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Ansiedad

Trastorno de ansiedad

Los trastornos de ansiedad son, junto con los trastornos del ánimo, los que más contribuyen a la
morbi-mortalidad a través del sufrimiento que generan y los que más repercuten en las vidas
humanas. La angustia-ansiedad patológica dificulta la funcionalidad del sujeto allí donde se
desenvuelve, limitándole su autonomía y dejándole atrapado y amenazado por la misma angustia.
Presentando características de miedo y ansiedad excesivos, así como alteraciones conductuales
asociadas.
La ansiedad puede definirse como una anticipación de un daño o desgracia futuros, acompañada
de un sentimiento de disforia (desagradable) y/o de síntomas somáticos de tensión. El objetivo
del daño anticipado puede ser interno o externo. Es una señal de alerta que advierte sobre un
peligro inminente y permite a la persona que adopte las medidas necesarias para enfrentarse a
una amenaza. Es importante entender la ansiedad como una sensación o un estado emocional
normal ante determinadas situaciones y que constituye una respuesta habitual a diferentes
situaciones cotidianas estresantes. Así, cierto grado de ansiedad es incluso deseable para el
manejo normal de las exigencias del día a día. Tan sólo cuando sobrepasa cierta intensidad o
supera la capacidad adaptativa de la persona, es cuando la ansiedad se convierte en patológica,
provocando malestar significativo con síntomas que afectan tanto al plano físico, como al
psicológico y conductual.

Neurosis y ansiedad

La ansiedad no es un fenómeno unitario, desde hace bastante tiempo se conoce que la ansiedad,
al igual que cualquier otra emoción, implica al menos tres componentes, modos o sistemas de
respuesta: subjetivo (o cognitivo), fisiológico ( o somático) y motor ( o conductual).

Hace más de 2,000 años que los antiguos médicos diferenciaron muchas de las características
clínicas que hoy se identifican como componentes de los trastornos de la ansiedad como ha
sugerido Barlow (1988), la clasificación de los trastornos de ansiedad tiene un largo pasado, pero
una muy reciente historia. Observaciones de conducta fóbica, obsesivo-compulsiva y otras
manifestaciones de la ansiedad existen desde muy antiguo, pero solo recientemente se han
incluido en los sistemas nosológicos.
El termino ansiedad no aparece en la Clasificacion internacional de las enfermedades (CIE)
hasta su séptima revisión, publicada en el año 1955 (Barlow 1988).
Lo que hoy entendemos como ansiedad, históricamente hablando, ha sido un elemento incluido
en el tradicional concepto de neurosis.
El termino de neurosis fue utilizado por primera vez por el profesor de Edimburgo William
Cullen ( 1710-1790), el cual bajo la influencia de Newton estableció una interpretación vitalista
de la enfermedad; considero que la irritabilidad del sistema nervioso se asociaba al tono general
del organismo, estando ambos factores determinados por un fluido que llena el sistema nervioso.
Cullen considero que las neurosis (irritabilidad, nerviosismo, estado de ánimo deprimido, etc)
eran trastornos producidos por alteraciones del sistema nervioso ( alteración en los fluidos
neurales). Esta concepción, que coincidía con la moda eurocéntrica de la segunda mitad del
siglo XVIII, significo conceptuar los trastornos emocionales como alteraciones del sistema
nervioso.
Es a partir del último tramo del siglo XIX mediante la influencia de Sigmund Freud (1956-1939)
cuando comienza a desarrollarse de forma significativa el concepto de neurosis y, en particular,
la psicopatología de la ansiedad. Freud conceptuó la ansiedad en términos de una teoría de señal
de peligro destacando que consistía en una reacción emocional que servía para señalar la
presencia de una situación peligrosa amenazas.
Freud por otra parte, estableció que la ansiedad constituía el componente central de la neurosis
con fines descriptivos y etiológicos, Freud no solo utilizo la neurosis para describir los síntomas
de malestar emocional, sino también para referirse a los procesos de defensa contra la ansiedad,
pensó que cuando un conflicto inconsciente producía ansiedad, estos procesos subyacentes o
mecanismos de defensa afrontan patológicamente la ansiedad (tratan de reducir la ansiedad)
causando los síntomas neuróticos, así mismo distinguió entre dos grandes tipos de neurosis según
que la ansiedad fuera experimentada o inferida.
El primer tipo Ansiedad Sentida incluyo las neurosis fóbicas y las neurosis de ansiedad.
El segundo Ansiedad Inferida la neurosis obsesiva compulsiva y la histeria.
La teoría de Freud sirvió para conceptuar definitivamente las neurosis como trastorno e origen no
orgánico (en contra de los supuestos originales de Cullen).
Curiosamente dos autores contemporáneos y de prestigio, Rosenhan y Seligman (1984), han
descrito los trastornos de ansiedad siguiendo explícitamente un sistema clasificatorio semejante
al de Freud. Dichos autores categorizan las fobias, pánico, ansiedad generalizada y trastorno de
estrés post traumático en el grupo de ansiedad observada.

Síntomas de ansiedad: físicos y psicológicos

Síntomas Físicos.
Inhibición o bloqueo psicomotor.
Vegetativos.
Sudoración, sequedad de boca, mareo, inestabilidad
Neuromusculares.
Temblor, tensión muscular, cefaleas, parestesias
Cardiovasculares.
Palpitaciones, taquicardias, dolor precordial
Respiratorios.
Disnea
Digestivos.
Náuseas, vómitos, dispepsia, diarrea, estreñimiento, aerofagia, meteorismo

Síntomas psicológicos y conductuales.


Preocupación, aprensión, sensación de agobio, miedo a perder el control, a volverse loco o
sensación de muerte inminente, dificultad de concentración, quejas de pérdida de memoria,
irritabilidad, inquietud, desasosiego, conductas de evitación de determinadas situaciones,
obsesiones o compulsiones.
Causas

Las causas de los trastornos de ansiedad no son totalmente conocidas, pero están implicados
tanto factores biológicos como ambientales y psico-sociales:

Causas orgánicas de ansiedad

Entre los factores biológicos se han encontrado alteraciones en los sistemas neurobiológicos
gabaérgicos y serotoninérgicos, así como anomalías estructurales en el sistema límbico (córtex
paralímbico), una de las regiones más afectadas del cerebro. Además, se han observado ciertas
alteraciones físicas y una mayor frecuencia de uso y/o retirada de medicinas, alcohol, drogas y/o
sedantes y otras sustancias. , existe cierta predisposición genética en la aparición de estos
trastornos. Por ultimo, puede producirse como reacción normal a una enfermedad física,
especialmente, si se trata de un paciente “predispuesto” a ello, como: los trastornos cardiacos, las
enfermedades respiratorias, las pulmonares y las de naturaleza endocrino-metabólicas entre otras
pueden ayudar a desarrollar una situación de ansiedad en el sujeto.

Causas ambientales de la ansiedad

Entre los factores ambientales se ha encontrado la influencia de determinados estresores


ambientales, una mayor hipersensibilidad y una respuesta aprendida. Como factores
psicosociales de riesgo para estos trastornos se encuentran las situaciones de estrés, el ambiente
familiar, las experiencias amenazadoras de vida y las preocupaciones excesivas por temas
cotidianos.

Causas predisponentes de la ansiedad:

Como factores predisponentes, se ha observado la influencia de las características de la


personalidad. Parece ser que es la interacción de múltiples determinantes lo que favorece la
aparición de estos trastornos de ansiedad; además, es muy común la comorbilidad con otros
trastornos mentales como los trastornos del estado de ánimo.

Causas psíquicas de la ansiedad

Pacientes ansiosos presentan quejan de falta de sueño, aunque no de despertar precoz, falta de
apetito, fluctuación diurna del estado de ánimo, inhibición, pérdida del placer sexual y
anhedonia. En las que se incluyen determinados trastornos psicológicos o psíquicos, entre ellos
estarían los trastornos obsesivo-compulsivos, las psicosis en general, el trastorno por estrés
postraumático, las reacciones agudas al estrés, el trastorno por somatización (el enfermo presenta
una gran variedad de molestias físicas sin que se encuentre en la exploración una base orgánica),
los trastornos de adaptación, los de personalidad y las fobias.

Causas de ansiedad por fármacos o sustancias

Entre los fármacos y sustancias que pueden inducir la ansiedad se pueden mencionar los agentes
serotoninérgicos, el abuso de estimulantes (anfetaminas, cocaína), el consumo excesivo de café,
la abstinencia de sustancias depresoras del SNC (morfina, heroína, alcohol, benzodiacepinas…).
También la abstinencia al tabaco se sitúa como una de las principales causas de la ansiedad.

Consecuencias de la ansiedad

Las diferencias entre las causas, los síntomas y las consecuencias tanto del estrés como de la
ansiedad son difusas. Algunos profesionales de la medicina en general y la psicología y
psiquiatría en particular prefieren referirse a ambas palabras como sinónimas. En cualquier caso,
las consecuencias que puede presentar la ansiedad, al igual que las del estrés, pueden variar en
función del tiempo e intensidad de los síntomas, así como la predisposición o no del afectado
aceptar que tiene un problema y a acudir a un especialista. Si el individuo se niega a reconocer
que sufre dicho problema o prefiere restarle importancia, a largo plazo las consecuencias pueden
ser catastróficas tanto física como psicológicamente.

Consecuencias Biológicas de la ansiedad

Cuando el trastorno de ansiedad no se trata puede producir una serie de consecuencias físicas que
a largo plazo pueden poner en grave riesgo la salud. Esas consecuencias o efectos de la ansiedad
están muy relacionados con sus propios síntomas. A corto plazo, los efectos de los trastornos de
ansiedad pueden ser reacciones físicas variadas como dolor de cabeza recurrente, boca seca,
incapacidad de concentrarse, transpiración, irritabilidad, temblores y espasmos, mareos, náuseas
y vértigos, problemas gastrointestinales, hipertensión, insomnio, dolores musculares, fatiga
crónica y debilidad en el sistema inmune, entre otros. Existe el riesgo, a largo plazo, de padecer
enfermedades cardiovasculares, neurológicas y pulmonares si el trastorno de ansiedad no recibe
el tratamiento adecuado.

Consecuencias psicológicas de la ansiedad

Si las consecuencias físicas de la ansiedad pueden asustar y hasta preocupar, las psicológicas
pueden llegar a ser aún más graves. Síntomas como la inseguridad y el temor pueden provocar
que un adolescente se encuentre con una situación de aislamiento social, a recluirse en casa
paralizados por el miedo.
La ansiedad también puede causar padecimiento de otros trastornos psicológicos, otros tipos de
trastornos de ansiedad, menos habituales que la ansiedad generalizada, como el trastorno
obsesivo-compulsivo, el trastorno de pánico o las fobias. Todo ello con grave riesgo de afectar la
vida social, laboral y familiar.

Ansiedad y depresión
Aunque la principal consecuencia de un trastorno de ansiedad que no se trata es la depresión.
La ansiedad cuando no es controlada a tiempo y tratada por un especialista puede acabar
desembocando en un trastorno depresivo. Los cuadros clínicos de la ansiedad y de la depresión
se solapan en una gran parte de los casos, y de hecho tres de cada cuatro casos de depresión
presentan también síntomas de ansiedad. El individuo puede empezar por presentar pérdida del
apetito, empezarse a mostrar reacio a la actividad y a salir fuera de casa, escaso apetito sexual o
cambios bruscos de humor

Consecuencias sociales de la ansiedad

Cuando se presenta una ruptura con la sociedad y con el entorno más cercano, llega a provocar
una de las consecuencias más frecuentes de los trastornos de ansiedad, que son las adicciones.
Drogas, alcohol o cualquier otro medio que permita evadir por un segundo la sensación de la
ansiedad, pero que puede acabar destrozando la vida de un paciente.

Diagnóstico de la ansiedad

Clasificación

Existen criterios universales para determinar si el comportamiento de una persona cabe


diagnosticarlo como un trastorno de ansiedad. Estos criterios están recogidos de la clasificación
de trastornos mentales (o psicopatológicos) más importante de país:
 DSM-V (Manual de diagnostico y estadístico de los trastornos mentales) Asociación de
Psiquiatras Americanos, APA.

Trastorno de ansiedad por separación 309.21 (F93.0)


Mutismo selectivo 313.23 (F94.0)
Fobia específica
Trastorno de ansiedad social (fobia social) 300.23 (F40.10)
Trastorno de pánico 300.01 (F41.0)
Especificador del ataque de pánico
Agorafobia 300.22 (F40.00)
Trastorno de ansiedad generalizada 300.02 (F41.1)
Trastorno de ansiedad inducido por sustancias/medicamentos
Trastorno de ansiedad debido a otra afección medica 293.84 (F06.4)
Otro trastorno de ansiedad no especificado 300.00 (F41.9)

Deteccion

Entrevista semiestructurada

Para llegar a una compresión global del paciente y poder establecer un diagnóstico de los
trastornos de ansiedad, el instrumento por excelencia es la entrevista clínica. En ella se
establecen o reactualizan las bases de la relación y se recoge o se pierde la información necesaria
para orientar el diagnóstico y la decisión de estrategias por seguir. Al intentar sistematizar la
técnica, entre una entrevista dirigida y una libre, la entrevista semiestructurada combina ambos
tipos, adaptándose a las características del encuentro médico-paciente que se da en el ámbito de
la Atención Primaria (combina la gestión del tiempo, el abordaje biopsicosocial y se centra en el
paciente como experto en sí mismo). Empieza con preguntas más abiertas (cuyos contenidos
parcialmente predetermina el sanitario), apoya la narración del paciente y, posteriormente, dirige
el encuentro con preguntas más específicas o cerradas que consiguen no dejar interrogantes
imprescindibles en la identificación y manejo del problema.

Escalas:

La constatación ya comentada del infradiagnóstico de la ansiedad ha dado lugar a un gran


número de instrumentos o escalas estructuradas que tratan de detectar “posibles casos” de
enfermedad. Muchas de las escalas pretenden ser instrumentos de cribado y, como con todos
ellos, una vez detectado el posible caso se emprenderá el procedimiento diagnóstico oportuno.

Las escalas por sí mismas no generan diagnósticos, sino que permiten seleccionar personas con
puntuación alta de las que se sospecha la presencia de patología mental, lo que justifica la
realización posterior de un estudio más profundo, estos instrumentos de medida sirven para
completar una adecuada valoración, ya que refuerzan el juicio diagnóstico elaborado tras la
entrevista clínica y la exploración psicopatológica. Todos estos instrumentos presentan las
limitaciones de detectar falsos positivos y negativos, dado que todos tienen una sensibilidad y
especificidad inferior al 100%. No es, pues, factible ni recomendable utilizar las escalas de rutina
en Atención Primaria con fines clínicos, y en ningún caso sustituyen a la entrevista clínica,
aunque son útiles como guía de la entrevista y para apoyar el juicio clínico, así como también se
han convertido en herramientas esenciales en el ámbito de la investigación clínica, además de
servir para comprobar el efecto que las distintas intervenciones terapéuticas tienen en la
evolución de la enfermedad.
Debido a que el tiempo disponible para evaluar a los pacientes en las consultas de Atención
Primaria es limitado, los instrumentos que utilizar deben ser fáciles de manejar e interpretar. A
continuación se exponen algunos de ellos en relación con la ansiedad.

Escala de Ansiedad y Depresión de Goldberg (EADG)

La escala fue concebida para permitir la detección de los dos trastornos psicopatológicos más
frecuentes en Atención Primaria. Es un instrumento sencillo, breve y de fácil manejo, apropiado
para ser administrado por el médico de Atención Primaria. Puede servir de guía de la entrevista,
así como de indicador de la prevalencia, gravedad y evolución de dichos trastornos. La versión
castellana ha demostrado su fiabilidad y validez en el ámbito de la Atención Primaria, y tiene
una sensibilidad (83,1%), especificidad (81,8%) y valor predictivo positivo (95,3%) adecuados.
Hospital, Ansiedad y Depresión (HAD) Escala de 14 ítems diseñada para la evaluación de la
ansiedad y la depresión en servicios hospitalarios de consulta externa no psiquiátricos. Se trata
de una medida de estado que contiene dos escalas, una para la ansiedad y otra para la depresión.
Una de sus principales virtudes es la supresión de los síntomas somáticos para que se pueda
evaluar independientemente de la enfermedad somática subyacente. Se trata de un instrumento
útil validado en nuestro medio, y de especial interés y utilidad en el contexto.
Escala de Hamilton para la Ansiedad (HARS-Hamilton Anxiety Rating Scale) (Chamorro)

Evalúa la intensidad de la ansiedad. Consta de 14 ítems que valoran los aspectos psí- quicos,
físicos y somáticos de la ansiedad. Un ítem evaluará el ánimo deprimido. Es una escala
heteroaplicada. Existe una versión adaptada al castellano por Carrobles y cols. (1986).
Dependiendo del tipo de síntoma, se medirá de menor a mayor gravedad, duración o disfunción.
Han transcurrido más de 5 años desde la publicación de esta Guía de Práctica Clínica y está
pendiente su actualización. Guía de Práctica Clínica para el Manejo de Pacientes con Trastornos
de Ansiedad en Atención Primaria

Clinical Anxiety Scale (CAS) y Physician Questionnaire (PQ)

Son escalas heteroadministradas que valoran la gravedad de la sintomatología presente en


pacientes diagnosticados de ansiedad. El lapso de evaluación de la CAS comprende los dos
últimos días, mientras que el del PQ es la última semana. La CAS se diseñó a partir de las áreas
de contenido presentes en la HARS (Hamilton Anxiety Rating Scale) y consta de 7 ítems. Está
diseñada especialmente para la evaluación de la sintomatología psicológica y se encuentra poco
influida por las manifestaciones somáticas de la ansiedad. El PQ incluye 14 ítems, y evalúa la
sintomatología neurótica y su respuesta al tratamiento. La sintomatología que recoge son los
síntomas más comúnmente observados y familiares a los médicos generales. Esta prueba incluye
una agrupación de síntomas emocionales, otra de síntomas somáticos, una valoración global y 1
ítem independiente que valora la gravedad general del trastorno de ansiedad. Debido a su
brevedad, ambas escalas pueden ser útiles en la valoración de los trastornos de ansiedad en
asistencia ambulatoria.

Tratamiento de la ansiedad

El tratamiento de los Trastornos de Ansiedad tiene los siguientes objetivos: aliviar los síntomas,
evitar las secuelas y ayudar y/o asesorar en la resolución de problemas psicosociales, buscando la
efectividad en términos de coste/beneficio. Se debe plantear un enfoque terapéutico integral,
teniendo en cuenta tanto las medidas psicosociales como las biológicas y farmacológicas.

Tratamiento psicológico
La psicoterapia s un proceso de comunicación interpersonal entre un profesional experto
(terapeuta) y un sujeto necesitado de ayuda por problemas de salud mental (paciente) que tiene
como objeto producir cambios para mejorar la salud mental del segundo, con el propósito de
hacer desaparecer, modificar los síntomas existentes, atenuar o cambiar modos de
comportamiento y promover el crecimiento y desarrollo de una personalidad positiva. Los
resultados publicados de estudios que preguntan a las personas que acuden a Atención Primaria
indican que, o bien éstas aceptan positivamente las intervenciones psicológicas, o prefieren las
terapias psicológicas a los tratamientos farmacológicos como una modalidad de tratamiento para
los trastornos de salud mental. Investigación cualitativa En una investigación clínica realizada en
nuestro país se hace hincapié en los principios que debe incluir una relación “de apoyo”, ofrecida
por el médico de Atención Primaria y que suponen el núcleo y el inicio de cualquier intervención
terapéutica. Es crucial la entrevista clínica y la adecuada comunicación del diagnóstico y del
planteamiento etiológico para el paciente. La propia relación médico-paciente puede
considerarse en sí misma un importante instrumento terapéutico. Cuando el profesional,
haciendo uso de lo que sería el buen arte de la entrevista clínica, construye una relación desde la
escucha activa, valida los sentimientos e ideas del paciente, favorece la expresión de emociones
y desde ahí reconforta, disiente, informa y refuerza la autonomía.

Terapias cognitivo-conductuales
Bajo este nombre se agrupan un conjunto de técnicas que incorporan elementos tanto de la
Terapia de Conducta –que considera los síntomas como un aprendizaje de patrones de conducta
mal adaptados y tiene como finalidad la corrección de éstos– y la Terapia Cognitiva que toma en
cuenta los procesos afectivos y cognitivos (expectativas, creencias, pensamientos) cuya
distorsión sería la causa de la sintomatología, y cuya finalidad sería la identificación y análisis de
estos pensamientos y creencias disfuncionales y la relación de éstos con los síntomas, y la
construcción de técnicas más adaptativas y funcionales de respuesta. La Terapia Cognitivo-
Conductual (TCC) se caracteriza por ser un método activo y directivo, y en ella paciente y
terapeuta trabajan en forma conjunta y estructurada, con tareas fuera de sesión. Utiliza técnicas
tanto conductuales como cognitivas en combinaciones diferentes según la sintomatología a
abordar: relajación y respiración, entrenamiento autógeno, reestructuración cognitiva, exposición
en vivo y diferida, detención del pensamiento, resolución de problemas, etc.

Psicoterapias psicodinámicas
Se agrupan bajo esta denominación toda una serie de psicoterapias que tienen su origen histórico
en las investigaciones de Freud y en el psicoanálisis, y tienen en común ciertos conceptos
fundamentales como el conflicto entre los diferentes aspectos del Yo, la existencia de
motivaciones inconscientes en nuestra conducta, la importancia de las experiencias tempranas,
los mecanismos de defensa como estrategias para modular el dolor psíquico y la angustia y la
consideración de la relación terapéutica como factor promotor de la comprensión del origen y
mantenimiento de la sintomatología. El objetivo de las psicoterapias psicodinámicas es promover
la comprensión e integración de los aspectos del Yo en conflicto, encontrando nuevas maneras
de integrar éstos para funcionar y desarrollarse con más libertad y eficiencia. Algunas de las
técnicas que se incluyen entre las psicoterapias psicodinámicas son la psicoterapia breve y la
psicoterapia de grupo. En sus últimos desarrollos, las psicoterapias psicodinámicas han incluido
aspectos de las teorías cognitivas y conductuales, que han llevado a la utilización de técnicas de
intervención más directivas y con delimitación precisa de los conflictos a trabajar. Entre éstas se
incluyen la psicoterapia familiar breve, la terapia interpersonal y la terapia cognitivoanalítica.

Tratamiento farmacológico
El tratamiento farmacológico de los trastornos de ansiedad tiene como objetivo aliviar los
síntomas, prevenir las recaídas y evitar las secuelas, y todo ello con la mayor tolerabilidad
posible hacia la medicación. Ejemplo: Antidepresivos.
Acoso

Cuando una persona hostiga, persigue o molesta a otra, está incurriendo en algún tipo de acoso.
El verbo acosar refiere a una acción o una conducta que implica generar
una incomodidad o disconformidaden el otro.

Tipos de acoso

Acoso Escolar
El acoso escolar (también conocido como hostigamiento escolar, matonaje escolar, matoneo
escolar, maltrato escolar o en inglés bullying) es cualquier forma de maltrato psicológico, verbal
o físico producido entre escolares de forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado tanto
en el aula, como a través de las redes sociales, con el nombre específico de ciberacoso.
Estadísticamente, el tipo de violencia dominante es el emocional y se da mayoritariamente en el
aula y patio de los centros escolares. Los protagonistas de los casos de acoso escolar suelen ser
niños y niñas en proceso de entrada en la adolescencia, siendo ligeramente mayor el porcentaje
de niñas en el perfil de víctimas.
El acoso escolar es una forma característica y extrema de violencia escolar.
El acoso escolar es una especie de tortura, metódica y sistemática, en la que el agresor sume a la
víctima, a menudo con el silencio, la indiferencia o la complicidad de otros compañeros.
Este tipo de violencia escolar se caracteriza, por tanto, por una reiteración encaminada a
conseguir la intimidación de la víctima, implicando un abuso de poder en tanto que es ejercida
por un agresor más fuerte (ya sea esta fortaleza real o percibida subjetivamente) que aquella. El
sujeto maltratado queda, así, expuesto física y emocionalmente ante el sujeto maltratador,
generándose como consecuencia una serie de secuelas psicológicas (aunque estas no formen
parte del diagnóstico); es común que el acosado viva aterrorizado con la idea de asistir a la
escuela y que se muestre muy nervioso, triste y solitario en su vida cotidiana. En algunos casos,
la dureza de la situación puede acarrear pensamientos sobre el suicidio e incluso su
materialización, consecuencias propias del hostigamiento hacia las personas sin límite de edad.
Suelen ser más propensos al acoso escolar aquellos niños que poseen diversidad funcional, entre
las cuales se pueden contar el síndrome de Down, el autismo, síndrome de Asperger, etc.

Acoso físico
El acoso físico es una forma de acoso que consiste en la persecución ininterrumpida e intrusiva a
un sujeto con el que se pretende iniciar o restablecer un contacto personal contra su voluntad. El
término se usa en el ámbito de la sociología, psicología, el derecho y las Ciencias naturales.
En psicología se utiliza el término acoso para referirse a un trastorno que sufren algunas personas
y que las lleva a espiar a su víctima, seguirla por la calle, llamarla por teléfono, mandarle cartas,
mensajes sms, regalos, escribiendo su nombre en muros de zonas muy visibles o incluso
amenazarla y cometer actos violentos contra ella.
Asimismo, este trastorno puede deberse a una obsesión desarrollada hacia la víctima.
También se debe considerar que muchos casos de hostigamiento no necesariamente se derivan de
una obsesión personal; se debe recordar que la intención de hostigar es, aparte de conseguir
información de la víctima, un recurso para hacerle la vida difícil o hasta imposible.
Gobiernos, sobre todo autoritarios y totalitarios, usan el acoso como una medida para mantener
el control de su país mediante una policía secreta capaz de invadir la vida personal de ciudadanos
sospechosos y buscar evidencias que los podrían incriminar. Grupos como la SS, la Gestapo,
la Checa, la FBI, la CIA y la NKVD son ejemplos notables

Acoso inmobiliario

El acoso inmobiliario consiste en ejercitar hostigamiento para provocar la auto privación del
derecho al disfrute de una vivienda en propiedad o arrendada. Su finalidad es el enriquecimiento
torticero.

Acoso laboral
El acoso laboral o acoso moral en el trabajo, conocido comúnmente a través del
término inglés mobbing: ‘asediar’, ‘acosar’, ‘acorralar en grupo’, es tanto la acción de un
hostigador o varios hostigadores conducente a producir miedo, terror, desprecio o desánimo en el
trabajador afectado hacia su trabajo, como el efecto o la enfermedad que produce en el
trabajador. Esta persona o grupo de personas reciben una violencia psicológica injustificada a
través de actos negativos y hostiles dentro o fuera del trabajo por parte de grupos sociales
externos, de sus compañeros ("acoso horizontal", entre iguales), de sus subalternos (en sentido
vertical ascendente) o de sus superiores (en sentido vertical descendente, también
llamado bossing, del inglés boss, jefe). Dicha violencia psicológica se produce de forma
sistemática y recurrente durante un tiempo prolongado, a lo largo de semanas, meses e incluso
años, y al mismo en ocasiones se añaden "accidentes fortuitos" y hasta agresiones físicas, en los
casos más graves. Una situación de acoso muy prolongada en el tiempo, además de
enfermedades o problemas psicológicos, puede desembocar, en situaciones extremas, en
el suicidio de la víctima.
Lo que se pretende en último término con este hostigamiento, intimidación o perturbación (o
normalmente la conjugación de todas ellas) es el abandono del trabajo por parte de la víctima —
o víctimas—, la cual es considerada por sus agresores como una molestia o amenaza para sus
intereses personales (necesidad de extorsión, ambición de poder, de riquezas, posición social,
mantenimiento del statu quo, etc.)
El término mobbing (del verbo inglés to mob, con el significado antes aludido) proviene de
la etología, ciencia que estudia el comportamiento de los animales, sobre todo del campo de
la ornitología, donde la conducta defensiva de un grupo de pequeños pájaros consiste en el
atosigamiento continuado a un enemigo más grande, con frecuencia un ave rapaz. Estos
comportamientos en la naturaleza terminan frecuentemente, o bien con la huida, o con la muerte
del animal acosado por varios otros.
El científico sueco Heinz Leymann investigó el fenómeno en la década de 1980, y fue quien
utilizó por primera vez el término mobbing para referirse al problema. Otros autores destacados
en el estudio del acoso moral y del mobbing son la francesa Marie-France Hirigoyen y el
español Iñaki Piñuel y Zabala.
La incidencia poblacional del acoso laboral se calcula que se encuentra entre el 10 y el 15 % del
total de los trabajadores en activo.

Acoso psicológico
El acoso psicológico o acoso moral es, según el Diccionario de la lengua española, el «trato
vejatorio y descalificador hacia una persona, con el fin de desestabilizarla psíquicamente».
El acoso psicológico atenta contra la dignidad e integridad moral de la persona. Conculca los
Derechos de Persona, que ampara, por ejemplo, la Constitución española de 1978. Se denomina
también acoso psicológico porque siempre conlleva maltrato psicológico y abuso emocional. Es
un largo proceso donde la persona, siendo sometida progresivamente a la incertidumbre y a la
impotencia, va perdiendo su autoestima y la seguridad en sí misma. No es plenamente consciente
de que está siendo humillada y de que se están vulnerando sus derechos más fundamentales. El
acoso psicológico continuado puede ocasionar el suicidio de la víctima

Acoso sexual
El acoso sexual es la intimidación o coerción de naturaleza sexual, o la promesa no deseada o
inapropiada de recompensas a cambio de favores sexuales. En la mayoría de contextos jurídicos
modernos el acoso sexual en el siglo xx es ilegal
La directiva 2002/73/CE del Parlamento Europeo define como acoso sexual:
la situación en que se produce cualquier comportamiento verbal, no verbal o físico no deseado de
índole sexual con el propósito o el efecto de atentar contra la dignidad de una persona, en
particular cuando se crea un entorno intimidatorio, hostil, degradante, humillante u ofensivo.
Cuando existen leyes referidas al acoso sexual, generalmente no prohíben bromas simples,
comentarios indirectos o incidentes menores aislados, es decir, no imponen un "código de cívico
general". En el lugar de trabajo, el acoso puede considerarse ilegal cuando es tan frecuente o
grave que crea un ambiente de trabajo hostil u ofensivo o cuando repercute de manera adversa en
el empleo (como por ejemplo la víctima es despedida o degradada o cuando la víctima decide
renunciar al trabajo). Sin embargo, la comprensión jurídica y social del acoso sexual varía según
la cultura.
Existen 125 países en el mundo que han legislado contra el acoso sexual en la última década del
siglo XX y durante la primera década del siglo XXI. Sin embargo hay países como Kuwait
o Yibuti en los que el acoso sexual sigue siendo legal.
El acoso sexual puede perjudicar a personas de ambos sexos pero estadísticamente la mayoría de
denuncias son de mujeres. Los principales acosadores son hombres que ejercen este tipo de
comportamiento en ambientes laborales, académicos, estudiantiles e incluso familiares. Está
considerado un acto delictivo, que es sancionado en función de su gravedad y que puede llevar
incluso a la privación de libertad del acosador.

Ciberacoso
El ciberacoso (derivado del término en inglés cyberbullying) también denominado acoso
virtual o acoso cibernético, es el uso de medios de comunicación digitales para acosar a una
persona o grupo de personas, mediante ataques personales, divulgación de información
confidencial o falsa entre otros medios. Puede constituir un delito penal. El ciberacoso implica
un daño recurrente y repetitivo infligido a través de los medios electrónicos. Según R. B.
Standler, el acoso pretende causar angustia emocional, preocupación, y no tiene propósito
legítimo para la elección de comunicaciones.
El término ciberacoso fue usado por primera vez por el educador canadiense Bill Belsey. Otros
términos para ciberacoso son acoso electrónico, e-acoso, acoso sms, acoso móvil, acoso en
línea, acoso digital, acoso por internet o acoso en internet. En el cyberbullying se utilizan
palabras vulgares.
Grooming
El grooming (en español «acicalando») es una serie de conductas y acciones deliberadamente
emprendidas por un adulto con el objetivo de ganarse la amistad de un menor de edad, creando
una conexión emocional con el mismo, con el fin de disminuir las inhibiciones del infante y
poder abusar sexualmente de él. En algunos casos, se puede buscar la introducción del menor al
mundo de la prostitución infantil o la producción de material pornográfico.
En inglés, para diferenciarlo del significado original relativo al acicalado de animales se suelen
utilizar los términos child grooming o internet grooming.

Acoso familiar
El origen del término mobbing (acoso moral) se halla en uno de los comportamientos animales
que el zoólogo Konrad Lorenz observó en sus investigaciones. Este tipo específico de
comportamiento, que bautizó como mobbing, se produce, también, en entornos humanos como
la familia o clan familiar, así como en cualquier lugar dónde haya personas que comparten bienes
e intereses.
Relación:

El estrés y ansiedad como consecuencia del acoso escolar o Bullying

Es indudable que la escuela es uno de los lugares donde niños y adolescentes pasan más tiempo.
En este entorno formal, no sólo adquieren nuevos contenidos, valores y normas que los preparan
para la adultez, sino que también crean nuevos lazos con sus compañeros y establecen relaciones
de amistad y compañerismo. Además, la escuela supone el primer contacto con figuras de
autoridad formales.

La violencia escolar y el “Bullying”

En este escenario, uno de los problemas que más preocupa en el personal educativo, así como en
las familias y profesionales de la intervención es la violencia escolar y, en particular, el acoso
escolar o bullying.
La Organización Mundial de la Salud, define la violencia como el uso intencional de la fuerza o
el poder físico, de hecho o como amenaza, contra uno mismo, otra persona o un grupo o
comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños
psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones, destacando la intencionalidad y el poder
como los elementos fundamentales que definen una conducta como violenta y la distinguen de
otros actos accidentales que producen daños en el individuo.
El acoso escolar, un problema creciente
De forma más específica, se acepta que el acoso escolar es aquella conducta de persecución
física o psicológica realizada por un alumno (o grupo de alumnos) hacia otro, al que se elige
como víctima de ataques reiterados, de modo que la víctima se siente incapaz de salir de esta
situación por sus propios medios.
El bullying se diferencia de otras formas de violencia escolar en tres aspectos: es una conducta
repetitiva y frecuente, se realiza con la intención de intimidar u hostigar a la víctima y existe un
desequilibrio de poder persistente. En este sentido, ser objeto de bullying implica que la víctima
puede verse sometida a una gran variedad de comportamientos violentos cometidos por otro
estudiante que, por ejemplo: dice cosas desagradables de él, le hace burla, le pone motes; o le
ignora completamente, le aísla socialmente, le excluye del grupo de amigos y le aparta de las
actividades a propósito; o le golpea, patalea, empuja y amenaza; o cuenta mentiras y falsos
rumores y trata de convencer a los demás de que no se relacionen con él.

Consecuencias del acoso escolar

Pero las consecuencias de esta conducta no se limitan al ámbito escolar, la victimización en la


escuela supone una importante amenaza para el bienestar psicológico de niños y adolescentes
puesto que se trata de una experiencia interpersonal sumamente estresante para la persona. No es
de extrañar, por tanto, que la Organización Panamericana de la Salud considere la violencia
como un indicador de Salud Pública.
Estudios recientes sobre victimización escolar plantean que ser víctima de violencia y acoso
escolar tiene graves consecuencias psicológicas y sociales. De hecho, se ha comprobado en
numerosas investigaciones que las víctimas de bullying presentan un conjunto de características
comunes que, para los profesionales, constituyen señales de alerta a las que debemos prestar
especial atención.
En general, la experiencia de ser víctima de bullying se asocia con una baja autoestima, elevados
niveles de ansiedad y estrés, así como con una baja satisfacción con la vida y, en consecuencia,
un alto grado de infelicidad. Además, estos problemas parecen persistir en el tiempo, por lo que
muchos de estos estudiantes deben solicitar, finalmente, la ayuda y apoyo de profesionales de la
salud mental. En este sentido, por ejemplo, en el estudio de Guterman , se observó que las
víctimas de bullying presentaban síntomas depresivos y problemas de ansiedad y estrés, incluso
después de transcurrido un año desde el último episodio de maltrato.
Oñate y Piñuel (2007) observaron que las consecuencias psicológicas y clínicas de ser víctima de
violencia y acoso escolar más frecuentes son las siguientes:
– Autoestima pobre y autoimagen negativa
– Enfermedades psicosomáticas o somatizaciones (p. ej., dolores de estómago)
– Sintomatología depresiva
– Incremento notable de la ansiedad y estrés
– Sentimientos de autodesprecio

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