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Introducción
1 Como ejemplo mencionamos a dos autores de habla hispana: Krotz, E., La Otredad cultural entre Utopía y Ciencia, México, FCE, 2002 y a Menén-
dez, E., “Definiciones, indefiniciones y pequeños saberes”. En Alteridades, 1, 1991 pp. 5-11 y su Conferencia Inagural del VI Congreso Argentino
de Antropología Social, “Identidad disciplinaria y campos de aplicación”, realizado en Mar del Plata el 14 al 16 de septiembre del año 2000.
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Introducción
Cuadro I
Contexto fin del XIX (1) entre guerras (2) después de la 2da. Guerra. (3)
Objeto diferencia cultural diversidad cultural desigualdad cultural
Explicación
evolucionismo funcionalismo estructuralismo neomarxismo
(teorías)
comparativismo/relativismo
Método comparativo relativismo (inductivo)
(formalización/deducción)
inventarios/ observación extrañamiento
Técnicas
encuestas participante interpretación
la idea de la dominación de una cultura sobre otra se puso Esta teoría se desarrolló en una época en la que la
en evidencia, el objeto antropológico se construyó en Antropología se estaba constituyendo como ciencia al
torno a la noción de desigualdad: el otro cultural era pro- mismo tiempo que el campo científico se estaba confor-
ducto de esa desigualdad. mando, buscando su propio espacio, en función de ob-
tener un tipo de autoridad distinta a la de la religión y la fi-
Fines del siglo XIX: losofía, y esa autoridad provenía de la objetividad de la
A fines del siglo XIX, la Antropología se formalizó ciencia y, especialmente, del método científico: un con-
como ciencia. Fue un momento en el cual el conoci- junto de reglas para probar las afirmaciones. En este caso el
miento del mundo, de la existencia de modos de vida di- método de la Antropología fue el comparativo, método de
ferentes, se hizo más patente por los cambios ocurridos moda en las ciencias naturales2.
en Europa y por la expansión de Occidente. Por una La teoría de la evolución se constituyó como tal en fun-
parte, la revolución industrial –como producto de cam- ción de la aplicación del método comparativo y sobre la
bios tecnológicos importantes– generó nuevas diferen- base de una concepción precisa de su objeto: el hombre.
cias: de clase, nacionales, étnicas y “problemas” que con Este objeto era concebido con una particularidad: su dua-
el tiempo fueron denominándose “sociales”. La cues- lidad; el hombre era tanto cuerpo como espíritu. Como
tión fundamental de las ciencias sociales fue la de ex- cuerpo pertenecía al mundo de la naturaleza, en tanto “es-
plicar esos cambios que se producían en el mundo eu- píritu” pertenecía a otro mundo, al de la cultura. Si-
ropeo. Pero, a la par de estos cambios, Occidente se guiendo esta dualidad, la Antropología se constituyó en
expandió sistemáticamente por el mundo, sobre otros dos ramas: la Antropología física y la antropología cul-
pueblos, sobre otras culturas, sobre otros modos de vida tural. Pero, no obstante, las diferencias entre los hombres
distintos al modo europeo. fueron pensadas por estos evolucionistas, básicamente,
Si bien el encuentro intercultural no era nuevo y como “diferencias” culturales.
siempre despertó una actitud de asombro ante lo dis- Para estudiar al hombre en las distintas manifesta-
tinto, en este caso el asombro de Occidente se distin- ciones en las que se presentaba, se estableció una división
guió de los anteriores porque no fue un encuentro in- del trabajo científico dentro de las ciencias humanas y so-
genuo, y por sobre todo, porque ese asombro fue do- ciales. Por un lado, la historia y la sociología tomaron
mesticado bajo las reglas del mundo científico: la como objeto (objetivo) de estudio las sociedades com-
diferencia se constituyó en objeto de explicación cientí- plejas, civilizadas, desarrolladas. Por el otro, las sociedades
fica. El nuevo encuentro de los europeos con otras cul- primitivas, no complejas, no desarrolladas, sin historia y
turas distintas dio origen a lo que sería la pregunta fun- sin Estado pasaron a constituirse como el objeto propio de
dante de la Antropología: ¿por qué estos hombres son la Antropología. Esta división, producto de un proceso
distintos? La primera teoría científica sobre la diferencia histórico, se realizó en función de las distinciones de las so-
fue el evolucionismo que contestó esta pregunta a través ciedades o las culturas en tiempo y espacio, teniendo como
del concepto de evolución. parámetro la ubicación de Occidente (ver cuadro II).
2 La idea era que aquellos que vivían de modo diferente en otros lugares podían dar la clave de como había sido el pasado del hombre civilizado. Se
intentó analizar la naturaleza humana a partir de la diferencia entre las culturas y estas diferencias surgían de la comparación entre ellas.
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Introducción
Ciencias Antropológicas
3 La Segunda Guerra había contribuido por un lado a ocultar la emergencia de esos nuevos movimientos pero al mismo tiempo los había impulsado
ya que las potencias centrales hicieron participar activamente a sus colonias en el conflicto. Al concluir éste, emergen nítidamente los movimientos
de liberación.
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(el acercamiento directo y personal del antropólogo), estas nuevas culturas. Por ejemplo, respecto a la técnica, la
sino que es necesario construir un modelo teórico de so- observación participante era una herramienta creada y
ciedad que, aun cuando no corresponda a ninguna de pensada para estudiar culturas “sencillas” o “primitivas”
las que se pueden observar en la realidad, ayude a com- pero ahora esas culturas se habían transformado en
prender los fundamentos básicos de la existencia hu- “complejas” y no podía aplicársele esa técnica de modo
mana. Esta vía podía hacerse efectiva ya que las opera- directo. Lo mismo sucedió con las teorías que habían
ciones de la mente eran independientes del contexto explicado la diversidad cultural a partir del supuesto de
cultural e histórico, porque a pesar de la “superficial ex- que ésta era un hecho natural y que, por lo tanto, todas las
trañeza de los hombres primitivos”, el espíritu del sociedades debían ser tratadas como “iguales”. Así, los
hombre es, en el fondo, el mismo en todas partes. Esto antropólogos que se preguntaron por las causas de las
permite “desarrollar una ciencia general del pensa- transformaciones se encontraron con que el “hecho
miento, una ciencia conclusa, abstracta, formalista, una natural” era producto de un tipo de contacto particular: el
gramática universal del intelecto”4.Pensado en esta de la colonización. Ésta era considerada como un proceso
ciencia, Lévi-Strauss plantea tres niveles del quehacer an- caracterizado por la dominación de un pueblo sobre otro,
tropológico: lo que produjo un fenómeno evidente: la desigualdad
• un primer nivel en el cual el antropólogo pretende entre culturas. De tal forma que las teorías sobre las
“aislar y describir los modelos que un pueblo usa transformaciones de las culturas “primitivas” se centraron
para percibir, relacionar e interpretar sus experien- en explicar la desigualdad cultural como producto de la
cias”. Es el momento en que el antropólogo realiza dominación de Occidente.
la etnografía; De este modo, la Antropología tuvo un giro teórico y
• un segundo nivel donde el antropólogo compara el metodológico importante, se proveyó de las técnicas de
contenido y la organización de los sistemas cultura- otras disciplinas (principalmente de la Sociología y la
les para analizar, interpretar y explicar la diversidad. Historia) y de otras teorías sociales. No obstante, la teoría
Es el momento de la etnología, del estudio que permitía dar una primera explicación sobre la desi-
comparado de las distintas culturas; gualdad y la dominación era el marxismo. La influencia de
• un tercer nivel, el de la Antropología estructural, en esta línea de pensamiento en las explicaciones
el cual el antropólogo llega, a través de la construc- antropológicas se acentuó aún más dado que durante la
ción de modelos formales a los axiomas básicos, a las década del ‘60 hubo una especie de “explosión” de
estructuras constantes y comunes a todas las cultu- discusiones entre las distintas vertientes del marxismo6,
ras. discusiones que fueron ampliamente difundidas y que
influenciaron de manera directa en algunas de las
No obstante este reconocimiento de la práctica cientí- Antropologías dominantes.
fica como tres momentos interrelacionados, Lévi-Strauss Como ejemplo del impacto que esas discusiones gene-
se centró, casi exclusivamente, en el tercer momento5. raron, algunos antropólogos hicieron una revisión de los
Otros antropólogos, en cambio, tomaron otra vía y se estudios realizados por los clásicos sobre las “sociedades
propusieron estudiar las transformaciones que las socieda- primitivas”, intentando describirlas y explicarlas a partir
des no occidentales estaban sufriendo. Uno de los pro- de las relaciones de desigualdad que, según ellos, existían
blemas que tuvieron que afrontar estos antropólogos fue el dentro de esas sociedades. Los antropólogos que se adscri-
hecho de que las herramientas (teorías y técnicas) de la bieron a esta corriente, tuvieron largas discusiones para
Antropología clásica no eran las adecuadas para explicar adaptar una teoría que intentaba explicar la desigualdad en
4 Lévi-Strauss plantea una nueva forma de acercamiento ya no físico sino intelectual: “¿Nunca habremos de conocer a los salvajes? No, hay otro ca-
mino para acercarnos a su mundo, un camino que no es el de la participación personal en ese mundo: la construcción (partiendo de las partículas y
fragmentos de restos que aun es posible reunir o que ya han sido reunidos) de un modelo teórico de sociedad que, aunque no corresponda a ningu-
na de las que pueden observarse en la realidad, nos ayude no obstante a comprender los fundamentos básicos de la existencia humana. Y esto es po-
sible porque a pesar de la superficial extrañeza de los hombres primitivos, en un nivel más profundo no nos son en modo alguno, extraños. El
espíritu del hombre es en el fondo el mismo en todas partes de manera que lo que no puede realizarse mediante un acercamiento, mediante el in-
tento de penetrar materialmente en el mundo de las tribus salvajes, puede realizarse desarrollando una ciencia general del pensamiento, una ciencia
conclusa, abstracta, formalista, una gramática universal del intelecto” (1976).
5 La Antropología se relaciona en esta perspectiva con la lingüística, el psicoanálisis y con la ciencia de la comunicación.
6 Síntesis de estas discusiones pueden verse en P. Anderson (1983), D.C Fol., E. Loy y Olin Wright (1985) y, de modo más reciente, en T. Skocpol
(1993).
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Introducción
la sociedad occidental a otras sociedades, ampliando o mo- este período no fueron totalmente superadas ni se que-
dificando categorías y conceptos. Las etnografías que ha- daron ancladas en el tiempo, sino que tuvieron lo que P.
bían escrito los antropólogos de otras corrientes fueron re- Bourdieu denomina un “efecto de teoría” (otros dirían,
visadas teniendo en cuenta que, más allá del modo en que efecto de ideología).Esto significa que cada teoría o ex-
se presentara, la dominación y la desigualdad eran un plicación formulada, “bajó”, se articuló con, se impuso
atributo posible en toda sociedad, en todo tiempo y es- como parte del sentido común, pasó a formar parte de
pacio. lo “imaginario” colectivo en algunos sectores de nuestra
Todo este movimiento y la enorme cantidad de infor- sociedad, se impuso como “modelo” presente en la ex-
mación obtenida hasta el momento, llevó a que la mirada plicación desde el sentido común. Algunas de esas teo-
antropológica se fragmentara y que el antropólogo se rías o algunos aspectos de las mismas se constituyeron
especializara, ya no en las “sociedades primitivas”, sino en en modelos sobre la alteridad, lo distinto. Esos modelos
problemas que toda sociedad o cultura presentaban. Así tienen la fuerza de las “clasificaciones”, no son ideas o
van a surgir las especialidades: antropología económica, representaciones que están sólo en nuestras cabezas o en
simbólica, política, urbana, rural, etc. Es decir, un proceso la cabeza de la gente, sino que sirvieron como “vehí-
opuesto al de las escuelas nacionales (período de entre culos” para la interacción, para las prácticas que desa-
guerras) donde las sociedades o las culturas se tenían que rrollamos, para la comunicación, para marcar anticipa-
tomar como un todo estrechamente relacionado y donde damente una relación entre “nosotros y los otros”. A
no se podían separar las partes. Pero ahora, la especializa- decir de E. Leach, antropólogos y no antropólogos nos
ción permitía nuevamente la aplicación del método com- encontramos realizando la misma operación clasifica-
parativo. Así, por ejemplo, la Antropología política se toria:
dedicaba a establecer semejanzas y diferencias respecto a
las formas de dominación entre distintas culturas o a “Yo” me identifico a mí mismo con un colectivo “noso-
comparar distintos sistemas políticos. tros” que entonces se contrasta con algún “otro”. Lo que
Pero en esta etapa no sólo cambiaron el objeto y las nosotros somos, o lo que el “otro” es, dependerá del con-
teorías; también se sumaron nuevos “sujetos” de conoci- texto (...) En cualquier caso “nosotros” atribuimos cua-
miento: los antropólogos “nativos” que estudiaban sus lidades a los “otros”, de acuerdo con su relación para
propias sociedades. Esto, sin duda, introdujo nuevas pre- con nosotros mismos. Si el “otro” aparece como algo
guntas para la ciencia: muy remoto, se le considera benigno y se lo dota con los
atributos del “Paraíso”. En el extremo opuesto, el
¿Cómo es posible utilizar y cómo hay que transformar un “otro” puede ser algo tan a mano y tan relacionado con-
instrumento cognitivo creado originalmente para un pro- migo mismo, como mi señor, o mi igual, o mi subordi-
pósito determinado (el conocimiento de los otros desde el nado (...) Pero a mitad de camino entre el “otro” celes-
punto de vista del norte) para otro distinto? ¿Cuál es ese tialmente remoto y el “otro” próximo y predecible, hay
otro propósito? ¿Acaso la Antropología generada en los una tercera categoría que despierta un tipo de emoción
países del sur se encuentra limitada a ser una especie de so- totalmente distinta. Se trata del “otro” que estando
ciología nativa? (Krotz, 1993: 3). próximo es incierto. Todo aquello que está en mi en-
torno inmediato y fuera de mi control se convierte in-
Esto trajo problemas teóricos y epistemológicos: mediatamente en un germen de temor (1967: 50-51).
¿quién es ahora el otro? ¿dónde vemos lo distinto? Y una
respuesta posible fue establecer que era el antropólogo el Pero hay una cuarta categoría posible en esta clasifica-
que de manera consciente y metódica marcaba la distin- ción: el otro lejano e incierto. Y es sobre ella que se cons-
ción. Ya no era el “objeto” el distinto por sus caracterís- truyó la Antropología. El antropólogo se constituyó en
ticas propias, sino que el antropólogo construía la distin- “especialista” del otro lejano e incierto. Su tarea consistió
ción, lo extraño. Es éste el que distingue, desconoce, se en borrar la incertidumbre, en transformar eso exótico, en
“extraña”. Esto modificó la base de observación partici- cierto conocido.
pante e introdujo el “extrañamiento” como un recurso En el resto del libro daremos cuenta del modo en que
metodológico y como punto de partida necesario de toda están construidos estos tres modelos en las teorías antro-
investigación antropológica. pológicas –diferencia, diversidad, desigualdad– y de qué
Creemos que lo expuesto anteriormente sintetiza modo son aún utilizados.
una historia de cien años, pero las teorías construidas en
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Bibliografía
ANDERSON, P., Tras las huellas del materialismo histórico, LEACH, E., Un mundo en explosión, Barcelona, Editorial
España, Siglo XXI, 1983. Anagrama, 1967.
CLASTRES, P., “Entre silencio y diálogo” en Pingaud, B. y MENÉNDEZ, E, “Definiciones, indefiniciones y pequeños
otros, Lévi-Strauss: estructuralismo y dialéctica, Buenos saberes” en Alteridades, Nº 1, 1991, pp.
Aire, Editorial Paidós, 1968. 21-23.
FOLD, D.C. LOY y WRIGHT, E. OLI, “Recientes desarro- ——— Conferencia Inagural del VI Congreso Argentino
llos en la teoría marxista del Estado capitalista” en de Antropología Social, “Identidad disciplinaria y cam-
Offe, C. y otros, Capitalismo y Estado, Madrid, Revo- pos de aplicación”, Mar del Plata, 14 al 16 de sep-
lución, 1985. tiembre del año 2000.
KROTZ, E., “La producción de la Antropología en el sur” SKOCPOL, T., “El Estado regresa al primer plano” en
en Alteridades,Nº 1, 1993, pp. 5-11. Cuadernos de Sociología, Buenos Aires, Carrera de So-
——— La Otredad cultural entre Utopía y Ciencia, Mé- ciología, Facultad de Ciencias Sociales, UBA, 1993.
xico, FCE, 2002.
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Sociedad, Institución y Subjetividad. Profesora Ana M. Correa et.al. Cátedra de Psicología Social.
Facultad de Psicología.UNC. Año 2015.
“El infierno de los vivos no es algo que será. Hay uno y es el que ya está aquí.
Es el que vivimos todos los días, el que hacemos estando juntos. Dos maneras
hay de no sufrirlo: una consiste en acostumbrarse a él, no verlo más hasta
formar parte de él. La otra es peligrosa y requiere atención y aprendizajes
continuos: Buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es
infierno, hacerlo durar y darle espacio.” Italo Calvino.
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Emile Durkheim. Un clásico del pensamiento positivista de la sociedad capitalista consta de
las siguientes Obras: “Las reglas del método sociológico”; “Las formas elementales de la vida
religiosa”; “De la división social del Trabajo”; “El suicidio”; entre las más relevantes.
2
Karl Marx. Pensador que revoluciona la Economía, la Política y la Sociología al proponer
metodológicamente “develar teóricamente” los determinantes reales de la “actividad social”
desde una perspectiva histórica y política. La producción de su obra ha sido clasificada por el
carácter de juventud; mencionando entre otros, “Elementos fundamentales para la crítica de
la economía política (borrador) GRUNDISSE”; “La miseria de filosofía”, “La ideología
alemana” conjuntamente con Engels, “El Capital”, entre los más destacados.
3
Max Weber. Un crítico del capitalismo que representa para la sociología y la ciencia política
contemporánea un análisis comprensivo de las relaciones entre lo fáctico, los valores. Entre su
producción relevante señalamos “Economía y Sociedad” “El capitalismo”.
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Las Instituciones nos preexisten. Ponen límites para regular conflictos en lo social.
Establecen la Ley que pone un límite a las pulsiones humanas constituyentes del
sujeto. La institución, como señala Freud (1921), implica aceptar la violencia de la ley
material y simbólica que hará cesar la lucha de todos contra todos, pues instaura la
norma que acepta ser parte de ese acuerdo de seguridad renunciando a un poco de
felicidad; por lo cual la Institución siempre marca un límite que genera malestar y
sufrimiento institucional.
Esta necesidad de conjurar la violencia de la lucha de todos contra todos – es decir
crear una regulación- lo hará mediante la Ley que es instalación de un acto
(irreversible) que va a producir un cierto tipo de ordenamiento en las relaciones.
“hace falta que haya un acto que produzca una situación irreversible (…) este
acto es tan violento – evoca el crimen de Tótem y Tabú de Freud (y otros mitos
griegos)- que produce en quienes lo llevan a cabo ambivalencia” (…)
(Enriquez.2002, p.42)
Nacemos en las instituciones y ellas nos hablan antes de nacer legándonos una
herencia del lenguaje, de valores, pautas, clasificaciones que nos ordenan – en un
proyecto “lógico” de racionalidad- en la construcción del mundo. Crean sentimientos
de pertenencia y fidelidad, sin que medie una clara y explícita decisión de parte los
individuos. La Institución reproduce lo establecido por la cultura, lo actualiza,
4
Aquí la noción de conflicto remite a la ruptura de un orden a partir de la colisión de intereses humanos.
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mantiene y/o transforma. Por ello es difícil pensar la Institución, señala René Kaes
(1979) pues nos formamos, nos constituimos nos hacen ser y producen subjetividad.
Subjetividad en tanto manera de habitar lo social (Bozzolo, 2008).
En consecuencia, señala Enriquez (1992; 2004) Castoriadis (1975) Lourau (1975; 2001),
las instituciones fabrican sujetos aptos para la vida en sociedad, construyen la certeza
de que se hace lo que se tiene que hacer; sabiendo además que allí anida la
resistencia, pues es posible hacerse de otra manera. Las instituciones son por ello
paradojales pues plantean en el seno mismo de lo establecido – determinado- la
indeterminación, es decir, aquello que no deja de agotar la posibilidad de nuevos
sentidos.
Dicho de otra manera, agrega Enriquez (1992) las Instituciones se forman sobre un
saber un sistema de valores que tiende fuerza de Ley y que, por lo menos en un
primer momento se presentan como verdaderas, universales.
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Como la cita indica para que el saber5 adquiera fuerza de ley, tiene que ser
internalizado y puesto en comportamientos concretos, es decir, la obediencia no debe
provenir de una exigencia de una presión externa sino de la interiorización de un ideal,
señala Enriquez. Pero además siempre existen diferencias en la asimilación del sentido
que se manifiesta en las prácticas.
C) El carácter simbólico /o momento de la singularidad expresa que sus contenidos y
las formas organizacionales jurídicas para el logro de objetivos es una manera histórica
de cómo se presentan y representan las instituciones para los sujetos, en la sociedad
que habita.
En las prácticas se abordan inquietudes de los internos – acordes a los DDHH-
pero muchas veces ellas son ajenas a la institución y se relacionan mas a
criterios asumidos por los referentes judiciales –egresos anticipados negados ya
sea en función de su delito, de la conducta, etc.- estableciendo obligatoriedad
por oficio judicial de tratamiento psicológico y ahora también social”
(op.cit.p.135)
En este ejemplo se observa que el carácter simbólico se instituye en tensión entre la
cárcel y sectores hegemónicos de la justicia que pone en cuestión el valor de los
Derechos Humanos.
En consecuencia, el concepto Institución resulta: polisémico, equívoco y problemático,
según Lourau (1975 – 2001)
El concepto es polisémico, acentúa el momento de la universalidad. El Derecho
reafirma, las normas universales y las formas de regulación establecidas, en los códigos
o en las costumbres no escritas. Consiste en volver evidente, intocable y sagrado lo
que no es sino contingencia política. Sin embargo, este tratamiento es fecundo para el
uso funcionalista pues enmascara la demanda política bajo la ideológica. Asimismo,
señala que la polisemia del concepto tiende a mostrar no solo la eficacia simbólica de
lo jurídico sino que expresa que la contingencia de lo normativo, nos muestra que las
relaciones en la institución son relaciones de poder: de clase y de producción.
El concepto es equívoco pues designa alternativa y simultáneamente lo instituido y lo
instituyente. La Psicología social se ocupa de la tensión entre lo instituido como la
cosa establecida y lo instituyente que propone su transformación en las maneras
particulares de interpretar lo instituido. Se presenta la institución como permisiva,
contenedora, sostenedora y al mismo tiempo, como represiva y expulsora y forma
parte del control social.
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El saber que se pone en juego en la cita mencionada es “quién era y qué hizo Hernán Cortez” si un
usurpador o un libertador.
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Son lugares pacificados donde reina cierto consenso en sus relaciones para vivir, amar,
trabajar crear el mundo. Son instituciones que posibilitan la alteridad esto es
“aceptación del otro en tanto sujeto pensante y autónomo”(op.cit.248).
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En efecto, el Plano de análisis Cultural posibilita una lectura de cómo cada institución
al formar parte de una Sociedad busca integrar en función de ciertos valores,
creencias, patrones que posibiliten la “obra colectiva”; esta integración se realiza
mediante procesos y mecanismos socializadores que procuran evitar o enmascarar la
violencia y ejercen influencia para la cohesión social. Este plano resalta la tensión
irreductible siempre presente en la institución entre sujeto-institución.
Sistema o Plano de análisis simbólico:
Una institución no puede vivir sin producir un conjunto de mitos unificadores, sin
instituir ritos de iniciación de pasaje y de realización; sin darse héroes tutores
(tomados generalmente de entre los fundadores reales o imaginarios de la
organización), sin relatar o inventar una saga que ocupará un lugar en la memoria
colectiva.
Las cárceles surgen en la sociedad con el desarrollo de las grandes ciudades
donde la misión del Estado aparece como un aparato organizador de las
“ciudades” ordenadas y limpias, generando elementos o tecnologías
prescriptivos para clasificar y delimitar “territorios” con la mayor claridad y,
con estos criterios, surgen con nitidez las funciones de policiamiento como parte
del “arte de gobernar” de “una racionalidad gubernamental” (Garland, 2009)
El rito institucional establece una diferencia entre quienes tienen las características
para ser dignos del ritual, y aquellos que jamás recibirán la legitimación del rito de
institución. Muchos y distintos son los “premios y castigos” que toda institución
muestra en sus rituales principales y deja de manera explícita y evidente aquello que
la institución valora. Por ejemplo en las escuelas en los “actos escolares” se premia en
primer lugar “el abanderado” la obtención del las mejores calificaciones llevaran la
bandera. Podrá también premiar al de mejor asistencia y/o mejor compañero;
poniendo de relieve las prioridades meritocráticas de la escuela. En tanto, en las
Instituciones Penitenciarias el “servicio” la experticia que destacan es principalmente
identitaria construida por la “obediencia a la jerarquía” seguidamente por los
premios al “arrojo” “coraje”. Esta línea define su rol, y marca por ende, los
comportamientos que tienen permitidos y los que no (sobre todo, a los que les
concierne el rito)
Sistema o Plano de análisis imaginario
Toda institución va a producir sobre todo, un sistema imaginario sin el cual los
sistemas simbólico y cultural tendrían dificultades de establecerse para sostener
deseos de afirmación ante la fragmentación social.
Las cárceles son, esos lugares “oscuros y tenebrosos”, más allá de las formas
que la institución adopte en la sociedad, pues la función social es encerrar y
castigar con la finalidad efectiva o utópica de “readaptar”, “corregir”
“resocializar”, “reinsertar” los sujetos en conflicto con Ley en la sociedad,
cambiándolos- para insertar- sobre fundamentos racionales y morales de
castigo (Correa.2011, Informe Secyt)
Es necesario entender estos tres sistemas como piezas de una misma imagen que para
Enriquez (1989) constituyen o hacen a la institución. Cada sistema no constituye una
mirada sino se tiene en cuenta el diálogo que entre los tres existente.
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Castoriadis afirma que el hombre es ser social y por ende ser político, la reflexión y la
deliberación, son actividades creativas y productivas que posibilitan la continua
renovación de lo dado. Es pues, la actividad humana en las instituciones una acción de
revisión constante de las prácticas donde se conjuga el “poder”. Poder de la
comunicación y de búsqueda de producción de sentido, no sólo en función de los fines,
sino que se desplaza desde el nivel superior del orden instituido a los participantes. En
esta situación desaparece la polaridad estructurante, de relaciones sociales asimétricas
y es posible experimentar el poder no como violencia, coacción y dominio propio de
toda actividad técnico-productiva, sino como participación en la creación constante de
la validez de derecho de lo instituido. (A. Sanz.2009)
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Las técnicas de seguridad, por el contrario, no funcionan bajo la lógica del encierro
sino que, calculando el riesgo (de contagio, para aquel caso, hoy surgen otros
problemas como por ejemplo discriminación y riesgos de atentados) que toman en
cuenta al conjunto de la población. Éstas son técnicas que funcionan en un espacio
abierto, mientras las otras funcionan en el interior de un espacio cerrado que separa,
segregando la normalidad de la anormalidad; las técnicas de seguridad calculan el
diferencial de normalidad con relación a los niveles de riesgos existentes en la
sociedad, de manera que se establece una curva de normalidad con la cual comparar
todos los grupos sociales. Se puede ver claramente que en realidad son técnicas
completamente diferentes.
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Con las técnicas de seguridad se tiene la capacidad de analizar todas las diferencias en
relación con la norma y se establece así un cuadro que dibuja las diferentes curvas de
normalidad mediante la determinación del riesgo. Nos enfrentamos entonces a dos
técnicas que producen dos tipos de normalización diferentes. A partir de estas técnicas
se ve claramente cómo funciona la sociedad contemporánea.
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Referencias bibliográficas
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Facultad de Psicología.UNC. Año 2015.
Enriquez E (1989) “La muerte en las Instituciones”. En Kaes (comp) La Institución las
instituciones. Paidos.
Sanz A. (2009). “El valor del trabajo: la vida y la libertad”. En Correa Ana (comp.)La fase
borrosa de la Representación social Editorial Brujas.
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EL POSIBLE DIÁLOGO ENTRE SABERES
ACADÉMICOS Y SABERES NO
ACADÉMICOS.
UN APORTE DESDE LA SOCIOLOGÍA DE
LA CULTURA.
Claudio F. Díaz
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El posible diálogo entre saberes académicos y saberes no
académicos.
Un aporte desde la sociología de la cultura.
El problema.
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perfectible de cierto orden de fenómenos tanto en el mundo físico como en el mundo
social52.
El diálogo y el conflicto
En nuestros días hay una idea que se ha ido haciendo parte del sentido común 53
y por lo tanto está muy extendida. Es aquella según la cual el diálogo es lo contrario,
52
Como se vio en la primera clase, aunque ese aporte sea importante, hay sectores dentro de la
epistemología y otras áreas de pensamiento que cuestionan que se trate del único tipo valioso de saber.
60
o de algún modo se opone al conflicto. Pareciera que los conflictos se producen
cuando no hubo suficiente diálogo, cuando no hubo una disposición que hiciera posible
el diálogo, cuando las partes involucradas no fueron capaces de dejar de lado sus
intereses en aras del “bien común”. Esa idea, aunque quienes la enuncian no tengan
conciencia de ello, forma parte de una teoría sociológica que tiene una larga tradición.
Es la tradición de las teorías que han dado en llamarse “consensualistas” y que tienen
en el estructural funcionalismo de Talcott Parsons su forma paradigmática. Se trata de
una manera de pensar la sociedad que la ve en algunos casos como un “sistema” y en
otros casos como un “organismo”. Ese sistema u organismo está compuesto por un
conjunto complejo de elementos, partes, subsistemas u órganos, cada uno de los
cuales cumple una determinada función para garantizar el funcionamiento general del
sistema. La finalidad última del mismo es la satisfacción de las necesidades del
conjunto. En esta manera de pensar la sociedad, claro está, la aparición del conflicto
es una anomalía. Es el resultado de una falla o de un mal funcionamiento de uno o
varios de los elementos que forman el sistema.
Las cosas se ven muy distintas si uno se ubica en otra tradición sociológica, que
algunos han llamado “conflictivista” y que encontrara su formulación fundacional en
trabajos como los de Karl Marx y Max Weber. En esta mirada, los conflictos no son
una anomalía, resultado de algún tipo de falla en el sistema, sino el resultado
necesario de la confrontación de intereses entre distintos grupos sociales. Hay
confrontación de intereses porque los recursos escasos y valorados están distribuidos
de un modo profundamente desigual entre los diferentes grupos sociales.
53
La noción de “sentido común”, vista desde la sociología, es más problemática de lo que aparece a
primera vista. Volveré sobre ella más adelante.
61
Por ejemplo, un sector o clase social sería el de los dueños de los grandes medios de
producción, es decir, las fábricas, los medios de transporte, los medios de
comunicación, las tierras productivas, etc. En términos de Marx, la Burguesía. Y otro
sector o clase social serían los trabajadores, que como no son propietarios de medios
de producción que les permitan obtener ganancias, no pueden hacer otra cosa que
vender su propio trabajo a cambio de un salario. En términos de Marx, el Proletariado.
Si uno mira las cosas de esta manera, las pujas salariales, por ejemplo, son resultado
de un conflicto objetivo de intereses que depende de la posición relativa de los
empresarios por un lado y los trabajadores por otro. Para el trabajador el salario es el
ingreso que le permite vivir. Para el empresario es un gasto que reduce sus
ganancias. La puja puede dirimirse o no mediante el diálogo, pero no es por falta de
diálogo que se produce.
Ahora bien, los diferentes sociólogos que han desarrollado esta tradición
progresivamente fueron ampliando la mirada de Marx al considerar que no sólo existe
una distribución desigual de recursos económicos, sino también de otros recursos
socialmente valorados. Ya Max Weber hablaba de la distribución desigual de recursos
como el honor o el prestigio, por ejemplo. Y hacía notar el empeño que los actores
sociales ponen en la lucha por ese tipo de recursos. Y autores más contemporáneos
han puesto el acento en otro tipo de recursos cuya distribución genera desigualdad y
conflicto: los bienes culturales. Pero ¿De qué hablamos cuando hablamos de cultura?
63
que culturas debe decirse en plural en la medida en que conviven en el mismo espacio
y tiempo significados y valores distintos.
Eso es muy notable cuando uno compara una lengua con otra. Pero una mínima
mirada hacia nuestra propia sociedad permite comprobar que, aunque todos hablamos
la misma lengua (el español de la Argentina), no todos hablamos igual. Hay diferentes
modos de hablar según las regiones, las generaciones, los géneros, las clases
sociales, etc. Pero no sólo hablamos diferente. Todos de una u otra manera, tenemos
internalizado que hay maneras “correctas” y maneras “incorrectas” de hablar. Hay
frases que están “mal dichas”. Hay cosas que pueden o deben decirse y hay otras que
“no se dicen”. ¿Quién no escuchó alguna vez, o no pronunció palabras como “qué va a
enseñar ese si no sabe ni hablar”, refiriéndose a alguien que no habla
“correctamente”? Por eso los lingüistas, mezclando un poco una mirada descriptiva
con una mirada normativa, llegaron a desarrollar el concepto de “Lengua estándar”,
es decir una lengua que funciona como modelo, patrón o referencia. Digo que allí se
mezclan dos miradas. Por un lado una mirada descriptiva, propia de la ciencia, que se
dedica a describir la lengua tal como es hablada en determinado tiempo y lugar.
Sobre la base de datos empíricos y sin juicios de valor ni prescripciones. Pero por otro
lado hay una mirada normativa, que implica ya un juicio y una posición política en la
medida en que se prescribe un deber ser de la lengua, una manera “correcta”, es
decir, prestigiosa de hablar. La lingüística puede describir una lengua con todas sus
variaciones. Incluso puede explicar ciertos usos y rasgos a partir del análisis de
desarrollos históricos, por ejemplo. Pero no hay un fundamento científico para decidir
que una variante es “mejor” o “más correcta” que otra.
Mirar las cosas desde esta perspectiva tiene enormes consecuencias. Por una
parte, cualquiera que tome la palabra sabe que lo que dice, y por lo tanto él mismo,
será juzgado en función de ese patrón normativo que incluso los sectores subalternos
reconocen como legítimo. Eso lleva a muchos sujetos a pensar de sí mismos que “no
saben hablar”, por ejemplo. Y más agudamente, que “no pueden escribir”, o que no
pueden estudiar porque “no les da la cabeza”. Por otra parte, existen mecanismos
institucionales que aseguran por un lado la distribución desigual de los conocimientos
y competencias en el uso de la lengua “correcta”, pero por otro lado, y al mismo
tiempo, su universal reconocimiento como lengua legítima: la escuela, los medios de
comunicación, los premios literarios y, claro está, las universidades. Dicho de otro
modo, se trata de asegurar que todo el mundo sea capaz de reconocer cuál es la
lengua legítima, prestigiosa, correcta, aunque sean pocos quienes son capaces de
hablarla. De tal manera, el conocimiento, la competencia en relación con esa lengua,
genera lo que Bourdieu llama “beneficios de distinción”. Es decir, una percepción
social valorada, prestigiosa, de aquellos que hablan la lengua “legítima”, que es
percibida en realidad como lengua “correcta”. Es lo que subyace en expresiones como
“qué bien habla, es una persona distinguida”.
65
que tiene en una sociedad, es resultado de la imposición de un arbitrario cultural por
parte de los sectores dominantes.
Tomemos otro ejemplo, esta vez vinculado a las creencias religiosas. Según un
relato popular que circula en innumerables canciones y versiones, allá por el siglo XIX
un gaucho llamado Antonio Gil escuchó una voz que le ordenaba negarse a seguir
peleando en las guerras civiles. Por hacerlo fue capturado y condenado a muerte por
desertor. Pero cuando se estaba por cumplir la pena advirtió al policía que iba a
matarlo que encontraría a su hijo gravemente enfermo. Pero también le dijo que
rezara por él y que su hijo sanaría. El policía volvió a su casa, encontró a su hijo
moribundo, rezó por el Gaucho Gil y su hijo sanó milagrosamente. Por eso regresó al
árbol donde habían matado al gaucho, le dio sepultura y levantó una cruz, que dio
origen al culto al Gauchito Gil. Esta historia no se diferencia demasiado de la de los
santos consagrados por la tradición cristiana. Sin embargo el culto de los santos
forma parte de una religión institucionalizada y el del Gauchito Gil es considerado una
creencia supersticiosa. La diferencia no está en la estructura del relato, ni en la
calidad de intercesor que el santo tiene en relación con la divinidad, ni en la devoción
de los creyentes. La diferencia está en el valor social, en la “legitimidad” de la práctica
y de los practicantes y en su aceptación o negación por parte de las instituciones que
tienen la autoridad para legitimar, en este caso, la Iglesia.
Dicho en otros términos, hay una relación entre valor y rareza, valor y dificultad
de acceso. Vistos desde este punto de vista aquellos rasgos inmanentes que hacen
“valiosa” una obra de arte según la tradición de las humanidades (complejidad,
dificultad, trabajo formal, etc.) adquieren otro sentido. Desde el punto de vista
sociológico esos rasgos formales son necesarios para producir la rareza que está en la
66
base de la valoración social. Cuanto más inaccesible es una obra, más valor tiene. Lo
mismo puede decirse de todas las otras producciones culturales.
El problema con esta mirada es que considera a las culturas populares como
absolutamente autónomas, como si los sectores populares no formaran parte de un
conjunto de relaciones sociales que son relaciones de dominación pero también de
lucha. De hecho muchos de los contenidos y las formas de la cultura tanto de los
dominantes como de los dominados sólo pueden captarse si se piensan las relaciones
de unos con otros. Para decirlo con ejemplos prácticos: ciertas formas del tango y del
folklore han alcanzado legitimidad y se han presentado en los grandes teatros del
mundo, pero no pueden comprenderse si no es estudiando el largo proceso de
apropiación desde sus orígenes populares. Habiendo empezado como prácticas
populares despreciadas se fueron resignificando y transformando en la medida en que
los sectores dominantes las tomaban como propias. Y a la inversa, muchos productos
de la cultura popular, como el hip hop o, más cerca de nosotros, el cuarteto, mixturan
elementos de origen popular con apropiaciones y resignificaciones de elementos que
provienen de las industrias culturales, de la cultura escolar o de formas poéticas o
retóricas de antiguo origen erudito, como por ejemplo el uso del tuteo, en lugar del
voseo cotidiano. En el ámbito científico, hay conocimientos que han empezado en la
observación de ciertas prácticas populares de salud, como el uso de hierbas
medicinales, por ejemplo.
67
La universidad, el capital cultural y la dominación simbólica
Volver a la extensión
Después del recorrido propuesto, se puede volver a plantear la pregunta inicial
¿Qué dialogo es posible entre sectores académicos, portadores de las marcas de la
cultura legítima, y sectores no académicos, portadores de las marcas de las culturas
no legitimadas?
68
Quisiera empezar por una afirmación, el diálogo no sólo es posible sino también
necesario. Si no estuviera convencido de eso no tendría sentido participar en
actividades extensionistas. Pero tener en cuenta el conjunto de problemas planteados
en este artículo hace necesario reformular el compromiso extensionista no sólo en
términos éticos, sino también políticos. Es necesario plantearse el compromiso en
términos políticos no sólo porque se trata de la cooperación con sectores diferentes,
ajenos al mundo académico, sino también porque esos sectores son los
desfavorecidos en una estructura de distribución desigual de los recursos de la que la
universidad también forma parte.
1) La cultura de la que somos portadores los universitarios, por muy evidente que
nos parezcan sus principios y fundamentos, sólo es una entre otras, y el prestigio
de que goza es resultado de la imposición a lo largo de la historia, de un
arbitrario cultural. Cualquier posibilidad de diálogo requiere una reflexión al
respecto.
2) En la universidad no sólo se producen conocimientos científicos. Sin embargo, la
importancia que tiene la producción y enseñanza de ese tipo de conocimientos
hace difícil ver la enorme cantidad de significados y valores éticos, estéticos,
religiosos, etc. que guían nuestras prácticas. Si las tareas extensionistas deben
basarse en el diálogo, es necesario estar sumamente atentos, porque si no se
tiene una actitud vigilante, creemos que estamos operando desde los
conocimientos científicos, y no hacemos otra cosa que imponer los valores
consagrados por el sentido común de las clases ilustradas. Por ejemplo ¿Cuánto
de las prácticas médicas que nos parecen “naturales” están basadas en un ideal
corporal, incluso estético, que depende de un arbitrario cultural? ¿Cuánto de las
soluciones arquitectónicas que proponemos están basadas en una concepción
arbitraria de la familia y del modo de habitar el mundo? ¿Cuánto de las “leyes
69
económicas” que subyacen en nuestros proyectos de desarrollo se fundan en una
idea del hombre y del progreso definida culturalmente?
3) Dicho en otros términos, cualquier diálogo exige una escucha atenta y una
vigilancia de toda manifestación del etnocentrismo de clase, esa tendencia a
juzgar los significados y valores de las culturas populares desde los de las clases
ilustradas. Pero eso no quiere decir que haya que renunciar a la identidad de
universitarios. Los saberes académicos, científicos y otros, son valiosos y no se
debe renunciar a ellos. Lo que puede impedir el diálogo es imponer su prestigio
como verdad indiscutible. Por el contrario, el diálogo debería permitir la
apropiación de esos saberes sobre la base de los significados, valores y
necesidades de los sectores populares. Y también debería hacer posible para los
universitarios un aprendizaje y una autotransformación, en la que la
relativización de los fundamentos de las propias prácticas no debería tener un
lugar menor.
Estas sugerencias, claro está, no pretenden ser una lista cerrada de cuestiones,
ni mucho menos clausurar un debate, sino más bien ser una contribución para abrirlo.
En todo caso, los problemas que aquí he planteado son apenas los que pueden
pensarse a partir de los aportes de una disciplina, la sociología de la cultura. Pero
como he intentado demostrar, las diferentes disciplinas científicas pueden realizar
aportes más o menos valiosos, pero el problema de la distribución desigual de los
saberes y de la diferencia de prestigio de unos y otros es, en definitiva, un problema
político, y debe ser políticamente abordado.
Bibliografía
70
La clandestina centralidad de la vida cotidiana
Por Rossana Reguillo1
[...] a menudo utilizaban las leyes, las prácticas o las representaciones que les eran
impuestas por la fuerza o por la seducción con fines diversos a los buscados por los
conquistadores; hacían algo diferente con ellas; las subvertían desde dentro; no al
rechazarlas o al transformarlas (eso también acontecía), sino mediante cien ma-
neras de emplearlas al servicio de las reglas, costumbres o convicciones ajenas a la
colonización de la que no podían huir. Metaforizaban el orden dominante: lo hacían
funcionar en otro registro. Permanecían diferentes, en el interior del sistema que
asimilaban y que los asimilaba exteriormente. Lo desviaron sin abandonarlo.
Michel De Certau
En tal sentido puede decirse que una manera de definirla es mediante una
operación de oposición y al mismo tiempo de complementariedad: de un
lado, lo cotidiano se constituye por aquellas prácticas, lógicas, espacios y
temporalidades que garantizan la reproducción social por la vía de la
reiteración, es el espacio de lo que una sociedad particular, un grupo, una
cultura considera como lo «normal» y lo «natural»; de otro lado, la
rutinización normalizada adquiere «visibilidad» para sus practicantes tanto
en los periodos de excepción como cuando alguno o algunos de los
dispositivos que la hacen posible entra en crisis.
Para muchos artistas la vida cotidiana es el mejor lugar desde el que puede
mirarse y hacerse la crítica de lo real. Y el nuevo periodismo incorpora como
parte del acontecer noticioso aspectos cotidianos que antes no eran
considerados como noticiables, temas de «interés humano» sirven como
analizadores de la política, de la economía, de la cultura.
No puede existir, sin embargo, una vida cotidiana sin un discurso que la
explicite y la fundamente, por lo que lo social, lo colectivo tenderá a
restituir el sentido a través de una intersubjetividad que busque nuevos
postulados socioculturales asibles en el nivel de lo cognitivo-lingüístico,
para garantizar la continuidad y sobrevivencia del grupo o sociedad.
Y si bien es cierto que este debate puede exacerbar el conflicto social por
el control de las definiciones que dan sentido a la vida, también implica la
posibilidad de nuevos acuerdos, en la medida en que la circulación de
ciertos temas (las estructuras de dominación en la familia, los sentidos
atribuidos al trabajo por diferentes sociedades, el comportamiento sexual,
etc.) demandan de los actores sociales un replanteamiento entre «lo
acertado y lo verdadero (Heller, 1985).
Uno de los supuestos centrales en relación con los mundos de la vida es
que sus postulados operan como verdades autoevidentes al demostrar su
eficacia en las distintas situaciones sociales: «lo acertado es sin más
verdadero» dice Heller, ya que la cualidad pragmática de la vida cotidiana
la hace reposar sobre «la confianza y la fe» en que realmente el mundo es
lo que parece que es. Sin embargo, aceptar «sin más» esta afirmación es
problemático ya que implica cuando menos un supuesto discutible: lo que
parece ser una descalificación a priori de las capacidades reflexivas del
actor.
Sin poner en cuestión que en la vida cotidiana los actores tienden a operar
a partir de una serie de presupuestos pragmáticos que funcionan «hasta
nuevo aviso», lo que aquí se quiere argumentar es que el hecho de que
estos presupuestos funcionen como elementos orientadores de la acción
colectiva, no implica necesariamente que los actores sociales los asuman
«sin más». Las resistencias, negociaciones y aún francas oposiciones ante
aquello que aparece como «normal», «acertado» en función de las
evidencias empíricas que el actor obtiene con su actuación, se hacen
visibles cuando aparecen «otros presupuestos» también pragmáticos que
ponen en cuestión las certezas construidas del actor, que entenderá que lo
acertado no es siempre ni necesariamente lo verdadero. Esto es
especialmente válido para los contactos interculturales7.
3. Las revanchas
Bajo este supuesto la vida cotidiana no podría ser reflexiva más que a
posteriori, es decir como conjunto de acciones revisables y corregibles en
una línea de tiempo que va del presente al pasado proyectándose hacia el
futuro y siempre de acuerdo al lugar social de los actores en la estructura,
lugar que modeliza la competencia reflexiva.
Hacer una revolución requiere de algunos años, tal vez meses. Pero
apropiarse en las trincheras cotidianas, la casa, el trabajo, la calle, de los
significados de esa revolución o de un nuevo Estado, requiere muchísimo
más tiempo. De ahí la necesidad de entender las resistencias, los largos
tiempos de la vida cotidiana con sus procesos de sedimentación histórica y
su clandestina centralidad para la configuración del mundo social.
Bibliografía
Sandra G. Gezmet
24
La vinculación universidad-sociedad. Modelos de extensión y
características de las interacciones
25
Modelo tradicional o de divulgación
26
Modelo concientizador
27
educativo (o acto extensionista). La unidireccionalidad es reemplazada por la bi o
multi direccionalidad de las interacciones.
González y González (2003) explican que el rol que les compete a las
universidades en este modelo es el de “soporte científico y técnico del sector
productivo y el saber se organiza en función de la rentabilidad económica y de la
oferta direccionada de la universidad hacia el mercado, en la que ésta se convierte en
una estación de servicio”; y la extensión se orienta a la transferencia tecnológica.
28
tradicionalmente, y al menos en el discurso, estaban bajo la responsabilidad del área
de Extensión”. También Serna, citando a Rodríguez Romero (1997) continúa diciendo
que “el modelo de extensión como argumento para la vinculación, está muy
relacionado con la noción de “excelencia y calidad educativa” que… sólo sirve para
legitimar desigualdades sociales, mediante una selección cultural y un modo de
racionalidad propias de una lógica instrumental, que supone la revitalización de un
legado tecnocrático y la radicalización de la meritocracia. La excusa para apoyar este
rumbo del cambio es la fidelidad a las normas del mercado so pena de perder el tren
del progreso”.
29
aporta al crecimiento cultural, sino también a la transformación social y económica y
con ello a su propia transformación”.
Bibliografía
Freire, Paulo (1991). “¿Extensión o comunicación?”. México. Ed. Siglo XXI, 13ª ed. en
español. http://modulosocioterritorial.files.wordpress.com/2011/01/freire.pdf
25/07/13.
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RESUMEN
En este artículo nos proponemos reflexionar sobre algunas características del proceso
de creación colectiva comprendido en intervenciones comunitarias que utilizan el arte
para la transformación social desde los campos disciplinares de la psicología
comunitaria, psicología social, salud mental comunitaria, entre otros. Se caracteriza a
la creación colectiva como proceso compuesto por diferentes momentos y
dimensiones. Se desarrollan los conceptos de arte popular, rito, lazo social y grupo-
sujeto en articulación con el proceso de creación colectiva para dar cuenta de su
potencial transformador en lo referente a la generación de lazos solidarios, identidad
compartida y participación comunitaria, a través de un arte popular ligado al encuentro
y a los ritos colectivos. Concluimos que en la sociedad actual caracterizada por la
fragilización de vínculos y desarticulación de espacios de organización comunitaria, la
generación de procesos de creación artística colectiva contribuye a que las
comunidades se constituyan en sujetos de transformación de sus propias realidades.
Palabras clave: arte - transformación social - creación colectiva
ABSTRACT
1
claudiabang@yahoo.com.ar - Lic. Psicología, Magister en Salud Pública Internacional, Docente de la Facultad de
Psicología UBA y Becaria doctoral CONICET. Proyecto de investigación UBACyT P040 dirigido por Alicia
Stolkiner.
2
carolinawajnerman@gmail.com - Lic. Psicología, Docente de la Facultad de Psicología, UBA.
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RESUMO
INTRODUCCIÓN
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1. Proceso grupal
El proceso grupal como dimensión de la creación colectiva para la
transformación a través del arte debe tener en cuenta lo que cada uno de los
integrantes aporta como inquietud artística o temática, así como las
características e intereses grupales y sus potencialidades. Estas inquietudes,
deseos e intereses de los integrantes circulan en el trabajo colectivo,
posibilitando que cada persona pueda hacer grupo y conformar un cuerpo
artístico en el conjunto. De esta forma, se reconoce a los participantes en su
dimensión subjetiva como personas portadoras de potencialidades creativas y
expresivas que pueden desarrollar de forma activa.
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2. Proceso artístico
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más se analizan, pero el sentido que tiene una cultura se da en una tercera
dimensión del fenómeno (…). El pueblo como tercera dimensión es el que
agota el fenómeno cultural.” (Kusch, 2007, p. 173).
Ticio Escobar concibe como arte popular “al conjunto de las formas
sensibles, las expresiones estéticas de esa cultura en cuanto sean capaces de
revelar verdades suyas, aunque estén profundamente conectadas con todas
las otras formas y cargadas de diversas funciones, usos y valores sociales, y
aunque carezcan de los requisitos de unicidad y genialidad que, característicos
del arte moderno, han sido convertidos en paradigmas de valor universal (...)
Lo que caracteriza al arte popular es su posibilidad de expresar estéticamente
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Adolfo Colombres distingue el rito del espectáculo, dado que según él, la
ceremonia sería la producción de una realidad, modificando las condiciones
previas a su desarrollo, mientras que en el espectáculo hay reproducción de
una realidad previa al mismo (Colombres, 2004). Agrega además la diferencia
entre el sentir, más ligado al arte de masas, y el co-sentir. En el rito se produce
un co-sentir que posibilita comparar la emoción propia con la ajena, compartir
el placer y el dolor y, asimismo, contribuir en el proceso colectivo que fijará el
valor social de una obra. Los objetos y las producciones poseen en el rito un
valor social, que excede al meramente exhibitivo o de consumo. Tanto en el
rito como en la práctica artística, se encuentran puentes entre la palabra y la
acción y la revelación de sentidos nuevos. Retomamos la concepción de “rito”
para destacar la “base solidaria, compartida, que ha sido hasta ahora el
fundamento de toda auténtica cultura” (Colombres, 2004). Asimismo, para
rescatar que la unión entre el arte y la cotidianeidad es posible, aunque para
ello previamente sea preciso revisar críticamente la carga simbólica que tiene
en nuestra cultura la denominación “arte”, más asociada a la concepción de
arte culto que la que tomamos en el presente texto sobre el arte popular.
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CONCLUSIONES
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BIBLIOGRAFÍA
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Rodríguez Wong, María Teresa, (2003) “Potencialidades del enfoque del grupo
- sujeto para la intervención comunitaria” En Revista Electrónica Psicología
Científica. http://www.psicologiacientifica.com/bv/psicologia-148-1-
potencialidades-del-enfoque-del-grupo-sujeto-para-la-interve.html. (consultada
enero 2010)
103