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Marxismo y Colapso
Materiales de Discusión Colapsista
Índice
Entrevista I
El horizonte de un colapso civilizatorio inminente.
Entrevista II
La inevitabilidad de la catástrofe eco-social planetaria.
Entrevista III
Crisis medioambiental, desarrollo tecnológico, capitalismo verde y movimientos
socioambientales.
Entrevista IV
La Izquierda y la Revolución socialista ante el colapso.
Entrevista V
Crisis ecológica, derechos sociales, justicia climática… y plaga humana.
Entrevista VI
Los escenarios de la catástrofe climática y civilizatoria.
2
Material en edición final
Podrás revisar dentro de poco la versión final accediendo a este
mismo documento
3
Conversación entre Paul Walder y Miguel Fuentes1
Politika – Chile
Entrevista I
El horizonte de un colapso civilizatorio inminente
-Paul Walder
Partamos de la base de que en un futuro muy cercano habrá un colapso de nuestra civilización
tal como la hemos conocido en el último siglo. Esta es una certeza que surge principalmente
del cruce entre cambio climático y agotamiento de las reservas de petróleo y otros recursos
naturales. ¿Qué significa un colapso? ¿Qué colapsa?
-Miguel Fuentes
Los niveles de dióxido de carbono existentes hoy en la atmósfera (superiores a los 400 ppm)
son los más altos en la Tierra durante los últimos millones de años. Nunca antes desde el origen
de nuestra especie hemos vivido en un planeta con estos niveles de CO2. La última vez que
nuestro planeta experimentó estas concentraciones fue durante una época geológica llamada
Plioceno, asociándose aquellas a una temperatura global entre 2 a 3 grados centígrados por
encima de la línea de base del siglo XIX. Al mismo tiempo, otros gases de efecto invernadero
en la atmósfera tales como el oxido nitroso y el metano están aumentando peligrosamente.
Algo similar sucede en los océanos con los ritmos y la magnitud sin precedentes que estaría
adquiriendo el aumento de los niveles de acidificación marina. Una de las consecuencias de
estas drásticas alteraciones medioambientales sería, tal como ha venido planteando el Panel
Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) en algunos de sus últimos
1
Paul Walder es director del portal Politika.cl y ex director del medio digital El Ciudadano.
4
reportes, un incremento probable de la temperatura global hacia fines de siglo entre 3 a 6 grados
centígrados por arriba de la ya mencionada línea de base del siglo XIX.
Una forma de comprender la escala del tipo de cambio climático del cual podríamos ser testigos
durante las próximas décadas es considerar el hecho de que la humanidad jamás ha
experimentado una temperatura entre uno y dos grados por encima de las actuales temperaturas
globales (las cuales ya habrían aumentado en alrededor de un grado centígrado desde el inicio
de la revolución industrial). Durante el 2016, el año más caliente de los registrados hasta ahora,
las temperaturas globales fueron, por ejemplo, las más altas presenciadas en la Tierra desde el
período interglacial Eemiense hace unos 125 mil años, esto de acuerdo con el climatólogo de
la NASA Gavin Schmidt. Cabe mencionar aquí que las primeras civilizaciones no tendrían más
de 6000 años de antigüedad, constituyendo lo anterior otro indicador de la magnitud sin
precedentes de los niveles que ha venido alcanzando el calentamiento global. Otro periodo con
temperaturas relativamente similares a las actuales se habría registrado durante el llamado
óptimo climático del Holoceno desarrollado aproximadamente entre el 6000 a.C y el 2.500 a.C.
Un fenómeno de cambio climático con una magnitud parecida al que estaría comenzando a
desarrollarse hoy puede encontrarse, asimismo, en el de la llamada transición geológica
Pleistoceno-Holoceno cuando las temperaturas globales aumentaron en alrededor 5 grados
centígrados. Este fenómeno de calentamiento global natural se produjo, sin embargo, aunque
con el desarrollo de algunas variaciones de corto plazo más bruscas, a lo largo de milenios y
no en décadas como podría ocurrir durante este siglo. Finalmente, otro fenómeno de cambio
climático comparable en el mediano plazo al de hoy, aunque esta vez de envergadura mucho
más drástica, fue el acaecido como consecuencia de la llamada catástrofe de Toba hace unos
75 mil años cuando, como efecto de la erupción de un supervolcán, las temperaturas globales
se habrían derrumbado en pocos años entre 3 y 3.5 grados centígrados por debajo de la
temperatura mundial media existente en ese entonces. Uno de los resultados de este desastre
natural (caracterizado con todo por una variación climática absoluta menor a la que podríamos
experimentar probablemente durante este siglo), habría sido un fenómeno de extinción casi
completa de la humanidad, viéndose aquella reducida a una cifra de alrededor de diez mil
parejas reproductoras.
Es precisamente desde esta perspectiva geológica que daría cuenta de la verdadera gravedad
de las transformaciones medioambientales en curso desde donde el horizonte de un potencial
colapso civilizatorio, alentado asimismo por la perspectiva de un agotamiento estructural de
los combustibles fósiles y la agudización de las contradicciones económicas, políticas y
2
Link: https://e360.yale.edu/features/how-the-world-passed-a-carbon-threshold-400ppm-and-why-it-matters
5
sociales del capitalismo en su fase terminal de descomposición eco-social, puede ser evaluado.
¿Qué es, por tanto, lo que colapsa?… aquello cuando nos referimos a un posible colapso
planetario cercano. Siendo pesimistas, aunque ubicándonos todavía dentro del rango de
predicciones científicas en torno a los potenciales cursos de desarrollo de la crisis climática
actual, estaríamos hablando del completo colapso, en el transcurso de unas pocas generaciones,
de probablemente la casi totalidad de los ecosistemas terrestres que permiten la vida humana
sobre la Tierra. Dicho de otra manera, un escenario de extinción total de nuestra especie durante
este siglo y eventualmente de la mayoría de las formas de vida existentes hoy sobre nuestro
planeta. Un escenario como éste podría producirse en el caso de que alcancemos durante la
segunda mitad de este siglo un calentamiento global que supere los 4 grados centígrados por
encima de la línea de base del siglo XIX. Una de las razones de lo anterior es que un cambio
climático de esta magnitud, por ejemplo, de alcanzarse los 5 o 6 grados de calentamiento global
hacia fines de siglo, convertiría en inhabitable casi la totalidad de la superficie terrestre, esto
incluso en el caso de las regiones árticas y el polo sur que experimentarían un aumento tal de
sus temperaturas que incluso allí la existencia de cultivos se volvería imposible en condiciones
naturales. Un calentamiento global de esta envergadura se asociaría, asimismo, a un aumento
extremo de la acidificación marina que implicaría la desaparición de una gran parte de la base
de sustento de las cadenas tróficas oceánicas: por ejemplo, el plancton y el fitoplancton,
asociándose aquello, en consecuencia, a la desaparición de una gran parte de la vida marina.
Esto último se traduciría, a la vez, tanto en una disminución catastrófica de las especies
terrestres, así como también en una drástica reducción del oxígeno atmosférico (producido en
más de un 80% en los océanos).
Hay que recordar aquí que un aumento de la temperatura global superior a los 4 grados
centígrados sería suficiente, además, para terminar de desestabilizar las reservas naturales de
carbono (por ejemplo, de metano) que se encuentran almacenadas ya sea en la forma de
hidratos de metano congelados en los lechos marinos del ártico u otras zonas del globo, o bien
en la de permafrost en diversas áreas continentales ubicadas en climas fríos. Téngase presente
con respecto a este peligro que la cantidad de gases de efecto invernadero que podrían ser
liberados a la atmósfera en el transcurso de este siglo como producto de la desestabilización de
estas reservas, las cuales dicho sea de paso ni siquiera han sido integradas todavía a los modelos
científicos oficiales que anticipan, como dijimos, un calentamiento global máximo entre 4 a 6
grados centígrados para el 2100, equivaldría a un volumen superior en varias veces a la
totalidad de gases de efecto invernadero producidos por el hombre desde el inicio de la
revolución industrial. Recordemos además, para peor, que el límite de calentamiento global a
partir del cual estas reservas de carbono podrían comenzar a ser desestabilizadas sería, de
acuerdo con Anton Vaks de la Universidad de Oxford, de tan sólo 1.5 grados; es decir, un nivel
de calentamiento planetario alcanzable en tan sólo una o dos décadas en el futuro. Sumemos a
lo anterior, igualmente, el creciente peligro de desestabilización de las gigantescas reservas
naturales de mercurio contenidas en el Ártico, las cuales también podrían comenzar a ser
desestabilizadas (y posteriormente liberadas) como efecto de los próximos aumentos de las
temperaturas globales. De acuerdo con recientes estudios científicos, estas liberaciones de
mercurio serían suficientes, entre otras cosas, para producir un envenenamiento a gran escala
de los mares y, con ello, de la base mundial de las cadenas tróficas marinas y terrestres.
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terrestre. Un nivel de calentamiento global semejante bastaría, por ejemplo, para producir un
deshielo total del Ártico y Groenlandia que daría inicio a un aumento imparable de los niveles
marinos en varios metros, suficiente para ocasionar el irremisible hundimiento de la mayoría
de las ciudades costeras (hogar de más de un tercio de la población mundial). De acuerdo con
el IPCC, de hecho, un aumento de la temperatura global en tan sólo tres grados centígrados
sería suficiente para producir la destrucción de la mayoría de los ecosistemas de las áreas
ecuatoriales, subtropicales y mediterráneas, generando a la vez un fenómeno de mortandad
súper masiva en todos los océanos como efecto del incremento de la acidez marina y la
multiplicación de las llamadas “zonas muertas” (concepto utilizado para definir a ciertas áreas
del océano carentes de oxígeno). Pueden mencionarse aquí, asimismo, las recientes
predicciones del prestigioso climatólogo James Hansen en torno a los efectos que tendría un
calentamiento global ligeramente superior a los 2 grados centígrados en un posible
enlentecimiento (o posible detención) de la corriente oceánica del atlántico norte, pudiendo
este fenómeno gatillar el desarrollo de súper tormentas con una potencia mayor a cualquiera
de las vistas en la Tierra en más de cien mil años. Un escenario como éste, caracterizado por
una sucesión continua de súper-sequías y mega incendios en todos los continentes, vería tarde
o temprano la manifestación, en pocas décadas, de una serie de dramáticos cambios de la
fisonomía terrestre (entre otros, la perdida total del Amazonas y su transformación en una
sabana o un desierto) que volverían prontamente inviable la mantención de los actuales ritmos
(frenéticos) de crecimiento económico y demográfico.
Uno de los resultados potenciales de este escenario durante el transcurso de este siglo sería, en
consecuencia, un proceso de inevitable debilitamiento, descomposición y posterior derrumbe
de los pilares económicos, políticos y sociales de la civilización contemporánea: por ejemplo,
entre otros, el mercado mundial, la ciudad capitalista-industrial, el estado-nación, la estructura
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de clases de la sociedad urbano-industrial y el esquema geopolítico internacional heredado de
siglos pasados. En otras palabras, un fenómeno de colapso civilizatorio generalizado parecido
a otros acaecidos en el pasado con diversos sistemas sociales (por ejemplo, el Imperio Romano
o la Civilización Inca), aunque esta vez a una escala planetaria y con un nivel catastrófico
todavía mayor, esto si se tiene en cuenta la magnitud que tendrían los factores de crisis eco-
social involucrados en el actual proceso de derrumbe. Adicionalmente, un cambio de esta
envergadura, en el caso de que la humanidad sea capaz de sobrevivir el escenario de extinción
masiva y el drástico empeoramiento de las condiciones de vida planetaria que se le asociarían,
no podría más que dar como resultado, en última instancia, una modificación radical no sólo
de los sistemas productivos y las relaciones socio-políticas del conjunto de las sociedades
humanas que logren quedar en pie alrededor del mundo, sino que además una profunda
transformación al nivel de sus respectivas cosmovisiones y de la autopercepción del rol de
nuestra especie en el planeta y, más aún, en el universo y el cosmos.
Entre los cambios de envergadura geológica más importantes que podrían materializarse en
este escenario sería el de un derretimiento total del Ártico en verano, un fenómeno inédito en
varios millones de años que, de acuerdo con investigadores tales como Peter Wadhams de la
Universidad de Cambridge, sería hoy inminente. Recordemos aquí que, como producto de la
gran relevancia que posee el factor de la llamada “amplificación ártica” para el estado del clima
a nivel mundial, un evento de deshielo total del Ártico (conocido como Arctic Blue Ocean
Event) constituiría un desastre no sólo de incalculables consecuencias medioambientales para
el planeta, sino que podría actuar, a la vez, como una especie de “gatillante” para una
aceleración exponencial del calentamiento global con consecuencias impredecibles. Lo
anterior adquiere connotaciones aún mas preocupantes si observamos la tendencia de declive
de la masa de hielo ártico durante las últimas cuatro décadas que muestra que, de continuar
reproduciéndose esta tendencia, dicho fenómeno podría tener lugar en algún punto durante la
próxima década.
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El desastre ártico es inminente
Si consideramos ahora que la pasada Cumbre Climática de París (COP21) redujo la barrera
catastrófica del calentamiento global desde los 2 hasta los 1.5 grados centígrados, así como
también el hecho de que el volumen de emisiones de gases de invernadero necesarios para
rebasar dicho límite podría ser alcanzado en aproximadamente una década, es posible afirmar
así que el escenario descrito en los párrafos anteriores, asociado a un aumento de la temperatura
global media del planeta entre 1 y 2 grados centígrados, representaría, por lo tanto, el rango
catastrófico mínimo (basal) desde donde debe ser pensado el impacto que tendrá el cambio
climático durante las próximas décadas sobre el desarrollo histórico. Entre los factores que
mostrarían la imposibilidad de impedir este escenario pueden mencionarse, además del
escasísimo tiempo que supuestamente todavía tendríamos para evitar el rebasamiento de la
barrera de los 1.5 grados, no sólo la casi nula voluntad política de las elites capitalistas y los
gobiernos alrededor del mundo para asegurar el objetivo fijado por la COP21 de una drástica
reducción del 40% de las emisiones mundiales de gases de invernadero hacia el año 2033, sino
que además la virtual imposibilidad de lograr este objetivo (y el de una todavía más ambiciosa
reducción de un 100% de dichas emisiones hacia mediados de siglo) en el marco de los
parámetros de desarrollo económico y niveles poblacionales propios de la economía industrial
y la sociedad moderna. Tengamos aquí presente, asimismo, que para una serie de importantes
científicos los niveles actuales de CO2 atmosférico ya asegurarían, de hecho, un calentamiento
global mínimo durante este siglo muy superior al de los 1.5 grados centígrados de aumento,
esto si se tienen en cuenta, entre otras cosas, los registros paleoclimáticos que sugieren en el
pasado terrestre (por ejemplo, en el caso del ya mencionado Plioceno) una asociación entre
estos niveles de CO2 y la existencia de temperaturas globales hasta entre 2 y 3 grados por
encima de la línea de base del siglo XIX. Otro factor que mostraría algo similar sería el efecto
de “enmascaramiento” que estarían ejerciendo (al modo de un tipo de “enfriante” artificial) las
actuales concentraciones de aerosoles industriales en la atmósfera, sugiriendo esto último una
mucho mayor sensitividad del sistema terrestre respecto a las concentraciones de dióxido
carbono presentes hoy en nuestro planeta que la asumida hasta ahora por los modelos
climáticos.
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En realidad, tal como desarrollaré más adelante, sea en la modalidad de sociedad industrial que
sea (neoliberalismo, capitalismo verde, socialismo moderno o cualquier otra), no existiría ya
posibilidad alguna de detener el rebasamiento de la barrera catastrófica de los 1.5-2 grados
centígrados de calentamiento global, siendo además extremadamente difícil detener una
dinámica de aumento que alcance los 3 grados. Una de las razones de lo anterior sería la virtual
incapacidad económica, social, política, tecnológica y cultural de la sociedad humana actual (y
de todas sus posibles derivas en el corto plazo) para conseguir durante las próximas décadas
una reducción realmente sustantiva de las más de 30 mil millones de toneladas de CO2 lanzadas
anualmente a la atmósfera para satisfacer las tasas (monstruosas) de utilización de recursos que
se necesitan para mantener a flote a la sociedad urbano-industrial contemporánea y conservar,
al mismo tiempo, sus altísimos índices (igualmente monstruosos) de desarrollo poblacional y
los grados de devastación planetaria y contaminación medioambiental asociados a aquellos.
Todo esto en un contexto de crecimiento poblacional exponencial (enloquecido) que podría
llevar pronto a la humanidad, convertida ya por el capitalismo en una de las plagas más
destructivas de la historia de la vida terrestre, a alcanzar no sólo los diez mil millones de
habitantes, sino que además a dispararse a cifras incluso mayores durante este siglo. Todo esto,
además, en el marco de un afianzamiento global de la ideología moderna occidental de los
llamados derechos humanos universales en la cual se asume (al menos a un nivel discursivo)
que los “derechos individuales” de cada uno de los miembros de esta plaga terrestre, ¡cada
uno!, serían incluso superiores (o bien con suerte “equivalentes”, esto si traemos a colación el
nuevo término de moda entre los “izquierdistas verdes” de justicia climática) no sólo a la
mantención de los ya irremisiblemente perdidos equilibrios ecológicos planetarios, sino que
además a los “derechos de sobrevivencia” de todo el resto de las especies naturales y de la
propia vida en el planeta.
Todo esto, nuevamente, en un contexto valórico-cultural, reproducido por la casi totalidad del
espectro político moderno, en la cual se concebiría a cada uno de los exponentes de esta
verdadera plaga universal, cada uno de aquellos, entre un mar de otros 7, 8, 10, 20 mil millones
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de humanos habitando (o bien, mejor dicho, depredando) un mismo planeta ambientalmente
arrasado, con recursos cada vez más escasos y que se dispone a enfrentar un nivel de derrumbe
ecológico todavía mayor, al modo de un universo -individual-, sacrosanto, de “derechos
inalienables” (por ejemplo sociales, económicos, políticos, culturales, identitarios, de género).
Todo esto, en definitiva, en un contexto en el que cada uno de los especímenes de esta plaga
estaría dispuesto a exigir además, a cada paso, una nueva expansión de dichos derechos (hoy
existen ya grupos de personas que exigen su “derecho” a ser reconocidos como miembros de
otras especies)… esto último al calor de una dinámica viciosa (degenerada) en la cual cada uno
de los ciudadanos de los países pobres (por ejemplo, una mujer campesina de, digamos,
Somalia) aspiraría a reproducir, en su propio país, los mismos derechos de los cuales disfrutan
los ciudadanos de los países ricos (por ejemplo, una hípster feminista de, digamos, Francia),
estos últimos (feministas hípsters incluidas) incluso más depredadores en términos
medioambientales que sus contrapartes de las naciones pobres.
Tom Peters del Reino Unido exige su derecho a ser reconocido legalmente como perro dalmata
Todo esto alimentado, igualmente, por el hambre insaciable de una gran parte de los habitantes
del sistema urbano moderno, convertidos por obra del neoliberalismo en una especie de
monstruo colectivo azuzado a cada instante por su clase creadora, la burguesía, a devorar
siempre más petróleo, más diésel y más productos de consumo-basura, deteniéndose tan sólo
por algunos momentos para defecar esa diarrea grasienta (putrefacta) en la que se ha
transformado, en muchas ocasiones, la llamada lucha por los “derechos sociales”, lucha que
muchas veces significaría para este “monstruo” una reivindicación, en algunas ocasiones
violenta y aparentemente “revolucionaria”, de su “legítimo” derecho (moderno) para una
expansión todavía mayor de sus “derechos de consumo”. En otras palabras, una reivindicación
de su derecho a seguir arrasándolo todo, aunque de una manera mas “equitativa” y “justa”; esto
es, exigiendo a la clase capitalista una “tajada” mayor del botín que aquella, devenida en el
creador frankensteniano de este monstruo planetario en continuo crecimiento, se lleva a sus
bolsillos (en forma de plusvalía) por la destrucción productivo-industrialista del planeta, esto
último tal como hemos visto, por ejemplo, al nivel de un sector importante de los sectores de
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masas que defendieron la consigna ecocida de “petróleo barato” en el marco de la lucha de los
“chalecos amarillos” en Francia, o bien en el de una fracción significativa de aquellos que
impulsaron, motivados también por la exigencia de “petróleo para todos”, la reciente revuelta
indígena-popular en Ecuador.
Todo esto, finalmente, en el marco de la repetición cada vez más frecuente de episodios de
verdaderas “orgías zombis” de culto al petróleo tal como aquella que protagonizaron en México
los miles de pobladores del área de Tlahuelilpan que ocasionaron hace un tiempo, llevados de
su adicción modernista a los hidrocarburos, la explosión de una de las cañerías de Pemex
durante una jornada de apertura clandestina de la misma. Lo anterior luego de varias horas en
las cuales muchos de estos pobladores, al modo de una muestra del verdadero descerebramiento
al cual el neoliberalismo ha sometido a una parte importante de los sectores populares a nivel
planetario y en una especie de verdadero carnaval de la estupidez humana, se dedicaron a pasar
la tarde (familias incluidas) a los pies del “manantial de diésel”, muchos de aquellos dándose
incluso cada tanto un momento de relajo para, antes de ser carbonizados y sintiendo en sus
rostros la “agradable” brisa del combustible que se elevaba con fuerza por los aires al modo de
un chorro de alta presión… disfrutar de un cigarrillo.
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Explosión de un ducto de combustible en México como producto de una apertura ilegal
¡No! ¡La catástrofe no puede ser detenida! ¡La catástrofe no puede ser frenada! Y para poder
enfrentar… y más aún para poder preservar, ¡si algo puede ser preservado!, un proyecto de
transformación revolucionaria socialista y la perspectiva de una sociedad comunista ante el
escenario de descomposición eco-social y cataclismo universal que se aproxima, un escenario
de naturaleza súper catastrófica totalmente inédito desde el origen de las primeras
civilizaciones, es necesario comenzar a mirar esta catástrofe y su rostro monstruoso
fijamente… ¡a los ojos! Yo estoy dispuesto a mirar a este monstruo y a discutir lo que aquel
implica, llamando las cosas por su nombre, para el pensamiento y la lucha revolucionaria del
siglo XXI, esto así sea necesario avanzar a pulverizar, aplastar y a quemar con ácido (o preparar
el camino para dicho objetivo) cada uno de los “valores tradicionales” de la izquierda
sigloveintera de cuño marxista tradicional, obrerista, feminista e internacionalista… ciega de
los nuevos problemas asociados al peligro de un colapso civilizatorio inminente.
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Entrevista II
La inevitabilidad de la catástrofe eco-social planetaria
-Paul Walder
-Miguel Fuentes
Tal como dije en la respuesta previa, pueden enumerarse una serie de factores que darían muy
posiblemente por asegurado la ruptura durante las próximas décadas de la barrera de los 1.5 –
2 grados de calentamiento global fijada por la ONU. Algunos de estos factores serían, tal como
ya mencioné, el papel de “enfriante artificial” que estarían jugando hoy los aerosoles
industriales en la atmósfera, los cuales estarían de algún modo “enmascarando” el verdadero
impacto de las actuales concentraciones de dióxido de carbono en el aumento de las
temperaturas en el planeta. Dicho de otro modo, en la medida en que los niveles de
contaminación global se reduzcan (por ejemplo, en términos de las cantidades de material
particulado en el aire), esto debería traducirse, paradójicamente, en un incremento del
calentamiento del planeta que podría alcanzar, de acuerdo con diversas estimaciones, hasta los
0.5 grados centígrados adicionales, aquello incluso en el caso de producirse una hipotética
reducción sustancial de las emisiones de CO2 en el futuro próximo. Si tenemos ahora en cuenta
que la temperatura global ya se habría incrementado en alrededor de un grado centígrado desde
el inicio de la revolución industrial, esto daría como resultado, en consecuencia, un
calentamiento global que alcanzaría durante este siglo, a lo mínimo, un nivel entre los 1.5 y 2
grados centígrados de aumento.
14
Sumemos a lo anterior el efecto amplificador (intensificador) que ya estarían comenzando a
jugar sobre el calentamiento global algunos fenómenos hasta ahora no integrados en los
modelos climáticos oficiales tales como, entre otros, la reducción del efecto albedo (inducida
por el avance progresivo del deshielo del ártico y la desaparición de glaciares), el aumento
sustancial de las emisiones naturales de metano como fruto del descongelamiento del
permafrost y los hidratos de metano en diversos puntos del planeta, así como también las
emisiones adicionales (masivas) de dióxido de carbono como consecuencia del desarrollo, cada
vez más frecuente, de mega incendios. Debe mencionarse aquí, igualmente, el factor de la
perdida de capacidad de absorción de dióxido de carbono que estaría empezando a afectar a
amplias zonas arbóreas alrededor del planeta, esto como producto del triple problema del
aumento de las temperaturas globales, la mayor frecuencia de las sequías y la saturación cada
vez mayor de la atmósfera con CO2, pasando muchas de estas zonas verdes a convertirse, de
hecho, en importantes emisores naturales (no capturadores) de dióxido de carbono. Una de las
razones de lo anterior sería que la combinación de estos problemas (mayores temperaturas,
sequías más frecuentes y exceso de CO2) daría como resultado un tipo de “stress
medioambiental” que generaría un desequilibrio entre los procesos de crecimiento de los
árboles basados en la fotosíntesis (posible gracias a la captura de CO2) y el proceso de
respiración vegetal (basada en la absorción de oxígeno) que caracteriza a las plantas,
traduciéndose esta alteración en una caída (posiblemente abrupta en algunos casos) de las tasas
de captura de dióxido de carbono por parte de árboles y otras especies vegetales.
Un ejemplo de la potencial magnitud de este problema pudo verse durante la ola de calor que
afectó a Europa en el verano del 2003, la cual se tradujo en un importante salto de las emisiones
de CO2 desde concentraciones arbóreas, habiendo aquellas llegado a influir, de acuerdo con
las informaciones recopiladas por el divulgador científico Mark Lynas, con más de 500
millones de toneladas adicionales de dióxido de carbono a la atmósfera, esto último equivalente
nada menos que a la duodécima parte de la totalidad de las emisiones globales provenientes de
la quema de combustibles fósiles de aquel año. Cabe simplemente imaginar el potencial
15
catastrófico de este fenómeno en el futuro cercano cuando las olas de calor que afecten al
planeta no sólo se equiparen a la vívida en Europa durante el año 2003 (o a las sufridas en
distintas partes del mundo en fechas recientes), sino que las superen, asociándose aquellas
además, por lo tanto, al estallido de posibles mega-incendios que podrían producir aumentos
adicionales todavía mayores de las emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto
invernadero. En otras palabras, estaríamos en presencia de un conjunto de factores
interrelacionados (emisiones industriales, reducción del efecto albedo, perdidas en las masas
de hielo y en la cobertura de nieve, olas de calor, mega incendios, etc.) que habrían comenzado
a retroalimentarse mutuamente al modo de una espiral no sólo cada vez más veloz de factores
concomitantes (o feedback loops), sino que en el marco de una dinámica que estaría
adquiriendo fuerza propia y escapándose, progresivamente, del control humano.
16
similar a la actual) se habrían asociado durante el periodo interglacial eemiense hace unos 130
mil años a un incremento de los niveles marinos en al menos tres metros respecto a los del siglo
pasado; esto es, una cifra muy superior al aumento máximo de un metro proyectado por el
IPCC para fines de siglo.
4
El área de color rojo muestra las cantidades potenciales de metano que podrían comenzar a ser liberadas durante
este siglo como efecto del derretimiento del permafrost ártico y los hidratos de metano en los océanos. El área de
color gris representa los volúmenes de dióxido de carbono emitidas desde el comienzo de la revolución industrial.
17
climática del sistema terrestre respecto de los niveles de dióxido de carbono presentes hoy en
la atmósfera, los cuales se habrían relacionados en el pasado geológico, como ya mencioné, a
una temperatura de hasta en uno o dos grados centígrados por encima de la actual temperatura
media del planeta, la que como sabemos ya se habría elevado en un grado desde el siglo XIX.
Existen otra serie de factores adicionales que impedirían, de igual modo, la detención de una
dinámica catastrófica del cambio climático que se relacionarían, como desarrollaré más
adelante, tanto con las limitaciones tecnológicas y las características generales del sistema
industrial y la sociedad de masas contemporánea, así como también con la cada vez menor
disponibilidad de recursos básicos a nivel global y el estado de agudo deterioro de los
ecosistemas terrestres. Deben integrarse aquí además otro tipo factores de naturaleza socio-
política que, tal como explicaré mas adelante, estarían afectando notoriamente la capacidad de
respuesta que tendrían los movimientos sociales alrededor del mundo para enfrentar (o revertir
5
Link: https://www.co2.earth/2100-projections
6
La tabla asume una tasa de aumento de 2.5 ppm de CO2 atmosférico anual, esto sin considerarse los incrementos,
cada vez mayores, que dicha tasa debería presentar en los próximos años. Durante el periodo 2018-2019, el
incremento de las concentraciones de CO2 mundiales pasaron, por ejemplo, de 405.59 ppm (septiembre 2018) a
403.55 (septiembre 2019), es decir mostrando un aumento de 2.96 ppm (https://www.co2.earth/).
18
parcialmente) algunos de los aspectos más graves de la actual crisis eco-social planetaria. Entre
otras cuestiones, dichos factores, potenciados por el propio curso de desarrollo de la crisis
ambiental, tendrían como uno de sus principales efectos debilitar (y eventualmente anular) las
capacidades que poseería un proyecto económico y social alternativo al capitalismo (por
ejemplo, uno que pudiera manar del avance de un proceso revolucionario mundial) para hacer
frente al escenario de derrumbe eco-social global que se avecina.
Pero claro, todo esto podría ser, al fin y al cabo, otra vez… una mera exageración. ¡Una
exageración! Un “exabrupto literario”, esta vez mezclado con un discurso algo fatalista, algo
apocalíptico, un discurso… o un tipo de narrativa que, en realidad, como se sabe, sería más
propia de “románticos”, o quizás de “creyentes”… pero no de personas libre-pensantes, cultas,
sofisticadas, modernas, científicamente mesuradas y filosóficamente críticas como tú… ¿no es
19
cierto? Bien, es tiempo de dejar esta lectura y de que te ocupes, lector “moderno”, de tus
quehaceres cotidianos. Y es que pronto deberás alistar tus cosas para asistir a la reunión
semanal de tu muy sofisticado círculo marxista de “discusión estratégica”, esto para seguir
evaluando (¡es que siempre hay tanto que evaluar!) las perspectivas de la lucha de clases que
se abren hoy en América Latina y el mundo. Aunque antes todavía hay tiempo, entre todo el
ajetreo, para una conversación con tu hijo que se prepara para su primer día de escuela. Tu hijo,
de casi cinco años y con quien, tan sólo ayer, diste un paseo entre una arboleda cercana. Tu
hijo, de casi cinco años, cuyos ojos de asombro y sonrisa permanente parecían no acabar nunca
a cada paso que daba entre los verdes matorrales, húmedos todavía después de la lluvia
tranquila de esa mañana. Bien… mira sus ojos otra vez… ¡porque son los ojos de la muerte!
Retén esa sonrisa eterna en tu memoria, podría ser una de las últimas de nuestra especie sobre
este planeta. Graba esos ojos en tu conciencia… podrás recordarlos cuando la cabeza de tu hijo
sea desfigurada y clavada en una pica luego de ser asesinado y mutilado por alguna de esas
hordas de la barbarie que comenzarán a recorrer las ruinas del mundo moderno y que te
recordarán, en el posible transcurso de tu vida, lo realmente “exagerado” que era discutir hoy,
en las postrimerías de la segunda década de este siglo, la perspectiva de un posible colapso
civilizatorio inminente.
20
Materiales adicionales
Link:
https://www.scribd.com/document/426575115/Crisis-ecologica-Colapso-civilizatorio-y-
Crisis-Terminal-del-Marxismo-Clasico
Link:
https://www.scribd.com/document/421224707/La-Revolucion-Socialista-ante-el-abismo-
Ante-la-Huelga-General-Internacional-contra-el-Cambio-Climatico
Link:
https://www.scribd.com/document/433366154/Chile-Asamblea-Constituyente-o-Asamblea-
Popular-de-Emergencia
Link:
https://www.scribd.com/document/435588320/Miguel-Fuentes-Declaracion
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