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El poder del dinero

El poder del dinero


por Carlos Losilla
Liam Hemsworth (Los juegos del hambre) es un muchacho de los barrios bajos de
Nueva York con un padre enfermo, interpretado por Richard Dreyfuss, y una gran
ambición. Trabaja en una corporación dedicada a la telefonía móvil cuyo jefe es
Gary Oldman, a su vez enemistado de por vida con el otro magnate del sector,
Harrison Ford, en cuyas oficinas el novato deberá infiltrarse para conseguir un
secreto industrial. Pero el chico tiene amigos, y por el camino se consigue una
novia que además trabaja para Ford, nada menos que Amber Heard
(Superfumados, Bienvenidos a Zombieland). ¿Qué cuenta El poder del dinero?
¿Una historia de espionaje industrial o algo más? En un momento pasamos de
la teen movie (aunque con personajes ya un poco creciditos) a la historia de
superhéroes, o de la historia de amor interclasista a la relación paterno-filial.
Por ejemplo, el muchacho sale de juerga con sus amigos, a cuyas habilidades
recurrirá luego para vencer a sus enemigos. O bien tanto Oldman como Ford
podrían ser esos villanos o esos padres putativos que se busca Spiderman o
cualquier otro de su calaña como modelos, positivos o negativos, lo cual da lugar a
un relato de aprendizaje que es también una fábula moral…

De hecho, en esta película, no importa


tanto la coherencia de la trama como las viñetas que se generan a partir de
ella y que adoptan, cada una a su modo, las maneras del género del que
proceden. Incluso la elección de los actores responde a esa intención acumulativa.
Por un lado, la escena de la noche de juerga, o la del desenlace, evolucionan
según la lógica juvenil de una cierta audiencia a la que parece ir dirigida la
película. Por otro, la presencia de Oldman y Ford, y también de Dreyfuss, quiere
llamar la atención del cinéfilo maduro que los recuerda en sus papeles de los años
70 y 80. El poder del dinero, en este sentido, podría ser uno de aquellos thrillers
paranoicos de John Frankenheimer o Sydney Pollack que protagonizaban tipos
más o menos normales de repente involucrados en una gran trama que solía
adquirir resonancias metafísicas. Los tiempos han cambiado, y ahora queremos
vivir más pegados a la tierra, por lo que Robert Luketic (el director: La cruda
realidad, 21: Blackjack…) se deja de segundas intenciones y contenidos
metafóricos para exponerlo todo en un nivel de literalidad absoluta. Incluso la parte
final, que podría haber derivado en un estilo pesadillesco digno de aquellos
thrillers paranoicos (el título original es, precisamente, Paranoia), se mantiene en
unos límites que no permiten demasiados vuelos poéticos.

Poco a poco, pues, El poder del dinero va descubriendo sus cartas: en realidad no
denuncia la deshumanización del capitalismo, como parece, ni relata el paso a la
madurez de un chaval de Brooklyn enfrentado al mundo, sino que más
bien propone un puzle entre formas cinematográficas que se ofrecen al
espectador como un montón de piezas para ensamblar. Algo parecido, por
cierto, a lo que ha hecho George Clooney en Monuments Men, quizá una de las
películas más injustamente machacadas de los últimos tiempos (Quim Casas ya
se ha encargado de reivindicarla en Sensacine). Mientras Clooney juega con las
elipsis para centrarse, de una manera muy atrevida, en cuadros naif
independientes, tableaux vivants del cine de wild bunchs, Luketic prefiere
acumular géneros, tonos, registros, para luego conectarlos con un hilo argumental
que los atraviese. Puede que el resultado no sea una película de Hitchcock o
Polanski, ni tampoco Los tres días del cóndor, pero sí es puro cine, nos guste
más o menos: un ejercicio que solo habla de formas, y de cómo
componerlas y estructurarlas; un juego con los límites del relato y del género en
un registro puramente comercial, con las herramientas del cine contemporáneo
más mayoritario como punto de partida.

A favor: lo único que desea es mezclar tonos y registros para ofrecer un


divertimento entre el pop y el kitsch.

En contra: la ausencia de mayores ambiciones al respecto, pues la poesía


también puede surgir de ahí.

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