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Amor

Eterno
Colección de
Ensayos
1978-1983

Ravindra-svarupa
dasa
Derechos de Propiedad Literaria de Editorial
Gita-Nagari
Todos los Derechos Reservados
Editado en los Estados Unidos de América
Edición Limitada: 3.000 ejemplares
15BN 0-911233-20-2
Impreso en la India

3ra. edición 1991 / 5.100 ejemplares

Dedicado a la
sagrada memoria de
Su Divina Gracia A.C.Bhaktivedanta Swami
Prabhupada
mi maestro espiritual

y a

mis Hermanos y Hermanas Espirituales de ISKCON


cuya fé inquebrantable en la orden de Srila
Prabhupada y su infatigable dedicación a su
sagrada misión lo mantienen vívidamente presente
entre nosotros.

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CONTENIDO

Prefacio
Celibato - ¿Tortura Exquisita o un 'Sí a Dios'?
Cómo fuí Salvado de ser 'Salvado'.
Encuentro con el Señor del Universo
Estrategias Espirituales para la Era de Hierro
Manifiesto para una Política Trascendental
Anhelos Inmortales
El Aborto y el Idioma de la Inconsciencia
¿A la Gente Buena le Suceden Cosas Malas?
Un Amor Eterno
Agradecimientos

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Prefacio
En la época en que encontré el movimiento de conciencia de Krsna, ya
estaba tan ansioso por trascender la existencia material, que estaba decidido
a renunciar prácticamente a todo, en nombre de la liberación. Me hallaba
tan convencido de que la esencia de esta vida eran el dolor y el sufrimiento,
que no deseaba conservar ningún apego, ni siquiera en su aspecto más elevado
o mejor.
Y en mi caso, eso más elevado o mejor, se retrataba en el arte y en la
literatura, en esos artefactos, en esos ' monumentos ', como los llamara
hermosamente el poeta Yeats, de " intelecto atemporal". Y yo mismo había
buscado desde la adolescencia, la trascendencia, en el rol de un artista.
Había sido cautivado por una determinada imagen del artista (una imagen
presentada con lirismo consumado por James Joyce, en Retrato de un Artista
Joven: "un artífice fabuloso... forjando nuevamente su obra, a partir de la
masa amorfa de la tierra, para crear un nuevo ser elevado, impalpable e
imperecedero").
Un mago que convierte la materia en espíritu, el artista transmuta la
materia comprimida vital en una nueva creación "atemporal", "imperecedera";
y al así hacerlo, redime su propia existencia del tiempo y el cambio.
Por cierto, esta orientación redentora hacia lo eterno e inmutable, es
el motivo más profundo del arte. En tal sentido, el impulso artístico, es
religioso. El problema es que fracasa. Es una mala religión.
Consideren este ejemplo típico del "tema eternizado" a partir de uno de
los sonetos de Skakespeare:

Mas tu verano eterno no se marchitará,


Ni perderás la posesión de la belleza propia,
Ni la Muerte se jactará de hacerte descansar a su sombra
Cuando en renglones eternos tú superes al Tiempo.
En tanto el hombre respire y sus ojos vean,
Esto perdurará, y tú tendrás vida.

El poeta se refiere a la calidad de su verso como ' eterno ', como


eterno es el Tiempo mismo, pese a que en las dos últimas líneas, prevalece
una perspectiva más llana: el verso, en el mejor de los casos, no perdura
más que la propia humanidad. Y cuando el poeta asevera audazmente que su
verso rescata a su tema del tiempo y de la muerte, conservándolo eternamente
joven, reconocemos una ficción retórica, una hipérbola. Hace siglos que
esa bella juventud se enmoheció en la tumba, y hoy no es más que un puñado de
polvo. En realidad, nada se ha salvado del tiempo y de la muerte, ni el
sujeto, ni su arte.
La promesa del arte es ilusoria. El arte no puede salvarnos, al margen
de cuan hermosos y bien forjados sean sus objetos. Son en esencia,
ficciones. En el mejor de los casos, el arte mitiga los dolores de la
vida, pero incluso si lo hace, desorienta peligrosamente. Se explica que
durante el Holocausto, los judíos eran conducidos a las cámaras de gas,
mientras una orquesta los engañaba con los compases de Mozart y Brahms. El
disfrute estético, es como un sedante que alivia los síntomas de un mal.
Bajo la ilusión de la salud, podemos ignorar nuestra enfermedad, y
eventualmente, ésta nos destruye.
El hechizo del arte es difícil de romper una vez que se ha caído bajo el
mismo, pero finalmente, yo acabé por desencantarme. Aunque aún seguía
profundamente atraído por el gran arte y la literatura, y persistía en mí la
fascinación de la vocación artística, sabía que ni el disfrute ni la
creación artística me salvarían de la muerte. Comencé a estudiar escritos
espirituales, y eventualmente estuve al menos seguro de lo siguiente: la
vida material es esencialmente sufrimiento, ese sufrimiento es causado por
nuestros deseos, y que la cura para el sufrimiento reposa en el desarraigo
de nuestros deseos. Por lo tanto, deseaba abandonarlo todo, desde la

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satisfacción burda de los apetitos animales hasta el placer refinado del arte
y su obra. Salí por mi cuenta a erradicar mis deseos. Fracasé totalmente.
Fracasé porque mi idea de la renuncia era rudimentaria, incompleta. En
realidad no había entendido la renunciación, ni en el principio ni en la
práctica. Por último, no obstante, fuí iluminado sobre esta cuestión por
los devotos de Krsna. Como lo explicaron ellos, el método consciente de
Krsna, para la renuncia, era tanto sensible como práctico. Y como pronto lo
descubrí, era notoriamente eficaz. Además, -y esto me asombró por
completo-, era alegre, continuamente. No era una negación sino una
concreción. Y todo lo que abandoné en la plataforma material, lo obtuve de
vuelta miles de veces en lo espiritual. En mi caso, esto se hizo
evidente de inmediato en el arte y en la literatura.
Yo había esbozado mis ideas previas sobre la renuncia, a partir de las
enseñanzas de diversos impersonalistas, esos místicos que consideran que la
verdad última carece de nombres, formas, atributos, actividades y
relaciones, y que, para caracterizarlo con propiedad, debemos caer en el
silencio y la negación. Ellos sostenían que en la etapa liberada, el
conocedor, lo conocido y el acto de conocer se funden en una unidad
absoluta y que para ingresar en ese estado, debemos despojarnos a nosotros
mismos de toda personalidad e individualidad y apartarnos de toda
experiencia sensorial e intelectual. Este prospecto desolado, solo puede
convocar a las víctimas más calcinadas del tiempo, y ha enviado de vuelta a
la vida material, a muchos buscadores frustrados.
Mas Rupa Gosvami, una gran autoridad sobre servicio devocional, llama a
esa suerte de renuncia, phalgu-vairagya, "renuncia incompleta" . Es
incompleta, porque la realización de lo supremo, -en que se basa-, es
incompleta. Rechazando las cualidades, nombres, formas, actividades y
relaciones materiales, los impersonalistas han alcanzado los límites externos
de la Divinidad, la cual informan como una refulgencia espiritual infinita
e indiferenciada. Mas ellos ignoran que esa refulgencia oculta una región
de trascendencia aún mayor, donde mora la Suprema Personalidad de Dios,
Krsna. En esta morada suprema, oculto en el corazón del infinito océano
de luz, Krsna exhibe Su muy hermosa forma trascendental y Sus insuperables
cualidades personales, jugando infinitos intercambios de amor con Sus
devotos puros. Puesto que los impersonalistas desafortunadamente no han
realizado aún estos aspectos positivos de variedad trascendental, se
contentan con la mera negación de lo material.
Cuando hay una completa realización del supremo, sin embargo, uno
ingresa al reino luminoso del servicio devocional. Aquí, los sentidos y la
mente del devoto se descontaminan de todo tinte material, por la completa
absorción en el servicio activo de su objeto trascendental, Krsna. De esta
forma, hay un despertar de la absoluta existencia espiritual, y cesa
automáticamente la existencia material. En tal sentido, los devotos no
rechazan la mente y los sentidos, el deseo y las actividades, sino que los
restauran en su pureza original, a través de las actividades devocionales de
la conciencia de Krsna. Dado que el devoto concentra su completa atención
en las formas y pasatiempos supremamente atractivos de Krsna, naturalmente
pierde todo interés por las atracciones de este mundo. En comparación con
Krsna, y Su sociedad, dichas atracciones no resisten la fatal devaluación.
El principal libro dedicado completamente a Krsna es el Srimad-
Bhagavatam. El Srimad-Bhagavatam está colmado de relatos de las
maravillosas actividades que el Señor realiza en Sus diversos descensos a
este mundo. Narra Sus pasatiempos eternos en Su morada suprema, y describe
en detalle la forma en que El habita como la Superalma, dentro de nuestros
corazones. Con precisión científica, el Srimad-Bhagavatam narra la
forma en que Krsna, una y otra vez, crea, mantiene y destruye la creación.
Relata las grandes aventuras de Sus devotos en todo el universo, y nos
instruye sobre las prácticas potentes del bhakti-yoga, por las cuales podemos
recobrar nuestros órganos trascendentales de percepción y nuevamente volver a
ver siempre a Krsna, dentro de todo y más allá de todo. Las obras que
comprenden la vasta literatura espiritual de la India, se denominan
literatura Védica, y el Srimad-Bhagavatam, es " el fruto maduro del árbol
Védico del conocimiento". Empero, esta obra era apenas conocida fuera de la

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India, hasta que Su Divina Gracia A.C.Bhaktivedanta Swami Prabhupada, mi
maestro espiritual, comenzara su enorme y triunfal proceso de traducirla y
distribuirla en todo el mundo.
La primera vez que leí el Srimad-Bhagavatam, fue uno de los mayores
momentos de mi vida. En esos días, solo contábamos con los tres volúmenes en
rústica que Srila Prabhupada había escrito y publicado en la India, y traído
con el a América. Mas estos libros, burdamente impresos, mal
encuadernados, con señalizaciones varias, eran la mayor literatura que yo
hubiera conocido jamás. Yo, que había adorado durante mucho tiempo el
santuario del Bardo, ahora me sorprendía pensando para mis adentros, "¡Esto
es superior a Shakespeare!" Leí con absoluto aprecio que uno de los
nombres de Krsna es uttama-sloka, o "El que es alabado por el verso
inmortal". Me sumergí cada vez más profundo en el Bhagavatam, infinitamente
fascinado y un día descubrí, que en ese proceso, había renunciado a la
literatura de este mundo.
El Srimad-Bhagavatam pertenece a una clase exclusiva, y una vez que se
adquiere un gusto por el mismo, toda la literatura mundana parece chata y
trillada. Mas del Srimad-Bhagavatam uno no se cansa. Es una norma que
cuanto más elevada es la calidad de una obra literaria, más propicia su
reiterada lectura. Un thriller en rústica, es ciertamente poco probable de
ser vuelto a leer; Hamlet o El Rey Lear satisfacen después de varias
lecturas. Aún así, hay límites, y hasta los más ardientes Shakespeareanos
necesitan de un alivio periódico Mas tú puedes tomar el Srimad-Bhagavatam
cada día y encontrarlo inagotable, con cada nueva lectura, aumenta su
interés. Porque el Bhagavatam simplemente no es un producto de este mundo;
posee la cualidad eternamente joven, que es la marca del espíritu.
En suma, yo había deseado realmente el Srimad-Bhagavatam. Tuve la
impresión de que toda la búsqueda literaria emprendida por lo eterno,
anhelaba esa joya cumbre literaria. Y ahora lo había encontrado. De
manera que, después de todo, no tenía que abandonar mi atracción por la
literatura, solo tenía que purificarla. Una vez purificado, mi deseo fue
satisfecho, más allá de mi mayor expectativa.
De la misma manera, también se concretó mi deseo por escribir. Al
volverme un discípulo de Srila Prabhupada, me había convertido en parte de
una tradición espiritual literaria distintiva. El lineamiento histórico
de los maestros espirituales a los cuales pertenece Srila Prabhupada, se
denomina Brahma-sampradaya, después de su primer miembro, el ingeniero
cósmico, el Señor Brahma. Al comienzo de la creación, Brahma fue
impregnado del conocimiento Védico por Krsna, y luego Brahma arregló que ese
conocimiento descendiera cuidadosamente, de generación en generación, a
través de una cadena continua de maestros. Al Señor Brahma se lo retrata a
menudo con un libro en la mano, significando su posesión del conocimiento
Védico, y su sampradaya, preservando la característica de su fundador, es
particularmente erudita. Sus miembros se distinguen tanto por la
producción literaria, que en efecto se denomina, "la sampradaya del libro".
Así pues, el propio Srila Prabhupada hizo de los libros el fundamento de
su esfuerzo predicador, y entregó al mundo más de sesenta volúmenes de
escritos espirituales.
No mucho después de que me mudara al templo, oí estas instrucciones de
Srila Prabhupada, en una grabación de una clase en Los Angeles: "¿Cuales son
las realizaciones que todos uds. tienen? Escriban su realización, lo que
han realizado acerca de Krsna. Eso se requiere. No es algo pasivo,
siempre deben ser activos. Toda vez que tengan tiempo, escriban. No importa
si son dos renglones, tres renglones, pero escriban sus realizaciones.
Sravanam, kirtanam. El escribir u ofrecer plegarias, glorias, esa es una
de las funciones de un Vaisnava (devoto). Uds. están oyendo, pero también
tienen que escribir. Luego, escribir significa smaranam -recordar lo que
han oído del maestro espiritual" Así pues, el escribir involucra
automáticamente al devoto en tres aspectos prominentes del servicio
devocional, oír y cantar acerca de Krsna y recordarLo (sravanam, kirtanam y
smaranam). Y en una carta a un discípulo, Prabhupada dijo, "Todos los
estudiantes deben ser animados a escribir algún artículo después de leer el
Srimad-Bhagavatam, el Bhagavad-gita, y Las Enseñanzas del Señor Caitanya.

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Ellos deben realizar la información, y deben presentar su asimilación, en sus
propias palabras. De otro modo, ¿cómo se convertirán en predicadores?".
Además, Prabhupada estableció específicamente la revista De Vuelta al
Supremo, en América, para brindar a sus discípulos una oportunidad para que
escribieran. Y yo tuve abundante aliento. Y un material inagotable. No
había otra cosa que hacer que escribir.
El Srimad-Bhagavatam narra la ocasión en que el gran sabio Narada Muni
tenía que instruir a su discípulo Vyasadeva en los principios del servicio
devocional. Narada dice: "Oh, brahmana Vyasadeva los eruditos han decidido
que el remedio más eficaz para remover todos los problemas y miserias, es
dedicar las propias actividades al servicio del Señor Supremo, la
Personalidad de Dios, Sri Krsna. Oh, alma buena, ¿acaso una cosa que se
aplica terapéuticamente, no cura una enfermedad causada por esa misma cosa?
Así pues, cuando todas las actividades humanas están dedicadas al servicio
del Señor, esas mismas actividades que causaron su cautiverio perpetuo, se
convierten en el destructor del árbol del trabajo" .
Mi experiencia individual confirma estas palabras de Narada Muni. Por
cierto, mi intenso deseo de disfrutar y crear una literatura fina me ataron
fuertemente a este mundo. Mas cuando me convertí en devoto, el mismo deseo
que había causado mi cautiverio, al consagrarse al servicio de Krsna, produjo
la libertad. Pronto experimenté el efecto purificador y liberador de
escribir en conciencia de Krsna. Escribir, para mí, demanda una gran
concentración. En prácticamente ninguna otra circunstancia soy compelido a
meditar tan intensamente en Krsna y en Sus enseñanzas; al así hacerlo, me
asocio con Krsna, y por esa asociación, me purifico. Además, el esfuerzo
por escribir claramente, implica el esfuerzo por entender claramente.
Cuando veo mis propias palabras allí, todas desapegadas en la página, como si
aguardaran un juicio de pie, reviso, y reviso, y reviso de nuevo. Al
volver a elaborarlo y al refinar mi escrito, siento que yo mismo estoy siendo
refinado. De esta forma, escribir me mantiene fijo en el fuego
refinador de la conciencia de Krsna.
Dije anteriormente que la ambición por alcanzar lo eterno e inmutable es
el motivo más profundo del arte. En el caso del arte de la conciencia de
Krsna, esta orientación puede realizar su finalidad. Krsna es eterno y lo
que sea que entra en contacto con El, obtiene esa misma naturaleza. El
artista literario que dedica completamente su habilidad en el servicio de
Krsna, transmuta realmente, en tal sentido, la materia en espíritu, y se
redime completamente del tiempo y del cambio. Su obra puede ser más o
menos experta a juicio del mundo, pero eso no importa en absoluto. Como
Srila Prabhupada observara al respecto, "Si uno es realmente sincero al
escribir, todas sus ambiciones se verán cumplidas".

* * * *

Quiero agradecer a Srila Satsvarupa dasa Gosvami, el editor en jefe de


la revista De Vuelta al Supremo. Todos estos ensayos aparecieron
originalmente en De Vuelta al Supremo y son en gran parte un producto de su
inspiración y aliento incesantes. Ahora se han reunido en un libro, merced a
su deseo. También quiero expresar mi deuda para con Su Santidad
Jayadvaita Swami y Su Gracia Dravida dasa, ambos editores previos de DVS.
Estos ensayos fueron enriquecidos por su agudo juicio editorial Debo hacer
notar que, si bien conservando su espíritu editorial, no pude resistir la
tentación de hacer unas pequeñas correcciones.

Ravindra-svarupa dasa
Día de la Desaparición de Su Divina Gracia
A.C.Bhaktivedanta Swami Prabhupada
Sri Sr Radha-Saradvihari Mandira
Octubre 28, 1984 Filadelfia

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Celibato
¿Una Tortura Exquisita o un "Sí a Dios"?
La visita del Papa Juan Pablo II a América, en Otoño pasado, será
recordada mayormente quizás por el extraño contraste que presentara entre el
sobrecogedor entusiasmo demostrado hacia su persona y la decidida falta de
entusiasmo demostrada por lo que el tenía para decir. Uno de los puntos
menos populares expuestos por el Papa, fue la insistencia en mantener el
celibato de los sacerdotes. La noche del 3 de Octubre, el reiteró su
postura ante un auditorio de seminaristas, en el Seminario de San Carlos
Borromeo, un complejo edilicio de enormes bloques de granito, donde la
Diócesis de Filadelfia entrena a sus sacerdotes. La visita del Papa aquí me
interesó particularmente, puesto que unos años antes, yo mismo había hablado
ante los seminaristas de San Carlos, y sobre el mismo tema.
Es raro, pero no inusual que un Papa hable ante seminaristas
americanos, sí quizás sea raro e inusual que un devoto Hare Krsna lo haga.
Lo que el Papa tenía para decir, fue inesperado. El remarcó la completa
consagración que demanda la vida de un sacerdote, urgió a los sacerdotes a
orar para "permanecer en un estado de continua búsqueda de Dios", y alabó
el celibato en los sacerdotes como "la respuesta concreta en sus vidas, para
expresar la totalidad del ' sí ' pronunciado por ellos ante el Señor".
Naturalmente, fue recibido con entusiasmo, y los seminaristas fueron
reiteradamente " tocados" por su oratoria. Mi propia recepción fue de
alguna manera más calma, aunque respetuosa. Lo interesante es que el Papa no
oyó la voz de los seminaristas protestando contra el celibato, lo cual yo,
-un miembro de "otra religión", sí hice.
Me habían invitado específicamente para dictar una clase sobre el tema
de la revelación. Unos cincuenta hombres jóvenes llenaban el salón de clase
cuando llegué. Había meditado cuidadosamente lo que iba a decir; debía
dejar en claro que no llevaba ningún mensaje sectario. Podía hablar sobre
los principios religiosos que se aplicaban tanto a su fé como a la mía.
Yo conocía algunos de sus problemas. Sabía que la Iglesia estaba
perdiendo sacerdotes a un ritmo alarmante, y que había agitación en el clero
por un sacerdocio que admitiera el matrimonio. Por cierto, yo había
observado parte de esa turbulencia bastante de cerca: mientras hacía mi
tesis de religión en la Universidad del Templo, asistí a la deserción de un
monje católico tras otro, y al abandono de sus votos para adoptar la vida
secular. Algunos se casaron; otros simplemente andan por la calle.
Escribí el mantra Hare Krsna en el pizarrón y luego expliqué a la clase
que era simultáneamente una plegaria y la concreción de la misma. Como
plegaria, ruega a la energía divina que nos une a Dios, que nos una a El
mediante el servicio; y a la vez, es esa unión, pues por el canto, nos
asociamos directamente con Dios, en la forma de Sus nombres divinos (Krsna
la persona y "Krsna" el sonido, no son diferentes). Luego, enseñé a los
seminaristas la forma de pronunciar las palabras del mantra y les pedí que
cantaran conmigo al modo de llamado-respuesta.- Y luego, para mi inmenso
deleite, tuvimos un maravilloso kirtana, cuando cincuenta voces fuertes
cantaron con claridad y vigor el mantra Hare Krsna conmigo. Después de años
de dar clases, yo podía hacer que cualquier público cantara, pero este canto
era excepcional; este canto era robusto, espirituoso con nada del rechazo
sectario que yo había temido. Era vivo. Estos no eran por cierto hombres
comunes.
Después del kirtana, comencé a explicar la forma en que el canto se
relacionaba con el tema de la revelación. La revelación posee dos facetas:
el dador y el receptor, y luego el receptor se convierte en dador hacia otro
receptor, en su momento. En sánscrito, este proceso se denomina
parampara, o sucesión discipular. Puesto que el Absolutamente Perfecto Se
revela a Sí Mismo perfectamente, Su revelación debe descender sin ningún
cambio ni alteración. Para que la revelación de Dios sea potente, debe
preservarse intacta, en su cabal integridad original.

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¿Cómo es posible? El dador original, Dios, es infalible, pero los
receptores, son todos falibles. Empero, como expliqué, debemos comprender
que la revelación divina, no es meramente una colección de oraciones, no tan
solo una verdad propuesta. La memorización y la transmisión giratoria,
son mecanismos de alguna manera maquinarios, que no bastan de por sí para
transmitir la revelación. La revelación de Dios, Su palabra, como Sus
nombres en el mantra, es absoluta, y por lo tanto, Dios Mismo es dado en Su
palabra, en Su propia revelación. Por este motivo, la palabra de Dios posee
un poder concreto. Tal como un antibiótico poderoso inyectado en la
corriente sanguínea, destruye los agentes infecciosos, así la palabra de
Dios, inyectada en los oídos de un receptor completamente sumiso, destruye
todas sus contaminaciones materiales, y se transforma en un receptáculo
adecuado, en un medio transparente. Dicha persona, no solo habla la palabra
de Dios; la vivencia, se convierte en la palabra personificada.
En tal sentido, la potencia de la revelación de Dios es exhibida a
través de los devotos, que son ejemplos vivientes del poder purificante de
Dios. La palabra que está en relación con Dios, solo puede ser recibida de
aquellas personas que están en relación con Dios. Ellos son la vida en la
cual mora la letra. La revelación de Dios se convierte en letra muerta,
como una ley sin gobierno, cuando no hay devotos puros viviendo en la letra.
Hasta ahí, contaba con su completa atención. Ahora, comencé a explicar
los cuatro principios regulativos, que son absolutamente necesarios de
observar para la persona que desee transmitir la revelación de Dios, intacta.
Las enumeré, no comer la carne del animal; no consentir en el sexo ilícito;
no ingerir intoxicantes y no apostar, y observé que estaba perdiendo a mi
auditorio. Los pies se restregaban contra el piso, las miradas
deambulaban... y luego Monseñor, el instructor de ellos, anunció que era
tiempo para un breve recreo.
Me senté junto con él. Quería hablar con el acerca de comer carne,
pero antes de que pudiera comenzar a ofrecer razones por las cuales un
cristiano debía abstenerse de la matanza de animales, el comenzó a ofrecer
razones por las cuales un cristiano podía beber alcohol. Esta no era una
señal auspiciosa, mínimamente, y al comenzar la segunda parte de mi clase, de
alguna manera estuve menos apasionado en relación a las oportunidades
espirituales de estos maravillosos cantores. Monseñor, al fin y al cabo,
era su maestro.
Pasé la segunda parte de la clase explicando el principio espiritual de
que es posible abandonar las actividades materiales de los sentidos, no
mediante las anulaciones rígidas o las abnegaciones estériles, sino solo
ocupando a los sentidos en ocupaciones superiores del servicio divino.
Antes que nada, es necesario controlar la lengua, -expliqué-; solo entonces
los demás sentidos (incluyendo los genitales) son controlados. En el
movimiento de conciencia de Krsna, -les dije-, controlamos la lengua
cantando el mantra Hare Krsna y hablando acerca de las actividades
trascendentales del Señor y Sus devotos, y solo comemos el alimento sagrado
llamado prasada (o misericordia de Dios), el cual es santificado por haber
sido ofrecido primeramente al Señor. Asimismo, los ojos, oídos, nariz,
manos y piernas, son todos controlados por las ocupaciones espirituales en el
servicio divino. Nuestros sentidos no son reprimidos con dichas
ocupaciones, sino que se purifican por mantenerse en contacto con lo divino,
a través del servicio activo. Y así nuestra mente, el eje de nuestros
sentidos, se fija en el recuerdo constante del Señor, y tal reunión
gradualmente vuelve a despertar nuestro amor dormido por Dios. Cuando este
amor original es mal dirigido, asume la guisa del deseo material, de la
lujuria. Es por eso que, cuando se restaura la pureza espiritual, el
deseo material ni siquiera se presenta en un estado de represión, en que
puede irrumpir en cualquier momento, ha sido completamente transmutado en su
forma original y natural, el amor puro por Dios.
Contesté una serie de preguntas, la mayoría concernientes a las
prácticas particulares de los devotos de Krsna, mientras ellos se servían de
la gran cesta de bolitas dulces (prasada) que yo les había llevado.
Después de que la clase fuera disuelta, unos doce seminaristas me
siguieron, todos muy amistosos e inquisitivos, y me hicieron preguntas,

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mayormente sobre los cuatro principios regulativos. Observé que varios de
ellos habían encendido cigarrillos.
En el curso de nuestra discusión, le pregunté finalmente a uno de los
fumadores, "¿Realmente lo encuentras imposible de dejar?" - No estaba yo
preparado para su respuesta, o para la vehemencia de la misma.
"Si pudiera tener una chica para el Sábado a la noche" -exclamó, "en
vez de tener que andar colgado aquí, subiéndome a las paredes, ¡no fumaría
estas cosas!". Hubo murmullos de asentimiento. Y con mucha amargura y
resentimiento, comenzaron a criticar la regla del celibato.
El movimiento de conciencia de Krsna, por supuesto, tiene monjes
casados. (Yo soy uno de ellos). Mas les dije que incluso las parejas casadas
se abstienen de la relación sexual, y la reducen a una vez por mes, y solo en
caso de que deseen engendrar un hijo. (Consideramos el " ritmo" como otra
forma de engaño). Uno de ellos dijo que sonaba peor que el celibato: era
claro que ellos tampoco deseaban el matrimonio en esos términos.
Yo estaba apaleado por la enormidad de la frustración sexual que estos
hombres enunciaban. Estaba mal. De manera que comencé a preguntarles
sobre su vida en el Seminario, y pronto fue bastante claro porqué están
teniendo tan enorme dificultad. Para empezar, les sobraba el tiempo en
que no hacían nada. Además, leían libremente novelas y revistas, y miraban
televisión habitualmente. Todas esas actividades, ciertamente agitaban sus
sentidos. Y no había nada espiritual en relación a sus hábitos alimenticios.
Era estrictamente para la lengua, y estaban acostumbrados a beber cerveza y a
fumar. Ese era su aprieto: tenían demasiado tiempo ocioso, sus sentidos
eran bombardeados continuamente por la estimulación materialista, ¡y luego
les pedían que fueran célibes!"
Nadie puede ser célibe en esas circunstancias. Estaban siendo
torturados exquisitamente, cruelmente. Luego recordé a Monseñor con su
silogismo perverso: "Todo lo que ha hecho Dios es bueno. Dios ha hecho el
alcohol..." (También hizo el arsénico, ¡pero eso no lo beben!) Me enojé.
Era criminal hacer eso. Estos seminaristas no eran hombres comunes: ellos
querían, y en condiciones malas, dedicar completamente sus vidas a Dios.
Pero nadie les estaba enseñando cómo hacerlo. Vivían de un modo que
agitaba sus sentidos, ¡y se les ordenaba el celibato! Por supuesto, siempre
se estaban cayendo, siempre obraban con una pesada carga de culpa. No
sorprende que fueran tan cínicos, tan amargados y resentidos. Me pregunté
porqué nadie les había enseñado. No conocían ni siquiera el ABC de la vida
espiritual. Estaban siendo destruídos criminalmente.
Fue muy frustrante para mí- Les dije lo que tenían que hacer, pero,
¿podían ellos hacerlo dentro del contexto de la Iglesia? Cantar los nombres
de Dios y bailar con Sus devotos, comer suntuosas fiestas de Su misericordia,
oír y leer las historias siempre frescas de Sus actividades y pasatiempos,
que llenan un volumen tras otro, permitir que sus ojos se complacieran en la
forma majestuosa del Señor en el templo... ¿podrían ellos hacer esas cosas
aquí? Tuve la apremiante urgencia de llevarme a esos hombres, en ese
preciso momento, para salvarlos. Ellos querían una vida pura (algo ya
raro), querían rendirse completamente a Dios, querían superar la poderosa
"ley de la carne", y yo sabía cómo lo podían lograr.
Pero aquí estaban, todos de negro. Mientras comenzamos a caminar por
el largo pasillo, le pregunté a uno de ellos si había alguna persona
espiritualmente avanzada a la que pudieran seguir. El vaciló.
"No lo sé". Se volvió hacia su amigo. "¿Qué dices tú?"
"No sé". Silencio por unos cuantos pasos.
"¡Eh!" -exclamó otro súbitamente. "¡ El Santo Joe!"
"¡Eh, sí! ¡El Santo Joe!"
Comenzaron a reírse.
Mi depresión se ahondó. Caminamos por los pasillos desiertos y altos,
se oía el sonido de nuestros pasos en la soledad.
Nos detuvimos a la entrada de la capilla (la misma donde el Papa
hablaría unos años después). Ellos querían mostrármela. Estaban orgullosos
de ella. Pero era enorme, oscura y fría. Las paredes de mármol blanco
brillaban tristemente. Era como un sepulcro. Tuve escalofríos y murmuré
algo amable.

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Antes de irme, les dije que no había ido a criticar su religión. Mas
mientras miraba sus rostros, aún claramente marcados por la pureza de su
vocación, solo pude pensar en que estaban siendo horriblemente destruídos.
Tampoco quiero criticar ahora su religión, mas solo me cabe informar
honestamente que no observé allí la energía espiritual que la palabra de
Dios produce cuando es vivenciada por sus devotos puros.
Con Juan Pablo II ha venido la esperanza. El es joven, enérgico, y se
comenta que tiene carisma. Pero la señal de la verdadera renovación, no la
constituirán las protestas afectuosas, los grandes cambios de rumbo. los
vítores, y el aplauso. Se producirá cuando esos seminaristas abracen sus
votos, no con amargura y resentimiento, sino con alegría, entusiasmo y
confianza.
Quizás ustedes no crean que eso sea posible, pero yo lo he comprobado.
He sido bendecido por el hecho de haber conocido a un devoto puro de Dios.
Algunos de nosotros no hemos sido destruídos.

Cómo fui Salvado de ser 'Salvado'


Cada año de los que precedieron a su retiro, un profesor de edad
misionero, solía invitarme a asistir a su clase en el Seminario Teológico
Bautista Oriental, cerca de Filadelfia. El profesor, que había pasado una
buena parte de su vida buscando conversiones en Bengala, era el americano
más educado que yo jamás hubiera conocido. Venía a recibirme a mi automóvil,
y me acompañaba por todo el Seminario. En el vestíbulo, nos deteníamos
inevitablemente ante una muestra de artefactos que el y otros más habían
traído de la India, y con una sonrisa, dirigía mi atención hacia el premio
exhibido: una tabla grisácea gastada, de unos dos por cinco pies, erizada
con rústicas espinas de hierro, -la común cama de clavos hindú. Mediante
ese acto, el transmitía una cortés imputación, enjuiciando solemnemente a mi
religión, con este instrumento de auto-tortura. Pese a que el sabía luego
de mi primera visita, que el artefacto tenía muy poco que ver con mis
devociones, al igual que con las suyas, nunca dejaba de demorarse, antes de
entrar.
Estoy seguro que esa nueva maniobra, tenía la intención de distraernos a
ambos de la ironía mayor de la que ambos éramos conscientes. No había duda
que el motivo por el que me invitaba, era para brindar a sus estudiantes una
visión directa de aquello a lo cual ellos debían oponerse-, de la lejana
India; raro que dicho ejemplo estuviese a disposición localmente; extraño
que estos Bautistas descubrieran, observando detrás suyo una cabeza rapada,
marcada con las líneas parejas de arcilla de tilaka -las señales de un
sirviente de Visnu-, el rostro desconcertantemente familiar de un americano
Protestante.
La primera vez que entré a su pequeño salón de clase, yo también sentí
la conmoción del reconocimiento. Allí, contemplándome maravillados en un
círculo alrededor de la mesa, estaban esos mismos rostros de la escuela
Dominical de mi niñez, apenas encubiertos por la pátina de la edad.
El profesor abrió la clase con una plegaria, y al oír las súbitas
entonaciones familiares de la oración Protestante, elevándose en esa
habitación caldeada en exceso, que olía a tiza y a ropas de lana húmedas,
rodeado por los rasgos benévolos de estos futuros Ministros, me sentí
transportado de regreso a la escuela Bíblica, y experimenté la angustia de
aquel viejo resplandor meloso de bondad indistinta. Mas luego, fuí traído
de vuelta agudamente a la realidad actual. Mientras el profesor efectuaba
una breve introducción, sus estudiantes me contemplaron; incluso pude
percibir sus mentes emparedadas en el muro de ladrillos de lo ininteligible.
¿ Qué pudo haberle pasado a un buen chico cristiano, para que fuera a ponerse
esas túnicas y afeitara su cabeza y...?
Ver que te reciben a tí mismo, hace que reconozcas cosas por los
rasgos, una mirada de incomprensión absoluta puede provocar una cierta
inseguridad. Esos rostros irradiaban un muro de falta de información,
malentendido, condicionamiento cultural y prejuicio sectáreo. Para que
ellos oyeran lo que tenía para decir, tendría que hallar algún camino para

11
quebrar la Línea Ideológica Maginot alzada en contra de mí. Habiendo pasado
muchos años en su contexto espiritual, me había formado mi propio juicio de
ellos. Yo opinaba que su práctica religiosa se hallaba severamente
lesionada por una falta de cultivo disciplinado y progresivo, bajo una guía
experta. El avance espiritual depende de dicho cultivo, tal como un triunfo
atlético, requiere de un riguroso programa de entrenamiento, con un
entrenador experto. Pero ellos tenían muy poco sentido de eso. Su
creencia (lo bastante correcta) de que la salvación proviene de la gracia de
Dios, se transmutaba en la práctica de una curiosa suerte de pasividad
espiritual. Dependían de súbitos brotes emocionales y centelleos de
inspiración (cuyo impacto parecía disiparse suavemente). En tal sentido,
su espiritualidad tenía un carácter fortuito, de encontrar o perder;
adoleciendo de falta de dirección. Era inmadura.
Como resultado, se estacionaban en una suerte de todo blando y
superficial. Al final, su religiosidad simplemente concedía crédito a una
clase de materialismo gentil y constreñido, a las plegarias en la sala
cerrada, después del football o el golf, y a las barbacoas de la iglesia,
donde las niñas del coro se las ingeniaban para estar tanto sexis como puras
al mismo tiempo. E incluso todo esto era mayormente por la apariencia.
Puesto que lo bueno no basta, el desvío era pronunciado, y cubierto.
Aún así, su creencia en el pecado inherente al humano, conducía a una
aceptación pasiva del mismo, también.
Por otro lado, yo sabía que estos Bautistas me contemplarían como el
exponente del error de Pelagio, la herejía de que el hombre puede salvarse a
sí mismo, por sus propios esfuerzos. Bastantes evangelistas se me habían
acercado en las calles para anunciarme, " Yo no tengo que trabajar por mi
salvación", para dejarme saber que la línea divisoria entre nosotros estaba
precisada. Este cargo tenía dos fuentes. Primero, ellos consideraban toda
clase de régimen como un chasquido de obras (aunque la "obra" a la que se
referían los evangelistas en la calle, era el canto y baile exhuberante
de un grupo de devotos, ¿quién está trabajando?). En segundo lugar, ellos
creían que toda religión, excepto la cristiana, sin importar cuales eran sus
prácticas particulares, eran Pelagianas. Para ser más preciso, todas las
religiones eran Pelagianas, pero el Cristianismo, estrictamente hablando, no
era una religión. Ellos definían Religión como el vano intento del hombre
por llegar a Dios por su cuenta; tales intentos son manchados por el pecado
inherente al hombre, por lo que invariablemente fracasan. El Cristianismo,
por otra parte, es la búsqueda de Dios hacia el hombre. No está por
supuesto, manchada por el pecado.
La cama de clavos en el muro del Seminario, simbolizaba para ellos la
locura religiosa, del intento vano del hombre por llegar a lo divino. Yo no
tenía duda de que mi propio aspecto, tan perversamente extraño, bastaba como
ejemplo de lo absurdo que aparece cuando el hombre intenta salvarse a sí
mismo.
Sin embargo, en mi charla, yo iba a emplear otra definición de
religión. La religión, comencé por decirles, significaba seguir las órdenes
de Dios. De acuerdo a los Vedas, "El sendero de la religión es enunciado
directamente por el Señor". Nadie más puede fundar una religión. Pero,
-señalé-, surge una pregunta natural: Hay muchas Escrituras, cada una con
mandatos diferentes; ¿cómo juzgar cuál es la mejor? Esta misma pregunta,
informan los Vedas, fue hecha hace cinco mil años, a una gran autoridad, y la
misma replicó, "La mejor religión para todo el mundo, es aquella que nos
conduce al amor incondicional por el Señor Supremo". La norma para dicho
amor incondicional, el prosiguió diciendo, es no estar motivado por ningún
deseo de provecho personal, y es ininterrumpido. El no mencionó ninguna
comunidad en particular. La norma no es sectarea; dondequiera sea relizada,
entre los Cristianos, Hindúes, Budistas, Jainistas, lo que fuere, eso debe
ser aceptado como religión verdadera.
Otros textos Védicos, continué, analizan la naturaleza del amor
incondicional por Dios. En sánscrito, el servicio devocional amoroso a
Dios, se denomina bhakti, mas se puede contaminar de dos maneras
específicas, por el jñana y por el karma. (Escribí las palabras sánscritas
en la pizarra). El jñana se refiere al proceso del conocimiento especulativo

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empírico, una búsqueda que culmina en la auto-adoración. El karma " obras"
en el idioma Bíblico, se refiere a las actividades abocadas al auto-
engrandecimiento, ya sea en esta vida o en la próxima-
Lo que a mucha gente se le ha enseñado como "Hinduísmo", -expliqué-,
es en realidad bhakti (servicio devocional a Dios), corrompido por el jñana
(la búsqueda especulativa del conocimiento). Tal religión corrupta, ha
creado una polimórfica profusión de dioses a ser adorados, pero en el
entendimiento de que en definitiva toda esa mescolanza (incluyendo al
denominado adorador) se disuelve paradójicamente en una nulidad amorfa y
atípica. De acuerdo con estas enseñanzas, en que en definitiva los
individuos no existen, mientras tanto, y a los fines prácticos, todo
individuo, incluyendo a uno mismo, es Dios. Por una teología negativa, el
jñana despoja a la divinidad hacia la nada; a la vez que profesa la
preservación de la trascendencia divina; en realidad, es una expresión
disfrazada de la animosidad hacia Dios. Aunque dicha filosofía es un fruto
maligno de la civilización Hindú, cité al teólogo Protestante Paul Tillich,
quien dijo, entre otras cosas, que puesto que las entidades temporales y
contingentes que conocemos "existen", sería blasfemo decir que Dios también
"existe". El movimiento de la "muerte de Dios" de la década del sesenta, se
inspiró en dicha teología-
Mientras que el karma denota aquellas actividades religiosas y
caritativas que uno ejecuta con vistas a una recompensa, el bhakti es un
servicio que se presta a Dios, simplemente por amor, sin deseo de ganancia.
Tal como los Vedas distinguen entre karma y bhakti, -expliqué-, también
distinguen entre el cielo y el reino de Dios. Los Vedas identifican el cielo
como un grupo de planetas más elevados, dentro del mundo material, donde el
disfrute se amplía e intensifica y en que la propia permanencia está
circunscripta. Las buenas obras aseguran un crédito piadoso, mas cuando ese
crédito se agota, la estadía celestial se termina. El reino de Dios, sin
embargo, está allende el mundo material, y allí la vida es eterna, plena de
conocimiento y bienaventuranza. Las actividades de allí no son de
gratificación de los sentidos, sino de intercambios amorosos con el Propio
Señor Supremo, en variedades de relaciones y grados de intimidad. Esa es la
morada suprema, el destino de los devotos puros, aunque ellos ni siquiera
aspiran a eso, sino que, solo piden ocuparse en el servicio divino, en
cualquier condición, en el cielo o en el infierno.
El reino de Dios es nuestro hogar, -dije-, nuestro país natal. Todos
nosotros vivimos alguna vez allí ocupados en la actividad de nuestra esencia
natural, nuestra religión eterna: el servicio devocional a Dios. Pero
algunos de nosotros buscamos perversamente negar nuestra propia naturaleza y
aspiramos no a ser disfrutados por Dios, sino a disfrutar como El lo hace, no
a servirlo a El, sino a ser servidos, no a ser controlados, sino a ser el
controlador.
En resumen, el pecado original de la diminuta partícula de la energía
de Dios, es el deseo de ser Dios. Por lo tanto, estamos exiliados en el
mundo material, donde podemos celebrar nuestra mascarada y finalmente, por la
misericordia del Señor, ser corregidos.
Con ese propósito, Dios Mismo establece el sendero de la religión
pura, pero bajo el impulso de nuestra voluntad pecadora, incluso esa
religión es retorcida. Los Vedas lo llaman kaitava-dharma, materialmente
motivada, religión engañosa, religión deformada por el karma y el jñana.
Deseando ser el disfrutador y el controlador, el alma caída ejecuta deberes
religiosos en nombre del avance material, el cual necesita para disfrutar de
los sentidos; cuando finalmente se disgusta, habiendo encontrado la
reiterada derrota en la lucha por la supremacía, rechaza el mundo material y
aspira la liberación, para ser uno con Dios.
Aunque Dios establece la religión verdadera, en el curso del tiempo, se
corrompe inevitablemente por el karma y el jñana. Por lo tanto, toda vez que
el bhakti corre peligro de desaparecer, Dios Mismo desciende al mundo
material, o envía a su Hijo, profeta, o representante puro, para restaurar la
verdadera religión. La verdadera religión siempre está en peligro de ser
corrompida, y mucho de la religión, la mayor parte del tiempo, es kármico,
con el añadido de diversos grados de jñana. El bhakti es muy raro.

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Luego, les recordé otros síntomas de la religión pura: es
ininterrumpida. Un devoto puro no hace diferencia entre su religión y su
vida; no separa las actividades que hace para Dios, de las que hace para sí
mismo. Todas sus acciones son para Dios y solo para Dios. Podía aclarar
ese punto, solo brindándoles algunos ejemplos concretos, de modo que expliqué
cómo, en el movimiento de conciencia de Krsna, incluso el comer y el sexo,
son transformados de actividades materiales al servicio divino.
Debemos comer para vivir, y para comer, tenemos que matar. Pero matar
es un pecado; en consecuencia, pareciera que ese pecado es inevitable. Sin
embargo, en el Bhagavad-gita, Dios nos informa que si Le ofrecemos con amor
una hoja, una fruta o agua, El la aceptará. Por supuesto, matar animales
nunca está permitido; pero si reunimos comida vegetariana y la preparamos
para el disfrute de Dios y luego la comemos, entonces no hay pecado. Por el
contrario, Dios acepta la ofrenda de amor y en reciprocidad, El permite a
los devotos comer los remanentes de dicho sacrificio, que se denominan
prasada, o la misericordia de Dios. Es alimento desprovisto de karma. De tal
modo, incluso el comer no interrumpe el servicio devocional.
Similarmente, el matrimonio también puede ser parte del servicio
devocional. El matrimonio no concede una licencia para el consentimiento
sexual. No sanciona un recreo de los principios religiosos, sino que,
conforme a los principios religiosos, el sexo está creado solo para engendrar
hijos conscientes de Dios. En tal sentido, no es necesario consentir más de
una vez por mes, cuando la mujer es fértil. Los niños nacidos de padres
libres de la lujuria, serán excepcionalmente puros y se inclinarán
naturalmente hacia el servicio devocional. De manera que, ni siquiera las
necesidades biológicas, como aparearse y comer implican que nos desviemos de
nuestra religión.
En este momento, dí por terminada mi charla e hice espacio a las
preguntas. Habría una tintura de cuestionamientos acerca de las prácticas
específicas y luego, alguien finalmente expresó lo que estaba en sus mentes.
"¿En qué religión fue Ud. criado?"
"Yo era nominalmente un Metodista" -contesté. "Pero los Bautistas
ejercieron una gran influencia sobre mí".
Luego, ellos fueron al punto.
"¿Porqué cambió a esto?"
Yo quería ser tanto sincero como táctico, algo un poco difícil dadas las
circunstancias. Dije algo como, "En mi niñez, estaba evangelizado. Pero
nunca me aboqué a ello completamente. Y creo que se debe a que, bien, nunca
conocí a nadie que me inspirara lo suficiente por su ejemplo personal, para
abocarme a ello"·.
Pero por supuesto, había mucho más que eso. Y mientras estaba allí de
pie, delante de esos futuros Ministros, la memoria que había estado
mordisqueando mi conciencia, toda la mañana, finalmente irrumpió. Las
formidables maquinaciones de los asaltos evangélicos de sus predecesores,
asomaron ante mí, esa estratagema dramática y asombrosa que, como si nada,
excavó el fundamento, toda la contrapartida americana de la cama de clavos.
Durante las vacaciones de la Escuela Bíblica, todos nosotros éramos
conducidos cada mañana al oscuro y frío interior de la iglesia Bautista.
Fila tras fila de los bancos de la iglesia, eran llenadas con las pequeñas
formas de los niños. Cantábamos himnos, y luego, un Ministro que era buen
orador, comenzaba a hablarnos. Aunque parecía amistoso, no cesaba de
decirnos la verdad acerca de nosotros mismos. Y la verdad era que, aunque
solo éramos niños pequeños y supuestamente inocentes, todos éramos pecadores.
Nos decía que habíamos despreciado a nuestros hermanos y hermanas, ofendido
a nuestros padres, envidiado a nuestros amigos. Hábilmente, bosquejaba
todo el mal de nuestras pequeñas vidas, hasta que se presentaba allí, delante
nuestro. Se estrellaba contra nosotros, como un peso insoportable.
Describía cuán abominable, cuán impuro aparecía nuestro pecado a los ojos de
Dios, tan grande, tan santo y tan puro. Habíamos cometido tal afrenta
contra El, que lo único adecuado y apropiado, era que sufriéramos
eternamente en el infierno, por nuestros pecados. Convocaba el infierno
para nosotros. Iríamos allí directamente, y eso era lo único correcto.

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Empero, diría, Dios no se contentaba con la mera justicia. El nos amaba
más de lo que jamás pudiéramos imaginar; tanto, que El entregó a Su único
Hijo engendrado, Su propio Hijo, quien nunca había pecado, que era tan puro
como sucios éramos nosotros, para sufrir por nuestros pecados y morir en
lugar nuestro. Con elocuencia, explicaba cómo Jesús había, -por
anticipado-, sin siquiera preguntárnoslo, sobrellevado todos los
sufrimientos atribuíbles a nosotros, y ya había pagado el precio por
nosotros. Los pecados, que eran como un enorme peso encima nuestro para
arrastranos hacia el infierno, ya estaban expiados por Jesús. Y todo lo que
nosotros debíamos hacer, para ser salvos, era solo aceptar a Jesús en nuestro
corazón, como nuestro salvador personal.
Ahora su voz descendía de tono, y parecía hablarnos al lado del oído.
Nos decía que debíamos inclinar nuestras cabezas y cerrar los ojos. Y luego
dijo que cualquiera que aún no hubiera aceptado a Jesús en su corazón, como
su salvador personal, debía levantar la mano. El silencio descendía sobre la
iglesia. Con el corazón palpitante (pues ahora no se podía mentir), yo alcé
mi brazo. Los segundos se detuvieron mientras yo estaba sentado allí,
expuesto al desnudo, con mi brazo tan pesado como un plomo. Finalmente,
podíamos bajar nuestras manos (pero teníamos que mantener los ojos cerrados).
Luego, el decía que todo lo que teníamos que hacer para aceptar a Jesús como
nuestro salvador, era ponernos de pie, en ese preciso instante y caminar
hacia el locutorio enrejado de la comunión. Luego, el órgano comenzaba a
hacerse oír suavemente, ejecutando una música anhelante. Con tonos
apremiantes, hipnóticos, el Ministro nos urgía a pasar al frente, y así,
bajo los ondulantes acordes del órgano, se oían los sonidos susurrantes de
los niños, saliendo de las filas.
Día tras día, me sentaba angustiado, y luego, cuando estaba a punto de
salir de mi asiento, de pronto parecía que me hallaba en lo alto, en las
vigas de la iglesia, mirando hacia abajo. Desde esa distancia, todo parecía
más claro, y podía apreciar con maravillosa lucidez lo que estaba sucediendo,
y toda su estratagema se volvía transparente. Cuando al cabo de algunos
años, oí que al movimiento de conciencia de Krsna se lo tildaba de nuevo
"culto", que convertía mediante el lavado de cerebro, la persuasión
coercitiva, la manipulación emocional, y la evocación de la culpa, me azoré;
era una descripción exactamente precisa de lo que yo había experimentado de
niño en esta nativa religión americana. Empero, aún como niño, reconocí
que había sido manipulado por cierto artificio o astucia. Rebosaba de
fraudulencia, ¿cómo podía confiar en ellos?
Después de la iglesia, éramos conducidos a clases separadas, y por
varios días, faltaban uno o dos; ellos habían ido a la verja de la comunión.
Más tarde regresaban, con un aspecto algo aturdido. Por algunos días
estaban diferentes, algo distantes, sumamente tranquilos, y muy, muy
buenos, pero sus viejos seres irrumpirían de nuevo.
Ese era el verdadero problema. Por toda la angustia invocada, por todo
el drama redentor, con su increíble impacto emocional, se producía un
resultado curiosamente magro. A medida que crecí, seguí buscando algo más,
algo más profundo que ese benigno todo, esa amistad siempre sonriente y
encanto infatigable. Todo parecía tan superficial, y muchos de ellos
estaban, como señalara mi padre, "en la quietud", haciendo en secreto lo
que los no salvos hacían abiertamente.
El espíritu del Cristianismo Protestante Americano, se resumió para mí
dentro del contexto de un escenario cultural reiterado. Los reporteros se
arremolinaban alrededor de la ganadora de belleza de Miss Carolina del Norte
o del Sur, resplandeciendo con su victoria, en esa competencia donde ella
había degradado su personalidad al nivel de una mercancía, en la cual el
aire de lascivia es de lo más hartante, enmascarado por el valor de una
totalidad, la rectitud de la condición de la mujer en América. La ganadora
exhibe su brillante sonrisa, la misma sonrisa que convoca a diario nuestro
deseo por el dentífrico o el shampoo en la TV, y luego, ella anuncia, sin
siquiera el más leve matiz de incongruencia, que la cosa más importante de su
vida es haber aceptado a Jesucristo en su corazón, como su salvador personal.
Y, como lo experimenté, los cristianos en general y los Ministros-, ¡todos

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lo consideraban simplemente algo maravilloso!·" Sentía, con cierto alivio,
que yo había sido salvado.
Y ahora, contemplando hacia abajo esos rostros misioneros, sofocados por
la expresión de la bondad mansa, comprendí claramente lo que había
descubierto en la conciencia de Krsna que su religión no me había brindado.
Era la integridad; era religión sin compromiso. Al principio, había yo
buscado la integridad en el materialismo no comprometido. Eso fracasó, pero
cuando se me ofreció la integridad de la conciencia de Krsna, la acepté sin
recelos. A veces era difícil estar seguro, pero era la cosa genuina
Sí, lo realicé súbitamente, estaba en deuda con esos cristianos. Pues
ellos me habían iniciado en la búsqueda de lo divino, aunque no me pudieron
brindar la solución con la misma eficacia con la cual exponían el problema
No era probable que ellos percibieran la continuidad entre nosotros que yo
percibí, mientras me hallaba parado delante de ellos, con ese aspecto
diferente, un misionero para los misioneros.

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Encuentro con el Señor del Universo
Había pocas cosas más expresivas de la idolatría pagana para los
misioneros británicos en la India, que el festival anual de carrozas en
Jagannatha Puri, Orissa. Cuando las tres grandes formas de Jagannatha
(Krsna, "El Señor del Universo"), Balarama (Su primera expansión) y Subhadra
(Su energía espiritual), eran transportadas en carros como torres, movidos
por devotos que cantaban extáticos, la injuria misionera no tenía límites.
Informes publicados del siglo pasado, evidencian una cabal ineptitud para
asimilar el espectáculo. Jagannatha es denunciado como "el Moloch de
Hindostán", con " un pavoroso aspecto, pintado de negro, una boca distendida
de color sangriento". La falla europea en comprender a Jagannatha, se centró
en los hindúes: el desfile de Jagannatha era simplemente una evidencia de la
adoración primitiva de ídolos, con toda su pompa y salvaje ostentación, lo
cual cabía esperar en la India, "donde el benévolo hindú", como reza un
himno, "se inclina ante la madera y la piedra".
El Imperio Británico ha desaparecido, mientras que el festival en Puri
prosigue. Más aún, el Señor Jagannatha ahora conduce Su carro anualmente
por las calles de Nueva York, Londres, París, Los Angeles, Chicago, San
Francisco, Filadelfia, Boston y muchas otras ciudades. Miles de occidentales
salen para acompañar a las carrozas. Los tiempos han cambiado; Jagannatha
ha prevalecido. El triunfo de Jagannatha significa que al menos la adoración
de la Deidad, algo tan incomprensible para los occidentales, se ha vuelto
inteligible e importante para muchos de nosotros. Ha trascendido las
diferencias culturales mundanas y se ha convertido en el foco de una cultura
espiritual universal, por su propio derecho.
Quiero contarles cómo llegó el Señor Jagannatha a mi propia vida, cómo
llegué a entenderLo y ciertamente a adorarLo como a Dios Mismo. Aunque
puede que ustedes no abracen dicha adoración, entenderán quizás porqué
algunos de nosotros lo hacemos. La venida de Jagannatha a Occidente es sin
duda uno de los eventos culturales de nuestro tiempo, y todo aquel que
comprenda estos tiempos, tendrá que entender cómo Jagannatha llegó a ser
transportado por la Quinta Avenida. Mi propia historia, es parte de esa
historia.
Puedo apreciar cómo la aparición física de las Deidades de Jagannatha
Puri pueden conllevar a cierta aprensión superficial en relación a Ellas,
como "ídolos paganos". Krsna Mismo es usualmente mostrado en Su forma
eterna, espiritual, de dos manos, similar a la humana. (Aunque para decirlo
con precisión, nuestra forma humana es semejante a la de Krsna). Pero en
la forma de Jagannatha, Krsna aparece de alguna manera abstracto o
estilizado, como una obra de arte primitiva. Su cuerpo es redondeado, sin
piernas visibles, Sus dos brazos salen directo hacia uno, y Sus manos solo
están insinuadas por el diseño de un disco al final de un brazo, y una
caracola en el otro; estos son emblemas de la Divinidad del Señor. Su gran
contextura es negro azabache, y posee ojos enormes y perfectamente redondos
que miran intensamente. Su boca ancha y roja se dibuja en una sonrisa
alegre. Balarama, quien es la primera expansión de Krsna, quien apareciera
históricamente con Krsna como Su hermano mayor, es ligeramente más grande. Su
complexión es blanco puro, y Sus ojos, bordeados de rojo tienen la forma de
lágrimas. Balarama sonríe encantado. La Deidad de Subhadra, la potencia
espiritual de Krsna e históricamente, Su hermana, es de complexión amarilla.
Sus brazos no son visibles en absoluto. Sus ojos son como los de Balarama,
y ella sonríe casi con picardía, desde su sitio, en medio de ambos hermanos.
Los tres fijan su mirada en tí, con los negros centros redondos de sus ojos
anchos.
Se explica que el Rey Indradyumna fue el primero que encargó estas tres
Deidades, y empleó a Visvakarma, el arquitecto de los semidioses, para
tallarlas. El impaciente rey, espió la obra antes de que el escultor la
hubiera terminado, rompiendo así su promesa. Airado, Visvakarma dejó su
empleo, e Indradyumna instaló las Deidades como estaban. Comprendemos, no
obstante, que Krsna tenía la intención de aparecer en esas formas
particulares; no fue un azar. Una persona con visión espiritual puede ver

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que la Deidad de Jagannatha no es diferente de Krsna Mismo. Un devoto le
preguntó en una ocasión a Srila Prabhupada (quien presentó el proceso de
adoración de la Deidad en Occidente), porqué Jagannatha tenía un aspecto
diferente del de Krsna. "¿Oh?" -replicó Srila Prabhupada. "¿Tiene un
aspecto diferente?"
La Deidad de Krsna es una forma de Krsna Mismo, y eso lo percibe
directamente un devoto avanzado. La aparición de Krsna como Deidad está, sin
embargo, especialmente creada para aquellos de nosotros que no somos tan
avanzados, que no tenemos la visión purificada para ver directamente la
forma espiritual de Dios, Dios no es piedra ni madera: El es espíritu.
Pero El es capaz de aparecer como madera o como piedra. Dado que
nosotros solo podemos ver o tocar solo la madera o la piedra, Dios, por Su
misericordia para con nosotros, aparece de modo que podamos verLo y servirLo
personalmente. Para Dios no es problema convertir la materia en espíritu y
el espíritu en materia. La adoración autorizada de la Deidad, es así
bastante diferente de la adoración de ídolos, de sustitutos de Dios hechos
por el hombre. Volveré a este punto más adelante.
Tuve contacto personal con el Señor Jagannatha en el Verano de 1968,
algún tiempo antes había conocido a Sus devotos, quienes me revelaron Su
identidad. Acababa de terminar mi primer año de tesis en Religión. Mi
estudio de religión distaba de ser académico. Había llegado a considerar el
colapso histórico de los valores y significados de la civilización
occidental, como una inmensa amenaza, no solo a nuestra cultura sino a mí
personalmente. La religión había estado retraída por lo menos desde hacía
quinientos años, y todos los intentos por edificar sustitutos seculares
habían fracasado. Observé que la gente más sensitiva e inteligente no tenía
convicciones en absoluto, mientras que los creyentes, lo eran con un
fanatismo tal, que exponían sus convicciones como una defensa desesperada
contra el terror de su propio nihilismo insondable. Necesitaba otras
opciones que éstas. Me había decidido a estudiar religión, para observar
especialmente si había soluciones disponibles fuera de la cultura occidental
contemporánea.
Ese año, había aprendido Hinduísmo de un swami erudito de la escuela
Monista o Impersonalista; sus enseñanzas eran atractivas. Enseñaba que la
verdad más elevada, llamada "Brahman" en los Vedas, era "la negación de
todos los atributos o relaciones". Si podemos destruír la ilusión de la
multiplicidad, realizaremos nuestra identidad con el Brahman y nos
liberaremos.
La caracterización del "Brahman" a través de negaciones concatenadas,
era plausible para mí, puesto que cognoscitivamente no difería del punto de
vista ateo o nihilista de la realidad, que yo había sustentado. Pensar
que no hay nada más allá del mundo, y pensar que más allá del mundo está el
"Brahman", sin relaciones o cualidades, es prácticamente lo mismo . La
última idea, sin embargo, ocurre en un contexto que promete la liberación
definitiva del mundo.
También aprendimos acerca del karma-yoga y el bhakti-yoga como medios de
alcanzar la liberación impersonal. Bhakti era la adoración de Dios en una
forma personal, una adoración que en definitiva termina, de acuerdo a mi
maestro, cuando el aspirante realiza que la diferencia entre sí mismo y
Dios, es ilusoria. Y ese Verano, traté en la práctica, de aplicar las
enseñanzas del swami sobre karma-yoga.
Durante el Verano, trabajé en una fábrica de estaño en Salem, Oregón;
mi esposa y yo estábamos visitando a la familia allí. La paga era buena, el
trabajo, infernal. Nuestros oídos se ensordecían por el ruido, nos
reuníamos como hormigas alrededor del cuerpo tendido de una rugiente línea de
unión, que devoraba hojas de metal en un extremo y expulsaba infinitamente
envases terminados, en el otro. Sirviendo a la máquina como un robot,
moviéndome sin pausa, al ritmo de la máquina, dentro de una rutina mecánica
fija, traté de aplicar el "yoga del trabajo", como lo enseñara el swami.
En el Bhagavad-gita, Krsna dice que debemos realizar nuestra tarea como
una ofrenda a El, rindiendo los frutos de nuestro trabajo a El. Esto
significa prácticamente que yo debía dar el fruto de mi trabajo, -mis
ganancias-, al representante de Krsna, el devoto, para que el lo usara en el

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servicio de Krsna, con la prédica, la adoración en el templo, etc. Así es
como podemos realizar nuestro trabajo para Dios sin apego: le entregamos los
resultados a El.
Esta comprensión directa del Gita, -sin embargo-, no estaba disponible
para el swami, pues, según él, nosotros mismos somos Dios. Guardarnos el
dinero, es entregarlo a Dios. El swami tenía que proponer una doctrina de
mayor circunvolución. El enseñó que el karma-yoga, implicaba una suerte de
renuncia conceptual, tratando de desapegarnos de los frutos de nuestra labor,
por un acto mental, mientras que a la vez, los disfrutamos. Para hacerlo,
dijo el swami, no se debe tratar de pensar en los resultados del propio
obrar mientras se está trabajando; se debe tratar de trabajar por el trabajo
mismo. Debemos sumergirnos completamente en el trabajo, perdernos en el
mismo. Así, día tras día, traté de sumergirme en la fábrica de caños de
metal, para absorberme en la interminable repetición de una rutina impensada.
Pero no sentí ninguna liberación, ningún éxtasis. La única alegría que tenía
del trabajo, era obtener el cheque de pago al final de la semana.
Empero, pese a mi mala instrucción sobre karma-yoga, debe haber habido
algo sincero en mis esfuerzos, pues, tal como se dio, parte de los frutos de
mi trabajo sí se utilizaron (sin mi conocimiento) para Krsna. Krsna dice en
el Gita que El está en el corazón de cada criatura, y cuando El ve en uno,
el deseo sincero de regresar con El, El hace los arreglos apropiados.
Al final del Verano, mi esposa y yo visitamos un famoso centro
importador en Portland, donde deambulamos por horas, haciendo algunas compras
con los ahorros que nos quedaban del Verano. Mientras nos preparábamos para
irnos, hallé una gran caja de cartón, llena de figuras talladas de seis
pies de alto; algunas eran negras, otras, blancas y otras amarillas. Me
detuve y levanté una, contemplando maravillado su reluciente cara negra; sus
grandes ojos redondos que devolvían mi mirada. Examiné cada figura
encantado. Parecían ser obras de arte primitivas, y aún así, se había
logrado un efecto tan sofisticado, que contrastaba en un principio, con la
aparente rusticidad de su elaboración. Las caras de las figuras, con sus
ojos de mirada intensa, y sus anchas sonrisas, combinaban exquisitamente una
profunda sabiduría y una alegría espontánea. La unión de ambas era
fascinante y recuerdo haber pensado, cuán insondable era la mentalidad que
había producido esas figuras.
Teniendo solo un poco de dinero para comprar una de ellas, me paré
delante de la caja, levantando una por una. Cuando nos fuímos, me llevaba a
casa conmigo al Señor Balarama.
"Uno no puede alcanzar al Supremo o a ninguna forma de autorealización"
-escribe Srila Prabhupada en Krsna, "sin estar suficientemente favorecido por
Balarama. Uno debe tener la fuerza espiritual que es infundida por Balarama.
Balarama es el poder espiritual, o el maestro espiritual original. Y el
maestro espiritual, es el representante de Balarama, quien otorga la fuerza
espiritual".
Ignorando la identidad de mi figura, sin siquiera saber que El era en
alguna parte un objeto de adoración, Lo coloqué en un estante, encima de mi
escritorio en Filadelfia, donde por los dos semestres siguientes, El observó
mis trabajos, mis luchas especulativas por encontrar algún propósito
trascendental a mi vida. Su cara, que fusionaba tan extraordinariamente el
conocimiento y la bienaventuranza, nunca perdió su fascinación.
Era el tiempo del peso del armamento bélico-social de los sesenta. Yo
pertenecía a ambos bandos y desconfiaba igualmente de los dos. Asistía a las
clases, leía libros, escribía, incluso dicté cursos, pero no veía un
futuro para mí en el establecimiento académico. ("Veinte años de colegio y
te ponen en el montón", advertía Bob Dylan sabiamente). Mis amigos
pertenecían a lo que se dio en llamar la contra-cultura. A la noche, nos
sentábamos buscando la liberación farmacológica, observando el derrumbe de la
realidad. La dulce anarquía cantaba en las calles. Esperábamos hasta el
final, el Apocalipsis a la vuelta de la esquina, el cual por alguna razón,
nunca llegó. La desintegración más evidente se produjo en las relaciones y
en las personalidades de la gente: no había futuro en eso.
Me zambullí en las religiones del mundo, escudriñé los libros, mientras
mi figura de cara blanca sonreía. Ese año llegué a la conclusión de que

19
cierta enseñanza esencial de todas las religiones, había sido sucintamente
captada por el Buda, en tres propuestas. La primera era que la existencia
material es sufrimiento. Algunas personas nunca se dan cuenta de eso; para
mí era obvio. La segunda propuesta, era que la causa original de este
sufrimiento, son nuestros anhelos, nuestros deseos. Lo acepté sobre el
testimonio de Buda y muchas otras autoridades espirituales de diferentes
tradiciones; para mí tenía mucho sentido. En consecuencia, acepté la
tercera propuesta: la libertad o alivio del sufrimiento, se alcanza por la
extirpación de esos deseos.
A medida que me iba convenciendo cada vez más de esas cosas, también
fuí siendo cada vez más consciente, de que la vida que estaba llevando me
estaba envolviendo y apretando cada vez más, en su red de deseos. Tanto el
sistema establecido como la contra-cultura, estaban dedicados a la
satisfacción de los deseos materiales; todo el desacuerdo estribaba en la
forma de alcanzarlos. Ya fueran nativas o importadas, todas las religiones
con las cuales entré en contacto, también se habían auto-acomodado a la
misma empresa. Ninguna ayuda o siquiera ánimo podía provenir de allí.
Empero, por mí mismo, no era capaz de controlar los sentidos. Quería
extirpar todos los anhelos materiales y apegos, mas ni siquiera podía dejar
de fumar.
Cualesquiera ilusiones me quedaran, acerca de las posibilidades de la
vida material, se derrumbaron completamente cuando mi hermano Bob, dos años
más joven que yo, fue matado en la ruta. La muerte disolvió su carácter
abstracto y convivió conmigo, en la vívida proximidad de otra persona. Y por
encima del alboroto de la pena, comencé a ganar la dura esencia de una
claridad espantosa y reverente. Noté que vivimos nuestras vidas ordinarias,
solo en virtud de una frenética negación de la muerte. La íntima proximidad
de la muerte, me liberó de la charada desesperada, tan necesaria a nuestra
vida común: la negación de la mortalidad, que nos hace confiados a todos
los hombres. Observé cómo desperdiciamos nuestro espíritu en auto-
decepciones elaboradas, en el interminable y árido trabajo de una falsa
conciencia. Igualmente sabía que en su momento, esas decepciones volverían
a crecer. Necesitamos de nuestras mentiras. No debemos pretender ver la
matanza que sucede a nuestro alrededor, el cuchillo en nuestras gargantas.
La conciencía destruiría nuestro paraíso. Realicé que el único medio para
una conciencia libre de ilusión y auto-decepción, estriba en volverse
genuinamente desapegado de la existencia material. Después de la muerte de
mi hermano, mi deseo de liberación se hizo intenso y urgente.
Ese mismo Otoño, cuando cruzaba el campus en dirección a la clase, ví
por primera vez un grupo de devotos de Krsna, con túnicas naranjas, cantando.
Me intrigó que el esfuerzo misionero adoptara ahora ese camino. La siguiente
vez que los ví, compré un folleto titulado ¿Quién está Loco? . Le dí una
rápida leída y no saqué mucho de el. Poco tiempo después, un amigo
apareció con noticias de algo nuevo en la ciudad, algo realmente " extraño" :
una "fiesta de amor" Hare Krsna. El nunca había estado en nada más extraño.
Vino un Domingo para llevarnos. Tuvieron que obligarme; odiaba perturbar
mis Domingos.
Estacionamos en una calle común, de casas muy ordenadas y compactas,
subimos unos escalones rotos, dejamos nuestros zapatos en un porche hundido,
y cuando la puerta se abrió, caminamos en medio de un esplendor asombroso y
una indescriptible belleza. Esa fue mi impresión inmediata. Mirando hacia
atrás, realizo que el templo entonces, era algo improvisado y desnudo:
unos cuantos cuadros en las paredes, un altar unido a la ventana del frente.
Igualmente, el aire estaba cargado de incienso fuerte y del aroma de las
especias exóticas que se cocinaban; el canto palpitante del mantra Hare
Krsna venía de la sala del templo, donde una masa compacta de cuerpos, con
las manos alzadas, ondulaban con la música. Cantamos, oímos una clase,
tuvimos la fiesta. Mis sentidos estaban maravillados por la densidad del
estímulo emitido por este medio ambiente tan extraño; cada cosa de la
fiesta, producía en mi paladar una pequeña revelación.
En ningún momento oí nada como una bienvenida después del canto El
devoto habló con mucha fuerza de la necesidad de liberarnos de los deseos
materiales. Expuso cuatro principios regulativos, los pilares de la vida

20
espiritual: no comer carne, no intoxicación, no sexo ilícito, no apostar.
Sé que mucha gente que oye eso en el templo de Krsna, se va. Yo me atraje de
inmediato. Por fin, pensé, alguien está deseando decir la verdad.
Luego el devoto comenzó a explicar cómo el control de los sentidos era
prácticamente posible. La mera negación o supresión del deseo material,
-dijo-, no funcionará. Los sentidos requieren ser ocupados: si tratan de
frenar las actividades materiales de sus sentidos, sin reemplazarlas con algo
superior, caerán rápidamente. Pero si le dan a sus sentidos una ocupación
espiritual superior, sus actividades materiales cesarán naturalmente, y
estarán fijos en la conciencia. La vida espiritual, -dijo-, comienza con
el control de la lengua: comer para gratificar los sentidos y hablar de cosas
materiales, nos ata con fuerza a la existencia material. Por supuesto, es
virtualmente imposible dejar de comer o de hablar. Pero si solo comemos el
alimento espiritual ofrecido a Krsna, y cantamos y hablamos solo de Krsna,
entonces nuestros sentidos tienen una ocupación espiritual y automáticamente
cesan las actividades materiales. Similarmente, explicó el devoto, todos los
otros sentidos pueden ser ocupados en la actividad espiritual del servicio
devocional.
Por primera vez, tenía una referencia razonable de cómo liberarme de los
deseos materiales. El devoto, -como si me hubiera hablado directamente-,
había explicado mi propia falla y me había dicho cómo triunfar. La clase
fue muy sensible, y los devotos y su templo eran tan atractivos, que esa
semana comencé a cantar Hare Krsna, y regresé al templo el siguiente Domingo,
con entusiasmo.
Si había realizado cuán coherente es la filosofía de la conciencia de
Krsna, debía ser capaz de deducir de la clase sobre control de los sentidos,
que se integraba con una concepción en extremo personal de Dios. Sin tal
concepto, la idea de "actividad espiritual" u "ocupación trascendental de los
sentidos" carece de significado. Si Dios no tiene nombre, forma o
cualidades, ¿cómo podemos hablar acerca de El? Si El no es una persona
individual, ¿cómo podemos servirLo? Si los impersonalistas tienen razón,
entonces cantar y oír acerca de Krsna o servir a Krsna, son actividades
materiales, y no purificarían nuestros sentidos ni desarraigarían
gradualmente nuestros deseos materiales.
Asumí naturalmente, no obstante, que los devotos eran impersonalistas
como yo. Ellos expresaban con vigor lo contrario, mas costaba que sus
palabras traspasaran la barrera de mi propio impersonalismo. Su concepto de
Dios, de Krsna, era tan concreto, tan específico en su detalle, que asumí que
debía ser tomado como un símbolo o calificado de alguna otra manera. La
complexión azul luminosa de Krsna, la pluma de pavo real en Su fino cabello
negro, la flauta de plata llevada en Sus labios sonrientes, seguramente
estas eran imágenes materiales, como mucho, una manifestación en el mundo del
tiempo y el espacio, o de algo originalmente no manifiesto, ante lo cual
todas las palabras e imágenes deben ceder. Si traíamos esas palabras e
imágenes al Supremo, entonces, ¿ no estaríamos limitándoLo con nuestras
concepciones materiales?
Todos mis pre-conceptos fueron destruídos, sin embargo, cuando en la
fiesta del amor, oí a un devoto decirle a alguien: "Oh, no, Ud. no entiende.
¡Krsna está más allá de la luz! ¡La luz clara emana del cuerpo
trascendental de Krsna!". Instantáneamente, todas las diferentes piezas de
la filosofía consciente de Krsna que yo había tenido, se armaron
coherentemente. Y en mi mente, el edificio conceptual de la filosofía
impersonalista, se desmoronó como si alguien hubiera puesto una bomba en el.
Los devotos presentaron un caso poderoso. Yo había pensado que una
concepción personal, limitaría al Supremo, pero descubrí por sus argumentos
que la concepción impersonalista era la más limitante de todas, para
persuadir por completo. Pues, ¿cuál es la diferencia entre un Dios definido
completamente por negaciones y ningún Dios en absoluto? (Recordé lo fácil
que había pasado del nihilismo al impersonalismo). ¿Qué hay de grande en un
gran cero? Son los impersonalistas, -argumentaban los devotos-, quienes
imponen sus conceptos materiales sobre el Supremo, no los personalistas. Los
impersonalistas asumen que si Dios tiene forma, debe ser una forma material
como la nuestra; si El tiene actividades y cualidades, deben ser

21
actividades y cualidades materiales. Al oír acerca del nombre de Dios, la
forma, cualidades y actividades, los impersonalistas de inmediato Lo
limitan, considerándolas materiales. Por lo tanto, ellos niegan todos esos
atributos y reducen a Dios a una nulidad. Porque ellos están embarullados
en el concepto material de la vida, no pueden asimilar que pueda haber un
nombre espiritual, una forma espiritual, cualidades espirituales y
actividades espirituales. Los devotos de Dios, aceptan esa variedad
trascendental. Ellos admiten que Dios tiene un rasgo impersonal, pero
afirman que El también posee, más allá de eso, un rasgo personal eterno de
nombre trascendental, forma, cualidades y actividades, plenas de
bienaventuranza y conocimiento. De esta forma, no hay límites sobre el
Supremo. Una forma específica no limita a Dios, pues El posee ilimitadas
formas trascendentales (pero de todas esas formas, la de Krsna es la más
elevada).
Yo encontré estos argumentos inasibles. Es verdad, aún era
sorprendente pensar que Dios era, en Su aspecto más elevado, un joven
azulado, que cuidaba de las vacas en Su morada espiritual, mas luego, por
otra parte, ¿no debía ser Dios maravilloso, lo más maravilloso de todo?
Las descripciones artísticamente detalladas de Krsna que ví en el
templo, eran más que meras representaciones precisas de El; no eran
diferentes de El. Este era el rasgo de Su naturaleza espiritual o absoluta.
Krsna, -explicaban los devotos-, es absoluto, o no-dual. La variedad del
mundo espiritual, no es afectada por la dualidad que caracteriza la variedad
material. Cuando, por ejemplo, yo digo la palabra agua, eso no sacia mi
sed, porque en el mundo de la dualidad, el objeto y su nombre son
diferentes. Pero en el mundo espiritual no existe dicha dualidad. Yo digo
Krsna y Krsna está completamente presente. Puesto que El está absolutamente
presente en Su nombre, Krsna también está absolutamente presente en Su
pintura o estatua. Merced a tal no-dualidad, podemos asociarnos
directamente con Krsna a través de Su nombre, o a través de la Deidad, y por
esa asociación, nos purificamos. (Supe que esto era verdad: al cabo de
unas semanas de cantar, comencé a abandonar mis malos hábitos; el clamor
del deseo material estaba cediendo)
Así pues, la adoración de la Deidad, de los devotos de Krsna,
testimoniada con tanto pesar por los misioneros extranjeros en Puri, se basa
en una poderosa y convincente filosofía personalista, la cual, me convencí,
excede en mucho cualquier otra filosofía producida en Occidente. En la
raíz del fracaso misionero por entender la adoración de Jagannatha, estaba su
propio impersonalismo profundo. Pues aunque el Cristianismo proclama ser
una religión personalista, ha sido socavado por la especulación
impersonalista. Si le pides a un cristiano que describa a Dios, solo podrá
brindarte una concatenación de abstracciones, las que luego calificará,
expresando que no se aplican literalmente a Dios. Lo poquito que dan con una
mano, lo retiran con la otra. Como confesara el gran teólogo católico Tomás
Aquino: "No podemos saber lo que es Dios, sino solo lo que El no es". Si
esto es verdad, entonces ¿cómo podemos amar a Dios, un cero, un
desconocido? No puede haber un empleo espiritual para la mente y los
sentidos, solo negaciones y abnegaciones estériles y luego un inevitable
retorno a las actividades materiales en frustración. Esa es la tragedia de
la espiritualidad Occidental.
Toda la importancia de la filosofía del personalismo me llegó
gradualmente. Estudié los libros de Srila Prabhupada con concentrada
atención, y probé sus argumentos uno por uno, hasta que estuve completamente
satisfecho de su solidez. Pero al mismo tiempo, pude sentir los efectos del
canto, como una confirmación experimental directa. Y en mi tercera o cuarta
visita al templo, sucedió algo extraordinario.
Durante el canto, mis ojos deambularon por el templo. Solo comenzaba a
ver todo lo que había allí.. De pronto ví en el altar, muy alto, algo que me
hizo sentir frío. Allí, mirando hacia abajo, había un rostro íntimamente
familiar: la misma complexión blanca y pura, esos mismos ojos intensos, esa
misma sonrisa amplia. Era una versión en grande de la figura que había
tenido por tanto tiempo sobre mi escritorio. Estaba tan sacudido que apenas
si podía comer. En cuanto pude hacerlo, busqué al presidente del templo.

22
"¿Quién es esa figura sobre el altar, la blanca?" -le pregunté con gran
vacilación.
"Es el Señor Balarama" -dijo. "Es el hermano de Krsna. Es la
primera expansión de Krsna y no es diferente de Krsna".
"¿El negro es Krsna?"
"El negro es Krsna y el blanco es Balarama".
Tuve que contarle.
"Mire" -dije, "No sé que hacer al respecto, pero el blanco es..."
"Balarama".
"Balarama. Yo Lo tengo en mi casa".
El devoto me miró,
"Realmente, Lo tengo en mi casa. Lo conseguí en una feria de
importación, hace un par de años... ¿Qué debo hacer con El?"·
"AdóreLo", -dijo el devoto de inmediato.
De manera que cuando llegué a casa, bajé al Señor Balarama y le quité
el polvo. Conseguí una ropa y Le hice un sitio en mi living-room. Comencé a
ofrecerLe incienso, y solía sentarme a cantar delante de El.
Era imposible persuadirme de que aquí había meramente una coincidencia.
Me había maravillado cada vez que había alzado mi vista hacia ese rostro,
que me había atraído por tanto tiempo, cuyo misterio había tratado tan a
menudo de develar, y ahora, me enteraba que era el rostro de la Suprema
Personalidad de Dios.
Balarama me condujo a la conciencia de Krsna. Un devoto me había dicho
que por la gracia de Krsna, obtienes un maestro espiritual, y por la gracia
del maestro espiritual, obtienes a Krsna. No tuve ninguna duda.
Un año después, mi esposa y nuestros dos hijos nos mudamos al templo de
Krsna. Para el Verano de 1972, cuando fui presidente del templo de
Filadelfia, por la gentileza de Srila Prabhupada pude instalar en el
templo, grandes y hermosas Deidades de Jagannatha, Balarama y Subhadra y
llevarlas por todo Filadelfia, en el primer festival de carrozas en la Costa
Oeste de América.
Quería brindarles un vistazo personal de una pequeña parte dentro de una
historia mayor, de la venida de Jagannatha a América. Pueden apreciar
muchos elementos en la obra: la frustración de la vida material, las
presiones de una época turbulenta, incluso una confrontación intelectual
entre la teología personalista y la impersonalista. Había muchos
elementos en la obra, mas hay algo que no debía ser pasado por alto. Krsna
Mismo, en las formas de las Deidades de Jagannatha, estaba allí para que yo
lo tomara. Había llegado a esas costas al mismo tiempo que Su devoto puro,
Srila Prabhupada. Jagannatha vino a Occidente por Su propia cuenta, porque
El quiso hacerlo. Porque nosotros, al fin, estábamos listos para El.

23
La masa del Yoga y el Divino Estúpido
Un día de Otoño de 1972, la parte de Filadelfia llamada Ciudad
Universitaria, fue inundada por brillantes posters amarillos. Le siguió una
rápida metástasis. Al día siguiente, los posters habían invadido el Centro
de la Ciudad, y había zarcillos amarillos delicadamente colocados en las
principales avenidas, en dirección a los barrios adyacentes. A la mañana
siguiente, todos los postes telefónicos de la calle, delante de nuestro
templo de Krsna, estaban invadidos de brillantes cuadrados amarillos.
Temprano, esa mañana, un joven y fervoroso devoto, entró a mi oficina.
(Entonces era el presidente del templo). Encendido de ira, desplegó un
poster delante mío. "¡Ahora se nos ponen justo adelante!" -se quejó.
"¡Tenemos que parar esto! ¡ No podemos dejar que esto continúe!"·
Era muy joven, y su obvia inocencia por fortuna atemperaba su tozudez y
maneras dogmáticas. Lo que es más, el poster justificaba su ira.
En letras negras, el poster decía:

KRISHNA MEDITO: EL SE CONVIRTIO EN DIOS, EL AMOR DIVINO.


BUDA MEDITO: EL SE CONVIRTIO EN DIOS, EL CONOCIMIENTO DIVINO
JESUS MEDITO: EL SE CONVIRTIO EN DIOS, EL PERDON DIVINO.
AHORA DIOS QUIERE QUE TU MEDITES, PARA QUE TE CONVIERTAS EN DIOS...

En letra pequeña, se anunciaba a los miembros un nuevo grupo de Yoga de


Nueva York, que venía por una semana para ofrecer una presentación
introductoria en la Asociación Cristiana de la Universidad de Pensilvania.
"¿Y bien?" -demandó el devoto, con un dejo de desafío en su voz. "¿Qué
vamos a hacer al respecto?" . Quería decir que iba a hacer yo.
"Lo que ya estamos haciendo" -dije. "Cantar Hare Krsna. Distribuir
más y más Gitas y De vuelta al Supremo. ¿Qué más?"
Eso no era aceptable. El demandaba acción. El poster ateo estaba por
todas partes. Ahora, dijo, todo lo que una persona tenía que hacer, era
caminar por la calle y ser informada de que Krsna comenzó como un ' schlepp'
ordinario y que un ' schlepp ' ordinario podía asimismo convertirse en Dios.
Proclamaba en voz bien alta que no había diferencia entre el hombre y Dios.
Blasfemaba al Señor Supremo. Si yo toleraba esa blasfemia, mi amigo
advirtió, perdería mi " crédito piadoso", sería desprovisto de los resultados
de mi servicio devocional. Me mostró cual era mi deber; citó versos, demandó
acción.
"Los posters ya están allí" -dije. "Es demasiado tarde".
"¡Bueno, entonces!·" -exclamó triunfante. "¡Cuando vengan a tu ciudad,
puedes ir a desafiarlos! ¡Puedes aplastar a esos pícaros! Alzó con arrebato
el brillante poster y rasgó su parte inferior, la invitación a todas las
almas ambiciosas de comenzar a convertirse en Dios.
"¡Lo ves! ¡No te das cuenta a lo que han llegado! ¡Es una fábrica de
yoga místico! ¡Van a establecer una fábrica de yoga místico justo aquí, en
esta ciudad! ¡Tienes que detenerlos! ¡Tienes que hacerlo!"
"¡Siii!" -dijeron varias voces juntas. Varios otros devotos se habían
reunido en la habitación. El poster fue inspeccionado nuevamente.
Yo pensaba. Por un lado, ¿cuántos podían ser tan estúpidos como para
caer por la ruindad del poster? "Primero Krishna, luego Buda, luego Jesús; y
¡AHORA TU ! Sí, tú también..."
¿Podía alguien tomarlo seriamente? Por otro lado, es seguro que podían.
Los habíamos visto venir a menudo a nuestro templo, para anunciar su
divinidad. Uno de ellos me había llevado aparte, después de una fiesta de
Domingo, para confiarme solemnemente, " Estoy muy complacido por la forma en
que Me estás adorando aquí".
Dios se había vuelto barato- Era común encontrar a estos Dioses
-hechos-por tí-mismo, hechos en sus propias casas con medicina mezclada en el
sótano. Ya era una industria casera. Entonces, ¿porqué no la producción
masiva en una fábrica mística? Era algo seguro.
El grupo con el poster estaba profundamente impresionado.
"¡Trabajo pesado!"

24
"¡Guau! ¡ Es esta eterna filosofía impersonalista!"
Con afectación, alguien dijo, " Tú, vuélvete Dios, el divino
estúpido..."
Luego que mi oficina se despejara, comencé a pensar en lo que se podía
hacer...
Aquí se presentaba un caso atroz, de lo que hemos reconocido como la
enfermedad espiritual última, la filosofía de la unidad impersonal, que
proclama al hombre como Dios. Las doctrinas especulativas del
impersonalismo, habían sido propuestas en la India por miles de años, y por
miles de años, nuestra tradición de bhakti, la devoción a la Suprema
Personalidad de Dios, se les había opuesto. Y ahora la batalla se había
diseminado al suelo americano.
De acuerdo con los impersonalistas, la Verdad Absoluta ("Brahman" en
sánscrito, mas tú puedes llamarla "Dios") es una unidad espiritual
indiferenciada; no posee variedad intrínseca, sin forma, sin cualidades, sin
relaciones. Además, es la única realidad. La existencia de cualquier otra
entidad, ellos proclaman, la limitaría. En tal sentido, el mundo que vemos
ante nosotros, en toda su profusión de formas, olores, sonidos, colores y
sabores, es una ilusión, Maya. Solo hay una entidad espiritual homogénea, y
eso solo es lo real. Todo lo demás es falso. Tú y yo, como individuos
particulares, en verdad no existimos. Cuando el Brahman está cubierto por
Maya, asoma la ilusión de la existencia individual.
Lo inexplicable de esta filosofía, es la existencia de la propia
ilusión. ¿Cómo asomó esa ilusión? ¿Cómo pudo cubrir el Brahman? Los
impersonalistas tratan de hacer a la ilusión más poderosa que al Supremo.
Para ellos, la ilusión, en su aspecto individual, es una persona finita; la
ilusión, en su aspecto colectivo, tiene el nombre de "Dios".
De tal modo, la Persona Suprema es una ilusión, las infinitas y
múltiples personas subordinadas, son ilusiones, y el bhakti, el servicio
devocional de los muchos hacia el Uno, también es una ilusión. Luego, aunque
los impersonalistas utilizan libremente la palabra Dios, de hecho son
rigurosamente ateos.
Para sustentar su impersonalismo, recurren al concepto de que el Supremo
debe ser ilimitado e incondicionado. Y todo nombre y forma, ellos dicen, es
una limitación. La individualidad, es una limitación. El Supremo, entonces,
solo puede ser comprendido apropiadamente a través de la completa eliminación
de todas esas ideas limitantes, por la negación de todos los nombres, formas,
acciones y atributos. "Neti, neti", dicen ellos: "Esto no, aquello no".
Este procedimiento por sí solo, asegura la trascendencia del Supremo,
expresan, y lo guarda de quedar confinado en nuestras concepciones
estrechamente materialistas.
Ellos no reconocen, -sin embargo-, que esa definición por la negación,
posee sus propias limitaciones inherentes. Podemos negar los conceptos de las
cualidades materiales, relaciones y formas, pero las correspondientes
negaciones, son en sí mismas ideas materiales. Si por ejemplo, la "forma",
es un concepto material, entonces "amorfo" también es material. Esto se
debe a que la idea de "amorfo" depende para su significado de la idea de
"forma". Lo "amorfo" requiere de la "forma", si es que debe tener
sentido. Así, "sin nombre", "sin cualidades", "sin forma", etc. son
solo conceptos materiales relativos de la Definición Suprema, por la
negación, luego, es incompleto.
¿Podemos completar el proceso de la definición? Comenzamos con "forma",
luego, por la negación, vamos a "amorfo". ¿ A partir de ahí, a dónde podemos
ir? "Forma" y "Amorfo" parecieran agotar las alternativas. No podemos
regresar a la forma material; tampoco queremos colgarnos en algún esfuerzo
interminable del tipo de proyecta-tu-mente, para realizar la "unidad" de la
"forma" y de lo "amorfo". (Muchos impersonalistas lo hacen).
Examinemos de nuevo el punto de partida, esta vez más cuidadosamente.
Comenzamos no con la "forma", sino más precisamente con la "forma material"-
Y nuestra negación, "amorfo" significa "sin forma material". Ahora
podemos ver nuestro camino a través de la barrera, a la afirmación que
finalmente se denomina: "forma espiritual". Aquí tenemos la unidad exacta o
síntesis de la "forma" y lo "amorfo": hay una forma, pero no es una forma

25
(material). De tal modo, debemos concluir que la Verdad Absoluta Suprema,
posee una forma espiritual o trascendental, y por la misma prueba, los
nombres trascendentales, cualidades, actividades y relaciones.
Y tiene mucho sentido. Podemos convenir en que el Supremo es infinito,
pero ¿acaso no es una paradoja que el concepto impersonalista del Supremo, al
cual se llega por una incansable negación, pertenece a una entidad tan
sistemáticamente desnudada de todo, la forma, los atributos y las
relaciones-, que cognoscitivamente no es diferente de la idea de la nada
absoluta? (Por cierto, algunos impersonalistas gustan de hablar de la
"Divina Nada" o el "No Ser"). Mas la nulidad, la nada, es la limitación
última. Por otro lado, el concepto personalista de Dios, como un ser pleno
de formas espirituales o trascendentales, cualidades, actividades, y
relaciones infinitas, indican realmente quien es el más grande de todos.
Nuestro razonamiento demuestra que el Supremo posee variedades
trascendentales, pero no nos dice los hechos concretos y específicos acerca
de esa variedad. En este punto, tenemos que descartar nuestros esfuerzos por
comprender a Dios, mediante nuestras propias proezas mentales, y tenemos que
oír, sumisamente, de los Vedas, del sonido trascendental que proviene del
Supremo Mismo. Ese sonido, revela plenamente el nombre específico, la forma,
las opulencias y actividades del Supremo, quien está más allá de la
efulgencia del Brahman impersonal: Es Krsna, el absolutamente atractivo,
cuya forma azul-negruzca trascendental, resplandece como una nube de lluvia
nueva, iluminada por la luz interior, cuyas manos adornadas de joyas, llevan
a Sus labios una flauta de plata, cuyos ojos, hermosos como pétalos de loto,
deambulan sin descanso con amor sobre Sus devotos, en el reino eterno de
Dios.
Los impersonalistas anhelan sumergirse en la efulgencia del Supremo.
Pero cuando oyen acerca de la forma más allá de esa efulgencia, la forma
trascendental de Krsna, la encarnación de toda belleza, piensan que es algo
material, como Maya. Eso se debe a su propia mentalidad que es tan
rígidamente materialista. Ellos son incapaces de aceptar la noción de "forma
trascendental", pues en lo que a ellos respecta, toda forma es material.
Eso los mantiene adheridos a sus negaciones. Mas, ¿porqué debemos imponer
nuestras ideas materiales de nombre, forma, cualidades y acciones en Dios?
¿Quién dice que toda forma tiene que ser material?
Es verdad que la mente material y los sentidos, no pueden concebir al
Supremo, pero no hay razón por la que debamos limitarnos a la mente y
sentidos materiales. Podemos, en efecto, experimentar directamente la
naturaleza trascendental de la forma, cualidades y actividades de Krsna,
cuando nuestra propia mente y sentidos han sido completamente purificados y
espiritualizados por la total absorción en el servicio devocional a Dios
(bhakti), que comienza con el canto de Hare Krsna. Podemos luego ingresar
personalmente a los pasatiempos eternos de Krsna.
Para entender a Dios, se debe ser un sirviente de Dios. Pero un
impersonalista no desea hacer eso. El es ambicioso. Quiere ser el propio
Dios. Por lo tanto, es hostil hacia la verdadera Personalidad de Dios, y
debido a esa hostilidad, persiste en una lógica perversa que trata de anular
al Supremo. El "neti, neti, neti" del impersonalista, es una espada con la
cual ataca a la Suprema Persona trascendental, tratando de reducirLo a la
nada. Trata de matar a Krsna para poder ocupar Su lugar.
He presenciado la política denigrante de los impersonalistas en relación
a Dios, incluso en sus acotaciones casuales e improvisadas. Una vez, por
ejemplo, en una fiesta de Domingo, yo estaba hablando a una invitada acerca
de Krsna, y ella me interrumpió para decirme, "¡ Oh, no lo arruine, dándole
un nombre!" ¿Qué pensaría ella si alguien se refiriera a ella de ese modo?
"Karen es una chica tan bonita".
"¡Oh, no la arruines, dándole un nombre!"
E infinitas veces he oído el comentario, "Oh, creo que Dios es tan solo
energía". Observen el término tan solo. Aquí estábamos hablando acerca del
Supremo, y tenemos que decir "tan solo". Yo soy una persona con sentidos e
inteligencia, pero Dios, que se supone es superior, es "tan solo energía".
El poster de la sociedad de yoga, revelaba la misma animadversión
implícita hacia Dios. No hay diferencia entre tú y Krsna; no hace falta,

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entonces, rendirse a El y servirLo. ¡Tú sé Dios!· La proclama de que Krsna
meditó para convertirse en Dios, ciertamente que Lo redujo en tamaño. Con
arrogancia, contradecía asimismo la propia revelación de Krsna en el
Bhagavad-gita, así como la historia común de la aparición de Krsna en el
Srimad-Bhagavatam, otro texto Védico.
Discutimos ese punto esa noche, en la clase del Gita, considerando en
particular un incidente de la historia de Krsna, la historia de Krsna y la
demonia Putana.
Krsna dice en el Gita que El viene al mundo material con una misión:
establecer los principios religiosos, proteger a los devotos y destruir a los
ateos. Cuando los gobernantes ateos y demoníacos oprimían a la tierra hace
cinco mil años, Krsna apareció en la familia del jefe de ellos, un usurpador
llamado Kamsa. La profecía advirtió a Kamsa que uno de sus sobrinos estaba
destinado a matarlo. Kamsa, por lo tanto, encarceló a su hermana y a su
esposo, y mató a todos sus hijos recién nacidos, uno por uno. El octavo
hijo, Krsna, fue llevado a escondidas de la capital, la noche de Su
nacimiento y ocultado en Gokula, una pequeña aldea de pastores, donde fue
puesto bajo el cuidado de Nanda, el jefe de los pastores, y su esposa Yasoda.
Cuando Kamsa se enteró de que el octavo hijo lo había eludido, envió a sus
partidarios a matar a todo niño recién nacido en el campo.
Uno de esos partidarios, era Putana, una aficionada a las artes de la
magia negra. Ella había obtenido los poderes, a través del yoga místico:
podía viajar suavemente por el cielo y alterar la forma de su cuerpo a
voluntad. Con la orden de Kamsa, Putana vagó por el campo, matando bebés,
una tarea para la que estaba especialmente bien calificada, puesto que bebía
con gusto la sangre tibia de los niños.
Posándose en un pastizal de las afueras de Goloka, Putana asumió la
forma de una joven mujer, y se encaminó hacia el caserío. Todos los
aldeanos la miraron, maravillados de que una mujer de una belleza casi
sobrenatural, hubiera aparecido súbitamente, sola, sin haber sido anunciada,
en sus calles. Sus caderas eran redondeadas y sus pechos grandes y firmes,
semejaban una carga que su esbelta cintura apenas si podía soportar. Sus
ropas eran suntuosas, y los rizos de cabello negro que enmarcaban su hermoso
rostro, estaban adornados de guirnaldas de flores. Sus brillantes aretes
fulguraban. Todos se detenían a contemplarla, y ella los miraba con
encanto. Todos estaban desarmados. Las mujeres pensaban que era la propia
diosa de la fortuna, que venía a adorar a Krsna.
Nadie detuvo a Putana cuando entró a la casa de Nanda y fue directamente
a la habitación donde el bebé Krsna dormía Su siesta. Se sentó al lado de
la cama, y tomó al bebé en su regazo. Desarmada por su belleza y por la
forma tierna con que ella sostenía al niño, la madre de Krsna no hizo nada
por detenerla.
Llevando al niño a su pecho, Putana introdujo su pezón en Su boca. Ella
lo había untado con un veneno mortal de efecto rápido, mas no tuvo el efecto
esperado. Krsna aferró su pecho con ambas manos, y comenzó a succionar muy
fuerte. Los ojos de Putana se desorbitaron; comenzó a sudar violentamente;
sus brazos y piernas se convulsionaron; su cabello se soltó. Saltando hacia
arriba, trató en vano de deshacerse del niño. Chillando, "¡Basta! ¡Déjame
ir!", salió de prisa de la casa, en dirección al campo. Pegándose rápido a
su pecho, Krsna succionó el veneno, y luego, su propia vida. Sus aullidos
resonaron en todo el campo; Putana murió, y su cuerpo recobró su forma
original oculta, y cayó con una conmoción que hizo temblar a los árboles en
doce millas a la redonda. Los aldeanos, aterrorizados por los gritos
ensordecedores y la conmoción en el rostro de Putana, salieron corriendo de
la aldea y asustados y maravillados, contemplaron el cuerpo monstruoso y
repulsivo de Putana, tirado en los campos. La diminuta forma del bebé Krsna
gateaba feliz sobre sus pechos.
Putana era una poderosa yogini mística, mientras que Krsna era solo un
infante que comenzaba a gatear. Empero, como lo descubriera Putana, El tenía
una fuerza inconcebible. El nunca tuvo que "convertirse en Dios", porque El
es eternamente Dios. Esa es la diferencia entre la Divinidad verdadera y los
posibles dioses que salen de la fábrica mística. Krsna no meditó para ser
Dios, como tampoco podemos nosotros ser Dios por la meditación.

27
Aún así, tal parecía que cada poste telefónico de Filadelfia proclamaba
lo contrario. Cada día que los devotos regresaban de predicar, el canto y
la distribución de libros agudizaba más el antagonismo provocado por ese
poster. La filosofía impersonalista presionaba sobre todas las mentes, y en
nuestras clases, debía esforzarme cada vez más por elaborar argumentos en
contra de la misma. Y lo hice con entusiasmo y vigor crecientes. No lo
podía evitar, pese a que sabía que en la mente de los devotos estaba la idea
de que yo "fuera a aplastar a los pícaros".
Tenía mis serias dudas al respecto. Las circunstancias no serían
favorables. Al fin y al cabo, era la reunión de los yogis, y yo iría como
un intruso. Todos estarían de parte de ellos. Si yo me atenía a la etiqueta
propia de los invitados, difícilmente podría aparecer como rudo y
beligerante. Los impersonalistas ya eran hostiles, y yo simplemente
aumentaría su enemistad.
Pero los devotos querían una confrontación. A medida que el día de la
reunión se acercaba y la prédica crecía en vigor, se me hizo claro que la
situación había desarrollado un momento dramático, que requería de un
desenlace. Sin alguna resolución, prevalecería siempre un sentido de
insatisfacción y falta de definición: la moral sufriría. Al margen de mis
recelos, tenía que ir, aunque fuera para terminar con eso. Tenía que ser
hecho aunque fuera por su valor simbólico. De manera que seleccioné dos
devotos con los cuales se podía estar seguros de que mantendrían la calma, e
hice correr la voz de que iríamos a la reunión.
Ya estaba oscuro cuando caminamos a través del campus hacia la
Asociación Cristiana. Pasando debajo de los altos cielorrasos, a lo largo
de los gruesos paneles de madera, hallamos la sala. Apenas alumbrada, quizás
de treinta pies de ancho por veinte pies de profundidad, y atestada. El
público, sentado en el piso. En su mayoría hombres, de blue jeans, camisas
de franela, el cabello por debajo de los hombros. Al frente, hay una mesa
sobre una tarima, donde arden las velas y las espirales de los palillos de
incienso ascienden hacia el cielorraso. Nos abrimos paso entre el gentío, y
nos topamos con el aroma peculiar de la marihuana y el pachuli. Causamos
una sensación de calma: dhotis y kurtas, cabezas rapadas, dos líneas de
arcilla en nuestras frentes. Nos sentamos en el primer círculo, a la
izquierda de la mesa, y observamos a los propios yogis místicos. Eran
sorprendentes. De pie ante la mesa, hay tres hombres idénticamente vestidos
con pantalones de franela gris, sweaters de cuello alto de lana blanca, y lo
que parecen ser zapatos negros de gamuza. Llevan el cabello corto y
prolijamente peinado. Todos parecen Pat Boone en Amor de Abril.
La sala está mortalmente silenciosa, ni se susurra, ni se tose. Una
audiencia muy solemne. Muchos están sentados con las espaldas derechas, los
brazos reposando en las rodillas, los ojos cerrados. La calma prosigue; se
unen unos cuantos más en la parte trasera.
Luego, con las manos juntas, uno de los yogis da la bienvenida con una
voz suave, casi diría lánguida y dice que comenzará, cantando "om". Los
miembros del público se acomodan en distintas versiones de posturas yóguicas.
Todos susurran "om". Nosotros cantamos "Hare Krsna" suavemente en las
cuentas. "Om" significa Krsna, pero los impersonalistas, para nosotros, lo
han arruinado. La mala utilización disipa la buena. En la mesa, entre las
velas hay una fotografía en blanco y negro, de frente, de un hindú en una
postura yóguica, su líder; sus ojos están completamente abiertos, pero no se
puede apreciar nada que no sea el blanco.
Las vibraciones ahora son bastante suaves, melosas, y omicas. Los tres
susurran entre ellos, mirándonos cada tanto. Dos de ellos caminan en
silencio hacia un costado y se sientan. El otro, se dirige a nosotros en un
tono suave y bien modulado. Esta es una reunión exploratoria. Si hay
suficiente interés, los miembros abrirán una rama permanente.
Luego, habla acerca del Amor. Debemos abrir nuestros corazones a lo
divino. Habla acerca de la Rendición y el Servicio. Habla acerca de la
Humildad. A medida que habla, sus hombros se curvan ligeramente, se encorva
ligeramente desde la cintura, postura que mantendrá durante toda su charla.
Ahora, presiona las palmas de sus manos, juntándolas delante suyo. Devoción,
-dice. Y nos contempla fugazmente. Amor, -dice. Servir. Rendirse.

28
Es una puesta en escena bastante desarmante. Estas eran las mismas
personas que colocaron el poster, mas nosotros no podemos aferrarnos a eso.
No, ellos creen en el Amor, el Servicio y la Rendición. Ellos son Devotos.
Ahora, tendremos algo de Poesía Devocional, escrita por su líder. Una
joven vestida con una camisa, pasa al frente. "Mi Krishna no es negro",
-lee. "Mi Krishna es de oro. Yo Lo he pintado de negro con la tinta de mi
mente".
Ahí estaba. El devoto que está a mi lado gime. En el contexto,
"oro" significa la efulgencia impersonal de la luz, y "negro" se refiere al
nombre, la forma, las cualidades, todo, de Krsna.
¿Preguntas?
Una mano. "Uds. hablan mucho acerca de la adoración. ¿Pero no hay algo
más elevado?" -es la primera pregunta, de modo que ellos realizan de
inmediato que al inclinar su presentación hacia nosotros, no han satisfecho a
los demás. Ahora, están incómodamente atrapados en el medio.
Su respuesta, como cabe esperar, es retorcida, llevando con una mano lo
que da con la otra. Tiene que haber otras varias preguntas y respuestas más
para que puedan establecer su posición. La misma es: En realidad, el
bhakti, el sendero de la devoción, es lo mejor, porque es lo más sencillo.
Cualquiera sea el sendero que se adopte, conduce al mismo lugar. En el
sendero de la devoción, elegimos alguna idea particular de Dios para adorar;
para concentrar nuestra mente en ella. Mas cuando alcanzamos la meta,
realizamos que el Supremo está más allá de todas las ideas y que la forma
particular que hemos estado adorando, es un concepto material. También
realizamos que nuestra individualidad es una ilusión. Así, nos volvemos uno
con el objeto de adoración. Entonces, comprendemos filosóficamente que no
hay diferencia entre nosotros y Dios. Mas cuando practicamos bhakti, no
pensamos de esa forma. A los fines del bhakti, debemos pensar en que Dios es
grande y que nosotros somos muy pequeños. Debemos ser muy humildes y
rendirnos y servir al ideal que hemos elegido. La más elevada realización
individual, vendrá automáticamente con el tiempo.
¿Más preguntas?
Mi mano se alza- Con reticencia, "¿Sí?".
"¿Su poster dice que Krsna meditó para poder ser Dios?"
"Bien, sí".
"¿Podría Ud. decirme como es que Dios tiene que meditar para poder
volverse Dios?"
El da unos pasos en mi dirección. "Bien, simplemente tratamos de
expresar en palabras lo que está más allá de las palabras."
"Pero no es tan difícil de entender. Dios significa omnipotente,
ilimitado. Si yo soy Dios, entonces, ¿porqué tengo que meditar ? ¿Qué clase
de Dios es ese?"
Me mira con una expresión lastimosa, y alzando sus manos, con las palmas
hacia mí, comienza lentamente a retroceder.
"Las palabras..." -dice con una voz dolida. "Las palabras..."
"Las palabras..." -dice a manera de eco el otro amigo, también
retrocediendo.
"Las palabras..." -dicen ambos, mirando a todo el público, como si
las palabras fueran las cosas más penosas del mundo.
Esta es una puesta en escena sorprendente. "Espere un minuto"
-protesto. "Ud. pasó una hora hablando toda clase de palabras, la mayoría de
las cuales a mí me parecieron una tontería. Ahora, porqué..."
Pero ellos están más allá del oír, de las palabras. Ellos retroceden
como si fueran víctimas de una plaga.
La audiencia se alborota. Las vibraciones se han ido. Varios hablan al
mismo tiempo. Alguien comienza a disertar ante mí, del otro lado de la
habitación, sobre la falta de significado de las palabras. Alguien más
hojea rápidamente el Upanisads en rústica, buscando aparentemente una
confirmación de la misma doctrina.
Una mano pesada cae sobre mi hombro. Me doy vuelta para encontrarme con
una cara delgada, enmarcada por un vestigio de barba. Ojos solemnes
perforan mi mirada. "Hey, hombre" -dice, "Ud. está generando división".

29
Los yogis místicos atienden otras preguntas, y la reunión se disuelve
rápidamente. Nos acercamos a ellos después, pero se rehúsan a hablar. Les
digo que como devotos de Krsna, no podemos tolerar que se blasfeme sobre El,
y que espero no volver a ver nunca más esos posters.
El aire de la fría noche de Otoño, aclaró mi cabeza, pero la reunión me
había dejado abatido. Mis recelos habían sido fundados. Todo lo que hicimos
fue crear antagonismos. Ni siquiera había sido capaz de confrontar su
filosofía, qué decir de vencerla. Había sido como poner las manos en una
masa. No había nada de lo cual sostenerse.
De vuelta en el templo, había algunos devotos esperándonos con tazones
de leche caliente. Mientras les contábamos lo que había sucedido, mi humor
comenzó a mejorar.
"Pueden hablar tonterías por horas" -dije, "¡y cuando los desafías,
entonces, de pronto, las palabras no tienen significado!" . La insondable
estupidez de su posición, me golpeó, me maravilló. La doctrina de que las
palabras no tienen sentido, es tan insensata que ni siquiera se puede hablar
de ella. De hecho, ¡ni siquiera se podía concebir! ¿Porqué al menos no
podían ser coherentes y quedarse callados? Si eran sinceros con ellos
mismos, no podían difundir esa insensatez.
Si las palabras no tienen sentido, luego su pensamiento tampoco lo
tiene. En realidad, están tratando de no tener mente. Ellos dicen que el
bhakti es de tipo emocional, y que su proceso especulativo es para los
intelectuales, pero ellos esa noche revelaron cuán profundamente anti-
intelectuales e irracionales eran. Para ellos, todo pensamiento racional
es Maya. Y si ellos tratan de basar su posición en la Escritura (como el
chico que buscó frenético en los Upanisads), bien, eso también es Maya.
Me sentía eufórico. Y luego tuve otra realización - Hizo que todo
tuviera sentido. Comprendí su filosofía devocional.
"¡Es Putana-bhakti!· -exclamé muy alto. "¡Eso es, es Putana-
bhakti!". Todo encajaba. Su servicio devocional, como el de Putana, era
un disfraz, un fingimiento. Putana quería matar a Krsna, y para acercarse a
El, se disfrazó de devota, como la diosa de la fortuna. Pretendiendo que iba
a servir a Krsna, del modo como Lo sirve Su madre, Yasoda, ella Lo tomó
tiernamente en su regazo. Hasta los devotos habían sido engañados. Pero en
el último minuto, su propósito fue revelado. Es lo mismo con los
impersonalistas. Ellos adoptan el bhakti para el avance espiritual y tratan
de actuar como devotos; hablan acerca de la humildad, el servicio y la
rendición, pero, como dijera el yogi en su charla, tienen otra idea en su
mente: "Yo soy Dios". Ellos tratan de acercarse a Dios a través de su
devoción engañosa, y planean quitarse el disfraz en el último momento, atacar
a Krsna con su "neti, neti, neti", matarLo, y tomar Su lugar. ¡Putana-
bhakti"
Yo estaba alborozado. Ellos habían desafiado a Krsna, pero al así
hacerlo, lo único que habían hecho era sacar a la luz su propia necedad y
envidia de Dios. ¡Cuán ridícula es la diminuta criatura cuando aspira a ser
el Supremo! Habían desafiado a Krsna, pero no había duda de que fue- como
tenía que ser-, una clara victoria para Krsna.
En corto tiempo, los posters amarillos desaparecieron de la ciudad. Y
los yogis místicos por la razón que fuere, no regresaron.

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Estrategias espirituales para la edad de
hierro
Las brisas del viento congelado, provenientes del río, son
inmisericordiosas cuando se embolsan dentro de los muros de las gargantas
edilicias de la ciudad. El viento arroja cenizas y aguanieve como disparos;
arroja escombros resbaladizos sobre el pavimento helado, y los alza en
espirales vertiginosamente súbitas contra los muros blancos e impasibles de
las torres. Un rugido interminable y apagado, como si los edificios se
quejaran en medio de un sueño alucinado, llena los abismos. Esta ciudad tan
congestionada de América, es asimismo la más solitaria, y nada le parece
más inhóspito al hombre, que el mundo donde todo está hecho por el hombre.
Esto es Nueva York, en el puño de un viento de hierro, en medio de la
Era de Hierro.
Ahora vemos una silueta que se abre paso por uno de esos abismos vacíos
ribeteados de hierro. Inclinada hacia adelante, debido al viento, con un
bastón en su mano izquierda, se mueve a paso acelerado hacia adelante.
Obsérvenlo cuidadosamente: la túnica azafrán de un sacerdote hindú
mendicante, flamea debajo de su sobretodo, y su frente exhibe las líneas de
arcilla paralelas de los devotos de Krsna. Su rostro tiene una expresión
tanto indomable como serena, como si en verdad el no estuviera caminando
por esta amarga tierra, y por cierto, el aparece tan fuera de lugar aquí, que
un árbol de magnolias florecientes y aromáticas, en esas calles duras y
tiesas, hubiera sido menos incongruente. Este es Srila Prabhupada, en el
Invierno de 1966. Está solo; no tiene dinero, y tiene setenta años. Su
pequeña figura se ve empequeñecida por las torres de helada reserva, cuyos
rostros austeros e impenetrables, convierten todos los esfuerzos humanos de
las calles de abajo, en un tablero de derrota. Pero el esfuerzo de Srila
Prabhupada no es meramente humano, y la semilla que trae consigo, de otro
mundo, increíble, milagrosamente, se arraiga en este suelo hosco y
antipático, y florece. Pronto, cientos de devotos de túnica azafrán,
florecerán en las calles, sus rostros americanos marcados con las líneas de
arcilla, y el sonido del mantra Hare Krsna sonará como un eco continuo contra
los duros y altos muros.
Debemos recordar que no vemos todo lo que es, nunca sabemos qué
presencias invisibles hay sobre algún esfuerzo modesto o solitario, ni que
esos esfuerzos invisibles cooperan para traer grandes resultados, a partir
de comienzos modestísimos. Creemos que en la naturaleza, ningún efecto
excede su causa; ¿Porqué habria de ser diferente en otros asuntos? Suerte
y azar son meramente palabras para cubrir nuestra ignorancia.
Detrás de la aparición de Srila Prabhupada en las extrañas calles de
Manhattan, se yerguen cinco milenios de planeamiento y esfuerzo. La
historia comienza una mañana, a la salida del Sol, en los Himalayas, cuando
el sabio Krsna-Dvaipayana Vyasa se sienta en trance, en las orillas del
Sarasvati. En su meditación, Vyasa contempla un futuro de indefectible
horror, desplegado delante suyo. El ve el comienzo de Kali-Yuga, la Era de
Hierro, trayendo consigo el deterioro universal. La decadencia está tan
profundamente arraigada, que la propia materia merma su potencia, y toda
nuestra comida decrece progresivamente en calidad y en cantidad. Vyasa
contempla los efectos de la malnutrición crónica, generación tras generación;
observa cómo disminuye gradualmente la duración de la vida, así como el
poder cerebral; nadie puede escapar a la progresiva reducción de la
inteligencia y la habilidad para recordar.
El hostigamiento de los tiempos duros sobre la población, acelera su
declive moral y espiritual. La gente comienza a matar animales para comer;
se vuelven cada vez más esclavos de las drogas; pierden toda contención
sexual. Estos hábitos, aumentan su deterioro físico y mental, Vyasa los ve
sumergirse cada vez más en la sensualidad y la ignorancia. Las familias se
rompen, y las mujeres y los niños son abandonados. Generaciones cada vez
más degradadas, concebidas accidentalmente en la lujuria, y creciendo
salvajes, se esparcen por la tierra. El liderazgo recae en manos de

31
criminales sin principios, que usan su poder para saquear a los pueblos. El
mundo está lleno de ideologías, fanáticos y artistas de tarima espiritual,
que concitan enorme cantidad de seguidores, entre las gentes ofuscadas por la
anarquía social y moral. Atrocidades y depravaciones sin nombre florecen
bajo la retórica de los ideales falsos.
Vyasa ve apilarse horror sobre horror; el ve el fin de todo lo humano;
observa la oscuridad reunida que abraza al mundo.
Esta es la visión profética de Vyasa, en la noche de Kali-Yuga, hace
cinco mil años. Lo estimula a la acción. Pues la aparición de Vyasa al borde
de esta declinación temporal, no es fortuita, Vyasa es un avatara, la
encarnación literaria apoderada de Dios, enviada específicamente por Krsna,
para preparar la transmisión del conocimiento de la civilización Védica, a
través de los milenios de oscuridad venideros.
Sin tal garantía, la erosión de la inteligencia humana, por la fuerza
del tiempo, aseguraría que a todas las generaciones futuras, les fuera
cortado su propio legado cultural y el logro espiritual inmaculado de sus
ancestros. Una vez comenzada la Era de Hierro, ni siquiera realizarían que
alguna vez, todo el mundo fue gobernado por una sola civilización
supremamente iluminada: la cultura Védica.
En esa cultura Védica, todo fue organizado para ampliar la
autorealización. La autorealización, marca el desarrollo último del
potencial humano, en el cual la persona sabe que es directamente un ser
espiritual eterno, ligado indefectiblemente al Ser Supremo espiritual, y sin
relación intrínseca con el cuerpo material, habitado temporalmente. Mediante
el cultivo de la autorealización, la civilización Védica trajo este logro
sin par: pudo eliminar completamente los males del nacimiento, la vejez, la
enfermedad y la muerte; asegurando a sus miembros una existencia eterna de
conocimiento y bienaventuranza siempre crecientes. La cultura Védica
reconoció que no todas las almas que tomaran nacimiento humano, después de
transmigrar por las formas animales, serían capaces de progresar
directamente hacia la meta suprema. Perteneciendo a historias diferentes, la
gente nace con cualidades y habilidades diferentes. No obstante, la cultura
Védica permitió a todos que hicieran algún avance y hubo muchos arreglos para
la elevación gradual de los materialistas. En todo caso, la cultura Védica
organizó la vida para que todos pudieran satisfacer las necesidades básicas,
del modo más simple y sensible, dejando libre a la mayor parte de la energía
humana, para ocuparse en la misión más elevada.
Vyasa observó que todo eso desaparecería en Kali-Yuga, puesto que el
foco de la civilización se desviaría de la autorealización a la gratificación
de los sentidos. Empero, pese a que Kali-Yuga no podría ser detenida, el
podría mitigar sus efectos, y mantener viva la tradición de la cultura
espiritual, de la misma forma en que emisarios de una civilización superior
pueden preservar su herencia entre los bárbaros, o que una aldea bien
aprovisionada, puede sobrevivir a un crudo invierno.
Vyasa era el maestro de todo el conocimiento de la cultura Védica, en
lo social, científico, económico, político, ético, estético y espiritual.
Este conocimiento fue contenido en un solo precepto abarcativo, llamado el
Veda, una palabra que significa simplemente "conocimiento". Hasta la época
de Vyasa, el Veda no había sido escrito, porque la escritura había sido
innecesaria. Lejos de ser una señal de avance intelectual, la aparición
de la escritura, es un testimonio de declinación , un recurso delineado para
compensar el deterioro mental, que incluye la pérdida de la habilidad de
recordar.
Es interesante hacer notar que la fecha asignada por el Veda al
advenimiento de Kali-Yuga (3.000 A.C.), corresponde precisamente a la fecha
establecida por los historiadores modernos para la aparición de la vida
civilizada, un evento marcado por el surgimiento de las letras y la
edificación de complejas sociedades urbanas. Todos los historiadores
reconocen que el registro histórico humano, es, de hecho, solo la historia
humana en Kali-Yuga. La ignorancia de los historiadores académicos de la
temprana e incalculablemente elevada civilización Védica, es lo que cabe
esperar de personas que sufren del retardo mental impuesto por los tiempos.
Vemos síntomas de esta degradación intelectual de los pensadores modernos, en

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su referencia a la percepción de los sentidos, como fuente única del
conocimiento y en su olvido de que el conocimiento depende de la bondad.
Valores invertidos envuelven sus ideas, como ser la convicción de que el
progreso humano reside en la proliferación de complejas sociedades urbanas y
tecnología cada vez más sofisticada. Ellos desconocen que la vida simple es
la mejor base para el pensamiento elevado, y que una civilización
verdaderamente avanzada, minimiza la explotación de la naturaleza y la
complejidad social. Elllos no saben que el verdadero estandar del progreso
es el calibre de la sociedad humana producida. Si vamos tras el progreso
material, a costa de la autorealización, midiendo nuestro nivel de vida solo
por la gratificación de nuestros sentidos, entonces solo obtendremos gente
espiritual y moralmente débil, que controla una tecnología poderosa e
intrincada, una combinación terrorífica que conduce a horrorres en una
escala que ya estamos comenzando a experimentar.
Para brindar acceso a una alternativa, Vyasa dividió al Veda en cuatro,
y lo escribió. Empero, el sabía que aún seríamos incapaces de entender los
Vedas, de manera que compuso una serie de obras complementarias, en las
cuales descifró las intenciones del pensamiento Védico, explícitamente.
En ello, Vyasa fue ayudado por Sri Krsna, la Suprema Personalidad de
Dios Mismo. Actuando junto al esfuerzo de Vyasa, Krsna descendió
personalmente a este planeta, y, como un miembro de la orden real, jugó un
rol significativo en los recientes eventos políticos. Vyasa aprovechó las
actividades de Krsna e hizo una crónica de esos tiempos, en una vasta
narración épica llamada el Mahabharata. En este relato de una dinastía de
amor, ambición, intriga y guerra, de fidelidad y traición, de heroísmo y
cobardía , trascendencia e ignominia, Vyasa impartió el pensamiento Védico
de un modo que, hasta la gente no filosófica lo encontraría tangible. La
presencia de Krsna, sobrecargó a la historia de importancia trascendental.
Además, en medio de esta narrativa ondulante, tal como una joya colocada
en un marco lujoso, Vyasa estableció el Bhagavad-gita, el discurso de Krsna a
Arjuna, antes de la ardua batalla en Kuruksetra.
En setecientos versos lacónicos, Krsna le da a Arjuna lo que El llama
"el conocimiento más confidencial" de los Vedas. Tal como Vyasa, Krsna
Mismo está preparando el conocimiento Védico para Kali-Yuga. Ello entraña el
tomar el elevado conocimiento de los Vedas, tan puro y sublime que, como
Krsna dice, incluso es alcanzado raramente por las grandes almas,
exponiéndolo explícitamente, abiertamente, a todos. De manera que no habría
ni que cuestionar la validez de esta exposición, Krsna, la más elevada
autoridad posible, la entrega El Mismo.
Ustedes podrían preguntarse porqué el conocimiento más avanzado de los
Vedas es "confidencial", ¿Si es tan importante para nosotros, porqué, en
primer lugar, se esconde? La respuesta es que el conocimiento está disponible
solo para aquéllos que están cualificados para asimilarlo. La educación es
progresiva, y al conocimiento elevado solo es posible aproximarse
gradualmente, a través del más bajo. En particular, la cualificación
necesaria para aprehender los misterios concernientes a la fuente última de
todo, es la pureza. Solo aquellos que tienen completamente controlados los
sentidos, y que están libres de los deseos materiales, tienen la pureza
requerida, necesaria para comprender y percibir directamente a la Verdad
Absoluta. Debido a que las personas se caracterizan por variedad de deseos
materiales, los Vedas ofrecen muchos senderos religiosos (llamados dharmas).
Los mismos se han graduado, de manera que la gente que está en diferentes
niveles de contaminación material, pueda ascender paso a paso a niveles más
elevados de pureza y, de manera correspondiente, a revelaciones más
elevadas de lo divino.
En el Gita, Krsna analiza sistemáticamente los principales dharmas
Védicos y muestra la forma en que cada uno dirige a una persona hacia la
conclusión última, ese "conocimiento más confidencial de todos". Krsna
analiza la ejecución de sacrificios y la adoración de los semidioses. El
discute los yogas del trabajo, la meditación y el conocimiento. En cada
caso, Krsna enseña cómo conduce al "más secreto de todos los secretos", el
servicio devocional puro y amoroso a Dios. "Siempre piensa en Mí y vuélvete
Mi devoto. AdóraMe y ofrece tu homenaje a Mí". Esta, -dice Krsna-, es "la

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parte más confidencial del conocimiento". Puesto que todo el dharma Védico
conduce a este "secreto supremo" Krsna nos ofrece esta instrucción final:
"Tan solo abandona todas las variedades de dharmas y ríndete a Mí". En otras
palabras, no necesitamos molestarnos con ninguno de los otros senderos
diferentes; podemos de inmediato venir a su meta común, la rendición a Krsna.
Mas si este supremo fin es difícil de alcanzar, requiriendo de la máxima
pureza, ¿cómo es que Krsna lo ofrece directamente a todos? La respuesta es
simple. Krsna dice que si uno comienza el servicio devocional, El
personalmente purificará al devoto. "A aquellos que están constantemente
consagrados y que Me adoran con amor, " -dice Krsna-, "Yo les doy la
comprensión por la cual pueden venir a Mí". Una persona puede pasar por
alto todos los dharmas Védicos y venir directamente a Krsna, porque Krsna
tendrá la amabilidad de ayudarla. Este es un punto sumamente importante.
A medida que Kali-yuga progresa, todos los dharmas se tornan cada vez más
difíciles de acatar. Nuestra inteligencia, nuestra memoria y nuestra fuerza
han decrecido, pero Krsna está deseando compensar todas nuestras
inestabilidades con Su esfuerzo personal. Al abrir el servicio devocional
directo, por gentileza divina, el Bhagavad-gita en efecto hace que todos los
demás dharmas sean obsoletos.
Vyasa hizo de este mensaje el nudo central del Mahabharata. Vyasa
también expandió las enseñanzas Védicas en dieciocho Puranas, y compiló un
lineamiento de las conclusiones filosóficas de los Vedas en el Vedanta-sutra,
una colección de expresiones en extremo resumidas, aforismos; más tarde,
los pensadores presentarían sus entendimientos del pensamiento Védico en la
forma de comentarios de estos sutras.
Luego que Vyasa completara su inmensa labor, se sorprendió de sentirse
insatisfecho. Al revisar sus esfuerzos, para descubrir qué deficiencia podía
ser la causa de su descontento, su guru, Narada Muni, llegó a su asrama.
Vyasa le presentó la cuestión a Narada.
Narada elogió la brillante obra de Vyasa, mas luego le dijo que su
labor seguía incompleta. En el Mahabharata y en los Puranas, Narada dijo,
Vyasa no había descrito lo suficiente las glorias de la Suprema Personalidad
de Dios, Krsna. Al transcribir fielmente las enseñanzas Védicas, Vyasa
había presentado debidamente todos esos dharmas materialmente motivados, esas
enseñanzas que permiten la gratificación irrestricta de los sentidos a la
gente que no puede llegar directamente al más elevado nivel de realización.
En Kali-Yuga, dichos dharmas se volverían especialmente peligrosos, -advirtió
Narada-, porque la gente se amparará en dichos permisos, para sancionar la
indulgencia. "Ellos aceptarán dichas actividades en nombre de la religiòn"
-dijo Narada-, "y apenas si se preocuparán por las prohibiciones".
Narada quería que Vyasa describiera más completamente las cualidades
trascendentales y actividades de Krsna, porque, dijo, por oírlas, las
personas podrían saborear su extraordinario gusto espiritual; se reviviría
la atracción natural de la gente por el Señor, y en efecto, perderían su
gusto por los placeres materiales. Narada asesoró a Vyasa sobre la potencia
espiritual de las palabras que glorifican a Krsna: cuando se pronuncian con
devoción pura, esas palabras entran en el corazón de quienes escuchan, y
destruyen casi completamente las impurezas de la pasión y la ignorancia.
Con las bendiciones de Narada, Vyasa luego completó su obra maestra, el
"fruto maduro del árbol del conocimiento Védico", el Srimad-Bhagavatam. El
Bhagavatam recoge lo que el Gita deja, pues Vyasa declara explícitamente
que está creado para aquéllos que ya han abandonado los dharmas motivados
materialmente. Aquí Vyasa descubre los misterios inviolables de la vida
personal del Señor Supremo, Krsna, Sus asuntos amorosos eternos con Sus
devotos más confidenciales e íntimos. Aquí tenemos la vida espiritual
revelada en su mayor intensidad y personalidad, sometida al absoluto amor por
Dios.
Observamos a partir de los esfuerzos cooperativos de Krsna y Vyasa, al
comienzo de Kali-yuga, que hubo un movimiento por descubrir el conocimiento
esotérico de los Vedas, las verdades más elevadas concernientes a la
naturaleza de Dios y nuestras relaciones con El, abierta y potencionalmente
disponibles para todos. Esta revelación sin precedentes, posee sus peligros,
y ni Krsna ni Vyasa pudieron eludir lo estricto de que estas verdades

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confidenciales, sólo podrían ser entendidas por los verdaderamente puros de
corazón. Pese a la degradación de Kali-yuga, el requerimiento de pureza
debe permanecer; lo que ellos hicieron, fue poner a disposición un proceso
de purificación proporcionalmente más poderoso, en el cual Krsna se ofrece
personalmente a ayudar a cualquiera que se ocupe sinceramente en el
servicio devocional, y en el Bhagavatam, Vyasa ofrece el más potente de
todos los procesos purificadores, el oír y cantar las glorias de Krsna
Mismo.
Vyasa y Krsna completaron su actividad, y con la desaparición de Krsna
de la tierra, Kali-yuga se estableció con firmeza. La consecuente
degeneración, sin embargo, fue tan fuerte, que en poco tiempo trató de
destruir todos los esfuerzos de Vyasa por preservar la cultura Védica. Las
palabras de Narada, "apenas si se preocuparán por tus prohibiciones",
probaron ser horriblemente exactas. Brotó una perversión particular, que
fue tan peligrosa, que Krsna tuvo que adoptar medidas de emergencia. Esto
es lo que sucedió:
Unos cuantos miles de años después de la aparición de Kali-yuga, los
seguidores de los Vedas, -ahora restringidos geográficamente a la India-,
comenzaron a matar cada vez más animales, para comer. La ingesta de carne
es tan contaminante a la conciencia humana, que consentir en ella hace que
toda realización espiritual sea virtualmente imposible. Por lo tanto, los
Vedas siempre se han pronunciado en contra de la misma. A la vez, se
reconoció que cierta gente, pese a todas las prohibiciones, comería carne de
todos modos. En tal sentido, los Vedas ordenan que si alguien quiere
comer carne, debe sacrificar una cabra (ningún otro animal), la noche de
Luna llena (en ningún otro momento), a la diosa Kali. Quien ejecute el
sacrificio, además, debe susurrar en el oído del chivo un mantra que dice,
"Ahora yo te mato, pero en mi siguiente vida, tú tendrás la oportunidad de
matarme". Sancionando de este modo la ingesta de carne, la cultura Védica
al menos la mantiene bajo control: solo un chivo, solo una vez al mes, y
solo con la conciencia desagradable de su precio kármico, todas condiciones
muy desalentadoras.
Sin embargo, como los brahmanas, los sacerdotes Védicos, en Kali-yuga,
se degradan, comienzan a proliferar los sacrificios de animales -para hacer
frente a la demanda popular-, explicando o ignorando las restricciones. Los
templos fueron transmutados en mataderos y floreció la matanza, como un
negocio organizado a diario. Si alguien presentaba objeciones a este mal sin
precedentes, los sacerdotes responderían que, al fin y al cabo, estaba
sancionado por los Vedas.
Por lo tanto, para detener la matanza de animales, Krsna descendió
como el Señor Buda (500 A.C.). Dado que los Vedas estaban siendo
perversamente utilizados para justificar la matanza, Krsna, como el Señor
Buda, negó la autoridad de los Vedas -los mismos Vedas que El había
cuidadosamente arreglado y explicado, para salvar a la gente de Kali-yuga.
Pero fue una emergencia; no había alternativa. El Señor Buda rechazó los
Vedas y predicó la ética de ahimsa, o no violencia a todos los seres
vivientes.
El Buda también enseñó que nuestra existencia material es doliente, que
nuestros deseos materiales son la causa del sufrimiento, y que extirpando
esos deseos, podemos alcanzar el nirvana, la liberación de la existencia
material. El Señor Buda rehusó abordar toda cuestión relativa a Dios, el
alma, la vida después de la salvación, etc. Cuando se le preguntaba acerca
de dichos temas, el respondía, "El Tathagata (el Buda) está libre de todas
las teorías." Más tarde, algunos de sus seguidores difundieron las
doctrinas de sunya, vacío, y anatma, no alma, mas estas fueron
interpretaciones mundanas del silencio del Buda sobre los temas
trascendentales. El hecho simple es que el Buda había negado los Vedas,
aunque permaneció fiel a los mismos, rehusándose a elaborar "teorías", esto
es, discutir a Dios o al alma, independientemente de las enseñanzas Védicas,
de modo que no dijo nada.
Con su conciencia contaminada por la ingesta de carne, las personas se
volvieron ateas. Pero el Señor Buda, quien nunca dijo nada acerca de Dios,

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ganó su devoción. De esta forma, Krsna engañó a los ateos e hizo que Lo
adoraran en Su encarnación como Buda.
La misión del Señor Buda tuvo éxito. Toda la India eventualmente
adoptó Sus enseñanzas, y la matanza de animales cesó. El Señor Buda
ejemplifica la sagacidad trascendental de Krsna. Empero, mientras que el
éxito del Señor Buda conjuró el peligro inmediato, dejó a la India sin
respeto por los Vedas y aferrada por una filosofía que negaba a Dios y al
alma.
El paliativo de Buda fue incompleto; solo fue un primer paso hacia la
completa restauración Védica. El siguiente movimiento de Krsna fue enviar
una encarnación del Señor Siva, para que ejecutara el segundo paso. Esta
fue Sripada Sankaracarya, quien apareció en 788 D.C. Con solo treinta y
dos años, Sankara alejó a los budistas de la India, y restableció la
autoridad de los Vedas. Un miembro de la orden de renuncia, un sannyasi,
Sankara era un pensador de inmenso poder, y dedicó su formidable habilidad a
persuadir a los seguidores del Budismo, a aceptar los Vedas. Para hacerlo
con efectividad, Sankara tenía que hacer que la transición entre ambos fuera
fácil, de modo que ideó una filosofía llamada advaita-vedanta, o no-dualismo
absoluto, una especie de cripto-Budismo, que expuso ingeniosamente en el
lenguaje Védico y fundamentó con los textos Védicos. Sankara negó la
doctrina Budista en el sentido de que la verdad última está vacía; la
verdad, argumentó Sankara, como declaran los Vedas, es Brahman, espíritu.
Sankara, de esta forma, confundió la doctrina Budista de la no alma o ser y
restableció la verdad Védica del atma, el alma individual. No obstante,
Sankara precisó la identidad del atma y Brahman como una realidad espiritual
indiferenciada, sin ninguna cualidad, variedades, ni relaciones.
Obviamente, no hay una diferencia cognoscitiva entre "vacío" y "Brahman",
sin cualidades ni distinciones. De esta forma, Sankara simplificó el
sendero para la aceptación de los Vedas.
La filosofía de Sankara de la unicidad impersonal, posee cierto
fundamento Védico. Para los espiritualistas neófitos, cuya contaminación
material residual les impide comprender la naturaleza trascendental de Krsna,
los Vedas instruyen la salvación en la forma de sumergirse en el Brahman
impersonal, la efulgencia espiritual de Krsna. Junto a esas instrucciones,
hay textos que remarcan la unicidad cualitativa del atma y Brahman. Los
Vedas contienen otros textos igualmente importantes que expresan que las
atmas son numéricamente distintas y cuantitativamente diferentes del atma
suprema, Krsna, pero Sankara remarcó la unicidad. Presentó la realidad
trascendental en una forma abstracta, para hacer que los Vedas fueran del
gusto de los budistas.
Sankara restauró la cultura Védica, fundó monasterios, organizó la
comunidad brahmínica, y restableció la adoración de las deidades Védicas.
Los Vedas fueron reconocidos nuevamente, aunque por fuerza, de un modo
distorsionado.
El Budismo es un avance por sobre el materialismo burdo, y el monismo
impersonal, lo es en relación al Budismo; pero el teísmo personal de los
Vedas, como lo estableciera Vyasa y Krsna, aún tenían que ser restaurados.
Esa obra comenzó después de Sankara. A medida que las personas reanudaron
el estudio Védico honesto, muchos comenzaron a reconocer las deficiencias
de la interpretación monista de Sankara. Surgieron varios maestros
poderosos, más notablemente Ramanuja (1017 -1137) y Madhva (1239 - 1319),
cuyos convincentes comentarios sobre el Vedanta-sutra y el Bhagavad-gita,
desafiaron seriamente la hegemonía de Sankara y ensancharon el seguimiento
del teísmo. Pero los impersonalistas retenían el control cívico.
Luego, hace unos quinientos años, Krsna descendió nuevamente, esta vez,
para completar la restauración de la cultura Védica. Este es Sri Caitanya
Mahaprabhu. Sri Caitanya es Krsna en la forma de Su propio devoto,
enseñando por Su ejemplo, la forma suprema de adoración . La misión de
Caitanya era doble. Por un lado, El reveló más completamente la naturaleza
del más elevado amor entre Krsna y Sus devotos más íntimos, y Caitanya
estaba continuamente sumergido en el éxtasis de ese amor. Por otro lado,
Caitanya acompañó esta revelación con un medio proporcionalmente más
poderoso de realización de Dios, el canto del maha-mantra Hare Krsna. Este

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mantra, es parte de los Vedas original, mas puesto que fue cantado por Sri
Caitanya, su poder aumentó y Caitanya enseñó a Sus seguidores las prácticas
por las cuales el poder del mantra podía funcionar sin impedimentos.
Con Caitanya, la tendencia a brindar progresivamente revelaciones cada
vez más abiertas de los secretos Védicos, junto con un medio cada vez más
poderoso de realizarlos, alcanzó su culminación. Una liberación más
potente, naturalmente comprende que un mayor número de personas acceda al
privilegio espiritual. Krsna ya había declarado en el Gita que la gente
tradicionalmente excluída de lo espiritual, las mujeres, los obreros y
mercaderes, podían, -si se refugiaban en El-, aproximarse al destino
supremo. Y en el Bhagavatam, Vyasa había asegurado que incluso los miembros
de las comunidades carnívoras y aborígenes, completamente allende del sesgo
de la cultura espiritual-, podían ser purificados por la asociación con un
devoto puro de Sri Krsna. Sri Caitanya demostró en la práctica que así es.
Como el más misericordioso de todos los avataras, Caitanya inició una
democracia espiritual, y por el poder de Su canto, convirtió a las personas
de hábitos viles en devotos puros. Los brahmanas clamaban el derecho
exclusivo al conocimiento espiritual, pero Caitanya demostró que la potencia
del servicio devocional podía elevar incluso a los de basamento más bajo, a
la plataforma brahmínica. Caitanya reconoció a todos como candidatos para
el servicio devocional, y El quería que Su movimiento de canto en
congregación, se difundiera por todo el mundo. "Un día" -dijo-, "Mis
nombres serán cantados en cada pueblo y ciudad del mundo".
Caitanya entregó asimismo la comprensión más abarcativa del teísmo
Védico. Se enfrentó personalmente a los dos mayores impersonalistas de Su
tiempo, Prakasananda Swami y Sarvabhauma Bhattacarya, y presentó una
exposición teísta tan poderosa del Vedanta-sutra, que ambos reconocieron la
devoción por Krsna, como el objetivo de los Vedas, y bailaron y cantaron con
Caitanya.
Toda la obra de Krsna, Vyasa, Buda y Sankara, por establecer la cultura
Védica en Kali-yuga, alcanza su concreción, en la aparición de Sri Caitanya
Mahaprabhu. En los Vedas originales, el Kali-santarana Upanisad había
revelado, "No se puede hallar un método de religión más sublime, en Kali-
yuga, que el canto de Hare Krsna". Y adelantándose al advenimiento de
Caitanya, Vyasa había registrado en el Bhagavatam: "En la Era de Kali, las
personas inteligentes realizan el canto en congregación, para adorar la
encarnación que constantemente entona el nombre de Krsna. Aunque Su
complexión no es negruzca, El es Krsna Mismo. Está acompañado por Sus
asociados, sirvientes, armas (o sea, el mantra Hare Krsna) y sus compañeros
confidenciales". Sri Caitanya Mahaprabhu, luego, es el dador por mucho
tiempo esperado, del medio de realización espiritual para esta Era.
Han pasado diez maestros espirituales en sucesión, desde Sri Caitanya a
Srila Prabhupada, y lo único apropiado es que lo hallemos, en el Invierno de
1966, lejos de su India natal, en las calles azotadas por el viento de Nueva
York, el centro de la civilización tecnológica mundial, el corazón de Kali-
yuga. Es el mejor lugar para que el lleve la semilla de la cultura Védica.
Aquí es donde la obra de Krsna, Vyasa, Buda, Sankara y Caitanya, al cuidado
de su sirviente apoderado, Prabhupada, florece y da frutos.

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Manifiesto para una Política de
Trascendencia
El Partido Republicano parece haber emergido de su reciente convención
anual, como un partido conservador americano reconstruído, y las elecciones
de Noviembre, brindarán a los electores la posibilidad de elegir al menos
entre una derecha clara y una izquierda clara. Ellos dicen que eso es
bueno, pero yo siempre tuve problema en hacer esa clase de elección, y
sospecho que a mucha gente le sucede lo mismo. Mi problema es que ambas
facciones parecen ser criteriosas.
Siempre que encaré a un partidario ya sea de la derecha o de la
izquierda, he sido capaz de apreciar su punto, lo cual me paralizaba en
cierto modo y me hacía sentir sinceramente apolítico. Envidiaba la
seguridad de quienes eran partidarios de uno u otro bando. Por supuesto,
siempre estaba el centro, el refugio tradicional de los indecisos ideológicos
como yo. Pero yo necesito consistencia, y hay contradicciones, en especial en
la política social. De manera que estaba inmóvil.
No podía rechazar la convocatoria de la izquierda a mis más elevados
ideales, a mi inamovible intuición de que todas las personas son iguales y
que el factor social debe reflejarlo. Empero, cuando la derecha insistió, con
un crudo realismo, de que las personas, de hecho, no son iguales, y que
ninguna cantidad de sentimiento las hará así, tuve que acceder. Cada bando
tenía un fuerte fundamento, pese a que noté que ninguno parecía abrazar su
posición, merced a la observación desinteresada de la naturaleza de las
cosas. La derecha contaba con la mano social alta, y quería conservarla; la
izquierda estaba abajo, y quería una pierna arriba. En cuanto a mí,
estaba fuera de la cosa totalmente; no me identificaba ni con los que tenían
el poder, ni con los que querían tenerlo. Igualmente, no desestimaba la
importancia del tema, las elecciones presidenciales americanas pueden, como
lo proclaman los críticos, hacer creer todo, pero el destino del mundo oscila
entre la hostilidad de los capitalistas de la derecha, y los comunistas de la
izquierda. Eso nadie puede ignorarlo.
No me convertí en un devoto de Krsna para resolver mi impasse
ideológico, mas entre las esperanzas brindadas por la conciencia de Krsna,
había una doctrina social que resolvía este dilema, que unificaba, sin
contradicciones, en una política social concreta, la igualdad absoluta de
todos, con las desigualdades relativas que sus diferentes habilidades y
aptitudes generan. Esta visión social, probó algo que yo había considerado
imposible: una sociedad con una clara división del trabajo, en clases, pero
sin explotación, enemistad ni conflicto. Era un descubrimiento
extraordinario y estimulante, pues observé que es la solución a la política
que amenaza a todo el mundo.
El varnasrama-dharma, como se denomina el manifiesto social de la
conciencia de Krsna, es el ferroprusiato para una civilización espiritual,
pues se basa en la idea de que las personas son seres espirituales. Como
criaturas vivientes, somos diminutas chispas eternas del ser viviente
supremo, aunque ahora estamos confinadas dentro de cuerpos materiales
mortales. No podemos esperar plausiblemente el alcance de la felicidad,
basado en nuestros cuerpos, pues es seguro que los mismos se enfermarán,
envejecerán y finalmente morirán, sino que nuestro bienestar solo puede
basarse en el cultivo de nuestro ser auténtico y eterno, el alma.
Sufrimos irremisiblemente porque nos identificamos con nuestros cuerpos,
acosados, como lo están, por la naturaleza material. De manera que, si una
sociedad quiere asegurar el mayor bien a todos sus miembros, debe hacer los
arreglos para que todos ellos obtengan iluminación relativa al ser verdadero,
para así ingresar en una plena conciencia pura, que es eterna, llena de
conocimiento y bienaventuranza. A la vez, tal sociedad debe satisfacer, tan
sencilla y eficientemente como sea posible, todas las necesidades del
cuerpo. El varnasrama-dharma está diseñado para alcanzar ambos objetivos.
Un materialista, objetaría de inmediato que "el alma" es una concepción
metafísica, que se refiere a algo que no podemos experimentar, todo sistema

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social basado en ella sería bastante dudoso. Pero es simplemente falso que
el alma no puede ser experimentada (por cierto, es la condición que hace que
experimentemos todo) y la sociedad varnasrama, está diseñada precisamente
para nutrir esa experiencia. Y dado que la sociedad materialista crea las
condiciones para hacer que la experiencia del alma sea virtualmente
imposible, la objeción, en efecto, urge la cuestión.
Somos seres espirituales en cuerpos materiales, y es el varnasrama-
dharma el que integra y reconcilia la absoluta igualdad de las personas, como
seres espirituales, con las desigualdades relativas impuestas en ellas por
las condiciones de su encarnación material. Expresa que la sociedad debe ser
dividida en cuatro grupos ocupacionales (llamados varnas) y cuatro órdenes
espirituales (asramas). Esta división en varnas, es bastante natural.
Ninguna sociedad civilizada puede serlo sin cuatro clases: los
intelectuales (llamados brahmanas), los líderes políticos y militares
(ksatriyas), los agricultores y comerciantes (vaisyas), los trabajadores y
artesanos (sudras). La falta de cualquiera de éstos, obviamente afectaría a
la sociedad. Ellos forman la cabeza, los brazos, el vientre y las piernas del
cuerpo social, que solo puede ser saludable si todas las partes cooperan
entre sí. Además, todo ser humano nace con una constelación de cualidades
innatas y aptitudes, que lo ubican en uno de estos cuatro grupos. (Las
cualidades personales por sí solas determinan la calidad de miembro; la
calidad de miembro por nacimiento, como en el sistema de castas hindú, no es
el auténtico sistema varna).
Si describiera los deberes y cualidades de cada uno de estos varnas,
ustedes se hallarían en condiciones de reconocer intuitivamente los cuatro
tipos humanos.
El brahmana, o intelectual, conoce la verdad absoluta, por el
conocimiento teórico y la realización directa, y bajo esa luz, el guía las
políticas prácticas de los líderes políticos. Como la cabeza de la sociedad,
el posee la visión para dirigir las acciones de todo el cuerpo. La ocupación
del brahmana es ser maestro, y el instruye a todos, no solo sobre el servicio
particular de su varna, sino también sobre el servicio universal a Dios, que
es la base de la autorealización. Un joven adecuado para ser entrenado como
brahmana, debe amar el estudio y desear el conocimiento. Es por naturaleza
pacífico y tolerante, y se atrae espontáneamente por la pureza, el
autocontrol y la austeridad. Es honesto, e instintivamente religioso.
El servicio del ksatriya es proteger a los demás miembros de la
sociedad. El gobierna, y cuando es necesario, lucha. Una persona adecuada
para ser entrenada como ksatriya debe ser bastante inteligente, pero su
inteligencia tendrá una orientación más práctica que la del brahmana. Posee
un gran coraje natural y se atrae por la ejecución de grandes obras, a riesgo
de su persona. Es un líder natural, ingenioso y determinado. Su cuerpo es
fuerte; su carácter, fuerte. Es espontáneamente liberal y generoso, y le
gusta usar su fuerza para proteger a los demás.
Las ocupaciones del vaisya son la agricultura, el comercio, los negocios
y, -esto es importante-, la protección de la vaca. Los vaisyas producen la
riqueza de la sociedad. También deben ser inteligentes, pero su
inteligencia es de un tipo más astuta y ceñida que la del ksatriya. Los
vaisyas no son tan apasionados como los ksatriyas, y les falta su coraje y
su espíritu liberal. Al ksatriya lo impele el heroísmo; al vaisya, la
ganancia. La protección de la vaca, previene al vaisya de sucumbir a la
codicia y la explotación. Considerando a la vaca como su madre, pues le da
la leche y al toro que tira del arado, para producir granos, como su padre,
el vaisya aprende a vivir de una forma personal armoniosa, no explotadora,
con los animales -y con la tierra- que produce su riqueza. La protección
de la vaca infiltra sentimientos religiosos en los vaisyas y los conserva en
comunión con la tierra.
Aquellos que no son lo bastante inteligentes como para ser brahmanas,
ksatriyas o vaisyas, son sudras. Ellos hacen el trabajo manual de la
sociedad. Puesto que les falta la inteligencia para la acción independiente
de los demás, los sudras trabajan bajo supervisión, como asistentes
generales de todos los otros varnas.

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Considero que las ventajas de reconocer estas divisiones, son evidentes.
Puesto que las mismas se basan en el carácter natural y las aptitudes, es
posible discernir la tendencia de un niño a una edad temprana y diseñar su
educación para desarrollar sus talentos naturales y cultivar las virtudes
características de su posición. Ello resolvería los problemas de vocación y
motivación que ahora asolan a nuestro sistema educativo. Con el
reconocimiento explícito de cuatro grupos separados, cada uno se desarrolla
como una sub-cultura diferenciada. Cada varna requiere su propio juego de
deberes particulares y valores (llamado sva-dharma). El no reconocerlo trae
miseria y confusión, al tratar de imponer los de uno en todos, o inventando
alguna norma "universal", que no cuadra a nadie. Si reconocemos los cuatro
varnas, entonces la gente trabajará con todo su talento y energía, y la
sociedad prosperará con sus contribuciones.
Por supuesto, escucho la objeción altisonante: Ud. ha argumentado en
pro de una estructura de clase, increíblemente reaccionaria (¡los sudras!
ciertamente) que contendrá todos los abusos intrínsecos a tales divisiones.
Los grupos elevados, explotarán a los inferiores, la injusticia social
florecerá, y el odio y el conflicto disgregarán a la sociedad.
La respuesta a este problema, es sanatana-dharma, "religión y deber
eterno". Aunque cada varna posee su sva-dharma particular, todos se cobijan
por igual en la bóveda del único dharma universal, llamado sanatana-dharma.
Tal es la intensa conciencia común del servicio cooperativo subordinado, a
Dios. En la práctica del sanatana-dharma, todos son absolutamente iguales.
El sanatana-dharma, es más importante que el sva-dharma, y previene
efectivamente la explotación de un grupo por otro.
La intuición de la igualdad de todas las personas, es una realización
espiritual. Es un hecho que demanda reconocimiento en la política social
concreta. A la vez, las diferencias materiales entre las personas, también
demandan reconocimiento. El error de la derecha, sin embargo, es observar
tales diferencias como fundamentalmente importantes, y conceder a la igualdad
espiritual solo un leve servicio (si es que se le concede alguno),
colocándolo a salvo, en el otro mundo. La izquierda erra, por otro lado, en
la aplicación del concepto. Trata de imponer un hecho espiritual sobre una
condición material, imponiendo la igualdad donde no existe.
El varnasrama-dharma, sintetiza la diferencia material con la unicidad
espiritual. Reconoce que las personas nacen con capacidades materiales
diversas, y que no sirve ni al individuo, ni a la sociedad, el pretender otra
cosa. Por ello, el varnasrama-dharma posee división de clases, pero sin
explotación, injusticia, envidia y conflicto. De esta forma:
Antes que nada, la meta de todos los miembros de los varnas es la
autorealización, de modo que la norma del avance en la vida, para todos, es
una cuestión de progreso espiritual, no de agrandamiento material. Aunque un
individuo realice un servicio particular, conforme a su condición material,
su primer y principal deber en la vida, es comprenderse a sí mismo como ser
espiritual, distinto de su cuerpo material temporal. Eso es el varnasrama-
dharma y ofrece un medio poderoso de realización espiritual (enseñado en el
Bhagavad-gita) que está disponible por igual a todos los varnas, al margen de
las cualificaciones materiales. Por ello, el éxito o avance en la vida, no
depende de obtener riquezas, poder o prestigio social.
Además, la sociedad varnasrama, está centrada en Dios. El sanatana-
dharma, la religión eterna o esencia natural de los seres espirituales
infinitesimales, es servir al Ser Supremo infinito Uno. Se hace ofreciendo
los frutos de la labor, en el servicio devocional a Dios, quien de esta
manera es reconocido concretamente como el disfrutador Supremo de todo. La
explotación emerge solo cuando una persona olvida su posición como sirviente,
y trata de usurpar la posición de Dios, utilizando los bienes o trabajo de
otro, para su propio disfrute. Puede que yo sirva a otro, mas si yo observo
que el otro es, en efecto, tan sirviente como yo lo soy, entonces él no me
explotará, ni yo estaré envidioso de él. En la intensa conciencia común de
la supremacía de Dios, y de la ligazón universal de la servidumbre
subordinada a Dios, la cual los líderes, por encima de todos, enseñan
mediante sus propias acciones, se funda la armonía y la cooperación entre
los varnas, que previene la explotación, la envidia y el conflicto. Puesto

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que el deber de todos es el servicio devocional, las diferencias materiales
entre las ocupaciones, no importan. Barrer las calles y gobernar, valen lo
mismo, y toda persona puede ser perfecta, haciendo su propio trabajo en el
servicio de Dios.
Por supuesto, si alguien que ocupa un puesto de responsabilidad, pierde
su sentido de servicio subordinado y comienza a explotar sus facilidades,
para su propio disfrute, surgen los males de la división de clases, que
hemos experimentado en nuestra época. Una fuerte salvaguarda contra ello,
es la institución de asramas, una división de la vida en cuatro etapas, que
debe ser observada especialmente por los brahmanas y ksatriyas. Este sistema
sostiene que una persona primero debe ser educada como estudiante célibe
(brahmacarya) antes del casamiento, la familia y la vida "mundana"
(grhastha). La vida de grhastha debe finalizar alrededor de los cincuenta
años, cuando el esposo y la esposa dejan la vida familiar y los asuntos
sociales y cultivan la renuncia y la vida espiritual (vanaprastha).
Finalmente, cuando están lo bastante preparados, se separan, y el esposo
transcurre por el final de su vida, como un predicador mendicante ambulante
(sannyasa). De esta forma, el sistema asrama asegura que las personas
socialmente más poderosas, también sean las más renunciadas.
La solidez de todo el sistema varnasrama-dharma, reposa últimamente en
los brahmanas. Ellos educan a todos los miembros, y sus enseñanzas tendrán
fuerza, ordenando el respeto de los poderosos y apasionados ksatriyas, en la
medida en que ellos mismos establezcan el más elevado ejemplo de pureza y
renuncia. La pureza de la cultura brahmínica, es el fundamento del
varnasrama-dharma.
Puede que este sistema les recuerde, -como lo hizo conmigo la primera
vez que oí su descripción-, a la sociedad de la Europa Medieval, una
civilización conscientemente centrada en Dios, con sus cuatro órdenes del
clero (brahmanas), los señores feudales (ksatriyas), la burguesía (vaisyas) y
los siervos (sudras). Por un tiempo, al menos, los reyes europeos requirieron
de la sanción sacerdotal para gobernar; el Pontífice era el mayor regente.
El rey ideal se suponía como santo. Empero, dicha sociedad, era solo una
aproximación algo primitiva del varnasrama-dharma.Los brahmanas nunca
llegaron a un nivel lo suficientemente elevado de pureza, y al corromperse,
la civilización perdió su visión espiritual, cualesquiera haya sido su grado,
y todo el sistema se desmoronó. Y aún se sigue desmoronando.
El colapso del primitivo varnasrama-dharma medieval ha llevado más de
quinientos años, y constituye toda nuestra historia europea moderna.
Comenzó con la corrupción de los brahmanas. Cuando los brahmanas fueron
teñidos de ambición mundana, perdieron su autoridad moral y espiritual -el
único poder que jamás poseen-, y los ksatriyas comenzaron a considerarlos
como príncipes mundanos, al mismo nivel que ellos. Ya no hay más
justificación para el predominio brahmínico, y en consecuencia, los
ksatriyas rompen con el dominio brahmínico, y se produce en Europa una
revolución social epitomizada por la Reforma Protestante. Sin la dirección
y la contención brahmínica, los ksatriyas perdieron rápidamente el
autocontrol y se volvieron tiranos intolerables. Ya no pueden justificar
más su soberanía por sanción divina. Los vaisyas, por lo tanto, se rebelan
contra la opresión de una nobleza corrupta e inútil, hecho epitomizado por
la Revolución Francesa. Los inteligentes y emprendedores vaisyas,
renacen, acumulan capital, edifican la industria y el comercio y, en su
codicia ilimitada por obtener ganancias, oprimen y explotan rudamente a los
sudras, que a su vez montan su propia rebelión, ejemplificada por la
revolución comunista.
El concepto de varnasrama-dharma, de esta forma evidencia claramente su
propia historia inteligible, y varias cosas se aclaran. Una de ellas es que
hemos formado nuestras ideas de la sociedad, clase y sus relaciones, sobre la
base de una sociedad en diversas etapas de decaimiento progresivo o colapso,
y ahora estamos viviendo a través de la fase terminal de dicho colapso. La
idea de varnasrama-dharma es de esta forma, bastante relevante en relación a
nuestra experiencia contemporánea social y política.
Podemos notar el conflicto actual entre la derecha y la izquierda, los
capitalistas (vaisyas) y los comunistas (sudras), como el término de un largo

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proceso de decaimiento social y ninguno de ambos bandos posee futuro alguno,
ninguna esperanza de crear una sociedad justa y estable. Ambos se arraigan
en el pasado, y son expresiones de la putrefacción social. Ciertamente, la
sociedad europea y americana del siglo veinte, ha sido fatalmente infectada
por los valores administrados por los vaisyas. Mas dichos valores de los
vaisyas no implican ninguna mejora. Pues la filosofía materialista, el
comunismo, nutre las semillas de la explotación y el conflicto, en vez de
eliminarlas, alentando las propias condiciones que en apariencia trata de
combatir. En consecuencia, con el comunismo nunca habrá una sociedad libre
de la dominación de un grupo por el otro, de los muchos por unos pocos, y esa
dominación será ejercida por los medios más brutales posibles. Tanto la
ideología capitalista como la comunista, son productos de la explotación y la
envidia, y ninguna de las dos tiene la esperanza de eliminarlas. Ellas no
pueden ofrecer alivio al proceso de degeneración social, porque son creados
por el mismo, y el conflicto entre ambas, asegurará meramente, de un modo u
otro, la eventual destrucción de la civilización.
Si es que hay alguna chance de restaurar la civilización humana, el
ímpetu debe provenir desde fuera de las condiciones de decadencia. Debe
comenzar con la creación de los brahmanas. El movimiento de conciencia de
Krsna fue diseñado específicamente para crear a esos brahmanas, el núcleo de
una cabal sociedad varnasrama-dharma. Una sociedad varnasrama-dharma
moderna, no tiene que reiterar los logros limitados espirituales, sociales y
tecnológicos de la Europa Medieval. La conciencia de Krsna brinda un nivel
mucho más elevado de pureza que el que estaba disponible para los brahmanas
del Medioevo. (Eso lo pueden verificar personalmente). Y una nueva sociedad
varnasrama-dharma puede utilizar todos los recursos tecnológicos de nuestro
tiempo, en el servicio divino. En tal sentido, el movimiento de conciencia
de Krsna es el germen de una nueva cultura, el potencial de una civilización
humana cabal, que brota justo cuando la vieja y primitiva civilización
varnasrama, llega a las etapas finales de su destrucción. Nos ofrece una
alternativa a todos los que estamos atrapados en esa destrucción.
Nos hemos alejado bastante de la Convención Nacional Republicana, mas
espero que cuando se enfrenten a la elección entre la derecha y la izquierda,
en Noviembre, y después, a medida que el Presidente conduzca el conflicto con
las Naciones comunistas, lo observarán bajo una nueva luz. El varnasrama-
dharma, resuelve ese inabordable problema político. Es una solución
radical, en el sentido de que va a la raíz del problema, y convoca a la re-
espiritualización de la sociedad humana. Puede que parezca que pedimos
mucho, mas puede que los tiempos no nos den otra alternativa.

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Anhelos Inmortales
A nadie le gusta ser portador de malas noticias. No solo es
desagradable; puede ser peligroso. Los reyes tenían la costumbre de matar a
los portavoces de mensajes de derrota, en ese mismo lugar. Aunque así sea,
muchas personas reconocen que la verdad, por desagradable que sea, es
preferible a la ilusión, por muy encantadora que sea. Esto es, después de
todo, una cuestión práctica, pues los hechos que nos afectan, poseen una
cierta obstinación implacable, ante la cual, hasta las ilusiones más
urgentes se rinden eventualmente. Los hechos ganan siempre, simplemente
porque son hechos.
Quizás hayan deducido que tengo algunas cosas para decir, que no son
placenteras. Por cierto, la ilusión que quiero destruir es quizás la más
profundamente arraigada y penetrante de todas las conviciones humanas. Es la
idea de que podemos alcanzar la felicidad a través del disfrute de nuestros
sentidos, especialmente a través del prototipo del placer, el sexo y el amor
sexual. Ciertamente que ningún esfuerzo ha sido perseguido tan tenazmente,
pese a contar con el mayor record de fracasos, como es el caso. Lo que
maravilla es que esta historia de derrota universal, no ha menoscabado en
nada la esperanza de la victoria inminente.
Ciertamente, con la desintegración de las religiones tradicionales y el
establecimiento oficial de las filosofías seglares, esta ilusión ha cobrado
la fuerza de una obsesión. Si no somos más que animales sofisticados, si
nuestra existencia como sujetos conscientes individuales es algo arrojado al
azar entre dos infinitos de nada, entonces seríamos necios en no fomentar
nuestra cuota de duración de bienaventuranza sensual, tanto como sea posible.
Puesto que es todo lo que tenemos, tenemos que concederle nuestros mejores
esfuerzos.

Fantasía Sexual

Tales sentimientos, han contribuído en mucho a la actual difusión del


movimiento hacia un despertar sensual pleno, mediante la liberación de la
sexualidad. Dado que el cuerpo nos brinda el único acceso a la felicidad,
debemos extirpar esas vallas que impiden su concreción, esos impedimentos
internos inculcados por religiones y morales descartadas, que niegan la vida,
la represión de los deseos, la conciencia de culpa, el temor y odio por el
cuerpo. Ahora uno cultiva una vida liberada y expansiva, libre de todas las
presiones; uno aspira a beber profundo en los pozos del placer puro,
incontaminados por la culpa o la verguenza, sanado y con un espíritu pleno,
a través de la aceptación gozosa del cuerpo y su celebración.
No hace falta demasiada experiencia en la conducta real de las
relaciones sexuales para que una persona alerta reconozca que esa visión de
sexo irrestricto, gozoso, es una fantasía irrealizable. No obstante, la
fantasía aún parece seguir ejerciendo una fascinación irresistible. Supongo
que la gente culpa a sus decepciones de las represiones aún no purgadas, a
la culpa residual y a la verguenza, y a una falta de confianza y rendición al
propio cuerpo.
Pero de hecho, ninguno de nosotros confía absolutamente en el cuerpo,
ni se rinde a él, porque sabemos, más allá del engaño y las bravatas, que
nuestros cuerpos son frágiles y débiles, y están muriendo, y que el mayor
placer que nos da es dolorosamente breve. Nos hallamos ligados dentro de un
complejo de músculos y venas que la naturaleza puede desmantelar en cualquier
momento, en miles de maneras horribles y distintas. Nuestra fuerza y belleza
se diluyen a diario. Nuestro cuerpo se desintegra delante de nuestros ojos y
se convierte en una fuente principal de sufrimiento, y después morimos.
Por lo tanto, nadie puede ayudarse, sino horrorizarse ante el cuerpo
(aunque a través de la mente, se repriman esos sentimientos como medio de
auto-protección). Este horror, no es un odio o temor artificial impuesto por
alguna religión que niegue la vida. Es solo una reacción sensible a una
percepción correcta.

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Nuestra posición se halla dividida intrínsecamente. Nosotros no somos
un todo. Estamos dotados de una conciencia desarrollada, que provoca la
encarcelación que sufrimos en estos cuerpos, similar a la de aquellos
animales que mueren por nuestra culpa. Podemos imaginar, hacer
abstracciones, generalizar, ir mucho más allá de los límites del tiempo y
espacio locales. Nuestras mentes buscan continuamente los primeros
principios detrás de todas las cosas, por el uno que subraya los muchos, por
lo permanente que persiste pese al cambio, por lo eterno, allende lo
temporal. Mientras tanto, luchamos denodadamente en un cuerpo muerto.
Nuestros espíritus buscan lo infinito; nuestras muelas se pudren.
La conciencia que nos brinda tales fuertes intimaciones de la
inmortalidad, también nos obliga a tener la plena seguridad de nuestro
desamparo ante la naturaleza, nuestra fragilidad ante el enorme peso del
universo, y la constante amenaza de la muerte, bajo la que vivimos. Hasta un
niño pequeño relaciona el corte sufrido en su dedo con los animales que
observa acuchillados a la vera del camino.
Igualmente, estamos poseídos por un deseo irremisible de placer, con la
convicción de que ser felices es nuestro derecho. Esto entra en conflicto
con la realidad de nuestra condición. Por lo tanto, la mente reprime con
gran poder nuestra percepción de la realidad y nuestro horror ante nuestra
situación. Toda persona admitirá verbalmente que sabe que va a morir, pero
esa admisión suena curiosamente hueca. Es como si se estuviera refiriendo
a alguien más. En su corazón, rehúsa creerlo. Así es como vive una "vida
feliz", al menos por un tiempo.
Debemos reconocer que mucho de la cultura humana es cómplice en
sostener esta ilusión vital, un artificio hábil para mantenernos
inconscientes. Nos alzamos y transitamos hacia metas simbólicas o
artificiales, para poder probarnos a nosotros mismos nuestra fuerza y poder,
nuestra invulnerabilidad y estabilidad; tenemos miles de caminos para
palmearnos a nosotros mismos y a los demás en la espalda. Pero por
supuesto, la naturaleza es incansable y no presta atención a nuestros
tiernos y finos sentimientos, a nuestras banderas y estandartes, a nuestra
lista de conquistas y victorias. Mientras nos mantenemos resueltamente
preocupados y distraídos, absortos en nuestras empresas ilusorias, viene la
muerte, para gran sorpresa nuestra.
Descartamos a la muerte de nuestra mente para ser felices, pero en
realidad eso no funciona. Por el contrario, puesto que en este mundo la
vida y la muerte están firmemente unidas entre sí, replegarse de la muerte,
es replegarse de la vida. Uno no puede ser selectivamente inconsciente.
Esto explicaría la pérdida de esa visión gloriosa y brillante del mundo
que conocimos de niños, el lamento incesante y perdido de un poeta. De
alguna manera, caímos de la gracia, y de ahí en más, experimentamos la vida
con un espíritu muerto y una conciencia estrecha, una capacidad para sentir
reducida. La adultez nos inicia completamente en el sistema establecido de
ilusiones, en una vida de esfuerzo intenso que tiende hacia metas fabricadas
por el hombre, cuyo verdadero propósito es mantenernos apartados del
pensamiento. Una vida así es necesariamente delgada, gris, insípida, y
posee una corriente subyacente de desaliento constante, que machaca, para el
cual muchas sociedades proveen alguna suerte de anéstesico como ser los
intoxicantes, la televisión, o cosas parecidas. En total, la maravilla y
esplendor del mundo idílico de nuestra niñez brilla sobre nosotros, mas nos
hemos apartado de él por temor, pues hemos aprendido que es un lugar de
muerte.
Ese descubrimiento comienza lo bastante temprano, pues nuestro retiro
de la irrealidad organizada toma su tiempo. Empero, hay una cosa, más que
ninguna otra cosa, que lo sella. El sexo.

El Fracaso Ultimo

Mi aseveración, por supuesto, va en contra de la tendencia del


movimiento de liberación sexual, que preconiza que a través del sexo podemos
recobrar una nueva inocencia, e ingresar a un mundo radiante con una
experiencia intensa y gozosa. Pero tal postura liberada, ignora que el

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cuerpo, que es el vehículo del placer sexual, es también el vehículo del
dolor y la enfermedad, y la muerte.
La iniciación sexual, esa experiencia de maravilloso sometimiento al
cuerpo para el placer, es precisamente la experiencia que más contribuye a la
capacidad disminuída para vivir. No es tan difícil de apreciar. Nuestro
primer acto sexual, precipita una tenaz identificación con el cuerpo, nos
liga fuerte y rápidamente. De ahí en adelante, nos abocamos al proyecto
de buscar la felicidad a través de los sentidos. Al mismo tiempo,
despertamos a un miedo profundo : Hemos sellado nuestro pacto con la
mortalidad. Dado que el sexo mata el espíritu; acelera todos los sentidos.
Se convierte en el centro del disfrute material. Empero, los placeres
sensuales dependen completamente del arreglo favorable de las circunstancias,
de modo que cuanto más se aboca una persona a perseguir ese placer, mayor es
la ansiedad. Principalmente, se necesita de dinero. El sexo lo insta al
trabajo excesivo. El asegurarse parejas sexuales atractivas es, en el mejor
de los casos, un cometido elaborado y problemático, con peligros para la
propia auto-estima. A medida que la persona envejece, el objetivo se torna
más arduo y depende casi por completo de su habilidad en mantener su
prestigio social y exhibir su opulencia y generosidad. No hay límite para
el temor y la preocupación.
Por otro lado, podemos intentar apartarnos de las ansiedades del
mercado sexual general, y tomar el consejo de incontables canciones
populares, buscando el "amor" y quien nos "ame" a cambio. Tal hallazgo es
de por sí bastante raro, y difícilmente termine con nuestros sufrimientos,
Por el contrario, nada se compara con nuestra angustia, cuando perdemos el
objeto de nuestro amor, o de su amor por nosotros. Y hemos descubierto
que las relaciones monogámicas son cada vez más breves, a medida que las
demandas de la gente por concreciones emocionales y sexuales se vuelven cada
vez más grandes. El amor romántico no es en absoluto un refugio. Es siempre
fluctuante; nos hace más vulnerables al sufrimiento que nunca; y la
incesante glorificación del mismo, simplemente ha hecho que la gente persiga
una bienaventuranza eterna que el mundo no puede brindar.
Nuestra incapacidad para mantener las relaciones, se halla en el
corazón de nuestro predicamento. Toda nuestra felicidad y nuestro logro
dependen de relaciones exitosas y duraderas, y nuestro último fracaso en
alcanzarla, se denomina muerte. Las pequeñas pérdidas, prefiguran la mayor
de todas. Queremos vivir, desarrollar nuestro organismo, aumentar el poder
de nuestro ser, en suma, superar a la muerte. Dado que el sexo es el acto
de creación de la vida, nos volvemos a él, para comulgar con la energía de la
propia vida y para probar nuestra fuerza vital. Esta fuerza se encarna en la
progenie. Nuestra familia se convierte en el núcleo de una fortaleza,
compuesta por el estado real, el dinero, las conexiones sociales, el
privilegio y el poder. Nutrimos nuestra fuerza vital compitiendo con los
enemigos y destruyéndolos. De esta forma, prosperamos y nos expandimos con
gloria. Empero, todas estas actividades poseen un carácter desesperado y
guiado. Estamos tratando de engañarnos a nosotros mismos. Pues sabemos de
corazón que nada puede protegernos, que todos nuestros poderosos amigos,
parientes aristocráticos y niños de cara dulce son soldados falibles en la
guerra, y que todos estamos condenados.

Rebelión contra la Muerte

Considero que he delineado un cuadro honesto de nuestro predicamento


humano, y temo que a esta altura, ustedes piensen que soy voluntariamente
obtuso. Quizás estén deseando admitir que todos nosotros tenemos que
reconocer una menor felicidad en la vida, de la que es deseable (como
expresara Freud, el "principio de la realidad" reemplaza al "principio del
placer"), y deben admitir que el sexo nunca vive realmente a la par de sus
promesas. De todos modos, aún nos brinda algún placer, y con el dolor y el
sufrimiento que tenemos que encarar, ¿porqué no aceptar al menos este placer?
El sexo es una corriente biológica; es fundamental para la vida misma.
No podemos librarnos de el, y en caso de hacerlo, no es sin dificultades,
incluso peores que las dificultades de supresión y frustración. Entonces,

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¿qué podemos hacer? Es simplemente perverso el seguir hurgando en el lado
oscuro de las cosas, y todas estas malas noticias están fuera de foco.
Mas sí hay, les aseguro, un punto.
Quisiera que consideraran la posibilidad de que nuestra rebelión contra
la sentencia de muerte impuesta por el cuerpo, nuestra conciencia instintiva
de que estamos creados para más que una destrucción casual, puedan tener un
justificativo en un hecho oscuro, apenas aprehendido. Nuestra conciencia
humana desarrollada, que nos mantiene cómodos en un cuerpo de animal, puede
estar indicando, o ser un síntoma de un rasgo fundamental de existencia.
Dicho de otro modo, consideren la posibilidad de que nuestro compromiso
en lo sexual, y toda la empresa frenética de la vida sensual, que se expande
a partir de lo mismo, constituye una clase de intoxicación o estupefaciente
seguro, que ocluye la conciencia normal de nuestra verdadera naturaleza, una
naturaleza que, en efecto, no está sujeta a la muerte. De ser así, hay un
prospecto para realizar, a través de la excavación en ese ser eterno, una
felicidad inherente e inalienable, absolutamente independiente de los estados
del cuerpo. Uno puede alcanzarla, sin embargo, solo si puede remover la
estupefacción de la conciencia, dirigiendo las propias energías fuera del
proyecto de la satisfacción material que se centra en el sexo.
El proyecto de descubrir el ser eterno que estoy proponiendo, no debe
ser confundido con los programas represivos que se han propagado en nombre
de la religión. El proyecto de autorealización no convoca la preservación
de una vida desolada de frustración y privación, para alcanzar un futuro
disfrute celestial. Tampoco propone que busquemos la felicidad como una
"paz" natural, la mera ausencia del dolor, a través de la atrofia de los
afectos. Por el contrario, yo propongo que nuestro deseo de poseer una
existencia eterna de bienaventuranza ininterrumpida y crecientemente intensa,
es legítimo, y que hay una manera práctica en que podemos concretarla de
inmediato, una forma tan natural, poderosa y atractiva, que todas las otras
ocupaciones pierden su fascinación.

Ignorancia Fundamental

Puede que estén pensando, -sin embargo-, que si hubiera algo como ésto,
ya hubiera sido aceptado por nuestros líderes intelectuales y políticos, y
aplicado en el sistema educativo. El problema es que el conocimiento de una
persona, es relativo a su situación. Cuando una persona está acostumbrada al
disfrute sensual y al sexo, sus instrumentos de percepción funcionan mal,
de modo que es incapaz de aprehender o experimentar su propia naturaleza
eterna, al margen de cuan sobresaliente pueda ser. Tales personas están
sumergidas en una ignorancia tan profunda, tan fundamental, que incluso su
gran conocimiento es realmente una suerte de avance en la ignorancia.
Pese a los repetidos fracasos, ellos perpetuamente persiguen esquemas
desesperanzados y quijotescos para tener felicidad, y parecen albergar un
rechazo de tipo animal por el carácter esencial del mundo. Pese a que
desvían a otros, no obstante, en definitiva no son dignos de provocar ira
ni encono: sufren como todos los demás.
El conocimiento que concierne al ser eterno y el método de liberarlo,
solo pueden provenir de aquel que es libre. Esto implica que si existe tal
persona, debe haber habido una sucesión histórica de ellos que transmitiera
la enseñanza en línea descendente. En efecto, tales tradiciones han surgido
en muchos países, y bastantes, ciertamente, aunque lo usual es que florezcan
por un tiempo, se comprometan con el espíritu de disfrute material y luego
parezcan absurdas y sean rechazadas.
A mí me enseñó la ciencia de la autorealización, Su Divina Gracia
A.C.Bhaktivedanta Swami Prabhupada, quien viene de una tradición histórica
que se remonta a miles de años atrás, en la India. Las enseñanzas de esa
tradición, registradas en antiguos textos sánscritos como ser el Bhagavad-
gita y el Srimad-Bhagavatam, reconocen una variedad de métodos para la
autorealización, mas recomiendan con fuerza, por sobre todos ellos, el método
llamado bhakti-yoga.

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Para ayudar a explicar este método de liberar el ser, permítanme
primero establecer una descripción más detallada del ser y su relación con
la materia y con otros seres.
Hay dos categorías de seres. Todos los seres son eternos y de
naturaleza de bienaventuranza y conocimiento puro, pero una categoría
contiene infinitos seres y la otra categoría contiene un Ser solo. Ese
único Ser es denominado el Ser Supremo, porque sostiene completamente a los
muchos. El Uno es infinito y auto-suficiente; los muchos son
infinitesimales y dependientes. (Pueden llamar a los muchos seres
infinitesimales "almas" y al Ser uno infinito, "Dios", pero yo he eludido
estos términos, porque la filosofía especulativa y la teología los han
cargado de tanta mala información, controversia y por lo general un mal
nombre que no comenzaría con expresiones claras en la pizarra verbal).
Pueden comparar al Ser Supremo con el Sol y a los seres subordinados con
las partículas atómicas de la luz solar; entonces, podemos hablar del Ser
Supremo Uno como el energético y referirnos a los multitudinarios seres
subordinados como la energía. Tal como los átomos de la luz solar son parte
del Sol, aunque quitados de él, así los seres individuales son partículas
separadas del Ser Supremo, y acorde a ello, cualitativamente idénticos con el
Supremo, aunque cuantitativamente diminutos. Cada ser fragmentario posee
una minúscula asignación de todas las cualidades del Ser completo.
El ámbito en el cual el Ser Supremo Se relaciona eternamente con los
seres subordinados, se denomina energía espiritual, o interna. En esa
atmósfera, el Ser Supremo es el inamovible objeto de amor para los seres
subordinados, porque El es supremamente atractivo, por esta razón, El se
llama "Krsna" (el Uno absolutamente atractivo). Cada acto de los seres
subordinados, expresa su amor creciente e ininterrumpido por Krsna, quien
devuelve Sus propios sentimientos de la misma manera. De esta forma, cada
ser está completamente satisfecho, porque está plenamente absorto en una
eterna relación amorosa con la Persona supremamente amorosa, la fuente de
toda belleza. Krsna devuelve el amor de los seres subordinados, sin reserva,
en una relación que el tiempo no puede hender. Esa es la condición natural
de los seres.
Como el origen de todo, el Ser Supremo es el Supremo disfrutador, y los
seres subordinados derivan su propio sustento y bienaventuranza,
participando de Su disfrute. Ellos no pueden disfrutar independientemente.
Empero, tal parece que algunos seres quisieran eso. Teniéndolo todo, una
vida eterna de bienaventuranza y conocimiento, no obstante, quieren
contravenir su propia naturaleza esencial como subordinados, como seres
dependientes. Quieren ser el Ser Supremo. En vez de servir, ellos
quieren ser servidos. De esta forma, quieren abrogar su relación con
Krsna; y puesto que tienen una diminuta cantidad de la independencia que el
Supremo posee totalmente, pueden hacerlo.
Krsna no transgrede la pequeña independencia de Sus partes
fragmentarias, y El accede a sus deseos. Para ellos, -es decir, para
nosotros-, El crea otro medio, llamado energía externa o material. Por
supuesto, es lógicamente imposible para el Ser Supremo el conceder a los
seres subordinados su deseo de ser el supremo, pues por definición, solo
puede haber un Supremo. Esa naturaleza no puede ser alterada, pero en la
energía material, los diminutos seres pueden tener la ilusión de que son
independientes, de que son el supremo, que son los disfrutadores y
controladores. De todos modos, permanecen ineludiblemente bajo el control de
la energía material de Krsna, la cual no pueden superar.

Regreso a una Existencia Pura

Los seres son seres que experimentan, centros de conciencia, sujetos.


La materia no experimenta; no posee subjetividad; es completamente un
objeto. Los seres viven, la materia no tiene vida. Cuando los seres
entran en la extraña energía material, adquieren y animan cuerpos, hechos
de materia inerte. Guiados por el deseo de olvidar a Krsna y su relación
con El, se identifican a sí mismos con los cuerpos de materia. De esta

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forma, el ser se convierte en un ser dividido. Ahora el ser piensa de sí
mismo, como un producto de la naturaleza, como un objeto creado y destruído
en su momento. Cuando el cuerpo es dañado por la enfermedad y el dolor, a
medida que se desintegra con la edad, y cuando muere, el ser piensa, "Esto
me está pasando". Así, el ser ingresa en el interminable horror de la
existencia material, una pesadilla carnal de la que no puede despertar.
Cuando un cuerpo se destruye, la naturaleza lo traslada a otro, para que
sobrelleve una destrucción similar.
El ser se mueve ciegamente a través de esos cuerpos, conducido por un
apetito de disfrute mayúsculo. En su estado original, el ser está lleno de
un incesante amor por el Supremo, el Ser absolutamente atractivo. Este amor
es constitucional; no puede ser removido; es la propia vida del ser. Por
lo tanto, cuando el ser se aparta del objeto apropiado de su amor; ese
amor no es aniquilado, sino que es transmutado o reorientado. Cuando el ser
entra en contacto con la energía material, su amor por Krsna se transforma en
lujuria, tal como la leche, en contacto con ácido, se convierte en cuajada.
Luego, la orientación erótica es ciertamente parte de nuestra
conformación esencial. Mas es una transformación de lo que es en efecto
nuestro amor por Krsna. El deseo, por lo tanto, es imposible de ser
aniquilado, como tampoco puede ser exitosamente reprimido ni suprimido.
Sin embargo, puede ser revertido a su estado original.
Empero, en la medida en que seamos impulsados por la orientación
erótica, adoptamos una sucesión de cuerpos materiales. Ascendemos por la
jerarquía de seres; en las etapas bajas de nuestra evolución, como una
planta y luego en cuerpos animales, nuestra conciencia está sumamente
cubierta. Solo somos tenuemente sensibles. Cuando finalmente adquirimos
cuerpos humanos, nuestra conciencia, esa refulgencia del ser eterno, se
descubre singularmente. Esta completa manifestación del yo eterno en
seres que aún habitan en cuerpos materiales, crea una situación problemática,
llena de la tensión de una naturaleza dividida, y provee una clase de
sufrimiento que los animales ignorantes no experimentan. El don de la
conciencia descubierta hace que nos preguntemos: ¿Quien soy yo? ¿Porqué
estoy aquí? ¿Cual es mi propósito? ¿Porqué debo morir? Tales preguntas nos
llevan hacia la autorealización. Si no iniciamos como mínimo este curso,
entonces tendremos que tomar otro. La revelación de nuestra naturaleza
consciente espiritual nos señala las incongruencias de nuestra posición en la
materia, y la respuesta apropiada es buscar la libertad del enredo material y
así resolver los sufrimientos que emergen de la dualidad.
Desafortunadamente, demasiada gente responde a la iluminación de una
conciencia superior, tratando con frenesí de alejarla de sí, persiguiendo
las intensas satisfacciones animales que producen una seguridad excitada y
estrecha y buscando el olvido en las drogas. Este curso, arroja al ser
nuevamente en cuerpos animales, en los cuales devorarán y serán devorados,
hasta que al fin vuelven a la forma humana y una vez más se enfrentan a su
naturaleza eterna.
Si apreciamos la oportunidad de la conciencia humana, podemos resolver
el problema de la existencia, cultivando el conocimiento del ser,
liberándonos del encierro en la materia, y retornan0do a nuestra existencia
pura, de amor eterno e íntimo con Krsna.
Nuestro regreso a la condición normal está elaborado por Krsna. Aunque
nosotros Lo hemos olvidado, El no nos ha olvidado a nosotros; El ha
permanecido muy junto a nosotros, a través de todo nuestro vagabundear por la
oscuridad y el dolor, esperando que mostremos el primer indicio de un deseo
de abandonar nuestro proyecto ilusorio de ser el supremo. Cuando, en los
escondidos abismos de nuestro ser, comenzamos a anhelar a Krsna, y
rechazamos nuestra necedad de habernos ido, Krsna de inmediato arregla que
nos encontremos con uno de Sus representantes auto-realizados. Esta persona
nos refiere explícitamente las condiciones de la existencia material, nos
habla de nuestra naturaleza eterna y de nuestra relación con Krsna,
reviviendo así nuestro conocimiento latente. El también nos inicia en el
sendero de la restauración espiritual, con instrucciones prácticas directas.
Probablemente pensemos que la libertad de las condiciones materiales fue

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alguna idea irrealizable, si no hubiéramos tenido ante nosotros al
representante de Krsna, como testimonio vivo de esta realidad.

El Gusto del Amor Natural

La esencia del programa para regresar al ser a su estado puro, consiste


en traer al ser en contacto directo con Krsna. El modo más efectivo y simple
de hacerlo, es a través del sonido. Los sonidos que nombran o describen a
Krsna son de una naturaleza totalmente diferente de los sonidos que nombran o
describen cosas materiales. Esto se debe a que Krsna es absoluto o no
dual. La dualidad del mundo material implica que una sustancia y su nombre
no tengan intrínsecamente nada en común. Si por ejemplo yo digo, " agua,
agua, agua", mi sed no es saciada. Por otro lado, si yo digo, "Krsna,
Krsna, Krsna" o cualquier otro nombre personal del Ser Supremo, entro en
contacto directo con El. Por así emplear nuestra lengua en pronunciar y oír
los nombres y glorificación del Supremo, estamos unidos con El. Ese
contacto es potente. Krsna es el puro Supremo, y Su asociación es
purificante. Somos cualitativamente uno con Krsna, y Su asociación revive
ese carácter original, despierta nuevamente nuestra conciencia natural.
Rápidamente, luego, comenzamos a experimentar nuestra naturaleza eterna y a
saborear el gusto notorio de nuestro amor natural, y a medida que lo hacemos,
perdemos interés en los sustitutos materiales que solían atraernos. Nuestra
lujuria comienza a ser transformada nuevamente en amor. De esta forma, la
reanimación de la conciencia pura no se basa en la represión o en la
supresión de los deseos, sino en su reespiritualización.
Lo cual difiere de la sublimación. La sublimación es un reemplazo
artificial de una urgencia física burda, por un sustituto más refinado, y la
satisfacción que concede nunca es tan intensa ni absorbente como la
satisfacción de la urgencia original. Mas cuando, por contraste, nuestro
amor es devuelto a Krsna, gana inconmensurablemente en intensidad y en
poder, pues ha encontrado su objeto apropiado; y ahora está libre del temor
por el cambio y la muerte que bloquea su inversión en las cosas materiales.
Nuestro amor por Krsna comienza a fluir sin esfuerzo, libremente y sin
impedimentos. Se ramifica sin límites. Puesto que Krsna incluye a todos
los otros seres, nuestro amor se expande para acompañarlos también a ellos.
Cuando uno comienza a vivir y a respirar la atmósfera del amor incondicional
e ininterrumpido por Krsna, contempla a todo el mundo bajo una nueva luz, y
sus primeros intentos por explotarlo para su propio placer, parecen
perversos.
Desde el preciso comienzo de la conciencia de Krsna, uno adquiere el
gusto positivo por la existencia espiritual, de modo que las adicciones de
los sentidos son relativamente sencillas de abandonar. Los cuatro grandes
impedimentos a la vida espiritual: el sexo ilícito, la intoxicación, el
comer carne y la especulación azarosa, pueden ser abandonados con
sorprendente facilidad. Cuando uno tiene la cosa verdadera, una vida
real de bienaventuranza incesante y conocimiento, no hay dificultad en hacer
a un lado las falsificaciones.
El amor incondicional por Krsna se manifiesta en una ocupación
incondicional en el servicio de Krsna, en servicio que no desea recompensa, y
que no se interrumpe. Esa es la característica que distingue al amor de su
transformación material pervertida, la lujuria, en la cual el provecho
personal es la motivación. Incluso la unión sexual del hombre con la mujer,
pueden ser utilizados en el servicio de Krsna. Es una extrema buena fortuna
ser un hijo nacido de padres ocupados en la autorealización, pues desde sus
primeros momentos, vive en una atmósfera incontaminada por la lujuria y la
codicia, y toma los principios de la vida espiritual junto con la leche de su
madre. Tales niños solo pueden ser concebidos cuando sus padres se unen
específicamente con ese propósito y aseguran las buenas cualidades de su
progenie a través de su propia purificación de conciencia. El primer deber
de los padres, es ser capaces de liberar a sus hijos de la muerte, y la vida
familiar dedicada a ese propósito, es conducente a la autorealización, y en
tal sentido, no se necesita renunciar artificialmente a la misma.

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Pero el sexo con algún otro propósito, sexo para explotar el cuerpo para
disfrute, para alimentar las ilusiones del ego, es la causa de la muerte.
El sexo, más que ninguna otra cosa, fija una falsa identificación de
nuestros seres con el cuerpo, nos aferra a la carne y nos hace adictos al
engrandecimiento material. El deseo sexual nunca puede ser satisfecho, pues
crece con lo que se lo alimenta. Este deseo permanentemente frustrado,
causa un espectro profundo y amplio, que agudiza nuestra ilusión. Las
fascinaciones gemelas del deseo y el odio, nos conducen a través de
interminables encarcelamientos materiales, que nos arrojan en formas que nos
llenan de temor, sufrimos el incesante embate del dolor y la enfermedad, se
desintegran mientras los estamos empleando, y por último, son destruídos.
En realidad, nada de esto nos sucede a nosotros, pero nos hemos identificado
erróneamente con el cuerpo y por lo tanto nos hemos sometido a estos
tormentos. La muerte es una ilusión que nos hemos auto-ìmpuesto, por nuestro
deseo de disfrutar de este mundo. El sexo, es la esencia de dicho deseo. El
sexo, por lo tanto, es la muerte.
Es correcto que luchemos contra la sentencia de muerte. Es apropiado
que anhelemos una vida de placer ininterrumpido e incesante, no comprometida
con la verguenza o el temor. Es natural que querramos ser un uno y un todo
con nosotros mismos, sin comprometernos con la dualidad. La ilusión más
mortífera de todas, es creer que el sexo es la vía para esos objetivos, pues
de hecho, es el mayor y único impedimento. Es la causa de nuestro mal, la
cual abrazamos como si fuera una cura.
Las restricciones ordenadas a la actividad sexual por las religiones,
fueron originalmente creadas para ayudarnos a superar este gran freno a la
felicidad humana. Desafortunadamente, ahora solo sobreviven las
restricciones y negaciones, mientras que la verdadera razón de las mismas, ha
sido olvidada.
Pero el sendero viable de la autorealización, se ha abierto nuevamente.
Les podrá parecer que, cualesquiera sean las buenas motivaciones que tengan,
el impulso sexual es demasiado poderoso para que lo superen. Es verdad que
es demasiado fuerte para ser suprimido artificialmente. Pero sé por
experiencia que si ustedes simplemente comienzan por adoptar las prácticas
positivas del bhakti-yoga, especialmente el recitado del nombre de Krsna, en
la forma del mantra Hare Krsna, hallarán que lo que parecía una barrera tan
formidable, se vuelve fácil de cruzar y que su auténtica vida, más allá del
mundo del nacimiento y la muerte, está disponible.
El Aborto y el Lenguaje de la Inconciencia
En La Política y el Idioma Inglés, un Ensayo publicado en 1946, George
Orwell demostró cómo la oratoria y los escritos políticos, los cuales, dijo,
son "en mucho la defensa de lo indefendible", corrompen el idioma mediante la
verbosidad, las expresiones trilladas, la vaguedad, la ambiguedad y los
eufemismos. La intención del escritor u orador, -expresó Orwell-, es
ocultar lo que se dice realmente, incluso de sí mismo. Por ejemplo:
"Pueblos indefensos son bombardeados desde el aire, los habitantes son
expulsados al campo, el ganado es ametrallado, las chozas son incendiadas,
con balas incendiarias: esto se denomina pacificación. Millones de
campesinos son asaltados en sus granjas, arrojados a los caminos con lo que
llevan puesto: esto se denomina transferencia de población o rectificación
de fronteras. La gente es encarcelada por años, sin juicio previo, o se les
dispara en la nuca, o se los envía a morir de inanición en los aserraderos
del Artico: esto se denomina eliminación de elementos no confiables. Tal
fraseología es necesaria si se quiere nombrar a las cosas sin evocar cuadros
mentales de las mismas".
El Ensayo de Orwell adquirió fama, pero no inhibió a los funcionarios
americanos de utilizar estos mismos eufemismos, durante la Guerra de Vietnam.
Más recientemente, el pueblo americano asistió a la televisación de una
dramatización de la lección de Orwell, en el show Holocausto. Un personaje
protagónico de la historia, era un tal Eric Dorf, un brillante y joven
abogado quien adquiriera predominio en la S.S., principalmente debido a su
talento por fabricar eufemismos. Dorf nombraba a los ghettos en los cuales

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eran confinados los judíos como "Territorios Judíos Autónomos"; la
conducción de los judíos a los campos de la muerte, era llamada " re-
establecimiento" y "reubicación"; el asesinato de los judíos en masa, era
denominado "manipulación especial". De esta forma, Dorf brindó a la S.S. una
manera de hablar acerca de sus actividades, sin que ellos mismos ni sus
oyentes fueran debidamente conscientes de lo que en verdad estaban haciendo.
"El idioma político" -escribió Orwell, "está diseñado para hacer que
las mentiras suenen veraces y el asesinato, respetable". Pero ni el Ensayo de
Orwell ni la popularidad de su lección en Holocausto, parecen haber
desacostumbrado a la gente de usar el idioma político. Continúa llenando
una gran necesidad. Un caso contemporáneo americano en particular, es muy
revelador.
Aquí el tema político es el aborto. Pero aborto es una palabra fea y
brutal, porque lo que denomina es feo y brutal. Un cartel que promocionara
ABORTO en grandes letras, conmocionaría nuestra sensibilidad. Pero no somos
necesariamente conscientes del servicio ofrecido, cuando leemos TERMINO
DEL EMBARAZO. En este caso, el lenguaje político es de lo más refinado. Un
desmañado ramillete de polisílabas, es sustituído por una palabra directa y
breve. La nueva expresión, soslaya sutilmente el hecho de que una vida es
terminada, al sugerir que solo lo es el embarazo. La frase, para usar las
palabras de Orwell, "cae sobre los hechos como nieve suave, empañando lo que
subraya y cubriendo todos los detalles".
Además, cuando la madre acaba con su embarazo, -esto es, su feto es
abortado-, ella nunca oye que nada tan crudo y ofensivo como la matanza de
un niño tendrá lugar. Por el contrario, ella oye que el tejido será
removido, una expresión que ubica a la operación cómodamente a nivel del
corte de una uña encarnada o de la extirpación de una verruga.
Obviamente, cierto anónimo Eric Dorf ha trabajado con diligencia,
haciendo un servicio necesario.
El propio hecho de que los pro-aborcionistas se refugien en el idioma
político, es en sí un fuerte argumento contra su caso. No habría necesidad
de eufemismos, si no hubiera nada que esconder. La transparencia de la
decepción, solo muestra lo desesperada que está la gente por no ser
consciente de sus actos. Aunque reconocen de corazón la auto-decepción, se
prestan al juego, pues la claridad de la conciencia sería insoportable.
Orwell observó que cuando se corrompe el idioma, se corrompe el
pensamiento, se corrompe la conciencia, la gente está corrompida. Mejorar
el lenguaje es mejorar a los seres humanos. Empero, la aparición del
lenguaje político, entre los partidarios del aborto, muestra especialmente
cuán difícil es el problema. Muchos pro-aborcionistas son liberales, y
como tales, proclaman ser sensibles a la clase de lenguaje necesario para
la burocratización totalitaria del mal. Ellos especialmente, escucharon a
Orwell, aunque son tristemente susceptibles a la misma corrupción. Término
del embarazo y remoción del tejido, deben ser añadidos a pacificación,
eliminación de elementos no confiables, y manipulación especial, como parte
de la contribución particular de nuestra época, a la corrupción de la vida
humana.
Sospecho, sin embargo, que un partidario del aborto me acusaría de que
mi punto es fraseológico y que debo abordar temas más sustanciales que el
lenguaje. Término del Embarazo y remoción del tejido, -podrían alegar los
pro-aborcionistas, son de alguna manera eufemismos; pero son mucho más que
eso. La madre que busca un aborto, ha hecho una elección difícil, y mucho de
su problema se debe a que está condicionada a un criterio de especie, que
considera al feto como una persona y a su destrucción, como un homicidio.
Este criterio se basa en la idea no científica de que el feto es una
persona, en virtud del "alma". Llamar "tejido" al feto, solo enfatiza que
todo el feto es tejido, de hecho lo es, y que lo único que se destruye, es
el tejido. Mi argumento presupone que el feto es una persona, pero esa
presunción es precisamente lo que se cuestiona.
En este caso, luego, se justifica el aborto por la visión de un mundo
que (apelando a la autoridad científica) contempla todo lo que existe,
incluyendo a los seres humanos, como emergentes de combinaciones en
definitiva accidentales de materia ciega e inerte. Todos están

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familiarizados con esta posición. Sin embargo, la justificación del
aborto, tiene sus problemas. De acuerdo con esta opinión, un óvulo
fertilizado se convierte en un ser humano a través de una complejidad gradual
en aumento de la estructura orgánica. Empero, el punto en este proceso en el
cual la entidad es lo bastante compleja para ser llamada "humana", es
reconocido como arbitrario. Puede reunirse cantidad de criterios por
equis cantidad de razones. Concedido el principio que reduce a los seres
humanos a las complejidades de la materia, se ha establecido el fuerte
principio de que un niño solo se vuelve humano, después de su nacimiento, por
ejemplo, cuando ha desarrollado las conexiones neurológicas asociadas con el
lenguaje. El punto es que nosotros decidimos, arbitrariamente, si queremos
reconocer a cierto ser como humano. Al fin y al cabo, la misma filosofía
reduccionista que reduce a un feto a la calidad de tejido, también te reduce
a tí y a mí a la calidad de tejido. Todos nosotros, no somos màs que
tejidos. Mas puesto que hemos decidido matar al niño no nacido, ahora
establecemos el punto de denominarlo "tejido". ¿El retardado mental es un
"tejido"? ¿Los viejos e inestables, son "tejidos"? Por supuesto, lo son,
si decidimos que salen demasiado caros y molestos para ocuparnos de ellos (o,
en lenguaje político, que involucra "un alto costo social"), comenzaremos a
denominarlos "tejidos" y comenzaremos a "terminar" con ellos.
Volvemos nuevamente al lenguaje. Se nos hace más fácil matar a las
personas, si no las consideramos como tales. Mediante la palabra mágica,
los hacemos menos que humanos: "escoria", "cerdos", y, en este caso,
"tejido". El que tengamos una justificación filosófica para este proceder,
solo empeora las cosas. Ciertamente que el lenguaje de Eric Dorf, se basaba
en la filosofía de que los judíos no eran humanos y que matarlos no era
asesinato, sino solo "manipulación especial", como cuando se dispone del
stock almacenado en un depósito.
El tema linguístico y el tema sustantivo, coinciden realmente en el
mismo punto: la despersonalización. Antes de que la naturaleza pudiera ser
conquistada y explotada, tenía que ser despersonalizada. En tanto la
naturaleza se pensara controlada por fuerzas personales, uno tenía que
aplacarlas y satisfacerlas mediante la propiciación y el sacrificio. Estos
poderes eran más fuertes que los hombres, y se ofendían fácilmente; se debía
ser cuidadoso y sub-sirviente; en el mejor de los casos, el control era
indirecto y precario. Pero la visión mecánica del mundo, como no fueran
estructuras de materia muerta, empujadas por invariables fuerzas
impersonales, posibilitó una tecnología para el dominio directo del hombre
y el control sobre la naturaleza.
Esta despersonalización, -no obstante-, ya había comenzado con el
Cristianismo, que desvaneció los dioses paganos y la miríada de dioses
locales de maderas y arroyos y montañas. El Cristianismo reconoció una sola
deidad trascendental, totalmente separada de Su creación. De esta forma,
la naturaleza perdió tanto su carácter personal como sagrado. En efecto,
con el Cristianismo, la parte no humana de la creación se tornó en una
suerte de anomalía; no tenía significación en sí misma, sino que era
meramente la puesta en escena para el drama humano central de la redención.
Solo los humanos tenían almas inmortales, y todo el exceso de vida furiosa
e intrincada que llena al mundo de otra manera, era un agregado
ininteligible, significativo en la medida en que llenara algún objetivo
humano. El mundo, así despersonalizado y carente de su carácter sacro,
podía ahora ser considerado totalmente como una cosa, como un objeto de
estudio desapegado, para las manipulaciones mecánicas de la ciencia
impersonalista.
Este esfuerzo tuvo cierto éxito, y emergió naturalmente esta
pregunta: ¿Porqué habría de ser la humanidad lo único singular,
categóricamente diferente del resto de la creación? Si las leyes son
universales, y la naturaleza es una unidad, ¿porqué los seres humanos no
habrían de estar sujetos a las mismas categorías de explicación que cubren
todo lo demás? Y en cuanto a Dios, a Dios ya se lo consideraba
esencialmente desconectado de la creación, tan trascendente, que no podemos
formarnos una idea apropiada de El, en absoluto, y la visión del mundo como
un campo de fuerzas impersonales, que operan conforme a leyes invariables, Lo

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tornan aún más remoto y finalmente, irrelevante. Dios fue eclipsado, y la
humanidad ya no fue lo único.
Esa propia vida humana ahora se vuelve cada vez más impersonal y
mecanizada, índice de la última etapa de este desarrollo histórico.
Despersonalizamos a la naturaleza; despersonalizamos a Dios; ahora estamos
ocupados en despersonalizarnos a nosotros mismos. La dominación de la
consideración mecanicista y reduccionista del mundo, en nuestra cultura,
asegura que el proceso continuará. Aunque las personas se quejan
continuamente de ser tratadas como objetos, esas mismas personas aceptan una
visión del mundo que las convierte en objetos. Es debido a ello que la
visión de pesadilla de la sociedad, se tornó en una sociedad robotizada
colectivamente, esclavizada a rutinas impensadas por la inescrutable
burocracia de algún líder remoto y omnipotente que nos acosa con fuerza
persistente. Es genuinamente profético, pues el futuro ya está entre
nosotros. Hemos aceptado todas las condiciones para ello, y ahora
esperamos con temor sus manifestaciones.
El establecimiento del aborto aproxima la pesadilla a la realidad
cercana. Nos cabe el temor a la creciente despersonalización de la vida,
pero justificar la matanza de un niño no nacido, porque no es otra cosa que
tejido, es hacer que esa despersonalización avance otro terrorífico paso.
Despersonalización significa la muerte de la vida, la transformación de
lo que es vital, en algo inerte y mecánico. Significa una pérdida de
conciencia. Es importante que lo realicemos, pues esclarece el hecho de
que nadie puede despersonalizar a los demás, sin despersonalizarse a sí
mismo. La gente que considera a un niño no nacido, menos que un humano, en
consecuencia, se hacen a sí mismos inferiores a los humanos, y lo revelan
inconscientemente, al adoptar un lenguaje que nutre la inconsciencia. El
propio Orwell observó particularmente que un orador del lenguaje político,
es más un "maniquí" que un ser humano vivo: "ha tomado cierta distancia,
convirtiéndose a sí mismo en una máquina" e ingresado a un "estado reducido
de conciencia". La reducción de la conciencia, define precisamente la
regresión de la raza humana.
Una vida humana progresista, es una lucha continua contra la
inconsciencia. La inconsciencia caracteriza a lo muerto, a lo inerte:
estar completamente vivo, es estar completamente consciente. El realce de
la conciencia, es el triunfo de la vida sobre la muerte, del espíritu sobre
la materia. La despersonalización, la inconsciencia, amenaza todos los
valores de la vida humana. Empero, hemos estado por algún tiempo reducidos
a la inconsciencia. La despersonalización de Dios y de la naturaleza,
fueron pasos significativos hacia nuestra propia despersonalización; el
considerar a Dios y a la naturaleza como insensibles, es una función de
nuestra propia sensibilidad reducida.
Antes de que podamos hacer algo respecto a la despersonalización,
tenemos que comprender su causa. La despersonalización nos hace falta,
para dominar y disfrutar a los demás. Cuando yo, un sujeto consciente,
reconozco a otro como un sujeto consciente como yo mismo, la clase de
relaciones que tenemos, son lo que denominaríamos, personales, basadas en el
respeto mutuo por la subjetividad del otro. Sin embargo, si yo salgo a
dominar a otro, para poder utilizar a esa persona como un instrumento de mi
propio disfrute, entonces lo convierto o la convierto en un objeto, un mero
medio. La persona se convierte meramente en una herramienta para ser
manipulada y controlada. Yo no considero que el otro tiene importancia en
sí mismo, y de esa forma, pierdo la conciencia del otro como persona. Por
ejemplo, el dueño de una fábrica que solo se interesa en las ganancias, no
considerará realmente a sus obreros como humanos, ellos son simplemente
instrumentos de labor, factores en una ecuación económica, comodidades
utilizables. De un modo similar, las mujeres son explotadas por los hombres,
cuando los hombres solo las consideran objetos de disfrute, meros
instrumentos. La explotación de los obreros y de las mujeres, los
despersonaliza, pero en ese proceso, se despersonaliza la propia persona,
pues se ha vuelto inconsciente. Incapacitado de esa manera, es incapaz de
experimentar relaciones personales y ha vaciado el contenido de su propia
vida.

53
De esta forma, el impulso de satisfacer los apetitos humanos, origina
despersonalización e inconciencia. En todas las relaciones humanas en que
este impulso es un factor, están corrompidas hasta ese punto, y el presunto
disfrutador, con su conciencia disminuída, se ve privado de la única fuente
verdadera de felicidad: las relaciones personales genuinas, que por sí solas
realzan la conciencia y la vida misma.
Por esta razón, debemos aceptar la dura pero inevitable conclusión de
que la despersonalización y la inconsciencia solo pueden ser eliminadas,
eliminando el deseo de disfrutar de los demás. Dado que este deseo está
profundamente arraigado, su erradicación parecería requerir de una clase
muy fundamental de reforma humana. Esto puede sonar radical, pero no nos
debe sorprender. Hemos visto como la firme y encastrada despersonalización
e inconciencia en nuestras vidas, -ejemplificada en nuestra aceptación del
aborto-, es un aspecto de una consideración fundamental y de larga data en
el mundo. Las enmiendas a la Constitución, las legislaciones y similares
medidas superficiales, no van a cambiar eso, sino que el punto de vista
impersonal y mecanicista del mundo es el que debe ser abandonado. Pero eso
solo sucederá cuando nos liberemos del deseo de hacer de los demás,
instrumentos de nuestro propio disfrute.
La única visión del mundo que tengo de ello, es completamente personal,
que contempla tanto a Dios como a los seres vivientes como irreductiblemente
conscientes y personales, enseñada por Krsna en el Bhagavad-gita y
elaboradamente ampliada en el Srimad-Bhagavatam. De acuerdo a este concepto,
no solo los humanos, -los fetos humanos-, son almas; todos los seres
vivientes son almas. El alma es una entidad espiritual diminuta pero
eterna, con la conciencia como característica esencial. Las almas animan
los cuerpos materiales; son la fuerza viviente. En tal sentido, no hay
criatura que carezca de importancia por sí misma. Una persona que se ha
vuelto plenamente consciente, por seguir las direcciones del Bhagavad-gita,
lo observa de este modo, y ella no explotará a ninguna criatura para su
disfrute. Su amor es irrestricto e ilimitado.
Una persona consciente, no matará incluso ni a los animales (mucho menos
a los humanos muy jóvenes) para su placer o conveniencia. Por cierto, la
inconciencia o brutalidad que nos permite erigir fábricas de muerte para los
animales, tienden el basamento para que tratemos a los humanos de la misma
manera.
Los pensadores mecanicistas, se burlan de la idea de que la vida es
patrimonio de las almas, y lo tildan de "vitalismo" o "animismo". Ellos
aseveran que no hay evidencia del alma, aunque la ciencia materialista ha
fracasado notablemente en demostrar cómo, a partir de un mundo compuesto
nada màs que de materia, puede surgir algo que experimenta la materia.
Además, la habilidad para aprehender las almas, no es poseída por todos, en
particular, no es poseída por quienes se han vuelto inconscientes debido a
su mentalidad explotadora. Una sociedad cuyo ideal es reducir todo a objetos
explotables, no producirá mucha gente consciente, suficiente para ver lo que
vive y es personal. Esa sociedad solo avanzará en la creciente oscuridad de
la inconciencia y el impersonalismo.
Aún así, es posible contrarrestar esta corrupción de nuestra
experiencia, esta brutalización de la conciencia, que aniquila nuestra
habilidad para ingresar en relaciones personales y nos condena a una
existencia absurda e insípida, a un mundo sin alma. No tenemos que ser
víctimas de una política de inconciencia.
Según el Bhagavad-gita, el deseo de controlar y disfrutar a los demás,
no es natural en nosotros. El propio deseo, es un síntoma de la vida, el
deseo es natural, pero en su estado original, ese deseo se manifiesta como un
amor irrestricto por Dios, Krsna, la Persona Suprema, y a través Suyo, por
todas las demàs personas que provienen de El y que son parte de El. Solo en
nuestro estado de inconciencia hemos olvidado el objeto real de nuestro amor
y hemos permitido que nuestro amor se transformara en lujuria, en el deseo de
explotar a los demás para nuestros propios fines. Esta transformación, puede
ser revertida.
El método práctico que vuelve a convertir a la lujuria en amor, a la
inconciencia en conciencia, se llama bhakti-yoga. Este yoga, reorienta el

54
uso de los sentidos, de dominar y disfrutar a otros, en servir a Krsna, que
es el amo natural de los sentidos. En el curso de ese servicio devocional,
todas las potencias del alma se manifiestan. Experimentamos el verdadero
placer de la conciencia plena, de la vida sin limitación ni cualificación.
El avance en la conciencia completa y en las relaciones personales sin
impedimentos, es la meta de la vida humana.
Pese a que la conciencia es una opción viva, el futuro de la sociedad
humana aún parece estar desolado. La aceptación del aborto, es una gran
victoria para la política de la inconciencia. Aún así, a diferencia de los
millones de niños inocentes que ha destruído cruelmente, afortunadamente,
nosotros no tenemos que ser sus víctimas. Aún podemos aceptar la invitación
de Krsna y reconectarnos al mundo de los vivos.

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¿A la Gente Buena, les Suceden Cosas Malas?
Hace unos cinco años atrás, cuando teníamos un altar instalado en
nuestro nuevo templo, el supervisor de la compañía de mármol, solía venir
regularmente, y traía consigo a su hijito de siete años. El niño era muy
apuesto, de cabello negro y tez blanca y largas y oscuras pestañas. Se
comportaba bien y siempre parecía estar de buen humor, pese a que apenas si
podía caminar. Nunca lo ví dar más de unos pocos pasos, apoyado en una
pared y estirando su torso, en una desgarbada contorsión retorcida,
balanceando una pierna hacia adelante, en un desmañado ademán.
El niño había nacido rengo. Si bien era encantador, pese a ello, su
padre no. Su padre era un hombre enojado. "Cuando nació ese niño, dejé de ir
a la iglesia" -me dijo en una ocasión, mientras se arrodillaba ante el altar,
colocando el relleno entre las losas de mármol. "Nunca hice nada malo para
merecer esto. Seguro que no soy un santo, pero esto no me lo merezco. E
incluso si hice algo, ¿qué pudo haber hecho él? "
El agraviado padre, un contratista de mármol sencillo, se enfrentaba a
un problema que ha preocupado mucho a los pensadores religiosos de Occidente,
tanto, que crearon una disciplina especial, llamada Teodicea, una rama de la
Teología, que se refiere a la justificación de los caminos de Dios hacia el
hombre. La Teodicea aborda lo que comúnmente se llama "el problema del
mal". San Agustín lo expuso en la forma de un dilema: "Es que Dios no
quiere, o no puede eliminar el mal del mundo. Si El no puede, El no es
todopoderoso; si El no quiere, El no es absolutamente bueno". Esta fórmula,
clarifica la lógica del problema: demostrar la existencia de un mundo que
alberga el mal, es compatible con la existencia de Dios, que es tanto
Todopoderoso como absolutamente bueno. Negar cualquiera de estos dos
atributos, explicaría fácilmente el mal, pero los teólogos ortodoxos, no lo
consideraron aceptable.
Aquellos que consideran inabordable el problema del mal, por lo general
niegan la existencia de Dios directamente, más que establecer un Dios
limitado ya sea en el poder o en la bondad. ¿Un ser así de finito,`
estaría realmente cualificado para ser llamado "Dios"? ¿Sería el digno de
nuestra adoración?.
Aunque los filósofos y teólogos nos han legado un enorme cuerpo de
literatura técnica sobre el problema del mal, dista mucho del interés
meramente teórico. Es el problema de todos, antes o después. El
sufrimiento es universal. Así como lo es el sentimiento de quien sufre, en
el sentido de que ha sido señalado arbitrariamente. Millones claman:
"¡Porqué yo! ¿Qué hice para merecer esto?"
Es para esas personas que Harold S. Kushner, un rabino de Massachusetts,
ha escrito su libro, Cuando las Cosas Malas le Suceden a la Gente Buena.
Es un tratado penosamente honesto de lo que el autor expresa, es el tema
teológico que convoca a las personas, "sobre lo que realmente les interesa".
El libro de Kushner, se desarrolló a partir de su dolor personal; su
testimonio inspira respeto. Cuenta la forma en que su hijo, estaba sumamente
afligido desde la infancia con progeria, una enfermedad que trae aparejado el
envejecimiento prematuro, de modo que Kushner vio crecer al niño calvo y
arrugado, encorvado y frágil, hasta que murió de viejo, a los catorce años.
Kushner presenta el punto de vista de la víctima, y nos hace oír las voces
reales de la gente que sufre. Bajo esa luz inflexible, las justificaciones
religiosas habituales para nuestras desgracias, -las cuales Kushner enumera,
una por una-, ciertamente que solo suenan como evasivas verbales
facilistas, que no toman seriamente el dolor de la gente, sino que
simplemente intentan, aunque lamentablemente, mantener a Dios apartado de
eso.
Kushner en efecto, critica las respuestas habituales brindadas por
sacerdotes, ministros, rabinos, y las reemplaza por su propia solución
radical y no ortodoxa. Su libro fue un best-seller por meses, y concitó la
atracción de muchos agradecidos adherentes, judíos, católicos y protestantes.
Por cierto, la popularidad de su perspectiva, entre los miembros de las

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principales corrientes religiosas de América, iglesias y sinagogas, sugiere
cierta suerte de rebelión teológica profunda.
El más reprobable recurso de la Teodicea, -en opinión de Kushner-, es
remover la blasfemia de Dios, y colocarla en quien sufre, para explicar el
sufrimiento, "asumiendo que merecemos lo que tenemos, que de alguna manera,
nuestras desgracias vienen como castigo a nuestros pecados". Aceptar que
nos suceden cosas malas, como castigo de Dios, -dice Kushner-, puede
ayudarnos a que el mundo tenga más sentido, darnos una razón compulsiva para
ser buenos, y sostener nuestra creencia en la Deidad todopoderosa y justa,
aunque no es "religiosamente adecuado".
Por "religiosamente adecuado", Kushner quiere significar "consuelo".
Considerar el sufrimiento como un castigo, por cierto no es un consuelo,
porque enseña a la gente a acusarse a sí misma por sus desgracias, y de esa
forma, genera culpa, y también, "hace que la gente odie a Dios, pues se
odian a sí mismos".
Kushner nos relata acerca de una pareja que tenía una hija adolescente,
muerta súbitamente por su propio error en observar el ayuno prescrito en un
día santo judío: "Ellos se sentaron, sintiendo que la muerte de su hija,
había sido su culpa; si ellos hubieran sido menos egoístas, y menos
perezosos en relación al ayuno del Yom Kippur, seis meses antes, ella aún
estaría viva. Se sentaron allí, enojados con Dios, por haber exigido su
libra de carne tan estrictamente, pero temerosos de Su ira, por temor a que
los castigara de nuevo. La vida los había herido y la religión no podía
consolarlos. La religión hacía que se sintieran aún peor."
Pero lo peor acerca de su creencia, en el sentido de que nuestros malos
actos causan nuestras desgracias, dice Kushner, es que ni siquiera se
ajusta a los hechos. Las personas padecen enfermedades que no merecen; a la
gente buena les suceden cosas malas, todo el tiempo. Kushner lo sostiene
inflexiblemente. A los miles de resentidos por el trato arbitrario a que
los sometió la vida, que proclaman indignados y enojados, "¡No hice nada para
merecer esto!", Kushner les contesta, consolándolos, "Tiene razón, Ud. no
hizo nada".
Y Kushner no se está refiriendo a los santos, a personas que nunca
hicieron nada malo, sino que el quiere saber "porqué gente común, buenos
vecinos amistosos, ni extraordinariamente buenos ni extraordinariamente
malos, deben de súbito encarar la agonía del dolor y la tragedia... Ellos
no son ni mucho mejores ni mucho peores que la gente que conocemos; ¿porqué
sus vidas han de ser tan duras?"
Aquí, adentrándose en un gran hoyo psíquico de resentimiento, Kushner
ha encontrado a sus seguidores. El ha estado deseando reconocer
abiertamente un amplio sentido reprimido de traición, una gran acusación
silenciosa que se escurre involuntariamente de los corazones de los
creyentes, y se abre camino hacia arriba, hacia el oído divino, como la
antiplegaria universal no pronunciada: "¡Tú no cumpliste con Tu parte del
trato! "
Kushner insiste en que el inocente, sufre, y como prueba concluyente,
enarbola el agravio que ha sido la ruina de la Teodicea Judeo-Cristiana, y
que ocasionó su propio tormento en relación al problema del mal: el
sufrimiento y la muerte de los niños.
Esto fue lo que llevó al contratista de mármol a adoptar el ateísmo, la
respuesta usual de quienes sienten que Dios les ha fallado. Pero el
ateísmo, es la respuesta que Kushner quiere prevenir con su libro. Para
restaurar la fé en quienes han sido espiritualmente aniquilados por la
desgracia, Kushner ofrece su propia historia de la forma en que su esposa y
él, " nos arreglamos para seguir creyendo en Dios, en el mundo, después de
haber sido heridos".
Kushner está ciertamente convencido de que la existencia de un Dios
tanto absolutamente bueno como todopoderoso, es incompatible con los males de
nuestro mundo; empero, el quiere que sigamos creyendo en Dios. Su
conclusión, luego, es simple: podemos seguir creyendo en Dios, pero no en
un Dios que es todopoderoso. Dios es bueno, pero hay límites a lo que Dios
puede hacer. Dios no quiere que suframos. El está tan enojado y

57
desconcertado ante nuestras desgracias, como nosotros lo estamos. Pero El
también está indefenso.
El credo de Kushner es el siguiente: "Creo en Dios" -dice, pero
"Reconozco Sus limitaciones". Finalmente, Kushner nos dice aliviado,
"Ya no responsabilizo a Dios por las enfermedades, accidentes y desastres
naturales, porque me doy cuenta de que no gano nada y pierdo mucho cuando
acuso a Dios de estas cosas. Puedo adorar a un Dios que odia el sufrimiento,
mas no lo puede eliminar, más fácilmente de lo que puedo adorar a un Dios
que elige hacer sufrir y matar a los niños, por cualesquiera sea la exaltada
razón para ello".
No me resulta difícil ponerme en el lugar de Kushner o del contratista
de mármol: tengo hijos. Puedo incluso entender porqué, dada la clase de
religión que ellos conocen, Kushner puede adorar a una deidad finita, y el
contratista de mármol ya no puede entrar más a una iglesia. No obstante, no
tengo el problema con Dios que ellos tienen. Cuando suceden cosas malas, no
me descubro dirimiento entre Su poder o Su bondad.
Por supuesto, soy un devoto de Krsna; mis convicciones religiosas se
fundan en el teísmo Védico revelado en el Bhagavad-gita y el Srimad-
Bhagavatam. Muchos americanos han opinado que la exposición de esas
convicciones, ha sido algo bastante radical. Mas ahora descubrimos que
muchos americanos están deseando hacer algo que, a su manera, es más radical
de lo que yo he hecho. Están abandonando uno de los dogmas más básicos y
universales teístas: se están volviendo adoradores del Dios no Todopoderoso.
Quiero decirles cómo encaramos el problema del mal. Si tú, al igual
que muchos otros, estás insatisfecho con la Teodicea normativa Judeo-
Cristiana, quizás consideres nuestra perspectiva consciente de Krsna, antes
de adherir al Rabino Kushner.
En el Bhagavad-gita, Krsna explica que tú y yo, como todos los seres
vivientes, somos entidades espirituales, almas. Ahora, animamos cuerpos
hechos de materia, pero no somos estos cuerpos. Nuestro compromiso con la
materia, es algo desafortunado, pues es la causa de todo nuestro sufrimiento.
Pertenecemos por derecho al reino espiritual, donde la vida es eterna,
plena de conocimiento y bienaventuranza. Allí, todos están gozosamente
rendidos al control de Dios, pues Lo sirven directamente, con amor. Cada
acción está motivada exclusivamente en el deseo de satisfacer a Dios.
Pero algunos de nosotros, perversamente, hemos deseado la posición de
Dios para nosotros mismos. Quisimos independencia para poder tratar de
disfrutar y controlar a los demás, como lo hace Dios. No pudimos, por
supuesto, tomar el lugar de Dios; El es el único que no tiene amo. Pero
para conceder nuestros deseos, Dios nos envía al mundo material, donde
ahora El nos controla indirectamente, a través de Su naturaleza material y
sus leyes. Aquí podemos olvidar a Dios, esforzarnos por cumplir todos
nuestros deseos, y tener la ilusión de la independencia.
Empero, somos controlados por las leyes de la naturaleza, y la misma nos
obliga a habitar perpetuamente en una sucesión de cuerpos materiales
temporales. En ignorancia, nos auto-identificamos con cada cuerpo en el que
ingresamos, y sufrimos una y otra vez los dolores del nacimiento, la vejez,
la enfermedad y la muerte. Vida tras vida, transmigramos a través de
cuerpos de plantas, animales y cuerpos humanos, a veces en este planeta, a
veces en otros mejores, a veces en otros peores.
Una vez que tomamos un nacimiento humano, nuestro destino es configurado
por el karma. En el Bhagavad-gita (8.3) Krsna define suscintamente el karma,
como "acciones pertenecientes al desarrollo de los cuerpos materiales".
Esto significa que hay acciones que ahora ejecutamos, que determinan
nuestros futuros cuerpos materiales. ¿Qué clase de acciones? Aquellas
motivadas por el deseo material. Quizás las realicemos directamente para
nosotros mismos o indirectamente, para nuestro ser extendido, nuestra
familia, amigos, comunidad, nación, etc. Todos esos actos, nos sentencian
a futuros nacimientos en el mundo material, de ahí, cosechar lo que se
siembra.
El karma es de dos clases: bueno y malo.
Toda sociedad civilizada, reconoce una serie de mandamientos que poseen
autoridad divina y que regulan el disfrute material. Tales mandamientos,

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por ejemplo, restringen el disfrute del sexo, a las relaciones maritales y
obligan a los ricos a ser filántropos. También alientan los actos
religiosos y de caridad, que conceden mérito a quien los ejecute. Y
prescriben expiaciones para los transgresores. De esta forma, se permite a
la gente la prosecución del disfrute material, pero observando las normas
religiosas y morales. Y a aquellos que acatan dichas normas, que viven
vidas piadosas, de placer sensual restringido, se les asegura un disfrute aún
mayor en la siguiente vida.
Si obramos conforme a las regulaciones de las Escrituras, -nos dicen los
Vedas-, produciremos un buen karma, y en futuros nacimientos, disfrutaremos
de los beneficios de nuestra piedad. Por ejemplo, si una persona nace en
una familia aristocrática, es hermosa, bien educada, u opulenta, está
cosechando los beneficios del buen karma. Los Vedas también nos informan
que si una persona es en extremo piadosa, puede volver a nacer en uno de los
planetas más elevados del universo, donde el nivel de placer sensual es
muchísimo mayor que todo el que podamos tener en esta tierra.
A la inversa, está el mal karma. Creamos mal karma cuando desestimamos
los mandatos y restricciones de las Escrituras, en nuestra prosecución de
placer sensual, esto es, cuando actuamos pecaminosamente. El mal karma, nos
trae sufrimiento y mala fortuna, como ser el nacimiento en una familia
degradada, la pobreza, la enfermedad crónica, problemas legales, o fealdad
física. Eventualmente, el mal karma nos llevará a cuerpos animales o abajo, a
los planetas inferiores de tormento infernal.
La ley del karma es tan estricta, implacable e imparcial, como lo son
las leyes burdas de la naturaleza, de la gravedad y movimiento. Y al
respecto, se aplica a nosotros, ya sea que la conozcamos o no. Por ejemplo,
si yo como la carne de los animales, aunque sé que puedo vivir sin ella, mi
mal karma me obligará a nacer como un animal y a ser matado. O si arreglo
matar a mi hijo en el vientre, arreglo simultáneamente ser matado de la misma
manera, una y otra vez, sin siquiera ver la luz del día.
Entonces, cuando tú y yo nacimos, heredamos, junto con nuestros ojos
azules o nuestro cabello negro, las consecuencias de nuestros buenos o malos
actos del pasado. Tenemos una larga historia, y la felicidad y aflicción que
traerán nuestras vidas, ya está establecida. Ciertamente que somos hijos del
destino, rehenes de la fortuna, mas es un destino que hemos creado para
nosotros mismos, una fortuna auto-elaborada. Y en esta vida, continuamos
creando nuestro futuro.
Mas Kushner ignora todo esto, y no encuentra sentido al sufrimiento.
Posee la inquebrantable convicción de que Dios le debe una vida feliz y
armoniosa, que Dios está obligado a arreglar los asuntos, para su
satisfacción. Pero Dios fracasa, trayendo una crisis de fé para Kushner.
Solo se explica si Dios es débil o malo, -razona Kushner-, y luego se
inclina por la debilidad.
No obstante, y pese a Kushner, Dios es tanto Todopoderoso como
Absolutamente Bueno. Y no es El quien elabora nuestro sufrimiento, somos
nosotros quienes lo hacemos. Somos los autores de nuestro karma. Y es
nuestra decisión, no la Suya, lo que nos hace descender a este mundo
material, al reino del sufrimiento.
Entonces, la respuesta a la pregunta, "¿Porqué a la gente buena le
suceden cosas malas?" es "Ellos no son tan buenos". Todos nosotros, aquí,
en este mundo material, somos, ¿cómo decirlo? no de la mejor clase.
Reprobados de la gracia, cada uno de nosotros es persona non grata, en el
reino de Dios. Se nos envía aquí porque anhelamos una vida independiente de
Dios, y El concede nuestro deseo, en la medida de lo posible. Mas dado que
Su posición ya está tomada, solo podemos jugar a ser Dios, mientras nos
engañamos a nosotros mismos que somos independientes de El.
Al mismo tiempo, el mundo material nos reforma, nos enseña, a través de
la recompensa y el castigo, a reconocer la posición suprema de Dios. Pues
por ley natural, se nos raciona los placeres que deseamos, de acuerdo a
nuestra observación de las regulaciones divinas, siguiendo los caminos del
buen karma. La práctica del buen karma, luego, equivale a una religión
materialmente motivada, a una observación de las órdenes de Dios, inducidos
por la recompensa material. Esta práctica lleva muchos períodos de vida.

59
Se espera que yo me habitúe a seguir los mandamientos de Dios y me reconcilie
con Su supremacía. De ahí en más, me torno elegible para, finalmente,
adoptar la religión pura y eterna en la cual, completamente libre de todos
los deseos materiales, sirvo a Dios en devoción amorosa, sin pedir nada a
cambio. Esta religión, llamada bhakti en los Vedas, causa mi regreso al
reino de Dios. Los actos de bhakti no generan karma: no producen futuros
nacimientos, buenos o malos.
Aprendemos entonces, a partir de los Vedas, que hay dos clases de
religión claramente distintas, una pura y la otra impura. Practicar el buen
karma puede elevarnos en el mundo material, asegurarnos un vasto período de
vida en los planetas celestiales, etc. En otras palabras, puede
convertirnos en ciudadanos de primera clase del mundo material. Pero solo el
bhakti puede liberarnos de la prisión. Ni siquiera el mejor karma nos
libera del sufrimiento, como advierte Krsna en el Bhagavad-gita (8.16):
"Desde el planeta más elevado en el mundo material, hasta el más bajo, todos
son lugares de miseria, donde ocurre el nacimiento y la muerte repetidos".
Pero el bhakti destruye todas las reacciones kármicas, extirpa todos los
deseos materiales, revive nuestro amor puro por Dios y nos envía, más allá
del nacimiento y la muerte, a Su morada. Allí, nunca saboreamos un placer
temporal material, sino que saboreamos la bienaventuranza espiritual eterna,
sirviendo a Krsna y uniéndonos así a Su bienaventuranza.
Es una virtuosa señal de la tradición Védica, que distingue claramente
entre la religión del buen karma y la religión del bhakti y ofrece el bhakti
puro, sin compromiso. A la mayoría de nosotros, ya seamos católicos,
protestantes o judíos, se nos ha enseñado una religión común kármica: Dios
nos ha puesto en esta tierra para que disfrutemos, y si hacemos algo dentro
de los límites ordenados, no olvidando agradecer a Dios y respetarLo
debidamente, El verá que triunfemos. Debemos pedir a Dios por nuestras
necesidades y para que cumplimente nuestros deseos legítimos, pues El es el
mayor abastecedor. Si somos buenos y obedientes, El nos recompensará bien en
esta vida, y aún mejor en la próxima.
Esta es la religión que profesaba Kushner: "Como mucha gente, mi esposa
y yo crecimos con una imagen de Dios como la figura parental todopoderosa,
absolutamente inteligente, que nos trataría como nuestros padres terrenales
lo hacían, e incluso mejor. Si éramos obedientes y merecedores, El nos
recompensaría. Si nos salíamos de la línea, El nos disciplinaría, con
renuencia, pero con firmeza. Nos protegería de ser heridos o de que nos
lastimáramos, y velaría porque no nos faltara nada en la vida".
Por supuesto, Kushner comienza a reconsiderar su religión, cuando
descubre que no funciona. En este momento, muchas personas (como el
contratista de mármol) se vuelven ateas. El concepto de Dios como un
abastecedor de pedidos, es en tal sentido responsable, de un gran margen de
incredulidad., Pero Kushner quiere preservar su fé en Dios, o al menos en
la bondad de Dios, negando Su poder.
La principal defensa de Kushner, de su posición, es que es
"religiosamente adecuada", esto es consoladora. Uds. recordarán que había
acusado a la Teodicea de hacer sentir peor a la gente, haciendo que se
sintieran culpables y odiaran a Dios. La explicación del sufrimiento que
yo he presentado, no debe hacer sentir peor a nadie. Es verdad que causamos
nuestro propio sufrimiento, pero el punto no es hacernos sentir culpables.
El punto es que nos enteremos que hemos cometido algunos errores y que
debemos corregirlos. ¿Y porqué habríamos de culpar a Dios por nuestro
sufrimiento? El sufrimiento proviene de la ley del karma. Pero el karma es
la obra imparcial de la ley causal. La hostilidad hacia Dios es lo que nos
ha puesto bajo esa ley; y ciertamente que no nos ayudará a salir de ella.
Por Su parte, Dios hace todos los esfuerzos por que salgamos: El viene a
este mundo de tanto en tanto, a enseñar el sendero del bhakti, el cual
destruirá todo nuestro karma; El envía a Sus representantes, a través de
todo el mundo, en la misma misión, y El incluso se queda con nosotros como la
Superalma, durante nuestra travesía en el mundo material, presto a darnos la
inteligencia para acercarnos a El, cuando hacemos a un lado nuestra antigua
enemistad.

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Kushner posee el instinto correcto: a el también le agradaría que la
gente cesara de ser adversa a Dios, e incluso reconoce lo innoble de adorarLo
con la condición de que El satisfaga nuestras demandas. Pero si sólo
reconocemos las limitaciones de Dios, -expresa-, no nos enojaremos con El
cuando las cosas salgan mal en nuestra vida, ni Lo adoraremos para la
satisfacción de nuestros deseos. Kushner, de esta forma, apremia la
adecuación de la religiosidad a su propia Teodicea.
Pero dista mucho de ser adecuado. El problema de Kushner, es que el no
puede superar el condicionamiento de la religión kármica. El necesita algo
espiritualmente más poderoso que los buenos instintos, para liberarse de la
hostilidad implícita hacia Dios, la no voluntad, profundamente,
inconscientemente arraigada, de servirLo incondicionalmente, eso que ata al
alma condicionada al karma.
Kushner sigue siendo hostil. Porque Dios no satisfizo sus demandas,
Kushner se obliga a pensar en El como inefectivo y débil. Kushner consideró
alguna vez a Dios como un padre que siempre gratifica nuestros deseos. Pero
ahora Kushner Lo contempla como si El necesitara nuestro perdón, por
habernos fallado como padre: "¿Eres capaz de perdonar y amar a Dios, aunque
hayas descubierto que El no es perfecto, aunque El te ha dejado caer y te ha
desilusionado, permitiendo la mala suerte y la crueldad en Su mundo,
permitiendo que te sucedieran cosas malas? ¿Puedes aprender a amarLo y a
perdonarLo, pese a Sus limitaciones... como una vez aprendiste a perdonar y
a amar a tus padres, aunque ellos no eran tan sabios, fuertes o perfectos
como tú necesitabas que fueran?"
Kushner asevera que ya no abriga hostilidad hacia Dios, pero lo que en
verdad ha hecho, es simplemente cambiar la forma, en la cual la expresa, de
la ira a la condescendencia. Y este concepto de Dios solo sostendrá nuestra
falta de voluntad en reconocer Su supremacía, y en consecuencia, ayudará a
mantenernos en el mundo material, donde continuaremos sufriendo. En tal
sentido, la teodicea de Kushner, no nos hará sentir mejor; solo hará que nos
sintamos peor.
Además, si consideramos a Dios débil e inefectivo, es bien cierto que
no podremos rendirnos a El completamente ni servirLo sin ninguna
consideración personal. La condición que hace posible dicho servicio y
rendición es Su promesa de completa protección. "Declara audazmente" -dice
Krsna a Su discípulo, Arjuna, "Mi devoto nunca perece". (Bg. 9.31) Dado que
podemos depender por completo de Dios, podemos rendirnos a El completamente:
"Abandona todas las variedades de religión y tan solo ríndete a Mí. Yo te
libraré de todas las reacciones pecaminosas. Por lo tanto, no tienes nada
que temer". (Bg. 18.66)
Si aceptamos a Kushner, siempre tendremos que cuidar de nosotros mismos;
tendremos que obrar por nuestro propio bien, y luego siempre estaremos
envueltos en el karma. Nuestro servicio a Dios nunca será total e
incondicional. Por cierto, en la medida en que insistamos en cuidar de
nosotros mismos, Dios nos dejará librados a nuestros deseos.
Pero si aceptamos a Krsna, si abandonamos la acción independiente y
dependemos completamente de Dios, consagrando todo nuestro esfuerzo a Su
servicio, El cuidará completamente de nosotros. No debemos esperar que
Dios aleje todos los inconvenientes, pero si viene la dificultad, simplemente
debemos tolerarla, reconocer que nuestro mal karma residual está actuando por
sí mismo, y continuar aguardando la misericordia de Dios.
Dios minimizará la reacción kármica debida a nosotros, mas la forma
definitiva en que El nos protege, es dispensando conciencia espiritual sobre
nosotros y destruyendo la ignorancia por la que nos auto-identificamos con la
materia. Krsna describe esa conciencia en el Bhagavad-gita (6.22-23): "
En ese estado gozoso, uno está situado en una felicidad trascendental
ilimitada y disfruta mediante los sentidos trascendentales... Estando
situado en esa posición, uno nunca es conmovido, ni aún en medio de la mayor
dificultad. Esto, ciertamente, es la verdadera libertad de todas las
miserias que emergen del contacto material". Dios nos libera, para que
podamos desentendernos, no para que obtengamos alguna "recompensa", sino para
que podamos servirLo de todo corazón, sin ningún otro interés.

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Luego, si aceptamos a Krsna, podemos resolver el problema del mal. Esa
solución no estriba en rechazar ni la bondad ni el poder de Dios, sino en
aprovechar esa bondad y poder, para realizar servicio devocional puro, y de
esa forma, terminar con todo nuestro sufrimiento, para siempre.

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Amor Eterno
Dado que mi familia se mudaba con frecuencia, cuando yo era niño, asistí
a una serie de escuelas Dominicales y escuelas de vacación Bíblicas. En
consecuencia, tuve la oportunidad de preguntar a diversos instructores
religiosos, sobre una cuestión que en realidad me desorientaba. Yo sabía que
Dios era tan grande y poderoso que prácticamente a El no le costaba ningún
esfuerzo mantener y controlar esta vasta creación. El podía hacerlo con la
punta de Su dedo meñique, por decirlo de alguna manera. De modo que yo
quería saber, ¿qué hacía Dios con Su tiempo? ¿Cómo Se ocupaba a Sí Mismo, en
Su reino celestial?
Seguí formulando esta pregunta, porque nadie me la podía contestar.
Mis maestros, al principio, se sorprendían, -como si nunca se hubieran hecho
esa pregunta-, y luego, francamente la eludían. Al cabo de un tiempo,
obviamente, dejé de preguntarlo. A mí me parecía que Dios debía estar sentado
en Su trono, allí arriba, tan aburrido en el Cielo, como yo en la escuela
dominical.
Y había una pregunta relacionada con eso. ¿Qué hacíamos nosotros en el
Paraíso? ¿Qué es lo que lo convertía en un sitio tan deseable? En este
caso, se me ofrecían variedad de respuestas, pero la imagen dominante del
reino de Dios, retenida desde la infancia, era una suerte de Sábado
suburbano perpetuo, pasado en el patio de atrás, en una interminable
reunión familiar, con parientes piadosamente resucitados, mientras Jesús vaga
en túnica de casa en casa, por los patios traseros. A mí no me parecía un
proyecto particularmente atractivo, para toda la eternidad.
En mi adolescencia, hallé una noción más sofisticada del Paraíso: Allí
nuestra beatitud emanaba de una visión perpetua de Dios. Esta es la idea
predominante al final de La Divina Comedia. Cuando Dante, al fin, se vé
delante de Dios, en el Paraíso, se encuentra con una imponente "Luz Eterna",
rodeada de nueve círculos concéntricos de ángeles . Dante tuvo un
"arrobamiento total" ante esta luz, y apenas si podía contemplarla, "fija,
inmotivada e intensa".
Este relato me interesaba un poco, pero el estar parado delante de una
luz brillante, no me fascinaba tanto como la variedad de relaciones que yo
estaba comenzando a explorar en el mundo que me rodeaba. Dios y Su reino,
simplemente no eran tan atractivos para mí, como para competir con las
ofertas del mundo material.
Obviamente, había de haber algo equivocado en eso. Pues Dios, por
definición, es lo más grande y mejor de todo. En consecuencia, El debe ser
el ser supremo adorable, la más atractiva y fascinante de todas las personas.
Similarmente, Su reino, debe ser el más excelente y deseable de todos . Se
deduce, por lo tanto, que si realmente conociéramos a Dios como es, y
realmente conociéramos nuestra relación con El, en Su propia morada, ninguna
otra persona, ningún otro interés nos atraería..
Tan solo por ese motivo, Dios de hecho ha revelado al mundo los detalles
íntimos y confidenciales que Le conciernen, Su propia residencia, y las
relaciones que El tiene con Sus devotos puros de allí. Esta suprema
revelación de Krsna -Dios en Su rasgo más elevado y atractivo-, es
registrada en el texto sánscrito llamado Srimad-Bhagavatam.
Es una práctica establecida por los expertos de todas las áreas, el
organizar su tema de conocimiento en niveles de maestría en aumento, y
elaborar libros de texto para cada grado, desde los más elementales, a los
más avanzados. Así sucede con el conocimiento de Dios, y el Srimad-
Bhagavatam se halla entre los textos más avanzados de esa ciencia. Comienza
donde el vastamente conocido Bhagavad-gita, finaliza.
El Bhagavad-gita, establece que Krsna es la Suprema Personalidad de
Dios, que no hay una verdad más elevada que El, y que todos los diferentes
senderos religiosos, simplemente Lo están buscando. Por ello, la
instrucción final de Krsna en el Bhagavad-gita, es que uno debería :
"abandona todas las variedades de religión y simplemente ríndete a Mí".
(18.66). El Srimad-Bhagavatam, se inicia con la declaración destinada a
aquéllos que han accedido a la orden de Krsna, e identifica la religión que

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Krsna nos pide que abandonemos, como kaitava-dharma -religión contaminada
por diversas suertes de ambiciones materiales. La religión pura, conforme
al Bhagavatam, es el servicio que se presta a Dios, sin interrupción o
motivación personal, y el propio Srimad-Bhagavatam, está específicamente
creado para aquellos que están sirviendo a Dios de esta manera. Tales
devotos puros, son los estudiantes más avanzados en la ciencia de Dios. No
sorprende, entonces, que en el texto destinado a ellos, hallemos las
revelaciones más completas de Dios.
En el Bhagavad-gita (4.11), Krsna establece el principio por el cual El
Se revela ante nosotros. "A todos los que se rinden a Mí, Yo los recompenso
conforme. Todos siguen Mis senderos, en todo sentido". Si bien las personas
que están en el sendero religioso, están avanzando progresivamente hacia
Dios, se las considera más o menos avanzadas, de acuerdo a su grado de
rendición a El. Y conforme a ese grado de rendición, Dios Se revela a Sí
Mismo.
Por ejemplo, consideremos el nivel de avance espiritual llamado karma-
kanda. A una persona que esté en esa plataforma (llamada karmi) se le
permite el disfrute material restringido, de acuerdo a las regulaciones
brindadas por Dios en las Escrituras. Al karmi se le enseña que si acata
piadosamente estas regulaciones, ganará la recompensa del disfrute futuro, y
que su desobediencia, le atraerá castigo. De esta forma, es un sistema de
recompensas y castigos, porque al menos el reconoce la supremacía de Dios, y
se restringe en su gratificación de los sentidos.
La religión karma-kanda, en efecto, fue precisamente el tipo de
religión que aprendí en la escuela dominical. Comprendíamos a Dios
mayormente como el dador cósmico de nuestras necesidades y deseos, como el
juez supremo, cuyo gran poder sobre nosotros, inspiraba el debido respeto,
veneración y temor a la desobediencia. Vislumbrábamos el reino de Dios como
un sitio de disfrute material ininterrumpido (y algo desapasionado), una
recompensa para nuestra buena conducta. Y considerábamos al Propio Dios
como una voz que venía de lo alto, ordenando, engatusando y amenazando. El
era un padre benévolo pero austero, remoto, aunque atento, hacia el cual
nosotros, Sus hijos, debíamos sentir tanto temor como gratitud.
Por cierto, a veces uno se tropieza con comprensiones más avanzadas en
las tradiciones Judeo-Cristianas, pero la forma de religión que acabo de
describir, es por cierto la más común de todas. Y es esta suerte de
religión -la religión contaminada por los deseos materiales-, la que
nosotros tenemos que abandonar si queremos acercarnos más a Dios y en
definitiva reunirnos con El, en Su forma personal supremamente atractiva,
Krsna.
Lo que los occidentales encuentran más sorprendente en relación a la
revelación de Dios como Krsna, es que Krsna tiene una forma similar a la
humana. Les cuesta creer que esta es una realización avanzada de Dios,
puesto que se les ha enseñado que Dios es informe, un espíritu sin rasgos, y
ellos toman a Krsna como una fantasía antropomórfica. Además, ellos
aprecian que Krsna tiene el porte de un joven hermoso, un pastorcito, rodeado
por una simple comunidad de aldeanos, parientes y amigos. ¿Dónde, luego,
está el poder y la majestad que pertenecen propiamente a Dios? ¿Dónde está
el controlador del cosmos, el juez poderoso de los vivos y de los muertos?
¿Cómo puede un simple y encantador pastorcito inspirar el temor, el temblor
y el sentido de criaturas que debemos sentir delante de Dios?
Para estar seguros, la primera lección de la religión, es apreciar la
infinita grandeza de Dios, y realizar que nosotros solo somos Sus pequeñas
criaturas infinitesimales. Desafortunadamente, esta lección puede
resultarnos muy difícil de aprender, porque hemos venido a este mundo
material, por la rebelión hacia Dios. No deseamos estar subordinados a
Dios. Quienes están más envidiosos de Dios, niegan Su existencia. Hay
otros que reconocen la grandeza de Dios, aunque la tendencia a ser
independientes sigue estando en su corazón. Su falta de completa rendición
a Dios, se demuestra en su compromiso con la religión materialmente motivada,
y Dios Se revela a Sí Mismo a aquéllos que están en esta etapa de avance
espiritual, solo en Su poder y majestad. Aunque ellos sepan en teoría que
Dios es una persona, Dios mantiene Sus rasgos personales escondidos para

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ellos. Permanece apartado, inescrutable, inaccesible. De esta forma, Dios
impone el apropiado respeto y veneración a quienes aún tienen la inclinación
de desobedecerLo.
Mas es también parte de la grandeza de Dios, que El ingrese en
relaciones más íntimas y familiares con aquellos devotos que se han vuelto
completamente puros de corazón, y que Lo sirven solo debido al amor, sin
esperar nada a cambio. A ellos, El se les revela en Su forma personal
suprema. Dado que esta forma es semejante a la nuestra, el ignorante la
denomina antropomórfica. Pero la verdad es que nuestro cuerpo humano es
teomórfico. Estamos hechos a imagen de Dios. Por supuesto, nuestra copia del
cuerpo de Dios, es una réplica material y temporal, mientras que el propio
cuerpo de Dios es espiritual y eterno. Los especuladores pueden considerar
que un cuerpo así es algo malo, y por lo tanto, negar que Dios tiene forma.
Pero solo una forma material que envejece, se enferma, y muere, debe ser
rechazada. El cuerpo eterno y eternamente joven de Krsna, no está sujeto a
esas condiciones. Rechazar la forma de Dios, basados en que si Dios tuviera
un cuerpo, sería un cuerpo material como el nuestro, es ser culpables de
antropomorfismo.
Krsna es rehacio en revelarSe a Sí Mismo a todos. Pues Krsna hace un
lado todo señorío y señales de dominio, y permite que Su belleza se imponga
completamente por sobre Su majestad, y simplemente Se ocupa en desarrollar
pasatiempos de amor con Sus devotos. Para facilitar las relaciones íntimas,
Krsna hace que Sus devotos olviden que el hermoso, exquisitamente encantador
objeto de su amor, es Dios. Y así residen en Su morada eterna, jugando como
un simple pastorcillo de aldea, incrementando constantemente la
bienaventuranza incesante de Sus devotos.
Los devotos puros aprecian sumamente a Dios, en este rasgo todo-
atractivo y confidencial, pero otros, al ver a Krsna en Su forma humana,
reaccionan diferente. Krsna lo menciona en el Bhagavad-gita (9.11): "Los
necios se burlan de Mí cuando desciendo en la forma humana. Ellos no conocen
Mi naturaleza trascendental y Mi dominio supremo sobre todo lo que es ".
Debido a la envidia, ellos proclaman ya sea que Krsna es un ser humano
ordinario, o que los seres humanos ordinarios, son Dios.
Pese a este peligro, Krsna Mismo descendió a este planeta hace cinco
mil años, trayendo con El a Sus asociados eternos, y por un tiempo, exhibió
Sus pasatiempos más confidenciales e íntimos, en la porción de tierra
conocida como Gokula Vrndavana. Más que ninguna otra cosa, Dios quiere que
las almas caídas que sufren en el mundo material, regresen a El, y en tal
sentido, El decidió mostrar la dulzura sin par de la infinita variedad de
las relaciones amorosas que El y Sus devotos disfrutan sin fin en Su morada
suprema. El mundo ya conocía a Dios como Todopoderoso y Omnipenetrante;
ahora, Lo conocerían como Supremamente Atractivo.
Los devotos eruditos, han estudiado cuidadosamente estos pasatiempos de
Krsna, como se han registrado en el Srimad-Bhagavatam y otros textos, y han
descubierto cinco clases principales de relaciones que los devotos tienen con
Dios. Cada una de estas relaciones, posee un sabor particular, que degustan
los devotos. En sánscrito, ese sabor se denomina rasa. Las cinco rasas
principales, ordenadas de acuerdo al incremento en la intimidad, son:
neutralidad (o adoración pasiva), servidumbre, amor fraternal, amor
parental y amor conyugal.
En la rasa de neutralidad, el devoto está tan sobrecogedoramente
consciente de la grandeza de Dios, que solo puede adorarLo pasivamente. El
devoto no siente ímpetu por prestarle servicio, porque piensa que Dios es tan
grande que no hay nada que pueda hacer por El. La descripción de Dante, de
la Visión Beatífica que produce reverencia pasmosa y embeleso ante Dios,
sugiere que la neutralidad es la más elevada concepción de una relación con
Dios. En la rasa de servidumbre, también hay sentimientos de subordinación,
pero no son tan extremos como para impedir que los devotos sirvan activamente
al Señor. En la rasa fraternal, el devoto se asocia con Krsna a un mismo
nivel, como un amigo de la misma edad o sexo. Y en la rasa parental, Krsna
disfruta haciendo que Su devoto actúe como Su superior. Krsna se vuelve el
niño, y Su devoto Lo ama y Lo sirve en la posición de Su madre o Su padre.

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Finalmente, la rasa más íntima, es el amor conyugal; aquí, el devoto
considera a Krsna como esposo o amante.
Tal como el cuerpo de Krsna es el prototipo de nuestro cuerpo material,
así las relaciones trascendentales de Krsna, son los prototipos de las
relaciones materiales, que son reflejos pervertidos de las originales.
Conforme a ello, no debemos proyectar la cualidad de los asuntos materiales
en las rasas espirituales. El sublime intercambio de emociones extáticas en
los cuerpos espirituales, que ocurre entre Krsna y las pastorcillas de
Vrndavana, no puede compararse con los rasgos burdos del sexo material.
Además, las relaciones con Krsna en el mundo espiritual, nunca se vician ni
finalizan, como las relaciones de este mundo. En el mundo espiritual, todas
las rasas continúan eternamente.
Aquí, en el mundo material, encontramos reflejos de esas relaciones, y
dado que siempre estamos interesados en saborear las rasas, ingresamos
constantemente en ellas y tratamos de perpetuarlas. Nuestro problema, sin
embargo, es que no hallamos la satisfacción que buscamos. Nos desilusionamos
inevitablemente. Pues todas las rasas en el mundo material son eclipsadas.
Aquí todo cambia, es inestable y temporal. Formamos relaciones con nuestros
héroes, amigos, hijos y esposos o amantes, y las inciamos con mucha esperanza
y grandes expectativas. Todos recordamos esa promesa embriagante del amor
eterno que trajo nuestra primera infatuación adolescente. ¿Y qué puede
compararse a la esperanza que siente una madre cuando sostiene por primera
vez en sus brazos a su hijo recién nacido? Empero, ninguna de estas
relaciones brindan lo que prometen. A medida que crecemos, " maduramos"
aprendiendo a vivir con las rasas muertas, relaciones fracasadas, corazones
rotos. Y, habiendo descubierto que mi héroe tiene pies de arcilla, o que
mi mejor amigo ha traicionado mi confianza, o habiendo observado que la que
una vez fuera la chica dorada de mis sueños, está ante mí, con un abogado,
con un odio asesino, o habiendo estado parado sobre la pequeña tumba de mi
hijo, me será muy difícil, cuando no imposible, amar como alguna vez lo
soñé.
Nuestra tendencia a amar, naturalmente tiende a expandirse sin límite,
aunque en este mundo se encuentra con repetidos impedimentos. Uno de los
aspectos más trágicos de la vida, es el desengaño de nuestra urgencia
amorosa. El quid de la cuestión es que, aunque deseamos amar, nunca somos
más vulnerables que cuando lo hacemos. En cuanto amamos a alguien, nos
exponemos al rechazo, la traición, la separación, la pérdida y las
consecuentes angustias y penas. La experiencia de estas cosas, ha llenado al
mundo de gente amargada y desalentada, de cínicos y misántropos.
Mas incluso antes de que hayamos sufrido el dolor del amor frustrado, no
somos capaces de amar completa e incondicionalmente. Hay una
incompatibilidad esencial entre lo que somos y lo que podemos amar en este
mundo, y en nuestro corazón, lo sabemos. Nuestro deseo de amar sin límite y
sin un fin, es una clara indicación de que nosotros mismos somos eternos
seres espirituales. Al mismo tiempo, lo que sea que podamos amar en este
mundo, es temporal y material. En consecuencia, no podemos amar sin sentir
temor, y, consciente o inconscientemente, desde el principio, no podemos
sino rehusar todo nuestro compromiso amoroso.
Un tema frecuente de la literatura, es el referido al héroe o heroína
que aman sin restricción, sin freno, e inevitablemente pasa por el más
intenso sufrimiento, hallándose al final con una muerte trágica o lastimosa.
Debemos tomar esas historias como relatos previsores. Aunque realmente no
necesitamos que nos recuerden la constante frustración de nuestro ser. En
este mundo, no hay un objeto adecuado para nuestro amor.
Por lo tanto, debido a una infinita compasión por nosotros, Krsna
revela Su reino de amor trascendental e irrestricto, en el cual El se
manifiesta eternamente como el objeto ùltimo de afecto, el héroe, maestro,
amigo, niño y amante más perfecto. Su belleza no tiene rival, y Su
personalidad, expresada en infinidad de intercambios de amor, es
incesantemente fascinante. Cuando nos volvemos hacia Krsna, nuestra tendencia
a amar rompe al fin con los firmes límites de la materia y se abre a una
corriente eternamente expansiva, que jamás encuentra ninguna resistencia.
Es por eso que Krsna nos está invitando perpetuamente a ir hacia El y a Su

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morada eterna y a disfrutar con El, para siempre, la delicia de un amor
eterno.

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