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decidió observar a los obreros de las fábricas para investigar desde un punto de vista
empírico los problemas que presentaban las empresas dedicadas a la producción a gran
escala. Surge así lo que es la administración denominada científica.
Conclusiones de Taylor
Tras su trabajo de observación, el experto nacido en Filadelfia llegó a cuatro conclusiones
que no dejaban muy bien parada a la administración gerencial de las empresas coetáneas:
No existía un sistema efectivo de trabajo.
No se ofrecían incentivos económicos para motivar a los empleados.
Los directivos adoptaban decisiones sin una base científica que las respaldara.
No se tenían en cuenta las destrezas de los trabajadores a la hora de asignarlos a
sus respectivos puestos.
Principios de taylor
Ante este panorama, Taylor desarrolló otras tantas pautas, recogidas en su obra Principios
de la administración científica, sobre las que debería basarse la actividad empresarial para
no repetir los errores desvelados a través de sus investigaciones:
1. Reorganización del trabajo. El primer consejo que realizó Taylor a los gerentes fue
remplazar los sistemas de trabajo ineficientes por otros métodos más optimizados,
reduciendo los tiempos de producción, la maquinaria necesaria, la idoneidad de los
procesos…
2. Selección adecuada del trabajador. En lugar de asignar roles sin tener en cuenta las
habilidades de los trabajadores, Taylor propuso la evaluación previa de sus
capacidades y la ubicación de los empleados en función de estas. De este modo, se
mejoraría el desempeño del profesional, al estar más motivado y satisfecho con su
trabajo, redundando en la productividad de la compañía.
3. Cooperación entre directivos y plantilla. Otro de los problemas descubiertos por
Taylor fue la falta de cohesión entre los gerentes y los operarios. Estos dos
colectivos perseguían metas distintas, cuando es necesario que actúen bajo un
mismo propósito para conseguir un buen funcionamiento de la organización. Por
ello, el autor propuso incentivar a los empleados que trabajaran mejor, de forma
que estuvieran implicados en la empresa, y la creación de una red de cargos
intermedios que supervisaran directamente a los equipos y les asesoraran e
instruyeran durante los procesos.
4. División del trabajo entre los responsables y los colaboradores. El cuarto principio
de Taylor hace referencia a la necesidad de que los gerentes se responsabilizaran
de la planificación y dirección, mientras que los trabajadores se dedicaban a la
ejecución de las decisiones, logrando una mayor eficiencia.