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“El sistema del ‘ius commune’ en las Indias

occidentales”

IKV
Las indias occidentales han llamado poco la atención de los historiadores del derecho desde la perspectiva
del sistema del derecho común; al cual indudablemente ellas pertenecían.
Tras el descubrimiento del Nuevo Mundo se abrió paso la gran cuestión de a quién pertenecían estas nuevas
tierras y en razón de que títulos. Una Europa con derecho común vigente, respondió que las tierras se
incorporan a la corona de Castilla, en razón de los justos títulos de descubrimiento y ocupación, confirmados
por la donación pontificia.
Solucionada, dentro del marco del ius commune, la primera gran cuestión; luego se presentó una nueva
dificultad; qué derecho debía de aplicarse sobre los territorios nuevos. Nuevamente el ius commune, que
preveía una similar situación, solucionó de modo tal, que era de communis opinio que el territorio anexado
comenzaba a regirse por el derecho del rey o pueblo que realizaba la ocupación1.
El derecho de un reino se traspasaba a los nuevos territorios siempre que estos se anexarán como parte del
mismo reino; y no como algo aparte; en tal caso el nuevo reino continuaba con sus propias costumbres y
derecho. Sin embargo; los estatutos del nuevo reino sólo se imponían sin perjuicio del derecho de otros.
El derecho canónico pretendía la extensión del derecho y usos del monasterio al que se agregaba otro sujeto a
una disciplina distinta2; ya que era digno que quienes adoptaban una vida similar con otros estuvieran sujetos
a la disciplina de unas mismas leyes.
La doctrina de los civilistas, elaborada sobre la base de la ley Si convenerit, y la de los canonistas, fundada en
el capítulo Recolentes, servirían de fundamento a los juristas del mos italicus tardío para responder a la
cuestión del derecho aplicable al territorio ocupado.
En Castilla, las Siete Partidas habían admitido el criterio del Liber Decretalium en cuanto a la unión de
monasterios e iglesias, y sobre dichas bases los juristas distinguían con toda claridad tres formas posibles de
unión: una por accesio, y otras dos producidas aeque principaliter. Esta doctrina también se aplicaba a los
aumentos experimentados por los reinos3.4
Para determinar de que especia era la unión debía estarse a lo siguiente: a) examen del tenor de la unión, b) si
de la primera no se entiende, determinar quien es más digno y menos digno, c) si no aparece el más digno, se
recurre a la denominación, y d) si ello no era posible, debía presumirse que la unión era aeque principaliter y
no accesoria.
Muy arraigada se hallaba entre los juristas castellanos la doctrina de la unión de reinos y provincias elaborada
sobre la base de pasajes del ius civile y del ius canonicum y de los comentarios de Guillelmus de Cuneo,
Bartolo y Baldo.
Ya en la misma época del descubrimiento del Nuevo Mundo se habían presentado en Castilla dos casos
concretos y muy característicos de la unión no accesoria, tales habían sido los de los reinos que integraban la
corona de Aragón y el reino de Navarra.
Raro no fue que los juristas hispanos e indios que se ocuparon de los asuntos del nuevo mundo se preguntaran
sobre qué derecho aplicar al Nuevo Mundo y que lo hicieran dentro del sistema del ius commune5.
Así los juristas vieron a las Indias accedida a la corona de Castilla; de manera que era el derecho de Castilla el
que debía de aplicarse6.
Cuando un reino era aumentado; por vía de accesión; la provincia agregada debía regirse por las
constituciones del reino; el reino era universal.7
A esta doctrina hispana adhirieron los juristas indianos Francisco Carrasco del Saz, Juan de Solórzano y
Pereyra y fray Gaspar de Villarroel.
Así, pues, para los juristas hispanos e indianos, como consecuencia de la accesión de las Indias a la corona de
Castilla se debía aplicar en ellas el derecho de Castilla, entendiendo por tal no solamente sus leyes, sino
también sus costumbres.

1
Tal opinión (conforme a la cual el derecho del ocupante se extendía al territorio ocupado) fue defendida por el civilista francés Guillelmus de Cugno,
a quien siguió Bartolo de Sassoferrato, cuya doctrina admitió Baldo de Ubaldis, Guido Papa, entre otros.
2
Por ejemplo un monasterio que admitía riquezas en tanto se unía con un monasterio del Císter; cuya orden era incompatible con las riquezas, debía
despojarse de ellas para mantenerle orden de su institución
3
Siete Partidas; contenía doctrina canónica consignada en el Liber Extra a propósito de la unión de monasterios e iglesias a través de a) sometiéndose a
un monasterio o iglesia u otra < regulándose según las reglas y privilegios del que somete>, b) uniéndose en calidad de iguales <ambos se
comunicaban mutuamente sus privilegios y bienes>, y c) uniéndose bajo un mismo prelado <bienes y derechos de los que se unen no se comunican;
sólo se producía la unión en cuanto al rector y gobernador de ambas>.
4
Gregorio López recurría a estos principios para solucionar el sometimiento de un monasterio a otro; y recurría a este principio para explicar la
incorporación de territorios.
5
Que asumieran la doctrina de accesión de un territorio a otro, y la extensión del derecho de este último al primero.
6
Uno de los primeros juristas castellanos que se ocupó expresamente del derecho aplicable en las islas y tierras firme del mar océano fue Francisco de
Avilés. Él respondía la cuestión basándose en la clásica doctrina de Bartolo sostenida en el comentario a la ley Si convenerit.
7
Otros civilistas hispanos que se ocuparon del derecho aplicable en las Indias; Juan García Gallego, Juan Bautista Valenzuela Velázquez.
Solucionado que era el derecho de Castilla el que debía aplicarse en Indias; ¿cuál era ese derecho cuya
vigencia se extendía a las Indias? El derecho en Castilla se formó durante la alta y baja edad media;
destacando de sus peculiaridades el largo proceso de la reconquista y la repoblación.
Inicialmente hubo en Castilla muchos derechos particulares, consuetudinarios y escritos manifestados en
costumbres, fazañas, cartas de población y fueros. Durante el siglo XII se intentó dar a todo el reino un
derecho general creado por el propio monarca8. Así se había formado un ius propium en el cual se advertía la
existencia de un derecho real en expansión9 y una pluralidad de derechos locales10.
Pero en Castilla se desarrollaron múltiples y diversas relaciones entre el ius commune y el ius propium, de
modo tal, que integraban un único sistema jurídico que no habría podido concebirse ni subsistir sin uno de sus
términos.
El ius commune informaba y vestía a los estatutos, pero no era vestido ni informado por ellos11.
Es importante ver la aplicación del derecho castellano en Indias, no como una simple aplicación de
legislación real castellana en las Indias, sino como la extensión del sistema ius commune-ius propium a ellas.
El derecho civil.
Frecuente en la historiografía jurídica hispana, fue abordar la cuestión de derecho romano en los reinos de
Castilla, desde una perspectiva legalista; ¿tenía el ius civile fuerza vinculante o no? Como solución a la
cuestión se suele fundar12 el texto del título XXVIII del Ordenamiento de Alcalá de 1348 y las Leyes de Toro
de 1505; que impedían la invocación del derecho romano para la determinación de los pleitos, y sólo admitían
que fuera estudiado.
Sin embargo, esta visión no distingue dos realidades evidentes; la del “uso” del ius civile y la de la
“aplicación” del mismo.
Las universidades indianas se erigieron según las hispanas, particularmente a imagen del modelo salamantino.
Así, en las facultades de cánones y leyes de las universidades indianas sólo se estudió el derecho romano
justinianeo y el canónico13. De esta manera, los letrados indianos recibieron la formación del ius commune, lo
que condujo a que el derecho común también se hiciera presente en América desde las universidades y a
través de un estamento letrado.
El derecho particular de las Indias era informado y vestido por el ius civile en cuanto ius commune, dotándole
no sólo de un lenguaje técnico y preciso, sino también del modelo de sus instituciones, de sus criterios y
principios, etc.14
La encomienda fue uno de los casos más paradigmáticos (de que el ius civile vestía e informaba el derecho
particular de las Indias); siempre fue tratada, por los juristas, sobre la base de diversas categorías e
instituciones jurídicas del ius civile. No fue raro que las disposiciones de derecho particular de las Indias
fueran interpretadas de acuerdo a los criterios del ius civile, pues los juristas indianos sostenían que el derecho
real debía entenderse según el derecho común15.
En la praxis jurídica indiana también fue habitual el interpretar disposiciones del derecho particular de las
Indias conforme al ius commune.
Igualmente los juristas indianos adoptaron la regla odia restringi como criterio y principio de interpretación
del derecho particular del Nuevo Mundo16; en aquellos casos en los cuales se dudaba sobre si las
disposiciones del derecho real o las costumbres seguían o se apartaban del ius commune, debía presumirse
que querían conformarse con él17. La compilación de Justiniano en Castilla no se decía de derecho, sino de
sabios, ya que a falta de ley, podía seguirse e invocarse en juicio en cuanto auxiliaran a la razón y confirmaran
el derecho real.

8
Aunque este ordenamiento superior nunca llegó a los ordenamientos inferiores representados especialmente por costumbres y fueros.
9
“..y con la pretensión de constituirse en una suerte de lex generalis del reino, que incluso había llegado a fijarse en una primera Recopilación, las
llamadas Ordenanzas Reales de Castilla…”
10
“..ahora fijados normalmente en fueros denominados “extensos”, además de costumbres, los que se situaban en la posición de leges particulares.
11
Las bases y principios de las relaciones entre el ius commune y el ius propium habían sido especialmente puestas de manifiesto por Bártolo de
Sassoferrato y muy bien expresadas por Baldo de Ubaldi.
12
Ya que el problema se reduce a un tratamiento casi tradicional de las “fuentes del derecho” y de su “orden de prelación”.
13
Contenido en el Corpus Iuris Civilis y Corpus Iuris Canoniza; explicados en las cátedras de Prima y Vísperas de Leyes, Código, Instituta, Digesto
Viejo y Volumen, y en las de Prima y Vísperas de Cánones, Decreto, Decretales, Sexto y Clementinas.
14
Aun cuando el juzgamiento de pleitos conforme a ius civile estuviera vedado, sin perjuicio de admitirse su estudio y que, según los juristas, pudiera
recurrirse a él pro ratione de acuerdo a la doctrina de López de Palacios Rubios, tenida por communis opinio.
“El derecho romano podrá hazerme diestro para interpretar mi derecho; no me le enseñará”. Francisco Barreda
15
En la duda respecto de si una disposición de las Siete Partidas corregía o confirmaba el derecho común, no se estimaba que ella quisiere corregir el
ius commune.
16
Juan de Matienzo, Francisco Carrasco del Saz, Gabriel Álvarez de Velasco, Manila Fernando Escaño, etc.; todos en su mayoría funcionarios
públicos; oidores, consejeros, fiscales, etc.
17
A esta regla recurrieron juristas indianos para interpretar, por ejemplo, en materia de encomienda.
Luego de un tiempo aparece la cuestión de hasta que punto era lícito en los reinos de España alegar y citar las
leyes de los emperadores romanos; Juan de Solórzano y Pereyra responde que por lo menos estaba prohibido
alegarlas con fuerza de leyes, y sólo se las permitía con fuerza de razón.
El emperador romano no era señor del orbe, y en consecuencia, no podía dictar leyes para todo el mundo.
Entonces las leyes del ius civile no obligan en los reinos de la corona de Castilla.
Luego, ¿qué derecho debía aplicarse cuando faltase el ius propium? Había que acudir al derecho canónico, y
solamente a falta de este se debía acudir al ius civile18; no obstante debía usarse de ellas en cuanto razón
natural; la razón debía mover al juez del mismo modo que la ley expresa, ya que no podía haber ley sino en la
medida en que ella se fundaba en la razón.19
Si bien, condicionado por la ley castellana, el derecho romano carecía de fuerza obligatoria, y bien utilizarlo
constituía traición por cuanto se reconocía un algo superior a la corona castellana; este no queda obsoleto; se
usa como elemento racional.
Así los juristas indianos, sentían casi como una necesidad de espíritu, la de argumentar en sus actuaciones, no
sólo con el sustento de la potestad de la ley real o canónica, sino también sobre la base de la autoridad del
derecho romano y de la opinión de los doctores.
El derecho romano se invocaba por letrados en Indias como reflejo de su formación universitaria, y al menos
por tres vías: en materia de derecho privado20, en citar reglas o principios como inspiradores de las
instituciones, y como argumento de razón.
El recurso a la communis opinio doctorum21 como reflejo de lo dicho.
Las escrituras levantadas ante escribano daban cuenta también de la forma habitual de celebrar o convenir
contratos, generalmente con el más estricto apego al ius commune.22
El derecho canónico.
Las leyes eclesiásticas se dirigen al bien de las almas; apartarles el pecado y procurar su salvación23. Si bien la
pretensión inicial es netamente espiritual, se vio que la Iglesia vino a regular muchas otras situaciones que
excedían al ámbito espiritual; pro ratione peccati; generándose una serie de superposiciones que acarrearían
diversos problemas, enfrentados siempre desde el sistema del ius commune.
El ius canonicum aparece como derecho vigente en Castilla para la ordenación y el juzgamiento de causas
canónicas, y a falta de él debía recurrirse al derecho y costumbres del reino, y sólo en deficiencia de estos
últimos podía acudirse al ius civile24.
Pero también podía recurrirse al ius canonicum para resolver problemas de causas civiles respecto de las
cuales no existía derecho del reino (y ello antes del ius civile25).
La incorporación de las Indias, también lo fue en el ámbito cristiano, tal como lo indicasen las bulas de
donación de 1493; evangelización de habitantes de los nuevos territorios; carácter misional del
descubrimiento y conquista.
En las Indias el ius canonicum fue el derecho vivo de la Iglesia; y los juristas indianos también recurrieron a
él para determinar causas temporales a falta de derecho del reino, con preferencia al ius civile.
El “ius propium” en Indias.
En cuanto las Indias se incorporaron a la corona de Castilla también su ius propium se hacía aplicable a
ellas26, pero además para el Nuevo Mundo surgió un derecho particular, el derecho municipal.
Así el ius propium de las Indias se conformaba por un derecho propio de Castilla y por un derecho municipal
indiano (la primera constituía la lex generalis y la segunda lex particularis).
El derecho real advertía la existencia de un derecho real en expansión y con la pretensión de constituirse en
una suerte de lex generalis del reino27, y de una pluralidad de derechos locales, fijados normalmente en fueros
llamados “extensos”, además de costumbres, los que se situaban en la posición de lex particularis.
18
Doctrina de Juan López de Palacios Rubios y demás juristas castellanos.
19
Alfonso de Acevedo y Antonio Gómez, Juan Corral Calvo de la Torre.
20
“..Que prácticamente era considerado como una proyección de la legislación castellana..”
21
Expresiones como “la doctrina de los autores..”, “clásicos autores”, etc., da muestra que la tradicional enseñanza jurídica moldeaba de tal manera la
mentalidad de los letrados indiano, que les era imprescindible en el ejercicio de sus oficios.
22
En muchas escrituras se refiere a instituciones romanas (manumisión de esclavos, relación de patronato) cuya real vigencia y aplicación en las Indias
es desconocida o no explícita en el texto.
23
La relación poder espiritual y temporal se resume en las Siete Partidas.
24
Lo afirman Juan López de Palacios Rubios, Diego Pérez de Salamanca, Francisco de Áviles y Juan Yáñez Parladorio.
25
Baldo dijo que en la duda debía observarse primero el derecho canónico que el civil, ya que el primero emanaba del derecho divino; y la ley divina
no tiene limites territoriales.
26
Derecho propio de Castilla se formaba por una serie de ordenamientos de carácter general y particular.
27
Al tiempo del descubrimiento se hallaba fijado en un primer intento de Recopilación, las denominadas Ordenanzas Reales de Castilla (Alonso Días
de Montalvo).
El derecho municipal podía mostrar un derecho real creado especialmente para enfrentar las realidades del
Nuevo Mundo y una pluralidad de derechos particulares representados por las diversas disposiciones locales
creadas en provincias y ciudades indianas, y por las costumbres, dentro de las cuales se hallaban las de los
indígenas que, en cierto modo, constituían una suerte de privilegium.
¿Cuál era la condición y naturaleza de dicho derecho real? No hay que confundirlo con el derecho común;
cuando los juristas empleaban la expresión ius commune para calificar al derecho real28 lo hacían con la
manifiesta intención de recalcar que él tenía una vigencia general y “común” en todo el reino (a diferencia de
los demás derechos en él existentes); se quería contraponer al derecho real en cuanto lex generalis del reino,
de los derecho locales y personales en cuanto lex particularis.
La corona manda a observar en las Indias el derecho castellano desde muy temprano29, y lo hizo sobre la base
de la ordenación de los elementos normativos del reino que se hallaba establecida en las Leyes de Toro de
150530; se ordenaba que lo pleitos se sentenciaran de acuerdo a la legislación real, pasada, presente y futura; si
las causas no se podían determinar por las leyes de los ordenamientos y pragmáticas se mandaba que se
recurriera al Fuero Real y a los fueros municipales, con ciertas restricciones. En defecto de esto, los pleitos
debían fallarse por las Siete Partidas.
Antes del texto de las de Leyes Nuevas de 1542, la extensión del derecho castellano a las Indias parecía
referirse sólo al ámbito jurisdiccional. Posteriormente en las Ordenanzas nuevas de audiencias de 156331 se
reitera la aplicación del derecho castellano, pero esta vez, con un carácter general para cualquier cosa que no
esté proveída en las Ordenanzas de audiencias o en cualquier otra disposición expedida para las Indias.
Más tarde en las Ordenanzas de 1563, se reitera lo anterior pero además se incluye que en defecto de las
Ordenanzas, se recurriera no sólo a las leyes y pragmáticas de los reinos de Castilla, sino también a sus
“estilos”.
En 1680, en la Recopilación de Leyes de Indias, el principio anterior es generalizado32, quedando dicho, sobre
la base de la incorporación del Nuevo Mundo a la corona de Castilla, que su derecho se aplicara en las Indias
cuando no había disposición particular para ellas. El derecho castellano se extiende a las Indias en la posición
de lex generalis y, como tal, su vigencia en ellas es subsidiaria de las disposiciones particulares o municipales
de las Indias. Este carácter de lex generalis era reconocido por todos los juristas indianos.33
De estas ideas, surgen cuestiones como cuáles eran los textos del derecho real castellano de aplicación en las
Indias, si las Siete Partidas en cuánto derecho de creación real se aplicaba con preferencia a los derechos
forales o en subsidio de estos, desde qué momento se entendía que una disposición real castellana regía en el
Nuevo Mundo y cómo se articulaba el recurso a las distintas disposiciones reales vigentes.
El derecho indiano.
La necesidad de un derecho particular para las Indias era explicada por los juristas indianos sobre la base de
los lugares tradicionales de Aristóteles y de San Isidoro de Sevilla.
No era suficiente hacer leyes, sino que además debían ser aptas y útiles a los lugares y provincias para que sin
turbación se pudieran conservar34. Así los mismo juristas indianos calificaban a sus leyes como “particulares”
y de aplicación preferente a las “generales” leyes del Derecho Castellano.
El derecho municipal de las Indias se integraba por el derecho real creado especialmente para el Nuevo
Mundo y por el derecho municipal creado en las Indias por jurisdicciones inferiores y por el propio pueblo
mediante la costumbre.
El derecho real creado para el Nuevo Mundo, estuvo en manos del Real y Supremo Consejo de Indias; las
disposiciones expedidas por este órgano, en su mayoría revestían el carácter de cédulas reales, consideradas
leyes por los juristas indianos, y que se recopilaron en las Leyes de Indias de 1680; cuerpo que pasó a ser,
dentro del derecho municipal de Indias, el cuerpo de aplicación general.

28
Diego Pérez de Salamanca; fue uno de los primero juristas en unificar los términos. Luego Juan de Matienzo, Juan Bautista Valenzuela Velázquez.
29
Por vez primera la corona ordenó expresamente la aplicación del derecho castellano al nuevo mundo en las llamas Ordenanzas antiguas de 1528;
mandaba a los oidores a que, en defecto de sus Ordenanzas, aplicaran las de las audiencias y chancillerías de Valladolid y Granada.
30
“..Que recogía prácticamente sin alteraciones lo prescrito en el ordenamiento de Alcalá de 1348...”
31
Despachadas en Monzón el 4 de octubre para las audiencias de Charcas, Quito y Panamá, extendida con leves variantes en 1565 a Concepción, y en
1563 a Manila.
32
Al incluirlo en el título de “De las Leyes, Provisiones, Cédulas y Ordenanzas Reales”
33
Antonio de León Pinelo explica con toda precisión y claridad el fundamento y naturaleza de la aplicación del derecho indiano como lex generalis en
las Indias (que eran lo particular respecto de la corona, que era lo universal). Igualmente explicaba Juan de Solórzano y Pereyra.
34
Juan de Solórzano y Pereyra, De Indiarum Iure, II, lib.I, cap. IV, nr.92, fol.35.
El derecho municipal creado por jurisdicciones inferiores se vio en dos grandes grupos; el de ciertas
autoridades e instituciones reales35, y el de las ciudades representadas por sus cabildos, que tenían potestad
para dar ordenanzas capitulares y decretos.
Gran importancia tuvo la costumbre en el derecho municipal indiano36; tuvo la situación que le era propia
dentro del sistema del ius commune.
La corona castellana reconoció desde mediados del siglo XVI el valor de la costumbre indígena, aunque con
algunas restricciones, generalmente como un derecho aplicable sólo a las causas suscitadas entre naturales37.

Tras un breve resumen y análisis del texto de Javier Barrientos G., el objetivo del autor se encuentra en
realizar un análisis del ius commune en las Indias; de cómo se dio, de cómo se plasmó en la identidad del
continente, que demuestre efectivamente que las Indias pertenecían indudablemente al sistema del ius
commune.
Tal necesidad arraiga en su hipótesis de que el estudio de las Indias Occidentales desde la perspectiva del
sistema del ius commune es escaso, probablemente porque no se han percatado de su naturaleza perteneciente
a este sistema.

Personalmente, creo que a lo largo del texto la inquietud del autor se va, por decirlo de algún modo, “auto
solucionando”; pues el análisis de las instituciones trasladadas desde el viejo continente hasta el nuevo;
demuestran que efectivamente América fue parte del sistema del derecho común; los territorios descubiertos
inicialmente se anexan y se fundamenta tal acción por los justos títulos del derecho común. El problema viene
cuando hay que fundamentar que efectivamente es el derecho común legítimo para regir un territorio nuevo,
desconocido, con habitantes totalmente diferentes a los característicos del ius commune; y es esa la raíz que
debe ser correctamente fundamentada para hacer válido todo lo que después se hizo y aconteció desde el
descubrimiento hasta el hoy.

Si lo miramos desde una perspectiva europea; y situamos a América dentro del sistema del derecho
común, ya sea por los justos títulos, y/o por como se desarrolló un derecho efectivamente común en la historia
del derecho americano, no tendremos los problemas que he mencionado.
Pero si nos preguntamos porque América tuvo que obligadamente adherir a esta doctrina; no
encontraremos respuesta satisfactoria a nuestra inquietud.
Difícil es fundamentar de manera concreta y no conformista la situación que tuvo que vivir América.
Concuerdo totalmente con el autor, en tanto todo lo que expuso aclara fehacientemente la situación que el
destino propuso en la historia mundial, y mirada desde la perspectiva de la época colonialista, no hay
inquietud al respecto; pues el pensamiento era bastante generalizado y por lo demás aceptado.
Hoy, la filosofía, la ciencia, e incluso la religión, nos permite cuestionarnos mucho más los sucesos, tanto
los pasados, como los presentes; ventaja que creó no tuvieron los juristas historiadores de la época como para
discernir más allá de todas las soluciones que se dieron; ya que estas fueron satisfactoria dentro de un marco
relativamente aceptado por todos; si no les satisfacía el derecho común, encontraban respuesta en el derecho
natural, e inclusive internacional (propuesto por Vittoria); todo acto encontró justificación lógica en la época.

El texto del autor, “El sistema del ‘ius commune’ en las Indias Occidentales” cumple con esclarecer y
fundamentar con doctrina histórica lo que fue la imposición sin alternativa, pero totalmente justificada en la
época, del derecho común.
Por el momento no hay respuesta que trascienda a la explicación de la época, más que el conformismo con
que la historia se desarrolló de una determinada manera y así fue.
Pero es necesario fundamentar de otra manera; la situación que vive América hoy; la imposición de un
modelo ajeno, creo que es antecedente, de la diversidad y caos que se ha presentado en los últimos siglos; el
pueblo americano, fue rebajado a seguir un modelo que quizás no hubiese desarrollado nunca, pero no por
ello no podría avanzar de otra manera. La invitación es a imaginar como hubiese sido América sin la
imposición del sistema castellano; mejor, peor, nadie lo sabe; pero quizás ayude a avanzar hacia un mejor
desarrollo en tanto tomar lo bueno que hay y fundirlo con las esperanzas que surgen de la imaginación del
escenario distinto.

35
Virreyes, gobernadores, intendentes y reales audiencias.
36
“La costumbre tiene fuerza de ley, y deroga la passada. Este es punto tan llano entre los Doctores, que por el pudieran alegarse mil” Gaspar de
Villarroel, Govierno Eclesiastico Pacifico, I, quaest, III, art II, nr. 12, fol. 307.
37
Leyes Nuevas de 1542, en uno de sus capítulos reiteraba que una de las principales ocupaciones de las audiencias debía ser la protección y alivio de
los naturales. En sus pleitos debían aplicarse sus derechos. Los juristas indianos tienden a considerar este reconocimiento real de observarse las
costumbres de los indios, un “privilegio” de los naturales.
Bibliografía

“EL SISTEMA DEL ‘IUS COMMUNE’ EN LAS INDIAS OCCIDENTALES”


de Javier Barrientos Grandon en Rivista Internazionale di Diritto Comune

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