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DISCURSO OFICIAL 16 DE SEPTIEMBRE DE 2019

“Hablar de la independencia de México no es solamente celebrar una fecha más en el calendario, es


recordar a los hombres y mujeres que dieron su vida por permitirnos disfrutar de nuestra identidad
y de un valor fundamental que es la Libertad”.

AUTORIDADES CIVILES DE ESTA LOCALIDAD

DIRECTORES Y PERSONAL DE LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS

ESTUDIANTES DE LOS DIFERENTES NIVELES EDUCATIVOS

PUEBLO EN GENERAL.

Nuestro territorio era llamado por los españoles el Virreinato de la Nueva España (pasó a llamarse
México a partir de 1821, con la conquista de la independencia). Hasta 1810 (año de la declaración
de la Independencia de México. El pueblo mexicano fue explotado durante 300 años y tenía que
seguir las leyes de España. Debido a la desigualdad social que existía en la época en México la
sociedad estaba jerarquizada de la siguiente manera:

Españoles de nacimiento llamados gachupines, los Criollos: la élite local de origen español, indios y
mestizos (82% de la población): que eran muy trabajadores explotados por gachupines y criollos.
Las rivalidades entre estos tres grupos marcaron el movimiento de independencia de México.

La independencia tuvo cuatro grandes etapas de la guerra de Independencia: iniciación,


organización, resistencia y consumación, la primera es sin duda obra de la inteligencia y pasión del
caudillo más representativo. Justo es, pues, que celebremos este día de tanta ventura; pero es
también justo que tributemos homenajes de gratitud al hombre ilustre que lo marcó con una
empresa tan difícil como atrevida.

Miguel Gregorio Antonio Francisco Ignacio Hidalgo-Costilla y Gallaga Mandarte Villaseñor, el “cura
Don Miguel Hidalgo”, perteneciente a una acomodada familia criolla, era el segundo de los cuatro
hijos de don Cristóbal Hidalgo y Costilla, administrador de la hacienda de San Diego Corralejo en
Pénjamo, y de doña Ana María Gallaga Mandarte. A los 12 años se trasladó a la ciudad mexicana de
Valladolid (actual Morelia), donde realizó sus estudios en el Colegio de San Nicolás; marchó luego a
la Ciudad de México para cursar estudios superiores.

En 1778 había sido ordenado sacerdote; tras recibir las órdenes sagradas, el cura Hidalgo ejerció en
varias parroquias. Ya entonces hablaba seis lenguas (español, francés, italiano, purépecha, otomí y
náhuatl) y a su biblioteca empezaban a llegar las obras de autores franceses entonces considerados
contrarios a la religión y a la corona española.

En 1810 se reunían en torno a Miguel Domínguez, el corregidor de Querétaro varias personas que
conspiraban contra la autoridad virreinal con el pretexto de una tertulia literaria. En las reuniones
de Querétaro participaban criollos importantes, entre los que se contaban el propio corregidor y su
esposa, Josefa Ortiz de Domínguez; Ignacio Allende, un oficial y pequeño terrateniente; y Juan
Aldama, también oficial. Miguel Hidalgo llegó a Querétaro invitado por Allende a principios de
septiembre de 1810.
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El objetivo de los conspiradores era derrocar al recién nombrado virrey español, Francisco Javier
Venegas, y reunir un congreso para gobernar el Virreinato de Nueva España. Los conjurados
planeaban levantarse en armas contra el virrey Venegas el primero de octubre de 1810, pero fueron
descubiertos a mediados de septiembre. Hidalgo y algunos otros conspiradores lograron ponerse a
salvo gracias al aviso de Josefa Ortiz de Domínguez y se trasladaron a Dolores.

Desbaratados, pues, los planes de los conjurados, sólo cabía esconderse o adelantar el
levantamiento, y Miguel Hidalgo optó por lo último. La noche del 15 de septiembre, el cura pidió la
ayuda de los parroquianos de Dolores, liberó a los presos políticos de la cárcel y tomó luego las
armas de la guarnición local. A la mañana siguiente convocó una misa a la que asistieron numerosos
partidarios de las cercanías, y en ella hizo un llamamiento a alzarse en armas contra las autoridades
coloniales; tal proclama es conocida como el Grito de Dolores. Que en ese entonces fue: ¡Viva la
religión católica! ¡Viva Fernando VII! ¡Viva la patria y viva y reine por siempre en este continente
americano nuestra sagrada patrona la Santísima Virgen de Guadalupe! ¡Muera el mal gobierno!
A lo que los feligreses emocionados respondieron: ¡Mueran los gachupines! " Rápidamente se
organizaron, y a las once de la mañana, del 16 de septiembre salieron de Dolores ochocientos
hombres, armados con piedras, lanzas y palos. En su camino hacia la libertad, pasaron por varios
pueblos y ciudades, cuyos habitantes apoyaron su noble causa, y muchos de ellos se sumaron al
ejército libertador. Al llegar a Atotonilco, Hidalgo tomó de la iglesia una pintura de la Virgen de
Guadalupe, con la que improvisó un estandarte.

Al principio, las fuerzas independentistas obtuvieron muchas victorias, conquistando varias


ciudades, sin embargo, perdieron su impulso inicial al fracasar tratando de tomar la Ciudad de
México.

En marzo de 1811, todo empeoró; fueron emboscados y presos. Su líder, Hidalgo, fue juzgado por
la Santa Inquisición y condenado a muerte, acusado de herejías y traición, siendo fusilado meses
después, mutilado y aún tuvo su cabeza expuesta públicamente en Guanajuato.

Y fueron el padre José María Morelos y Pavón e Ignacio López Rayón los que siguieron con el
movimiento dejado por Hidalgo después de su muerte.

Continuaron la lucha contra los criollos después de Morelos: Vicente Guerrero y Guadalupe Victoria.
En 1820 Agustín de Iturbide aceptó el mando como comandante y jefe para luchar contra Guerrero,
al que invito a reunirse para hacer una alianza.

Ambos hicieron un pacto el 24 de febrero de 1821 que se mantuvo por escrito en el plan Iguala o de
las Tres Garantías, fue documento independentista conservador que tuvo el apoyo de todos (Iglesia,
el ejército y la oligarquía). El Plan propugnaba la implantación de una monarquía constitucional, el
mantenimiento de la religión católica y la igualdad Social.

El 27 de septiembre de 1821 entró el ejército de las tres garantías a la ciudad de México Comandado
por Iturbide. Don Juan de O’Donojú último virrey de la nueva España cargo que nunca ejerció, firmó
el tratado de Córdoba que ratificaba el Plan de Iguala. Por lo cual el 28 de septiembre 1821 se firma
el acta de independencia tras 11 años de lucha contra el ejército español y México es proclamado
país independiente.
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Los españoles que gobernaron nuestro país, eran como delincuentes porque para ellos la nueva
España solo significaba extraer el oro y las riquezas sin importar el maltrato y tener esclavizada a
nuestra gente. Esa libertad por la que debemos seguir luchando, pero no con violencia; sino por el
contrario con el respeto a las leyes, el respeto a los derechos de los demás.

Lejos de imitar la conducta criminal de los españoles, resolvámonos como Hidalgo a trabajar, no
para vivir en la opulencia a costa de la sangre de los pueblos, sino para hacer la felicidad y la gloria
de nuestro México.

Nuestra patria que merece no dejarla en la mediocridad, en la injusticia, la corrupción y en el


maltrato al más indefenso. En la que debemos luchar por: la educación, el derecho a la salud,
alimentación, un mundo menos contaminado, libre de violencia y en paz.

Que cada vez que celebremos el inicio de independencia sea más que un arranque del carácter de
nuestra sangre festiva y valiente. ¡Construyamos un mejor municipio, un mejor estado y una mejor
nación con el trabajo cotidiano de todos los mexicanos, así como una sola alma, un solo cuerpo, una
mejor utopía! ¡Que viva México hoy más que nunca!

¡Vivan los héroes que nos dieron patria y libertad! ¡Que viva México! ¡Viva México!

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