You are on page 1of 7

Diario de Emancipación | Periódico digital – Nuevo curso

2019 y la generalización de la guerra


29 de diciembre, 2019 · Actualidad> Actualidad global> Informe anual

Lanzamiento de un misil Iskander en Rusia



Este año, aniversario de la llegada del militarismo a la Luna, empezó con el arranque de
una nueva carrera militar-espacial y acaba con la inauguración del nuevo ejército
espacial de EEUU y el despliegue de los misiles nucleares hipersónicos rusos.

El «gran juego» imperialista global

Imagen digital distribuida por la agencia Tass de los nuevos misiles hipersónicos rusos
«Vanguardia».

1
Es la respuesta de las dos viejas potencias imperialistas que protagonizaron en la
segunda mitad del siglo XX la tendencia a la generalización de la guerra. Aunque
parezca irracional -porque expresa la irracionalidad y el carácter anti-humano y anti-
histórico del sistema entero- la nueva carrera militar-espacial y la nueva disuasión
nuclear es su forma de establecer un terreno de juego en el que sus propios territorios
quedarían al margen de una escalada total. Es una estrategia perfectamente
complementaria de la nueva doctrina de reducción de escala de las bombas atómicas: el
gran «paraguas» espacial y nuclear sobre las potencias es el que les permitiría aumentar
la letalidad y violencia de los conflictos localizados hasta el punto de dar carta blanca al
uso de bombas atómicas de «baja potencia».

Flota norteamericana dirigiéndose al Golfo


2
Lo que es más importante en lo inmediato, desde la mirada de Rusia y EEUU, les
convierte en ingrediente necesario de cualquier movimiento de fondo a nivel regional y
por tanto en un contrapeso a la tendencia de los imperialismos locales a afirmarse
unilateralmente como potencias regionales multiplicando el caos imperialista. En ese
sentido 2019 fue el año en que se transitó de la estrategia del «Nuevo Orden Mundial»
de los 90 en el que EEUU disciplinaba a sus aliados en torno a misiones militares en las
que mostraba su «superioridad militar abrumadora»; a un sistema de coaliciones y flotas
regionales ad hoc en el que EEUU es necesario pero no suficiente para crear una
amenaza creíble y en el que la palabra final de la guerra no es suya. Es el paso de las
«coaliciones» de las dos guerras de Irak y Afganistán, a la fallida invasión de Venezuela
y la flota internacional en el Golfo.

La multiplicación de los puntos de fractura bajo la sombra permanente de tensiones en


ascenso con China, obliga a EEUU a despliegues disuasorios pero limitados, muy lejos
de la doctrina de la «superioridad militar abrumadora» de las guerras de Irak. La idea de
que basta la amenaza americana y de que es decisiva se transmitió una y otra vez en
Corea e intenta reafirmarse con Irán a veces de manera no muy creíble. Pero en la
práctica levantar vientos de guerra y plantar órdagos sanguinarios se traduce en
continuas negociaciones que contradicen la presunción de unilateralidad.

«Un nuevo reparto imperialista de papeles, una misma miseria para la Humanidad»,
30/5/2019

Lee también

 «Un nuevo reparto imperialista de papeles, una misma miseria para la


Humanidad»

Putin referencia para los manifestantes en Mali

3
Desde la perspectiva rusa este marco estratégico es el que le está permitiendo mantener
en un precario equilibrio a Turquía e Irán y sobre todo colocarse a la zaga de la
expansión china sin que las contradicciones entre los dos grandes imperialismos le
estallen en la cara. El carácter «necesario» de Rusia para China se escenificó ya el año
pasado en las mayores maniobras conjuntas desde la guerra fría, pero este año las
maniobras navales de ambos con Sudáfrica y -en estas semanas- con Irán en el Golfo
mostraron con claridad que el modelo a seguir replica el de EEUU… con una diferencia
importante: va parejo a un desarrollo de la interdependencia energética entre Rusia y
China, materializado en el «Fuerza de Siberia», el gran gasoducto que abastece ya de
gas natural ruso a la industria china.

En este marco, Rusia apuesta por ser la nueva Prusia del siglo XXI, utilizando su
capacidad militar como moneda de cambio para acceder a mercados e inversiones
extractivas en Africa, América del Sur y Asia a las que sus capitales no podrían acceder
de otra forma. Ni que decir tiene que el resultado no puede ser otro que un aumento de
los roces y tensiones tanto con EEUU como, de manera creciente, con Francia.

Fragata china atraca en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, para maniobras militares conjuntas
con Rusia y Sudáfrica.

4
En todo este marco global el elemento paradójicamente más frágil es China. En primer
lugar porque va a la zaga en desarrollo tecnológico, volumen armamentístico y
despliegue internacional. Pero, como se vió con la respuesta a su plan de misiles
hipersónicos, la distancia militar se acorta inquietando a sus aliados (Rusia) y enervando
a sus rivales (EEUU, Japón) que no tienen tiempo que perder golpeando en lo que a día
de hoy es su mayor debilidad: la confluencia de las fuerzas centrífugas internas
(movimientos kazajos y uigures al Oeste, revuelta hogkonesa y Taiwan al Este) y la
resistencia de sus vecinos (Vietnam, Filipinas, etc.) a aceptar que el mar de China se
convierta en el Mediterráneo del imperialismo pekinés.

Tras el acuerdo de tregua en la guerra comercial con EEUU no solo está el daño sufrido
por su economía a causa de los aranceles (gráfico de arriba) sino un largo rosario de
intervenciones y amenazas en Hong Kong, en
apoyo a los uigures, enviando buques de guerra, rearmando y asesorando a Taiwan e
incluso regalando barcos a Vietnam para que hiciera valer sus reclamaciones
territoriales en el mar.

China intenta alinear a sus vecinos mostrando músculo naval como nunca hasta ahora,
sembrando el mar de China meridional de islas artificiales con bases militares y, tras
enseñar el palo, ofreciendo la zanahoria de la explotación conjunta de recursos a cambio
de un acuerdo de fronteras marítimas

Preparando los nuevos frentes de guerra


Este equilibrio imperialista competitivo y precario entre EEUU por un lado y China en
alianza militar-comercial con Rusia por otro, da marco, incentivos y límites a toda una
serie de conflictos imperialistas intra-regionales que, de una manera u otra, van
acomodándose e integrándose en el gran juego imperialista de las grandes potencias.
Entre ellos, nuestros focos de atención en 2020 estarán sobre todo en cuatro regiones:

Fronteras marítimas reivindicadas por Turquía tras su acuerdo con Libia

1
Cuanto más cerca está Turquía de ver asegurados sus objetivos en Siria más aumenta la
amenaza militar contra Grecia y sus aliados (Chipre, Israel, Egipto) en el Mediterráneo
oriental para no quedar fuera del gran negocio gasístico.

En esta última semana nuevas sanciones de EEUU, la presión egipcia en la ONU para
que esta desconozca los acuerdos libio-turcos y el intento griego de socavar el apoyo a
Erdogan en el mundo árabe y consolidar una alianza político militar regional suponen
una aceleración preocupante. Los gobernantes griegos están hablando ya abiertamente
de la posibilidad de una guerra y Turquía está elevando la apuesta al reivindicar la
soberanía sobre algunas islas en el Egeo. Sí, aunque no salga en los medios españoles ni
sudamericanos, a día de hoy, estamos a un paso de una guerra.

Lee también

 «La otra cara del «pacto verde»»

El presidente Zelensky dirige la retirada de tropas de una aldea en disputa en el


Dombass.

2
El Mediterráneo oriental no es la única región de Europa en la que las tensiones
imperialistas nos abisman hacia la guerra. La última cumbre de la OTAN ha dejado
claro que Alemania y Francia, por distintas razones inmediatas y de distinto modo,
quieren abrir el juego hacia Rusia y China. En cambio EEUU, no ha dudado en aprobar
sanciones contra Alemania, como si de una Corea del Norte se tratara, a cuenta del
NordStream2. Alemania no piensa ceder y las tensiones y estrategias de la llegada del
gas ruso a Alemania tienen inmediato reflejo en Ucrania… y toda Europa del Este.
Enredándose inevitablemente con los crecientes roces entre Rusia y Francia en el Sahel,
Africa Central… y los juegos cruzados de ambos en Argelia y todo el Magreb.
Todo en un marco en el que el divorcio entre Alemania y Francia, que estalló
precisamente con el NordStream 2 parece haber condenado a la UE a pasar de aspirante
a polo de agrupamiento imperialista a pieza en disputa entre EEUU y China. Y es que
hoy Europa -ni hablemos la OTAN- es incapaz de acordar una estrategia imperialista
global conjunta. Es más, incluso un acuerdo comercial estratégico como el firmado
agónicamente con Mercosur se vió casi inmediatamente puesto en cuestión cuando
Macron animó a los países ganaderos a denunciarlo a cuenta de los incendios
amazónicos. El mazazo a las aspiraciones alemanas, griegas y de Bruselas que supuso el
veto de Francia al comienzo de las negociaciones para la integración de Albania y
Macedonia del Norte constata que la UE es cada vez más un campo de batalla en el que
cercenar las aspiraciones del rival es tan importante como alcanzar las propias. Porque
lo que estamos viendo en la UE es el despliegue, ralentizado hasta ahora por el frente
común del Brexit, de un número creciente de conflictos inter-imperialistas entre sus
miembros. Queda todavía muy lejos una guerra abierta entre países UE. Pero la
tendencia ya presente en todos los asuntos europeos, desde Moscú a Lisboa, es hacia
una injerencia cada vez más violenta de cada estado en las batallas internas de las
burguesías rivales, sin excluir, ni alimentar secesionismos ni, incluso, volver a las
andadas con guerras sucias y asimétricas.

Lee también

 «La otra cara del «pacto verde»»


 «¿Paz en Ucrania?»
 «Europa, bocado en disputa entre China y EEUU»

Avión indio derribado por el ejército pakistaní sobre la parte de Cachemira que controla.

3
El tercer foco de atención ha de estar en India y su entorno de intereses imperialistas
directos. Las tensiones internas han crecido en este año. El último episodio ha sido las
revueltas provocadas por la nueva ley de ciudadanía y su sesgo anti-musulmán. Pero
esta se dio en continuidad con la llamada «crisis de la cebolla», expresión de la crisis
manufacturera y el colapso agrario. La crisis india se vió en 2019 acelerada por el
fracaso de las aspiraciones imperialistas indias en sus relaciones con ASEAN y con
China; y propiciaron un conato de guerra con Pakistán y la anexión legal definitiva de
Cachemira. Un impulso expansionista que no cesa y que llega incluso a acelerar el
divorcio de estados largamente supeditados como Nepal, cada vez más cercanos a
China.

Lee también

 «El corazón de la cebolla»


 «¿Acaba de estallar una guerra entre India y Pakistán?»
Uno de los tres nuevos submarinos nucleares brasileños.

4
Pero la región que sin duda resultará más aleccionadora sobre el desarrollo de los
choques imperialistas será, también en 2020, Iberoamérica y en especial América del
Sur. Durante 2019 hemos visto fracarsar el intento de Bolsonaro de hacer de Brasil un
«imperio delegado» de EEUU. La negativa de los militares brasileños a invadir
Venezuela no solo empezó el cierre de esa puerta, sino que decantó al estado hacia un
intento de afirmar su imperialismo regional capeando en el juego global entre China y
EEUU. Paradojicamente esa opción, que produce reacciones cada vez más violentas de
EEUU, es la misma que representan Alberto Fernández en Argentina y AMLO en
México. Es decir, las tendencias imperialistas opuestas en la región tienden, por
necesidad, a encajar de modos similares en el conflicto imperialista global.

Esta es la causa de que el conflicto imperialista haya dejado de presentarse


fundamentalmente como conflicto entre estados después de fracasar los intentos de
cambio de régimen en Venezuela y estallar las revueltas en Ecuador y Chile, la crisis
boliviana y las protestas en Colombia. El mismo conflicto ahora toma la forma de un eje
de fuerzas y personalidades políticas transversal a los estados, con los estados
«cambiando de bando» cuando cambian los gobiernos. Hemos pasado del conato de
alianzas estatales «Grupo de Lima vs Grupo de Montevideo», a la oposición entre el
«Grupo de Puebla» y «las derechas» en sus distintos sabores locales.

Esto significa que «revueltas populares» y conflicto imperialista se trenzarán durante


2020 en el continente, compaginando alianzas aparentemente «contra natura» en el
juego imperialista global (Argentina y Brasil frente a EEUU, China y la UE) con
injerencias y batallas transversales (Fernández con Lula y Evo contra Bolsonaro, Duque
y Piñera) y verdaderos bloques internos y regionales contra los trabajadores cuando las
revueltas populares tomen un significado de clase y corten al tiempo con todas las
facciones de las burguesía tratándolas como las serpientes de la misma Medusa que son.

Lee también

 «¿Estará en Sudamérica el nuevo Muro de Berlín?»


 «¿Qué aprendimos de los «movimientos populares» en 2019?»

Nuestra perspectiva

La tendencia a la generalización de la guerra sigue consolidándose. 2020 no va a ser un


año pacífico. Lo más que cabe esperar es que «puntos calientes» como Corea del Norte
no se abismen a abrir hostilidades y que guerras en ciernes como la del Mediterráneo
oriental o el Golfo Pérsico se vean contenidas durante más tiempo del que hoy parece
predecible a la mayoría de los analistas. Lo único que puede torcer una deriva de este
tipo, alimentada por la implacabilidad de un ciclo de acumulación en crisis y azuzada
por la guerra comercial es un desarrollo global de las luchas de los trabajadores que
plantee de nuevo la alternativa histórica de nuestra época.



Lee más sobre


Actualidad> Actualidad global> Informe anual

guerra imperialismo

Somos Emancipación | También publicamos: Escuela de marxismo (español) y


Communia (inglés)

¡Proletarios de todos los países, uníos, suprimid ejércitos, policías, producción de


guerra, fronteras, trabajo asalariado!



Esta web utiliza cookies, puede ver aquí la Política de Cookies. Si continúa navegando,
está aceptándola.

You might also like