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Los primeros aspectos jurídicos de la vida primitiva son los referentes a las costumbres
relacionadas con la convivencia y ligadas con la jerarquía dentro del grupo de los que
conviven sedentariamente o que forman parte del mismo grupo nómada.
El irrespeto de los derechos humanos de los indígenas y de sus derechos como pueblos
ha sido frecuente, agravado por prácticas discriminatorias y por deficiencias en los
mecanismos jurisdiccionales. Ha puesto a los indígenas en una situación cada vez más
frágil respecto de la justicia. Los movimientos indígenas demandad acceso a la justicia,
pero también la capacidad de autorregular su vida de conformidad a sus costumbres y
resolver sus problemas ante sus autoridades tradicionales.
6. ANTECEDENTES DEL DERECHO CONSUETUDINARIO EN GUATEMALA
La creación del derecho común europeo surge en las Universidades, durante los siglos
XV y XVI, y colateralmente se inicia una cultura jurídica que adora el texto. Se estudia el
derecho con textos considerados gramaticales, en la búsqueda de la justicia,
desarrollando los estudios del viejo Derecho Romano, interpretándolo
gramaticalmente, en donde la letra de la ley es incuestionable. En este escenario, el
Estado asume la creación del derecho, el cual será el mismo para todos, proclamándose
la igualdad, con lo que las comunidades inician su declive, y es así como ocurre, la
expropiación de la cultura indígena.
La cultura jurídica europea, llega a América durante los siglos XVI, XVII y XVIII, con la
conquista por parte de España, imponiéndose en forma arbitraria, con una autoridad
institucionalizada, imponiéndose un derecho técnico legalista. Se indoctrina al indígena
por qué se hace necesario reconocerle el derecho de igualdad y se elabora el concepto
de miserable a todo aquel que no se integra al orden jurídico implantado y se
desarrollan los pueblos de indios con una estructura castellana.
Al indígena se le organiza en sociedad en los pueblos de indios con el objeto de
socializarlos, | provocándose un desprecio mutuo entre conquistadores y conquistados.
Al llegar los españoles a Guatemala, el sistema jurídico que regulaba las relaciones de
los habitantes de las diferentes comunidades, lo era, la costumbre y el derecho
consuetudinario, derecho que fue ignorado por los peninsulares en forma general,
aceptándolo parcialmente, al tolerar su organización comunal y agraria, lo cual se
realizó porque favorecía la consolidación del proceso de conquista, reconociéndolo en
sus leyes, «además en muchos otros casos, las propias leyes y disposiciones dictadas
por las autoridades Españolas, toman su materia de las costumbres indígenas»
Buena parte de la costumbres y derecho consuetudinario fueron suprimidas
parcialmente, prevaleciendo las leyes españolas y la reglamentación colonial. Con el
inicio de la época independiente (1821) y la promulgación de la primera Constitución,
se contempla el principio de igualdad ante la ley, de todos los guatemaltecos,
interpretándose que todos y las diferentes etnias poseen la misma cultura, lo que no
responde a la realidad social y lo que conllevó a que el derecho positivo implantado no
fuese observado por los indígenas, los que mantuvieron su organización comunal, sus
costumbres y derecho consuetudinario en la resolución de sus conflictos.
A partir de 1821 se impone el individualismo por encima de la colectividad indígena, lo
que significa que el principio de legalidad está por encima de la tradición costumbre y
derecho consuetudinario. Se impone la administración moderna, lo que significa decir
adiós a lo tradicional y al colectivismo y darle paso al citado principio de legalidad y al
individualismo.
Guatemala cuenta con una composición pluricultural, y el derecho indígena ha sido
ignorado durante la Colonia y época independiente. La Constitución Política de la
República de Guatemala de 1985 en su artículo 58, reconoce el derecho de comunidades
a su identidad cultural de acuerdo a sus valores, su lengua y sus costumbres. El derecho,
es producto de la “cultura” por lo que se considera constitucional el reconocimiento de
un sistema paralelo, el derecho consuetudinario de las comunidades indígenas
guatemaltecas, y lo reafirma en el artículo 66 al indicar que el Estado reconoce, respeta
y promueve sus formas de vida, costumbres, tradiciones y formas de organización
social. Obsérvese acá, se acepta la organización social, pero no se acepta la organización
política de las comunidades.
El tema cobra actualidad con la firma de los acuerdos de paz, específicamente con el
ACUERDO SOBRE IDENTIDAD Y DERECHOS DE LOS - PUEBLOS INDÍGENAS, el que en
el apartado que se refiere a, Comunidades y Autoridades indígenas Locales, numeral 2
indica: Teniendo en cuenta el compromiso constitucional del Estado de reconocer,
respetar y promover estas formas de organización propias de las consuetudinarias, el
manejo de sus asuntos.
O sea, los acuerdos de paz reconocen el derecho consuetudinario, como parte de la
cultura y forma de vida de los pueblos maya, garífuna y xinca por lo que insta a respetar
la organización de las comunidades indígenas incluyendo el derecho consuetudinario
como sistema para resolver sus asuntos. Se acepta un sistema jurídico paralelo al
Estatal, facultando a las comunidades indígenas a contar con un instrumento para la
resolución de sus conflictos internos.
En el cuerpo constitucional se observa el principio de igualdad ante la ley de todos los
guatemaltecos, interpretándose, como si todos tuvieran la misma cultura, lo que no
responde a la realidad social. El derecho positivo implantado no fue observado en su
totalidad por los indígenas, manteniendo su organización comunal, sus costumbres y
derecho consuetudinario aplicándolo en la resolución de sus conflictos, y observando,
quizá el derecho penal o civil, cuando los ilícitos o actos afectaban personas, bienes o
intereses fuera de la comunidad y en algunas oportunidades los asuntos relacionados
con la propiedad rural.
En Guatemala la mayoría de la población es indígena y perteneciente a los pueblos
maya, garífuna y xinca. A pesar del sometimiento de los pueblos indígenas desde el
período de la colonia y la discriminación étnica por parte de las estructuras de poder,
estos han mantenido su identidad cultural, reflejada en sus tradiciones, valores
comunitarios, idiomas, derecho y espiritualidad.
Los Acuerdos de Paz, en especial el Acuerdo sobre Identidad y Derechos de los Pueblos
Indígenas, representaron la oportunidad histórica para superar los flagelos de la
exclusión y la discriminación de los pueblos indígenas. Sin embargo, a ocho años de su
firma, la Comisión constató que es el Acuerdo con menor grado de cumplimiento,
cuestión reconocida el 24 de marzo de 2003 por el propio presidente de la República,
en el marco de la presentación de la Comisión Presidencial contra la Discriminación y
el Racismo contra los Pueblos Indígenas de Guatemala. El 7 de mayo de 2003, el
Acuerdo sobre Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas continuaba registrando
grandes demoras en su implementación a pesar de su obvia trascendencia en el país.
Estas normas parten de lo sagrado y de una percepción ética de la vida a medida que
los individuos van creciendo en edad se les inculcan los criterios guías de respeto y
obediencia a cada uno de los órdenes normativos.
Conviene considerar las ventajas, pero también los inconvenientes que ofrece el
derecho consuetudinario para comprender por qué ha ido siendo substituido a través
del tiempo por el derecho estatal, independientemente de la tendencia natural de todo
gobierno por implantar el monopolio legislativo y acrecentar su esfera de dominio.
Desde luego, el derecho consuetudinario, al evitar toda mediación de una autoridad
entre la sociedad y el régimen jurídico que la rige, tiene ¡la virtud, de garantizar en un
alto grado la coherencia entre ambos y, por l. lo mismo, la eficacia del derecho en cuanto
a su acatamiento. En cambio, presenta el inconveniente, que ya señalamos, de su
imprecisión y de la dificultad para demostrarlo en caso de duda o de controversia e,
incluso, para poder saber con certeza cuándo una costumbre es considerada obligatoria
y cuándo no, teniendo necesariamente que recurrir a los tribunales para decidir estas
cuestiones. En los países en los que se reconoce la vigencia del derecho consuetudinario
indígena, como es el caso de Colombia, los tribunales deben recurrir al peritaje de
quienes conozcan tales costumbres, como pueden ser los antropólogos, para resolver
los problemas que se presenten sobre esta materia.
El otro inconveniente, del derecho consuetudinario radica en la dificultad y lentitud con
que puede cambiar. Si se trata de suprimir una norma, ello supone que debe abandonar
la costumbre correspondiente un número muy amplio de personas que, desde luego, no
actúan
simultáneamente y, por lo mismo, implica un lento proceso. Pero si se trata de
reemplazarla. por otra, la dificultad y duración son aun mayores, pues debe arraigar
una nueva costumbre y ser considerada por la comunidad como obligatoria. Esta
dificultad tampoco se presenta en el derecho escrito pues, por muy complicados que
sean los procedimientos legislativos, son siempre "más sencillos porque es mucho más
expedito derogar una ley y promulgar otra. No obstante, también la extrema facilidad
en los cambios legislativos puede acarrear inconvenientes, porque desconciertan a la
población y dañan la seguridad jurídica.
Como puede verse, los inconvenientes del derecho consuetudinario son exclusivamente
de carácter técnico, pero c desde el punto de vista de su contenido normativo, responde
mejor que el escrito a las necesidades sociales. Por esto, a pesar de tales inconvenientes,
el derecho consuetudinario, como antes vimos, no ha podido ser desplazado totalmente,
resistiendo los esfuerzos del Estado para suprimirlo,
Los inconvenientes señalados se salvan cuando el derecho es elaborado por una
autoridad o la costumbre es recopilada por escrito y promulgada por ella, pues de este
modo se les da a las normas mayor precisión y certidumbre, pero, a cambio, se pierde
la relación directa entre el derecho y la vida social y, por lo tanto, lo que garantiza la
coherencia entre ellos. Es posible así, que la norma promulgada por la autoridad choque
con los usos, jurídicos o no, de la población y que ésta le niegue su acatamiento,
privándola así de eficacia, como ocurría con la legislación en materia religiosa, o que se
produzcan cambios en las condiciones sociales sin que la legislación se adecue a ellos,
pues nada asegura tampoco, ni la capacidad de percepción del legislador ni su
atingencia para introducir oportunamente los cambios necesarios en la legislación.
Por otra parte, en tiempos recientes, a medida en que se han ido desarrollando los
sistemas legales, se han ido haciendo cada vez más técnicos y complicados y, por lo
mismo, se ha vuelto cada vez más difícil para la población su conocimiento y su manejo,
pasando a depender forzosamente de la intervención de los abogados. El caso del juicio
de amparo lupa ejemplarmente este fenómeno.
Pensado originalmente como un recurso sencillo al alcance del pueblo para protegerse
de las violaciones a las garantías individuales por las autoridades, se ha convertido en
la actualidad en un procedimiento tan técnico y complejo que solamente los
especialistas en él pueden conducirlo, Lo mismo ocurre con la multiplicidad de juicios
que existen en materia civil y, aun en mayor medida, en el caso de las ramas
especializadas del derecho que han aparecido en los últimos tiempos. Las
complicaciones procesales llegan a tal extremo que en no pocas ocasiones, el fondo del
asunto pasa a segundo término y, si a esto se agregan los formulismos, muchas veces
anacrónicos e innecesarios, que se añaden a estos procedimientos, se entiende lo
incomprensibles que resultan para el común de la gente.
Con el fin de adecuar la legislación a los casos concretos y a las cambiantes situaciones
sociales, los jueces u otras autoridades pueden hacer uso de la interpretación de la ley
tratando de adaptarla a una situación más o menos distinta de la prevista por la norma.
Los estudios de sociología del derecho han concedido gran importancia a estos
procedimientos de interpretación, adecuación y aplicación a través de las decisiones
judiciales o simplemente administrativas, porque son éstas las que permiten en muchos
casos observar cómo un texto legal trasciende a la realidad social.
En este mismo sentido, como una reacción contra la rigidez de la ley, algunas corrientes
doctrinales, como la llamada Escuela del Derecho Libre y, más todavía, la tesis soviética
sobre la legalidad revolucionaria, han sostenido que el arbitrio del juez, inspirado en
consideraciones superiores de justicia, en el primer caso, o en los intereses de la
revolución socialista, en el segundo, debe estar por encima de la ley y, por lo tanto, debe
interpretarla libremente, sin que el texto legal le imponga limitación alguna.