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PREGUNTAS:
1. ¿Es la vida un bien jurídico de libre disposición?
“La vida por ser portadora de una dignidad que debe ser respetada absolutamente”
Nuestra respuesta se fundamenta en la intangibilidad de la vida humana, la
indisponibilidad de la propia vida. La vida es considerada como un valor, como un
derecho fundamental que se debe proteger. Pues no es sólo importante para su titular
(un ser humano) sino también para la sociedad.
La vida la entienden como un valor primario, pues consideran que es la base y
fundamento de todos los derechos individuales, sin el cual ningún valor tendría cabida.
La vida como un derecho. Tendría dos tipos de obligaciones, una de proteger y
promover el ejercicio del derecho y la otra de abstenerse de hacer cualquier cosa que
menoscabe ese derecho. Siendo entonces que este derecho protege en sí mismo a la
vida.
"Por ello la autonomía del enfermo se vería limitada por el deber de respeto a la
propia vida y, de esa guisa, su consentimiento no podría justificar la actuación del
tercero".
Al derecho lo consideran inalienable, siendo que el titular no puede disponer
jurídicamente de este, ni destruir el bien objeto del mismo, de modo que el ejercicio
no es posible. También se le considera irrenunciable. Por ello este derecho le
permitiría solo protegerlo y garantizarlo.
2. ¿Podría pensarse que Lidia actuó bajo alguna influencia que vicie su voluntad?
Sí, por su estado mental ya que la depresión la inclina por pensamientos suicidas y
además del sufrimiento de su entorno social.
FUNDAMENTOS:
La antijuridicidad es la contrariedad del hecho con el Derecho; esto es, comparando el hecho
con el ordenamiento jurídico establecer si el Derecho prohíbe o permite la conducta. La
norma emite mandatos prohibitivos, donde la antijuricidad lo que hace es excluir la existencia
de un permiso para realizar el hecho; por ello, para Bacigalupo la antijuricidad es la teoría de
las autorizaciones.
Sin embargo, previamente a la consideración de la antijuricidad el comportamiento debe ser
calificado como típico (según la función indiciaria de la tipicidad, la realización de un hecho
típico genera la presunción de que sea también antijurídico). Así, una acción típica será
también antijurídica si no media una causa de justificación; por ello, la tipicidad de una acción
es un indicio de antijuridicidad.
Averiguar si un hecho es típico supone el primer paso del análisis, pero no es suficiente, pues
un hecho típico puede no ser antijurídico. En el ordenamiento jurídico existen supuestos en
los que se permite la realización de un hecho típico; son supuestos, por tanto, típicos, en los
que no concurre la antijuricidad.
A las causas que autorizan la realización del hecho, se les denomina causas de justificación.
Estamos, por lo tanto, ante una norma y una contra norma, de modo que en la antijuricidad
se utiliza el método de regla-excepción.
Para Graf Zu Dohna, la relación entre la norma y la contra norma no supone que “la acción
realizada sea en sí antijurídica y, sin embargo, posteriormente la antijuricidad sea anulada,
sino que, en tales casos la antijuricidad falta de antemano y la afirmación de la adecuación
típica de la acción no significa de ninguna manera la afirmación de su antijuricidad”. Entonces,
la regla sería que el hecho típico sea antijurídico a la vez, por mandato de la norma, y la
excepción es que el hecho típico no sea antijurídico porque fue realizado con una causa de
justificación (una contra norma).
De manera que, en realidad, el juicio sobre la antijuricidad supone analizar la concurrencia o
no de una causa de justificación. Además, ha de tenerse en cuenta que de la concurrencia de
la causa de justificación surge el deber de tolerar la actuación justificada.
Entonces, no basta con la contradicción formal con el derecho, sino que es preciso que la
acción no constituya un medio justo para un fin justo; si la acción constituye medio justo para
un fin justo, no puede hablarse de la existencia de contradicción con el derecho.
Las causas de justificación son disposiciones que prevén casos excepcionales en los que se
puede violar la norma, excluyendo totalmente la posibilidad de cualquier consecuencia
jurídica, no solo penal sino también civil, administrativa, etc.; y no solo respecto del autor,
sino de aquéllos que no lo hubieran ayudado o inducido. En suma, las causas de justificación
prevén casos excepcionales; en consecuencia, y de manera excepcional, la lesión o puesta en
peligro del bien jurídico protegido.
e) Obrar en el ejercicio legítimo de un derecho, oficio o cargo (art. 20°, inciso 8 CP);
Todas estas causas responden a un mismo principio según el cual, en un conflicto entre dos
bienes jurídicos, debe salvarse el preponderante para el Derecho Positivo. Esa
preponderancia debe extraerse teniendo en cuenta el orden jerárquico de las leyes, mediante
la interpretación coordinada de las reglas legales aplicables al caso. Todas las causas de
justificación, reguladas en la Parte General y en la Parte Especial del Código Penal, tienen su
fundamento en la protección del bien jurídico preponderante. Asimismo, en algunas
circunstancias la conducta lesiva del bien jurídico no supera el juicio de antijuricidad, porque
su propio titular ha dado el consentimiento para vulnerarlo.
a) Efectos de la justificación
Para Velásquez, los efectos de las causas de justificación se extienden en razón del principio
de unidad de lo antijurídico y exceden el ámbito penal. El efecto penal de las causas de
justificación es la impunidad del hecho. Salvo el enriquecimiento sin causa, también excluyen
la responsabilidad civil. Además:
b) Si no recae una pena sobre el autor, tampoco recaerá sobre los partícipes ni instigadores;
d) No se aplicará ninguna pena o sanción a quien actúa justificadamente; por ello el juzgador
se abstendrá de verificar la culpabilidad del agente.
Para justificar una conducta típica no basta que se presente objetivamente la situación
justificante para el agente: éste debe conocer que su accionar está justificado, que su
proceder está permitido. Sin embargo, antiguamente el acto —por el solo hecho de la simple
concurrencia de la causa de justificación— ya se consideraba conforme a Derecho, sin que el
autor tuviera conciencia de ello.
El consentimiento es regulado en el inc. 10 del art. 20º del CP, eximiendo de responsabilidad
penal a quien actúa con el consentimiento válido del titular de un bien jurídico de libre
disposición. Jescheck configura el consentimiento como una causa de justificación, cuando
explica que:
Este consentimiento debe estar expresamente manifestado, de manera que no quede duda
en contrario de que esa es la voluntad del titular.
Nuestra legislación considera en el art. 725º del Código Civil que estos bienes deben formar
parte de aquellos que la persona puede disponer libremente, estando fuera de la esfera de la
legítima, que es la parte de la herencia de la que no puede disponer libremente el testador
cuando tiene herederos forzosos (art. 723º). Esta porción de libre disposición varía
dependiendo de si tiene herederos forzosos o no, como hijos otros descendientes o cónyuge
(pudiendo solo disponer de un tercio de sus bienes); en caso solo tenga padres u otros
ascendientes podrá disponer de la mitad de sus bienes libremente; y de darse la situación de
que no concurra ninguno de los dos vínculos anteriores, la persona podrá disponer de la
totalidad de sus bienes.
b. Capacidad del titular de disponer de sus bienes; es decir, que la persona tenga capacidad
de discernimiento para tomar decisiones.
c. Ausencia de vicios; caso contrario, cuando concurra cualquier vicio de la voluntad del titular
(error, coacción, engaño, etc.) se invalida el consentimiento.
PREGUNTAS:
1. ¿Se podría decir que Jessica no es culpable porque estaba bajo los efectos del
éxtasis?
La inimputabilidad tiene dos elementos, uno intelectivo y otro volitivo.
El elemento intelectivo consiste en la incapacidad de comprensión, que se sustenta en
la incapacidad de juzgar y valorar. La conciencia del acto no implica necesariamente
imputabilidad, porque puede ocurrir que una persona sabe que mata pero que no
comprenda el significado de la actuación; tal es el caso del paranoico que mata a
cualquiera que pasa por su lado identificándolo como su perseguidor.
El segundo elemento es el volitivo, que se refiere a una deficiencia en la voluntad, que
hace que el sujeto que conoce y comprende la ilicitud del acto no logre regular su
conducta.
En el inciso 1 del art. 20º del Código Penal se señalan tres supuestos de inim-
putabilidad: a) La anomalía psíquica, b) La grave alteración de la conciencia; y, c) las
alteraciones de la percepción.
a. La anomalía psíquica es el concepto más amplio de este inciso; es el término que
reemplazó al anterior “enfermedad mental” del Código de 1924, al no tener esta
última un significado unívoco en la psiquiatría. Se hace mención a las anomalías
psíquicas cuando el agente sufre una perturbación, un trastorno psiquiátrico que
no le permite comprender la ilicitud de sus actos. La norma no incide en si esta
alteración debe ser permanente o transitoria, y alcanza a ambos sexos. Entre las
patologías que comprende la anomalía psíquica encontraremos tanto las lesiones
en un sentido estricto, como las perturbaciones de la conciencia, las diversas
formas de oligofrenia y demás perturbaciones psíquicas graves (psicopatologías,
neurosis, compulsiones).
b. El siguiente supuesto, la grave alteración de la conciencia, importa una per-
turbación de la normal relación entre la conciencia del yo (la llamada auto-
conciencia) y la conciencia del mundo exterior, circunstancias particulares
perturban la reflexión impidiendo darse cuenta de lo que se hace en el momento
en que se actúa. El ámbito de aplicación de este supuesto se circunscribe a las
perturbaciones no patológicas, sean de naturaleza fisiológica (v.gr. el agotamiento
profundo o la somnolencia) o de naturaleza psicológica (v.gr. estados de semi-
hipnotismo y gran intensidad de ciertas emociones).
c. En cuanto a la alteración de la percepción, se entiende que este precepto atiende
a una afectación que sufre el agente de su percepción, lo que no le permite tener
conciencia adecuada de la realidad mediante su propio entendimiento. Esto se da
en razón de una situación de incomunicación con el entorno social que impide al
sujeto conocer la realidad que le rodea y, por tanto, ser motivado por la norma.
d. Minoría de edad: el Código Penal dispone en el inciso 2 de su art. 20º que están
exentos de responsabilidad penal los menores de 18 años. La razón de este
supuesto de inimputabilidad se basa en el hecho de que el ser humano no
adquiere conciencia ni responsabilidad total de sus actos desde que nace, y
experimenta una evolución cronológica que lleva a determinar ciertos rasgos
psicológicos, así como de su personalidad.
2. ¿Se podría decir que Jessica es culpable, y por tanto responsable de la muerte de su
hijo?
En este caso nos encontramos ante el primer supuesto Jessica al momento de cometer
el delito se encontraba en un estado de inimputabilidad, pero antes de realizar la
conducta era imputable, y consume el éxtasis, con intención de generar una condición
de inimputabilidad.
FUNDAMENTOS:
Una vez que nos encontramos ante un hecho típico y antijurídico, lo que queda por establecer
es si ese hecho configura o no un delito; determinar si esa conducta es reprochable. Esto es,
hacer un juicio de culpabilidad.
Son necesarias tanto la realización de los elementos objetivos del tipo como la comprobación
de la antijuridicidad para la imposición de una pena al autor de tales hechos. Asimismo, la
responsabilidad penal depende de que aquél haya obrado culpablemente; es decir, que el
autor sea penalmente responsable de lo realizado.
“La razón profunda del reproche de culpabilidad reside en el hecho de que la persona está
dotada de facultad de autodeterminación ética libre y responsable, siendo por lo tanto capaz,
tan pronto como haya alcanzado la madurez moral, de optar por el Derecho y en contra de lo
que sea injusto, de orientar su comportamiento de acuerdo con las normas del deber ser
jurídico y de evitar lo que esté prohibido por el Derecho”.
Una persona culpable es aquélla que se encuentra vinculada y que comprende los valores
jurídicamente protegidos, pero que los ha desatendido y transgredido; no se trata, por tanto,
de buscar en la culpabilidad una ética individual, sino una del hombre medio o ética colectiva,
cuyos valores se protegen en los tipos penales.
Ya que la culpabilidad es un reproche personal que solo se puede hacer a las personas
poseedoras de capacidad de elegir libremente sus actos conforme con el conocimiento que
implican éstos, el Derecho los denomina imputables.
Es imputable: