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METAS

1.1 Para 2030, erradicar la pobreza extrema para todas las personas en el mundo,
actualmente medida por un ingreso por persona inferior a 1,25 dólares de los Estados
Unidos al día

1.2 Para 2030, reducir al menos a la mitad la proporción de hombres, mujeres y niños
de todas las edades que viven en la pobreza en todas sus dimensiones con arreglo a
las definiciones nacionales

1.3 Poner en práctica a nivel nacional sistemas y medidas apropiadas de protección


social para todos, incluidos niveles mínimos, y, para 2030, lograr una amplia cobertura
de los pobres y los vulnerables

1.4 Para 2030, garantizar que todos los hombres y mujeres, en particular los pobres y
los vulnerables, tengan los mismos derechos a los recursos económicos, así como
acceso a los servicios básicos, la propiedad y el control de las tierras y otros bienes, la
herencia, los recursos naturales, las nuevas tecnologías apropiadas y los servicios
financieros, incluida la microfinanciación

1.5 Para 2030, fomentar la resiliencia de los pobres y las personas que se encuentran
en situaciones vulnerables y reducir su exposición y vulnerabilidad a los fenómenos
extremos relacionados con el clima y otras crisis y desastres económicos, sociales y
ambientales

1.a Garantizar una movilización importante de recursos procedentes de diversas


fuentes, incluso mediante la mejora de la cooperación para el desarrollo, a fin de
proporcionar medios suficientes y previsibles a los países en desarrollo, en particular los
países menos adelantados, para poner en práctica programas y políticas encaminados
a poner fin a la pobreza en todas sus dimensiones

1.b Crear marcos normativos sólidos en los planos nacional, regional e internacional,
sobre la base de estrategias de desarrollo en favor de los pobres que tengan en cuenta
las cuestiones de género, a fin de apoyar la inversión acelerada en medidas para
erradicar la pobreza
Leer más sobre el objetivo 16

Reducción de la pobreza EN RD

La pobreza es un problema complejo y multidimensional que se proyecta en


muchos aspectos de la sociedad. No es una condición dada, su existencia pone
en peligro el más importante de los derechos humanos: el derecho a la vida, y
socava la dignidad del ser humano. Asimismo, la pobreza amenaza la estabilidad
política, la cohesión social y la salud ambiental del mundo. La solución es posible
si todos los países se conectan y luchan por un fin común: erradicar la pobreza.
Es fundamental que cada país comprenda que para la erradicación de este
problema, es ineludible algo más que la expansión del Producto Interno Bruto
(PIB), medidor por excelencia del “crecimiento económico”; es vital que se
vislumbre la implementación de un proceso multidimensional donde intervi enen
diversos factores, desde los económicos (creación de empleos, mejora de la
productividad, etc.) hasta los culturales (respeto a los derechos humanos y a la
igualdad de género y el empoderamiento de la mujer) para que todos los
dominicanos y dominicanas puedan poseer un nivel de vida digno.

Proyecto PEI-REGATTA: articulando esfuerzos con un abordaje integral de


pobreza y medio ambiente

Crédito: Elvis González/PNUD R.D.

Desde el 2009 la Unidad de Inclusión Económica y Social del PNUD en República


Dominicana, de la mano con otras agencias del Sistema de las Naciones Unidas,
como el PNUMA, y aliados estratégicos como el Gobierno de España, a través de
su Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación, ha venido desarrollando el
Proyecto PEI-REGATTA, con el propósito de integrar los vínculos entre pobreza,
medio ambiente y adaptación al cambio climático en los procesos de planificación
y desarrollo, y en las estrategias de protección social en el país, a fin de reducir
la vulnerabilidad de los hogares rurales pobres, aumentando su resiliencia ante
shocks climáticos como son: tormentas tropicales, sequías e inundaciones.

Evolución de la pobreza en República Dominicana desde el año 2000


Acento.com.do | 13 de marzo de 2018 | 7:45 am
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En virtud de que existe mucha confusión sobre el tema de la reducción de la pobreza, a


raíz del discurso de rendición de cuentas del presidente de la República, Lic. Danilo
Medina, ante la Asamblea Nacional el pasado 27 de febrero de 2018, el Ministerio de
Economía, Planificación y Desarrollo se siente en el deber de hacer las debidas
aclaraciones ante la opinión pública.

Tras un largo período de avances que había tenido el país, el nivel de pobreza de los
dominicanos se elevó abruptamente como efecto de la crisis bancaria de 2003-2004,
como se muestra en el primer gráfico que ilustra esta publicación. Antes de esa crisis,
la pobreza afectaba al 32.4 % de la población, pero en el momento más crítico, llegó a
impactar a casi la mitad.

Una vez restablecida la normalidad, entre 2004 y el 2006 la pobreza volvió a bajar, pero
permaneció mucho tiempo por encima del nivel que tenía anterior a la crisis, a pesar del
acelerado crecimiento económico que vivió el país. Ese comportamiento, claramente
atípico, ha sido motivo de múltiples análisis por parte de estudiosos nacionales e
internacionales.

Sin embargo, después de 2013 las cifras comienzan a mostrar progresos de


consideración en esta materia; ciertamente, es mucho menos que lo deseable y lo que
se esperaría de una economía que exhibe tales éxitos en su desempeño
macroeconómico, pero ya no es apropiado seguir insistiendo en que este indicador no
responde frente al crecimiento. La tasa de pobreza monetaria logró una caída de 14.2
puntos porcentuales en los últimos cinco años al descender de 39.7 % en 2012 a 25.5
% en 2017. En ese contexto, el número de personas en condiciones de pobreza
monetaria descendió de la cifra de 3.8 millones en 2012 a 2.6 millones en 2017, como
se muestra en el segundo gráfico, con lo cual se calcula una reducción de la población
pobre en aproximadamente 1.2 millones de personas, para un promedio de 240 mil
personas por año.

No fue sino hasta el 2015 cuando la República Dominicana logró restablecer los niveles
de vida previos a la crisis bancaria y, finalmente, para el 2017 la tasa de pobreza
monetaria se colocó notablemente por debajo de los niveles vigentes quince años atrás.
No es motivo de orgullo que todavía más de dos millones y medio de dominicanos sufran
de tales carencias, y la superación de este mal es el primero de los Objetivos de
Desarrollo Sostenible al 2030 a los que el país se comprometió en el seno de la
Organización de las Naciones Unidas y en los que está empeñado el Gobierno.

Los datos mencionados responden al concepto de pobreza monetaria, de uso común


internacionalmente, definida como la insuficiencia de ingresos en los hogares para
adquirir una canasta de consumo aceptable socialmente, que permita satisfacer las
necesidades mínimas de alimentación, expresadas en términos de requerimientos
calóricos mínimos y del disfrute de otros bienes y servicios básicos.

Otro indicador habitualmente usado es el nivel de pobreza extrema, también conocido


como de indigencia, y definido como el ingreso por debajo del cual –aun si se destinara
completamente a adquirir los alimentos– sería insuficiente para alcanzar lo mínimo
imprescindible para la nutrición adecuada de un individuo. El porcentaje de dominicanos
indigentes también ha venido bajando y, el dato más reciente lo coloca en 3.8 % en el
2017, cuando rondaba el 8 por ciento en el año 2000 y se había duplicado con la crisis
bancaria.

Para confirmar o desmentir estos datos se han hecho otras mediciones, como el índice
de pobreza multidimensional, que incluye diversas variables de bienestar diferentes al
ingreso; también el índice de calidad de vida o el método de las necesidades básicas
insatisfechas, y todos coinciden en la misma tendencia. En resumen, todas las
informaciones disponibles permiten concluir que, independientemente del método de
medición, la pobreza se ha reducido en los últimos cinco años. Y esto no debe ser cosa
que mueva a suspicacia porque es lo que se esperaría de un país que crece
sistemáticamente. Pero, además, algún efecto tendría que tener tanto énfasis que ponen
las políticas públicas en las condiciones de vida de la población pobre. Si acaso, lo que
merecería buscar más explicación es por qué la pobreza no bajaba antes.

Otra forma de ver las cosas, pero siguiendo un método muy diferente, es la clasificación
de los hogares en estratos sociales a partir de determinados montos de ingresos
tomados convencionalmente, conforme una metodología desarrollada en la última
década por el Banco Mundial y el PNUD. De acuerdo con este criterio, se ha optado por
dividir la población en los estratos de «pobres» y «clase media». En medio de ambos
hay un grupo que en nuestro país es muy extenso, y que se refiere a aquellos que ya
alcanzaron ingresos que los sacan de la categoría de pobres, pero que tampoco han
llegado a un nivel que los catalogue como de clase media; a este grupo se les llama
«vulnerables» por el riesgo de volver a caer en la pobreza ante circunstancias adversas.
Y, finalmente, por encima de todos hay un pequeño grupo de ingresos altos al que la
indicada metodología denomina «residual».

Estos cuatro estratos son definidos en función del nivel de ingreso per cápita diario,
medido en dólares estadounidenses ajustados por paridad de poder adquisitivo (PPA),
y los umbrales de ingreso establecidos para esta clasificación son los siguientes:
Pobres: hogares con ingreso per cápita inferior a cuatro dólares PPA por día,
equivalentes en nuestro país a RD$17,636 mensuales para un hogar de cuatro
miembros, datos a noviembre 2017.

Vulnerables: hogares con ingreso per cápita de entre cuatro y diez dólares PPA por
día, equivalentes al tramo RD$4,809-RD$11,022 mensuales por persona o entre
RD$17,636-RD$44,089 pesos por hogar de cuatro miembros.

Clase media: hogares con ingreso per cápita de US$10 a US$50 PPA por día,
equivalentes al tramo RD$44,089 y RD$220,444 mensuales por hogar de cuatro
miembros.

Residual: Todo hogar con ingreso per cápita por encima de US$50 PPA por día, o más
de RD$220,444 mensuales para un hogar de cuatro miembros.

Podemos o no estar de acuerdo con estos montos, pero es a partir de estos criterios
que, siguiendo definiciones del Banco Mundial, el país vuelve a ser considerado como
de «clase media». La razón es que la franja de clase media es más amplia que la de
pobres, como se ilustra en el gráfico tercero. La clase media en 2017 alcanzó un 30 %,
después de aumentar 7.4 puntos porcentuales en relación con el 2012, y esto no hizo
más que restablecer los niveles previos a la crisis bancaria. Mientras tanto, la franja de
pobres (de acuerdo con esta metodología, que es distinta a la anterior) se redujo a 19.2
% en 2017.

En lo referente al grupo denominado «vulnerables», este es el más amplio de todos, y


en los últimos cinco años aumentó 6.2 puntos porcentuales. Algunos analistas han
interpretado este aumento como negativo, lo cual sería cierto si hubiese ocurrido a costa
de una reducción de la «clase media», pero debe considerarse positivo cuando su
aumento es por movilidad desde la «clase pobre», como ocurrió en el país.

En la búsqueda de explicaciones sobre los factores que determinaron la caída de la


pobreza, en el MEPyD se realizaron análisis mediante diferentes modelos. Con el
primero se descompuso el cambio en la tasa, lo que dio por resultado que la reducción
de 2012 a 2017 se debió a efectos positivos combinados entre el aumento en el ingreso
promedio de los hogares y el mejoramiento en la distribución del ingreso. En términos
concretos, de los 10.8 puntos porcentuales que cayó la tasa de pobreza de 2012 a 2016,
9.4 puntos obedecen a mejoría en el ingreso promedio y 1.4 puntos a mejoría en su
distribución. En el último año, de la reducción de 3.2 puntos en la tasa, el aumento del
ingreso explica 1.9 y la distribución 1.3 puntos.

Mediante un segundo modelo, se hizo la descomposición del ingreso del hogar por
fuentes de ingreso, y reveló que el ingreso laboral fue el principal determinante del
crecimiento del ingreso de los hogares. En algunos medios se ha argumentado que la
pobreza no puede haber caído tanto con el poco dinamismo observado en la tasa de
desempleo, lo que se desvanece al verificarse, mediante un tercer modelo, que la caída
reciente de la pobreza se debió al aumento del ingreso de la población ocupada.

Y el aumento reciente del ingreso laboral no fue producto de un aumento general de


salarios, pero sí de algunos grupos. En el sector público se registraron aumentos en
sectores tan amplios como educación, salud, fuerzas armadas, policía y al interior de
algunas instituciones públicas. En el sector privado también se registraron aumentos,
impulsados por los incrementos de las tarifas de salarios mínimos que han sido
dispuestos, y que por primera vez en mucho tiempo superan holgadamente la inflación
acumulada. Tales aumentos también se confirman con los datos de la DGII y de la TSS,
así como estudios de salarios realizados por firmas privadas.

Cabe señalar que, con excepción de las partidas del programa Prosoli, en el concepto
de ingreso de la metodología oficial no se incluyen las transferencias indirectas del
Gobierno a los hogares como parte de los programas sociales regulares, ni siquiera las
del Programa de Alimentación Escolar, en el cual el Gobierno invierte sumas
considerables. Si en el cómputo se incluyeran las partidas que reciben los hogares por
vía de estos programas como parte del ingreso del hogar, la caída reciente de la tasa
de pobreza seguramente sería de mayor intensidad.

En la página web del Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPyD)


aparece bastante documentación sobre esta materia y, al mismo tiempo, en la Unidad
Asesora de Análisis Económico y Social (UAAES) hay personal disponible para
suministrar cualquier explicación adicional que alguien requiera sobre los
procedimientos de medición.
FIN DE LA POBREZA: POR QUÉ ES IMPORTANTE

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