You are on page 1of 102

Georgia Aralú

González Pérez

Selene Carrillo Carlos


Gramática del español
Principios fundamentales
Gramática del español
Principios fundamentales

Georgia Aralú González Pérez


Selene Carrillo Carlos
Coordinación
Georgia Aralú González Pérez

Edición
Jonatán Aarón Piña García
Israel David Piña García

Edición al cuidado de
Selene Carrillo Carlos
Erika Isabel Varela Rodríguez

Gramática del español


Principios fundamentales

Primera reimpresión, 2018

© Universidad Autónoma de Zacatecas


«Francisco García Salinas»

Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, incluido el diseño tipográfico


y de portada, por cualquier medio electrónico o mecánico, sin la autorización
por escrito de los editores.

Impreso y hecho en México


Printed and made in Mexico
Contenido

Artículo 9

Sustantivo 13

Adjetivo 23

Pronombre personal 33

Verbo 39

Preposición 57

Conjunción 67

Adverbio 93

Interjección 99
Artículo
Sirve para delimitar la denotación del grupo nominal del que forma parte e
informar de su referencia.

Determinados o definidos
Formas simples
En singular En plural
Masculino: el (el libro). Masculino: los (los libros).
Femenino: la (la orquídea), el (el agua). Femenino: las (las orquídeas).
Neutro: lo (lo bueno). Neutro: los (los buenos).

Formas contractas o amalgamadas


Al (artículo + preposición): al mercado.
Del (artículo + preposición): del jardín.

Indefinidos o indeterminados
En singular En plural
Masculino: un (un libro). Masculino: unos (unos libros).
Femenino: una (una orquídea), Femenino: unas (unas orquídeas).
un (un águila).

Nota: uno se considera pronombre. ¿Quieres un lápiz o ya tienes uno?

9
ActividAd 1
Lee con atención el siguiente texto, posteriormente subraya
los artículos de cada oración e indica a qué clasificación pertenecen.

a) Dejando de lado los motivos, atengá-


monos a la manera correcta de llorar, en-
tendiendo por esto un llanto que no in-
grese en el escándalo, ni que insulte a la
sonrisa con su paralela y torpe semejanza.

b) El llanto medio u ordinario consiste


en una contracción general del rostro y
un sonido espasmódico acompañado de
lágrimas y mocos, estos últimos al final,
pues el llanto se acaba en el momento en
que uno se suena enérgicamente.

Gramática del español 10


c) Para llorar, dirija la imaginación hacia e) Los niños llorarán con la manga del
usted mismo, y si esto le resulta impo- saco contra la cara, y de preferencia en
sible por haber contraído el hábito de un rincón del cuarto. Duración media
creer en el mundo exterior, piense en del llanto, tres minutos.
un pato cubierto de hormigas o en esos
golfos del estrecho de Magallanes en los
que no entra nadie, nunca.

Julio Cortázar, «Instrucciones para llorar»,


en Cuentos completos i, México,
d) Llegado el llanto, se tapará con decoro Alfaguara, 2012, p. 431.
el rostro usando ambas manos con la
palma hacia adentro.

Artículo 11
Actividad 2
Construye unas instrucciones similares a las de Cortázar.
Incluye las formas contractas (mínimo 50 palabras).

Gramática del español 12


Sustantivo
Se caracteriza por la propiedad de admitir género y número, así como por
participar en diversos procesos de derivación y composición (perspectiva
morfológica).
Forma grupos nominales a los que corresponden diversas funciones sintác-
ticas (perspectiva sintáctica).
Denota individuos, grupos, materias y muchas otras nociones que permiten
agruparlos en varias clases gramaticales (perspectiva semántica).

Comunes

El nombre común clasifica o categoriza a personas, animales o cosas según


rasgos comunes que los distinguen.

Contables, discontinuos o discretos


Entidades que se pueden contar o enumerar: un libro, tres planetas, cuatro formas
de proceder.

No contables, incontables, continuos, de materia, de masa y medibles


Denotan magnitudes que interpretamos como sustancias o materias en lugar
de entidades individuales: demasiada testarudez, mucho tiempo, un poco de café.

13
Individuales
Denotan personas o cosas que concebimos como entidades únicas: soldado,
profesor, oveja, vecino.

Colectivos
Pueden designar, construidos en singular, conjuntos formados por entidades
análogas: ejército, profesorado, rebaño, vecindario.

Abstractos
Designan cuanto no es material, es decir, acciones, procesos, sensaciones y
cualidades que atribuimos a personas, animales o cosas pensándolas como
entes separados e independientes de ellos.

Acción y proceso: descubrimiento, llegada, relevo, visita.


Cualidad: amargura, atrevimiento, belleza, fragancia, fluidez, sequedad, similitud.
Sensación: angustia, dolor, hambre, miedo, zozobra, molestia.

Ejemplo:
a) El probable impacto de la nueva política monetaria en la economía
nacional.
b) Durante la ducha se mareó.

Gramática del español 14


Concretos
Hacen referencia a esos mismos seres a los que se atribuyen tales acciones o
propiedades.

Ejemplo:
a) Aquí se ve el impacto de la bala.
b) Se rompió la ducha.

Pluralia tántum

Sólo plurales: agujetas, celos, comestibles, represalias, exequias, crisis, análisis.

Singularia tántum

Sólo singulares: caos, salud, sed, cénit, norte, sur.

Propios

Carecen de significación, pero poseen valor denominativo: nombran a los in-


dividuos particulares, a los que designan de manera unívoca y los diferencian
de otros de su misma especie.

Sustantivo 15
Antropónimos
Nombres propios de personas: Luis, Clara.

Zoónimos
Babieca, Micifuz, Pegaso.

Nombres patronímicos
Derivados morfológicos de los nombres de pila: Fernández,
de Fernando; Martínez, de Martín.
Sobrenombres: el Cojo, el Tuerto.
Seudónimos: Azorín, Cantinflas, el Sabio.

Hipocorísticos
Nombres propios de persona que se usan en la lengua familiar como designa-
ciones afectivas. Muchos se crean por apócope (pérdida del segmento final de
la palabra): Paco por Francisco, Nico por Nicolás.
Otros se forman por aféresis (supresión de sonidos o sílabas iniciales): Colas
por Nicolás, Lupe por Guadalupe.

Topónimos
Nombres propios de lugar: Costa Rica, Jalisco, Florida, Zacatecas.

Gramática del español 16


Hidrónimos
Designan ríos: Yucatán, Mediterráneo, Lempa.
Festividades y conmemoraciones: la Ascensión, el Ramadán.
Representaciones alegóricas: la Muerte.
Órdenes religiosas: Santa Clara.
Empresas: El Mercurio Antofagasta.
Títulos de obras: Simón Bocanegra.
Corporaciones: Real Academia Española.
Siglas: la onu, la cia, la cgt.

Nota: los sustantivos imagen, música, recuerdo y muchos otros designan


cosas percibidas o aprendidas, percibidas o no por los sentidos.

Sustantivo 17
ActividAd 1
Una vez comprendida la historia de Pao Cheng encuentra los diez
sustantivos cuya función es diversa y anota su clasificación.
Después construye una oración con cada uno.

En un día de verano, hace más de tres Cheng comenzó a inferir la historia del
mil quinientos años, el filósofo Pao mundo a partir de ese momento. «Como
Cheng se sentó a la orilla de un arroyo las ondas de este arroyuelo, así corre el
a adivinar su destino en el caparazón de tiempo. Este pequeño cauce crece con-
una tortuga. El calor y el murmullo del forme fluye, pronto se convierte en un
agua pronto hicieron, sin embargo, vagar caudal hasta que desemboca en el mar,
sus pensamientos y olvidándose poco cruza el océano, asciende en forma de
a poco de las manchas del carey, Pao vapor hacia las nubes, vuelve a caer so-

Gramática del español 18


bre la montaña con la lluvia y baja, final- se hacían grandes y poderosas antes de
mente, otra vez convertido en el mismo ser abatidas a su vez. Surgieron también
arroyo…» Éste era, más o menos, el cur- todas las razas y las ciudades habitadas
so de su pensamiento y así, después de por ellas que se alzaban un instante ma-
haber intuido la redondez de la tierra, su jestuosas y luego caían por tierra para
movimiento en torno al sol, la traslación confundirse con la ruina y la escoria de
de los demás astros y la propia rotación innumerables generaciones. Una de es-
de la galaxia y del mundo, «¡Bah! –ex- tas ciudades entre todas las que existían
clamó– este modo de pensar me aleja de en ese futuro imaginado por Pao Cheng
la Tierra de Han y de sus hombres que llamó poderosamente su atención y su
son el centro inamovible y el eje en torno divagación se hizo más precisa en cuanto
al que giran todas las humanidades que a los detalles que la componían, como
en él habitan…» Y pensando nuevamen- si en ella estuviera encerrado un enig-
te en el hombre, Pao Cheng pensó en la ma relacionado con su persona. Aguzó
Historia. Desentrañó, como si estuvieran su mirada interior y trató de penetrar en
escritos en el caparazón de la tortuga, los resquicios de esa topografía increada.
los grandes acontecimientos futuros, las La fuerza de su imaginación era tal que
guerras, las migraciones, las pestes y las se sentía caminar por sus calles, levan-
epopeyas de todos los pueblos a lo lar- tando la vista azorado ante la grande-
go de varios milenios. Ante los ojos de za de las construcciones y la belleza de
su imaginación caían las grandes nacio- los monumentos. Largo rato paseó Pao
nes y nacían las pequeñas que después Cheng por aquella ciudad mezclándose

Sustantivo 19
a los hombres ataviados con extrañas cían sobre la mesa. Pao Cheng se acercó
vestiduras y que hablaban una lengua cautelosamente al hombre y miró por
lentísima, incomprensible, hasta que encima de sus hombros, conteniendo la
pronto se detuvo ante una casa en cuya respiración para que éste no notara su
fachada parecían estar inscritos los sig- presencia. El hombre no lo hubiera no-
nos indescifrables de un misterio que lo tado pues parecía absorto en su tarea de
atraía irresistiblemente. A través de una cubrir aquellas hojas de papel con esos
de las ventanas pudo vislumbrar a un signos cuyo contenido todavía escapaba
hombre que estaba escribiendo. En ese al entendimiento de Pao Cheng. De vez
mismo momento Pao Cheng sintió que en cuando el hombre se detenía, mira-
allí se dirimía una cuestión que lo atañía ba pensativo por la ventana, aspiraba un
íntimamente. Cerró los ojos y acaricián- pequeño cilindro blanco y arrojaba una
dose la frente perlada de sudor con las bocanada de humo azulado por la boca
puntas de sus dedos alargados trató de y por las narices; luego volvía a escribir.
penetrar, con el pensamiento, en el inte- Pao Cheng miró las cuartillas terminadas
rior de la habitación en la que el hombre que yacían en desorden sobre un extre-
estaba escribiendo. Se elevó volando del mo de la mesa y conforme pudo ir desci-
pavimento y su imaginación traspuso el frando el significado de las palabras que
reborde de la ventana que estaba abierta estaban escritas en ellas, su rostro se fue
y por la que se colaba una ráfaga fresca nublando y un escalofrío de terror cru-
que hacía temblar las cuartillas, cubiertas zó, como la reptación de una serpiente
de incomprensibles caracteres, que ya- venenosa, el fondo de su cuerpo. «Este

Gramática del español 20


hombre está escribiendo un cuento», se se ensombreció como si ante él cruzara
dijo. Pao Cheng volvió a leer las palabras una nube cargada de lluvia. Compren-
escritas sobre las cuartillas. «El cuento se dió, en ese momento, que se había con-
llama La Historia según Pao Cheng y trata denado a sí mismo, para toda la eterni-
de un filósofo de la antigüedad que un dad, a seguir escribiendo la historia de
día se sentó a la orilla de un arroyo y Pao Cheng, pues si su personaje era ol-
se puso a pensar en… ¡Luego yo soy un vidado y moría, él que no era más que
recuerdo de ese hombre y si ese hombre un pensamiento de Pao Cheng, también
me olvida moriré…!» desaparecería.
El hombre, no bien había escrito so-
bre el papel las palabras «… si ese hom- Salvador Elizondo,
bre me olvida moriré», se detuvo, volvió «La historia según Pao Cheng»,
a aspirar el cigarrillo y mientras dejaba en Narda o el verano, México,
escapar el humo por la boca, su mirada Fondo de Cultura Económica, p. 66.

Caparazón

Escalofrío

Pensamieneto

Sustantivo 21
Carey

Tierra de han

Imaginación

Historia

Pao Cheng

Respiración

Calor

Gramática del español 22


Adjetivo
Modifica al sustantivo y en un gran número de casos denota propiedades o
cualidades.
Esta clase de palabra se caracteriza por dos criterios formales: la concordan-
cia con el sustantivo y su función como modificador de éste: esa calle estrecha,
algunos árboles frondosos.

Calificativos

Designan cualidades: flores rojas, un hombre atroz, estaba malhumorado, huyó despa-
vorida, eres desconcertante.

Determinativos

Introducen el grupo nominal y delimitan su denotación especificando a cuán-


tas y cuáles de las entidades designadas por el hombre hace referencia el ha-
blante.

Demostrativos
Este, esas, aquellos.

23
Posesivos
Mi, tus, nuestros.

Indefinidos
Algunos, ciertas, ninguno.

Numerales
Uno, cuatro, setecientas.

Algunas palabras exclamativas (¡qué calor!), relativas (cuyo), interrogativas


(¿qué color?).

Relacionales o de relación

Expresan cierta relación entre las propiedades del sustantivo modificado y las
correspondientes a la base nominal de la que el adjetivo se deriva: agrario–cam-
po, económico–economía.

Descriptivos

Se obtienen de clasificaciones objetivas de personas o cosas: su recto proceder,


piedras preciosas, vino blanco.

Gramática del español 24


Graduales

Denominados polares o relativos y proporcionales.


Expresan propiedades relativas que han de evaluarse comparándolas im-
plícitamente con algún valor medio considerado normal en un contexto par-
ticular.

Esta casa cuesta mucho dinero pero no es cara.


La torre de la iglesia es alta.
Agustín no es tan alto.

Elativos o superlativos absolutos

Son adjetivos de grado extremo.


Se utilizan los sufijos ísimo o érrimo, o los prefijos super, requete, re, hiper,
mega y ultra: bellísimo, paupérrimo, superexcelente, hiperinteligente, ultramoderno.
Existen adjetivos que no admiten estos recursos morfológicos: atroz, brutal,
enorme, fabuloso, delicioso, divino, encantador, formidable, exquisito, sensacional, perverso,
fantástico, magnífico, tórrido.
Ciertos adjetivos elativos expresan el grado máximo de una propiedad pero
están restringidos léxicamente: calor sofocante, miedo cerval (propio de un ciervo), frío
polar, odio visceral (que se siente en las vísceras), ruido infernal, ignorancia supina.

Adjetivo 25
ActividAd 1
Del cuento «Amor cibernauta» identifica qué tipo de adjetivos
son los sub-rayados.

Se conocieron por la red. Él era tarta- mensajes al computador con una voz
mudo y tenía un rostro brutal de nean- hermosa, pausada y clara que no pare-
derthal: gran cabeza, frente abultada, cía tener nada que ver con ella; tenía el
ojos separados, redondos y rojos, dien- cuerpo de una muñeca maltratada. Fue
tes de conejo que sobresalían de una un amor a primer intercambio de men-
boca enorme y abierta, cuerpo endeble sajes: hablaron de la armonía del uni-
y barriga prominente. Ella estaba inváli- verso y de los sufrimientos terrestres, de
da del cuello hasta los pies y dictaba los la necesidad del imperio de la belleza y

Gramática del español 26


de los abyectos afanes de los mercaderes le envió canciones con su propia voz, él
de la guerra, de la abrumadora generosi- lloró de emoción al escuchar esa música
dad del espíritu humano que contradice maravillosa. Él le narraba con gracia los
la miseria de unos pocos. Leían incrédu- pormenores de su agitada vida social,
los las réplicas donde encontraban una burlándose agudamente de los medio-
mirada equivalente del mundo, no igual, cres. Ella le enviaba descripciones de sus
similar aunque enriquecida por historias giras por el mundo con compañías fa-
y percepciones diferentes. Durante me- mosas. Ninguno de los dos jamás pro-
ses evitaron hablar de sí mismos, menos puso encontrarse en el mundo real. Fue
aún de la posibilidad de encontrarse en un amor verdadero, no virtual, como
un sitio real y no virtual. Un día él le en- los que suelen acontecernos en ese lugar
vió la foto digitalizada de un galán. Ella que llamamos realidad.
le retribuyó con la imagen de una bai-
larina. Él le escribió encendidos versos Diego Muñoz Valenzuela,
de amor que ella leyó embelesada. Ella «Amor cibernauta»...

brutal propia
endeble esa
primer su
abyectos ninguno
humano dos

Adjetivo 27
Actividad 2
Menciona el tipo de adjetivo que se emplea.

La actividad textil favorece el crecimiento económico del país.

Aarón no es tan alto como su tío Guillermo.

Selene cuida las plantas acuáticas del jardín botánico.

Isabel se despidió con un saludo ameno.

Ese periodista habla tres idiomas.

La biblioteca municipal carece de suficiente iluminación.

¿Arribó ese amigo tuyo de Chiapas?

Ninguna paciente asistió a la plática sobre anticonceptivos.

Algunos músicos de la década de los 1970 ya no se escuchan.

Gramática del español 28


El gato dormía tranquilo sobre sus piernas.

Después del largo peregrinaje los creyentes estaban exhaustos.

En la presentación del libro se sirvió vino tinto.

Actividad 3
Elabora oraciones con los siguientes adjetivos elativos
o de grado extremo.

abominable

atroz

supremo

terrible

helado

Adjetivo 29
horrendo

fabuloso

magnífico

maravilloso

sensacional

tórrido

supremo

Gramática del español 30


ActividAd 4
Construye un diálogo para una historieta con los adjetivos
elativos restringidos léxicamente que se enuncian:

Comida pantagruélica (abundante), craso error, cuestión capital, lluvia torren-


cial, miedo cerval, pingües beneficios, negativa rotunda, error garrafal, esfuerzo
ímprobo (titánico)

Adjetivo 31
Actividad 5
A cada uno de los adjetivos agrega un sustantivo, guíate en el ejemplo.

Adjetivos calificativos Adjetivos relacionales


musculoso brazo musculoso acuático
acuoso muscular
nutritivo nutricional
escultural escultórico
sedoso sedero
caballuno caballar
arenoso arenero
cordial cardíaco
paternal paterno

Gramática del español 32


Pronombre personal
Manifiesta rasgos gramaticales de persona.
El concepto de persona se utiliza con varios sentidos:
Personas del discurso. Designan los participantes en el acto verbal: el
que habla (primera persona), aquel a quien habla (segunda persona) y
aquel o aquello de lo que se habla (tercera persona).
La flexión verbal posee rasgos de persona que pertenecen al sujeto, in-
cluso cuando éste se omite, queda tácito o no se corresponde con ningún
ser: llueve sin parar desde hace días (llueve está en tercera persona).

Primera persona Tercera persona


Yo, mí, me, conmigo, nosotros, Él, ellos, ella, ellas, ello, le, les, la,
nosotras, nos. las, lo, los, se, sí, consigo.

Segunda persona
Tú, vos, ti, te, contigo, vosotros,
vosotras, os, usted, ustedes.

33
Conglomerados

Se antepone la preposición cum a una voz latina que ya la contenía en forma


enclítica (cum + tecum = contigo): conmigo, contigo y consigo.
No sé si irme contigo o con él.

Atendiendo al género

Masculinos Sin distinción entre


Él, ellos, nosotros, vosotros, los. masculino y femenino
Yo, tú, vos, usted, ustedes, me, te, nos,
Femeninos os, les, mí, ti, sí, conmigo, contigo.
Ella, ellas, nosotras, vosotras, la, las.
Sin distinción entre masculino,
Neutro femenino y neutro
Ello. Se, le, consigo.

Sin distinción entre


masculino y neutro
Ello.

Gramática del español 34


Atendiendo al número gramatical

Número singular Número plural


Yo, me, mí, tú, vos, te, ti, usted, él, Nosotros, nosotras, nos,
ella, ello, lo, le, la, conmigo, contigo. vosotros, vosotras, ustedes, vos,
ellas, les, las, los.
Sin distinción de número
Se, sí, consigo.

Reflexivos

Concuerdan con el antecedente al que se refieren dentro de algún grupo sin-


táctico: yo me vi en el espejo.

Recíprocos

En la oración Ellos se cuidan (unos a otros) cada uno de los individuos se interpreta
como agente de la acción de cuidar con relación a otras personas y a la vez
como paciente de ella cuando son los demás los que la ejercen.
Se adoran a sí mismos.
Se aman el uno al otro.

Pronombre personal 35
Actividad 1
Construye un aforismo en el que incluyas tres pronombres,
sigue el modelo de Roa Bastos.

Me veo en los otros tanto más nítida-


mente cuanto la distancia que me sepa-
ra de ellos es la misma que me separa
de mí.

Augusto Roa Bastos, Metaforismos,


Barcelona, Edhasa, 1996, p. 105.

Gramática del español 36


Actividad 2
Del cuento «Feedback» explica qué tipo de pronombres
son los subrayados.

«Desconcertante», pensé cuando, mirán-


dome al espejo para peinarme, mi mano
empezó a maquillar mis labios. Apreté
mis párpados furiosamente y los abrí
tratando de olvidar en ese gesto lo que
seguramente no había pasado. Vi que
mi mano en el espejo se arreglaba las
peinetas de carey cuando yo estaba po-
niéndome los aros. Quise terminar con
el truco: me fui a la cocina y volví con
un cuchillo, lo clavé decidida en la ima-
gen del espejo que rápidamente estiró
sus manos para limpiar esa sangre que
empezaba a correrme por el pecho.

Ángela Pradelli, «Feedback»,


en Quince líneas. Relatos hiperbreves,
Barcelona, Tusquets, 1996, p. 131.

Pronombre personal 37
peinarme
los
se
yo
me
lo

Gramática del español 38


Verbo
Lo conforman dos elementos: raíz, que expresa su significado tal como lo
describe el diccionario, y morfemas flexivos, cuyas funciones son establecer la
concordancia de número y persona con el sujeto gramatical y expresar las
nociones de «modo», «tiempo» y «aspecto» del evento.
La vocal temática es aportada por el infinitivo bajo las formas «a», «e», «i»
y permite determinar las tres conjugaciones que caracterizan la flexión verbal
en español.
Primera conjugación «a» (amar).
Segunda conjugación «e» (temer).
Tercera conjugación «i» (partir).

Forma personal, flexiva o conjugada

La caracterizan cuatro segmentos: raíz, vocal temática (vt), tiempo y modo (tm)
y persona y número (pn).

amraíz –áVT –baTM –mosPN

Esto da lugar a los distintos tiempos verbales (presente, pretérito, etcétera).

39
Verbos que presentan algún tipo de irregularidad en la flexión

Alteraciones en la raíz: sen–tir > sien–to, dec–ir > digo.


Raíces supletivas: ir > voy o > fui.
Verbos defectivos: no se conjugan en todas las formas personales, como los
terciopersonales llover u ocurrir.

Forma no personal, no flexiva, no conjugada,


no finita, verboides

No admite los segmentos de persona y número ni tiempo y modo.


A este grupo pertenecen el infinitivo (cantar), el gerundio (cantando) y el par-
ticipio (cantado).
Si bien en la tradición es frecuente no aislar la vocal temática y hablar de
verbos en –ar, –er, –ir, el segmento «r» no tiene otro papel que caracterizar
esa clase de palabras.
La vocal temática no se altera con la formación de los gerundios con los
verbos de la primera conjugación (am–a–ndo), pero toma la forma del dipton-
go –ie– con los de la segunda (tem–ie–ndo) y los de la tercera (part–ie–ndo).
Tampoco se altera con los verbos de la primera conjugación en la forma-
ción de participios (am–a–do), pero los verbos de la segunda se asimilan a
los de la tercera en que eligen la vocal temática –i– en los temas de participio
(tem–i–do, part–i–do).

Gramática del español 40


Formas personales y formas no personales

Unas y otras pueden ser simples y compuestas.


Los tiempos compuestos se forman con el verbo auxiliar haber y el participio
del pasado del verbo (auxiliado principal).
Simples: cantábamos, escribiendo.
Compuestas: haber cantado, habiendo escrito.

Auxiliar haber
En el estado actual de la lengua, es el auxiliar de los tiempos compuestos, a los
que aporta el valor retrospectivo que los caracteriza, además de la información
gramatical de pn y tm.

Tiempos verbales

Conjunto de formas verbales organizado en una serie de paradigmas cerrados.


Se distinguen tres modos verbales: indicativo, subjuntivo e imperativo.

Modo indicativo
Tiempos simples: presente (canto), pretérito perfecto simple (canté), pretérito im-
perfecto (cantaba), futuro simple (cantaré), condicional simple (cantaría).

Verbo 41
Tiempos compuestos: pretérito perfecto compuesto (he cantado), pretérito
pluscuamperfecto (había cantado), pretérito anterior (hube cantado), futuro com-
puesto (habré cantado), condicional compuesto (habría cantado).

Modo subjuntivo
Tiempos simples: presente (cante), pretérito imperfecto (cantara o cantase), futuro
simple (cantare).
Tiempos compuestos: pretérito perfecto compuesto (haya cantado), pretérito
pluscuamperfecto (hubiera o hubiese cantado), futuro compuesto (hubiere cantado).

Modo imperativo
Canta. Algunos autores entienden que al imperativo corresponde un solo tiem-
po, el presente.

Verbos irregulares

Son irregulares los verbos cuya conjugación no se ajusta a los tres paradigmas
de la conjugación regular. Se agrupan en tres clases:

Vocálicas
Constituyen alternancias entre vocales (pedir – pido), o bien entre vocales y dip-
tongos en función del acento (acertar – acierto; contar – cuento).

Gramática del español 42


Consonánticas
Afectan a la sustitución de una consonante por otra
(hacer – haga).

Mixtas
Se producen por la sustitución de una vocal y una consonante por otra vocal
y otra consonante simultáneamente (decir – digo).

Perífrasis verbales

Combinaciones sintácticas en las que un verbo auxiliar incide sobre un verbo auxi-
liado construido en forma no personal.
El verbo auxiliar suele aparecer conjugado.
No puedo entrar, iremos considerando cada caso por separado.
Es posible que no esté conjugado en función de las características sintácticas
particulares de la oración.
Para poder entrar necesitamos autorización, no es imprescindible ir conside-
rando cada caso por separado.
De igual modo los verbos auxiliares se pueden encadenar.
Debe de ir a empezar a cantar.

Verbo 43
Verbos transitivos

Se denominan así a los verbos que se construyen con el complemento directo.

Complemento directo
Se construye de forma característica sin preposición.
Leo una novela.
Según los casos admite la preposición a con grupos nominales de persona,
animales o cosas.
Obligó al perro a salir.

Objeto directo

Nombre, pronombre, sintagma o proposición en función nominal, que


completa el significado de un verbo transitivo.

¿Cómo se identifica?
Sustituyéndolo por un pronombre átono de tercera persona: lo, la, los, las.
La perrera rescató a los gatos abandonados. La perrera los rescató.
Cambiando la oración activa a oración pasiva.
Los gatos abandonados fueron rescatados por la perrera.

Gramática del español 44


Complemento directo

Puede ocupar varias posiciones dentro del grupo verbal.


Contiguo al verbo:
Compraba el diario todas las mañanas.

Separado del verbo, en este caso pueden mediar varios segmentos:


a) Complemento circunstancial.
Compraba todas las mañanas el diario.
b) Complemento indirecto.
Le compraba al quiosquero el diario todas las mañanas.
c) Complemento de régimen preposicional.
Informó del problema a sus superiores.
d) Varios de los anteriores conjuntamente.
Invitaba de vez en cuando a cenar a sus compañeros de trabajo.

Objeto indirecto

Nombre, pronombre, sintagma o proposición en función nominal, que com-


pleta el significado de un verbo transitivo o intransitivo, expresando el desti-
natario o beneficiario de la acción.

Verbo 45
¿Cómo se identifica?
Sustituyéndolo por los pronombres complementarios le y les.
Siempre comienza con las preposiciones a y para.
Pioquinto echó abono a las plantas. Pioquinto les echó abono.
Sherlock Holmes disparó a un delincuente. Sherlock Holmes le disparó
(a un delincuente).

Verbos intransitivos

No requieren de un objeto directo para que la oración tenga sentido completo,


la acción se agota en ellos: comer, existir, nacer, brillar, ir, etcétera.
Los cachorros nacieron, La niña salta, La hierba crece.

Alternancias de transitividad
Un verbo transitivo puede ser intransitivo.

Dar: Me dio un mareo (intransitivo cuando significa sobrevenir. Le vamos a


dar otra oportunidad (transitivo cuando equivale a donar a entregar).
Saltar: La niña saltaba alegremente (intransitivo cuando significa uno o va-
rios saltos). Se cayó al saltar de la valla (cuando significa dar uno o varios
saltos).

Gramática del español 46


Conjugación verbal

Verbo ir (irregular)

Modo Indicativo
Pretérito imperfecto/ Pretérito perfecto
Número Persona Pronombre Presente
Copretérito simple/Pretérito
primera yo voy iba fui
Singular segunda tú/vos/usted vas/vas/va ibas/ibas/iba fuiste/fuiste/fue
tercera él/ella va iba fue
primera nosotros vamos íbamos fuimos
ustedes/
Plural segunda van/vais iban/ibais fueron/fuisteis
vosotros
tercera ellos van iban fueron
Modo Indicativo
Futuro simple/ Condicional simple/
Número Persona Pronombre
Futuro pospretérito
primera yo iré iría
Singular segunda tú/vos/usted irás/irás/irá irías/irías/iría
tercera él/ella irá iría
primera nosotros iremos iríamos
ustedes/
Plural segunda irán/iréis irían/iríais
vosotros
tercera ellos irán irían

Verbo 47
Modo subjuntivo
Pretérito
Futuro simple/
Número Persona Pronombre Presente imperfecto/
Futuro
pretérito
primera yo vaya fuere fuera o fuese
tú/ vayas/ fueres/ fueras o fueses/
singular segunda vos/ vayas/ fueres/ fueras o fueses/
usted vaya fuere fuera o fuese
tercera él/ella vaya fuere fuere o fuese
fuéramos
primera nosotros vayamos fuéremos
o fuésemos
plural ustedes/ fueran o fuesen/
segunda vayan/vayáis fueren/fuereis
vosotros fuerais o fueseis
tercera ellos vayan fueren fueran o fuesen

Modo Imperativo
Número Persona Pronombre
tú/vos ve/andá
singular
usted vaya
segunda
vosotros id
plural
ustedes vayan

Formas no personales del verbo

Infinitivo Participio Gerundio


ir ido yendo

Gramática del español 48


Verbo soslayar (regular)
Modo Indicativo
Pretérito
Pretérito perfecto
Número Persona Pronombre Presente imperfecto/
simple/Pretérito
Copretérito
primera yo soslayo soslayaba soslayé
tú/ soslayas/ soslayabas/ soslayaste/
singular segunda vos/ soslayás/ soslayabas/ soslayaste/
usted soslaya soslayaba soslayó
tercera él/ella soslaya soslayaba soslayó
primera nosotros soslayamos soslayábamos soslayamos
ustedes/ soslayan/ soslayaban/ soslayaron/
plural segunda
vosotros soslayáis soslayabais soslayasteis
tercera ellos soslayan soslayaban soslayaron
Modo Indicativo
Condicional
Futuro simple/
Número Persona Pronombre simple/
Futuro
pospretérito
primera yo soslayaré soslayaría
tú/ soslayarás/ soslayarías/
singular segunda vos/ soslayarás/ soslayarías/
usted soslayará soslayaría
tercera él/ella soslayará soslayaría
primera nosotros soslayaremos soslayaríamos
ustedes/ soslayarán/ soslayarían/
plural segunda
vosotros soslayaréis soslayaríais
tercera ellos soslayarán soslayarían

Verbo 49
Modo subjuntivo
Futuro simple/ Pretérito imperfecto/pre-
Número Persona Pronombre Presente
Futuro térito
primera yo soslaye soslayare soslayara o soslayase
Soslayaras
o soslayases/
tú/ soslayes/ soslayares/
soslayaras
segunda vos/ soslayes/ soslayares/
singular o soslayases/
usted soslaye soslayare
soslayara
o soslayace
soslayáramos
tercera él/ella soslaye soslayare
o soslayásemos
primera nosotros soslayemos soslayáremos soslayaren/soslayareis
Soslayaran
ustedes/ soslayen/ soslayaren/ o soslayasen/
segunda
plural vosotros soslayéis soslayareis soslayarais
o soslayaseis
soslayaran
tercera ellos soslayen soslayaren
o soslayacen

Gramática del español 50


Modo Imperativo
Número Persona Pronombre
tú/vos soslaya/soslayá
singular
usted soslaye
segunda
vosotros soslayad
plural
ustedes soslayen

Formas no personales del verbo

Infinitivo Participio Gerundio


soslayar soslayado soslayando

Verbo 51
ActividAd 1
Lee atentamente el cuento. En seguida realiza los ejercicios
acorde con las indicaciones.

Esta tarde empujé a Arturo a la fuente. bien. Ha pedido pastel de mermelada y


Cayó en ella y se puso a hacer «gluglú» mamá se lo ha dado. Sin embargo, eran
con la boca, pero también gritaba y fue las siete, casi la hora de acostarse, cuan-
oído. Papá y mamá llegaron corriendo. do pidió pastel, y a pesar de eso mamá
Mamá lloraba porque creía que Arturo se lo dio. Arturo estaba muy contento y
se había ahogado. Pero no era así. Ha orgulloso. Todo el mundo le hacía pre-
venido el doctor. Arturo está ahora muy guntas. Mamá le preguntó cómo había

Gramática del español 52


podido caerse, si se había resbalado, y ha puesto cara de no oirme. ¿Sospecha-
Arturo ha dicho que sí, que se tropezó. rá que yo fui la que empujó a Arturo?
Es gentil que haya dicho eso, pero yo Antes, yo era buena con Arturo, por-
sigo detestándolo y volveré a hacerlo en que mamá y papá me festejaban tan-
la primera ocasión. to como a él. Cuando él tenía un auto
Por lo demás, si no ha dicho que nuevo, yo tenía una muñeca, y no le
lo empujé yo, quizá sea sencillamente hubieran dado pastel sin darme a mí.
porque sabe muy bien que a mamá la Pero desde hace un mes, papá y mamá
horrorizan las delaciones. El otro día, han cambiado completamente conmi-
cuando le apreté el cuello con la cuerda go. Todo es para Arturo. A cada mo-
de saltar y se fue a quejar con mamá mento le hacen regalos. Con esto no
diciendo: «Elena me ha hecho esto», mejora su carácter. Siempre ha sido un
mamá le ha dado una terrible palmada poco caprichoso, pero ahora es detes-
y le ha dicho: «¡No vuelvas a hacer una table. Sin parar está pidiendo esto y lo
cosa así!» Y cuando llegó papá, ella se otro. Y mamá cede casi siempre. A decir
lo ha contado, y papá también se puso verdad, creo que en todo un mes solo
furioso. Arturo se quedó sin postre. Por lo han regañado el día de la cuerda de
eso comprendió. Y esta vez, como no saltar, y lo raro es que esta vez no era
ha dicho nada, le han dado pastel de culpa suya.
mermelada. Me gusta enormemente el Me pregunto por qué papá y mamá,
pastel de mermelada: se lo he pedido a que me querían tanto, han dejado de re-
mamá yo también, tres veces, pero ella pente de interesarse en mí. Parece que ya

Verbo 53
no soy su niñita. Cuando beso a mamá, él había recibido, que fui a su recámara
ella no sonríe. Papá tampoco. Cuando y le dije que lo mataría.
van a pasear, voy con ellos, pero con- Esta tarde me ha dicho que mamá,
tinúan desinteresándose de mí. Puedo papá y él iban a ir al mar, y que yo no
jugar junto a la fuente lo que yo quiera. iría. Se rió y me hizo muecas. Entonces
Les da igual. Sólo Arturo es gentil con- lo empujé a la fuente.
migo de cuando en cuando, pero a veces Ahora duerme, y papá y mamá tam-
se niega a jugar conmigo. Le pregunté el bién. Dentro de un momento iré a su
otro día por qué mamá se había vuelto recámara y esta vez no tendrá tiempo
así conmigo. Yo no quería hablarle del de gritar, tengo la cuerda de saltar en las
asunto, pero no pude evitarlo. Me ha manos. Él la olvidó en el jardín y yo la
mirado desde arriba, con ese aire burlón tomé.
que toma adrede para hacerme rabiar, y Con esto se verán obligados a ir al
me ha dicho que era porque mamá no mar sin él. Y luego me iré a acostar sola,
quiere oír hablar de mí. Le dije que no al fondo de ese maldito jardín, en esa
era verdad. Él me dijo que sí, que había horrible caja blanca donde me obligan a
oído a mamá decirle eso a papá, y que le dormir desde hace un mes.
había dicho: «No quiero oír hablar nun-
ca más de ella». «La niña perversa»,
Ese fue el día que le apreté el cuello Jehanne Jean–Charles
con la cuerda. Después de eso, yo estaba
tan furiosa, a pesar de la palamada que

Gramática del español 54


a) Analiza cada uno de los verbos que se te proporciona y completa la tabla.

Tiempo Persona Verbo


Verbo Raíz Vocal temática
y modo y número infinitivo
fue oído
se había
ahogado
detestándolo

sospecharán

iría

hizo

continúan

quejar

dicho

vuelvas

Verbo 55
b) Conjuga los verbos de la siguiente oración en futuro simple y pretérito per-
fecto compuesto del modo subjuntivo en todas las personas:
– Dentro de un momento iré a su recámara y esta vez no tendrá tiempo
de gritar, tengo la cuerda de saltar en las manos.

Gramática del español 56


Preposición
Palabra invariable que se caracteriza por introducir un complemento grama-
tical denominado término.
La preposición y su término forman en conjunto un «grupo preposicio-
nal o prepositivo».
Las preposiciones forman una clase gramatical cerrada.
La preposición y el artículo forman «amalgamas», «contracciones» o
«conglomerados».

al (a + el) del (de + el)

El español no permite nunca desplazar sintácticamente el término de la pre-


posición, pero el grupo preposicional en su conjunto puede anteponerse y
ocupar diversas posiciones.
De ese asunto prefiero no hablar.

Derivadas del latín:


Contra (contra). So (sub).
Entre (inter). Tras (trans).
Sobre (super).

57
Formaciones romance:
Cabe (cabde, a cabo de). Hasta (fasta).
Desde (de ex de). Para (pro ad).
Hacia (facie ad). Por (pro ad).

En la actualidad, las preposiciones del español son las siguientes:


A, ante, bajo, cabe, con, contra, de, desde, durante, en, entre, hacia, hasta, mediante, para,
por, según, sin, so, sobre, tras, versus y vía.

No obstante, cabe (junto a) y so (bajo) están en desuso.

Gramática del español 58


ActividAd 1
Descubre y encierra en la Carta del Jefe Seattle al presidente
de los Estados Unidos las distintas preposiciones empleadas
y responde las preguntas.

Nota: el presidente de los Estados Unidos, El jefe Seattle responde en 1855:


Franklin Pierce, envía en 1854 una oferta
al jefe Seattle, de la tribu Suwamish, para El Gran Jefe Blanco de Washington ha
comprarle los territorios del noroeste de los ordenado hacernos saber que nos quie-
Estados Unidos que hoy forman el Estado re comprar las tierras. El Gran Jefe Blan-
de Washington. A cambio, promete crear co nos ha enviado también palabras de
una «reservación» para el pueblo indígena. amistad y de buena voluntad. Mucho

Preposición 59
apreciamos esta gentileza, porque sabe- insectos son sagrados en la memoria y
mos que poca falta le hace nuestra amis- vida de mi pueblo. La savia que recorre
tad. Vamos a considerar su oferta pues el cuerpo de los árboles lleva consigo la
sabemos que, de no hacerlo, el hombre historia del piel roja.
blanco podrá venir con sus armas de Los muertos del hombre blanco ol-
fuego a tomar nuestras tierras. El Gran vidan su tierra de origen cuando van
Jefe Blanco de Washington podrá con- a caminar entre las estrellas. Nuestros
fiar en la palabra del jefe Seattle con la muertos jamás se olvidan de esta bella
misma certeza que espera el retorno de tierra, pues ella es la madre del hombre
las estaciones. Como las estrellas inmu- piel roja. Somos parte de la tierra y ella es
tables son mis palabras. parte de nosotros. Las flores perfumadas
¿Cómo se puede comprar o vender el son nuestras hermanas; el ciervo, el ca-
cielo o el calor de la tierra? Esa es para ballo, el gran águila, son nuestros herma-
nosotros una idea extraña. nos. Los picos rocosos, los surcos húme-
Si nadie puede poseer la frescura del dos de las campiñas, el calor del cuerpo
viento ni el fulgor del agua, ¿cómo es po- del potro y el hombre, todos pertenecen
sible que usted se proponga comprarlos? a la misma familia.
Cada pedazo de esta tierra es sagra- Por esto, cuando el Gran Jefe Blanco
do para mi pueblo. Cada rama brillante en Washington manda decir que desea
de un pino, cada puñado de arena de comprar nuestra tierra, pide mucho de
las playas, la penumbra de la densa sel- nosotros. El Gran Jefe Blanco dice que
va, cada rayo de luz y el zumbar de los nos reservará un lugar donde podamos

Gramática del español 60


vivir satisfechos. Él será nuestro padre y tros hermanos, y los suyos también.
nosotros seremos sus hijos. Por lo tanto, Por lo tanto, ustedes deberán dar a
nosotros vamos a considerar su oferta los ríos la bondad que le dedicarían a
de comprar nuestra tierra. Pero eso no cualquier hermano.
será fácil. Esta tierra es sagrada para no- Sabemos que el hombre blanco no
sotros. Esta agua brillante que se escurre comprende nuestras costumbres. Para él
por los riachuelos y corre por los ríos no una porción de tierra tiene el mismo sig-
es apenas agua, sino la sangre de nues- nificado que cualquier otra, pues es un
tros antepasados. Si les vendemos la tie- forastero que llega en la noche y extrae
rra, ustedes deberán recordar que ella es de la tierra aquello que necesita. La tie-
sagrada, y deberán enseñar a sus niños rra no es su hermana sino su enemiga,
que ella es sagrada y que cada reflejo y cuando ya la conquistó, prosigue su
sobre las aguas limpias de los lagos ha- camino. Deja atrás las tumbas de sus an-
blan de acontecimientos y recuerdos de tepasados y no se preocupa. Roba de la
la vida de mi pueblo. El murmullo de los tierra aquello que sería de sus hijos y no
ríos es la voz de mis antepasados. le importa.
Los ríos son nuestros hermanos, La sepultura de su padre y los derechos
sacian nuestra sed. Los ríos cargan de sus hijos son olvidados. Trata a su
nuestras canoas y alimentan a nues- madre, a la tierra, a su hermano y al
tros niños. Si les vendemos nuestras cielo como cosas que puedan ser com-
tierras, ustedes deben recordar y ense- pradas, saqueadas, vendidas como car-
ñar a sus hijos que los ríos son nues- neros o adornos coloridos. Su apetito

Preposición 61
devorará la tierra, dejando atrás sola- El aire es de mucho valor para el hom-
mente un desierto. bre piel roja, pues todas las cosas com-
Yo no entiendo, nuestras costumbres parten el mismo aire —el animal, el árbol,
son diferentes de las suyas. Tal vez sea el hombre— todos comparten el mismo
porque soy un salvaje y no comprendo. soplo. Parece que el hombre blanco no
No hay un lugar quieto en las ciu- siente el aire que respira. Como una per-
dades del hombre blanco. Ningún lu- sona agonizante, es insensible al mal
gar donde se pueda oír el florecer de las olor. Pero si vendemos nuestra tierra al
hojas en la primavera o el batir las alas hombre blanco, él debe recordar que el
de un insecto. Mas tal vez sea porque aire es valioso para nosotros, que el aire
soy un hombre salvaje y no compren- comparte su espíritu con la vida que
do. El ruido parece solamente insultar mantiene. El viento que dio a nuestros
los oídos. abuelos su primer respiro, también re-
¿Qué resta de la vida si un hombre no cibió su último suspiro. Si les vendemos
puede oír el llorar solitario de un ave o nuestra tierra, ustedes deben mantenerla
el croar nocturno de las ranas alrede- intacta y sagrada, como un lugar donde
dor de un lago? Yo soy un hombre piel hasta el mismo hombre blanco pueda
roja y no comprendo. El indio prefiere el saborear el viento azucarado por las flo-
suave murmullo del viento encrespando res de los prados.
la superficie del lago, y el propio viento, Por lo tanto, vamos a meditar so-
limpio por una lluvia diurna o perfuma- bre la oferta de comprar nuestra tierra.
do por los pinos. Si decidimos aceptar, impondré una

Gramática del español 62


condición: el hombre blanco debe tra- digan a sus hijos que ella fue enrique-
tar a los animales de esta tierra como cida con las vidas de nuestro pueblo.
a sus hermanos. Enseñen a sus niños lo que enseñamos
Soy un hombre salvaje y no com- a los nuestros, que la tierra es nuestra
prendo ninguna otra forma de actuar. madre. Todo lo que le ocurra a la tierra,
Vi un millar de búfalos pudriéndose en le ocurrirá a los hijos de la tierra. Si los
la planicie, abandonados por el hombre hombres escupen en el suelo, están es-
blanco que los abatió desde un tren al cupiendo en sí mismos.
pasar. Yo soy un hombre salvaje y no Esto es lo que sabemos: la tierra no
comprendo cómo es que el caballo hu- pertenece al hombre; es el hombre el que
meante de hierro puede ser más impor- pertenece a la tierra. Esto es lo que sa-
tante que el búfalo, que nosotros sacrifi- bemos: todas las cosas están relaciona-
camos solamente para sobrevivir. das como la sangre que une una familia.
¿Qué es el hombre sin los animales? Si Hay una unión en todo.
todos los animales se fuesen, el hombre Lo que ocurra con la tierra recaerá sobre
moriría de una gran soledad de espíritu, los hijos de la tierra. El hombre no te-
pues lo que ocurra con los animales en jió el tejido de la vida; él es simplemente
breve ocurrirá a los hombres. Hay una uno de sus hilos. Todo lo que hiciere al
unión en todo. tejido, lo hará a sí mismo.
Ustedes deben enseñar a sus niños Incluso el hombre blanco, cuyo
que el suelo bajo sus pies es la ceniza de Dios camina y habla como él, de ami-
sus abuelos. Para que respeten la tierra, go a amigo, no puede estar exento del

Preposición 63
destino común. Es posible que seamos les dio el dominio sobre la tierra y sobre
hermanos, a pesar de todo. Veremos. De el hombre piel roja.
una cosa estamos seguros que el hom- Este destino es un misterio para noso-
bre blanco llegará a descubrir algún día: tros, pues no comprendemos el que los
nuestro Dios es el mismo Dios. búfalos sean exterminados, los caballos
Ustedes podrán pensar que lo po- bravíos sean todos domados, los rinco-
seen, como desean poseer nuestra tie- nes secretos del bosque denso sean im-
rra; pero no es posible, Él es el Dios del pregnados del olor de muchos hombres
hombre, y su compasión es igual para el y la visión de las montañas obstruida
hombre piel roja como para el hombre por hilos de hablar.
piel blanca. ¿Qué ha sucedido con el bosque es-
La tierra es preciosa, y despreciarla es peso? Desapareció.
despreciar a su creador. Los blancos ¿Qué ha sucedido con el águila? Des-
también pasarán; tal vez más rápido que apareció.
todas las otras tribus. Contaminen sus La vida ha terminado. Ahora empieza
camas y una noche serán sofocados por la supervivencia
sus propios desechos.
Cuando nos despojen de esta tierra, Carta del jefe Seattle al Presidente de los
ustedes brillarán intensamente ilumina- Estados Unidos...
dos por la fuerza del Dios que los trajo a
estas tierras y por alguna razón especial

Gramática del español 64


a) ¿Cuál es la idea principal del texto?

b) Enuncia tres argumentos del jefe Seattle en contra de la venta de su tierra.

c) ¿De qué manera resguardarías tu propia tierra (brinda dos argumentos)?

Preposición 65
Conjunción
Constituyen una clase de palabras invariables que relacionan entre sí vocablos
y grupos sintácticos, unas veces equiparándolos y otras jerarquizándolos o
haciéndolos depender de otros.

Coordinantes

Enlazan sin establecer una relación entre vocablos y grupos sintácticos. Se


clasifican en dos tipos: simples y compuestas.

Simples

Copulativas: y (e), ni.


Disyuntivas: o (u), ni.
Adversativas: pero, sino, mas.

Compuestas

Copulativas:
o... o...; ni... ni...; tanto... como...; tanto... cuanto...; así...como...

67
Disyuntivas o distributivas:
sea... sea...; ya... ya...; ora... ora; bien... bien...

Subordinantes

No unen dos términos equivalentes, sino que hacen depender el segmento al


que preceden de otro.
[Oye música] y [atiende el teléfono mientras dibuja]

Completivas
que (Supongo que llamará); si (No sé si llamará).

Condicionales
si (Si te interesa el libro te lo presto); como (Como no me hagas caso).

Causales
porque (Lo creo porque tú lo dices); como (Como no estabas, me fui).

Concesivas
aunque (Camina hasta su trabajo aunque vive lejos); si bien (Si bien no nos parece la
mejor opción, la aceptaremos).

Gramática del español 68


Ilativas
luego (Pienso, luego existo); conque (Es tarde, conque apúrate).

Temporales
luego que (Luego que lo hubo examinado); ni bien (Ni bien lo avise lo hacemos).

Consecutivas
que (Hacía tanto frío que no se podía salir de casa).

Comparativas
que (Más gente que antes); como (Tanto aciertos como equivocaciones).

Exceptivas
salvo (Todos pasaron el curso salvo Emigdio).

Conjunción 69
ActividAd 1
Identifica cinco conjunciones que utiliza Bradbury en «El otro pie»
y explica de qué tipo son.

Cuando oyeron las noticias salieron de blitos donde unas gentes oscuras, de pie
los restaurantes y los cafés y los hoteles y sobre sus sombras, alzaban los ojos.
observaron el cielo. Hattie Johnson tapó la olla donde
Las manos oscuras protegieron los hervía la sopa, se secó los dedos con un
ojos en blanco. Las bocas se abrieron. A trapo, y fue lentamente hacia el fondo
lo largo de miles de kilómetros, bajo la de la casa.
luz del mediodía, se extendían unos pue- –¡Ven, Ma!

Gramática del español 70


–¡Eh, Ma, ven! –¡Cuéntanos del hombre blanco, Ma!
–¡Te lo vas a perder! Hattie salió al patio, y miró el cielo
–¡Eh, Ma! marciano, claro y azul, con las tenues
Los tres negritos bailaban chillando en nubes blancas marcianas, y más allá, a lo
el patio polvoriento. De cuando en cuan- lejos, las colinas marcianas que se tosta-
do miraban ansiosamente hacia la casa. ban al sol. Y dijo al fin:
–Ya voy –dijo Hattie, y abrió la puer- –Bueno, ante todo tienen manos
ta de tela de alambre–. ¿Dónde oísteis la blancas.
noticia? –¡Manos blancas!
–En casa de Jones, Ma. Dicen que vie- Los chicos se rieron lanzándose ma-
ne un cohete. Por primera vez después de notones.
veinte años. –Y tienen brazos blancos.
–¡Y con un hombre blanco dentro! –¡Brazos blancos!
–¿Cómo es un hombre blanco, Ma? –Y caras blancas.
Nunca vi ninguno. –¡Caras blancas! ¿De veras?
–Ya sabrás cómo es –dijo Hattie–. Sí, –¿Blanca como ésta, Ma? –El más pe-
ya lo sabrás, de veras. queño de los negritos se arrojó un puña-
–Dinos cómo es, Ma. Cuéntanos, por do de polvo a la cara y lanzó un estor-
favor. nudo–. ¿Así de blanca?
Hattie frunció el ceño. –Más blanca aún –dijo la negra grave-
–Bueno, han pasado muchos años. Yo mente, y se volvió otra vez hacia el cielo.
era sólo una niñita, ¿sabéis? Fue en 1965. Tenía como una sombra de inquietud en

Conjunción 71
los ojos, como si esperara una tormenta –Bueno, porque... Apenas llegamos,
y no pudiese verla–. Será mejor que en- estalló en la Tierra una guerra atómica.
tréis, chicos. Pelearon entre ellos, de un modo terri-
–¡Oh, Ma! –Los negritos la miraron ble. Se olvidaron de nosotros. Cuando
asombrados–. Tenemos que verlo, Ma. terminaron de pelear, no tenían más co-
No va a pasar nada, ¿no? hetes. Sólo hace poco pudieron cons-
–No sé. Tengo un mal presentimiento. truir algunos. Y ahora vienen a visitar-
–Sólo queremos ver el cohete, e ir nos después de tanto tiempo. –La mujer
al aeródromo, y ver al hombre blanco. miró distraídamente a sus hijos, y se ale-
¿Cómo es el hombre blanco, Ma? jó unos metros–. Esperad aquí. Voy a ver
–No lo sé. No lo sé de veras –murmu- a Elizabeth Brown.
ró la mujer, sacudiendo la cabeza. –Bueno, Ma.
–¡Cuéntanos algo más! La mujer se alejó calle abajo. Llegó a la
–Bueno, los blancos viven en la Tie- casa de los Brown en el momento en que
rra, el lugar de donde vinimos todos no- todos se subían al coche.
sotros hace veinte años. Salimos de allí –Eh, Hattie, ¡ven con nosotros!
y nos vinimos a Marte y construimos –¿A dónde van? –dijo la mujer, sin
las ciudades, y aquí estamos. Ahora so- aliento, corriendo hacia ellos.
mos marcianos y no terrestres. Y ningún –¡A ver al hombre blanco!
hombre blanco vino a Marte en todo –Eso es –dijo el señor Brown, muy se-
este tiempo. Eso es todo. rio–. Mis chicos nunca vieron uno, y yo
–¿Por qué no vinieron, Ma? casi no me acuerdo.

Gramática del español 72


–¿Qué van a hacer con el hombre –Bueno, llévense sus armas –dijo
blanco? –les preguntó Hattie. Willie–. Yo voy a buscar la mía ahora
–¿A hacer? Vamos a verlo, nada más. mismo.
–¿Seguro? –¡Willie!
–¿Y qué podíamos hacer? –¡Entra en este coche, Hattie. –El negro
–No sé –dijo Hattie vagamente, algo abrió la puerta, y así la sostuvo, hasta
avergonzada–. ¿No van a lincharlo? que la mujer obedeció. Sin volver a ha-
–¿A lincharlo? –Todos se rieron. El se- blar con los otros, se lanzó por el camino
ñor Brown se palmeó una rodilla–. ¡Dios polvoriento.
te bendiga, criatura! –¡Willie, no tan rápido!
Vamos a estrecharle la mano. ¿No es –No tan rápido, ¿eh? Ya lo veremos. –
cierto? Todos nosotros. Willie miró el camino que se precipitaba
–¡Claro, claro! bajo el coche–. ¿Con qué derecho vienen
Otro coche se acercó corriendo. Hattie aquí después de tantos años? ¿Por qué
lanzó un grito: no nos dejan tranquilos? ¿Por qué no se
–¡Willie! habrán matado unos a otros en ese viejo
–¿A dónde piensan ir? ¿Dónde están mundo, permitiéndonos vivir en paz?
los chicos? –les gritó agriamente el ma- –Willie, no hablas como un cristiano.
rido de Hattie, mirándolos con furia–. Se –No me siento como un cristiano –dijo
van como idiotas a ver a ese blanco... Willie furiosamente, asiendo con fuerza
–Exactamente –asintió el señor Brown, el volante–. Me siento malvado. Después
sonriendo. de hacernos, durante tantos años, todo

Conjunción 73
lo que nos hicieron... A mis padres y a –Todo el mundo habla así. Todo el
los tuyos... ¿Recuerdas? ¿Recuerdas cómo mundo ha pensado en este día, creyendo
colgaron a mi padre en Knockwood Hill, que nunca iba a llegar. Todos pensába-
y cómo mataron a mamá? ¿Recuerdas? mos: «¿Qué pasará el día que un hombre
¿O tienes tan poca memoria como los blanco venga a Marte?» Pues bien, el día
otros? ha llegado, y ya no podemos retroceder.
–Recuerdo –dijo la mujer. –¿No vamos a dejar que los blancos
–¿Recuerdas al doctor Phillips, y al vivan aquí en Marte?
señor Burton, y sus casas enormes, y la –Sí, seguro. –Willie sonrió, pero con
cabaña de mi madre, y a mi viejo pa- una ancha sonrisa de maldad. Había fu-
dre que seguía trabajando a pesar de sus ria en sus ojos–. Pueden venir y trabajar
años? El doctor Phillips y el señor Burton aquí. ¿Por qué no? Pero para merecerlo
le dieron las gracias poniéndole una soga tendrán que vivir en los barrios bajos,
al cuello. Bueno –dijo y lustrarnos los zapatos, y barrernos los
Willie–, todo ha cambiado. El zapa- pisos, y sentarse en la última fila de buta-
to aprieta ahora en el otro pie. Veremos cas. Sólo eso les pedimos. Y una vez por
quién dicta leyes contra quién, quién lin- semana colgaremos a uno o dos.
cha, quién viaja en el fondo de los co- Nada más.
ches, quién sirve de espectáculo en las –No hablas como un ser humano, y
ferias. Vamos a verlo. no me gusta.
–Oh, Willie, no hables así. Nos traerá –Tendrás que acostumbrarte –dijo
mala suerte. Willie. Se detuvo frente a la casa y saltó

Gramática del español 74


fuera del coche–. Voy a buscar mis armas –Déjennos solos –murmuraba, abrien-
y un trozo de cuerda. Respetaremos el do mecánicamente los brazos–. Déjennos
reglamento. solos. ¿Por qué no nos dejan?
–¡Oh, Willie! –gimió la mujer, y allí se –Willie, Willie.
quedó, sentada en el coche, mientras su –Tú también... tú también.
marido subía de prisa las escaleras y en- Y Willie miró a su mujer con la mis-
traba en la casa dando un portazo. ma mirada, y Hattie se sintió tocada por
Al fin Hattie siguió a su marido. No todo ese odio. A través de la ventana se
quería seguirlo, pero allá estaba Willie, veía a los niños que hablaban entre ellos.
agitándose en la buhardilla, maldiciendo –Blanco como la leche, dijo Ma. Blan-
como un loco, buscando las cuatro ar- co como la leche.
mas. Hattie veía el salvaje metal de los –Blanco como esta flor vieja, ¿ves?
caños que brillaba en la oscura bohardi- –Blanco como una piedra como la
lla, pero no podía ver a Willie. tiza del colegio.
¡Era tan negro! Sólo oía sus juramen- Willie salió de la casa.
tos. Al fin las piernas de Willie aparecie- –Chicos, adentro. Os encerraré. No
ron en la escalera, envueltas en una nube habrá hombre blanco para vosotros. No
de polvo. Willie amontonó los cartuchos hablaréis de él. Nada.
de cápsulas amarillas, y sopló en los car- –Pero, papá
gadores, y metió en ellos las balas, con El hombre los empujó al interior de la
un rostro serio y grave, como ocultando casa, y fue a buscar una lata de pintura
una amargura interior. y un pincel, y sacó del garaje una cuerda

Conjunción 75
peluda y gruesa, en la que hizo un nudo debían hacer: sacar las armas, buscar la
corredizo, con manos torpes, mientras pintura, traer las cuerdas, y estar prepa-
examinaba cuidadosamente el cielo. rados. Y aquí estamos ahora: el comité
Y luego se metieron en el coche, y se de bienvenida, para entregarles las llaves
alejaron sembrando a lo largo de la ca- de la ciudad. ¡Sí, señor! La mujer jun-
rretera unas apretadas nubes de polvo. tó las manos delgadas y oscuras, como
–Despacio, Willie. para rechazar el terror que estaba inva-
–No es tiempo de ir despacio –dijo diéndola.
Willie–. Es tiempo de ir de prisa, y yo El coche saltaba y se sacudía entre los
tengo prisa. otros coches.
Las gentes miraban el cielo desde los Hattie oía las voces que gritaban:
bordes del camino, o subidas a los co- –¡Eh, Willie! ¡Mira! –y veía pasar rápi-
ches, o llevadas por los coches, y las ar- damente las manos que alzaban las cuer-
mas asomaban como telescopios orien- das y las armas, y las bocas que sonreían.
tados hacia los males de un mundo en –Hemos llegado –dijo Willie, y detu-
agonía. vo el automóvil en el polvo y el silen-
Hattie miró las armas. cio. Abrió la puerta de un puntapié, salió
–Has estado hablando –dijo acusando cargado con sus armas, y se metió en los
a su marido. campos del aeródromo.
–Sí, eso he hecho –gruñó Willie, y –¿Lo has pensado, Willie?
observó orgullosamente el camino–. Me –No he hecho otra cosa en veinte
detuve en todas las casas, y les dije que años. Tenía dieciséis años cuando dejé la

Gramática del español 76


Tierra. Y muy contento. No había nada Y la mujer cruzó el campo con una
allí para mí, ni para ti, ni para ninguno lata de pintura, hasta el lugar donde en
de nosotros. Jamás me he arrepentido. ese momento se detenía un ómnibus con
Aquí vivimos en paz. Por primera vez un letrero recién pintado en el frente: a
respiramos a gusto. Vamos, adelante. la pista de aterrizaje del hombre blanco. El

Willie se abrió paso entre la oscura ómnibus traía un grupo de gente arma-
multitud que venía a su encuentro. da que salió de un salto y corrió trasta-
–Willie, Willie, ¿qué vamos a hacer? – billando por el aeródromo, con los ojos
decían los hombres. fijos en el cielo.
–Aquí tienen un fusil –les dijo Willie–. Mujeres con canastas de comida;
Aquí otro fusil. Y otro. –Les entregaba las hombres con sombreros de paja, en
armas con bruscos movimientos–. Aquí mangas de camisa.
tienen. Una pistola. Un rifle. El ómnibus se quedó allí, vacío, zum-
La gente estaba tan apretada que se- bando.
mejaba un solo cuerpo oscuro, con mil Willie se meció en el coche, instaló las
brazos extendidos hacia las armas. latas, las abrió, revolvió la pintura, probó
–Willie, Willie. un pincel, y se subió a un asiento.
Hattie, erguida y silenciosa, apretaba –¡Eh, oiga! –El conductor se acercó
los labios, con los grandes ojos trágicos por detrás, con su tintineante cambiador
y húmedos. de monedas–. ¿Qué hace? ¡Fuera de aquí!
–Trae la pintura –le dijo Willie. –Vas a ver lo que hago. Espera un
poco.

Conjunción 77
Y Willie mojó el pincel en la pintura –Nombremos a unos delegados para
amarilla. Pintó una B y una L y una A y que pinten todos los ómnibus en la hora
una N y una C y una O y una S con una próxima.
minuciosa y terrible aplicación. Y cuan- ¿Hay voluntarios?
do Willie terminó su trabajo, el conduc- Las manos se alzaron.
tor arrugó los párpados y leyó: blancos: –¡Adelante!
asientos de atrás. Leyó otra vez: blancos. Los hombres se fueron a pintar.
Guiñó un ojo. asientos de atrás. El con- –Nombremos a unos delegados para
ductor miró a Willie y sonrió. separar con cuerdas los asientos de los ci-
–¿Te gusta? –le preguntó Willie des- nes. Las dos últimas filas para los blancos.
cendiendo. Más manos.
Y el conductor respondió: –¡Adelante!
–Mucho, señor. Me gusta mucho. Los hombres corrieron.
Hattie miraba el letrero desde afuera, Willie miró a su alrededor, transpira-
con las manos apretadas contra el pecho. do, fatigado por el esfuerzo, orgulloso de
Willie volvió a reunirse con la multi- su energía, con la mano en el hombro de
tud. Esta aumentaba con cada coche que su mujer. Hattie miraba el suelo con los
se detenía gruñendo, y con cada ómni- ojos bajos.
bus que llegaba tambaleándose desde el –Veamos –anunció Willie–. Ah, sí. Te-
pueblo cercano. nemos que votar una ley esta misma tar-
Willie se subió a un cajón. de. ¡Se prohíben los matrimonios entre
razas de distinto color!

Gramática del español 78


–Eso es –dijeron algunos. –Cuando eras chico, odiabas todo
–Todos los lustrabotas dejan hoy su esto. No eres mejor que esos blancos que
empleo. ahora atacas.
–¡Ahora mismo! –Las cosas han cambiado, alcalde –
Algunos de los hombres arrojaron al dijo Willie, desviando la vista y mirando
suelo unos trapos que habían traído del los rostros que se extendían ante él: al-
pueblo, aturdidos por la excitación. gunos sonrientes, otros titubeantes, otros
–Votaremos una ley sobre salarios asombrados, y otros que se alejaban dis-
mínimos, ¿no es cierto? gustados y temerosos.
–¡Seguro! –Te arrepentirás, Willie –dijo el alcalde.
–Se les pagará, por lo menos, diez –Haremos una elección y tendremos
centavos por hora. otro alcalde –dijo Willie, y volvió los
–¡Eso es! ojos hacia el pueblo, donde, calles abajo
El alcalde de la ciudad se acercó co- y calles arriba, se colgaban unos letre-
rriendo. ros recién pintados: el establecimiento se
–Oye, Willie Johnson. ¡Bájate de ese reserva el derecho de no aceptar a algún

cajón! cliente.
Willie mostró los dientes y golpeó
–Alcalde, nada podrá sacarme de aquí. las manos. ¡Señor!
–Estás provocando un tumulto, Willie Y se detuvo a los ómnibus y se pin-
Johnson. taron de blanco los últimos asientos,
–Justo. como para sugerir quiénes serían los
futuros ocupantes. Y unos hombres

Conjunción 79
alegres invadieron los teatros y tendie- El campo ardió, aquí y allá, y luego
ron unas cuerdas, mientras sus mujeres el fuego se fue apagando. El cohete in-
los miraban desde las aceras, sin saber móvil descansó unos instantes. Y al fin,
qué hacer. Y algunos encerraron a sus mientras la multitud esperaba en silencio,
niños en las casas, para apartarlos de en un costado de la nave se abrió una
esas horas terribles. puerta y dejó escapar una bocanada de
–¿Todos listos? –preguntó Willie Jo- oxígeno. Un hombre viejo apareció en el
hnson, alzando una soga bien anudada. umbral.
–¡Listos! –gritó media multitud. La otra –Un blanco, un blanco, un blanco...
mitad murmuró y se movió como figu- Las palabras corrieron por la expec-
ras de una pesadilla de la que deseaban tante multitud. Los niños se hablaron al
huir. oído, empujándose suavemente; las pa-
–¡Ahí viene! –dijo un niño. labras retrocedieron en ondas hasta los
Como cabezas de títeres, movidas por últimos hombres y hasta los ómnibus
una sola cuerda, las cabezas de la multi- bañados por la luz y golpeados por el
tud se volvieron hacia arriba. viento. De las abiertas ventanillas salía
En lo más alto del cielo, un hermo- un olor a pintura fresca. El murmullo se
so cohete lanzaba un ardiente penacho alejó lentamente, y al fin dejó de oírse.
anaranjado. Nadie se movió.
El cohete describió un círculo amplio El hombre blanco era alto y esbel-
y descendió, y todos lo miraron con la to, pero llevaba en el rostro las huellas
boca abierta. de un profundo cansancio. No se había

Gramática del español 80


afeitado ese día, y sus ojos eran tan viejos –No importa quién soy –les dijo–.
como pueden serlo los ojos de un hom- De todos modos, no sería más que un
bre todavía vivo. Eran ojos incoloros, nombre para vosotros. Yo tampoco sé
casi blancos. Las cosas que había visto vuestros nombres. Eso vendrá más tar-
en su vida habían destruido la mirada. de. –Se detuvo, cerró los ojos un mo-
El hombre era delgado como un arbus- mento, y luego continuó–: Hace veinte
to en invierno. Le temblaban las manos, años dejasteis la Tierra. Han sido años
y mientras miraba a la multitud buscó tan largos, tan largos... Pasaron tantas
apoyo en los quicios de la puerta. cosas... Son más de veinte siglos. Cuando
El hombre blanco sonrió débilmente, os fuisteis estalló la guerra. –El hombre
y extendió una mano, y la dejó caer. asintió con un lento movimiento de ca-
Nadie se movió. beza–. Sí, la gran guerra, la tercera. Duró
El hombre observó atentamente los mucho. Hasta el año pasado. Bombar-
rostros, y quizá vio, sin verlos, los fusi- deamos todas las ciudades. Destruimos
les y las cuerdas, y quizá olió la pintura. Nueva York y Londres, y Moscú, y París,
Nadie llegó a preguntárselo. El hombre y Shanghai, y Bombay, y Alejandría. Lo
blanco comenzó a hablar. Comenzó len- arruinamos todo. Y cuando terminamos
tamente, dulcemente, como si no espera- con las grandes ciudades, nos volvimos
se ninguna interrupción. hacia las más pequeñas, y lanzamos so-
Nadie lo interrumpió Su voz era una bre ellas nuestras bombas atómicas...
voz fatigada, vieja y uniforme. Y el hombre nombró ciudades y lu-
gares y calles.

Conjunción 81
Y mientras los nombraba un murmu- –¡Oh!
llo se elevó de la multitud. –Y las fábricas, radiactivas; todo ra-
–Destruimos Natchez... diactivo. Los caminos y las granjas y los
Un murmullo. alimentos, radiactivos. Todo.
–Y Columbus, Georgia... El hombre nombró otras ciudades y
Otro murmullo. pueblos.
–Quemamos Nueva Orleans... –Tampa.
Un suspiro. –Mi pueblo –dijo alguien.
–Y Atlanta... –Fulton.
Un nuevo suspiro. –El mío –murmuró otro.
–Y no quedó nada de Greenwater, –Memphis.
Alabama. Una voz indignada:
–¿Memphis? ¿Quemaron Memphis?
Willie Johnson alzó la cabeza y abrió –Memphis saltó en pedazos.
la boca. Hattie vio el gesto de Willie y los –¿La calle Cuatro de Memphis?
recuerdos que le venían a los ojos. –Toda la ciudad –dijo el viejo.
–No quedó nada –dijo el viejo, ha- La multitud comenzó a agitarse. Una
blando lentamente–. Ardieron los algo- ola los llevaba al pasado. Veinte años.
donales. Los pueblos y las plazas, los árboles y
–¡Oh! –dijeron todos. los edificios de ladrillo, los carteles y las
–Los molinos de algodón cayeron iglesias y las tiendas familiares. Todo
bajo las bombas... volvía a la superficie entre las gentes del

Gramática del español 82


aeródromo. Cada nombre despertaba Matamos a millones. No creo que los
un recuerdo, y todos pensaban en algún sobrevivientes pasen de quinientos mil.
otro día. Todos eran, excepto los niños, Y de todo ese desastre salvamos un poco
suficientemente viejos. de metal, construimos este único cohete,
–Laredo. y vinimos a Marte, a pediros ayuda.
–Recuerdo Laredo. El hombre se detuvo y miró hacia aba-
–Nueva York. jo, y escrutó los rostros como para ver
–Yo tenía una tienda en Harlem. qué podía esperar. Pero no estaba seguro.
–Harlem, bombardeado. Hattie Johnson sintió que el brazo de
Las palabras siniestras. Los lugares fa- su marido se endurecía y vio que sus de-
miliares. El esfuerzo de imaginar todo en dos apretaban la cuerda.
ruinas. –Hemos sido unos insensatos –dijo
Willie Johnson murmuró: el hombre serenamente–. Destruimos la
–Greenwater. Alabama. El pueblo Tierra y su civilización. No vale ya la
donde nací. Lo veo aún. pena reconstruir las ciudades. La radiac-
–Destruido. Todo. tividad durará todo un siglo. La Tierra
Destruido. Todo. Así decía el hombre. ha muerto. Su vida ha terminado. Vo-
Y el hombre continuó: sotros tenéis cohetes. Cohetes que no
–Destruimos todo y arruinamos to- habéis intentado usar, pues no queríais
do, como estúpidos que éramos y so- volver a la Tierra. Yo ahora os pido que
mos todavía. los uséis. Que vayáis a la Tierra a recoger
a los sobrevivientes y traerlos a Marte.

Conjunción 83
Os pido vuestra ayuda. Hemos sido unos Se oyó un silencio hecho de silen-
estúpidos. Confesamos ante Dios nues- cios. Un silencio que uno podía tomar
tra estupidez y nuestra maldad. Chinos, con la mano, un silencio que cayó so-
hindúes, y rusos, e ingleses y americanos. bre la multitud como la sensación de
Os pedimos que nos dejéis venir. El suelo una tormenta distante. Los largos bra-
marciano se mantiene casi virgen desde zos de los negros colgaban como pén-
hace innumerables siglos. dulos oscuros a la luz del sol, y sus ojos
Hay sitio para todos. Es un buen sue- se clavaban en el viejo. El viejo no se
lo... Lo he visto desde el aire. Vendremos movía. Esperaba.
y trabajaremos la tierra para vosotros. Sí, Willie Johnson sostenía aún la cuerda
hasta haremos eso. Merecemos cualquier entre las manos. Los hombres a su alrede-
castigo; pero no nos cerréis las puertas. dor lo observaban atentamente. Su mujer
No podemos obligaros ahora. Si queréis Hattie esperaba, tomada de su brazo.
subiré a mi nave y volveré a la Tierra. Hattie Johnson hubiese querido en-
Pero si no, vendremos y haremos todo trar en el interior de aquel odio, y exa-
lo que vosotros hacíais... Limpiaremos las minarlo hasta descubrir una grieta, una
casas, cocinaremos, os lustraremos los falla. Entonces podría sacar un guijarro
zapatos, y nos humillaremos ante Dios o una piedra, o un ladrillo, y luego parte
por lo que hemos hecho durante siglos de una pared, y pronto todo el edificio
contra nosotros mismos, contra otras se vendría abajo. Ahora mismo ya esta-
gentes, contra vosotros. ba tambaleándose. ¿Pero dónde estaba
El hombre calló. Había terminado. la piedra angular? ¿Cómo llegar a ella?

Gramática del español 84


¿Cómo sacarla y convertir ese odio en –¿Conoce el viejo roble en la cima de
un montón de ruinas? la colina, señor?
Hattie miró a su marido, hundido en El viejo roble. El sitio donde habían
el silencio. No entendía qué pasaba, pero baleado al padre de Willie, donde lo ha-
conocía a su marido, conocía su vida, y bían colgado. El sitio donde lo habían
de pronto comprendió que él, Willie, era descubierto, balanceado por el viento del
la piedra angular. alba.
Comprendió que sin él todo caería en –Sí.
pedazos. –¿Todavía está? –preguntó Hattie.
–Señor... –Hattie dio un paso adelante. –No –dijo el viejo–. Saltó en pedazos.
No sabía cómo empezar. La multitud le Toda la colina ha desaparecido, y el ár-
clavó los ojos en la espalda. Sintió esas bol también.
miradas–. Señor... ¿Ve? –Señaló el lugar en el mapa.
El hombre se volvió hacia Hattie con –Déjeme ver –dijo Willie adelantándo-
una débil sonrisa. se y mirando la fotografía.
–Señor –dijo Hattie–, ¿conoce usted Hattie parpadeó ante el hombre blan-
Knockwood Hill en Greenwater, Alaba- co. El corazón se le salía del pecho.
ma? –Hábleme de Greenwater –dijo rápi-
El viejo le habló por encima del hom- damente.
bro a alguien que estaba dentro de la –¿Qué quiere saber?
nave. Un momento después le alcanzaban –El doctor Phillips, ¿vive todavía?
un mapa fotográfico. El hombre esperó.

Conjunción 85
Pasó un momento. Encontraron la in- –Desapareció también. Todo desapa-
formación en una máquina tintineante, reció. Aquí están las fotografías. Usted
en el interior del cohete... mismo puede verlo.
–Muerto en la guerra. Allí estaban las fotografías. Podía te-
–¿Y su hijo? nerlas en la mano, mirarlas, pensar en
–Muerto. ellas. El cohete estaba lleno de fotografías
–¿Qué pasó con la casa? y respuestas. Cualquier pueblo, cualquier
–Se incendió. Como todas las casas. edificio, cualquier sitio.
–¿Y qué pasó con aquel otro viejo ár- Willie se quedó, allí, inmóvil, con la
bol de Knockwood Hill? cuerda en las manos.
–Todos los árboles murieron. Estaba recordando la Tierra, la Tierra
–¿Aquel árbol también? ¿Está usted verde y el pueblo verde donde había na-
seguro? –preguntó Willie. cido y crecido. Y pensaba en ese pueblo,
–Sí. hecho pedazos, destruido, arruinado, y
El cuerpo de Willie pareció aflojarse. en todos sus lugares, en todos aquellos
–¿Y qué pasó con la casa del señor lugares relacionados con algún mal, y
Burton, y el señor Burton? en todos sus hombres muertos, y en los
–No quedó en pie ninguna casa. Mu- establos, y las herrerías, y las tiendas de
rieron todos los hombres. antigüedades, los cafés, las tabernas, los
–¿Y la cabaña de la señora Johnson, puentes, los árboles con sus ahorcados,
mi madre? las colinas sembradas de balas, los sen-
El sitio donde la habían matado. deros, las vacas, las mimosas, y su propia

Gramática del español 86


casa, y las casas de columnas a orillas del –No tienen por qué hacer eso –mur-
río, esas tumbas blancas en donde mu- muró Willie Johnson.
jeres delicadas como polillas revolotea- Su mujer le miró las manos. Los de-
ban a la luz del otoño, distantes, lejanas. dos de Willie estaban abriéndose.
Esas casas en donde los hombres fríos se La cuerda cayó al suelo y se dobló so-
balanceaban en sus mecedoras, con los bre sí misma.
vasos de alcohol en la mano, y los fusiles Los hombres corrieron por las calles
apoyados en las balaustradas del porche, del pueblo y arrancaron los letreros tan
mientras aspiraban el aire del otoño y rápidamente dibujados y borraron la
meditaban en la muerte. pintura amarilla de los ómnibus, y corta-
Ya no estaban allí, ya nunca volverían. ron los cordones que dividían los teatros,
Sólo quedaba, de toda aquella civiliza- y descargaron los fusiles, y guardaron las
ción, un poco de papel picado esparcido cuerdas.
por el suelo. Nada, nada que él, Willie, –Un nuevo principio para todos –dijo
pudiese odiar... ni la cápsula vacía de una Hattie, en el coche, al regresar.
bala, ni una cuerda de cáñamo, ni un ár- –Sí –dijo Willie al cabo de un rato–. El
bol, ni siquiera una colina. Señor ha salvado a algunos: unos pocos
Nada sino unos desconocidos en un aquí y unos pocos allá. Y el futuro está
cohete, unos desconocidos que podían ahora en nuestras manos. El tiempo de la
lustrarle los zapatos y viajar en los últi- tortura ha concluido. Seremos cualquier
mos asientos de los ómnibus o sentarse cosa, pero no tontos. Lo comprendí en
en las últimas filas de los cines oscuros. seguida al oír a ese hombre. Compren-

Conjunción 87
dí que los blancos están ahora tan solos –Sí, señor —dijo Willie, sentado al vo-
como lo estuvimos nosotros. lante, pasándose lentamente la mano por
No tienen casa y nosotros tampoco la la cara.
teníamos. Somos iguales. Podemos em- Me parece que hoy he visto por pri-
pezar otra vez. Somos iguales. mera vez al hombre blanco... Lo he visto
Willie detuvo el coche y se quedó sen- de veras, claramente.
tado, inmóvil, mientras Hattie hacía salir
a los chicos. Los chicos corrieron hacia Ray Bradbury, «El otro pie»,
el padre. en La bruja de abril y otros cuentos,
–¿Has visto al hombre blanco? ¿Lo México, Ediciones sm, 2010, pp. 41–64.
has visto? –gritaron.

Gramática del español 88


Actividad 2
Reflexiona sobre el comportamiento de Willie y argumenta
de qué manera hubieras actuado en una situación similar
(mínimo 50 palabras).

Conjunción 89
Actividad 3
A partir de los siguientes caligramas construye uno empleando
al menos cuatro tipos diferentes de conjunciones.

Gramática del español 90


Conjunción 91
Adverbio
Se caracteriza por modificar a un gran número de grupos sintácticos.
a) Verbos y grupos que forman:
Pasear por la calle tranquilamente.
b) Adjetivos y grupos que les corresponden:
Sumamente satisfecho de los resultados.
c) Otros adverbios y sus grupos sintácticos:
Irremediablemente lejos de su país natal.

Simples o no derivados
bien, mal, antes, después, lejos, cerca, siempre, nunca, sí, quizá,
acaso, aquí, allí, entonces, luego, adrede.

Por derivación o composición


Ante: delante y adelante.
Tras: detrás, atrás.
Bajo: debajo, abajo.

De modo o manera
Expresan la forma en que ocurren las situaciones o los sucesos: escribir bien,
caminar despacio.

93
De cantidad o grado
Mucha arena, bastante limpio, ayer dormí poco.

De negación
No, nada, apenas, nunca, jamás, tampoco.

Nota: la serie más numerosa de adverbios


del español se ajusta a la pauta adjetivo + mente.

Actividad 1
Encierra cinco adverbios en el cuento Una reputación
de Juan José Arreola y explica de qué tipo son.

La cortesía no es mi fuerte. En los La dama beneficiada por ese rasgo


autobuses suelo disimular esta caren- involuntario lo agradeció con palabras
cia con la lectura o el abatimiento. Pero tan efusivas, que atrajeron la atención
hoy me levanté de mi asiento automá- de dos o tres pasajeros. Poco después
ticamente, ante una mujer que estaba se desocupó el asiento inmediato, y
de pie, con un vago aspecto de ángel al ofrecérmelo con leve y significati-
anunciador. vo ademán, el ángel tuvo un hermoso

Gramática del español 94


gesto de alivio. Me senté allí con la es- puso los ojos en mí, como diciendo: “He
peranza de que viajaríamos sin desa- aquí un caballero”. Tuve la idea de aban-
zón alguna. donar el vehículo, pero la deseché inme-
Pero ese día me estaba destinado, diatamente, sometiéndome con honradez
misteriosamente. Subió al autobús otra a la situación, alimentando la esperanza
mujer, sin alas aparentes. Una buena de que las cosas se detuvieran allí.
ocasión se presentaba para poner las Dos calles adelante bajó un pasaje-
cosas en su sitio; pero no fue aprove- ro. Desde el otro extremo del autobús,
chada por mí. Naturalmente, yo podía una señora me designó para ocupar el
permanecer sentado, destruyendo así el asiento vacío. Lo hizo sólo con una mi-
germen de una falsa reputación. Sin em- rada, pero tan imperiosa, que detuvo
bargo, débil y sintiéndome ya compro- el ademán de un individuo que se me
metido con mi compañera, me apresuré adelantaba; y tan suave, que yo atra-
a levantarme, ofreciendo con reverencia vesé el camino con paso vacilante para
el asiento a la recién llegada. Tal pare- ocupar en aquel asiento un sitio de ho-
ce que nadie le había hecho en toda su nor. Algunos viajeros masculinos que
vida un homenaje parecido: llevó las iban de pie sonrieron con desprecio. Yo
cosas al extremo con sus turbadas pala- adiviné su envidia, sus celos, su resen-
bras de reconocimiento. timiento, y me sentí un poco angus-
Esta vez no fueron ya dos ni tres las tiado. Las señoras, en cambio, parecían
personas que aprobaron sonrientes mi protegerme con su efusiva aprobación
cortesía. Por lo menos la mitad del pasaje silenciosa.

Adverbio 95
Una nueva prueba, mucho más im- Todos esperaban de mí cualquier cosa.
portante que las anteriores, me aguar- Yo personificaba en aquellos momentos
daba en la esquina siguiente: subió al los ideales femeninos de caballerosidad
camión una señora con dos niños pe- y de protección a los débiles. La respon-
queños. Un angelito en brazos y otro sabilidad oprimía mi cuerpo como una
que apenas caminaba. Obedeciendo la coraza agobiante, y yo echaba de menos
orden unánime, me levanté inmediata- una buena tizona en el costado. Porque
mente y fui al encuentro de aquel grupo no dejaban de ocurrírseme cosas graves.
conmovedor. La señora venía compli- Por ejemplo, si un pasajero se propa-
cada con dos o tres paquetes; tuvo que saba con alguna dama, cosa nada rara
correr media cuadra por lo menos, y no en los autobuses, yo debía amonestar al
lograba abrir su gran bolso de mano. La agresor y aun entrar en combate con él.
ayudé eficazmente en todo lo posible; En todo caso, las señoras parecían com-
la desembaracé de nenes y envoltorios, pletamente seguras de mis reacciones de
gestioné con el chofer la exención de Bayardo. Me sentí al borde del drama.
pago para los niños, y la señora quedó En esto llegamos a la esquina en que
instalada finalmente en mi asiento, que debía bajarme. Divisé mi casa como una
la custodia femenina había conservado tierra prometida. Pero no descendí inca-
libre de intrusos. Guardé la manita del paz de moverme, la arrancada del au-
niño mayor entre las mías. tobús me dio una idea de lo que debe
Mis compromisos para con el pasaje ser una aventura trasatlántica. Pude
habían aumentado de manera decisiva. recobrarme rápidamente; yo no podía

Gramática del español 96


desertar así como así, defraudando a las mas pusieran sus dos pies en tierra firme.
que en mí habían depositado su seguri- En el último momento, vi en cada ros-
dad, confiándome un puesto de mando. tro un gesto de simpatía, algo así como
Además, debo confesar que me sentí co- el esbozo de una despedida cariñosa. La
hibido ante la idea de que mi descenso señora de los niños bajó finalmente, au-
pusiera en libertad impulsos hasta en- xiliada por mí, no sin regalarme un par
tonces contenidos. Si por un lado yo de besos infantiles que todavía gravitan
tenía asegurada la mayoría femenina, en mi corazón, como un remordimiento.
no estaba muy tranquilo acerca de mi Descendí en una esquina desolada,
reputación entre los hombres. Al bajar- casi montaraz, sin pompa ni ceremonia.
me, bien podría estallar a mis espaldas la En mi espíritu había grandes reservas de
ovación o la rechifla. Y no quise correr heroísmo sin empleo, mientras el auto-
tal riesgo. ¿Y si aprovechando mi au- bús se alejaba vacío de aquella asam-
sencia un resentido daba rienda suelta blea dispersa y fortuita que consagró mi
a su bajeza? Decidí quedarme y bajar el reputación de caballero.
último, en la terminal, hasta que todos
estuvieran a salvo. Juan José Arreola, Una reputación,
Las señoras fueron bajando una a una en https://ciudadseva.com/
en sus esquinas respectivas, con toda fe- texto/una-reputacion/
licidad. El chofer ¡santo Dios! acercaba
el vehículo junto a la acera, lo detenía
completamente y esperaba a que las da-

Adverbio 97
Interjección
Es una clase de palabra que se especializa en la formación de enunciados ex-
clamativos.
Con ella se manifiestan impresiones, se verbalizan sentimientos o se realizan
actos de habla que apelan al interlocutor incitándolo a que haga o deje de
hacer algo: adiós, ay, olé, epa, uf, vaya, caramba.

Apelativas

Se dirigen a algún destinatario con intención de moverlo a la acción o de des-


pertar en él sentimientos o actitudes diversas:
¡Hola! ¡Salud compañeros!

Expresivas

Se caracterizan por poner de manifiesto muy diversas reacciones y movimien-


tos de ánimo del que habla: carajo, lástima, diantre, no fastidies, por diosito, desde luego,
ajá, cómo no, école, y que lo digas...

99
ActividAd 1
Lectura en voz alta de poemas gráficos:
Marcia futurista y Zang Tumb Tumb de Filippo Tommaso Marinetti.

Gramática del español 100


amentales
os fund e 2018,
incipi d
ol. Pr junio ela
spañ mir en es, Plazu 0,
del e pri Rey 3
tica s , 043
má d e im ial Lo oacán onstó
Gra nó y
itor , Co ión c rantes
mi d 2 ic
ter e la e b-10 La ed s sob
se d or . á
es eri éxico res m
ler int
ta l 45
, e M pla
los yes ad d jem
en se
Re d to
ien

u
Ci
los

sc
de

tre
de
ISBN: 978-607-8368-23-5

9 786078 368235

You might also like