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FACULTAD DE TEOLOGÍA DEL URUGUAY

“MONS. MARIANO SOLER”


ECLESIOLOGÍA

Estudiante: Cristhian BENÍTEZ Docente: Pbro. Dr. Valentín GOLDIE

Introducción

Hay muchas expectativas y rasgos al ver la realidad de la Iglesia. Cada uno tiene
una definición de Iglesia desde su experiencia y percepción. Algunas veces se logra con
éxito en coincidir con las respuestas teniendo en cuenta que la Iglesia en sí es una
realidad compleja y difícil de definir.

Eloy Bueno de la Fuente, presenta su noción de Iglesia, su modo de comprender


la eclesiología. El autor muestra los fundamentos teológico-dogmático de la Iglesia
basándose a la confesión de fe. Él va desarrollando su libro desde la perspectiva del
credo, que mira la eclesiología desde una Iglesia que es una, santa, católica y apostólica.
Intentaré ir desarrollando los contenidos desde lo que presenta el autor.

1. La Eclesiología en la historia

Los Santos Padres no sintieron la necesidad ni el interés de elaborar una


reflexión sistemática sobre la Iglesia. A pesar de eso muestran algunos rasgos
característicos de la Iglesia: mostrándola desde la categoría de misterio, que viene de la
historia de la salvación narrada en la Biblia. Esto se da mediante la meditación de los
relatos bíblicos en el ámbito litúrgico1.

Ellos expresan con imágenes metafóricas la realidad de la Iglesia diciendo que


es: Pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo, Madre y Virgen, Esposa de Cristo, comunión de
los santos; es como un organismo vivo, san Atanasio afirmaba: «Se adhiere a la Iglesia
como un árbol se adhiere al suelo en que extiende larga y profundamente sus raíces»2.

Con el reconocimiento de la Iglesia en el Imperio romano la situación eclesial ha


tenido un gran cambio, adquiriendo más relieve la unidad considerada desde el centro y
desde la jerarquía, esto ha llevado en un gran conflicto acentuando varios puntos, en
especial, la separación entre clérigos y laicos y sobre el poder sacerdotal del papa.

1
Cf., E. BUENO, Eclesiología, Madrid 1998, 4.
2
Ibid. 4.

1
Ciertamente había una unidad entre la Iglesia y el Imperio, pero se notaba separaciones
en muchas otras partes3.

Con Gregorio VII, ya en el siglo XI, se produce un cambio como su gran obra
reformadora, presentada como defensa de la libertad de la Iglesia frente a los intentos de
someterla a los poderes seculares. Esto llevó hacia una eclesiología centrada en la
monarquía papal y en las consiguientes implicaciones societarias. En efecto, los
teólogos medievales hicieron un tratado sistemático De Ecclesia. Ellos consideraban a
la Iglesia como misterio de santidad sobrenatural, continuadora de la misión salvadora
del divino Redentor, instrumento de Cristo en su acción santificadora, Cuerpo Místico
de Cristo y Esposa inmaculada del Cordero sin mancha4.

La eclesiología hace su aparición en un contexto polémico, marcado por


condicionamientos socio-políticos. Su nacimiento debe a la discusión del poder del
sacerdocio, en especial del papa, y su incidencia en el poder temporal. Juan de París, por
su parte, apoyándose en el hecho de que Cristo careció de él, considera que la Iglesia no
debe influir directamente en el orden temporal sino tan sólo indirectamente en virtud del
orden sagrado y del Magisterio5.

A lo largo de los siglos XIV-XV los tratados de la Iglesia utilizan el título


Tractatus de Ecclesia y Hus presenta la Iglesia como sociedad puramente espiritual,
desprendida totalmente de bienes materiales e incluso de ministerios al ser Cristo su
única cabeza6.

Juan de Torquemada en el año 1489 en su Summa de Ecclesia rechaza la


posibilidad de aplicar a la Iglesia esquemas políticos de este mundo ya que es misterio
de fe y su poder viene de lo alto y sostiene que el Cordero que se ha entregado por su
Iglesia ha previsto la existencia de órganos santificadores y unificadores que la
establecen como realidad social y sacramental7.

A través del subjetivismo y del individualismo se inicia el renacimiento. La


Iglesia empieza a encontrar reformas. Uno de los personajes que ofreció una alternativa
es Lutero, el que ha dicho que el acontecimiento individual de la fe queda antepuesto a

3
Cf. E. BUENO, Eclesiología, 5.
4
Cf. Ibid., 6.
5
Cf. Ibid., 7.
6
Cf. Ibid., 8.
7
Cf. Ibid., 8

2
la convocación eclesial. La verdadera Iglesia es invisible, tiene una existencia oculta al
mundo, pero manifiesta para Dios, como creatura verbi divini8.

Calvino se mantiene de modo coherente en los postulados de la Reforma: el


absoluto señorío de Dios y la insignificancia del hombre configuran la Iglesia como el
conjunto de los que han sido elegidos por Dios. Pero, para él la Iglesia invencible no
sólo va otorgando mayor importancia a los ministerios y a la doctrina sacramental, sino
que establece una auténtica disciplina eclesiástica vinculada profundamente al poder
estatal9.

La Iglesia se va armando de valor para poder responder a las protestas, en el


Concilio de Trento, recupera y reivindica la aportación humana en el proceso de la
justificación y reafirma el valor de la mediación eclesial centrándola en el misterio de la
encarnación y la alianza, de esa manera pueda ser más creíble, pero a la vez consolido el
sistema jerárquico centrado en Roma10.

Junto a la Reforma, el otro factor de la época moderna que influyó a la


configuración de la eclesiología es la Ilustración que actúan tanto en sus principios
ideológicos y filosóficos como en las repercusiones políticas y sociales11.

El Concilio Vaticano I muestra a la Iglesia que es fundamentalmente emanación


de Cristo y su prolongación en el tiempo, y por ello es indisolublemente visible e
invisible, humana y divina. Prestaron por ello gran atención a la concepción de la
Iglesia como Cuerpo de Cristo. Por lo tanto, el concilio sigue dominado por el carácter
societario y jerárquico de la Iglesia12.

La reflexión eclesiológica del Concilio Vaticano II ha sido posible por la


confluencia de factores diversos: el movimiento litúrgico, centrado inicialmente en
ambientes monásticos, fue paulatinamente ayudando a descubrir a círculos más amplios
que todos los bautizados eran partícipes en el misterio celebrado por la Iglesia; una
espiritualidad cristocéntrica, la persona de Cristo se relaciona personalmente con los
hombres, de un modo singular en los sacramentos, ante todo la eucaristía; el espíritu
comunitario, que favoreciera las relaciones personales y concretas; la necesidad de
situar la fe cristiana en la sociedad y de hacer presente a la Iglesia en ambientes

8
Cf. E. BUENO, 8-9.
9
Cf. Ibid., 9.
10
Cf. Ibid., 10.
11
Cf. Ibid., 11.
12
Cf. Ibid., 14.

3
descristianizados exigía la revalorización del laicado; el resurgir de los estudios
bíblicos; el florecimiento de la patrística, aportó nuevos y fundamentales temas a la
eclesiología13.

El Concilio propone el esquema eclesiológico donde la Iglesia arranca de la


naturaleza societaria, de la Iglesia instituida por Cristo mediante el establecimiento de la
jerarquía, y supone la identificación real entre el Cuerpo Místico de Cristo en la tierra y
la Iglesia Católica Romana14.

2. Creo en la Iglesia

La eclesiología debe partir desde un principio hacia la reflexión sobre la Iglesia


y así aportarle el sentido de la realidad eclesial. En el símbolo de la fe, confesamos a la
Iglesia como protagonista de la salvación en el seno de la historia salvífica. La Iglesia
acepta creer en Dios sin condición. Los creyentes pueden creer en la iglesia que figura
como la primera obra del Espíritu. Ella está vinculada con el misterio de la Trinidad que
sintetiza el dinamismo entero de la revelación. Porque la Iglesia está incorporada al
misterio de Dios, el Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al
conocimiento de la verdad (1 Tim 2,4-5)15.

2.1. La Iglesia Pueblo de Dios

La Iglesia es protagonista del misterio de Dios en cuanto Pueblo de Dios, se la


considera como un sujeto histórico que expresa con claridad su íntima relación con el
Dios que se revela y con los hombres a los que ha sido revelado16.

Desde el inicio la Iglesia es considerada pueblo de Dios refiriéndose al pueblo de


Israel con quien se identifica en un sentido histórico, ya que la iglesia está inserta en la
historia del hombre. En la actualidad se le considera Pueblo de Dios al pueblo
mesiánico que es la nueva alianza sellada con Jesús el hijo Dios. En el Vaticano II, la
LG 9 expone que la salvación es siempre comunitaria e implica la pertenencia al pueblo

13
Cf. E. BUENO, Eclesiología, 15.
14
Cf. Ibid., 15.
15
Cf. Ibid., 21.
16
Cf. Ibid., 27.

4
de Dios, lo cual significa que todos los bautizados se encuentran unidos a ese nivel
fundamental, que es previo a cualquier diferenciación posterior17.

En cuanto a la elección de un pueblo en medio de tantos pueblos del mundo


podría llevarnos a malas interpretaciones donde se podría entender que los demás
pueblos quedan afuera, en cambio esto es superado, ya que somos creados por Dios y en
Jesucristo, somos parte de esta nueva alianza que es el pueblo mesiánico. Somos
creados por Dios y reconoce a la totalidad de la humanidad. Sin embargo, la conciencia
de elección se manifiesta como expresión y servicio a esa unidad previa y radical. En
efecto, es elegido el pueblo para que se consagre al servicio de la mediación y del
encuentro desde el amor regalado por Dios. La función del pueblo se descubre en la
dialéctica de la salvación por la concentración y expansión como Abraham, la vocación
y el envío como misión, y la alianza se refiere a la apertura18.

La historia de Israel como pueblo de Dios culmina en la alianza que se hizo en


Sinaí. Pero hay experiencias previas como la acción de Dios en favor de Abrahán,
donde Dios ha hecho un pacto, una alianza con él, de ser padre de una multitud de
naciones y ser el sendero abierto a la esperanza de salvación. En el monte Sinaí se hizo
la alianza que constituye al pueblo en su identidad y su misión. Explícitamente Dt 7,6
cuando Dios dirigió su palabra a Israel les dice que ellos serán su pueblo y Él será su
Dios. Este acontecimiento se centraliza en la vinculación y pertenencia racial o nacional
a Israel. Por lo tanto, la alianza de Sinaí, es un acontecimiento de la renovación hacia
toda la humanidad19.

La Iglesia como Pueblo de Dios tiene elementos básicos como la dialéctica


continuidad-discontinuidad entre el Antiguo y Nuevo Testamento; el Pueblo de Dios se
considera en su dimensión trinitaria; como pueblo y asamblea, que hace patente la
dimensión comunitaria de la fe y de la vida cristiana; afirma a la Iglesia como sujeto
histórico insertado en el peregrinar del conjunto de los pueblos. El Concilio Vaticano II
hace referencia a la herencia veterotestamentaria afirmando que la Iglesia de Cristo
reconoce que los comienzos de su fe y de su elección se encuentran ya en los patriarcas,
en Moisés y en los profetas20.

17
Cf. E. BUENO, Eclesiología, 29.
18
Cf. Ibid., 34.
19
Cf. Ibid., 34.
20
Cf. Ibid., 40.

5
2.2. La Iglesia del Hijo: el Cuerpo de Cristo

La Iglesia es el nuevo pueblo de Dios que Cristo ha instituido y conseguido en


una nueva alianza. Tradicionalmente se la llama Cuerpo de Cristo21.

En el siglo XX la historia de la teología con sus paradojas llevó a la eclesiología


hacia nuevos rumbos. Apareció la teología del Cuerpo Místico de Cristo que se
inclinaba hacia la satisfacción de una nueva necesidad de espiritualidad intensa del
pueblo de Dios que querían subrayar la vitalidad de la presencia de Cristo en el pueblo.
Ante las diversas trabas la concepción y comprensión del cuerpo místico de Cristo solo
llegaría a su plenitud si aceptaran ser ordenado por la legislación canónica de la Iglesia
Romana22.

Actualmente el mistérico de la Iglesia se fundamenta desde la analogía de la


Encarnación cuya identidad radical de Jesús hace entender la eclesiología como cuerpo
místico del Hijo, la segunda persona de la Santísima Trinidad. En la Iglesia debe de
notarse esa identidad personal del Hijo y la peculiaridad de su misión. Esa misión
trascendida por el amor que del Padre al hijo enviado para el ejercicio de su misión23.

Para que la gracia se haga patente y experiencia en el mundo, este Hijo que ha
fundado la Iglesia debe ser reconocido desde la importancia del acontecimiento Pascual
para llegar a entender la fundación de la Iglesia. Porque la Iglesia se mantiene en
estrecha dependencia del Señor Resucitado y Glorioso24.

Cada miembro de la Iglesia es Cuerpo de Cristo. Porque como dicen los santos
padres que de la participación común en la eucaristía nosotros tomamos parte en el
cuerpo y la sangre de Cristo transformándonos en lo que tomamos25. La Iglesia como
Cuerpo de Cristo adquiere una personificación y designa una reacción de la humanidad
en Cristo; posee también una dimensión cósmica y dinámica capacitada para la
comunicación; Cristo cabeza de la Iglesia, es como la cabeza del organismo humano.

21
Cf. E. BUENO, Eclesiología, 45.
22
Cf. Ibid., 46.
23
Cf. Ibid., 47.
24
Cf. Ibid., 49.
25
Cf. Ibid., 55.

6
2.3. La Iglesia Templo del Espíritu

Si Cristo es el fundador la Iglesia, el Espíritu Santo es el alma de la misma, su


acción santificadora de los fieles, garantizadora de la validez de los actos sacramentales
y de las intervenciones doctrinales del Magisterio nos muestra la importante presencia
del Espíritu dentro de la Iglesia, tanto así que se podría decir que cada renovación y
revitalización es mediante esa presencia activa que lleva en ella. El Espíritu Santo ha
dejado de ser tenido como un funcionario de la Iglesia, pasando a ser el animador de la
comunidad eclesial26.

En realidad, sólo en la fuerza del Espíritu hay una Iglesia en la que la Palabra de
Dios pueda ser servidora, en la medida en que se permita hablar de modo tal que elu
discurso sobre la revelación sea testimonio actualizado de la revelación.27 Por eso N.
Afanasief sostiene que la Iglesia comienza en el Espíritu y es mantenida por él, que es
su principio de orden y de organización28.

En la historia de la salvación la presencia del Espíritu Santo fue personalizado


como el Dios que se exterioriza, sale de sí, suscita fascinación porque atrae, afecta,
provoca y seduce. Se lo reconoce como ruah, el soplo y viento, en el Antiguo
testamento como instrumento en mano de Dios para la realización de su obra. Y es el
que va animando la misión conforme al modelo y testimonio de Jesús. El Espíritu
confluye en la creación de una situación nueva en la historia de la salvación. Y la Iglesia
es edificada para morada de Dios en el Espíritu. El cuerpo de un cristiano es como
templo del Espíritu. El Espíritu mismo que nos lleva en koinonia con Cristo29.

2.4. La Iglesia comunión y sacramento

La eclesiología de la comunión está considerada como una de las innovaciones


del Vaticano II que ha dado un realce importantísimo para la eclesiología postconciliar
y para la vida de la Iglesia. Cuando hablamos de comunión podríamos considerar ante
todo esta comunión con el mismo Dios por medio de Jesucristo en el Espíritu Santo,
tiene una profunda raíz trinitaria30.

26
Cf. E. BUENO, Eclesiología, 60.
27
Cf. Ibid., 62.
28
Cf. Ibid., 63.
29
Cf. Ibid., 65.
30
Cf. Ibid., 73.

7
La koinonia o comunión tiene muchas dimensiones, en griego designa relaciones
interpersonales, la armonía cósmica e incluso la comunión con Dios obtenida
especialmente en las comidas sagradas. Hace referencia a la naturaleza divina. Posee
una base y una expresión sacramental y litúrgica. Como la Eucaristía que hace
conservar el sentido y el valor de la historia que Dios lleva adelante en el mundo;
apunta al momento en que Dios lo sea todo en todos31.

De este modo podríamos decir que la Iglesia es considerada sacramento de


comunión del Dios trinitario: porque se hace presente como Pueblo de Dios, Cuerpo de
Cristo y Templo del Espíritu. Sacramento, porque:

Si Cristo puede ser llamado “sacramento de Dios”, del mismo modo la Iglesia
es para nosotros sacramento de Cristo, ya que lo representa en toda la fuerza
originaria de la palabra, nos regala su actualidad verdadera y lo prolonga a él
mismo32.

Por lo tanto, sacramento es la perspectiva de la identidad y la misión de la


Iglesia. La Iglesia es considerada sacramento por que hace presente a Cristo en medio
del pueblo santo de Dios. Porque la Iglesia en sí es en el mundo el sacramento de
Jesucristo, así como Jesucristo mismo, en su humanidad, es para nosotros sacramento de
Dios. Con el propósito que la Iglesia sea la mediadora en la salvación de sus
miembros33.

3. Creo en la Iglesia una

En el credo confesamos nuestra fe en ese Dios uno y trino que es Padre, al que la
Iglesia le debe su origen, que es Hijo y fundador y al Espíritu Santo que es el alma de la
Iglesia toda. La unidad de la Iglesia se realiza en la multiplicidad de iglesias locales. La
comunión de las diferencias enriquece y hace concreta la unidad34.

3.1. La Iglesia comunión de iglesias

El término iglesias es una expresión bastante reciente en el lenguaje eclesial y


teológico. Durante mucho tiempo el planteamiento fue desde la Iglesia universal

31
Cf. E. BUENO, Eclesiología, 74.
32
Ibid., 81.
33
Cf. Ibid., 83.
34
Cf. Ibid., 91.

8
dejando de lado las iglesias particulares. Sin embargo, hoy en día se tienen en cuenta las
iglesias particulares como comunión de totalidades no como sumas de partes35.

En efecto, en la reforma de la postura de la Iglesia la eclesiología universalista


muestra la centralidad de la asamblea eucarística concreta. En lo cual, en la unidad de la
Iglesia se manifiesta la Iglesia en su plenitud porque Cristo se hace presente en la
asamblea eucarística de la iglesia local en la plenitud de su Cuerpo36.

El Vaticano II habla conceptualmente de la Iglesia local identificándola con la


diócesis unida a la santa Sede. Para definir a la Iglesia local, podríamos poner en
evidencia algunos elementos constitutivos: un grupo humano que da carne a la realidad
eclesial mediante la particularidad sociocultural; el Espíritu Santo como sujeto de la
iniciativa de Dios que va abriendo un espacio humano para edificar el templo; el
kerigma como la proclamación del evangelio que convoca e invita conversión; la
eucaristía, como realización máxima de la Iglesia donde se actualiza el misterio pascual;
y el obispo, que presidiendo la eucaristía expresa plenamente su identidad como
administrador y garante de la apostolicidad de la fe celebrada37.

El Vaticano II hace relucir que las iglesias particulares están «formadas a


imagen de la Iglesia universal. En ellas y a partir de ellas existe la Iglesia católica, una y
única»38, como comunión de comuniones. Porque la Iglesia universal consiste en la
comunión de iglesias particulares o locales mediante la eucaristía. Es decir, la eucaristía,
misterio de unidad e identidad, establece la identidad real entre cada Iglesia particular y
la Iglesia universal. Esta comunión se comprende en el valor eucarístico de la asamblea
teniendo la misma fe, celebrando el mismo memorial, comiendo el mismo cuerpo y
participando en el mismo cáliz, el mismo y único cuerpo de cristo con el mismo
bautismo39.

En las Iglesias locales o particulares hay otras formas de presencia, una de estas
son las parroquias, se lo define como marco del encuadramiento de los bautizados,
estructura la geografía eclesial y su modo de presencia pública. La parroquia desde su
nacimiento, lleva en su esencia la prolongación de la iglesia particular y de la eucaristía

35
Cf. E. BUENO, Eclesiología, 93.
36
Cf. Ibid., 95.
37
Cf. Ibid., 98-99.
38
LG 23
39
Cf. E. BUENO, Eclesiología, 102.

9
episcopal, que se despliega para que la realidad eclesial sea realmente una experiencia
concreta40.

De esa manera podríamos decir que es la célula de la iglesia local que hace
visible en su lugar a la iglesia universal. Otra es la iglesia doméstica que es la que reside
en la casa, en la familia que aporta a la edificación de la iglesia en la fraternidad y la
comunidad. Es un espacio y modo participativo en la misión salvífica de la Iglesia
porque refleja el amor de Dios a su pueblo y de Cristo a su Iglesia. Están también las
comunidades eclesiales de base que está dirigido a pequeños grupos de cristianos en un
determinado territorio eclesial, dan importancia a la oración y a la celebración de una
liturgia participada y viva. Su originalidad reside en la lectura de la realidad a la luz de
la Palabra de Dios y de las reclamaciones del Reino, pero en orden a la praxis, al
compromiso socio-político41.

3.2. El ecumenismo, servicio a la unidad

Si hablamos del servicio a la unidad o el ecumenismo surgido desde la


preocupación por la separación entre las Iglesias, buscando un esfuerzo profundo ante
ese dolor de la separación en el cuerpo de las iglesias. Estas separaciones no son por ser
distintos, sino muchas veces y casi siempre por ideologías. El problema de la diferencia
se encuentra desde la confesión de fe, la divergencia en las interpretaciones de la
tradición apostólica, el valor distinto que se otorga al magisterio de la Iglesia y al
compromiso del ministerio papal y episcopal en el servicio a la verdad. Por eso, en la
historia de la Iglesia hay separaciones, sismas, rupturas, excomuniones. Una de las
personas histórica más influyentes en esta reforma es Martín Lutero42.

Ante estas separaciones inicia el movimiento ecuménico que se desarrolló dentro


del mundo protestante con el fin de hacer más eficaz y creíble la evangelización
cristiana. Luego inició el ecumenismo en la Iglesia Católica, asumido como uno de los
objetivos primordiales del Concilio Vaticano II y se ha convertido en una opción
irreversible de la teología, esta problemática afecta de manera directa a la eclesiología.
Ya que la relación entre Cristo e Iglesia no debe ser vista desde un Cristo fundador y
legislador de una Iglesia-sociedad, sino desde el Cristo presente en la comunidad

40
Cf. E. BUENO, Eclesiología, 112-113.
41
Cf. Ibid., 115-117.
42
Cf. Ibid., 124- 126.

10
viviente. Los principios católicos del ecumenismo ponen en la polaridad el compromiso
por la compresión y la búsqueda de la unidad visible en la comunión. Para la
reunificación se valoriza estos discernimientos: la ruptura se sitúa en el interior de una
unidad fundamental, que se da en Cristo como don del Espíritu. Las heridas a la unidad
se experimentan como una profunda herida porque impiden una comunión plena y
perfecta. La unidad es un don de Dios que sólo puede ser regalada como gracia43.

El estatuto eclesiológico que se aplica a las otras iglesias no católicos se refiere


en la Iglesia hermana. Este es un gesto de recepción de parte de los magisterios para que
pueda establecer y permitir la unidad en la asamblea. Sin embargo, cada iglesia
mantiene la adecuación y la identidad entre la Iglesia católica e Iglesia de cristo. Porque
la unidad consiste en la dimensión trinitaria y escatológica de la koinonia44.

4. Creo en la Iglesia apostólica

La Iglesia es apostólica refiriéndonos en este triple sentido: uno porque fue


edificada y permanece sobre el fundamento de los apóstoles, segundo porque guarda y
transmite la enseñanza de los apóstoles, y último, porque continúa existiendo enseñada,
santificada y dirigida por los apóstoles gracias a aquellos que los suceden en su
ministerio pastoral45. La apostolicidad consiste en el deber de la transmisión dinámica
que la Iglesia misma hace que es la proclamación de la buena noticia de Jesucristo al
mundo y el testimonio evangélico corresponsable, edificación de la comunidad46.

4.1. La comunidad cristiana

La comunidad cristiana describe el carácter concreto de la realidad eclesial,


consiste por un lado en la participación subjetiva y una vinculación objetiva a datos
previos a la opción humana, y por otro lado concreción y responsabilidad con la tarea
que deben desempeñar los creyentes47.

Hay 3 principios que mencionan la absolutización de la Iglesia: la autonomía de


la comunidad, la comunidad frente a la institución y la comunidad como reino de la

43
Cf. E. BUENO, Eclesiología, 126-130.
44
Cf. Ibid., 133-137.
45
Cf. Ibid., 141.
46
Cf. Ibid., 141.
47
Cf. Ibid., 144-146.

11
subjetividad. Esto requiere el equilibrio de la Iglesia y la comunidad en el proceso de la
fe y de justificación para la salvación48.

Como comunidad la Iglesia es fuerte en su dimensión comunitaria porque parte


desde la base bautismal donde se origina la diversificación carismática y ministerial que
debe vivir modalmente. Con el bautismo se inicia el proceso de la iniciación cristiana
para la salvación del individuo, es la puerta de los sacramentos y de la vida cristiana,
nos constituye en el sacerdocio común que posee todos los bautizados. Luego con la
confirmación muestra la identidad del sacramento de la iniciación cristiana expresado
en la acción del Espíritu Santo que mediante el misterio pascual se consuma y
perfecciona en la persona la gracia del bautismo49.

La vida de la comunidad en su existencia tiene unos carismas y ministerios.


Carisma se fundamenta en la iniciativa de Dios, regalo divino por la comunidad. Y el
ministerio se configura en modo de responsabilidad por la edificación de la comunidad.
Es una misión. No se separa del carisma. Se trata de un servicio esporádico del
bautizado. La Iglesia tiene también una línea sinodal como centralizada en las
categorías Pueblo de Dios y comunión50.

4.2. Formas de existencia eclesial

En la Iglesia partiendo del bautismo como puerta a los demás sacramentos


podemos encontrar variadas formas de realizarse como cristianos dentro de una
vocación, que es desde donde uno ejercería su misión. Estos modos han llegado a
reducirse en laico, religioso y sacerdote siendo consciente que existe otras maneras nos
acomodamos dentro de esta tradición estructural.

Los laicos en la Iglesia se caracterizan por ser los más numerosos, el laicado ha
recuperado notablemente su presencia significativa dentro de la Iglesia como
comunidad de los bautizados y confirmados en la fe siendo participantes activos en la
eucaristía que edifica el Cuerpo de Cristo y por sobre todo siendo responsables de la
misión eclesial51.

48
Cf. E. BUENO, Eclesiología, 150.
49
Cf. Ibid., 151-154.
50
Cf. Ibid., 155.
51
Cf. Ibid., 164.

12
El Vaticano II los presenta como fiel cristiano, pueblo de Dios, miembro de la
Iglesia: «los cristianos que están incorporados a Cristo por el bautismo, que forman el
Pueblo de Dios y que participan de las funciones de Cristo: Sacerdote, Profeta y Rey.
Ellos realizan, según su condición, la misión de todo el pueblo cristiano en la Iglesia y
en el mundo»52.

La vida consagrada es una planta de muchas ramas que hunde sus raíces en el
evangelio y produce copiosos frutos en toda estación de la Iglesia53. Son las personas
que reciben la consagración no sacramental que concede gracias relacionadas a las
sacramentales. Es una consagración bautismal como un modo nuevo de participar en el
sacerdocio salvífico de Cristo54. Tiene sus dimensiones cristológica y trinitaria,
escatológica y eclesiológica.

El ministerio ordenado viene de la ordenación en la tradición apostólica para


entregar el ministerio que representa una instancia en medio de la comunidad. Como
dice san Agustín:

Lo que soy para ustedes me espanta, lo que soy con ustedes me consuela. Para
ustedes soy obispo, con ustedes soy cristiano. Obispo es un título de tarea que
se acepta, cristiano es un nombre de gracia. El título es peligroso, el nombre es
saludable.
Yo les custodio por el oficio de gobierno, pero quiero ser custodiado con
ustedes. Yo soy pastor para ustedes, pero soy oveja con ustedes bajo aquel
Pastor. Desde este lugar soy como doctor para ustedes, pero soy condiscípulo de
ustedes en esta escuela bajo aquel único maestro55.

LG 10 expresa lo mismo con vocabulario diferente:

El sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial o jerárquico


están ordenados el uno al otro, ambos, en efecto, participan, cada uno a
su manera, del único sacerdocio de Cristo Su diferencia, sin embargo, es
esencial y no solo de grado En efecto, el sacerdocio ministerial, por el
poder sagrado de que goza, configura y dirige al pueblo sacerdotal, realiza
como representante de Cristo el sacrificio eucarístico y lo ofrece a Dios en
nombre de todo el pueblo Los fieles, en cambio, participan en la celebración de
la Eucaristía en virtud de su sacerdocio real, y lo ejercen al recibir los
sacramentos, en la oración y en la acción de gracias, con el testimonio de una
vida santa, con la renuncia y el amor que se traduce en obras56.

52
LG 31.
53
VC 5.
54
PC 5.
55
E. BUENO, Eclesiología, 175-176.
56
LG 10.

13
4.3. El ministerio apostólico: el episcopado

El ministerio apostólico se concentra en la exousia propio de Jesús con respecto


a la Iglesia, fue transmitida y comunicada por él de forma directa a los apóstoles. Él
involucra la jerarquía en la Iglesia vinculado a la institución apostólica, la vocación de
los doce apóstoles. Y muestra la identificación del estatuto eclesial del ministerio
episcopal57.

El término apóstoles identifica a los Doce discípulos de Jesucristo en el


momento prepascual. Los doce tienen un carácter simbólico representa las doce tribus
de Israel. Expresamente vemos sus historias y hechos en el neo-testamento. Son
enviados los apóstoles para diversas misiones. Y el apóstol se caracteriza con dos
rostros: uno es ser testigo de la resurrección y la otra es ser enviado como testigo a
proclamarla. Pablo es ejemplo paradigmático de la conciencia apostólica. Porque el
Señor resucitado se le ha manifestado. Los apóstoles hacen su misión frente a la
comunidad.

El ministerio apostólico se actualiza y se prolonga en la Iglesia. Porque los


obispos recibieron el ministerio de la comunidad. Presiden en nombre de Dios el
rebaño, son pastores:

Así como permanece el ministerio confiado personalmente por el Señor a


Pedro, ministerio que debía ser transmitido a sus sucesores, de la misma manera
permanece el ministerio de los Apóstoles de apacentar la Iglesia, que debe ser
ejercido para siempre por el orden sagrado de los obispos58.

Es decir que el ministerio del obispo remonta desde el principio de la sucesión.


Entonces tiene toda la autoridad de la apostolicidad en la enseñanza y predicación de la
Palabra, así como los apóstoles han predicado el evangelio, enviado por Cristo.
Entonces la transmisión y la tradición se condensan de un modo más directo en la
sucesión episcopal que enlaza el momento actual de cada iglesia con su origen
apostólico.

El obispo en cuanto sucesor de los apóstoles, ejerce el ministerio de vigilante,


testigo, y memoria de la apostolicidad de la Iglesia. Es cabeza de la iglesia por ser
centro de unidad y de comunión. Él es figura tanto de la iglesia particular como de la
iglesia universal. Él no se centra solo en el ejercicio de su gobierno dentro de la

57
Cf. E. BUENO, Eclesiología, 185.
58
LG 20.

14
jurisdicción que le corresponde sino es también el presidente por excelencia de la
eucaristía y el maestro en la predicación de la palabra. Los presbíteros son vinculados al
obispo el ejercicio de su misión siempre está desde la comunionalidad de la
corresponsabilidad ministerial en el ejercicio del sacerdocio apostólico. En cambio, la
identidad del diácono se manifiesta en su adhesión al obispo, es parte del orden sagrado
en su rango menor, se caracteriza por su entrega al servicio del altar y la de sus
hermanos59.

4.4. El ministerio petrino como primado

La Iglesia Católica es comunión de iglesias y tiene el deber de hacer modo


visible la unidad que la constituye. El primado es el órgano ministerial que expresa y
realiza esa unidad de las iglesias y de los obispos. Dentro de este ministerio, se unen la
unidad y la apostolicidad como servicio a la catolicidad. El ministerio máximo de
unidad importante está en la ratificación entre Iglesias. Que la Iglesia de Roma puede
servir a la unidad de la Iglesia a nivel universal. Por eso el papa pidió perdón por el mal
accionar de la Iglesia60.

El ministerio de Pedro lo vemos en el Nuevo Testamento en donde se halla su


primado en Roma. A través de los tiempos el ministerio Petrino (de Pedro) se valora por
la transmisión de la tradición y el testimonio concorde de los apóstoles. Además, con
diversos acontecimientos pascuales que acentúa su protagonismo. Sobre todo, mantenía
la unidad de la Iglesia. Pedro está vinculado a la Iglesia Roma; unidos con Pablo hace
de la Iglesia de Roma como testigo de la fe apostólica, memorial de la grande y gloriosa
confesión de fe. Y Roma es depositaria de la tradición y con la que hay que estar en
comunión61.

Había sismas en la Iglesia, pero en el occidente siguen teniendo al Papa. Se le


reconoce como Vicario de Cristo que tiene toda la plenitud de la potestad y poder en la
Iglesia romana. Egidio Romano afirma que llega hasta a excluir al Papa toda posibilidad
de error, pues pasaban fácilmente de la santidad del papado a la de la persona. Por tanto,
hay que reconocer su inmunidad62.

Por eso el Concilio Vaticano I define el primado del ministerio petrino como:
59
Cf. E. BUENO, Eclesiología, 201-202.
60
Cf. Ibid., 209.
61
Cf. Ibid., 212.
62
Cfr, 219

15
Lo que Cristo Señor instituyó en el bienaventurado Apóstol Pedro es preciso que
dure eternamente por obra del mismo Señor en la Iglesia Quienquiera suceda a
Pedro en esta cátedra, ése, según la institución de Cristo mismo, obtiene el
primado de Pedro sobre la Iglesia universal63.

Resumiendo, el ministerio papal en la Iglesia está en el seno de la comunión


eclesial. Como sumo pontífice debe considerarse como doctrina de fe que su ministerio
de presidencia viene de Cristo. Está instituido en el ministerio universal de unidad. El
primado no puede aislarse o absolutizarse, sino reintegrarse continuamente en el seno
del testimonio eclesial64.

Los obispos constituyen un colegio. El papa es como todos los obispos, como
Pedro forma parte de los doce. Sin embargo, los obispos son sucesores de los apóstoles
y todos juntos constituyen el fundamento de la Iglesia universal, se encuentran en la
cumbre del ministerio y, como jefes de la Iglesia, son verdaderos vicarios y delegado de
Cristo65.

4.5. El servicio a la verdad: la infalibilidad

Los ministerios de la unidad y de la comunión constituyen fracción del estatuto


de la Iglesia ordenados como garantía de la sucesión apostólica para la conservación de
la salvación. Por lo tanto, en estos misterios de la unidad manifiesta la responsabilidad
de salvaguardar la verdad que la Iglesia vive. En lo cual en los cuales por la función los
magisterios son infalibles.

La infalibilidad quiere decir como que los magisterios en cuanto a la postura de


defender la fe son ortodoxos contra a los heréticos negando los datos incontrovertibles
en su enseñanza y su predicación en su servicio a la verdad salvífica. Además, el
ejercicio de la infalibilidad es como una fijación de doctrinas verdaderas y vinculantes
da origen a la multiplicación de dogmas, y con ello a la transformación de la verdad en
un cúmulo de verdades. Hasta el siglo IV está en contra a la inefabilidad lo que no está
en la Escritura y en la tradición refiriendo a los concilios ecuménicos hasta siglo VIII.
Tiene dos vistas filosófica y teológica en adhesión a Cristo. Ella permanece en la
comunidad escatológica de salvación, basada en la fidelidad del Padre, en el evento del
Hijo y en la fuerza del Espíritu.

63
DS 3056-3057.
64
Cf. E. BUENO, Eclesiología, 223.
65
Cf. Ibid.., 225.

16
Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la
verdad (1 Tim 2,4). Significa que a dentro de la economía salvífica, la intimidad de
Dios se revela para salvar. Y la Iglesia da testimonio de esta verdad y la sirve, da
testimonio al hijo que Dios ha enviado, el Cristo la verdad y permanece en Él. en el
símbolo de la fe la Iglesia manifiesta la relación su relación con la verdad, la verdad
plena de la fe o del misterio divino se reside en el eschaton como la anticipación, la
esperanza de la contemporaneidad de Dios.

Las características de la infalibilidad son irreformables y vinculantes. Se la


atribuye a al Papa, al colegio episcopal, al concilio ecuménico o a la acción unánime de
los obispos. Sin embargo, el termino inerrabilis se aplica al Papa que apela la plenitud
de su potestad del magisterio. Esta formulación aclara todo. También la infalibilidad
consiste en la reconstrucción de las doctrinas falsas:

El Romano Pontífice, cuando habla ex cathedra, esto es, cuando cumpliendo


su cargo de pastor y doctor de todos los cristianos, define por su suprema
autoridad apostólica una doctrina sobre la fe y las costumbres, debe ser
sostenida por la Iglesia universal, por la asistencia divina goza de aquella
infalibilidad de que el Redentor divino quiso que estuviera provista su Iglesia
en la definición de la doctrina sobre la fe y las costumbres, y por tanto que las
definiciones del Romano Pontífice son irreformables por sí mismas y no por
consentimiento de la Iglesia66.

En cuanto al Magisterio en la Iglesia, el LG25 afirma una vez más que en el


Papa maestro supremo de la Iglesia universal reside individualmente el carisma de la
infalibilidad de la Iglesia misma. Reside también en el cuerpo episcopal cuando ejerce
el magisterio supremo con el sucesor de Pedro. Y la comunidad cristiana recibe la
transmisión de la tradición apostólica con obediencia67.

5. Creo en la Iglesia católica

La Iglesia es católica en un doble sentido: en cuanto Cristo está presente en ella,


y por tanto en ella subsiste la plenitud del Cuerpo de Cristo unido a su Cabeza con la
plenitud de los medios de salvación; en cuanto ha sido enviada por Cristo en
misión a la totalidad del género humano68. La catolicidad es una perspectiva que
permite entender la misión de la Iglesia y sus exigencias, una experiencia eclesial como

66
DS 3074.
67
Cf. E. BUENO, Eclesiología, 245.
68
Cf. Ibid., 251.

17
sensación maravillosa que viven los cristianos en la unidad, da vida y cuerpo a la
apostolicidad y ofrece espacio y amplitud a la santidad69.

5.1. La misión, dinamismo de la catolicidad

Decimos misión, porque apuntamos al surgimiento de la iglesia dentro de una


misión, dentro de la propia naturaleza de la iglesia está su ser misionera. Su
compromiso y ministerio refleja dentro la iglesia la comunión entre sus miembros
desempeñado ese misterio de comunión que sale al encuentro del otro, siendo así
imagen del Dios que sale al encuentro del hombre. La catolicidad se entiende a través
del carácter apologético argumentando la comprensión de ser católico. La catolicidad es
el misterio trinitario que pretende ofrecer la plenitud de la comunión divina, al conjunto
de la realidad creada, tanto humano como cosmos, respetándola en sus peculiaridades y
diferencias.

Se sintetiza en la voluntad originaria del Padre (1 Tim 2,4-5). Caracterizado por


el hijo enviado por el Padre; dentro del espacio por las misiones del Hijo y del Espíritu,
la Iglesia es infinitamente católica porque en cuanto representante y mediadora de la
plenitud del misterio divino, la ofrece a todos los hombres70. Y esta previa de plenitud
se convierte en donación, en principio de esperanza y unidad a la comunión trinitaria. El
término católica consiste en donde se encuentra Cristo Jesús la plenitud en la verdad. Es
universal también por la extensión geográfica. Ella vive la paradoja de tener su centro
por doquier, allí donde se celebra la eucaristía.

La misionología dentro de la catolicidad acontece en la mirada de Dios que se


revela en la historia de la salvación. En el horizonte universal de la historia de la
salvación resulta que todos los hombres son imágenes de Dios y creador. Luego ella
marca el devenir de la humanidad y el cosmos. Después se realiza en la elección de un
pueblo que refleja la gloria de Dios. Y termina en Jesús el misionero que lleva la lógica
del misterio que llega a la plenitud, anunció el Reino de Dios rompiendo todas las
cadenas y rebasando las limitaciones que establece el hombre. Murió en la cruz
redimiendo los pecados. Resucitó y su señorío se extiende sobre toda la humanidad y el
cosmos entero. Y la Iglesia en cuanto a cuerpo de Cristo tiene el papel de mediadora y
servidora del reino que Cristo ha anunciado. La Iglesia se mueve por la tarea

69
Cf. E. BUENO, Eclesiología, 251.
70
Cf. Ibid., 255.

18
recapituladora de Cristo. En cuanto al ser pueblo de Dios se solidariza con todos los
pueblos de la tierra71.

La realidad de las misiones se muestra claramente en el evangelio de San Mateo


28, 16-20 que dice lo siguiente: «Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra.
Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre
del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he
mandado. Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo».

Hay cuatro paradigmas que son factores significativos de la misión en la Iglesia.


Uno es la primacía de la misión sobre las misiones subrayando que la misión de Dios es
anterior a la de la Iglesia. Otro es la aplicación de los responsables de la misión
haciendo ver que todas las comunidades tienen la responsabilidad de participar en la
actividad misionera de la iglesia. En otra parte encontramos los desplazamientos
soteriológicos que se basa en la salvación de Dios por medio de Jesucristo que llega a
todos los hombres mediante la Iglesia. Por último, encontramos la apertura
neumatológica interesado en mostrar al Espíritu como el protagonista de la misión
obligando a tener una visión más global e integral de la realidad72.

En la Iglesia está la misión ad gentes es una misión que se da en todas partes,


queda vinculado a la esencia de la Iglesia, pero es una actividad de expansión, de salida
y de envío en donde la Iglesia se desarrolla en distintas pastorales o compromisos
ecuménicos. Es como una evangelización englobante y nueva que encierra un nivel
planetario y regional. Es holística porque lucha contra toda experiencia de desgracia
para dar contenido pleno a la salvación que anuncia73.

5.2. La Iglesia en el mundo

La Iglesia tiene el deber de servir al mundo. El mundo concierne como la chacra


de la Iglesia. Hay una relación entre ambos donde la Iglesia debe manifestar su paradoja
presencia en el mundo.

En el concilio vaticano II dice que la Iglesia estaba planteada desde el mundo y


para el mundo. La Iglesia está destinada al servicio de la humanidad. Y en ella el don
que Dios otorga a la humanidad gracias a Cristo en la fuerza del Espíritu. La relación

71
Cf. E. BUENO, Eclesiología, 260-262.
72
Cf. Ibid., 265-266.
73
Cf. Ibid., 269.

19
entre la Iglesia y el mundo está y hace patente la ambigüedad y ambivalencia. La Iglesia
no necesita ir a otro sitio para encontrar al mundo. Ella misma ha de descubrirse como
un momento del encuentro entre el mundo y Dios74. El kósmos significa mundo y en la
consideración eclesiológica y teológica tiene la perspectiva como la bondad de la
creación, la lógica de la alianza y de la Encarnación.

La Iglesia aporta una civilización al mundo entre la hostilidad y la


incomprensión; para decir que ella está manteniendo al mundo para que no caiga en la
destrucción y liberándolo del pecado y la impotencia, valorando oferta gratuita de
salvación en Cristo. Concretamente la Iglesia se comprende en el concierto de los
pueblos. Desde del inicio de la historia empieza desde Abraham genealógicamente,
incluye Adán, es la humanidad entera que son considerados como pueblo. Y a partir de
esta perspectiva se entiende que la salvación es universal para el pueblo del mundo.

La estructura de la Iglesia en su conjunto quiere comprender la ciudad de Dios y


el reino de Dios. Entonces lanzan desafíos a su misión como salir en contra al
integrismo, al secularismo, laicismo. Por eso ante los poderes públicos y la política la
Iglesia pone que todos poderes son recibidos de Cristo y están sometidos y se refiere a
la salvación de las almas. Sin embargo, la comunidad política y la Iglesia son
independientes y autónomos en sus respectivos campos. Esta separación entre Iglesia y
Estado (política) es considerada acorde con la lógica de la fe. Por lo tanto, la Iglesia
hace dialogo, coloquio y encuentro con las autoridades para que pueda influir en las
decisiones políticas75.

5.3. La Iglesia entre las religiones del mundo

La Iglesia en su presencia en el mundo hacía patente su dominio cultural es por


eso que se creía superior a las demás religiones, eso llevo a un alejamiento tal con las
demás religiones que eran consideradas anatemas. En cambio, su presencia en el
mundo, responden a esa necesidad de unidad entre todas las personas creyentes teniendo
como único objetivo combatir todo lo que pueda dañar la integridad de la persona
humana.

Lo claro que podemos notar es que fuera de la Iglesia no hay salvación, aunque
pareciera exclusivista debe de ser interpretada desde la lógica salvífica presentada por la

74
Cf. E. BUENO, Eclesiología, 275.
75
Cf. Ibid., 284-285.

20
sagrada escritura y por la tradición de la Iglesia. Es como un principio de la religiosidad.
En el Antiguo Testamento se habla de la historia de Israel como pueblo llamado y
elegido. Y en la nueva alianza que se realiza en el Espíritu Santo se extiende a todos los
pueblos y lenguas. Es decir, entre todos los hombres afectando el campo religioso76.

Por eso la Iglesia apostólica valora la religiosidad pagana que están debidos a la
necesidad de la salvación y de la justificación en Cristo. El bautismo es el signo de la
aceptación y de la pertenencia a Cristo y a la Iglesia y una vía segura de salvación. Y los
no bautizados se refieren en los cristianos anónimos. Tienen también la posibilidad a la
salvación. Porque viven en estado de gracia de Cristo que actúa como causa final77.

El Concilio Vaticano II marca esta situación como una comprensión, un diálogo


con todos los hombres marcado por el misterio de Dios. Como dice LG «los que todavía
no han recibido el Evangelio también están ordenados al Pueblo de Dios de diversas
maneras»78. Puesto que todos los hombres constituyen una única familia creada por
Dios, cristianos o no cristianos.

Las visiones pluralistas de las religiones que teológicamente giran todo en torno
a Cristo mediador deben de ser estudiadas para llegar a una aceptación dentro de la
teología cristocentrica, este reconocimiento implica la relativización del alcance de la
encamación que puede transformarse en una idolatría, intolerante y fanática.

En realidad, Jesucristo es considerado como centro y clave del significado de la


existencia humana, el único revelador y mediador de la gracia de Dios. La Iglesia es
concebida como la mediación única de la salvación de Cristo. Las otras religiones son
intentos fútiles para alcanzar al verdadero Dios.79

6. Creo en la Iglesia santa

En la confesión de fe, decimo creo en la Iglesia, que es una, santa, católica,


apostólica. Por lo visto que Dios la santifica haciendo santos a los cristianos a ejemplo
de la santidad porque Dios es santo. La santidad de la Iglesia es como la anticipación de
la plenitud escatológica que empuja a una mayor perfección, una mayor significatividad

76
Cf. E. BUENO, Eclesiología, 292.
77
Cf. Ibid., 298.
78
LG 16
79
Cf. E. BUENO, Eclesiología, 303.

21
y una permanente conversión. Podemos decir que los santos son los testimonios y el eco
de aquellos hombres llamados que alaban a Dios en la eternidad en la plenitud de su ser.

6.1. La tensión escatológica de la iglesia santa

La santidad es propiamente de Dios, solo él es el único santo (Ap 15,4). Por lo


tanto, la «Iglesia no puede dejar de ser santa»80. Porque la Iglesia está unida al misterio
trinitario de Dios y el misterio de Jesús. Entonces, «su santidad es indestructible, debido
a que surge de la acción definitiva y escatológica de Dios en Cristo por el Espíritu»81.

La santidad debe ser comprendida desde dos niveles para evitar cualquier mala
interpretación, existe una santidad objetiva que afecta al ser de la Iglesia encontrando su
fundamento en la Trinidad, ósea en el Dios que elige a un pueblo como suyo y mantiene
la fidelidad en sus promesas; en la obra redentora de su Hijo, que se ha santificado para
santificar a los suyos y en el Espíritu santo que es la santidad en persona82.

Sin embargo, aunque la Iglesia es santa, se pone en cuestión a sus miembros que
son tanto santos como pecadores. Tengamos en cuenta que el pecado se sitúa en la
Iglesia en la vida comunitaria de la fe y de la vida cristiana. Es decir, el pecado cohabita
en Iglesia, pero como parásito. Por eso el Espíritu actúa rescatando por la gracia de esa
manera la Iglesia no caiga83.

La santidad de los santos se incorpora también al símbolo de la fe. La idea de la


comunión entre las personas santas tiene raíces muy hondas en la memoria cristiana.
Son considerados como si estuvieran delante del trono y del Cordero. (Ap 7,9). Esta
comunión origina la unificación de las personas que «comulgan» con el Cuerpo de
Cristo y designa el misterio mismo de la Iglesia. Se manifiesta en virtud de la comunión
en el Dios trinitario la acción del bautizado singular tiene unas repercusiones ilimitadas,
que transcienden el tiempo y el espacio, de cara a la salvación de todos84.

La Virgen María queda como modelo y madre de la Iglesia. Además, es la


primera en la comunión de los santos por su dignidad. La vinculación de la virgen
María con la Iglesia se realiza en triple dirección: una es María que se encuentra en el
seno de la Iglesia peregrina; otra es su presencia continua en la Iglesia más que materna

80
LG 39
81
E. BUENO, Eclesiología, 314.
82
Cf. Ibid., 317.
83
Cf. Ibid., 318.
84
Cf. Ibid., 322.

22
y universal y por último María, la madre de Dios que es ya el cumplimiento
escatológico de la Iglesia (LG 63)85.

La liturgia se define como un acto profundamente eclesial y la Iglesia es parte


litúrgica. En el griego clásico, leitourgía designaba una acción realizada en favor del
pueblo. Entre los cristianos, la Iglesia es asamblea, la comunidad cristiana concreta es el
sujeto integral del acto litúrgico. Porque la liturgia es epifanía de la Iglesia en lo
concreto, se refiere al lugar como por lo que se refiere al «nosotros» que ha sido
convocado del Dios trinitario. Significa que la liturgia es comunitaria y un acto de
doxología86.

Conclusión

En conclusión, podríamos decir que la Iglesia es protagonista del misterio de


Dios en cuanto Pueblo de Dios por la inserción en la historia del hombre a través de la
elección de un pueblo en medio de los otros pueblos del mundo. El ser elegido hace
especial al pueblo porque es consagrado para mediar en el servicio del encuentro de
amor regalado por Dios. También es considerado pueblo de Dios en tanto que Cristo ha
instituido y conseguido en una nueva alianza la consagración de un nuevo pueblo este
nuevo pueblo que es la Iglesia edificada para morada de Dios en el Espíritu cuya misión
es la de llevarnos en la koinonia con Cristo.

La Iglesia es una por la unidad que tiene con el Padre que es su origen y
fundador, el Hijo su salvador y el Espíritu su alma, su fuerza. Sin embargo, en la
reforma de la postura de la Iglesia, la eclesiología universalista muestra la centralidad
de la asamblea eucarística concreta. La eucaristía, «misterio de unidad e identidad»,
establece la identidad real entre cada iglesia particular y la Iglesia universal. La unidad
es un don de Dios que sólo puede ser entregada como gracia. Cada iglesia mantiene la
adecuación y la identidad entre la Iglesia católica e Iglesia de cristo.

La Iglesia es apostólica en un triple sentido: porque fue edificada y permanece


edificada sobre el fundamento de los apóstoles; porque guarda y transmite la enseñanza
de los apóstoles; porque sigue siendo enseñada, santificada y dirigida por los apóstoles
gracias a aquellos que los suceden en su ministerio pastoral87.

85
Cf. E. BUENO, Eclesiología, 323.
86
Cf. Ibid., 325.
87
Cf. CEC 857.

23
La apostolicidad se va configurando en la realidad comunitaria, desde la
iniciación cristiana (bautismo, confirmación y eucaristía) y el desarrollo de los fieles en
sus diversos carismas.

Quiere decir que la experiencia apostólica es normativa ya que la experiencia


tiene los que estuvieron propiamente con Jesús. Esta experiencia es normativa para que
otras experiencias estén en continuidad con ella, porque los que experimentaron los
apóstoles es referencia para los demás.

La Iglesia católica consiste en doble sentido: en cuanto Cristo está presente en


ella, y en cuanto ha sido enviada por Cristo en misión a la totalidad del género humano.
La catolicidad es el misterio trinitario que pretende ofrecer la plenitud de la comunión
divina, al conjunto de la realidad creada, tanto humano como cosmos, respetándola en
sus peculiaridades y diferencias. La misionología católica se acontece en la mirada de
Dios que se revela en la historia de la salvación. En el horizonte universal de la historia
de la salvación resulta que todos los hombres son imágenes de Dios y Dios creador. La
Iglesia tiene el deber de servir al mundo. La Iglesia aporta una civilización al mundo
entre la hostilidad y la incomprensión; para decir que ella está manteniendo al mundo
que no caiga en la destrucción y liberándolo del pecado y la impotencia y valorando
oferta gratuita de la salvación en Cristo.

Dios santifica la Iglesia, ya que solo Dios es Santo, la va alimentando, la va


llenando. El Espíritu Santo sigue actuando en la Iglesia. La santidad de la Iglesia es
como la anticipación de la plenitud escatológica que empuja a una mayor perfección,
una mayor significatividad y a una permanente conversión. Esta santidad que muestra a
Jesús glorificado, el Reino y la Parusía. También la Iglesia está al servicio de este Reino
por sobre todo en su crecimiento y expansión.

Esta Santidad se manifiesta de diversas maneras, desde la realidad de la llamada


universal a ser santos que tienen todos los bautizados y la realidad escatológica de la
vivencia de la santidad aceptando la realidad santa y pecadora de la iglesia en sí, ya que
es la iglesia de Dios Santo, que lo santifica aun a pesar de estar compuesta por personas
pecadoras haciendo que el pecado esté presente dentro la Iglesia.

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