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El mismo cable que llevará internet a tu casa a toda pastilla en el futuro, también puede
servirte para saber si estás a punto de agarrarte un resfriado o incluso curarte las varices.
¿Cómo es posible? Pierde unos minuticos en leerme y lo verás ;)
Los ilustres científicos de Fig. 1, como John Tyndall, Harold Hopkins y, sobre todo,
Narinder Singh Kapany (considerado como el padre de la fibra óptica) deberían de estar
orgullosos de haber creado semejante maravilla, ya que toda la velocidad de la que
disponemos hoy en día se debe, en parte, al desarrollo de una red de fibra óptica global
basada en 4 conceptos bien sencillos que ellos supieron entender y modelar
matemáticamente:
Fig.2. Diferentes tipos de fibras ópticas y sus partes. Pueden verse los núcleos de las fibras
monomodo y multimodo, las más típicas para comunicaciones.
4. Los telecos hablamos del ancho de banda de la fibra óptica para referirnos a la
velocidad a la que se transportan los datos en esta tecnología. Lo máximo que están
ofertando, hoy en día, las compañías en España, es de unos 50 Megabits/seg. Usando un
cable de fibra monomodo (8 micras de núcleo) en condiciones óptimas, podríamos dar
abastecimientos de hasta decenas de Gigabits/seg. Es decir, supongamos que bajamos
películas de unos 2 GB de memoria, que es lo que comienza a estar medianamente bien
para considerarla con buena resolución. Según esto, podríamos descargarnos más de 5
películas por segundo usando uno solo de estos cables. La tecnología está ahí, y se espera
que sea el futuro. De hecho, se llama FTTH (fiber to the home o fibra hasta el hogar). Pero
claro, hablando en el argot empresarial, "hay que amortizar". Ahí lo dejo.
Pues bien, de acuerdo con el título de esta entrada, de la misma manera que la fibra óptica
es el futuro de la comunicación, también es y puede ser el futuro en muchas aplicaciones
médicas. Veamos:
a) Reparación de varices: con el paso del tiempo y dependiendo del ejercicio que
hagamos o de nuestra predisposición genética, nuestras venas se van volviendo más vagas,
con lo que no retornan tan fácil la sangre desde las extremidades al corazón. Esta condición
es mucho más visible en las piernas, ya que es donde más ejerce la gravedad a la hora de
retornar la sangre, con lo que las venas comienzan a acumular sangre en su interior y se
dilatan, dando lugar a los diferentes tipos de varices. Las varices superficiales (arañas) o de
grosor intermedio, pueden quitarse con tratamientos externos de láseres (de neodimio) o
incluso secándolas sin más que inyectando una espuma constrictora. Sin embargo, las
varices gruesas necesitan, por así decirlo, "más caña". Lo que se hace en estos casos es
delimitar las zonas a tratar con la ayuda de ecografía doppler e introducir fibras ópticas para
guiar potencias muy altas de luz láser y, de alguna manera, "quemar" o cauterizar las
varices gordas. El cuerpo se encarga, posteriormente, de reabsorber los restos y limpiar la
zona. Un par de vídeos instructivos sobre cómo se reparan las varices podéis verlos en los
enlaces que os muestro a continuación.
- Tratamiento con láser por fibra óptica para curar varices: https://youtu.be/LqIWTyqHwaU
b) Retirada de tatuajes: Los tatuajes son una bolsa de tinta que se introduce en la piel, a
unas pocas micras de profundidad entre la dermis y la epidermis. Así, nos aseguramos de
que queda ahí alojado por mucho tiempo. Está claro que se trata de un material externo al
cuerpo, con lo que él mismo, con el tiempo, lo va retirando conforme la piel se va cayendo.
Esa es una de las razones por las que, si estáis interesados en conservar el tatuaje, hay que
volver a repasarlo a la de varios años.
Sin embargo, es posible que, en este mismo tiempo, os hartéis de tenerlo. De ser así, tras
los cuidados previos, lo que se hace es utilizar pulsos de láser de alta potencia, adecuado
para el tipo de pigmentación que deseamos retirar. Este láser genera el pulso de luz y éste
se propaga optimizadamente (sin pérdidas de potencia) a través de un cable de fibra óptica
ajustable. A diferencia de los láseres que se usan para eliminar las "arañas", estos necesitan
más potencia para poder profundizar mejor en el tejido y romper las bolsas de tinta. Sin
embargo, son lo suficientemente potentes como para cumplir su función en pocos
nanosegundos y no lastimar demasiado la piel.
Por supuesto, todo lo que tenga que ver con reparación estética de tejidos superficiales o
retirada y cauterización de pequeños pólipos, ahí estará el láser guiado por fibra óptica para
hacerlo. Son aplicaciones sencillas y que, simplemente con controlar la potencia y la
longitud de onda de la luz que se envía, se solucionan rápido. Otras requieren un poco más
de sofisticación, como la reparación de la hiperplasia prostática benigna (tumor benigno
de próstata) o la destrucción de cálculos renales o uretrales. En ambas, se trata de lanzar
chorros continuados de luz láser, adecuándonos a las características de los tejidos, blando o
duro.
Sin embargo, no todo está basado en el uso del láser. Otras aplicaciones usan luz visible y,
quizá, no tan específica.
Fig.3. ¿Cuál de los dos endoscopios preferiríais que os introdujeran por el tubo digestivo y
demás orificios corporales? ;)
Hasta ahora, todo lo que hemos comentado está relacionado con variables físicas o
actuación física directa sobre el paciente. Pero, ¿qué pasaría si tratáramos la fibra óptica
para detectar compuestos químicos y, más concretamente, biológicos? ¿Se podrían hacer
analíticas con fibra óptica? Bueno, en realidad, se está investigando ya mismo sobre ello y
en eso se ha basado mi tesis doctoral. Concretamente, lo que hemos tratado de realizar son
biosensores de fibra óptica. Pero vamos por partes.
Fig. 4. Esquema de un biosensor. En nuestro caso, la fibra óptica hace de sustrato y los
biorreceptores son anticuerpos.
En el caso de mi tesis, los biorreceptores han sido anticuerpos y los analitos, antígenos. Un
antígeno es una sustancia ajena al organismo que éste detecta como invasora y contra la
que genera anticuerpos específicos para neutralizarla y destruirla. Así, por ejemplo, si
padecemos de gripe, el virus tiene unas determinadas proteínas en su superficie que son las
que captan nuestros anticuerpos para inmovilizarlo y destruirlo, aunque tengamos que pasar
una semana en cama.
Si os ponéis a buscar información sobre biosensores, os encontraréis que es uno de los
campos de mayor calado en investigación a nivel mundial. Hay un montón de biosensores
basados en tecnologías muy diversas y para conseguir todos los fines. La idea es que los
gobiernos han pensado lo suficiente como para llegar a la conclusión de que "es mejor
prevenir que curar". Así que se trata de eso: usar los biosensores para anteponerse a los
síntomas de las enfermedades y que la gente tarde más en ponerse enferma. O al menos,
que se le puedan pillar las afecciones a tiempo.
a) Fluorescencia (Fig. 5a): Quizá sea la técnica más usada, ya que emplea un método muy
similar a diversas pruebas clínicas que se realizan para comprobar la presencia de
determinadas sustancias biológicas o bioquímicas. Se basa en la emisión espontánea de luz
ante una excitación de una longitud de onda visible, la cual genera una emisión de luz en
otra longitud de onda visible superior. Normalmente, bien los receptores o bien los analitos
suelen estar marcados con algún fluoróforo o sustacia que se excita a una determinada
longitud de onda. Si, efectivamente, se ha llevado a cabo la detección biológica, la fibra
aparecerá iluminada con el color que emita este fluróforo adosado.
b) Absorción (Fig. 5b): Si bien su fiabilidad no está del todo probada, es una de las
técnicas más sencillas de practicar. Básicamente, se trata de aumentar o disminuir la
absorción de luz a una determinada longitud de onda conforme van ocurriendo más
reacciones biológicas.
c) Bioluminiscencia (Fig. 5c): Algunas sustancias biológicas emiten luz por sí solas
cuando detectan a la sustancia que necesitan para ello (por ejemplo las luciferinas).
Podemos tener esto en cuenta y desarrollar biosensores que incorporen este tipo de
sustancias en su interior.
Fig. 5. (a) Biosensor basado en fluorescencia. Observad cómo del esquema superior se
saca la foto inferior. Allí donde más presencia de analito hay, más fuerte es la
fluorescencia (verde) cuando excitamos con luz azul. (b) Biosensor de luminiscencia. El
color azul es el producto de la luminiscencia del material cuando se junta con el analito
que queremos detectar. (c) Cuanta más concentración de analito encontramos, mayor es la
absorción en torno a 260 nm.
e) Resonancias (Fig. 5e): estas son las mías. Bien por la propia estructura óptica o bien
porque nosotros las cubrimos con los materiales adecuados, somos capaces de generar
fuertes atenuaciones de luz en determinadas longitudes de onda, fenómenos que se conocen
como resonancias. Normalmente, las estructuras ópticas que se usan propagan la luz por
reflexión total interna, como hemos visto al comienzo de esta entrada. Sin embargo, si las
tratamos adecuadamente, podemos acceder a una mínima parte de la luz que pueda escapar
refractada. Si esto es así, podemos aprovechar para 1: generar las resonancias que queremos
(y de paso, crear la interfase de inmovilización) y 2: pegar anticuerpos, por ejemplo en mi
caso, para detectar, más adelante, los antígenos. Si lo hacemos adecuadamente,
provocaremos diferentes "resistencias" a la luz que, aunque mínimas, sean capaces de
mover las resonancias los suficiente como para detectar estos cambios y saber si estamos
más o menos enfermos.
En concreto, una de las aplicaciones de las que más orgullosos estamos en esta tesis es la de
haber conseguido bajar el límite de concentración de anticuerpos mínimo para decir si una
persona es celíaca o no. La pudimos bajar de 8 a 5 microgramos/ml. Por supuesto, aún
queda mucho por hacer, ya que se es celíaco tanto si se tiene 8 como 5 como 0,1, pero la
cuestión es conseguir llegar a ese diagnóstico precoz que determine que tenemos tal
enfermedad y así poder comenzar cuanto antes con el tratamiento, de manera que nuestra
calidad de vida no empeore antes de lo debido o podamos controlar los efectos de la
enfermedad.
Fig. 5. (d) Biosensor basado en interferometría. En este caso, sobre la punta de la fibra
óptica se deposita una capa de proteínas que hace que la luz que incide sobre ellas rebote,
pero sumando y restando potencia según la longitud de onda. Este es el típico patrón de
interferometría. Si sobre esto se detectan analitos, el patrón se moverá en longitud de
onda, con lo que obtendremos biosensores muy fiables basados en el movimiento de
resonancias. En (e), presento la aplicación que hicimos para celiaquía. Sobre la fibra
óptica depositamos un material que nos generaba la resonancia e introdujimos gliadina en
su interior. Tras ello, introdujimos el sensor en una disolución de anticuerpos y vimos
cómo éramos capaces de detectar el cambio en longitud de onda producido por las uniones
antígeno-anticuerpo