbitrariedad de la Administración constituye un
principio general del Estado de Derecho y viene a resultar en algo así como el punto central que debe abordar la
teoría de la discrecionalidad a cuyo alrededor gira, en gran medida, la problemática que se plantea en lo que
concierne al alcance del control judicial.
No se trata de suplantar la decisión discrecional de la administración por la decisión discrecional del juez,
antes bien todo lo contrario. Se trata de revisar el cumplimento de la ley en sentido amplio y de asegurar la
autosuficiencia de las decisiones del Estado.
Esa interdicción, cuyo fundamento se apoya, principalmente, en los artículos 18, 19 y 28 de la CN, tiene su
punto de partida en el principio contenido en el artículo 19, por el cual la Administración está sometida a la ley
y al derecho (la Administración no puede mandar fuera de esos límites de sujeción). En suma, la prohibición de
arbitrariedad configura un límite para el ejercicio de la potestad discrecional, que implica una garantía para el
habitante y constituye, al propio tiempo, una pauta del control que ejercen los jueces para proteger los derechos
e intereses de las personas con la mira puesta, fundamentalmente, en la defensa de sus libertades y someter a la
Administración al derecho. Por ese motivo, la revisión judicial ha de comprender tanto el análisis de los hechos
como las cuestiones jurídicas.
Entonces, “...la motivación aparece como una necesidad tendiente a la 1 Es a partir del análisis de los
antecedentes de la decisión que se llega al control de la legitimidad de esta, o sea su control intrínseco,
manifestado en el análisis de la jurisprudencia alemana como control de adecuación, necesidad y
proporcionalidad en sentido estricto. observancia del principio de legalidad en la actuación de los órganos
estatales y que desde el punto de vista del particular responde a una exigencia fundada en la idea de una mayor
protección de los derechos individuales, ya que de su cumplimiento depende que pueda conocer efectiva y
expresamente los antecedentes y razones que justifiquen el dictado del acto...La motivación...constituye un
requisito referido a la razonabilidad...” (HUTCHINSON, Tomás, “Ley Nacional de Procedimientos
Administrativos”, Ed. Astrea, Buenos Aires, 1993, t. I, p. 158 y ss.).
En el mismo sentido, “... el presente requisito -en alusión a la motivación establece el imperativo de que
todo acto administrativo deba estar adecuadamente motivado, explicándose cuáles han sido las razones que han
llevado al órgano a emitir el acto en la forma en que lo ha hecho. Las razones que se requieren son tanto las que
hacen a las circunstancias fácticas como al derecho aplicable...definiéndose a la motivación como “la
explicación de cuáles son los hechos probados y cómo determinan, a juicio de quien resuelve, el contenido
dispositivo que se le da al acto en el mismo instrumento...” siendo “...un recaudo inexcusable que el acto debe
satisfacer...” (Agustín Gordillo, Director, “Procedimiento Administrativo”, Ed. LexisNexis -Depalma, Buenos
Aires, 2003, p. 115 y ss.).
Por ello, deviene oportuno examinar diferentes aspectos de la causa para la correcta interpretación de la
solución a que se arribará, sin dejar de vislumbrar que al Poder Judicial le corresponde ejercer el control de
legalidad y razonabilidad de los actos administrativos. Sentado ello, corresponde precisar que el artículo 70 inc.
5 del Estatuto de la UNLZ establece que corresponde al Consejo Académico suspender o separar al Decano y
Vicedecano por el voto de tres cuartas partes del total de los miembros por algunas de las causales del artículo
59. Este artículo establece las causales de remoción, y entre otras enumera el abandono en el desempeño de su
cargo.
Así fue que el Consejo Académico al dejar sin efecto la designación del cargo de Vicedecana, lo hizo
basándose en dicha causal de remoción. Tales decisiones, si bien facultativas y adoptadas por una mayoría
especial, no pueden ser arbitrarias o infundadas, sino que por el contrario deben contener la motivación propia
de todo acto administrativo que está constituida por los presupuestos o razones del acto con los que la
Administración sostiene la legitimidad y oportunidad de la decisión.
En tales condiciones, se advierte que si bien en la decisión del Consejo Académico se establece que se

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dispone el cese en el cargo por abandono de tareas, no se expresan con certeza las razones de hecho y de
derecho que han llevado a dictar el acto, con lo cual estimo que no existe el presupuesto de la motivación, la
cual resulta indispensable para poder apreciar si se ha satisfecho la finalidad prevista en la norma que otorga
facultades al órgano para dictar el acto en cuestión.
A mayor abundamiento, corresponde señalar que de las constancias de la causa surge que la Sra. Ritta
presentó las licencias con sus correspondientes certificados médicos de cada una de las enfermedades padecidas
(v. fs. 48/49, 51/66).
La doctrina y jurisprudencia han establecido que para que exista abandono de servicio debe mediar una
violación voluntaria e injustificada del trabajador a sus deberes de asistencia y prestación efectiva del trabajo, es
decir que resulta necesario la existencia de un comportamiento concluyente en una cierta duración y una
ausencia culpable.
En ese sentido y sin perjuicio de lo dicho anteriormente, entiendo que las inasistencias se encontraban en
principio justificadas y por tanto no corresponde establecer que dicha circunstancia implique un abandono de
tareas por parte de la accionante.
Por otra parte, entiendo que se encuentra vulnerado en la especie la garantía constitucional del debido
proceso (art. 18 C.N) por cuanto se advierte que no hubo por parte de la Sra. Ritta posibilidad de defenderse, es
decir de exponer y producir pueba, frente a la decisión unilateral del Consejo Superior que dejó sin efecto su
cargo como Vicedecana.
Entonces, dadas las circunstancias del caso, analizados los extremos previamente aludidos, corresponde
hacer lugar al reclamo planteado por la actora, dejando asentado, además que la medida tomada por la
Universidad impresiona como sumamente gravosa y hasta desproporcional, más allá de que en virtud de lo
anteriormente expuesto resulta nula.
Por último, resta dar contestación al agravio traído por la actora en relación a las costas. En este sentido y en
atención al modo con que resuelve corresponde a la demandada resarcir al adversario los gastos que por su
conducta lo obligó a incurrir para obtener el reconocimiento de sus derechos, con lo cual corresponde hacer
lugar al agravio y por lo tanto imponer las costas a la demandada.
En virtud de las consideraciones expuestas propongo al acuerdo hacer lugar a la acción de amparo
presentada por Mónica Nora Ritta y en consecuencia revocar la decisión de primera instancia, con costas de
Alzada por su orden atento a la ausencia de contestación del recurso (artículo 68 del CPCCN). Así lo voto.
El juez Schiffrin dijo:
Las razones expuestas por el distinguido colega preopinante en lo vinculado a la necesaria motivación de los
actos administrativos -también de los organismos universitarios- y la violación de la garantía del debido proceso
en perjuicio de la accionante me llevan a compartir la solución propuesta en el voto precedente.
Por ello, se resuelve: hacer lugar a la acción de amparo presentada por Mónica Nora Ritta y en consecuencia
revocar la decisión de primera instancia, con costas de Alzada por su orden atento a la ausencia de contestación
del recurso (art. 68 del CPCCN).
Olga A. Calitri (art.109)
Regístrese, notifíquese y devuélvase. — César Álvarez. — Leopoldo H. Schiffrin.

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