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A LA PAZ, A LA PLENITUD
En el silencio hay... lo que hay en tu corazón. En el silencio hay lo que hay en tu vida,
no hay otra cosa.
En la vida hay muchas cosas que no hemos vivido bien, en la vida hay muchas cosas
que hemos querido... olvidar y en cuanto hacemos silencio las cosas se nos presentan
como pidiéndonos cuenta, las cosas se nos presentan como diciendo: "aquí estamos, a
ver que haces con nosotras".
Son recuerdos a veces dolorosos, son episodios que no hemos admitido, son episodios
ante los cuales nos hemos resistido a coger y nuevamente se nos hacen presentes en
la primera oportunidad. Su oportunidad es el silencio, porque otras veces no les
dejamos aparecer, el silencio es un momento en el que no existen grandes estímulos,
mejor dicho no existen los estímulos, de alguna manera en el silencio se neutralizan los
estímulos y por eso también se neutralizan, se anulan, nuestras respuestas, y es por
eso que en el silencio aparece lo que va... como... dormido, como... aletargado en
nosotros. En la vida nos distraemos, nos escapamos detrás de esos estímulos, mejor
detrás de nuestras respuestas a los estímulos, pero en el silencio no hay escapatoria,
en el silencio uno no puede marcharse, en el silencio todo se nos hace presente, todo
está ahí. Y se nos hace presente para que lo vivamos, para que lo aceptemos, para
que nos hagamos cargo de ello.
Por eso si en estas horas, en estos momentos en los que una situación de amargura,
de desazón, de azoramiento se nos hace presente y lo tenemos, podemos levantarnos
y buscar distraernos. Frecuentemente los hombres hacemos esto, cuando hay una
preocupación decimos pues: "vamos a distraernos, vamos a dar un paseo, nos vamos
a tomar un café"; pero aquel problema no queda resuelto, aquel problema queda
orillado, queda como aparcado y en la primera oportunidad, otra vez, se nos hace
presente. Te sientas, haces silencio y si no haces esta práctica, pues vas a acostarte o
estás esperando el autobús, estás un momento silencioso y posiblemente otra vez, te
vuelve, y te vuelve a reclamar que le atiendas.
Cuando hace mal tiempo, cuando el tiempo está revuelto, cuando hay tormenta,
miramos al cielo y decimos: “pues, no acaba de asentar” cuando el tiempo asienta, la
atmósfera está limpia, el cielo está despejado, y como que todo se llena de vida.
El silencio es para que todo se asiente, para que las cosas que están... fuera de su
lugar, se vayan encajando. Cuando todo se asienta todo se vuelve equilibrio, cuando
todo se asienta todo se vuelve serenidad.
Ya ves lo que pasa con un vaso de agua revuelta, coges un vaso de agua revuelta le
dejas un rato y se va posando y se va volviendo trasparente, se va volviendo limpia.
Siempre que buscamos algo fuera de nosotros, nos alejamos, nos distanciamos y nos
separamos de esa presencia, que en el fondo nos basta para vivir, que es lo primero,
que es lo más imprescindible, que es ese soplo de la vida. Si deseas algo que está más
lejos, puedes distanciarte del soplo, de la vida, de la presencia, de lo que te inunda, de
lo que te llena, de lo que te abastece.
¡Comprueba esto! ¡Verifícalo día tras día! y verás como florece en ti la libertad, verás
como renace en ti la autonomía, verás como renace en ti la firmeza, la armonía, la
seguridad, verás como renace en ti una paz que no tiene fin.
Fr José F. MORATIEL