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Teoria de la autodeterminación

La teoría de la autodeterminación es una macro teoría de la motivación humana y


la personalidad que trata de las preocupaciones inherentes al crecimiento y las
tendencias innatas y necesidades psicológicas de las personas. Se refiere a
la motivación que hay detrás de las decisiones de las personas, sin influencia
externa e interferencia. Esta teoría se centra en el grado en que el
comportamiento del individuo es automotivado y autodeterminado.

el ser humano es, por definición, un ser activo: continuamente estamos llevando a
cabo una gran variedad de conductas con el fin de mantenernos con vida,
adaptarnos al medio o desarrollarnos de tal modo que podamos bregar con las
vicisitudes y necesidades que vayan surgiendo a lo largo de nuestro ciclo vital.
Utilizamos los medios de los que disponemos, tanto a nivel interno como a nivel de
aquellos disponibles en el medio, con el fin de actuar.

Pero… ¿por qué actuamos? ¿qué nos mueve?. Estas en apariencia simples
preguntas han llevado a la elaboración de una gran diversidad de teorías con
respecto a qué es lo que nos mueve a actuar. Una de estas teorías, que en
realidad reúne una serie de subteorías al respecto, es la teoría de la
autodeterminación.

La teoría de la autodeterminación: ¿que nos dice?

Recibe el nombre de teoría de la autodeterminación a una macroteoría elaborada


principalmente por Decí y Ryan la cual pretende establecer en qué medida la
conducta humana es influenciada por distintos factores que afectan a nuestra
motivación a actuar, haciendo especial hincapié en la idea de autodeterminación o
habilidad de decidir de manera voluntaria qué y cómo hacerlo como elemento
explicativo fundamental.
El principal objetivo de la teoría de la autodeterminación pretende comprender la
conducta humana de tal modo que dichos conocimientos puedan generalizarse a
todas las situaciones que los seres humanos de todas las culturas puedan
encontrar, pudiendo afectar a cualquier ámbito, esfera o dominio vital.

En este sentido, esta teoría se centra en la motivación como principal elemento a


analizar, valorando la existencia de un cúmulo de energía generada por diferentes
necesidades humanas que posteriormente va a adquirir una dirección u
orientación hacia la satisfacción de dichas necesidades.

Se tiene que tener en cuenta que en este sentido resultan de gran importancia la
personalidad y los elementos biológicos y autobiográficos de la persona en
cuestión, el contexto en el que se mueve su conducta y la situación concreta en la
que se lleva a cabo, siendo elementos que se influyen mutuamente y que afectan
a la posible aparición de diferentes tipos de motivación.

La autodeterminación sería el grado en que nosotros mismos dirigimos de manera


voluntaria nuestra conducta a través de fuerzas cada vez más internas, siendo la
motivación cada vez más propia de la voluntad y el propio deseo de realizar la
conducta en vez de estar mediado por elementos ambientales que hacen
necesaria la realización de la acción. Somos seres activos que tienden a
desarrollarse, crecer y buscar e integrar la experiencia percibida tanto a nivel de
elementos externos como internos, dado que todo ello va a permitir que ahora y en
el futuro dispongamos de recursos para satisfacer nuestras necesidades. Es
importante pues tanto lo que nos viene del ambiente como lo innato y lo impulsivo.

Estamos ante una teoría que integra y parte de concepciones de distintos


paradigmas psicológicos, de entre los cuales resaltan los conductuales y
humanistas. Por un lado se mantiene una búsqueda de información rigurosa y
científica que explique los mecanismos por los cuales dirigimos nuestra conducta
a la consecución a una meta motivante (de manera semejante a la conductista) y
por el otro adquiriendo la visión del ser humano como ente activo y dirigido hacia
propósitos y metas propios de la psicología humanista.
Asimismo, hay que tener en cuenta que esta teoría tiene aplicabilidad en casi
todos los ámbitos, dado que la motivación es algo necesario para la puesta en
marcha de cualquier tipo de actividad: desde la formación académica y el trabaja
hasta el ocio, pasando por las relaciones interpersonales.

La Teoría de la Autodeterminación y la motivación en el trabajo


La motivación no sólo se refiere a trabajar duro, también refleja las perspectivas
acerca de tus propias posibilidades. Una de las teorías motivacionales que más
evidencia ha acumulado hasta el momento es la Teoría de la Autodeterminación
(TAD; Deci & Ryan, 2000). Esta teoría constituye un modelo explicativo de la
motivación humana que ha sido aplicado a diversos ámbitos, entre ellos, el laboral.
En concreto, la TAD analiza el grado en que la conductas humanas son volitivas o
autodeterminadas, es decir, en qué medida las personas llevan a cabo sus
acciones de forma voluntaria, por propia elección.
necesidades básicas según la Teoría de la autodeterminación
propone que las acciones de las personas son guiadas por tres necesidades
esenciales:
1. La necesidad de autonomía (la necesidad que tenemos de tomar sus propias
decisiones).
2. La necesidad de ser competente (la necesidad que tenemos de ejercitar nuestras
habilidades y mejorarlas).
3. La necesidad de relacionarnos (la necesidad de conectarnos con otros seres
humanos y sentirnos socialmente aceptados).
Tipos de motivación y regulación
La TAD diferencia entre distintos tipos de motivación y de regulación del
comportamiento: la autoregulación autónoma, la regulación controlada, y la
amotivación.
La regulación autónoma comprende la motivación intrínseca (motivación
derivada del disfrute inherente de realizar la conducta misma), la regulación
integrada (participación en las conductas que son congruentes con otras metas
personales y valores centrales), y la regulación identificada (que refleja la
motivación derivada del valor personal de obtener unos determinados resultados).
La Regulación controlada por las normas refleja el nivel más bajo de percepción
de autonomía e incluye la regulación introyectada (motivación dirigida por
presiones internas, como autoestima contingente, culpa, vergüenza, y
sentimientos de aprobación) y la regulación externa (motivación para cumplir con
las presiones externas o recompensas).
Por último, la amotivación se refiere al estado de falta de cualquier intención de
actuar.

Teoria de la autoeficiencia
La autoeficacia es un concepto que introdujo Albert Bandura, un psicólogo
ucraniano-canadiense que nació en 1925. En 1986, elaboró la Teoría del
Aprendizaje Social, referente a la regulación de la motivación y la acción
humana, que implica tres tipos de expectativas: las expectativas de situación-
resultado, las expectativas de acción-resultado y la autoeficacia percibida.

La autoeficacia

La autoeficacia, o las creencias en tus habilidades para tratar con las diferentes
situaciones que se presentan, juega un rol importante no solamente en la manera
de sentirte respecto a un objetivo o tarea, sino que será determinante para
conseguir o no las metas en tu vida. El concepto de autoeficacia es un aspecto
central en la psicología, ya que enfatiza el rol del aprendizaje observacional, la
experiencia social, y el impacto en el desarrollo personal de una persona.

En la teoría de Albert Bandura, se defiende que la autoeficacia es un constructo


principal para realizar una conducta, ya que la relación entre el conocimiento y la
acción estarán significativamente mediados por el pensamiento de autoeficacia.
Las creencias de autoeficacia, es decir, los pensamientos que tiene una persona
sobre su capacidad y autorregulación para poner en marcha dicha conducta serán
decisivas.
De esta manera, las personas estarán más motivadas si perciben que sus
acciones pueden ser eficaces, esto es si hay la convicción de que tienen
habilidades personales que les permitan regular sus acciones. Bandura considera
que influye a nivel cognitivo, afectivo y motivacional. Así, una alta autoeficacia
percibida se relaciona con pensamientos y aspiraciones positivas acerca de
realizar la conducta con éxito, menor estrés, ansiedad y percepción de amenaza,
junto con una adecuada planificación del curso de acción y anticipación de buenos
resultados.

El papel de la Autoeficacia

Todo el mundo puede identificar los objetivos que quieren lograr o los aspectos de
su vida que les gustaría cambiar. Sin embargo, no todos piensan que llevar estos
planes a la acción es algo fácil. Las investigaciones han demostrado que la
autoeficacia de cada individuo juega en un papel importante a la hora de afrontar
una meta, tarea o desafío.

Los individuos con una autoeficacia alta están muy interesadas en las tareas en
las que participan, ven los problemas como desafíos estimulantes,
experimentan un compromiso elevado hacía sus intereses y actividades, y se
recuperan rápido de sus fracasos. Por el contrario, los individuos con una
autoeficacia baja o débil: evitan tareas u objetivos desafiantes, piensan que las
metas difíciles están fuera de su alcance, e interpretan los fracasos como algo
personal.

Desarrollo de la Autoeficacia

Las creencias de autoeficacia se desarrollan en edades tempranas de la infancia


mientras se viven diferentes experiencias o situaciones. No obstante, el desarrollo
de la autoeficacia no termina en la infancia o la adolescencia, sino que continúa
su evolución a lo largo de la vida mientras la gente adquiere nuevas habilidades,
conocimiento, o vive nuevas experiencias.

Querer es poder. Sin embargo, en numerosas ocasiones nos sentimos


incapacitados a la hora de emprender hacia la consecución de metas. El nivel
de autoeficacia es el que marca la creencia en nuestras propias capacidades para
hacer frente a diferentes situaciones o retos, organizando y ejecutando las tareas
o acciones necesarias hacia el éxito.

Para Bandura, la autoeficacia es fundamental para activarnos hacia la realización


de una conducta. Por tanto, un alto nivel de autoeficacia está relacionado
directamente con personas con aspiraciones positivas, emprendedora y con
menores niveles de ansiedad ante posibles amenazas. Por otro lado, las personas
con niveles bajos de autoeficacia se sentirán bloqueadas por sus creencias,
normalmente erróneas, de no ser capaces de realizar las tareas hacia el éxito.

Fundamentos de la autoeficacia percibida.

Según Bandura (1997), las creencias de autoeficacia se conforman en base a


cuatro pilares fundamentales:

1. Experiencias de ejecución previa. Las personas nos sentimos más capaces


cuando ya hemos realizado con éxito algunas tareas previas. Por ejemplo,
a la hora de iniciar un nuevo trabajo, nuestro nivel de autoeficacia
aumentará a medida que nuestros trabajos previos hayan sido más
similares al nuevo.
2. Experiencia vicaria. La observación de personas semejantes a nosotros
realizando determinadas tareas nos impulsa a creer más en nuestras
propias capacidades. Si él que es como yo lo ha hecho bien, ¿por qué no lo
iba a hacer yo?
3. Persuasión social. Aunque en menor nivel que las dos anteriores, las
críticas y evaluaciones que recibimos de los demás merman o aumentan
nuestros niveles de autoeficacia. El sentirse arropado por otros aumenta
nuestros niveles de confianza para emprender. Sin embargo, el no tener
apoyos externos mermará nuestra creencia en el éxito. El impacto social es
a veces ese empujoncito que necesitamos para decidirnos a la acción.
4. El estado emocional y fisiológico. Obviamente, una persona con un estado
emocional positivo verá todo con mejores ojos a la hora de emprender que
otros. Una persona con un estado fisiológico de ansiedad elevado o en mal
estado de salud tenderá a tener un menor nivel de autoeficacia. En estados
negativos las personas nos vemos más inútiles que cuando todo parece
que fluye mejor.

Autoeficacia profesional, precursora de una carrera laboral exitosa.

La autoeficacia es relevante para cualquier tarea del comportamiento humano:


realizar las tareas del hogar; realizar la «operación bikini»; realizar un viaje etc. Sin
embargo, cobra un especial relieve a la hora de relacionarlo con
el emprendimiento laboral y la capacidad iniciar nuevas tareas y trabajos.

Nuestras creencias de autoeficacia profesional van a influir en nuestra capacidad


de elección en el desarrollo de nuevas actividades, como el desarrollo de un
negocio o la prospección laboral en busca de un trabajo. En ocasiones, las
personas tienden a evitar realizar las tareas que no se sienten capaces de
dominar. Es por esto que nos asustan ciertas ofertas de trabajo, que parecen solo
reservadas a la élite, a altos ejecutivos con múltiples másters o experiencias de
años; con unos nombres en inglés que definen puestos que solo parecen
destinados a miembros ejecutivos de la NASA.

Las empresas buscan personas con niveles altos de autoeficacia.

Ofertas de trabajo como la descrita en al párrafo anterior, con altas exigencias,


van a aminorar la autoeficacia percibida de las personas que lo leen, que se
sentirán incapaces de realizar todas esas tareas exigidas y se echarán para atrás
a la hora de echar su CV en esa oferta. En parte, exigir altas capacidades para los
puestos de trabajo va a servir de filtro de esas personas que no tienen la
aspiración suficiente o la creencia en sí misma de ser capaz de llevar a cabo ese
trabajo. Aunque hayan exagerado en las capacidades o competencias exigidas y
después el trabajo implique una menor carga. Las empresas buscan a personas
con motivación de logro y capaces de afrontar el reto del trabajo. Estas personas
son las que después serán más rentables para su organización.

Por tanto, las creencias de autoeficacia profesional:

 Determinan el número de intentos y tiempo invertido de los trabajadores


pare resolver problemas (Salanova, Bresó y Schaufeli, 2005).
 Afectan a las percepciones de control de las personas sobre el entorno
y moderan factores estresantes como la sobrecarga de trabajo, la presión
temporal o las rutinas (Salanova, Grau y Martínez, 2005).
 Bajos niveles de autoeficacia se asocian a altos niveles de burnout,
depresión y ansiedad y
 altos niveles de autoeficacia favorecen la dedicación y satisfacción de los
trabajadores (Salanova, Schaufeli, Llorens, Grau y Peiró, 2000).

En psicología, se entiende a la autoeficacia como un constructo de la


personalidad, como habilidad general de uno mismo hacia el éxito (Schwarzer,
1999) por lo que se convierte en parte importante para el desarrollo personal y
profesional, afrontando las situaciones nuevas hacia la consecución del éxito
personal.

“Confiar en ti mismo no garantiza el éxito, pero no hacerlo


garantiza el fracaso.”

Albert Bandura (nacido en 1925)

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