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González Pérez
Edición
Jonatán Aarón Piña García
Israel David Piña García
Edición al cuidado de
Selene Carrillo Carlos
Erika Isabel Varela Rodríguez
Artículo 9
Sustantivo 13
Adjetivo 23
Pronombre personal 33
Verbo 39
Preposición 57
Conjunción 67
Adverbio 93
Interjección 99
Artículo
Sirve para delimitar la denotación del grupo nominal del que forma parte e
informar de su referencia.
Determinados o definidos
Formas simples
En singular En plural
Masculino: el (el libro). Masculino: los (los libros).
Femenino: la (la orquídea), el (el agua). Femenino: las (las orquídeas).
Neutro: lo (lo bueno). Neutro: los (los buenos).
Indefinidos o indeterminados
En singular En plural
Masculino: un (un libro). Masculino: unos (unos libros).
Femenino: una (una orquídea), Femenino: unas (unas orquídeas).
un (un águila).
9
ActividAd 1
Lee con atención el siguiente texto, posteriormente subraya
los artículos de cada oración e indica a qué clasificación pertenecen.
Artículo 11
Actividad 2
Construye unas instrucciones similares a las de Cortázar.
Incluye las formas contractas (mínimo 50 palabras).
Comunes
13
Individuales
Denotan personas o cosas que concebimos como entidades únicas: soldado,
profesor, oveja, vecino.
Colectivos
Pueden designar, construidos en singular, conjuntos formados por entidades
análogas: ejército, profesorado, rebaño, vecindario.
Abstractos
Designan cuanto no es material, es decir, acciones, procesos, sensaciones y
cualidades que atribuimos a personas, animales o cosas pensándolas como
entes separados e independientes de ellos.
Ejemplo:
a) El probable impacto de la nueva política monetaria en la economía
nacional.
b) Durante la ducha se mareó.
Ejemplo:
a) Aquí se ve el impacto de la bala.
b) Se rompió la ducha.
Pluralia tántum
Singularia tántum
Propios
Sustantivo 15
Antropónimos
Nombres propios de personas: Luis, Clara.
Zoónimos
Babieca, Micifuz, Pegaso.
Nombres patronímicos
Derivados morfológicos de los nombres de pila: Fernández,
de Fernando; Martínez, de Martín.
Sobrenombres: el Cojo, el Tuerto.
Seudónimos: Azorín, Cantinflas, el Sabio.
Hipocorísticos
Nombres propios de persona que se usan en la lengua familiar como designa-
ciones afectivas. Muchos se crean por apócope (pérdida del segmento final de
la palabra): Paco por Francisco, Nico por Nicolás.
Otros se forman por aféresis (supresión de sonidos o sílabas iniciales): Colas
por Nicolás, Lupe por Guadalupe.
Topónimos
Nombres propios de lugar: Costa Rica, Jalisco, Florida, Zacatecas.
Sustantivo 17
ActividAd 1
Una vez comprendida la historia de Pao Cheng encuentra los diez
sustantivos cuya función es diversa y anota su clasificación.
Después construye una oración con cada uno.
En un día de verano, hace más de tres Cheng comenzó a inferir la historia del
mil quinientos años, el filósofo Pao mundo a partir de ese momento. «Como
Cheng se sentó a la orilla de un arroyo las ondas de este arroyuelo, así corre el
a adivinar su destino en el caparazón de tiempo. Este pequeño cauce crece con-
una tortuga. El calor y el murmullo del forme fluye, pronto se convierte en un
agua pronto hicieron, sin embargo, vagar caudal hasta que desemboca en el mar,
sus pensamientos y olvidándose poco cruza el océano, asciende en forma de
a poco de las manchas del carey, Pao vapor hacia las nubes, vuelve a caer so-
Sustantivo 19
a los hombres ataviados con extrañas cían sobre la mesa. Pao Cheng se acercó
vestiduras y que hablaban una lengua cautelosamente al hombre y miró por
lentísima, incomprensible, hasta que encima de sus hombros, conteniendo la
pronto se detuvo ante una casa en cuya respiración para que éste no notara su
fachada parecían estar inscritos los sig- presencia. El hombre no lo hubiera no-
nos indescifrables de un misterio que lo tado pues parecía absorto en su tarea de
atraía irresistiblemente. A través de una cubrir aquellas hojas de papel con esos
de las ventanas pudo vislumbrar a un signos cuyo contenido todavía escapaba
hombre que estaba escribiendo. En ese al entendimiento de Pao Cheng. De vez
mismo momento Pao Cheng sintió que en cuando el hombre se detenía, mira-
allí se dirimía una cuestión que lo atañía ba pensativo por la ventana, aspiraba un
íntimamente. Cerró los ojos y acaricián- pequeño cilindro blanco y arrojaba una
dose la frente perlada de sudor con las bocanada de humo azulado por la boca
puntas de sus dedos alargados trató de y por las narices; luego volvía a escribir.
penetrar, con el pensamiento, en el inte- Pao Cheng miró las cuartillas terminadas
rior de la habitación en la que el hombre que yacían en desorden sobre un extre-
estaba escribiendo. Se elevó volando del mo de la mesa y conforme pudo ir desci-
pavimento y su imaginación traspuso el frando el significado de las palabras que
reborde de la ventana que estaba abierta estaban escritas en ellas, su rostro se fue
y por la que se colaba una ráfaga fresca nublando y un escalofrío de terror cru-
que hacía temblar las cuartillas, cubiertas zó, como la reptación de una serpiente
de incomprensibles caracteres, que ya- venenosa, el fondo de su cuerpo. «Este
Caparazón
Escalofrío
Pensamieneto
Sustantivo 21
Carey
Tierra de han
Imaginación
Historia
Pao Cheng
Respiración
Calor
Calificativos
Designan cualidades: flores rojas, un hombre atroz, estaba malhumorado, huyó despa-
vorida, eres desconcertante.
Determinativos
Demostrativos
Este, esas, aquellos.
23
Posesivos
Mi, tus, nuestros.
Indefinidos
Algunos, ciertas, ninguno.
Numerales
Uno, cuatro, setecientas.
Relacionales o de relación
Expresan cierta relación entre las propiedades del sustantivo modificado y las
correspondientes a la base nominal de la que el adjetivo se deriva: agrario–cam-
po, económico–economía.
Descriptivos
Adjetivo 25
ActividAd 1
Del cuento «Amor cibernauta» identifica qué tipo de adjetivos
son los sub-rayados.
Se conocieron por la red. Él era tarta- mensajes al computador con una voz
mudo y tenía un rostro brutal de nean- hermosa, pausada y clara que no pare-
derthal: gran cabeza, frente abultada, cía tener nada que ver con ella; tenía el
ojos separados, redondos y rojos, dien- cuerpo de una muñeca maltratada. Fue
tes de conejo que sobresalían de una un amor a primer intercambio de men-
boca enorme y abierta, cuerpo endeble sajes: hablaron de la armonía del uni-
y barriga prominente. Ella estaba inváli- verso y de los sufrimientos terrestres, de
da del cuello hasta los pies y dictaba los la necesidad del imperio de la belleza y
brutal propia
endeble esa
primer su
abyectos ninguno
humano dos
Adjetivo 27
Actividad 2
Menciona el tipo de adjetivo que se emplea.
Actividad 3
Elabora oraciones con los siguientes adjetivos elativos
o de grado extremo.
abominable
atroz
supremo
terrible
helado
Adjetivo 29
horrendo
fabuloso
magnífico
maravilloso
sensacional
tórrido
supremo
Adjetivo 31
Actividad 5
A cada uno de los adjetivos agrega un sustantivo, guíate en el ejemplo.
Segunda persona
Tú, vos, ti, te, contigo, vosotros,
vosotras, os, usted, ustedes.
33
Conglomerados
Atendiendo al género
Reflexivos
Recíprocos
En la oración Ellos se cuidan (unos a otros) cada uno de los individuos se interpreta
como agente de la acción de cuidar con relación a otras personas y a la vez
como paciente de ella cuando son los demás los que la ejercen.
Se adoran a sí mismos.
Se aman el uno al otro.
Pronombre personal 35
Actividad 1
Construye un aforismo en el que incluyas tres pronombres,
sigue el modelo de Roa Bastos.
Pronombre personal 37
peinarme
los
se
yo
me
lo
La caracterizan cuatro segmentos: raíz, vocal temática (vt), tiempo y modo (tm)
y persona y número (pn).
39
Verbos que presentan algún tipo de irregularidad en la flexión
Auxiliar haber
En el estado actual de la lengua, es el auxiliar de los tiempos compuestos, a los
que aporta el valor retrospectivo que los caracteriza, además de la información
gramatical de pn y tm.
Tiempos verbales
Modo indicativo
Tiempos simples: presente (canto), pretérito perfecto simple (canté), pretérito im-
perfecto (cantaba), futuro simple (cantaré), condicional simple (cantaría).
Verbo 41
Tiempos compuestos: pretérito perfecto compuesto (he cantado), pretérito
pluscuamperfecto (había cantado), pretérito anterior (hube cantado), futuro com-
puesto (habré cantado), condicional compuesto (habría cantado).
Modo subjuntivo
Tiempos simples: presente (cante), pretérito imperfecto (cantara o cantase), futuro
simple (cantare).
Tiempos compuestos: pretérito perfecto compuesto (haya cantado), pretérito
pluscuamperfecto (hubiera o hubiese cantado), futuro compuesto (hubiere cantado).
Modo imperativo
Canta. Algunos autores entienden que al imperativo corresponde un solo tiem-
po, el presente.
Verbos irregulares
Son irregulares los verbos cuya conjugación no se ajusta a los tres paradigmas
de la conjugación regular. Se agrupan en tres clases:
Vocálicas
Constituyen alternancias entre vocales (pedir – pido), o bien entre vocales y dip-
tongos en función del acento (acertar – acierto; contar – cuento).
Mixtas
Se producen por la sustitución de una vocal y una consonante por otra vocal
y otra consonante simultáneamente (decir – digo).
Perífrasis verbales
Combinaciones sintácticas en las que un verbo auxiliar incide sobre un verbo auxi-
liado construido en forma no personal.
El verbo auxiliar suele aparecer conjugado.
No puedo entrar, iremos considerando cada caso por separado.
Es posible que no esté conjugado en función de las características sintácticas
particulares de la oración.
Para poder entrar necesitamos autorización, no es imprescindible ir conside-
rando cada caso por separado.
De igual modo los verbos auxiliares se pueden encadenar.
Debe de ir a empezar a cantar.
Verbo 43
Verbos transitivos
Complemento directo
Se construye de forma característica sin preposición.
Leo una novela.
Según los casos admite la preposición a con grupos nominales de persona,
animales o cosas.
Obligó al perro a salir.
Objeto directo
¿Cómo se identifica?
Sustituyéndolo por un pronombre átono de tercera persona: lo, la, los, las.
La perrera rescató a los gatos abandonados. La perrera los rescató.
Cambiando la oración activa a oración pasiva.
Los gatos abandonados fueron rescatados por la perrera.
Objeto indirecto
Verbo 45
¿Cómo se identifica?
Sustituyéndolo por los pronombres complementarios le y les.
Siempre comienza con las preposiciones a y para.
Pioquinto echó abono a las plantas. Pioquinto les echó abono.
Sherlock Holmes disparó a un delincuente. Sherlock Holmes le disparó
(a un delincuente).
Verbos intransitivos
Alternancias de transitividad
Un verbo transitivo puede ser intransitivo.
Verbo ir (irregular)
Modo Indicativo
Pretérito imperfecto/ Pretérito perfecto
Número Persona Pronombre Presente
Copretérito simple/Pretérito
primera yo voy iba fui
Singular segunda tú/vos/usted vas/vas/va ibas/ibas/iba fuiste/fuiste/fue
tercera él/ella va iba fue
primera nosotros vamos íbamos fuimos
ustedes/
Plural segunda van/vais iban/ibais fueron/fuisteis
vosotros
tercera ellos van iban fueron
Modo Indicativo
Futuro simple/ Condicional simple/
Número Persona Pronombre
Futuro pospretérito
primera yo iré iría
Singular segunda tú/vos/usted irás/irás/irá irías/irías/iría
tercera él/ella irá iría
primera nosotros iremos iríamos
ustedes/
Plural segunda irán/iréis irían/iríais
vosotros
tercera ellos irán irían
Verbo 47
Modo subjuntivo
Pretérito
Futuro simple/
Número Persona Pronombre Presente imperfecto/
Futuro
pretérito
primera yo vaya fuere fuera o fuese
tú/ vayas/ fueres/ fueras o fueses/
singular segunda vos/ vayas/ fueres/ fueras o fueses/
usted vaya fuere fuera o fuese
tercera él/ella vaya fuere fuere o fuese
fuéramos
primera nosotros vayamos fuéremos
o fuésemos
plural ustedes/ fueran o fuesen/
segunda vayan/vayáis fueren/fuereis
vosotros fuerais o fueseis
tercera ellos vayan fueren fueran o fuesen
Modo Imperativo
Número Persona Pronombre
tú/vos ve/andá
singular
usted vaya
segunda
vosotros id
plural
ustedes vayan
Verbo 49
Modo subjuntivo
Futuro simple/ Pretérito imperfecto/pre-
Número Persona Pronombre Presente
Futuro térito
primera yo soslaye soslayare soslayara o soslayase
Soslayaras
o soslayases/
tú/ soslayes/ soslayares/
soslayaras
segunda vos/ soslayes/ soslayares/
singular o soslayases/
usted soslaye soslayare
soslayara
o soslayace
soslayáramos
tercera él/ella soslaye soslayare
o soslayásemos
primera nosotros soslayemos soslayáremos soslayaren/soslayareis
Soslayaran
ustedes/ soslayen/ soslayaren/ o soslayasen/
segunda
plural vosotros soslayéis soslayareis soslayarais
o soslayaseis
soslayaran
tercera ellos soslayen soslayaren
o soslayacen
Verbo 51
ActividAd 1
Lee atentamente el cuento. En seguida realiza los ejercicios
acorde con las indicaciones.
Verbo 53
no soy su niñita. Cuando beso a mamá, él había recibido, que fui a su recámara
ella no sonríe. Papá tampoco. Cuando y le dije que lo mataría.
van a pasear, voy con ellos, pero con- Esta tarde me ha dicho que mamá,
tinúan desinteresándose de mí. Puedo papá y él iban a ir al mar, y que yo no
jugar junto a la fuente lo que yo quiera. iría. Se rió y me hizo muecas. Entonces
Les da igual. Sólo Arturo es gentil con- lo empujé a la fuente.
migo de cuando en cuando, pero a veces Ahora duerme, y papá y mamá tam-
se niega a jugar conmigo. Le pregunté el bién. Dentro de un momento iré a su
otro día por qué mamá se había vuelto recámara y esta vez no tendrá tiempo
así conmigo. Yo no quería hablarle del de gritar, tengo la cuerda de saltar en las
asunto, pero no pude evitarlo. Me ha manos. Él la olvidó en el jardín y yo la
mirado desde arriba, con ese aire burlón tomé.
que toma adrede para hacerme rabiar, y Con esto se verán obligados a ir al
me ha dicho que era porque mamá no mar sin él. Y luego me iré a acostar sola,
quiere oír hablar de mí. Le dije que no al fondo de ese maldito jardín, en esa
era verdad. Él me dijo que sí, que había horrible caja blanca donde me obligan a
oído a mamá decirle eso a papá, y que le dormir desde hace un mes.
había dicho: «No quiero oír hablar nun-
ca más de ella». «La niña perversa»,
Ese fue el día que le apreté el cuello Jehanne Jean–Charles
con la cuerda. Después de eso, yo estaba
tan furiosa, a pesar de la palamada que
sospecharán
iría
hizo
continúan
quejar
dicho
vuelvas
Verbo 55
b) Conjuga los verbos de la siguiente oración en futuro simple y pretérito per-
fecto compuesto del modo subjuntivo en todas las personas:
– Dentro de un momento iré a su recámara y esta vez no tendrá tiempo
de gritar, tengo la cuerda de saltar en las manos.
57
Formaciones romance:
Cabe (cabde, a cabo de). Hasta (fasta).
Desde (de ex de). Para (pro ad).
Hacia (facie ad). Por (pro ad).
Preposición 59
apreciamos esta gentileza, porque sabe- insectos son sagrados en la memoria y
mos que poca falta le hace nuestra amis- vida de mi pueblo. La savia que recorre
tad. Vamos a considerar su oferta pues el cuerpo de los árboles lleva consigo la
sabemos que, de no hacerlo, el hombre historia del piel roja.
blanco podrá venir con sus armas de Los muertos del hombre blanco ol-
fuego a tomar nuestras tierras. El Gran vidan su tierra de origen cuando van
Jefe Blanco de Washington podrá con- a caminar entre las estrellas. Nuestros
fiar en la palabra del jefe Seattle con la muertos jamás se olvidan de esta bella
misma certeza que espera el retorno de tierra, pues ella es la madre del hombre
las estaciones. Como las estrellas inmu- piel roja. Somos parte de la tierra y ella es
tables son mis palabras. parte de nosotros. Las flores perfumadas
¿Cómo se puede comprar o vender el son nuestras hermanas; el ciervo, el ca-
cielo o el calor de la tierra? Esa es para ballo, el gran águila, son nuestros herma-
nosotros una idea extraña. nos. Los picos rocosos, los surcos húme-
Si nadie puede poseer la frescura del dos de las campiñas, el calor del cuerpo
viento ni el fulgor del agua, ¿cómo es po- del potro y el hombre, todos pertenecen
sible que usted se proponga comprarlos? a la misma familia.
Cada pedazo de esta tierra es sagra- Por esto, cuando el Gran Jefe Blanco
do para mi pueblo. Cada rama brillante en Washington manda decir que desea
de un pino, cada puñado de arena de comprar nuestra tierra, pide mucho de
las playas, la penumbra de la densa sel- nosotros. El Gran Jefe Blanco dice que
va, cada rayo de luz y el zumbar de los nos reservará un lugar donde podamos
Preposición 61
devorará la tierra, dejando atrás sola- El aire es de mucho valor para el hom-
mente un desierto. bre piel roja, pues todas las cosas com-
Yo no entiendo, nuestras costumbres parten el mismo aire —el animal, el árbol,
son diferentes de las suyas. Tal vez sea el hombre— todos comparten el mismo
porque soy un salvaje y no comprendo. soplo. Parece que el hombre blanco no
No hay un lugar quieto en las ciu- siente el aire que respira. Como una per-
dades del hombre blanco. Ningún lu- sona agonizante, es insensible al mal
gar donde se pueda oír el florecer de las olor. Pero si vendemos nuestra tierra al
hojas en la primavera o el batir las alas hombre blanco, él debe recordar que el
de un insecto. Mas tal vez sea porque aire es valioso para nosotros, que el aire
soy un hombre salvaje y no compren- comparte su espíritu con la vida que
do. El ruido parece solamente insultar mantiene. El viento que dio a nuestros
los oídos. abuelos su primer respiro, también re-
¿Qué resta de la vida si un hombre no cibió su último suspiro. Si les vendemos
puede oír el llorar solitario de un ave o nuestra tierra, ustedes deben mantenerla
el croar nocturno de las ranas alrede- intacta y sagrada, como un lugar donde
dor de un lago? Yo soy un hombre piel hasta el mismo hombre blanco pueda
roja y no comprendo. El indio prefiere el saborear el viento azucarado por las flo-
suave murmullo del viento encrespando res de los prados.
la superficie del lago, y el propio viento, Por lo tanto, vamos a meditar so-
limpio por una lluvia diurna o perfuma- bre la oferta de comprar nuestra tierra.
do por los pinos. Si decidimos aceptar, impondré una
Preposición 63
destino común. Es posible que seamos les dio el dominio sobre la tierra y sobre
hermanos, a pesar de todo. Veremos. De el hombre piel roja.
una cosa estamos seguros que el hom- Este destino es un misterio para noso-
bre blanco llegará a descubrir algún día: tros, pues no comprendemos el que los
nuestro Dios es el mismo Dios. búfalos sean exterminados, los caballos
Ustedes podrán pensar que lo po- bravíos sean todos domados, los rinco-
seen, como desean poseer nuestra tie- nes secretos del bosque denso sean im-
rra; pero no es posible, Él es el Dios del pregnados del olor de muchos hombres
hombre, y su compasión es igual para el y la visión de las montañas obstruida
hombre piel roja como para el hombre por hilos de hablar.
piel blanca. ¿Qué ha sucedido con el bosque es-
La tierra es preciosa, y despreciarla es peso? Desapareció.
despreciar a su creador. Los blancos ¿Qué ha sucedido con el águila? Des-
también pasarán; tal vez más rápido que apareció.
todas las otras tribus. Contaminen sus La vida ha terminado. Ahora empieza
camas y una noche serán sofocados por la supervivencia
sus propios desechos.
Cuando nos despojen de esta tierra, Carta del jefe Seattle al Presidente de los
ustedes brillarán intensamente ilumina- Estados Unidos...
dos por la fuerza del Dios que los trajo a
estas tierras y por alguna razón especial
Preposición 65
Conjunción
Constituyen una clase de palabras invariables que relacionan entre sí vocablos
y grupos sintácticos, unas veces equiparándolos y otras jerarquizándolos o
haciéndolos depender de otros.
Coordinantes
Simples
Compuestas
Copulativas:
o... o...; ni... ni...; tanto... como...; tanto... cuanto...; así...como...
67
Disyuntivas o distributivas:
sea... sea...; ya... ya...; ora... ora; bien... bien...
Subordinantes
Completivas
que (Supongo que llamará); si (No sé si llamará).
Condicionales
si (Si te interesa el libro te lo presto); como (Como no me hagas caso).
Causales
porque (Lo creo porque tú lo dices); como (Como no estabas, me fui).
Concesivas
aunque (Camina hasta su trabajo aunque vive lejos); si bien (Si bien no nos parece la
mejor opción, la aceptaremos).
Temporales
luego que (Luego que lo hubo examinado); ni bien (Ni bien lo avise lo hacemos).
Consecutivas
que (Hacía tanto frío que no se podía salir de casa).
Comparativas
que (Más gente que antes); como (Tanto aciertos como equivocaciones).
Exceptivas
salvo (Todos pasaron el curso salvo Emigdio).
Conjunción 69
ActividAd 1
Identifica cinco conjunciones que utiliza Bradbury en «El otro pie»
y explica de qué tipo son.
Cuando oyeron las noticias salieron de blitos donde unas gentes oscuras, de pie
los restaurantes y los cafés y los hoteles y sobre sus sombras, alzaban los ojos.
observaron el cielo. Hattie Johnson tapó la olla donde
Las manos oscuras protegieron los hervía la sopa, se secó los dedos con un
ojos en blanco. Las bocas se abrieron. A trapo, y fue lentamente hacia el fondo
lo largo de miles de kilómetros, bajo la de la casa.
luz del mediodía, se extendían unos pue- –¡Ven, Ma!
Conjunción 71
los ojos, como si esperara una tormenta –Bueno, porque... Apenas llegamos,
y no pudiese verla–. Será mejor que en- estalló en la Tierra una guerra atómica.
tréis, chicos. Pelearon entre ellos, de un modo terri-
–¡Oh, Ma! –Los negritos la miraron ble. Se olvidaron de nosotros. Cuando
asombrados–. Tenemos que verlo, Ma. terminaron de pelear, no tenían más co-
No va a pasar nada, ¿no? hetes. Sólo hace poco pudieron cons-
–No sé. Tengo un mal presentimiento. truir algunos. Y ahora vienen a visitar-
–Sólo queremos ver el cohete, e ir nos después de tanto tiempo. –La mujer
al aeródromo, y ver al hombre blanco. miró distraídamente a sus hijos, y se ale-
¿Cómo es el hombre blanco, Ma? jó unos metros–. Esperad aquí. Voy a ver
–No lo sé. No lo sé de veras –murmu- a Elizabeth Brown.
ró la mujer, sacudiendo la cabeza. –Bueno, Ma.
–¡Cuéntanos algo más! La mujer se alejó calle abajo. Llegó a la
–Bueno, los blancos viven en la Tie- casa de los Brown en el momento en que
rra, el lugar de donde vinimos todos no- todos se subían al coche.
sotros hace veinte años. Salimos de allí –Eh, Hattie, ¡ven con nosotros!
y nos vinimos a Marte y construimos –¿A dónde van? –dijo la mujer, sin
las ciudades, y aquí estamos. Ahora so- aliento, corriendo hacia ellos.
mos marcianos y no terrestres. Y ningún –¡A ver al hombre blanco!
hombre blanco vino a Marte en todo –Eso es –dijo el señor Brown, muy se-
este tiempo. Eso es todo. rio–. Mis chicos nunca vieron uno, y yo
–¿Por qué no vinieron, Ma? casi no me acuerdo.
Conjunción 73
lo que nos hicieron... A mis padres y a –Todo el mundo habla así. Todo el
los tuyos... ¿Recuerdas? ¿Recuerdas cómo mundo ha pensado en este día, creyendo
colgaron a mi padre en Knockwood Hill, que nunca iba a llegar. Todos pensába-
y cómo mataron a mamá? ¿Recuerdas? mos: «¿Qué pasará el día que un hombre
¿O tienes tan poca memoria como los blanco venga a Marte?» Pues bien, el día
otros? ha llegado, y ya no podemos retroceder.
–Recuerdo –dijo la mujer. –¿No vamos a dejar que los blancos
–¿Recuerdas al doctor Phillips, y al vivan aquí en Marte?
señor Burton, y sus casas enormes, y la –Sí, seguro. –Willie sonrió, pero con
cabaña de mi madre, y a mi viejo pa- una ancha sonrisa de maldad. Había fu-
dre que seguía trabajando a pesar de sus ria en sus ojos–. Pueden venir y trabajar
años? El doctor Phillips y el señor Burton aquí. ¿Por qué no? Pero para merecerlo
le dieron las gracias poniéndole una soga tendrán que vivir en los barrios bajos,
al cuello. Bueno –dijo y lustrarnos los zapatos, y barrernos los
Willie–, todo ha cambiado. El zapa- pisos, y sentarse en la última fila de buta-
to aprieta ahora en el otro pie. Veremos cas. Sólo eso les pedimos. Y una vez por
quién dicta leyes contra quién, quién lin- semana colgaremos a uno o dos.
cha, quién viaja en el fondo de los co- Nada más.
ches, quién sirve de espectáculo en las –No hablas como un ser humano, y
ferias. Vamos a verlo. no me gusta.
–Oh, Willie, no hables así. Nos traerá –Tendrás que acostumbrarte –dijo
mala suerte. Willie. Se detuvo frente a la casa y saltó
Conjunción 75
peluda y gruesa, en la que hizo un nudo debían hacer: sacar las armas, buscar la
corredizo, con manos torpes, mientras pintura, traer las cuerdas, y estar prepa-
examinaba cuidadosamente el cielo. rados. Y aquí estamos ahora: el comité
Y luego se metieron en el coche, y se de bienvenida, para entregarles las llaves
alejaron sembrando a lo largo de la ca- de la ciudad. ¡Sí, señor! La mujer jun-
rretera unas apretadas nubes de polvo. tó las manos delgadas y oscuras, como
–Despacio, Willie. para rechazar el terror que estaba inva-
–No es tiempo de ir despacio –dijo diéndola.
Willie–. Es tiempo de ir de prisa, y yo El coche saltaba y se sacudía entre los
tengo prisa. otros coches.
Las gentes miraban el cielo desde los Hattie oía las voces que gritaban:
bordes del camino, o subidas a los co- –¡Eh, Willie! ¡Mira! –y veía pasar rápi-
ches, o llevadas por los coches, y las ar- damente las manos que alzaban las cuer-
mas asomaban como telescopios orien- das y las armas, y las bocas que sonreían.
tados hacia los males de un mundo en –Hemos llegado –dijo Willie, y detu-
agonía. vo el automóvil en el polvo y el silen-
Hattie miró las armas. cio. Abrió la puerta de un puntapié, salió
–Has estado hablando –dijo acusando cargado con sus armas, y se metió en los
a su marido. campos del aeródromo.
–Sí, eso he hecho –gruñó Willie, y –¿Lo has pensado, Willie?
observó orgullosamente el camino–. Me –No he hecho otra cosa en veinte
detuve en todas las casas, y les dije que años. Tenía dieciséis años cuando dejé la
Willie se abrió paso entre la oscura ómnibus traía un grupo de gente arma-
multitud que venía a su encuentro. da que salió de un salto y corrió trasta-
–Willie, Willie, ¿qué vamos a hacer? – billando por el aeródromo, con los ojos
decían los hombres. fijos en el cielo.
–Aquí tienen un fusil –les dijo Willie–. Mujeres con canastas de comida;
Aquí otro fusil. Y otro. –Les entregaba las hombres con sombreros de paja, en
armas con bruscos movimientos–. Aquí mangas de camisa.
tienen. Una pistola. Un rifle. El ómnibus se quedó allí, vacío, zum-
La gente estaba tan apretada que se- bando.
mejaba un solo cuerpo oscuro, con mil Willie se meció en el coche, instaló las
brazos extendidos hacia las armas. latas, las abrió, revolvió la pintura, probó
–Willie, Willie. un pincel, y se subió a un asiento.
Hattie, erguida y silenciosa, apretaba –¡Eh, oiga! –El conductor se acercó
los labios, con los grandes ojos trágicos por detrás, con su tintineante cambiador
y húmedos. de monedas–. ¿Qué hace? ¡Fuera de aquí!
–Trae la pintura –le dijo Willie. –Vas a ver lo que hago. Espera un
poco.
Conjunción 77
Y Willie mojó el pincel en la pintura –Nombremos a unos delegados para
amarilla. Pintó una B y una L y una A y que pinten todos los ómnibus en la hora
una N y una C y una O y una S con una próxima.
minuciosa y terrible aplicación. Y cuan- ¿Hay voluntarios?
do Willie terminó su trabajo, el conduc- Las manos se alzaron.
tor arrugó los párpados y leyó: blancos: –¡Adelante!
asientos de atrás. Leyó otra vez: blancos. Los hombres se fueron a pintar.
Guiñó un ojo. asientos de atrás. El con- –Nombremos a unos delegados para
ductor miró a Willie y sonrió. separar con cuerdas los asientos de los ci-
–¿Te gusta? –le preguntó Willie des- nes. Las dos últimas filas para los blancos.
cendiendo. Más manos.
Y el conductor respondió: –¡Adelante!
–Mucho, señor. Me gusta mucho. Los hombres corrieron.
Hattie miraba el letrero desde afuera, Willie miró a su alrededor, transpira-
con las manos apretadas contra el pecho. do, fatigado por el esfuerzo, orgulloso de
Willie volvió a reunirse con la multi- su energía, con la mano en el hombro de
tud. Esta aumentaba con cada coche que su mujer. Hattie miraba el suelo con los
se detenía gruñendo, y con cada ómni- ojos bajos.
bus que llegaba tambaleándose desde el –Veamos –anunció Willie–. Ah, sí. Te-
pueblo cercano. nemos que votar una ley esta misma tar-
Willie se subió a un cajón. de. ¡Se prohíben los matrimonios entre
razas de distinto color!
cajón! cliente.
Willie mostró los dientes y golpeó
–Alcalde, nada podrá sacarme de aquí. las manos. ¡Señor!
–Estás provocando un tumulto, Willie Y se detuvo a los ómnibus y se pin-
Johnson. taron de blanco los últimos asientos,
–Justo. como para sugerir quiénes serían los
futuros ocupantes. Y unos hombres
Conjunción 79
alegres invadieron los teatros y tendie- El campo ardió, aquí y allá, y luego
ron unas cuerdas, mientras sus mujeres el fuego se fue apagando. El cohete in-
los miraban desde las aceras, sin saber móvil descansó unos instantes. Y al fin,
qué hacer. Y algunos encerraron a sus mientras la multitud esperaba en silencio,
niños en las casas, para apartarlos de en un costado de la nave se abrió una
esas horas terribles. puerta y dejó escapar una bocanada de
–¿Todos listos? –preguntó Willie Jo- oxígeno. Un hombre viejo apareció en el
hnson, alzando una soga bien anudada. umbral.
–¡Listos! –gritó media multitud. La otra –Un blanco, un blanco, un blanco...
mitad murmuró y se movió como figu- Las palabras corrieron por la expec-
ras de una pesadilla de la que deseaban tante multitud. Los niños se hablaron al
huir. oído, empujándose suavemente; las pa-
–¡Ahí viene! –dijo un niño. labras retrocedieron en ondas hasta los
Como cabezas de títeres, movidas por últimos hombres y hasta los ómnibus
una sola cuerda, las cabezas de la multi- bañados por la luz y golpeados por el
tud se volvieron hacia arriba. viento. De las abiertas ventanillas salía
En lo más alto del cielo, un hermo- un olor a pintura fresca. El murmullo se
so cohete lanzaba un ardiente penacho alejó lentamente, y al fin dejó de oírse.
anaranjado. Nadie se movió.
El cohete describió un círculo amplio El hombre blanco era alto y esbel-
y descendió, y todos lo miraron con la to, pero llevaba en el rostro las huellas
boca abierta. de un profundo cansancio. No se había
Conjunción 81
Y mientras los nombraba un murmu- –¡Oh!
llo se elevó de la multitud. –Y las fábricas, radiactivas; todo ra-
–Destruimos Natchez... diactivo. Los caminos y las granjas y los
Un murmullo. alimentos, radiactivos. Todo.
–Y Columbus, Georgia... El hombre nombró otras ciudades y
Otro murmullo. pueblos.
–Quemamos Nueva Orleans... –Tampa.
Un suspiro. –Mi pueblo –dijo alguien.
–Y Atlanta... –Fulton.
Un nuevo suspiro. –El mío –murmuró otro.
–Y no quedó nada de Greenwater, –Memphis.
Alabama. Una voz indignada:
–¿Memphis? ¿Quemaron Memphis?
Willie Johnson alzó la cabeza y abrió –Memphis saltó en pedazos.
la boca. Hattie vio el gesto de Willie y los –¿La calle Cuatro de Memphis?
recuerdos que le venían a los ojos. –Toda la ciudad –dijo el viejo.
–No quedó nada –dijo el viejo, ha- La multitud comenzó a agitarse. Una
blando lentamente–. Ardieron los algo- ola los llevaba al pasado. Veinte años.
donales. Los pueblos y las plazas, los árboles y
–¡Oh! –dijeron todos. los edificios de ladrillo, los carteles y las
–Los molinos de algodón cayeron iglesias y las tiendas familiares. Todo
bajo las bombas... volvía a la superficie entre las gentes del
Conjunción 83
Os pido vuestra ayuda. Hemos sido unos Se oyó un silencio hecho de silen-
estúpidos. Confesamos ante Dios nues- cios. Un silencio que uno podía tomar
tra estupidez y nuestra maldad. Chinos, con la mano, un silencio que cayó so-
hindúes, y rusos, e ingleses y americanos. bre la multitud como la sensación de
Os pedimos que nos dejéis venir. El suelo una tormenta distante. Los largos bra-
marciano se mantiene casi virgen desde zos de los negros colgaban como pén-
hace innumerables siglos. dulos oscuros a la luz del sol, y sus ojos
Hay sitio para todos. Es un buen sue- se clavaban en el viejo. El viejo no se
lo... Lo he visto desde el aire. Vendremos movía. Esperaba.
y trabajaremos la tierra para vosotros. Sí, Willie Johnson sostenía aún la cuerda
hasta haremos eso. Merecemos cualquier entre las manos. Los hombres a su alrede-
castigo; pero no nos cerréis las puertas. dor lo observaban atentamente. Su mujer
No podemos obligaros ahora. Si queréis Hattie esperaba, tomada de su brazo.
subiré a mi nave y volveré a la Tierra. Hattie Johnson hubiese querido en-
Pero si no, vendremos y haremos todo trar en el interior de aquel odio, y exa-
lo que vosotros hacíais... Limpiaremos las minarlo hasta descubrir una grieta, una
casas, cocinaremos, os lustraremos los falla. Entonces podría sacar un guijarro
zapatos, y nos humillaremos ante Dios o una piedra, o un ladrillo, y luego parte
por lo que hemos hecho durante siglos de una pared, y pronto todo el edificio
contra nosotros mismos, contra otras se vendría abajo. Ahora mismo ya esta-
gentes, contra vosotros. ba tambaleándose. ¿Pero dónde estaba
El hombre calló. Había terminado. la piedra angular? ¿Cómo llegar a ella?
Conjunción 85
Pasó un momento. Encontraron la in- –Desapareció también. Todo desapa-
formación en una máquina tintineante, reció. Aquí están las fotografías. Usted
en el interior del cohete... mismo puede verlo.
–Muerto en la guerra. Allí estaban las fotografías. Podía te-
–¿Y su hijo? nerlas en la mano, mirarlas, pensar en
–Muerto. ellas. El cohete estaba lleno de fotografías
–¿Qué pasó con la casa? y respuestas. Cualquier pueblo, cualquier
–Se incendió. Como todas las casas. edificio, cualquier sitio.
–¿Y qué pasó con aquel otro viejo ár- Willie se quedó, allí, inmóvil, con la
bol de Knockwood Hill? cuerda en las manos.
–Todos los árboles murieron. Estaba recordando la Tierra, la Tierra
–¿Aquel árbol también? ¿Está usted verde y el pueblo verde donde había na-
seguro? –preguntó Willie. cido y crecido. Y pensaba en ese pueblo,
–Sí. hecho pedazos, destruido, arruinado, y
El cuerpo de Willie pareció aflojarse. en todos sus lugares, en todos aquellos
–¿Y qué pasó con la casa del señor lugares relacionados con algún mal, y
Burton, y el señor Burton? en todos sus hombres muertos, y en los
–No quedó en pie ninguna casa. Mu- establos, y las herrerías, y las tiendas de
rieron todos los hombres. antigüedades, los cafés, las tabernas, los
–¿Y la cabaña de la señora Johnson, puentes, los árboles con sus ahorcados,
mi madre? las colinas sembradas de balas, los sen-
El sitio donde la habían matado. deros, las vacas, las mimosas, y su propia
Conjunción 87
dí que los blancos están ahora tan solos –Sí, señor —dijo Willie, sentado al vo-
como lo estuvimos nosotros. lante, pasándose lentamente la mano por
No tienen casa y nosotros tampoco la la cara.
teníamos. Somos iguales. Podemos em- Me parece que hoy he visto por pri-
pezar otra vez. Somos iguales. mera vez al hombre blanco... Lo he visto
Willie detuvo el coche y se quedó sen- de veras, claramente.
tado, inmóvil, mientras Hattie hacía salir
a los chicos. Los chicos corrieron hacia Ray Bradbury, «El otro pie»,
el padre. en La bruja de abril y otros cuentos,
–¿Has visto al hombre blanco? ¿Lo México, Ediciones sm, 2010, pp. 41–64.
has visto? –gritaron.
Conjunción 89
Actividad 3
A partir de los siguientes caligramas construye uno empleando
al menos cuatro tipos diferentes de conjunciones.
Simples o no derivados
bien, mal, antes, después, lejos, cerca, siempre, nunca, sí, quizá,
acaso, aquí, allí, entonces, luego, adrede.
De modo o manera
Expresan la forma en que ocurren las situaciones o los sucesos: escribir bien,
caminar despacio.
93
De cantidad o grado
Mucha arena, bastante limpio, ayer dormí poco.
De negación
No, nada, apenas, nunca, jamás, tampoco.
Actividad 1
Encierra cinco adverbios en el cuento Una reputación
de Juan José Arreola y explica de qué tipo son.
Adverbio 95
Una nueva prueba, mucho más im- Todos esperaban de mí cualquier cosa.
portante que las anteriores, me aguar- Yo personificaba en aquellos momentos
daba en la esquina siguiente: subió al los ideales femeninos de caballerosidad
camión una señora con dos niños pe- y de protección a los débiles. La respon-
queños. Un angelito en brazos y otro sabilidad oprimía mi cuerpo como una
que apenas caminaba. Obedeciendo la coraza agobiante, y yo echaba de menos
orden unánime, me levanté inmediata- una buena tizona en el costado. Porque
mente y fui al encuentro de aquel grupo no dejaban de ocurrírseme cosas graves.
conmovedor. La señora venía compli- Por ejemplo, si un pasajero se propa-
cada con dos o tres paquetes; tuvo que saba con alguna dama, cosa nada rara
correr media cuadra por lo menos, y no en los autobuses, yo debía amonestar al
lograba abrir su gran bolso de mano. La agresor y aun entrar en combate con él.
ayudé eficazmente en todo lo posible; En todo caso, las señoras parecían com-
la desembaracé de nenes y envoltorios, pletamente seguras de mis reacciones de
gestioné con el chofer la exención de Bayardo. Me sentí al borde del drama.
pago para los niños, y la señora quedó En esto llegamos a la esquina en que
instalada finalmente en mi asiento, que debía bajarme. Divisé mi casa como una
la custodia femenina había conservado tierra prometida. Pero no descendí inca-
libre de intrusos. Guardé la manita del paz de moverme, la arrancada del au-
niño mayor entre las mías. tobús me dio una idea de lo que debe
Mis compromisos para con el pasaje ser una aventura trasatlántica. Pude
habían aumentado de manera decisiva. recobrarme rápidamente; yo no podía
Adverbio 97
Interjección
Es una clase de palabra que se especializa en la formación de enunciados ex-
clamativos.
Con ella se manifiestan impresiones, se verbalizan sentimientos o se realizan
actos de habla que apelan al interlocutor incitándolo a que haga o deje de
hacer algo: adiós, ay, olé, epa, uf, vaya, caramba.
Apelativas
Expresivas
99
ActividAd 1
Lectura en voz alta de poemas gráficos:
Marcia futurista y Zang Tumb Tumb de Filippo Tommaso Marinetti.
u
Ci
los
sc
de
tre
de
ISBN: 978-607-8368-23-5
9 786078 368235