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Marxismo y Colapso
www.marxismoycolapso.com
Crisis Ecológica, colapso civilizatorio y crisis terminal del marxismo clásico
O la necesidad de una teoría revolucionaria ante el colapso
Se presenta a continuación una compilación de las cuatro primeras secciones de un debate respecto a
las implicancias teórica-programáticas que tendría el avance de la crisis ecológica contemporánea y el
horizonte de un posible colapso civilizatorio cercano para el marco estratégico marxista. Se postula la
existencia de una importante crisis teórica y política al nivel del conjunto de las actuales organizaciones
anticapitalistas, las cuales habrían mostrado hasta ahora una incapacidad casi total para avanzar a una
reflexión programática a la altura de estos peligros. Se discute lo anterior asumiendo la importancia que
tendría para el campo de la revolución socialista la evaluación, de cara al fenómeno de colapso
planetario que estaría comenzando a desarrollarse, de la validez histórica de los preceptos básicos de la
teoría marxista clásica en tanto herramienta y guía teórica de acción revolucionaria para el presente.
Una de las ideas claves defendida en esta publicación sería que las bases teóricas y políticas del
marxismo clásico (y la de todos los programas políticos derivados del mismo) habrían sido pensadas y
elaboradas en el marco de una época histórica (modernidad) y geológica (holoceno) distinta a la que
estaría comenzado a desarrollarse hoy, signada por la inminencia de un escenario histórico-epocal súper
catastrófico caracterizado por el establecimiento de una nueva realidad planetaria. A partir de aquí, ante
la perspectiva post-moderna del avance de una serie de fenómenos híper destructivos tales como el
inicio de la VI extinción masiva de la vida terrestre y la época del Antropoceno, se plantea la
importancia de comenzar un proceso de reflexión teórico-programática y política urgente de cara a los
desafíos de la gran crisis civilizatoria que se aproxima, esto último destacando la necesidad imperiosa
de la creación de un nuevo marco programático marxista adaptado para la nueva era de colapso
planetario que ya ha comenzado a dar sus primeros pasos.
En este camino, se hace un llamado a todas las militancias revolucionarias del mundo comprometidas
con el destino de la humanidad y la civilización a la formación de tendencias y fracciones en sus
respectivas organizaciones con el fin de preparar y llevar adelante insurrecciones políticas internas
destinadas a imponer a las dirigencias y comités centrales negacionistas, por la fuerza, la discusión en
torno a los problemas de la crisis ecológica-energética catastrófica y el colapso civilizatorio inminente.
Uno de los objetivos de estas insurrecciones políticas sería, ante la grave y desesperada situación a la
cual se enfrenta el destino de la revolución y el comunismo, obligar a dichas dirigencias traidoras, las
cuales vienen ejerciendo un activo papel como correas de transmisión de la decadente ideología
capitalista moderno-industrialista en el seno de las filas anticapitalistas, a asumir la importancia de un
nuevo programa colapsista que nos permita armarnos teórica y políticamente para los futuros
escenarios, infernales, a los cuales se acerca el devenir histórico.
Acta est fabula. Alea iacta est. Fatum Fatis ego perea
Miguel Fuentes1
Londres / septiembre 2019
1
Coordinador de Marxismo y Colapso y el sitio web Grupo de Seguimiento de la Crisis Climática Mundial.
2
Índice2
Parte I 4
Parte II 13
Parte III 19
Parte IV 28
Próximas Secciones 43
Otros materiales 44
2
Estas secciones fueron publicadas durante los años 2017 y 2018 por Viento Sur. Una nueva compilación de estos
materiales que integrará las secciones V, VI y VII se encuentra en preparación.
3
I
Desde los inicios del capitalismo industrial, esta pregunta ha sido respondida desde cuatro
vértices ideológicos fundamentales: 1-profundizacion mercantil (el capitalismo debe ser
profundizado); 2-regulacion económica (el capitalismo debe ser administrado); 3-
humanizacion (el capitalismo debe ser refrenado) y 4-destruccion revolucionaria (el
capitalismo debe ser abolido).
En el caso de los tres primeros vértices, cada uno con sus respectivos exponentes teóricos y
políticos, una de sus características centrales sería negar la posibilidad de la superación de
dicho sistema económico, planteándose por el contrario la necesidad de su preservación y
perfeccionamiento (por ejemplo mediante el impulso de reformas económicas, sociales y
políticas). Exponentes de estas ideas han sido algunas doctrinas económicas tales como el
liberalismo, el keynesianismo, el corporativismo y en las últimas décadas el neoliberalismo.
Uno de los ejes de estas corrientes sería plantear que la superación del capitalismo no sólo sería
imposible (sacándose a colación en tiempos recientes el ejemplo del derrumbe de la URSS y
los socialismos reales), sino que además indeseable. Se reconoce con ello implícitamente en el
capitalismo al mejor de los sistemas posibles, una especie de culminación (aunque perfectible)
del desarrollo histórico. Esta fue durante los noventa la idea fundante detrás de la concepción
de Francis Fukuyama respecto al fin de la historia.
Con respecto al cuarto vértice ideológico (o destrucción revolucionaria del capital), basándose
sobre todo en las elaboraciones del Marxismo clásico y otras corrientes filosóficas y políticas
tales como el Anarquismo o el Autonomismo, se defendería aquí tanto la necesidad como la
posibilidad teórica-histórica de la superación de la sociedad capitalista mediante el desarrollo
de una revolución mundial violenta, impulsada esta última por un sujeto social determinado
(clase obrera, campesinado, sectores populares, etc.) y sus organizaciones políticas.
Experiencias históricas tales como la Comuna de Paris o las Revoluciones Rusa, China o
4
Cubana (aunque derrotadas o contenidas por diversos motivos) serían tomadas como ejemplos
de esta posibilidad. Algunas corrientes tales como el Leninismo, el Trotskismo, el Stalinismo
o el Guevarismo habrían sido (aunque con diferencias estratégicas profundas) algunos de los
principales exponentes de estas concepciones durante el siglo pasado. Basándose en las
afirmaciones de Marx con respecto a la existencia de una contradicción entre el desarrollo de
las fuerzas productivas y la propiedad privada, la revolución socialista sería vista como el
camino tanto para la superación de los males de la sociedad actual (capitalista), así como
también para la construcción de una sociedad superior plenamente humana: el comunismo.
Casi doscientos años después del inicio de este “debate”, dado una y otra vez al calor de
distintas revoluciones y contrarrevolucionarios a lo largo del mundo, aquel sigue marcando
hoy el tono de la discusión política en nuestro país. Ejemplo de lo anterior puede encontrarse
en variados exponentes intelectuales y figuras mediáticas de todo el arco político nacional, esto
desde los referentes comunicacionales de la llamada Nueva Fuerza Conservadora (entre otros
Axel Kaiser, Henry Boys o Sebastián Izquierdo), hasta el de las nuevas figuras de la social-
democracia tales como Jorge Sharp y algunos referentes de los sectores que se auto-definen
como anti-capitalistas: por ejemplo el ex presidente de la FECH Daniel Andrade (militante
UNE) y su colaboradora en la mesa directiva Bárbara Brito (militante PTR).
Kaiser, Boys, Sharp, Andrade, Brito, cada uno repitiendo a su manera sus respectivos idearios
integrados en uno u otro de los ya mencionados vértices ideológicos fundamentales del
pensamiento político moderno. Esto último en un debate que abarcaría un amplio espectro
discursivo que iría desde las loas al “libre-mercado” y las apelaciones a la necesidad un
“capitalismo puro” (totalmente desregulado)… hasta la necesidad de la expropiación de los
empresarios, el control obrero y la conquista del socialismo.
Ahora bien, ¿es este espectro discursivo que se desplaza desde las posiciones pro-mercado de
la derecha neoliberal hasta las defensas de la expropiación y el control obrero de la izquierda
universitaria… el máximo posible con respecto a la pregunta sobre la posibilidad de superar el
capitalismo? ¡No! ¡No lo es! Tal como se demostrará en esta nota y en los próximos materiales
sobre este tema, tanto los Kaiser-Boys como los Sharp-Andrade-Brito son en realidad
virtualmente ignorantes (y programáticamente mudos) con respecto a uno de los factores que
se encuentra, a partir de hoy y para siempre, en la base misma no sólo de la posibilidad de la
continuidad de la economía capitalista, sino que además de la propia perspectiva socialista
durante el siglo XXI. Este factor es el peligro de un colapso ecológico global inminente y su
importancia (vital) como fenómeno catastrófico “terminal” del proceso político y social
contemporáneo. Como veremos, neoliberales y marxistas clásicos (y no tan clásicos) hacen
aguas por igual frente al tratamiento de este problema, debiendo o bien callarse (si es que no
desean poner en aprietos sus marcos políticos tradicionales: por ejemplo sus respectivas
defensas a la competencia capitalista o sus apelaciones a la centralidad revolucionaria de la
clase obrera), o bien balbucear unas cuantas “consignas verdes”.
5
La derecha y la izquierda chilena ignoran la gravedad de la crisis ecológica
Nos acercamos al fin del periodo eleccionario 2017. Todo el espectro político chileno hace
galas de sus mejores esfuerzos comunicacionales en pos de la difusión de sus programas: Kast
apelando a la lucha en contra del “terrorismo” en la Araucanía, Piñera delineando lo que será
su posible gobierno, Sánchez refiriéndose a la necesidad de un Chile “más solidario”. En las
universidades lo mismo. Las Federaciones estudiantiles se aprestan a la renovación de sus
dirigencias y las listas de derecha e izquierda se encargan de difundir una serie de consignas
que, otra vez, parecerían “abarcarlo todo”, esto como dijimos desde las loas al libre mercado y
la defensa del lucro… hasta el recuerdo de la revolución bolchevique y los soviets.
Aun así, un tema ha estado virtualmente ausente de este ciclo electoral y de las campañas de
federaciones universitarias: la crisis ecológica. Es importante precisar, sin embargo, que no
entendemos aquí por “crisis ecológica” la mera “problemática ambiental” o la “cuestión
verde”, cuestiones ante las cuales, es cierto, todos los sectores suelen “pronunciarse” cada
tanto. Esto último proponiendo una que otra consigna ad hoc que apelaría ya sea a la promoción
de una competencia empresarial “más consciente con el medio ambiente”, o bien a la necesidad
del control de la economía por parte de los trabajadores. En realidad, a lo que nos referimos
aquí por “crisis ecológica” es al problema climático internacional que ha sido ya definido por
diversos organismos internacionales: por ejemplo el Foro de Davos, el Pentágono o las
Naciones Unidas, como uno de los principales factores de desestabilización geopolítica del
siglo XXI. Es justamente lo anterior: la discusión del cambio climático como uno de los
desafíos estratégicos claves de la humanidad en el futuro cercano (desafío del cual Chile no ha
estado y no estará exento), lo que ha brillado por su ausencia en prácticamente la totalidad de
los actuales debates electorales, aquello nuevamente desde el ámbito de la derecha católica-
conservadora… hasta el campo de la “izquierda sovietista”.
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El Foro Económico Mundial ha catalogado al cambio climático como una de las amenazas más
importantes de este siglo
Desde las candidaturas de Kast hasta las de algunos referentes críticos del capitalismo como la
de Eduardo Artés o la del estudiante Dauno Totoro por las comunas de Providencia y Ñuñoa,
el tono es a menudo el mismo: se discute el problema climático como un “anexo” (más o menos
exótico, más o menos “preocupante”) de los reales temas de la agenda: educación, salud,
vivienda, trabajo, etc. Y siempre la operación ideológica es la misma: se menciona la existencia
del “problema ambiental”, se lanzan unas cuantas frases que demostrarían una particular
“sensibilidad” ante el mismo (esto desde la necesidad de la protección de la fauna nativa hasta
el apoyo de la lucha de los pueblos originarios), pasándose luego sin mucho esfuerzo (y de una
manera bastante cómoda) a subordinarlo al programa electoral respectivo. ¿Crisis climática?
No hay problema… lo solucionamos con una mayor inversión en ciencia y tecnología, nos dice
el candidato derechista. ¿Calentamiento global? No hay problema… el control obrero y la
planificación socialista lo detienen, replica el marxista.
¿Pero es cierto que la crisis ecológica global, aunque grave, sería todavía solucionable, esto ya
sea por medio de la “innovación tecnológica”, o bien a partir de un cambio profundo en las
relaciones sociales impulsado, por ejemplo, gracias a un proceso revolucionario mundial?
Quizás hace cinco décadas, treinta años tal vez, asumiéndose que en dichos momentos se
hubiera dado marcha a un proceso de transición tecnológica lo suficientemente brusca como
para haber frenado y “mitigado” el impacto medioambiental (por aquel entonces no del todo
claro) de la sociedad industrial y su adicción a los combustibles fósiles. Quizás en aquel
entonces hubiera sido posible, sí, pero no hoy cuando, de acuerdo a un creciente cuerpo de
evidencia científica disponible, nos encontraríamos ante las puertas de un tipo de crisis
medioambiental no solamente con pocos parangones desde la aparición de la especie humana…
sino que desde el origen mismo de la vida terrestre.
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caso de un individuo que, a pesar de portar una enfermedad mortal, sigue siendo inconsciente
de la misma hasta que ya es demasiado tarde), estaría a punto de dar inicio a una dinámica
destructiva “fulminante”. Una dinámica destructiva que ya nada ni nadie, ni el desarrollo
tecnológico, ni el mercado y ni siquiera una revolución socialista mundial, serían capaces de
detener. En otras palabras, un punto de ruptura geológico-histórico, de contenido epocal, ante
el cual las clases fundamentales de la sociedad moderna: la burguesía y el proletariado, estarían
condenadas a desaparecer… y en el corto plazo. Esto quedará claro, y de manera brutal, al
referirnos ahora a la evidencia científica con respecto a la verdadera gravedad (silenciada por
todo el espectro político chileno) de la actual crisis ecológica planetaria.
Todas las alarmas en torno a una próxima catástrofe climática están sonando en el ámbito
científico. Numerosos investigadores de las más diversas disciplinas tienen acuerdo en señalar
que nos acercamos a una situación de extrema gravedad para la humanidad. Un ejemplo de
esto puede hallarse en las afirmaciones de Stephen Hawking con respecto a que nos
encontraríamos en el momento de mayor peligro para nuestra especie. Puede destacarse
asimismo una reciente carta firmada por más de quince mil científicos (“Advertencia de los
científicos del mundo a la humanidad”) en donde se plantea la necesidad de una respuesta
urgente ante la situación climática planetaria.
Hawking viene alertando sobre los graves peligros a los que nos acercamos
¿Exageración? ¡Para nada! La situación actual, cuando recién se ha superado el primer grado
de calentamiento global, lo demuestra. Basta con señalar aquí, tal como describe la
Organización Meteorológica Mundial en su último informe, la inédita sucesión de huracanes
que devastaron Puerto Rico y otros países del Caribe hace algunos meses, la multiplicación de
súper incendios que ya han amenazado a numerosas ciudades alrededor del globo (por ejemplo
los que se desarrollaron en Chile a principios de año), la propagación de olas de calor extremas
(que ya golpean al 30% de la población mundial) y los 41 millones de afectados por
inundaciones en Asia Meridional. Pueden mencionarse igualmente los 760.000 desplazados
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por sequías en Somalia, los deslizamientos de tierra en Sierra Leona como efecto de las
desastrosas lluvias que afectaron a dicho país africano, así como también el hecho de que el
80% de la población mundial que se encuentra hoy en condición de inseguridad alimentaria
habite en zonas que serán (y están siendo) altamente impactadas por el cambio climático.
Durante años recientes, tal como señalan una serie de análisis políticos internacionales, la crisis
ecológica se ha venido convirtiendo asimismo en uno de los principales factores (todavía
incipientes) de desestabilización mundial, habiendo jugado un rol clave tanto en el estallido de
la Guerra Civil Siria (antecedida por una sequía catastrófica que produjo un éxodo masivo a
Damasco), así como también en el inicio de la actual crisis migratoria europea (alimentada
entre otras cosas por el desarrollo de importantes crisis agrícolas en una serie de países de
África y Medio Oriente). Del mismo modo, una serie de estudios han planteado la existencia
de una relación directa entre el avance del cambio climático y el fortalecimiento de diversos
grupos terroristas alrededor del mundo. Un ejemplo de lo anterior sería ISIS, el cual habría
basado una parte de su estrategia expansiva en el control de los pozos de agua de numerosas
localidades afectadas por fuertes sequías.
Ahora bien, si recordamos otra vez que recién hemos sobrepasado el primer grado de
calentamiento global y que la temperatura del planeta todavía podría aumentar en unos 2, 3 o
4 grados más durante este siglo, es posible afirmar que los verdaderos problemas de la crisis
climática todavía no han comenzado. Lo anterior tampoco constituye una exageración, esto si
tenemos en cuenta que las concentraciones actuales de dióxido de carbono (CO2) en la
atmósfera habrían rebasado hace algunos años, por primera vez, la barrera de los 400 ppm
(partículas por millón), siendo estos niveles los más altos que la Tierra ha visto en los últimos
3 millones de años. Es importante destacar aquí que estos niveles se habrían asociado en el
pasado a un planeta con al menos tres grados de calentamiento global por encima de la línea
de base del siglo XIX.
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Niveles contemporáneos de CO2 en escala geológica
Cabe recordar igualmente que la barrera catastrófica del calentamiento global fue reducida por
la última cumbre de Paris (COP21) de 2 a 1.5 grados centígrados, asociándose posiblemente
este nivel de incremento al comienzo de una dinámica exponencial impredecible de la crisis
ecológica. Otra cuestión que debe tenerse presente para evaluar la magnitud de los cambios
climático-geológicos que estaríamos a punto de presenciar es que los niveles actuales de CO2
(superiores a los 400 ppm) habrían provocado en el pasado una subida del nivel de los océanos
en al menos 20 metros con respecto a los de hoy, esto como efecto del aumento de las
temperaturas globales. De acuerdo al prestigioso climatólogo James Hansen, bastarían sin
embargo nada más que unos pocos metros de incremento para producir la desaparición de la
mayor parte de las ciudades costeras, hogar de más de un tercio de la población mundial.
Calentamiento global actual (izquierda) y potencial de 4-5 grados durante este siglo (derecha)
10
varios milenios (y no en décadas como podría acontecer hoy), sino que además a partir de una
temperatura global media muy inferior a la actual. Tal vez el único caso de una alteración
climática de esta envergadura podría encontrarse en la drástica disminución de las temperaturas
globales que produjo la erupción del Monte Toba hace unos 70 mil años y que estuvo a punto
de producir, entre otras cosas, la extinción total del género humano.
Como vemos… la situación no es mala, sino que peor, y aun así se queda corta. ¿Pero qué nos
dice la derecha neoliberal y la izquierda marxista en Chile sobre estos grandes peligros a los
que nos aproximamos? ¿Cuál es la posición de los supuestamente agudos referentes de la
Nueva Derecha con respecto a los mismos? ¿Qué reflexión realizan acerca de estas “temáticas
ambientales” los pretendidamente sofisticados estrategas de la izquierda marxista? ¿Dicen
acaso algo? Bien, en este punto podemos señalar, sin temor a equivocarnos, que aquellos nos
dicen prácticamente… nada. Preocupados de discutir o bien las “vías de desarrollo” de la
economía de mercado para el siglo XXI, o bien la utilidad de uno que otro teórico de la praxis
revolucionaria (por ejemplo Gramsci o Trotsky) para tal o cual frente de intervención, aquellos
pasan por alto el avance en ciernes de la tal vez más importante, violenta y fundamental crisis
de sobrevivencia a la que se ha enfrentado la humanidad jamás. Claro… es tiempo de
elecciones y “ofertones políticos”, y la elaboración de un jingle comunicacional o la
producción de algún ingenioso spot publicitario (con foto agradable y sonriente incluida) es
ciertamente más prioritario (y mucho más “jugoso” en términos electorales) que las discusiones
en torno a un posible “fin del mundo”.
11
asimismo, con fuerza arrolladora, para hacer volar en pedazos (sonrisas electoreras incluidas)
todo lo que hemos conocido hasta hoy como capitalismo industrial, esto por ejemplo en el caso
de uno de sus pilares fundantes: la lucha de clases moderna.
12
II
La temperatura global podría aumentar durante este siglo en 5 o 6 grados centígrados según los
informes del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Los
niveles actuales de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera (superiores a las 400 partículas
por millón) aseguran ya durante las próximas décadas, de acuerdo a diversos científicos tales
como Peter Wadhams de Cambridge, un aumento igual o superior a los 2 grados. Esto
representa un calentamiento global superior a la barrera catastrófica establecida por la ONU
fijada en los 1.5 grados centígrados. Dicho límite podría ser alcanzado a mediados de la década
siguiente.
Deshielo total del Ártico en verano, desarrollo de mega-sequias y aumento de las hambrunas
como producto de la destrucción de cosechas en diversas regiones del mundo. Incremento de
súper-incendios. Aumento exponencial de tormentas e inundaciones catastróficas. Crisis
terminal de los arrecifes de coral (hogar de un tercio de la vida marina) y aumento drástico de
las “zonas muertas” (carentes de oxígeno) en los océanos. Estado crítico de los glaciares de
montaña y del suministro de agua a las grandes ciudades. Reducción violenta de las
poblaciones de anfibios, insectos y otras especies sensibles. Aumento de la inestabilidad social
en regiones bajo stress climático (entre otras Medio Oriente), alentando con ello el desarrollo
de conflictos bélicos y procesos migratorios masivos: por ejemplo la guerra civil siria y la crisis
de refugiados en Europa.
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1 grado: Desarrollo simultáneo de huracanes Irma, Katia y José en el Atlántico (2017)
Deshielo irreversible del Ártico y Groenlandia. Aumento progresivo de los niveles oceánicos
hasta en 4 o 5 metros, suficientes para producir el hundimiento de algunas grandes ciudades
tales como Nueva York, Londres, Venecia, Miami, Shanghái, Bombay, Boston, entre otras.
Salto exponencial de la crisis alimentaria y de recursos a nivel global. Crisis de la mayoría de
los ecosistemas en las áreas mediterráneas. Desestabilización estructural de las reservas
naturales de metano en las zonas árticas y sub-árticas, superiores en varias veces al volumen
total de gases de efecto invernadero producidos por la sociedad industrial. Aumento drástico
de las tasas de extinción de las especies naturales. Guerras climáticas y crisis urbanas
generalizadas en todos los continentes (motorizadas por la lucha por el agua y los suministros
agrícolas). Incremento exponencial de las oleadas migratorias. Tensiones económicas, sociales
y políticas superiores a las vistas en toda la historia del capitalismo, por ejemplo aquellas que
gatillaron el inicio de la I y II Guerra Mundial.
Colapso agrícola y productivo generalizado a nivel mundial. Súper oleadas migratorias que
podrían abarcar a más de un tercio de la población humana. Desaparición total del Amazonas
y su transformación progresiva en una sabana o un desierto. Destrucción total de la mayor parte
de los eco-sistemas de las zonas meridionales. Vastas regiones del planeta se transforman en
inhabitables. El mercado mundial, los estados nacionales, el desarrollo tecnológico, la ciudad
moderna y la estructura socio-política contemporánea experimentarían un quiebre fundamental
o se derrumbarían, esto último ya sea a nivel local, regional o global. Desarrollo de una crisis
civilizatoria aguda comparable (aunque esta vez de carácter planetario) a las sufridas por otras
sociedades en el pasado.
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3 grados: Se agudiza la perspectiva de un colapso civilizatorio
Deshielo total de los polos y Groenlandia, dándose inicio a un incremento de los niveles
oceánicos de hasta 50 metros. La mayor parte del planeta se transforma en inhabitable. La
agricultura en condiciones naturales sólo es posible en las áreas polares, septentrionales y
australes. La civilización moderna sería incapaz de soportar un choque climático de esta
envergadura, produciéndose el derrumbe definitivo de aquella. Fenómenos históricos análogos
(aunque de carácter regional y con un nivel catastrófico menor) podrían encontrarse en la
reconfiguración (o involución) de los modos de producción y sistemas de vida como producto
de la caída del Imperio Romano, la destrucción de los Estados Azteca e Inca, o bien el colapso
de la dinastía Han.
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-5 grados (Extinción humana)
5 grados: Un cambio climático comparable al producido por la erupción del Monte Toba
Caída brusca de los niveles de oxígeno a nivel global, esto como producto de la muerte de la
gran mayoría del fitoplancton (el principal productor de oxigeno atmosférico) en los océanos.
Un calentamiento global de 6 grados durante este siglo sería comparable a algunos de los
eventos de extinción masiva más violentas del pasado terrestre: por ejemplo el PETM (Máximo
Térmico del Paleoceno-Eoceno), o bien a la extinción del Pérmico-Triásico que tuvo un efecto
destructivo incluso superior a la que acabó con los dinosaurios.
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6 grados: Fenómeno de extinción masiva comparable a las del pasado geológico
En resumen, un escenario de calentamiento global entre 1 y 5 grados durante este siglo nos
colocaría al frente (en el caso más optimista) de un tipo de crisis histórica que empequeñecería
de lejos a cualquiera de las sufridas por la civilización durante el pasado. Un tipo de crisis
capaz de producir no sólo la extinción de nuestra especie, sino que posiblemente de la mayor
parte de la vida terrestre. Dos grados de calentamiento global bastarían, por ejemplo, para el
desarrollo de un colapso de las fuerzas productivas y una crisis alimentaria y de recursos sin
precedentes desde el origen mismo del capitalismo industrial.
¿Pero puede ser todo esto en realidad una “exageración”, aquello tal como preguntábamos en
una nota anterior sobre este tema? Tal vez… pero solamente para quienes desconozcan, tal
como hoy en el caso de los referentes de la prácticamente totalidad de organizaciones políticas
en Chile (aquello desde la derecha católica “pro vida” hasta la izquierda “sovietista”), la
creciente y abundante evidencia científica en torno a las verdaderas proyecciones del cambio
climático durante este siglo. Una exageración, quizás, para aquellos que ignoran (tal como todo
el arco electoral chileno) que ya nos hemos embarcado, tal como reconoce la comunidad
científica alrededor del mundo, en el inicio de la VI extinción masiva de la vida terrestre y de
una nueva época geológica: el Antropoceno… ¡esto sin siquiera haber sobrepasado
sustantivamente el primer grado de calentamiento global!
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Todo el arco político electoral chileno silencia la verdadera gravedad de la crisis ecológica
Está bien, estamos probablemente jodidos, nos podría responder cualquier militante de
izquierda algo versado en la “terminología” de la lucha de clases. Pero entonces… ¿para que
discutir este tema? ¿No sería mejor acaso que nos “apuremos” en la construcción del socialismo
(o en la llamada “profundización de la democracia”), esto cerrando los ojos ante los datos cada
vez más dantescos que nos llegan del ámbito científico y esperando (ciegamente) que en dicha
hipotética y futura “construcción socialista”… podamos hacer algo? ¡No! Y es que tal como
plantea la pensadora socialdemócrata Naomi Klein, el cambio climático y su impacto sobre la
sociedad contemporánea no pueden comprenderse como una mera “externalidad” del proceso
social y político futuro… sino que lo cambia todo. Es lo que comenzaremos a ver en la próxima
sección.
18
III
El análisis de la economía mundial, las relaciones estatales y las dinámicas de la lucha de clases
constituyen uno de los pilares básicos del método marxista. La historia de esta tradición podría
resumirse, de hecho, al estudio de las tendencias a largo, mediano y corto plazo en estos
ámbitos. Aunque con énfasis y niveles de sofisticación variados, cada uno de los grandes
estrategas marxistas de los siglos pasados tuvieron en la base de su pensamiento este método
de análisis.
La economía, los estados y la lucha de clases serían entendidos así como esferas de la práctica
humana caracterizadas, entre otras cosas, por la existencia de leyes de desarrollo objetivas
dispuestas a ser manipuladas por la acción política. El método marxista constituiría desde aquí,
parafraseando a Trotsky, un tipo de “aritmética” en el análisis (e intervención) de las “fuerzas”
fundamentales del proceso histórico. Es precisamente dicha concepción la cual se encontraría
en la base de la definición leninista del marxismo como una guía teórica para la acción
revolucionaria.
Una analogía con esta concepción del papel de la práctica humana en el análisis de las
tendencias objetivas de la realidad histórica puede hallarse, aunque guardando las
proporciones, en la esfera de la física clásica. Tal como en el caso del Marxismo, una de las
tareas del físico consistiría en el descubrimiento de leyes al nivel de los fenómenos físicos,
volviéndose aquel capaz de interpretarlos, predecirlos y en cierto grado manipularlos. Una de
las muestras más evidentes de esta lógica en el marxismo clásico ha sido la formulación de una
serie de leyes para describir (e intentar predecir) las dinámicas principales del proceso
económico y social contemporáneo: por ejemplo, entre otras, la ley del valor de Marx y la ley
del desarrollo desigual y combinado de Trotsky.
19
Ley de Gravedad
Ahora bien, tal como sabemos desde hace algo más de un siglo, las leyes de la física clásica no
pueden ser aplicadas de manera universal a todos los fenómenos físicos, comprendiendo por el
contrario sólo un rango limitado de los mismos. Una muestra de lo anterior puede encontrarse
en la esfera de la mecánica cuántica en la cual dichas leyes no sólo parecen contradecirse
mutuamente, sino que además caer en pedazos, cuestionando así de paso nuestro propio
concepto de realidad (véanse aquí, entre otros, los fenómenos de los entrelazamientos y saltos
cuánticos).
Pero cuál podría ser la relación entre el ámbito de la física clásica y el marxismo, podría
preguntarse alguno de esos “cuadros intelectuales” de izquierda que se muestran tan reacios
(luego de hacer gárgaras ante el recuerdo de los “vicios cientificistas” de un Engels) con
respecto a las poco sofisticadas “analogías naturalistas”. Digamos esto: la relación entre el
ámbito de la física y el marxismo adquiere aquí relevancia en por lo menos un punto esencial;
esto es, que tal como sucede con las leyes de la física clásica que pierden validez por fuera de
un rango determinado de fenómenos, las leyes históricas del análisis marxista tampoco
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corresponden a realidades inmutables, sino que pueden ser alteradas (o anuladas) en
determinados contextos sociales.
¡Alto ahí!... alerta uno de los ya mencionados “cuadros intelectuales” de la izquierda, quien
pregunta con razón: ¿qué puede tener de novedoso lo anterior? ¡Mal que mal fueron los propios
teóricos marxistas quienes, polemizando en contra de las corrientes liberales, destacaron hace
más de un siglo y medio que los pilares de la economía capitalista (por ejemplo la competencia
mercantil) constituyen construcciones sociales y no “principios eternos”, pudiendo de esta
manera ser modificados (o incluso anulados) por el proceso histórico. ¡No es necesario recurrir
a la “mecánica cuántica”, por lo tanto, para repetir lo mismo!
Es cierto, el “cuadro intelectual” tiene razón, por lo menos en lo referente a la crítica del
marxismo clásico a la economía política liberal. Con todo, lo que se olvida de señalar nuestro
“cuadro” es que aquello con lo que aquel está dispuesto a criticar rápidamente al liberalismo:
es decir, su pretendido carácter universal y atemporal, no suele considerarlo para evaluar los
límites de su propio marco teórico: el marxismo (esto asumiendo por supuesto que nuestro
“cuadro” se considerase, realmente, un “marxista”). Un ejemplo de aquello puede encontrarse
en el tipo de comprensión que existe frecuentemente entre las organizaciones de izquierda
actuales con respecto al concepto de lucha de clases, definiéndosela muchas veces
(especialmente en el contexto de la sociedad contemporánea) al modo de un elemento
inamovible (semi-estático) del proceso social.
Lo anterior quiere decir que, aunque por un lado se acepte la posibilidad de la superación
revolucionaria de la lucha de clases moderna (por ejemplo gracias al triunfo del comunismo),
por otro lado se tiende a negar, de manera subrepticia, cualquier otro tipo de “resolución
histórica” (o anulación-abolición) de aquella que no pase, necesariamente, por la lucha de
clases misma. En otras palabras, de no mediar una confrontación final entre el proletariado y
la burguesía, se da simplemente por sentada su existencia de manera indefinida, asumiéndose
con ello (mecánicamente) la permanencia sin límites del propio capitalismo, esto sin una debida
evaluación de aquellos factores que, distintos a una crisis revolucionaria final, podrían llevar
al sistema de clases contemporáneo y al propio modo de producción capitalista al colapso.
Obnubilado por una especie de espejismo moderno insuperable, nuestro “cuadro” no hace así
más que proyectar (repetir) en el futuro los mismos ciclos de la lucha de clases de los siglos
pasados que ya conoce (y que suele citar en sus discusiones con otros “cuadros”), esto al modo
de una espiral histórica (ideal) de enfrentamientos revolucionarios que se extienden al
infinito… o por lo menos hasta que (no importa si en una década o dos centurias en el futuro)
el avance de los nuevos ejércitos rojos le pongan, victoriosamente, término.
¿Supresión de las clases sociales como producto de una revolución mundial triunfante? ¡Por
supuesto!... exclama nuestro “filósofo” de izquierda. ¿Desintegración de la clase obrera y la
burguesía como efecto de un colapso civilizatorio global inducido por la crisis ecológica?
Eeehh (miradas risueñas incluidas), por favor… dejemos la ciencia ficción y la literatura de
lado, nos responde simpáticamente el “cuadro”.
21
Crisis Ecológica, Colapso Civilizatorio e Historia. Tres notas metodológicas
1- Tal como en el caso de la física clásica regida por la existencia de constantes universales, el
marco teórico y programático del marxismo ha descansado hasta hoy en la aceptación de una
serie de constantes relativas y absolutas del desarrollo histórico. En el caso de las constantes
relativas del proceso social contemporáneo, las cuales podrían entenderse al modo de factores
estructurales que habrían mantenido su vigencia desde los orígenes del capitalismo industrial
(esto a pesar de encontrarse en un proceso de transformación permanente), aquellas podrían
resumirse en las siguientes: a) los ciclos de desarrollo de las fuerzas productivas característicos
al capitalismo moderno; b) la existencia de un sistema social basado en la acción histórica de
dos clases fundamentales: la burguesía y el proletariado; c) la importancia del sistema de
estados nacionales y de su expresión más tardía: el imperialismo, sobre la arena internacional;
d) la forma de expansión urbana típica del industrialismo; e) una conceptualización de la
relación hombre-naturaleza basada en un enfoque económico extractivo-productivista y en la
ideología del progreso y el llamado crecimiento infinito, entre otras.
En el caso de los ciclos de desarrollo de las fuerzas productivas propios al capitalismo moderno
(y de la demanda energética creciente asociada a los mismos); es decir, una de las constantes
históricas más significativas de la sociedad industrial, destaca el tipo de expansión ascendente
que les ha caracterizado desde los inicios de este sistema productivo. A pesar de haber
experimentado (o experimentar hoy) periodos de estancamiento más o menos importantes,
resalta aquí el hecho de que el desarrollo de las fuerzas productivas se haya mantenido en
rangos mínimos (basales) más o menos estables desde los orígenes de la era contemporánea.
Es relevante recalcar, sin embargo, que no se entiende por esto la ausencia de cambios abruptos
(por ejemplo contracciones agudas) en la evolución de las fuerzas productivas durante los
últimos siglos. Por el contrario, a lo que nos referimos es más bien a la exclusión hasta ahora
de un fenómeno de retroceso o involución de las mismas, esto tal como los ocurridos en otros
periodos históricos tales como el de la caída del Imperio Romano. Otro ejemplo de estas
constantes relativas del proceso histórico moderno puede encontrarse en el tipo de evolución
ascendente que ha experimentado, desde el inicio de la Revolución industrial, el desarrollo
tecnológico en diversas ramas productivas.
22
Desarrollo económico capitalista durante los siglos XIX y XX (Mandel)
2- Las constantes relativas del desarrollo capitalista moderno mencionadas en el punto anterior
se habrían caracterizado, a su vez, por descansar en un tipo de constantes absolutas que, tal
como en el caso de las constantes universales de la física clásica (por ejemplo la ley de
gravedad), constituirían el pilar fundamental tanto de la existencia del capitalismo moderno,
así como también de todos los avances civilizatorios del pasado. Dichas constantes absolutas
del proceso histórico, las que se encontraría además en la base de la reproducción social de
todas las sociedades complejas desde el periodo neolítico hasta el presente, serían las
características centrales del marco geológico holocénico que, a pesar de sus sucesivas
transformaciones durante los últimos milenios, se ha mantenido en gran medida estable durante
los últimos 10 a 15 mil años en nuestro planeta.
23
Estabilidad climática holocénica y civilización
24
Constantes ecológicas absolutas del desarrollo capitalista
Cabe recalcar que una perspectiva de desintegración de los pilares de la sociedad capitalista
daría cuenta, necesariamente, de la apertura de una situación inédita desde los orígenes mismos
del sistema industrial, constituyendo por lo tanto un momento de ruptura con los esquemas
tradicionales de pensamiento revolucionario de los siglos pasados. Una situación de ruptura
semejante, aunque con un carácter cualitativamente distinto y un nivel catastrófico menor,
habría sido la de la transición del capitalismo de libre competencia a uno basado en la primacía
del capital monopolista y el imperialismo, transformación que se encuentra justamente en la
base de la “relectura estratégica” que hicieran Lenin y Trotsky, entre otros, del acervo
programático de la I y II Internacional.
25
Degradación ecológica y ruptura histórica post-holocénica
Tal como en el caso de un cuerpo supermasivo capaz de modificar las propiedades del espacio-
tiempo, el problema de la crisis ecológica y la perspectiva del colapso se presentan como un
tipo de factor histórico (terminal) con la capacidad de inducir una disrupción aguda (o completa
anulación) del propio espacio-tiempo histórico de la modernidad. Durante doscientos años, los
factores del proceso económico, político y social contemporáneo se han desplazado
describiendo órbitas regulares, más o menos abruptas, alrededor de los “focos de gravedad”
del desarrollo industrial, esto en una especie de tiempo histórico “plano” en el cual las crisis
económicas y revoluciones habrían constituido, hasta ahora, los principales “pliegues” o
“irregularidades” del mismo. Por el contrario, el horizonte (objetivo) de un colapso civilizatorio
cercano constituiría un tipo de “fosa histórica” (abismal) capaz de cuestionar, en la medida en
que nos acerquemos y precipitemos a la misma, el conjunto de leyes históricas en las cuales se
ha basado el desarrollo capitalista hasta hoy.
26
En el caso del Marxismo clásico, lo anterior representa un problema porque plantea un
horizonte histórico no sólo de caracteres inéditos (tal como aquellos que esta tradición debió
hacer frente en diversos momentos durante el siglo pasado), sino que a la vez de una naturaleza
fundamentalmente distinta a la contenida en las fronteras del propio modo de producción
capitalista y el mundo moderno. En otras palabras, un escenario de ruptura epocal: el colapso,
que plantearía peligros, potencialidades y límites todavía no estudiados en profundidad por
ninguna de las teorías revolucionarias del presente, poniendo así al marxismo clásico (y a los
demás marcos teóricos de la izquierda) ante la encrucijada de renovarse, esto por ejemplo
integrando dicha potencial ruptura histórica como una de sus variables fundamentales de
análisis… o caducar.
¡Nada nuevo! ¡Nada nuevo!... replican a coro en un último ataque los “cuadros intelectuales”
de las organizaciones de izquierda. Y es que, otra vez, los fundadores del marxismo habrían
supuestamente ya respondido (tempranamente) cualquiera de estas problemáticas. ¿Derrumbe
ecológico? ¡Vamos! Cualquier marxista serio podría recordar aquí, por ejemplo, la refutación
que hicieran Marx y Engels durante el siglo XIX de las teorías de Malthus. ¿Colapso
civilizatorio? ¡Por favor! ¡Eso ya ha sido considerado! ¿Qué acaso no se toman aquí en cuenta
las proféticas palabras de Rosa Luxemburgo en torno a la perspectiva de “Socialismo o
Barbarie”?
Veamos entonces en las próximas secciones cuales habrían sido las “respuestas” (¿o meras
intuiciones teóricas?) del Marxismo clásico con respecto a los problemas actuales de la crisis
ecológica global y la perspectiva de un colapso civilizatorio inminente.
27
IV
Desde los orígenes de las primeras civilizaciones, la caída o colapso de sistemas sociales y
estados ha sido un fenómeno recurrente en los más diversos contextos históricos. Algunos de
los ejemplos más citados aquí son la caída del imperio romano, el fin de la dinastía han y el
derrumbe de la civilización inca, entre otros.
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La conquista europea produjo el colapso del Imperio Inca
En el caso de las crisis estructurales, aquellas aludirían a un proceso que tendría como uno de
sus rasgos centrales no el derrumbe o destrucción total de las relaciones productivas, sociales
y políticas del sistema social del que forman parte (esto aun cuando dichas crisis puedan dar
como resultado una radical transformación e incluso la destrucción parcial de las mismas), sino
que, por el contrario, plantear la posibilidad de la superación histórica (o al menos
transformación) de dichas relaciones. Esto implicaría, entre otras cosas, la mantención de
importantes grados de continuidad con la sociedad precedente, aquello posiblemente a niveles
mucho mayores a lo vistos como producto de los fenómenos de colapso. Un ejemplo de este
tipo de transformaciones históricas (más o menos paulatinas) podría encontrarse en la crisis de
la baja edad media y el nacimiento del mundo moderno, así como también en el ciclo de
revoluciones burguesas que dieron por resultado la consolidación del capitalismo
contemporáneo. Otra muestra gráfica de lo anterior lo constituye el desarrollo de los primeros
estados nacionales durante los siglos XV y XVIII, imbricados estos últimos en formaciones
económico-sociales de tipo feudal, así como también la mimetización de las antiguas castas
aristócratas europeas con las nuevas clases capitalistas durante el siglo XIX.
29
La crisis de la baja edad media como crisis sistémica del orden feudal
Es importante distinguir, con todo, la existencia de una serie de formas de colapso que tendrían
un grado de intensidad menor al colapso civilizatorio propiamente tal; es decir, que no habrían
implicado necesariamente la desintegración total de su marco histórico de origen, poseyendo
en algunas ocasiones un carácter más bien local o regional (por ejemplo en el caso de la caída
de la civilización moche en el mundo andino). Otro tipo alternativo de colapso podría
presentarse en la forma de colapsos civilizatorios atenuados en los cuales, pese a producirse
un derrumbe generalizado de las condiciones de reproducción del sistema social, se
preservarían significativos grados de continuidad con la sociedad precedente. Posibles
ejemplos de este tipo “atenuado” de colapso civilizatorio serían la crisis de la civilización maya
clásica y la importante reestructuración que sufrió la sociedad rapanui al final del periodo de
construcción de las estatuas megalíticas o moai. Por el contrario, ejemplos de colapsos
civilizatorios totales pueden encontrarse en la ya citada destrucción de las civilizaciones
americanas como producto de la conquista española, así como también en la virtual
desaparición de la misma sociedad rapanui durante los siglos XIX y XX como efecto de la
colonización europea y chilena. Debe señalarse, sin embargo, que incluso en estos casos se
habrían mantenido relevantes elementos de continuidad cultural con las sociedades previas,
debiendo por lo tanto diferenciarse un proceso de colapso civilizatorio generalizado (o total)
de un fenómeno todavía más definitivo de extinción social o etnocidio (tal como el ocurrido,
por ejemplo, en el caso de la cultura selknam en el extremo sur de Chile durante los siglos
pasados).
Cabe mencionar finalmente que el fenómeno de las crisis estructurales descritas anteriormente
y las distintas formas posibles de colapso social deben comprenderse como partes de un
continuum, poseyendo en realidad cada crisis estructural la semilla de un potencial evento de
colapso y teniendo este último, al mismo tiempo, el carácter de una crisis estructural
magnificada. La importancia de esta dialéctica entre la crisis y el colapso quedará clara al
30
discutirse, próximamente, algunos de los probables escenarios que podría tener el desarrollo
de un colapso capitalista durante el presente siglo.
Es cierto que Marx planteó igualmente que la destrucción violenta del estado burgués y las
relaciones de explotación de la sociedad actual constituye otra de las condiciones necesarias
de la transición socialista, aunque esto (otra vez) no como producto del derrumbe de dicho
modo de producción, sino que gracias, paradójicamente, a su fortalecimiento. Efectivamente,
habría sido en última instancia la consolidación (y expansión) de este modo productivo (el
capitalismo industrial) lo que habría permitido el desarrollo de una clase obrera lo
suficientemente fuerte como para liderar un potencial proceso de destrucción consciente,
organizada y planificada del orden capitalista. En otras palabras, tal como veremos a
continuación, el opuesto dialéctico a un posible fenómeno de colapso civilizatorio.
31
En el caso del concepto de colapso, este podría visualizarse, tal como ya señalamos, al modo
de un proceso de destrucción o derrumbe generalizado (no superación) de las estructuras
económicas, sociales, políticas y culturales existentes en el marco de una sociedad dada,
aquello dando por resultado un quiebre terminal al nivel de su evolución histórica. Uno de los
rasgos claves de este tipo de “quiebre” sería presentar una naturaleza cualitativamente distinta
a la de otros procesos de transformación histórica: por ejemplo, la ya mencionada transición
entre el feudalismo y la edad moderna, siendo a menudo una de sus particularidades principales
un retroceso generalizado de las condiciones de reproducción social vigentes en un momento
determinado. Esto es importante porque un retroceso de esta envergadura (asociado en la
mayoría de los casos a un derrumbe sustancial de las fuerzas productivas) volvería entonces
imposible la superación dialéctica del estado histórico previo, aquello por lo menos en los
términos planteados durante las fases de crecimiento, desarrollo y consolidación de la sociedad
en fase de derrumbe.
La posibilidad del colapso del capitalismo como última crisis teórica y estratégica de la
tradición marxista
32
contrario aprovechó su tribuna parlamentaria para denunciar esta farsa imperialista. Pese a no
haber existido ninguna declaración que explicara la razón del alineamiento de Bregman con
los partidos patronales en este punto, posteriores comentarios de militantes de su organización
habrían dado a entender que esta diputada se abstuvo de votar el rechazo a los acuerdos
climáticos de París porque aquella… “no conocía realmente de qué se trataba la COP21 o que
política asumir ante la misma”. Por increíble que parezca, una situación como la anterior no
sería de extrañar si se tiene en cuenta que la organización a la cual pertenece Bregman se ha
caracterizado durante la última década, entre otras cosas, por un rotundo desprecio de las
importantes discusiones estratégicas asociadas a la cuestión climática. Prueba de lo anterior
puede encontrarse en el virtual silencio que dicha organización y sus principales materiales de
reflexión teórica-política vienen guardando respecto a este tema, siendo una de las muestras
más evidentes de esto la pasada reunión de dirigentes de la corriente internacional del PTS (FT-
CI) realizada durante el mes de marzo en donde el problema del cambio climático ni siquiera
fue discutido. Otro ejemplo de lo mismo puede encontrarse en la publicación del último número
de la principal revista teórica de esta corriente (Estrategia Internacional), el cual pese a haber
sido editado en fechas cercanas a la cumbre climática de París, tampoco incluyó ninguna
referencia a aquella. Todo esto en momentos en los que (tal como hemos visto en secciones
anteriores) una serie de contundentes evidencias científicas vienen situando al cambio
climático entre algunas de las amenazas más importantes que enfrentan hoy la clase obrera y
los pueblos del mundo. Ejemplos similares al PTS en otros países de América Latina pueden
encontrarse en el caso de ciertas organizaciones tales como el PTR (Chile), MRT (Brasil),
LOR-CI (Bolivia), LTS (Venezuela), CTS (Uruguay), MTS (México), Resistencia Sur (Perú)
y Organización Socialista (Costa Rica).
Esta situación de verdadero vacío teórico (y miseria estratégica) de una gran parte de las
corrientes marxistas latinoamericanas ante los problemas de la crisis ecológica y la posibilidad
de un colapso cercano no es casualidad. Por el contrario, aquella hundiría sus raíces en el
desarrollo de un importante dislocamiento entre la práctica de estas últimas (presas de una
concepción moderno-industrialista recalcitrante) y el contenido socio-ecológico de los
procesos históricos contemporáneos.
33
Dicho de otra manera, si estas corrientes se vieron en el pasado ante la necesidad de pensar la
conquista de una sociedad sin clases en el contexto de un sistema capitalista durante sus
periodos de expansión (y/o de estancamiento), la situación actual les exigiría a aquellas re-
evaluar esta perspectiva considerando la existencia de un tipo de capitalismo no sólo
absolutamente descompuesto, sino que próximo además (de no encontrarse ya) a su fase de
degeneración final y muerte. Esto quiere decir asimismo que, si las organizaciones
revolucionarias del pasado tuvieron ante sí una serie de crisis históricas que pusieron sobre la
mesa, en diversos momentos durante los siglos XIX y XX, la posibilidad de una completa
transformación (y/o destrucción-superación) de la sociedad capitalista, nosotros nos
enfrentaríamos ante un período que plantearía, tal como ya se ha recalcado, el total derrumbe
(o colapso) de esta última. Ejemplo de aquello sería la perspectiva de un pronto “estallido” (o
caída aguda) del desarrollo de las fuerzas productivas como efecto de una combinación entre
las crisis económicas, políticas y sociales tradicionales del sistema capitalista y, por otro lado,
los golpes de la crisis ecológica y energética ya en curso. Todo esto intensificado, a grados
inauditos, tanto por el escenario de extrema desigualdad social imperante a nivel internacional,
así como también por el carácter totalmente parasitario de las clases capitalistas actuales. Sería
precisamente la incapacidad de dichas corrientes políticas de adaptarse a las necesidades de
este debate estratégico lo que se encontraría, entre otras cosas, en la base del mencionado
“dislocamiento” entre sus respectivas prácticas políticas y las proyecciones reales (súper-
catastróficas) del proceso social contemporáneo.
De encontrarse inscrita una dinámica de colapso al nivel de las tendencias fundamentales del
desarrollo histórico, esto considerando otra vez la gravedad de las contradicciones ecológicas
y energéticas que se hallan en la base del proceso social contemporáneo, aquello implicaría en
el caso de las llamadas condiciones objetivas del socialismo una situación marcada, entre otras
34
cosas, no sólo por la apertura de un periodo de descomposición acelerada de las mismas, sino
que además por un potencial fenómeno de desintegración inminente (o cierre) de dichas
condiciones. Un fenómeno como este, asociado como hemos dicho con el potencial ultra
destructivo que tendría la actual crisis ecológica sobre el desarrollo de las fuerzas productivas
y la base tecno-económica de la sociedad capitalista, no podría entonces más que afectar, a
mediano y largo plazo, la propia viabilidad de la transición socialista, convirtiéndola
gradualmente (por la misma degeneración del proceso histórico) en imposible, esto por lo
menos en la forma en que esta transición fue concebida en el marco del pensamiento marxista
moderno-industrialista de los siglos XIX y XX.
35
El peligro de un colapso civilizatorio hoy
Un posible colapso capitalista podría entenderse desde aquí, adicionalmente, como una especie
de distorsión fundamental en la propia direccionalidad del tiempo histórico. Esto quiere decir
que si la modernidad industrial se caracterizó por asociarse a un tipo de tiempo histórico
“único” identificado con el concepto de “progreso”, el que podría graficarse a su vez como una
flecha temporal unidireccional en la cual la sucesión pasado-presente-futuro se muestra al
modo de un avance permanente, inalterable e infinito del desarrollo social… un fenómeno de
colapso se asociaría, por el contrario, a un contexto histórico marcado por la crisis y el quiebre
paulatino de dicho patrón temporal. En otras palabras, un tiempo en disputa, una multiplicidad
de tiempos basada en la existencia potencial de diversas “direccionalidades” o “flechas”
histórico-temporales, constituyendo nuestra propia percepción moderna de la evolución
histórica sólo una de aquellas, la que se caracterizaría además por poseer una primacía
decreciente.
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Tiempo único moderno y disputa de tiempos
37
Tiempo histórico múltiple
Debe destacarse que lo dicho anteriormente con respecto a un potencial debilitamiento del
“tiempo único” que ha caracterizado a la modernidad industrial (y la consecuente germinación
de un tiempo histórico múltiple), no es del todo ajeno ni al proceso histórico contemporáneo
(construido en el caso del desarrollo de los sistemas democráticos en un diálogo permanente
con la antigüedad greco-latina), ni a lo visto en el marco de diversas civilizaciones y sociedades
en el pasado. Una muestra de esto último ha sido la mantención hasta hoy en el seno de distintos
pueblos indígenas de una serie de concepciones del “tiempo social” cualitativamente diferentes
a la imperante en el capitalismo industrial: por ejemplo las nociones circulares o cíclicas del
devenir histórico. En el ámbito de la potencial regresión civilizatoria que podría tener lugar
durante este siglo, una de las analogías más importantes sería lo ocurrido con el ya citado caso
del colapso de la civilización romana que trajo aparejado, entre otras cosas, una aguda
involución epocal de los avances técnico-intelectuales del mundo antiguo: por ejemplo en el
campo de la escritura, la vida urbana y la arquitectura monumental. La diferencia entre este
caso y la situación actual radicaría, con todo, en que un posible derrumbe de la concepción
(hegemónica) del tiempo histórico moderno podría presentarse con una escala de ruptura
incluso superior a la que tuvo la crisis ideológica que acompañó la caída del mundo antiguo
clásico, constituyendo en perspectiva un cambio ontológico aun más fundamental con respecto
a la comprensión de la naturaleza humana y la ubicación de nuestra especie en el universo. Una
ruptura de esta magnitud mostraría, de hecho, algunas semejanzas estructurales con aquella
que acompañó la transición entre el marco teocéntrico y antropocéntrico durante el
renacimiento temprano.
38
Tiempo cíclico y transición antropocéntrica tardomedieval
39
Derrumbe civilizatorio como colapso gravitatorio de la historia
40
Los enemigos ancestrales de la lucha de clases al acecho de la historia
Ahora bien, esta apertura epocal (de contenido monstruosamente reaccionario) que debería
caracterizar el desarrollo de un próximo colapso civilizatorio no se presentaría, al menos
durante sus inicios, como una línea de tiempo plenamente cerrada (suprimida) en sí misma,
sino que abierta por el contrario en cierto grado (sobre todo durante las primeras fases del
derrumbe) a la propia contingencia revolucionaria, esto también al modo de una reedición de
todas las potencialidades de lucha de los sujetos revolucionarios del pasado. Re-proyección del
recuerdo práctico de la resistencia de todos los explotados de la historia que, en el momento
más desesperado de la lucha de clases, se harán presentes (en tanto memoria histórica) para
recordarnos, no importa en que contexto, la posibilidad todavía no totalmente cancelada del
triunfo.
Cada uno de los aliados de la revolución en el pasado, cada uno de los fantasmas de las edades
oscuras y los sistemas de explotación de clases pre-modernos puestos fugazmente frente a
frente, reinterpretados y proyectados hacia el futuro en el segundo decisivo de la lucha de clases
holocénica… dispuestos otra vez a hacerse pedazos en una especie de asalto final, cuerpo a
cuerpo, por la disputa del tiempo mismo. Cada uno de los protagonistas de la lucha milenaria
entre opresores y oprimidos, iluminados (y al instante siguiente incinerados) por la explosión
furiosa de todas las contradicciones históricas, estimulados a la lucha a niveles extremos tanto
por las condiciones de descomposición absoluta de la sociedad moderna, así como también por
el estallido del propio ecosistema terrestre. Todo esto… en un frágil equilibrio entre la
perspectiva de un infierno perpetuo y la conquista de las estrellas.
41
Socialismo o Barbarie en un contexto de colapso civilizatorio
¿Pero qué tan indiscutible sería plantear hoy la posibilidad inminente de un colapso
civilizatorio? ¿Cómo relacionar los datos e informaciones científicas con que contamos al
respecto con el curso que podría tomar el proceso social y la lucha de clases en las próximas
décadas? Es decir, es cierto que la crisis ecológica y energética son de por sí graves… sin
embargo ¿qué hay de las soluciones tecnológicas o sociales que el capitalismo, o bien una
hipotética sociedad socialista durante este siglo, puedan ensayar ante aquellas? Más todavía…
¿qué nos dicen realmente el marxismo y el resto de los marcos teóricos de la izquierda con
respecto al problema actual de la crisis ecológica y la posibilidad del colapso, por ejemplo en
el caso de la ampliamente conocida disyuntiva de “socialismo o barbarie”? ¿Acaso las
corrientes de izquierda no han inscrito ya el llamado “anti-extractivismo” en sus respectivos
programas políticos, habiéndose considerado por lo tanto esta cuestión (que supuestamente
integraría todas las aristas de la crisis climática) al nivel de las discusiones fundamentales de
sus partidos? ¿Cuáles son las respuestas del eco-socialismo y sus principales referentes ante
estos problemas? Y en el ámbito de las corrientes de pensamiento burgués (neoliberales,
desarrollistas, etc.)… ¿cómo evalúan aquellas la perspectiva cercana de una crisis terminal de
la sociedad que constituye para las mismas la expresión máxima del progreso social: el
capitalismo? Es lo que veremos, entre otras cuestiones, en la próxima sección.
42
Próximas Secciones
VI
VII
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Otros materiales
(Selección)
Destacados
1.
¡La Revolución Socialista ante el abismo!
¡Por una Segunda Conferencia de Zimmerwald para enfrentar el desastre planetario!
Enlace:
https://www.scribd.com/document/421224707/La-Revolucion-Socialista-ante-el-abismo-Ante-la-
Huelga-General-Internacional-contra-el-Cambio-Climatico
2.
Debate entre Michael Lowy (Ecosocialismo), Miguel Fuentes (Marxismo Colapsista) y Antonio
Turiel (Segunda Parte)
Enlace:
https://www.elciudadano.com/medio-ambiente/ecosocialismo-versus-marxismo-colapsista-ii-una-
conversacion-con-michael-lowy-miguel-fuentes-y-antonio-turiel/06/26/
3.
Debate entre Michael Lowy (Ecosocialismo), Miguel Fuentes (Marxismo Colapsista) y Antonio
Turiel (Primera Parte)
Enlace:
https://www.elciudadano.com/politica/ecosocialismo-versus-marxismo-colapsista-i/06/14/
4.
Marxismo y Colapso (Presentación)
Enlace:
https://www.eldesconcierto.cl/2019/03/09/marxismo-y-colapso-la-ultima-frontera-teorica-y-politica-
de-la-revolucion/
Notas
-Crisis ecológica, colapso civilizatorio e historia: Entre la modernidad industrial y el horizonte post-
holocénico, en El Desconcierto (Chile)
http://www.eldesconcierto.cl/2018/01/30/crisis-ecologica-colapso-civilizatorio-e-historia-entre-la-
modernidad-industrial-y-el-horizonte-post-holocenico/
44
-6 grados que cambiarán al mundo: La derecha neoliberal y la izquierda marxista ante el colapso del
capitalismo, en El Desconcierto (Chile)
http://www.eldesconcierto.cl/2017/12/13/6-grados-que-cambiaran-al-mundo-la-derecha-neoliberal-y-
la-izquierda-marxista-ante-el-colapso-del-capitalismo/
-La magnitud de la crisis ecológica (y lo que nos dicen de aquella la derecha neoliberal y la
izquierda marxista en Chile), en El Desconcierto (Chile)
http://www.eldesconcierto.cl/2017/12/01/la-magnitud-de-la-crisis-ecologica-y-lo-que-nos-dicen-de-
aquella-la-derecha-neoliberal-y-la-izquierda-marxista-en-chile/
-La crisis del capitalismo y el socialismo moderno desde el punto de vista del colapso ecológico
inminente, en El Desconcierto (Chile)
http://www.eldesconcierto.cl/2017/11/23/la-crisis-del-capitalismo-y-el-socialismo-moderno-desde-el-
punto-de-vista-del-colapso-ecologico-inminente/
-La crisis del oxígeno: La nueva amenaza del calentamiento global, en El Desconcierto (Chile)
http://www.eldesconcierto.cl/2016/05/28/la-crisis-del-oxigeno-la-nueva-amenaza-del-calentamiento-
global/
-El desafío estratégico de la crisis ecológica y su silenciamiento en la política chilena ¿Superación del
Capitalismo o Colapso de la Civilización? (I), en Viento Sur (Europa)
http://www.eldesconcierto.cl/2016/05/22/cual-es-la-gravedad-de-la-crisis-climatica/
Entrevistas
-Entrevista Michael Lowy (El Peligro de un Eco-suidicio Planetario), en Viento Sur (Europa)
http://vientosur.info/spip.php?article12555
-Entrevista a Peter Wadhams (El peligro ártico y la extinción humana), en El Mostrador (Chile)
http://www.elmostrador.cl/noticias/mundo/2017/06/25/el-peligro-artico-y-la-extincion-humana/
-Entrevista a Manuel Casal Lodeiro (La Izquierda ante el Colapso de la Civilización Industrial), en
El Desconcierto (Chile)
http://www.eldesconcierto.cl/2017/03/15/manuel-casal-lodeiro-y-su-libro-sobre-la-izquierda-ante-el-
colapso
Scribd
45
Columnas
El Mostrador (Chile)
http://www.elmostrador.cl/autor/miguelfuentes/
El Desconcierto (Chile)
http://www.eldesconcierto.cl/author/miguel-fuentes/
YouTube
-Home (Documental)
https://www.youtube.com/watch?v=zlAuLCltaV8
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