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El derecho
procesal
civil

Derecho
Procesal II
(Procesal Civil)
El derecho procesal civil
(Cap. I, pp. 1 1 a 1 9)
Para Robinson Crusoe, es impensable un conflicto de los que el derecho está llamado a
solucionar. El derecho tiene sentido cuando el hombre deja de vivir para empezar a convivir. El
derecho sustancial tiende a lograr el orden en las relaciones entre los hombres. De este modo,
consagra derechos y establece obligaciones.

La mayoría de las veces las normas jurídicas que establecen reglas de conductas son obedecidas
y los derechos espontáneamente gozados por sus titulares (realización directa). Pero, cuando ello
no ocurre, se debe acudir ante los tribunales (realización indirecta del orden jurídico). Está
prohibida la justicia por mano propia, salvo la autotutela de los derechos (llamado legítima
defensa en el derecho penal y derecho de retención en el derecho civil).

A continuación, te presentamos un ejemplo de excepción que encuadra en lo que la ley dispone


como autotutela de los derechos.

“Villa Carlos Paz. Fue una madrugada que cambió las cosas en Carlos Paz. Cerca de las 4, cuando
Oscar Solarís (59) circulaba con su taxi por la zona del hospital Gumersindo Sayago, tres sujetos
frenaron su marcha para hacer un viaje. Le dijeron que los llevara a un sector de barrio Colinas, pero
a las pocas cuadras lo amenazaron con un arma blanca en su cuello y le pegaron con un elemento
contundente (que sería un arma) en la cabeza. Todo sucedió muy rápido. Solarís, un policía federal
retirado, tomó el arma que llevaba en el vehículo y efectuó un disparo hacia la parte posterior del
vehículo que impactó en uno de los asaltantes.

El fiscal Ricardo Mazzuchi le dijo a este diario que tomó la decisión de no imputar a Solarís
porque "actuó en defensa propia". Y añadió: "Es una causa de justificación de una conducta que de
otra manera sería delictiva, que es matar a otro".

En esta asignatura estrudiarás todo lo relacionado con el derecho privado (como el derecho civil y
comercial).

Ante la presencia de un conflicto entre las partes éstas podrán solucionarlo ocurriendo al tribunal.
Podemos definir al derecho procesal como el conjunto de principios y normas jurídicas, que
regulan la actividad judicial del Estado y de los particulares en la realización indirecta del derecho.
Ante la violación del orden jurídico, cabe la posibilidad de componer la controversia con o sin la
intervención de los órganos judiciales.
Así, el orden jurídico puede recomponerse directa y espontáneamente, sin necesidad de que
intervengan los órganos judiciales. O, caso contrario, puede requerir se la intervención de los
órganos estatales a fin de lograr su cumplimiento coactivo (realización oficial indirecta).
Hay ciertas situaciones en las que la intervención de los órganos judiciales se torna indispensable
para recomponer el jurídico quebrantado. Es el caso cuando se trata de materia no disponible por
exclusiva voluntad de las partes, por ejemplo, en los delitos de acción pública, o en materia de
divorcio, en donde es necesaria la intervención del juez, es decir no existe el divorcio sin
sentencia que así lo declare.

Su objeto de estudio analiza los principios que integran los sistemas procesales y mediatizan las
garantías constitucionales que deben asegurarse en la realización del proceso judicial (inviolabilidad de
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la defensa en juicio, juez natural, debido proceso, etc.), como así también del derecho positivo
contenido en las leyes: Constitución Nacional y Provincial, Códigos de fondo y forma.

El estudio de esta disciplina puede realizarse desde un punto de vista estático o dinámico. El
primero comprende el análisis de las reglas contenidas en las Constituciones (Nacional y Provincial),
leyes orgánicas del poder judicial y acordadas en los Tribunales Superiores. La faz dinámica se
ocupa de la actividad que desarrollan los sujetos procesales en el trámite judicial y que varía según
la materia y el sistema.

Por otra parte, puede conocerse esta ciencia por su aspecto subjetivo y objetivo. El primero analiza la
actuación de los sujetos según su posición en la litis, precisa sus deberes, facultades y cargas. El
aspecto objetivo, por su parte, atiende a cuestiones formales (circunstancias de lugar, tiempo y
modo).
El principal objeto de estudio de la ciencia procesal es el análisis del proceso como estructura técnico
– jurídica y s u s diversas formas de manifestación en la actuación del derecho.
La doctrina sostiene que el contenido del derecho procesal es:
1- Estudio de las reglas de organización y atribución de competencia del poder judicial (estructura
de los órganos judiciales, poderes y deberes de sus integrantes, garantías e incompatibilidades de
jueces y auxiliares, reglas de jurisdicción y competencia, organización del Ministerio Público).
2- Análisis del régimen jurídico aplicable a los sujetos procesales. Facultades, deberes y cargas del
juez, las partes, sus representantes y apoderados, como así también de terceros participantes y
extraños al pleito.
3- Estudio de los requisitos y formalidades que deben reunir los actos procesales (circunstancias del
actuar, tiempo y modo de la actuación judicial, orden y etapas del trámite procesal).

Como características principales podemos distinguir que es público, realizador, secundario y


autónomo.
Público en virtud de la regla de la oficialidad. Es ejercido por el Poder Judicial y persigue fines
públicos. Esto es inmutable, aunque se discuta sobre derechos disponibles de interés exclusivo de
las partes.
Realizador porque se dirige a la efectiva realización del derecho de fondo. Por regla general el
derecho procesal positivo se encuentra en los códigos procesales, pero en algunos casos está
contenido en la ley sustancial. Ej. El trámite de divorcio se encuentra regulado en el Art. 438 del
Código Civil y Comercial (C.C y C.).
Secundario por cuanto el derecho sustancial o de fondo preexiste cronológicamente al procesal,
aunque es claro que ambos s e sirven mutuamente y que uno no puede existir sin el otro.
Autónomo porque vive con independencia del derecho sustantivo y se rige por sus propias reglas
fundamentales. Estas normas son, por un lado, un medio ya que sirven para la aplicación o
realización de las normas objetivas materiales. Por otro lado, son también normas instrumentales
porque mediante ellas se realiza el derecho objetivo en los casos concretos.
El carácter científico del derecho procesal se alcanzó en el siglo diecinueve, hasta entonces era
considerado una parte del derecho de fondo o sustantivo.

E l proceso de codificación nacional y en la provincia de


Córdoba (Cap. I, pp. 19 a 33)
La Codificación nacional se inicia a partir de la Constitución Nacional de 1853. Las Provincias en
base a lo establecido por los Arts. 1º, 5º y 67º Inc. 11 de la Constitución Nacional, organizan su
poder judicial y dictan sus códigos procesales, lo que da como resultado la coexistencia entre el
Estado Nacional y los Estados Provinciales.
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Los códigos procesales en la República Argentina siguieron a las leyes de enjuiciamiento españolas
de 1855 y 1881, que optaban por una tradición civilista del proceso con trámites escritos, formales,
muy dispositivos y con régimen de doble instancia como dice Couture, “heredamos el régimen español
ya atrasado dos siglos con respecto a sus contemporáneos” (en Vescovi, 1984, p. 47).

Las primeras leyes nacionales (que todavía continúan en vigencia con sus modificaciones) son la
Ley Nº 48, sobre Jurisdicción y Competencia y la Ley Nº 50, de Procedimiento. En la Provincia de
Córdoba el proceso de codificación, al igual que en el orden nacional, para el dictado de las normas
procesales sufrió un proceso histórico hasta lograr el Código de Procedimiento Civil y Comercial
vigente.

En Latinoamérica la codificación se realiza por obra del Instituto Iberoamericano de Derecho Procesal,
el cual sugiere atenuar el trámite dispositivo y atribuir mayores facultades al Juez. En 1988 se
publicó el Anteproyecto de código Procesal Civil Modelo para Iberoamérica.

Procedimiento. Concept o. Elementos. Etapas. Cargas y


Presupuestos Procesales (pp. 34 a 51)
El derecho procesal civil es una rama del derecho procesal que, como disciplina, estudia la
naturaleza, desenvolvimiento y eficacia del conjunto de relaciones jurídicas denominadas proceso civil.

Esta rama tiende a la actuación del derecho de fondo o material que es el derecho civil. Es
decir, tiene como presupuesto una relación jurídica de derecho civil y permite la realización indirecta
del derecho.

El derecho procesal civil es un instrumento jurídico – técnico para restablecer el orden jurídico
alterado y, por su intermedio, se procura una resolución jurisdiccional que declare un derecho que
lo constituya o que imponga una condena de dar, hacer o de no hacer. Generalmente, se resuelven
conflictos de carácter patrimonial entre personas de derecho privado.
El objeto de estudio del derecho procesal civil son aquellos procesos que tienen una pretensión o
petición fundada en el derecho privado. Constituye una rama autónoma de la ciencia jurídica. El
derecho procesal civil pertenece al derecho público, aunque las relaciones jurídicas que se
controvierten en él correspondan como regla al derecho privado, esto trae como consecuencia que
las partes no se encuentren habilitadas para regular el desenvolvimiento del proceso de acuerdo con
su voluntad.

El procedimiento civil en la Provincia de Córdoba tiene las siguientes características:

 formal;

 escrito;

 dispositivo;

 de doble instancia.

La mayoría de los Códigos Procesales civiles del país presentan la característica de ser escritos y
formales y esto determina la actividad procesal. Las formas en el proceso no se establecen porque sí,
sino que tienen una finalidad trascendente y a ella obedecen las formalidades impuestas por la ley en
los juicios para evitar la arbitrariedad del juez. Un caso opuesto a este principio son las formas
judiciales, que deja en libertad al juez para imponer la forma de los actos procesales. En algunos casos,
el abuso de formalismo en las formas procesales condujo a lo que se denomina exceso de rigor
formal o exceso ritual manifiesto, que ha sido tratado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

Es dispositivo porque el impulso del trámite, la fijación de la plataforma fáctica y la aportación de


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pruebas se reserva a las partes, el órgano jurisdiccional provee al trámite y su función principal es
la de resolver respetando la regla de la congruencia. El juez es quien determina el derecho
aplicable, pero como se trata de derechos de naturaleza patrimonial, las partes tienen amplias
facultades de disposición sobre el contenido sustancial y procesal de la relación. El juez es
un sujeto pasivo y espectador.

Estas características hacen que los trámites sean largos y tediosos, se prolonguen en el tiempo y
que, excepcionalmente, el juez tome contacto con el expediente o con las partes antes de dictar
sentencia.
La doble instancia supone la existencia de dos órganos jurisdiccionales que actúan con un orden
de prelación y jerárquico en momentos diferentes.
El superior tiene el poder y el deber de revisar, por vía de recursos ordinarios, la apreciación de los
hechos y la aplicación del derecho efectuada por un juez de primer grado en su resolución. El juez
de primera instancia es competente desde la presentación de la demanda hasta la resolución de
mérito o sentencia. Luego alguna o ambas partes pueden interponer un recurso ordinario que abre
la competencia del tribunal de segunda instancia.

El derecho procesal tiene como objeto de estudio → el proceso judicial.

El derecho procesal civil tiene como objeto de estudio → el proceso civil.

El proceso judicial es una serie gradual, progresiva y concatenada de actos jurídicos procesales
cumplidos por órganos predispuestos por el Estado y por los particulares que intervienen en él; en
forma voluntaria o coactiva, en ejercicio de las facultades y en cumplimiento de las cargas
dispuestas por la ley para la actuación del derecho sustantivo, el reestablecimiento del orden
jurídico alterado y la realización del valor justicia.
El proceso representa el conjunto de actos necesarios para obtener la decisión de un caso
concreto por parte de determinados órganos. A diferencia de los procedimientos que son diversas
formas o caminos que toma el proceso en la realización jurisdiccional del derecho. La palabra
proceso (processus) viene de pro “para adelante” y cedere “caer, caminar”. Implica un
desenvolvimiento, una sucesión, una continuidad dinámica.

Caracteres y elementos

El proceso es público, autónomo, realizador, secundario y teleológico.

Público, ya que sus fines responden a un interés que excede el privado y su trámite debe llevarse
a cabo conforme a los mandatos de la ley adjetiva de naturaleza pública y ante órganos
jurisdiccionales del Estado.
Realizador y secundario del derecho material o de fondo, señala el camino procesal para el
restablecimiento del orden jurídico alterado.
Autónomo en relación al derecho sustantivo.
Teleológico porque se dirige al cumplimiento de fines individuales o sociales.
La doctrina distingue tres elementos esenciales del proceso: el objetivo, el subjetivo y el
teleológico.
El elemento objetivo hace a la serie gradual, progresiva y concatenada de actos. Es gradual
porque los actos se realizan conforme a un orden determinado previamente por la ley. E s
progresiva ya que se cumplen en forma paulatina y tienden a un fin. La culminación de un acto
supone el inicio de otro y además se estructuran en etapas cuyo comienzo y fin están eslabonados,
es decir, concatenados. El proceso avanza y se desarrolla sobre la base de impulsos que
provienen del actor, del demandado y del propio tribunal. Tienden al mismo fin: la resolución definitiva
del juicio a través de la sentencia.

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El elemento subjetivo está representado por las personas que intervienen en el trámite procesal.
Pueden ser sujetos necesarios o eventuales. Los primeros indefectiblemente deben estar presentes
en la relación jurídico-procesal. En el proceso civil los protagonistas son el actor, el demandado y el
juez.
Cada uno de los sujetos ejerce poderes de raigambre constitucional. El actor tiene a su cargo el
poder de poner en movimiento el proceso como expresión del derecho constitucional de peticionar
ante las autoridades. El juez ejerce el poder de jurisdicción y el demandado ejerce el legítimo
derecho de defensa. Asimismo, todos precisan condiciones subjetivas de actuación. El juez y el
ministerio público deben ser designados conforme preceptos constitucionales y estructurados de
acuerdo a leyes orgánicas. Los particulares deben contar con capacidad y legitimación reconocida
y pueden intervenir a través de sus apoderados o representantes.

Por último, los sujetos eventuales son los auxiliares del tribunal y el personal subalterno que colabora
con el oficio judicial en calidad de secretarios letrados, prosecretarios, jefes de despacho y demás
auxiliares. También incluye a patrocinantes, testigos, peritos, etc.

El elemento teleológico atiende a las expectativas colectivas de la sociedad y a los intereses


individuales de las partes. En el primer sentido, el fin principal de cualquier proceso, sea de
naturaleza civil, penal o familiar, es obtener una sentencia justa, ya que al dictarla se restablece el
orden jurídico alterado y la realización del valor justicia. Desde el punto de vista individual, el fin
consiste en obtener una sentencia favorable o desestimatoria.

De todas formas, el propósito fundamental de cualquier proceso se da por la tutela general en la


realización del derecho objetivo sustancial, en casos concretos, con el fin de obtener la armonía y
la paz social.

Etapas en el procedimiento civil

Si bien el proceso judicial es un fenómeno único, en la vida jurisdiccional se manifiesta a través de


diversos procedimientos que se estructuran de diferente manera según: el derecho de fondo que se
pretende realizar, el sistema procesal elegido y la necesidad de imponer determinada forma
organizativa a los tribunales. En tal sentido, en el proceso civil que se rige por el sistema dispositivo,
las etapas están estructuradas en forma precisa y determinada.
En el fuero civil, el proceso tipo por excelencia es el juicio declarativo ordinario; éste tiene por
objeto que una pretensión inicialmente incierta sea conocida a fondo por el tribunal que entiende en
la causa mediante la recepción de la prueba pertinente y luego dicte sentencia de mérito,
decidiendo en forma definitiva la cuestión. Es la vía de mayor amplitud para resolver contiendas o
conflictos y se caracteriza por el efecto de cosa juzgada material que suscita la resolución final.
Palacio define al proceso civil de conocimiento u ordinario como

aquel que tiene por objeto una pretensión tendiente a que el órgano judicial dilucide
y declare, mediante la aplicación de las normas pertinentes a los hechos planteados
y (eventualmente) discutidos, el contenido y alcance de la situación jurídica existente
entre las partes (Palacio, 2005, p. 176).

El juicio ordinario por lo general y sin perjuicio de ciertas excepciones, consta de cuatro etapas esenciales:
la introductoria, la probatoria, la discusoria y la decisoria. También hay etapas eventuales que pueden
plantearse o no: medidas preparatorias, cautelares, impugnativas y de ejecución de sentencia. Cada acto
procesal se debe llevar a cabo de una manera lógica. No se cumple en cualquier momento, sino que lleva
una ilación, se agrupa en etapas o fases de desarrollo y cada una tiene una finalidad propia que contribuye
al fin último.

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a) Etapa introductoria

En esta etapa las partes hacen conocer al órgano jurisdiccional la existencia del conflicto a través
de sus respectivas versiones acerca de la cuestión, quedando delimitada la plataforma fáctica del
juicio.

El actor deduce demanda en la cual efectúa las afirmaciones de hechos jurídicamente relevantes y
sobre la base de las cuales solicitará la tutela del derecho que invoca. Luego, el demandado
puede contestar la demanda y ejerce de esta forma su derecho de defensa, en el plazo de diez
días (Art. 493 C.P.C.). Ésta debe versar sobre cada uno de los puntos de la demanda, negando o
reconociéndolos, debe realizarse con claridad porque en caso de ambigüedad puede constituirse en
una presunción de reconocimiento de los hechos afirmados en la demanda (Art. 192 C.P.C.).

También es la única oportunidad en que el demandado puede oponer excepciones dilatorias en


forma de previo y especial pronunciamiento y reconvenir.

Concluida esta etapa, si se produjo controversia respecto a los hechos afirmados por alguna de
las partes, se abrirá una segunda etapa.

b) Etapa probatoria

Es el momento procesal en el que cada una de las partes deberá demostrar la veracidad de sus
afirmaciones mediante elementos de convicción tendientes a probar los hechos invocados en la
demanda y su contestación. Puede presentarse como no esencial si los hechos no fueran
controvertidos.
Se inicia con el decreto de apertura a prueba y comprende recepción de audiencias, peritajes,
inspecciones oculares, diligenciamiento de oficios, etc. En ella participan todos los sujetos procesales
y en especial los órganos de prueba (testigos, peritos, intérpretes, etc.).
Esta fase se encuentra dominada por plazos perentorios fatales (Art. 49, Inc.4 C.P.C.C de Córdoba)
Por último, según dispone el Art. 498 (C. P. C. C. Córdoba), el plazo ordinario de prueba asciende
a cuarenta días, pero el juez podrá designar uno menor que se podrá prorrogar hasta completar
aquel, sin necesidad de causa justificada. Existe un plazo extraordinario mayor a cuarenta días
reservado para casos especiales cuando la prueba deba rendirse fuera de la provincia, ya sea
dentro de la República o en el extranjero (Art. 499 C. P. C. C. Córdoba). La etapa probatoria
concluye con el decreto que ordena correr traslados para alegar.

c) Etapa discusoria
Es una etapa de plena discusión entre las partes representada por los alegatos. Cada parte
aportará los elementos que estime necesarios para convencer al juez de que le asiste la
razón. También se interpretará la ley y se acompañarán los argumentos jurídicos, doctrinarios
y jurisprudenciales que avalen su posición y, en su caso, destacarán también la ausencia de
elementos probatorios corroborantes de los hechos afirmados por la contraria. Se debate
sobre la totalidad de lo sustanciado durante el procedimiento.
En el proceso ordinario los alegatos se realizan en forma de traslados de ley por su orden (Art. 497 y
505 C.P.C.C. de Córdoba) por seis días sucesivamente a cada litigante, reservándose los escritos en
secretaría hasta el decreto de autos. Esto significa que los alegatos de cada parte no son públicos y
no se agregan al expediente hasta que se ordene el llamamiento de autos para definitiva. Solo se deja
una constancia de su presentación mediante una certificación puesta por el secretario.

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d) Etapa decisoria
Comienza con el decreto de autos y concluye con la sentencia (Art. 506 y 121, Inc. 3 C.P.C.C. de
Córdoba) A partir de este momento concluye la actividad de las partes y es el juez quien asume el
expediente para pronunciarse sobre la controversia, declarando los hechos y aplicando el derecho.
Desde que el decreto de autos queda firme hasta el momento en que se dicta sentencia, el juez
puede ordenar las medidas que considere necesarias para aclarar o completar algún aspecto de
los hechos que no surja con nitidez de la prueba incorporada (Art. 325 C.P.C.C. de Córdoba)
La sentencia es el modo normal de conclusión del proceso, es un acto formal, de
características documentales y es propio de la jurisdicción. Esta decisión final debe responder al
principio de congruencia, plenitud y vastedad. El juez debe resolver sobre la base de los hechos
fijados en los escritos de la etapa introductiva, debe considerar aquellos que han sido acreditados
por las partes y deberá contener decisión expresa sobre cada uno de los puntos sometidos a su
decisión (Arts. 326 a 331 C.P.C.C. de Córdoba). De la misma manera, la Constitución de la Provincia
de Córdoba en su artículo 155 exige que toda resolución contenga fundamentación lógica y legal.

De las cuatro etapas referidas las esenciales son la introductoria de las cuestiones y la resolutoria.
Las otras dos son importantes, pero no esenciales. Si la cuestión debatida es de puro derecho, no
habrá hechos controvertidos y, por ende, no habrá etapa probatoria porque no hay hechos que
probar. Del mismo modo, en ciertos tipos de procedimientos, como el abreviado; la etapa discusoria
está ausente (Art. 514 C.P.C.C. de Córdoba).
Además de las cuatro etapas mencionadas que son esenciales en el juicio ordinario, existen otras
tantas que tienen carácter de eventuales, tales como:
1) etapa de medidas preparatorias;

2) etapa de cautelares anteriores a la demanda;


3) etapa de ejecución de sentencia;
4) etapa impugnativa.
Dentro de la primera etapa encontramos las medidas preparatorias propiamente dichas, previstas
con el fin de obtener datos que resultan de conocimiento indispensable para que el actor, en el
futuro, pueda plantear correctamente su demanda. Configuran casos de excepción, son de
interpretación restrictiva e implican la carga para quien las propone de demandar o de concretar la
pretensión dentro de los treinta días de su realización bajo apercibimiento de caducidad. Se
encuentran previstas en el artículo 485 de nuestro código de rito y entre ellas puede mencionarse a
la declaración jurada del futuro demandado sobre hechos relativos a su personalidad y sin cuyo
conocimiento no será posible promover el juicio (Inc. 1); la exhibición de la cosa mueble que fuere
objeto del pleito (Inc. 2), o de algún testamento cuando el solicitante se crea heredero, coheredero,
legatario o albacea (Inc. 3); se nombre tutor o curador para el juicio de que se trate (Inc. 7); se
practique mensura del inmueble objeto de la demanda (Inc. 8); entre otros.

Luego se encuentran reguladas las medidas de prueba anticipada que también integran esta
primera etapa eventual, ya que pueden recepcionarse previo a la interposición de la demanda. Su
finalidad es la de preservar elementos de prueba cuando quien pretenda demandar o quien
prevea ser demandado, tuviese motivos para temer que las pruebas no se puedan presentar en
el momento correspondiente. Este tipo de pruebas pueden ser: la declaración de testigos de muy
avanzada edad, gravemente enfermos o próximos a ausentarse del país; el reconocimiento judicial
y dictamen pericial para hacer constatar la existencia de documentos o el estado, calidad o
condición de personas, cosas o lugares y el pedido de informes o copias a entes privados, a
reparticiones públicas o registros notariales.

Una segunda etapa eventual se integra por la posibilidad de ordenar medidas cautelares antes de la
promoción de la demanda (Arts. 466 C.P.C.C. de Córdoba).

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La etapa ejecutoria también tiene el carácter de eventual y tiene lugar a solicitud de parte interesada
cuando el demandado no cumpla voluntariamente la sentencia condenatoria. La resolución debe
encontrarse firme y haber pasado en autoridad de cosa.

Por último, cuando alguna de las partes o ambas se sientan perjudicadas por lo resuelto en
sentencia, se dará comienzo a la etapa impugnativa, que les permite interponer recursos
ordinarios o extraordinarios para lograr la revocación o anulación de la sentencia.

Figura 1: Etapas esenciales en el juicio ordinario (proceso civil)

Fuente: elaboración propia.

Cargas procesales y presupuestos procesales


El objeto del proceso es la actividad de juez por la cual ante la pretensión del actor y la
contrapretensión del demandado, aplicando las reglas de la sana crítica racional y de la lógica
formal, se analizan los hechos afirmados por el actor y contradichos por el demandado a la luz de
las pruebas rendidas, llegando a una sentencia definitiva.
El contenido del proceso está dado por las pretensiones o declaraciones de voluntad cuyo
acogimiento se intenta obtener. El actor al ejercer la acción y el demandado al contestar o
interponer excepciones formulan una declaración de voluntad de tipo imperativo amparada por la ley
y exige al juez que se pronuncie sobre la existencia o inexistencia de una obligación determinada.
Luego el juez aplica el derecho, acoge a una de las partes y reestablece el orden jurídico alterado.

En el desarrollo del contenido procesal Clariá Olmedo (1982) distingue diferentes categorías y
situaciones jurídicas:

a) Atribución facultativa: facultad que compete al actor para accionar en el campo


del proceso civil y obtener una satisfacción.
b) Atribución impuesta: exigencia legal que tiene el juez frente al proceso, ya que
dicho funcionario tiene la obligación de pronunciarse ante el simple requerimiento de
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la parte.

c) Sujeción impuesta: situación que requiere la actuación del sujeto por razones
que atienden al interés público (v.gr. posición de testigo que tiene la carga pública
de comparecer, declarar y decir la verdad).
d) Sujeción facultativa: tiene como significación satisfacerse a sí mismo para prevenir
un perjuicio futuro. En ella se encuentra la carga procesal, que es un imperativo del
propio interés. Es una situación jurídica instituida en la ley, consistente en el
requerimiento de una conducta de realización facultativa normalmente establecida en
interés del propio sujeto y cuya omisión trae aparejada una consecuencia
desfavorable para él. Ante el incumplimiento de la carga no existe sanción, sino tan
solo importará para el remiso posicionarse en un plano desfavorable (ej. la falta de
contestación de la demanda o falta de ofrecimiento de prueba no tienen una sanción
jurídica, pero traen aparejado perjuicio para la parte que deje de hacerlo) (Clariá
Olmedo, 1982, p. 170).

Cargas procesales
Goldschmidt afirma que “sólo existe en el proceso “cargas”, es decir situaciones de necesidad de
realizar determinado acto para evitar que sobrevenga un perjuicio procesal. Se trata de imperativos
de propio interés. Las cargas procesales se hallan en una estrecha relación con las posibilidades
procesales, puesto que toda posibilidad impone a las partes la carga de ser diligente para evitar su
pérdida.

Las partes ingresan al proceso a los fines de debatir conforme a determinadas reglas conocidas de
antemano y a las cuales se someten.
Alvarado Velloso señala que la carga “es un imperativo que la parte tiene respecto de sí misma” y
nadie puede compelerla a que la cumpla. No se trata de una obligación, pues la obligación supone
que otro sujeto tiene un derecho correlativo con esa obligación y que, por ende, puede exigir su
cumplimiento.

El incumplimiento de la carga no genera una sanción, sino la consecuencia de preclusión y un


efecto contrario a su situación procesal Se diferencia de la carga pública porque en esta puede
haber coacción sobre el sujeto, mientras que en la carga procesal sólo se realiza una conminación
o advertencia de que se puede perjudicar.

Presupuestos procesales

Son presupuestos procesales aquellos que determinan el nacimiento válido del proceso, su
desenvolvimiento y normal culminación con la sentencia. Son requisitos previos al proceso y
sin los cuales no puede iniciarse válidamente. Se distinguen de los presupuestos sustanciales
porque estos últimos se refieren a las pretensiones de las partes.
Entre los presupuestos procesales, la doctrina mayoritaria acepta la siguiente clasificación:

a) Competencia del tribunal: se funda en los límites territoriales, materiales y funcionales


establecidos por la ley para que el juez ejerza su jurisdicción. La competencia territorial se
divide entre jurisdicción nacional y provincial. Dentro de cada una de ellas, la
competencia encuentra fundamento en la división del trabajo, en la especialización y en la
necesidad de que el juzgador se encuentre lo más cerca posible del lugar de los hechos.
b) Capacidad procesal de las partes: es una capacidad de hecho o de obrar y se relaciona
con la aptitud para poder realizar eficazmente los actos procesales. Es el requisito en
virtud del cual debe mediar una coincidencia entre las personas que efectivamente actúan

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en el proceso y aquellas a las que la ley habilita para requerir (actor) y contradecir
(demandado) respecto de la materia sobre la cual versa el proceso. En el supuesto de
incapacidades (como la de los menores, dementes, sordomudos o ausentes) la ley autoriza
que concurran a juicio con sus representantes. No debe olvidarse que en la materia rige la
máxima por la cual la capacidad es la regla y la incapacidad la excepción.
c) Observancia de los requisitos de forma: todo planteo debe efectuarse respetando las
formalidades establecidas por la ley a tal efecto (Art. 175 y 176 C. P. C. C. de Córdoba);
Arts. 315 y 316 C. P. P. de Córdoba)
En el caso de no respetarse alguno de los presupuestos procesales requeridos para la constitución de
una relación jurídico- procesal válida ¿Cuál será la institución procesal que el Código de Procedimiento
Civil y Comercial de la Provincia de Córdoba establece?

Bases constitucionales (cap. II, Págs. 53 a 76)


El artículo 1 de la Constitución Nacional establece que la Nación Argentina adopta para su
gobierno la forma representativa, republicana y federal. Ello permite inferir, además de la forma
jurídica que asume el Estado, su organización y los derechos fundamentales de los individuos.
Por su parte, el artículo 5 impone a cada Provincia organizar su administración de justicia
respetando las reglas de la Constitución Nacional. Es así que coexisten en nuestro sistema judicial dos
órdenes: el nacional federal y el de cada provincia.

Consecuentemente, la Constitución Nacional es la fuente primaria de realización del derecho y de ella


descienden todas las demás normas realizadoras. Las provincias están obligadas a conformar sus
constituciones locales y demás normas jurídicas. P or s u p a rte , la Constitución de cada provincia es
la ley suprema frente a las otras normas que dictaren las autoridades del gobierno provincial o de los
distintos municipios o comunas. En tal sentido establece el artículo 28: “las declaraciones, derechos y
garantías proclamados por la Constitución no pueden ser alterados por las leyes que reglamente su
ejercicio”1.

Atento lo expuesto, se observa un escalonamiento jerárquico entre las diferentes normas y es allí
donde detectamos las normas realizadoras procesales que sirven a las sustanciales y abren las
puertas de los tribunales para obtener el respeto del derecho de fondo. De este modo se consagra
el acceso a la justicia o derecho a la jurisdicción.
La Constitución sienta principios de corte procesal a los cuales deben acomodarse las leyes
nacionales y provinciales y que los jueces deben respetar aun cuando contraríen disposiciones
expresas de las leyes. De aquí que el juez tenga facultad para declarar la inconstitucionalidad
de una ley en un caso concreto. Este control de constitucionalidad de las leyes se
fundamenta en el Art. 31 de la C.N. Cualquier juez, ya sea de la Nación o de las provincias,
ejerce ese control ante la vulneración de un derecho individual o de incidencia colectiva.
De acuerdo al régimen republicano de gobierno, el Poder Judicial es independiente de los demás
poderes del estado. Esa independencia es fundamental para asegurar la imparcialidad del tribunal en
cumplimiento de la función jurisdiccional y significa que los órganos de la justicia no pueden estar
subordinados a ninguna autoridad del Poder Ejecutivo o del Legislativo. Permanece ajeno a los
vaivenes de la política, con autonomía de criterio a la hora de resolver. La única sujeción admisible
es la ley misma, no habiendo ataduras de índole moral o material a ninguna autoridad.
Hacen a la imparcialidad del Poder Judicial los siguientes artículos de nuestra Carta Magna: Art. 109,
“en ningún caso el presidente de la Nación puede ejercer funciones judiciales”2 y el Art. 110, “los
jueces (…) conservarán sus empleos mientras dure su buena conducta, y recibirán por sus servicios
una compensación que determinará la ley y que no podrá ser disminuida en manera alguna, mientras

1
Art. 28. Constitución Nacional Argentina. 1853.
2
Art. 109. Constitución Nacional Argentina. Op. cit.
11
permanecieren en sus funciones”3. Otro aspecto que coadyuva a la independencia es la forma de
designación de los jueces a través de un Consejo de la Magistratura, que convoca a concurso público
y luego efectúa una propuesta en ternas vinculantes para la designación de los magistrados de los
tribunales federales inferiores, quienes luego son nombrados por el presidente de la Nación con
acuerdo del Senado (Art. 114, Inc. 1 y 2). En la provincia de Córdoba la designación de los jueces y
representantes del Ministerio Público recae también en el Consejo de la Magistratura.

Juicio previo
Reza el artículo 18 de la Constitución Nacional, en su primera parte: “Ningún habitante de la
Nación puede ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del proceso”4. Para
analizar esta concepción debemos comenzar por comprender que cuando se hace referencia a
penado, significa condena. Refiere a una imposición establecida por sentencia, la cual comprende
tanto la condena criminal como la civil.
En segundo lugar, el término juicio previo alude al proceso o a la sentencia como resultado final
de un proceso. No es equivalente a proceso sino que comprende un juicio lógico integrado por tres
elementos: tesis, (demanda de acusador o actor), antítesis (respuesta del imputado o demandado)
y síntesis ( la resolución contenida en la sentencia del juzgador), que debe referirse al hecho del
proceso y fundarse en el derecho.

Por último, la expresión “anterior al hecho del proceso” implica que el juicio debe ser previo a la
sanción, no al hecho que motiva el proceso. Debe fundarse en una ley anterior al hecho del
proceso. El desarrollo lógico y cronológico es el siguiente:
1) ley que prevé y sanciona el hecho;
2) el hecho captado por la ley y que provoca el proceso;
3) el proceso que contenga atribución responsable de ese hecho y la audiencia del perseguido;

4) la sentencia condenatoria conclusiva del proceso;


5) la ejecución de la pena impuesta en esa sentencia, si es firme.
El principio constitucional de juicio previo tiene honda repercusión en el proceso penal por vigencia
del aforismo nulla poena, nullum crimen sine lege praevia, que exige para condenar la
adecuación del hecho criminal con el tipo legal. Encierra tres subprincipios: el de reserva penal, el
de indispensabilidad del proceso previo y el de estado de inocencia.

Juez natural
El artículo 18 de la Constitución Nacional también contiene el principio del juez natural al establecer
que ningún habitante de la Nación puede: “ser juzgado por comisiones especiales o sacado de los
jueces designados por la ley antes del hecho de la causa”5.
Juez natural es el juez u órgano jurisdiccional designado por la ley anterior al hecho que provoca el
proceso.
A continuación, te mencionamos los jueces que no deben ser considerados naturales y, por lo tanto, están
prohibidos:

 Jueces ex post facto ( creados con posterioridad al hecho). Para cada perseguido
judicialmente sólo deber haber un tribunal con competencia determinada de antemano,
objetiva e imparcial.

3
Art. 110. Constitución Nacional Argentina. Op. cit.
4
Art. 18. Constitución Nacional Argentina. Op. cit.
5
Art. 18. Constitución Nacional Argentina. Op. cit.
12
 Jueces ad hoc (creados para juzgar determinados hecho o casos).

 Comisiones especiales: tribunales extraordinarios que, sin ser competentes (porque no


forman parte del Poder Judicial del Estado), intervienen o deciden en un proceso
determinado. Son creados de manera inconstitucional.

Lo que se impone es un tribunal permanente, en el que persista la figura del juez natural, aunque se
sustituyan los jueces que lo personifican (ej. jubilación del juez) y un tribunal competente que aplique el
principio de generalidad, contrariamente a la comisión especial. La función jurisdiccional la deben ejercer
magistrados instituidos previamente por la ley para juzgar una clase de asuntos o una categoría de
personas.

Inviolabilidad del derecho de defensa en juicio


La Constitución establece que no se puede violar la defensa en juicio de la persona y sus derechos. Se
refiere a la potestad que tienen el demandante y el demandado de defender sus derechos en el
proceso, en cualquier momento del desarrollo de este. Implica la posibilidad de todo particular que
intervenga en un proceso ( ya sea como actor, acusador o demandado) de ser escuchado, de
contradecir y de ofrecer prueba.

El juicio, en términos objetivos, es el camino o trámite para la realización de la justicia y no refiere


solamente a l juicio en sentido estricto, sino que abarca todo el proceso para asegurar que cada
una de las partes t i e n e la posibilidad de postular sus respectivas pretensiones. Presupone el
proceso regular y legal mediante el cual no se puede condenar a quien no ha sido oído y, como
contrapartida, prohíbe la declaración en contra de sí mismo.
La Corte Suprema de Justicia ha sentado que la garantía de la defensa en juicio requiere, por sobre todas
las cosas, que no se prive a nadie, arbitrariamente, de la adecuada y oportuna tutela de los derechos que
pudieren asistirle.
La defensa en juicio comprende la defensa técnica y el material. Esta última supone reconocerle al
justiciable el derecho de participar en la invocación o defensa de sus intereses. La técnica, por su parte,
establece la exigencia legal de un patrocinio letrado obligatorio y asegurarlo para el caso de carencia de
recursos.
Esta garantía se encuentra presente en cualquier tipo de proceso y comprende diferentes subprincipios: el
de la intervención en juicio, el de audiencia ante el tribunal, el de prueba de las cuestiones planteadas, el
de asistencia técnica y el de igualdad de oportunidades. A saber:
 La intervención en juicio importa la irrestrictible oportunidad de todo sujeto de derecho para
comparecer ante el tribunal y hacer valer sus derechos como pretendiente activo o pasivo. Esto
se realiza directamente o por representación legítima, ya sea como actor, acusador, demandado
o perseguido.
 La audiencia ante el tribunal es un impedimento para ser condenado sin ser oído previamente.
 La prueba de las cuestiones planteadas posibilita a las partes acreditar los extremos fácticos
que el tribunal asumirá en el proceso para la aplicación del derecho y fijación de los hechos.
 La asistencia técnica implica la facultad de las partes para hacerse asesorar durante el juicio
por abogados y, para el caso de pruebas específicamente reguladas, por peritos controladores.
Esta asistencia debe ser elección de las partes interesadas. En el proceso penal la asistencia
técnica es obligatoria y, en el caso que el imputado no eligiere un abogado de su confianza, el
Estado le nombrará un defensor oficial.
 Por último, el subprincipio de igualdad de oportunidades se refiere al equilibrio con
respecto a las oportunidades que deben tener las partes para hacer valer sus derechos y
garantías. Siempre que se otorga una oportunidad a una parte, hay una análoga para la otra.

13
La garantía de igualdad está contemplada en el Art. 16 de la C.N. y alude a la igualdad racial, de
rango social, laboral y principalmente, igualdad en el aspecto de la justicia.
Si bien se predica que todos los hombres son iguales ante la ley, no se desconoce que existen
diferencias de persona a persona, ya sea de orden físico o moral. Por ello, es la propia ley que
debe garantizar no excluirse o prohibirse a unos lo que se concede o garantiza a otros en las
mismas condiciones.
Procesalmente implica que debe atribuirse a cada una de las partes idénticas posibilidades de
actuación en el proceso. En iguales circunstancias, tendrán las mismas posibilidades. Algunas
instituciones que abrevan en este principio son el beneficio de litigar sin gastos, la asistencia técnica
para los carentes de recursos, etc.

El abuso del proceso


El artículo 10 del Código Civil y Comercial regula el instituto del abuso del derecho, que
también encuentra recepción en los cuerpos normativos procesales, a partir del principio de
moralidad y sus derivados: lealtad y buena fe procesal.
Las normas de derecho procesal delimitan y asignan los poderes de actuación de los sujetos
procesales con el objeto de realizar el derecho sustancial y hacer justicia. Los sujetos del proceso
deberían intervenir en el trámite observando la finalidad última del proceso; sin embargo, en muchas
ocasiones las estructuras procesales se utilizan para obtener ilegalmente más de lo que la ley
concede o no concede, y esto da lugar al abuso procesal.
Para que se cometa abuso procesal, se deben reunir ciertas condiciones. A saber:

a) que se ejercite una prerrogativa-facultad o potestad procesal;


b) que se observe una desviación del fin con que esa facultad, prerrogativa o potestad que fue
conferida por la ley;
c) que dicha conducta no se encuentre prohibida por ninguna norma procesal.

El acto abusivo puede provenir de cualquiera de las partes, incluso del propio juez, quien podría incurrir en
un exceso de formas que impidiera el acceso a la justicia. Asimismo, el acto además debe generar un
daño, una dilación o un retardo injustificado durante el curso del proceso o cuando se exige la aplicación a
ultranza de una norma procesal en desmedro del derecho de defensa e incurrir, de este modo, en un
exceso ritual manifiesto.
Duración razonable del proceso: para hablar de la duración razonable del proceso es útil tomar
como base el Código Procesal Penal de la provincia de Córdoba que expresamente establece en
su artículo 1, bajo el título garantías constitucionales, que el proceso no podrá durar más de dos
años, salvo las excepciones previstas en el Art. 337 de idéntico cuerpo normativo.

En igual sentido se expresa la Constitución de la Provincia de Córdoba en su artículo 39, cuando


reza: “todo proceso debe concluir en un término razonable”6.
El Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia no establece expresamente un plazo de
duración del proceso, aunque si comprende ciertos plazos fatales como los del juicio abreviado,
los plazos para oponer excepciones en el juicio ejecutivo, los plazos para recusar o interponer
recursos, o el artículo 121 que establece los plazos para el dictado de las resoluciones judiciales,
junto con el artículo siguiente que permite recusar con causa al juez que no lo resuelva en ese
plazo.

6
Art. 39. Constitución de la Provincia de Córdoba. 1987.

14
En los fueros de familia y laboral, las leyes organizativas responden a pautas modernas y sus
estadísticas reflejan que en la tramitación de los pleitos tienen mayor eficiencia y se cumplen
razonablemente con los plazos.
El acceso a la justicia. En virtud del Art. 49 de la Constitución de la Provincia de Córdoba, el
Estado debe prestar el servicio público de justicia a los interesados que la requieran para la
satisfacción de sus pretensiones. No obstante, existen restricciones de carácter patrimonial que a
veces condicionan la actuación en el proceso por lo que tanto la Constitución como el C.P.C. C. de
la Provincia, para evitar esta desigualdad, crearon el beneficio de litigar sin gastos, para permitirle a
las personas carentes de recursos acceder a la justicia (Art. 101 C. P. C. C. Córdoba).
En igual sentido, también se reglamentó el servicio de asistencia jurídica gratuita a cargo de
asesores letrados de los distintos fueros.

El derecho a la jurisdicción presenta un doble enfoque: por un lado, significa que el Estado debe
brindar el servicio público de justicia a los particulares que lo requieran, para obtener la satisfacción
de sus pretensiones. Por el otro, su vigencia importa que todo sujeto al que se le imponga una
modificación de su situación jurídica existente o una atribución de responsabilidad, tiene el derecho
de acceder al proceso judicial.

La Constitución de Córdoba incorpora de modo explícito garantías de acceso a la justicia como son
la acción de amparo (Art. 48 y 52), el acceso a la justicia propiamente dicho (Art. 49) y el derecho
de protección de intereses difusos o comunes (Arts. 53).

En la Carta Magna Nacional también se encuentra prevista expresamente la acción de amparo (Art.
43). Por su parte, el artículo 42 consagra garantías para los usuarios y consumidores de bienes y
servicios, ya que establece que las autoridades están obligadas a proveer protección y educación para los
habitantes.
El acceso a la justicia implica que el individuo pueda requerir la realización del derecho y la
solución de conflictos a través de una administración específica. Sin embargo, este acceso a veces
se ve impedido por obstáculos como la desigualdad, la prolongada duración de los juicios en el
tiempo o el alto costo de los procedimientos.
La desigualdad, por lo general, toca a personas de clases sociales más des validas, quienes tienen
una sensación generalizada de desamparo y desconfianza en el sistema de justicia y prefieren
solucionar los conflictos por vías de hecho.
Por su parte, cuando un proceso excede los límites razonables de duración, se convierte en un
serio obstáculo para el acceso a la justicia porque se resuelve con sentencia tardía y deja paso al
aforismo: “cuando la justicia llega tarde, deja de ser justa”. El trámite excesivo, el aumento de la
litigiosidad en todos los fueros, el congestionamiento, la mora y la demora no hacen más que
obstaculizar irremediablemente el acceso a la justicia por razones temporales.
Por último, el inicio y desarrollo del pleito tiene un alto costo de tramitación. Así, gastos y honorarios
profesionales son un impedimento cuando el costo supera límites razonables de acuerdo al valor del
asunto que se ventila.
Litigar supone solvencia económica porque el Estado grava las actuaciones judiciales con tasas y
aportes, a los que se debe sumar el costo de envío de cartas documentos, confección de actas
notariales, despacho de cédulas, etc. Esto hace que, en causas de poco monto, litigar es
antieconómico.

15
Sistemas procesales (Cap. II, pp.76 a 82)

Los sistemas procesales son los distintos modos de desenvolverse en el proceso, desde el punto
de vista externo, y que tienen estrecha vinculación con los principios formativos del proceso y la
teoría de los actos jurídicos procesales.
Sistema es una estructura orgánica diseñada por la ley a partir de ciertos principios o ideas
rectoras que le imprimen caracteres diferenciales.
Como el proceso e s una institución jurídica única, los sistemas o tipos procesales son los modos
de regular ese fenómeno y adecuarlo al criterio jurídico-político imperante y a la naturaleza de las
distintas cuestiones. De esto resulta que el proceso es único, pero los procedimientos son múltiples
y adoptan diferentes fisonomías o tipos.
La clasificación de los procedimientos depende de criterios políticos (relativos a la relación de los
particulares entre sí y de éstos con el Estado, la forma de satisfacer el interés público, etc.), criterios
jurídicos (la manera de garantizar el ejercicio de los derechos y garantías constitucionales, el derecho
de defensa o el ejercicio de los poderes de los órganos judiciales), y criterios económicos (la
posibilidad de abaratar costos y reducir el tiempo necesario para obtener una decisión final firme).
Características:
a) Relatividad: significa que no hay tipos absolutos, sino prevalentes. Ningún sistema se
manifiesta de manera pura, sino que se presentan combinaciones que varían según las
formas de organización y la evolución sociocultural.
b) Neutralidad a los juicios de valor: los tipos procesales no son buenos ni malos, ni justos, ni
injustos en tanto se trata de formas metódicas con cierto grado de abstracción. Entre dos
sistemas no podemos decir que uno sea mejor que otro, sino que uno sirve mejor que el
otro para determinados actos procesales.
c) Intercambiabilidad: en un ordenamiento pueden existir dos tipos antagónicos, según el
legislador, quien puede cambiarlos, transferirlos o hacerlos coexistir.

Tipo dispositivo

 Se sustancian pretensiones que no comprometen el orden público, sino sólo el interés particular.
Las partes son protagonistas.
 El juez es mero espectador hasta el momento de la decisión.

 El impulso del proceso queda en manos de las partes, quienes fijan la cuestión fáctica y el
poder de renunciar a ciertos actos del proceso.
 Las partes fijan los términos exactos del litigio a resolver (la petición deducida por el actor
marca el límite de lo que el juez puede otorgar en la sentencia principio de congruencia).
 Las partes son las que aportan el material probatorio necesario para corroborar sus
afirmaciones.

El procedimiento civil adopta prevalentemente el sistema o tipo dispositivo, es menester tener


presente que éste confía a las partes el estímulo de la función judicial y la determinación del tema de la
causa.
Al juez civil no se le permite tomar iniciativas tendientes a promover el proceso, ni valerse de hechos no
afirmados por las partes. Implica, por tanto, que el actor es el que inicia el proceso y lo impulsa cumpliendo
actividades procesales al efecto. Las partes tienen el poder de renunciar a ciertos actos del proceso.
16
Resulta claro entonces, que el poder de las partes se manifiesta, como regla general, en la
disposición de la relación jurídico procesal. Esto influye y se vincula con los poderes que las leyes
procesales brindan al juez y a las partes. En esta línea, señalamos que lo dispositivo se manifiesta en
tres aspectos fundamentales: a) en las facultades de las partes referidas al impulso inicial y
posterior; b) en la disponibilidad del objeto litigioso por las mismas; c) en la aportación de las
pruebas, que sólo le está reservado a los litigantes.
Además, el accionante y el accionado tienen total libertad y predominio para fijar el objeto litigioso
lo que determina los límites del juez para decidir. Correlativamente el juez debe fallar de acuerdo
con lo alegado y probado por las partes, u homologar lo acordado por ellas.
Sistema oral o escrito
El proceso oral es aquel que se utiliza en el acto procesal mediante el uso de la palabra por sobre
la escritura. En estos casos, el tribunal solamente puede tener en cuenta el material procesal
enunciado oralmente en la audiencia.
En cambio, el trámite será escrito cuando el tribunal solamente pueda tener en cuenta el material
procesal suministrado bajo la formalidad o recogido en actas. El tipo escrito supone que toda la
actividad procesal se traslade, sin excepción, a la expresión gráfica de la escritura; que sirve además
de vehículo de expresión, de medio de conservación y comunicación de la materia procesal.

No existen tipos orales o escritos puros. En una u otra secuencia aparece el dominio de la palabra
o de la escritura, por lo que puede hablarse de prevalencia oral o escrita, lo cual no excluye la
existencia de actos escritos u orales en uno u otro sistema.
En la Provincia de Córdoba, el proceso civil es escrito y se rige por reglas absolutamente formales,
mientras que la oralidad es propia de otras ramas como la penal, laboral o de familia.
Ventajas del sistema oral:

 Inmediación: comunicación directa entre el juez, las partes y los órganos de prueba.

 Favorece la recepción de la concentración procesal en la unidad del debate oral. La


concentración supone la reunión de la mayor cantidad de actividad procesal en el menor
número de actos posibles.

 Acelera los trámites judiciales al dotarlos de sencillez en las formas procesales y acorta los
tiempos del proceso.
Ventajas del sistema escrito:
 Facilita el estudio y la reflexión de los jueces. Aleja peligros de la improvisación y la ligereza.

 Favorece la publicidad y la permanencia: las actuaciones quedan fijas y permanentes, por ello
en cualquier momento pueden ser reconstruidas y examinadas.
Dado que los sistemas no pueden encontrarse en estado puro y atento que el interés social
reclama soluciones rápidas y económicas, es que en la actualidad se requiere de un sistema que
conjugue la oralidad y la escritura, extraiga de uno y otro aquellos elementos valiosos para que sean
aprovechados en la actividad procesal.

Sistema de instancia única o plural


La doble instancia supone la existencia de dos órganos jurisdiccionales que actúan con un orden de
prelación y jerárquico en momentos diferentes.
El superior tiene el poder-deber de revisar, por vía de recursos ordinarios, la apreciación de los
hechos y la aplicación del derecho efectuada por un juez de primer grado en su resolución. El juez
17
de primera instancia es competente desde la presentación de la demanda hasta la resolución de
mérito o sentencia, luego alguna o ambas partes pueden interponer un recurso ordinario que abre
la competencia del tribunal de segunda instancia.

En nuestro país, por lo general, el trámite de doble instancia domina en los procesos civiles; en
tanto que la instancia única se identifica con el trámite oral propio del proceso penal, familiar y
laboral. En la doble instancia, el juez de primera instancia actúa de manera unipersonal, mientras
que el tribunal de alzada lo hace de manera colegiada. Cuando el trámite es oral, el tribunal se
integra por tres miembros, aunque en la actualidad se admite en casos excepcionales la
integración con salas unipersonales.
Como ventaja, el sistema de doble instancia ofrece una mayor garantía ya que al componerse de distintos
miembros se busca sumar criterio y experiencia. Además, la revisión permite que las partes aporten
nuevos elementos de prueba omitidos en la primera instancia.

Por su parte, los defensores de la oralidad en única instancia argumentan a su favor la agilidad y la
vigencia de la inmediación.

Tabla 1: Tipos o sistemas procesales desde el punto de vista de los poderes del juez y de las
partes para la aportación del material de conocimiento

Dispositivo Inquisitivo
 Iniciativa de la parte.  Iniciativa del oficio.
 Disponibilidad del derecho  Impulso del oficio.
material.  El juez tiene facultades de
 Impulso procesal. investigación.
 Objeto del proceso (tema  El imputado carece de
decidendun). derechos.
 Aportación de los hechos y las  Proceso penal.
pruebas.
 Proceso civil.

Fuente: elaboración propia.

Tabla 2: Tipos o sistemas procesales desde el punto de vista de las formas de comunicación y
expresión en el proceso

Sistema oral Sistema escrito


 Prevalece la palabra por sobre la  Prevalece la escritura por
escritura. sobre la palabra.
 Favorece la inmediación,  Favorece la seguridad jurídica,
concentración y economía el estudio y reflexión de los
procesal. jueces.
 Celeridad.  Proceso civil.
 Proceso penal, laboral y de
familia.

Fuente: elaboración propia.

18
Tabla 3: Tipos o sistemas procesales desde el punto de vista de la organización judicial

Doble instancia Instancia única

Fuente: elaboración propia.

Principios o reglas que gobiernan el proceso y reglas


procesales (Cap. II, pp. 83 a 92)

Los principios del proceso son los presupuestos políticos que determinan la existencia funcional de
un ordenamiento procesal cualquiera.

Debido al diferente predicamento entre uno u otro principio, merece especial atención individualizar
cada uno de ellos y definir su contenido, de tal modo que de su conformación surgirá cada sistema
procesal.

La adopción de un principio y el descarte de otros por parte del legislador, responde a razones de
política procesal. Cada código procesal puede definirse en virtud de sus directivas y orientaciones
fundamentales, las cuales se concretan en los principios procesales.
Publicidad
En virtud de este principio, los actos procesales deben ser pasibles de conocimiento incluso por
quienes no participan del proceso como partes, funcionarios o auxiliares. Se fundamenta en la
conveniencia de acordar a la opinión pública un medio para controlar la conducta de magistrados y
litigantes, además de cumplir una función educativa.

Establece el Art. 68 del C. P. C. C. Córdoba.: “el expediente será de conocimiento público, salvo que
la ley disponga lo contrario, o que el tribunal lo decida por razones de seguridad, de moral o en
protección de alguna de las partes”7.
De este modo, las partes o cualquier interesado podrán consultar el expediente en la oficina. En
general la publicidad se manifiesta en los distintos actos del proceso: en las audiencias, en la

7
Art. 68- Ley N° 8465 (1995) Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Córdoba. El Senado y
la Cámara de Diputados de la provincia de Córdoba.

19
discusión de las pruebas, en la motivación del fallo y en su publicación.

Oralidad
Es uno de los principios que cada vez e s t á más presente en los procedimientos. Por regla
general pertenece al proceso penal, donde los actos procesales se realizan a viva voz y sólo
quedan algunas constancias escritas, no permitiéndose el uso de memoriales ( salvo excepciones).
Beneficia la rapidez y la comunicación entre el tribunal, las partes y las pruebas ofrecidas.

Inmediación
Implica la directa, personal y pública comunicación del juez con las partes, sus letrados y el
material probatorio. Existe contacto directo, sin intermediarios, entre las cosas y las personas del
proceso y el juez, que debe ser el mismo que luego dicta sentencia.
Este principio tiene plena vigencia en los procesos orales, mas no tanta en los escritos.

Autoridad
Es un principio que podría definirse como “nuevo” en la evolución del derecho procesal. El mismo
refleja la incidencia que tiene el juez en el proceso, considerado como poder del Estado político. El
juez tiene un complejo de poderes-deberes limitados por la ley para administrar justicia y es
entendido como director y conductor del proceso con incidencia en la formación del material de
cognición y en la vigilancia de la conducta de los justiciables.
Esta figura de juez director deriva del principio de publicidad del proceso en el que el Estado es
también un sujeto interesado en su resolución.
No obstante, la mayoría de los códigos procesales civiles del país aún sostienen la figura del juez
neutral, derivado de una concepción liberal-individualista. El juez es un mero espectador de la
contienda judicial y no interviene en el proceso en forma activa, cuya iniciativa, impulso, conducción y
disposición es un atributo del justiciable. El juez no actúa de oficio sino a petición de parte
(principio de rogación).

Bilateralidad o contradicción
Es un principio que encuentra raigambre constitucional en el legítimo derecho de defensa en juicio. La
bilateralidad o contradicción alude que toda decisión judicial debe ser tomada luego de que ambas
partes tuvieron igual oportunidad de ser oídas. Implica la posibilidad de alegar y probar, aunque no
interesa que la parte efectivamente se pronuncie, basta con que se le otorgue una razonable
oportunidad de defenderse o de cumplir con la carga procesal de expresarse, de ofrecer, producir y
controlar la prueba (Art. 210 C. P. C. C. Córdoba).

Los actos de comunicación procesal van desde la simple notificación, hasta el traslado o vista para
contestar la demanda.
En nuestra legislación se advierten numerosas disposiciones que imponen la noticia de las partes,
como el Art. 142 “las providencias y resoluciones judiciales no obligan si no son notificadas con
arreglo a la ley”8 y otras normas que prevén sanciones por la violación del principio, como la teoría
de las nulidades procesales (arts. 76 a 78) y los recursos de apelación o casación por violación de
las formas o solemnidades (arts. 362 y 383, Inc. 1) ambos del C. P. C. C. Córdoba.

8
Art. 142- Ley N° 8465. Op. cit.

20
También existen excepciones a la obligación de comunicación como, por ejemplo, las medidas
cautelares, que pueden ordenarse sin ser notificadas y ello no implica derogación del principio, sino
que tan sólo que se difiere el contradictorio por la especial naturaleza del acto.

Formalismo
Las formas son la manera o el “cómo” deben exteriorizarse ciertos actos procesales. Este
principio postula que la actividad que se cumple en el proceso debe llevarse a cabo de acuerdo a
ciertas condiciones de lugar, tiempo y modo.
Tradicionalmente el principio ha presentado dos formulaciones opuestas: el de libertad de formas y
el de legalidad. El primero postula que el proceso debe desarrollarse sin formas preordenadas o
predeterminadas y las partes pueden cumplir la actividad según sea lo más adecuado para ellas.
El sistema de legalidad establece que la ley señala rígidamente las condiciones que debe reunir un
acto procesal, las partes no pueden convenir los requisitos y el juez no tiene facultades para
arbitrar otras modalidades que las fijadas por la ley.

Las formas procesales son establecidas como garantía del justiciable y se basan en el principio de
seguridad jurídica.
El apego riguroso al sistema de legalidad degeneró antiguamente en lo que se denomina
“formalismo”, que eleva la forma en un ritual excesivo y que trata principalmente de fórmulas
abstractas.
En la actualidad, vinculado al tema del juez director, se postula un sistema de adecuación de las
formas, de adaptabilidad y de elasticidad o flexibilidad. El juez cuenta con un margen de
discrecionalidad que debe ejercer prudentemente a fin de procurar la seguridad jurídica.
El abuso del formalismo el cual se ha presentado en algunos fallos judiciales conduce a lo que
se ha denominado como exceso de rigor formal o exceso ritual manifiesto. El caso “Colalillo”
sentó un precedente en la Corte Suprema de Justicia al determinar que el proceso “no puede ser
conducidos en términos estrictamente formales” (Fallos 238: 550). El exceso ritual manifiesto se refiere
a la exagerada sujeción a normas formales y el consiguiente ritualismo que se concibe como una
desnaturalización de las formas. La idea de verdad jurídica objetiva, se refiere a los hechos de la causa
y a la actitud del juez frente al dato procesal, según como aparecen en el proceso. Berizonce, junto a
Calamandrei, nos dice que no se trata de considerar al proceso como un rito que deber ser observado
como una suma de actos que en sí mismos constituyen una finalidad; las formas procesales no son
válidas en sí mismas, de manera que no tiene cabida en el proceso moderno el principio de que las
formas deben ser observadas por sí mismas. Por el contrario, el principio es el de finalidad de las
formas. La verdad real consiste en la búsqueda de cómo acontecieron los hechos históricamente. La
verdad formal se remite a la búsqueda de la verdad la cual surge del expediente de lo que las partes
acreditaron o probaron. La doctrina sostiene que estos conceptos han sido superados por el concepto
de verdad jurídica objetiva o verdad procesal. La figura de “verdad jurídica objetiva” nació, en el
derecho argentino conectada con la del “exceso ritual manifiesto”, a su vez,
simultáneamente, ambas se han relacionado con la especie del “servicio de la justicia”.

Economía procesal
Este principio comprende dos aspectos fundamentales: la reducción de gastos y la reducción de
esfuerzos o de actividad. Su adopción supone procedimientos que no resulten altamente costosos
y que no se extiendan excesivamente en el tiempo.
La economía de gastos pone su acento en el aspecto financiero del proceso e implica que el costo del
juicio no sea un obstáculo que impida a las partes su inicio. Los procedimientos generan gastos y esto
no pueden evitarse, pero sí pueden ser postergados en atención a ciertas circunstancias; o bien
resolver su eximición por el contenido social de la cuestión que se presenta de modo que los gastos de
un juicio no sean un obstáculo para el acceso a la justicia de las personas menos pudientes.

21
Existen dos reglas que colaboran con la economía procesal: la eventualidad y la concentración. La
eventualidad es un principio derivado de la economía y se refiere al ejercicio de ciertas facultades
de las partes, concretamente, supone la simultaneidad en el ejercicio de una facultad, que puede
ser de alegación o de impugnación.

Se aprovecha la oportunidad que la ley acuerda para la acumulación eventual de las actividades de
ataque y de defensa. Por ejemplo, el Art. 183 del C. P. C. C. de Córdoba prevé que la oposición
de excepciones dilatorias, deben deducirse simultáneamente.
La concentración, por su parte, procura reunir la mayor cantidad posible de actividad procesal en
el menor número de actos posible. Importa reducir la cantidad de actos procesales con un criterio
de razonabilidad (el proceso oral favorece la concentración). Apunta a evitar que los procesos se
prolonguen en el tiempo y tengan de este modo una duración razonable.

Son ejemplos de concentración los Art. 507 y 508 del C. P. C. C. de Córdoba. El primero de ellos
establece que la prueba deberá ofrecerse con la demanda bajo pena de caducidad. El Art. 508
regula la contestación de la demanda en el juicio abreviado y establece que el demandado deberá
comparecer y contestar la demanda en el lapso de seis días y, en su caso, oponer excepciones o
deducir reconvención, como así también deberá ofrecer toda la prueba de que haya de valerse.

Adquisición procesal

Este principio predica que los resultados de la actividad procesal cumplida por las partes en el
proceso se incorporan a él de manera que los actos cumplidos benefician o perjudican a cualquiera.
Así, el juzgador puede valorarlo independientemente del sujeto que lo haya aportado. Los actos
incorporados al proceso son adquiridos por éste, se despersonalizan y desde entonces, las partes
no tienen disposición libre sobre ellos.

Moralidad

Este principio se encuentra presente y rige todas las etapas del proceso. A través del mismo no
se trata de dar contenido jurídico a deberes morales, sino que se busca asumir un imperativo ético
en las distintas figuras procesales.

Puede conceptualizarse como el conjunto de reglas de conducta, presididas por el imperativo ético,
al que deben ajustar su comportamiento procesal todos los sujetos procesales (el juez, las partes y
demás participantes).

Es comprensivo de otros subprincipios que lo enriquecen, a saber: la lealtad, la probidad y la buena


fe procesal. Sin embargo, estas reglas que gobiernan el proceso deben conjugarse con el legítimo
derecho de defensa en juicio. Es decir, existen actitudes como la reticencia, la intemperancia, la
agresividad, la obstrucción o la ambigüedad que hacen a la inmoralidad y poca lealtad, no obstante, el
juzgador deberá precisar los límites de estas conductas para no afectar tampoco la inviolabilidad de
la defensa en juicio.

En los códigos de forma no se encuentran previstos estos principios, sino que se establecen
expresamente las sanciones por los desvíos.

El Art. 45 del C.P.C. de la Nación impone a la parte o a su letrado una multa cuando la conducta
sea declarada maliciosa o temeraria. En igual sentido se expresa el C.P.C.C. de la Provincia de
Córdoba en sus artículos 83 y 84 cuando las partes no actúen con probidad y buena fe.

22
Reglas procesales (Cap. II, pp. 89 a 92)
Impulsión
Impulsar es hacer avanzar el proceso a través de las distintas etapas. Este principio caracteriza al
sistema dispositivo e implica que el estímulo de la función jurisdiccional corresponde a las partes,
que son las encargadas de empujar el proceso. De este modo la impulsión inicial en el proceso
civil corresponde al actor, toda vez que el juez no puede actuar de oficio.

La impulsión de mantenimiento en el proceso civil también corresponde a las partes y, en el caso


que estas no cumplan actividades para que el proceso avance, se produce su muerte por
inactividad en lo que se denomina perención de instancia.

Preclusión

Regla procesal que parte de considerar al proceso dividido en etapas que se desarrollan en forma
sucesiva, siendo que el tránsito de una a otra implica la superación y conclusión de la anterior,
por lo que la preclusión impide el retroceso a la fase agotada. También impide la realización
de la actividad cumplida.

Por efecto de la preclusión se genera la pérdida de un derecho por el incumplimiento de una carga
procesal.
Cada actividad procesal destinada a una finalidad específica debe ser cumplida en un momento
determinado, de otro modo, la actividad no sería susceptible de producir efectos útiles.
La efectiva vigencia de la preclusión se garantiza a través de las sanciones procesales de nulidad
o de inadmisibilidad. La primera se aplica cuando el acto procesal se cumple en inobservancia a la
preclusión (ej. se formula una liquidación final apartándose de lo establecido en la sentencia, por lo
que se vulnera la cosa juzgada). Por su parte, la sanción procesal de inadmisibilidad se aplicará
cuando se intente producir un acto procesal una vez vencido el plazo fijado por la ley para ello o
cuando se hubiere declarado la pérdida del derecho a petición de parte.

23
Competencia (Cap. III, pp. 93 a 118)

Figura 2

Fuente: elaboración propia.

24
Concepto: La función judicial nace con la prohibición de la defensa propia de los intereses, de allí que
el Estado Moderno imponga que sea un tercero quien intervenga en la resolución de los conflictos. La
función judicial de cada Estado se atribuye al Poder Judicial, por lo que la función jurisdiccional
comprende tanto la creación y constitución de los órganos encargados de administrar justicia, como la
determinación de sus facultades y la fijación de las reglas para la tramitación de los juicios. Más
precisamente, la actividad jurisdiccional (motivo de estudio de esta unidad) se delimitó como un “poder-
deber” del Estado político moderno para dirimir a través de órganos específicos conflictos entre los
particulares con la finalidad de proteger el orden jurídico alterado. Si bien el Poder Jurisdiccional es
único, es imposible que un solo juez pueda dirimir la totalidad de los conflictos suscitados, es por ello, y
por razones de una adecuada administración de justicia que este poder único se divide en
competencias. Couture (1997) sostiene que la competencia es la medida de la jurisdicción, si ésta es el
género, la competencia es una especie dentro de aquélla. La jurisdicción por ser única no puede
medirse, cada juez la tiene íntegramente. La jurisdicción es la potestad soberana del Estado, la
cumplen órganos públicos predispuestos conforme a un procedimiento legalmente regulado, para
resolver los conflictos intereses subjetivos; culmina con una resolución que puede cumplirse
coactivamente. La competencia responde a exigencias técnico-jurídicas de política procesal, a
cuestiones de orden práctico tendientes a delimitar la actuación de un determinado tribunal. Es la
facultad que cada juez tiene para ejercer la jurisdicción en determinados asuntos y dentro de cierto
territorio.
Como ya viste, los presupuestos procesales son requisitos necesarios o indispensables para la
constitución de una relación jurídico procesal válida, dentro de estos requisitos ineludibles para la
constitución de un proceso válido nos referimos a la competencia del juez o tribunal (órgano
jurisdiccional). ¿Recuerdas cuáles y cuántos son los presupuestos procesales para la constitución de
la relación jurídico procesal válida?

Punto de vista objetivo: es la órbita jurídica dentro


de la cual el tribunal ejerce su jurisdicción. Se
considera el ámbito geográfico o material.
Concepto de
competencia
Punto de vista subjetivo: es la aptitud reconocida por
la ley a determinados tribunales para entender en
determinadas causas con exclusión de otras.
Es la capacidad o aptitud que la ley reconoce a un
órgano o conjunto de órganos judiciales para ejercer
sus funciones respecto de una determinada
categoría de asuntos o durante una determinada
etapa del proceso (Palacio, 2007, p. 366).

En la competencia es imposible pensar en un juez único.

La competencia es una herramienta mediante la cual se reparte la facultad de juzgar


entre distintos órganos jurisdiccionales que coexisten en tiempo y lugar.

25
Sus características son:

 Debe estar fijada previamente por ley: el justiciable debe saber de antemano que existe un
órgano jurisdiccional con competencia atribuida en la ley para conocer del asunto que le aqueja.
 Es de orden público: los particulares no pueden disponer de la regla de la competencia ni
modificarla en cuanto a su distribución.
 Es indelegable: los actos atribuidos al juez deben ser cumplidos indefectiblemente por él, salvo
excepciones en que puede encomendarse a otros órganos (Art. 291 C. P. C. C. Córdoba).
 Es improrrogable: la competencia no es prorrogable. La distribución pertenece a la ley y las
partes no podrán conferir otras competencias ya sea por razón de la materia, grado o valor a
otro órgano jurisdiccional. La competencia es prorrogable solamente cuando en el caso concreto
no prima el interés público y las partes, mediante un convenio escrito, hayan elegido otro juez
para que conozca el conflicto (expresa). O cuando una de las partes realice actos que
impliquen renunciar a la competencia del juez determinado por ley y la otra no se oponga, ej.
interponer demanda ante un juez incompetente y que el demandado no se oponga (tácita).

Criterios para la distribución. Prorroga (Cap. III, pp. 96 a 109)


El legislador consideró diferentes factores para fundamentar el reparto de la competencia, entre ellos
podemos mencionar a los siguientes:
a) Especialización y naturaleza de las causas: las diversas ramas del derecho se hacen
cada día más complejas por la mayor cantidad de situaciones que el ordenamiento jurídico
tiende a resolver y por las modificaciones sociales, económicas o laborales. Esto permite
concluir que sería inconcebible que un magistrado conozca todas las ramas del derecho y
resuelva con serenidad y justicia en cada una de ellas. A través de la competencia, a cada
magistrado se le facilita la tarea de comprender cuál es la naturaleza de la cuestión a
resolver, el objeto del litigio, el estado civil de las personas, el valor económico de la
pretensión. Existe un criterio de distribución de competencia por la materia, que se refiere a
las distintas ramas del derecho sustantivo: civil, penal, laboral, contencioso administrativo,
etc.

b) Funcional o el orden jerárquico: este criterio se funda en la conveniencia de diversificar el


ó r g a n o jurisdiccional para el ejercicio de la función cognoscitiva y la ejecutiva. Se trata de
la competencia por razón del grado en el fuero civil entre el juez de primera instancia y la
Cámara en lo Civil. El orden jerárquico es establecido como una garantía para el justiciable.

26
Figura 3: Doble instancia

Fuente: elaboración propia.

c) División del trabajo o turno: existe una división del trabajo entre jueces de una
misma circunscripción judicial que atienden la misma materia y dentro del mismo
grado. Además existen dos métodos para distribuir las causas que ingresan: la
recepción de causas dentro de un período limitado de tiempo (utilizado en materia
penal, cada fiscalía de instrucción se encuentra de turno una semana) y la
recepción de un número determinado de causas (se utiliza en materia civil).
En el Poder Judicial de Córdoba, se instituyó un sistema informático de
seguimiento de los expedientes (Sistema de Administración de Causas “S.A.C”).
Se creó la mesa de entradas general del fuero Civil y Comercial de la ciudad de
Córdoba donde los letrados presentan los expedientes y el sistema informático
establece una distribución azarosa, equilibrada y equitativa de ingresos entre los
tribunales comprendidos.

d) La dimensión territorial: tampoco es posible que un mismo tribunal atienda los


conflictos suscitados en un extenso ámbito territorial o densamente poblado. Surge la
competencia territorial por la que se distribuyen zonalmente las causas de una misma
materia entre diversos tribunales. Esta distribución busca la aproximación del tribunal a
la persona, cosa o hecho que debe considerarse como el centro del despliegue
jurisdiccional en la correspondiente causa. En razón del territorio, la competencia puede
distribuirse por el lugar de la cosa, el domicilio del demandado, el lugar de
cumplimiento del contrato o el lugar del contrato. En cuanto al territorio, la competencia
se divide en:
- Circunscripciones judiciales: en orden provincial y nacional. En la provincia
de Córdoba la Ley Orgánica del Poder Judicial en su Art. 115, divide al Poder
Judicial en diez circunscripciones estableciendo así el Mapa Judicial.

27
Figura 4: Mapa Judicial y departamentos

Fuente: Colegio de abogados de Villa Dolores, s.f. recuperado de


http://www.abogadosexta.com.ar/page/mapajud.php#prettyPhoto

El C.P.C de Córdoba rige esta competencia en los Art.6º a 8º

ARTICULO 6.- CON excepción de los casos de prórroga expresa o tácita, y de las reglas
especiales contenidas en este Código o en otras leyes, será tribunal competente en razón
del territorio:

1) Cuando se ejerciten acciones reales sobre bienes inmuebles, el del lugar en que está
situado el bien litigioso. Si la acción se refiere a varios inmuebles de diversa ubicación, o a
uno solo pero situado en más de una circunscripción o competencia territorial, el del lugar en
que se halle cualquiera de ellos o alguna de sus partes, que coincida con el domicilio del
demandado, o de uno de los demandados, si fueran varios. No concurriendo tales
circunstancias, será el del lugar en que esté situado cualquiera de los bienes, a elección del
demandante.

Quedan incluidas en esta regla las acciones de división de condominio, de mensura y


deslinde, de desalojo, posesorias, las de restricciones y límites del dominio, medianería,
prescripción adquisitiva y las derivadas de la ley de expropiación.

2) Cuando se ejerciten acciones reales sobre bienes muebles, el del lugar en que se
encuentren.

3) Cuando se ejerciten acciones que versen sobre bienes muebles e inmuebles a la vez, el
que corresponda según la regla del inc. 1).

4) Cuando se ejerciten acciones personales derivadas de contratos, el del lugar convenido,


expresa o tácitamente, para el cumplimiento de la obligación; a falta de éste, el del lugar de
su celebración.

5) Cuando se ejerciten acciones personales por responsabilidad extracontractual, el del


lugar del hecho.

28
6) Cuando se reclamen alimentos o litis expensas, el del domicilio del beneficiario.

7) Cuando se ejerciten acciones personales y sean varios los demandados y se trate de


obligaciones solidarias, indivisibles o mancomunadas, y no estuviere convenido el lugar de
cumplimiento de la obligación, el del domicilio de cualquiera de aquéllos, a elección del
actor.

8) Cuando se ejerciten acciones cartulares, el del lugar en que la obligación debe ser
cumplida.

9) Cuando se ejerciten acciones sobre rendición o aprobación de cuentas, el del lugar donde
éstas deben presentarse.

10) Cuando se ejerciten acciones fiscales por cobro de tributos o multas, el del lugar del bien
o actividad gravados, o sometidos a inspección, inscripción o fiscalización.

11) Cuando se ejecuten sentencias dictadas fuera de la Provincia, el del lugar donde deben
cumplirse.

12) Cuando se pida segunda copia o rectificación de errores de escrituras públicas, el del
lugar donde se otorgaron o protocolizaron.

13) Cuando se solicite protocolización de testamentos, el del lugar donde debe iniciarse la
sucesión.

14) Cuando se ejerciten acciones derivadas de relaciones societarias, el del lugar del
domicilio social inscripto. Si la sociedad no requiere inscripción, el del lugar del domicilio
fijado en el contrato; en su defecto, o tratándose de sociedades irregulares o de hecho, el
del lugar de la sede social.

15) Cuando se ejerciten actos de jurisdicción voluntaria, el del domicilio de la persona en


cuyo interés se promueven.

En los casos de los incs. 1), 2), 3), 4), 5), 6), 8), 9), 10) y 14), habiendo un solo demandado,
el actor puede optar por el del lugar del domicilio de aquél. Si los demandados fueren varios,
tiene igual opción si todos ellos tienen el domicilio en el mismo lugar, incluso en los casos
del inc. 7).

Las mismas reglas son aplicables aunque mediare prórroga expresa, salvo que ello afecte la
defensa en juicio del o los demandados.

En todos los casos en que se ejerciten acciones personales y el demandado no tuviere


domicilio conocido, será tribunal competente el del lugar en que se halle o en el de su última
residencia.9

Prórroga de competencia: En primer lugar, debemos tener en claro el principio general de


improrrogabilidad de la competencia establecido en el C. P. C. C. Córdoba) en su Art. 1. “Principio
General. Excepciones. La competencia atribuida a los tribunales provinciales es improrrogable, con
excepción de la territorial. Esta última podrá ser prorrogada por las partes y la incompetencia del
tribunal no puede ser declarada de oficio”10.

Entonces por regla general, la competencia es de orden público e improrrogable; sin embargo,

9
Art. 6 Ley Nº 8465. Op. cit.
10
Art. 1- Ley Nº 8465. Op. cit.

29
existen supuestos excepcionales que permiten que el pleito se radique ante un tribunal distinto al
que tenía que intervenir.
No son prorrogables la competencia en razón del grado y la materia.
Son prorrogables las cuestiones claramente patrimoniales y en relación al territorio por lo que
sosteníamos que la competencia territorial es relativa.
La prórroga de competencia se encuentra expresamente regulada en los artículos 2, 3 y 4 del C. P.
C. C. Córdoba

Prórroga. Supuestos: La competencia territorial es prorrogable por sumisión de las


partes a tribunal que, por razón de la materia, de la cuantía del derecho litigioso y
de la jerarquía que tenga en el orden judicial, pueda conocer del asunto que ante él
se prorroga.11

Entendemos por improrrogabilidad de la competencia que no se puede cambiar a un tribunal que ha


instituido la ley como competente por otro, ya sea en razón de la materia, el grado o funcionalidad.
La competencia territorial se prorroga cuando la ley procesal reconoce a las partes la facultad de
producir un desplazamiento de competencia del juez que resultaría competente según las reglas de
competencia territorial (establecidas en el Art.6) a otro juez que es incompetente territorialmente por
acuerdo de partes (prorroga expresa); o cuando el actor entable la demanda y el demandado la
conteste y no oponga excepción de incompetencia.
El C. P. C. C. Córdoba establece en el Art. 3 Los modos de prórroga:

La prórroga puede ser expresa o tácita. Será expresa, cuando los interesados
manifiesten explícitamente y por escrito su decisión de someterse a la competencia
del tribunal a quien acuden. Será tácita, cuando el actor inicie la demanda ante un
tribunal distinto al que corresponde en razón de la competencia territorial, y el
demandado la conteste, deje de hacerlo, u oponga excepciones previas sin declinar la
competencia.
En todos los casos, la prórroga se operará sin necesidad del consentimiento del
tribunal.12

Competencia por conexidad. Fuero de atracción

Por razones de economía procesal, cuando entre dos o más asuntos haya alguna conexión, la ley
determina que sea un mismo juez el que intervenga.
Existen causas de interés público y privado en la acumulación. Las primeras porque tienden a
evitar el dictado de sentencia contradictorias entre asuntos relacionados. Las razones de interés
privado se vinculan con la economía procesal y el ahorro de costos y esfuerzos.

11
Art. 2- Ley Nº 8465. Op. cit.
12
Art. 3- Ley Nº 8465. Op. cit.

30
La conexión puede tener razones subjetivas, objetivas o causales y será competente para entender el
juez que entienda sobre la materia principal o el que intervino primero en el tiempo.
Fuero de atracción: se aplica en los procesos universales como los juicios de sucesión y concursos
o quiebras. Por regla general estos producen el desplazamiento de todas las pretensiones de
contenido económico iniciadas contra el patrimonio del causante o concursado, hacia el juez de la
sucesión o concurso o quiebra.
Se justifica en razones de índoles jurídicas y prácticas: el patrimonio es prenda común de los
acreedores y es conveniente que sea un solo juez para tratar forma conjunta y simultánea todas
las pretensiones deducidas contra el caudal común. De esta forma se otorga certeza al derecho que
se declara en acciones independientes pero que se encuentran vinculadas.
En materia de sucesiones, el fuero de atracción está contemplado en el artículo 2.336 del C.C. y
C. de La Nación, siendo por ello una norma procesal en un código de fondo y, por l o tanto, con
alcance nacional; aunque solamente alcanza a las pretensiones con contenido patrimonial, toda vez
que las acciones personales deberán tramitarse ante el juez de familia.
Al imponerse por razones de orden público por el hecho de que pueden verse afectadas muchas
personas, por lo general indeterminadas, el fuero de atracción es improrrogable e irrenunciable y en
consecuencia debe ser aplicado de oficio por el tribunal.

Una vez concluido el juicio sucesorio o finiquitada la quiebra o el concurso, el fuero de atracción
también finaliza.

Cuestiones de competencia: Declinatoria de competencia,


inhibitoria. Conflictos de competencia (Pág. 110 a 112)
Existe cuestión de competencia cuando alguna de las partes u otro tribunal desconoce a un órgano
jurisdiccional en su competencia para intervenir en un proceso. O cuando dos o más órganos
judiciales declaran carecer de dicha aptitud.
Pueden plantearse de oficio o a petición de parte. El C. P. C. C. Córdoba en su Art. 9 declara: “Las
cuestiones de competencia sólo podrán promoverse por vía de declinatoria, con excepción de las
que se susciten entre jueces de distinta competencia territorial, en las que procederá también la
inhibitoria.13”
Declinatoria de competencia: Es la vía procesal mediante la cual el demandado se presenta, ante
el juez que interviene y le solicita que decline su intervención en el proceso, es decir, se declare
incompetente. Se plantea como excepción de incompetencia (Art.184 Inc.1 del C. P. C. C. Córdoba) y
deberá hacerse valer en la oportunidad que fija la ley según fuere el tipo de procedimiento.
Es necesario aclarar que participa necesariamente en todas las cuestiones de competencia el Ministerio
Público Fiscal (Art. 33 de la ley Nº 7826).
Una vez declarada procedente la declinatoria planteada como excepción de incompetencia, el tribunal, a
pedido de parte, remitirá la causa al tribunal que se considera competente, si pertenece a la Provincia, en
caso contrario, ordenará su archivo.
Inhibitoria de competencia: Es la vía procesal por la cual el demandado se presenta ante el juez
que considera competente y le solicita que se declare competente por lo cual se comunique con
el juez que interviene para que se inhiba de seguir actuado.

13
Art. 9- Ley Nº 8465. Op. cit.

31
Conflictos de competencia
El conflicto de competencia se suscita cuando dos órganos se declaran competentes o incompetentes
para entender en un mismo proceso.

Competencia federal

Estado Federal: dos esferas de gobierno: nación y provincias.

Justicia provincial u ordinaria y justicia federal, extraordinaria o de excepción: Es la facultad


reconocida a los órganos que integran el Poder Judicial de la Nación para ejercer sus funciones en
los casos, respecto de las personas y en los lugares especialmente determinados por la Constitución
Nacional.

Los artículos 116 y 117 de la Constitución Nacional establecen los asuntos que incumben a la
competencia federal.

Caracteres:
1. Pública y origen constitucional.
2. Taxativa.
3. Limitad a y de excepción: la C.N. establece taxativamente sus límites, no hay ley, interpretación
ni voluntad de parte que pueda extenderlos a otros casos.
4. Contenciosa: nunca procede de oficio y solamente se ejerce la judicatura cuando es solicitado
a instancia de parte.
5. Privativa y excluyente: las causas que se asignan a la justicia federal no pueden ser abordadas
por la justicia provincial. Si se involucra en cualquier estado del proceso, debe declararse
incompetente. En casos de competencia concurrente entre Nación y provincias, la ley nº 927
sustrajo del fuero federal este tipo de causas (en casos en que el fuero federal proceda por
distinta vecindad o nacionalidad de las partes, cuando la cuantía del asunto no exceda de un
determinado monto, así como los juicios universales).
También se admite la prórroga de competencia cuando el demandado extranjero o vecino de otra
provincia no opone la excepción pertinente, entendiéndose por ello que renuncia al fuero federal.

Criterios para su determinación


A fin de elucidar si una causa corresponde ser resuelta por los tribunales locales de cada provincia
o si corresponde al Poder Judicial de la Nación se establecen tres criterios diferenciadores: el
territorio, la materia y las personas.

En primer lugar, la competencia nacional corresponde cuando se hayan afectado derechos


federales o intereses nacionales en aquellos lugares que sean de propiedad del Estado Nacional,
adquiridos a las provincias o cesión de estas, con el objeto de instalar allí establecimientos de
utilidad nacional (ej. Universidad Nacional de Córdoba). El solo hecho que se trate de un lugar
propiedad del Estado Nacional no le atribuye toda la potestad legislativa, administrativa y judicial en
forma exclusiva y excluyente, ésta sólo corresponde a la Justicia Nacional cuando se haya
interferido directa o indirectamente en la satisfacción del servicio de interés público que requiere el
establecimiento nacional (ej. Municipios y provincias conservan la facultad de controlar las normas de
tránsito dentro de la órbita territorial de su competencia sobre rutas nacionales).

En cuanto a la materia, se refiere al conocimiento de los litigios que impliquen aplicación de la


legislación federal. Dentro del país existen leyes federales, leyes comunes y leyes provinciales. La
legislación federal se integra por la Constitución Nacional, los tratados con las naciones extrajeras o
con los organismos internaciones de carácter público y las leyes dictadas por el Congreso que
regulan la actividad propia de la Nación y sus organismos descentralizados (ej. Convención
Americana sobre Derechos Humanos, decretos del Ministerio de Economía de la Nación,
32
resoluciones del Banco Central de la República).

La legislación común es aquella dictada por el Congreso de la Nación mediante las facultades que
las provincias le delegaron en virtud del artículo 75, inciso 12 de la C.N. y comprende materias
sustantivas de nuestro ordenamiento jurídico. Pueden ser aplicadas por los tribunales federales y por
los tribunales de provincia.
La legislación provincial es dictada por cada provincia, con validez espacial circunscripta al ámbito
territorial de la provincia que la dictó. Comprende todas las facultades no delegadas (ej. Códigos de
procedimiento civil, penal, laboral, etc.).

Por último, en razón de las personas, la competencia federal tiene en cuenta la cualidad especial
de las personas que son parte en la controversia (ej. Si en el pleito intervienen ministros o
embajadores extranjeros) o por la presencia del Estado Nacional en el juicio, si existiese un interés
federal en disputa.

Competencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación


Competencia originaria y exclusiva:
Asuntos que se susciten entre dos o más provincias; entre una provincia y los vecinos de otra;
entre los vecinos de diferentes provincias; y entre una provincia o sus vecinos, contra un Estado o
ciudadano extranjero.
Causas concernientes a embajadores y otros ministros diplomáticos extranjeros, personas que
compongan la delegación e individuos de sus familias.

Causas que versen sobre privilegios y exenciones de los cónsules extranjeros en su carácter público,
es decir, por hechos o actos cumplidos en el ejercicio de sus funciones propias, siempre que en
ellas cuestione su responsabilidad civil o penal.
Competencia derivada:

Competencia por apelación extraordinaria: prevista por ley 48, artículo 14, ley 4.055, artículo 6 y
recursos directos deducidos con motivo de la denegatoria del recurso extraordinario. Esta vía
permite elevar a la Corte Suprema un litigio sobre el cual haya recaído sentencia definitiva
emanada de un tribunal superior de justicia de la provincia donde se tramitó el pleito. Esta
competencia atiende al control judicial de la constitucionalidad de las normas para el cual la Corte
Suprema es el máximo y último tribunal que puede decidir acerca de ella en el caso concreto. No
obstante, todos los tribunales pueden ejercer el control de constitucionalidad en el caso concreto.
Esta vía del recurso extraordinario es para mantener la supremacía de los preceptos constitucionales
y asegurar una interpretación uniforme de los mismos.

Competencia por apelación ordinaria:

Se trata de un recurso contra las sentencias definitivas de las Cámaras Nacionales de Apelaciones,
pronunciadas en los siguientes casos:
- Causas en que la Nación es parte, en la medida que superen un monto determinado.
- Causas por extradición de criminales reclamados por países extranjeros.

- Causas suscitadas por apresamiento o embargos marítimos en tiempos de guerra, sobre


salvamento militar y sobre nacionalidad del buque, legitimidad de su patente o regularidad de sus
papeles.
- Recurso de apelación que prevé el artículo 4 de la ley N º 4055 contra las sentencias dictadas en
material federal por la Cámara de Casación penal en los recursos de revisión deducidos con
arreglo a lo dispuesto por el artículo 479 del C.P.P. de la Nación.
- Recursos contra sentencias definitivas de la Cámara Federal de la Seguridad Social.
33
- Recursos directos que sean consecuencia de la denegatoria de los recursos mencionados
precedentemente.

34
Referencias
Clariá Olmedo, J. (1982) Derecho procesal. Buenos Aires: Depalma.
Colegio de abogados de Villa Dolores (s.f.) Mapa Judicial y Dptos. Sexta Circunscripción.
Recuperado de http://www.abogadosexta.com.ar/page/mapajud.php#prettyPhoto
Constitución de la Provincia de Córdoba (1987) Convención Constituyente. Córdoba. 29 de
abril de 1987.
Couture, E. (1997) Estudios del derecho procesal civil. Tomo I. Buenos Aires: Palma.
Corte Suprema Nacional de Justicia. Autos. Colalillo, Domingo, c./ Compañía de Seguros
España y Río de la Plata. (18 de septiembre de 1957) Fallos 238:550
Ley N° 8465 (1995) Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Córdoba. El Senado y la
Cámara de Diputados de la provincia de Córdoba.
Palacio, L. E. (2007) Derecho procesal civil. Tomo II. 6ta edición. Buenos Aires: Abeledo Perrot.
Vescovi, E. (1984) Teoría general del proceso. Bogotá: Temis.

33
Procedimientos

Derecho
Procesal II
(Procesal
Civil)
Procedimientos.
Concepto de proceso y
procedimientos
(Cap. IV, pp. 119 a 140)

El Estado, que es quien dicta el derecho y en cierto modo lo monopoliza en la época


moderna, no sólo establece las sanciones para quien no cumpla con las normas de
conducta estatuidas en el derecho objetivo y desconozca las facultades de otro
miembro de la sociedad (derecho subjetivo), sino que, también, debe establecer los
mecanismos para imponerlas (Vescovi, 1984, p. 3).

El hombre tiene una tendencia natural a cumplir el derecho y en definitiva aspira a la paz social. Las
controversias generalmente no se suscitan producto de las pautas culturales que se transmiten a
través del tiempo.

Ante la violación de las normas sustanciales, es el Estado quien debe proveer su tutela jurídica y
recomponer del orden jurídico mediante normas formales que permitan respetar las situaciones
legítimas y cumplir con el derecho.

El Estado, para componer los conflictos entre particulares, expropia la función sancionadora y, en
sustitución de los particulares, organiza los mecanismos necesarios para resolver las controversias y
aplicar las sanciones por medio de la función jurisdiccional.
La primera alternativa que se presenta en el plano de los conflictos o de los “no conflictos” es la
realización directa del derecho. Esto significa cumplir espontáneamente lo estatuido sin intervención de
los órganos judiciales. Ello puede suceder solamente en el campo de los derechos disponibles. Si
el afectado, ante el incumplimiento, elige o se ve necesitado de utilizar vías coactivas, debe hacerlo
por medio de los órganos jurisdiccionales previstos de antemano para la realización indirecta a
través del proceso judicial.
El proceso judicial es un ente abstracto, una unidad conceptual que se manifiesta en la
práctica a través de los procedimientos. Etimológicamente el vocablo “proceso” significa un
conjunto o serie de actos o actividades que se desenvuelven a través del tiempo, destina dos a
lograr un fin o alcanzar un objetivo.
Palacio afirma que el proceso es “el conjunto de actos recíprocamente coordinados entre sí por
vínculos de causalidad y cuyo objeto consiste en el pronunciamiento de una sentencia por parte de un
órgano perteneciente al poder judicial” (Palacio, 2005, p. 321), a diferencia de procedimientos, los
cuales son el conjunto de formalidades que deben cumplir los sujetos procesales; es decir, tanto el
juez como las partes y los sujetos eventuales, en la tramitación del proceso.

2
Aunque el proceso configura, jurídicamente un fenómeno único, no siempre se
encuentra normativamente regulado de acuerdo con las mismas modalidades y
efectos. Ciertas circunstancias como son la naturaleza del órgano decisor, la existencia
o inexistencia de u conflicto entre partes, la índole y el número de las pretensiones
y peticiones que puede tener por objeto, y la forma en que se haya estructurado,
constituyen variantes que, dentro de aquella unidad conceptual, autorizan a formular
distintas clasificaciones del proceso (Palacio, 2005).
.
Clasificación de los procedimientos

Los procedimientos son los caminos establecidos por las leyes procesales que los sujetos deben
seguir para arribar a la sentencia.
En el derecho primitivo existía un solo tipo de proceso y no se conocían diferentes modalidades.
Con el transcurso del tiempo y la aparición de nuevas formas de vida, nacen las nuevas formas
procesales y se diversificaron los procedimientos por la necesidad de contemplar nuevas
situaciones a las que un sistema único no podía brindar soluciones.
Los procedimientos se clasifican según la doctrina con un fin metodológico que sigue determinados
criterios. De acuerdo al criterio utilizado en esta materia, el proceso civil puede clasificarse:
 Por la naturaleza de la pretensión: en universales y singulares.

 Por la existencia de conflicto: en contenciosos y actos de jurisdicción voluntaria.

 Por el fin perseguido: en declarativos y ejecutivos.


 Por la estructura: en generales y especiales.

 Por la naturaleza del órgano: en judicial y arbitral.

Por la naturaleza de la pretensión

Existen procesos universales y singulares. Los primeros tienden a la distribución del patrimonio de
una persona por causa de muerte o falencia.

En estos juicios resulta de aplicación el denominado “fuero de atracción”: todas las actuaciones
personales que tengan terceros contra el causante de la sucesión o el fallido se acumulan ante el
juez que entiende en la sucesión o la quiebra. Los procesos universales regulados en nuestro
derecho son el juicio sucesorio, el proceso concursal (Art. 22, ley N° 24.552) y el juicio de quiebra
(Art. 136, ley N° 24.552).

Se denominan procesos singulares a aquellos en los que existen partes individuales en conflicto.
Tanto actor como demandado se encuentran en una posición doble, igual y contradictoria y deben
contar con capacidad procesal. Doble, porque deben existir dos partes con poderes de acción y
excepción respectivamente. Iguales, en cuanto a oportunidades para defenderse y probar; y
contradictoria porque ante la pretensión del actor se esgrime una pretensión negativa u opuesta del
demandado.

3
Por la existencia o no de conflicto

Artículo 408.- Contenciosos y voluntarios. Son juicios contenciosos los que tienen
por objeto la declaración o ejecución de un derecho contra personas determinadas. Se
llaman actos de jurisdicción voluntaria aquellos en que se ejercitan derechos que
no son debidos por ninguna persona.1

 Contenciosos: son aquellos que tienden a la obtención de un pronunciamiento que dirima un


conflicto u oposición de intereses suscitados entre dos o más personas, que revisten la
calidad de “partes” (Palacio, 2007). Ante la pretensión del actor, el demandado puede tomar la
postura de comparecer y contestarla, en cuyo caso se da la plena vigencia del contradictorio,
ya que podrá ofrecer y producir pruebas y discutir las pretensiones hechas valer por el actor.
Caso contrario y de no comparecer, el demandado es declarado rebelde y el proceso continuará
su curso teniéndoselo por notificado de las resoluciones dictadas en el futuro.

 Actos de jurisdicción voluntaria: La función jurisdiccional ejercida por el Estado a través de sus
jueces, interviene ante la existencia de conflictos que se suscitan entre los particulares a fin
que se actúe la voluntad concreta de la ley. De esta forma se mantiene la paz social y se
compone el orden jurídico alterado. Además de este supuesto se provoca la intervención del
magistrado con motivo de situaciones que no presenten la idea de controversia, pero en las que
(por necesidad o disposición de la ley) se le pide que otorgue tutela jurídica a la pretensión
deducida. Los actos de jurisdicción voluntaria tienen por finalidad integrar, constituir o dar
eficacia a ciertos estados o relaciones jurídicas privadas frente a la sociedad.

La resolución que pone fin a estos procedimientos se dicta eventualmente a favor de quien lo
promueve (peticionario), pero no en contra de un demandado, sino frente a la sociedad. En estos
actos de jurisdicción voluntaria no hay conflicto, aunque pueden tornarse contenciosos. En ellos
participa siempre el Ministerio Público Fiscal, efectúa un control de legalidad del trámite y asegura
el efectivo cumplimiento del derecho sustancial. Últimamente y para descongestionar la actividad del
Poder Judicial, se considera conveniente que estos procesos se tramiten en sede administrativa.

Por el fin perseguido

“Artículo 409- Declarativos y ejecutivos. Los juicios contenciosos son declarativos o ejecutivos, según
tengan por objeto hacer declarar o hacer ejecutar el derecho de los litigantes”2.

La doctrina realiza esta clasificación en consideración del fin perseguido y el resultado del proceso.
Se divide así en declarativos y ejecutivos. Son juicios declarativos aquellos que tienen por objeto una
pretensión inicialmente incierta y que buscan lograr que el tribunal que conoce el problema reciba
la prueba y dicte la sentencia decidiendo sobre el fondo de la cuestión. En definitiva, se pretende la
declaración de un derecho.

Dentro de los juicios declarativos se encuentran el juicio ordinario y el abreviado (Art. 411 del
C.P.C.). La sentencia que se dicte en estos procesos produce el efecto de cosa material juzgada,
es decir, una vez firme y ejecutoriada goza de inmutabilidad y no puede ser modificada. En este tipo
de procesos, las partes tienen la posibilidad de discutir y alegar abiertamente sus pretensiones
como así también de ofrecer y diligenciar todas las medidas de pruebas pertinentes.

1
Art. 408. Ley N° 8465 (1995) Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Córdoba. El Senado y la Cámara de
Diputados de la provincia de Córdoba.
2
Art. 409. Ley N° 8465 (1995) Op. cit.
4
Por su parte, los juicios ejecutivos son aquellos en los cuales, aunque preexiste un derecho cierto (o
presumiblemente cierto) se procura su efectivización para satisfacer el interés del titular. Se procura
la efectivización coactiva de un derecho reconocido en una sentencia o en un título de ejecución.

Por su estructura

“Artículo 410- Generales y especiales Los juicios declarativos y los ejecutivos son generales o
especiales, según constituyan una forma general para la declaración o ejecución de los derechos o
simplemente una forma especial para casos determinados”3.

Los juicios contenciosos declarativos y ejecutivos por su estructura, se subclasifican en especiales y


generales, atendiendo a las formas procesales asignadas para su trámite. Cuando la ley procesal no
prevé un trámite especial, el juicio se lleva adelante por el procedimiento general o de conocimiento
amplio. Esta regla general está expresamente instituida en los artículos 420 y 423 del C.P.C.,
mientras que el artículo 418 de idéntico cuerpo normativo contempla los casos de aplicación del
trámite abreviado.

“Artículo 411- Declarativos generales. Los juicios declarativos generales son:


1) Ordinario.
2) Abreviado.4”

Son juicios declarativos generales:

a) Juicio ordinario: pueden plantearse y decidirse en forma definitiva la totalidad de las


cuestiones jurídicas derivadas de un conflicto entre partes. Es la forma más común de
tramitación de una litis. La sentencia produce el efecto de cosa material juzgada por lo que
no podrá realizarse otro juicio entre las mismas partes, con el mismo objeto y por la misma
causa.
b) Juicio abreviado: se reserva para cuestiones de menor cuantía económica con un trámite
más escueto (toda demanda cuya cuantía no exceda de doscientos cincuenta JUS). También
comprende los juicios por consignación de alquileres, la acción declarativa de certeza, el
pedido de alimentos y litis expensas, los incidentes y todos los casos para los cuales la ley
sustantiva establece el juicio sumario u otra expresión equivalente y los demás casos que
la ley establezca (Art. 418 C.P.C.C.). La sentencia produce el efecto de cosa juzgada
material.

“Artículo 412.- Declarativos especiales. Los juicios declarativos especiales son los que la ley establece para
determinadas relaciones de derecho”5. Entre ellos se encuentran el juicio de división de condominio, el de
mensura y deslinde, el desalojo. Son juicios sometidos a particularidades procesales y trámites específicos.

“Artículo 414.- Ejecutivos. El juicio ejecutivo general es el que establece la ley para toda clase de
obligaciones que traigan aparejada ejecución y los especiales, el establecido para la ejecución de
sentencia y demás casos que expresamente se determinan”.

Juicio ejecutivo general: es el procedimiento que permite, a través de una sustanciación ágil, obtener la
realización del crédito plasmado en el título (título ejecutivo que goza de una presunción de autenticidad)
siempre que cumpla ciertas condiciones indispensables, como la de contener una obligación de pagar una

3
Art. 410. Ley N° 8465 (1995) Op. cit.
4
Art. 411. Ley N° 8465 (1995) Op. cit.
5
Art. 412. Ley N° 8465 (1995) Op. cit.
5
suma de dinero, que la cantidad sea líquida o fácilmente liquidable por una simple operación aritmética
sobre la base que el mismo título suministre y que resulte exigible, o sea de plazo vencido, no sujeta a
condición. Produce el efecto de cosa juzgada formal por lo que, tanto actor como demandado, podrán
entablar la demanda en juicio declarativo (Art. 529 y 557), aunque no pueden volver a discutirse las
defensas que hayan motivado el pronunciamiento.
Juicio ejecutivo especial: Son pretensiones de naturaleza ejecutiva que están contenidas en
documentos a los que la ley les asigna una forma particular de sustanciación. Comprende los juicios
de ejecución prendaria, hipotecaria, ejecución de sentencia, ejecuciones fiscales, cobro de multa y
costas liquidadas, cobro de honorarios regulados judicialmente (Art. 801 C.P.C.).

Por la naturaleza del órgano

“Artículo 425 Tribunales y árbitros. Los juicios contenciosos se siguen ante tribunales ordinarios o ante
árbitros en los casos en que la ley o la voluntad de las partes establece el arbitraje”6.

Esta clasificación considera al sujeto que dirimirá el conflicto y por ello puede diferenciarse entre
el procedimiento judicial público y el procedimiento arbitral que se realiza ante jueces privados. El
primero se desarrolla ante el órgano jurisdiccional o tribunales públicos y constituye el proceso por
excelencia. Se realiza ante un juez investido por el Estado de la potestad de administrar justicia
con todas las facultades que le son inherentes. Su fundamento constitucional deriva de los principios
de juez natural y debido proceso.

El proceso arbitral, a diferencia del proceso judicial, es aquel que se lleva adelante ante un árbitro
que recibe el mandato de las partes o de la ley, con el fin de dirimir la contienda con el respeto a
las garantías de imparcialidad y ecuanimidad. El órgano jurisdiccional se sustituye por un juez
privado elegido por las partes. El límite está dado por los puntos propuestos por las partes y por tanto
carece de coertio y de executio. Sólo puede conocer y llamar a las partes para que comparezcan
y se defiendan y dicta sentencia que se denomina “laudo arbitral”. Para que éste tenga
posibilidades de ser ejecutado, debe ser inscripto en los libros de un juzgado ordinario ante el que
se llevaran a cabo los trámites de ejecución de sentencia.

Procesos de conocimiento o de cognición. Clases (pp.121 a


122)
El proceso de conocimiento es aquel que tiene por objeto una pretensión que busca
que el órgano judicial dilucide y declare, mediante la aplicación de las normas pertinentes a
los hechos planteados y discutidos, el contenido y alcance de la situación jurídica existente
entre las partes (Palacio, 2005, p. 337).

Son aquellos que parten de la una pretensión incierta, que debe ser probada y resuelta mediante la
aplicación de las normas pertinentes en la resolución que el juez dicte. En la doctrina se lo
denomina juicio declarativo.
La diferencia de los juicios declarativos abreviados con el procedimiento de juicio ordinario es la
distinta “cuantía” o valor económico de las pretensiones discutidas. En el procedimiento abreviado
son menos de doscientos cincuenta (250) jus.

6
Art. 425. Ley N° 8465 (1995) Op. cit.
6
El “Jus” es la unidad arancelaria de honorarios profesionales del abogado dispuesto por la Ley N °
9459 Código Arancelario para abogados y procuradores de la Provincia de Córdoba:

INSTITÚYESE con la denominación de “Jus” la unidad arancelaria de honorarios


profesionales del abogado, cuyo valor al momento de publicarse la presente Ley,
asciende a la suma de Pesos Cincuenta ($ 50,00.-). Tal valor se incrementará en la
misma proporción en que se incrementen las remuneraciones o haberes totales
asignados al cargo de Juez de Cámara con una antigüedad de ocho (8) años,
incluidos rubros remunerativos y no remunerativos, y con la denominación de
“Unidad Económica” (U.E.) al ciento por ciento (100%) de dicha remuneración, en
ambos casos al tiempo de efectuarse la regulación.
El Tribunal Superior de Justicia deberá informar el último día hábil de cada mes, a
todos los organismos judiciales y a los Colegios de Abogados de cada
Circunscripción Judicial, el valor del Jus y de la Unidad Económica vigente para el
mes siguiente.7

Figura 1

Fuente: elaboración propia.

7
Art. 36- Ley N° 9459 (2007) Código arancelario para abogados y procuradores - derogación de la ley 8226 - modificación de
la ley nº 8465. Legislatura de la Provincia de Córdoba.
7
Figura 2

Fuente: elaboración propia

Procesos de ejecución. Clases


El proceso de ejecución es aquel en el cual, aunque preexista un derecho cierto o presumiblemente
cierto, se procura su efectivización para satisfacer el interés del titular. En este tipo de proceso se
pide la efectividad coactiva de un derecho reconocido en una sentencia o en un título de ejecución
(Couture, 1997).
El legislador, al establecer el juicio ejecutivo en la ley procesal quiso otorgar un instrumento ágil y
apto para lograr el cobro de ciertos créditos en un tiempo razonable. En estos procesos se
pretende solucionar un conflicto, pero sobre la base de un título ejecutivo, al cual la ley otorga una
presunción de autenticidad. Por ello, el conocimiento es limitado, las defensas son taxativamente
enumeradas por la ley y los plazos son breves y perentorios. La sentencia que se dicte en él
produce efecto de cosa juzgada formal.

8
Figura 3

Fuente: elaboración propia.

“Artículo 546- Transcurrido el plazo de la citación de remate sin que se haya opuesto excepción
legitima, el tribunal dictará sentencia sin llamamiento de autos”8.

Acción meramente declarativa


Es la vía prevista por el ordenamiento procesal e inscripta dentro del derecho procesal preventivo para
que cese el estado de incertidumbre existente sobre una relación jurídica ante el reclamo de quien
invoque un interés legítimo y mediante un procedimiento contencioso de conocimiento abreviado.
Dicta una sentencia final que declare los alcances de la relación en cuestión y esclarezca sus
aspectos dubitativos y controvertidos, ya sea respecto de su existencia, alcance, eficacia, modalidad
o interpretación de aquella relación.
Su regulación en el Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Córdoba en su Art. 413 la prevé y
establece los siguientes requisitos:

 Que el peticionante ostente un interés legítimo.



 Que el propósito sea hacer cesar un estado de incertidumbre sobre una relación jurídica; 

 Que ocasione un perjuicio

 Todo ello aun cuando no exista lesión actual a sus derechos.

8
Art. 546 Ley N° 8465 (1995) Op. cit.
9
“AUTO NÚMERO:----- Y VISTOS: Estos autos caratulados: “PONTE DANIELA MERCEDES Y
OTROS C/ PROVINCIA DE CÓRDOBA – ACCIÓN DECLARATIVA DE CERTEZA”, de los que
resulta: a fs 23/29 comparecen los señores Daniela Mercedes Ponte, …, con el patrocinio letrado
de los Dres. Miguel Ángel Gallardo y Germán Antonio Contreras, entablando demanda declarativa de
certeza en contra de la Provincia de Córdoba, con el objeto que se ponga fin al estado de
incertidumbre jurídica, susceptible de producir y agraviar con una lesión ilegítima o un daño
injusto los derechos de los comparecientes, atento el extenso período de tiempo transcurrido desde
su ingreso a la administración como becarios del programa “Becas Especiales de Capacitación e
Integración Laboral para Discapacitados”, sin que la demandada haya adoptado resolución alguna
respecto a su incorporación definitiva tras el proceso de capacitación, constituyendo una amenaza a la
existencia, alcance o modalidad de una relación jurídica en condiciones de indeterminación temporal,
que produce un estado de verdadera incertidumbre jurídica. Expresan que, con la acción
entablada se persigue que se obligue a la Administración Provincial a dar efectivo cumplimiento a
las disposiciones de la Ley Nacional 22.341 y su adhesión provincial mediante la ley 8501 y las
leyes provinciales 5624 y 8834, en tanto imponen como de obligado cumplimiento un porcentaje de
personas con discapacidad que imperativamente deben desempeñarse en el ámbito de la
administración con carácter de empleado público y cumplimente, además, con los preceptos
constitucionales de la Provincia de Córdoba, de la Nación y los Tratados Internacionales. Manifiestan
que son veintiséis becarios del programa mencionado que ingresaron en forma gradual, durante los
años 1993, 1994, 1997 y 1998 a prestar servicios en la Administración Pública Provincial a través de
las Resoluciones Ministeriales N° 405/93 y las que en su consecuencia se dictaron, 336/94, 187/99,
27/2000 y 34/2000, emanadas del Ministerio de Desarrollo Social y luego Ministerio de la Solidaridad.
Que el programa se implementó a fin de cumplimentar lo establecido por la ley 5624 y les asigna
distintas tareas de acuerdo a su condición, pero similares al resto de los agentes de planta
permanente, tareas que son cumplidas en el ámbito de la Administración Pública Provincial y en el
horario propuesto por el programa, bajo la supervisión de los jefes de las respectivas áreas y de la
Coordinadora de Programas de Atención Integral de Personas con Discapacidad. Continúan diciendo
que hace ya más de nueve años que se puso en práctica este programa de becas y entienden
que su capacitación e integración se encuentra totalmente acreditada, pues de lo contrario no se
concebiría que la Administración Pública Provincial los mantenga cumpliendo funciones en forma
continuada. Luego de insistir con el hecho que las tareas que desempeñan no difieren de las
asignadas a los demás agentes de planta permanente, agregan que la obligación impuesta por el
legislador no se satisface con el programa de becas, pues lo que la ley garantiza es el ingreso a
la administración y el programa coadyuva a la capacitación, que ya f u e alcanzada por los
comparecientes, pues de otro modo no se explica la extensa duración de su prestación efectiva de
servicios para la Administración en condiciones casi idénticas al resto del personal de planta
permanente. Expresan que; no obstante, la situación descripta y el tiempo transcurrido, nunca fueron
llamados por el orden de mérito para cubrir el cupo impuesto por la legislación sobre discapacidad.
Ingresaron al Ministerio de Desarrollo Social (luego convertido en Ministerio de la Solidaridad) y, al
tiempo de la demanda, continuaron el programa en Agencia Córdoba Solidaria sin tener la mínima
certeza acerca de su futuro laboral. Ponen de resalto que necesitan una certeza porque de ello
depende su situación frente al régimen previsional y la obra social; además mientras se posterga la
definición no gozan de vacaciones ni de otros beneficios como el aguinaldo, por ejemplo. Citan las
normas Internacionales y Constitucionales que entienden aplicables, y profusa Doctrina y
Jurisprudencia. Ofrecen prueba Documental, Informativa y Testimonial. -------- Impreso trámite de juicio
abreviado y citada la demandada a estar a derecho, a fs. 38 comparece el Sr. Procurador del
Tesoro, con patrocinio letrado del Dr. Silvio Casimiro Parisato, quién solicita la suspensión del
proceso en virtud del decreto 2656/01, a lo cual no se oponen los actores a fin de evitar mayores
dilaciones. Una vez reanudados los términos, a fs. 55/59 el Dr. Parisato evacua el traslado de la
demanda, solicitando su rechazo, con especial imposición de costas. Articula excepción de falta
de acción fundándola en que los mismos actores reconocen ser becarios, por lo que luego de
transcribir definiciones del Diccionario de la Real Academia, concluye en que las Becas son una
liberalidad para que puedan cumplir con el plan de Integración y Capacitación Laboral, para que
se integren en Sociedad, pero ni la ley ni las resoluciones ministeriales establecen que serán
incorporados en relación de dependencia; ya que el Art. 2 de la ley 8834 sólo exige al Estado
provincial la reserva del 5 % de los cargos para ser cubiertos por personas con discapacidad.

10
Entiende, por tanto, que la pretensión de los actores obedece a una interpretación por demás
forzada de la ley y que ni en su literalidad, ni en su espíritu existe un imperativo para incorporar a los
discapacitados a la administración pública. Luego de analizar los requisitos de procedencia de la acción
declarativa de certeza, concluye que los actores son beneficiarios del programa de becas mencionado
anteriormente y no existe ningún tipo de dudas o incertidumbre al respecto. Hace reserva del Caso
Federal. No ofrece prueba. ----------------------------------------------------------------- Corrido traslado de
la excepción, a fs. 67/71 y 73/77 la evacuan los actores, con igual patrocinio letrado y solicitan
su rechazo, con costas. Manifiestan que los mismos argumentos de la demandada para fundar la
excepción resultan favorables para la procedencia de la acción, pues reconoce el carácter de los
demandantes como integrantes del Programa de Becas Especiales de Capacitación e Integración
Laboral para Discapacitados. Es decir, reconocen el estatus jurídico de los actores como “becarios” y que
esto los legitima a demandar. Que lo controvertido es que esos becarios obtuvieron una capacitación
que les permite su integración laboral en la Administración demandada y que por un período de
tiempo que ha excedido razonables pautas temporales, la Administración no cumplió el objetivo del
programa; pues entre ellos figura precisamente el de lograr la capacitación laboral integradora en
la Administración Pública Provincial; para esto se cita el Anexo I de la Resolución 405/93 y el nuevo
Art. 2 bis incorporado por la ley 8834 que establece iguales derechos y obligaciones para los
discapacitados respecto del resto de personal de la Administración. Luego de citar doctrina y
jurisprudencia acerca de qué debe entenderse por legitimación activa, expresa que la acción
declarativa de certeza tiene por finalidad despejar un estado de incertidumbre originado en la
relación esencialmente jurídica, siempre y cuando esa falta de certeza pudiera producir un perjuicio y
no exista otra vía legal para solucionarlo. Esto hace necesaria la intervención de la actividad
jurisdiccional para hacer cesar ese estado de incertidumbre sobre los alcances o modalidades de una
relación jurídica que, en autos, ha sido objeto de expreso reconocimiento por la demandada.
Expresa que los demandantes ostentan el título de becarios por más de nueve años, sin que la
Administración cumpla los mandatos del legislador, aunque es la encargada de ejecutarlos; que se
viola la igualdad pues los comparecientes cumplen funciones de planta permanente, pero como
becarios y acreditan poseer la capacitación laboral que les permite su integración a la
Administración demandada. Agregan que la demandada en su carácter de sujeto pasivo de la relación
jurídica de los becarios es el legítimo contradictor pasivo, máxime cuando la falta de certeza jurídica
les produce perjuicios jurídicos en menoscabo con los agentes que cumplen tareas de planta
permanente, sustancialmente idénticas a las cumplidas por los becarios aún ajustadas a sus
capacidades. Por tanto, el carácter de legitimado sustancial pasivo se deriva de la relación jurídica
existente con los becarios y la accionada como autoridad de aplicación del programa de becas
expresamente reconocido por ella. Reiteran que la cuestión que constituye el objeto de la acción es dar
certeza jurídica a esa relación sustancial y en función de la interpretación de las normas legales y
constitucionales que consagran un régimen de tutela especial para quienes presentan discapacidad,
determinar la situación en la que se encuentran al momento de interponer la acción y el dictado de
sentencia que dé certeza jurídica a una relación que se presenta dudosa en cuanto a su modalidad y
alcances. ----------- Una vez diligenciada la prueba que consta en autos, dictado y firme el decreto de
autos y el avocamiento de la suscripta, queda la causa en estado de resolver. ----------------------------
------------------------ Y CONSIDERANDO: I) La acción declarativa de certeza, prevista en el Art. 413
del C.P.C. pretende una respuesta jurisdiccional preventiva para evitar que quienes discrepan se
conviertan en litigantes y, de este modo, defender el valor de la seguridad jurídica. Su objeto es
eliminar dudas, interpretaciones diferentes y, por consiguiente, “...conflictos hostiles acerca de la
existencia, inexistencia, oponibilidad, alcances o modalidades de una relación jurídica....se postula
como manifestación jurisdiccional de solución de conflictos en germen o larvados, que luego derivan en
complicadas y onerosas controversias –como resultado de una pretensión de condena- y que bien
podrían ser dilucidadas desde ese cuadrante preventivo que se reputa aconsejable como línea
normal de política procesal...” (Vénica, Código Procesal, Civil y Comercial, Tomo IV, Pág. 150, Ed.
Marcos Lerner, 2001). -----------------------------------------------------
--------------------- II) Desde esa óptica y atento el modo en que ha quedado trabada la litis, debe
tratarse en primer lugar la excepción de falta de acción. Al respecto, conviene recordar que con la
defensa sine actione agit se persigue un pronunciamiento en el sentido que actor o demandado
"no son las personas especialmente habilitadas por la ley para asumir tales calidades con referencia a
la concreta materia sobre la que versa el proceso" (Palacio-Alvarado Velloso, N° 357.3.2, Pág. 343-
11
344); o lo que es lo mismo, significa no "...tener derecho a que se resuelva lo que se solicita en
la demanda..." (C.N.Civ., Sala A, 14.06.84; J.A. 1985-11-511). Si, en autos, los actores entablan la
acción porque su prolongada situación de becarios sin ingresar a la planta permanente de agentes
de la administración pública (en violación a las disposiciones legales), les provoca incertidumbre y la
demandada admite su calidad de becarios y no expresa por qué no han superado ya ese estatus
jurídico, ni cuáles son las razones por las que no los incluyen en las previsiones legales. Resulta
evidente que la defensa intentada no es el medio procesal idóneo cuando se la invoca -como en el
presente- fundada en la diversa interpretación de la relación que vincula a ambos participantes en
la relación. Porque allí radica justamente el nudo de la cuestión. Asimismo, se ha dicho “...que la
legitimación activa se halla estrechamente vinculada al concepto de interés en orden a la particular
naturaleza del objeto de la pretensión, ya que, sin la declaración judicial de certeza se sufriría un
daño actual, siendo la declaración pretendida no sólo el medio necesario y útil, sino el único para
evitarlo...” (TSJ La Pampa, LL 1999-E-603, citado por Vénica...op. cit. Pág.156). Esto es: la parte
actora tiene derecho a que en sentencia se dé certidumbre a los alcances de la relación jurídica
(entendida por tal el Programa de Becas del que forman parte). El tema de cuál sea la declaración
que aquí se obtenga que conforme a las pruebas rendidas determinará que prospere o no la
demanda, excede el marco de la excepción; por lo tanto, deber ser rechazada, lo que así decido. ---
---------------------------------------------- III) Retomando el hilo de la cuestión de fondo, la acción que se
intenta en el presente en principio es apta para alcanzar el pronunciamiento objeto de la pretensión;
esto es: que queden por medio de esta resolución definidos los términos de la relación que vincula a
las partes. Sin embargo, cabe acotar que el trámite previsto implica la bilateralidad plena y, con ello
la facultad que la demandada, al evacuar el traslado de la demanda, en lugar de limitarse a negar
(que, en definitiva, es lo único que hace) hubiera aportado, a su vez, las pautas necesarias no sólo
para dar satisfacción a las dudas planteadas por la actora, sino las pruebas que entendiera le
daban la razón a su negativa; ello no ha sucedido en autos. "Los litigantes deben probar los
presupuestos que invocan como fundamento de su pretensión, defensa o excepción, y tal
imposición no depende de la condición del actor o demandado, sino de la situación en que cada
litigante se coloque dentro del proceso" [Cf.: C.N. Civ., sala M, L.L. 1989-E-542] "La carga de la
prueba es una circunstancia de riesgo, donde quien no prueba los hechos que debe probar
pierde el pleito, si de ello depende la suerte de la "litis". Es una noción procesal que contiene la
regla del juicio, para lo cual se le indica al juez cómo debe fallar cuando no encuentre en el
proceso pruebas que le den certeza sobre los hechos para fundamentar su decisión, e
indirectamente, establece a cuál de las partes le interesa acreditar tales hechos, para evitarse
consecuencias desfavorables." [C.N.Com. sala B, diciembre 30-988, L.L. 1991-C-339]. Sin embargo,
ello no exime a la suscripta de analizar lo actuado en el pleito, a fin de establecer si la actora ha
acreditado los extremos invocados, por lo que se impone el análisis de las constancias arrimadas a
juicio. -------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
------------------------------------------- IV) Conforme el Decreto 405/93 y su Anexo I se puso en marcha
un Programa de Becas Especiales de Capacitación e Integración Laboral para Discapacitados, que
conforme el artículo 1° tiene como objetivo primordial “rescatar capacidades y potencialidades de las
personas con discapacidad e integrarlas socialmente a través del desarrollo de actividades para su
adaptación y capacitación laboral en un ambiente de trabajo real”. En el artículo 3° se autorizó a la
Dirección de Administración del entonces Ministerio de Desarrollo Social a abonar una suma de $200
mensuales a cada uno de los beneficiarios del programa por el término de “nueve meses”. A su
vez entre los objetivos del Anexo se encuentra el de “prepararlos y entrenarlos para desarrollar una
actividad específica, ya sea administrativa, de servicio o técnica de modo tal que les permita producir
servicios idóneos, tanto para utilidad personal como para las dependencias de la Administración Pública
Provincial”. ------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
------------------------------------------- V) Si se observa el desarrollo del tema, a lo largo de los diversos
Decretos y Resoluciones dictados, se advierte que, siempre fueron designados por un tiempo
determinado, y que este término modifica el modo de atender a la erogación del programa:
inicialmente fue por Caja Chica, en 1999 se imputó a los Auxilios a la Vejez e Invalidez, en 2000 a
Subsidios Generales. Es decir, los beneficiarios del programa se desempeñaban año a año, a la
espera de una próxima resolución, sin saber siquiera de qué partida se dispondrían los fondos y, lo
que es peor, sin que se expresara la razón por la que permanecen en el programa y no pueden
integrar la planta permanente. Es cierto que, de las normas analizadas al crearse el programa, no se
estableció término alguno; pero de la lectura de las restantes resoluciones surge claramente que se
12
trataba de un tiempo no mayor de un año a juzgar por los períodos por los cuales se los volvía a
designar. --------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
------------------------------------------ VI) Por otra parte, también forma parte de las constancias que
acreditan la causa de que siempre se desempeñaron como becarios el hecho que no tienen
derechos previsionales ni laborales elementales (como aguinaldo, vacaciones, licencias por
enfermedad) y por esa misma condición no los ampara el estatuto para los empleados públicos.
Sin embargo, cumplen tareas, aunque acordes a sus capacidades, similares a los empleados de
planta permanente, por las que son evaluados por sus superiores (y diariamente por todo el público
que concurre al Ministerio, ya que basta interesarse por cualquier trámite o consulta en el área para
ver que los actores se desempeñan allí al igual que el resto del personal). Así surge de las
testimoniales rendidas por las personas que los tuvieron bajo su responsabilidad. De tal modo el
Programa sólo cumplió parte de sus objetivos: capacitó a los becarios, pero sólo en beneficio de la
Administración Pública. No se cumplió el objetivo de integración, con todo lo que ello implica, no sólo
en desmedro de los becarios, ya sea a nivel económico, ni por simple necesidad de estatus sino,
más concreta y fríamente, mirado del lado de la Administración quien se benefició pues se dispone
de personal capacitado por una considerable diferencia en las erogaciones. ---------------------------------
----------------------------------------- VII) No quiero avanzar en el análisis sin destacar que causa al
menos estupor la conducta del Sr. Procurador del Tesoro y el letrado patrocinante cuando aluden a
“liberalidad”; casi podría pensarse que la respuesta ha sido: porqué se quejan si el Estado les
regala una suma de dinero mensual. Pues bien, es precisamente esa actitud despreciativa por el
ser humano en general y por las personas con discapacidad el motivo central que nos convoca
en esta causa. Deberá entender la Administración Pública que estas personas padecen disminución
en alguna de sus facultades o aptitudes físicas e incluso mentales, pero no en su faz espiritual. Se
trata de personas esencialmente sensibles a las que, además de la incertidumbre mantenida por
años al permanecer incluidos en un programa que nació provisorio (conforme la normativa citada),
se suma la ofensa de pretender considerarlas desagradecidas con la generosidad de la Provincia.
¿Cuál es la liberalidad? Si cumplen tareas deben ser remuneradas conforme a derecho; si no están
en condiciones de prestar ninguna, entonces serán incluidos en un régimen de pensión (tampoco
de becas). La ley es clara en esto, no todas las personas con discapacidad pueden acceder a un
empleo en el cupo de la Administración, en cuyo caso deben ser pensionados. También es clara
en cuanto a q u e s i son capaces de desempeñarse se los debe nombrar hasta cubrir el cinco por
ciento de las vacantes totales, que se reservaron con ese fin. -------------------------------------------------
------------------------------------------ VIII) El problema que se advierte con la contestación de la demanda es
muy profundo y va más allá. Aunque algo hemos avanzado desde que a mediados del siglo XX
se ocultaba en la intimidad familiar a los discapacitados, aún la legislación no aplica a rajatabla los
mandatos de los Tratados Internacionales y las Constituciones, tanto Nacional como Provincial. Ahora
los discapacitados pueden acceder gratuitamente al transporte público, por ejemplo, pero los vehículos
no están adaptados para ellos; los semáforos con señal sonora son una ínfima proporción; en las
escuelas no hay rampas, ni se prevé adecuar las aulas de planta baja para discapacitados motrices;
las leyes imponen la cobertura integral de salud para estas personas pero las obras sociales dilapidan
los fondos de los asociados para afrontar toda clase de procesos, especialmente amparos, en lugar de
cumplir con su obligación y requerir el reintegro de los gastos a la Administración de Programas
Especiales de la Nación; la Dirección de Políticas Educativas especiales funciona con sólo dieciséis
profesionales de distintas disciplinas que deben asesorar a todas las escuelas de la provincia en lo
referente a la integración de alumnos con capacidades diferentes. ----------------------
-------------------------------------------- IX) Desde este punto de vista los actores casi pueden decir que
tocan el cielo con las manos, ya que “generosamente” el Estado les otorga una beca mensual a
cambio de capacitarlos y prepararlos. Y yo me preguntó: ¿para qué los preparamos? si después de
nueve años están en el mismo lugar y las tareas que desempeñan se consideran adecuadas a las
necesidades de la Administración (de otro modo se hubiera nombrado personal “capaz” para
suplantarlos o ayudarlos). Sólo cabe responder que el Estado prepara a los becarios para que
cumplan su tarea sin quejarse; sin ejercer el derecho de huelga (ni siquiera el de afiliación a un
sindicato); para que no discutan; para vivir con el magro ingreso que perciben, aunque no sea
suficientes ni siquiera para afrontar sus gastos en salud. De este modo la Administración Provincial
sigue escondiendo las personas con capacidades diferentes en la habitación del fondo. Existen, nos
resultan útiles, pero deben trabajar y callar, salvo que alcen sus voces para “agradecer” lo mucho
que hacemos por ellos... Realmente suena inaudito, lamentable, pero es la realidad (y no sólo en el
13
sector público). ----------------------------------------------------------------------------------------------------------------
--------------------------------------------- X) No debe perderse de vista que la incorporación a nuestra
Constitución Nacional de las convenciones internacionales obliga a todos, en especial al Estado, a
un serio replanteo de los instrumentos legales vigentes y demanda un considerable, pero ineludible
esfuerzo para dotarlos de eficacia. La discapacidad está tutelada en nuestra Carta Magna que
establece un reconocimiento igualitario (Arts. 16, 17, 19, 33, 41, 43,), la no discriminación (Art. 75 Inc.
22) y también la diferenciación para la igualdad (Art. 75 Inc. 23). A su vez la Constitución
Provincial en su artículo 27 alude que los discapacitados tienen derecho a obtener la protección del
Estado y esto abarca la prevención, asistencia, rehabilitación, educación, capacitación, inserción en
la vida social y a la promoción de políticas tendientes a la toma de conciencia de la sociedad
respecto de los deberes de solidaridad. Así, el mandato constitucional impone la integración de los
discapacitados fundándose en el acceso a la igualdad real de oportunidades con los demás, por
lo que las medidas de acción positiva adquieren en el tema una puesta en marcha inmediata e
impostergable. Esa solidaridad a la que aluden las normas no es sinónimo de lástima, ni de caridad, (ni
de liberalidad, como gusta llamar la demandada) sino, como bien anota Kraut “un mínimo de
solidaridad exige poner los medios necesarios para la inserción de éste sector poblacional, procurar un
espacio de inclusión y aceptación social, reducir las desigualdades y el rechazo. Si bien el tema es
eminentemente político, el mero reconocimiento de los derechos específicos para ciertos grupos
esencialmente vulnerables, puede contribuir a contrarrestar la vulnerabilidad laboral y la precariedad
relacional en el derrotero de un amparo eficaz a éstos desafiliados de la sociedad”. -------------------------
--------------------------------------------- XI) Por ello, aunque el programa de Becas instrumentado en la
Provincia parezca muy loable y sirva para acallar nuestras conciencias, en realidad es una burla
no sólo al mandato constitucional, sino a los seres humanos a los que se dirige. Pensemos por un
momento: La Provincia adhiere por ley a las normas nacionales sobre protección a discapacitados, es
más, amplía el cupo (que en el orden nacional es del 4 %) de vacantes a cubrir con estas
personas y luego crea un programa de capacitación e integración en virtud del cual ingresan a
prestar servicios los actores, por nueve meses; al año siguiente se los designa por un año más.
Los superiores y responsables (no ya del área en la que se desempeñan, sino de la Dirección) que
realizar su seguimiento laboral estiman que están capacitados al igual que los demás empleados
pero, en lugar de designarlos en forma permanente, se esgrimen razones pueriles: la ley nunca
se aplicó, durante la emergencia no se cubren las vacantes, nunca se hizo, se necesita un
contrato previo, etc; a pesar de reconocer públicamente que se desempeñan satisfactoriamente de
acuerdo a sus capacidades. Ergo: se burlan las legítimas expectativas de estas personas y se viola
la ley, positiva, vigente, operativa, que no obliga sólo a la reserva de vacantes, sino a la cobertura
con discapacitados. Interpretarlo como lo destaca la Procuración en su respuesta equivaldría a
decir: la Administración necesita 100 empleados para funcionar; como la ley me exige reservar el
5% para los discapacitados, entonces la Administración tendrá que funcionar con 95 empleados. No
resiste el menor análisis. ---------------------------------------------------------------------------------------------------
-------------------------------------------- XII) Desde este punto de vista, asiste razón a los actores cuando
impetran la presente, porque luce evidente que deben fijarse los alcances y modalidades de la
relación que los vincula a la Administración, en tanto están inmersos en un programa concreto de
capacitación e integración (reitero) que no tiene articulación conveniente con la legislación vigente.
La demanda debe ser acogida y atender al fin último de la seguridad jurídica. Cabe declarar que el
Ministerio de Solidaridad debe confeccionar un orden de mérito con los becarios actores y nombrarlos
como empleados de planta permanente con iguales beneficios y obligaciones que el resto del
personal (Art. 2 bis ley 8834) a fin de cumplir las leyes y así finalizar la discusión para evitar una
contienda judicial. -------------------------------------------------------------------------------------------------------------
------------------------------------------- XIII) Las costas, atento el resultado del proceso, se imponen a la
demandada y, por tratarse de un proceso sin monto, estimo prudente regular el mínimo de quince
Jus previsto para este tipo de procesos en el Art. 34 de la ley 8226. ---------------------------------------
------------------------------------------- Por todo ello, RESUELVO: Hacer lugar a la demanda incoada por los
señores Daniela Mercedes Ponte, Mercedes M. Del C. Coria, Lucas Federico Vucovich, Dante Javier
Giménez, Miguel Alejandro Moreira, Patricia Graciela Córdoba, Miriam Rita Morellato, Cecilia Beatriz
Basla, Carolina Natalia Maturano, Rosa Isabel Moyano, Daniel Enrique De Raedemaeker, Roberto
Sesma, Diego Javier Chignoli, Alfredo Luis Cipriani, Grisel Paola Donini, Javier Angel Peralta Rodríguez,
Néstor Fabián Sosa, Vilma Graciela Osses, Ivana Isabel Toledo, Claudia Alejandra Vivas, David Eric
Ortiz Skarp, Rita Liliana Albertengo, Alejandro Santillán, Sandra Liliana Agüero, Mónica Gladis Iturres y
14
Adolfo Esteban Sorbera y en consecuencia, fijar el alcance del Programa de Becas Especiales de
Capacitación e Integración Laboral para Discapacitados del que participan, en el sentido que el hoy
Ministerio de Solidaridad debe confeccionar un orden de mérito con los becarios actores y
nombrarlos como empleados de planta permanente, con iguales beneficios y obligaciones que el
resto del personal (Art. 2 bis ley 8834). Con costas, a cuyo fin regulo los honorarios de los
Dres.______________ y _______________ en conjunto y proporción de ley, en la suma de pesos
trescientos sesenta y ocho y los del Dr. _________________en igual suma. PROTOCOLICESE,
HAGASE SABER Y DESE COPIA.

La oralidad en el proceso civil: Audiencia preliminar.


Funciones
En la actualidad se busca superar el excesivo formalismo del proceso escrito y dispositivo y se intenta
encontrar una propuesta superadora y alentadora para que el proceso civil sea una herramienta ágil
y útil en la solución de conflictos.
Entre los mayores problemas que se presentan se destacan la falta de inmediación, la utilización
abusiva de instituciones que prolongan innecesariamente los trámites ( como en el caso de los
incidentes o las recusaciones), la falta de infraestructura y escasez de recursos humanos y
económicos del poder judicial, y, por último, la imposibilidad de acceso a la justicia de un grupo de
justiciables por las desigualdades económicas y culturales.
En pos de superar estos viejos problemas, las tendencias actuales implican incluir más la oralidad y
contar con una participación más activa por parte del juez, que pasa de ser un mero espectador a
transformarse en un verdadero director del proceso. Asimismo, se intenta instaurar el denominado
proceso por audiencias que, aunque no está contemplado en el C.P.C.C. de la Provincia de
Córdoba, es una reforma del Código de Procedimientos Civil y Comercial de la Nación que se incorporó
en el CPCC de Río Negro, por ejemplo.

En este proceso, el trámite deja de ser exclusivamente escrito y es mixto. Comprende tres etapas:

1º etapa: postulaciones: Comienza con la articulación de la demanda que constituye el primer


acto de postulación para efectuar la reclamación. Los actos introductorios se realizan por escrito,
como también la contestación de la demanda junto con toda la prueba documental. Lo más notorio de esta
ésta etapa es que los hechos que se plasmen en la misma serán provisorios hasta tanto tener el resultado
de lo que suceda en la etapa siguiente.
2º etapa: audiencia preliminar: Constituye una forma para resolver el conflicto planteado que
contrae los tiempos y costos que genera un proceso. El juez ejercerá en esta audiencia todos sus
poderes, fijará los puntos de controversia, procurará conciliar a las partes, determinar lo que será
objeto de prueba en relación con los hechos controvertidos y sanear el proceso.

Todos los sujetos procesales se reúnen, luego aportar los hechos y el derecho por escrito, con el
fin de conciliar, determinar el objeto litigioso (o puntos de controversia) y fijar la prueba y
saneamiento.

La conciliación es la primera actividad que debe cumplir el juez en la audiencia preliminar. Se dirige
a lograr la autocomposición del litigio por lo que deben reunirse todos los sujetos procesales para
poder lograr un acuerdo total o parcial. Si se logra la conciliación el acuerdo, este será homologado
por el juez. La segunda actividad es la sanear los defectos que se advirtieron en el procedimiento.
La tercera es fijar el objeto o puntos litigiosos y así delimitar el objeto de prueba. Esto significa
determinar los puntos sobre los c u a l e s se deberá producir prueba y quienes tendrán la carga de
la prueba. Es en este momento donde quedará establecida la plataforma fáctica y si no existen
hechos controvertidos, la cuestión será de puro derecho.

15
La audiencia preliminar deberá ser oral y actuada, labrándose un acta con lo acontecido en la
misma para su protocolo.
3º etapa: audiencia de vista de causa: El procedimiento se completa con el debate oral de las
cuestiones oportunamente introducidas. Luego, se cierra el trámite con el dictado de la sentencia.

Figura 4

Fuente: elaboración propia.

16
Referencias
Ley N° 9459 (2007) Código arancelario para abogados y procuradores - derogación de la ley 8226 -
modificación de la ley nº 8465. Legislatura de la Provincia de Córdoba.

Palacio, L. E. (2005) Manual de Derecho Procesal Civil. Buenos Aires: Lexis Nexis-Abeledo - Perrot.

Vescovi, E. (1984) Teoría general del proceso. Bogotá: Temis.

16
Demanda y
contestación

Derecho Procesal II
(Procesal Civil)
Demanda y contestación
(Cap. VI, pp. 153 a 202)
Demanda. Concepto y forma de la demanda.
Documentos que deben acompañarse.
Ampliación de la demanda

A fin de acudir ante los tribunales, los particulares cuentan con la acción procesal “es el poder
de presentar y mantener ante el órgano jurisdiccional una pretensión fundada en hechos
jurídicamente relevantes con el fin de obtener una decisión concreta y en su caso conseguir la
ejecución de la misma hasta su agotamiento” (Clariá Olmedo, J.).

A este poder, con el fundamento constitucional que significa la acción procesal, se hace
necesario atribuirle un contenido (pretensión) y a la vez efectuar un deslinde en relación a otros
institutos procesales que resultan correlativos y complementarios: la pretensión y la demanda,
que representan respectivamente su contenido y su vía de realización.

Así, acción, pretensión y demanda son instituciones correlativas y que se vinculan en forma
recíproca para explicar el fenómeno judicial, que no puede ser entendido de modo integral sino
con la conjunción de tales conceptos. Adviértase que la demanda consiste materialmente en un
acto procesal formal y documental cuya presentación al juez implica el ejercicio de la acción y
que resulta ser el continente de un contenido necesario: la pretensión.

Alsina (1941) define a la demanda en su acepción estricta como “el acto procesal por el cual el
actor ejercita la acción solicitando al tribunal la protección, la declaración o la constitución de una
situación jurídica” (p. 250).

Palacio (2005) la define como un acto que se funde con la pretensión del actor, de modo
simultáneo, “es la petición encaminada a lograr la iniciación de un proceso, a cuyo efecto quien
la formula ejerce y agota el derecho de acción que le compete” (p. 337).

En definitiva, es un acto procesal y un acto jurídico voluntario. A la vez es un acto formal que
debe cumplir una serie de requisitos mínimos establecidos por las leyes procesales: ser escrito y
firmado, por ejemplo. De esta manera constituye un documento que tiene la siguiente
importancia:

 Es el acto inicial que da origen a la relación procesal e influye en su desarrollo.

 Abre la instancia y, a partir de su admisión, se cuenta el plazo para la perención de la


instancia.

 Pone en ejercicio a la jurisdicción y, con ella, a los poderes del juez, pero al mismo tiempo
los limita en tanto aquél no puede pronunciarse sobre peticiones que no estén deducidas en
la demanda.

 Establece lo relativo a la prueba.

2
Contenido y requisitos

La demanda contiene las afirmaciones de hechos jurídicamente relevantes que justifiquen la


pretensión del actor. En su esencia, constituye un silogismo: la premisa mayor es la norma
jurídica invocada; la menor, la relación de los hechos; y la conclusión es el resultado al que
arriba el actor entre ambas premisas y se exterioriza en la petición.

Nuestro Código Procesal Civil y Comercial (CPCC) establece en su artículo 175 se deducirá por
escrito y expresará:

1) El nombre, domicilio real, edad, estado civil del demandante, tipo y número de
documento de identidad.
2) El nombre y domicilio del demandado.
3) La cosa que se demanda designada con exactitud.
Si se reclamase el pago de una suma de dinero, deberá establecerse el importe
pretendido, cuando lo fuese posible, inclusive respecto de aquellas obligaciones cuyo
monto depende del prudente arbitrio judicial.
4) Los hechos y el derecho en que se funde la acción.
5) La petición en términos claros y precisos.

Para una mejor comprensión, exponemos a continuación el siguiente modelo de demanda


ordinaria por daños y perjuicios:

Sr. Juez en lo Civil y Comercial:


LAURA SINS, D.N.I. Nº 24.473.786, por derecho propio, con
domicilio real en calle Maestro Vidal Nº 12 - Planta Alta - Barrio Alto Alberdi, de nacionalidad
argentina, de 27 años de edad, de profesión médica, estado civil soltera, y constituyendo
domicilio a todos los efectos procesales en Av. Maipú Nº 2 - P.B. - Of. 8, ambos de esta
ciudad de Córdoba, ante V.S. respetuosamente comparezco y digo:
En las condiciones aludidas, efectúo ésta presentación a los
fines que seguidamente se detallan, solicitando consecuentemente participación legal y se me
tenga por constituido domicilio ad-litem en el lugar supra indicado. -

I.- EXORDIO:
I.1.- Que, a los fines de la acción correspondiente en el
carácter invocado, como directamente damnificada por las lesiones sufridas en el hecho
criminoso por el cual se reclama vengo a entablar formal demanda de indemnización de daños y
perjuicios en contra de ALFREDO PORERA, D.N.I. Nº 10.555.000 con domicilio en calle
Maldonado Nº 81 de Barrio Los Plátanos, DANIEL SELLES, D.N.I. Nº 21.766.680 con domicilio
en Av. Gral. Mosco Nº 1.009 de Barrio Fragueiro o Barrio Panamericano, todos de esta
ciudad de Córdoba, y/o en contra de quien resulte responsable directo o civil del accidente
que se relatará, por la suma de pesos cuarenta y ocho mil treinta y cinco con treinta y uno
centavos ($48.035,31) en concepto de daño emergente (gastos médicos), lucro cesante futuro y
daño moral, que V.S. determinará en más o en menos, al momento de dictar sentencia de
acuerdo a los elementos que se presentan como parte de esta demanda y los que se aporten
en la etapa probatoria. A esto se suman los intereses que correspondan desde que la suma es
debida hasta la fecha de su efectivo pago y costas; con más los tres (3) Jus del Art. 99 Inc. 5
de la Ley 8226.- ///
I.2.- Se demanda al Sr. GUSTAVO SELLES en su carácter de
conductor y titular dominial inscripto del vehículo marca Peugeot 504 - Dominio BJH122
(afectado al servicio de taxi) al momento del hecho, autor material y directamente responsable
del evento dañoso, y al Sr. ALFREDO PORERA en su carácter de titular dominial inscripto del
automotor marca Renault 19 - Dominio BMP155, afectado al servicio de "TAXI" (transporte
público de pasajeros), vehículo en el que se transportaba la actora LAURA SINS al momento
del evento dañoso. –

3
II.- HECHOS:
II.1.- Que fundo la acción en los hechos que a continuación
se relatan, los que a tenor del derecho aplicable generan la responsabilidad de los
demandados en la reparación de los perjuicios mencionados. -
II.2.- Que el día 05 de febrero de 2003, alrededor de las
12:00 horas, en circunstancias en que era transportada en calidad de pasajera a bordo del
TAXI Interno Nº 3000, Marca Renault 19, Dominio BMP155 de propiedad del Sr. ALFREDO
PORERA D.N.I. Nº…, y conducido por el chofer Sr. RICARDO TARRES, que transitaba por
calle San Lorenzo - San Luis (continuación de la calle San Lorenzo) en la intersección con la
Av. Hipólito Irigoyen de Barrio Nueva Córdoba de esta ciudad de Córdoba, cuando al momento de
atravesar la avenida ya mencionada, el taxi en el que me transportaba, fue embestido
violentamente por detrás por otro taxi marca Peugeot 504, dominio BJH122 de propiedad del Sr.
GUSTAVO SELLES D.N.I. Nº…,, el cual era conducido por el Sr. Gustavo Selles al momento
del evento dañoso. A raíz del fuerte impacto, mi cuerpo se balanceó bruscamente una y otra
vez hacia el asiento de adelante del vehículo, perdiendo levemente la conciencia, padeciendo
mareos, obnubilación, síntomas que, en conjunto y con motivo del impacto, me hicieron sentir
un fuerte y agudo dolor en el cuello con más inestabilidad. Seguidamente, y luego de unos
15 o 20 minutos me trasladaron a bordo de una Ambulancia de Emergencias del servicio "107" al
Sanatorio Allende - atento a ser afiliada a D.A.S.P.U. - en el cual me realizaron una serie de
radiografías de la columna cervical para detectar lesiones óseas. Me diagnostican un traumatismo
cervical, lo que conllevó en forma inmediata a la colocación y uso de manera permanente de
un collar cervical por el plazo de 25 días y tratamiento con miorrelajantes y analgésicos debido al
intenso dolor que padecía en ese momento.
El Sr. Ricardo Tarres (conductor del taxi que me trasladaba)
circulaba velozmente por la calle mencionada, de manera imprudente y sin tener las
precauciones necesarias al transportar pasajeros, por lo que resultó embestido violentamente
desde atrás por el otro taxi (marca Peugeot 504). Esto me ocasionó los daños por los que
reclamo. La maniobra realizada por el conductor Daniel Gustavo Salles fue tan imprevista y me
resultó imposible evitar el brusco y reiterado balanceo que me provocó las lesiones
mencionadas. No obstante, las mismas podrían haber sido mayores y hasta ocasionarme la
muerte. -
II.3.- El conductor del taxi que embiste desde atrás (Gustavo
Selles) en una actitud imprudente y negligente guiaba sin prestar la debida atención, y
desaprensivamente sin tomar los recaudos necesarios, produce los daños materiales y
personales por los que reclamo. -

III.- RESPONSABILIDAD:

III.1.- Sin perjuicio del relato de los hechos, se advierte


claramente la responsabilidad del conductor del Taxi (Gustavo Selles), surgiendo de la especial
consideración de determinados elementos ya aludidos, como por ejemplo la falta de atención que
demuestra al conducir su unidad, la excesiva velocidad a la que se conduce por las calles de
la ciudad, lo cual lo obliga a frenar bruscamente, sin medir consecuencia alguna. -
III.2.- Tal como se desprende del veraz y pormenorizado relato
precedente son culpables el conductor y titular dominial inscripto del Taxi marca Peugeot 504 -
dominio BJH… - (GUSTAVO SELLES) que embiste desde atrás al taxi en el cual me
transportaba al momento del evento dañoso, quien produce el hecho con sus consecuencias
dañosas, debiendo por ello responder por su obrar culpable; y el Sr. ALFREDO PORERA en
su carácter de titular dominial del Taxi en el que me transportaba al momento del hecho
dañoso.-

IV.- DAÑOS:
Como consecuencia directa del hecho dañoso relatado en el
punto II. (Hechos) de la presente demanda, la accionante (Laura Sins) sufrió serios daños, cuyas
secuelas lesivas aún perduran. Se detallan a continuación:
IV.1.- Lesiones físicas: Como consecuencia directa del hecho
lesivo (impacto), sufrí algunas lesiones que atentaron contra el equilibrio anátomo-fisiológico del
4
que gozaba anteriormente. Se me diagnosticó traumatismo cervical, que comprende lesión y
síndrome doloroso consecutivo en la zona cervical, deltoidea y escapular. Dentro del diagnóstico
y estado actual, la actora y damnificada sufrió el Síndrome del "latigazo cervical", cervicalgia
postraumática por el mecanismo de desaceleración brusca, marcada limitación funcional del
segmento cervical, omalgia y escapulalgia derecha, a todo lo cual se agrega el padecimiento del
Síndrome de stress postraumático. Fui atendida en primer término en el Sanatorio Allende en
donde me realizaron de manera urgente dos radiografías (de columna cervical -frente y perfil-, y
transdorsal). Se me indicó reposo absoluto por 48 hs. y el uso de un collar cervical durante tres (3)
semanas, que luego se prolongó una semana más porque sentía inestabilidad en el cuello y no
podía hacer ningún tipo de esfuerzo. El dolor en la zona del cuello era permanente.

Toda la situación relatada en el párrafo precedente, entorpeció


mi tarea laboral, atento que desempeño mi primer año de residencia como médica en el Hospital
Nacional de Clínicas de la ciudad de Córdoba, a los fines de obtener la especialidad en
oftalmología. Los daños físicos sufridos me impidieron cumplir con la realización de las guardias
médicas de 24 horas que se me solicitan, me inhabilitó y obligó a faltar al trabajo profesional por el
término de 10 días y por el término de 25 días en el resto de los lugares en los que trabajo de forma
privada (Centro Clínico Quirúrgico de la Visión sito en Bv. Illia Nº 396 de Barrio Nueva
Córdoba de esta ciudad de Córdoba, al cual asisto todos los días miércoles en el horario de
14:00 hs. a 20:00 hs). Debía realizarme un seguimiento periódico de mi estado. Luego me reintegré
a trabajar sólo con tareas pasivas ya que no podía responder a la labor profesional y a las tareas que
debo desempeñar como médica oftalmóloga: atención del consultorio para evacuar consultas
médicas y, en consecuencia, revisar pacientes, visualizar la lámpara de hendidura (que para
operarla necesito levantar los brazos), revisar los párpados, la conjuntiva, lesión producida por
algún cuerpo extraño, realizar fondo de ojo (FO), esquiascopía (estudio de refracción), preparar las
mesas quirúrgicas e instrumentar a los fines de intervenir como ayudante de quirófano en las
diversas intervenciones quirúrgicas a realizar; y demás tareas que hacen a la especialidad y
que m e permiten formarme profesionalmente.

En la actualidad persiste una limitación funcional para doblar


el cuello, continúo con las sesiones de fisioterapia para la columna cervical de manera particular
y tengo serias secuelas físicas y psíquicas como consecuencia del daño sufrido.

IV.2.- Lesiones psíquicas: Atento a la medida del daño


inferido a la persona de la actora (Art. 1068 - C.C.) corresponde apreciarla no sólo desde el
punto de vista físico, sino también desde el psíquico ya que se considera a la salud como un todo
integral. La actora padece de trastornos por stress postraumático, que la sumergen en un
periódico estado depresivo y la incapacitan para trabajar. -
/// Remitiéndome a lo descripto en el
segundo párrafo del punto IV.1 (Lesiones físicas), pero en estrecha relación con el daño
psíquico sufrido, empecé a tener problemas en el ámbito laboral. Al ser residente de 1º Año
"no me la hacían fácil", ya que en toda residencia médica existe mucha competencia entre los
residentes y mucha exigencia por parte de los profesores, desde el punto de vista práctico e
intelectual. Resulté perjudicada y rendí mal parte de los exámenes para la aprobación del 1º año
de la residencia.

Además, las guardias que me correspondían cumplir como


residente médico debieron ser cubiertas por otro médico-residente al que le tuve que "pagar" pues, por
un problema interno de mi servicio, aunque esté enferma, indefectiblemente tengo que hacerme cargo
de las mismas. Ocurrió lo mismos durante mi embarazo y ahora nuevamente con motivo del accidente
sufrido. Todas estas circunstancias me hacían sentir "impotente" para cumplir mis tareas profesionales
(académicas y prácticas) que requiere la residencia médica para la obtención de la especialidad.

Hago conocer a V.S. que soy madre de un bebé (mi primer


hijo) llamado Francisco Reich Sins, nacido el día 10-09-2002 y que actualmente tiene diez
(10) meses de edad. A la fecha del accidente sufrido, el bebé tenía casi cinco (5) meses de
edad y por los daños psíquicos y físicos sufridos debí interrumpir la lactancia. No poder
levantar ni amamantar a mi bebé me hacía sentir culpable. Debí requerir la compañía y auxilio

5
de una persona y, en ciertas oportunidades, de más personas para cuidarme a mí y al
bebé, ya que las lesiones sufridas me impedían poder asearme por mí misma y realizar
cualquier tipo de tarea doméstica. La inestabilidad emocional, el cambio de mi carácter
(tornándome agresiva y con tendencia a la depresión), alteraciones en el sueño, pesadillas,
fobias y temor a viajar en vehículos y al tránsito en general, me obligan a requerir de un
tratamiento farmacológico y realizar psicoterapia por el tiempo necesario, según la
evolución y remisión de los síntomas.
Todo lo relatado en el párrafo precedente hizo que mi vida se
desorganizara, “entrando en crisis” a raíz de todas las consecuencias descriptas que se
derivaron del evento dañoso padecido.

IV.3. Gastos médicos: Asistencia médica, farmacéutica y gastos de traslado

Se reclaman en su calidad de damnificada el resarcimiento de los gastos médicos realizados


en oportunidad del evento criminoso (Presunciones hominis sobre el daño causado), como
consecuencia de las lesiones sufridas por la accionante, quien debió realizar erogaciones para
su tratamiento. Dichos gastos médicos resultaron ser, los siguientes:

Concepto Monto
Collar Filadelfia $40
Medicamentos
- Alplax 0,5 x 60 comp. $16
- Doxtram-flex x 20 comp. (4 cajas) $100
- Doxtram-flex x 10 comp. (1 caja) $13
- Flexicam B12 (caja x 3 ampollas) $28
Traslados en taxi (40 viajes) $200
Fisioterapia (20 sesiones) $200
Visitas médicas a domicilio $100
Visitas médicas en consultorio $100
Total de la liquidación en gastos $797

Nuestra Jurisprudencia y Doctrina, pacíficamente reconocen


el presente rubro, independientemente de su acreditación; puesto que, con las lesiones
mencionadas precedentemente, necesariamente se debieron realizar erogaciones dinerarias
para la atención médica, rehabilitación de fisioterapia, diversos medicamentos, material
descartable, traslados, cuidados, etc. La Jurisprudencia y Doctrina entienden que los gastos de
atención médica y de farmacia no exigen prueba acabada de su existencia, si luego de las
pericias médicas se evidencia su ocurrencia a través de la naturaleza de las lesiones
experimentadas (Cám. Civ. y Com. Morón, Sala 2º, 13/3/84, JA, 1985-III-401); o cuando la
necesidad de efectuar dichos gastos surge de la naturaleza de las lesiones sufridas o
tratamientos a los que debió ser sometida la víctima. Todo esto se refiere a la asistencia del
lesionado en su integridad psicofísica.
Se reclama por el presente rubro la suma de pesos
setecientos noventa y siete ($797,00), de acuerdo con los comprobantes y facturas de los
gastos realizados, en original y fotocopia. Una vez comparadas las fotocopias con los originales,
las fotocopias deben ser glosadas en autos y los originales devueltos a su presentante. -

V. LUCRO CESANTE FUTURO: Incapacidad física e incapacidad psíquica

V.1 Como consecuencia del impacto, sufrí una serie de


lesiones, las cuales fueron diagnosticadas como traumatismo cervical. La lesión y el síndrome
doloroso consecutivo afecta no sólo la zona cervical sino también las regiones deltoidea y
escapular. Dentro del diagnóstico y estado actual, la actora y damnificada sufrió el Síndrome
del "latigazo cervical", cervicalgia postraumática por el mecanismo de desaceleración brusca,
marcada limitación funcional del segmento cervical, omalgia y escapulalgia derecha, a todo lo
cual cabe agregar el padecimiento del síndrome de stress postraumático.
6
Se reclama el "lucro cesante futuro", derivados de los graves
perjuicios físicos y psíquicos producidos por el accidente ya descriptos y que, de acuerdo a la
evaluación médica de los dres. Pablo Gómez (especialista en medicina legal y laboral) y
Agusto del Pont (médico psiquiatra) le produjo una incapacidad parcial y permanente del 30%
de la t.o. Esto se acredita con los certificados médicos expedidos por los mencionados
profesionales, los cuales se agregan en autos. -
Cabe destacar que, dentro de la incapacidad parcial y
permanente del 30 % de la T.O. padecida por la actora según el certificado médico
expedido por el Dr. Pablo Gómez (Especialista en medicina legal y laboral), se considera
incluido el daño psíquico sufrido por la actora (síndrome de stress postraumático), el
cual fue diagnosticado por el Dr. Agusto del Pont (médico psiquiatra) y se considera que
dicho stress postraumático le provoca una incapacidad parcial y permanente del 15 % de
la T.O.-

V.2.- El resarcimiento reclamado en concepto de "lucro


cesante futuro" corresponde ser resarcido debido a que el accidente sufrido le produjo a la
actora una serie de secuelas que la incapacitan para seguir ejerciendo su actividad lucrativa,
la cual se verá deteriorada, produciéndole un menoscabo en sus ingresos y posibilidades
futuras de progreso con motivo del accidente sufrido. Dicha actividad laboral consiste en el
ejercicio profesional como médica residente en el Hospital Nacional de Clínicas de la ciudad
de Córdoba y su desempeño profesionalmente en el Centro Clínico Quirúrgico de la Visión ya
citado ut-supra, del cual tiene un ingreso mensual de pesos seiscientos dieciséis ($616,00)
según acredita en el recibo de haberes correspondiente al mes de abril del año 2003. En dichos
lugares de trabajo la actora Laura Sins desarrolla una serie de tareas a las cuales me remito a
los efectos brevitatis causae al punto IV.1) de la presente demanda. -
V.3.- A título ilustrativo y/o doctrinario cabe citar la obra
titulada "Resarcimiento de daños - 2ª Daños a la persona" de la Dra. Matilde Zavala de
González, se define a la incapacidad como "la inhabilidad o impedimento o bien la dificultad
apreciable en algún grado para el ejercicio de funciones vitales. Se trata de la incapacidad
sobreviniente, es decir la que se verifica luego de la curación, al no haberse logrado la
recuperación total". Debe resarcirse el daño vinculado a la incapacidad. La afectación de la
integridad psíquica o física de una persona que le impide continuar desempeñando en forma
normal la actividad lucrativa (tipo de tareas profesionales desempeñadas por la actora), que era
su modo de vida, debe ser resarcida adecuadamente. Esta incapacidad parcial y permanente
como el caso que nos ocupa, derivada de los daños físicos y psíquicos que incapacitan a la
actora Laura Sins y le producen un daño patrimonial indemnizable, se acredita en principio
mediante los certificados médicos y radiografías que acompañan la presente y el peritaje médico
pertinente. Cabe agregar que, dado el estado psíquico postraumático de la actora como víctima
del accidente, su capacidad laborativa se vea disminuida, atendiendo que las tareas
profesionales de la actora requieren no sólo de un esfuerzo físico sino también de una gran
concentración intelectual a la hora de desempeñar con responsabilidad profesional su trabajo. -
V.4.- Tal como surge de los datos aportados en la presente,
mi actividad laboral se verá deteriorada y esto producirá un menoscabo a mis ingresos y
posibilidades futuras de progreso, obviamente como consecuencia directa del siniestro. Me
desempeñaba al momento del hecho dañoso por el que reclamo, y actualmente, como
médica residente de primer año en el Hospital Nacional de Clínicas de la ciudad de Córdoba, a los
fines de obtener la especialidad en oftalmología, además trabajo profesionalmente en el Centro
Clínico Quirúrgico de la Visión sito en Bv. Illia Nº 396 de Barrio Nueva Córdoba de esta ciudad de
Córdoba, al cual asisto todos los días miércoles en el horario de 14:00 hs. a 20:00 hs. Luego del
hecho incumplí profesionalmente en dichos lugares, en los cuales desarrollo una serie de tareas
profesionales que describo de manera específica y a las cuales me remito a los efectos
brevitatis causae al punto IV.1.- de la presente demanda que trata sobre lesiones físicas. -
V.5.- Tal como se expresa en el punto V.2 de la presente
demanda, la actora Laura Sins tenía a la fecha del evento dañoso y actualmente tiene un
ingreso mensual de pesos seiscientos dieciséis ($616,00), monto que a los fines de la
determinación del cuantum resarcitorio siendo necesario determinar la incidencia de la
disminución física y psíquica en la generación de ingresos futuros es aplicable la fórmula
matemática financiera, sugerida por el Tribunal Superior de Justicia en la causa "Brizuela de
7
Cavagna C/ Minervi Construcciones" de 1984 (Caso Marshall) - f órmula abreviada - teniendo
como base mi ingreso mensual aproximado de pesos seiscientos dieciséis ($616,00).- Sobre el
particular, hago presente que las bases del cálculo son las siguientes: edad de la víctima al
momento del evento dañoso: 27 años - Años de vida útil: 38 - Ingresos mensuales
aproximados: $616,00 - Incapacidad: 30 % de la T.O.-
V.6.- En tales supuestos y similares, la teoría de las cargas
probatorias dinámicas traslada al demandado la prueba adversa a la existencia del daño, en
virtud del principio de sentido común de que quien alega un hecho contrario al curso normal y
ordinario de las cosas, soporta la necesidad de acreditarlo. Dentro de tal orientación, se
inscriben también los precedentes que admiten el resarcimiento del daño económico derivado de
la incapacidad de una persona joven, a pesar de que no pruebe que trabajaba o cuál era el
trabajo desempeñado. -
Este lucro cesante deberá ser resarcido mediante una
indemnización dineraria traducida en un capital que sea capaz de generar una renta
equivalente a la pérdida de su capacidad de ganancia. Este rubro lo fijo en la suma de pesos
treinta y siete mil setecientos noventa con sesenta y cinco centavos ($37.790,65) que surge de la
fórmula matemática financiera que se emplea al efecto. -

VI. DAÑO MORAL:


VI.1.- También se reclama, en virtud de los sufrimientos
padecidos por la damnificada, el daño moral que implica haber sido víctima de éste hecho,
destaco los intensos dolores que he padecido y que aún sufro, ya que me han tocado vivir
momentos de alta tensión, quedando muy afectada desde aquel desagradable suceso,
afectándome tanto en el trabajo como en mi vida personal, viéndome privada de poder
amamantar a mi bebé. A partir de los daños físicos y psíquicos sufridos por el evento dañoso, debí
interrumpir la lactancia cuando mi hijo aún no cumplía los cinco meses de vida, mientras que el
mínimo de lactancia aconsejado médicamente es de seis meses. -
Párrafo aparte merece expresar que el daño moral, conforme
a la doctrina y jurisprudencia unánime, refiere a una lesión en los sentimientos, es decir en el
ámbito espiritual e íntimo de la persona, lo cual le produce toda clase de padecimientos no
susceptibles de apreciación pecuniaria, como ser inquietud espiritual, agravio moral, etc.,
entendiéndose que el damnificado se ve agraviado en los valores sobre los cuales se sustenta
toda su vida, como ser la libertad individual, la tranquilidad de espíritu, la privacidad, etc.-

VI.2.- Que a los fines del reclamo con carácter resarcitorio por
el daño moral padecido por la damnificada, me remito a tales efectos al punto IV.2.- (Lesiones
psíquicas) de la presente demanda. En dicho punto se describen las lesiones psíquicas padecidas
por la actora y que, en relación con las lesiones físicas sufridas por el hecho dañoso,
causaron la interrupción de la lactancia. Esto se debe a que el uso del collar cervical para de
corregir o evitar una mayor agravación del daño sufrido le impedía realizar cualquier tipo de
movimiento de los miembros superiores y del cuello y, por lo tanto, le fue imposible amamantar a su
hijo durante 25 días. A esto se suma la alteración de su equilibrio espiritual necesario le provocó la
pérdida total de la leche materna a partir del daño padecido.
Además de la interrupción de la lactancia, la actora pierde
parte de la relación con su hijo al no poder higienizarlo, vestirlo, ni satisfacer ninguna necesidad
habitual que requiere el cuidado de un bebé y que es de vital importancia para el logro
afectivo entre madre e hijo. Toda esta situación hacía que la actora (damnificada) se “sienta
culpable" y provoque una inestabilidad emocional y un continuo estado de depresión.-

El daño moral es una modificación disvaliosa del espíritu en el


desenvolvimiento de su capacidad de entender, querer o sentir. Se traduce en un modo de
estar la persona diferente al que se hallaba antes del hecho, como consecuencia de éste y
anímicamente perjudicial. -
El daño moral como resultado nocivo espiritualmente, no
requiere de una prueba específica, sino presuncional, atento a que el agravio moral reside en
lo más íntimo de la personalidad. Dicha prueba de tipo presuncional será prudentemente
analizad a por el juez al apreciar las circunstancias del hecho y las cualidades morales de la
víctima para establecer objetiva y presuntivamente el agravio moral en la órbita reservada de la
8
intimidad del damnificado. Estimo provisoriamente para éste rubro (de acuerdo a la
circunstancias fácticas del caso que nos ocupa), el 25 % del total reclamado, es decir, la
suma de Pesos Nueve mil cuatrocientos cuarenta y siete con sesenta y seis centavos
($9.447,66) que podrá variar en más o en menos y que dejo librado al criterio de V.S.-

VII.- DOCUMENTAL ACOMPAÑADA:

a.- Fotocopia del Documento Nacional de Identidad de la actora Laura Celina Sans.
b.- Certificado médico expedido por el Dr. Pablo Gómez (especialista en medicina laboral y
legal).
c.- Informe médico psiquiátrico expedido por el Dr. Agusto del Pont (Médico psiquiatra).
d.- Certificado médico expedido en el Sanatorio Allende de la ciudad de Córdoba con fecha
12-03-2003 por el Dr. Lucas E. Marcos.
e.- Pedido médico expedido por el Dr. Lucas Buteler Abarca (Sanatorio Allende) en la cual se
solicita a la paciente Laura Sins una serie de radiografías para detectar las lesiones sufridas.
f.- Copia debidamente certificada del diploma a través del cual la Facultad de Ciencias
Médicas de la Universidad Nacional de Córdoba le otorga a la Srta. Laura Celina Sans el título
profesional académico de Médica Cirujana.
g.- Certificado otorgado por el Consejo de Médicos de la Provincia de Córdoba en el que se
certifica que la Dra. Laura Celina Sans M.P. Nº 26.685/5 se halla colegiada en dicha institución
desde el 19/05/2000 hasta la fecha.
h.- Copia certificada de la Resolución Nº 1196 de fecha 18-06-2002 en la cual se resuelve
(designación por concurso) el resultado del Concurso para cubrir cargos de médicos
Residentes de Primer Año (COD 014) en las distintas Cátedras, Unidades Hospitalarias y Servicios
de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Córdoba.
i.- Certificado expedido por la Facultad de Ciencias Médicas - Cátedra de Oftalmología - de la
Universidad Nacional de Córdoba, en el cual se certifica que la Srta. Médica Laura Sins se
desempeña como Residente de 1º año en la Cátedra de Clínica Oftalmológica del Hospital
Nacional de Clínicas de la ciudad de Córdoba.
j.- Partida de Nacimiento del menor de edad Francisco Reich Sins (hijo de la actora Laura
Sins).
k.- Recibo de haberes de la Universidad Nacional de Córdoba (Facultad de Ciencias Médicas)
perteneciente a la actora Laura Sins y que corresponde a la liquidación del mes de abril del año
2003.
l.- Un Recibo "C" Nº 0000 00000068 de fecha 17-06-2003 expedido por la Licenciada en
Kinesiología y Fisioterapia Alejandra Gallardo por la suma de Pesos Doscientos ($200,00).
Dicha prueba documental se acompaña en original y fotocopia,
debiendo dichas fotocopias ser glosadas en autos, una vez que sean debidamente
compulsados con sus originales, los cuales deberán ser devueltos a su presentante.

VIII.- EMBARGO PREVENTIVO: I. Que a los fines de


garantizar el cobro de mi legítimo crédito, vengo por la presente a solicitar a V.S. que libre orden
de embargo preventivo sobre el inmueble inscripto en el Registro General de la Propiedad de
la Provincia de Córdoba bajo la Matrícula Nº 350.569 - Capital (11), de propiedad del
demandado Gustavo Selles, DNI Nª XXX de nacionalidad argentina, nacido el 28-01-1969, por la
suma de Pesos Cuarenta y ocho mil treinta y cinco con treinta y uno centavos ($48.035,31)
con más el 30% ($14.410,59) en que se estiman las costas provisorias del presente juicio,
todo lo cual asciende a la suma de pesos sesenta y dos mil cuatrocientos cuarenta y cinco con
noventa centavos ($62.445,90), a cuyo fin deberá librar el respectivo oficio al Sr. Director de la
citada repartición. Dicho inmueble se encuentra ubicado en Barrio Mariano Fragueiro, 1º Secc.
Municipio de esta ciudad, Dpto. Capital, designado como lote cuatro de la manzana trece,
que mide: 10 ms. de fte. por 26,62 ms. al E. y 26,66 ms. al O. de fondo, con una sup. total
de 266,40 m2; lindando: al N. c/ calle pública; al E. lte.5; al O. lte.3; y al S. loteo del Bº H.
Irigoyen (hoy lte.4-Parc.17 de la Mza. "A"). Dichos datos se acreditan con la fotocopia del
informe registral de la matrícula citada ut- supra. -
Asimismo, y a los efectos de que el embargo preventivo
solicitado precedentemente resulte insuficiente a los fines de garantizar el cobro de dicha
acreencia, se solicita se proceda a oficiar al Registro Nacional de la Propiedad del Automotor Nº
9
19 de la ciudad de Córdoba a los fines de trabar embargo por la suma de Pesos ($XXX) sobre el
vehículo marca Peugeot - modelo 504 G - Sedan 4 puertas - Dominio BJH119 de propiedad del
demandado Daniel Selles (titular - 100,00 %). -

VIII.1- OFRECE FIANZA: Que, a tales efectos, se ofrece la


fianza personal de los Dres. Alejandro Cosetti, M.P. 1-285683, /// Cecilia Casanobas M.P. 1-
351549 y demás letrados quienes se ratificarán en legal forma a fs. ........... en el libro
respectivo; y de ser necesario se ofrecerá la fianza de algún otro letrado. -
VIII.2- DERECHO: Fundo la presente medida cautelar
solicitada, en lo prescripto por el Art. 466 del C. de P.C. y ss.-

IX.- EL DERECHO:
IX.1.- Que, pese a la innecesaridad de cita de la legislación
aplicable en la materia, que se suma al principio iura curia novit, de aplicación pese a la omisión,
destaco que estimo corresponde al caso lo dispuesto por los Arts. 505, 512, 519, 520, 1068,
1069, 1109, 1113, 1078, 1084, 1086, concordantes y correlativos del Código Civil; y Arts. 26, 1,
correlativos y concordantes de la normativa de creación del Registro Nacional de la Propiedad
del Automotor y sus modificatorias. -

X.- DOCTRINA Y JURISPRUDENC IA:


X.1.- Que a fin de no extendernos más en éste líbelo inicial,
omitimos expresamente las citas doctrinarias y jurisprudenciales que dan apoyo expreso a todas
y cada una de las pretensiones; ello sin perjuicio de la reserva de efectuarlas en toda etapa
procesal que se considere adecuada. -

XI. RESERVA DEL CASO FEDERAL: Dejo planteado desde ya


la reserva al Caso Federal que se instrumenta por vía del Recurso Extraordinario previsto por
el Art. 14 de la Ley Nacional Nº 48.-

XII.- PETITUM:
Por todo lo expuesto a V.S. pido:
a) Me tenga por presentada, en el carácter invocado y por
parte con domicilio constituido en legal forma. -
b) Tenga por iniciada la presente acción en los términos
expresados, imprimiéndole el trámite legal correspondiente. -
c) Cite de comparendo a los demandados y oportunamente
otorgue al mismo traslado de la acción. -
d) Oportunamente haga lugar a la demanda en todos sus
términos con expresa imposición de costas a la parte contraria y, en consecuencia, condene
a los accionados al pago de la totalidad de los daños y perjuicios causados. -
e) Que previa ratificación de la fianza ofrecida, libre
mandamiento de embargo preventivo en la forma y a los fines solicitados. –
Proveer de conformidad. - Es justicia –

El Art. 175 inc 3 (C.P.C.C. de Córdoba) establece como necesaria la determinación del quantum
de la pretensión ¿Cuál te parece que será la razón que se afectaría de no cumplir con ese
requisito formal? ¿Procedería el Art. 176 (C.P.C.C. Córdoba)?

Demanda defectuosa: Art. 176 - Los tribunales deben rechazar de oficio las
demandas que no se dedujeren de acuerdo con las prescripciones establecidas,
expresando el defecto que contengan o podrán ordenar que el actor aclare
cualquier punto para hacer posible su admisión.
No subsanados los defectos o no hechas las aclaraciones en le plazo de

10
treinta días, se operará el desistimiento de pleno derecho.1

Presentada la demanda, el tribunal realizará un juicio de admisibilidad. Se trata de un juicio


formal en donde el órgano jurisdiccional se limita a verificar si se cumplieron los requisitos
establecidos en el Art. 175 del (C. P. C. C. Córdoba) para su admisión. El juez no admitirá el
acto procesal cuando no reúna estas condiciones.
El análisis de admisibilidad consiste en un análisis formal con base en el derecho procesal. Sin
hacer un juicio sobre el mérito de la demanda, el cual hace alusión a un buen derecho. Se
vincula con las pretensiones de actor, demandado de contenido sustancial. Está configurado por
aquellos requisitos necesarios para que el juez pueda, en la sentencia, proveer al fondo o
mérito de la cuestión, es decir resolver si el demandante tiene o no el derecho pretendido y el
demandado la obligación correlativa.
Debemos recordar que los requisitos establecidos en el Art.175 (C. P. C. C. Córdoba) forman
parte de uno de los presupuestos procesales, los cuales eran los elementos esenciales para la
constitución de una relación jurídicamente válida. En el caso que el tribunal omita realizar este
análisis de admisibilidad formal, la parte demandada podrá discutirlo por medio de las excepciones
dilatorias (C. P. C. C. Córdoba) Art.184.

Documentos que deben acompañar la demanda

El C.P.C.C. de Córdoba establece en su art. 182: “ El actor deber acompañar a la demanda


los documentos de que haya de valerse.”2
La noción de documento puede ser entendida, en un sentido genérico, como toda "toda cosa
que sea producto de un acto humano, perceptible por los sentidos de la vista y el tacto, que
sirve de prueba histórica indirecta y representativa de un hecho cualquiera" (Devis Echandía,
1985, p. 486).

La interpretación del Tribunal Superior de Justicia importó un cambio sustancial y positivo de este
concepto en nuestro Código adjetivo. Según el máximo tribunal, documento “es toda atestación
escrita emanada de una de las partes del juicio”.
La doctrina los clasifica en documentos:
 Habilitantes de la instancia,

 fundantes de la pretensión,

 justificantes de la pretensión.
Los documentos que deben acompañar la demanda son los habilitantes de la instancia. Son
aquellos en donde el derecho se manifiesta. Por ejemplo, la partida de defunción en el caso de
la declaratoria de herederos o la partida de matrimonio para tramitar el divorcio, el estatuto
social del cual deriva la calidad de representante de un ente societario.

Efectos de la interposición de la demanda


Sustanciales: aquellos que se relacionan con la validez y vigencia de las normas positivas de
fondo:
- Interrupción por petición judicial:

1 Art. 176- Ley Nº 8465. Op. cit.


2 Art. 182- Ley Nº 8465. Op. cit.
11
El curso de la prescripción se interrumpe por toda petición del titular del derecho
ante autoridad judicial que traduce la intención de no abandonarlo, contra el
poseedor, su representante en la posesión, o el deudor, aunque sea defectuosa,
realizada por persona incapaz, ante tribunal incompetente, o en el plazo de
gracia previsto en el ordenamiento procesal aplicable.3

La presentación de la demanda tiene por efecto la interrupción del curso de la prescripción


adquisitiva contra el poseedor y de la prescripción liberatoria contra el deudor.

- Extinción de las opciones del actor: la presentación de la demanda produce efectos


respecto de diversas opciones que puede realizar el actor desde que, elegida una, ya no le es
posible solicitar la otra prevista en la misma norma. Se trata de obligaciones alternativas, en
las cuales se obliga a optar (arts. 635, 641, 646 y 648 CC).
- Incapacidad de derecho para la compra de cosas litigiosas: la interposición de la demanda
produce el efecto previsto en el Art. 1361 del CC que establece la prohibición que reza para
los abogados, jueces, fiscales, defensor de menores, procurador, escribanos y tasadores de
adquirir, aun en remate, los bienes mencionados en la demanda, los que adquieren la calidad
de litigiosos.

Procesales: se relacionan con normas establecidas en la ley procesal específica que regula el
proceso:
- Apertura de instancia: la demanda es el acto mediante el cual se pone en ejercicio el poder
de acción y queda abierto el juicio, pues provoca la excitación de la jurisdicción, referida al
acceso al primer grado de instrucción del proceso y de conocimiento de sus actos por el juez.
Para el actor aparece la carga procesal del impulso para evitar la perención de la instancia.
- Estado de litispendencia: con la interposición de la demanda, aun antes de su notificación,
se produce este estado, que será perfeccionado con la respectiva notificación.

- Competencia del juez respecto del actor: el actor, al interponer la demanda, hace una
elección que puede implicar una prórroga de competencia en razón del territorio.
- Fija el principio de congruencia: Art. 330 del C. P. C. C. Córdoba.

- Objeto litigioso: salvo excepciones, el actor no podrá modificar el objeto de la demanda. El


demandado (mientras no reconvenga) deberá limitarse a contestar sobre el objeto litigioso, sin
poder variarlo. Además, establece un límite a los poderes del juez en la sentencia, quien
deberá pronunciarse sobre éste, manteniendo el principio de congruencia.

3Art. 2546- Ley Nº 26.994 (2014) Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación
Argentina.
12
Contestación de la demanda
Actitudes que puede asumir el demandado. (Cap. VII, pp. 171 a 202)
Figura 1

Fuente: elaboración propia.

En los juicios declarativos generales (art. 411 del C. P. C. C. de Córdoba), una vez presentada la
demanda en la forma establecida por el Art.175 el juez ordenará el traslado de ella al
demandado para que comparezca a estar a derecho. El traslado es definido por Palacio como
“aquellas providencias mediante las cuales el juez o tribunal resuelve poner en conocimiento de
una de las partes alguna petición formulada por la otra” (Palacio, 2005, p. 313) su finalidad es la
de asegurar la vigencia del principio de contradicción, es decir poner en conocimiento del
demandado las pretensiones formuladas por el actor y ordenar que aquel sea citado para
comparecer y contestar la demanda.
El demandado debe ser llamado al proceso para que ejercite su derecho de defensa. Esto se
realiza a través de la citación y emplazamiento que efectúa el juez. El art. 161 del C. P. C. C. de
Córdoba establece: “Las disposiciones relativas a las notificaciones son aplicables, en cuanto
procediere, a las citaciones y a los emplazamientos”4 Se diferencian así estos dos términos: el
emplazamiento es el llamado que se hace al demandado para que se presente al juicio, es decir,
comparezca a estar a derecho (Art. 162); la citación, en cambio, es el llamado para contestar la
demanda.
El plazo para el comparendo será de tres días cuando la persona se encontrare en el lugar del
juicio. En caso contrario, el tribunal lo fijará atendiendo a la distancia y a la mayor o menor
facilidad de las comunicaciones.5
Tanto la citación como el emplazamiento se comunica al demandado por cédula de notificación u
otro medio de notificación (Art. 142 C.P.C.C. de Córdoba).
En el juicio ordinario, determina el Art. 493: “Comparecido el demandado, o firme la declaración
de rebeldía se decretará el traslado para contestar la demanda por diez días”6. En este tipo de
procedimiento o juicio surge claramente la diferencia entre emplazamiento y citación con
diferentes plazos.

4 Art. 161- Ley Nº 8465. Op. cit.


5 Art. 163- Ley Nº 8465. Op. cit.
6 Art. 493- Ley Nº 8465. Op. cit.
13
En el juicio abreviado (Art. 508) “El tribunal citará y emplazará al demandado para que en el
lapso de seis días comparezca, conteste la demanda, oponga excepciones o deduzca
reconvención”7
La citación y el emplazamiento tienen el mismo plazo, por lo que se realizarán en un solo acto.
Esto significa que en este tipo de juicio no se distinguen dos oportunidades procesales diferentes
para comparecer y para contestar la demanda.
Ante la notificación de la demanda el demandado puede asumir diferentes actitudes:
 No comparecer, por lo que a pedido del actor puede incurrir en rebeldía.
 Comparecer y contestar la demanda o no contestarla.
 Negar los hechos y el derecho en se funda en los términos del Art. 192 (C.P.C.C. de
Córdoba)
 Reconocer los hechos y negar solamente el derecho (cuestión de puro derecho Art. 497
C.P.C.C. de Córdoba)
 Reconocer los hechos y el derecho lo que se denomina allanamiento evita la actividad
probatoria y alegatoria Art. 352 (C.P.C.C. de Córdoba)
 Contestar y oponer excepciones.
 Contestar y reconvenir.

Rebeldía

Notificada la demanda, nace para el demandado la carga procesal de comparecer al proceso.


El incumplimiento de la misma trae aparejada la declaración de rebeldía y continúa el
procedimiento como si estuviese presente. Couture define a la carga procesal como “una
situación jurídica instituida en la ley, consistente en el requerimiento de una conducta de
realización facultativa, normalmente establecida en interés del propio sujeto y cuya omisión trae
aparejada una consecuencia gravosa para él” (Couture, 1997, p. 209). La carga es una
conminación o compulsión para ejercer el derecho, en este caso, para comparecer y contestar
la demanda.
¿Tiene el actor la carga procesal de notificar el emplazamiento y citación al demandado?
¿Cuál será su fundamento?
En primer lugar, para responder debemos tener presente que el sistema o tipo procesal
adoptado es dispositivo lo que impone a las partes el impulso del proceso La impulsión de
mantenimiento en el proceso civil también corresponde a las partes y en el caso que estas no
cumplan actividades para que el proceso avance, se produce su muerte por inactividad en lo
que se denomina perención de instancia.
El fundamento lo encontramos en el principio de bilateralidad o contradicción que implica la
posibilidad de alegar y probar, aunque no interesa al derecho que la parte efectivamente se
pronuncie, basta con que se le haya otorgado una razonable oportunidad de defenderse o de
cumplir con la carga procesal de expresarse. Tiene raigambre constitucional en el Art. 18
“derecho de defensa”, entendido como la potestad que tienen el demandante y el demandado
de defender sus derechos en el proceso, en cualquier momento del desarrollo de este.
¿Quiénes pueden ser declarados rebeldes? La respuesta la encontramos en el Art. 110 del C.
P. C. C. de Córdoba que establece:

7 Art. 508- Ley Nº 8465. Op. cit.


14
Será declarado rebelde:

1) El demandado que no hubiere comparecido a estar a derecho en el plazo que


se le hubiere acordado.

2) La parte que habiendo comparecido a juicio no constituyera domicilio en el


radio que corresponda.

3) La parte que, actuando por apoderado o representante, fuere emplazada de


acuerdo con los artículos 96 o 97, y no compareciere en el plazo otorgado.

4) La parte que revocando el poder que hubiere otorgado no compareciere por sí


o por apoderado. 8

¿Cómo declara el tribunal la rebeldía?


“La rebeldía será declarada por decreto, a petición de parte, salvo disposición en contrario”9.
“Si el demandado no compareciere en el plazo de la citación, se lo tendrá por rebelde sin
declaración alguna”10.

En el juicio de desalojo:
Si el citado no compareciere o no contestare la demanda en el plazo que
prescribe el art. 508, el tribunal dictará sentencia haciendo o no lugar al desalojo,
a menos que estimare necesario recepcionar prueba.
Si hiciere lugar al desalojo, apercibirá de lanzamiento al demandado si no
desocupa la finca en el plazo de diez días, a menos que aquel tuviera derecho a
otro plazo mayor, en cuyo caso éste será fijado. En los casos de condena de
futuro, la sentencia podrá ejecutarse al vencimiento del plazo de la locación.11

En la sentencia del juicio ejecutivo:

Presentada la demanda, si el título invocado trae aparejada ejecución, se


ordenará sin más trámite que se trabe embargo sobre bienes del demandado y
que se lo cite para que comparezca a estar a derecho en el plazo de ley, y de
remate para oponer excepciones dentro de los tres días siguientes al vencimiento
de aquel plazo, bajo apercibimiento. El embargo se hará por el valor reclamado
con más los intereses y costas provisorios que el tribunal fije. El emplazamiento
para estar a derecho no se efectuará si ya hubiere sido realizado con motivo de
las diligencias preparatorias de la vía ejecutiva.
La garantía del embargo sobre el bien gravado comprenderá el monto nominal
por el que se hubiere ordenado y la actualización si correspondiere.
El mandamiento de embargo contendrá, en su caso, los reajustes que el tribunal

8 Art. 110- Ley Nº 8465. Op. cit.


9 Art. 111- Ley Nº 8465. Op. cit.
10 Art. 509- Ley Nº 8465. Op. cit.
11 Art. 755- Ley Nº 8465. Op. cit.
15
disponga.12

Efectos Rebeldía del citado en su domicilio

La rebeldía del demandado citado en su domicilio tendrá los siguientes efectos:


1) Sin perjuicio de lo dispuesto en el art. 144 inc. 2), las demás resoluciones se
tendrán por notificadas en el día de su fecha.
2) El rebelde será admitido como parte en cualquier estado del juicio, cesando el
procedimiento en rebeldía.13

Efectos Rebeldía del citado por edictos.

La rebeldía del demandado citado por edictos, tendrá los siguientes efectos:

1) No será necesaria la notificación de la rebeldía.

2) La sentencia se dictará con arreglo al mérito de los autos y será notificada por
edictos, publicados por un día.

3) En juicios declarativos respecto de los cuales no puede promoverse otro sobre


el mismo objeto:

a) Se designará como representante al asesor letrado, quien podrá


responder sin admitir ni negar los hechos expuestos.

b) Si el rebelde compareciera luego de vencido el plazo de ofrecimiento de


pruebas, podrá pedir la apertura en segunda instancia.14

Declarada la rebeldía el proceso continúa, pero se alivia la carga de notificación que pesa sobre
el actor. Se firma la providencia que declara la rebeldía del demandado, la ley por regla general
exime de cursar notificaciones al domicilio, salvo en el caso de la realización de actos
personalísimos y de la sentencia (Art. 144, Inc. 2, C. P. C. C. Córdoba). El demandante deberá
acreditar los hechos fundantes de la pretensión esgrimida y, en consecuencia, el juez dictará la
sentencia conforme a lo alegado y probado (Art. 327 C. P. C. C. Córdoba).
Abstención - El demandado puede no contestar la demanda

En el supuesto que el demandado comparezca a estar a derecho y no contesta la demanda,


incumple la carga procesal de contestar. A pedido del actor se le dará por decaído el
derecho. Es necesario que el actor o demandante solicite el decaimiento del derecho ya que el
demandado debe realizar el acto procesal de contestar la demanda dentro del plazo legal
según el tipo de procedimiento de que se trate, el plazo es improrrogable pero no
perentorio. Una vez finalizado no precluye la oportunidad, salvo que el actor solicite el
decaimiento del derecho que no usó y el juez lo declare así; a partir de esta, precluye para el
demandado la facultad de contestar. No contestar la demanda genera una presunción judicial
en contra del demandado que será valorada por el juez en la sentencia junto con el resto de

12 Art. 526- Ley Nº 8465. Op. cit.


13 Art. 112- Ley Nº 8465. Op. cit.
14 Art. 113- Ley Nº 8465. Op. cit.
16
los elementos probatorios. Esta presunción judicial significa que el juzgador podrá estimar el
silencio del demandado como reconocimiento de la verdad de los hechos afirmados en la
demanda (Arts. 192 C. P. C. C. Córdoba). Esto no significa que el juez quedará obligado a
tener por ciertos los hechos consignados en la demanda y la documental, sino que constituirá
un elemento de juicio más, que deber.
La abstención del demandado civil puede ocurrir que el demandado no concurra al
proceso porque no se enteró o porque no le interesa. Esto es, que exista silencio en la
fase de negación. Las leyes procesales deben darle un valor al silencio.
En Córdoba se le asigna distinto valor al silencio según se trate de silencio opuesto a los
hechos afirmados o a los documentos acompañados en la demanda. (Art. 192 C.P.C.C.).

La contestación de la demanda
La doctrina mayoritariamente entiende que la contestación de la demanda constituye un acto
jurídico procesal que representa el ejercicio del derecho de defensa. Palacio (2005) define a la
contestación de la demanda como el acto mediante el cual el demandado alega, en el proceso
ordinario, aquellas defensas que no deban ser opuestas como de previo y especial
pronunciamiento, y en los procesos sumario y sumarísimo (se refiere al CPC de la nación),
toda clase de defensas que intente hacer valer contra la pretensión procesal.
La contestación de la demanda, consiste en un acto que exterioriza el ejercicio del derecho de
defensa y, como tal, se dirige al juzgador, al Estado, de allí que se entienda al traslado de la
demanda como una interrogación que el juez hace al demandado acerca de su deseo de
ejercer su respectivo poder de excepción, y con él, su derecho de defensa.
Los requisitos que deben observarse en la contestación de la demanda son los mismos que
establece el Art. 175 C.P.C por supuesto omitiendo el Inc. 1 el cual está referido a los datos
personales del actor.
El Art. 192 (C. P. C. C. Córdoba) señala que

en la contestación, el demandado deberá confesar o negar categóricamente los


hechos afirmados en la demanda, bajo pena de que su silencio o respuestas
evasivas puedan ser tomadas como confesión. La negativa general no satisface
tal exigencia.

Deberá también reconocer o negar categóricamente la autenticidad de los


documentos acompañados que se le atribuyan y la recepción de las cartas y
telegramas a él dirigidos que se acompañen, bajo pena de tenerlos por
reconocidos o recibidos, según el caso15.

Manifestación sobre los hechos (confesión o negación categórica): el demandado debe


efectuar sus manifestaciones sobre cada uno de los hechos expresados en la demanda, de una
manera rotunda y terminante; sin vacilaciones ni reservas. Esas manifestaciones pueden consistir
en afirmaciones, aserciones o confesión. Reconocido un hecho por el demandado se excluye
respecto de él la prueba, puesto que desaparece el carácter controvertido de ese hecho. Si la
manifestación consiste en una negación u oposición, se está ante la expresión amplia de la
defensa, que se exterioriza como la oposición al progreso de la pretensión del actor. Se deben
negar cada uno de los hechos en particular, o el conjunto de hechos que constituyan una unidad.
La negativa general, lo dice el Art. 192 (C. P. C. C. Córdoba), no satisface la exigencia y produce
al demandado el perjuicio señalado para el caso de silencio o respuestas evasivas.

15 Art. 192- Ley Nº 8465. Op. cit.


17
El perjuicio consiste en crear una presunción en contra del demandado, en tanto supone
confesión de los hechos sobre los que guardó silencio, vaciló o incluyó en una negación
genérica. Estas situaciones pueden ser tomadas por el juez como una confesión, dependerá de
los demás elementos de valoración en el momento de dictar sentencia.
Manifestación sobre los documentos: el demandado tiene la carga de manifestar acerca de
ellos, debiendo distinguirse entre documentos privados y públicos.
Respecto de los documentos privados, deberá expresar si son auténticos; en cuanto a la firma
y al contenido. El código prevé la pericial caligráfica y subsidio en caso de no reconocimiento
del documento Art. 248 y Art. 249 (C. P. C. C. Córdoba): Cuando la parte negaré la firma o
autenticidad del documento, o declarase desconocer la firma que se atribuye a otra persona”16.
Respecto a los documentos públicos; habrá que distinguir si se trata de falsedad material, en
cuyo caso habrá que plantear el incidente de redargución de falsedad Art. 244 (C. P. C. C.
Córdoba), lo que significa un ataque directo al oficial público que labró el documento. Por otro
lado, si se trata de falsedad ideológica (respecto de los dichos de los intervinientes acerca de
los hechos no presenciados por el oficial público) bastará el procedimiento seguido para los
instrumentos privados.

Allanamiento
Puede ocurrir que, iniciado un proceso, el demandado decida no oponer resistencia, es decir,
se someta a la pretensión del actor y realice la prestación reclamada por él en la demanda.
Esta sumisión del demandado procesalmente se denomina allanamiento implica voluntad de no
litigar y, para que sea eficaz, debe tratarse de derechos disponibles y puede ocurrir en
cualquier etapa del proceso previo a la sentencia (Art. 352, C. P. C. C. de Córdoba).

La reconvención del demandado

Puede ocurrir que, iniciado un proceso, el demandado decida oponerse a la pretensión del
actor, contrademandándolo. Cuando ello ocurre, el actor originario pasa a llamarse
reconvenido y el demandado que introduce la reconvención, reconveniente.
Para la admisibilidad de la reconvención la pretensión introducida por vía reconvencional debe
ser:

 Competencia tribunal (mismo juez).


 Mismo trámite Art. 194 y 195 C. P. C. C. de Córdoba.

Reconvención
Es una contestación en la que, además de negar los hechos, el demandado asume una
posición de ataque hacia el actor. Es una acción que puede ejercerse de modo independiente,
pero que se admite en el presente proceso por cuestiones de economía procesal, y por la cual
el demandado asume el carácter de sujeto activo.
Produce los mismos efectos procesales y sustanciales que la demanda. Se traba una nueva
litis a resolverse en la sentencia definitiva, conjuntamente con la demanda, pero en forma
independiente al resultado de ésta.

16 Art. 249- Ley Nº 8465. Op. cit.


18
Referencias
Alsina, H. (1941). Tratado Teórico Práctico de Derecho Procesal Civil y Comercial. T. IV. Buenos Aires: Ed.
Compañía Argentina de Editores.

Couture, E. (1997) Estudios del derecho procesal civil. Tomo I. Buenos Aires: Palma.

Clariá Olmedo, J. (1982) Derecho procesal. Buenos Aires: Depalma.

Devis Echandía, H. (1985) Teoría General de la prueba judicial. T II, 3ª ED. Buenos Aires: Zavalía.

Palacio, L. E. (2005) Manual de Derecho Procesal Civil. Buenos Aires:Lexis Nexis- Abeledo - Perrot

19
Excepción
procesal

Derecho
Procesal II
(Procesal Civil)
Excepción procesal
Definición. Contenido. Caracteres
Se trata del derecho de defensa atribuido a toda persona que es demandada y se ejerce en
las oportunidades fijadas por la ley ritual. Se presenta, precisamente, como una facultad o
atribución de concurrir ante el juez para contradecir la acción, en sentido amplio.
El poder de excepción como tal corresponde exclusivamente al demandado y se ejerce en el
ámbito del proceso. Por ello, cierta parte de la doctrina ve en el poder de excepción un
aspecto diverso del derecho de acción.
Según Clariá Olmedo en una acepción genérica, la excepción “es un poder, es toda
defensa que el demandado opone a la pretensión del actor esgrimiendo hechos modificativos,
impeditivos o extintivos” (Clariá Olmedo, 1982)
Por su parte, Couture atribuye a la excepción un significado más amplio, expresando que
“es el poder jurídico de que se halla investido el demandado para oponerse a la acción
promovida en su contra” (Couture, 1997, p. 25).
Por ello se nos presenta la acción con el poder de atacar y la excepción como la expresión
del derecho a oponerse.
La excepción encuentra fundamento específico en el Art. 18 de la Constitución
Nacional que expresa “es inviolable la defensa en juicio de la persona y de los
derechos”1, por lo que dicho derecho abarca la garantía del debido proceso, que no se
agota con el mero ejercicio de la jurisdicción sino que, además, requiere de otros
aditamentos que actúan durante el trámite (como el derecho de audiencia y de prueba). En
este sentido, la doctrina señaló que “la garantía de defensa en juicio consiste, en último
término, en no ser privado de la vida, libertad o propiedad sin la garantía que supone la
tramitación de un proceso desenvuelto en la forma que establece la ley” (Couture, 1997, p.
51)

El poder de excepción, al igual que la acción, constituye un poder de carácter abstracto,


pero con contenido determinado que denominamos “pretensión”. Es así que el contenido del
poder de excepción está constituido por la afirmación de hechos con relevancia jurídica
opuestos a la pretensión del actor, con similitudes y diferencias respecto de esta.
De tal modo, la acción o la postulación del actor debe ser ineludiblemente formulada,
mientras que la pretensión del demandado puede tener afirmaciones de hechos opuestos con
relevancia jurídica o simples actitudes omisivas. Estas situaciones también configuran la
pretensión del demandado y establecen el vínculo entre el poder de excepción y las normas
del derecho sustancial.

Técnicamente y si usas una acepción restringida, el vocablo “excepción” se refiere a ciertos


tipos de defensas regladas por la ley procesal y, en otros casos, por la sustancial. Se trata del
concepto de excepción en sentido estricto que reconoce identidad conceptual y nominación
expresa en el sistema jurídico.
La oposición de excepciones, en sentido estricto, implica para el demandado la posibilidad de
introducir objeciones fundadas en la falta de algún presupuesto procesal o dirigido a poner de
manifiesto alguna obstancia sustancial. Tal sucede con las posibilidades previstas en los
códigos de fondo, para resistir la pretensión jurídica contra él ejercida que se viabiliza a
través de modos reglados por la ley sustancial (v.gr. los medios extintivos de las obligaciones

1
Art. 18. Constitución Nacional Argentina. 1853.

2
consagrados en el C. C. y C. Arts. 865, 921,931, etc.; la prescripción liberatoria, etc.). Así
podrá el demandado alegar ante un reclamo de carácter patrimonial, que él pagó o que la
obligación se encuentra prescripta.
Por otro lado, se señala que el ejercicio del poder de excepción en sentido estricto se
manifiesta en diferentes oportunidades, ya sea que se ejercite en el proceso civil o en el
proceso penal.
Sin embargo, en forma coincidente, sea cual fuere el tipo de proceso, la ley señala la
secuencia o tiempo en que debe ser puesto en acto.

En cuanto al órgano a quien corresponde este poder, se identifica con el sujeto posicionado
en la faz pasiva de la relación jurídica procesal.
La realización o desenvolvimiento del poder de excepción, exige de su titular que ostente
capacidad procesal.
Debemos diferenciar claramente el poder de excepción de las excepciones en sentido
estricto. Estas últimas hacen referencia al instituto procesal o sustancial por el que el
demandado se opone a las pretensiones del actor.
Las excepciones podemos clasificarlas como perentorias o sustanciales y dilatorias formales
o también llamadas por la doctrina excepciones previas.
Palacio (2005) define a las excepciones dilatorias como aquellas oposiciones que, en caso de
prosperar, excluyen temporalmente un pronunciamiento sobre el derecho del actor, de
manera tal que sólo hacen perder a la pretensión su eficacia actual, pero no impiden que
ésta sea satisfecha una vez eliminados los defectos de los que adolecía.
Excepciones perentorias o sustanciales son aquellas que, en el supuesto caso de prosperar,
excluyen definitivamente el derecho del actor, de manera tal que la pretensión pierde toda
posibilidad de volver a proponerse eficazmente.

Las excepciones en particular


El demandado puede, en la oportunidad procesal de contestar la demanda, plantear
excepciones perentorias o dilatorias.

Excepciones dilatorias oportunidad y forma de deducirlas (Art. 183 C.P.C.C. Córdoba)

Las excepciones dilatorias presentan distintas modalidades según se trate de juicio


declarativo ordinario o abreviado.

En el juicio ordinario las excepciones dilatorias deberán oponerse en forma de artículo


previo y serán resueltas por el juez como de previo y especial pronunciamiento. Esto
significa que su planteo y resolución deben producirse antes de que se trabe la litis. Por lo
cual el demandado no tendrá la carga de contestar la demanda hasta que se resuelva las
excepciones dilatorias opuestas y esto suspende el trámite del juicio.
Incompetencia: Se trata de un reclamo por falta de presupuesto de competencia y constituye
un impedimento procesal. Cuando la competencia es prorrogable, la cuestión debe oponerla
el interesado en el plazo legal, la falta oportuna de planteamiento de la excepción de
competencia comporta sumisión tácita a la jurisdicción del juez interviniente. La
incompetencia absoluta debe ser declarada de oficio por el juez, sin perjuicio de que la parte
lo pida.

Falta de personería: tanto en el actor como en el demandado sólo puede fundarse en que
la parte carece de capacidad civil para estar en juicio, o en que la representación invocada
no existe o es insuficiente. Tal es el caso del actor que es menor de edad y no está
3
suficiente o debidamente representado, o cuando el mandato adolece de defectos de forma
o la demanda se dirige a una persona distinta de la indicada en el poder.

Litis pendencia: Se origina cuando existe otro proceso pendiente entre las mismas partes,
en virtud de la misma causa y por el mismo objeto (triple identidad). La excepción, además
de evitar un desgaste jurisdiccional innecesario, se funda en la necesidad de impedir el
pronunciamiento de fallos contradictorios.

Palacio (2005) señala los requisitos para que prospere la excepción:

 Existencia de triple identidad.


 Que el primer trámite ante otro tribunal competente (el mismo). No procederá si en el
proceso invocado para fundarla recayó declaración de incompetencia firme, o se ha
operado la caducidad de instancia.
 Que el traslado de la demanda del primer proceso haya sido notificado.
 Que ambos procesos sean susceptibles de sustanciarse por los mismos trámites.
 Que las partes actúen con la misma calidad en ambos procesos.

Defecto legal: Tiende a lograr el cumplimiento de las formalidades prescriptas para la


interposición de la demanda para permitir el eficaz ejercicio del derecho de defensa.
Existe defecto legal cuando la demanda es oscura, lo que impide conocer o comprender lo
que se demanda o no se precisa la cosa demandada.
Esta circunstancia vulnera el ejercicio del derecho de defensa, pues es imposible
defenderse de lo que no se conoce.

Arraigo: Consiste en una garantía que reclama el demandado al actor que no tiene domicilio
ni bienes en la República y requiere afianzar su pedido, en virtud de las eventuales
responsabilidades del juicio.

Excepciones perentorias
El demandado puede reconocer el hecho y el derecho invocados, pero alegar un hecho
impeditivo o extintivo de la relación sustancial. En la contestación de la demanda el
demandado puede oponer todas aquellas excepciones que no han sido calificadas por la ley
procesal, como de previo y especial pronunciamiento, debido que para su constatación se
requiere la apertura a prueba de la causa.
Dentro de estas llamadas defensas están la de espera, compensación, falsedad o
inhabilidad de título, nulidad, inconstitucionalidad, pago, novación, remisión de deuda, etc.
De tal modo, queda trabada la litis, es decir, se integra y perfecciona la relación jurídica
procesal. Se pierde el derecho a oponer la prescripción y se establece de modo definitivo el
aspecto fáctico del debate, respecto del cual recaerá la prueba y la sentencia. De este
modo se fijan las pautas del objeto litigioso.
Nuestro Código Civil prescribe que debe oponerse al contestar la demanda o en la primera
presentación en el juicio que haga quien intente oponerla.

4
Medidas preparatorias
Las medidas preparatorias se limitan a los trámites requeridos para salvar jurisdiccionalmente los
obstáculos que impiden presentar válida y derechamente la demanda. Esta instancia preparatoria
implica el ejercicio del poder de acción. Las medidas preparatorias están reguladas en el Art. 485
del Código Procesal Civil y Comercial de Córdoba el que dispone:

El juicio ordinario podrá prepararse por la persona que pretenda iniciarlo,


solicitando que:
1- La persona contra quien se dirija la demanda, preste declaración jurada
sobre hechos relativos a su personalidad y sin cuyo conocimiento no sea
posible promover el juicio;
2- Se exhiba la cosa mueble que fuere objeto del pleito y se deposite a la
orden del tribunal, en poder del mismo tenedor o de un tercero;
3- Se exhiba algún testamento, cuando el solicitante se crea heredero,
coheredero, legatario o albacea y a quien fuere necesario para comenzar la
demanda;
4- El vendedor o el comprador, en caso de evicción, exhiba los títulos u otros
documentos relativos a la cosa vendida;
5- El socio, comunero o quien tenga en su poder los documentos o cuentas
de la sociedad o comunidad, los presente o exhiba;
6- El tutor, curador o administrador de bienes, presente las cuentas de su
administración;
7- Se nombre tutor o curador para el juicio de que se trate;
8- Se practique mensura del inmueble objeto de la demanda;
9- La persona que pueda ser demandada por reivindicación u otra acción
sobre cosa determinada que exija conocer si la ocupa y el carácter en que lo
hace, exprese si reconoce tenerla en su poder y a qué título la tiene;
10- Si el eventual demandado tuviere que ausentarse del país, constituya
domicilio dentro del plazo que el tribunal fije, bajo apercibimiento de rebeldía,
y
11- Se cite para el reconocimiento de la obligación de rendir cuentas.

Salvo los casos de los Incs. 8 y 10, no podrán invocarse las diligencias
decretadas si no se dedujere la demanda dentro de los treinta días de su
realización. En relación al Inc. 1, si el reconocimiento fuere ficto el plazo
correrá desde que hubiere quedado firme la declaración que lo declare.2

Intervención de terceros (Cap. VII Pág. 203 a 220)


Es un instituto que permite que quien es tercero, al momento inicial del proceso se incorpore
a éste en calidad de parte.
Se trata de otorgar el derecho de defensa en sentido amplio a aquella persona que, siendo
tercero, acredita determinado interés a los fines de que se le otorgue la participación de ley.

De tal modo, nuestra ley ritual establece que declarada admisible la intervención del
tercero, éste asume la calidad de parte con sus derechos, obligaciones, cargas, facultades
y deberes, porque el propósito de la institución consiste en brindar a aquél la protección
judicial de un derecho o interés propio.

2
Art. 485. Ley N° 8465 (1995) Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Córdoba. El Senado y la Cámara de
Diputados de la provincia de Córdoba.

5
Clases

Intervención espontánea o voluntaria: La intervención del tercero es facultativa cuando el


tercero se incorpora al proceso por su propia, libre y espontánea voluntad. Adquiere las
formas de:

 Adhesiva autónoma o litisconsorcial: Este tipo de intervención implica que el


tercero que ingresa al proceso lo hace en calidad de parte y posee independencia
de estrategia actividad procedimental respecto del sujeto con el cual conforma el
litisconsorcio.
 Adhesiva coadyuvante: este tercero, al solicitar su intervención, no lo hace en
forma principal. Su intervención se debe a hacer valer un interés que puede
verse perjudicado por el dictado de una sentencia contraria a una de las partes.
No adquiere una calidad de parte plena en las mismas condiciones, sino que su
intervención es a los fines de ayudar o coadyuvar a la parte en su relación
procesal, por ello, su participación es secundaria o accesoria a la parte y sus
poderes y cargas se ven supeditadas a la estrategia procesal de la parte a la
cual coadyuvan.

6
Referencias
Couture, E. (1997) Estudios del derecho procesal civil. Tomo I. Buenos Aires: Palma.

Ley N° 8465 (1995) Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Córdoba. El Senado y la
Cámara de Diputados de la provincia de Córdoba.

Constitución Nacional Argentina (1853). Congreso General Constituyente. Santa Fe, Argentina.
1 de mayo de 1853.

Palacio, L. (2005) Derecho procesal civil. Tomo II. 6ta edición. Buenos Aires: Lexis Nexis-
Abeledo Perrot.

5
La prueba y
los medios
de prueba

Derecho
Procesal II
(Procesal Civil)
la prueba y los medios de
prueba (pp. 221 a 227, T. I)
Concepto
La noción de prueba no es privativa del derecho procesal, sino que campea en casi todas las
ramas del derecho. De este modo, la palabra prueba es usada tanto por el derecho de fondo,
como por el derecho de forma.
La palabra prueba, como la mayoría de las palabras del lenguaje y entre ellas las palabras técnicas del
Derecho, presenta una noción difusa. Esto se debe a las diferencias en cuanto al alcance de la prueba, a
los diferentes momentos en que la misma es considerada como tal (no son lo mismo los elementos de
convicción que se necesitan para iniciar un proceso que los que se necesitan para dictar una sentencia) y a
la estructura abierta del lenguaje.
Adolfo Alvarado Velloso en Introducción al estudio del Derecho Procesal, primera parte, expresa que:

existe en la actualidad un vocabulario jurídico multivoco que conduce inexorablemente al


equivoco, toda vez que a una misma e idéntica palabra se le asignan generalizadamente
diversos significados y, a la inversa, se utilizan varias palabras con raíces diferentes para
denominar a un mismo e idéntico fenómeno jurídico. (…) La base mínima de todo
conocimiento científico: mantener un lenguaje universal univoco para que sea inequívoco.
(Alvarado Velloso, 2004, p. 31 y 31).

Carnelutti (1997), ya había enseñado que “la palabra prueba, como tantas del lenguaje jurídico, no
tiene un solo significado; se llama prueba no sólo al objeto que sirve para el conocimiento de un
hecho, sino también el conocimiento que este hecho proporciona” (p. 257).
A su turno, Guasp (1973) sentencia:

las simples alegaciones procesales no bastan para proporcionar al órgano


jurisdiccional el instrumento que éste necesita para la emisión del fallo. El juez, al
sentenciar, tiene que contar con datos lógicos que le inspiren el sentido de su
decisión, pero no con cualquier clase de datos de este carácter, sino sólo con
aquellos que sean o, por lo menos, le parezcan convincentes, respecto a su
exactitud y certeza. Tiene que haber, pues una actividad complementaria de la
puramente alegatoria, dirigida a proporcionar tal conocimiento, actividad que, junto con
la anterior, integra la instrucción del proceso, se denomina prueba (p. 344).

En una acepción común “ la prueba es la acción y el efecto de probar y probar es demostrar de


algún modo la certeza de un hecho o la verdad de una afirmación” (Couture, 1973, p. 215).

También podemos afirmar que, en un sentido general y objetivo, la prueba judicial es todo medio
que sirve para conocer cualquier cosa o hecho, con lo cual se incluyen los “hechos”, los
“objetos” y también actividades como la inspección judicial, el dictamen de peritos, la declaración de

2
terceros, la confesión; esto es, la totalidad de los medios que puedan servir de conducto para formar
el conocimiento por el juez de la cuestión planteada en cada proceso.
Desde un punto de vista subjetivo y teleológico, se considera a la prueba por su resultado. Se
analiza como la convicción que, con ella, se produce en la mente del juez, en referencia a la
realidad o verdad de los hechos plasmados en el litigio, bien sea respecto de cada medio en particular
o por el conjunto de los aportados al proceso.
Bajo esta tesitura el maestro Couture (1973) apunta que, desde el punto de vista de las partes, la prueba
es, además “una forma de crear la convicción del magistrado” (p. 218)
Desde un punto rigurosamente procesal podemos decir que prueba judicial “es todo motivo o razón
aportado al proceso por los medios y procedimientos aceptados en la ley, para llevarle al juez el
convencimiento o la certeza sobre los hechos” (Devis Echandía, 1970, p. 34).

Para Falcón “la prueba es la demostración en juicio de la ocurrencia de un suceso” (Falcón, 1995,
p. 535).

En ajustada síntesis decimos que, probar es la actividad que deberán realizar las partes (actor y
demandado) a fin de aportar al proceso los motivos, razones que sustentan sus respectivas
pretensiones En esa faena los sujetos procesales utilizarán los medios que la ley establece, con
ellos señalaremos en líneas más abajo a los mecanismos o vías procesales señaladas para la
producción de la prueba.

El objeto de prueba (pp. 227 a 234, T. I)

Objeto de prueba es todo lo que puede ser probado, en cuanto puede ser reconstruido
históricamente en el proceso y abarca los hechos pasados, presentes y futuros;
noción de pura objetividad y abstracta que se extiende a todos los campos de la
actividad científica e intelectual, no limitada por las pretensiones de las partes (Devis
Echandia, 1984, p. 89).

En general puede decirse que objeto de prueba judicial puede ser todo aquello que,
siendo de interés para el proceso, puede ser susceptible de demostración histórica
(como algo que existió, existe o puede llegar a existir) y no simplemente lógica (como
sería la demostración de un silogismo o de un principio filosófico), es decir, que objeto de
prueba judicial son los hechospresentes, pasados o futuros y lo que puede asimilarse a
estos (costumbre y ley extranjera) (Devis Echandia, 1970, p. 155).

Expresa Alsina (1941) que objeto de prueba son los hechos que se alegan como fundamento del
derecho que se pretende. Palacio (2005) amplía tal concepto al expresar que son los hechos
controvertidos y conducentes a la decisión de la causa, afirmados por los litigantes. De tal modo,
este último autor sostiene que es posible inferir que el objeto de prueba:

 está constituido por hechos externos o internos que pueden ser objeto de conocimiento;

 deben ser susceptibles de percepción por los sentidos o deducción por la razón,
cualquiera sea su naturaleza (física, psíquica, o mixta),
 son controvertidos por las partes y afirmados por ellas

 Son pertinentes y útiles al esclarecimiento de la cuestión controvertida.

3
La noción se complementa con el tema de la prueba en concreto, es decir,

con aquello que es necesario probar en cada proceso según las afirmaciones de
cada una de las partes involucradas, que no es otra cosa que el presupuesto
fáctico de los hechos invocados por las partes, que en el proceso civil surge de la
demanda y la contestación (Couture, 1973, p. 223).

En conclusión, por objeto de prueba entendemos aquello sobre lo que puede o debe recaer la prueba,
esto es, los hechos que sirven de base a las pretensiones de los sujetos procesales. El objeto de
prueba responde a la pregunta ¿ qué se prueba? o ¿qué debe probarse en juicio?

Principios: favor probationes y preclusión (pp. 241 a 244, T.I)


Diversos autores señalan principios que regulan a la prueba judicial, nosotros haremos referencia a
dos concretamente:
El principio del favor protationes supone que, en casos de dudas o dificultades probatorias, deberá
estarse a favor de la admisibilidad, conducencia o eficacia de la prueba. Dicho principio tiene base
en la regla de la libertad probatoria que entronca en las reglas constitucionales de inviolabilidad de la
defensa en juicio y de igualdad de las partes en el proceso. Asimismo, por su aplicación, debe
invertirse la carga de la prueba impuesta tradicionalmente, conforme las reglas clásicas. Este
cambio en las reglas clásicas, tiene fundamento también en el deber de colaboración y solidaridad.

Entonces, bajo el tópico en estudio se comprende una amplia gama de situaciones, como por
ejemplo hechos antiguos, que serían aquellos que se registraron remotamente, incluso más allá de la
vida humana; también en el caso de hechos ilícitos (simulación, por caso) y de hechos íntimos
sexuales. En todos estos casos, como afirma Peyrano, el favor protationes se manifiesta como la
valoración positiva de inferencias presuntivas o indicativas.
Respecto al principio de preclusión de la prueba, se relaciona con los principios impuestos sobre
la carga de ésta y la imposición legal de los plazos fatales para su ofrecimiento y producción.
La ley procesal impone a las partes interesadas el deber de urgir la prueba que haga a su derecho
y suministrarlas en el plazo pertinente.
La regla de la preclusión significa para actor o demandado la pérdida de la oportunidad para
ejecutar un acto probatorio. Recordemos que no es más que la aplicación del principio procesal de
preclusión al campo probatorio.

Procedimiento probatorio: Momentos (pp. 244 a 253, T.I)

Corresponde ahora dar respuesta a la pregunta: ¿cómo se prueba?


Se trata, básicamente, de saber cuáles son las formas a respetar para ingresar o incorporar las
pruebas que se consideren válidas al proceso. Por el por el objeto de estudio de la materia nos
limitamos al aspecto general, es decir. el conjunto de formas y reglas que son comunes a todos
los medios de prueba en relación al ofrecimiento de la prueba, oportunidad para solicitarla y recibirla
y a su valoración posterior.
Así, dentro de ese aspecto general referido, se pueden distinguir dos momentos o etapas
fundamentales:
Introductivo o práctico, que comprende los actos cumplidos por todos los sujetos del proceso, que
persiguen el ingreso definitivo en él de todos los elementos probatorios, etapa que se integra por:

4
 El ofrecimiento de la prueba: consiste en un anuncio de carácter formal, realizado por las
partes en el escrito pertinente. No existe para esto fórmula sacramental alguna, es suficiente
que del escrito surja claramente el ánimo de ofrecer al juez la proposición de medios de
prueba de donde, posiblemente, han de surgir los elementos de convicción que tiendan a
acreditar o desacreditar los hechos que se invocan.

 Recepción de la prueba: a las partes les incumbe la elección de los medios de prueba de
los que han de valerse en el proceso; al juez, en cambio, le incumbe admitir o no admitir
los medios de prueba por ellas ofrecidos.

La admisión es el acto procesal por el cual el juez accede a que un medio de prueba determinado
ingrese al proceso como posible elemento de convicción y ordena agregarlo o practicarlo según el
caso.
A los fines de la admisión de las pruebas, el juez se limita a ejercer un control solamente formal de
la prueba ofrecida por las partes, que se circunscribe a la oportunidad del ofrecimiento (es decir,
que haya sido ofrecida en término, conforme a la legislación procesal. Ej. rechazará la prueba
testimonial que no haya sido ofrecida dentro de los diez primeros días del término de prueba, si se
trata de un juicio ordinario) y a la observancia de los requisitos formales exigidos por la ley para
cada medio de prueba, a los fines de su introducción en el proceso, por ejemplo, que se hayan
determinado los puntos de pericia junto con el ofrecimiento de ese medio de prueba (Art. 260
C.P.C.C. de Córdoba).

Significa que, en materia civil, el juez no puede rechazar la prueba por considerarla impertinente o
irrelevante y en consecuencia “únicamente en la sentencia podrá el Tribunal pronunciarse sobre la
pertinencia de los hechos alegados o de la prueba solicitada”1, según lo preceptúa el Art. 199. El
mismo artículo, en su segunda parte, aclara que en ningún caso el tribunal negará la apertura a
prueba ni el despacho de diligencias probatorias, salvo que estuviesen prohibidas por la ley (Ej. Art.
309 del C.P.C.C. de Córdoba, que contiene limitaciones sobre testigos parientes), fueren
manifiestamente inadmisibles (por ej., no ofrecer prueba junto con la demanda en el juicio
abreviado y pretender hacerlo después) o imposibles de producir (se ofrece la declaración
testimonial de una persona fallecida).
Finalmente, el tribunal dictará un decreto o proveído que admita la prueba, si se cumplen las
condiciones analizadas o la rechacen en su caso y en el cual fijará las audiencias a los fines de
receptar las declaraciones testimoniales ofrecidas, la absolución de posiciones, el sorteo de
peritos, ordenará librar los oficios requeridos, etc.
En contraposición a este sistema que impera en la legislación provincial de Córdoba y que
podríamos tipificar como de “libertad probatoria”, en el procedimiento nacional y en lo que a la
admisión se refiere, rige un sistema de precalificación discrecional de prueba, en tanto y en
cuanto el juez ante su ofrecimiento, puede rechazar aquella que considere “manifiestamente
improcedente, superflua o meramente dilatoria” (Art. 364 segunda parte C.P.C.C. de la Nación).

 Diligenciamiento de la prueba: Una vez ofrecida la prueba, y admitida por el tribunal, se


inicia este momento que refiere al conjunto de actos procesales que es necesario cumplir
para introducir a la causa los distintos elementos de prueba que tiendan a acreditar la
veracidad o falta de veracidad de las afirmaciones de hechos que interesa a un proceso.

Comprende este momento, la actividad que realizan todos los sujetos del proceso a los fines
de producir la prueba ofrecida. Por ejemplo: la confección de las cédulas de notificación para
la comunicación a las partes y para la citación de los testigos, los oficios en la prueba
informática, el sorteo de los peritos, etc.

 Introducción definitiva: ocurre cuando la prueba oportunamente ofrecida, admitida y

1
Art. 199- Ley Nº 8465 (1995) Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Córdoba. Senado y Cámara de
Diputados de la provincia de Córdoba.

5
diligenciada, se agrega y se incorpora a la causa. Por ejemplo, la declaración del testigo,
el dictamen pericial y de esta manera el elemento probatorio queda incorporado al
proceso.
Es en este momento cuando, en forma indiscutible, opera el principio procesal de gran
trascendencia: el de adquisición o comunidad de la prueba, en virtud del cual la misma no pertenece
a quien la aporta y una vez introducida legalmente al proceso, debe tenerse en cuenta para
determinar la existencia o inexistencia del hecho a que se refiere, sea que resulte en beneficio de
quien la propuso o de la parte contraria, que bien puede invocarla.

 Momento valorativo: constituye el segundo momento del procedimiento probatorio, de


carácter eminentemente intelectual y, a su vez, se manifiesta en dos momentos
consecutivos y precisos:
o el primero, que corresponde a las partes: esta valoración se materializa en los
alegatos, como paso anterior al momento decisorio. En éstos las partes hacen
mérito de la prueba rendida y, para ello, se valen de argumentaciones favorables a
sus pretensiones o defensas, con la finalidad de convencer al tribunal y obtener
finalmente una decisión que satisfaga sus intereses. Dicha valoración consiste no
sólo en destacar el éxito de su resultado probatorio, sino también la deficiencia o
ineficacia de la prueba contraria.
o El segundo momento, consiste en la intervención del juez o tribunal, que está
limitada a la recepción de los alegatos y, una vez agregados al expediente, queda la
causa en estado de dictar sentencia. Luego corresponde al juez analizar los
elementos de convicción incorporados al proceso, para fundar su decisión,
conforme al último paso o momento del procedimiento que es la valoración de la
prueba.

Carga de la prueba (pp. 253 a 256, T. I)

Este punto responde a la pregunta: ¿quién debe probar? Se trata de determinar cuál de los
sujetos que actúan en el proceso debe producir la prueba materia del debate, o sea, la
distribución del onus probandi.
En el proceso civil, eminentemente dispositivo, son reglas para que las partes produzcan la prueba
de los hechos, con la finalidad de demostrar la verdad de sus respectivas proposiciones. Carga de
la prueba significa entonces, una conducta impuesta a uno o a ambos litigantes para que
acrediten la verdad de los hechos por ellos alegados.

La carga de la prueba (onus probandi) constituye pues, como toda carga procesal, un imperativo del
propio interés, una circunstancia de riesgo. No obstante la regla, quien omite probar, no es pasible de
sanción alguna y queda expuesto a la perspectiva de una sentencia desfavorable.

En otro aspecto, también es una regla para el juzgador o regla de juicio, en cuanto implica cómo
debe resolver cuando no existe la prueba de los hechos sobre los cuales debe basar su decisión.
La ley procesal debe distinguir anticipadamente entre las partes la fatiga probatoria y determinar las
circunstancias que el actor y el demandado deberán acreditar según las proposiciones formuladas
por ellos en el juicio.
Concepción clásica

Las reglas sobre la carga de la prueba son aquellas que tienen por objeto determinar cómo debe
distribuirse, entre las partes, la actividad consistente en probar los hechos controvertidos que son
materia de litigio. Mantiene aún su vigencia, con algunas modificaciones, aunque existen situaciones
complejas, donde el problema de determinar quién debe probar resulta de muy difícil solución.
Trataremos de establecer, en síntesis, las cargas o responsabilidades de cada uno para lograr zanjar
dicha dificultad.
6
Generalmente, se puede analizar la existencia de tres clases de hechos: los constitutivos, los
impeditivos y los extintivos, que funcionan de la siguiente manera en el tema que nos ocupa:

Al actor le incumbe la prueba de los hechos constitutivos de su pretensión, ya que considera


que tienen carácter constitutivo al hecho específico del que surge, en forma inmediata, el efecto
jurídico pretendido. Así por ej., en un contrato de compra- venta, el actor deberá probar la existencia
de dicho contrato; como, asimismo, las demás circunstancias que lo tipifican ( por ej.: l a cosa
vendida, el precio, etc.).

En cuanto a los hechos impeditivos, como regla le corresponde su prueba al demandado. Si


sigues el ejemplo anterior, un hecho impeditivo sería la existencia de un vicio en el consentimiento
o la incapacidad de los contratantes y correspondería la prueba de su existencia a quien los invoca
como fundamento de su defensa.

De la misma manera, corresponderá al demandado probar la existencia de los hechos extintivos


que, en relación al supuesto citado, será, por ej.: el pago del precio o cualquier otro medio extintivo
de las obligaciones (C. C. y C. Arts. 865, 921,931, etc.).

Si bien generalmente estos hechos deben ser probados por el demandado, existen supuestos en
que los hechos impeditivos y extintivos deberán ser probados por el actor. Esto sucede cuando
constituyen el fundamento de su pretensión, pues existen situaciones en las que un hecho
impeditivo o extintivo funda una demanda y, en tal caso, el actor deberá probar el hecho que impidió
la constitución de una relación jurídica o que la extinguió, como sucede cuando se solicita la nulidad
de un acto jurídico. Es aquí donde le corresponde al actor la prueba del error, dolo, violencia o
cualquier vicio de la voluntad en que funda la demanda.

Como consecuencia de lo expresado, podemos concluir que, tal como lo sostiene la doctrina, cada
parte soportará la carga de la prueba respecto de los hechos a los que atribuye la producción del
efecto jurídico que pretende (Palacio, 2005).

La legislación procesal civil de la provincia de Córdoba (Ley N º 8465) no incluye normas


generales que fijen pautas de distribución de la responsabilidad probatoria, con excepción del Art.
548 referido al juicio ejecutivo:

corresponderá al demandado la prueba de los hechos en que funde las excepciones.


En cambio, el Art. 377 del C.P.C.N. expresa que “cada una de las partes deberá
probar el presupuesto de hecho de la norma o normas que invocare como
fundamento de su pretensión, defensa o excepción2.

2
Art. 548- Ley Nº 8465. Op. cit.

7
Sistemas de valoración (pp. 248 a 253, T. I)
En la doctrina clásica, se destacan tres sistemas de valoración de la prueba: el de la tarifa legal o
prueba legal; el de la íntima convicción y el de la sana crítica racional o libre convicción.
1. Sistema de prueba o tarifa legal: el valor de la prueba está predeterminado por la ley y se
le señala al juez el grado de eficacia que debe atribuirle a determinado elemento probatorio por
anticipado. El juzgador se encuentra obligado a valorar las pruebas de acuerdo a los extremos
o pautas predeterminadas por el legislador en la norma jurídica.
Este sistema ha sido prácticamente abandonado por las legislaciones modernas, aunque existen
aún algunos resabios (como es el caso del Art. 236 del C.P.C.C. de Córdoba), que textualmente
expresa que “la confesión judicial hace plena prueba contra el absolvente”3.
2. Sistema de libre apreciación: Es la antítesis del anterior e implica que el juzgador tiene
facultades discrecionales y puede apreciar la prueba libremente, sin estar atado a criterios
legalmente preestablecidos.
El juez, para obtener la íntima convicción, se vale de los sentimientos, de las intuiciones, de
las impresiones, o de otros estados emocionales, de sus conocimientos personales, además
de los razonamientos lógicos y de la experiencia.

3. Sana crítica racional: El juez valora la prueba sin sujeción a criterios legalmente
establecidos, pero, a diferencia del anterior, sin la interferencia de factores emocionales y
debe fundamentar su decisión.

Como señala Couture (1973), las reglas de la sana crítica racional son las reglas del correcto
entendimiento humano. La sana crítica es la unión de la lógica, la experiencia y la psicología. En
cuanto a la primera, y en alusión a la lógica formal, juega un papel trascendental, a través de los
principios lógicos supremos que actúan como controles racionales en la decisión judicial y que
conforme a la concepción clásica son:

 Principio de identidad: cuando en un juicio el concepto-sujeto es idéntico total o


parcialmente al concepto-predicado, el juicio es necesariamente verdadero.

 Principio de contradicción: dos juicios opuestos entre sí contradictoriamente, no pueden


ambos ser verdaderos.

 Principio de tercero excluido: dos juicios opuestos entre sí contradictoriamente, no


pueden ambos ser falsos (uno de ellos es verdadero y ningún otro es posible).

 Principio de razón suficiente: todo juicio, para ser realmente verdadero, necesita tener
una razón suficiente que justifique, lo que en el juicio se afirma o niega con pretensión de
verdad.

Teoría de las cargas probatorias dinámicas (pp. 256


a 258)
Con el paso del tiempo se desarrolló en la doctrina y jurisprudencia, un movimiento de cambio que
tiende a atenuar en el proceso civil su marcado perfil dispositivo, por otro de tipo publicístico o
inquisitivo que otorga al juez un rol más activo o protagónico en el proceso.

En consecuencia, se hace necesario adaptar las tradicionales reglas de distribución de la carga


probatoria que te mencionamos anteriormente a las necesidades que impone esta nueva tendencia.
De esta manera surge lo que se ha dado en llamar “teoría de la carga probatoria dinámica”, cuya

3
Art. 236- Ley Nº 8465. Op. cit.

8
regla de distribución, básicamente, expresa que la carga de acreditar determinado hecho debe recaer
sobre el litigante que se encuentre en mejores condiciones de producirla. Es decir, se atenúa el
rigorismo de los principios clásicos y encuentra su máxima expresión en aquellos supuestos donde la
prueba, o parte de ella, resulta inaccesible a una de las partes (supongamos al actor, por ejemplo, el
médico en un caso de mala praxis) En estos casos, se impone la carga probatoria, a quien se
encuentre en mejores condiciones de probar. Todo esto en virtud de los principios de la lógica,
justicia e igualdad de partes ante la ley y solidaridad.

Además, es necesario que concurra otra circunstancia determinante: que la parte se encuentre en
reales posibilidades de probar, ya que, de lo contrario, atribuir responsabilidad de prueba a quien no
tiene esa posibilidad, carecería de sentido.
Adviértase también, que no debe confundirse este sistema con el de la inversión de la carga de la
prueba, aunque presenta ciertas similitudes. En el último, esa inversión proviene de la ley (Art. 39
del Código Procesal Laboral de Córdoba) pero el sistema de la reformulación, circunstancialmente,
permite que esa responsabilidad probatoria sea atribuida a una u otra parte, tal como te señalamos.

Sin discutir la justicia del sistema, el problema se presenta porque en la actualidad no existen en
nuestra legislación procesal normas precisas que den seguridad jurídica al justiciable en este
sentido y que determinen cómo y cuándo el juzgador atribuirá esa responsabilidad probatoria a una
de las partes en un caso concreto.

9
Referencias
Alsina, H. (1941). Tratado Teórico Práctico de Derecho Procesal Civil y Comercial. T. IV. Buenos
Aires: Compañía Argentina de Editores.
Alvarado Velloso, A. (2004). Introducción al estudio del Derecho Procesal. Santa Fe: Rubinzal
Culzoni.
Carnelutti, F. (1997). Instituciones del proceso civil. Vol. 1. Buenos Aires: Ediciones Jurídicas
Europa- América
Couture, E. (1973). Fundamentos del Derecho Procesal Civil. Buenos Aires: Depalma.
Devis Echandía, H. (1984). Compendio de la prueba judicial. Santa Fe: Rubinzal Culzoni.
Devis Echandía, H. (1970) Teoría General de la prueba judicial. Buenos Aires: Zavalia.
Falcón, E. (1995) Como se ofrece y produce la prueba. 2da edición. Buenos Aires: Albeledo Perrot.
Guasp, J. (1973) Derecho Procesal Civil. Tomo I. 3era edición. Madrid: Instituto de Estudios Políticos.
Ley N° 8465 (1995) Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Córdoba. Senado y Cámara
de Diputados de la provincia de Córdoba.
Ley Nº 7987 (1990) Código Procesal del Trabajo. Senado y Cámara de Diputados de la provincia de
Córdoba.
Palacio, L. E. (2005). Manual de Derecho Procesal Civil. Buenos Aires: Lexis Nexis- Abeledo - Perrot.

8
Prueba
confesional

Derecho
Procesal II
(Procesal Civil)
Prueba confesional (pp. 268 a
295, T. I)
Concepto. Caracteres. Elementos de la confesión.
Capacidad. Objeto de la confesión. Absoluciones

La confesión ha sido considerada en todos los tiempos como la prueba más completa, suficiente
por si sola para acreditar los hechos sin requerir otros elementos de juicio. Por eso se la
proclamaba regina probationum.
El Código Procesal de la Provincia de Córdoba también la considera como la prueba más
completa en materia civil pues establece que, sólo en el caso que se presenten hechos
controvertidos o sobre los cuales no haya conformidad de partes, se recibirá la causa a prueba.
Esto significa que si el demandado, al contestar la demanda, reconoce los hechos afirmados por el
actor, el juez debe prescindir de la prueba para dictar sentencia. No es más que la aplicación de
la conocida frase “a confesión de parte relevo de prueba”.

La confesión debe ser suministrada con animus confidente al decir de Alsina (1941). Éste configura
el elemento intencional del medio de prueba en estudio, es decir, con la conciencia que se
reconoce una circunstancia adversa. Implica el conocimiento acabado que tiene la parte de que el acto
puede resultarle perjudicial.
Podemos definir a la prueba confesional como una declaración de voluntad y de ciencia efectuada
por una de las partes en el juicio respecto de los hechos pasados, que sean de su actuación
personal, desfavorables para el confesante, beneficiosos para la contraria y susceptibles de producir
consecuencias jurídicas.
Cuando el testimonio emana de un tercero estamos en presencia del testigo y si proviene de una
de las partes en el proceso, es una prueba confesional. En ambos casos la prueba consiste en
una declaración, pero mientras el testigo depone sobre hechos ajenos que han caído bajo el dominio
de sus sentidos, el confesante lo hace respecto de hechos ejecutados por el mismo o de los
cuales tiene conocimiento.
De la confesión se desprende un triple fundamento jurídico: por un lado, el solo hecho de la
confesión obliga al juez a tener por cierto el hecho confesado, vale decir que su eficacia deriva de una
disposición de la ley. También tiene un fundamento lógico, porque son más los que dicen la verdad
que los que faltan a ella y por esto debe admitirse que el hecho confesado es cierto. Por último,
desde el punto de vista psicológico, se considera que nadie reconocería una situación que le sea
desfavorable si no fuera cierta.

Elementos

La confesión es un acto procesal y se presenta como una manifestación de voluntad de una de las
partes, cuyos efectos se proyectan en el proceso. Por eso la confesión presenta los mismos elementos
que los actos procesales. Así podemos hablar de elementos subjetivos y objetivos. El primero tiene
en cuenta la persona que confiesa; en tanto que el segundo tiene en cuenta la materia sobre la
que versa la confesión y las circunstancias de modo, tiempo y lugar establecidas por la ley
procesal.

1
Seguidamente analizaremos cada uno de los elementos mencionados:

Elemento subjetivo. La confesión debe ser suministrada por las partes titulares de las pretensiones
deducidas en juicio, es decir, son los sujetos de esta prueba, actor y demandado. A su vez,
debemos aclarar que la confesión como acto voluntario debe ser prestada con discernimiento,
intención y libertad. Además, debe ser otorgada por un sujeto que tenga capacidad procesal. En
este sentido, recordemos, son de aplicación las normas del derecho sustancial que regulan la
capacidad civil. Así, podemos afirmar como regla que todas las personas son capaces para
disponer y, consecuentemente, para confesar. Carecen de esta capacidad los incapaces absolutos (las
personas por nacer, los menores impúberes, los dementes y los sordomudos que no pueden darse
por entender por escrito). Podrán confesar sus representantes, padres, tutores y curadores, con
los límites impuestos al ejercicio de la patria potestad, tutela y curatela.
Los menores de edad, en principio, carecen de capacidad para confesar en su representación, lo
harán los padres o tutores en los límites impuestos por la ley. Sin embargo, podrán confesar
cuando se trata de un negocio jurídico para el cual hayan sido autorizados expresamente por sus
padres, o sobre lo que hayan sido objeto de venia judicial. También podrán efectuar por sí mismos
el reconocimiento de hechos de carácter personalísimo, por ejemplo, el reconocimiento de un familiar.
El penado carece de capacidad procesal para confesar hechos relacionados a su patrimonio,
pero tiene capacidad para los que sean atinentes a las acciones personalísimas (art. 12 d e l
Código Penal). Los concursados o fallidos también carecen de capacidad procesal para confesar
cuando se trate de los bienes comprometidos en el concurso o la quiebra (art. 110 ley Nº 24.522).
Como te mencionamos, confesión es prestada con animus confidente y la doctrina le asigna diferentes
alcances. Alsina (1941) afirma que el animus no es otra cosa que la conciencia o conocimiento cabal
que tiene quien declara que, mediante la confesión, suministra una prueba a la contraria. Bajo
esta postura la clara conciencia y el conocimiento de que con ello se le confiere prueba al
adversario hace a la esencia de la prueba. Otros juristas sostienen que la confesión es válida si se
presta libremente y el confesante tiene capacidad, esto es, que sea un acto consiente en
condiciones de saber lo que se hace, tal como se exige para cualquier acto jurídico procesal.

El Dr. Arbones señala que la prueba de confesión es una prueba bifronte, ya que confiesa
primero el proponente que afirma la existencia de un hecho y después el absolvente, aunque éste lo
negare. De este modo confiesan ambas partes.
Respecto al elemento objetivo o material podemos decir que la confesión debe versar sobre
hechos que fundamenten las pretensiones de las partes. Esos hechos deben ser pasados y de la
actuación personal del confesante, adquiridos por la percepción o bien que formen parte de la esfera
de su conocimiento personal. En este último caso la declaración versará no sobre la existencia del
hecho, sino sobre el conocimiento que de él tiene el declarante.
Los hechos materia de confesión deben reunir los siguientes caracteres:

 Controvertidos.
 Desfavorables.
 Verosímiles.
 Lícitos.

Decimos desfavorables al confesante y favorables a quien los invoca porque si fueran favorables a
un tercero el que exige la confesión no se beneficiaría con ella y menos si fueran favorables al
propio confesante. Los hechos deben ser verosímiles, es decir, no contrarios a las leyes de la
naturaleza o al normal desenvolvimiento de las cosas.
Los hechos, además, deberán ser lícitos porque la confesión de hechos reprobados por la ley o
cuando ella fuere prohibida no produce efectos jurídicos.

2
Clases

La prueba de confesión puede clasificarse según distintos criterios.

1. Por el lugar: se refiere al lugar en donde se presta la confesión y puede ser judicial o extrajudicial.
La confesión judicial es la que se hace ante el tribunal del proceso. Para su validez y eficacia
debe rendirse ante el juez de la causa o ante un juez comisionado, conforme lo prescribe el
art. 224 del C. P. C. C. de Córdoba, con la debida noticia al contrario a fin de garantizar el
contradictorio art. 217 del mismo cuerpo legal. La confesión es judicial, aunque se realice ante un
juez incompetente.
La confesión extrajudicial, por el contrario, es la que se realiza fuera del juicio y pretende
hacerse valer ante el juez. Esta clase de confesión no tiene más fuerza probatoria que la
suministrada judicialmente; debe ser introducida al proceso por la utilización de otro medio de
prueba y tendrá la eficacia de ésta (art. 239 del C.P.C.C. de Córdoba) La confesión
extrajudicial debe ser siempre expresa.

2. Por el origen: la confesión puede ser espontánea o provocada.


Se dice que la confesión es espontánea cuando se presta sin previo requerimiento del juez o
de la parte contraria. Puede prestarse en cualquier estado del juicio y no está sujeta a ninguna
formalidad. Cuando el demandado contesta la demanda y se allanan las pretensiones del actor,
hay una confesión de los hechos y una admisión del derecho; importa también la confesión
por parte del demandante el desistimiento de la acción o el allanamiento a la excepción. La
confesión es siempre espontánea ya que, si no hay un requerimiento judicial de por medio, no está
obligado a confesar. La confesión provocada es la que se produce mediante interrogatorio y bajo
juramento. Sólo puede exigirse en oportunidades expresamente establecidas por la ley y se
realiza de acuerdo con las formalidades estrictas que aseguran la eficacia del acto. El Código
Procesal de la Provincia de Córdoba le dedica la mayor parte de su articulado a la confesión
provocada o también llamada absolución de posiciones.

3. Por el modo: la confesión puede ser expresa o tácita.


La confesión es expresa cuando se presta en forma categórica y no deja lugar a dudas
sobre la intención del confesante, tal es el caso del allanamiento a la demanda o la
contestación afirmativa a la absolución de posiciones. Hace plena prueba contra quien la realiza,
es irrevocable, salvo error o violencia y no puede invocarse prueba en contrario (Conf. c o n a rt
236 del C. P. C. C. de Córdoba) Es tácita o también llamada ficta confesión en los casos en
que la ley autoriza al juez a tener por confesado un hecho, aunque no exista un
reconocimiento expreso como tal. Puede ocurrir en las siguientes circunstancias:

a. Cuando citada una parte a absolver posiciones, no comparece si alegar justa causa, no
obstante haber sido notificado debidamente al domicilio preciso y bajo apercibimiento.
b. Cuando en la audiencia se niega a contestar categóricamente o lo hace de forma evasiva.

En los dos casos el juez podrá tenerlo por confeso en la sentencia. No hace plena prueba
y los hechos favorecidos por presunción pueden ser desvirtuados por prueba en contrario.
Arts. 222, 225 y 226 del C.P.C.C. de Córdoba.

La absolución de posiciones

La confesión provocada o absolución de posiciones constituye una especie dentro de la confesión


en sentido amplio, como ya pudiste apreciar. Podemos conceptualizarla como la declaración que
efectúa una de las partes en audiencia sobre las afirmaciones que le efectúe la contraria en pliego
de posiciones.

3
Conforme surge de la clasificación estudiada la absolución de posiciones es confesión judicial
provocada y puede ser expresa o tácita. El Art. 218 1era parte del C.P.C.C. de Córdoba
establece la oportunidad en que puede ofrecerse este medio de prueba.
Deberá ofrecerse por escrito y la parte que la requiera acompañará en un sobre cerrado el pliego
de posiciones, que se reservará en secretaría hasta el día de la audiencia.
Es característica de la absolución de posiciones la intimación por una de las partes para reconocer o
negar la existencia de un hecho conducente al litigio.

El examen se hace conforme al pliego de posiciones, el cual se realiza en forma de articulados. Cada
posición constituye la afirmación de un hecho por parte del ponente (art. 221 del C.P.C.C. de
Córdoba) Se redacta precedido de la formula “jure como es cierto” y se expresa cada posición en
sentido positivo. Quien ofrece la prueba y formula el pliego se llama ponente y quien debe someterse
a ella se denomina solvente. Éste deberá contestar por sí o por no y luego podrá hacer las
aclaraciones que estime oportunas.
Por ser un elemento probatorio suministrado por las partes pesa sobre ellos la carga procesal de
pronunciarse sobre las afirmaciones contenidas en el pliego. El alcance de esta carga implica el deber
de comparecer y declarar. Se diferencia así de la carga publica, que pesa sobre el testigo y que
verás más adelante en esta lectura que se integra por tres actividades: comparecer, declarar y decir
verdad. Si no las cumple es pasible de penas (puede ser conducido por la fuerza pública y juzgado
por el delito de falso testimonio). En cambio, si el absolvente no comparece, genera una
presunción legal en su contra que el juez valorará en la sentencia.
La ley, atendiendo a distintas circunstancias, exime a la parte de la obligación de concurrir al
tribunal. Es el caso de las personas jurídicas de carácter público a las que, en este supuesto, se
les requerirá que declaren, vía de informe escrito, bajo apercibimiento de tener por confesa a la
administración o repartición, Art. 240 C.P.C.C. de Córdoba.

En el caso de tratarse de absolución de posiciones que deba rendir una persona enferma o de
edad avanzada, excepcionalmente el juez podrá trasladarse al domicilio del absolvente. Esta
circunstancia especial deberá esgrimirse y acreditarse previamente ante el tribunal conforme lo
prescribe el Art. 227 del C.P.C.C. de Córdoba.
Otro caso de excepción se presenta cuando el absolvente reside en otra jurisdicción, ya sea dentro
de la provincia o fuera de ella. En este supuesto se dará comisión al juez que corresponda y se
libraran los oficios y exhortos necesarios, conforme el Art. 224 C.P.C.C. de Córdoba Recordemos
que la absolución de posiciones es un acto de carácter personalísimo, por ello el absolvente debe
ser citado en el domicilio real y constituido (Art. 144, Inc. 3, C.P.C.C. de Córdoba).
Si se trata de una persona jurídica, la absolución de posiciones se prestará por intermedio de sus
representantes, habilitados al efecto según los instrumentos jurídicos de su constitución.
En cuanto al procedimiento, la absolución de posiciones se recibe en audiencia y se verifican bajo los
términos dispuestos en los arts. 54, 55 y 217 del C.P.C.C. de Córdoba.

A dicho acto procesal, deben concurrir las partes (ponente y absolvente) acompañados de sus
letrados patrocinantes. El acto tendrá lugar el día lugar y hora señalados. Previa espera de ley y
abierto el acto se procederá a tomar juramento al absolvente. Éste será interrogado en base al
pliego de posiciones presentado por la contraria. Asimismo, el ponente podrá formular nuevas
posiciones siempre cuando ellas no sean una reiteración de las que se hubiesen contestado. La
intervención de los letrados responde al requisito de la defensa técnica. De la lectura de la ley se
advierte que el abogado del absolvente puede oponerse a la formulación de alguna posición si no
está correctamente formulada o fuere improcedente o ilícita.
El absolvente deberá responder por sí mismo y a viva voz. Podrá consultar apuntes o notas si lo
considera necesario en razón de las circunstancias contempladas en la posición.

4
Si el absolvente manifiesta no recordar el hecho a pesar de ser apercibido el juez lo dará por
confeso en la sentencia siempre que las circunstancias sean especiales (por ejemplo, el transcurso
del tiempo que hagan cierto el olvido y que el juez valorará en la sentencia). Las respuestas se
consignan en el acta tratando de conservar el lenguaje del absolvente. El acta se labrará por
escrito haciendo constar en ella el lugar, día, mes, hora y año en que se realiza la audiencia;
también se consignaran que partes han concurrido y si lo hicieron acompañados de sus letrados
patrocinantes o apoderados.
El pliego se agrega al expediente como parte integrante de la audiencia. En el acta sólo se pondrá
la respuesta, que será por sí o por no y, en su caso, las aclaraciones que formule el absolvente. Al
agregarse el pliego al expediente se evita transcribir cada posición en el acta (art. 235 C.P.C.C.
de Córdoba).
Para finalizar, la valoración que efectúa el juzgador al resolver se realiza a través de los sistemas de
pruebas legales y sana crítica racional, según se trate de confesión expresa o tácita
respectivamente.

En lo que se refiere a la confesión expresa hace plena prueba contra el confesante, conforme el
Art. 236 del C.P.C.C. de Córdoba. Es decir, cuando la confesión es lisa y llana, constituye una
prueba legal. En caso de confesión expresa, su eficacia probatoria está regulada de antemano por el
legislador procesal, es decir la norma ritual atribuye certeza objetiva al hecho de la posición que
es reconocida. Pero debemos aclarar; sin embargo, que esta regla es válida sólo cuando la
confesión se refiere a hechos de contenido patrimonial, pero si apunta a otro tipo de cuestiones
que comprometen al orden público se le asigna un valor probatorio diferente. Podemos citar como
ejemplo de estas últimas hipótesis la prueba confesional y el reconocimiento de los hechos que no es
prueba suficiente en los juicios de separación personal y divorcio vincular. La excepción prevista en el
art. 232 in fine del Código Civil argentino se refiere únicamente al supuesto de causal objetiva por
separación de hecho sin voluntad de unirse por el término continuo de más de tres años. Se
excluye de esta excepción a cualquier otra causal.

La confesión ficta tiene un valor diferente al de la expresa ya que crea una presunción judicial
en contra del citado a absolver. Debe ser valorada por el juez junto con otros elementos probatorios,
conforme los mandatos de la sana critica racional y no releva por si sola a la contraria de la carga
de probar ese hecho. El valor de la ficción no puede ser mayor que el de la realidad y nada obsta
para que el perjudicado por ella la destruya por prueba en contrario.

Prueba documental (pp. 280 a 295, T. I)


Concepto. Documentos que deben acompañarse en la
demanda. Oportunidad. Valor probatorio

Es necesario definir qué se entiende por documento.


En un sentido amplio, la prueba documental comprende “todo objeto susceptible de representar una
manifestación del pensamiento con prescindencia del modo en que esa representación parezca
exteriorizad” (Palacio, 1973, p. 418). Por su parte, la doctrina ha dicho que

documento es todo elemento externo capaz de dar señales de algo sucedido con
anterioridad y que es producto de la mano del hombre En sentido estricto, por
prueba documental se entienden aquellos documentos que adquieren la forma literal
(escrita) y se los denomina instrumentos (Ferreyra De De la Rua, 2003, p. 210).

5
Los autores le asignan a este medio el carácter de representativa, indirecta y real.
El primer carácter refiere que el documento lleva en si la virtud de hacer conocer un dato. La
expresión “representativa” da cuenta de que convierte en presente un acontecimiento ocurrido en
el pasado.

El otro carácter mencionado es el de ser un medio de prueba indirecto, porque a través suyo “ se
conoce el hecho a probar y el juez tiene un contacto mediato con la materia de prueba, ya que
conoce los hechos por intermedio del documento” Ferreyra De De la Rua, 2003, p. 429).
Por último, la documental es considerada una prueba real y bajo este carácter Couture (1973)
explica que el “documento no es la declaración de voluntad, sino la representación de la declaración de
voluntad; el documento es un objeto” (p. 424).

A pesar de los conceptos vertidos, la legislación utiliza ambos términos, documentos e instrumentos,
como si se tratara de términos sinónimos.
El documento es una obra del ser humano, pero en cuanto al modo de captar la realidad (a
través de escritos, fotografías, filmaciones, grabaciones, informática, etc.) que es perceptible por los
sentidos con aptitud de reconstruir históricamente de modo indirecto y representativo un hecho
cualquiera.
En el orden sustancial la ley regula los instrumentos efectuando la distinción en públicos y privados
Arts. 287 y 289 del C.C. y C.
Por su parte, la ley procesal cordobesa lo incluye en el Libro Primero, Titulo III, Capitulo IV, Sección
Tercera denominada “Documental”. Reconoce este medio de prueba, pero en referencia a los
“instrumentos” literales y firmados. Pero esto no debe entenderse como una prohibición de la ley ritual
al ofrecimiento de los documentos en sentido amplio, sino que ellos pueden ser ofrecidos como prueba
documental, pero perfeccionados para su eficacia por el auxilio de otros medios probatorios.
En general, las manifestaciones del hombre suelen quedar reflejadas en objetos que sirven de soporte
a tales estampas; ello se vincula con la forma del acto, como exteriorización de la voluntad.
El sistema del C.P.C.C. d e Córdoba impone al actor con la demanda (art. 182) y al demandado
en su contestación la carga de acompañar la documentación correspondiente.
En un análisis teleológico de las normas citadas se infiere que toda prueba documental debe ser
acompañada junto con las alegaciones, salvo aquella que no se encuentre en poder de la parte,
en cuyo caso se debe designar con la mayor precisión posible su contenido y el lugar en que se
encuentre bajo apercibimiento de pagar las costas causadas por la presentación tardía.

El sistema se completa con el art. 241 del C.P.C.C. de Córdoba que fija los límites máximos para el
ofrecimiento de la prueba documental, tanto en primera como en segunda instancia. De este
modo, no serán admitidos mientras no se hubiera dictado sentencia, pero si se presentaren
después del llamamiento de autos no se los admitirá, salvo que fueran de fecha posterior o que si
llevan fecha anterior se expresen bajo juramento o se afirme no haberlos conocido o podido
obtenerlos.
Recuerda cuáles son los documentos que deben acompañarse con la demanda:

Documentos a acompañar C.P.C.C. d e Córdoba Art. 182: “El actor deber acompañar a la
demanda los documentos de que haya de valerse.” 1.

Como te anticipamos en otro segmento, la doctrina los clasifica en documentos: habilitantes de la


instancia, fundantes de la pretensión, justificantes de la pretensión. Aunque no existen tipos puros y a
veces se confunden y entremezclan, el documento habilitante de primera instancia puede a su vez

1
Art. 182- Ley Nº 8465 (1995) Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Córdoba. Senado y Cámara de
Diputados de la provincia de Córdoba.
6
ser fundamento de la pretensión del acto.

En los documentos habilitantes de la instancia el derecho se manifiesta y sin ellos no puede


requerirse la apertura. Por ejemplo, la partida de defunción para un juicio sucesorio.

Por su parte, los documentos fundantes de la pretensión, son aquellos que comprueban todo lo
relativo a la causa de pedir y a las defensas opuestas. Por ejemplo, el contrato de locación en
un cobro de alquileres.
Por último, los documentos justificantes de la pretensión son los que, generalmente, aportan los
terceros y, por lo tanto, no constituyen prueba documental. En estos casos, al decir de la doctrina
testimonial escrita, debería ofrecerse de acuerdo al régimen de aquella prueba, por ejemplo, una
factura de compra, el presupuesto de un taller, etc.

Los documentos que deben acompañarse con la demanda son los habilitantes de la instancia
como, por ejemplo, la partida de matrimonio para tramitar el divorcio.
Para la eficacia probatoria del documento privado es necesario que sea reconocido por la parte que
lo ha otorgado o que el tribunal lo declare reconocido (art. 248 C.P.C.C. de Córdoba). El
desconocimiento debe ser expreso, pues el silencio o las respuestas evasivas importan el
reconocimiento ficto de la documental.
En caso de negativa de la firma, el legislador ha previsto una especie de pericial caligráfica
automática (art. 242 C.P.C.C. de Córdoba) pero no basta la negativa para desconocer la
documental, sino que conforme las previsiones del art. 243 del citado cuerpo legal, negada la
autenticidad se deberán indicar, bajo apercibimiento de reconocimiento ficto, documentos públicos o
privados reconocidos que lleven la firma de quien desconoció la documental o, por lo menos,
manifestar que no existen esos documentos.
Por último, respecto al valor convictito de la prueba documental, haremos la siguiente distinción: si
se trata de un instrumento privado, requiere para su validez el reconocimiento expreso o tácito, o la
acreditación de su autenticidad mediante prueba pericial en caso de impugnación. El reconocimiento
expreso implica para el juzgador una especie de prueba legal o tasada de la que no podrá
apartarse. En cambio, el reconocimiento ficto, realizado a través de pericial caligráfica, deberá ser
valorado por el juzgador, conforme la sana critica racional y en consideración del resto del material
aportado a la causa.

En caso de instrumentos públicos, basta que cumplan con los requisitos previstos por la ley de
fondo en el art. 290 del C.C. y C. de la Nación. No obstante, debe distinguirse entre instrumentos
cuyas formas están sacramentalmente impuestas ad solemnitatem, y aquellos en los que pueden
cumplirse las formalidades mínimas, o sea, las ad probationem.
De todas maneras, aquellos instrumentos que tienen efecto erga omnes valdrán por sí solo como
tales, por ejemplo, una escritura traslativa de dominio.

Prueba testimonial (pp. 297 a 328)


Concepto. Objeto. Caracteres. Excepciones al deber
de concurrir. La carga pública del testigo, su alcance
y excepciones

Cuando el testimonio emana de un tercero, estamos en presencia de la prueba testimonial o prueba de


testigos. El testimonio es una manifestación del pensamiento. No se trata de crear, modificar o
extinguir estados jurídicos sino simplemente de narrar al juez los hechos tal como fueron percibidos
por el testigo.

7
En estos tiempos se exige la prueba documental o un principio de prueba por escrito para acreditar la
existencia de ciertos actos jurídicos. Sin embargo, la prueba testimonial resulta indispensable para
hacer verosímil un hecho jurídico. Lo cierto es que no siempre los hechos pueden registrarse en
documentos. Por ello, en la actualidad, se le reconoce un papel preponderante, encontrándose amplia y
minuciosamente regulada en todos los ordenamientos rituales.

Podemos conceptualizar la prueba testimonial, siguiendo las enseñanzas de Devis Echandia (1970),
afirmando que es un medio de prueba que consiste en la declaración representativa que una persona,
que no es parte en el proceso en que se aduce, hace ante un juez con fines procesales sobre lo
que sabe respecto de un hecho de cualquier naturaleza.
En cuanto a los caracteres, podemos mencionar los siguientes:

 El carácter de personal alude al sujeto u órgano de prueba y hace referencia al sujeto que
suministra el elemento probatorio. Se trata de una prueba indirecta en la que el dato se
obtiene por intermedio de quien declara. Se diferencia de los medios llamados directos
en los que el dato probatorio se logra por contacto inmediato del juez con el objeto de
prueba, como, por ejemplo, el reconocimiento judicial.

 Por otro lado, se le asigna el carácter de prueba histórica por la naturaleza de su


contenido. Consiste en la narración o reconstrucción de los hechos de los cuales el testigo
tiene conocimiento y los relata en la audiencia. El testigo contesta, ante un interrogatorio,
sobre hechos pasados. Es claro entonces que el testigo conoció el hecho antes de la
oportunidad de declarar.

 El testimonio, por último, tiene una función representativa, ya que al declarar el testigo
reconstruye o reproduce un hecho, lo describe y a tal fin se vale de la memoria.

¿A quién se denomina testigo?


El testigo es la persona capaz, extraña al juicio, que es llamada a declarar sobre hechos que
han caído bajo el dominio de sus sentidos. Para ser testigo en un juicio es imprescindible no tener
la calidad de parte en el mismo, por ende, debe tratarse de un sujeto extraño a la relación jurídica
procesal. Se trata que el testigo sea una persona desinteresada en el resultado del pleito, tiene el
deber de ser veraz en sus dichos y también ser imparcial.

Se adquiere la calidad de testigo en el proceso desde que se dicta la providencia que dispone su
recepción. Decimos que se trata siempre de una persona física por cuanto ellas son las que pueden
transmitir la información percibida a través de los sentidos. Asimismo, quien rinda el medio de
prueba bajo estudio de estudio. En este punto los cuerpos formales atribuyen esta habilidad genérica
a todas las personas mayores de 14 años.

En el sistema actual no encontramos normas reguladoras específicas, pero por una interpretación
teleológica, es dable decir que los menores de 14 años pueden ser testigos. El juez deberá analizar
el mérito probatorio de acuerdo a las reglas de la sana critica racional y conforme a los criterios
de valoración, que tendrán en cuenta la edad del testigo y la congruencia de sus respuestas, entre
otras cosas.
En principio, todas las personas ajenas al proceso y con las condiciones de idoneidad exigidas
por las leyes pueden ser testigos; sin embargo, se instituyen inhabilidades específicas. En la ley
adjetiva cordobesa están prescriptas en el art. 309. Se trata de lo que la doctrina denomina
testigos excluidos y a los que la ley expresa que no deben ser admitidos como testigos. La
prohibición tiene un fundamento ético: tiende a proteger la solidaridad familiar que se impone en
atención a principios que se entroncan con el orden público familiar. De esta manera se evita la
violencia que podría ocasionar el testigo al tener que declarar contra un miembro de su familia.
Sin lugar a dudas la ley prefiere cuidar estos vínculos y procurar que se utilicen otros medios de
prueba.
8
Sin embargo, la ley establece excepciones y, en determinadas circunstancias, estas personas podrán
declarar en virtud de lo establecido por el Art. 310 del C.P.C.C. de Córdoba.
Estas hipótesis tienen su fundamento en el carácter indispensable del testigo.
Para que esta prueba sea efectiva, se le asigna el carácter de carga pública. Pesa sobre el testigo
la triple obligación de:
 comparecer,
 declarar y
 decir la verdad.


Esto conlleva para el tercero, extraño al proceso, la obligación de cumplir con un deber cívico.
El juez en virtud de la coertio puede, en caso de que el testigo no asista, ordenar su detención y
llevarlo por la fuerza al tribunal.
Seguidamente analizaremos cada una de las obligaciones que pesan sobre el testigo y las excepciones
que la misma ley prevé para cada una de ellas.

 Conforme el art. 287 del C.P.C.C. de Córdoba la obligación de comparecer admite excepciones.
El testigo puede excusarse de asistir al tribunal por razones de jerarquía del cargo o por
imposibilidad física. También podrá dispensarse en caso que resida fuera de la provincia, así lo
dispone el art. 306 del mismo cuerpo legal.
Todos pueden testificar por escrito, respetando las disposiciones del código relativas al
interrogatorio (arts. 293 y 294 C.P.C.C. d e Córdoba). La finalidad de la ley es no distraer la
atención de funcionarios a quienes se les tornaría materialmente imposible tener que declarar
en todas las causas que pudieren presentarse en razón de su trabajo (por tener que concurrir
personalmente). Estas personas deberán rendir su testimonio por escrito a través de informes
bajo juramento, por lo tanto, la parte que ofrezca estos testigos en el acto deberá acompañar
pliego abierto de preguntas. Dicho interrogatorio deberá ser anoticiado a la contraria para que
dentro del tercer día de notificado pueda efectuar observaciones a acompañar sus preguntas.
Otra excepción a la obligación de comparecer se refiere a la imposibilidad física, edad
avanzada u otra circunstancia que impidan al testigo presentarse a declarar. Este hecho debe
ser invocado y valorado por el juez. En este caso el tribunal podrá constituirse en el domicilio del
testigo a fin de decepcionar el acto (art. 307 C.P.C.C. de Córdoba).
 El testigo también tiene el deber de declarar. Tiene que contestar relatando todo lo que conozca
sobre los hechos consultados. Este deber reconoce ciertas limitaciones contempladas en el art.
308 del C.P.C.C. de Córdoba. El fundamento de la primera hipótesis prevista en el inciso 1
está dado por la tutela del principio constitucional de defensa en juicio. La otra -inciso 2-
protege el secreto profesional; por cierto, para que sea atendible este impedimento las
preguntas deben referirse a hechos cuyo conocimiento adquirió el declarante por el ejercicio de
su profesión o por su ministerio y en virtud de esto puede abstenerse de contestar.
 La última y más importante obligación es el deber de decir la verdad (art. 297 C.P.C.C. de
Córdoba). Por su parte, el art. 275 del Código Penal establece la pena relativa al falso testimonio,
pues reprime con prisión de un mes a cuatro años al testigo que afirmare una falsedad,
negare o callare la verdad. En idéntico sentido se dispone el art. 313 del C.P.C.C. de
Córdoba
Objeto: El objeto de este medio de prueba son los hechos de los cuales el testigo ha tenido
conocimiento directo por la percepción. Vale aclarar que estos hechos deben ser controvertidos. En
el orden sustancial encontramos limitaciones para utilizar este medio de prueba. El art. 1193 del
Código Civil prevé que los contratos que tengan por objeto una cantidad de más de $10.000
deben hacerse por escrito y no pueden ser probados por testigos. La norma señala la necesidad
de prueba documental para acreditar la existencia del contrato. Sin embargo, la prueba testimonial
9
puede ser utilizada para probar algún elemento relativo a este. Esta regulación de los contratos se
encuentra en los arts. 1.019 y 1.020 del C.C. y C. de la Nación.
En otros casos no hay restricción expresa para el uso de este medio de prueba, pero el Código
de fondo impone otros medios probatorios para acreditar el hecho. Así, por ejemplo, el art. 1017 del
C.C. y C. requiere prueba documental, concretamente el instrumento público para la demostración
de ciertas situaciones jurídicas.
La prueba testimonial es un medio absolutamente formal ya que solo podrán ser examinados los
testigos que hayan sido propuestos en la forma prevista en el Art. 284 del C.P.C.C. de Córdoba.
La finalidad que persigue es saber de antemano de quién se trata y lograr su comparendo. La
individualización adecuada hace al derecho de defensa de la contraria quien conocerá antes de que se
realice la declaración quién la va a prestar. Las partes pueden acompañar las preguntas en sobre
cerrado que permanecerá en resguardo en secretaría hasta el momento que comience la
audiencia.
Las interrogaciones están contenidas en lo que se llama el pliego de preguntas. Este pliego cumple
una función ordenadora, significa que las partes pueden formular a través de sus letrados otras
preguntas que las allí contenidas, ya sean aclaratorias o ampliatorias. Además, se consigan en
forma enumerada.
Se llama interrogatorio al conjunto de preguntas que la parte formula al testigo. Este difiere de las
posiciones por las siguientes razones:

1. Las posiciones importan afirmaciones que el absolvente debe negar o reconocer


categóricamente; en tanto que las preguntas al testigo son interrogaciones y tienden al
esclarecimiento del hecho.

2. las posiciones se refieren a hechos personales del absolvente o a circunstancias de su


propio conocimiento.
La pregunta normalmente está precedida de la formula “ para que diga el testigo si sabe y cómo lo
sabe, dando razón de sus dichos”. La razón de los dichos puede darse al contestar cada pregunta
o a la terminación del examen; se trata de explicar la forma de conocimiento por parte del testigo.
La primera interrogación que se le hace al testigo es sobre las generales de la ley ¿Por qué se
denominan generales de la ley? Porque consiste en un interrogatorio preliminar obligado, relativo a las
generales de la ley, así denominadas por ser las mismas para todos los testigos, a diferencia de las
preguntas específicas que se dirigen al testigo en función de los hechos controvertidos en el
proceso. Tienen por finalidad establecer que se trata de la misma persona citada para este efecto
(art. 298 C.P.C.C. de Córdoba)
Por último, decimos que una vez decepcionada la audiencia puede presentarse la alternativa de que
alguna de las partes pida el careo de los testigos.
El careo es el acto mediante el cual se interroga en forma simultánea a dos testigos, para
disipar la incertidumbre derivada de las contradicciones de sus declaraciones. La ley procesal
cordobesa lo admite en el art. 305.
A continuación, te presentamos un pliego de preguntas y luego el acta en donde consta la declaración
formulada por el testigo.

10
Pliego de preguntas que deberá responder el testigo

1. El interrogatorio comenzará con las preguntas concernientes a las generales de la ley (art.
298 C.P.C.C. de Córdoba).
2. Para que el testigo diga si sabe y cómo lo sabe, dando razón de sus dichos, si presenció
el accidente de tránsito el día 25 de febrero de 2007 a las 15 hs. aproximadamente.
3. Para que diga el testigo, dando razón de sus dichos, dónde estaba ubicado cuando
ocurrió el hecho.
4. Para que diga el testigo, dando razón de sus dichos, qué vehículos intervinieron en el
accidente.
5. Para que diga el declarante si sabe, dando razón de sus dichos, cómo ocurrió el
accidente.
6. De público y notorio.

Formas de las respuestas (art. 304 C.P.C.C. de Córdoba)

Audiencia de declaración testimonial

En la Ciudad de Córdoba a los veintidós días del mes de junio de dos mil ocho, siendo DIA y
hora de audiencia fijada en estos autos caratulados “Chiavassa Pablo c/ Denise Bodino- Ordinario-
Daños y perjuicios-“, a los fines de decepcionar las declaraciones testimoniales ofrecidas por la parte
actora, comparecen ante V.S. y secretaria autorizante, el accionante Sr. Pablo Chiavassa,
acompañado de su letrada patrocinante Dra. María Emilia García, y la demandada Sra. Denise Bodino,
acompañada de su letrada patrocinante Dra. Lucia Lupoli. Previa espera de ley es declarado abierto el
acto por S.S. y se procede a hacer comparecer al primer testigo propuesto, Sr. Luis Straddela,
quien, previo juramento de ley prestado en legal forma, procede a declarar a tenor del pliego de
preguntas que se adjunta por el proponte: La primera interrogación es por las generales de la ley
(art. 298 CP.C.C.) dijo llamarse Luis Stradella, D.N.I. 11.324.456, de 45 años de edad, divorciado,
de profesión docente, con domicilio en Artigas 213 de Barrio Patria, de esta ciudad de Córdoba;
que no conoce a las partes y que no le comprenden las demás generales de la ley. A la segunda
dijo que sí vio el accidente. Caminaba hacia su trabajo, la escuela Gobernador Alvarez (sito en calle
Duarte Quiroz 830) y, al llegar a la intersección de calle Duarte Quiroz y Sol de Mayo, presenció el
choque. A la tercera dijo que se encontraba en la intersección de las calles antes mencionadas. A
la cuarta dijo que el choque se produjo entre el automóvil Peugeot 206, de color celeste (casi
gris) que transitaba por calle Duarte Quiroz y un auto Renault Clio oscuro, negro. Que no advirtió
el número de dominio de ninguno de los dos. A la quinta dijo que el semáforo indicaba luz verde por
eso él estaba por cruzar la calle pero vio que e l automóvil Clio, que venía fuerte, no se detuvo ni
frenó a pesar que no estaba habilitado para avanzar. De este modo chocó al Peugeot 206 que
transitaba de este a oeste por calle Duarte Quiroz. Que el hecho ocurrió en forma intempestiva y
que advirtió que el Peugeot sufrió varios daños en la parte izquierda. Además, agrego que no se
quedó más tiempo a observar la escena porque estaba en horario de ingreso al trabajo. Con lo
que terminó el acto, que previa lectura y ratificación firman los comparecientes, después de S.S.,
por ante mí, doy fe.

Firma juez Firma secretaria

Firma accionante Firma demandada

Firma letrados
11
Valoración
La valoración del testimonio es entendida como el examen crítico de los dichos del testigo, sabemos
que es realizada por las partes en los alegatos y por el juez en la sentencia.
La ley establece un tiempo especial y una forma determinada para cuestionar la persona del testigo.
Es lo que se conoce comúnmente como “alegar la idoneidad del testigo”. La Ley Nº 8465
determina que debe hacer la impugnación a la idoneidad del testigo (se impugna la idoneidad de la
persona que ha testificado y no sus dichos, ya que esto último corresponde hacer en los
alegatos) por vía incidental, es decir, por el trámite de juicio abreviado (art. 418, Inc. 5 y art. 314
C.P.C.C. de Córdoba).

El juez, al efectuar la valoración, deberá dejar de lado aquellos testimonios inoficiosos, es decir,
aquellos que no aportan ningún elemento de convicción o que no tienen relación mediata o
inmediata con las pretensiones deducidas. Luego, desmenuzará los dichos del testigo, estudiará sus
diversas partes y tratará de advertir si existen congruencias en las respuestas. Analizará, además,
las condiciones especiales del testigo.

12
Referencias
Alsina, H. (1941). Tratado Teórico Práctico de Derecho Procesal Civil y Comercial. T. IV. Buenos
Aires: Compañía Argentina de Editores.
Couture, E. (1973). Fundamentos del Derecho Procesal Civil. Buenos Aires: Depalma.
Devis Echandía, H. (1970) Teoría General de la prueba judicial. Buenos Aires: Zavalia.
Ferreyra de De la Rúa, A. y González De la Vega. C. (2003). Teoría General del Proceso. Córdoba:
Advocatus.
Palacio, L. E. (1973). Derecho Procesal Civil. Buenos Aires: Lexis Nexis- Abeledo - Perrot.

13
Prueba
pericial

Derecho
Procesal II
(Procesal Civil)
Prueba pericial (pp. 329 a 354)
Concepto y requisitos. Caracteres. Objeto.
Naturaleza jurídica. El dictamen pericial.
Condiciones del perito. Perito de control y consultor
técnico
La tarea judicial no puede versar sobre hechos que el juez está en condiciones de constatar,
personalmente. Por otra parte, el derecho o las cuestiones jurídicas no pueden ser materia de pericia,
porque como sabemos, su aplicación es un acto que constituye la esencia de la función judicial.
Entonces la prueba pericial se impone cuando en un trámite judicial se hace necesaria la
intervención de una persona que conozca lo que el juez no sabe. Este sujeto es el perito y el
magistrado debe recurrir ineludiblemente a él cuando se requieran determinados conocimientos
especiales para descubrir o valorar un elemento de prueba. Son saberes propios de una cultura
profesional especializada.
Para Palacios (2005) la prueba pericial es aquella que “ es suministrada por terceros: a raíz de
un encargo judicial y fundados en los conocimientos científicos, artísticos o prácticos que poseen,
comunican al juez las comprobaciones, opiniones o deducciones extraídas de los hechos sometidos a
su dictamen” (p. 674).
Este medio de prueba es de carecer indirecto, debido a que la suministra un tercero, pero calificado
por especiales condiciones de idoneidad.
Los peritos son auxiliares de la justicia. Sin lugar a dudas esta prueba adquirió mayor importancia,
significación y relevancia con los avances técnicos y científicos.

En el campo del proceso civil el perito interviene como regla general por iniciativa de las partes,
pero aún puede también ser ordenada oficiosamente por el juez, sea sobre la base de imposiciones
del derecho de fondo o mediante el uso de las facultades para mejor proveer que la ley procesal
autoriza (Art. 260 y 323, Inc. 3 del C.P.C.C. de Córdoba).

La pericia presenta las siguientes características:

 Es un acto procesal o un conjunto de actos que se cumplen por encargo judicial.

 La tarea encomendada debe ser realizada en forma personal por el perito designado.

 Se trata de una prueba indirecta, ya que el juez tomará contacto con los hechos por su
intermedio.

 Las conclusiones del perito se emiten por medio de un dictamen que se incorpora al
expediente.

 El perito es un tercero, extraño al proceso y que reviste el carácter de órgano de prueba.


La peritación constituye una declaración de ciencia, porque el perito emite su dictamen sobre la base
de lo que conoce por percepción, inducción o deducción respecto a los hechos.

El objeto de esta prueba está constituido por los hechos controvertidos y sus causas o 2
consecuencias, que pueden ser de diversas especies y acusar diferentes calidades (técnicas,
científicas o artísticas).
Respecto a la naturaleza jurídica de este tipo de prueba, algún sector de la doctrina calificado por
cierto, entiende que la pericia no es un medio de prueba, sino que sólo importa una forma de
asistencia intelectual prestada al juez en la inspección o en la valoración de la prueba, Así, se
entiende que no es una prueba, sino un medio para su obtención, desde que sólo aporta
elementos de juicio para su valoración.
Por nuestra parte, afirmamos que la prueba pericial es un medio de prueba y que el perito es un
órgano de prueba que cumple una función por encargo judicial. De este modo lo legisló el Código
Procesal Civil de la Provincia de Córdoba y casi todas las legislaciones formales.
Puede decirse que cualquier hecho puede ser objeto de examen pericial, salvo aquellos que pudieren
afectar a las reglas morales, las buenas costumbres o cuya indagación fuera prohibida por la ley,
en este sentido está prohibido efectuar el denominado inspectio corporis, es decir, la investigación
sobre el cuerpo humano sin consentimiento del sujeto.
Los hechos pueden estar constituidos por conductas humanas, sucesos naturales u otros aspectos
de la realidad material, cosas u objetos que sean creación del hombre o productos de la naturaleza,
la persona física humana y sus condiciones psíquicas.

La ley establece las condiciones relativas al ofrecimiento de este medio probatorio y que hacen a la
admisibilidad formal de prueba pericial.
En tal sentido las partes, en el escrito de ofrecimiento de prueba, deberán determinar los hechos que
deba contraer la pericia bajo pena de inadmisibilidad (Art. 260, segunda parte, C.P.C.C. de
Córdoba, es conveniente que también se indique la profesión o especialidad que se requiere y,
por último, es útil que se señalen en forma expresa los puntos sobre los que deberá versar el
dictamen.
El plazo para el ofrecimiento y diligenciamiento de la prueba pericial es el ordinario que concede la
ley para la producción de todos los medios de prueba (Art. 212, C.P.C.C. de Córdoba). Esto
significa que debe ser ofrecida, instada y diligenciada en el plazo ordinario de prueba establecida
según el tipo de juicio que sea. El juez, en la audiencia de la designación del perito, fijará plazos
especiales y más breves para que acepte el cargo y presente el dictamen.
Respecto al lugar, debe decirse que el inicio de las tareas se realizan en la sede del tribunal y,
en general, las tareas técnicas propiamente dichas se realizan en el lugar que el perito indique (su
oficina, el lugar de ubicación del bien objeto de examen, etc.).

El Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Córdoba establece que el perito al concluir
su trabajo presentará en el tribunal un dictamen o informe escrito (art. 278 C.P.C.C. de Córdoba)

El dictamen contiene una declaración de ciencia. Es un documento objetivo, es decir, desprovisto


de intencionalidad. Pero a su vez, no se trata de una simple narración, sino que contiene conceptos
técnicos, artísticos o científicos. Además, este acto procesal debe ser fundamentado, debe contener
en forma clara y sencilla los antecedentes de orden técnico que se tuvieron en cuenta para
opinar, debe identificar las cosas o personas que se examinó, deberá señalar también el camino lógico
que se siguió para arribar a las conclusiones.
El contenido del dictamen debe responder estrictamente al encargo judicial, es decir, debe ser
completo y no pecar en excesos o defectos. No puede omitir de responder a algún punto de pericia,
pero tampoco dictaminar sobre puntos diferentes a los requeridos.
En caso que los puntos sean varios, el dictamen debe responder a cada uno en particular y a
todos los requeridos, además de los se estimen que complementan a los anteriores o que
constituyen presupuestos necesarios para sus conclusiones, sin desatender ninguno de los aspectos
de los hechos, ni las razones y observaciones que las distintas partes les hayan formulado.
Las pericias extrapetita carecerán de mérito probatorio y podrán disminuir la eficacia del medio al ser
valorada por el tribunal en el momento de dictar la sentencia.
3
Estas circunstancias pueden dar lugar a que las partes objeten el informe pericial en la oportunidad
de alegar (art. 279 y 280 C.P.C.C. de Córdoba).
El dictamen podrá ser ampliado a petición de parte o por requerimiento del tribunal (art. 279, segunda
parte, C.P.C.C. de Córdoba); la ampliación implica que el experto deberá responder respecto a
una cuestión omitida o aclarar algún punto que haya sido expuesto en forma poco clara.
Por otro lado, la prueba pericial tiene un subjetivo que se lo dan las personas que participan del acto
pericial; en tal sentido son las partes las proponentes, el juez el destinatario y el perito es el órgano
de prueba.
Por regla general el tribunal designa a un solo perito, pero podrá si lo estima necesario, designarlos
en forma plural, conforme el Art. 261 C.P.C.C. de Córdoba.
Cuando el órgano de prueba está integrado por varios sujetos, las deliberaciones referidas a su
trabajo deben efectuarlas los peritos oficiales designados en forma conjunta (art. 277 C.P.C.C. de
Córdoba); la negligencia de uno de ellos no excusa la de los demás, que deberán practicar la
diligencia y el dictamen en el plazo solicitado (art. 280 C.P.C.C. de Córdoba).

Respecto a las condiciones del perito debemos aclarar que la ley no especifica expresamente
cuáles son las condiciones que deberá reunir pero, sin lugar a dudas, para poder actuar en la calidad
de tal se requiere:

 Debe tratarse de una persona capaz según las reglas de la capacidad del Código Civil y
Comercial de La Nación. El perito debe tener “madurez de juicio”, la cual se presupone que no se
alcanza hasta la mayoría de edad; también se requiere plenitud de aptitudes intelectuales.
 Calidad habilitante: los peritos oficiales deben tener título en la materia a que pertenezca el punto
sobre el que han de expedirse, siempre que la profesión arte o técnica estén reglamentadas; la
reglamentación se refiere, por una parte, al título profesional otorgado por Universidad u otro
instituto educativo y la habilitación se refiere a disposiciones dictadas por los colegios
profesionales o tribunales superiores para las actuaciones de esos sujetos. Sin embargo,
debemos aclarar que este requisito especial es sólo para quien ha sido designado como perito
oficial, ya que para actuar en juicio como perito de control no se requiere poseer el título en la
especialidad (art. 262, C.P.C.C. de Córdoba).

En el sistema de la Provincia de Córdoba, el Tribunal Superior de Justicia, en uso de sus facultades


de superintendencia, forma listas de peritos de diversas especialidades. Las mismas son
confeccionadas sobre la base de una solicitud que los profesionales interesados efectúan para ser
incluidos en las denominadas “listas oficiales”.
La ley establece también incompatibilidades para actuar como perito y las causales para recusar a
los peritos serán las mismas que para los jueces (art. 270 C.P.C.C. de Córdoba). La remisión
efectuada por el código es para preservar en el perito el mayor grado de imparcialidad, conforme
al art. 268, 17 y 273 del cuerpo legal mencionado.
El perito de control, por su parte, colabora en la defensa de los intereses técnicos de la parte que lo
propuso. El nombramiento recae en persona de confianza y, por ende, será un defensor de sus
intereses y actuará de manera subjetiva.
Los peritos de control están autorizados para presenciar las operaciones técnicas que realice el perito
oficial, a fin de efectuar un control de opinión que vaya a emitir en su dictamen. El perito de control
puede adherir o discrepar fundadamente con las conclusiones arribadas por el perito oficial (art. 278,
última parte, C.P.C.C. de Córdoba).
El Código Procesal de la Nación incorporó la figura del consultor técnico en reemplazo del perito de
parte.
El consultor técnico es una persona que, a solicitud de una de las partes y sobre la base de sus
conocimientos, presencia las operaciones técnicas que realice el perito, formula las observaciones que
estime pertinentes y dentro del plazo fijado presenta su informe por separado, el cual cumplirá los
requisitos dispuestos en el art. 472 del C.P.C.C. de Córdoba. El informe del consultor técnico no
4
tiene el mismo valor que el de la prueba pericial.
Por ultimo nos referiremos a la valoración de la prueba pericial.

Como todos los medios de prueba, también la pericial es meritada por las partes en la etapa discusoria
y por el juez en el momento del dictado de la sentencia.
Las partes en los alegatos podrán cuestionar el dictamen del perito fundándose en razones de orden
sustancial y también podrán afectar observaciones de carácter formal dirigidas a restarle eficacia
probatoria; podrán aducir que se trata de conclusiones infundadas; por ej. Que no existe nexo lógico
entre las premisas y la conclusión, o que el informe es incoherente o contradictorio.
El juez apreciará la eficacia probatoria de la pericial en el momento de dictar sentencia; meritará el
dictamen y sus ampliaciones o aclaraciones si las hubiere en forma integral.

Debe señalarse que las leyes procesales utilizaron diferentes sistemas para la valoración de la
prueba pericial.
El sistema de la tarifa legal ha sido admitido por nuestro Código Procesal en el art. 283 sólo para
el caso de que las partes hubieran dado al perito el carácter de árbitro y, en cuyo caso, el juez no
puede apartarse de lo concluido por el perito.
También el sistema de la sana crítica racional recibió por la mayoría de las legislaciones y por el
Código Procesal de la Provincia de Córdoba, que el dictamen del perito no es vinculante para el juez
que apreciara el mérito de la prueba de acuerdo a las reglas de la sana crítica racional. Cabe
destacar que el juez tiene amplia libertad para apartarse del dictamen e incluso rechazarlo cuando
encuentre que éste no está debidamente fundamentado, sea absurdo inverosímil o carente de
credibilidad, pero es de advertir que la decisión en este sentido debe ser suficientemente
motivada para no incurrir en una conducta discrecional o arbitraria.

Prueba informativa (pp. 356 a 371, T. I)


Concepto. Caracteres. Naturaleza jurídica. Elementos.
Procedimiento. Valoración

La prueba informativa es el medio por el cual se aportan al proceso datos concretos


acerca de actos o hechos resultantes de la documentación, archivos o registros del
informante (oficinas públicas, entidades privadas o personas físicas), para la
incorporación de expedientes, testimonios o certificados que obran o se extienden por
oficinas públicas (Kielmanovich, 2004, p. 443).

Del concepto vertido se entiende que la prueba informativa supone la previa registración de los datos
sobre los cuales versará el informe y que están al alcance de quien lo suscribe, en virtud de las
funciones que ejerce y no por las percepciones sensoriales anteriores de éste.
La ley procesal establece las condiciones de procedencia de la prueba de informes en sentido
estricto: “los informes que se soliciten a las oficinas públicas, escribanos con registros y entidades
privadas deberán versar sobre hechos concretos y claramente individualizados que resulten de la
documentación, archivos o registros contables del informante”1.
También admite la prueba de informes impropia cuando señala la posibilidad de requerir a oficinas
públicas la remisión de expedientes o copias autenticadas de ellos o certificados relacionados con el
juicio (art. 317, segunda parte, C.P.C.C. de Córdoba).

1
Art. 317- Ley N° 8465 (1995) Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Córdoba. Senado y Cámara de
Diputados de la provincia de Córdoba.
5
Esta última posibilidad configura, además de la incorporación del dato informativo, un modo de requerir
para el proceso prueba documental que se encuentra en poder de las entidades públicas
informantes.
Cabe aclarar que el Código de Procedimientos Civil y Comercial de Córdoba expresa que no
será admisible el pedido de informes que tienda a sustituir o ampliar otro medio de prueba que
específicamente corresponda por la ley o por la naturaleza de los hechos a probar (art. 318 del
C.P.C.C. de Córdoba).
Por otra parte, decimos que el objeto de la prueba bajo estudio se refiere a la materialidad fáctica
sobre la que puede recaer el informe y también a las circunstancias de modo tiempo y lugar de
su producción.

El objeto de la prueba de informes está señalado por el art. 317 del C.P.C.C. de Córdoba ya
mencionado que establece que deberán versar sobre hechos concretos y claramente
individualizados que resulten de la documentación, archivos o registros contables del informante, así
la posibilidad jurídica del medio puede analizarse desde un punto de vista positivo y otro negativo.
Desde el punto de vista positivo, el objeto de prueba debe estar constituido por hechos concretos
y claramente individualizados. En su faz negativa este medio de prueba está limitado en el art. 318
del citado cuerpo legal, cuando se establece la sanción de inadmisibilidad del pedido de informes
que tengan la intención manifiesta de sustituir o ampliar otro medio de prueba que específicamente
corresponda por ley o por la naturaleza de los hechos controvertidos.

La regla general es que si existe un medio de prueba idóneo para la obtención de determinado
elemento probatorio, éste es el que debe ser utilizado y en consecuencia no puede ser sustitutito
por otro.

La prueba de informes debe ser propuesta por las partes y admitida formalmente por el tribunal.
Su diligenciamiento se realiza por medio del libramiento de oficios y la contestación debe ser
realizada directamente por el informante.
En cuanto a las modalidades, la prueba de informes no admite otro medio de expresión que no
sea el escrito. Debe librarse el oficio respectivo para su recepción y también por este medio
será la respuesta del informante.
Los oficios pueden ser redactados por los abogados que intervienen en calidad de patrocinantes o
apoderados y que están autorizados para firmarlos, su diligenciamiento les compete y si no lo
hicieren en tiempo propio pueden incurrir en negligencia (art 212, C.P.C.C. de Córdoba). En el
texto del oficio el litigante debe incorporar la transcripción del decreto que ordena el diligenciamiento
de la prueba (art. 322, primera parte, C.P.C.C. de Córdoba).
La ley sanciona de diferentes formas la mora o incumplimiento en el deber de informar si quien
debe suministrarlo es una entidad pública y esta circunstancia deberá ser comunicada al Ministerio de
Gobierno. Si se trata de un escribano o entidades privadas, podrá ser pasible de una multa de
hasta 10 jus por cada día de retardo Art 321 C.P.C.C. de Córdoba.
Si la reticencia en evacuar el informe correspondiera a una entidad privada, conforme la norma
precitada “se le impondrá una multa a favor de la parte que ofreció la prueba, de hasta 10 jus
por cada día retardo”2.
En lo que concierne a la dimensión temporal, la prueba de informes debe ofrecerse y diligenciarse
dentro del plazo ordinario que la ley establece según el tipo de juicio.
Debe señalarse, que nada obsta que pueda ser solicitada como medida para mejor proveer (arts. 325
y 486 d e l C.P.C.C. de Córdoba).
El informante tiene la obligación de suministrar el dato solicitado. Sin embargo, la ley establece
excepciones en el caso de que exista una justa causa o razones fundadas en la reserva o secreto,
circunstancia que deberá ser comunicada al tribunal dentro del quinto día de recibido el oficio según

2
Art. 321- Ley N° 8465. Op. cit.
6
el art. 319 del C.P.C.C. de Córdoba).

Por último, nos referimos a la valoración del informe que estará condicionado por diferentes
circunstancias: puede ser expedido por instituciones públicas a través de funcionarios autorizados o
por representante de personas jurídicas privadas. El problema se presenta cuando el informe emana
de entes privados. En estos casos el juez deberá tener en cuenta la importancia institucional y el
prestigio reconocido al establecimiento de que se trate.

En el caso que el informante sea un particular, puede evacuar un informe respecto de las constancias
o las constancias de sus libros y archivos. En tal caso no actúa como persona física en mérito de
sus conocimientos personales, sino como titular de los libros y archivos.

En síntesis, cuando el informe proviene de un funcionario público que actúa dentro de los límites de
su competencia, tiene la fuerza convictiva de un instrumento público y hace plena fe sobre la
autenticidad de lo comunicado conforme el art. 296 inc. a y b del C.C. y C. de la Nación. En
cambio, si el informante es una entidad privada, en este caso el juez lo debe merituar junto con
otros elementos de juicio aportados al proceso y a través de las reglas y principios que informan la
sana critica racional.

Inspección judicial (pp. 374 a 383 T. I)

Concepto e importancia. Delimitación. Caracteres.


Naturaleza jurídica. Valoración

La inspección judicial es el acto por el cual el juez en forma personal y directa examina un lugar o
una cosa vinculada con el objeto del pleito, con el fin de obtener elementos de convicción para
un proceso determinado.
El reconocimiento judicial es un caso típico de prueba directa pues el juez toma contacto directo
con lo inspeccionado y bajo ningún caso puede delegar su comisión.
La inspección no debe restringirse a simples percepciones visuales (inspección ocular), sino que en
la mayoría de los casos comprende otras aprehensiones de carácter sensorial. No puede ser sobre
hechos pasados ni los futuros; sin embargo, podrían examinarse las secuelas o rastros dejados por
el hecho ocurrido. También podría realizarse sobre hechos que han pasado pero aún subsiste parte
de ellos al momento de realizarse la diligencia.

Entre sus características podemos mencionar:


 Directa.
 Personal.
 No representativa.
 Formal.
 Lógica.

El objeto de la prueba de inspección son los hechos, que tienen que ser de índole material en
sentido amplio, es decir, susceptibles de ser captados por el magistrado a través de la
percepción sensorial.
Respecto al lugar, dependerá del objeto o sujeto de que se trata, si por su naturaleza pueda
ser trasladado o si es conveniente que el tribunal se desplace para la mejor realización de la
diligencia.
El tiempo de diligenciamiento es el ordinario que la ley establece para todo medio de prueba, también
puede solicitarse como diligencia preparatoria del juicio ordinario (art. 486, C.P.C.C. de Córdoba) o
como medida para mejor proveer. 7
También puede ser ordenada a solicitud de parte interesada o dispuesta de oficio por el tribunal.
La ley procesal autoriza la realización de la inspección y la pericial en forma simultánea (art.
258, C.P.C.C. de Córdoba)

La prueba deberá ser valorada por el juez con sujeción a las reglas de la sana crítica, aunque
sólo tendrá eficacia plena el acta labrada, ya que por ser suscripta por juez y secretario, vale
como instrumento público.

8
Referencias
Kielmanovich, J. (2004). La teoría de la prueba y de los medios probatorios. Santa Fe: Rubinzal
Culzoni.
Palacio, L. E. (2005). Manual de Derecho Procesal Civil. Buenos Aires: Lexis Nexis- Abeledo - Perrot.

8
Prueba de
indicios

Derecho
Procesal II
(Procesal Civil)
Prueba de indicios
(pp. 385 a 404 T. I)

Concepto del indicio. Naturaleza. Requisitos.


Clases. Valor probatorio. Las presunciones y el
indicio. La conducta de las partes en el proceso
La prueba de indicios cobra relevancia cuando se pretenden corroborar ciertas circunstancias o
hechos de prueba difícil. Así, por ejemplo, se aplica cuando sólo existe principio de prueba en
hechos ilícitos o íntimos de los que no exista prueba directa.
La prueba indiciaria se vincula con el principio del favor probaciones mencionado en lecturas
anteriores.
Couture (1973) señala que la presunción exhibe tres elementos: un hecho conocido (indicio), un
hecho desconocido (que se pretende probar) y una relación de causalidad. Ellas se vinculan a
través de una operación lógica que reconstruye el hecho desconocido de la forma en que se
considera que probablemente ha ocurrido.
Así como los indicios constituyen medios de prueba, las presunciones constituyen reglas de
razonamiento.
Las presunciones pueden ser legales o del hombre u hominis. Las primeras son las establecidas
por la ley y admiten a su vez una subclasificación: iure et iure o iures tantum, según admitan o no
prueba. Por el contrario, las presunciones hominis se manifiestan por el razonamiento que efectúa
el órgano jurisdiccional, a partir de cierto hecho para arribar a determinada conclusión.
La eficacia de este medio probatorio dependerá de diferentes factores: principalmente que el hecho
generador (hecho indicante) debe estar debidamente probado; además del grado de veracidad de
la compatibilidad con otros elementos, de lo que señalan las normas de la experiencia con la cual
se lo relaciona, del grado de dependencia y conexión con otros indicios, etc.
Este medio de prueba debe ser valorado de acuerdo a las reglas de la sana crítica racional. En el
derecho procesal moderno se sostiene que es lícito para el juez extraer argumentos de prueba de
la ponderación de los comportamientos procesales de los litigantes. Estos argumentos implican la
valoración de una conducta que resulta contraria a reglas procesales y, en especial, al principio de
solidaridad o colaboración con el proceso.
Esta regla se incorporó legislativamente al Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de
Córdoba en el art. 316.

La conducta procesal puede asumir distintas manifestaciones con valor probatorio; así, por
ejemplo, cuando un comportamiento es omisivo, oclusivo o contradictorio, también cuando implique
mendacidad.

1
Prueba Difícil. Nuevas tendencias

Como ya te indicamos, el principio del favor probationes permite al juez apreciar el material
probatorio de manera más o menos rígida. La problemática de la prueba difícil encuentra una
solución adecuada a través de dos vías: el favor probationes, que opera cuando la dificultad
probatoria es in re ipsa, y las pruebas leviores, que funcionan cuando es necesaria una actividad
probatoria complementaria en miras de demostrar que se está en un terreno de difícil prueba.

Pruebas innominadas (pp. 405 a 411 T. I) Medios de


prueba innominados. Sistema legal

Históricamente se conocen dos sistemas de regulación de los medios de prueba; el primero de ellos,
conocido como taxatividad legal, caracteriza porque el legislador enuncia y limita los medios de
prueba que pueden ser utilizados en el proceso. Para ello prevé un catálogo y veda en forma
expresa la utilización de aquellos que no estén expresamente previstos.

En cambio, el segundo es que el que prevén los Códigos procesales en la actualidad, son los
sistemas de prueba libre y autorizan al juzgador a admitir todos los medios de prueba que consideren
idóneos a fin de formar su convicción, aunque no estén expresamente regulados. Esto incluye los
medios de pruebas clásicos y además, de modo expreso o tácito, permite la producción de otros no
previstos.
Una de las modalidades que presenta el sistema es enumerar los medios de prueba y, en una
disposición abierta, prevé la posibilidad del juzgador de admitir y ordenar otros no previstos
cuando lo estime conveniente. Así ocurre en el Art. 378 del C. P. C. C. de La Nación y en el Art.
202 del C. P. C. C. de Córdoba que autorizan la utilización de medios no previstos.

En el procedimiento cordobés estos nuevos medios deben introducirse al proceso mediante el uso de
algún otro procedimiento que le resulte analógico. En cambio, en el sistema de la Nación la
regulación es diferente, ya que otorga al tribunal la facultad discrecional de establecer la forma del
diligenciamiento sin imponer el uso de la analogía.
Otra modalidad es no enumerarlos y que la jurisprudencia los admita, en algunos casos como prueba
documental y en otros como indicios. Además, por regla general y para darle eficacia se requiere de
otra prueba complementaria (por ejemplo, la pericial o testimonial). Por ejemplo, prueba corroborante de
un video o de una grabación pueden ser testigos que participaron en él o que por alguna
circunstancia conocieron el conflicto.

Medios de prueba mixtos

Las partes pueden solicitar que el tribunal, conforme a reglas legales o con fundamento en el Art. 202
del C. P. C. C. Córdoba, ordene la producción de medios mixtos o combinados. Por ejemplo, nuestra
ley procesal cordobesa dispone expresamente en el art. 258 la realización simultánea de la inspección
judicial y la pericia, que toda prueba documental lleva implícita la pericial caligráfica subsidiaria (art. 242
C. P. C. C. de Córdoba) y la posibilidad de reconocimiento judicial y testimonial (art. 303 C. P. C. C. de
Córdoba). Pero la realización simultánea puede ser ordenada por el juez, aunque no esté expresamente
previsto, cuando las partes así lo soliciten y ello resulte conveniente para el esclarecimiento de la
verdad.

2
Seguidamente les presentamos un artículo de doctrina que puede ser de tu interés:

Las grabaciones y filmaciones como medios de pruebas en el proceso


civil.

Sonia Cabral1

SUMARIO: Introducción. 2. Proceso judicial y tecnología. 3. Necesidad de formular


algunas precisiones: 3.1 Las grabaciones privadas en el proceso civil: ¿son o no son
pruebas ilícitas? .3.2 ¿son o no son un documento? 4. Intervenciones telefónicas por el
juez civil. 5. Forma de incorporarlas al proceso. 6. Prueba de intervenciones telefónicas
y momento de analizar su ilicitud o procedencia. 7 .Conclusiones.

1. Introducción
El propósito del presente trabajo es enfrentar la relevancia probatoria de los soportes
técnicos que contengan la voz humana, la imagen o ambas a la vez, siendo uno
de los temas que las nuevas tecnologías al servicio de la comunicación generan en
torno a la prueba judicial.

Abordaremos en este cometido, los registros que hace el propio interlocutor al utilizar
el servicio telefónico o cuando filma determinada circunstancia. Incluimos los casos
en que un particular ajeno a la conversación sin estar autorizado las registra de
modo fílmico. También se plantea en ésta investigación las llamadas intervenciones
o interceptaciones, es decir las grabaciones de conversaciones realizadas por
terceros, cuando es el Estado quien las interfiere mediante orden judicial. Pero se
impone la aclaración que nuestro encargo es siempre limitado al ámbito del Proceso
Civil y con algunas referencias al Proceso de Familia.

En las épocas que corren el derecho no puede ignorar que el pensamiento se


transmite más rápidamente por medio de una conversación hablada entre presentes
o vía telefónica que por un instrumento escrito, lo que nos lleva a preguntarnos sobre
las posibilidades de introducir al proceso los medios de reproducción de la
comunicación que referenciamos en relación a los medios de prueba, sobre todo
cuando el orden normativo no los tiene en cuenta. Pero las dudas que nos
surgen no se limitan a esa sola pregunta, sino que partiendo de la irrebatible
vinculación con el derecho a la intimidad del tema que nos ocupa ya que, la razón de
esta actividad es captar determinados hechos que servirán (o no, ya lo veremos) para
un proceso, pero también para inmiscuirse ilegítimamente en la esfera propia de las
persona en su ámbito privado o íntimo que tiene resguardo constitucional. Pero,
sabemos que la Constitución Nacional también garantiza el derecho a un debido
proceso y comprendido dentro de éste el derecho a practicar los medios de
pruebas pertinentes. Aquí centraremos nuestro esfuerzo. Porque el empalme de la
telefonía, la fotografía, la video filmación y la grabación con el derecho a la intimidad,
queda bastante claro, porque una persona puede ser “captada” por cualquiera de
estos procedimientos, aún cuando habla por teléfono o directamente en forma oral con
otras personas presentes sin su consentimiento. Creemos que la Constitución no debe
ser un obstáculo para eludir la justa recomposición de los conflictos por la invasión de
la tecnología, máxime cuando pueda estar comprometida una garantía que la misma
Constitución protege.

Sabemos que contamos con una orfandad legislativa, al decir de Carbone 2, ya que
el panorama legal se ciñe en primer lugar, al Art. 18 de la Constitución Nacional,

1
Docente de la Cátedra “C” de Teoría General del Proceso (U.N.C.), docente de Derecho Procesal I (Teoría General
del Proceso, UES21).
2
Carbone, Carlos Alberto. “Grabaciones, escuchas telefónicas y filmaciones como medios de pruebas”, Pág. 21, Ed.
Rubinzal Culzoni. 2005
3
en segundo lugar dos leyes nacionales, una regulando las comunicaciones a
distancia, y la ley de inteligencia del estado, y las normas procesales de cada
ordenamiento provincial junto al nacional. El referido artículo 18 de la Constitución
Nacional no contempla otra comunicación que no sea la correspondencia, por ello
las leyes nacionales referidas sólo contienen algunas pautas lo que nos obliga a
bucear en la doctrina y la jurisprudencia.

2. Proceso Judicial y tecnología

El Proceso Judicial en cuanto a los objetos probatorios se ha acostumbrado a


plasmar la palabra escrita como medio de comunicación. Pero el papel no es el
único medio de contener la palabra escrita, razón por la cual el Proceso puede
captar la palabra escrita sin soporte de papel y, más aún, la palabra hablada. Los
adelantos informáticos y en el campo de las telecomunicaciones, desde el punto de
la tecnología comprenden distintos soportes donde se asientan la imagen o el
sonido que los legisladores del siglo XIX ni siquiera podían imaginar, por lo que no
fueron tenidos en cuenta en los Códigos Civiles, penales ni procesales ya que el
soporte clásico era el papel.

Los nuevos contornos tecnológicos desfallecen a los operadores jurídicos de


desafíos probatorios, de dudas en cuanto a su incorporación eficaz en el proceso de
vehículos que representan la voluntad y el pensamiento, así sumamos al problema de
una fotografía, ignoradas en muchas legislaciones procesales, no obstante conocida en
el siglo XIX, o del telegrama, télex, le agregamos el documento electrónico: correo
electrónico (e-mail, contratos vía Internet), videos, fax, fotocopias, cintas
magnetofónicas o grabaciones, disquetes, discos ópticos, discos rígidos, CD–Rom,
DVD etcétera.

Se ha afirmado que las deficiencias que pueden generar los nuevos medios de
probatorios que podían captar estas técnicas modernas estaban relacionadas con la
seguridad, fiabilidad o manipulabilidad. Sin embargo, la experiencia ha demostrado
que estos riesgos no son mayores o al menos iguales a los medios de pruebas
tradicionales que tratan desde antaño los Códigos procesales, donde el documento
escrito es el claro ejemplo.

En el actual estado de cosas que involucra ciencia, tecnología, derecho a la intimidad,


el verdadero sentido del proceso, sea cual fuere, plantea muchos interrogantes que el
legislador decimónico ni se imaginaba, ni tampoco el del siglo XIX, que empezó a
observar algunos cambios en el modo de comunicarse; si bien el algunos estados
desarrollados en el siglo XX se comenzaron a captar algunas aristas fundamentales
del tema abordado, el legislador del siglo XXI no puede desconocer esta profunda
innovación que en consecuencia afecta las viejas concepciones que a su vez
conmueven el soporte en el que se escriben y, más aún, en el que se oyen o se
ven esas voces, y consiguientemente su repercusión en la forma de probar en el
proceso.3

En realidad tribunalicia, no puede negarse que hoy en día estos nuevos soportes
probatorios, son un escollo o problema, más que una oportunidad para avanzar en
el esclarecimiento procesal de los hechos.

3. Necesidad de formular algunas precisiones:


3.1. Las grabaciones privadas en el proceso civil: ¿son o no son pruebas ilícitas?

En materia civil se puede esgrimir una grabación para acreditar una deuda, un pago,
una injuria laboral o en familia en un juicio de divorcio, en un incidente de remoción de
síndico4 entre otros supuestos.

3
Carbone, Carlos Alberto. Ob. cit. Pág. 46.
4
Son los casos que originaron los fallos motivo de nuestro estudio.
4
Partimos de la base que hay una aparente desconfianza en la doctrina a admitir la
prueba de grabaciones obtenidas subrepticiamente, sin consentimiento del interesado-
ya que no habría problema en admitir la rendida en caso contrario-, sin orden judicial.5
Es más, sostienen su rechazo liminar por ser pruebas ilícitas, en razón que el afectado
ignora el fin que tendría la conversación.
Así encontramos dos posturas, por un lado están aquellos que rechazan la
admisibilidad de las pruebas referidas atento su condición de ilícitas. En tanto que,
por otro costado, se encuentran quienes están a favor de su admisibilidad.
Sucintamente expondremos cada una de ellas:

Posturas en contra:

Kielmanovich entiende que admitir la prueba de grabaciones obtenidas


subrepticiamente se produce un serio quebrantamiento del derecho de defensa en
juicio y de la libertad personal, extremos que convertirían a la prueba en ilícita.
Sobre el particular tema de la ilicitud, puede ya directamente residir en la prueba en
sí misma considerada (ilicitud sustancial) por encontrarse ésta prohibida para
ciertos hechos o respecto de determinados tipos de procesos, o bien puede referirse
al modo o procedimiento de adquisición de la prueba de por sí lícita (ilicitud formal).
Respecto a ésta última, podemos mencionar dos corrientes principales en lo que
atiende a su admisibilidad en juicio. Para una, la prueba ilícitamente obtenida es válida
y eficaz, sin embargo, cuando el sujeto que perpetró el acto que condujo al
descubrimiento del crimen mismo es también sancionado. En cambio, para la segunda
postura entiende que tales pruebas deben excluirse de absolutamente del proceso ya
que se aprecia “como un mal menor el de que algún criminal haya de escapar a la
justicia”, que el que las autoridades “representen un papel innoble” en la búsqueda de
las pruebas por medios ilícitos6. Si bien estas doctrinas fueron de exclusiva aplicación
para el procedimiento penal, posteriormente sus conclusiones fueron extendidas al
civil, con gran resistencia.
Una tercera posición ha sido elaborada por la jurisprudencia alemana que excluye a la
prueba ilegítimamente obtenida, salvo cuando el procedimiento en cuestión constituya
el único medio razonable para salvaguardar otro valor constitucional fundamental7.

Para quienes optan por el rechazo, postulan que se trata de prueba ilícita aquella
comunicación telefónica gravada sin consentimiento del afectado que en principio no
está destinada a ser difundida y se desarrolla en el entendimiento y en función de esa
privacidad.
En apoyo a lo señalado se ha expresado también que “cualquiera que sea el
sistema procesal vigente, debe considerarse implícitamente consagrada la prohibición
de utilizar pruebas cuya ilicitud sea evidente8. En ese orden de ideas, afirman, el Art.
378 del Código Procesal Civil establece que la prueba deberá producirse por los
medios previstos por la ley y por los que el juez disponga “siempre que no afecten
la moral, la libertad personal de los litigantes o de terceros, o no estén
expresamente prohibidos para el caso”. Lo cierto es que a veces esa licitud o ilicitud
no aparece evidente, sino que se encuentra inmersa en “una zona gris”.

Se dice que la violación de la correspondencia ofende precisamente la garantía


constitucional consagrada en el Art. 18 de la constitución Nacional, la que se
entiende como comprensiva de la telefónica, a pesar que lógicamente no está
incluida expresamente en el texto constitucional. A su turno la Ley Nacional de
Telecomunicaciones 19.798 condiciona la interceptación y registro a la previa

5
Carbone, Carlos Alberto. Ob. Cit. Pág. 313.
6
Kielamnovich, Jorge, L, La grabación subrepticia de un conversación telefónica como prueba en el proceso civil”,
L.L. 1984-B, Págs. 733 y sgtes.
7
Kemelmajer de Carlucci, Aída, Las escuchas telefónicas en la experiencia judicial, en Revista de Derecho Privado y
Comunitario, Nº 14, Rubinzal Culzoni, Santa Fé, 1997, Pág. 97 y sgtes.
8
Devis Echandía, H. “Teoría General de la prueba judicial”, t. I, Pág.539, Ed. Zavalía.
5
autorización judicial.9
En la actualidad el fenómeno puede y debe ser atendido10 a la luz del derecho a la
intimidad consagrado en Art. 1071 bis del Código Civil.
Opiniones a favor

Para otros, en cambio, perfilan su opinión en sostener su admisibilidad y afirman que


el hecho que se postule una prueba complementaria la tornaría eficaz, por lo que no
debería propiciarse su rechazo ante el desconocimiento como propio de las voces
gravadas, por cuanto si eso sucede con el instrumento escrito por parte del
perjudicado, aquel debe ser, sometido a una pericia.11. Alsina duda de su eficacia
. “por
la imposibilidad de establecer la identidad de su autor”12.

Otros autores, que postulan su admisión, la asimilan lisa y llanamente a la prueba


documental13. Leonardo Colombo, sostiene que “la libertad más absoluta debe regir
cuando se trata de demostrar las circunstancias alegadas por los litigantes.
Únicamente frente a la moral, las buenas costumbres, el orden público o un precepto
legal expreso esa libertad encuentra su límite”14. Dicho autor afirma a favor de la tesis
irrestrictamente permisiva, que la prueba así obtenida no “vulnera ninguna garantía
individual”. La incorporación al proceso de la prueba que nos ocupa, responde a un
criterio que otorga y reconoce preeminencia el interés general por sobre el privado de
las partes.

La registración magnetofónica o fonográfica de una conversación telefónica, tomada


en forma subrepticia por uno de los interlocutores o por un tercero, ha sido
pacíficamente admitida en nuestros tribunales civiles, como así también cuestiones de
derecho de familia, principalmente como elemento de comprobación del adulterio15,
como desarrollaremos en líneas más abajo. Palacio critica que no se permita la
grabación subrepticia porque el conocimiento de que la grabación va a ser utilizada no
es un elemento esencial del medio de prueba, ya que la eficacia probatoria del mismo
radica en la ignorancia de que será utilizado en el proceso16 Sostiene el autor citado
que la jurisprudencia no puede pasar por alto que la Constitución permite hacer
excepciones al principio de la inviolabilidad de la correspondencia, y a pesar de no
haber ley al respecto, aquellas se pueden admitir en ocasiones en el ámbito del

9
La citada ley luego de definir como “correspondencia de telecomunicaciones” a toda “comunicación que se efectúe por los
medios de telecomunicaciones públicos o privados autorizados”(Art. 2), indica que la correspondencia de
telecomunicaciones es inviolable y que su “interceptación es sólo procederá a requerimiento de juez competente” (Art. 18);
y que la inviolabilidad de la correspondencia de telecomunicaciones importa la prohibición de abrir, sustraer, interceptar,
interferir, cambiar su texto, desviar su curso, publicar, usar, tratar de conocer o facilitar que otra persona que no sea su
destinatario conozca la existencia o contenido de cualquier comunicación confiada a los prestadores del servicio y la de dar
ocasión de cometer tales actos.” (Art. 1 9).
10
Como lo sostiene, entre otros civilistas, Orgaz Alfredo: La Ley sobre intimidad, E.D., t. 60, Pág. 929
11
Art. 242 C.P.C.C Pericial caligráfica subsidiaria. Todo ofrecimiento de prueba documental lleva implícita la pericial
caligráfica para el supuesto de negarse la autenticidad.
12
Lo que hoy fácilmente superable a través de las pericias fonéticas. Alsina, Hugo, Tratado de Derecho Procesal Civil, Ediar,
Buenos Aires, 1963, t.III, p. 489.
13
Colombo, Leonardo, Algunas consideraciones sobre la prueba fonográfica de los hechos. LL 77-679.
14
Colombo, L., Ob. Cit., Pág. 1152.
15
Cám. Civil 2º de la Capital Federal, marzo 29 -949, L.L., t. 54,.479; CN Civ., Sala A, agosto 24 -954, L.L. , t . 77, p. 678; CNCiv.,
Sala A, junio 25-958, L.L. t. 91, p. 270, CNCiv. Sala D, agosto 5 -959, L.L. t. 96,p.20 9 , por citar algunos.
16
Palacio, Lino. Derecho Procesal Civil, t. IV, Pág. 471.

6
Derecho Civil, donde también ese derecho a la privacidad debe ceder.17

Se ha dicho que no deben asimilarse en su totalidad los medios fonográficos a los


instrumentos escritos, por sus especiales características diferenciadas a la hora de
obtener fuentes de prueba con el fin de imposibilitar el acceso al proceso de los
primeros18. Entonces sería admisible el reconociendo telefónico del deudor de la
suma debida, reclamo judicial posterior, prescripción y contestación de interrupción
por el reconocimiento de la deuda basada en el artículo 3989 del Código Civil19 fue tal
reconocimiento libre, espontáneo a quien se deseaba hacer esa manifestación; por
eso no hay delito, inviolabilidad del secreto . Proviene de relaciones estrictamente
inter partes con el fin de que surta efecto dentro de ese reducido ámbito, del mismo
modo que el destinatario de una carta pueda hacerla valer como medio de prueba y
con prescindencia de su carácter20. Por lo que el reconocimiento de una obligación
civil en forma telefónica cuando es dado en forma libre y espontánea a una persona a
la que se le desea hacer tal manifestación, máxime si es su acreedor, no obsta a que
el favorecido con dicho reconocimiento lo haga valer en un proceso contra el deudor.
Opinión ésta que hacemos nuestra. La cuestión se complica en el caso del diálogo
entre el deudor y una tercera persona grabado clandestinamente por el acreedor u
otro tercero. No teniendo normas debemos acudir a lo dispuesto por el Código Civil en
materia de cartas misivas, que establece que las misivas dirigidas a terceros no se
admitirán para su reconocimiento aunque se reconozca por ellas una obligación.

Antes de tratar de resolver el problema debemos partir del concepto de terceros.


Diremos entonces, que el tercero es aquel que está desvinculado con las partes o con
el juicio de que se trata, por lo que no puede reputarse tercero, a nuestro entender, al
apoderado o abogado de la parte, a quienes les fue dirigida la conversación telefónica
por el deudor demandado, de modo que en estos supuestos no se halla en tela de
juicio el derecho a la inviolabilidad de la correspondencia.

Entendemos que esto es aplicable a los asuntos de familia y laboral.

Así como en materia civil fue admitido al esposo interceptar una epístola de su esposa
infiel dirigida al amante dejando de lado el artículo 1036 del Código Civil, podría
admitirse si uno de los cónyuges graba un diálogo telefónico de esta naturaleza..
Siguiendo a Carbone, podemos establecer los siguiente: si nació con motivo de
relaciones existentes entre las partes contendientes de un proceso están llamadas a
perjudicar o favorecer únicamente a ellas. Se excluyen, en principio, aquellos terceros
ajenos a esa relación que aspiran a sacar provecho de esas pruebas, salvo
excepciones. Así se convalidó la actividad del empleador que capta la conversación
de un conmutador de su empresa entre un empleado imputado y tercero -ex
dependiente también-, donde acordaban sustraerle mercadería, si bien se basó en la
prueba del proceso penal, puede afirmarse que es válidamente aplicable ofrecer la
grabación como prueba de injuria en un proceso laboral, válidamente fundado en el
mismo hecho. En el caso el propio titular de un servicio telefónico y al mismo tiempo

17
Palacio Lino, un caso de grabación de conversaciones telefónicas ofrecida como medio de probatorio. E.D. 142-
611. En nota a fallo, el autor destaca : “Fue la comentada, en suma, una sentencia correctamente estructurada pero
a mi entender injusta, porque otorgó a la “libertada personal” y “a la privacidad de las comunicaciones” un sentido
desvinculado de las circunstancias del caso, y vino implícitamente a respaldar, con excesivo rigor formal, la actitud
que la Corte Suprema comenzó a descalificar a partir del precedente de fallos, 238 -550, o sea la “renuncia
consiente” a la verdad jurídica objetiva.” Opinión que humildemente compartimos. Así también podemos mencionar
la opinión del Dr. Germán Bidart Campos para quien… “se ha extendido exageradamente el amparo de la
privacidad…”, en E.D. t. 140, Pág. 600.
18
Carbone, Carlos Alberto. Ob. Cit. Pág. 319.
19
El Art. 3989 del Código Civil establece que se interrumpe la prescripción por el reconocimiento, expreso o tácito,
que el deudor hace del derecho.
20
Palacio, ob. Cit., Pág. 468
7
del negocio en el cual está instalado el servicio tiene derecho a conocer y controlar,
incluso interceptando, el contenido de las comunicaciones que se reciben y se
transmiten, sin que su conducta en tal sentido implique violación a la privacidad de
terceros que utilizan las instalaciones telefónicas, porque éstas no se hallan
destinadas a su uso privado, sino a la atención del giro normal del negocio21.

La jurisprudencia
. que postula el rechazo de la grabación en sede civil s e basa
fundamentalmente, y como ya lo hemos precisado, en que el afectado desconocía
que lo estaban grabando y que iba a ser utilizada en su contra, a diferencia del
instrumento escrito que el interesado firma sabiendo dicha circunstancia22.

Hoy existe un criterio jurisprudencial que entiende que una grabación obtenida en
forma privada por el beneficiado de la conversación sin que el afectado se enterara de
tal cometido, y que luego la hace valer en el juicio, encuadra en las prohibiciones del
Art. 18 de la Constitución Nacional, el artículo 10 de la Declaración Americana de los
Derechos y Deberes del Hombre , el artículo 12 de la Declaración Universal de
Derechos Humanos y el artículo 11, inciso 2º de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, y en la ley 19.798, que declara inviolable lo que define como
“correspondencia de telecomunicaciones” (artículos 2º y 18), veda su interceptación,
publicación y uso por quien no sea su destinatario (artículo 19) e impone el secreto a
las personas afectadas a los servicios (Art. 20) y a toda persona que de cualquier
manera tenga conocimiento de su existencia o contenido 8art. 21). Pero cuando aún
así no se entendiera-se dice- dicha grabación afecta la regla moral y de ese modo
opera la exclusión del citado artículo 378 del C.P.C.C.N23. Así se resolvió que el
registro fue obtenido por el actor en forma disimulada, sin consentimiento del
demandado, con una suerte de ardid, resultando claro que éste no se hubiese
prestado a ella de conocer el propósito del actor, porque una comunicación telefónica
como la que habría sido grabada en principio no está destinada a ser difundida y se
desarrolla en el entendimiento y en función de esa privacidad. Sostiene el decisorio
que, al gravar la conversación, el actor abusó de la confianza depositada en él por el
demandado, infringiendo de esta manera el principio de buena fe, básico en la moral y
las buenas costumbres24.

3.2. ¿Son o no son un documento?


En general la jurisprudencia ha entendido que las cintas magnetofónicas y discos con
grabaciones son documentos25. La cinta magnetofónica portante de una grabación es
un documento en sentido lato. Se ha entendido por tal “a todo objeto susceptible de

21
E.D. del 4/7/91 Nº7775, p.1, E.D. 140-599 con la opinión, que compartimos, de Germán Bidart Campos “El
propietario pudo entonces interesarse en conocer el contenido de las conversaciones habidas mediante sus
aparatos de conexión e intercomunicación telefónicos, su conducta de interceptarlas no h a lesionado la intimidad ni
los derechos de terceros que gozarán de inmunidad frente a él. Si se enteró de actividades delictivas y se valió de
ese medio para radicar la denuncia penal, toda la secuela procesal probatoria no ha sido viciada por un acto inicial
de carácter constitucional, ni queda atrapada como nula dentro del encuadre de la teoría del fruto del árbol
venenoso.”
22
CNCom., sala D,18-5-89, in re”Sananes, José Frank lin c/ Unifarma S.A”, J.A. 51 -R-62 Nº 11.934, E.D. 142- 608,
L.L.1989-D-329.
23
Art. 378 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación: “Medios de Prueba. La prueba deberá producirse por
los medios previstos expresamente por la ley y por los que el juez disponga, a pedido de parte o de oficio, siempre
que no afecten la moral, la libertad personal de los litigantes o de terceros, o no estén expresamente prohibidos
para el caso”.
24
CNCiv., Sala I, 9/3/2004, autos “León, Gerardo Alberto c/ Vara, Pedro s/ Cobro de Su mas de dinero”,
www.elDial.com.
25
Los dibujos, cuadros, planos, fotografías, radiografías, películas, cintas magnetofónicas y discos con grabaciones se
encuentran incorporados al género de los documentos por imperio de las disposiciones del Art. 370, párr. 2º, del
C.PC.N. C1º CC Santiago del Estero, in re Napau S.A. c. Rodríguez Ro b e r t o y otros. L.L. 1997. E.

8
representar una manifestación del pensamiento, con prescindencia de la forma en que
esa representación se exterioriza. En ese orden de ideas no sólo son documentos los
que llevan signos de escritura, sino también todos aquellos objetos que como… (las)
cintas magnetofónicas poseen la misma aptitud representativa”26. Desde esta
perspectiva, las cintas grabadas pueden recibir tratamiento procesal de documento:
es decir ofrecidas en la oportunidad prevista por los Códigos procesales y,
consecuentemente, ser sometidas al reconocimiento de sus autores o –agregamos-
involuntarios coautores, y en su caso, puestas a examen y dictamen de un perito en la
materia de que se trata.

También encontramos posiciones enfrentadas respecto a la fuerza probatoria de los


documentos privados y su aplicación analógica a las grabaciones y filmaciones
privadas. Así se afirma, en primer lugar, no se puede equipar la voz gravada con la
firma manuscrita, por la simple razón que existen normas de derecho de fondo que
impiden ese forzoso cotejo. En segundo lugar, para que un documento privado pueda
serle opuesto a su otorgante debe estar firmado, es decir debe existir la presunción de
que ha existido una libre manifestación de voluntad de querer dar a esa expresión
escrita el valor de documento privado27 . Ambos documentos- instrumentos privados y
cinta magnetofónica- exhiben una trascendente desemejanza: el instrumento privado
lleva la firma de su autor o emisor que obró con plena libertad y conciencia de su
actuación, mientras que en las cintas magnetofónicas quien virtió telefónicamente
expresiones verbales subrepticiamente grabadas, actuó sumido en una ignorancia
que comprometió seriamente el ejercicio de su libertad personal28. Opinión no
compartida por Palacio29.

La constancia que se quiere hacer valer se haobtenido con total ignorancia y


desconocimiento de la persona cuya voz se dice que ha sido gravada. Nos
preguntamos entonces, si el consentimiento o conocimiento de ambos interlocutores
para la grabación de la conversación, permitiría excluir de esta su carácter de ilícita.
Se ha establecido una similitud entre las cartas misivas y las grabaciones telefónicas.

Pero también sobre el particular las aguas se dividen. Por un lado, y en contra de la
mentada similitud30 se ha dicho que quien redacta y remite una carta, sabe o debe
saber que está confeccionando un instrumento privado que sale voluntaria y
conscientemente de su fuero interno para ingresar al mundo exterior en el que aquella
podrá apreciarse como prueba documental en un proceso judicial-salvo, aclaran- se
trate de cartas confidenciales; en cambio quien conversa telefónicamente no pude
prever que por esta vía se encuentra así suministrando involuntariamente prueba
contra sí para un proceso pendiente o futuro, justamente cuando el sujeto conoce que
en principio esa comunicación se encuentra constitucionalmente privilegiada,
presumiendo que el contenido de la misma no se exteriorice o trascienda.

4. Intervenciones telefónicas por juez civil. Nos preguntamos si la atribución


genérica para intervenir las comunicaciones telefónicas en el proceso penal, también
la tienen los jueces cuya misión es aplicar el Derecho Privado. Porque la Ley Procesal

26
Palacio, Lino E., Derecho Procesal Civil”, Buenos Aires, Abeledo Perrot, 1977. T. IV, Pág. 417.
27
Arts. 1012,1014 y 1036 del Código Civil, constituyen ejemplos de ello.
28
Así lo entendió la CN Com. Sala D., in re “Sananes, José F. c/ Uniforma S.A. E.D., t. 142 Pág. 608, (con opinión
discrepante de Palacio Lino E).Consecuentemente, se resolvió que las cintas no pueden ser ofrecidas como prueba
documental a tenor de lo dispuesto en el Art. 378, párrafo 1º, CPCN.
29
Palacio Lino E. Un caso de grabación de conversaciones telefónicas ofrecida como medio probatorio. E.D., t. 142
Pág. 608 y sgtes.
30
Kielmanovich, Jorge L. La grabación subrepticia de un conversación telefónica como prueba en el proceso civil”,
L.L. 1984-B pág. 736 y 737. También en el mismo sentido, Inadmisibilidad e ineficacia de la prueba de grabaciones
telefónicas subrepticias en el proceso civil, L.L. 2004 - D. E.D. Pág. 961 y sgtes. Véase, E.D. 142-609.

9
Penal no es la única que podría reglamentar esa medida, ya que también en los
procedimientos civiles pueden presentarse casos en los que podrían eventualmente
justificarse como necesario y razonable apelar a la intervención en las
comunicaciones.

En primer lugar, y partiendo de la Carta Magna y de la interpretación que se ha hecho


del artículo 1831, podríamos decir que la limitación del derecho fundamental a la
correspondencia epistolar y telefónica no puede ser competencia exclusiva y
excluyente del juez penal.

Podemos citar ejemplos en la legislación nacional: en la ley concursal el Juez se


encuentra facultado para la detención y apertura de la correspondencia32.

En el orden contencioso administrativo se faculta a los jueces a las pesquisas


domiciliarias. También el Código Civil da ejemplos de medidas que restringen
derechos fundamentales, como el de propiedad y la libertad desde el inicio de la
causa como sucede en el juicio de insania: el juez puede mandar recaudar los bienes
del denunciado como demente y ordenar su internación con el sólo informe médico33;
también lo Códigos Procesales permiten arrestar al testigo que no comparece y
cuando miente notoriamente y ponerlo a disposición de la Justicia del Crimen34.

La Ley de Telecomunicaciones en su artículo 18 prevé la limitación al secreto


mediando orden de juez competente y el artículo 5 de la ley 25.520 en cuanto
establece que las comunicaciones telefónicas son inviolables excepto cuando mediare
orden o dispensa judicial.

Frente al silencio de las leyes fondales y rituales no debe interpretarse que el sentido
de las mismas haya sido su prohibición pero tampoco que existe un autorización a los
jueces para intervenir. Carbone35 concluye sobre la factibilidad de que los jueces
ordenen intervenciones telefónicas en el proceso penal y que no existen diferencias
sustanciales para apartarlo de tal cometido al juez civil y una interpretación válida es
que si no hay ley en el ámbito civil que lo prevea, a contrario sensu la restricción a la
libertad y secreto de las comunicaciones pueden ser limitadas por vía judicial. Bajo
esta postura se infiere entonces que si los jueces penales no son los únicos que
pueden restringir los derechos fundamentales de la inviolabilidad de la propiedad, de
la correspondencia, también pueden ser competentes los jueces civiles.

31
Las reglas sobre defensa en juicio y debido proceso emergentes del Art. 18 de la Constitución Nacional tienen
aplicación en cualquier fuero, no limitándose sólo al penal. La orientación genérica de la Corte es que las normas
sustanciales de la garantía de la defensa deben ser observadas en todos los procesos, sin que quepa diferenciar
causas criminales, juicios especiales, procedimientos ante tribunales administrativos, e incluso causas seguidas en la
jurisdicción militar. (“López”, Fallos, 310:1797)
32
Ley de Concursos y Quiebras, Art. 88 Contenido. La sentencia que declara la quiebra debe contener: Orden de
interceptar la correspondencia y de entregarla al síndico. La incautación se refiere a todo tipo de correspondencia;
se le entregará al fallido, una vez abierta, la puramente personal. Se librará oficio a las empresas estatales o privadas
destinadas a las comunicaciones.
33
Juicio de insana Art. 148 Código Civil: Cuando la noticia aparezca notoria e indudable, el juez mandará
inmediatamente recaudar los bienes del demente denunciado, y entregarlos, bajo inventario, a un curador
provisorio, para que los administre. Y Art. 835 del C.P.C.C. Medidas precautorias. Internación. Cuando la
demencia apareciere no toria e indudable, el tribunal de oficio, adoptará las medidas establecidas en el Art. 148 del
Código Civil, decretará la inhibición general de bienes y las providencias que crea convenientes para asegurar la
indisponibilidad de los bienes muebles y valore s. Si se tratase de un presunto demente que ofreciere peligro para sí
o para terceros, el tribunal ordenará su internación en un establecimiento público o privado. Concordante con el Art.
629 del C.P.C.N.
34
Arts 313 C.P.C.C y 449 de C.P.C.N.
35
Carbone, Carlos Alberto. Ob. Cit. Pág. 323.

10
En la vereda de enfrente, hay quienes no se les ocurre cómo una intervención
telefónica pueda ordenarse fuera del proceso penal ya que sólo puede ser justificada
la limitación de un derecho fundamental al servicio del ius puniendi del Estado.

Pero entonces nos topamos un contrasentido: si la jurisprudencia civil admite la


introducción al proceso de conversaciones telefónicas grabadas por las partes, y no
pueda autorizarse al juez que el sea quien ordene levantar el secreto constitucional de
las comunicaciones, como puede ser en materia laboral para acreditar causales de
injurias, o por las relaciones de familia en juicio de divorcio. Si donde las grabaciones
entre particulares suelen tener operatividad es en el Derecho de Familia, vinculados a
los procesos de divorcio contenciosos, por lo que no se encuentra estorbo
constitucional alguno de que un juez del Derecho Privado pueda disponer una
intervención telefónica.

Con respecto al juicio de divorcio, sea que se intercepte o no la línea, presupone en el


sujeto activo una sospecha de posible adulterio y por ello adopta los recaudos
técnicos necesarios para el registro de la conversación, pero sobre el punto
compartimos la opinión que a igual resultado podría llegarse solicitándolo como
prueba anticipada36. Ya que sería poco congruente que el juez civil no accediera a
intervenir la línea y grabar la conversación como prueba anticipada con la seriedad
que supone la intervención jurisdiccional.

En apoyo a lo que venimos afirmando se ha sostenido la existencia de un derecho


matrimonial de interceptación de la correspondencia, ya que el curso habitual y
normal de las cosas nos dice que el cónyuge que abre una carta destinada
nominalmente al otro, entiende que aquella lo comprende y que su contenido “no es
confidencial”, ya que amistades y familiares dirigen su correspondencia a uno de los
esposos, el conocido o pariente, sin que de ello podamos concluir la exclusión del
otro. Dicha postura ha llevado a afirmar que exista un derecho a interceptarla. En
síntesis, se afirma que el cónyuge carece del derecho a intervenir la línea telefónica,
pero existe un interés público que se pretende encontrar y preservar mediante el juicio
contencioso, que obliga a extremar la apreciación de la prueba, significando otorgar la
libertad a las partes37 -para comprobar previos actos ilícitos- acercando de esta
manera los elementos de convicción suficientes al juez de los hechos que se
sustentan las causales, también por aplicación del principio del favor matrimonio38.

La doctrina adversa a la validez y admisibilidad de las pruebas de grabaciones de


escuchas telefónicas en forma subrepticia, postula de lege ferenda la conveniencia de
legislar los supuestos que autoricen a intervenir las comunicaciones por orden judicial
y en forma detallada. Se responde a la postura anterior que hasta que ello suceda
(legislar los supuestos que autoricen a intervenir las comunicaciones), no hay
impedimentos para que en determinados supuestos, cuando ello sea necesario para
el descubrimiento de la verdad y no estén disponibles otros medios de prueba para la
defensa del derecho, los jueces puedan echar mano de las intervenciones.

5. Formas de incorporación al proceso.


Si sostenemos que la grabación es un documento, habrá entonces que acudir al
medio de prueba documental para su incorporación al proceso. En materia civil, se
ofrecerá en la demanda, contestación de demanda o reconvención, o bien en la etapa
de ofrecimiento de prueba. Pero estos medios de prueba no escritos si bien son

36
Aunque somos conscientes que ello implicaría al supuesto cónyuge inocente someterlo a acudir al órgano
jurisdiccional para solicitar dicha prueba, con las demoras que implica.
37
Entendemos que se trata de la invocación del principio de la libertad de los medios probatorios y del derecho de
elección del medio probatorio, elección que supone aquella libertad, o si se prefiere, libertad que posibilita esa
elección.
38
En contra, Kielmanovich, Jorge, L, ob. cit.

11
documentos, por su especialidad necesitan de una prueba complementaria. Al estar
su contenido oculto en un soporte determinado (casete, disco duro, disco compacto,
disquete, cinta video, etc.) necesita ser revelado por algún dispositivo técnico idóneo,
como un reproductor, monitor con computadora, etc. “La necesidad de la
complementariedad” significa que, la más de las veces, la eficacia probatoria de un
nuevo método confirmatorio reclama la existencia de ciertos elementos coadyuvantes
externos. Así, sucede con un procedimiento de reconocimiento por parte del
justiciable, frente a quien desea hacerlas valer, y en el supuesto de que fuera
desconocida su autenticidad por este último, ser materia de una pericia especializada
para determinar la validez probatoria de las mismas. La necesidad de
complementariedad se traduce, generalmente, en cuestiones relacionadas con la
autenticidad y los procedimientos probatorios subsidiarios.

6. Prueba de intervenciones telefónicas y momento de analizar sus ilicitud o


procedencia. Respecto de la prueba de grabaciones el problema pasa por analizar
casi siempre, al menos ese parece ser el problema que refleja la mayoría de los fallos
que analizamos para el presente trabajo, si se obtuvo la misma violando o no tales
garantías. En éste caso se impugna tal prueba ¿entrará en el tema de la procedencia
probatoria? Decimos que si, dado que en este caso está vinculada con la legalidad del
medio probatorio proyectado a un momento generalmente preprocesal, cual es la
forma en que se obtuvo de la fuente probatoria determinada. Se debe analizar si la
actividad tendiente a su registración se hizo de acuerdo a las pautas legales,
especialmente las surgidas de la Carta Magna. Según la interpretación de la Corte
Suprema de Justicia del derecho a la inviolabilidad de la defensa en juicio, ésta
deberá siempre pronunciarse ante el juez cuando se impugne de inconstitucional la
obtención de la grabación incorporada al proceso tratándose de un supuesto de
procedencia. Y ello será así, pensamos, si la ilicitud se aprecie ab initio. Si es palpable
la violación a algún derecho o libertad fundamental de la parte perjudicada por la
prueba, si es clara se rechazará.

Pero como no es sencillo, el órgano judicial se verá de algún modo constreñido a


admitirla porque es precisamente en la fase probatoria cuando puede acreditarse esa
obtención irregular del medio. En este caso sólo en la sentencia deberá apartarse de
su contenido a los efectos de formar su convicción.

Es decir que el análisis de la licitud del medio de prueba que introduzca la grabación
dependerá del modo en que se obtuvo la fuente, y este análisis es patrimonio siempre
del tribunal oral o del juez de la sentencia-según el esquema procesal de que se trate-
revisable mediante los recursos que correspondan.

El argumento expuesto es otro que confirma la existencia del principio que


propiciamos: el derecho a utilizar los medios de pruebas idóneos y pertinentes.

7. Conclusiones

1. Las grabaciones subrepticias pueden servir como prueba para el proceso, cuando
éstas constituyan el vehículo para atentar contra la seguridad de la nación o el
instrumento para la comisión de delitos contra la vida, la libertad y otros de similar
naturaleza y en situaciones que por la real urgencia del caso -no sin reservas-
excluyan la alternativa de solicitar la autorización judicial para la interceptación. En
alguna medida sería una aplicación de la doctrina del “único medio razonable”39.
2. El principio del favor probaciones, de escaso desarrollo doctrinario y difícil
conceptualización pero insoslayable importancia para los procedimientos judiciales en
los tiempos actuales, supone que en casos de objetivas dudas o dificultades
probatorias, deberá estarse a favor de la admisibilidad, conducencia o eficacia de la
prueba, y flexibilizando en particular el criterio que gobierna el régimen de la
admisibilidad y eficacia de la prueba indiciaria40.

39
Kielmanovich, Jorge L. o. cit., Pág. 736.
40
Kielmanovich, Jorge L. Teoría de la prueba y de los medios probatorios, Ed. Abeledo Perrot, Pág. 60
12
En hipótesis de duda parecería preferible pecar por exceso antes que por falta en su
proveimiento, dado que en este último caso podría resultar irremediablemente
frustratorio del reconocimiento de los derechos discutidos en la litis, a diferencia de la
primera, que a los sumos, podría implicar una demora en la tramitación de la causa41.

3. En principio a las normas procesales les corresponde reglamentar y hacer efectiva


la garantía constitucional del debido proceso y defensa en juicio por lo que se
presumen sancionadas a favor de los justiciables42. Y en esta tesitura afirmamos: el
principio de libertad de los medios probatorios y del derecho de elección del medio
probatorio, elección que supone aquella libertad-o dicho de otro modo-libertad que
posibilita esa elección.

4. Es una prueba documental, pero como prueba científica necesita de otro valor
procesal que es la complementariedad: otros medios de prueba deberán abordar el
objeto que es el soporte que contiene la imagen o el sonido.

5. Por último, afirmamos lo que dijimos al comienzo de trabajo: creemos que la


Constitución no debe ser un obstáculo para eludir la justa recomposición de los
conflictos por la invasión de la tecnología, máxime cuando pueda estar comprometida
una garantía que la misma Constitución protege.

Bibliografía Consultada

Alsina, Hugo, Tratado de Derecho Procesal Civil, Ediar, Buenos Aires, 1963, t.III.
Bidart Campos, Germán, “El Servicio telefónico de un local de comercio y la
privacidad de las comunicaciones”. E.D. 140- 600.
Carbone, Carlos Alberto. “Grabaciones, escuchas telefónicas y filmaciones como
medios de pruebas”, Ed. Rubinzal Culzoni. 2005.
Colombo, Leonardo, “Algunas consideraciones sobre la prueba fonográfica de los
hechos”. LL 77 - 679.
Devis Echandía, H. “Teoría General de la prueba judicial”, t. I, Ed. Zavalía
Kemelmajer de Carlucci, Aída, Las escuchas telefónicas en la experiencia judicial,
en Revista de Derecho Privado y Comunitario, Nº 14, Rubinzal Culzoni, Santa Fé,
1997.
Kielmanovich, Jorge, L, “La grabación subrepticia de un conversación telefónica
como prueba en el proceso civil”, L.L. 1984-B.
Kielmanovich, Jorge L. “Teoría de la prueba y de los medios probatorios”, Ed.
Abeledo Perrot. Kielmanovich, Jorge L “Grabaciones magnetofonicas, prueba
pericial y documentos, el principio del favor probaciones”. L.L. 1997-E 983
Kielmanovich, Jorge L “Inadmisibilidad e ineficacia de la prueba de grabaciones
telefónicas subrepticias en el proceso civil”.L.L. 2004- D. E.D. 961.
Orgaz Alfredo: La Ley sobre intimidad, E.D., 60, Pág. 929.
Palacio, Lino E. Derecho Procesal Civil”, Buenos Aires, Abeledo Perrot, 1977,t. IV.
Palacio Lino, “Un caso de grabación de conversaciones telefónicas ofrecida como
medio de probatorio”. E.D. 142-611.
Sagues, Pedro N., Elementos de Derecho Constitucional, Tomo II, Pág. 757, 2003.
Legislación Constitución Nacional Código Civil Argentino
Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Córdoba
Código Procesal Civil y Comercial de la Nación
Ley de Concursos y Quiebras
Ley de Telecomunicaciones. (Cabral en Ferreyra de de la Rúa, 2007, pp. 295-314)

41
Kielmanovich, Jorge L Grabaciones magnetofonicas, prueba pericial y documentos, el principio del favor
probaciones. L.L. 1997-E, Pág. 984 y 985.
42
Sagues, Pedro N., Elementos de Derecho Constitucional, Tomo II, Pág. 757, 2003.

13
Medidas para mejor proveer

En general, en el ámbito del proceso civil, el juez no tiene la facultad de investigación autónoma
puesto que, como sabemos, el poder de disposición pertenece a las partes. No puede, por ende,
suplir la negligencia probatoria de estas.

En consecuencia, el juez no puede incorporar pruebas que las partes no hayan ofrecido, salvo la
inspección judicial que puede ordenarse de oficio. Pero la ley procesal faculta al tribunal a ordenar
medidas para mejor proveer cuando las pruebas aportadas a la causa sean insuficientes para
alcanzar el grado de certeza requerido para el dictado de la sentencia.

La procedencia de la medida depende exclusivamente del criterio del juez. Las partes no puede n
hacer indicación al Tribunal, ni aun tratándose del ministerio fiscal. Debe ser un acto espontáneo e
incluso el juez debe ignorar a quién favorecerá.

14
Referencias
Couture, E. (1973). Fundamentos del Derecho Procesal Civil. Buenos Aires: Depalma.
Ferreyra de de la Rúa (2007) La prueba en el proceso. Doctrina y jurisprudencia. Colección de
Derecho procesal. N° 2. Córdoba: Advocatus- Siglo 21.

14
Fase discusoria y
decisoria

Derecho
Procesal II
(Procesal Civil)
Fase discusoria y decisoria
Procesos ordinarios y abreviados
Proceso ejecutivo

Fase discusoria (pp. 10 a 16, T II)

Con el objeto de repasar algunos conceptos estudiados, sostenemos que la discusión debe versar
sobre todos los elementos del pleito hasta el momento reunidos, y no sólo sobre las pruebas. Es
en este momento que se brinda la oportunidad de meriturar con claridad y precisión todas las
cuestiones planteadas, las afirmaciones y refutaciones existentes en la demanda y contestación. No
sólo debe centrarse en las cuestiones controvertidas, sino también en las aceptadas por ambas
partes y las afirmadas al trabarse la litis, ya que el juez no solamente resolverá sobre lo discutido,
sino también sobre todas las afirmaciones del actor.

Se denomina alegato, en sentido técnico estricto, al escrito en el cual las partes de un proceso se
manifiestan sobre el mérito de la prueba producida (alegato de bien probado). Para su elaboración
debe seguirse un procedimiento lógico argumental, cuyo primer paso consiste en efectuar un
planteo, luego ordenar las cuestiones para proceder al análisis de la prueba y la refutación de las
afirmaciones o negaciones de la contraparte, en función de la ineficacia de la prueba ofrecida por
aquélla. Finalmente, planteados los hechos, analizadas las pruebas, debe realizarse una exposición
jurídica del caso y fundamentar las respectivas pretensiones en el derecho: primero, en la norma,
luego en la doctrina y, por último, en la jurisprudencia. Recién en este momento se agota la
discusión, pues las partes concretan, amplían y explicitan sus pretensiones iniciales, ya que no se
acaban en la demanda todos los argumentos jurídicos a los que pueden recurrir las partes.

La valoración efectuada por las partes es parcial.

La falta de presentación del alegato sólo merma la defensa de la parte, ya que esta fase no es
esencial para el desarrollo del proceso. Esto es así porque su falta no altera la marcha del
proceso, a lo sumo influye en contra de la defensa de la parte que lo omitió, no porque se sancione
la omisión, sino porque la realidad muestra que no siempre los jueces hacen una merituación
independiente de aquéllos, sino que tienen en cuenta los razonamientos y argumentaciones de las
partes, las que en alguna medida orientan la decisión final.

Hay procesos que no tienen prevista esta fase, tal es el caso del juicio abreviado.

Fase previa a la decisión


Llamamientos de autos para definitiva: concepto, importancia (pp. 13 a 14)

Es la fase del proceso en la cual se realiza la apertura del momento decisorio. A partir del cual
precluye la actividad de las partes y con ella, la carga de impulsión procesal que se hallaba en
cabeza de éstos.

1
Desde este momento comienza a correr el plazo fatal establecido por el art. 121 y 122 del C.P.C.C.
Córdoba para que el tribunal dicte sentencia.

Fase decisoria
Clasificación de los actos decisorios

Los actos de decisión del tribunal conforme el art. 117 del C.P.C.C. Córdoba son:

1. Decretos: art. 117 Inc. 1 y 2.


2. Autos: art. 117 Inc. 3.
3. Sentencia: art. 117 Inc. 4.

Seguidamente analizaremos cada una de las resoluciones.

1. Los decretos o providencias son resoluciones judiciales de mero trámite que sirven para
impulsar el procedimiento. Dichas resoluciones tienden al desarrollo del proceso y permiten su
avance hacia el estadio final que es la sentencia. A través de estas providencias el juez conduce
el proceso.

El Código Procesal Civil de la Provincia de Córdoba distingue entre decretos de mero trámite (art.
117 inc. 1) y decretos propiamente dichos, que se dictan sin sustanciación y tienen por objeto el
desarrollo del proceso o la ordenación de catos de mera ejecución (art. 117 inc. 2.). Son ejemplos
de providencias simples las que tienen por interpuesta la demanda, las que ordenan la agregación
de un documento, etc. Se trata de resoluciones que el juez puede dictar de oficio o proveer a
peticiones de las que no corresponde conferir traslado a la otra parte.

Para ejemplificar lo conceptualizado se exponen los siguientes modelos de decretos:

a. Decretos de mero trámite:

 Córdoba, 17 de julio de 2008: preséntese en forma y se proveerá.


 Córdoba, 20 de agosto de 2008: agréguese la documental como se pide.

b. Decretos propiamente dichos:

 Córdoba, 22 de marzo de 2009: Agréguese la documental acompañada. Por iniciada la


ejecución de sentencia. Cítese y emplácese al ejecutado para que en término de tres días
oponga excepciones de conformidad con los arts. 808 y 809 del C.PC.C. bajo
apercibimiento del art. 810 del C.P.C.C. Notifíquese. Trábese el embargo solicitado, a cuyo
fin ofíciese.
 Córdoba, 15 de mayo de 2009: Atento lo solicitado y constancias de autos, declárese
rebelde al demandado Sr. Alberto Quiroga. Notifíquese. Aplíquese el apercibimiento del art.
523 del C.P.C.C. Téngase por preparada la vía ejecutiva en su contra.

2. Los autos también denominadas sentencias interlocutorias, resultan cuestiones que ponen fin a
un incidente o un artículo dentro del proceso. Estas resoluciones tienden a desembarazar al
proceso y lo preparan para la sentencia definitiva. Por ello la resolución es menester. Resuelven
cuestiones controvertidas que requieren sustanciación y que se ha planteado en el proceso. El
auto a diferencia de la sentencia judicial se caracteriza porque se produce sin referirse al proceso
en su total tramitación.

Entonces, desde el punto de vista intrínseco, el auto presenta diferencias con la sentencia
definitiva:

2
a) El auto se expide dentro de la tramitación del proceso; en cambio la sentencia al final.
b) El auto resuelve algún aspecto controvertido del proceso, la sentencia pone fin al mismo.

En esta categoría de resoluciones que analizamos debemos incluir a los autos homologatorios,
que tienen por objeto dejar firme una transacción o un acuerdo celebrado entre las partes.
Decimos que se trata de un auto y no una sentencia, porque lo que resuelve es sólo un artículo
que puede ser distinto del contenido de la plataforma fáctica (demanda y contestación).

Los autos deben estar fundados o motivados. Ejemplo:

AUTO NÚMERO trescientos seis


Córdoba, 17 de octubre de dos mil cinco

Y VISTOS: Los autos caratulados: “RINALDI, Gustavo Adolfo c/ Abel González y


otro - Ejecutivo- (exp. N° 4568/369) en los que a fs. 89 comparece el Dr. Mariano
Hugo Balcarce y solicita se regulen los honorarios profesionales por el trabajo de
ejecución, habida cuenta que está firme la planilla de fs. 82.-
Y CONSIDERANDO: 1. Que el pedido es procedente de conformidad a lo dispuesto
por el art. 79 de la Ley N° 8226. 2. Que en esta instancia debe tomarse como base
económica de regulación la liquidación formulada a fs. 257, la cual asciende a la
suma de Pesos Ocho mil setecientos veinte ($8.720.-), y se encuentra aprobada
mediante proveído de fecha 5 de junio de 2005 (fs. 84). Por todo lo expuesto y lo
dispuesto por los arts. pertinentes de la Ley N° 8226.
RESUELVO: Regular los honorarios profesionales del Dr. Mariano Hugo Balcarce
por las tareas realizadas para la ejecución de sentencia en la suma de pesos
Setecientos cin cuenta y siete ($757.-). Protocolícese, hágase saber y dese copia.

Firma juez

La sentencia

Concepto, efectos, formalidades e instrumentación, fundamentación lógica (pp.


16 a 33, T II).

La sentencia es la resolución jurisdiccional que pone fin al proceso en el cual se dicta y resuelve
la cuestión litigiosa.

Recordemos que la sentencia es el acto eminente del juez, es la máxima expresión del
indicio. Se trata de una norma particular, aplicable exclusivamente al caso concreto sometido a
juzgamiento.

Desde el punto de vista sustancial, sentencia es aquella resolución jurisdiccional que decide en
definitiva sobre el fondo de la cuestión traída al proceso, por lo que su existencia requiere que
aquél se haya tramitado integralmente. Desde este punto de vista, no será sentencia el

sobreseimiento, pues no resuelve la cuestión de fondo (no absuelve ni condena, sólo dice que la
pretensión ha prescripto, o que el hecho no es delito, o que el imputado no participó en él).

3
Decimos que sentencia es una resolución jurisdiccional definitiva. Esto quiere decir que con ella se
agota la jurisdicción de conocimiento del juez en ese proceso (no su actividad en el mismo). Es
decir, sentencia es decisión que pone fin al proceso en su momento cognoscitivo, después de su
integral tramitación.

En primer lugar, el juez debe empezar por obtener las cuestiones de hecho contenidas en la causa
para delimitar el campo dentro del cual han de proyectarse las pruebas efectivas y legítimamente
introducidas al proceso (para el juez, lo que no está en el expediente o en el acta, no existe en el
mundo). Al mismo tiempo deberá comparar esas cuestiones con el hecho específico descripto en
las normas jurídicas aplicables. Delimitados los hechos deberá fijarlos en el siguiente orden:

1- Los que las partes aceptaron como ciertos (no controvertidos).


2- Los que no requieren demostración (hechos evidentes y presunciones iure et de iure).
3- Presunciones iuris tantum no destruidas por prueba en contrario y hechos controvertidos.

Fijados los hechos deberá iniciar la valoración de la prueba en busca de la obtención de certeza
respecto de la verdad el acontecimiento sometido a su decisión. Para esta valoración deberá
aplicar las reglas de la Lógica, la Psicología y la experiencia, cuya omisión, en nuestro sistema,
está conminada con la nulidad y constituye un vicio in iudicando.

La regla que prohíbe el non liquen obliga al juez a dictar sentencia cualquiera que sea el estado
intelectual al que arribe (duda, probabilidad o certeza). Frente a estos grados de conocimiento se
alcanzan los siguientes resultados:

 En caso de certeza positiva, el juez decidirá a favor de las pretensiones del actor o de
quien opuso la excepción, en su caso.
 En caso de certeza negativa, el juez decidirá la no aceptación lisa y llana del hecho
afirmado, lo que conduce al rechazo de la pretensión del actor o de quien opuso la
excepción.

En caso de duda, el juez hallará un equilibrio entre los elementos negativos y los positivos, lo que
significará ausencia de toda prueba e incertidumbre respecto del hecho afirmado. Si esto ocurre, el
mismo se tendrá como no probado.

En caso de probabilidad, esto es, mayor cantidad de elementos positivos pero que no excluyen por
completo a los negativos, habrá insuficiencia de prueba para cualquier tipo de proceso. Lo que
impide acoger de plano la afirmación y no puede darse por existente el hecho, aunque esta misma
probabilidad permitió ordenar una medida cautelar durante la sustanciación del proceso previo a la
sentencia.

En caso de improbabilidad, se estará en la situación inversa a la anterior, por lo que los hechos
cuya existencia se afirma deben ser considerados inexistentes.

Formalidades

En general, la sentencia debe cumplir dos requisitos básicos:

 Emanar de un órgano jurisdiccional.


 Resolver un caso concreto, controvertido y judicial. Concreto en cuanto el juez no hace
declaraciones en abstracto; controvertido, en cuanto el conflicto es promovido en juicio.

Formalidades extrínsecas:

- Debe otorgarse por escrito y en idioma nacional.

4
- Se debe mencionar lugar, fecha, tribunal y causa de la sentencia. Como todo acto procesal
requiere la expresión de su fecha. Esto comprende la indicación del lugar geográfico de emisión, la
atestación del día, mes y año, expresada con claridad y exactitud en letras y no en números. Debe
corresponder al día en que se firmó la sentencia. La trascendencia de la fecha está relacionada
con los términos fijados para dictarla y también con los que corren a partir de ella, pero sobre
todo se vincula con la naturaleza del acto procesal documentado.
- Se la debe enumerar y expedir en doble ejemplar. Un ejemplar se agrega al expediente y el otro
se agrega a un libro especial, llamado protocolo de sentencias, del que podrá obtenerse testimonio
en caso necesario.
- Debe llevar la firma del juez o jueces, en caso de tribunal colegiado.

Formalidades intrínsecas:

Están relacionadas con las partes de la sentencia a las cuales nos hemos referido. Dentro de
cada una de estas partes existen requisitos de forma cuya inobservancia trae aparejada nulidad:

- Resultandos o vistos: el relato del juez debe efectuarse desde la recepción de la demanda hasta
el llamamiento de autos para sentencia o definitiva. Es fundamental no sólo para que la sentencia
se baste a sí misma, sino también para que las partes e interesados conozcan lo que ha ocurrido
objetivamente en el proceso y comprueben que la decisión guarda relación con los principios de
autosuficiencia y congruencia.

Cuando decimos que la sentencia debe bastarse a sí misma (principio de autosuficiencia),


queremos decir que su sola lectura debe ser suficiente para conocer y entender cuáles fueron las
pretensiones de las partes, incidentes ocurridos, pruebas producidas, alegatos y cómo resolvió el
tribunal en consecuencia.

El principio de congruencia exige que la parte dispositiva se adecue rigurosamente a los sujetos,
objeto y causa que individualizan la pretensión y oposición, pronunciándose sobre toda la demanda,
y la reconvención en su caso, no más allá de los límites de ella. En el ámbito penal, por ej., implica
que no puede condenarse a alguien por homicidio, si la acusación que da base al juicio lo es por
un delito de lesiones.

- Considerandos: una vez hecha la descripción de la causa y la prueba producida, entra el juzgador
a efectuar el análisis de los elementos de prueba con la finalidad de fijar los hechos (las cuestiones
fácticas) y el derecho aplicable (cuestiones de derecho).

Para fijar los hechos deberá seleccionar y valorar los elementos probatorios introducidos por las
partes y por las medidas para mejor proveer que haya ordenado. Esta es la parte de
fundamentación o motivación del fallo, fundada en la sana crítica y exigida por el art. 326 del
C.P.C.C Córdoba, que expresamente señala que toda decisión definitiva deberá tener
fundamentación lógica y legal, bajo pena de nulidad.

Fijados los hechos, el juzgador procederá a elegir en el ordenamiento jurídico positivo la norma
aplicable, lo que puede hacer directamente o a través de un análisis interpretativo con aplicación de
doctrina y jurisprudencia. En esta parte de la sentencia se impone la aplicación de las reglas de la
sana crítica racional, la cual, como lo expresáramos en la unidad anterior, incluye los principios
lógicos de identidad, tercero excluido, contradicción y razón suficiente. Amén de que ya fueron
desarrollados, insistiremos sobre el principio de razón suficiente, por su trascendental importancia.

Así, el principio de razón suficiente expresa que no puede hallarse ningún hecho verdadero o
existente, ni ninguna enunciación verdadera, sin que haya una razón suficiente para que sea así y
no de otro modo. A este principio está adscripta la ley de derivación, por la cual de las pruebas
producidas debe surgir necesariamente una única conclusión (el antecedente infiere
necesariamente al consecuente). Apenas se advierta que, paralelamente a la conclusión arribada, es
admisible conjeturalmente otra diversa basada en las mismas pruebas de la causa, se produce la
5
inobservancia del principio de razón suficiente, porque éste exige que el consecuente deba ser
ése y no otro diverso.

- Parte resolutiva (o fallo propiamente dicho): fijados los hechos y establecido el derecho aplicable,
el juez procede a plasmar su conclusión, sin la cual no habría sentencia. En esta parte de la
sentencia se individualiza la voluntad de la norma por medio de la voluntad de la ley.

6
Referencias
Ley N° 8465 (1995) Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Córdoba. El Senado y la
Cámara de Diputados de la provincia de Córdoba.

7
Modos
anormales de
conclusión de
causa

Derecho
Procesal II
(Procesal Civil)
Modos anormales de
conclusión de la causa
(pp. 35 a 36, T. II)
La sentencia definitiva constituye el modo normal de culminación del proceso judicial a la cual se
arriba una vez realizada su total tramitación.

Como señala Palacio (2005), existen modos llamados “anormales” de conclusión del proceso. Estos
pueden provenir de declaraciones de voluntad formuladas por una o por ambas partes (allanamiento,
desistimiento, transacción y conciliación), también pueden ser la consecuencia de la inactividad de
la parte que tiene el deber de impulsar el proceso, por el tiempo que establece la ley (caducidad o
perención de instancia) a los que la ley le atribuye efectos extintivos del proceso.

En cuanto a su denominación, además de “anormales”, se los conoce como “anticipados”,


“excepcionales” o “anómalos”. Es importante apuntar que estas expresiones no son muy precisas, en
cuanto no comunican su verdadero sentido, que no es otro que establecer la diferencia en el modo
“normal” de terminación: la sentencia jurisdiccional, a la cual se arriba luego de la total tramitación
de la causa en aras de lograr la decisión del conflicto por parte del juez. Con este vocablo quiere
significarse, en particular, la excepcional manera de finalizar el proceso.

Los modos mencionados exigen para su eficacia la concurrencia de dos recaudos:

1. Formalización mediante escrito o acta respectiva en el expediente que comprende la


voluntad de una o ambas partes.
2. Auto homologatorio por el órgano jurisdiccional.

En el orden legislativo, el Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Córdoba los


agrupa en el libro Primero, Parte general, en el Capítulo V sobre conclusión del juicio, con específica
referencia en la sección segunda a la Perención de instancia y en Sección siguiente a los
restantes, bajo el título Otros medios anormales. Por su parte, la ley ritual de la nación los incluye a
todos e incorpora, además, la conciliación en su Parte General en el título denominado: Medios
anormales de terminación del proceso. Dedica un capítulo a cada uno ellos.

Seguidamente analizaremos cada uno.

Desistimiento (pp. 36 a 43, T II)


En derecho argentino existen dos clases de desistimiento: de la pretensión y del derecho.

El desistimiento de la pretensión es el acto mediante el cual el actor declara su voluntad de poner


fin al proceso pendiente. Se limita al proceso o a la instancia, puede comprender la totalidad del
proceso o circunscribirse a un acto del procedimiento, incidente, recurso o cualquier petición
expresada. Puede ser formulada tanto por el actor como por el demandado, según quien haya
sido el peticionante del acto desistido.

En cambio, el desistimiento del derecho constituye el acto en virtud del cual el actor declara su
voluntad de declinar el ejercicio del derecho material invocado. Podemos afirmar que el
desistimiento del derecho trae aparejado el desistimiento de la pretensión.

2
El desistimiento del derecho impide la ulterior interposición de otra pretensión por el mismo objeto
y causa.

Sea del proceso o del derecho, debe formularse de modo expreso y categórico. Es decir, por
escrito presentado en el expediente.

En cuanto al tiempo para presentar el desistimiento, el art. 349 del C. P. C. C. Córdoba, en su


primer párrafo, estipula que puede ser realizado en cualquier estado de la causa anterior a la
sentencia.

Efectos del desistimiento

De la lectura de la segunda parte del art. 349 del C. P. C. C. Córdoba, surge claramente que
con anterioridad a la notificación de la demanda no corresponde requerir la conformidad de la
parte contraria. Mientras que es imprescindible el cumplimiento de este recaudo cuando se ha
verificado el acto de notificación con prescindencia de que la demanda haya sido o no
contestada. La diferencia se explica fácilmente si se tiene presente que en tanto ese acto no impide la
renovación de la pretensión en un proceso futuro, es razonable suponer que el demandado, ya en
conocimiento de la demanda por el acto de la notificación, puede tener interés en que el proceso
continúe hasta la sentencia definitiva que dirima el conflicto y que eventualmente lo favorezca. De este
modo, queda autorizado a valerse de la excepción de la cosa juzgada.

Si media oposición del demandado, el desistimiento pierde virtualidad y el proceso debe continuar su
curso. Si por el contrario, el demandado acepta el desistimiento de la pretensión u omite expedirse
dentro del plazo para contestar el traslado, el juez debe declarar la extinción del proceso.

A diferencia de lo que ocurre con el desistimiento de la pretensión, el desistimiento del derecho no


requiere la conformidad de la contraria. El fundamento de esa diferencia reside en la circunstancia
de que no es viable, en este caso, reproducir la pretensión en otro proceso. No se concibe el
interés que podría tener el demandado en deducir oposición al acto.

El desistimiento no vincula necesariamente al juez, a quien la ley habilita para desestimarlo en el


supuesto en que aquél versare sobre derechos indisponibles.

Respecto a la posibilidad de revocarlo, podemos decir que el desistimiento no se presume y


podrá revocarse hasta tanto el Tribunal se pronuncie, o bien surja del expediente la conformidad
de la contraria.

El actor está facultado para desistir del proceso respecto de uno de los demandados, sin que el
otro demandado pueda oponerse. En el caso de desistimiento parcial, el proceso debe continuar con
respecto a los coactores que no lo formularon o a los codemandados no incluidos en aquel.

A continuación, visualizamos un modelo de desistimiento de la pretensión:

3
Desiste de la pretensión. Solicita el archivo de las actuaciones.

Sr Juez en lo Civil y Comercial:

Horacio Martínez en estos autos caratulados: “Horacio Martínez c/ Isabel Feraudo-


Daños y Perjuicios-” exp. N° 2365/36, con domicilio constituido en Ayacucho 230 1er.
Piso Of. 10, de esta Ciudad de Córdoba, ante V.S. respetuosamente comparezco y
digo:

Que vengo por el presente a desistir de la acción entablada contra la Sra. Isabel
Feraudo, solicitando se ordene el archivo de las presentes actuaciones en virtud de
no haberse notificado la demanda.

Por lo expuesto a V.S. solicito:

1. Tenga por formulado el desistimiento de la acción en contra de la Sra. Isabel


Feraudo a tenor de lo prescripto en el art. 349 del C.P.C.C.
2. Haga lugar a lo solicitado ordenando el archivo de las actuaciones Provea de
conformidad.

Firma el actor y su letrado

Transacción (Págs. 45 a 47, T II)

Conforme el Código Civil y Comercial en su art. 1.641 la transacción es un contrato por el cual
las partes, para evitar un litigio o ponerle fin, se hacen concesiones recíprocas y extinguen
obligaciones dudosas o litigiosas.

De la definición legal se deduce que dicho contrato puede tener por objeto poner término a un
litigio ya suscitado o bien evitarlo. En el primer supuesto, que es el que motiva nuestro interés, la
transacción opera como acto extintivo de la obligación y también del proceso promovido a raíz del
litigio.

Formas:

El art. 1.643 del C.C. y C. de La Nación condiciona la validez y perfeccionamiento de la


transacción al requisito de que se la presente al juez, firmada por los interesados, quienes
pueden desistir de ella con anterioridad a la presentación en la que expongan su contenido.

Cabe mencionar, desde el punto de vista procesal, que si bien la transacción sobre derechos litigiosos
configura un negocio jurídico de índole material, la presentación del escrito en el cual se exponen
sus términos, el acto judicial que los documenta y la agregación al expediente de la escritura o
del documento privado en la que consta, revisten el carácter de actos procesales, en tanto tienen
por efecto directo e inmediato el pronunciamiento de una resolución judicial que ponga fin al
proceso.

Requisitos objetivos y subjetivos:

La aptitud para transigir sufre numerosas restricciones que afectan tanto a los representantes
voluntarios y necesarios de las partes, como a estos mismos, por lo que se sugiere la lectura de
los arts. 1.646 y 1.647 del C.C. y C. de La Nación.
4
Los primeros requieren poder especial (art. 839) y a los segundos les está prohibida en forma
absoluta (art. 841 inc. 1 y 2) o supeditada a la autorización legal o judicial.

Desde el punto de vista objetivo, los arts. 842 a 849 suministran reglas precisas, por lo que
sugerimos su lectura.

Tiempo:

Puede celebrarse en cualquier estado del proceso anterior a la sentencia que la extingue
definitivamente. Por lo tanto, puede ser celebrada durante el trámite de la segunda instancia, e incluso
en instancias extraordinarias. Aunque en este caso, formulados por las partes la voluntad de
transigir o presentada la transacción, el expediente debe remitirse al juez de 1era instancia, a los
fines de celebrarse el acto o de obtener la correspondiente homologación.

Efectos:

De la lectura del art. 1.642 del C.C. y C. surge que la transacción produce los efectos de la cosa
juzgada sin necesidad de homologación judicial, siendo esto de interpretación restrictiva. La
autoridad de cosa juzgada que la ley atribuye debe entenderse en el sentido de que el acto
tiene por efecto provocar una nueva regulación de las relaciones jurídicas de las partes, quienes no
pueden reclamar en lo sucesivo el cumplimiento de los derechos y obligaciones renunciados.

Por último, la ley reconoce al juez la potestad de examinar la capacidad y la personería de quienes
realizan el acto, así también si los derechos son transigibles. De este modo, el juez tiene la
facultad de rechazar la transacción en el supuesto de que se hayan transgredido los requisitos
correspondientes.

Conciliación (pp. 43 a 45, T II)


La diferencia que existe entre la conciliación como modo conclusivo del proceso y la transacción, que
acabamos de revisar, reside en que mientras la transacción sólo cabe en materia de intereses
pecuniarios, la conciliación puede comprender otro género de pretensiones jurídicas. Por ejemplo, lo
referente a la residencia de los cónyuges durante el juicio de divorcio o a la tenencia de los hijos
menores.

Para Palacio (2005), hablar de conciliación como acto anormal autónomo de conclusión del
proceso, sólo puede serlo como principio general. Supone la iniciativa y la intervención del juez
en la celebración del acto, sin perjuicio de que sean las partes, o una de ellas, quienes sugieran
la conveniencia de la respectiva convocatoria.

En lo que concierne a su contenido, estimamos que la conciliación es susceptible de participar


eventualmente de las características correspondientes a los restantes actos de conclusión del proceso:
mediante ella las partes pueden concretar un desistimiento, un allanamiento o una transacción., etc.

La transacción puede llevarse a cabo en cualquier estado del proceso anterior al llamamiento de autos
en segunda instancia.

En cuanto a su dimensión formal, paso previo a la conciliación, es la fijación de una audiencia a la cual
deben concurrir personalmente las partes. Pueden hacerlo acompañados de sus letrados.

Recordemos que el juez no es espectador, tiene un rol activo en la audiencia de conciliación.


Concretado el avenimiento, el juez debe verificar la capacidad de las partes, las facultades de sus
representantes, si los hubiere, y la disponibilidad de los derechos respecto a los cuales ella verso.
El juez dictará resolución homologatoria, la que tendrá autoridad de cosa juzgada.

5
En caso de no homologar la conciliación, el juez debe disponer la prosecución del procedimiento.

La Conciliación está prevista en el C. P. C. C. Córdoba, en el art. 58.

Por último, mencionamos que la conciliación también funciona como método para la resolución de
conflictos, según veremos en páginas siguientes.

Allanamiento
Interpuesta la demanda, puede el demandado allanarse reconociendo como justa la pretensión
articulada, en una manifestación de voluntad que importa el reconocimiento y sumisión de la parte
atacada a la pretensión litigiosa contra ella dirigida.

Esta caracterización del allanamiento, como expresa Palacio (2005), implica una expresión de voluntad
que lo distingue del reconocimiento, el cual es un acto intelectual e implica una aceptación de la razón
de la pretensión deducida. En tanto que el allanamiento acentúa la nota de conformidad a la
pretensión o una actitud de renunciamiento a continuar con la contienda.

Formas

El allanamiento debe ser categórico y terminante. Realizado en un escrito que no deje lugar a
dudas, lo cual nos aleja de la posibilidad de que exista un allanamiento condicional.

Debemos distinguir el allanamiento total y parcial, según abarque la integridad o parte de las
pretensiones del accionante. A su vez, dentro del allanamiento parcial distinguimos el allanamiento
objetivo y subjetivo.

Hablamos de allanamiento parcial objetivo en el caso de que, existiendo acumulación de


pretensiones, el demandado se allane a una o algunas de ellas y formule oposición con relación a
las restantes.

En tanto que el allanamiento parcial subjetivo existe cuando mediando un litisconsorcio activo el
demandado se allana a la pretensión de uno o algunos de los actores, así como en el supuesto
de que, existiendo un litisconsorcio pasivo, uno o algunos de los demandados se allane a la
pretensión del actor. En este último caso, no sería posible dictar enseguida sentencia de allanamiento
respecto de las cuestiones allanadas, continuando por las restantes. Es decir, la resolución allanatoria
deberá pronunciarse juntamente con la sentencia que ponga fin al proceso. Aclaramos que no es
que haya dos sentencias, sino que en una sola se resuelve el allanamiento y se pone fin al litigio.

También debemos distinguir entre allanamiento expreso y tácito. El allamiento es expreso cuando el
demandado reconoce categóricamente los hechos y el derecho invocados por el actor en la
demanda.

Por su parte, el allanamiento es tácito cuando el demandado adopta una postura mediante la
cual, sin oponerse a la pretensión, esta resulta satisfecha. Citamos como ejemplos de estas
actitudes: depositar la cosa, ejecutar el hecho que se le reclama, entre otros.

Tiempo

Respecto a la dimensión temporal del allanamiento, se refiere la primera parte del art. 352 del C.
P. C. C. Córdoba. Menciona que el demandado podrá allanarse a la demanda en cualquier estado de
la causa anterior a la sentencia definitiva.

6
Resolución

El hecho de que el demandado se allane a la pretensión del actor no exime al juez del deber de
dictar sentencia sobre el fondo del asunto. Así, el juez examinará la procedencia del allanamiento en
orden a la observación del doble recaudo vinculado a la capacidad del allanado y la disponibilidad
de los derechos sustanciales discutidos en el proceso, porque si se trata de derechos privados o de
cuestiones que afectan el orden público, no cabe la posibilidad de allanarse. Conforme el art. 352 C.
P. C. C. Córdoba, segunda parte.

En nuestro ordenamiento no podemos decir que obligue directamente al juez a acogerlo, vinculando
de tal forma que lo obligue a dictar sentencia.

Por último, debemos distinguir al allanamiento como acto para provocar la culminación anticipada del
proceso del allanamiento particularizado de la norma del art. 130 del C. P. C. C. Córdoba, que tiene
como efecto, además de producir la culminación del proceso, el de eximir de costas al allanado.

A continuación, transcribimos un modelo de allanamiento:

Sr Juez en lo Civil y Comercial:

Isabel Feraudo en estos autos caratulados: “Horacio Martínez c/ Isabel Feraudo-Daños


y Perjuicios-” exp. N° 2365/36, con domicilio constituido en Caseros 236, 6to Piso, Of.
1, de esta Ciudad de Córdoba, ante V.S. respetuosamente comparezco y digo:

Que siendo el momento oportuno para la contestación de la demanda, la cual me


fuera notificada con fecha 25 de junio del año en curso, conforme acredito con
cédula de notificación que acompaño, vengo por el presente a reconocer como
ajustada a derecho y a la realidad los extremos jurídicos y fácticos expresados en
la demanda.

Por lo expuesto solicito:


Tenga por formulado el allanamiento en los términos del art. 352 del C.P.C.C.

SERÁ JUSTICIA

Perención de la instancia (pp. 48 a 61, T. II)

Como ya lo hemos precisado, junto al modo normal o habitual de culminación del proceso, se
alinean los denominados modos anormales de finalización, sea por voluntad expresa de los litigantes
(allanamiento, desistimiento, conciliación y transacción) que ya hemos referenciado, o bien por
voluntad implícita: caducidad o perención de instancia.

En cuanto al concepto, podemos citar a Guasp (1976) quien afirma “es la extinción del proceso que
se produce por su paralización durante un cierto tiempo en el que no se realizan actos procesales de
parte” (p. 539) y que viene integrada de un supuesto de extinción del proceso, que no se debe a
un acto o a un hecho, y lo afecta como a un todo y no a alguno o algunos de los actos
singulares que los componen.

Por su parte Alsina, afirma:

así como la prescripción se funda en una presunción de abandono del derecho, la


7
inactividad de las partes importa una presunción de abandono de la instancia. El
proceso se extingue, entonces, por el solo transcurso del tiempo, cuando los
litigantes no instan su prosecución dentro de los plazos establecidos por la ley.
(1941, p. 423).

El fundamento del instituto de la caducidad de la instancia puede apoyarse en dos motivos


distintos: uno de orden subjetivo, que ve en la presunta intención de las partes de abandonar el
proceso la razón de la extinción. Otro de orden objetivo, que se fija en la necesidad de evitar la
pendencia indefinida de los procesos, por el peligro que esto lleva consigo para la seguridad jurídica.
(Guasp, 1976).

Tal como observa Palacios (2005), axiológicamente resulta fácil comprobar el predominio de los
valores jurídicos de paz y seguridad, ya que la solución indefinida del conflicto que motiva el proceso
importa la permanencia de dos situaciones reñidas con aquéllas, como son la discordia y la
inseguridad.

Por su parte, el maestro Podetti (1954) precisa que la caducidad de la instancia tiene un interés
privado y uno público, que deben armonizarse. Tal fundamento no sería otro que evitar la
prolongación indefinida de los pleitos y su objeto es estimular la actividad de las partes con la
amenaza del aniquilamiento del proceso y por ese medio lograr mayor celeridad en el trámite.

Tramitación y presupuestos

Conforme surge de la regulación legal, la perención de instancia es a petición de parte, no es de


oficio ni opera ipso iure.

Media consenso en que la procedencia de la caducidad se halla sujeta a la concurrencia de


diversos presupuestos a saber:

1. Existencia de una instancia principal o incidental.


2. Inactividad procesal absoluta o jurídicamente inidónea.
3. Transcurso de determinados plazos de inactividad.
4. El dictado de una resolución que declare operada la extinción del proceso.

Pasamos a examinarlos:

1. Existencia de una instancia principal o incidental.

Se entiende por instancia toda petición inicial de un proceso, trámite o procedimiento dirigido a un juez
para que satisfaga un interés legítimo del peticionario. Se inicia desde dicha presentación y continúa
hasta la sentencia definitiva.

Si entendemos por instancia el conjunto de actos de procedimientos que realizan las partes para
obtener la decisión judicial de un litigio, desde la interposición de la demanda, hasta el llamamiento
de autos para definitiva. Entonces, se comprende que esta no se genera cuando el peticionante se
limita a solicitar diligencias preparatorias de un juicio, ya que no existe demanda, no existe
planteamiento que pueda ser cuestionado, ni posibilidad que el juez dicte sentencia, elemento este
que caracteriza a la instancia.

La instancia se perime, aunque no se haya trabado la litis, ya que se comprende por instancia, todo el
curso del proceso, desde la presentación de la demanda hasta la sentencia. En consecuencia,
para que proceda, no es necesaria ni siquiera la notificación de la demanda.

2. Inactividad procesal absoluta o jurídicamente inidónea.

El segundo presupuesto de la perención de la instancia es la inactividad procesal, que se


8
exterioriza por la no ejecución de acto alguno, por ambas partes o por el órgano jurisdiccional, o bien
cuando los producidos sean carentes de idoneidad para impulsar el procedimiento.

El art. 341 del C. P. C. C. Córdoba reza:

Litisconsorcio: El impulso del procedimiento por uno de los consortes extenderá sus
efectos a los restantes 1.

Dicha norma se apoya en el principio de que la existencia de partes múltiples no altera la unidad
del proceso ni, por tanto, la instancia.

3. Transcurso de determinados plazos de inactividad.

Los períodos de inactividad procesal están previstos en el art. 339 del C. P. C. C. Córdoba, en tanto
que el art. 340 establece el cómputo de dichos plazos. Para no abundar, sugerimos la lectura de las
normas.

4. El dictado de una resolución que declare operada la extinción del proceso.

Finalmente, la perención requiere de una resolución que la tenga por operada, revista carácter
constitutivo y produzca efectos sólo hacia el futuro. Si se trata de caducidad declarada en primera
instancia, una vez firme la decisión, se dispondrá del archivo del expediente. Mientas que, si se
trata de la caducidad operada en instancias ulteriores, los autos deben ser devueltos a primera
instancia a fin de que se cumpla el decisorio que fue recurrido y que ha adquirido fuerza de cosa
juzgada, a causa de la declaración de caducidad.

A los efectos, sujetos legitimados para pedir la perención y quienes pueden ser sujeto pasivo de
esta, como así también el trámite, sugerimos la lectura de las normas legales.

Medios alternativos de resolución de conflictos


Arbitraje (pp. 301 a 317, T. II)
El arbitraje se presenta como una atractiva alternativa del proceso judicial. Persigue fines específicos:
para achicar la masa litigiosa, para descongestionar los tribunales y, además, conseguir logros
adicionales relativos a la economía de gastos y, fundamentalmente, de tiempo.

Lamentablemente el arbitraje legislado en nuestro Código formal cordobés presenta una fuerte dosis
de formalismo y de dispersión en el trámite. El arbitraje por definición implica la exclusión de los
órganos judiciales estatales para la resolución de la controversia, ya sea por voluntad de las partes o
por disposición de la ley. Los árbitros reciben sus facultades directamente de las partes o de la
norma, y ostentan esta calidad solamente frente a dichos sujetos y en este proceso específico.

En la doctrina el arbitraje ha sido clasificado en forzoso y voluntario, de acuerdo con su origen.


Además, según el procedimiento y pautas que deben seguirse para resolver la cuestión, pueden ser
árbitros iuris o de amigable composición.

Se denomina arbitraje voluntario cuando la decisión de someter el diferendo al árbitro deriva de la


libre determinación de las partes. En cambio, es forzoso cuando su exigibilidad es consecuencia de
un compromiso previo o deviene de la aplicación de una disposición legal.

Por otro lado, el arbitraje es legal si resulta impuesto por disposiciones sustanciales o procesales que

1
Art. 341 – Ley N° 8465 (1995). Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Córdoba. El Senado y la Cámara
de Diputados de la provincial de Córdoba.
9
así lo establecen. Tal sucede en las hipótesis contempladas en el art. 1.649 del C.C. y C. y en el
art. 603 del C. P. C. C. Córdoba.

Debemos mencionar también que no todo asunto es posible de someter a arbitraje. En efecto, la
materia sustancia que puede ser dirimida a través del procedimiento arbitral debe pertenecer al
campo de las controversias no excluidas por el sistema legal. Ello implica decir que la categoría
de pretensiones debe estar ineludiblemente referida a cuestiones generalmente de naturaleza
patrimonial que no afecten el orden público.

El compromiso arbitral es el convenio conforme el cual las partes especifican concretamente las
cuestiones que someten al arbitraje, designan a los árbitros o amigables componedores y
determinan ciertos requisitos del proceso arbitral. En rigor, podemos decir que constituye un
contrato con eficacia procesal, ya que versa sobre una controversia determinada por el que las
partes deciden someter su diferendo a arbitraje.

Este documento puede confeccionarse antes de la iniciación del pleito o durante su sustanciación.

Conforme el art. 606 del C. P. C. C. Córdoba, se ha fijado la observancia de ciertas cláusulas como
necesarias u obligatorias y otras como facultativas. En caso de que se omita algunas de las
obligatorias, se desencadena la aplicación de la sanción de nulidad del compromiso.

Por regla general, las cláusulas exigidas como obligatorias tienen la virtualidad de fijar los límites
subjetivos y objetivos del compromiso, fecha en que se otorga, las partes, quien se desempeñará
como árbitro y el objeto o cuestiones sometidas a arbitraje. También fija la competencia territorial
respecto de los otorgantes, al establecerse la obligación de designar el lugar en que habrá de
seguirse el juicio.

Resulta necesario que distingamos entre la figura del árbitro iuris de los amigables componedores.
Los primeros, resulten conflictos con arreglo a las leyes y con sujeción a los procedimientos
establecidos por los cuerpos adjetivos formales. Los amigables componedores dirimen la contienda
de acuerdo a su leal saber y entender, por regla sin sujeción a formas legales.

No obstante, podemos señalar alguna similitud entre el árbitro y el amigable componedor, ya que
ambos son elegidos por las partes para decidir un conflicto. Sin embargo, la diferencia se advierte
en la modalidad del desempeño y en la resolución.

Los amigables componedores tienen como principal función el de avenir a las partes y arreglar sus
diferencias, después de oír sus razones en cualquier manera que a bien tuvieran, según su leal
saber y entender. Por lo que la ley no exige en ellos la calidad de letrados, que seria necesaria
si hubieran de seguir el procedimiento y de sentenciar con arreglo a las leyes que lo rigen.

Por regla general la ley determina el número de árbitros en número impar, hasta tres. Los árbitros
serán designados por acuerdo de partes, o en su defecto, por sorteo.

Ha dicho la jurisprudencia:

Si bien cabe reconocer a los árbitros la facultad de decidir controversias, no por ello
gozan de las mismas facultades que los jueces, toda vez que están desprovistos de
aquellos elementos de la jurisdicción que son la esencia del órgano del Estado. (CS
noviembre 11-997, Yacimientos Carboníferos Fiscales, LL 1998-C, 793).

Es de señalar que si no existiere acuerdo sobre la persona que se desempeñará en el carácter de árbitro
recaerá sobre abogados de la matrícula.

10
También la ley permite asignar el carácter de árbitro a los jueces que integran los distintos tribunales. Se
trata de una facultad que pueden ejercer las partes y, como se advierte, ello es así para el caso de arbitraje
voluntario.

En cuanto al procedimiento arbitral propiamente dicho, comienza una vez constituido el tribunal y
aceptado el cargo por parte de los árbitros. La primera regla que han de respetar los árbitros en la
sustanciación del juicio son las estipulaciones procedimentales, fijadas en el compromiso arbitral. En
caso de que no hubieren fijado reglas especiales, deberá seguirse las normas estipuladas por la ley
adjetiva. No es común que en el compromiso arbitral existan previsiones adjetivas, por lo que en la
mayoría de los casos directamente se aplican las normas del código ritual.

La regulación legal del arbitraje en la ley procesal cordobesa excluye la posibilidad de articular
excepciones dilatorias como de previo y especial pronunciamiento. Ello obedece a razones de
economía, celeridad que impera en la regulación del juicio arbitral.

La resolución que dirime la contienda en un procedimiento arbitral se denomina laudo arbitral. Se


lo define como el pronunciamiento definitorio, por el cual se dirime la controversia planteada ante
el árbitro o amigable componedor, pronunciándose sobre los fundamentos de las pretensiones
hechas valer dentro de los límites del compromiso.

El laudo arbitral guarda cierta analogía con la sentencia como acto decisorio, tanto desde un punto de
vista intrínseco como extrínseco. Distingue si se trata de un arbitraje iuris o de amigable
composición.

Desde el punto de vista extrínseco, se tienen en cuenta las circunstancias de tiempo, lugar y
forma en que aquél es dictado.

Si el arbitraje es de derecho, el laudo tendrá los mismos elementos básicos que la sentencia judicial
en lo atinente a la forma y al lugar, pero deberá ser protocolizado por el juez de la jurisdicción a
quien le hubiese correspondido entender.

Recordemos que el arbitraje forzoso es de amigable composición, y se falla “et aquo et bono”,
moderando según las circunstancias el rigor de las leyes y dando a los elementos de prueba
mayor o menor eficacia que la establecida por la ley. En cambio, el arbitraje voluntario es de
estricto derecho a menos que los interesados convinieren lo contrario. De tal modo que, en principio,
el árbitro deberá fallar la causa como si fuera un juez ordinario.

Resulta necesario estudiar los artículos del Código Procesal Civil que legislan sobre el arbitraje,
convocamos a su lectura.

Mediación (pp. 62 a 73, T II)

La mediación es asumida como un método no adversarial que se presenta como una técnica que
tomará diferentes modalidades, vinculadas al procedimiento judicial, según la legislación la admita. Esta
institución tiene características propias que pueden hacer a su utilización como técnica o a su
incorporación como método alternativo de resolución de conflictos.

Se le asigna el carácter de no adversarial porque en su conformación no existe un tercero que suple


la voluntad de las partes decidiendo, sino que ellas actúan juntas y cooperativamente. A través de la
mediación se persigue alcanzar un acuerdo superador de la disputa en base a la cooperación y a la
comprensión del problema por parte del otro. La decisión a la que se arriba conforma el asunto de
acuerdo a los intereses de las partes.

Se utiliza el término mediación para describir un conjunto de prácticas encaminadas al auxilio de


las partes, en procura de lograr una adecuada comunicación con fines de avenimiento. Por ello, sus
caracteres son:

11
 Informalidad.
 Flexibilidad.
 Confidencialidad.
 Agilidad

Analizaremos cada uno.

La mediación se caracteriza por ser informal. Ello implica que su desarrollo no está sujeto a
reglas especiales. Se establecen reglas mínimas de actuación que condicionan el desempeño de los
sujetos involucrados y que de antemano señalará el mediador.

La mediación es flexible al permitir al mediador moverse en un amplio sector limitado por


formalidades mínimas.

Otro aspecto saliente de la mediación es la confidencialidad. Debe garantizar en mayor grado la


reserva para el tratamiento de los problemas que a ella se sometan. Sucede que en muchos casos
la instancia se mueve dentro del campo del derecho a la intimidad de jerarquía constitucional y su
protección debe estar asegurada. Por ello, los asistentes a las sesiones deben guardar absoluta
reserva sobre lo acontecido, impedir su divulgación y, además, imposibilitar que esa información
pueda ser utilizada posteriormente en contra de alguna de las partes.

El procedimiento de mediación se caracteriza por ser ágil y rápido. Algunas veces requerirá de varias
sesiones para resolver la disputa y en otros casos, se arribará a la solución en un solo día. Esto
significa que la dimensión temporal estará dada por la importancia del caso, la habilidad del
mediador, el grado de cooperación de las partes, etc.

Por otro lado, decimos que la implantación de la mediación apareja una disminución del material
litigioso en el sistema de administración de justicia, lo que contribuye a su descongestionamiento.

La mediación tiene la virtud de cambiar la postura encontrada de las partes y potenciar su actitud
conciliadora.

Respecto al contenido sustancial, la mediación puede ser utilizada como alternativa de solución para
todo tipo de conflicto. Sin embargo, esta regla encuentra un límite cuando la controversia afecta
intereses que integran el orden público.

Se recomienda especialmente para solucionar disputas cuando las partes no desean litigar, ni les
conviene llevar su problema a tribunales. También es aconsejable cuando la causa del conflicto es
la incomunicación. Otro caso adecuado es cuando existen partes que están relacionadas por
vínculos permanentes y por ello continuarán ligadas una vez superado el problema. Por último,
también se la recomienda en hipótesis en que las partes quieren conservar el control de la
situación. De esta manera no delegan la solución en manos de un tercero, sino que ellas serán las
que diseñen su solución.

Por el contrario, no es apta cuando una de las partes quiera demostrar la realidad de una situación
o acontecimiento, o alguna de las partes está ausente.

En las cuestiones de familia, a pesar de que los conflictos rozan el orden público, la mediación se
presenta como una institución seductora. En estos casos cobra importancia la actividad del órgano
jurisdiccional que deberá homologar lo resuelto en la mediación.

¿Qué condiciones debe reunir un mediador?

El mediador es el tercero imparcial, con cierto entrenamiento en los artes técnicas y experimentales al
efecto y que ingresa a la escena del conflicto, sin facultades dirimentes a fin de inducir a las partes
para que lleguen a un acuerdo. Debe ser buen oyente de las narraciones que cuenten las partes,
debe ser conocedor del conflicto, debe tener, además, habilidad para la comunicación y el diálogo, y
por último, buena captación de los intereses de las partes.
12
Recordemos que la tarea del mediador es de conducir a las partes a identificar los puntos de
controversia, acomodar sus diferencias y experimentar fórmulas transaccionales superadoras del
conflicto. Transforma la disputa en una situación menos negativa y otorga una visión constructiva de
la cuestión.

La mediación puede ser pública o privada.

Es pública cuando se la institucionaliza como una alternativa asumida desde el Estado para que
los particulares puedan acordar una solución. Ello no significa jurisdiccionalizar la mediación, sino
insertarla mediante una previsión legal para resolver conflictos.

En cambio, la denominamos privada cuando es impartida por instituciones de este carácter, que se
dedican a su práctica. La actividad de la mediación privada queda dentro del marco general de la
libertad de trabajar y de contratar, amparadas por la Constitución Nacional y la legislación de fondo. El
tratamiento de esta forma de mediación excede el estudio del marco procesal.

La mediación puede ser prevista en la ley como una instancia prejudicial o jurisdiccional: esto antes
de la iniciación del juicio o durante la sustanciación.

En el primer enfoque, se aborda la mediación como una etapa que pueda ser cumplida antes de la
presentación de la demanda. En este sentido, pensamos que por la naturaleza de la institución la
ley debería preverla como un instrumento optativo. Sin embargo, ella ha sido regulada en la Ley N°
24.573 estableciéndola en forma obligatoria para los juicios que se inicien en el fuero civil y
comercial de la Capital Federal, para los juzgados federal de todo el país. La norma es objetable ya
que la obligatoriedad de la instancia mediadora es contraria a su naturaleza que abreva en los
medios alternativos consensuados.

El art. 2 de la ley 24.573 establece que la mediación previa es obligatoria para todo tipo de juicio
y excluye a las siguientes causas:

1. las causas penales.


2. los asuntos de familia.
3. declaración de incapacidad y su cesación.
4. causas en que el Estado Nacional o entidades descentralizadas sean partes.
5. amparos, habeas corpus o interdictos.
6. Medidas cautelares con previo agotamiento de las instancias recursivas,
7. Diligencias preliminares y prueba anticipada.
8. Juicios sucesorios y voluntarios.
9. Concursos preventivos y quiebras.
10. Causas que se tramitan ante la justicia del trabajo2.

A su vez el art. 3 permite la opción de la mediación para los juicios de ejecución y de desalojo.

Como dijimos, también puede constituir una herramienta útil adoptándola como un iter posible en el
camino procesal. Ello implica que se incorpora al procedimiento en forma alternativa o eventual,
esto es, en un punto determinado de su secuencia, que puede ser fijado por la ley o por el tribunal.

En el ámbito local de la ciudad de Córdoba, el Tribunal Superior de Justicia por acuerdo


extraordinario N° 407 de la ley 17/2/98, dispuso el funcionamiento en la órbita del Poder Judicial del
Centro Piloto de mediación. En este marco legal se admite la posibilidad de que los jueces fijen
una audiencia informativa para sugerir a las partes la utilización de esta técnica de resolución de
conflictos. Posteriormente, con la sanción de la Ley N° 8858 y su decreto reglamentario 1773, hizo
operativa esta nueva forma procesal para lograr la autocomposición de los conflictos.

2
Art. 2 – Ley N° 24.573 (1995). Mediación y Conciliación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
13
El régimen cordobés declara de interés público provincial a utilización de la mediación como método no
adversarial de resolución de conflictos con carácter voluntario. En forma excepcional, resulta
obligatoria:

El Art. 2 de la Ley N° 8858 dispone:

Excepcionalmente será de instancia obligatoria en toda contienda judicial civil y


comercial en los siguientes casos:
a. En contienda de competencia de los jueces de primera instancia civil o comercial
que deban sustanciarse por el trámite del juicio declarativo, abreviado y ordinario cuyo
monto no supere el equivalente a cinco mil pesos (204 jus);
b. En todas las causas donde se solicite el beneficio de litigar sin gastos;
c. Cuando el juez por la naturaleza del asunto, su complejidad, los intereses en juego
estimare conveniente intentar la solución del conflicto por la vía de la medición3.

3
Art. 2 – Ley N° 8858 (2000). Ley de Mediación. Senado y Cámara de Diputados de la Provincia de Córdoba.
14
Referencias
Alsina, H. (1941). Tratado Teórico Práctico de Derecho Procesal Civil y Comercial. T. IV. Buenos Aires:
Ed. Compañía Argentina de Editores.

Guasp, J. (1973). Derecho procesal civil. [3ra ed.]. Madrid: Instituto de Estudios Políticos.

Ley N° 8465 (1995) Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Córdoba. Senado y Cámara
de Diputados de la provincia de Córdoba.

Ley N° 24.573 (1995) Mediación y Conciliación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.

Ley N° 8858 (2000) Ley de Mediación y Conciliación. Senado y Cámara de Diputados de la provincia
de Córdoba.

Palacio, L. E. (2005). Manual de Derecho Procesal Civil. Buenos Aires: Lexis Nexis- Abeledo - Perrot.

Podetti, R. (1954). Derecho Procesal Civil, Comercial y Laboral: doctrina, legislación y jurisprudencia.
Buenos Aires: Ediar.

13
Procesos de
conocimiento

Derecho
Procesal II
(Procesal Civil)
Procesos de conocimiento
Juicio Ordinario. Régimen legal. Estructura
Figura 1

Fuente: Elaboración propia.

Como ya anticipáramos, el proceso tipo por excelencia es el juicio declarativo ordinario, que se
manifiesta como la vía de mayor amplitud para esclarecer las contiendas o conflictos. Se
caracteriza por estar estructurado con plazos amplios para contestar la demanda ( art. 493, C. P. C.
C. Córdoba), para ofrecer, decepcionar y merituar la prueba ( art. 498, C. P. C. C. Córdoba) y,
correlativamente, también para dictar sentencia ( art. 121, C. P. C. C. Córdoba). Por último, lo que
caracteriza el efecto de cosa juzgada material que suscita la resolución final.

El juicio ordinario por regla general, y sin perjuicio de algunas excepciones, consta de cuatro etapas
esenciales: la introductoria, la probatoria, la discusoria y la decisoria. También mencionamos las
etapas eventuales, ya que pueden plantearse, o no, en cada tipo de proceso y que están
individualizadas: medidas preparatorias, cautelares, impugnativas y de ejecución de sentencia.

Etapa introductoria: interpuesta la demanda, el demandado deberá contestarla en el plazo de diez


días, art. 493 del C. P. C. C. Córdoba. La ley ritual impone al demandado a pronunciarse sobre cada
uno de ellos, ya sea negándolos o reconociéndolos. En esta oportunidad, podrá poner excepciones
dilatorias en forma de previo y especial pronunciamiento, siendo ese tipo de trámite el único que
admite esta forma particular de articulación. Es también en esta ocasión, que el accionado puede
reconvenir, siendo esta la única oportunidad para hacerlo.

Etapa probatoria: el plazo ordinario de prueba es de 40 días, conforme el art. 498 del C. P. C. C.
Córdoba. El juez puede designar plazo menor, con posibilidad de extenderlo hasta completar aquél la
solicitud de parte. También está previsto el plazo extraordinario para casos especiales. Tengamos
presente que esta etapa puede presentarse excepcionalmente como no esencial, por cuanto
presupone la existencia de hechos controvertidos.

Etapa discusoria: En el juicio ordinario los alegatos se realizan en forma de traslados de ley por su
orden. Esto es, primero se corre traslado al actor y luego al demandado, art. 505 C. P. C. C.
Córdoba. Así, por ejemplo, en el juicio ordinario se confiere un plazo de seis días perentorios no
fatal y su cómputo es individual. Esta etapa asume una característica especial, la de reservada, en
2
el sentido de no pública, con el fin de garantizar la igualdad de las partes. Al momento de la

presentación sólo se deja constancia de ello en el expediente mediante certificación puesta por el

secretario.

Etapa decisoria: es la última y esencial etapa del proceso de mérito, para el pronunciamiento de la
sentencia definitiva. Ella se inicia con el llamamiento de autos para definitiva, art. 506 y 121 inc. 3 C.
P. C. C. Córdoba. Pero como se ha señalado , puede el juzgador disponer de lo que se denomina
medidas para mejor proveer.

Además de estas etapas esenciales, pueden presentarse las denominadas eventuales. Las medidas
preparatorias dispuestas en el art. 485 C. P. C. C. Córdoba.

Emparentadas con las medidas preparatorias se encuentran las medidas de prueba anticipada que
permiten decepcionarlas con antelación a la interposición de la demanda. Su finalidad es la de
preservar elementos convictitos que pueden desaparecer con el transcurso del tiempo, tales como el
caso de declaración de testigos de avanzada edad, por citar un ejemplo.

Por otra parte, en forma excepcional, el Código autoriza la posibilidad de ordenar medidas cautelares,
antes de la promoción de la demanda, art. 466 C. P. C. C. Córdoba. También constituye una etapa
eventual del proceso civil, la ejecución de la sentencia, que tiene lugar a solicitud de la parte
interesada y cuando el demandado no la hubiere cumplido voluntariamente.

Por último, mencionamos la etapa impugnativa, que tendrá lugar cuando algunas de las partes o
ambas, se sientan perjudicadas por lo resuelto en la sentencia e interpongan recursos ordinarios o
extraordinarios ante instancia de parte.

Juicio abreviado. Régimen legal. Estructura. Rebeldía


Figura 1

Fuente: Elaboración propia.


3
El Juicio abreviado regulado por el Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Córdoba
prevé un procedimiento similar al juicio sumario (plenario rápido o abreviado) previsto en el Código
Procesal Civil y comercial de la Nación, siendo éste un procedimiento idóneo para obtener una
sentencia provista de autoridad de cosa juzgada material, con plena aplicación de los principios de
concentración y celeridad, permitiendo que concluyan dentro de un lapso inferior al que
normalmente insume un procedimiento ordinario. Así la mayor simplicidad en la estructura del
proceso plenario rápido o abreviado, se traduce en la reducción de los actos que lo integran, pero
también en las dimensiones temporales y formales. Sin embargo, lo expresado no impide un
conocimiento judicial exhaustivo del conflicto.

Es decir que la diferencia con el procedimiento del juicio ordinario es simplemente la distinta cuantía de
las pretensiones deducidas, que en el procedimiento abreviado cordobés son de menos de
doscientos cincuenta jus (250).

El artículo 418 del C. P. C. C. Córdoba establece que será sustanciada por el trámite de juicio
abreviado. Toda demanda cuya cuantía no exceda de doscientos cincuenta jus.

Conforme lo prevé el art. 507 de C. P. C. C. Córdoba la prueba deberá ofrecerse con la


demanda bajo pena de caducidad, con las excepciones de la prueba documental y de la absolución de
posiciones que tiene un régimen más amplio que la del resto de las pruebas.

Señalamos, además, que a diferencia de lo que ocurre con el juicio ordinario, la citación de
comparendo está unida al traslado de la demanda, conforme art. 508 C. P. C. C. Córdoba.

De la lectura del art. 509 del citado cuerpo legal se advierte que el legislador ha establecido una
especie de rebeldía automática, "si el demandado no compareciere en el plazo de la citación, se
o tendrá por rebelde sin declaración alguna”1.

Es preciso señalar ciertas particularidades que presentan algunos medios probatorios en la


sustanciación del trámite del juicio abreviado:

 El plazo de prueba es de 15 días. S e trata de un plazo común perentorio y fatal. Como no
hay decreto de apertura a prueba, dicho plazo comienza a correr a partir de la última
notificación del decreto que provee toda la prueba ofrecida por las partes en los escritos de
demanda, contestación de demanda, reconvención, contestación de las excepciones o hechos
nuevos y contestación de la reconvención. Salvo, claro está, lo dispuesto por los art. 218 y 241
del C. P. C. C. Córdoba, sobre la absolución de posiciones y la documental que tienen un
tratamiento especial. Es decir, un régimen más amplio que el resto de la prueba.

 También se limita a cinco el número de testigos por cada parte. En cuanto a la limitación a un
sólo perito establecida por el art. 513 C. P. C. C. Córdoba no impide que las partes p
ropongan
peritos de control o también llamados asesores técnicos de parte.

 Respecto a la prueba en la alzada se rigen por el art. 375 del C. P. C. C. Córdoba,
teniendo en cuenta lo preceptuado por el art. 515 del C.P.C.C. El inciso 2 del art. 375, del C.
P. C. C. Córdoba, inciso c prevé expresamente que se pueda pe dir apertura a prueba cuando
en el juicio abreviado se hubiere denegado indebidamente la apertura a prueba, o alguna
medida de prueba durante la sustanciación en la primera instancia.

Antes que quede firme el decreto de autos para definitiva (tres días), las partes pueden recusar sin
expresión de causa al juez, de conformidad a las previsiones del art. 19, inc. 1, del C. P. C. C.
Córdoba.

1
Art. 509 - Ley N° 8465 (1995). Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Córdoba. Senado y Cámara de
Diputados de la Provincia de Córdoba.
4
También, en dicho plazo pueden incorporar prueba documental de conformidad a lo normado por el
art. 241, inciso 1, C. P. C. C. Córdoba.

Respecto al sistema recursivo previsto para el juicio abreviado, señalamos que la necesidad de
celeridad en el trámite llevó al legislador a limitar las resoluciones recurribles por vía de apelación, ya
que en función del efecto devolutivo de este instituto, el trayecto del expediente del juzgado a la
Cámara (mediando por regla general la suspensión del trámite del principal hasta que el tribunal ad
quem resolviera), constituía una de las principales causas de morosidad en las sustanciación del
procedimiento. Esta es la razón por la que se limitó el recurso de apelación a los supuestos que
expresamente prevé el art. 515, C.P.C.C que únicamente contempla la posibilidad de apelar la
sentencia y las resoluciones que pongan fin a los incidentes que no afectaren el tramite principal.

En consecuencia, sólo resisten este embate:

1. Las resoluciones sobre tercerías.


2. Las resoluciones que provean o deniegan medidas cautelares.
3. Las resoluciones que admiten o deniegan la intervención de terceros de conformidad al art. 431
del C. P. C. C. Córdoba.
4. La sentencia definitiva.

Incidentes (pp. 413 a 415, T II)


Concepto. Trámite. Clases. Articulación simultánea

Los incidentes son cuestiones que se suscitan durante la tramitación de un pleito y tienen una
vinculación con el art. 426 del C. P. C. C. Córdoba.

El incidente es una suerte de pequeño juicio dentro del proceso principal. Durante el curso del
proceso pueden originarse conflictos que requieren ser sustanciados y resueltos con independencia
de la cuestión principal.

Existe en ellos una demanda-demanda incidental, que tiene los mis mos requisitos de la demanda
art. 175 C. P. C. C. Córdoba, una contestación, una etapa probatoria de tipo eventual y una
etapa resolutoria que culmina con el dictado de un auto.

La misma ley clasifica a los incidentes en nominados e innominados, art. 427 del C. P. C. C.
Córdoba. En los primeros, su trámite está regulado por la ley procesal y se aplica supletoriamente el
trámite de juicio abreviado. Los innominados, se rigen por el trámite de juicio abreviado.

Desde el punto de vista de los efectos, los podemos dividir en suspensivos y no suspensivos (art. 428
y 429 C. P. C. C. Córdoba). Los incidentes que impidieran la prosecución de la causa principal se
sustancian en el mismo expediente, quedando entre tanto en suspenso el curso de aquélla.

Los no suspensivos se tramitan por cuerda separada y no afectan el desarrollo delprincipal.


Por general, los incidentes no suspenden el trámite principal, siendo de interpretación restrictiva a favor
de la continuación del trámite.

Por último, decimos que, por aplicación de los principios de eventualidad, concentración, celeridad,
concentración y buena fe procesal, todos los incidentes que pudieren plantearse deberán articularse en
un mismo escrito, siempre claro está, que puedan tramitarse en forma conjunta. art. 430 C. P. C. C.
Córdoba.

5
Referencias
Ley N° 8465 (1995) Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Córdoba. Senado y Cámara
de Diputados de la provincia de Córdoba

6
Proceso ejecutivo:
demanda,
excepciones y
sentencia

Derecho
Procesal II
(Procesal Civil)
Proceso ejecutivo: demanda,
excepciones y sentencias
Título ejecutivo. Títulos fiscales y otros títulos ejecutivos.
Preparación de la vía ejecutiva. Trámite (pp. 209 a 232, T
II).
Figura 1

Fuente: Elaboración propia.

El art. 546 C. P. C. C. Córdoba, indica que transcurrido el plazo de la citación de remate sin que se
haya opuesto excepción legitima, el Tribunal dictará sentencia sin llamamiento de autos.

El procedimiento ejecutivo es el instrumento acordado por el legislador que permite a través de una
sustanciación ágil obtener la realización del crédito plasmado en un título que debe reunir ciertas
características específicas. Este tipo de procedimiento busca asegurar dos valores: celeridad y
seguridad.

Se ha expresado que el proceso ejecutivo es un verdadero juicio, siempre jurisdiccional, con etapas
necesarias de conocim iento (el examen del título por parte del juez), bilateralidad y posible contienda,
cuando el demandado -ejecutado- excepciona.

Respecto de la demanda, en los juicios ejecutivos impera la tesis de la individualización, que se


manifiesta en la nominación de la relación jurídica en que se fundamenta. En este tipo de proceso el
juez realiza un control minucioso del título, presupuesto indispensable.

2
A su vez, citado de remate, el demandado solamente puede defenderse oponiendo las excepciones
previstas en el art. 547 del C. P. C. C. Córdoba, por ello se ha señalado que nuestro juicio
ejecutivo no es ejecución pura, como la legislación francesa o italiana, sino que es de conocimiento.
Aunque, según hemos puntualizado, limitado y en ocasiones contencioso.

Cabe advertir que, si no se oponen excepciones, se omite el contradictorio y en consecuencia el


juez dictará sentencia sin que tengan lugar las etapas probatorias y discusorias, art. 546 C. P. C.
C. Córdoba.

Respecto a la etapa probatoria, también advertimos particularidades, de este modo no se admite el


término extraordinario de prueba. Respecto a la carga de la prueba, la ley le atribuye al demandado
el esfuerzo de arrimar al proceso la prueba fundante de sus excepciones. Ello es exigido bajo
pena de inadmisibilidad, lo que implica que si el accionado no cumple, la carga no será admitida
al proceso de la oposición de excepciones.

Por otro lado, en sede ejecutiva el juez puede, por resolución fundada, desestimar in limine la
prueba manifiestamente inadmisible, meramente dilatoria o carente de utilidad (art. 553 C. P. C. C.
Córdoba). Ello sin duda importa un acrecentamiento de las facultades del Tribunal para desechar
pruebas inconducentes y reñidas con el objeto del proceso.

El título ejecutivo

El procedimiento de ejecución tiene como base o fundamento un título ejecutivo. Este título no existe
en los procedimientos de conocimientos, en los que, precisamente por ello, se parte de una situación
de inicial incertidumbre con respecto a la existencia de un derecho. Dicho título es requisito esencial
para ingresar a la vía o procedimiento ejecutivo.

El título ejecutivo goza de una presunción de autenticidad. Para ser hábil o apto para la ejecución
debe cumplir determinadas formalidades: contener una obligación exigible de dar sumas de dinero
líquida o liquidable por las mismas pautas que proporcione el instrumento. La liquidez y la exigibilidad
son requisitos de un título hábil.

El título base de la ejecución puede ser judicial o extrajudicial. En este último caso, pueden ser
convencionales o administrativos. El título judicial, denominado por la doctrina título ejecutorio, es la
sentencia de condena que se encuentra firme, por no haber sido impugnada o habiéndolo sido,
ha sido confirmada por el órgano judicial jerárquicamente superior

Los títulos ejecutivos extrajudiciales convencionales son los suscriptos por los particulares en sus
relaciones comerciales (verbi y gratia: pagarés) y los administrativos son las certificaciones o
constancias expedidas en forma unilateral por la administración en donde consta la existencia de
una deuda líquida y exigible (verbi y gratia: impuestos, tasas, contribuciones, etc.); también los
certificados de deudas por expensas comunes confeccionados por los administradores de los
consorcios de propietarios de inmuebles sometidos al régimen de propiedad horizontal, en la forma en
que los respectivos reglamentos lo establecen.

El art. 518 C. P. C. C. Córdoba, contiene una nominación de los títulos a los que la ley le acuerda
fuerza ejecutiva, sin perjuicio de otros, dotados de tal por las leyes particulares.

Los títulos ejecutivos extrajudiciales convencionales: características

Ya dijimos que los títulos ejecutivos extrajudiciales podían ser convencionales o administrativos. Los
administrativos se confeccionan en forma unilateral por el acreedor, en cambio, los convencionales
son suscriptos por el deudor, lo que equivale a un reconocimiento de deuda. El ordenamiento
jurídico establece determinadas características, a fin de dotar a estos documentos de eficacia, brindar
seguridad al tráfico jurídico en general y dar garantías a quienes son los beneficiarios de este tipo de
documentos.
3
Así, se establecen como características:

a) Literalidad: "la literalidad se refiere al contenido del título de crédito, e indica que la significación del
derecho incorporado se delimita exclusivamente por el tenor escrito del documento, cuya significación
literal prevalece respecto de cualquier otra declaración o documentación emitida previamente." (Escuti,
1998, p. 298).
b) Autonomía: "significa que cada adquisición del título y por ende del derecho incorporado, es
independiente de las relaciones existentes entre el deudor y los poseedores anteriores." (Escuti,
1998, p. 298). Cada poseedor adquiere ex novo el derecho incorporado al documento, sin pasar a
ocupar la posición que tenía su transmitente o los anteriores poseedores.
c) Independencia: permite que, aunque el título lleve firmas de personas incapaces, falsas, o de
personas inexistentes, sean igualmente válidas las obligaciones asumidas por los suscriptores que no
se encuentren en alguna de las circunstancias antedichas.

d) Abstracción: consiste en la desvinculación del documento respecto de la relación causal, o sea


de la relación subyacente que le dio origen. Escuti (1998) afirma que es indiferente que la causa
se mencione o no en el texto del documento; "pues aun expresándose ésta frente al tercero la
abstracción predomina sobre la literalidad" (p. 298). La razón de ser de la abstracción es,
precisamente, facilitar la circulación del documento y proteger al tercero poseedor del documento.

La preparación de la vía ejecutiva

La doctrina distingue en títulos completos e incompletos, estos últimos son nominados de tal manera
que la fuerza ejecutiva depende de haber cumplido un trámite previo y necesario llamado preparación
de la vía ejecutiva. El art. 523 del C. P. C. C. Córdoba limita esta posibilidad a los casos en que el
crédito conste en instrumentos privados o derive de arrendamientos de inmuebles. Se admite también
como una forma para determinar el plazo de obligaciones carentes de aquél.

Como se advierte, los títulos en los que no se tiene certeza sobre la autenticidad de la firma, debe
ser citado el suscriptor a los fines de llevar a cabo esta diligencia.

El trámite de la preparación de la vía ejecutiva debe llevarse a cabo contra el sujeto que aparezca en
el instrumento o título a completar como presunto obligado. De este modo, en el supuesto de que se
trate de un instrumento privado que reúna los demás requisitos de título ejecutivo, será citado el
presunto firmante.

En cambio, en la hipótesis de créditos provenientes de arrendamientos deberá ser convocado el


locatario y, en su caso, también el garante. Pero es importante destacar que en la preparación de la vía
resulta indispensable la intervención del locatario, ya que la obligación de garantía reviste el
carácter de ser accesoria de la obligación del locador principal. Por lo tanto, no puede
prepararse la vía sin que el inquilino reconozca su calidad y, a partir de allí, surge la obligación
de sufragar los arriendos para el garante, de tal modo que en este supuesto especifico, tendrán
que ser citados tanto el locatario cuando el fiador, según las prescripciones del art. 519, inc. 1 y 2
del C. P. C. C. Córdoba.

Conforme lo prevé el art. 523 del C. P. C. C. Córdoba, en su primera parte, se establece que el
demandado será emplazado para que cumplimente las diligencias requeridas en la forma ordinaria, ello
hace de aplicación de las reglas generales previstas en el art. 161 y siguientes del C. P. C. C.
Córdoba.

El demandado tiene la carga de contestar en forma categórica clara y precisa, ya que el


requerimiento es de responder y su cumplimiento o cumplimiento defectuoso por ambigüedad conduce
a la aplicación del apercibimiento.

Citado el demandado se presentan varias hipótesis. Cuando el requerido no comparece, será pasible
4
de los apercibimientos establecidos en el art. 523 del C. P. C. C. Córdoba, dándosele por reconocida
la firma, por acreditada la calidad de tal, y de este modo, quedará preparada la vía ejecutiva.

Si el demandado comparece y exhibe los recibos correspondientes a los arrendamientos que se le


reclaman, el accionante no podrá entablar la demanda ejecutiva. Otra situación sucede si el
citado acredita el pago de parte del crédito reclamado, en cuyo caso la vía queda preparada tan
solo por la diferencia y sólo por ello podrá demandarse ejecutivamente.

El juicio ejecutivo en la provincia de córdoba. Regulación normativa en el código de


procedimientos civiles y comerciales (C.P.C.C. Ley Nº 8465)

En la Provincia de Córdoba, el juicio ejecutivo se encuentra regulado en el Libro Segundo donde


aborda los "Juicios Generales", en el Título II: "Juicio Ejecutivo", Capítulos I a VI.

En el Capítulo I, artículos 517 a 525 se ocupa del título ejecutivo, los títulos que traen aparejada
ejecución y los que se requiere un trámite previo para que proceda la vía ejecutiva: la preparación
de la vía ejecutiva.

En el Capítulo II, artículos 526 a 544, se ocupa de los trámites iniciales del juicio y específicamente
regula, en la Sección Primera, la demanda ejecutiva, en la Sección Segunda, el embargo, los bienes
embargables o inembargables, el procedimiento para hacerlo efectivo: acta de embargo, designación
de depositario, etc.

En el Capítulo III, artículos 545 a 555, se encarga de la sustanciación, donde hace mención a las
excepciones oponibles al progreso del trámite o de la pretensión, y de la prueba a fin de
acreditarlas, como también quién tiene la carga de la confirmación.

En el Capítulo IV, artículos 556 y 557, se hace mención a la sentencia y al juicio declarativo
posterior.

En el Capítulo V, artículos 558 a 560, se regulan los recursos, apelación de la sentencia y otras
resoluciones recurribles.

Finalmente, en el Capítulo VI, artículos 561 a 600, se regula el cumplimiento de la sentencia. Así, en
la Sección Primera se establecen las disposiciones generales; en la Sección Segunda, las diligencias
previas a la subasta, designación de martillero; en la Tercera, la orden de remate, contenido de la
orden y notificación de la misma, la publicación de los edictos y el contenido de los mismos, las
bases para el remate, la forma de pago y la suspensión del remate; en la Cuarta la subasta, el
acto y el acta de remate, la responsabilidad del adjudicatario y la compra en comisión; y en la
Quinta los trámites posteriores: pago del saldo, créditos fiscales, prioridad al ejecutante, reserva
para terceristas, posesión al adjudicatario, títulos y cancelación de gravámenes.

Presentada la demanda ejecutiva el juez deberá realizar un análisis minucioso de los requisitos del título
en orden a los extremos de suficiencia e integración para habilitar la sede ejecutiva. Además, deberá
ponderar la legitimación activa y pasiva sobre la base que suministre el propio título. Cabe señalar
que este examen preliminar no reviste el carácter de definitivo ni genera, en consecuencia, preclusión
alguna, pues puede volver a efectuarse, aunque el ejecutado no haya opuesto excepciones, en
oportunidad de dictar sentencia. Si aquel examen es positivo, la primera orden será la de librar
mandamiento de ejecución y embargo sobre bienes del demandado, suficientes para cubrir el
crédito que se reclama con sus accesorias, y en el mismo acto se lo cita de comparendo si es
que no se hubiese cumplido esta diligencia con anterioridad. Además, se le cita de remate.

La citación para comparecer y de remate tienen por efecto imponer al demandado las cargas
correspondientes y para ejercer el derecho de defensa en juicio.

5
Excepciones admisibles en juicio ejecutivo. El artículo 547 ( C.P.C.C. Cba.). Carácter de la
enumeración n. La discusión de la causa de la obligación en el juicio ejecutivo cordobés

El Código Procesal Civil cordobés (C.P.C. C.), en su art. 547, excepciones admisibles, establece:

En el juicio ejecutivo son excepciones admisibles las de:


1) Incompetencia.
2) Falta de personería en el demandante, en el demandado o en sus
representantes.
3) Falsedad o inhabilidad de título.
4) Litispendencia o cosa juzgada.
5) Prescripción.
6) Pago, plus petición, quita, espera, remisión, novación, transacción o
compromiso documentado.
7) Compensación con crédito líquido y exigible que resulte de documento que
traiga aparejada ejecución1.

Como se ve, se puede alegar imposibilidad de procesar porque el juez no es competente, porque el
demandante, el demandado o sus representantes no tienen la capacidad para estar en juicio, o
porque actualmente existe un proceso abierto entre las mismas personas, por el mismo objeto y
la misma causa, o porque el título base de la acción ha sido adulterado o no contiene los requisitos
esenciales para producir la hábil apertura de la vía ejecutiva, o porque ya se decidió mediante
sentencia definitiva en anterior procedimiento entre las mismas personas, por el mismo objeto y la
misma causa. O bien, se puede alegar la existencia de un hecho extintivo de la pretensión, ya sea total
(pago) o parcial (plus petición, transacción, novación, quita) o por haber expirado el plazo conferido
por el ordenamiento legal para reclamarlo judicialmente. En el caso de la espera pensamos que se
trata de un supuesto de imposibilidad de procesar que afectaría la habilidad del título, ya que la
obligación no sería exigible por propia declaración de voluntad del acreedor, debidamente
documentada.

Nos preguntamos: ¿Cuál es el carácter de la enumeración?

El artículo 547 del C.P.C.C. cordobés brinda un plexo de posibilidades defensivas. A lo largo de sus
siete incisos da un panorama de las diferentes actitudes o estrategias defensivas que el
demandado civil, en un procedimiento ejecutivo puede adoptar. Pero, ¿qué carácter tiene dicha
enumeración? O, dicho de otro modo, ¿es posible adoptar una estrategia defensiva distinta a las
enumeradas expresamente en dicha norma jurídica? Del carácter que atribuyamos a dicha norma
dependerá la respuesta al interrogante planteado. Así, quienes otorgan un carácter taxativo a dicha
enumeración responden negativamente dicho interrogante, en cambio, quienes afirman que dicha
enumeración es solamente enunciativa sostienen que puede adoptarse una estrategia defensiva
distinta a las meramente enunciadas posibilidades defensivas brindadas por el artículo.

La doctrina en forma mayoritaria nos dice que la enumeración es taxativa. Que son esas
excepciones y ninguna otra las posibles de interponer en un procedimiento de ejecución. Fuera de
dicha enumeración, no cabe posibilidad defensiva para el demandado. Quienes así lo sostienen se
fundamentan en que el juzgador debe interpretar teniendo en cuenta la naturaleza del procedimiento
en cuestión, según el contexto. Al tratarse de un procedimiento ejecutivo no es posible la discusión
causal.

Por último, en la sentencia de remate, el Tribunal deberá asumir un examen pormenorizado del
título y conocer las defensas opuestas. La decisión será llevar adelante la ejecución o no hacer
lugar a ella.

1
Art. 547 - Ley N° 8465 (1995). Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Córdoba. Senado y Cámara de
Diputados de la provincia de Córdoba.

6
Juicios ejecutivos especiales (p p . 232 a 236, T II)
Ejecución hipotecaria
Ante el incumplimiento del deudor, el acreedor tiene la vía ejecutiva para la ejecución de la
garantía real, con las modalidades previstas por la ley de fondo y por el Código Procesal Civil y
Comercial.

Al no contener la ley de fondo mayores preceptos en cuanto al trámite, como la ley procesal sólo hace
referencia al caso de existencia de terceros poseedores, la ejecución hipotecaria ha quedado
absorbida por la normativa del juicio ejecutivo general. Entonces, por imperio del art. 528 del C. P.
C. C. Córdoba, la ejecución hipotecaria se regida por dicho C. P. C. C. Córdoba.

Al respecto, las reglas especiales del código provincial:



En la citación de remate deberá incluirse la intimación de pago del capital y los intereses. Se requerirá
al ejecutado para  que denuncie el nombre y domicilio de terceros poseedores del inmueble
hipotecado.

En la misma providencia se ordenará requerir del Registro General informe, nombre y domicilio de
terceros poseedores o de otros acreedo
res hipotecarios, y precede a una anotación preventiva de la
existencia de la ejecución.

Si resultare la existencia de terceros poseedores, se ordenará su citación de comparendo y de


remate, de acuerdo con el primer párrafo del art. 526 del C. P. C. C. Córdoba, para que en el
plazo indicado pague la deuda, abandone el inmueble u oponga excepciones. Los terceros
poseedores, posteriores a la anotación preventiva prevista en el inc. 2 no serán especialmente
citados, pero podr án tomar intervención en cualquier estado de la causa, sin retrotraerse el
procedimiento.

Régimen especial de ejecución (Ley Nº 24.441)

El régimen especial de ejecución de hipotecas establecido en la Ley Nº 24.441 está limitado


únicamente a los casos en que las partes hayan convenido su aplicación, en forma expresa en la
escritura hipotecaria.

También se establece para aquellas hipotecas en las cuales se hayan emitido letras hipotecarias con
las constancias previstas en el art. 45 de la Ley Nº 24.441.

En caso de mora y previa intimación extrajudicial, el acreedor hipotecario tiene expedita la vía de
la ejecución.

De la presentación del acreedor se correrá traslado por cinco días (plazo fatal) al ejecutado para
que la conteste y oponga las excepciones que tuviere.

Verificado el estado del inmueble, el acreedor dispondrá la venta en remate público del inmueble
hipotecado, sin intervención judicial, por intermedio de un escribano y un martillero que el acreedor
designe y en las condiciones de mercado, previa publicación de edictos.

Ejecución prendaria

El Código procesal no prevé el trámite especial para la ejecución prendaria, por lo que debe acudirse
a las disposiciones de las leyes de fondo que contienen normas procesales, que resultan de
aplicación supletoria en todos los supuestos no contemplados por aquélla, el Código Procesal de la
Provincia en la regulación del juicio ejecutivo.

7
La legislación de fondo establece un procedimiento sumarísimo, verbal y actuado (art. 26 Decreto
Ley 15.348/46), donde el deudor tiene taxativamente limitadas las defensas que puede oponer.

El Tribunal competente es el juez del lugar del pago o el del lugar de situación de los bienes o el
domicilio del deudor. Todo a opción del acreedor, conforme art. 28 de la citada ley.

El certificado de prenda constituye el título base para intentar la acción ejecutiva para cobrar el crédito
y sus accesorios. Presentada la demanda con el certificado prendario, el juez debe librar
mandamiento de ejecución y embargo. Además, en la primera providencia el Tribunal debe ordenar
el secuestro del bien prendado.

Por último, la sentencia será apelable, sin recurso alguno.

Ejecución extrajudicial

Cuando el acreedor prendario sea el Estado, sus reparticiones autárquicas, un banco, una entidad
financiera autorizada por el Banco Central de la República Argentina o una institución bancaria o
financiera internacional, la ley ha previsto un procedimiento especial de naturaleza extrajudicial (art. 39).

En este caso, ante la presentación del certificado de prenda, el juez ordenará el secuestro de los
bienes y su entrega al acreedor, sin que el deudor pueda promover recurso alguno. El acreedor
procederá a la venta de los objetos prendados conforme el art. 2.229 del C.C. y C. de La Nación,
sin perjuicio que el deudor pueda ejercer en juicio ordinario los derechos que tenga que reclamar
al acreedor.

8
Referencias

Decreto/Ley 15.348/46 (1946). Prendas con registro. Poder Ejecutivo Nacional (P.E.N.)

Escuti, H. (1998). Títulos de crédito. Buenos Aires: Ed. Astrea.

Ley N° 8465 (1995). Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Córdoba. Senado y Cámara de
Diputados de la provincia de Córdoba.

Ley N° 24.441 (1994). Vivienda y Construcción. Financiamiento y Leasing. Honorable Congreso de la


Nación.

Ley N° 26.994 (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.

9
Desalojo

Derecho
Procesal II
(Procesal Civil)
Desalojo (pp. 237 a 262, T. II)
Concepto. Procedimiento. Reclamaciones excluidas.
Sentencia y recursos

El juicio de desalojo es un procedimiento de conocimiento limitado. Sumario, porque el demandado no


puede oponer excepciones previas. Además, todos los plazos son fatales, no se admite plazo
extraordinario de prueba; existe limitación al número de testigos, no se admite alegación del
hecho nuevo, no existen alegatos y la inapelabilidad de las interlocutorias es la regla.

En la práctica, el juicio de desalojo se ha convertido en el procedimiento ideal para recuperar la


tenencia de inmuebles en una gran cantidad de supuestos de falta de pago de dos mercedes
locativas consecutivas o con vencimiento del término contractual.

El Código procesal de la provincia de Córdoba, establece quiénes son los legitimados pasivos de la
acción de desalojo, es decir, contra quién procede (art. 750). En cambio, no establece la legitimación
activa de dicha acción.

Pero, según la doctrina, la prescripción citada no es limitativa, ya que el juicio de desalojo solo
comprende aquellos conflictos en que, por la calidad invocada por los litigantes en su relación con la
cosa, el litigio se limita al cumplimiento de la entrega o restitución del bien. El camino trazado por
los arts. 750 y siguientes del C. P. C. C. Córdoba resultará admisible contra todo aquel que tenga la
obligación de restituir la cosa y dicha obligación sea exigible, extremos que deben surgir del
expediente.

Recordemos que es una acción personal y no real. La legitimación activa corresponde a todo aquel
que tenga derecho de usar y gozar de un inmueble o, dicho de otro modo, a quien ostente algún
título para pretender su libre disponibilidad.

En cambio, no será admisible la vía de desalojo:

I. Cuando la desocupación procediera por el camino de la ejecución de sentencia de otro juicio.


II. Cuando las leyes especiales establecieran un procedimiento específico de desocupación (Ley N°
13.246, Ley provincial N° 5350 y 6394).
III. Cuando de la propia causa surja que la materia a debatir excede el estrecho marco que
impone la exigibilidad de la obligación de restituir, como objeto del proceso de desahucio. El caso típico
es el de la posesión.

La ley prevé la posibilidad de articular anticipadamente la demanda de desalojo (antes de expirar el


plazo legal o contractual de la locación) lo que guarda estrecha conexión con la imposición de las
costas (art. 766 C. P. C. C. Córdoba)

Conforme el camino legal señalado, con la demanda debe ofrecerse toda la prueba de la que se
valga el actor, salvo la confesional y la documental. La misma carga rige para el accionado.

Al ser el juicio de desalojo un juicio abreviado, con las modificaciones que el propio título de la
norma establece, no existe declaración de rebeldía.

En el art. 751 y concordantes del C. P. C. C. Córdoba, se consagran una serie de especificaciones


modificativas al trámite del juicio abreviado:
2
 En el desalojo no hay reconvención, pero el demandado puede plantear el derecho de retención
por mejoras en la contestación de la demanda.

 Las partes deben expresar, en la demanda y contestación, si existieren subinquilinos o terceros
ocupantes, precisamente paragarantizarles a éstos la posibilidad de participar en el proceso y
evitar un despojo judicial.

 La citación se hará bajo apercibimiento de que, ante la falta de comparendo, o de la
contestación de la demanda, se procederá conforme el art. 755 C. P. C. C. Córdoba. Esto
es, el tribunal dictará sentencia, haciendo lugar o no al desalojo, a menos que estimare
necesario decepcionar la prueba.

 Por su parte, el art. 754 del C. P. C. C. Córdoba, establece los requisitos de validez de
la notificación del decreto que habilita el trámite del juicio de desalojo. Su cumplimiento, según
art. 756 C. P. C. C. Córdoba, es necesario a los fines del alcance de la sentencia.

La norma del art. 754 del C. P. C. C. Córdoba exige el anoticiamiento del juicio de desalojo a cada
uno de los sublocatarios u ocupantes presentes en el acto de la notificación, aunque no hubiesen
sido denunciados por el actor, advirtiéndoles que la sentencia que se pronuncie producirá efectos
contra todos ellos y que, dentro del plazo fijado para contestar la demanda, podrán ejercer los
derechos que estimen corresponderles. Esta exigencia sólo será cumplida, en la medida en que el
primer párrafo del art. 754 del C. P. C. C. Córdoba, sea transcripto en el cuerpo de la cédula de
notificación. Es importante destacar aquí la naturaleza jurídica de la participación de los subinquilinos
o terceros ocupantes en el juicio de desalojo; aunque expresamente no los mencione, los
subinquilinos y terceros ocupantes son parte en el juicio de desalojo contra el inquilino principal.

Por último, el art. 757 del C. P. C. C. Córdoba prescribe la limitación de la prueba frente a una
demanda de desalojo por falta de pago de alquileres y la acumulación de acciones en caso de
consignación ante otro juzgado.

El art. 758 del C. P. C. C. Córdoba estipula como requisito de admisibilidad el recurso de apelación
y, en contra de la sentencia que acoge el desalojo o de la resolución posterior a ella, el pago
dentro del plazo para recurrir o la consignación en el tribunal de los alquileres vencidos y los que,
con arreglo al contrato, deba pagar por adelantado. Es decir, bastará que el recurrente presente
el recibo otorgado por el locador o deposite a la orden del tribunal el importe mensual que
corresponda.

Respecto a las reclamaciones excluidas, el art 765 del C. P. C. C. Córdoba estipula claramente que
ni el cobro de alquileres, ni las mejoras, ni los deterioros del inmueble serán materia del juicio de
desalojo.

Sostiene la jurisprudencia:

Si bien la norma contenida en el Art. 5 de la Ley N ° 23.091, impone una exigencia


de orden público, de modo que debe comprobarse su cumplimiento aun de oficio,
constituyendo un requisito inexorable de admisibilidad de la demanda, y de viabilidad
de la pretensión esgrimida, ese control jurisdiccional no puede ir más allá de los
requisitos básicos establecidos legalmente para el requerimiento (C8 CC, Cba.,
diciembre 5-91, “Saleme, Xamil c. Murua, Juan C. y otra”, LLC, 1992-896).

3
División de cosas comunes. Procedimiento. Alcance
Se trata de un procedimiento declarativo especial, que se tramita por juicio abreviado con las
particularidades previstas por la ley.

Decimos que el juicio de división de condominio es un proceso de cognición plena, que tiene por
objeto la división o reparto de una cosa común entre sus titulares o propietarios.

Sólo están legitimados para solicitar la división de cosas comunes los que posean la cosa común
en virtud de un título que justifique la calidad de condómino en relación a esta, y aquellos a
quienes se reconozca, sin contradicción alguna, el carácter de comuneros.

Sin embargo, está legitimado también quien, aunque la calidad de comunero le sea negada, tenga la
posesión de la cosa y exhiba justo título que conste en instrumento público, y que este instrumento
no sea argüido de falso.

El art. 726 C. P. C. C. Córdoba remite al trámite relativo a la división de herencia o la del juicio
ejecutivo, según corresponda.

Por último, el art. 727 C. P. C. C. Córdoba prevé el supuesto en que los condóminos han procedido
extrajudicialmente a realizar la división y procuran, de esta forma, su aprobación judicial y su
homologación.

Rendición de cuentas. Concepto. Casos. Procedimiento


La rendición de cuentas es la presentación clara, detallada, documentada y precisa que hace toda
persona que haya administrado bienes o gestionado negocios, ya sea total o parcialmente ajenos, y
haya informado todo lo concerniente a su desempeño y señalado el saldo resultante de manera
justificada.

La obligación de rendir cuentas puede ser legal o convencional, el Código Civil y Comercial de
La Nación hace referencia a la obligación de rendir cuentas en los arts. 858, 859, 860 y siguientes.

En cuanto al procedimiento consta de tres partes:

El primero es cuando se discute la obligación misma de rendir cuentas. Si la resolución declara la


obligación de rendirlas, otorgara un plazo para realizarlo.

El segundo, es cuando la obligación de rendir cuentas surge directamente de la ley y el requerido


las rinde voluntariamente, de dichas cuentas se le correrá traslado al actor por diez días, para que
las impugne. Si deja vencer el plazo sin impugnarlas, se considerarán aprobadas.

La tercera parte seria cuando el actor impugna las cuentas, allí se inicia propiamente el juicio de
cuentas, cuya demanda se considera al escrito de impugnación y se les dará el trámite del
juicio declarativo que corresponda.

4
Referencias
Ley N° 8.465 (1995). Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Córdoba. El Senado y la
Cámara de Diputados de la provincia de Córdoba.

Ley N° 5.350 (1972). Ley de Procedimiento Administrativo. Senado y Cámara de Diputados de la


provincia de Córdoba.

Ley N° 6.394 (1980). Régimen de Expropiación. Poder Ejecutivo Provincial.

Ley N° 13.246 (1948). Arrendamiento y aparcerías rurales. Régimen legal. Honorable Congreso de
la Nación Argentina

4
Juicio sucesorio:
concepto,
competencia y
procedimiento

Derecho
Procesal II
(Procesal Civil)
Juicio sucesorio
Concepto. Competencia. Procedimiento. (pp. 281 a 300, T. II).
Declaratoria de herederos. Fuero de atracción. El juicio
sucesorio propiamente dicho. Inventario. Administración
de la herencia.
Antes de la iniciación del juicio sucesorio es posible que resulte necesario adoptar medidas
conservatorias de los bienes del causante. Estas medidas son adoptadas en interés de los
herederos, legatarios, acreedores de la sucesión y albacea. Estas previsiones también podrán ser
ordenadas de oficio por el juez, al tener conocimiento de la necesidad de tal recaudo a instancias del
Ministerio Público.

Los despachos cautelares pueden solicitarse frente al riesgo de que, durante el tiempo que
transcurre entre la muerte del causante y el acto de la partición, los bienes relictos sufran
disminuciones o deterioros, o la necesidad que las actividades o negocios de aquél no se interrumpan;
todos los códigos procesales prevén que a petición de algún interesado legítimo o aún de oficio, los
jueces adopten ab initio medidas cautelares tendientes a la preservación de aquellos bienes o a la
continuidad de las referidas actividades o negocios.

El juicio sucesorio se encuentra sometido a una doble reglamentación, ya que existen normas
procesales que se refieren a él tanto en las leyes de fondo como en las propiamente adjetivas. Sin
lugar a dudas deberán adecuarse a las de la ley de fondo, regla jerárquicamente superior. (art. 31
CN).

La declaratoria de herederos configura un proceso de verificación formal de la calidad hereditaria que


no causa estado. Por ello, para el dictado de la declaratoria es necesario el cumplimiento de una
serie de requisitos, tales como:

I. Publicación de edictos.
II. Constancia de dicha publicación con ejemplar del diario y el recibo de pago de estos.
III. Constancia de la notificación de los herederos denunciados con domicilio conocido o por cédula,
oficio u exhorto.
IV. Vencimiento del plazo acordado para que se presenten quienes se creen con derecho o
vencimiento del plazo adicional que el juez hubiere otorgado.
V. Acreditación del fallecimiento o vínculo.

La declaratoria precede al trámite del juicio sucesorio.

Quien inicie la declaratoria e invoque un derecho hereditario le resulta suficiente acreditar a propia
vocación, sin que deba demostrar la relación de parentesco reconocida a otros ni la existencia de
otros sujetos.

Se ha señalado que la declaratoria de herederos tiene tres efectos básicos, sin perjuicios de otros
menores:

A. El primer efecto es el reconocimiento de la calidad de heredero;


B. el segundo efecto es el del otorgamiento de la posesión de la herencia;
C. el tercero es el relativo al efecto de la cosa juzgada.

3
La declaratoria de herederos se dicta sin perjuicios de terceros, ello significa que no cabe atribuirle
los efectos de l a cosa juzgada sustancial sino meramente formal.

Este tipo de juicio participa de la categoría de proceso universal, porque el juez resulta competente
para entender y resolver en todas las cuestiones patrimoniales que se suscitan entre los herederos o
entre éstos y terceros vinculados con la vocación hereditaria, y con los bienes dejados por el
causante. Así, ejerce fuero de atracción sobre todas las acciones de contenido patrimonial. Pero si se
tratara de derechos personales o familiares, debe acudir al fuero de familia especializado.

La ley sustancial atribuye el conocimiento de estos juicios al juez del último domicilio del causante,
conforme el principio establecido en el art. 2.336 del C.C. y C. de La Nación. El Art. 73 del C.C.
y C. dispone que la persona humana tiene su domicilio real en el lugar de su residencia habitual.
Si ejerce actividad profesional o económica lo tiene en el lugar donde la desempeña para el
cumplimiento de las obligaciones emergentes de dicha actividad.

Quien presente el escrito de iniciación del sucesorio, esto es, quien presente el pedido de declaratoria
de herederos, deberá acreditar su carácter de parte y la muerte del causante. Ambos extremos se
comprueban con las partidas pertinentes. La prueba del fallecimiento es de carácter necesario, de otro
modo, no se dará trámite a la petición de declaratoria.

Conforme el art. 656 C. P. C. C. Córdoba, se menciona quienes ostentan la legitimación activa para
solicitar la declaratoria de herederos. Además, el precepto acuerda legitimación a los acreedores de
los herederos en defecto de este, lo que implica que conforme lo dispone el art. 2.289 del C.C. y C.,
el acreedor o cualquier interesado puede solicitar judicialmente que el heredero sea intimado a
aceptar o renunciar a la herencia en un plazo no menor de un mes, ni mayor de tres meses,
renovable una sola vez por justa causa. Transcurrido el plazo sin haber respondido la intimación, se
lo tiene por aceptante.

A su turno el art. 657 C. P. C. C. Córdoba acuerda a los acreedores de la sucesión la posibilidad


de solicitar medidas en pos de la garantía de sus créditos.

El primer tramo del juicio sucesorio, denominado declaratoria de herederos, culmina con la resolución
que se dicta bajo la expresión en cuanto por derecho corresponda, esto significa que este acto
procesal es esencialmente vulnerable, pues no adquiere el carácter de cosa juzgada. En efecto, se
ha pronunciado sobre las personas presentadas y sus derechos, pero sin que la resolución excluya
para el futuro a quienes también podrían hacerlo invocando vínculos no considerados al dictarse dicha
declaratoria.

Si en oportunidad de la audiencia prescripta por el art. 659 C. P. C. C. Córdoba existiere oposición del
fiscal o desacuerdo entre los herederos respecto de la vocación hereditaria, vale decir, no le fuera
reconocida, la cuestión se sustanciará por el trámite de juicio abreviado configurando un incidente.

Juicio sucesorio propiamente dicho

El proceso sucesorio puede revestir la característica de ser testamentario o ab intestato, según que
respectivamente la totalidad de la sucesión se difiera conforme el llamamiento formulado por un
testamento o de acuerdo con el orden correspondiente a la sucesión legítima fijada por la ley.

También se podrá tramitar como herencia vacante en caso de no existir herederos, en tal
hipótesis no parece apropiado hablar de sucesión en sentido estricto, ya que no existen
herederos que legalmente deben suceder al causante, si este no haya otorgado testamento válido
disponiendo de la totalidad de sus bienes.

4
Avaluó y partición

La ley adjetiva prevé dos momentos que se configuran por el inventario de los bienes que
integran la sucesión y su correspondiente avalúo para luego efectuar la partición conforme a derecho.

De esto se deriva que ambas instituciones se correlacionan y complementan de acuerdo al fin del
juicio sucesorio. El avalúo consiste en señalar el precio de una cosa. En tanto que la doctrina ha
señalado que el inventario consiste en la operación de individualizar y describir los bienes relictos.

Las diligencias del inventario avaluó, deben ser llevadas a cabo con la noticia de todos los herederos y
demás interesados según señala el art. 673 del C. P. C. C. Córdoba Ello supone que serán
notificados en el domicilio constituido para que concurran a verificar la regularidad del acto en
defensa de sus intereses. Una vez que han sido notificados, el concurrir o no, importa una carga
procesal por lo que el acto podrá llevarse a cabo sin la comparecencia de algún interesado y sin
riesgos de nulidades.

La partición es el acto por el cual se pone fin a la comunidad hereditaria y, en consecuencia, se


determina la parte de alícuota que tiene cada heredero sobre el total de los bienes relictos.

La doctrina ha sentado que la partición efectuada por herederos mayores de edad, aprobada judicial y
debidamente inscripta en el Registro de la Propiedad, tiene el sello auténtico de los instrumentos
públicos y constituye un título perfecto e inatacable, que hace innecesaria la escritura pública.

Esta etapa es el tramo final del juicio sucesorio, ya que finaliza el estado de indivisión hereditaria.

Es sabido que la partición puede ser judicial o privada. La partición es judicial cuando la misma
es realizada por un partidor designado por el juez. Mientas que la partición es privada cuando los
herederos acuerdan en tal sentido sobre este punto.

A los fines de la realización de la partición, los principios rectores resultan fijados por los arts.
2.369 a 2.384 del Código Civil y Comercial de La Nación.

Administración de la herencia

La administración de la herencia brinda la solución legal ante indivisiones que se extienden en forma
prolongada en el tiempo. El derecho de fondo brinda la regla básica contemplada en el art. 2.346 del
C.C. y C., según la cual la administración corresponde a todos los coherederos declarados tales
obrando unánimemente.

La administración de la herencia configura un incidente, no necesariamente contradictorio, sino


informativo. El expediente de administración es uno en que el administrador dará cuenta de toda su
gestión; solicitará las actuaciones necesarias, depositará los fondos que perciba por alquileres o por
cualquier otro concepto, etc., deberá permanecer siempre en secretaría, a disposición de los
interesados y solo podrá ser retirado con autorización del juez.

El administrador será elegido de común acuerdo por los herederos; en caso contrario, la ley llama
preferentemente para ejercer la función de administrador al cónyuge supérstite o al heredero que
prima facie reúna mejores condiciones para el desempeño del cargo.

Como toda persona que gestiona intereses ajenos, el administrador de la sucesión se encuentra
obligado a rendir cuentas de su cometido. Todos los códigos argentinos vigentes imponen tal
obligación.

5
Referencias
Ley N° 8465 (1995). Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Córdoba. El Senado y la
Cámara de Diputados de la provincia de Córdoba.

Ley N° 26.994 (2014). Código Procesal Civil y Comercial de La Nación. Honorable Congreso de La
Nación Argentina.

6
Juicio
arbitral

Derecho
Procesal II
(Procesal Civil)
Juicio arbitral (pp. 302 a 317, T II)
Impugnaciones. Concepto, procedimientos, clases
(pp. 76 a 77, T II)
El presente tópico fue desarrollado en el módulo N° 3, al tratar los medios alternativos de resolución
de conflictos. Por ello nos remitimos a lo expuesto ut supra.

El instituto denominado impugnación, es definido por Couture (2014) como “el poder y actividad de
atacar, tachar o refutar un acto del proceso judicial” (por ejemplo: un documento, una declaración
testimonial, un dictamen de peritos, un proceso, etc.) con el fin de obtener su revocación o
invalidación.

Dentro del concepto de impugnación que constituye el género, están comprendidos como especies:
los recursos (como el de apelación, casación, directo), los incidentes de reposición y aclaratoria, el
incidente de nulidad (art. 76 y siguientes del C.P.C.C. Córdoba), la acción de revisión (denominada
incorrectamente "recurso”, por el art. 395 del C.P.C.C. Córdoba) y las excepciones o defensas que
puede ejercer el demandado.

Desde un punto de vista didáctico, el análisis de la impugnación procesal debe dar respuesta a
estas preguntas:

 ¿Quién impugna?
 ¿Qué se impugna?
 ¿Cómo se impugna?
 ¿Cómo se tramita la impugnación?

Desde un punto de vista subjetivo, y a los fines de responder a la primera pregunta, se puede
conceptualizar a la impugnación procesal como la facultad que la ley confiere a las partes, y
excepcionalmente a los terceros interesados, para obtener por el mismo juez u otro superior, la
invalidación del acto procesal irregularmente cumplido, o la revocación, modificación o sustitución de
la resolución jurisdiccional injusta.

El requisito indispensable para la procedencia de la impugnación es la existencia del “agravio” o


“gravamen”, entendiéndose por agravio la injusticia, la ofensa, el perjuicio material o moral que
ocasiona al impugnante el acto atacado.

Así como el interés es la medida de la acción, el agravio es la medida de la impugnación. En materia


de recursos, el agravio está representado por el rechazo total o parcial de las pretensiones hechas
valer en el proceso por el recurrente.

Al respecto, el primer párrafo del art. 354 C.P.C.C. Córdoba, dispone que solo podrá recurrir la
parte que tuviere un interés directo. Este interés directo es el “agravio” o “gravamen” antes
referenciado, es decir, aquel que se tiene con respecto a la resolución que se considera injusta o
ilegal. Así, por ejemplo, una de las partes no podrá agraviarse de la sentencia que acogió su
pretensión porque esta se fundó en una doctrina distinta a la que ella sustentó en el proceso, o
porque, por ejemplo, la sentencia acogió una sola de las tres causales de divorcio en que se
fundó la pretensión contenida en la demanda.

Fundamentos

Motivos o causales de impugnabilidad: alude a la pregunta: ¿qué se impugna? La impugnación en


2
general, y el recurso en particular, procura eliminar errores o vicios inherentes a ciertos actos
procesales.

El error en materia procesal, desde el punto de vista de la función del juez, puede afectar a un
doble orden de intereses: es un error en la apreciación de la norma jurídica aplicable al caso o es
un error en la tramitación del proceso.

En el primer caso, el error consiste en la aplicación de la norma jurídica y de este modo afecta
la justicia de la sentencia: error in indicando.

En el segundo, el error consiste en el apartamiento o quebrantamiento de las formas procesales


establecidas, y entonces afecta la validez formal de la sentencia: error in procedendo.

En el primer caso, los errores de la justicia de la sentencia se remedian mediante los medios
impugnativos, cuyo arquetipo es el recurso de apelación, por ejemplo: sentencia injusta porque no
aplicó bien la ley que resuelve la cuestión (art. 1716 del C.C. y C); en el segundo, no se trata de
reparar una injusticia, sino de mantener las formalidades legales, establecidas como garantía del
justiciable, por ejemplo, la defensa en juicio, y la impugnación típica es la nulidad (mediante
incidente, recurso o acción impugnativa) la cual privando la eficacia del acto, restablece la
imperatividad formal del proceso.

En síntesis, mediante el poder de impugnación se procura que los actos procesales (resoluciones
judiciales, actos de partes y de terceros intervinientes en el proceso) sean justos, como condición
indispensable para obtener la paz social. Pero además de justos, que los mismos respeten las
disposiciones establecidas por las leyes de procedimiento, como medio de salvaguardar en última
instancia, los derechos y garantías constitucionales (derecho al debido proceso adjetivo, derecho de
defensa en juicio, derecho al juez natural). Es decir, que los actos procesales vistos en su faz
dinámica deben respetar los principios técnicos jurídicos por los cuales se orientan en el proceso
moderno. Además, se requiere que el acto procesal sea justo en cuanto a su conformidad con las
reglas ético-jurídicas por las cuales se determina la licitud o ilicitud de la conducta humana, con el
fin último de proveer una mayor tranquilidad del orden establecido.

El acto impugnativo

La tercera de las preguntas planteadas: ¿Cómo se impugna?, requiere analizar la facultad de


impugnar que se traduce en una actividad que ha de desarrollar el impugnante, dentro del tiempo
hábil establecido en la ley procesal, para evitar que se produzca el efecto preclusivo, y con ello, la
caducidad de dicha facultad.

El acto impugnativo, siguiendo a Zinny (1997), consta de dos partes, que pueden o no cumplirse
simultáneamente, según sea la previsión legal.

La primera es la manifestación de voluntad de impugnar, que se exterioriza en la concreta


interposición de la impugnación (por ejemplo, la interposición del recurso de apelación); la segunda,
es la expresión de los agravios, es decir, la indicación de las razones por las cuales el agraviado
considera afectado o perjudicado su derecho con el acto procesal impugnado.

La expresión de agravios consiste en el desarrollo de una línea argumental con la que el impugnante
intenta demostrar mediante una crítica concreta, precisa y circunstanciada, la existencia del error o
vicio que imputa al acto procesal atacado, en virtud del cual sufre el agravio que expresa. Además, el
impugnante propone, con fundamentos, la solución que estima correcta.

Admisibilidad

La impugnación, como toda actividad de las partes, para ser eficaz requiere de una actuación del
tribunal, que se conoce con el nombre de juicio de admisibilidad.

Una vez interpuesta la impugnación, el tribunal que dictó el pronunciamiento cuestionado deberá
resolver sobre su admisión, para conceder o denegar dicha impugnación.
3
Las condiciones que debe cumplir el acto impugnativo para que no sea declarado inadmisible son
las expresamente previstas por la ley, además de las que surjan de los principios generales:
resolución recurrible (impugnación objetiva), tener el recurrente legitimación (impugnación subjetiva,
por ejemplo, ser parte o tercer afectado), regularidad y completividad del acto (formalidad, como en
el recurso de reposición que debe fundarse en el mismo acto que se interpone), cumplimiento en el
plazo fijado (oportunidad). Dichas condiciones de admisibilidad varían de un medio impugnativo a
otro.

El juicio de admisibilidad no es definitivo cuando se trata de un recurso en el sentido estricto (que


tiene efecto devolutivo), pues, aunque el tribunal a quo o inferior haya concedido el recurso, el
tribunal ad quem o superior podrá denegarlo con el argumento de que el recurso no debió ser
admitido. En este sentido, el segundo párrafo del art. 355 del C.P.C.C. Córdoba, establece que “si
el recurso hubiera sido erróneamente concedido, el superior así lo declarará sin pronunciarse sobre
el fondo”1.

El poder de impugnación puede ponerse en práctica a través de diversas vías o medios


procesales, que se denominan “vías impugnativas”.

El incidente impugnativo

El de reposición, aclaratoria, incidente de nulidad, implican por regla, la no devolución a otro tribunal
de superior jerarquía. Y procura, por vía del incidente, que el mismo tribunal de la resolución
impugnada o del acto defectuoso, la revoque o anule por “contrario imperio”, o corrija algún error
material, aclare un concepto oscuro o supla una omisión (en el caso de la aclaratoria: art. 336 del
C.P.C.C. Córdoba) o declare la nulidad de un acto procesal defectuoso (en el caso del incidente de
nulidad: art. 76 y siguientes del C.P.C.C. Córdoba).

El incidente impugnativo y el recurso tienen en común que se interponen contra resoluciones no


firmes e impidien que adquieran fuerza de cosa juzgada. Pero se diferencian por su objeto, ya que
mientras el incidente puede deducirse contra un acto procesal (por ejemplo, contra una notificación
defectuosa) o contra un procedimiento, el recurso, en cambio, solo puede tener por objeto
decisiones judiciales y mediante él se procura que un tribunal de superior jerarquía al que dictó la
resolución cuestionada controle la legalidad y justicia de este.

El recurso

En sentido estricto, implica devolución, y por regla, tiene efecto suspensivo. Con la admisibilidad del
recurso se abre la competencia funcional por grado del tribunal superior. Procede contra las
resoluciones judiciales (sentencias, autos o decretos) y persigue la revocación, modificación,
sustitución o invalidación de la resolución impugnada. Los medios recursivos son la apelación,
casación, la inconstitucionalidad y el directo.

Demanda o acción impugnativa

Importa el ejercicio del poder de acción procesal cuyo contenido es una pretensión invalidatoria
contra la cosa juzgada írrita fundada en los motivos previstos por la ley (art. 395 del C.P.C.C.
Córdoba, que se interpone y tramita ante el Tribunal Superior, art. 397 C.P.C.C. Córdoba). Clariá
Olmedo (1982) opina que la acción impugnativa, además de atacar una sentencia que ha pasado
en autoridad de cosa juzgada (revisión), también puede dirigirse contra la ilegitimidad de una
decisión dictada por la Administración Pública, que ha quedado firme luego de haberse agotado la
vía administrativa y es lo que se conoce como demanda contencioso - administrativa.

Las excepciones procesales

1
Art. 355 – Ley N° 8465 (1995). Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Córdoba. Senado y Cámara de
Diputados de la provincia de Córdoba.
4
Técnicamente atacan la legitimación para obrar o del obrar en un proceso determinado y tienen por
objeto posibilitar una adecuada traba de la litis. Es una de las formas de plantear la nulidad en el
proceso, ya que cuando se articula una excepción procesal se está denunciando un vicio de forma;
con la pretensión de que el acto viciado no siga produciendo efectos en el proceso, vgr., la
excepción de defecto legal en el modo de proponer la demanda denuncia que el acto procesal
demanda, no reúne los requisitos formales previstos en la norma del art. 175 del C.P.C.C. Córdoba.

En tanto, no podemos llamar impugnaciones a las excepciones sustanciales o perentorias, porque


constituyen nominaciones concretas de específicos medios de oposición, que genéricamente se
denominan “defensas”, porque atacan al derecho sustancial de la relación jurídica.

Profundizaremos ahora sobre cada uno de estos medios.

Incidentes
Concepto. Clases (pp. 77 a 87, T II)

De conformidad con el art. 426 del C.P.C.C. Córdoba los incidentes son cuestiones que se
suscitan durante la tramitación de un pleito y que tiene una vinculación con aquél.

El legislador procesal ha clasificado los incidentes según el trámite por el cual se sustancian, entre
incidentes nominados e innominados (art. 427 del C.P.C.C. Córdoba).

En cuanto a los incidentes nominados, su trámite está regulado específicamente en la legislación


procesal y supletoriamente se aplican las normas del juicio abreviado. Mientras que, los genéricos o
innominados, se rigen por el procedimiento del juicio abreviado y destacan algunos supuestos
excepcionales que prevén un simple traslado o vista, previo a su resolución (por ejemplo, el
pedido de modificación de una medida cautelar, art. 463 del C.P.C.C. Córdoba).

En cuanto al efecto, los podemos dividir en suspensivos y no suspensivos, art. 428 y 429 del
C.P.C.C. Córdoba. Como regla general, los incidentes no suspenden el trámite del proceso principal y,
en caso de duda, hay que considerar la naturaleza de la cuestión debatida y la interpretación debe ser
restrictiva a favor de la continuación del trámite.

El incidente de nulidad

El art. 76 del C.P.C.C. Córdoba dispone que: “procederá la nulidad de los actos procesales cuando
la ley prevea expresamente esa sanción o cuando el acto carezca de los requisitos indispensables
para la obtención de su finalidad”2.

En cuanto al trámite, el art. 78 del mismo cuerpo legal prescribe el plazo de 5 días hábiles (desde
que fue conocido el acto viciado) para interponer dicho recurso, transcurrido el mismo se entiende
que ha sido consentido.

La casuística jurisprudencial ha señalado que es condición esencial la existencia del perjuicio para
declarar la nulidad, este debe ser concreto y debidamente acreditado. Además, no corresponde
declarar la nulidad si quien la articula no alega un perjuicio patrimonial injusto, aunque se le
hubiere privado de alguna defensa legitima.

El interesado deberá presentarlo por escrito. Admitido, el tribunal correrá vista a la contraparte para
que en el plazo de seis días conteste y oponga las pruebas que hagan a su derecho. La prueba
deberá diligenciarse en el plazo de 15 días. Una vez recibida y vencido, el tribunal llamará autos
para definitiva y dictará sentencia, la cual será apelable.

Incidente de reposición

En paridad de conceptos, constituye un incidente porque no tiene efecto devolutivo, propio de los

2
Art. 76 – Ley N° 8465. Op. Cit.
5
recursos, toda vez que por su intermedio se pretende que el mismo tribunal que dictó la resolución
impugnada, utilizando su poder decisorio, la elimine, modifique o revoque por contrario imperio.

El recurso de reposición procede contra los decretos o autos dictados sin sustanciación, traigan o
no gravamen irreparable, a fin de que el tribunal que los haya dictado los revoque por contrario
imperio.

Lo decisorio, por el que las resoluciones mencionadas puedan ser susceptibles de ser atacadas por
la reposición, es que hayan sido dictadas sin sustanciación.

Una vez interpuesta la reposición, el tribunal corre traslado de esta, por tres días, a la otra parte (art.
170 del C.P.C.C. Córdoba) y luego, dicta el pronunciamiento resolviendo la misma.

Recursos ordinarios
Concepto. Clases. Apelación y Anulación: Concepto Naturaleza. Efectos. Adhesión. Deserción

El recurso es el medio que la ley procesal le acuerda a las partes (y excepcionalmente a terceros
equiparados a las partes) en el proceso, para requerir la revocación o anulación de una resolución
que le cause agravio al mismo tribunal que la dictó o a otro de superior jerarquía. La finalidad del
recurso es enmendar errores del tribunal.

Apelación

El recurso de apelación es el remedio procesal encaminado a lograr que un órgano judicial


jerárquicamente superior (ad quem), con respecto al que dictó una resolución (a quo), que se
estima injusta, la revoque, la modifique o sustituya, total o parcialmente, dentro de los límites
establecidos por la expresión de agravios.

Es sin dudas el más libre y amplio de todos los medios impugnativos. Según Clariá Olmedo “se
interpone ante el juez el pronunciamiento agraviante por quien tenga interés, para que el tribunal de
instancia inmediata superior reexamine lo resuelto y revoque o modifique la decisión impugnada”.

Carece la limitación de motivos, lo que permite entonces la multiplicidad de instancias. Tiene como
caracteres esenciales:

-Efecto devolutivo.
-Por regla suspensivo.
-Ordinario.
-De instancia plural.
-Positivo.
-Principal y subsidiario.
- C.P.C.C. Cba. contiene al de nulidad.

La doctrina mayoritaria concibe que la apelación, si bien libre y amplia, no deja de ser un re-examen
de lo resuelto. La misma es limitada por la acción interpuesta, las defensas y alegaciones producidas
en primera instancia. Límites que no pueden ser transpuestos por el tribunal de alzada. Nuestro C.
P. C. C. de Córdoba, regula la procedencia de la apelación en el art. 361 y prescribe que solo será
viable respecto de sentencias, autos y providencias (estas últimas, que causen gravamen que no
pueda ser reparado por la sentencia).

Respecto a la sentencia, se puede apelar toda o parte de ella. En caso de duda, se debe entender
que se ha recurrido en su totalidad.

En cuanto a los autos, son en general resoluciones que resuelven incidentes en los que ha habido
contradicción. Sin embargo, la ley admite todas las posibilidades, causen o no gravamen irreparable.

Para las providencias simples, meros decretos, se requiere que no puedan ser reparadas por la
sentencia, es decir, que causen gravamen irreparable.
6
En la legislación procesal cordobesa la nulidad se encuentra comprendida en el recurso de apelación
(art. 362 del C.P.C.C. Córdoba).

El acto de voluntad (de simple interposición del recurso) y el acto de inteligencia (expresión de
agravios), se prevén en dos oportunidades diferentes.

En efecto, la interposición de recurso bajo estudio, es un acto simple, que se realiza por escrito o
diligencia, en que el impúgnate manifiesta ante el juez la voluntad de recurrir. Esta instancia se
realiza en forma escueta ante el tribunal que dictó la resolución, quien analizará los requisitos
formales y en consecuencia admite o no la petición.

Si el recurso es admitido, se eleva el trámite al tribunal de alzada ante quien se expresarán los
agravios (art. 368 del C.P.C.C. Córdoba).

Como sabemos, la expresión de agravios es un acto postulatorio de importancia, ya que fija y


delimita la competencia subjetiva y objetiva del a quem. Formulada la expresión de agravios se dará
la oportunidad a la contraria para que ejercite su derecho de defensa o manifieste sus razones.

Con fundamento en el principio de economía procesal y elementales razones de igualdad de las


partes, la ley reconoce el instituto de la adhesión. Ello importa otorgar otra oportunidad a quien no
apeló la sentencia, es decir, se le brinda la posibilidad de usar la instancia impugnativa abierta
por la contraria (art. 372 del C.P.C.C. Córdoba).

También puede renunciarse al recurso ya interpuesto, lo cual puede ser concretado por vía de
desistimiento expreso, que puede efectuar el impugnante después de concedido el recurso. Además,
puede efectuarlo por forma de desistimiento tácito, que es lo técnicamente se denomina deserción
(art. 374 C.P.C.C. Córdoba).

A continuación, presentamos un modelo de escrito:

Figura 1

Interpone recurso de apelación

Sr. Juez:

José Evaristo Rodríguez, por la participación que tiene acordada en estos


autos caratulados: “Quiroga Juan Manuel c/ José Evaristo Rodríguez.
Ordinario - daños y perjuicios - Exp. Nº 7458/36”, constituyendo domicilio en
Achával Rodríguez 293, planta baja “F”, ante V.S. respetuosamente comparece
y dice:

1. Que en tiempo y legal forma interpone por este acto recurso de


apelación en contra de la sentencia número quinientos diecisiete de
fecha 12 de diciembre de 2007, dictada en esta causa.
2. Por lo expuesto a V.S. solicita:
a) Tenga por interpuesto en legal tiempo y forma el presente
recurso de apelación.
b) Conceda la impugnación y en consecuencia eleve las
actuaciones a la Excma. Cámara en lo Civil y Comercial que
en turno corresponda.

Será Justicia

Fuente: Elaboración propia.

7
Figura 2

Expresa agravios

Excma. Cámara:

José Evaristo Rodríguez, por la participación que tiene acordada en estos autos
caratulados: “Quiroga Juan Manuel c/ José Evaristo Rodríguez. Ordinario- daños
y perjuicios- Exp. Nº 7458/36, constituyendo domicilio en Achával Rodríguez 293,
planta baja “F”, ante V.E. respetuosamente comparece y dice:
1. OBJETO
Que en tiempo y legal forma viene por la presente a expresar agravios en
relación al recurso de apelación oportunamente interpuesto en contra de la
sentencia quinientos diecisiete de fecha 12 de diciembre de 2007, solicitando
que en mérito de los argumentos que seguidamente se exponen se revoque la
misma, con costas.

2. AGRAVIOS
RECORDAR QUE TIENE QUE SER UNA CRÍTICA CIRCUNSTANC IAD A DE LA
SENTENCIA QUE SE IMPUGNA, ADEMÁS DEL CAMINO LEGAL QUE DEBIÓ
REALIZAR EL SENTENCIANTE…… ……… ………… ………… ……… ……........

3. PETITUM:
a. Por lo expuesto a V.E. solicita: Tenga por expresado en tiempo y forma los
agravios en relación al recurso de apelación interpuesto.
b. Oportunamente haga lugar a las impugnaciones deducidas, en los términos y
con el alcance de los agravios expresados, con costas.

Será Justicia

Fuente: Elaboración propia.

Recursos auxiliares (pp. 105 a 108, T II)


Pronto despacho y retardada justicia. Aclaratoria. Interpretación de la sentencia. Recurso
Directo. Pronto despacho y retardada justicia.

Conforme el art. 126 del C.P.C.C. Córdoba, vencido el plazo en que debe dictarse cualquier
resolución del tribunal, el interesado puede solicitar un pronto despacho y, además, si dentro de los
tres días siguientes de la presentación no lo obtuviere, procederá el recurso de retardada justicia, por
ante el superior inmediato que corresponda. Asimismo, podrán ser condenados el juez o lo
miembros de la Cámara, a una multa disciplinaria. Sin embargo, tal como lo prescribe el art.127
del C.P.C.C. Córdoba, en el último supuesto, la decisión puede ser impugnada por los jueces en vía
directa ante el Tribunal Superior de Justicia y por los magistrados de Cámara, mediante un recurso de
reconsideración.

Aclaratoria. Interpretación de sentencia

Según el art. 336 del C.P.C.C. Córdoba, pronunciada y notificada la sentencia, concluye la
competencia del tribunal respecto al pleito, pero podrá corregir cualquier error material, aclarar
algún concepto oscuro o suplir cualquier omisión, siempre que se solicite dentro de los tres días
siguientes al de la notificación.

Solicitada la aclaración o corrección de la sentencia, el tribunal resolverá, sin sustanciación, en el plazo


de 10 días (art. 337 del C.P.C.C. Córdoba).

8
Interpretación de la sentencia

La interpretación de la sentencia se rige de acuerdo con las previsiones del art. 338 del C.P.C.C.
Córdoba.

Lo dispuesto sobre la conclusión de la competencia del tribunal, no obsta para que pueda
interpretar su propia sentencia en cualquier tiempo, a mérito de la ejecución de ésta o de juicio
contradictorio sobre su inteligencia.

El recurso directo

El recurso directo, también denominado de queja, constituye en remedio procesal tendiente a


obtener que el tribunal competente para entender en segunda o en ulterior instancia, tras revisar
el juicio de admisibilidad efectuado por el órgano inferior, preliminarmente en orden a si el
recurso fue bien o mal denegado, revoque la providencia denegatoria del recurso, la declare
admisible y, eventualmente, disponga sustanciarla en la forma y efectos que corresponda.

La finalidad de este recurso es de que el superior acuerde el recurso no concedido por el


inferior. Es decir, que el superior declare mal concedido el recurso de apelación, casación o
inconstitucionalidad. Es importante destacar que el recurso directo reconoce como límite el examen de
la denegatoria del recurso, sin que corresponda investigar la materia que constituye el contenido
del pronunciamiento impugnado.

El recurso directo debe bastarse a sí mismo, de manera tal que su resolución sea posible con
los recaudos acompañados en su interposición. Así el art. 402 del C.P.C.C. Córdoba, segundo
párrafo, exige que el impugnante del recurso directo, bajo pena de inadmisibilidad, deberá:

1. Constituir domicilio.
2. Acompañar copia simple suscripta por el letrado, bajo responsabilidad del art. 90 del C.P.C.C.
Córdoba, de la resolución recurrida, de la interposición del recurso y, en su caso, de la
contestación, de la denegación y, en los supuestos previstos en los incs. 3 y 4 del art. 383 del
C.P.C.C. Córdoba, de los precedentes contradictorios, si correspondiere.
3. Indicar, bajo la misma responsabilidad, las fechas en que quedó notificada la resolución recurrida, en
que se interpuso el recurso y en que fue notificada la resolución denegatoria.

Se podrán también agregar copias, en la misma forma de las constancias del expediente que estime
pertinentes.

Por último, presentado el recurso, el superior resolverá en el plazo de 10 ( diez) días, previa orden
al inferior para que informe los motivos de la denegación, si no estuvieren expresados en la resolución
o para que los amplíe, dentro del plazo de cinco días (art. 403 del C.P.C.C. Córdoba).

Casación
Concepto Naturaleza Efectos. Resoluciones recurribles. Procedimiento. Plazo. Motivos
Trámite ante el tribunal Superior. Efectos: acciones impugnativas. Inconstitucionalidad

Casación

El recurso de casación es el medio de impugnación por el cual, por motivos de derecho


específicamente previstos por la ley, una parte postula la revisión de los errores jurídicos atribuidos
a la sentencia de mérito que la perjudica y reclama la correcta aplicación de la ley sustantiva o la
anulación de la sentencia, así como una nueva decisión, con o sin reenvío a nuevo juicio. Es un
recurso extraordinario en cuanto no implica la posibilidad del examen y resolución ex novo de todos
los aspectos, sino que dicho examen se limita a las cuestiones nacidas de la aplicación de la ley
sustantiva o procesal y procede para corregir errores de derecho que vicien la resolución
impugnada. De dicho carácter extraordinario se desprende también la imposibilidad de introducir en
el procedimiento actos de prueba.
9
El arbitrio casatorio se constituye como la herramienta idónea para el logro de la unidad jurídica,
pues asigna al órgano de casación, potestad uniformadora de la jurisprudencia.

Así, se apuntan dos fines a la casación: por un lado, la función, es decir que la télesis del
instituto es controlar la actividad de los jueces. El otro fin consiste en que es uniformador de la
jurisprudencia y a esta función le deberíamos sumar otra más: la justicia del caso.

El carácter excepcional de este medio impugnativo se manifiesta en los siguientes aspectos: las
causales de impugnación y las resoluciones contra las que procede.

El art. 383 del C.P.C.C. Córdoba establece que el recurso de casación procederá por los
siguientes motivos:

1- Que la decisión de segunda instancia se hubiere dictado violando los principios


de congruencia o de fundamentación lógica y legal, o que se hubiere dictado con
violación a las formas y solemnidades y prescriptas para el procedimiento o la
sentencia. No procederá si el recurrente hubiere concurrido a producirla, aceptando
los actos nulos, o que éstos, no obstante la irregularidad, hubieren logrado la
finalidad a que estaban destinados; o no resultare afecta la defensa en juicio.
Violación al principio de congruencia: el principio indica que debe existir una
correlación entre la pretensión y la decisión.
Falta de fundamentación lógica y legal: la sentencia debe ser necesariamente
fundada, pero esa fundamentación debe enmarcarse, además, dentro de las reglas
de la sana crítica racional. Este motivo conduce a considerar arbitraria a la sentencia
y, con ello, a abrir otra vía recursiva distinta de la casación– inconstitucionalidad por
arbitrariedad de las sentencias.
Violación de las formas y solemnidades prescriptas para el procedimiento o la
sentencia: se trata de todos aquellos actos cuya inobservancia está sancionada con
inadmisibilidad, caducidad, preclusión o nulidad.

2.- Que se hubiere violado la cosa juzgada material.

3.- Que el fallo se funde en una interpretación de la ley que sea contraria a la
hecha, dentro de los cinco años anteriores a la resolución recurrida, por el propio
tribunal de la causa, por el Tribunal Superior de Justicia, un tribunal de apelación en
lo civil y comercial, u otro tribunal de apelación o de instancia única de esta
provincia. Si el fallo contradictorio proviniere de otra sala del Tribunal Superior de
Justicia, o de un tribunal de otro fuero, el tribunal de casación se integrará con la
Sala Civil y con la sala que corresponda, del Tribunal Superior de Justicia.

4.- Que el fallo contraríe la última interpretación de la ley hecha por el Tribunal
Superior de Justicia en ocasión de un recurso fundado en el inciso precedente. De
tal modo la casación en cuanto medio de impugnación de naturaleza extraordinaria, no
puede ser ejercitada mediante la invocaron de cualquier agravio, sino que requiere para
su procedencia, que el gravamen sea vehiculizado a través de los medios que la ley
prevé a tal fin3.

En cuanto al punto B que expresamos, el carácter extraordinario del recurso de casación se


concreta en que sólo son cuestionables por esta vía:

 Las sentencias definitivas.


 Los autos que pongan fin al proceso, hagan imposible su continuación o causen un
gravamen irreparable, dictados por la cámara.
 Resoluciones no definitivas, sólo por los motivos de los incisos 3 y 4 del art. 383 del
C.P.C.C. Córdoba.

3
Art 383 – Ley N° 8465. Op. Cit.
10
La impugnación debe ser interpuesta fundadamente, con indicación del motivo casatorio en que
se basa, ante la cámara de apelaciones que dictó la resolución que se impugna y dentro del plazo
de 15 días de notificada la sentencia (art. 385 del C.P.C.C. Córdoba).

Presentado el recurso, se corre traslado a la contraria por el plazo fatal de 15 días y el tribunal
resuelve sobre su admisibilidad, concediéndolo o denegándolo. Por su parte, cuando la
inadmisibilidad del recurso es manifiesta, el tribunal no le da trámite y puede rechazarlo in limine
(art. 386 C.P.C.C. Córdoba).

En la hipótesis de que la casación resultare concedida, se elevan las actuaciones al Tribunal


Superior, quien resuelve en definitiva. El alto cuerpo, tras efectuar un nuevo examen de
admisibilidad puede declarar nulo el procedimiento, en cuyo caso debe reenviar obligatoriamente los
autos al tribunal que corresponda para que la causa sea nuevamente tramitada y juzgada (art. 389
C.P.C.C. Córdoba).

En los demás supuestos en que se acoge el recurso, el Tribunal Superior puede decidir el punto
discutido con arreglos a derecho, por lo que el reenvío es facultativo (art. 390 C.P.C.C. Córdoba).

Inconstitucionalidad provincial

Es el recurso extraordinario, devolutivo, que versa solo sobre cuestiones de derecho, acordado para
impugnar las sentencias o resoluciones equiparables a estas, que hayan decidido un caso
constitucional, entendiéndose por tal a aquel que versa sobre la validez o invalidez de una norma
cuestionada como contraria a la constitución de la provincia.

Así, el art. 391 de la ley adjetiva civil cordobesa prescribe que el recurso de inconstitucionalidad
procederá por los siguientes motivos:

1. Cuando en el proceso se haya cuestionado la validez de una ley, decreto,


ordenanza o reglamento, bajo la pretensión de ser contrarios a la constitución.
2. Cuando en el proceso se haya puesto en cuestión la inteligencia de alguna
cláusula de la constitución y la decisión haya sido contraria a la validez del título,
derecho, garantía o exención que sea materia del caso y que se funde en esa
cláusula4.

Se trata de vicios in indicando respecto de cuestiones de derecho y debe plantearse durante el


proceso, al criticar la norma provincial que se considera aplicable al caso llevado a juzgamiento. La
herramienta idónea para asegurar la serie escalonada de normas (estando en el grado supremo la
Constitución) y la primacía de la Carta Magna, se encuentra en la función jurisdiccional y corresponde
al órgano judicial el deber de declarar la inconstitucionalidad de una norma jurídica, como última ratio
para afirmar la supremacía constitucional.

Al Tribunal Superior de Justicia provincial le corresponde la última palabra en la esfera provincial.


El control constitucional en la órbita de nuestra provincia de Córdoba, es susceptible de ser
realizado por dos vías claramente diferenciables. Por un lado, puede ser llevado a cabo en forma
directa a través de la acción declarativa de inconstitucionalidad (art. 165 Inc. 1, apartado a de la
constitución Provincial) y por otro, en forma indirecta, reclamando la efectivización de tal control,
dentro del marco de un proceso judicial.

A través de las primeras de las vías mencionadas, se efectúa el control directo de


inconstitucionalidad, en instancia originaria y en pleno por ante el Tribunal Superior de Justicia y en
forma exclusiva, esto es, desprovisto de toda otra cuestión incidental. Este carril autónomo tiene por
objeto el control de la validez constitucional de las leyes.

Mediante la segunda vía referida, el control de constitucionalidad puede ser realizado por cualquier
juez provincial, conociendo en última instancia el Tribunal Superior de Justicia a través del recurso

4
Art 391 - Ley N° 8465. Op. Cit.
11
de inconstitucionalidad. En este supuesto, la cuestión constitucional va insertada dentro de una
controversia principal.

La ley establece que el presente recurso procede contra las mismas resoluciones en que es viable
interponer el recurso de casación ( art. 392 C.P.C.C. Córdoba) y que se sustancia por el mismo
trámite previsto para aquel. La única diferencia es que, en la instancia ante el Tribunal Superior de
justicia, éste se resolverá previa vista al Fiscal general, según el art. 393 del C.P.C.C. Córdoba.

Acciones impugnativas: Revisión

Es una acción extraordinaria y de interpretación restrictiva, fundado en causa legal (es decir,
coincidir con alguno de los motivos taxativamente autorizados por la ley para su procedencia).

Sólo contempla el aspecto formal de la sentencia y corrige errores in procedendo, no in iudicando,


por lo que no constituye una tercera instancia. Debe hacer caer la sentencia y procede contra la
cosa juzgada, cualquiera que sea el tribunal que la haya dictado.

Debe interponerse por escrito ante el Tribunal Superior de Justicia, quien dentro de los diez días de
interpuesto resolverá sobre su admisibilidad. Si lo admite emplazará al recurrido, en ambos
domicilios, para que comparezca ante él y constituya domicilio bajo apercibimiento de rebeldía. El
recurso se sustanciará por el trámite de juicio ordinario (arts. 397 a 400 del C.P.C.C. Córdoba).

12
Referencias

Couture, E. (2014). Fundamentos del Derecho Procesal Civil [4° Edición]. Buenos Aires: Euros.

Clariá Olmedo, J. (1982). Derecho Procesal. T II. Buenos Aires: Ed. Depalma.

Ley N° 8465 (1995). Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Córdoba. Senado y Cámara de
Diputados de la provincia de Córdoba.

Zinny, J. (1997). Derecho Procesal Civil – Teoría General del Proceso. Buenos Aires: Ed. Atenea.

13
Medidas
cautelares

Derecho
Procesal II
(Procesal Civil)
Medidas cautelares (pp. 319 a 412)
Concepto. Naturaleza

Objeto. Requisitos de fundabilidad

En el ámbito civil, las medidas cautelares se han definido como aquellas que tienden a impedir que
el derecho, cuya actuación se pretende, pierda virtualidad o eficacia durante el tiempo que
transcurre entre demanda y sentencia.

Con mayor amplitud de concepto se ha señalado que son resoluciones jurisdiccionales


provisionales, que se dictan in audita parte (sin previo oír al afectado) o con trámite sumario o de
conocimiento limitado, con el fin de evitar el menoscabo inminente de derechos personales o
patrimoniales.

Expresa Palacio (2005) que el proceso cautelar es aquel que tiende a impedir que el derecho,
cuyo reconocimiento o actuación se pretende obtener a través de otro proceso, pierde su
virtualidad o eficacia durante el tiempo transcurrido entre la iniciación de dicho proceso y el
pronunciamiento de la sentencia definitiva.

Naturaleza

Fassi y Yañez (1989) expresan que todas las medidas cautelares son de naturaleza preventiva.
Constituyen un anticipo de la garantía jurisdiccional y son un accesorio o instrumento del proceso.
Además, se hallan supeditadas y encuentran su justificación en la necesidad de mantener la igualdad
de las partes en el juicio y evitar que se convierta en ilusoria la sentencia que ponga fin al mismo.
Finalmente, n o constituyen un fin en sí mismas, sino que se hallan ineludiblemente preordenadas a la
emisión de una ulterior resolución definitiva.

Procedencia. Objeto

El objeto de las medidas cautelares consiste en asegurar el cumplimiento del pronunciamiento que
eventualmente ha de dictarse en un juicio. Su carácter es eminentemente preventivo y más que a
hacer justicia, está destinada a asegurar que la justicia alcance el cumplimiento eficaz de su
cometido.

Nuestro artículo 456 del C.P.C.C. Córdoba, sostiene que salvo el embargo preventivo y los
supuestos contemplados en las leyes de fondo, las medidas cautelares pueden ser solicitadas
conjuntamente con la demanda o después. El escrito debe expresar el derecho que se pretende
asegurar, la medida que se pide, la disposición legal en que se funda, y el cumplimiento de los
requisitos que correspondan, en particular, a la medida requerida.

Presupuestos de procedencia

La doctrina y la legislación reconocen tres supuestos o requisitos fundamentales para la


procedencia de estas medidas:

1. La verosimilitud del derecho invocado: no es preciso la demostración fehaciente y contundente


de la existencia real del derecho invocado, basta la posibilidad de que este exista, dado que
recién tras la sustanciación del proceso se lo podrá establecer como una incontestable
2
realidad. En consecuencia, no se requiere una prueba terminante y plena de aquél, por lo que
el procedimiento probatorio impuesto es meramente informativo y sin intervención de la persona
contra la cual se pide la medida.

Señala Ferreira de la Rúa (2009) que en algunas oportunidades alcanza la enunciación clara,
lógica y coherente de la pretensión; en otras, es necesario además que se aporten ciertos
elementos probatorios indispensables para la admisión de la cautelar por el tribunal.

El carácter de información que se requiere se pone de manifiesto en el art. 457 del C. P. C. C.


Córdoba, el cual expresa que “cuando fueren necesarias las declaraciones de testigos para
obtener medidas cautelares, aquéllos podrán firmar el escrito en que se solicitan, debiendo
ratificarse por ante el tribunal, salvo que exista certificación judicial o notarial de sus firmas” 1.

2. Temor fundado y peligro en la demora: la existencia de peligro fundamenta el temor. Este


peligro implica la posibilidad de que, en caso de no adoptarse la medida, sobrevenga un
perjuicio o daño irreparable pues se transformará en tardío e ilusorio el eventual reconocimiento
del derecho invocado. Destaca Palacio (2009) que el riesgo reside en el interés procesal que
respalda a toda pretensión cautelar y existen circunstancias que permiten presumir su
existencia, sin necesidad de que la parte invoque.

La doctrina considera que existe una necesaria vinculación entre el peligro en la demora, como
fundamento de las medidas precautorias y la solvencia de la parte contra quien se dirigen, de
manera que, mientras menos sea esta, mayor será el peligro.

3. Contracautela: salvo en el caso de que se otorgue el beneficio de litigar sin gastos, la


contracautela constituye un presupuesto para la procedencia de la medida cautelar, con el fin de
asegurar o garantizar a la otra parte el resarcimiento de los daños que aquélla puede
ocasionarle en la hipótesis de haber sido pedida indebidamente. Advierte Palacio (2005) que en
cierto modo se concreta la igualdad de partes en el proceso, pues viene a contrarrestar la falta
de contradicción inicial que la caracteriza.

Expresa Martínez Crespo (1996) que los jueces deben buscar un verdadero equilibrio entre dos
derechos legítimos: el del demandante, que se le asegure el resultado de la acción que ha
interpuesto, y el no menos legítimo derecho de defensa del demandado.

Cabe señalar, que quedan exentos de este requisito, conforme al art. 460 C. P. C. C. Córdoba:
la nación, la provincia, las municipalidades, los entes oficiales autárquicos y a quien litigue
asistido por asesor legrado o con beneficio de litigar sin gastos.

Efectos

Medidas para asegurar bienes:

a- Tienden a asegurar la ejecución forzada: embargo preventivo, intervención sustitutiva del


embargo, secuestro e inhibición general.
b- Tienden a mantener un statu quo: prohibición de innovar y de contratar, anotación de litis e
intervención de mera vigilancia.

Medidas para asegurar personas:

a- Para la guarda provisional de ellas.


b- Para la satisfacción de sus necesidades urgentes.

1
Art 457 – Ley N° 8465 (1995) Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Córdoba. El Senado y la Cámara
de Diputados de la provincia de Córdoba.
3
Las medidas cautelares tienen los efectos de la demanda, pero se operará la caducidad si
transcurren diez días sin tramitarse el procedimiento, o si no se entabla aquélla en el mismo plazo
luego de culminado. (art. 465 C. P. C. C. Córdoba).

Embargo

Es la afectación o individualización de un bien del deudor al pago del c rédito cuestionado.

La medida de embargo impone obligaciones, pero no impide el uso racional del bien cuando fue el
propio deudor quien resultó designado depositario.

También debe advertirse que la afectación que implica el embargo no impide que el objeto pueda
ser enajenado con autorización judicial, a condición de que se comunique fehacientemente al
adquirente su nueva situación jurídica y este asuma el compromiso que genera la situación.

Es de especial importancia, respecto al uso del bien, el hecho de quién fue designado depositario:
si lo fue el deudor, puede usarlo racionalmente, salvo expresa disposición del juez en sentido
contrario. Si, por el contrario, el depositario es un tercero, le está vedado su uso y además deberá
conservar al bien en condiciones hasta el momento de la subasta.

Palacio (2005) define al embargo preventivo como la medida cautelar en cuya virtud se reafectan
e inmovilizan uno o varios bienes de quien ha de ser demandado en un proceso de conocimiento o
en un proceso de ejecución, a fin de asegurar la eficacia práctica de las sentencias que en tales
procesos se dicten.

Existen tres clases de embargo

Preventivo: el que se traba antes de la iniciación del juicio o durante el trámite del juicio ordinario o
abreviado. Se halla autorizado para asegurar el cumplimiento tanto de obligaciones de dar cantidades
de cosas o cosas ciertas y determinadas, así como también de hacer o de no hacer. Para su
despacho, en nuestro sistema legal, se requiere solamente el otorgamiento de contracautela.

Cuando es trabado antes de la demanda rige un plazo de caducidad y pesa sobre el embargante
la carga de entablar demanda en el término de 10 días; si así no lo hace, deberá responder por las
costas, daños y perjuicios que hubiere ocasionado.

En cuanto a los presupuestos de admisibilidad, no es necesario acreditar, prima facie, el derecho


para trabar embargo preventivo, porque como dice la norma del art. 466 C. P. C. C. Córdoba, solo
basta que el interesado otorgue contracautela o caución adecuada. Si bien la norma no exige
acreditar verosimilitud del derecho, es indispensable indicar al tribunal que es lo que debe el
demandado en virtud de lo cual se entabló o se entablará la correspondiente demanda.

Ejecutivo: el que se ordena juntamente con la demanda ejecutiva y que, como se funda en un título
que goza de presunción de autenticidad, no requiere demostración de la verosimilitud del derecho y
tampoco deberá prestarse fianza. Art. 526 del C. P. C. C. Córdoba.

Ejecutorio: el que se traba después de la sentencia con miras a su ejecución.

Es minuciosa la regulación que contiene el Código Procesal Civil y Comercial de la provincia de


Córdoba respecto a los dos primeros, estableciendo modalidades del trámite y formas especiales de
efectivización.

Si el objeto de la medida son bienes muebles, se oficiará al oficial de justicia para que lleven
adelante la medida, quien podrá usar la fuerza pública o allanar el domicilio a los fines del
cumplimiento de su cometido. Art. 534 C. P. C. C. Córdoba.

4
Por lo general se designa como depositario judicial al mismo demandado, quien adquiere desde ese
momento la condición de un simple guardador y conservador de la cosa con diferentes facultades y
obligaciones según sea o no propietario del bien embargado. En esta última hipótesis, su obligación
es mantener la cosa en condiciones de seguridad adecuadas a los fines de que no se deteriore,
disminuyendo de esta manera la garantía para el acreedor.

Instrumentación del embargo

Es necesario a los fines de la traba del embargo:

Individualizar el bien que se pretende embargar. Art. 532 y 536 C. P. C. C. Córdoba. Se debe
mencionar expresamente quién es el sujeto autorizado a intervenir en el diligenciamiento de la
medida, además de especificar la designación del depositario.
Debe llevarse la orden de allanamiento y auxilio de la fuerza pública, según dictaminan los arts. 534,
537 y 539 del C. P. C. C. Córdoba.

De recaer la medida sobre bienes inmuebles o muebles registrables, el oficio deberá dirigirse a las
reparticiones públicas respectivas y se efectivizará previo informe sobre dominio y gravámenes. En
caso de solicitarse sobre créditos bastará una notificación al tenedor con orden de depósito del
monto en una entidad bancaria a la orden del tribunal.

Decimos que es una medida mutable porque puede sustituirse el depositario, como así también
ampliarse (por ejemplo, cuando los bienes sean insuficientes o de dudosa realización) o reducirse.

Bienes inembargables

El principio según el cual los bienes del deudor constituyen la garantía de los acreedores no es
absoluto, en razón de la nómina de bienes que, tanto las sustanciales como procesales, han
establecido que son inembargables. Así en el ámbito del proceso civil cordobés se ha regulado en
el art. 542 tal previsión.

Conforme otras leyes podemos mencionar como ejemplo: la inembargabilidad de la vivienda única
(art. 58, Constitución de Cba. y Ley Provincial N° 8067), inembargabilidad de los haberes jubilatorios
(art. 14, inc. C, Ley Nacional N° 24.241), etc.

En forma simultánea el código regula el secuestro, que es la medida cautelar en virtud de la cual
se desapodera al demandado de un objeto de su propiedad, o que se encuentra bajo su guarda, y la
consecuente aprehensión judicial y depósito, con el fin de evitar que este se pierda o pueda ser
destruido o deteriorado. El fin es asegurar la eficacia del embargo y el eventual resultado de juicio.

En cuanto a la medida en sí, es más rigurosa que el embargo ya que solo recae sobre bienes
muebles o semovientes, que son los únicos factibles de aprehensión. Esta medida procede cuando
el embargo por sí solo no garantiza la medida preventiva, ello puede darse por la indebida
utilización del bien embargado por parte del demandado, si se lo ha constituido como depositario,
por el intento de ocultamiento o venta de la cosa, o en el caso del art. 570, inc. 3, del C. P. C. C.
Córdoba.

Debemos decir que por las afirmaciones vertidas el secuestro es una medida complementaria.

Seguidamente los invitamos a compartir el artículo “Levantamiento del embargo” que puede resultar de
interés:

5
Levantamiento de embargo

Sonia Cabral 2
Sumario: 1. Palabras previas. 2. Situaciones que autorizan el levantamiento de un
embargo trabado: 2.1. Por cesación de las circunstancias que determinaron la traba
de la medida. 2.2. Por caducidad. 2.3 Por inembargabilidad. 2.4. Por abuso o exceso
del embargante. 2.5. Levantamiento de embargo sin tercería. 2.6. Por tercería de
dominio. 3. Palabras finales. 4. Bibliografía consultada.

1. Palabras previas.

Sabido es que las medidas cautelares procuran por un lado que se mantenga
protegido el crédito por ellas garantizados y, desde otro costado, que su traba no
ocasione perjuicios al deudor.

Por ello la casi totalidad de los Códigos procesales autorizan a solicitar


modificaciones a la medida cautelar dispuesta: el acreedor cuando “esta no cumple
adecuadamente la función de garantía a que está destinada”; el deudor “por otra
que le resulte menos perjudicial” 3.

En esta sencilla exposición nos proponemos particularizar las distintas situaciones que
autorizan el levantamiento de un embargo trabado.

2. Situaciones que autorizan el levantamiento de un embargo trabado.

2.1 Por cesación de las circunstancias que determinaron la traba de la medida:


Es lo que regula el art. 462 del C.P.C.C cuando dice que se podrá pedir el
levantamiento de las medidas cautelares en cualquier momento luego de la cesación
de las circunstancias que las determinaron. Con el mismo temperamento lo hace el
art. 202 del C.P.C.N. Lo normado en los referidos artículos no es más que la
aplicación del carácter provisional de las medidas cautelares. La provisoriedad de
las medidas cautelares obedece a que no tienen un fin en sí mismas, sino que
sirven a un proceso principal y dependen de las contingencias de éste, por lo cual
pueden modificarse siempre que se tributen nuevos datos, así podrán ser
modificadas o suprimidas según recomienden posteriores circunstancias.

La provisionalidad deviene de la regla sustancial “rebuc sic stantibus” y significa que el


mantenimiento de las medidas cautelares está condicionada a la vigencia del trámite
principal y si desaparecen las circunstancias fácticas y jurídicas que le dieron origen,
deben cesar las medidas precautorias, conforme lo establecido por el art. 462 del
C.P.C.C. (concuerda con el art. 200 C.P.C.C.).

Pero esta provisionalidad debe entenderse, en rigor, como la limitación de la duración


de los efectos (declarativos, y a veces también, ejecutivos) de tales medidas. Se ha
dicho que el concepto de provisionalidad coincide con el de interinidad4, afirmándose
que es distinto y más restringido que el de temporalidad5. Temporal es simplemente
lo que no dura siempre, tiene por sí mismo duración limitada, o es fugaz;
provisional es, en cambio, lo que está destinado a durar hasta tanto sobrevenga un
acontecimiento sucesivo, en vista y espera del cual el estado de provisionalidad

2
Docente de Teoría General del Proceso, Cátedra C, Universidad Nacional de Córdoba. Docente de Derecho Procesal
I (Teoría General del Proceso). Universidad Empresarial Siglo 21.
3
Art. 203 Código Procesal Civil y Comercial de la Nación y art. 463 Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia
de Córdoba.
4
Podetti, Ramiro, “Tratado de las Medidas Cautelares”, Ediar Buenos Aires, 1969, p. 87 [utiliza la expresión
“interinidad”].
5
Perrachione, Mario C., Medidas Cautelares, Ed. Mediterránea, Córdoba, 2006, p. 41.
6
subsiste durante tiempo intermedio 6.

Ahora bien, la pregunta que se impone es ¿quién puede solicitar el levantamiento


del embargo? La ley nada dice, pero se ha sostenido que puede ser
indistintamente tanto por el embargante-actor o por el embargado afectado, quien en
definitiva es el más perjudicado.

En ambos casos quien solicite el levantamiento deberá acreditar el cese de las


circunstancias que hicieron procedente la traba de la medida7.

Ahora bien, atendiendo al carácter esencialmente provisional que ya hemos


caracterizado, la medida cautelar podrá ser revisada:

1. Por el embargado para:


a. Levantarlas, conforme lo prevé el artículo 462 del Código Procesal Civil y
Comercial de Córdoba “Se podrá pedir el levantamiento de las medidas cautelares en
cualquier momento luego de la cesación de las circunstancias que las determinaron”.
Así también el art. 202 del Código Procesal Civil de la Nación.
b. Reducirlas: El afectado por la medida podrá requerir la sustitución “por otra que
resulte menos perjudicial, siempre que ésta garantice suficientemente el derecho del
acreedor” y “podrá, asimismo, pedir la sustitución por otros bienes del mismo valor o la
reducción del monto por el cual la medida precautoria ha sido trabada, si
correspondiere”. (artículo 463 C.P.C.C).
c. Sustituirla por otra que le resulte menos perjudicial, o la sustitución por otros bienes
del mismo valor (art. 463, 2da parte, y en el mismo sentido, art. 203 C.P.C.N.). Y
conforme el art.473, 1era parte “siempre que el embargo no recaiga sobre bienes
objeto del juicio o en los que las leyes acuerden privilegios, podrá ser sustituida a
solicitud del deudor, con fianza equivalente”.

2. Por el embargante: El actor “podrá pedir la ampliación, mejora o sustitución de la


medida cautelar solicitada, justificando que ésta no cumple adecuadamente la función
de garantía a que está destinada” (art. 463 C.P.C.C. 1er párrafo, art. 203 C.P.C.N,
1er párrafo). Por ello al embargante le basta ofrecer fianza u otra caución
equivalente, salvo los casos, en que incluso, está exento de ella. (Arts. 469 y 470).
Consideramos que el embargado podrá pedir el levantamiento de la cautela si
demuestra que no se dan los otros extremos que la medida exige. Porque se ha
afirmado que no es que el C.P.C.C. los haya prescindido, sino que simplemente los
ha presumido8.

Si el embargado demuestra que no hay fumus, porque la demanda es un


despropósito o si ha obtenido sentencia a su favor, cabe en este supuesto, a
contrario sensu de lo que prescribe el art. 469, inc. 1º, levantar el embargo.

Si demuestra que no hay periculum porque su patrimonio es lo suficientemente


solvente como para responder a la demanda.

Por último, podrá solicitar “la mejora de la contracautela, probando sumariamente que
es insuficiente” (art.461. C.P.C.C.).

2.2. Por caducidad : Esta manera de hacer procedente el levantamiento de una medida
cautelar se halla prevista en el art. 207 del C.P.C.N y el art. 465 del C. P.C. C,
aunque, como veremos, con diferencias en cuanto a los efectos que el plazo
produce.

6
Ibidem.
7
Wetzler Malbran, Alfredo R., Provisionalidad de las medidas cautelares y cosa juzgada formal, en E.D. 136-255.
8
Olcese, Juan María: “El embargo preventivo en el C.P.C. de Córdoba”, Semanario Jurídico, Tomo 81 -1999-B.
7
La caducidad se produce cuando no se promueve la acción pertinente “dentro de
los diez días posteriores a aquel en que la medida se trabó o desde que la
obligación fuere exigible. El fundamento de esta caducidad es evitar que se ejerza
presión sobre el embargado utilizando el poder jurisdiccional en violación del principio
de igualdad consagrado en el artículo 16 de nuestra Carta Magna. Ello es así porque
al decretarse y cumplirse las cautelares sin audiencia de la parte afectada por
ellas, ésta puede quedar indefinidamente trabada por la medida aun ignorando que
exista”9.

El plazo se cuenta por días hábiles, según lo normado por los artículos 42 y 43 del
Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia y 152 del Código Procesal Civil
de la Nación.

Hasta allí todo lo precedentemente dicho es igual tanto para la Nación y para la
Provincia de Córdoba. La diferencia entre lo normado por ambos cuerpos legales
estriba en el tratamiento que ambas leyes procesales prevén si el embargante no
entabla la demanda pasados los diez días.

Conforme el Código Procesal Civil de la Nación, el vencimiento del plazo determina


automáticamente la caducidad del embargo por lo que no se requiere petición
alguna de parte interesada y puede ser decretada de oficio10.

En tanto que conforme lo normado por el art. 465, pesa sobre el embargante la
carga procesal de entablar la demanda dentro del plazo de diez días; si así no lo
hiciere deberá responder por las costas y por los daños y perjuicios ocasionados. Vale
decir, entonces, que se requiere actividad del embargado solicitando la caducidad de
la medida. Esa solicitud se le dará vista al embargante, y si éste no acredita haber
promovido la demanda antes del pedido de caducidad, el tribunal ordenará la
cancelación de la medida.

Por último, agregamos que respecto al embargo anotado cinco años atrás, se
extingue una vez cumplidos esos cinco años contados desde el día siguiente a su
inscripción en el registro que corresponda. Este plazo es continuo y completo
debiendo terminar en la medianoche del último día y comprende los días feriados, a
tenor de lo preceptuado en los arts. 27 y 28 del Código Civil Argentino.

2.3 Por inembargabilidad: Si bien no existe una regla expresa, nuestro derecho común
implícitamente reconoce que el patrimonio del deudor es la prenda común de los
acreedores, por ello todos los bienes del deudor –apreciables en dinero- son
susceptibles de embargo.

Por lo expuesto, la inembargabilidad, se deduce, es de carácter excepcional por lo que


en caso de duda respecto a su determinación se debe tener un criterio restrictivo.

En mérito de lo expresado, en el orden local el art. 542 del C.P.C C ha sido


tildado de orden público porque tiende a proteger la dignidad de la persona.

Lo cierto es que –aparte de la inembargabilidad decretada por la ley- la doctrina y la


jurisprudencia han ido conformando otra lista de bienes inembargables en mérito a la
interpretación a que dan lugar las frases muebles de su indispensable uso e
instrumentos necesarios para la profesión arte, u oficio que ejerza el deudor.

9
Novellino, Norberto José, Desembargo, en Revista de Derecho Procesal 1 Medidas Cautelares, Pág. 90,
Rubinzal Culzoni, 1998.
10
Conf. Palacio, Lino Enrique y Alvarado Velloso, Adolfo, “Código Procesal Civil y Comercial de la Nación
explicado, Rubinzal Culzoni, Santa Fé 1992, t. 4º, p.344, punto 164.1.1.1.2; CSJN, 17/6/82, Rep. E.D. 16 -713.
8
Dicha lista ha variado mucho, atento los distintos parámetros que se han tomado en
cuenta para dimensionar el alcance de tales frases, aunque en la mayoría de los
casos, se ha optado por hacerlo contemplando el nivel medio de vida logrado por la
población, sin perjuicio de considerar también las características propias de cada
situación concreta11.

Cabe destacar que no solamente el deudor titular de los bienes embargados puede
solicitar el levantamiento de la medida indebidamente trabada. También se encuentran
habilitados para hacerlo su conyugue e hijos a tenor de lo preceptuado por el art.
219 del C.P.C.C.N.12

Se ha dicho con razón en consideraciones aplicables -mutatis mutandis- a nuestro


ordenamiento que “…reza el art. 377 del C.P.C.C.N que cada una de las partes
deberá probar el presupuesto de hecho de la norma o normas que involucre como
fundamento de su pretensión. De allí deriva la necesidad de (que) quien postula la
inembargabilidad corra con la carga de demostrar que se reúnen los extremos que el
art. 219 establece. Como lo señala Devis Echandia, la regla general que disciplina
el onus probandi no solamente opera a los fines sustanciales sino también para
incidencias procesales. Siempre que se trate de aplicar una norma jurídica procesal
que suponga presupuesto de hecho, debe recurrirse a ella para imponer la
consecuencia desfavorable de la falta de prueba a la parte que resulte beneficiada
con los efectos jurídicos que en tal norma se consagran. Y como ejemplo, señala
entre otros, la oposición de un secuestro o embargo, que requiere la
demostración de los aspectos fácticos tenidos en mira por el texto legal que
autoriza el levantamiento13. Aunque en la provincia de Córdoba no exista una norma
idéntica a la citada, lo cierto es que constituye una regla indiscutida que quien alga un
hecho que favorece su posición procesal corra con la carga de acreditarlo cuando
el mismo se torna controvertido por la otra parte14.

El art. 220 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación regula el


levantamiento de embargo en todo tiempo disponiendo que “el embargo
indebidamente trabado sobre alguno de los bienes enumerados en el art. anterior
podrá ser levantado, de oficio o a pedido del deudor o de su cónyuge o hijos, aunque
la resolución que lo decretó se hallare consentida”.

Vale señalar que, siendo de orden público las normas sobre inembargabilidad de
bienes, el levantamiento del embargo de dichos bienes afectados puede hacerse de
oficio 15, aun cuando la resolución que lo decretó se halle consentida por los
afectados, y a petición del deudor o de su familia (cónyuge o hijos) en cualquier
momento, no rigiendo plazo alguno. En la antedicha afirmación la jurisprudencia es
coincidente. Sin embargo, cuando no existe criterio uniforme sobre la

11
Novellino, Norberto José, ob. citada, p. 94.
12
De Lazzari concluye que el uso del término conyugue indica la imposibilidad de que la concubina ponga en marcha
esta pretensión, a pesar de que juegue en su favor el beneficio de la inembargabilidad. En contra se pronuncia
Novellino, ob. citada p. 95, a tenor de la aparente contradicción existente en los Arts. 219 y 220 del C.P.C.C.N. Así el
art. 219 habla del deudor y “de su mujer e hijos”, en cambio el art. 220 dice “El embargo indebidamente trabado
sobre algunos de los bienes enumerados en el artículo anterior podrá ser levantado, de oficio o a pedido del deudor
o de su cónyuge o hijos”. El autor deduce que ante la amplitud del término mujer del art. 219 autoriza a comprender
que alcanza a la concubina. También, Novellino, José Norberto, Embargo y Desembargo y demás medidas
cautelares, 4ª Edición, Abeledo Perrot, Buenos Aires, 1994, p. 195 y ss., punto I.
13
De Lázzari, Eduardo Néstor, Medidas Cautelares, Ed. Platense, La Plata, 1995, T.1, Pág. 403 y ss. con cita de Devis
Echandía, Teoría General de la Prueba Judicial, V.I. p.509/510.
14
C4a C.C Cba. “Preper SRL c/ González Francisco José y Otro”-P.V.E.- Otros títulos- Recurso de Apelación. Semanario
Jurídico, tº 94 2006-B p. 456 y 457.
15
Con respecto a este aspecto, algunos precedentes destacan que el juez no tiene la obligación de disponer en
levantamiento, sino tan solo la potestad de hacerlo. Esta es la opinión de Novellino. En contra De Lázzari, entiende
que se trata de una cuestión de orden público que los jueces han de cumplimentar como expreso deber.
9
inembargabilidad del bien, el juez no debe tomar la iniciativa de desembargar de
oficio.

Corolario de lo dicho es que quien solicita el desembargo tiene la carga de probar


que la medida cautelar se ha trabado sobre uno de los bienes previstos en el art. 219
del CPCN o 542 del C.P.C.C. En cuanto a la oportunidad para solicitar el
levantamiento del embargo, se entiende que no hay plazo para deducir la petición,
aunque lógicamente en algún momento ha de extinguirse la posibilidad de
concretarla. En general, se sostiene que se autoriza formular tal petición hasta el
momento en que se realiza la subasta y aun cuando los bienes estén en poder
del martillero y se halle fijado fecha para el remate16.

Por su parte, De Lázzari, estima que no necesariamente el acto de remate determina


el agotamiento de la facultad para pedir el levantamiento de la cautela, porque los
derechos del comprador no adquieren firmeza por la sola adjudicación y pago de la
seña, sino que están sometidas a la eventualidad del sobreseimiento. De ahí que la
solicitud de levantamiento pueda tener lugar en todo tiempo, salvo que se afecten
derechos adquiridos y firmes de un tercero (adquirente en subasta) cuyas
prerrogativas hayan quedado consolidadas en forma definitiva17.

El incidente de levantamiento de embargo que pudiere plantear el deudor, fundado en la


inembargabilidad, no tiene plazo para ser deducido, desde que puede promoverse en
cualquier estado del proceso, no obstante, el silencio del deudor al momento de
trabarse aquél, o aun cuando se hallase consentida la resolución que lo decretó.

En cambio se ha resuelto que cuando es el mismo deudor quien ofrece un bien a


embargo, en seguridad del pago de la deuda, no puede invocar luego la garantía de la
inembargabilidad, porque en última instancia el sistema de la ley responde a un
interés individual en la medida en que nada impide que el propio obligado se
desprenda espontáneamente de ellos para satisfacer sus obligaciones, menos
entonces para darlos u ofrecerlos en garantía del eventual cumplimiento de la
sentencia ejecutiva dictada en su contra18.

Mencionamos los casos en que no procede el levantamiento del embargo, así la


jurisprudencia ha resuelto que los perjuicios que el embargo pudiera ocasionar no
son fundamento suficiente para disponer el levantamiento de la medida cautelar si
los bienes no se encuentran incluidos entre los inembargables, pues, en todo caso,
autorizarían a solicitar la sustitución de conformidad a lo dispuesto por el art. 203 del
CPCN, más sino ofrece bien alguno a embargo, el planteo debe ser desestimado.

2.4. Por abuso o exceso del embargante. Esta situación está prevista en el art. 208 del
C.P.C.C.N. Se configura cuando quien solicitó la medida precautoria ha actuado con
dolo o con culpa al pedirla, o no puso en la solicitud la debida diligencia, sin
perjuicio de que debe existir un principio atenuante al juzgar esta conducta, dado
que debemos suponer que el juez que decretó a la traba del embargo preventivo ha
realizado, previamente, una valoración acerca de su procedencia o no19.

Es decir, procede el levantamiento de la medida cautelar cuando aparezca acreditado


el ejercicio abusivo del derecho a peticionarlo y a ese efecto habrá que tener en
cuenta si el daño ocasionado que da o no protegido con la contracautela.

16
Arazi, Roland, Medidas Cautelares. p. 118, Ed. Astrea, Buenos Aires, 1999.; Novellino, Embargo y Desembargo,
p.117.
17
De Lázzari, Medidas Cautelares, t.I, p. 464 y 465.
18
Arazi Roland, Medidas Cautelares. p. 119, Ed. Astrea, Buenos Aires,1999. Jurisprudencia y doctrina que allí se
cita.
19
Novellino, Norberto José, Desembargo, Revista de Derecho Procesal Nº 1, Medidas Cautelares, Rubinza
Culzoni, 1998, Santa Fe, p. 97.
10
Sabido es que las medidas cautelares son susceptibles de ocasionar perjuicios y para
asegurar el eventual resarcimiento de esos perjuicios las leyes procesales exigen al
peticionario la prestación de la contracautela.

Como requisitos de procedencia de responsabilidad se mencionan: 1. La existencia de


un a medida cautelar. 2 Iegalidad. En este punto hay dos posiciones: una objetiva,
según la cual basta la “sentencia definitiva” que rechaza la pretensión principal
para que la medida cautelar - por ser accesoria sea considerada contraria a
derecho. La segunda posición está constituida por la tesis subjetiva, que requiere en
el peticionario de la medida el dolo, la culpa o la negligencia.

Para la doctrina objetiva, la responsabilidad tiene su origen en la simple


circunstancia de que la medida resulte en definitiva haber sido trabada en forma
indebida, sea en razón de rechazarse la pretensión principal o bien por motivos
atinentes a la improcedencia de la cautelar (por ejemplo, desistimiento o caducidad
de la medida).

El art. 459 primer párrafo Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Córdoba
adhiere a esta doctrina, estableciendo un factor de atribución de responsabilidad
objetiva, pues dispone: “El solicitante deberá prestar fianza, u otra caución, según el
caso, por las costas y daños y perjuicios si resultare que el derecho que se pretende
asegurar no existe”.

En cambio la tesis subjetiva, requiere que el peticionario de la medida cautelar


hubiere desplegado una actividad dolosa o culposa (Arts. 1067, 1109 C.C. y artículo
208 C.P.C.C.N. Se ha sostenido-en criterio que se comparte- que todo lo referente
a la responsabilidad derivada de medidas cautelares ha de ser motivo exclusivo del
derecho sustancial conforme la prelación normativa prevista en el artículo 31 de la
Constitución Nacional y no de los Códigos procesales. Dicho de otro modo, lo
atinente al derecho resarcitorio corresponde al estudio del derecho obligacional20.

2.5. Levantamiento de embargo sin tercería: La normativa procesal posibilita a un


tercero afectado por la traba de un embargo, que solicite su levantamiento,
evitando de esta forma la promoción del incidente de tercería, cuando su carácter de
titular del bien sobre el cual ha recaído la medida aparece en forma clara,
inequívoca y fehacientemente comprobada.

Se trata de una simple petición y no de una pretensión en sentido técnico, que


provoca la apertura de una muy breve incidencia, la que se deduce, sustancia y
resuelve dentro de la causa principal21. La jurisprudencia ha hablado lisa y llanamente
de “mero trámite”, caracterizando de esta forma la economía y sencillez, de modo que
debería resolverse la petición articulada con la sola sustanciación que debe
efectuarse con el embargante.

Respecto a los requisitos de la petición debemos decir que la admisibilidad del pedido
de levantamiento de embargo sin tercería se encuentra sujeta al aporte de
elementos que señala el art. 441, es decir acreditando in continenti22 su posesión

20
Spota, Alberto G., “Responsabilidad en materia de medidas cautelares”, L.L, 1989 -E-p. 486. Fernández, Raúl E.,
“Informe sobre medidas autosatisfactivas, anticipación de tutela jurisdiccional y tutela preventiva en el derecho de
daños”, Zeus Córdoba, Nº 195,2/5/06, Nº 1, p. 339,340.
21
Arazi Roland, ob. cit. p. 136.
22
Según el Diccionario Jurídico de Gonzalo Fernández De León (Ed. ABECÉ S.R.L., 2ª ed., t. III, p. 162), la alocución " in
continenti" empleada en el art. 441 del C. de P.C., significa al instante prontamente, sin dilación. Interpretando dicha
expresión, y las demás exigencias contenidas en la norma aludida, la jurisprudencia ha entendido que para la
procedencia de la solicitud de levantamiento de embargo que autoriza, la acreditación del dominio de los bienes en
cabeza del peticionante debe ser tan categórica que haga innecesaria la deducción de la tercería respectiva; quien
11
actual, en conformidad con el título de propiedad que exhibiera, según la naturaleza
de los bienes.

Entonces, el tercero perjudicado por el embargo debe acreditar efectivamente la


propiedad o la posesión de manera concluyente e inequívoca con los elementos
probatorios acompañados con la petición, de no ser así, correspondería su rechazo in
limine. Todas las cuestiones referidas al trámite de la tercería imponen cierta carga
de responsabilidad sobre los hombros del tercero en orden a evita cualquier
posibilidad de una coalición o mancomunidad entre éste y el embargado pueda
poner estorbos al trámite del proceso principal y con ello los derechos del
acreedor embargante.

Se ha dicho que el tercero debe traer la más concluyente de las pruebas de dominio o
posesión de la cosa embargada, debiéndose interpretar los medios probatorios de
manera estricta tal que no exista lugar a dudas acerca del derecho pretendido.
Vale recordar que de la lectura de la norma se desprende que la petición será
resuelta sin apertura a prueba.

La incidencia tiene un trámite simple y consiste en un traslado al embargante, quien


estimamos podrá impugnar la documentación traída por el tercero en cuyo caso,
deberá admitirse prueba a este fin. Creemos que debe ser así, puesto que la
resolución que se dicte hará cosa juzgada para el embargante y éste no cuenta
con otra vía para revertir lo resuelto. En cambio, al tercero se le otorga la
posibilidad de deducir la correspondiente tercería23 como veremos en líneas
siguientes.

En los supuestos de bienes registrables bastará acompañar el título de dominio y un


certificado expedido por el registro correspondiente. Ahora bien, si el tercero
acompaña una escritura pública de la cual resulta que es propietario del bien
embargado, corresponde levantar el embargo, aunque el embargante acuse la
simulación o el fraude en la compraventa, porque tal solicitación debe ser tratada
en un proceso de conocimiento y no dentro del breve trámite que prevé la norma
bajo examen.

Quien tiene boleto de compraventa, entrega de posesión y pago de precio de fecha


anterior al embargo, tiene título suficiente para admitir el levantamiento de embargo
sin tercería, aunque en el caso, se ha sostenido que correspondería la vía de la
tercería.

En el supuesto que recaiga sobre un automotor resulta procedente si se adjunta el


título de propiedad y certificado de dominio expedido por el Registro de la
Propiedad Automotor donde conste inscripto a nombre del tercero, a tenor del
carácter constitutivo que posee la anotación (art. 1, Decreto Ley 6582/58).

Si el caso es de bienes muebles, el tercero debe demostrar la posesión de dichos


bienes y que se encuentra en condiciones de disponer de las esas cosas 24.

invoque su amparo -se ha precisado- debe acreditar el dominio exhibiendo el título que corresponda a la naturaleza
del bien involucrado, y lo debe hacer en el acto de su presentación pues no hay posibilidad de completarlo con
posterioridad; por todo ello -se ha puntualizado también- la admisibilidad de la petición debe juzgarse con criterio
restrictivo (confr. M. Martínez Crespo, “Cód. Proc. C. y C. de la Pcia. de Cba. - Ley 8465”, Advocatus Cba. 1996, ps.
118/119.
23
Ferreyra de De la Rúa, Angelina, González de la Vega de Opl, Cristina, “Código Procesal Civil y Comercial de la
Provincia de Córdoba, Ley 8465, Comentado y Concordado con los Códigos de la Nación y Provinciales, Tomo II,
Segunda Edición. Actualizada, Editorial La Ley, p.822 y 823.
24
Cámara de Apelaciones en lo Civil, Comercial, del Trabajo y de Familia de Villa Dolores
(CCivComTrabyFamiliaVillaDolores), 04/03/2003, Autos: Garay, Javier M. c. Martínez, José S.: LLC 2003, 1304 - DJ
2004-1, 1314 La solicitud de levantamiento de embargo peticionada por un tercero que alega ser el titular de los
12
Cabe mencionar conforme se ha decidido, que si para acreditar la propiedad del
tercero sobre los muebles embargados se acompaña documentación cuya autenticidad
es necesario comprobar, excediendo el simple trámite impuesto por la ley ritual no
corresponde el levantamiento del embargo, máxime si los bienes se encontraban en
el momento de la traba del embargo en el domicilio del demandado.

Por último, cabe destacar que no es requisito previo para iniciar la tercería el
haber intentado el levantamiento del embargo por la vía del art. 441 del C.P.C.C. toda
vez que como anticipado es sólo una posibilidad que la ley procesal le concede al
tercero de manera rápida y económica.

2.6. Por tercería de dominio: Este supuesto está legislado en el en el Título V del
Libro I del Código Procesal Civil de la Provincia de Córdoba, es decir, antes del
Título VI del mismo Libro donde se tratan las medidas cautelares. Señala Novellino
que este desembargo está previsto anticipadamente y fuera de contexto25.

La tercería de dominio es el instrumento adjetivo por el cual un sujeto extraño a la


litis ingresa al proceso esgrimiendo un interés directo sobre un bien.

De lo dicho se desprende que el tercerista tiene un interés meramente económico e


invoca un derecho real, argumentando que es propietario de la cosa que ha sido
objeto de embargo.

La tercería de dominio encuentra como antecedente necesario la circunstancia de


un embargo previo que grave el bien sobre el cual se ejerce este derecho26.

Cabe señalar que la tercería únicamente puede promoverse para desafectar un


embargo a un bien efectivamente trabado y no para dejar sin efecto cualquiera de las
otras medidas cautelares.

Pesa sobre el tercerista la carga de la prueba acerca del dominio invocado.

Tratándose de inmuebles, el dominio se acreditará con la escritura pública exigida por


el artículo 1184, inciso 1º, del Código Civil, debidamente inscripta en el Registro de
la Propiedad, conforme lo prevé el artículo 2505 del precitado texto legal.

Algunos sostienen, además, que se demuestre que se ha operado la tradición27. En


contra se pronuncia Novellino, para quien basta la escritura traslativa de dominio
que siendo instrumento público hace plena fe hasta que no sea argüida de falsa28.

Tratándose de bienes muebles la exigencia de la tradición viene impuesta por


aquello que la posesión de buena fe vale por título, conforme el artículo 2412 del
Código Civil.

Respecto a la tramitación del instituto bajo examen de acuerdo al art. 439 del
C.P.C.C. se sustancian por el trámite declarativo, para ello se tienen en cuenta los
parámetros fijados por la ley procesal para descifrar el procedimiento a seguir. Así

bienes muebles sobre los que se trabó la medida y que los mismos son utilizados para su actividad habitual de
comerciante, debe ser rechazada si la prueba documental que ofrece no es idónea para acreditar en forma
categórica la titularidad de propietario que invoca, siendo este un requisito legalmente exigido.
25
Novellino, Norberto José, Desembargo, Revista de Derecho Procesal Nº 1, Medidas Cautelares, Rubinzal
Culzoni,1998, Santa Fe, Pág. 98.
26
Ferreyra De la Rúa, Angelina, González de la Vega de Opl, Cristina, Ob. cit. p.808.
27
Conforme lo normado por los artículos 2378 y 2379 del Código Civil. En este sentido se pronuncian Palacio, Lino
Enrique y Alvarado Velloso, Adolfo, Código Procesal Civil y Comercial de la Nación explicado, Rubinzal Culzoni, Santa
Fé, 1992, t. 3º p. 347 in fine.
28
Novellino, Norberto José, ob. cit. p. 99.
13
dicho parámetro está dado por la importancia económica de la cuestión, verbigracia,
por el monto del embargo.

La deducción de la tercería genera un litisconsorcio necesario entre ejecutante y


ejecutado, pero con particularidades especiales que proyectan distintas situaciones
que mencionamos a continuación; si el ejecutante se allana a la pretensión del
tercerista y el demandado no se constituyó en parte incidental, este acto tiene total
eficacia, determinando una resolución estimatoria. Si es el demandado quien se
allana, este reconocimiento carece de los efectos propios del allanamiento y no
puede perjudicarle al embargante (art. 439, última parte.) Si el demandado se opone
a la pretensión del tercerista y el ejecutante se allana, continuará sustanciándose la
tercería hasta llegar a la sentencia.

3. Palabras finales.

Sin ánimo de agotar el tema, hemos expuesto en forma sucinta las distintas
modalidades que se presentan dando lugar al levantamiento de un embargo trabado.

Sabemos que la exposición realizada, lejos de agotar el tema, implica sólo un esbozo
que permite a quienes posean más conocimiento y agudeza intelectual profundizar y
enriquecer.

4. Bibliografía consultada:

Arazi, Roland, (director) “Medidas Cautelares”, Astrea, Buenos Aires, 1999. De


Lázzari, Nestor Eduardo, “Medidas Cautelares”, Artes Gráficas Candil, Buenos
Aires,1986.
Fernández, Raúl E., “Informe sobre medidas autosatisfactivas, anticipación de tutela
jurisdiccional y tutela preventiva en el derecho de daños”, Zeus Córdoba, Nº
195,2/5/06, Nº 1.
Ferreyra de De la Rúa, Angelina, González de la Vega de Opl, Cristina, “Código
Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Córdoba, Ley 8465, Comentado y
Concordado con los Códigos de la Nación y Provinciales, Segunda Edición.
Actualizada, Editorial La Ley, 2002.
Martínez Crespo, Mario "Código. Procesal Civil. y Comercial de la Provincia de
Córdoba. – Ley 8465", Advocatus Cba. 1996.
Novellino, José Norberto, “Embargo y Desembargo y demás medidas cautelares”,
4ª Edición, Abeledo Perrot, Buenos Aires, 1994.
Novellino, Norberto José, “Desembargo”, Medidas Cautelares en Revista de Derecho
Procesal Nº 1, Rubinzal Culzoni,1998, Santa Fe.
Palacio, Lino Enrique y Alvarado Velloso, Adolfo, “Código Procesal Civil y
Comercial de la Nación explicado”, Rubinzal Culzoni, Santa Fé, 1992.
Olcese, Juan María: “El embargo preventivo en el C.P.C. de Córdoba”, Semanario
Jurídico, Tomo 81-1999-B.
Perrachione, Mario C. “Medidas Cautelares”, Ed. Mediterránea, Córdoba, 2006.
Podetti, Ramiro, “Tratado de las Medidas Cautelares”, Ediar Buenos Aires, 1969.
Spota, Alberto G., “Responsabilidad en materia de medidas cautelares”, L.L, 1989.
Wetzler Malbran, Alfredo R., “Provisionalidad de las medidas cautelares y cosa
juzgada formal”, en E.D. 136-255.
(Cabral en Ferreyra de De la Rúa, 2008, pp. 493- 508).

14
Intervención y administración judicial

Es aquella medida cautelar en virtud de la cual una persona designada por el juez, en calidad de
asesor externo de este, interfiere en la actividad económica de una persona física o jurídica.
Dicha intervención se realiza ya sea para asegurar la ejecución forzada o para impedir que se
produzcan alteraciones en el estado de los bienes (Palacio, 2005).

Son dos las situaciones que se presentan:

- Aseguramiento de la ejecución forzada: la intervención se caracteriza por la circunstancia de que


se decreta con el objeto de que el interventor proceda a recaudar renta o frutos ya embargados.
Es el interventor recaudador

- Regularización o mantenimiento de una situación determinada: se pueden distinguir dos tipos de


intervención, según el alcance de las funciones a cumplir:

a. Interventor informante o veedor: cuando se limita a fiscalizar o controlar la


administración de una sociedad, asociación o patrimonio, de oficio o a petición de
parte, se designa para que dé noticia acerca del estado de los bienes objeto del juicio
o de las operaciones o actividades (art. 477 C. P. C. C. Córdoba).
b. Interventor administrador: cuando su función consiste en reemplazar provisoriamente a
la administración de la entidad o bienes.

Inhibición general de bienes

Es la medida cautelar que impide genéricamente gravar o enajenar bienes registrables. Su


anotación en los asientos dominiales, tiene como objeto evitar actor de disposición o la
constitución de derechos reales. Funciona como subsidiario del embargo y procede en los casos
en que, habiéndose solicitado, la medida no pudo hacerse efectiva por no conocerse bienes del
deudor o porque los que existen son insuficientes. Anotada, quedará sin efecto si el deudor
presentase bienes o diere caución suficiente.

Anotación de litis

Tiene por objeto asegurar la publicidad de los procesos relativos a bienes inmuebles o muebles
registrables, con el fin de que la sentencia que sobre ellos recaigan puedan de ser opuestos a
terceros adquirentes del bien litigioso o a cuyo favor se constituyó el derecho real sobre este. No
impide su enajenación ni produce los efectos del embargo o de la inhibición ni restringe las
facultades del propietario. Busca hacer conocer la existencia de un juicio que afecta al bien.

La anotación de la litis es propia de los procesos que tienen por objeto la modificación de una
situación registral, como el caso de la usucapión o la reivindicación.

Prohibición de innovar

Tiende a impedir que se modifique una situación de hecho o de derecho existente en un momento
determinado, a los fines de mantener la igualdad de pares con intereses contrapuestos.

Como contracara de ella, se admite también la medida innovativa que implica una orden tendiente
a reponer las cosas a un momento anterior a la iniciación del proceso.

A continuación, se presentan distintos modelos de oficios de embargo.

15
Figura 1: Modelo de embargo de bienes muebles:

Córdoba, 14 de octubre de 2007.

Sr. Oficial de justicia


s……………………D

En los autos caratulados: “DIAZ MARIA VERONICA C/ GARCIA ESTEBAN-


ORDINARIO- DAÑOS Y PERJUICIOS - Exp. N° 21397/36, secretaria a cargo de la
autorizante, se ha resuelto librar a Uds. el presente a fin de que luego de recibido y
con las formalidades de ley, se constituya en el domicilio sito en A. Juan Loza 123 B°
Providencia de ciudad y PROCEDA A TRABAR EMBARGO sobre bienes de propiedad
del demandado: Sr. Esteban García, D.N.I. 6.500987, hasta cubrir la suma de Pesos
cinco mil, ($5000.-), debiendo nombrar depositario conforme a derecho, Art. 534, del
C.P.C.C).

Queda facultado para allanar domicilio y hacer uso de la fuerza pública si fuera
necesario (art. 533 del C.P.C.C).
Se encuentra autorizado para intervenir en el diligenciamiento del presente el Dr.
Roberto Causana, MP 123791.

Diligenciado que sea el presente se servirá devolverlo al Tribunal por la misma vía de
recepción. A tales efectos deberá labrar acta circunstanciada, cumplimentando el A.R
N 5, Serie B, año 1986, del TSJ.

DIOS GUARDE A UD.

Fuente: Elaboración propia.

Figura 2: Embargo de haberes

Córdoba, 3 de julio de 2007.

Sr. GERENTE
DE ARCOR S.A.
s………………..D

Se hace saber a UD. que en los autos caratulados: RAMOS MARIA DOMINGA
C/ ZEQUIEL BARROS-EJECUTIVO POR COBRO DE CHEQUES, LETRAS O
PAGARES, EXP. N° 123654/36, en trámite por ante el tribunal de 1° instancia y 18
nominación civil y comercial, secretaria a cargo de la autorizante, se ha dispuesto
remitirle el presente oficio a fin de que tan luego de recibido procedan a trabar
embargo sobre los haberes que perciba en esa Empresa el Sr Ezequiel Barros, D.N.I
30.996.019, en la proporción de ley, hasta cubrir la suma de Pesos Cinco mil ($ 5000.-)-

Los importes que sean retenidos deberán ser depositados a la orden de este Juzgado
y para estos autos en el Banco Córdoba, Sucursal Tribunales en el plazo de 2 días de
liquidados los haberes, bajo apercibimiento del art. 239 del Código Penal.
Se deja constancia que el Dr. Mauricio Berrotaran, MP. 1-29458, se encuentra facultado
para diligenciar el presente.

Sírvase devolverlo directamente al tribunal con todo lo actuado.

DIOS GUARDE A UDS.

Fuente: Elaboración propia.


16
Medidas cautelares genéricas o innominadas

Es la que puede dictar el juez, según las particularidades del caso, cuando no existe una la ley una
previsión específica que satisfaga la necesidad de aseguramiento. Constituye una regla importante
ya que la realidad cotidiana presenta permanentemente nuevas situaciones y cuestiones a
solucionar que no se ajustan específicamente a los institutos legales previstos en la ley.
Su otorgamiento está condicionado a que no pueda utilizarse otra medida cautelar; que exista temor
fundado de perjuicio y que se trate de medidas de seguridad que resulten más aptas al objeto
del juicio.

El código procesal de la provincia de Córdoba ha introducido una norma que permite el


otorgamiento de otras medidas precautorias, de seguridad o de urgencia, no tipificadas
específicamente, siempre que según las circunstancias fueran las más aptas para asegurar
provisionalmente el cumplimiento de la sentencia.

Aunque no estén tipificadas para la procedencia se requerirá el cumplimiento de los presupuestos de


verosimilitud del derecho invocado, peligro en la demora y contracautela.

A continuación, les presentamos el célebre fallo “ Camacho Acosta” de la Corte Suprema de


Justicia de la Nación, que nos ilustra acerca de la medida cautelar innovativa:

Considerando 1: Que el actor en un proceso de indemnización de daños y perjuicios


reclamo que se dictara una medida cautelar innovativa que impusiera a los
demandados el pago de una prótesis en reemplazo de su antebrazo izquierdo que
había sido amputado por una máquina de propiedad de aquéllos.
2. Que el juez de grado desestimó la medida en una resolución que fue
confirmada por la sala H de la Cámara Nacional de apelaciones en lo Civil que
entendió que el recurrente no había dado cumplimiento a l recaudo de la verosimilitud
del derecho, ya que de adentrarse el tribunal en el examen de la cuestión debatida
implicaría sin lugar a dudas, emitir opinión sobre el “thema desidendum”.
3- Que el actor dedujo recurso extraordinario contra dicho pronunciamiento porque,
según sostuvo, la resolución apelada no había respondido los argumentos
planteados en defensa de su posición y había desechado, sin justificación valida, las
pruebas agregadas por su parte que demostraban la verosimilitud del derecho
invocado y el peligro en la demora por la falta de colocación de la mencionada
prótesis.
4 Que si bien es cierto que las resoluciones adoptadas en materia de medidas
cautelares no son susceptibles de revisión por la vía del recurso extraordinario, tal
principio cede cuando la decisión produce un agravio de insuficiente, tardía o
dificultosa reparación ulterior o bien cuando la alteración de la situación de hecho o de
derecho pudiera influir en la sentencia o convertiría su ejecución en ineficaz o
imposible. (Conf. causa W3 XXXII2 Waroquiers, Juan P. otros c, Quintanilla de
Madanes, Dolores y otros, del 10 de octubre de 1996).
5- Que en tal sentido, el recurrente ha puesto de manifiesto que la tardanza en la
colocación de la prótesis hasta el momento de la sentencia definitiva le provocará
un perjuicio irreversible en la posibilidad de recuperación física y psíquica de su
parte, como también que la permanencia en su situación actual – hasta el momento
en que concluya el proceso - le causa un menoscabo evidente que le impide
desarrollar cualquier relación laboral, todo lo cual reclama una decisión jurisdiccional
eficaz para modificar el estado de hecho en que se encuentra (ver peritaje psicológico
y fs. 41 vta. de la queja).
6- Que esta Corte ha considerado a la medida cautelar innovativa como una
decisión excepcional porque altera el estado de hecho o de derecho existente al
tiempo de su dictado, y por configurar un anticipo de jurisdicción favorable respecto
del fallo final de la causa, resulta justificada una mayor prudencia en la apreciación
de los recaudos que hacen a su admisión (Conf. fallos 316: 1833 y causa P489 XXV

17
“Perez Cuesta SACI C. Estado Nacional s/ acción declarativa de inconstitucionalidad
[prohibición de innovar]” del 25 de junio de 1996. La Ley, 1996. D- 689).
7Que el juez de grado tuvo por acreditada prima facie la verosimilitud del derecho
invocado por el actor cuando dispuso la traba de embargo sobre bienes muebles e
inmuebles del patrimonio de los demandados a fin de resguardar el eventual
pronunciamiento a dictarse sobre el planteo indemnizatorio del apelante;
verosimilitud que se vincula con los presupuestos de la relación jurídica y
circunstancias fácticas determinantes del reclamo.
8- Que para probar el recaudo del peligro en la demora – necesario en toda medida
cautelar - el recurrente llevó a cabo diligencias a fin de evidenciar la existencia de los
intentos realizados por los demandados para disminuir su patrimonio lo que se veía
agravado por la falta de seguro de accidentes de trabajo respecto del personal que
desarrollaba sus tareas en la empresa GRAFI GRAF SRL.
9- Que ante tales afirmaciones la alzada no podía desentenderse del tratamiento
concreto de las alegaciones formuladas so color de incurrir en prejuzgamiento, pues
en ciertas ocasiones – como ocurre en medida de no innovar y en la medida cautelar
innovativa – existen fundamentos de hecho y de derecho que imponen al tribunal
expedirse provisionalmente sobre la índole de la petición formulada estudio que era
particularmente necesario en el sub lite en razón de que el recurrente pretendía
reparar - mediante esa vía – un agravio causado a la integridad física y psíquica
tutelada por el art. 5 Inc. 1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.
10- Que ello resulta así pues es de la esencia de esos institutos procesales de
orden excepcional enfocar sus proyecciones – en tanto dure el litigio- sobre el fondo
mismo de la controversia, ya sea para impedir un acto o para llevarlo a cabo,
porque dichas medidas precautorias se encuentran enderezadas a evitar la
producción de perjuicios que se podrían producir en caso de inactividad del
magistrado y podrían tornarse de muy dificultosa o imposible reparación en la
oportunidad del dictado de la sentencia definitiva.
11- Que de considerarse admisible el único sustento dado por el a quo, la medida
cautelar innovativa se convertiría en una mera apariencia jurídica sin sustento
alguno real en las concretas circunstancias de la causa, habida cuenta de que toda
presentación en tal carácter se enfrentaría con el valladar del eventual
prejuzgamiento del tribunal como impedimento para la hipotética resolución favorable
al peticionario.
12- Que el mencionado anticipo de jurisdicción que incumbe a los tribunales en el
examen de ese tipo de medidas cautelares, no importa una decisión definitiva sobre la
pretensión concreta del demandante y lleva incita una evaluación del peligro de
permanencia en la situación actual a fin de habilitar una resolución que concilie –
según el grado de verosimilitud. Los probados intereses de aquel y el derecho
constitucional de defensa del demandado.
13- Que en tales condiciones, y sin perjuicio de señalar que lo expresado no implica
decidir concretamente sobre la procedencia del reclamo formulado por el actor,
corresponde declarar procedente el recurso extraordinario pues media relación
directa e inmediata entre lo resuelto y las garantías constitucionales que se dicen
vulneradas (art. 15, Ley 48).
Por ello se declara admisible el recurso extraordinario y se deja sin efecto la sentencia
apelada. Vuelvan los autos al tribunal de origen a fin de que, por medio de quien
corresponda, proceda a dictar nuevo fallo con arreglo a lo expresado. Agréguese la
queja al principal. Eduardo Moliné Oconnor - Carlos Fayt- Guillermo López - Antonio
Boggiano- Enrique Petrachi- Gustavo Bossert- Adolfo Vázquez, en disidencia.
Disidencia del Dr. Vázquez.
Considerando: Que el recurso extraordinario, cuya denegación origina la presente
queja no se dirige contra una sentencia definitiva o equiparable a tal (art. 14, Ley 48)
Por ello se desestima la queja - Adolfo Vázquez. (CSNJ, Camacho Acosta Maximino c.
Grafi Graf SRL y otros. Buenos Aires, agosto 7 de 1997).

18
Los procesos urgentes (pp. 398 a 412, T. II)

Actualmente se admite y se da estructura conceptual a los denominados procesos urgentes que


comprenden diferentes trámites judiciales. Se propone la admisión de estos tipos de procesos
cuando concurran determinadas situaciones que exigen una particular y rápida respuesta
jurisdiccional.

En este sentido, se incluyen dentro de ellos al amparo y al habeas data. La tutela de urgencia o
procesos urgentes reconoce en la actualidad tres tipos principales de mecanismos diferenciados
entre sí: las medidas cautelares propiamente dichas, de la que ya hemos hecho referencia, las
medidas autosatisfactivas y la tutela anticipada, debe mencionarse además el proceso monitor.

La tutela de urgencia cautelar anticipatoria es aquella que trata de obtener, durante la


sustanciación del proceso, una anticipación de la probable resolución a dictarse dentro de este. Con
ellas se procura evitar el perjuicio, que podría significar para el peticionante de la medida, la
demora en la satisfacción de la pretensión hasta el momento en que se dicte la resolución
definitiva. Esta tutela se caracteriza por ser revocable o confirmable por la sentencia de mérito. Por
su parte, la tutela satisfactiva autónoma, se trata de un requerimiento de carácter urgente, formulado
al juez por un sujeto con carácter de parte que se agota, de allí satisfactiva, con su despacho
favorable, no siendo entonces necesaria la iniciación de una posterior acción principal para evitar su
decaimiento.

Por último, debemos mencionar el proceso monitorio. Esta categoría constituye un proceso en el
que la estructura contradictoria normal se invierte.

En efecto, en el proceso monitorio el juez, luego de escuchar al actor, dicta la sentencia


acogiendo su demanda y solo después oye al demandado, abriéndose así el contradictorio.

19
Referencias

Corte Suprema de Justicia, Camacho Acosta Maximino c/ Grafi Graf SRL y otros. Buenos Aires, 7
agosto de 1997.

Fassi, S. y Yáñez, C. (1989). Código Procesal Civil y Comercial. Buenos Aires: Edit. Astrea.

Ferreyra de De la Rúa, A. (2008) Medidas cautelares. Doctrina y jurisprudencia. Colección de


Derecho procesal. N° 3. Córdoba: Advocatus - Siglo 21.

Ley Nacional N° 24.241 (1993). Sistema integrado de jubilaciones y pensiones. Senado y Cámara de
Diputados de la Nación Argentina.

Ley Provincial N° 8067 (1991). Inembargabilidad de la vivienda única. Senado y Cámara de


Diputados de la Provincia de Córdoba.

Martínez Crespo, M. (1996). Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Córdoba – Ley
8465. Córdoba: Advocatus.

Palacio, L. (2005) Manual de Derecho Procesal Civil. Buenos Aires: Lexis Nexis- Abeledo - Perrot.

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