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Introducción

Los conflictos son importantes en la vida de las personas, son esenciales en nuestro vivir, ya

que nos permiten examinar y saber hasta dónde pueden llegar nuestros límites, crecer como

personas y desarrollar habilidades para poder enfrentarnos durante una crisis, física y

emocional.

Como se puede decir que los conflictos son necesarios en nuestro vivir, también podemos

aclarar que con ellos existen una serie de etapas que pasamos. Unas de estas etapas es la

negación, que con ella los seres humanos tienden a no comprender y a no aceptar dichos

conflictos y ahogarse en ellos.


Artículo

“El impacto que generan los conflictos en la vida de las personas”

Los efectos de los conflictos pueden resultar sumamente dañinos para la salud y el bienestar

de los seres humanos tanto en lo psicológico como la salud y las relaciones interpersonales.

Los conflictos mantenidos y no resueltos generan ansiedad, depresión, incertidumbre, crisis

existenciales en el plano de la subjetividad; pero también generan dificultades en las

relaciones interpersonales con daño en los vínculos afectivos con personas significativas; y

también el organismo, cuenta con insomnio, problemas gástricos, cardiovasculares, etc.

Mientras que algunos conflictos son simplemente molestias menores que aceptamos como

un componente natural de nuestra existencia, otros evitan que nuestras relaciones se realicen

en todo su potencial y algunos llegan a ser tan severos que causan irreparables daños a

individuos, familias, medios laborales y comunidades enteras.”

Lo dicho hasta aquí hace pensar en el conflicto como en algo dañino, conducente al caos, que

rompe la “lógica” de la vida cotidiana y que por ende debe ser eliminado o llevado a su

mínima expresión para que prevalezca el orden. Pensar así, sin embargo, puede ser

contraproducente por cuanto obvia que lo que distingue a cada ser humano es su

individualidad e irrepetibilidad, lo que inevitablemente conduce a diferencias con los

demás,... y en las diferencias está el origen del conflicto, sobre todo cuando estas son

exacerbadas hasta niveles no tolerables, pero no menos cuando son ignoradas o minimizadas

ya sea para evadir la situación o evitar que alguien salga lastimado.


Las diferencias son, sin embargo, deseables para el desarrollo y crecimiento humano, aun

cuando en algún momento conduzcan a antagonismos inevitables. Es por ello que el conflicto

deviene tan sustancial para el funcionamiento de las personas. Es decir, el conflicto no tiene

necesariamente por qué ser destructivo, puede ser constructivo y potenciar el crecimiento

humano, la salud y el bienestar.

Vale la pena, entonces, resaltar que en muchas ocasiones el problema estriba, no en el

conflicto en sí mismo, sino en la forma de responder ante él. No se puede decir que haya una

forma única, idónea, de responder a los conflictos. De igual manera que hay diversidad de

individualidades hay diversidad de situaciones conflictivas, pero sí hay algunos elementos

comunes que resultan importantes:

Un primer requisito necesario para dar solución o salida

eficaz a un conflicto es reconocer y aceptar su

existencia. Muchos especialistas en el tema han insistido en la

importancia del carácter perceptual del conflicto, en que las

personas entiendan y reconozcan que existe una situación de

antagonismo, entre las partes implicadas, en torno a

determinado fenómeno de su realidad cotidiana. Sobre todo

porque cada una de las partes tiene una percepción diferente

de la situación de conflicto, de cómo esta les afecta o

perjudica, e incluso una percepción diferente de cómo puede

el conflicto ser resuelto.


Este sentido evolutivo del conflicto en el tiempo puede hacer que este permanezca oculto e

inactivo durante largos periodos y sin embargo un determinado incidente, en apariencia

insignificante, lo puede hacer detonar en toda su magnitud, haciéndose cada vez más difícil

su solución.

Hay un hecho cierto, es inevitable la presencia de conflictos en la vida de cualquier persona,

muchas veces es esta quien los crea. Pero no siempre sucede así, en ocasiones, se puede ver

inmersa en serios conflictos sin haber hecho nada para ello, otras veces hasta evita implicarse.

Y es que aunque en la vida es imposible optar por no tener conflictos, sí podemos

aprender habilidades sociales para maniobrar con ellos y, de esta manera, llevar a la mínima

expresión sus aspectos desagradables, y sobre todo maximizar sus aristas positivas. No hay,

por supuesto, recetas para resolver los conflictos y, como declarábamos con anterioridad, los

primeros presupuestos estriban en el reconocimiento del conflicto y la voluntad de solución,

pero si hay toda una serie de habilidades que se pueden aprender para su manejo.
Conclusión

Una habilidad esencial es conocer que el conflicto es parte de nuestras vidas y que no viene

con etiquetas de “bueno” o “malo”, sino que lo que puede ser bueno en un contexto, para

determinado tipo de problema y con determinado tipo de personas, puede ser muy malo en

otros contextos, problemas y personas.

Los expertos en este tema dicen que el ahogo es necesario para saber tocar fondo ante

situaciones, para descubrir las habilidades necesarias para volver a tomar fuerzas y respirar

para reanimarse en situaciones fatales.

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